La antinomia es de la que se sirve
Marco Aurelio para hacernos pensar en lo contrario.
Por la teología pensamos en la
filosofía racionalista. Del objeto a su imagen. De la ciudad platónica al mundo
limitado de la apariencia. De las filosofías racionalistas a las filosofías de
la cualidad. Del chisme pasamos a añorar los conceptos. De los 48 grados
calientes del desierto de Altar a los menos 20 de la alta montaña.
De lo cómodo y tibio de mi lecho, para
dormir, en los que duermen en la calle…
La muerte, la cortedad del existir y
lo superficial de la vida como muchos la llevamos. Nos recuerda lo valioso que
es tener vida, en una existencia que no tiene que ser corta, y en valores tanto
materiales como de cualidad que le sirvan al
individuo y a la sociedad. Del Positivismo al Romanticismo.
Dibujo tomado del libro La psiquiatría en la vida diaria de Fritz Redlich 1968 |
Son las reflexiones en cada página de
su obra. La metáfora de la manzana de cera, igual en forma a la verdadera
manzana, pero es solo una caricatura. Así el hombre:
“¿Por qué me has dicho que era un hombre? Un
hombre colérico, vengativo y violento no es tal hombre; como una manzana de
cera no es tal manzana, tiene de ella al forma y el color, pero nada más.”
El tema de la muerte está en todas y
cada una de las páginas de su obra Soliloquios,
para tener conciencia de una existencia material, sabrosa y valiosa, que no volverá.
El libro de Marco Aurelio de seguro que
es el libro de cabecera de la moderna tanatología.
La mención reiterada a la muerte nos parece perniciosa a los que llevamos la vida muelle de la ciudad, seguros dentro de sus muros, comprando cosas para el desván como si fuéramos a vivir siempre, y metidos en el mundo virtual de las comunicaciones. Sólo que Marco Aurelio, al frente de su ejercito romano, veía caer cabezas, propias y ajenas, por cientos en la lucha contra los enemigos del Imperio. La idea de la inevitable e impredecible muerte, es común para todo militar en el frente de batalla, como lo es para el médico en su lucha imposible contra la muerte.
La mención reiterada a la muerte nos parece perniciosa a los que llevamos la vida muelle de la ciudad, seguros dentro de sus muros, comprando cosas para el desván como si fuéramos a vivir siempre, y metidos en el mundo virtual de las comunicaciones. Sólo que Marco Aurelio, al frente de su ejercito romano, veía caer cabezas, propias y ajenas, por cientos en la lucha contra los enemigos del Imperio. La idea de la inevitable e impredecible muerte, es común para todo militar en el frente de batalla, como lo es para el médico en su lucha imposible contra la muerte.
Para la libertad nos habla de la
esclavitud que nos ata de muchas maneras de las que ya no somos conscientes. Para ponderar la moral, el ser libre de afectos,
temeroso de Dios y consciente del deber, nos habla de “La masa de los ignorantes que vive esclava
de sus propios pasiones y de las cosas exteriores.”
Lejos han quedado los días de
recolector que bajaba de los árboles (escalada de salón) y de la vida campesina
(senderismo), todo bajo el sol, el viento, la lluvia, el frio y el calor, que
echaba andar a cada minuto nuestros
mecanismos de adaptación al medio.
Dibujo tomado del libro
Técnica alpina
de Manuel Sánchez y Armando Altamira
Editado por la Universidad Nacional Autónoma de México 1978
De la aldehuela pasamos a las grandes ciudades.
Ciudades de las necesidades artificiales. Con grandes edificios con vidrios
polarizados para impedir el paso del sol, el viento y la lluvia. Calefacciones
para permanecer en los 20 grados de temperatura.
Los crónicos, y por más endémicos, grados imecas
de más de 100, dando vuelta a las esquinas
de los edificios llevando su
carga de magnesio, cloruro, amoniaco, nitratos, sodio, calcio, plomo, heces
humanas y de perro, sulfatos compuestos
orgánicos y otros.
Para que podamos pensar en que la
vida es lineal, con un avance perenne, sin voltear para atrás, siempre hacia
adelante, nos diría cual luminoso profeta, que los crónicos grados imecas se repetirán hasta el infinito.
Y todos somos responsables por eso, es decir, nadie.
Y todos somos responsables por eso, es decir, nadie.
Marco:
“Entiende con toda claridad que ni
los venideros verán, cosa nueva ni los antepasados vieron más que nosotros
ahora, porque, en cierto modo, el que haya vivido cuarenta años, por poco
entendimiento que hubiese tenido y meditado en los sucesos, pudo haber formado
concepto de todo lo pasado y lo venidero, según que es la uniformidad de lo uno
con los otros.”
Lejos de las ciudades de las necesidades artificiales
Foto de Omar Altamira Areyán
Y con nuestro alejamiento de la
Naturaleza, natural, que nos ha llevado
a un modo de vida de ostentación,
practicamos, como deporte, el bipolarismo en la conducta, el sobrepeso y el
pastillero.
Marco Aurelio es el remoto antecedente de
Thoreau y de Emerson.
Marco:
“Camina siempre por el atajo; y el verdadero
atajo es que vivas arreglado a la naturaleza, de manera que hagas y digas todas
las cosas con la entereza posible, porque un tal propósito te librará de trabajos
y campañas, de toda simulación y ostentación vana.”
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