La calidad de un lugar se mide
según el respeto se tenga de la vejez en sus necesidades.
En la etnia, en las zonas
rurales, las canas se saludan con deferencia.
En la ciudad inhumanamente
técnica, con su lema de consumo y deshecho, donde la brecha generacional anda
muy ocupada, las canas se tienen como enfermedad, como un estorbo, no como algo
natural.
Los ancianos, en cierta etapa,
requieren ser tratados como niños. y para eso no hay tiempo ni dinero. El que no
entienda esto es que no ha visto de
cerca a la vejez.
En América, al sur del
paralelo 32, hay países en los que el discurso político pondera a la vejez,
pero en la realidad ésta no pasa de ser tratada como una entelequia, algo que
no existe en la realidad material.
En la actualidad en México,
todo adulto mayor, como se le dice con delicadeza a los viejos, reciben una
pensión universal, es decir, de todas las clases sociales, necesítenla o no la necesiten,
del color que sea el individuo, creencia religiosa o preferencia política, ¡Todos!
Con tal comprensión en el
detalle que han legislado en el sentido de dejar paso libre, sin costo alguno, a los sitios
donde se puede orinar como los wc del metro, en los mercados públicos, etc. Un
organismo en situación de vejez requiere el mingitorio con frecuencia.
Cicerón pasa a considerar a la
vejez desde una situación personal,
setenta año antes de llegar al gerontólogo: “Los
fundamentos de una vejez suave y feliz se han de echar muy de antemano en la mocedad”
Virtud (buenas maneras), plato
inteligente, y ejercicios físicos son la
clave para llegar a esa vejez “suave y feliz”.
Correr, trotar o caminar, dan
salud corporal pero no comprensión de la vida, como lo intenta la filosofía.
Pero leer libros de cultura,
sólo leer, no da la posibilidad de un organismo sano y fuerte.
Nuestra vida moderna ( con su
síndrome de Bournot o surmenage, como
se decía antes a la fatiga por exceso de actividad) pone al descubierto una
realidad insoslayable: menos filosofía, más estrés.
Porque la filosofía busca hacerse claridad entre las necesidades
primarias y las necesidades y las enfermedades inventadas por la ciencia de la
mercadotecnia.
Y con tal bagaje de información que, por eso es
ciencia, que nos hace ir tras de cosas que no necesitamos y llegar a padecer enfermedades que no tenemos.
Cicerón no pierde el piso y se
acerca a lo que preocupa al humano ya viejo: “ A mi modo de entender son cuatro
los motivos por que la vejez parece a algunos llena de trabajos: el primero,
porque aparta del manejo de los negocios; el segundo porque debilita y enferma
el cuerpo; el tercero porque priva de casi todos los deleites, y el cuarto
porque no está muy lejos de la muerte”.
Marco Tulio Cicerón tenía ochenta y cuatro años cuando se hallaba en plena redacción de esta su obra De la Vejez
Una muy vieja leyenda griega
dice que un hombre (Lameodonte, de rey de Troya), llegado a cierta edad pidió a
los dioses lo dejaran vivir veinte años más, cumplido el plazo pidió otros
veinte, cuando tuvo cien años , otros veinte, al cumplir ochocientos rogó a los dioses que el
permitieran morir…
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