Conocimos de niños la fábula de
Esopo, aquella de la rana y el alacrán.
Admirable en verdad la manera en la
que Esopo sintetiza el contenido del dialogo que Sócrates y Protágoras
sostuvieron casi veinticinco siglos atrás, respecto del tema de la virtud, que
en el pensamiento griego es conocimiento, no tanto con las connotaciones de nuestros tiempos con la moral.
Schopenhauer, en el siglo diecinueve,
dijo que para entender su filosofía era necesario leer antes a Platón y a Kant,
de otra manera que ni se molestaran en comprar su libro.
Así, para entender, más, esta fábula de
Esopo, se necesita conocer el dialogo de Sócrates y Protágoras,
Es un asunto de no poca importancia
porque, al igual que lo hizo Esopo, también Aristóteles y San Pablo retomaron
el Protágoras, de Platón, y lo
recrearon para su contexto particular.
Es de creer que Aristóteles conoció,
de primera mano, este dialogo ya que fue contemporáneo de Platón. Y el libro Protágoras, ya circulaba de antiguo cuando Pablo llegó a Grecia.
Para poner en contexto el tema encontramos que el alma requiere ser alimentada,
como también hay que alimentar al cuerpo. Este con nutrientes minerales y vitaminas,
y aquel con libros.
Dibujo tomado de Internet |
Los libros para la filosofía que se mueve
en el ámbito del laicismo cultural (no el laicismo agresivo).Y con la dimensión
espiritual para el campo de la religión.
De lograr conciliar estas tres abstracciones, cuerpo, mente y espíritu, se
habrá logrado, en la realidad, el equilibrio ideal.
Eso de conciliar es el justo medio, o el término medio, dicho por
Sócrates, en su dialogo con el gran sofista Protágoras. La idea del justo medio
se le atribuye a Aristóteles. Éste lo
que hace es retomarlo donde lo dejó su maestro Platón para abundar más en dicho
tema.
Luego Sócrates trata otro asunto el
que, siglos después, en el cristianismo, se conocería, por medio de Pablo,
cuando ya no era Saulo.
¿Se puede ser un hombre de bien? No. Sócrates asienta que lo difícil es
llegar a ser, en verdad, un hombre de bien.
Los dioses hicieron humanos, con la disyuntiva del bien y el mal por delante,no
hombres perfectos. No hicieron robots programados con tuercas y tornillos.
Se puede ser un hombre de bien, dice,
pero sólo por un tiempo: “pero mantenerse en ese estado, y ser siempre hombre de bien, es imposible. Está por encima de
las fuerzas del hombre; ya que sólo un
dios puede poseer ese privilegio.”
Ese caer y levantarse va a estar muy presente
en el cristianismo: “¡somos pecadores,
levantémonos!”
Lo anterior lleva a asentar a Sócrates
algo que Pablo tomaría para decir aquellas enigmáticas palabras de “conozco el
bien pero hago el mal”.
Pablo
encontró, en su viaje a través de la Helade, las palabras de Sócrates:
“la mayor parte de los hombres conocen qué es lo mejor, pero que no lo
practican a pesar de depender de su voluntad el hacerlo, y muchas veces practican
todo lo contrario.”
Es por este incurrir, ora en el bien,
ora en el mal, que Sócrates piensa en la solución de compromiso: estar en
medio. Conocer, no ser.
En otras palabras, si se tiene
conciencia de la inclinación al mal, ya
por naturaleza (porque así lo exige la sobrevivencia animal de atropellar a
otros), tener las vitaminas intelectuales
y espirituales suficientes para paliar, sino eliminar lo más posible, la mala acción.
Como hacen los humanos probos,
laicos, que se guían por los principios de la
ética y la moral, o los santos por valores espirituales.
Y aquí es donde Sócrates nos enfrenta
a una aporía, es decir, a un callejón que parece no tener salida, y que Esopo
tomaría para su fabula:
un hombre malo no puede hacerse malo, ya es malo.
un hombre malo no puede hacerse malo, ya es malo.
Para hacerse malo tuvo que ser bueno.
Pero si es bueno, como pudo hacerse malo…
¿El alacrán tuvo alguna vez vuelos
espirituales(o conciencia del bien y del mal) y después los perdió? ¿O le
nacieron puros instintos y sólo sigue su naturaleza criminal para sobrevivir?
Hasta ahí se queda Esopo. Con un
imperativo categórico de la Naturaleza del que no se puede escapar.
Pero el callejón sólo parece no tener salida. El tema de la
virtud Sócrates lo va seguir en otras obras escritas por Platón. Estas son el Menon y La Republica.
Si nuestra generación tiene la
disciplina suficiente para seguir, día a día, las noveles de las abuelitas,
durante dos o tres años en la televisión, de seguro que también tendrá la
disciplina para seguir leyendo a
Sócrates-Platón.
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