Escribir un cuento, una poesía,
novela o filosofía, es tan necesario en los tiempos que corren como comer un
plato inteligente, no comida chatarra.
Además eso de escribir y leer se recomienda contra el Alzheimer.
Además eso de escribir y leer se recomienda contra el Alzheimer.
La comida chatarra es la que nos
rodea por todos lados y a la que acudimos con suicida frecuencia porque nos acostumbramos (nadie nos
acostumbró) a no hacer el esfuerzo de preparar algo más natural.
Natural, sin conservadores y
cantidades asesinas de sal, azucares y grasas
infames, que nos hacen saborear el producto como algo delicioso.
Lo sabemos pero comer chatarra nos hace sentir
que estamos en el mundo moderno, ágil y dinámico.
No en aquel de las abuelitas que
ponían las ollas para hervir las papas, la carne y los frijoles. Con su
imaginación que hacía diferente, “receta de la casa”, al plato de frijoles que
también confeccionaba la vecina, o la nuera, cuando
la gente todavía intercalaba, por cortesía, platos de comida.
Ese modo se acabó. No es cosa de
intercambiar un plato de “sopa rápida”, por otro de “sopa rápida”, en la que el
fabricante ya dijo la última palabra de la receta.
El uso que hacemos de la televisión y
de los medios de información en general, es el equivalente a la “sopa rápida”,
donde todo está resuelto: usted vea, oiga y no opine.
Hay que apresurarse a decir que ni la
televisión ni los medios son los malos de la comedia. Lo malo es el uso que de
ellos hacemos. Es la segunda intención.
Nosotros nos acostumbramos a la televisión, nadie nos obligó hacer tal cosa.
Somos diestros en fabricar
culpables. La televisión es uno de eso “culpables”. Las cárceles del
mundo están llenas de “culpables”. El primer
culpable que fabricamos tiene nombre, apellido y domicilio, se llama
Satanás. El Diablo no nos pierde, nosotros corremos a su encuentro, como las
esquirlas hacia el imán. Confesarse a diario, ante el sacerdote, es una muestra que, saliendo del templo, nos apresuramos a pecar de nuevo.Uno de los primeros que aceptó esto fue San Pablo: “Sé
lo que es el bien y hago lo contario”.
Se sataniza a los medios porque se
les considera como un fin, no como un medio. Los medios son información, son
noticias, no son dogmas de fe.
El periodismo es la talacha de lo que acontece
este día, lo presente, lo pasajero, porque mañana ya será otro presente. La filosofía, en cambio, con toda
su maraña propia, de tesis y contratesis, es lo permanente.
La mejor fórmula para la cultura sería ver periodismo escrito y de pantalla y leer a los filósofos de todos los tiempos. ¡O resignarse a comer sólo “sopa rápida”.
La mejor fórmula para la cultura sería ver periodismo escrito y de pantalla y leer a los filósofos de todos los tiempos. ¡O resignarse a comer sólo “sopa rápida”.
Es lo que se llama la segunda intención que le damos a lo que
sale de las manos del fabricante. En este caso la mercadotecnia. Aun las vitaminas, tan necesarias para
nuestra salud, el medico las recomienda tomar sólo por unos días, no para
siempre. El fabricante de autos diseña más velocidad en sus motores pensando en
las ventas frente a la competencia, no para que el propietario acabe sus días
estampado contra un árbol.
La televisión y los medios nos
proporcionan noticias de cómo se mueven los contextos locales, nacionales e
internacionales. En ese sentido son excelentes como jamás antes habían estado. Tautología: son información,
son noticias, no son dogmas de fe.
(Es una palabra sabrosa la tautología, les gusta mucho a los
intelectuales. Pero más sabrosa es como la decimos los ciudadanos de banqueta: “Vuelvo a
repetir.”)
Tomar a las noticias como un fin, como la última palabra, es como
comer la “sopa rápida” en la que toda ficción propia queda anulada. Ya no hay
reciprocidad. Escuchar al mundo y que el mundo me escuché a mí.
“Toda persona sana debe de
alimentarse tanto de ficción como de realidad, en algún momento de su vida;
porque la realidad es una cosa que el mundo le da, mientras que la ficción es algo que ella da al mundo”.
G.K.Chesterton, Ensayos
Sólo que para la imaginación se
requiere comer el plato inteligente. En otras palabras, leer a los clásicos
acreditados por los siglos, Y hurgar entre contemporáneos porque entre tanta
chatarra puede estar germinando algún clásico.
Los países que llamamos de punta, o
de primer mundo, no llegaron ahí por obra y gracia del Espíritu Santo, como dice
el lugar común. Llegaron porque leyeron,
y siguen haciéndolo, a los clásicos en filosofía.
¡Aunque no le guste a nuestro ego nacional, así es!
¡Aunque no le guste a nuestro ego nacional, así es!
Dibujo tomado de El País 28 de junio 2014 |
Son los países que invierten (no que gastan)
buena parte de su presupuesto para fomentar la cultura en su pueblo. Y que éste
tenga criterios de decisión cuando llegue a sus manos la información escrita o
en pantalla y en pantallita.
En el Internet cualquier puede ver el
porcentaje del PIB que los gobiernos del planeta invierten (vuelvo a repetir: invierten,
no que gastan) en cultura. Con esa información es fácil entender que hay una
relación de por qué unos países son precaristas (en valores esenciales,
morales, en dinero y en seguridad social) y en otros países son menos, y cada vez menos, precaristas.
De ahí que Chesterton anote: “ La
literatura es, en realidad, uno de esos nobles lujos que todo Estado bien
gobernado debería de extender a todos; e incluso debería ser mirada como una
necesidad en el más noble sentido de la palabra".
Un Estado que luche, a través de la cultura, que su pueblo abandone hablar en opiniones inanes y, en su lugar, exprese conceptos.
Un Estado que luche, a través de la cultura, que su pueblo abandone hablar en opiniones inanes y, en su lugar, exprese conceptos.
Ante un mundo ya hecho, en noticias, películas e incluso libros, para comer como se
come la “sopa rápida”, está el antídoto de echar a andar la ficción propia.
Esta ficción, imaginación,
sensibilidad, es lo que hacen los últimos poetas, novelistas y filósofos que quedan en el planeta.
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