¿Dignidades del poder o méritos de la
academia? Esa es la cuestión.
Epicteto nació, esclavo, el año 50 de
nuestra era y murió el 130.En Hierápolis, una de las ciudades de la Frigia
meridional, pasó sus primeros años y después fue conducido a Roma por su dueño, el liberto Epafrodito (cercano a Nerón) quien se percató
de la inteligencia de Epicteto y le permitió acudir a las enseñanzas del
estoico Musonio Rufo.
En sus ochenta años de vida Epicteto
pudo observar, de cerca, las cosas del palacio así como desarrollar una aguda
penetración de los valores materiales y espirituales en los que se mueve la gente de todos los estatus.
Llegó a desarrollar estilo, propio,
de exponer las ideas, con tanta claridad y sencillez, que ni siquiera Nietzsche
pudo igualar. El que más se le acercó en su modo accesible de escribir fue Schopenhauer.
En sus ochenta años de vida Epicteto
se dio cuenta que el poder se adquiere si se está cerca del poder, y que el
mérito poco importa.
Importaba mucho el mérito en su tiempo pero sólo se le
llamaba para cuando el poder ya no sabía cómo arreglar las cosas. Y en
ocasiones las cosas habían sido tan
deterioradas por el poder que ya no
había remedio posible y el que
cargaba con la culpa era el del mérito.
Así, Epicteto pudo observar que el
imperio encargaba la dirección de construcción de barcos a alguien que no sabía
nada del mar. Hacia responsable de la agricultura sin tener el designado el menor conocimiento
de las cosas del campo. Ponía al cuidado del tesoro del imperio a uno que su
vida era la historia, nada que ver con el tesoro, pero eso sí muy cercano a Nerón.
Dibujo tomado de
El País
23 de diciembre de 2017
Por eso pudo escribir en una de sus Máximas:
“Cuando oigo llamar feliz a alguno
porque cuenta con los favores de un príncipe, pregunto en seguida: ¿Cómo le ha
favorecido? Ha sido nombrado gobernador de una provincia. Pero, ¿ha
obtenido al mismo tiempo cuanto es preciso para cumplir debidamente su misión?
Cuando me dicen: Fulano ha sido nombrado pretor, ¿Cuenta con lo necesario para
serlo debidamente? pregunto al punto. Porque no son las dignidades las que dan
la felicidad, sino el desempeñar bien y acertadamente los cargos que van unidos
a ellas.”
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