De niño quería ser presidente para
cambiar al mundo. ¿Ves aquel volcán, me dijo mi abuelo, el Popocatépetl? Es
como el presidente de cualquier país del planeta.
-No entiendo.
-Es la manera en la que se
manifiestan muchas fuerzas que no vemos. Abajo, en el subsuelo, hay unas placas
enormes, llamadas tectónicas, que con su frotamiento unas contra otras generan
mucha energía y ésta forma esos conos volcánicos por los que sale los materiales piroclásticos
como vapores, gases y roca liquida.
-¿Si desaparezco el volcán¡
-Las fuerzas de allá abajo formarán
otro volcán.
-Ya no quiero ser presidente. Ahora
quiero ser periodista.
-Entonces necesitas leer mucho, pero
de pocos autores. Son mayoría los que creen que por agarrar la computadora saber escribir.
-Entonces ya no quiero ser
periodista. Mejor quiero comprarme una bicicleta... Pero siento que con lo que
me dan mis padres de “domingo” voy a tardar mucho tiempo en reunir lo necesario
y poder adquirirla.
Tramposamente quería que mi abuelo me regalara el dinero que me hacía falta.
Tramposamente quería que mi abuelo me regalara el dinero que me hacía falta.
Fue cuando me dijo.
-Te voy a pagar cincuenta pesos por
cada libro que termines de leer. De esos llamados clásicos para niños. No te
los regalo, tienes que ganártelo, como
en cualquier trabajo.
-¿Leer un libro es un trabajo? ¿He
oído que es una delicia y muy bonito y demás?
Dibujo tomado de
El País
23 de junio de 2018
-Si fuera bonito y una delicia…
¿Sabes que en el país se leen dos libros
como promedio al año por cabeza. Hay países en los que se leen veinte.
En otros más.
-Eso he oído.
-No. Leer un libro es un trabajo, y
arduo. Como el campesino que construye su casa con los materiales de la región.
Cuando viene a la ciudad tiene que conocer los nuevos materiales y las últimas
técnicas.
Así el lector. Necesita conocer modos de expresarse de autores que
escriben según su modo personal. Modo que va
a contener mucho de su lugar de origen. Modos de pensar y expresarse muy ajenos
al nuestro.
-¿Por dónde empiezo?
-Por donde empiezan a leer los niños
mexicanos: Julio Verne, Lo Pardallán, Emilio Salgari, La Iliada, el Popol Vuh para niños,
la Leyenda de los Soles Teotihuacanos para niños…
Con el tiempo me compré la bicicleta
y después seguí leyendo lo suficiente para adquirí una motocicleta.
Cuando mi vuelo murió yo fui el último en
estrecharle su mano antes de que entrara a la inconsciencia. No me dijo los
lugares comunes del caso: cuida a tus padres, llévate bien con hermanos, etc.
Lo recuerdo bien:
- No lo olvides, me dijo: los libros
son como la comida, unos nutren y otros
enferman.
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