ESCALADA DE LA TORRE NEGRA- ABANICO, EN EL NOROESTE DEL POPOCATEPETL
Es una ascensión de 1,626
metros que empieza en el fondo de la cañada Nexpayantla (3,800 metros) y
termina en la cumbre más alta del volcán (5,426). Comprende dos escaladas, la
pared oeste de la Torre Negra y la norte del Abanico, en su vía directa.
Estas dos paredes fueron
escaladas por primera vez en la segunda mitad del siglo pasado y su relato está
publicado en el libro Alpinismo Mexicano, de Armando Altamira G, editado por
ECLALSA, de la Ciudad de México 1972.
Lo que aquí se relata es la
primera ascensión que enlaza las dos paredes mencionadas en una misma ocasión.
Mis compañeros de cordada son Yuma, de la etnia hopi de Arizona. Schopenhauer,
que entonces vivía en Iztapalapa, alcaldía de la Ciudad de México y Toci,
muchacha escaladora, también del Valle de México.
El relato de esta ascensión es
materia del libro publicado por el Sindicato de Trabajadores de la Universidad
Nacional Autónoma de México (STUNAM) en 2010 y que ahora presentamos.
En toda empresa alpinistica lo que se anhela es
llegar a la cumbre. Nótese que en todo el texto la cumbre tiene una importancia secundaria.
Lo que se busca es el ejercicio de la
ascensión. Alguien en esta empresa dice
que se sueña en ocasiones durante meses,
o años, con la ascensión y es un contrasentido querer salir de la escalada el mismo día.
Es así
porque los componentes de esta cordada fueron los que inventaron, en México, en
los años sesentas del siglo pasado, la practica del vivaquismo como un fin, no
sólo ya como un medio para seguir al día siguiente hacia la cumbre.
El lugar exacto del inicio del vivaquismo fue cuando se buscaba trazar la primera en la pared oeste de El Centinela, cañada suroeste de la Iztaccíhuatl.
Título del libro referido:
Escalando con Schopenhauer
1
Instalamos las tiendas en el
límite del bosque. Diez metros por debajo de donde se levanta la pendiente desnuda. En el fondo de un abismo
increíblemente bello y lleno de nieve, la cabecera norte de Nexpayantla luce magnífica. Y esta noche por fin las estrellas
brillan con intensidad. Tenemos una semana escalando las aristas y mañana emprenderemos la ascensión de la pared oeste
de la Torre Negra.
En una ocasión ha caído tal
cantidad de nieve que nos vimos obligados a permanecer treinta y seis horas
metidos en nuestras bolsas de dormir. Nos reuníamos bajo la manta que amarramos
de cuatro árboles y entre la niebla cerrada preparábamos la comida. Después,
como no se veía más allá de cinco metros, y el frío era intenso, regresábamos a
las tiendas.
Tiendas individuales que cada
quien instalaba donde le pareciera o donde pudiera. Con pequeños y ligeros
colchones neumáticos, dormíamos aislados del frió del piso nevado y a salvo de
las irregularidades del terreno. Cercana una de la otra, las cuatro tiendas
hacían un pequeño campamento trashumante. En la mañana siguiente, si se nos
pegaba la gana, cambiábamos de pastos. Mientras el viento no se llevaran las
nieblas, quinientos metros más arriba, no tendríamos esperanzas de volver a
escalar entre aquella invisible e inmensa olla llena de brumas oscuras y
pegajosas. Seguimos cada quien con sus pensamientos en nuestros magníficos
refugios de tela de un metro por dos por uno.
Popocatepetl y Abanico vistos desde el noreste
La vida en las montañas se ha
abandonado por la gente de la ciudad y ha pagado por ello un costo muy elevado.
La ansiedad es una emoción normal y útil, pero que con la inactividad física
aumenta hasta convertirse en una patología. La ansiedad mal manejada es la
causa que alguna gente viva problemas
que todavía no existen y que probablemente nunca existen fuera de la
imaginación. La complicada vida del valle, la propaganda de la industria
farmacéutica, la renuencia de visitar al
psicólogo, la facilidad de comprar en la farmacia sin receta y la cercanía del
mercado negro, nos ha convertido en el tercer país, después de Estados Unidos y
de Brasil, más consumidor de sustancias anti depresivas.
-No se trata de incorporar el
ejercicio físico a los viejos hábitos patológicos, sino sustituir estos-
observa Yuma-. Hablando de remedios naturistas advierte el doctor Gordón Ewy,
profesos y jefe de cardiología en la facultad de Medicina, de la Universidad de
Arizona, que: “sería una tontería suponer que por tomar vitamina E se puede
seguir fumando o sin hacer ejercicio…Ninguna píldora hace milagros por sí sola.
De todas formas hay que comer bien, dejar de fumar y de beber en exceso, evitar
el estrés y hacer ejercicio con regularidad”.
Pueden caer todas las tormentas de nieve y nada nos pasará en nuestras
pequeñas tiendas. La tela es de un material moderno, tan ligero como
resistente, a los fuertes vientos, y su forma
conservando el principio iglú, con dos arcos de ligeras varillas
oponiendo resistencia hacia arriba, puede soportar el peso de la nieve que cae
durante la jornada. A la hora del almuerzo limpiaremos otra vez su techo y todo volverá a quedar en óptimas
condiciones.
El lugar marcado como Castillo es el emplazamiento del refugio El Queretano, 4, 700m.
Schopenhauer comenta, sólo por decir algo:-Yo digo que caminar y trotar por los bosques de la media montaña es la solución para muchos problemas que hay allá bajo. Vivir bajo la lluvia, el calor, la sed, el frío, sudar la gota gorda, nos ayudaría a encontrar otra vez el equilibrio frente a las delicias de las viandas, el confort y lo maravilloso que es vivir en sociedad. La ciudad es el gran invento del hombre, no su maldición.
Refugio El Queretano, 4,700m
-El que tiene patologías en la
conducta es reo de su destino, no dueño de nada- dijo Toci -. La obesidad
aumenta. La maravillosa tecnología moderna nos ayuda a llevar una vida de
calidad o nos vuelve blandengues, según el uso que le demos. En el mundo de
allá abajo todo escasea. Presupuesto
para las universidades públicas, agua, aire, dinero, trabajo, gasolina,
vivienda, transporte. Todo en la medida que el número de individuos crece. Si a
esto le agregamos el no salir de la ciudad…
Por nuestra parte somos
felices entre románticos atardeceres, tormentas de nieve, prolongados vivaques
y sabrosos pescados y salchichas a las brasas. Así es nuestra vida. Podríamos
remontar la pendiente, ganar el borde norte de la cañada, descender caminando cuatro horas y ya estaríamos
en Cuautla. En traje de baño y lentes
oscuros contra el sol, tirados al borde de la alberca, entre bellas turistas,
con treinta y cinco grados sobre cero. Pero entonces estaríamos soñando con
esta escalada…No seríamos congruentes con nuestros sueños. Y los sueños
entonces se nos volverían una pesadilla.
Estamos conscientes de lo
inconsciente, de lo inconsciente no obstante que vale más que un cofre lleno de
diamantes: nuestros organismos funcionan bien. La diarrea en situación de
montaña es una auténtica lata. Baja las defensas del organismo y complica los
desplazamientos logísticos normales. En escalada eso se complica más. Parte de
los preparativos para la salida, con la misma acuciosidad que preparamos la
mochila, es necesario cuidar las comidas varios días antes de la salida. Las
grasas pesadas de la barbacoa, los moles rojos y las verduras sin desinfectar,
garantizan un desarreglo estomacal de pronóstico apocalíptico. Ahora estamos
conscientes de ello y agradecemos a los dioses de basalto y cerámica.
Queremos hacer la conexión de
las dos paredes y después seguir al Pico Mayor del Popocatépetl. Es una doble imprudencia.
La escalada en sí y las condiciones eruptivas en las que se encuentra el volcán
desde hace dieciséis años. Por fortuna en el diccionario del alpinismo no
existe la palabra imprudencia. Sería una redundancia. El alpinismo en sí es una
imprudencia. Para unos es un modus vivendi y para otros una diversión, pero la
etiqueta sigue siendo la imprudencia.
Esta imprudencia, cuando se practica el alpinismo en grupo, así sea en una
cordada de dos, tiene el gran atenuante que se trata de experiencias comunicables.
Como sea, nos parece que vamos a intentar la
escalada más bella. Al decir la más bella estamos conscientes de la naturaleza
subjetiva del asunto. A otro le puede parecer la más horrible. Esas categorías
no obligan a nadie. No son boletas del pago del predial o recibos mensuales de
TELMEX. La belleza o dificultad de una
montaña nada tiene que ver con la montaña. Más bien tiene que ver con la
química del escalador. Es asunto enteramente
del estado mental y físico del escalador
- Yo le agregaría-dijo Schopenhauer- del
estado cultural. Hay pueblos ricos y bien alimentados que no dan una.
Para que el lector tenga una idea del contexto de esta
expresión debe saber que Schopenhauer tiene en su casa una biblioteca, con tal
cantidad de libros, que ninguno de los aristócratas del siglo diecinueve soñó
jamás. Pero lo más importante de esa fabulosa biblioteca es un letrero en
letras minúsculas, casi perdido en un
rincón, que reza: “Si al final de mi vida el balance es que no supe convivir
positivamente con mis semejantes, favor de vender todos estos libros en el
depósito de fierros viejos.”
Desde el punto donde se inicia
la escalada de la Torre, a la cumbre, hay cerca de doscientos metros de
desnivel. La ascensión se hace en cuerda sencilla. Fueron por el primer tercio
de este tramo que se gana con suma facilidad. Después la pared se hace vertical pero sin que sea necesario colocar
algún clavo. Se reunieron hacia el centro de la pared, en sentido vertical, en el lugar conocido como La Cáscara.
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Subieron vertical durante
otros ochenta metros. Sólo colocaron dos clavos. El terreno es poco consistente
por la erosión. Después efectuaron una travesía horizontal hacia la derecha de
todo un largo de cuerda. Colocaron otros dos clavos en este trayecto. Hacia el
atardecer ganaron otros veinte metros sin obstáculo y llegaron a la cumbre.
Aquí ambos tuvieron el mismo pensamiento: la pared se sube rápido o no se sube
nunca. La dueña de la casa no está lejos. Tal es la característica de la roca
constantemente castigada por las condiciones climáticas de la alta montaña.
Velle de México y la ubicación del Popocateeptl
Schopenhauer y yo empezamos a escalar de más abajo, trepando una cresta hacia la derecha, con la idea de seguir la ruta que trazáramos Salim Kalkach y yo en aquella misma ocasión de la conquista. La ascensión tiene doscientos cuarenta metros de desnivel. Se sube enteramente libre. Se gana el vértice de la arista mencionada y luego avanzamos hasta llegar un poco antes del final, donde encontramos un tramo delicado en el que tuvimos que ir con mucha precaución. Después de eso quedamos situados al pie de la pared vertical. Luego evolucionamos unos metros hacia la derecha mientras subíamos. Volvimos a la izquierda hasta quedar situados al pie de una chimenea de unos quince metros de alto. Superado este lugar se llega al punto donde convergen las dos rutas y que es, cuando la pared se cubre de nieve, una franja que conduce directamente a la cumbLa altitud de cuatro mil trescientos metros, en la que nos movemos las cordadas, se deja sentir por cierto agotamiento. Y debido a la dificultad que significa avanzar por un terreno inestable. Tenemos mucha hambre y en la cumbre sacamos de nuestras mochilas una pieza entera de pan pumpernickel que acompañamos con sendos tragos de vino tino de Baja California.
La tarde esta avanzada pero
nos quedan algunas horas de luz. Ahora sentimos plenitud en nuestro estado de
ánimo y las condiciones del tiempo y el impresionante panorama montañoso que
tenemos en nuestros pies, nos parecen las cosas más bellas. Eran igualmente
bellas cuando estábamos por la mañana al pie de la pared a punto de iniciar la
ascensión. Pero un complicado mecanismo subjetivo del que no se puede librar
tan fácilmente, marcaba nuestro estado de ánimo, con molestas aprensiones.
Desde aquí la cañada Nexpayantla, bellísima e impresionante, corre durante
varios kilómetros hacia el oeste llena de nieve. Como dice Schopenhauer que
todo es cuestión de química, debemos aceptar que el vino tinto empieza a hacer su
efecto. La etiqueta de la botella dice: “con efecto agradable”. En el
estante de la tienda otras botellas decían: “Con efecto asesino”. Otras: “Con
efecto sensual”.
El año pasado descendimos por
la cañada Nexpayantla., a partir de Cruz de Coyotes. Después del último rappel
las paredes elevadas se juntan mucho en la parte superior. Un venado quiso
saltar de un lado hacia el otro, no lo logró y quedó muerto entre la nieve del
piso. Cuando pasamos nos dimos a la tarea de destazarlo, cargamos cuánta carne
pudimos en nuestras mochilas, y esa noche cenamos abundantemente carne de
venado en una choza de San Pedro Nexapa, en la cual nos dieron abrigo.
3
Al punto nos reponemos,
volvemos a echarnos nuestras mochilas al hombro y nos despedimos. Yo descenderé
a Amecameca a comprar víveres y remontar de nuevo la pendiente para alcanzarlos
en el refugio El Queretano, al pie de la pared del Abanico.
Pero la escalada me ha agotado y sólo logro
descender algunos kilómetros. Cuando se hace de noche busco los pastos más
altos y ahí instalo mi tienda “ratonera”. La mejor manera para acampar es al abrigo de la maleza. Se está protegido
contra los vientos que llegan y contra los depredadores que, en caballos,
pueden subir desde los valles lejanos.
Pared oeste de la Torre Negra
En los últimos años las
montañas se han vuelto muy inseguras para los alpinistas. En algunos pueblos
subyacentes, más altos pegados a la montaña, se han dado asaltos y hasta
asesinatos. Esta situación perdura a través del tiempo. Hace algunos años dos
jóvenes montañistas, que acampaban a la orilla de la Laguna del Sol, en el
carácter del Nevado de Toluca, fueron asaltados y asesinados. Después un grupo
de 25 montañistas, de la Universidad Nacional Autónoma de México, fue asaltado
en la cumbre del Telapón, arriba de Río Frío, resultando muerto por bala, en la
cabeza, uno de ellos. En la cumbre más alta del Ajusco se encontró, ahorcado,
un joven estudiante universitario, después de permanecer colgado de una
cuerda, dos días, de uno de los brazos
de la gran cruz de cemento que hay en el lugar. En los bosques de la primera
caja de agua, de San Rafael, lado suroeste de la Iztaccihuatl, muchachas y muchachos fueron asaltados y
violados mientras acampaban. En el lado sur de la carretera
Amecameca-Tlamacazcalco, un poco antes de llegar al albergue, hay un lugar
despejado donde cada año acampaban grupos
de alpinistas extranjeros, de hasta cincuenta. En una ocasión fueron
asaltados y ese lugar jamás volvió a ser visitado.
El viento heladísimo barre con
fuerza aquella ladera de la montaña.
Pero ya he dicho que mi pequeña tienda está construida a prueba de vendavales
de alta montaña. Y la muralla de la maleza me protege de manera excelente.
Antes de entrar veo las nieves del Abanico iluminadas con la luz roja de los
últimos minutos. Hacia la derecha, en el sector oeste de la pared, está la más
bella travesía de alta montaña de México. La trazamos Salvador Alonso Medina y
yo hace tiempo. Los detalles están en el libro Los mexicanos en la ruta de los
polacos
Contra mi costumbre, esta vez
he olvidado cortarme las uñas de los pies y empiezo a resentirlo en la
prolongada bajada. Por fortuna traigo en mi mochila un cortaúñas.
En este momento el volcán permanece libre de
toda manifestación ígnea. La inmensa columna que sale de su cráter y que tanto
alarma a la gente, ha desaparecido. Por su ubicación geográfica, tan cercana a
la ciudad de México, Popocatépetl es ancestralmente la montaña más frecuentada.
Existe desde épocas remotas en el universo mágico de los mexicanos y sus
códices. Fue ascendido al menos desde el
año 1,287, año 3 caña, según relata Chimalpain (Relaciones originales de Chalco
Amaquemecan, Fondo de Cultura Económica, 1965, página 145). Este “al menos”
quiere decir que está debidamente documentado y se puede consultar. Seguramente
antes que eso hubo más ascensiones pero nada podemos asegurar al respecto sino
tenemos algo en qué apoyarnos. Para la gente agrícola del presente aun es “Dios
Popocatépetl”, como hemos constatado personalmente en los pueblos de su
vertiente sur. Popocatépetl ocupa la
poesía, la leyenda, el mito, la geología y la referencia oral. Pero
sorprendentemente es escasa su referencia bibliográfica, y aún la
hemerográfica, en la literatura alpina. Este vacío corresponde a la exigua práctica de escribir
de la gente del alpinismo mexicano.
Para mi sorpresa se habían
reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan
feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña,
con frecuencia llenos de egomanía.
¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra
de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador? Me pareció que
deberían existir mejores maneras de pasar el tiempo.
Felizmente encontré ahí a
escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña,
como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla.
Encontré al veterano y gran
montañista Eder Monroy. Durante cuarenta
años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense
sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer
también a Efrén Bonilla
y a
Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último,
presidente de la FMDME. Ambos pertenecientes a generaciones de más acá,
con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo
los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez,
hermano de Tomás Velázquez (fallecido
unos 15 años atrás), autor, éste último, de Guía del escalador mexicano
.Concluimos que es necesario escribir.
La transversal del Abanico
La más bella de todas las escaladas de la alta montaña en México
No comprende la cima. Su
desarrollo se mantiene entre los 4700 (saliendo del refugio El Queretano) y los
4900 alcanzando la repisa del lado oeste.
foto tomada desde la repisa oeste
La primera la realizamos Salvador Alonso Medina (en la foto) y yo. La
segunda la llevó a cabo Salvador con preseleccionados (Selección oficial de la
FME) al monte Aconcagua en 1974.Su desarrollo se relata en el informe de esta
preselección a la presidencia de la republica, concretamente al licenciado Luis
Echeverría Álvarez.
Al final me pareció que el resultado de la jornada había
alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.
En Amecameca, como en los pueblos subyacentes
de las montañas frecuentadas por los alpinistas, efectivamente, se nota la
escasez de alpinistas extranjeros. Dos o tres mal vivientes del rumbo
perjudican al comercio, restaurantes, hoteles, artesanías y trasporte. Sino por
seguridad social, ética o moral, las cámaras de comercio de esas localidades
están presionadas a sanear su contexto social por la pura defensa de sus
intereses económicos.
En el país no se ha mostrado
interés por invertir en ciencia, tecnología y cultura y ese es el resultado. El
porcentaje del Producto Interno Bruto
destinado a este rubro, cuando escribimos el presente trabajo, oscila
entre 0.3 y 0.4, mientras que Suecia le
destina el 4.5, Finlandia el 3.5 y Estados Unidos el 3.
Schopenhauer, como muchos
filósofos, evita las cifras y dice las cosas en metáforas. Con relación a este
tema tiene una: “Si caminas como pato, tienes plumas de pato y graznas como
pato, eres pato.”
4
A las once de la noche empujo la puerta del refugio El
Queretano, en los 4,700 metros de la
vertiente norte del Popocatepetl, y me libero
del aire huracanado y la nieve
que azota a la Sierra Nevada. Es el primer día del invierno de
2009-2010. Nadie puede acercarse a esta montaña pues se encuentra en plena
actividad volcánica desde hace años. He tenido que esperar a que anochezca para
burlar la vigilancia de Paso de Cortés. Remonté desde un kilómetro antes hasta
alcanzar el borde norte de la cañada de Nexpayantla y, sin encender mi
linterna, emprendí el penoso ascenso de
casi mil metros de desnivel en una ladera envuelta entre la noche, el viento y la nieve. Abajo eran pequeñas
bolas de hielo pero en esta altura son
plumas de nieve. La pesada mochila parece empeñada en desbaratar mis
clavículas. También tengo la impresión que ahora la montaña es más alta que la
primera vez que la subí. Subíamos corriendo. Ahora se que llegará el día que
Popocatépetl esté tan alto que ya no podré subirlo… Me consuela saber que esta
intuición no la tiene los perros, sólo los humanos. Eso dice Schopenhauer, que
es un apasionado del antropocentrismo.
Todavía hay nieve en el corto
sendero que me lleva al refugio de dos aguas, estilo tienda india. Casi ha
desaparecido el lugar conocido como “La Cueva” que era una gran oquedad de
hielo en este rincón de ladera norte del volcán. Más arriba, hacia los 5,300,
existían grandes grietas de hielo que
ahora ya son historia. Las corrientes de viento cada vez menos frías las fue
desapareciendo. Pero mi intuición me dice que un día los hielos volverán. En
realidad es una trampa mi famosa intuición: acabó de leer algo de geología.
Resiento el cambio violento de
altitud y debo hacer alto para recuperar la respiración y el ritmo cardiaco.
Las tablas de aclimatación dicen que mil
quinientos metros de desnivel se deben
subir, de manera gradual, en una
semana. A partir de Amecameca yo acabo
de ascender dos mil doscientos en tres horas, incluidos los tramos de carretera
que hice en taxi. No es ninguna marca, así es el estilo del alpinismo mexicano.
Tradicionalmente las
consecuencias han sido desastrosas con la presencia del mal de montaña que
abate a los alpinistas además de
complicaciones pulmonares mortales en menos de doce horas. Algún día
aprenderemos a consultar las indicaciones de la ciencia médica. Creo que eso
del ritmo cardiaco es un asunto que sólo preocupa a los montañistas que han
cumplido los cincuentas.
Por ahora todo se ha ido de
esta montaña. Las laderas que llevan al
Popocatépetl están solas. La actividad volcánica ha ahuyentado a los hielos y a
los hombres. Un día todo se restablecerá y los alpinistas volverán a trazar
libremente sus caminos en la nieve. Y la Convención de Ginebra se habrá anotado
un triunfo reduciendo grados calientes del cielo global. Hay esperanzas pues
los de Ginebra son grandes amigos de los que establecieron el Día Mundial del
no Fumador. Dejan de fumar un día y fuman 364 días. Schopenhauer dice que mejor
deberían instaurar el Día Internacional del sí Fumador. Fumarían un día y
dejarían de fumar 364 días…
Mientras subo, pujando como el
Pipila bajo el peso de mi mochila, empapando de sudor mi gorra estilo La isla
de Giligan, pienso que venir a las montañas es regresar a la realidad. En el
valle pueden incubarse fantasías y el desarrollo del niño estar defectuosamente
socializado. Históricamente, al menos los últimos seis mil años, la práctica ha
sido de guerras entre los habitantes del planeta. Recientemente el cine y la
televisión y los video juegos sólo proyectan imágenes de violencia.¿Por qué
sorprenderse del pensamiento asesino que hay en nuestras ciudades si eso es lo
que se ve desde niños? fantasía negativa que desemboca en una realidad
negativa. La psicología social de las universidades hace su mejor esfuerzo por
revertir ese pensamiento patológico tan generalizado. Un golpe de viento frío
entre la noche, y la soledad de las cumbres, pueden hacernos volver a aquella
realidad que edificó civilizaciones y culturas. El pueblo mexicano es un pueblo
ancestral y moderno, sano, laico, mágico, religioso, emprendedor, estudioso,
pero alguien lo ha encochinado. Las adicciones y su contexto de violencia son el mejor ariete del neoliberalismo para
desbaratara la familia que, según sostienen diversas disciplinas académicas, es
la base de la sociedad progresista.
¿Cómo una muchacha tan
hermosa anda por el mundo escalando
montañas? La cultura para Toci era determinante en la vida de la mujer. En la
Universidad Nacional hay mujeres de alto nivel académico. La escuela en
general, y de manera especial la cultura, tiene que ver con las madres
prematuras. Para que no pensáramos que estaba
externando ideas personales, citaba resultados de investigaciones
universitarias. En México nacen cuatro niños cada minuto y uno de ellos es de
madre adolescente:”El porcentaje de mujeres que no fueron a la escuela o no
completaron la primaria, y que a los 15 años ya han tenido sus primera
experiencia, es 10 veces superior al de quienes llegaron al menos al
bachillerato”(Gaceta UNAM, 28 de febrero 2008). En torno a esta realidad, Rosa Beltrán, directora de Literatura de esta
casa de estudios, dijo que “La lectura es una actividad que proporciona una
auténtica liberación mental y cultural (Gaceta UNAM, 3 marzo 2008).
- Al margen de las corrientes psicoanalíticas que empezaron el siglo diecinueve en Europa- agrega Yuma-, en el que la mujer no salía bien librada del todo, los mexicanos tenemos desde hace milenios la convicción que sin la mujer lo mejor sería largarse de este planeta. La bisabuela, la abuela, la madre, la esposa, la pareja, la hija, la nieta. ¿Que bicho patológico puede imaginar un mundo sin ellas?…Tres millones de madres solteras mexicanas están más allá que cualquier psicología y economía sana pueden soportar…El pueblo mexicano, como todos los pueblos de origen asiático, somos muy respetuosos con los abuelos. Pero tres millones de hijos sin padre pueden instalar entre nosotros, y con toda razón, el sentimiento del parricidio, tan común entre los países del individualismo. Allá, en nombre de la formación auto independiente, los abandonan a los dieciocho años de edad (con su respectiva beca para estudiar), aquí los estamos abandonando antes de que nazcan sin siquiera proporcionar a la madre pensión alimenticia.
Otra voz escucho desde el compartimiento de la
pequeña cocina del refugio. Era Schopenhauer. Escalador especializado en rocas erosionadas arriba de los cuatro mil quinientos. Donde los
cuatro apoyos, que podían quebrarse al
mismo tiempo, ahí gustaba dirigirse
él. No por inclinación masoquista sino porque, decía, más arriba de los cuatro
mil la roca empieza a erosionarse. El que no practica bajo esas condiciones
tendrá que seguir escalando en los tres mil o en los dos mil o en los mil... No
es cosa de modas o de ego alpinos, es algo matemático, mejor dicho, algo
geológico…
La temporada pasada
Schopenhauer había desarrollado un curso de escalada en paredes y agujas de la
sierra de Pachuca en su sector de los Frailes, con jóvenes de la Ciudad de
México.
-¿Qué les enseñaste?- preguntó Toci.
Mañana subiremos los cuatro la pared norte del Abanico.
-Después de eso la pared del Abanico quedó sola-comenta Schopenhauer-. Su historia es inversa a la historia de otras montañas. Cuando se consigue la primera ascensión y el velo subjetivo de lo inabordable ha caído, esa montaña empieza a ser muy frecuentada por todos. Aquí ese proceso no pasa de ser una fantasía.
-La pared del Abanico es parte de uno de los aparatos volcánicos más altos de México- dice Yuma-En realidad gran parte del territorio mexicano es un aparato volcánico. Para donde volteemos hay un cráter. Eso debería de motivar a la gente a conocer más de vulcanología. ¡Vive sobre volcanes! Pero volcanes que pueden volverse activos otra vez. Viven sobre laderas que se desgajan en temporadas de lluvia, cerca de ríos que se desbordan, junto a las playas que alcanza el tsunami, de volcancitos y volcanzotes que pueden volver explotar (sólo es cuestión de tiempo), en suelos de cuencas a las que recientemente se les vació de agua y en las que los edificios se van de lado con tan sólo un sismo de tres grados. Y los edificios algo pesados se hunden cinco centímetros cada año. Hace poco asistí a una conferencia sobre vulcanología sustentada por varios académicos, en el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional. Se refirieron a la importancia de los volcanes en la vida del humano. Muchos de los recursos naturales de la vida están íntimamente ligados a la disolución de las rocas volcánicas. Todo lo que esto significa para la alimentación, para la industria en general y la farmacéutica en particular. Pero que también las cenizas derivadas de una erupción volcánica afectan significativamente las vías respiratorias de los humanos, además de impactar de manera importante la vegetación del entorno. Se refirieron al Popocatépetl, volcán de Colima y al Chichonal. El Chichón once veces ha desaparecido a la humanidad cercana y once veces la humanidad ha vuelto a construir sobre el Chichonal.
Schopenhauer respingó:
-Los universales nacen universales- dice Yuma, el cuarto componente del grupo- Los aciertos y los errores en montaña son parte de nuestra naturaleza. Aunque nos gusta creer que los errores nada tienen que ver con nosotros mismos.
--¿Es decir que somos pura determinación?
-El recurso pedagógico es un buen intento de alejarse del Neandertal. Pero, lo he dicho mil veces, el hombre malo nace con su maldad como la serpiente nace con sus colmillos ponzoñosos y su bolsa de veneno y no puede cambiar su naturaleza
Con Yuma hice el año pasado, durante una semana, las nortes del Circo del Crestón. Dormimos una noche en la repisa superior de la Rosendo de la Peña. Metidos en nuestras bolsas de dormir, apoyados en la pared, luego de la cena, tomamos una taza de café y veíamos en la lejanía las grandes manchas de luces de Chico, Atotonilco el Grande y San Nicolás Xate, más allá de Amajac.
Yuma dijo que junto a un chimpancé seríamos
más lentos en subir. No tanto por diferencias geonómicas sino debido al
síndrome de la inmovilidad en el que hemos caído en la vida civilizada.
-Y el abuso de carnes rojas
que componen nuestra dieta. El sedentarismo en México es de entre sesenta y
ochenta por ciento, publicó recientemente la Federación Mexicana de Diabetes.
Agrega que hoy día, los niños realizan setenta por ciento menos actividad
física que hace treinta años.
-Con todo, la técnica para
escalar, sus tenis ni sus polvos, son los que van a revolucionar al país alpino
de los mexicanos sino su escritura.
-Coincido contigo. Un buen
logro sería una literatura para ser leída-dije.
-Pero lo mejor será cuando
seamos capaces de una literatura para ser discutida
Queremos hacer la conexión de
las tres paredes del Abanico. Sería la segunda escalada integral por el centro
de la norte. Hace años seis escaladores de la ciudad de México la subimos. En aquella ocasión yo iba al frente de
la cordada. Ahora el primer día
Schopenhauer irá adelante, Yuma, yo y
Toci cerrará la marcha. Al final de la escalada la muchacha irá al frente del
grupo.
Las estufas ronronean a todo
lo que dan y un olor a tocino llena el lugar. Schopenhauer es un buen cocinero
y ha pedido que lo dejemos solo en la
preparación de la cena. En el fondo, sobre su
litera de madera helada, Toci destapa
una botella de Johannisberg, el
viejo vino del Rhin, cosecha 1865. Un verdadero tesoro. Opina que en ambientes tan fríos se necesitan las
calorías. Es del año que Whymper conquistó el Matterhorn. Y nos reparte un buen
trozo de pan pumpernickel acompañado con queso de Oaxaca.
- En Tepito.
- Conozco al menos una razón por la que la gente no viene a las montañas de manera masiva, como sería para conservar la salud- dijo Schopenhauer-. Durante mucho tiempo se cuidó que el laicismo no fuera desplazado de los centros de educación media y superior. Cuando se dieron cuenta los estupefacientes habían penetrado esos planteles que arrojó al rincón cualquier tipo de filosofía educacional. ¿Para qué sirve un muchacho religioso pero drogado?, ¿lo mismo que un joven laico drogado? Ahora en casi todos los planteles de la Escuela Nacional Preparatoria han emprendido una cruzada contra las adicciones en las que interviene directivos, académicos y trabajadores universitarios. Se valora el costo institucional, social e individual, por el consumo de esas sustancias y sus crueles consecuencias. El adicto gasta dinero en su compra, el Estado en el tratamiento médico y en el mantenimiento de los hospitales para esta clase de enfermos…
Empieza el invierno y estamos
al pie de una bella pared de roca, nieve
y hielo. Su altura es de trescientos cincuenta metros y su caída, hasta Cruz de
Coyotes, en el fondo de la cañada Nexpayantla, de mil quinientos metros. El
Abanico es una montaña que se
desintegra, que cambia su elegante forma
por un pobre hacinamiento de guijarros a la entrada de Nexpayantla. El
viento, la denudación y los violentos cambios de temperatura la desintegran día
tras día. Por las noches, las caravanas que pernoctan en el refugio El
Queretano, suelen escuchar, espantados, las
explosiones que hacen los grandes bloques de roca que el hielo desprende de la pared y van rodando a grandes saltos hasta perderse en el fondo del abismo invisible. El agua del deshielo durante el día se mete entre las grietas de la pared y, al bajar la temperatura por las noches, se congela, hace presión en las paredes internas de la grieta y, como dinamita, estallan los grandes bloques.
Hay que intentar esa escalada
con el mayor entusiasmo y la mejor logística. Lo demás depende de un golpe de
suerte. Los golpes de suerte no son raros ni en la ciencia. Por ejemplo, en la
paleontología. Las pisadas de tres
homínidos, antepasados del hombre, con una antigüedad de cuatro millones de
años fueron encontrados debido a un golpe de suerte, cerca de la garganta de
Olduvai, en Tanzania, África. Gracias a esas pisadas, los paleontólogos
pudieron saber que desde entonces nuestros antepasados ya caminaban erguidos y
libremente iban por todas partes. Con las manos libres para subirse a los
árboles. Son los antecesores de los actuales escaladores.
- Todo escalador está
familiarizado con estos golpes de suerte-dijo Toci-. Por ejemplo el postrer
manotazo que en plena caída encontró un asidero, la pequeña roca que
procedentes de la cumbre pasó con la velocidad de una bala a diez centímetros
de nuestra cabeza, el hielo que saltó de la montaña por donde franqueamos el paso…
Con la pared del Abanico,
prácticamente sobre nuestras cabezas, y que se trasforma día tras día, Toci se acuerda de Heráclito de Efeso,
quinientos años antes de Cristo, que aventuró la idea que todo cambia. Todo es
un continuo cambio. Para devenir.
La línea que siguió la
escalada empieza en el fondo del lado derecho,alcanza la cumbre de la Torre
Negra, que se ve en el primer término,al pie de la foto.Sigue hacia la
arista,alcanzando el refugio El Queretano( 4,700m),se interna en el centro de
la pared del Abanico y, de la cumbre de éste, continúa hasta la cumbre más alta
del Popocatépetl,que es la del fondo superior ( 5,452m.s.n.m)
Entonces nos obligó a imaginar un gran cráter, ya destruido, pero cuyos restos eran precisamente el Abanico, cuya pared tiene orientación norte, más abajo la Torre Negra, que da al oeste, y en el borde norte de la cañada, el Peñón. ¡Como los restos de un gran cráter! Es decir que el Popocatépetl Uno pasó para dar origen al Popocatépetl Dos, que es el que conocemos y hemos subido.
Afuera la temperatura exterior ha bajado todavía
más. Por efecto del viento, hay cinco grados menos que en el interior del
recinto. ¡El viento de las alturas superiores
pegará con fuerza en la pared!
El viento sopla tan fuerte que se ha llevado a
las nubes y ahora se ven de nuevo las estrellas. Allá abajo los valles hace
tiempo han desaparecido y en su lugar
mil luces se han encendido invadiendo hasta las cañadas de las primeras
estribaciones.
Les he traído de Amecameca dos
pollos y un conejo rostizados a las brasas. Con las bajas temperaturas, y el
apetito voraz de mis compañeros, no daremos tiempo a que la carne se
descomponga.
5
A las cinco de la mañana nos
levantamos a arreglar lo que vamos a subir. La boca me sabe a cobre. Somos de
la generación que no usa cepillo de dientes durante toda la excursión ni jabón
ni cremas antisolares. Casi neandertales. El frío es tan intenso que los
mosquetones se pegan a las manos. Narices y orejas están tan frías que parece
que al menor roce se quebrarán. No es
fácil hacer que alguien se ponga de pie a esas horas y bajo esas
temperaturas y hay que hacer un esfuerzo
de voluntad nietzscheana. Después de
desayunar nos damos a la tarea de preparar el té endulzado con miel que llevaremos.
El problema más grande del alpinismo es él alpinista. Tal vez egomaníaco, soñador,
social, estepario, disciplinado, desnutrido, sobreproteinizado, informado, empírico….
La montaña sólo es una secuencia de desniveles, redondeces y aristas. Todas se
pueden abordar. Pero se necesita la disposición, la técnica y la habilidad
necesarias. El alpinismo no es asunto de geografía sino de humanidad. ¿Qué licuado de las posibilidades mencionadas
arriba dan la fórmula para afrontar esta escalada?
Llegada al refugio El Queretano (4,700m) vertiente norte de el Popocatépetl
Estas caminatas al amanecer son formidables. Se comienza a caminar todavía un poco dormido y a los pocos minutos se está sumergido en pleno ejercicio ascendente. El corazón golpea fuerte, el estómago hace circo y los pulmones se extienden al máximo, en tanto el sudor corre ya por la espalda. Nos paramos un minuto, damos un trago al te, todavía caliente, y no tardamos en pegarnos al granito o como se llame esta roca podrida, espuma vomitada de las entrañas del volcán. Aunque avance por tezontle, el escalador gusta decir “granito.”
El alpinista es un ser finito
y limitado que se rebasa continuamente. En cada salida a la montaña se acerca a
sus límites. Y en ocasiones se ve obligado, por las circunstancias, a
trascenderse o perecer. Cada
ascensión es el nacimiento de un
Quetzalcoatl. Un renacer que deja atrás la
vieja envoltura. ¿Para qué? ¡Sólo para empezar a soñar con otra nueva
envoltura!
Hemos rodeado El Castillo y
bajamos por la pendiente de piedras sueltas.
Amanecía cuando llegamos a Nido de Palomas. Es una pequeña pared que
está a la izquierda en el principio de los corredores. Sin calzarnos los crampones
remontamos la pendiente de nieve, sucia y llena de pequeñas piedras
del primer corredor de la base, a fuerza de tallar escalones con el
piolet o de un golpe con la punta de la bota. Desde ahí podemos distinguir
algunos cables abandonados. En la última
década se han lanzado varios ataques a
la pared que, obviamente, han resultado inútiles.
Ithualco, el gran puerto que hacen el Popocatépetl y la Iztaccihuatl, presenta ya a estas horas tempranas un deterioro ambiental en los sistemas biológicos y geoquímicos. No obstante que el “paso” histórico se encuentra casi en la altura de los cuatro mil metros sobre el mar. Por ese elevado puerto pasaron, durante milenios, los pueblos nahuatlacas hacia las tierras calientes dePopol Vuh. Y viceversa.
Schopenhauer, que en ese
momento se ajusta los guantes sin dedos,
dice:
-Los vientos procedentes de la
región poblana traen consigo las emanaciones industriales y van
a sumarse a las no menos nocivas contaminaciones del Valle de México.
¡Respiramos plomo y cadmio cuatro mil
porquerías más!
Cuando empezábamos a escalar
nos absorbía el pensamiento al considerar los detalles de la ascensión en su totalidad. Ahora sabemos que es mejor concentrarse en lo
más inmediato. El método es
resolver lo que tenemos frente a nuestras narices, después el otro y así
sucesivamente.
- Esto, dice Yuma, más que un desarrollo
lógico, de las dificultades reales de la montaña, es una herramienta de tipo
psicológico. ¡Más útil que la cuerda o que la clavija! Muchas escaladas se
abandonan en los tramos sencillos por
estar pensando en las dificultades de más arriba. Todavía los escaladores podían
seguir pero abandonaron por estar imaginando dificultades a las que aun no
llegaban. De haber llegado es
probable que pudieran haberlo superado
perfectamente. Créanme, esto es como con los angustiosos temores nocturnos que
nos hacen sudar frío. Al amanecer se desvanecen como pompas de jabón cuando
los pinchamos con un alfiler.
Toci dice que hay una manera de medir cuando el miedo en el
alpinista, excelente síntoma de precaución, se convierte en peligroso terror.
Mientras sea capaz de contemplar la belleza, y los detalles reales de la montaña,
podrá seguir. Cuando se ha pasado la línea, cierta medida de contemplación
queda cerrada y el individuo ya sólo piensa en su salvación.
Esta Toci es la sucesora, en
el tiempo, de María García, aquella muchacha escaladora de los años setenta que
escalaba durante días integrada a alguna cordada o bien de primera de
cuerda. O siendo parte de alguna
expedición alpina al extranjero. ¡Una autentica pionera femenina del alpinismo
mexicano! Conoció la tragedia alpina de cerca pero también el triunfo en muchas
ocasiones.
La nieve de los corredores de
la base está dura y las puntas de las
botas muerden bien. Desde abajo estas
dos franjas parecen verdaderas placas
colgantes, sin embargo, su pendiente es suave y se puede avanzar
sin dificultad. Mientras tallamos una plataforma en la nieve para estar de pie con cierta
comodidad, sin castigar a los tobillos, Schopenhauer vuelve a elevarse decidido.
Antes amarra su bota derecha cuya cinta se ha aflojado. Tiene el equilibrio
necesario para flexionarse en un pie sobre el abismo. Le oímos decir:
-Ojala pudiera pedir a
Tezcatlipoca que este día se haga en mi su voluntad. Lo que estoy pidiendo en
realidad que se haga mi voluntad…En realidad depende mucho del entrenamiento. Lo que un alpinista quiere hacer es lo que
debe ser. Si quiere hacer, caminando, la travesía Pachuca- Frailes, no se
preparará nadando en la alberca. Pero si trotando o corriendo en el parque de
la colonia donde vive o en la media montaña más cercana.
Esta primera pared tiene como
tres rayas. ¡Estratos!, diría Toci molesta al escuchar la palabra de “rayas”.
Subimos como hacían los
primates hacen millones de años! Dedos prensiles, visión binocular
proporcionada por los ojos frontales que nos permiten avanzar a través de la
pared. Nos reunimos en el primer descanso. Aquí abunda el tezontle. Toci se
tapa los oídos al escuchar esa palabra:
“¿Tezontle, acaso estás en tu pueblo?
¿No tienes la menor noticia de geología?”
En toda la ruta encontraremos
algunos clavos dejados cuando su conquista que tuvo lugar por el
“Ventisquero”, también llamado “Helero”
y “Canaleta”.En rigor el conquistador de la pared, por haber trazado la
primera, fue Javier Morales, en 1955. Son verdaderas espadas que se meten en la
piedra hasta cincuenta centímetros y sobresale otro tanto. Entonces había la
idea que sólo en esas grandes clavijas se encontraba cierta seguridad. Lo
cierto es que no carecían de razón. En
una pared tan erosionada da lo mismo
utilizar estas largas clavijas que “dados”, que estacas de madera o cualquier
otro implemento. De cualquier manera los
bloques de roca que suelen venirse abajo
en ocasiones son tan grandes que se traerán todo consigo. Esas clavijas
están en mal estado debido a que, a
medio siglo de su conquista, la roca se ha movido por la acción telúrica, la
denudación y ahora son inseguras.
Colocamos en las mismas
fisuras nuestros cortos clavos de ángulo
muy abierto. Y en otras los “dados”. Precisamente fue en esta ruta,
cuando su conquista, que Ubaldo Martínez
y los escaladores del Quetzales, utilizaron nudos al extremo de las
cordeletas de algodón que introducían en las grandes fisuras con la idea de
obtener algún tipo de seguro, como si fueran clavos. La maleabilidad de la
cuerda se ajustaba bien en algunas grietas y el escalador podía seguir
evolucionando. Así fue como a Ubaldo Martínez se le ocurrió la idea del “dado”,
que después otros fabricarían de metal y en serie.
Schopenhauer, al ponerse sus guantes, sin dedos, para mejor palpar la
roca, se volvió juguetón hacia Toci:
-Este día tal vez
averiguaremos por fin si hay vida después de la muerte.¡O seguiremos con la
incógnita! ¿Qué prefieres?
-Lo último- se apresuró a
decir la muchacha.
Schopenhauer ya se elevaba los
primeros metros por la erosionada roca quitando de un solo manotazo la nieve
que cubría los asideros. Hacia el medio
día nos encontramos en pleno movimiento.
Cada uno resolviendo su tramo que tiene enfrente y felices de poder
desplazarnos. Aquí las esperas son penosas pues de inmediato empieza uno a
enfriarse. Hace más frío por el viento que hasta las ideas también parecen enfriarse…. ¡Y eso que las
ideas están fuera de la fenomenología!, según dice Schopenhauer. El viento nos
ha tratado bien y casi no pasa, pero sabemos que al atardecer esto será un
verdadero abanico. Y llegará tan fuerte que podrá desprender rocas sobre
nuestras cabezas. Eso y el estruendo espantoso del estallido, antes de venirse
abajo, calan en el ánimo de los individuos. Por ahora tenemos el miedo
necesario para cuidarnos y salir adelante.
Más tarde hacemos la travesía
hacia la izquierda, brincamos unos bloquees que están listos para desprenderse
y desembocamos en la primera rampa. Es una pendiente de unos veinte metros que
al aproximarse a la base de la segunda pared forma una especie de grieta
terminal apropiada para pasar en ella la noche. Grieta terminal le llaman a la
rampa de nieve cuando se aproxima a la pared rocosa y forma una especie de oquedad.
La experiencia de mis compañeros de cordada, y el ritmo que llevamos, nos haría
posible intentar salir este mismo día
del Abanico. Sin embargo, para no caer en esa tentación, de antemano hemos decidido permanecer dos
noches en la pared y nos la llevamos con calma.
Schopenhauer desemboca sobre
el vértice y no tardamos en reunirnos con él. Dos horas después se hace de
noche. Dentro de las características verticales de la pared, el lugar ofrece un
buen sitio. Estamos al abrigo de la caída de rocas. Extendemos los sacos de
dormir y encendemos las estufas. El lado oriental está un tanto desprotegido
contra el viento. Amontonamos las
mochilas a manera de muro. Yuma con su eterna bolsa de carne seca de res (o de
caballo) podría sobrevivir semanas. Para los habitantes de las llanuras del
norte es lo natural. Pero ahora le falta
el agua para beber. Se apresura a fundir nieve para todos.
6
En la helada oscuridad de la noche brotan grupos de luces multicolores
en el fondo de los valles. Son los pueblos de origen mesoamericano. Se trata de
uno de los centros, tal vez el número uno, más cargados de historia y de
prehistoria de México. Yuma saca algo de su mochila y lo echa al fuego de
nuestra pequeña estufa. Es un chile verde. En un minuto la pared se llena del
olor penetrante. Estamos a punto de arrojarle nieve en la cara por semejante
ocurrencia. Nos damos cuenta que, bastaron las primeras aspiraciones, para
conectarnos instantáneamente con tres mil años de historia mexicana. Cada olor
de cocina le dice mucho al individuo. Lo mismo al chino que al ruso que al
alemán que al italiano que al argentino. Pero además ese olor de cocina
humaniza a la pared más inhóspita. La vuelve familiar. El efecto psicológico es
impresionantemente terapéutico.
-En Mexico ya quedan poco
mexicanos- dice Yuma-.Desde hace cinco siglos
México experimenta, en lo social, el efecto tinaco.
-¿Qué es eso?- pregunta Toci
-Por una causa o por otra la
gente original busca la manera de emigrar hacia el norte. En
el principio ponía distancia de por medio alejándose del proceso de la
conquista y preservar su libertad. Posteriormente procurando mejorar su
situación económica. O estudiantes que
ya no regresan.
¿Y por qué el efecto tinaco?
-Debido a las guerras en
Europa, las dictaduras en el sur de América, y el conflicto en Medio Oriente,
llegan refugiados políticos sin cesar al país. Estos por lo general tienen
recursos económicos, alguna relación de
grupo familiar, político, académico, económico o de amigos. Con el tiempo
logran quedarse de manera definitiva, echan raíces y a la segunda generación
los hijos ya son mexicanos. Es un proceso positivo pues traen cultura y otros
modos de ver la vida. Varias generaciones después ya están jugando en las
ligas mayores de la política. Por eso en
nuestro mapa geográfico hay regiones con nombres tales como “Nueva Italia”,
“Ario de Rosales”, “Sebastopol”, etc. Un ex presidente de México se llama
Vicente Fox y un jefe de gobierno de la ciudad de México Marcelo Ebrard, el jardín botánico de ciudad
universitaria lleva el nombre de Faustino Miranda, en recuerdo de un español,
prominente hombre de ciencias que llegó al país a raíz del triunfo de Francisco
Franco. Muchas figuras del espectáculo artístico, de los medios de información
masiva y de la política, los conocemos
por sus nombres comunes pero sus nombres originales corresponden a otras latitudes.
Numerosos académicos llegaron de Argentina, Uruguay y Chile. Con el tiempo
regresaron a sus países y otros se quedaron para siempre. Y por eso le llamo el
efecto tinaco. En la medida en que unos llegan, los de origen étnico y
mestizo se van.
- Si el proceso sigue habrá
que aceptar que, sin los pueblos indígenas, México no tiene fundamento como
nación. Puede ser una nación entre un cúmulo de naciones, pero no mexicana.
Será el soñado país multicultural de los refugiados, en el que todos podemos
opinar, escribir y vivir en libertad,
pero ya sin mexicanos. Natalio Hernández, poeta náhuatl, dijo hace poco:
“Estaremos desmembrados como nación y seremos una aldea global sin raíz,
memoria e identidad”.
- Para qué ir tan lejos,
este se llama Schopenhauer, yo Armando y
tú eres Yuma. Dos nombres de origen europeo y uno de indio norteamericano.
Sólo Toci tiene nombre auténticamente mexicano…El proceso es
interesante. Los aztecas ya se fueron para el Sol pero nos dejaron su idioma.
Yuma protestó:
-El desierto de Yuma, y sus
habitantes originales, eran de México. El tratado del siglo diecinueve lo dejó
de aquel lado.
- Ya no hablamos nahuatl. Y
pueblo que no habla en su idioma original
está hablando como piensa el extranjero.
-Lo hablamos más de lo que se
imaginan. Al menos en la región del Altiplano y en especial en la capital. Les
voy a improvisar una situación a ver si la entienden, pongan atención: “El
chilpayate estaba chamagoso porque quiso alcanzar un chicle y todo se encochinó
y además daba lata porque tenía chincual y también hambre. Empezó a llorar y se
calmó hasta que María le dio la chiche. Mientras tanto el tocayo, trepado en el
tapanco, preparaba un curado de jitomate. Y como tomaba su pulque comió tanta
botana de cacahuates que se aguajolotó.
Se puso torpe y por querer acabarse hasta las bachichas de la jarra se vino
para abajo, se pegó en la chiluca y quedó con el cuerpo todo chipotudo. Nadie
se apresuró a levantarlo porque era un tanto tracalero. Su compañero Juan se
rió y le dijo que eso le pasa porque a más de ser naco era tracalero. Mientras
esto sucedía su mamá, abajo, en el fogón, estaba quemando un elote. Pero
como el tocayo seguía tomando y quería ir al mitote, a escuchar el
tololoche, le dijo a su mujer que la
llevaba sólo si se peinaba bien pues no le gustaba su molote. María se enojó y
fue hasta que estuvo otra vez contenta que el tocayo le hizo un papacho. Le dio
una palma para que usara como abanico pues afuera hacía mucho calor. Después le
dijo: vamos a la pepena del baile pero, antes de llegar al tianguis, nos
revolcamos un rato en el zacate del parque”.
¿Lo entendieron?
- Perfectamente.
Esto es entendido por
cualquier mexicano del Valle de México, aún hablando en la estructura del
idioma español y, no obstante, contiene nada menos que 28 aztequismos. Pueden
consultarlo en el Diccionario de Aztequismos cuyo autor es Luis Cabrera
(Editorial Colofón, S. A. mayo del 2000).Los aztequismos que les dije son: tocayo, tololoche, jitomate, tapanco,
tracalero,
acochinarse,aguajolotarse,bachichas,cacahuate,chamagozo,chicle,chiche,chilpayate,chiluca,chincual,
chipotudo,elote,mitote, molote,naco,nana,palma,torpe,pulque, papacho,pepena,
tianguis,zacate.
El texto resulta
incomprensible, creo, para mexicanos que
habitan lejos del Valle y también
para mexicanos cuyos padres son de origen extranjero. Y como es sabido que la lengua materna expresa todo
el simbolismo original del pensamiento de ese grupo, así sucede también con las
ideas del pueblo nahuatl. La magia, las costumbres calendáricas, la cocina, la
literatura. Por cuestiones históricas, todo eso está (felizmente) mezclado con
la cultura occidental. Se trata de dos grandes culturas que tenemos los
mexicanos. Sólo que para apreciarlas hay que conocerlas. Comemos chilaquiles
(mexicanos) acompañados con pan (español, francés o alemán), vino tinto con
botana de cacahuates, espagueti con
salsa dulce de jitomate, tamales acompañados con un vaso de leche (aquí no
había vacas)..¿Se puede imaginar un panorama culinario más delicioso? Pues así
es en el terreno de las ideas. Y estas ideas se siguen expresando en el nahuatl
revuelto con el español. Vemos hacia el conjunto de siete estrellitas que se
conocen como “Pléyades” y de inmediato pensamos en el paraíso final de los
mexicanos.
Schopenhauer levantó la mano y
la agitó en el aire, en dirección al Sol. Estaba saludando a los aztecas.
En el noroeste, tres mil
metros más abajo de nuestras botas, una inmensa sima negra es desbordada por la
mancha luminosa más grande del país y la cuarta más grande del planeta. Rodeada
de montañas, es la parte sur de una cuenca
hidrológica de ciento cincuenta kilómetros norte-sur y ochenta
este-oeste. Un verdadero embudo para las endémicas lluvias que azotan con
frecuencia a la ciudad de México, por otra parte siempre llena de sol. Una
extraña dualidad, es el Atlachinolli.
-¿A quién se le ocurrió fundar
una ciudad en ese embudo? Cada semestre se inunda al punto de brotar el agua
las coladeras metálicas, el nivel sube un metro, los muebles andan flotando y
en la calle la gente anda en canoas inflables, como en el México prehispánico y
en tiempos de la colonia y el porfiriato. Seguimos igual.
- A los aztecas.
-Lo que salva a sus veinte
millones de habitantes de morir ahogados es que consumen más agua que la que
cae. Ésa es la otra gran dualidad. Cada medio año viven en la disyuntiva de
morir ahogados o morir deshidratados.¿No pensaron eso los aztecas?
-Ellos eran trashumantes, no
sedentarios. Estaban de paso pero hicieron un alto y fundaron su bella ciudad.
-¿A dónde se dirigían?
-¡Al Sol!
Yuma protestó por lo de
sedentario pero enseguida tuvo que aceptar que ya no tenemos la movilidad de
cazador- recolector. Para recorrer cinco kilómetros hasta la oficina, el
laboratorio o comercio, viajamos en combi, metrobus, metro o automóvil. Ni
pensar recorrer a pie esa distancia. Nos evitaría muchas molestias
de transporte, calles atestadas como
embudos por dónde va el vehículo en el
que viajamos y, sobre todo, que esa caminata nos proporcionaría salud física y
tranquilidad de ánimo.
Schopenhauer, que no deja
escapar oportunidad para la escéptica observación, comenta:
-La gente te etiquetaría en un
peldaño social más bajo que el estándar. En la ciudad de México se da el
extraño fenómenos que hay más automóviles que habitantes. Se debe que muchos
tienen varios.
-Me etiquetaría de precarista
pero llegaría veinte años después que esa gente al hospital.
-Estas lejos de tus aulas
filosóficas- digo para darle un giro a la conversación, de tus alumnos, tus
colegas, tus libros, tu Internet, tus panegiristas, tus premios de emérito…
La respuesta de Schopenhauer
no se hizo esperar:
-La filosofía, como la poesía,
la albañilería, la geología, el periodismo, la arquitectura, se hace en la
calle. En las aulas sólo se enseña…Puedo vivir
en el tercer mundo precarista, social y económico, pero al mismo tiempo
procurar una vida de calidad que se identificaría con ese “mundo mejor”…
Conozco a algunos del primer mundo económico que vive en
el tercer mundo cultural. Y entre estos hay algunos que, cuando más, son
antropomorfos… Siempre se está viviendo no en los sueños de un mundo mejor sino
en la tesis de un mundo mejor. Busca
transformar positivamente el mundo pero sin haber cambiado el que lo dice
.¿Pero, qué significa “transformarse”?. No es otra cosa que liberarse de sí mismo.
-Trascenderse- dijo Toci-.
Creo que le has dado muchas vueltas al asunto.
-Trascenderse, es cierto,
aceptó.
- No es tan fácil-agregó la
muchacha-.Nuestro modo de ser es tal que nos encontramos a gusto en el lugar que vivimos.¿Qué haría Fulano en
un “mundo mejor” si no tiene cualidades suficientes para ello? Tiene que
quetzalcoatlizarse, dejar la envoltura. Espero que no sigan pensando que
Quetzalcoatl era la viborita que se elevaba por los aires sin contar con alas.
Antes que el Sócrates de los griegos, la metáfora Quetzalcoatl ya dejaba su
vieja envoltura…
Por la mañana, al empezar a
escalar, Yuma hace una broma a Schopenhauer:
- Si caes muere tu cuerpo pero no tu esencia
metafísica, la cual, recordarás, está fuera del tiempo.
- Gracias- le contesta el otro-. Ahora voy más tranquilo
Fue porque en el vivaque,
Schopenhauer le había dicho:
-Conmigo o sin mi el planeta
seguirá girando y mañana volverá a salir el Sol- luego de un trago a su café negro, agregó-: -Creemos temer a la
muerte porque nos roba el presente. Para ser más exactos, tememos a la muerte
porque nos roba el mañana. Los
escaladores que mueren jóvenes no pudieron conocer a sus hijos, terminar su
carrera universitaria, comprarse un departamento, tomar un café en Coyoacán.
Por lo demás no hay por qué preocuparse. En este país nacerán otros cien egos,
o conciencias individuales, en el espacio de tiempo que abarca desde el momento
que me desprenda al momento que expire
en la base de la pared. O tal vez doscientos. Como no creo en la metempsicosis,
no esperen mi regreso. Si los salientes de esta podrida roca se llegaran a
romper estén seguros que antes que se haga de noche estaré formando parte de la
cauda Solar… En mi testamento metafísico dejé asentado que, con todo respeto
por las grandes religiones de la India, no pertenezco a los Upanishads. Al
nacer mi ombligo lo arrojaron a la hoguera teotihuacana. Quiero mucho a mi yo, me niego a su disolución y, dado el
caso, me lo llevo conmigo. Como ya no es fenoménico, no hay peligro que mi yo
se incinere con las elevadas temperaturas del Sol.
En el inicio habíamos visto,
fuera del refugio, algo de basura dejada
por gente muy sucia. Es un fenómeno propio de los refugios y alberges de
alta montaña en México. Abundan los envases abandonados, bolsas de plástico
llevadas por el viento y papeles por todas partes. Casi en todos los refugios
hay ratas, ratones y ratoncitos. Consecuentemente, pulgas portadoras de fiebre
bubónica. Desde el fondo de su bolsa de dormir Toci comentó:
-Sino hubiera gente sucia, que
va por ahí arrojando basura, créanme, los
paleontólogos del futuro no tendrían trabajo ni los museos piezas raras
para su exhibición. Aunque parezca absurdo, la basura de hace tres mil años
puede proporcionarnos información de la conducta y las creencias religiosas de
aquella gente. Los aviones que en
nuestros días se estrellan en las montañas serán piezas de la arqueología del
futuro... Los cacharros en sí poco importan. Lo valioso de ellos es que nos dan
información de la manera en que vivían los individuos y como se ayudaban,
pensaban, se destruían y cómo llegamos a ser lo que somos o como no pudimos ser
de otra manera, en el marco de la evolución humana.
-Esos objetos son lo que nos
han quedado de sus acciones-dijo Schopenhauer-. Son sus acciones objetivadas.
Lo que dijeron y prometieron desapareció, como desaparecieron sus huesos. Pero
su pensamiento quedó plasmado en las cosas que hicieron. Por si nos faltara
algo ahora tenemos la basura
electrónica. Ninguno de nosotros, los aquí presentes, traemos teléfono celular.
Lo rechazamos no por excentricidad generacional
sino porque nos horroriza pensar que el país carece de una política de cómo reciclar la basura
electrónica- cita datos del Instituto Nacional de Ecología publicados en 2007-:
Más de 50 millones de celulares son arrojados cada año a la basura común,
ocasionando una contaminación tóxica de consecuencias que ni siquiera nos
imaginamos: cadmio, mercurio, plomo…Estamos atrapados en la tecnología de la
vida moderna, porque si bien no usamos celulares si trabajamos con
computadoras. Más de once millones se van a la basura cada año y varios
millones de discos duros, chips y memorias…Es una carrera perdida. Aparte que en
México se desechan anualmente, sin control,
ciento ochenta mil toneladas de basura electrónica (Gaceta UNAM, 12 de
enero 2009), la tecnología avanza sin detenerse y lo que hoy es una novedad
mañana ya es obsoleto.
-Mi ego sufre- dijo Toci-.
Aquí la psicología tiene mucho que decir. En 1990 había sesenta y cuatro
personas que tenían un teléfono celular en México. Para junio de 2007 traían
celular sesenta y cuatro millones de mexicanos. ¿Por qué de pronto tuvimos
tanta necesidad de hablar? ¿Para comunicarnos? Si es cierto lo que dicen
los antropólogos, que el ochenta por ciento del contenido de una conversación,
cara a cara, se expresa en gestos de la cara y
ademanes del cuerpo, en realidad
hay una gran incomunicación no obstante que la gente se la pasa hablando por
celular.
Tenemos dos semanas sin
bañarnos y ya olemos a chivo viejo. Las regiones genitales apestan más que las
axilas. Dos minutos después de haber hecho tan brillante panegírico de la gente
sucia, respecto de la basura en los refugios, Toci dormía como si estuviera en
su hamaca a la sombra de un manglar en la orilla del río de Cuautla.
Cenamos metidos en nuestras
bolsas de dormir para retener todo el calor posible. Un rato después Toci se
despierta y prepara una buena taza de chocolate para cada uno y nos da otro
buen trozo de pan pumpernickel.
Mientras comemos Schopenhauer
cita algo que leyó por ahí y puede echar por tierra las mejores teorías de la
evolución humana: “Por muy sociables que sean en otros aspectos, ni los chimpancés
y los papiones, comparten su comida como lo hacen los hombres”.
-Conozco a algunos humanos que
tampoco comparten ni el saludo- dijo la muchacha.
-Menos comparten su vino,
cosecha 1865- agrega Yuma.
Se me ocurrió decir que
compartir la comida no es poca cosa en
la evolución humana. Su esencia, que es la cooperación, está estrechamente
ligada con el alpinismo en general. Aún para la escalada en una acordada de
dos, lo mismo que para un grupo expedicionario de cinco o de cien, lo importante es la cooperación. Les puse el ejemplo de los
perros salvajes. Nadie hizo caso a mi gran revelación y seguimos comiendo. Mi
filosofía de almanaque no levantaba conversaciones. Felizmente escuché a
Schopenhauer venir en mi auxilio:
-Cada hombre una filosofía. La
vida le enseñará a ese yo egoísta que no
comparte su comida la manera y conveniencia de integrarse al grupo… Si no tiene
sentimientos de calidad puede ser de poca o nula ayuda para la comunidad. Por
más filosofía neoliberal que elabore en su defensa no pasará de ser un chipote
social. Que no me vengan con cuentos chinos.
Luego de la cena por turnos
avanzamos siete metros, asegurados por la cuerda desde el fondo de la grieta
terminal por los otros, para evitar caer en el abismo, y hacer nuestras inevitables necesidades. ¿Cómo pueden nuestros “sistemas”
fisiológicos funcionar dentro semejantes
condiciones de altitud, frío y
tensión frente al peligro? ¡Una maravilla de evolución biológica! Estamos
conscientes de ello. Como el niño en la cuna que empieza a mover las manos en
alto: ¡! Está descubriendo que tiene manos! Cuando se escala todo el día no hay
mucho tiempo ni lugar para beber agua. El cuerpo echa mano de la humedad que
encuentre, incluidos los intestinos, y el estreñimiento no tarda en manifestarse. Es cuando empieza
una carrera entre el filosofar de la vida y las bajas temperaturas bajo
cero. Al regreso tenemos el trasero casi
a punto de congelamiento. Nos
apresuramos a regresar al vivaque y
meternos al sleeping. Cubrimos el campamento con una amplia tela plateada “para tormentas”, que Armando Altamira Areyán trajo de Houston,
cuando en el invierno de 2003 hicimos la vuelta al Pico de Orizaba y que nos protegerá de la eventual brisa
nevada que el aire pueda arrojarnos.
Procuramos dormir. Las
estrellas iluminan tenuemente las repisas llenas de nieve.
En el lado oeste del
Ventisquero, más o menos a la altura en la que nos encontramos, en el otro extremo de la gran pared central, está la Travesía Occidental Su primera la trazamos hace tiempo Salvador Alonso Medina
y yo, saliendo también del refugio El Queretano. Corredores de la base, un
tramo vertical de roca barnizada de hielo, de unos treinta metros, en la base
del Ventisquero, travesía hacia la derecha y llegada a la gran repisa
occidental. Para mí que es la más bella de las ascensiones de las montañas
nevadas del país. Las últimas diez veces que hemos venido al Popocatépetl
(cuando las condiciones eruptivas del volcán lo permitían), hemos hecho esta
travesía y nos olvidamos por completo de ir al cráter. Una ascensión al cráter
es una ascensión andina y un recorrido
hacia la pared oeste es una ascensión alpina. Al cráter van los “rudos”
y a la Transversal los “técnicos”, gusta de decir Yuma que, entre otras
virtudes, es aficionado al box.
Mucho, mucho tiempo después,
cuando estamos seguros que va a
amanecer, consultamos el reloj y vemos que
son ¡las nueve de la noche…! Faltan unas nueve horas para que amanezca.
Es un fenómeno muy conocido por los montañistas y no nos sorprende. No nos
queda sino recordar hasta cuando teníamos cinco años de edad. Y soñar cosas
angustiantes.
-Una de tantas patologías del
humano –asegura Toci-. Nos espantamos de
lo que soñamos pero nos superencanta lo
que vivimos.
Schopenhauer aprovechó la
ocasión:
-Eso que acaba de decir es
todo el meollo de la filosofía nietzscheana: no arrepentirse de lo que se vive.
Claro, si esto sucediera, los psiquiatras se quedarían sin chamba. Ese
Nietzsche era muy ingenioso. ¿Sabían que Nietzsche es mi ahijado cultural?
Sólo para pasar el rato les
cuento que la escalada directa a la pared oeste del Centinela, en la cañada de
Milpulco, suroeste de la Iztaccihuatl, fue el terreno donde el alpinismo
mexicano experimentó un avance significativo. Antes las cordadas sólo escalaban lo que alcanzaba un día. Al
anochecer instalaban las cuerdas y descendían. Al día siguiente remontaban lo
conocido y al atardecer de nuevo efectuaban el rappel. ¿Cómo hacer para una
empresa que requería más tiempo que un solo día?
La ruta de conquista del Centinela la abrieron Ubaldo Martínez y demás
“quetzales”, buscando la salida por “Las Terrazas”. En una ocasión se les hizo
tarde, no pudieron salir por arriba ni regresar a la base y se vieron obligados
a vivaquear en la pared. Pasado el susto, por la mañana tuvieron todo el día
para continuar hasta la cumbre. A partir de ahí la idea de pasar la noche
colgado de la pared fue penetrando en el ánimo de los escaladores mexicanos y acabó siendo familiar. Para el
año siguiente, mediante dos vivaques en esa pared, logramos José Guerrero y yo trazar la directa a la Oeste de esa
pared.
Ahora tenemos la costumbre de pasar
“vacaciones” en algún sitio vertical, tanto para familiarizarse con los vivaques, tan
necesarios cuando se traza una escalada durante días, como hemos dicho, pero
también por razones terapéuticas tan
necesarias para el habitante de la ciudad. Y por cultura. La montaña es hermosa
y no hay que volver al valle tan
apresuradamente. Son proyectos de escalada largamente considerados, a veces
durante años, y ahora no hay que darse prisa en salir de la pared o de la
montaña el mismo día. En las escaladas
de Hidalgo disponíamos de pequeñas tiendas - vivac, o bien tiendas “ratoneras”,
para vivir en ellas al borde del abismo y a la vez aislados de la visión del
vacío.
Aquí en el Abanico hemos traído, aparte de la bolsa
individual de dormir de plumas, una enorme y ligera bolsa-vivaque, de material con el que confeccionan las tiendas de campaña, y en
la que cabemos todos para mayor protección contra el viento y el frío. Toci
dice que es una sola funda para cuatro almohadas. Por higiene cada quien va por
las montañas viviendo en su tienda
individual. Pero nadie es tan delicadito cuando la dueña de la casa está cerca de nosotros y además juega con dados cargados...
Este es el año número
diecisiete que el Popocatépetl está en actividad obvia. En el tercer año un
grupo de montañistas ascendió el volcán
por el norte y, ya cerca de alcanzar lo que en alpinismo se llama “Labio
Inferior”, del cráter, fueron envueltos por una fuerza súbita que salía del
fondo y probablemente a una temperatura humanamente desconocida. No se les
volvió a ver. Tal vez fueron lanzados a varios kilómetros entre las nubes o
calcinados en ese lugar hasta la instantánea desaparición de sus
huesos.
Comento el suceso que tuvo lugar la semana pasada (el
11 de diciembre del 2009). Raúl Revilla pasó
a ser parte del Salón de la Fama de la Confederación Deportiva Mexicana
. Todos los del grupo lo conocemos.
- Ese reconocimiento institucional se estaba
tardando- dice Toci-. Revilla ya había
alcanzado el nivel de los inmortales desde que en los años cincuentas trazó las
“primeras” nortes de la Benito Ramírez y de Las Goteras, en la Sierra de
Pachuca, su tierra.
Les comento que el Abanico, considerado como montaña aparte del
Popocatépetl, tiene una historia que no pertenece al alpinismo ni a la
vulcanología, sino a la antropología. Por más de un siglo se le confundió con
la montaña Teocuicani.
Teocuicani es una montaña que,
por alguna razón, es azotada con alguna frecuencia por el rayo. De ahí viene su
nombre nahuatl: “Cantor Divino”. En su cumbre había una escultura
antropomorfa de aproximadamente un metro
de alto. Se le describe como una obra de arte bellamente labrada. Era en
realidad la gran fórmula del Atlachinolli. Cada año los ejércitos del valle de Puebla
venían a querer llevarse la escultura para su tierra. Los ejércitos del valle
de México lo defendían. Chocaban y al retirarse el campo quedaba sembrado de
cadáveres. Pero era pocos en relación de
los prisioneros que ambos bandos se
llevaban para ser sacrificados. Nunca nadie lograba llevárselo, sólo lo
intentaban. Eso sucedía cada año. Consumada la conquista española, Fray Diego
de Durán registró esta actividad humana en su importante historia. Al dar la
ubicación geográfica dijo que era una
montaña, pegada al Popocatépetl, tan elevada que con frecuencia caían tormentas
de nieve. Todos pensamos lo mismo: es el Abanico. Durán fue exacto al decir: se
encuentra en el lado sur del Popocatépetl. Nadie hizo caso de ese detalle. En
parte porque en el lado sur no hay ningún pico que corresponda a esas
características de elevación como para que sea azotada por tormentas de nieve.
El primero que cometió el
equívoco fue José Deseado Charnay, en el siglo diecinueve. Viajero francés muy
documentado en las cosas del México antiguo. Tan documentado que en un viaje
relámpago localizó una serie de adoratorios de la Iztaccihuatl y del
Popocatépetl. Pero no encontró el Teocuicani. A mediados del siglo veinte José
Luis Lorenzo, arqueólogo y geólogo, lo
buscó por mucho tiempo sin resultado.
Nosotros, Salvador Alonso Medina, Felipe Sosa
y yo, agarramos la estafeta y, a lo largo de una década, también lo buscamos.
Finalmente lo localicé, con Jorge
Rivera, en él lado sur, como lo había dicho Durán. Está mil metros arriba,
sobre el pueblo de Tetela del Volcán, en el lado norte. Se localiza en los 3,
150 metros de altitud, tiene dos cumbres y el adoratorio se encuentra en la del
lado oeste. Fue doble descubrimiento. Para nuestra sorpresa, y fortuna, el día
que dimos con ella se desarrollaba en su cumbre, dentro de los restos del
adoratorio prehispánico, una ceremonia bajo el rito cristiano católico
apostólico romano, pero conservando fielmente, exactamente, muchos aspectos de
la ceremonia prehispánica, según relata Durán.
Esta noticia está publicada en
la revista Jueves de Excelsior, 10 de agosto de 1972, Págs. 14 y15. También, en
ocasión de una segunda ascensión nuestra, en la revista Los Universitarios, de la Universidad
Nacional Autónoma de México, agosto de
1979, Págs. 30 y 31.
8
Luego del desayuno seguimos
ascendiendo. Ahora atacamos la segunda pared. Es en rigor la de menos altura
pero donde se decide el resultado de la
escalada. Subimos en dirección al extremo derecho de la repisa
llena de nieve. La roca aquí es particularmente erosionada. No obstante lo
anterior llega un momento que solamente
es posible seguir adelante si se puede
colocar una clavija en una fisura cerrada. ¡Es la llave de la ascensión! Es el
tramo de la pared donde el individuo siente que escala con teología y no tanto con clavos y mosquetones.
En este lugar se desprendió Santos Castro hace algún
tiempo. Y murió ahí mismo. Escalador muy diestro de Hidalgo. Ahora descansa por fin en el
cementerio de su amada aldea minera de Real del Monte.
La tragedia alpina, muy
dolorosa en sí, se ubica limitada en el presente y como tal es pasajera y
soportable. Es un recuerdo indeleble porque radica en la memoria pero en cuanto
enigma inexplicable va perdiendo actualidad y dolor. Cada vez que un montañista
cercano muere en la montaña varios escaladores abandonan para siempre. Tiene
lugar un proceso de intensa reflexión que acaba lastimando. Para librarse de él
mejor se abandona.
Toci marcha adelante y logra colocar la
clavija. Sigue y tiempo después nos
llama desde un lugar seguro. Nos reunimos y evolucionamos a lo largo de unos rebordes cubiertos por la
nieve. Tallamos escalones y de todas maneras procuramos colocar una clavija
para evitar alguna sorpresa. Con la montaña hay que andarse con cuidado.
No obstante la ropa especial
de plumas la figura atractiva de la muchacha se recorta contra el cielo azul.
Schopenhauer solo comenta
fríamente desde su misoginismo:
-La exagerada exhibición del
sensualismo en la mujer despierta el apetito en el hombre. En parte esto
convierte la relación en el tratamiento de un objeto. Con la consecuencia que
inhibe toda contemplación estética de la mujer y sobre todo la comprensión de su
potencial cognoscitivo. Por eso al hombre le cuesta mucho trabajo tener un
conocimiento cabal de la mujer. Se pierde en el laberinto sin poder llegar a la biblioteca.
Yuma viene al último de la cuerda. Se ha cortado
con el muelle del mosquetón y sangra un poco de la mano derecha. Asegura mi
cuerda resignado, parado con el pie derecho, en un saliente de roca negra que
también se sostiene pegada a la montaña
sólo por efecto del hielo. Observa las maniobras de Toci y vuelva a su
impasibilidad hopi, esperando el turno de entrar en acción. Dice que puede
tener ese equilibrio sin riesgo de calambres en las piernas porque ha quitado
el salero de su mesa. “La sal rebaja el potasio”. No hay que olvidar que los
pueblos hopi eran tan sabios que comían la carne sin sal.
Ahora la muchacha sube
trazando una travesía hacia la derecha. Llega por fin a la base de la Flecha
del Aire.-¡No miren!- grita.
Era la señal que necesitaba orinar. Para un
hombre no hay tanto problema. Para una mujer en esas condiciones tan precarias
de terreno, y rodeado su cuerpo de mosquetones, martillo, clavijas, cuerdas y
ropa contra el frío, es más complicado.
La alcanzo. Y en tanto ella
avanza hacia el centro en un terreno
casi horizontal pero en mucho declive, yo aseguro a Yuma que no tarda en llegar
al lugar donde me encuentro. Un poco más allá del centro de la pared Toci localiza el lugar para el vivaque que le he indicado y
desde ahí nos asegura. No tardamos en alcanzarla por turnos.
Nuestra guía está feliz y dice
que volverá a la norte del Abanico para
la temporada próxima.
- Cumple tu propósito porque llegando a los
cincuenta años de edad es cuando la vida nos
practica la más rigurosa auditoria biológica- le dice Schopenhauer-. Es
la etapa en la que se hacen presentes los males de la poca actividad. Los
académicos de la Universidad Nacional tienen casi medio siglo alertando
respecto de la falta de cultura física, los malos hábitos alimenticios y el
sedentarismo. De manera reiterada dicen (Gaceta UNAM, del 24 de septiembre
2007) que esta inactividad ha colocado a México en el segundo lugar del
panorama internacional de obesidad entre los adultos y el primero en obesidad
infantil. Dan cifras. Estados Unidos ocupa el primer sitio con 65.7 por ciento
de adultos con sobrepeso y 30.6 de obesos. El tercer lugar se ubica en el Reino
Unido con 62 y 23 por ciento respectivamente…
Estas patologías tienen relación cercana con lo que el país invierte en
la formación de científicos en
investigación y desarrollo. Según Desarrollo Humano, 2004, del PNDU, Finlandia
forma 7,110 por cada millón de habitantes, Suecia 5, 136, Estados Unidos 4,099,
Rusia 3,494, Alemania 3,153, Reino Unido 2,666, Japón 2, 321 y México 225 (sí
señores, como lo oyen: doscientos veinticinco científicos en investigación por
cada millón de habitantes).
-Nos falta poco para volver a
los árboles- dice Yuma.
-Con la novedad que ya no hay
árboles.
Tenemos dos horas más de luz y
por un momento sentimos otra vez la tentación de seguir avanzando y salir esa
misma tarde de la pared e ir a dormir al refugio de Teopixcalco, apenas
cincuenta metro, en el sur, debajo del
lugar donde saldríamos de la pared. Pero persistimos en la idea de otro
vivaque. Un vivaque en los 5 mil, que es la altura en la que nos encontramos, y
en una pared que se escala cada cincuenta años, nos hace considerar que estamos
viviendo un momento privilegiado que ni a nosotros mismos nos será dado repetir
con facilidad. Muchos sueñan con esta ascensión
y ahora nosotros estamos cabalgando sobre ese sueño dorado. No nos
apresuráremos a dejar la pared.
Schopenhauer de Iztapalapa
comentará desde el fondo de su sleeping:
Se sueña durante meses, o años, con la ascensión y
es un contrasentido querer salir de la
escalada el mismo día. Es el espíritu de nuestros tiempos de cultura
industrial. Semejante a los romances que durante años soñaron unir sus vidas
pero que, al año de convivencia, corrieron al juzgado de lo civil para que los
divorciara.
9
Organizamos el segundo vivaque. Ahora el viento sopla fuerte. Por algo el segundo
nombre de esta pared es Ventorrillo. Pero aquí poco significa para nosotros
pues el muro de hielo de la rimaya nos protege y evita que nos enfriemos más de
la cuenta.
Uno o dos mixiotes de conejo,
y un buen tarro de cerveza, prometió Schopenhauer a los de la cordada para
cuando salgamos de la pared. Siempre era así cuando pasaba por
Amecameca tanto como de subida o de regreso de las montañas nevadas. Los
meseros de “Los Bigotes de Verxigentorix” lo trataban con familiaridad. Algunos
de ellos también practicaban el alpinismo y, luego de llevar las viandas a su
mesa, se sentaban con la mayor familiaridad y charlaban de rutas de escalada o
travesías por los elevados puertos. Algunos de ellos forman parte de las
patrullas de rescate de la localidad cuando se da la alarma para ir por algún
montañista accidentado.
Antes de dormir nos asomamos
hacia el valle. Durante el día el estado del tiempo fue magnífico y parece
sostenerse. Contemplar la cordillera de
inmensas y lejanas montañas o el cielo con la impresionante Vía Láctea puede hacer sentirnos como una gota de agua
muy pequeña e influir en nuestro estado
de ánimo de manera desfavorable. ¡El antropocentrismo no puede salir incólume
siempre! El cosmos sobre nuestras cabezas es de verdad impresionante. Estamos a
acostumbrados a ver las luces de los semáforos y no de las estrellas.
Por un rato el viento pega tan
fuerte contra el Abanico que nos tapamos
la cara con la tela tormenta. El viento se encarga de enfriar más el ambiente.
Dormitamos. Las nubes pasan frente de nosotros. Son blancas y luego de un rato
se vuelven perezosas y no nos inquietan. Volvemos a platicar algo y otra vez
vuelve el silencio. Cada quien con sus
pensamientos. ¡Son las ocho de la noche!
La noche cubre las vertientes que nos permiten ver que por un lado
siguen brillando los hacinamientos de luces amarillas de México, Tlalmanalco y Chalco. Hacia el este Cholula, Huexotzinco y
Puebla. Mucho calor nocturno que funde las lejanas nieves. Calles, fábricas,
estufas de cocina, cigarros, autos, calorías humanas…Todo eso golpea al
glaciar.
Las condiciones que hemos encontrado esta vez en la pared del Abanico, llena de nieve y
hielo, son únicas para escalarla. ¡Pero no durarán! El calentamiento global, y
local, de la atmósfera, volverán a dejar una
roca desnuda apenas hayan transcurrido unas cuantas semanas. Lo que será
una trampa para todo escalador que se acerque a ella Para que los glaciares se
reconstruyan es necesario que arriba haya acumulación de nieve. Pero también
que la temperatura global sea tal que el agua de lluvia se vaya congelando
hasta convertirse en hielo. Esto sucedería si cambiara el clima hacia una
inesperada Mini-Era de Hielo…
Yuma arroja dos dientes de ajo
en la flama de la estufilla y la pared vuelve a humanizarse. A Schopenhauer le
sobran cinco centímetros de cintura y le pide a Toci le revele el secreto de su
esbeltez. El se divertía llamando a la muchacha como: “Accihuatl” que pudiera
traducirse algo así como “Mujer de agua”.
-Casi todos lograríamos una
cintura de avispa con tan sólo beber agua natural. Desde luego mantener a raya
el pan y no bajar la guardia frente a
las grasas. Pero si seguimos tomando agua con calorías, refrescos, agua de
sabor, jugos, jamás lo lograremos. El agua es mucho más que acabar con la sed.
Tiene que ver con la respiración, la digestión, transporta nutrientes y sales
minerales en la sangre, previene contra la exageración de la acidez estomacal y
en fin ayuda a regular las funciones del cuerpo. Pero si exageras bebiendo agua
también tendrás crueles experiencias...Consulta a tu médico.
Por la mañana preparo el
chocolate que nos ayudará contra el frío.
Los otros duermen aun.
Enciendo mi estufa plegable de alcohol,
tan pequeña que cabe en la bolsa de la
camisa. Una clavija ha perforado uno de
los recipientes de alcohol líquido y ahora sólo podremos fundir poca nieve.
Otra vez tendremos que lidiar con la sed. Los que escalamos montañas y cruzamos
desiertos secos llevamos muy cerca de nuestro corazón el nombre de Tlaloc.
Schopenhauer se empeña de nuevo en mostrarnos sus aptitudes culinarias.
Calienta dos trozos de pollo y una pata de conejo que he traído de Amecameca.
Es todo lo que sobra de nuestra reserva
de carne. Dudamos mucho que el hopi se desprenda de su carne seca que guarda
celosamente. En adelante tenderemos que empezara a comer de lateria. Schopenhauer está feliz por el
segundo vivaque que hemos hecho. Con esto quería dejar establecido que en toda ascensión siempre hay dos cosas. En
su raro lenguaje de filósofo dice que una era la realidad física de la pared del Abanico, con sus rocas
ígneas. Y la otra la voluntad nuestra de
querer escalar la pared. La cosa y la
coseidad de Heidegger. Yo lo dije primero pero... En fin, como sea, en la
coseidad de Heidegger hay que agregar los ajos y los chiles de Yuma.
10
Esa fracción de tiempo que
todos tenemos al despertar, entre lo
dormido y la conciencia de haber
despertado, es impresionante cuando se está en un vivaque colgando sobre
el abismo. Casi traumático. El despertar nos ha vuelto brutalmente a la realidad. Soñábamos cosas. Algunas
sensuales, como corresponde a organismos en plenas facultades físicas. De
pronto, casi asustados por el abrupto cambio de escenarios, vemos que frente a nosotros pasan las nubes y
nuestro lecho es de rocas, hielo y las bolsas de dormir están llenos de
escarcha. ¡No es la cama de nuestra cálida y
segura habitación! ¡Y cuando
estamos en nuestra cálida y segura habitación soñamos con la helada pared del
Abanico!
Estamos tan absolutamente
sucios y despeinados que más parecemos hologramas antropomorfos.
De la bruma de la mañana
emerge, hacia el norte, el hacinamiento
de cumbres de la Sierra Nevada. Iztaccihuatl, Telapón y Tlaloc. Son las
sacratísimas montañas del México precolombino. En especial la última, solo el
Olimpo y algunas himalayicas, de los grandes monasterios, se le pueden comparar
en importancia religiosa. Por ahora su
gran centro ceremonial permanece destruido, como quedó en el siglo dieciséis. Cuando
este país sea moderno la arqueología lo reconstruirá y el pueblo volverá a
visitarlo de forma masiva, como antaño. Con un teleférico a partir de Llano
Grande…
Sentimos sed pero es nuestra última jornada y
no nos preocupamos mucho. Al final tenemos que recurrir al extremo de llenarnos la boca de nieve (como
la primera vez que subimos una pendiente nevada), esperar que se funda y de esa
manera paliar un poco la sed y su consecuente deshidratación y quemadura de
labios. Con un frío intenso, en una
pared vertical, el viento helado pasando como cuchillo, con apenas tres metros
para moverse y atados con las cuerdas
para prevenir algún accidente, es sumamente complejo organizar las mochilas,
las cuerdas y el equipo de escalar. El montañista debe reunir las contradictorias
condiciones de flemático y sanguíneo. Ordenado para planear la salida y
decidido para llevarla a cabo.
Recogido el campo y cerradas
las mochilas, Toci se desplaza hacia la
izquierda un poco más de medio largo de
cuerda buscando la menor altura de la pared de la Flecha del Aire o Cajón. En
ese sitio, le he indicado, la pared presenta
su menor verticalidad. No puedo
evitar fijarme que las cintas de los crampones de la muchacha son de color
rosa. Y sus medias de lana están bordadas con figuras de florecillas de colores
amarillo, verde y azul. ¡Lo que hacen
las hormonas!
Yuma, que va de segundo, la alcanza para
asegurarla mediante una clavija cuando emprende la ascensión vertical. Le
advierto a mi compañero que Toci
evoluciona en ese momento sobre grandes rocas sueltas a punto de venirse abajo
y que permanecen pegadas a la montaña solamente por acción del hielo. La
muchacha coloca otra clavija no tanto para superar algún obstáculo sino para
asegurar la marcha y evitar una sorpresa, y la perdemos de vista. Luego de un
breve estancamiento, la cuerda empieza a elevarse con fluidez. Es señal que la
escaladora avanza ya por la superficie cimera, plana como flecha y con una
cómoda elevación hacia el oeste.
Más tarde la cuerda
experimenta tres tirones breves. Quiere decir
que suba el que sigue. Como
gato, Yuma sube tocando la roca y desalojando con un vigoroso movimiento de la mano la nieve sobre los asideros volcánicos. Sigue Schopenhauer, otros tres
tirones de cuerda y entiendo que debo empezar a subir.
Me digo que si alguna vez
regreso a la norte del Abanico haré, no dos, sino tres vivaques, o tal vez
cuatro. No importará, será la señal que el tren sigue...Siento nostalgia al
abandonar el inhóspito lugar. Hace tiempo estuve aquí con otros escaladores. Hago
un ejercicio de memoria: Felipe Sosa, José Guerrero, Jorge Saavedra, Salvador
Alonso Medina y Bernardo Piña. La pregunta que se hizo Peer Gynt fue: “¿A dónde se ha ido la nieve
del año pasado?” A todos los he perdido de vista. Uno de ellos, creo que era Raúl
Sánchez, el fundador de la primera escuela de montaña oficial que hubo en el
país, gustaba de recitar un verso de
Arnold Lunn, el esquiador y elegante
escritor inglés de los Alpes europeos del siglo diecinueve: “Sólo le
pido vida a mi Dios para seguir recorriendo, año tras año, los viejos caminos
de la nieve”. Mis amigos siguen con vida pero no cumplieron su promesa. No he
visto sus rastros en los viejos caminos de la nieve… Le fallaron a su Dios.
Siento que me estoy poniendo sentimental y ataco la pared. Un poco a la derecha para no tocar los mismos salientes por donde los otros han pasado, con la idea de no
presionarlos otra vez. Entre la montaña y la eternidad media una delgada capa
de vidrio helado a punto de licuarse… Es
necesario seguir escalando, pues escalar es lo nuestro.
11
Nos reunimos en la blanca y anhelada cima. En lugar del tradicional
abrazo, la escaladora saca su viejo vino
del Rhin. Bebemos unos sorbos generosos en silencio.
Ahora seguiremos hasta el Pico
Mayor del carácter. Por fin, después de varios días, podemos ver el cono
volcánico. Y lo que vemos es una ladera verde azulosa. Es el hielo mexicano de montaña, más compacto que
el vidrio. No permite florituras, como el hielo de otras montañas del planeta
que, dada su posición geográfica, conserva burbujas de aire. Este se rompe como
vidrio al impacto del piolet. Requerirá un trabajo arduo. Normalmente esa
ladera cimera a partir de Teopixcalco es una ascensión agradable. Ahora nos va
a exigir un trabajo arduo. Por fortuna traemos clavos para trabajar en hielo y,
como el estado del tiempo es excelente, nada podrá detenernos.
¿Nada? Una emanación de tres mil grados
saliendo del carácter puede desaparecernos en un segundo. A tal punto que ni
siquiera la huella de nuestros huesos calcinados quedaría. Pero también
pudieron haberse quebrado los podridos salientes de los que colgaban nuestras
vidas en la Torre Negra y no se quebraron. Pudo haberse desprendido un bloque,
de tantos que se desprenden del Abanico, y aplastarnos, y no se desprendido. O
desgajarse esa parte de la pared en la
que permanecíamos aferrados y llevarnos hacia el abismo (como dicen que la
morbosa ballena blanca se llevó al capitán Ahab), y no se desgajó. En la vida
pueden suceder muchas cosas terribles que nunca suceden. No tiene caso vivir
entre miedos. Se pierde la capacidad de ver hacia las estrellas, contemplar una puesta de Sol o tomar una taza
de café con una muchacha.
Como digo, en el diccionario de alpinismo no
existe la palabra imprudencia. No existe porque en realidad la palabra
imprudencia es una trampa subjetiva. Hay
más peligro jugando un partido de fútbol, o cruzando una calle de la ciudad,
que subiendo por una pared de roca, nieve y hielo.
-Un trago más de Johannisberg,
cosecha 1865, y seguimos- dijo Toci.
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