Lecciones Preliminares de Filosofía
Manuel
García Morente
Editorial
Epoca; México, 1974
Primero
vivirla y después escribirla.
Lo anterior
lo dice el sabio español Manuel García Morente cuando explica qué es filosofía:
“No se puede definir la filosofía ante de hacerla” En tiempos de Platón y
Aristóteles la filosofía se formaba de tres partes y eran lógica, física y
ética.
Manuel
García Morente (Arjonilla, Jaén, 22 de abril
de 1886 – Madrid, 7 de
diciembre de 1942)
fue un filósofo
español y,
converso católico,
en sus últimos años de vida fue sacerdote. Fue un gran divulgador, traductor de
obras del pensamiento europeo, filósofo de cuño original, y gracias a su magisterio
oral y escrito se iniciaron en la filosofía, y aún hoy día lo siguen haciendo,
multitud de promociones universitarias….En 1912 obtiene la cátedra de Ética de la Universidad de Madrid. Su pensamiento oscila
en este momento entre el kantismo —tesis doctoral sobre La estética de Kant (1912);
monografía sobre La filosofía de Kant, Una introducción a la
filosofía (1917); traducciones de la Crítica del juicio (1914), de la Crítica de la razón práctica
(1918) y de la Fundamentación de la
metafísica de las costumbres (1921) kantianas— y el bergsonismo —La
filosofía de Bergson (1917)—. Durante los años veinte inciden sobre su
mente el biologismo histórico de Spengler
(tradujo la famosa Decadencia de Occidente del citado filósofo de la
historia alemán), Rickert, Simmel,
y la axiología,
merced a la incorporación que se hizo de la obra de Scheler
y Hartmann a través de la Revista de Occidente. En las postrimerías de
este decenio termina las traducciones de las Investigaciones lógicas de Husserl (1929),
junto con José Gaos, y del Origen del conocimiento moral de Brentano:
el método fenomenológico será utilizado en adelante con singular
destreza en su indagación filosófica.
Antes que
nada, insiste Morente, la filosofía se hace de vivencias. Y de esto se
desprende el quehacer literario. Tolstoi al intentar describir a un campesino
con hambre se encontró que él, el Conde Tolstoi, no sabía lo que es el hambre.
Todo lo qué sabía al respecto era una idea, una representación, un concepto.
Aquí no hay angustia ni esperanza. Aquí se ejercita el saber pero no el ser. Se
fue por un tiempo a vivir con los campesinos.
También Carl Lumholtz, antropólogo alemán,
después de varios años de estudiar, y vivir con los huicholes (etnia de México)
pensó en quedarse a vivir para siempre entre ellos, pero se dio cuenta que no
podría vivir comiendo nada más tortillas y frijoles.
De esa manera ambos intelectuales conocieron
en carne propia la vivencia del hambre. Un campesino ruso, o un huichol, en
cambio, en diez minutos podrá decir lo que los otros tardaron tanto y de un
modo incompleto.
M.G.Morente |
En filosofía
se distingue el objeto y el conocimiento de él. Por eso se encuentra el lector
con frecuencia dos palabras y son ontología y gnoseología: “ontología o teoría
de los objetos conocidos y cognoscibles
y gnoseología (palabra griega que viene de “gnosis”, que significa sapiencia,
saber).Distinguiendo entre el objeto y el conocimiento de él, tendremos estos
dos grandes capítulos de la historia.”
El quehacer
filosófico busca abrirse paso entre la opinión corriente del “tal vez, el “yo
creo” y ese otro saber racional y reflexivo “episteme”, que se conoce como “dialéctica”. La dialéctica consiste en
suponer que lo que queremos averiguar es tal cosa o tal otra; es decir,
anticipar el saber que buscamos, pero inmediatamente negar y discutir esa tesis o esa afirmación que hemos hecho y
depurarla en discusión.” El quehacer filosófico es ese saber especial que
tenemos, que adquirimos después de haberlo buscado, y de haberlo buscado
metódicamente, por medio de un método, es decir, siguiendo determinados
caminos, aplicando determinadas funciones mentales a la averiguación.”
Fue en la
Edad Media que el pensamiento humano se dividió en dos partes que son teología
y filosofía. La primera dice de los conocimientos acerca de Dios y los segundos
los conocimientos humanos que hablan de las cosas de la naturaleza. Contra todo
empeño de banalizar esta dicotomía, Morente señala que en algunos países, pone
como ejemplo a Alemania, se cuentan entre sus facultades universitarias, la
Facultad de Teología y la Facultad de Filosofía.
La filosofía
se compone, afortunadamente, de dos maneras de ver la vida que son la realista
y la idealista. Empero son tan cerradas cada una por su lado que se resisten a
formar parte del todo que sería lo que sugiere la palabra “síntesis”:
“Desgarrada (la filosofía) en la polémica
entre realistas e idealistas, teorías unilaterales cuyo antagonismo
irreductible se trata de superar en la actual filosofía de la vida, en cuyas
filas se enrolan los espíritus más selectos de nuestro tiempo.”
Hay toda una
larga historia como contexto de esa irreductible dicotomía. Ni se piense que la
filosofía es un jueguito de intelectuales para llenar el día o para llenar
cuartillas en blanco. Cuando uno de esos bandos se hace del poder,
llega la dictadura del más variado color y con la más novedosa retorica. Esto
traerá con el tiempo la democracia. Pero la democracia se pudre y vuelve la
dictadura. Este ciclo perverso lo describió Platón hace veinticinco siglos en
su República.
Recordamos
aquí las palabras del gran filosofó francés Jean Wahl: “No hay términos más
peligrosos para el pensar filosófico que “realismo”, “idealismo”,”racionalismo”,”empirismo”,etc.”
En el tiempo
que Morente escribió su valiosa obra, primer tercio del siglo veinte, varias
disciplinas académicas pugnaban por salirse del continente filosófico en que
habían nacido, tales como la ética, la estética, la psicología y la sociología:
“Se discute si la psicología es o no una disciplina filosófica. Ya se discute
si la sociología lo es; pronto se discutirá si la ética lo es, y mañana…” Y, en
efecto, se salieron de la filosofía disciplinas como matemáticas, biología,
geología, etc. cuando reunieron suficientes conocimientos como para
especializarse. Se dio una abstracción, un desprendimiento de lo general: “Es
decir, que una ciencia se sale de la filosofía cuando renuncia a considerar su
objeto desde un punto de vista universal
y totalitario.”
Morente
vislumbra en la ontología, con referencia al
el viejo pleito entre realismo e idealismo, luces de esperanza ecuménica: La ontología de
la vida “que asocia los nombres de
Heidegger y Ortega y Gasset, al entrever la superación de la ardua
polémica entre realismo e idealismo.”
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