El amor, las mujeres, la muerte y
otros temas
Editorial Porrúa,
México, Serie Sepan Cuantos Núm.455, año 2009,
Primera
edición en alemán: Berlín 1851.
El hombre,
al nacer, es amamantado, lo mismo que es amamantado el perro al nacer, ¿por qué
el primero tendría que ser cruel con el segundo?
Influido por los Upanishads ( “Upanishads designa a cada uno de los más de 200
libros sagrados hinduistas escritos en idioma sánscrito entre el siglo VII a.
C. y principios del siglo XX d. C.”Wikipedia), o quizá por San Francisco de
Asís, Schopenhauer pone a occidente frente a una aporía, esto es, una cuestión
sin resolver. Cómo demostrar lástima,
suprema señal de la moral, y, a la vez,
supervivir, o ya siquiera, cómo sobrevivir, sin hacer daño a la naturaleza.
Pero Schopenhauer no pregunta, no interroga, demuestra. Demuestra que nos hemos
metido en un callejón sin salida.
Somos de la
cultura occidental y ésta, a lo largo de sus milenios, sabe, y esa es la
lección que nos dejó la guerra de Troya,
cantada por Homero, que hay corrientes de pensamiento, y hasta religiones, que
son armas sublimadas de conquista que se nos presentan con la piel de oveja. Al
final va a ganar el que sea más sagaz para convencer al otro y el que éste
mejor armado. Pero el vencedor mismo implosionaría, como tantos vencedores han
implosionado, si no cuenta con
principios morales de calidad. Y ese es el tema que aquí desarrolla
Schopenhauer.
Remarcamos
que somos de la cultura occidental porque ésta tiene sus principios (resultado
de sus tesis y contratesis) y así, desde esa perspectiva, es como debe verse el
tema en cuestión. No desde otra
perspectiva cultural ni religión, a riesgo de hacer del tema un galimatías.
La ciencia
veterinaria experimenta con perros, así este filosofo con las cuestiones de los
hombres. Es cuando dice: “lo mismo que ellos, los hombres, han sido amamantados
por sus madres, también el perro lo ha sido por la suya.”
Agrega: “La lástima,
principio de toda moralidad, toma
también bajo su protección a los brutos, al paso que en los otros sistemas de
moral europea se tiene para con ellos tan poca responsabilidad y tan
escasos miramientos. La pretendida carencia de derechos de los animales, el prejuicio de que no tiene
importancia moral nuestra conducta para
con ellos, de que no hay, como suele decirse, deberes para con los irracionales,
esto es precisamente una grosería que subleva…”
Se refiere a
la crueldad del hombre que maltrata y mata a los perros y a los gallos cuando
los echa a pelear en la plaza. Una crueldad que crece de manera exponencial al
escuchar los gritos de máximo sadismo de los espectadores, al grado que algunos
eyaculan de tanta emoción al pedir la muerte del gallo o perro o boxeador o
luchador, o toro, en contra del cual apostaron.
Esto era
natural en tiempos del paganismo, no del cristianismo que, junto con lo mejor
de la cultura grecorromana, distingue a lo que conocemos como cultura occidental. Si estuviéramos
en los tiempos de los romanos o de los aztecas, eso sería lo “normal”.
La aporía a la
que nos referimos es cuando caemos en la certeza que, para alimentarnos, deben
ser sacrificados animales de prácticamente toda especie como aves, peces…Como
demandantes somos responsables, junto con el que levanta el hacha, para matar
al pavo.
Aquí es
donde Schopenhauer emplea un modo muy fino de hacernos entender que, al
estilo de los de la India (o en Europa San Francisco de Asís) en cuanto a
religión, o filosofía espiritual, todo debe quedarse como está, como nace. Al
menos en lo que se refiere al reino de los animales. Que tendríamos que volvernos
vegetarianos. Grupos de excepción practican ese modo de alimentarse. Pero eso,
como sabemos, no es el “modo occidental” de comer.
El, o la,
que tiene, y demuestra, lástima, pasa la prueba de toda
humanidad. Recuérdese que humanidad no es la gente o el populacho o la especie.
Es una categoría que se gana con acciones positivas hacia otro fuera de mí. Un
título de doctor en ciencias no se hereda, se gana. Así la categoría de humano,
no se hereda, se gana.
Schopenhauer
recurre a su modelo preferido para contrastar situaciones con el hombre, el
perro. Así como la ciencia veterinaria se apoya
con perros, así este filosofo con
las cuestiones de los hombres.
El tema es
la lastima como ejercicio moral que
pasa todas las pruebas de la sofistería intelectualoide.
Y en tanto
eso no suceda, la lástima, la prueba
de fuego para practicar la autentica
demostración de respeto y amor, seguirá estando muy lejos de nuestras buenas
intenciones.
Finalmente dice: “La conmiseración con los animales está íntimamente unida a la bondad de carácter, de tal suerte, que
puede afirmar de seguro que quien es cruel
con los animales no puede ser buena persona.”
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