SEP-INDAUTOR
REGISTRO PÚBLICO
03-2002-111113270700-01
NO. REGISTRO
03—2002-111113270700-01
TITULO: CORKSCREW
AÑO MARZO 2002
ARMANDO ALTAMIRA G.
1
El bar estaba vacío y
el rumor del océano se colaba entre las tablas de las paredes. Era temprano y aun no bajaban las sillas de las mesas. Alguien barría el enorme local de El Pinar,
de piso de tierra y paredes de tablas mal ensambladas. Se trataba de un
establecimiento casi oculto entre la maleza cerrada, no lejos de las aguas del
Golfo. Algunas muchachas empezaban a andar por ahí. En la barra, el empleado se
afanaba en secar los vasos de vidrio.
Había asistido pocas veces al lugar. Solamente permanecía el
tiempo que me llevaba disfrutar un par
de cervezas. Pagaba y, haciendo una señal de despedida a Antonio, el barman, salía a la calle. Esta se
desbordaba de un sol muy fuerte, como
siempre es en esa isla, y se acentuaba debido a la semi oscuridad que reinaba
en el interior del galerón. Me recordaba los 40 grados promedio al año de
Tlamatzinco, a dos jornadas de Janos, en el desierto de la apachería.
Procuraba llegar mucho
antes que el grueso de la clientela y me retiraba cuando el sitio se empezaba a
llenar de gente. Eso me permitía ciertas
libertades. Como ahora.
Saqué mi armónica. Le di
unos cuantos golpes contra mi mano izquierda y la llevé a la boca. Entoné una
alegre y movida melodía del Misisipi de los años treinta. Interrumpía y
empezaba a cantar: "Todas las personas cultas de Norteamérica saben ya que
nuestras elecciones son farsas indecentes, y los dueños de tan necio juego
están asustados ante la resuelta retirada de las urnas de casi la mitad de
votantes". Aquellas palabras, de
algún poeta, ahora a ritmo de rigetime,
se las había escuchado a Cork.
Ahora lo hacía en voz queda, tocando y cantando para mí,
pero algunas muchachas se acercaban y me daban un golpecito de afecto en el
hombro. Luego se marchaban a continuar con sus actividades, propias de las geishas,
que preparan el escenario para sus clientes que no tardarán en llegar. Sólo
María se quedaba un rato más. Cruzaba las piernas. Con ese lenguaje mudo me
decía que Dios, por medio de la naturaleza, le había dado una hermosa cara y el
alfarero procuró proporcionarle un
cuerpo perturbador. Todo empezaba por sus piernas. Luego se iba y yo
seguía alternando los tragos de mi cerveza con el rigetime. Pagaba la
cuenta. Volvía al hotel. Me ponía ropa ligera y los zapatos tenis. Las siguientes dos horas las pasaba corriendo
y caminando por la arena. A lo lejos, casi perdidos entre la raya del mar y la
tormenta de sol, la flota camaronera de
los japoneses se bamboleaban como cascaritas de cacahuate o maní en una tina de
baño... Era la tercera ocasión que
frecuentaba aquel lugar. Y, a juzgar por el tiempo que estaría en la isla, me
pareció que sería la última. De alguna parte del local salían las notas de
Charlie Parker.
Hasta el otro lado del jacalón se encontraba alguien que estaba
visiblemente tomado. Era un hombre viejo, mezcla de campesino y marinero que al
verme se levantó para ir a donde me encontraba. Sin conocerlo ni decir palabra
agarró una silla al revés y, apoyándose en el respaldo con los brazos, me
alargó su vaso en señal de brindar. Antes de hacer cualquier gesto con la
intención de trasladarme a otra mesa, también levanté mi cerveza. En tanto lo
hacía, le escuché decir:
- Estar bebiendo en la
selva, a dos cuadras de las aguas del Golfo, en una temperatura cálida... Con
estas muchachas, es estar en el Paraíso…Eso que tocabas al último es de la Original Dixilend Jazz Band. Muy
alegre y movido. Me encanta.
-Los negros traen la música en el alma-dije.
-Era un grupo de cinco blancos.
Tienen el honor de haber sido los primeros que grabaron un disco de jazz.
Doscientos cincuenta mil ejemplares. Todo un record para ese tiempo. Eso fue en
1917. El mundo quería reír y olvidarse de lo que sucedía al otro lado del mar.
Su líder, Nick La Rocca, decía que él y su banda eran los que habían hecho el
jazz, no los negros... Siempre juré, dije y hasta maté por sostener que el
Paraíso no existía…Ahora rectifico… Sobre todo cuando se tiene tan cerca a un
ángel como ese - señaló a una muchacha que pasaba en ese momento. Era la
primera vez que yo la veía. Morena hermosa y con unas medidas de concurso de belleza. Me recordaba a las
mujeres de Botswana. El pantalón que usaba, negro y holgado, era una prenda que
hacía resaltar sus formas. Lo que me hizo apurar el vaso, con la intención de
abandonar el lugar, fue cuando le escuché decir al viejo:
- Más cuando se ha estado en la guerra…Fui uno de los voluntarios
que marcharon a España desde 1935, en plena euforia europea…Teníamos la
ocurrencia que si parábamos a Franco, Alemania se quedaría quieta. Y cuando
Franco nos arrojó hasta el otro lado de los Pirineos no regresé a México sino que me uní a la Resistencia Francesa…Dos
o tres ocasiones participé en acciones bajo las ordenes de Jean Moulin, sobre
todo en lo que se conoce como la Bataille
du rail. Cuando Moulin fue capturado, y eliminado por la Gestapo, me uní a
la Resistencia en su sección marítima, que era lo mío. Como pescador observada
muchos movimientos de buques y submarinos alemanes…
Siempre tuve la idea que contar las guerras es como comparar obras
de Carlos Dickens traducidas por dos individuos. Historia de Dos Ciudades, por
ejemplo. O se traducen del inglés al alemán y al ruso. Después del alemán hacen
una traducción al español y de igual manera del ruso al español. Finalmente se
publica en un español del sur de América... Y sucede que en México tenemos otro
español...Sabía que, si a una traducción de Dickens le pusieran otro
autor, nadie reclamaría. Tan diferentes
resultan. Difícilmente se reconocería como la obra de este inglés. Y estoy
convencido de que son tan diferentes, que en ocasiones se podría asegurar que
se trata del punto de vista del traductor. Yo lo sabía tan bien que, para que
no me contaran cómo es en realidad Ibsen, preferí estudiar el noruego, como
tantos otros lo han hecho. El inglés para Faulkner y el irlandés para poder
leer la narrativa antigua del bello país de San Patricio. Era una locura que se
le había ocurrido a Cork y acabó contagiándome de ella.
Así sucede con muchos
historiadores, creía a la sazón. Sobre todo nunca tuve interés en leer trabajos
elaborados por escritores de partido. ¿A quién le interesa conocer la
distorsionada mitad de un asunto? Me dije que en el país existen cincuenta
versiones diferentes de la Revolución Mexicana.
Los que se fueron hicieron su versión. Los que llegaron también
elaboraron su historia. Los de fuera igualmente escribieron sobre el asunto. Al
postre estos resultaron los más confiables.
Sin embargo el viejo estaba tan borracho que, debido a esta
circunstancia, llegué a abrigar la esperanza de obtener la verdad de tal
relato. O al menos el promedio de la realidad. Por fortuna resultó un
conversador al que se podía escuchar. Su celo doctrinario no lo hacía un
abogado a ultranza de su partido. Por prevención, antes de retirarme y en tanto
apuraba mi Sol, intenté sustraerme
del lugar. Empecé a recordar la composición del olivino, la alta temperatura a
la que se forma y por qué era uno de los primeros minerales en constituirse
entre tantos magmas básicos. ¿Y ese color verdoso de dónde diablos salió? Aquel
hombre seguía hablando.
-Conocí de cerca la pugna despiadada que había entre los jefes de
las diferentes organizaciones subterráneas contra los alemanes. Todos conocían
la manera de eliminar la competencia interna y era pasar información anónima a
la Gestapo y su rival político desaparecía…En esta clase conflictos surgen
grupos que se apresuran a buscar un financiamiento para sus actividades contra
el enemigo común que es un peligro para la patria. En segundo está la actividad interna para manejar
presupuesto procedentes del proveedor y sobresalir de los a otros con miras
para quedar bien parado, políticamente,
para cuando a guerra termine-hizo una pausa para dejarse caer en la
buchaca un largo trago de Gualferina y continuó:-.En Argel conocí, aunque
brevemente, a Jacques Soustelle. Era colaborador cercano de de Gaulle.
Cork no sabía nada de Soustelle pero la hermosa geisha sí.
-Es antropólogo y tiene publicado un importante trabajo de
arqueología en México sobre los aztecas-dijo
-Y, desde luego-siguió diciendo el borracho-, como miles de
“resistentes” de alguna manera tomé
parte en Overland, la operación de desembarco que después se llamó el
“Día D”, a los desembarcos en Normandía.
Y tal como se fue dando este relato no solamente me fui
convenciendo sino que, me prometí, jamás volver a escuchar otra historia que no
fuera de la boca de un borracho. “Los borrachos dicen la verdad” escuchaba de
niño decir a mi abuela. Sobre todo cuando ese borracho ha participado de los hechos. O bien, leer la
obra de un historiador dipsómano, que parece ser la condición de escribir
historia sin sentir compromiso ni con Dios ni con el Diablo. De otra forma no
valía la pena. Desde luego, lejos de mí estaba atribuirlo a una malsana
intención y dudar de la posición epistémica del historiador, o bien atribuirla
a alguna especie de deformación
sectaria. Yo estaba seguro que se trataba de las dificultades propias de los
idiomas o también, por qué no, al equívoco natural del capturador del texto y luego del corrector de estilo. Cualquiera sabe
que no hay publicación perfecta. Un escrito pasa por tantas manos... ¡Sí, eso debía ser! La humanidad no puede ser
tan perversa como para que solamente cuente la mitad de la historia que a ella
le conviene, me dije en tanto escuchaba al marinero...
- Llegué a Europa cuando el movimiento social en España había
causado una conmoción general que venía madurando desde hacía algún tiempo.
Desembocó esto en el triunfo de la República, con un proceso completamente democrático de
elecciones en todo el país. Teníamos claro que una rica gama de partidos que,
como denominador común podríamos llamar democráticos, ganó legítimamente su
acceso al poder. Sin embargo, la victoria de las izquierdas no había sido
mayoritariamente abrumadora. Se necesitaba conocer la historia de España, y de Europa, para
entender que aquel es un país, dentro del continente, que se ha demorado frente al nacionalsocialismo como al
socialismo. Apartada de las grandes corrientes políticas de Europa occidental,
dicen algunos, todo eso ha caminado a pasos cansados. No obstante, para todos
los que llegamos a defender a la República, estaba claro que por lo pronto el
socialismo democrático había triunfado en toda la línea.
Apenas hizo una pausa para beber el resto de su vaso y ya Suleima,
que así se llamaba la geisha del pantalón negro, se lo había llenado de nuevo.
Tomaba alcohol de caña. El le decía "Gualferina". Tenía los mismos
grados que el sotol del norte o el mezcal de Oaxaca...
- Pero no faltaba quien creyera que, más que una ausencia de todo,
era una presencia de todo. Para entonces España era el crisol donde bullían las
ideas. Con tanta fuerza que era difícil para cualquiera de ellas imponerse a
las otras.
Ya para entonces me había interesado en la plática del marinero.
Pensé que mi carrera en la playa podría hacerla más tarde. De tal manera que,
cuando el marinero llegó a ese punto, le
pedí que me diera dos ejemplos.
- …Las izquierdas-dijo.
- ¿Las anarquistas?
- No. Las marxistas. No obstante todo el empuje que desplegaron y
el apoyo que recibieron de Stalin, no lo consiguieron.
- ¿El otro?
- La Iglesia Católica. Con toda su tradición en España, los reyes
católicos, Santa Teresa de Jesús, el siglo dieciséis… y la ayuda internacional
que recibió, tampoco pudo la Iglesia imponerse como grupo aislado... Desde
luego debo decirles que destacaban nueve partidos de izquierda y dos
asociaciones sindicales. Eran la Unión General de Trabajadores, de corte
socialista, y la Confederación Nacional del Trabajo, de acción anarquista.
- ¿A cuál pertenecías tú?
Las palabras
del anarquista me hicieron recordar el viejo tema del caos. En cierta ocasión que
tomaba pulque con un minero de Real del
Monte, arriba de Pachuca, en un local rústico
con un gran ventanal desde donde se veía a lo lejos en el norte
Atotonilco el Grande, me decía que creer en
la posibilidad del caos es creer desde la armonía. Pero si se cree en la
armonía es negar la posibilidad del caos. Así es como nos encontramos,
agregaba, frente a una armonía común y otra armonía que no entendemos. Que lo normal es la normalidad, no al revés.
La filosofía del caos es una intención anarquizante que niega la causalidad.
Aun en las actividades de más riesgo, como es la minería, el alpinismo, la guerra, la tauromaquia, el limpiar ventanas en los
elevados edificios o caminar por el desierto, lo que rige es la causa y el efecto. Es lo que conocemos
como técnica. Y aun en el más elemental empirismo lo que habla es la
fenomenología. Por eso percibimos el movimiento desde la inmovilidad, el hambre
desde la satisfacción, el frío desde el calor, la soledad patológica desde la
sana asociación. El noventa y cinco por ciento de lo que se llama caos no es
más que la incapacidad para lo que conocemos como a
priori, el valor de lo predictible. De ahí que nos sorprenda lo imprevisto,
lo inesperado. El otro cinco por ciento pertenece
a otra lógica que fue diseñada desde
hace un millón de años y que desconocemos. Es cuando se habla de una
armonía preestablecida. Es una armonía establecida hasta el infinito que en lo
físico nos recuerda a los fractales. Pero como no podemos tener acceso a esa
otra manera de armonía es por lo que en
literatura se introduce la solución de deus
ex machina. Los anarquistas jóvenes ponían dinamita frente a los edificios
del gobierno, de viejos luchan ya por un contrato colectivo y de ancianos se
acogen a los programas de apoyo para la tercera edad... El “caos”, entre
comillas, es una normalidad en el
terreno de la metafísica, donde existen los milagros y la generación espontánea,
pero se hace el embrollo cuando se le quiere traer al terreno de las
matemáticas. Las cuerdas, los clavos y los mosquetones para escalar hablan de
una técnica dentro de la normalidad, no de un caos. Con esa técnica se aborda
la verticalidad y el extraplomo de la montaña que de otra manera parecería el
alpinismo una actividad azarosa,
imprevista, impredecible, aleatoria. Aun
el casco para proteger la cabeza es una medida contra el desprendimiento de una roca que llegara desde
arriba o bien prevenir una caída. Creer que el caos es el que rige nuestras
vidas es sólo un intento más contra la vida en armonía. Y el viejo minero
terminaba diciendo ¡salud! y pidiendo otra ronda.
- Yo luchaba por la libertad.
- ¿Por la libertad detrás de una ametralladora matando gente que
no pensaba como tú?, ¡Vaya noticia! - Me levanté con intención de marcharme
pero el marinero me asió fuertemente de un brazo.
- ¡Por favor, créeme! Por la libertad frente a todo. Tienes razón,
creo que todos estábamos locos. Progresistas detrás de una ametralladora. Cada
grupo buscaba su libertad sin importar la libertad de los otros. Las minorías
no tenían voz ni voto. Tienes razón, ahora lo acepto, pero así estaban las
cosas... La opresión venía de propios y extraños. Nosotros nos cuidábamos igual
de los comunistas que de los franquistas (algo me hizo recordar el momento
en que Cork y yo cruzábamos los campos nevados de los cinco mil de la
Iztaccihuatl y estalló el rayo sobre las rocas cimeras del glaciar de Ayoloco.
Con haber salido cinco minutos antes del refugio Esperanza López Mateos, en que
habíamos pasado la noche, la descarga eléctrica nos hubiera convertido en un
montón de huesos calcinados. La vida hubiera seguido igual sin nosotros y ahora
me pregunto por qué, para qué, seguimos con vida. ¿Para escuchar a este
marinero borracho?). Lo mismo les sucedía a los comunistas. Los franquistas
debían vigilar a libertarios y a comunistas. También a los falangistas... De
hecho tres sectores componían el Frente
Popular. Eran el socialista, el marxista y el libertario. ¿Puedes
imaginarlo? Las asambleas eran cinco o más horas de gritos.
- ¡Pues había que abrir bien los ojos para no perderse dentro de
todo eso! Sobre todo por la propaganda que producía cada grupo, ¿no?
- Y bastante. Los comunistas llamaban a este conglomerado: Frente
Popular. Nosotros preferíamos no llamarlo de ninguna manera.
- ¿Y entre las izquierdas, quién era más y quién menos,
numéricamente? ¿O quién era más fuerte que las otras?
- Al principio de 1936 la relación de fuerzas, de miembros
afiliados, estaba como sigue, si no recuerdo mal: El bando anarcosindicalista
contaba con un millón quinientos setenta y siete mil. Los socialistas con un
millón cuatrocientos cuarenta y siete mil y los comunistas con ciento treinta y
tres mil…
El marinero hizo una pausa para pedir otro trago de Gualferina y
chocar de nuevo su vaso con el mío. Cuando la muchacha de pantalones negros se
retiraba con la botella, le tomó el brazo, con suavidad. Le indicó, con la
atención de un padre, que se sentara junto a él. Le pidió que le llenara el vaso cuando notara que fuera quedando vacío. Agregó, señalándome: "también a mi
amigo…"
- Guillermo.
- Mucho gusto, Guillermo: Alejandro Bautista Jiménez, para
servirte. Sargento o algo equivalente al servicio de la República Popular. Hice
correr a muchos franquistas y muchos falangistas corrieron detrás de mí
tratando de darme muerte. Pero no lo cuentes, al final quedé como héroe de los
Internacionales.
Solamente una vez habló aquella muchacha y sus palabras tenían
autoridad. Cuando el marinero dijo que en la guerra española él había conocido
a gente que “escribía como nadie” dijo que en literatura nadie es original, todo
está dicho, lo que sucede es que lo decimos a nuestro modo muy personal y desde
nuestra situación y es aquí donde se da
lo original. Como escribir los números del uno al diez. En este momento mil
millones de niños en el mundo están aprendiendo el sistema decimal. Cada uno de
esos niños cree que es único. Lo cruel es que nadie dice el nombre de la maestra que le enseñó a escribir del
uno al diez. Agregó que el poeta John Berryman escribió una vez, refiriéndose a la poesía ambiciosa de los últimos seiscientos
años, que es mucho menos original de lo que los lectores pueden darse cuenta.
Esto porque una inmensa cantidad de ella
tiene fuentes directas, e incluso fuentes textuales en otra poesía, filosofía,
teología y prosa de todo tipo. “Yo misma
estoy repitiendo textualmente lo que el poeta dijo”. Ni el marinero ni yo
conocíamos a Berryman.
Después de eso la muchacha no volvió a interrumpir. Se levantó y
fue por la botella que le pedía el
marinero. Sólo que no fue un giro
natural al darnos la espalda sino, como lo hacen las modelos de la televisión,
para enseñar algo y, lo que la muchacha de El Pinar tenía, era mucho más que
algo.
- Eran pocos comunistas....Sólo hasta que se llevaron el oro español, Stalin
consintió en vaciar un poco sus cuarteles y enviarlos como voluntarios a España…Esperaba
que Franco acabara con nosotros y al final entrar ellos con más ganas y
quedarse con el pastel…
El marinero fue relatando cómo en los campos de batalla los
hombres luchaban por radicalizar la situación y otros trataban de mantener todo
dentro de la mesura. Los intelectuales que estuvieron allí, dijo, después han
idealizado la situación. Lo cierto es que no aguantaron mucho tiempo viviendo
la praxis. Abandonaron las ciudades españolas bajo la metralla y se fueron a
Paris a escribir sus novelas...Pronto afloraron los conflictos existenciales
que habían dejado en casa, se dedicaron a viajar y el drama de la guerra se fue
saliendo de foco en sus cuartillas...
Mientras tanto, las
ciudades de los frentes contenían gente de prácticamente todo el mundo. Eran
masas que no pertenecían a ningún partido. Al menos nadie sabía éste dato
porque las circunstancias apremiantes de la guerra no les daba tiempo de abrir,
en las oficinas coordinadoras, un expediente en forma. Por eso era que cada uno
de los grupos de las izquierdas decían
que eran de los suyos: todos eran comunistas, todos eran socialistas, todos
eran libertarios. Desde luego, como te digo, más tarde, con la ayuda prestada por la Unión
Soviética, en armamentos y combatientes, el número de afiliados al Partido
Comunista aumentó su membrecía…
Yo me encontraba en una asamblea, en Madrid. Lo mismo se discutía
hasta dónde convenía la participación sin reticencias con los comunistas, que
se veía el manejo de las armas. Aquí nos alcanzó la noticia que el resultado de
las urnas había dado origen a una sublevación armada en otra parte del pueblo
español. Empezaba la historia de Franco. Y es que la verdad que esa otra parte
del pueblo español había perdido por poco margen en las urnas. Sus puntos de vista no eran tomados en cuenta
porque sencillamente no había tribuna parlamentaria en dónde hablar. Aun si
hubiera sido una décima parte habría que haberla escuchado, más que la
diferencia por la que el Frente Democrático había triunfado, no era
considerable. No importaba la cantidad de votos. Lo que se hacía urgente era que el contendiente no hablara.
Lo que precipitó la
respuesta fue que la República Popular
empezó a quemar templos, violar religiosas y asesinar sacerdotes. Hacer esto es
condenar todo triunfo, les decía. Tarde que temprano los otros se organizan y
empiezan a contraatacar. Entra la inestabilidad económica, social y política.
La Revolución Francesa tiene muchas lecciones en ese sentido que se pueden
aprovechar, pero entonces nadie de nosotros lo pensaba. Por mi parte les
comuniqué, en cuanta asamblea pude hablar, la experiencia del Bajío de México de la que muy
recientemente se acababa de salir. Hice énfasis en que ese jacobinismo a
ultranza arrojaría muchos más soldados a alistarse a las filas de Franco que a
las nuestras. Sobre todo les dije una verdad que era difícil de tragar: la
Iglesia Católica es una institución milenaria que no tiene prisa. Igual que el Sanedrín
Judío. Ambos pueden ser duramente atacados en determinado momento en un país, pero en el resto del mundo se
estarán preparando para ir al rescate de sus hermanos. Sin excepción fui
duramente abucheado y visto como sospechoso de pertenecer a las fuerzas
enemigas. Como en esos días se fusilaba a cualquiera por menos de lo yo decía,
preferí no volver a mencionar el tema.
En nuestro pensamiento de
la democracia no había el principio de proporcionalidad sino el de exterminio.
Las minorías no solamente no tenían derecho de expresarse sino que no tenían
derecho a seguir existiendo. La radicalización fue absoluta. De hecho ya había
habido una larga preparación para este estado de cosas. Las condiciones
sociales estaban tan aceleradas en este país que en cinco meses, al principio
de 1936, se habían dado más de doscientos atentados. Las huelgas generales
rebasaban el número de cien y las huelgas parciales eran doscientas veintiocho.
Se habían registrado doscientas setenta muertes por esta causa y los heridos ya
contaban trescientos ocho...¿Te aburro con mi plática vieja?
-No, sigue.
-El panfleto y la propaganda partidista solamente contenían
palabras calientes. Estábamos conscientes que la mesura había sido desterrada
de la Península. Y también nos dábamos cuenta que si en algún momento hubo
sectores españoles que pensaron en la cordura y en la unidad, del exterior
llegó más y más combustible y la hoguera se encendió hasta alcanzar el cielo
mismo. En la asamblea de Madrid supimos que casi todo el ejército se había
puesto del lado de los rebeldes. Unión Militar fue el instrumento de oposición
dirigido en un principio por los generales Sanjurjo, Mola y Franco. El nombre
completo de éste pequeño y hábil hombre
era: Francisco Paulino Hermenegildo Teódulo Franco Bahamonde.
El Frente Popular de la
República Democrática tenía una atmósfera donde reinaba la confusión. Los
grupos eran numerosos y muy fuertes. Había que abrir los ojos, como tú dices,
para no extraviarse. Lo que yo pude distinguir es que eran nueve agrupaciones
bien definidas. Aparte de los dos bandos antagónicos Frente Popular - Unión
Militar. También estaban los países empeñados en dominar la escena española
para sus propios intereses. El cuarto grupo se encontraba dentro de las mismas
izquierdas, como te he dicho ya.
- ¿Y del lado contrario?
-Había por lo menos cuatro grupos. Todos con posiciones muy
encontradas. El famoso partido La Falange era contrario en un principio a las
fuerzas conservadoras, a la Iglesia y a los monárquicos. Los requetés, fuerza
armada, eran católicos. Cada grupo tratando de ser más fuerte en la guerra, en
la política y frente al pueblo, para poner en práctica su ideología.
-Muchos aseguraban de una manera romántica que los franquistas
querían conservar la explotación de las masas. Pero también aquella grandeza
que hasta entonces España había logrado en un trabajo centenario y que,
saliendo de los orígenes ibéricos, había evolucionado hasta conquistar el mundo conocido de entonces. Los comunistas
querían una sociedad diferente y nosotros a un hombre nuevo, iconoclasta. Al
estilo de Nietzsche pero que se pareciera más bien a Bakunin. No crean que fue
la novela de la guerra…- Ahora el marinero se dirigía a los dos. Por alguna
causa que entonces no entendí, tal vez para no aburrirse, Suleima se mostraba
interesada en la plática. Además ponía mucha atención en que el vaso del marinero no quedara vacío en ningún
momento -.La guerra española fue tan cruenta como todas las otras guerras. O
tal vez un poco más. Es revelador de ello el
ejemplo que ya he mencionado: El Frente Popular empezó a derribar
templos. Creo que ya lo dije, ¿no? En solamente seis meses, en el primer medio
año de la República, cuatro cientos diez templos habían quedado ya deshechos,
quemados o derribados, y el culto prohibido. ¿Pueden creer que esto estuviera
pasando en la tierra de los reyes católicos, de Baltasar Gracián…? Nadie
sospechó, dentro de la euforia revolucionaria, que la suerte había quedado
sellada para las posibilidades de las
izquierdas. Como dije, no me hacían caso
de lo que yo les decía respecto de la experiencia que México acababa de pasar
en este sentido en el Bajío. En efecto,
el resultado no se hizo esperar. Fue como una señal para que la España
nacionalista viera cómo los contingentes
requetés, y los otros, se armaran lo mejor que pudieron y se fueran a
los frentes de batalla a librar la nueva guerra santa. Cuando partían de sus
hogares se despedían para siempre de sus familias. Era un viaje sin retorno. Al
dejar colgados su escapulario y su rosario daban a entender que, en lo
sucesivo, se comportarían tan bestias de guerra como cualquiera de los que
andábamos en los otros frentes, acabando
con los que no pensaran como nosotros. En los cuarteles de los requetés se
repetía, en tonos sepias oscuros, una enorme litografía que mostraba a tres mil
mujeres católicas llevando a niños en brazos
de todas edades. Cruzaban entre dos grandes montañas con cráteres,
arriba de los tres mil metros de altitud, entre la noche, el viento y la nieve.
Huían hacia Colima. Huían de la violación y la muerte a manos de los soldados jacobinos
y enmarihuanados que perseguían a los cristeros. Aquella escena había tenido
lugar apenas una década antes en México. Cada vez que los requetés españoles
iban a entrar en acción veían, como un
rito, aquel cuadro. Se levantaban levemente la boina, como en señal de saludo,
se persignaban y acto seguido se lanzaban como fieras al combate contra
nosotros. Acababan destrozados entre nuestras bayonetas o sin detener el paso
nos cortaban la cabeza de un solo golpe de sable. La droga más poderosa no los
hubiera dejado más insensibles ante la muerte misma, que el observar aquella
escena del volcán de Colima. Ni siquiera el Vaticano se abstuvo de participar
en esta contienda, como sí lo había hecho en México. Desde el principio envió
cerca de Franco a un Nuncio. Y el primero de julio de 1937, cuarenta y tres obispos firmaron y publicaron lo que se
conoció como la "Carta colectiva de los obispos españoles". La suerte
estaba echada: En España la cosa sólo
podía acabar de una manera: en un baño mayúsculo de sangre. Ningún tratado de
paz observado por organismos internacionales
podrían salvar de eso al bando perdedor. El que éste fuera...-Empezó a
cabecear de borracho- ¿Cómo puede
entender esto el substrato del mundo
obrero y campesino si lee apenas un
libro por año? Su trabajo demasiado duro le deja fuerzas sólo para sobrevivir. ¿Tú
lees libros, Guillermo, o solamente ves noticias? Bueno, qué importancia puede
tener todo eso...Estamos en el Paraíso...Sí, tienes aspecto de ser un tipo que
lee libros... ¿Lees libros, Guillermo?
En ese momento me encontraba viendo hacia Suleima. Jamás podré
olvidar la profunda mirada que me dirigió cuando esperaba que contestara a lo
que me había preguntado el marinero. Pero no supe descifrar lo que se agitaba
en el alma de esa mujer...
- Bueno, se puede decir que leo libros...- lo dije con honestidad
porque sí leía libros. Aunque nadie me preguntó: ¿cuáles o cuántos?
Habían pasado las horas. El salón de hallaba lleno de gente alegre
que bebía y bailaba y hacía mucho ruido. De vez en cuando Suleima se ausentaba,
decía algo a algún empleado y regresaba a nuestra mesa.
Yo apuraba en ese momento mi vaso, que ahora era de cerveza Negra
Modelo. El otro ya no hablaba. Me di cuenta que el marinero estaba profundamente
dormido. La cara descansándole en el pecho, una mano sobre la mesa sujetando
fuertemente el vaso y la otra mano colgando en el aire. Aunque la muchacha
vertía a lo largo de la noche muy escasas cantidades de cerveza en mi vaso, la
verdad es que ya para esas alturas de la madrugada yo también sentía el efecto
de la borrachera. Levanté mi cerveza en dirección a aquella mujer, que seguía
siendo hermosa aun a esas horas avanzadas de la noche. Adoptando de pronto un
tono de bohemio, dije teatralmente un pensamiento que repetía desde mi juventud
en las veladas de estudiante o en las tabernas de las villas mineras de la
Sierra de Pachuca, en el momento de celebrar con pulque el feliz resultado de una ascensión:
"Admiremos el zumo de la parra; ¡fuerte es, y qué atractivo tiene! Sirve
en las dulces horas de la paz, y, en la guerra, resulta sorprendente; más, sobre todo, en el amor, es
el vino el recurso mejor.¡ Salud!" Y apuré mi último trago de cerveza
oscura.
A manera de explicación, le dije a Suleima que tenía un amigo que le decíamos Cork. Por
estos días se encontraba también en Carmen y había venido a buscarlo. Juntos
habíamos estudiado y en las horas bohemias cantábamos aquellas palabras, como
un himno. Algunas veces, el "Día del Geólogo" nos amaneció en el gran
patio del Palacio de Minería de la ciudad de México, con una cerveza en la
mano, un gorrito cónico de cartón sujeto por una liga que pasaba bajo la
barbilla, y los hombros llenos de confeti multicolor, cantando:
"¡Admiremos el zumo de la parra…!"
"¿Qué hará Cork? ¡Creo
que es hora de volver a las montañas! El esplín
acecha…Lo buscaré en este bello lugar y luego nos largaremos antes que el
Paraiso nos atrape…
- ¿Sabes Suleima?: tanta belleza cerca del mar hace daño a los que nacimos en las mesetas
altas. Si insistimos en permanece mucho tiempo aquí...- la miré directamente a
sus ojos y le dije, en tanto señalaba al
marinero: -.Yo sé frente a qué no puede ser libre éste libertario…Es bebedor.
Solamente bebedor. No come mucho. El alcohol es el más tirano de los
carceleros… Junto a él, Negrín, Stalin y
Franco serían unos boy scouts.
Fui a pagar la cuenta y regresé a la mesa. Antonio me había dicho,
señalando hacia nuestra mesa:
- Lo que diga la patrona
- ¿Qué patrona?
- Ella.
- ¿Suleima?
- ¿Suleima?- se rió.
No entendí que pasaba pero a esas horas de la madrugada no tenía
ánimos para investigar nada. Ni tampoco me importaba. De manera que, sacando
unos billetes, los dejé sobre el mostrador:
- Parece que eso es suficiente para cubrir el consumo, ¿te
parece?- saqué otro billete y le encargué al barman que se lo diera a Suleima.
Pero aquí se opuso de manera terminante:
- ¡No, eso no lo puedo hacer! Entrégaselo tú.. Perdóname
Guillermo.
-Está bien. Te lo agradezco.
Ella pudo haberse ido en
ese momento, pero seguía ahí. Más bien me sorprendí de encontrarla todavía. Creí
entender. Le alargué el billete... Rechazándolo, dijo que lo que ahora había
que hacer era ayudar al marinero. Y es que para una profesional como ella, el
trabajo en realidad no terminaba todavía. Pensé: "una verdadera geisha"
Quité el vaso de su mano. Pedí a Suleima avisara al vigilante que viniera a ayudarnos
para subirlo a un taxi. Faltaba poco para que amaneciera. Suleima me dijo que
me acompañaría hasta el hotel donde el marinero le había dicho, a manera de
comentario, que se alojaba. Estaba a unas cuadras.
- ¿Y… su horario?
La muchacha se sorprendió de lo que acaba de escuchar. Después se
rió con discreción antes de contestar:
- Yo no tengo horario… En realidad… Bueno, no importa…
Lo subimos a su cuarto. Bajé a pagar a la administración del
hotel. Desconocía la vida del marinero. Al pagar indiqué que no le molestaran
pues estaba descansando. Por último ordené que le llevaran comida a su habitación, hacia la media tarde.
Juntos salimos a la calle.
Un minuto más tarde estábamos parados en la banqueta de aquella población
costeña. Los primeros tonos cálidos la bañaban de manera intensa. El sol empezaba a salir de entre las aguas del
Golfo. Lo podíamos observar desde donde nos encontrábamos. Un medio círculo
enorme, intensamente rojo. A lo lejos muchos pelícanos se amontonaban. Era el
lugar en el que los barcos pesqueros, del extranjero, regresaban al mar miles
de toneladas de peces muertos. Su tamaño
no cumplía los requisitos del mercado.
Yo me acerqué a Suleima. Le
di un beso en la mejilla y me despedí. Realmente eres hermosa, le dije a la
pasada. Le alargué el billete. Ella veía hacia el fondo de la calle la mitad
del disco rojo. Me sujetó fuertemente del brazo. Me pidió con voz cálida:
- Invíteme a tomar una nieve, Guillermo- seguía apretándome con
una fuerza que no sospecharía en una mano tan fina.
Durante la noche, en el transcurso del monólogo revolucionario del
marinero, había escuchado mi nombre. Poco a poco se había ido interesando por
la plática. Fue cuando noté que servía con más empeño licor en el vaso del marinero y menos cerveza
en el mío.. Miré mi reloj. Me acerqué de nuevo a la muchacha y dándole otro beso, dije:
- Hace cinco minutos terminó mi turno de sibarita. Ahora iré a mi
hotel, dormiré una hora y saldré a correr a la playa - volví a alargar el
billete que introduje en la bolsa de su
gabardina -. Gracias - repetí y me alejé.
A manera de explicación, y ya que caminaríamos por la banqueta
siguiendo el mismo rumbo, le había dicho brevemente, ante su asombro (seguía
todavía algo locuaz por la bebida), palabras que le había escuchado a Cork en
el sentido que si no se es capaz de ser sobrio ¿ qué derecho se tiene de nada
más beber y beber o devorar comida de manera compulsiva? Y si no hay la
capacidad anímica de tirarse en posición, la más abandonada, en una hamaca, ¿por
qué no ver toda la enajenación que implica el mantenerse en movimiento
febrilmente durante catorce horas al día? ¿Por qué no olvidarse por completo de
su amada mientras se vaga por las montañas y luego volver a ella como el más
amoroso de los amantes? Algunos aman tanto, de manera sostenida, que acaban en
el divorcio. Comen, nada más comen, y el final es de lo más dramático. O se
empeñan tanto en el movimiento que ya no pueden parar, como los relojes de
Schopenhauer. O bien se vuelven tan indolentes que viene siendo como entrar en
vida latente mientras se mueve la
hamaca. El esplín, el sobrepeso, la
hipertensión… los mil nombres de la rutina sedentaria. Los que más pronto caen
consumidos por esta hoguera son los sibaritas que (como el marinero) beben pero que no comen ni corren a través de
las montañas. Por todo eso quiero y necesito correr un buen rato en la playa...
En fin, me parece que estoy diciendo cosas que, creo, le interesan apenas un centavo. Así pues, ¡Adiós!
Me voy a correr...Antes que me cubra el esplín.
Suleima me alcanzó. Metió el billete en la bolsa de mi chamarra de
cuero negro.
- ¡Espera, Suleima! - le dije -. ¡Lo ganaste. Te pasaste la noche
en nuestra mesa. Maña te buscaré para invitarte una copa, ya sin el marinero.
Por lo pronto ¡adiós!!
Por toda respuesta ella dijo:
- Mi nombre es Carmen…Carmen García Swan.
Y entonces fue ella la que se alejó. Mirando hacia arriba de la
construcción del hotel, dijo una especie de metáfora, refiriéndose al relato
que el combatiente nos había estado haciendo en toda la noche. Me sorprendió la
cultura que desde luego quedaba al descubierto con aquellas palabras y que, la
verdad, con dificultad pude entender
pues no era muy amplio el conocimiento que yo poseía de la historia reciente de Europa:
- Pues sí, Príamo y todo el valiente pueblo troyano sucumbieron
por el odio que les tenían Atenea y Hera. El juego que Inglaterra y Francia
hicieron con España, en 1938, ya había sido cantado por Homero dos mil
quinientos años atrás. - luego me miró furibunda, al tiempo que exclamaba: -.
Eres de los hombres que creen que las mujeres somos unas ignorantes. Ah, y
dijiste con toda exactitud el pensamiento de Poquelín…
- ¿Poquelín?
- Sí. El que se refiere al zumo de la parra.
La verdad es que hacía tanto tiempo que lo tenía memorizado, que
casi había olvidado a su autor. Y me era tan familiar que hasta llegue a creer
que era de mi inspiración. Sorprendido pregunté:
- ¿Oye, como sabes de…?- iba a decir algo pero Carmen ya caminaba
por la calle, a contraluz .Un poco picado grité:
- ¡Una de las reglas en este oficio de la noche es no decir jamás
el nombre verdadero!
- ¡Esas reglas no van conmigo!- dijo sin volverse. Se alejó de
prisa imprimiéndole movimientos violentos a la manga de su gabardina con la que
intentaba cubrirse. La vi marcharse de prisa por la calle color naranja sin
mirar ni una sola vez hacia donde yo estaba parado. Alcancé a oír que gritaba:
- ¡Tal vez María te guste más para tomar nieve, o cerveza o lo que
quieras…Es de la clase de mujeres que te ataren¡ ¡Pervertido! ¡Te felicito!
¡Después de todo qué me importa! ¡El mundo está lleno de hombres solteros en
busca de una mujer!
La vi pararse de pronto. Se volvió y, hecha una furia (como Medea), me gritó con el
rostro descompuesto:
- Es más fácil conservar un imperio, que saber conservar un
matrimonio, ¿he Guillermo?-. Después siguió su camino.
No entendí lo que me decía pero noté que, de pronto, aquel
pantalón negro se había vuelto todavía más sugestivo. Como estaba seguro que
jamás volvería a encontrar a aquella
muchacha de El Pinar, la contemplé con toda intensidad. Me oí decir a mí mismo:
"Qué barbaridad!" y Luego de un momento agregué: "Pues bien
Carmen García Swan, ya puedes irte con todas y tus excepcionales nalgas al
mismo infierno…Después de todo mis vacaciones no incluían enredos con mujeres
neuróticas...¡Al Diablo!"
Cuando eché a caminar pensé que esa mujer había dicho una verdad.
El mundo está lleno de hombres y mujeres solos. ¿Por qué alguien tendría que
unirse a otra persona en unión tradicional eterna? ¡O simplemente unirse!
Siempre me pareció que las mujeres eran lindas a la distancia. El mundo está
lleno de mujeres que sueñan en sus madrugadas de soledad acostarse con un
hombre cualquiera, con tal que sea hombre. Es decir, con tal que sea macho.
Traté de sustraerme a este momento tan cálido y a la vez
conflictivo que estaba pasando en la isla. Pensé por un momento que el virtual accidente que pueden sufrir los
hombres, mientras escalan, está en
relación a que lo normal en el valle no tendría por qué darse los accidentes.
Todo está regulado. Dos clases de lógica. En el valle lo que se espera es que todo
trascurra con las normas establecidas, con peligros prevenidos en los
reglamentos. En la montaña se procede conforme a un potencial peligro que tiene
muchas probabilidades de darse en
cualquier momento. Al estilo del paseante desapercibido que va el domingo por
Central Park de Nueva York arrojándole migas de pan a los pajaritos. Y el
soldado, en plena acción de combate, que debe proceder contra la muy probable
presencia del caos. Son dos lógicas. La que vemos cotidianamente y la que no
vemos pero, que por su manifestación del caos, me dije, es seguro que existe. Esta
otra lógica está documentada desde los tiempos de Eurípides.
Algo, que resultaría fatal para mi tranquilidad de ánimo, fue
aquel pensamiento que me vino a la cabeza: "Guillermo, puedes jurar que en
este mundo no abundan ese tipo de nalgas que hayan leído a Poquelín." ¡Oh,
diablos, con otras mujeres suele ser fácil descubrir su ardid! ¿Aquí cuál es la trampa, su trasero o
Poquelín? Sin moverme de mi sitio en la banqueta, ya un poco lejos, miré
también hacia la ventana de la habitación del segundo piso donde se encontraba
durmiendo el marinero. Hice un ademán y pregunté en voz alta: “Camarada, ¿quién
las entiende? ¿Es verdad lo que dice Maugham, que las nalgas de una mujer
van acompañadas de su neurosis? ¡Dios me
libre!"
En lo alto sólo se oía roncar. Roncaba de manera brutal, como
roncan los marineros que sueñan con defender la ciudad de Madrid, sitiada por
tercera vez por un ejército que amenaza con arrebatarle su sueño. Pero este
ejército ya no es el de Franco. En las barricadas de los libertarios pegaba la
metralla de los comunistas…comunistas de segunda línea pues los jerarcas ya habían
volado para París… Y en Paris había un ejército de escritores haciendo novelas
de la guerra de España…
Dos calles más allá, frente a la playa con el viento cálido y
alguna ave cruzando el disco rojo, la
muchacha tuvo como un estremecimiento.
Recordó, de manera fugaz y sin poder explicarse por qué le venían a la
memoria, algunas palabras de Goethe... Se apresuró a impedir que siguieran su
curso y pronto las ahogó sirviéndose de la rabia que aun le salía por los ojos. Solamente acertó a
decir: "Pues bien, que Goethe y ese tal
Guillermo se vayan al infierno…Los dos juntos y agarrados de la
mano".
2
Ni siquiera salió del aeropuerto. Ahí mismo alquiló
un helicóptero: “A Jonuta”, le indicó al piloto. Volaron sobre la Laguna de
Términos en dirección suroeste hasta llegar al estado de Tabasco. El piloto era
un parlanchín. Iban sobre las nubes blancas y miró hacia arriba, entre el cielo
azul intenso.
- ¿Sabe que nuestro universo está vivo?
Se asomó por la ventanilla y miró a lo azul sobre sus cabezas.
- ¿Está vivo?
- ¡Como usted y como yo!
- ¿Lo cree?
- Tiene emociones.
- ¡Ah!
- Planos vibratorios energéticos...Créame: yo vivo
en las alturas. Le aseguro que más de una vez he visto a los silfos. ¿Sabe que
son los silfos?...Seres que viven en el aire...
Dos helicópteros habían salido también de la isla
casi al mismo tiempo que ellos. Cada uno llevaba a quince pasajeros. Se
dirigieron veloces hacia el norte, en dirección de las plataformas petroleras.
Eran obreros que iban a relevar a los que ya tenían dos semanas viviendo en
doscientos metros de construcción metálica entre las olas del mar, noventa
kilómetros mar adentro de la costa. “Ni
siquiera cien años de trabajo en ese lugar les quedan a partir de este día”,
pensó...Trataba de ubicar la cultura a la que aquel hombre se estaba refiriendo
cuando le oyó preguntar:
-¿Va a las figurillas de Jonuta?
- Sí.
- ¿Cómo regresará?...Digo: ¿lo traeré de vuelta?
Hizo una señal hacia adelante. En el fondo un largo
camino de agua daba vueltas descendiendo hacia
Términos.
- Navegaré por el río.
-¿Está loco? ¡Acabará en la panza de los animales de
las marismas!
- Lo intentaré.
- ¿Tiene experiencia?
Su familia irritila, habitante de las llanuras del
estado de Chihuahua, conocieron a los hopis hacia el siglo decimotercero.
Llevados por las manadas de caza, al retirarse el invierno, los irritilas
alcanzaban los paralelos del noroeste, de lo que más tarde sería la Nueva
España. Después de entrar en contacto, algunas familias de hopis y de navajos
“bajaban” en el riguroso invierno del norte hasta los candentes paralelos
irritilas.
- Soy del desierto. Allá no hay una gota de agua. Pero una vez navegué por el
Papaloapan. Me metí en una lancha y durante días me dejé llevar por la lenta
corriente. Comía y dormía en la lancha. Los yacarés miraban desde las riberas. En ocasiones me
seguían durante un tramo. Les sacaba la lengua y se marchaban... En Alvarado
salté a tierra, antes de llegar al mar...
- ¿Cuándo regresará a la isla?
- En tres días.
- En cuatro va a tener lugar un concurso de
bebedores de cerveza. En Punta Real. ¿Es bueno para tomar cerveza?
- Sí.
- Debería inscribirse.
- Ya lo hice. Envié un mensaje por computadora a don
Santos. ¡Lo conoce, seguramente!
- Es mi tío... Yo también voy a competir.
Lo miró de soslayo.
- Le sugiero que se retire.
- ¿Por qué
- Perdería.
- ¿Cómo lo sabe?
Le contestó sin hacer énfasis:
- Lo que sé es que voy a ganar.
- ¿Por qué se siente tan seguro?
- Está escrito en las estrellas...
El piloto no le creyó. Se rió a plena carcajada:
-¿Sabe que he sido el campeón de esos certámenes por
cuatro años consecutivos...
- Su record terminó. Créame. Se lo digo como cliente
y como amigo.
Al despedirse en Jonuta le volvió a decir:
- Si insiste en concursar, le sugiero que no
apueste...
*
* *
Pasó la
mañana en el museo observando las figurillas. Periodo clásico tardío de la
cultura maya en todo su apogeo. Figuras humanas y de animales representados en
barro. Los detalles de un mundo antiguo a través de la economía, el desarrollo
cultural y la tecnología. Destacaba el comercio, la arquitectura, la
organización social y política. Lugar aparte tenían la religión y la ciencia.
Al salir le
fue necesario cerrar los ojos durante un buen rato, obligado por la intensidad
del sol. Luego se dirigió a comer al mercado, en la calle Miguel Hidalgo y
Escobedo. Cerca estaba la margen norte
del caudaloso río Usumacinta.
Apenas puede
imaginar alguien la riqueza de comida que se encuentra en el lugar. Junto a los
guisos convencionales de las ciudades estaban las grandes cazuelas con animales de la región. Tortugas en mole rojo.
Una tortilla con chapulines preparados estilo Oaxaca. Otra con jumiles vivos que se apresuraban a salir
de la boca antes de ser engullidos. Al triturarse despedían un fuerte olor a
menta. Luego bebió una cerveza “Cuauhtémoc”.
Un pordiosero profesional, de los que hay cinco
millones en el país, pide una moneda para comprar una taza de café. No está
pidiendo una moneda cualquiera sino algo más de un dólar. Su técnica es
ingeniosa y simple. Lleva dos o tres pesos que hace sonar en la mano y dice:
“Puede completarme para un café”. Recibe la moneda del compadecido católico y
sale por la otra puerta del establecimiento sin comprar el café. Cinco horas más
tarde de deambular por el mercado habrá ganado tanto dinero que ningún profesor emérito de la universidad, con
titulo de doctorado en ciencias suplicadas, se podrá imaginar siquiera poder ganar
en una quincena.
El resto de
la tarde caminó entre los montículos arqueológicos, en el lado este de la población.
Todavía se podía apreciar que Jonuta está edificada sobre un terraplén
artificial, de los tiempos prehispánicos. En la actualidad la gente vive en los
mismos lugares en los que hace muchos siglos vivieron otras gentes.
Se dijo que se necesitó un gran esfuerzo de
continuidad en la construcción de esta ciudad, empezando por su inmensa
plataforma de basamento. No ha quedado información de la sociedad que la
edificó. Pero empresas de esas
dimensiones se llevan a cabo solamente si se logra la fórmula con los
componentes de tradición, autoridad, técnica y fuerza de trabajo, durante
siglos. Aquí no caben las veleidades del esfuerzo individual. Concluyó que
Jonuta debió haber sido un centro de poder que dominara militar y culturalmente
una extensa área de la región por mucho tiempo.
Al caer la tarde buscó la ribera donde se unen
los ríos Usumacinta y Palizada. Observó con atención las marcas superiores dejadas
por el agua. En un montículo, tres metros arriba, levantó la tienda, que extrajo de su mochila. Algunos hombres,
viejos y jóvenes, fueron a platicar con él forastero. Le preguntaban cosas de México. Cada vez debía investigar a
qué México se referían. ¿Al país, al estado o a la ciudad? Después les contaba
que en el norte existen inmensas extensiones de tierra árida: “Se
puede caminar durante horas sin encontrar un árbol”. Los habitantes de Jonuta, unas
verdaderas nereidas, no podían imaginar que en alguna parte existiera un lugar
así.
Se le
ocurrió que su viaje a Jonuta tenía que ver más con él que con aquel pueblo.
Pensó en los miles de turistas, propios y extranjeros, que cada semana suben y
baja, como diligentes hormigas, las pirámides de la ciudad sagrada de
Teotihuacan. ¿Quién soy, qué fui, esto hice, para qué lo hice?
Alquiló una
canoa india para navegar durante días,
descendiendo sesenta kilómetros por el río hasta Términos. Al llegar al otro
extremo dejaría esa nave en la casa de José Chac, al finalizar el río, en la
margen izquierda de Boca Chica de la Laguna del Este, frente a las aguas de
Términos. Su dueño, habitante de Jonuta,
la recogería en la semana siguiente o alguien se la llevaría.
En el
amanecer, cuando dio el primer golpe de remo sobre la superficie
invisible del agua, sintió que por fin empezaba a echar su idea de hacer esa
travesía. Fue el momento preciso que su cuerpo y su voluntad adquirió la
tensión necesaria para moverse por semejante hábitat. Tenía un modo casi ritual de predisponerse a la lucha. Al
terminar su maestría se encontró en la situación de buscar empleo y, quizá, con
el tiempo, ser un ciudadano rico. Sería respetado y conocido. Si alguien lo
descubría para la política, hasta presidente de la república podría llegar a
ser. Gente de cine, cantantes o por completo desconocidos, lo habían logrado
antes.
Pero no.
Siempre fue un cabeza dura. La noche que lo llamaron sus padres para diseñar su
futuro de comerciante, él les salió conque quería marchar a la ciudad lejana a
estudiar una carrera universitaria en el campo de las ciencias exactas.”¡Ni más
allá ni más acá!”, les había contestado.
Eso provocó que se reunieran los ancianos de la etnia y consideraran el caso.
Esa noche, antes de empezar a hablar con él, en tono
cálido y conciliador, hicieron las prácticas hieráticas que realizaban desde hacía miles de años. Exactamente igual.
Sin variar ni una palabra ni un ademán. Sin cambiar siquiera, cada uno de los ancianos, el lugar
y la orientación geográfica que cada uno de ellos ocuparan desde su primera
intervención en los asuntos del pueblo. Eso, le decían, le daba cohesión al
grupo a través de los lugares y las generaciones. Algunos que intentaron
cambiar el rito, a título personal, en nombre de la libertad, acabaron en la
secta y finalmente se disolvieron. Olvidaron que la unión del grupo era el
medio para buscar el bien estar de todos. Se perdieron para siempre entre la
multitud sin rostro de lejanos y desconocidos hacinamientos de gente. En el
eclecticismo disolvente de la ciudad.
Los viejos escuchaban asombrados, entre incrédulos y
felices, que el niño quisiera dedicarse a “eso de la ciencia”. Sabían que tal
empresa traería calidad a la vida del grupo pero que requeriría esfuerzos
enormes de parte de todos.Tres semanas después, cuando vieron que no podían (en
el fondo no lo deseaban) hacerlo cambiar de opinión, fue cuando su padre lo
acompañó a la pequeña estación ferroviaria
del desierto. Diez días antes había escrito a otros de su misma etnia,
que desde hacía por lo menos ochos siglos vivían en la lejana ciudad de México,
para que fueran a recibir a su hijo.
Ahora, con el título de la maestría en las manos, se
quedó imaginando su promisorio futuro trabajando para la iniciativa privada.¡O
incursionando en la política! Pero...Esa mañana se encaminó a inscribirse para
llevar las materias del doctorado. Fue cuando dijo: “ ¡Ni más pobre ni más
rico! Dudo que me conocerán ni siquiera en la calle donde vivo y tendré que
cuidarme que los perros no me vayan a confundir con un poste.”
La mañana que él y yo nos echamos al hombro la
mochila de ataque para empezar a escalar la pared sur del monte Amehgino, en lo
alto de la cordillera de los Andes, le oí decir, diez metros atrás donde me
encontraba atado con la misma cuerda: “¡Vamos Guillermo, ni más vivos ni más
muertos!” Y cuando el año pasado dimos el primer paso para introducirnos al
peligroso Desierto de Altar, y emprender su travesía a pie, también había
dicho: “¡Ni más jóvenes ni más viejos!, ¿eh Guillermo?”. Esta madrugada, al dar
el primer golpe de remo sobre el agua del río Palizada, dice que exclamó: “ ¡Ni
más seco ni más mojado!” Y empezó a bogar lento entre la noche, en dirección de
la gran laguna.
Y en tanto bajaba por el río recordó cuando, tres
días más tarde estuvimos de regreso en nuestra tienda, al pie del Glaciar de
los Ingleses, después de vivaquear dos noches en la pared del Amehgino. Metido en su saco de dormir, bebiendo un café
negro americano, dijo que cualquier deporte del valle confirma, todos los días,
la prueba de la evolución por la que tuvo que pasar la bestia hasta llegar
a humano. El béisbol, la natación, el
boxeo, el atletismo: reflejos y coordinación. Los antropólogos saben que este
momento llegó cuando coincidieron los mecanismos de las manos, el cerebro y los
ojos. Después de dar un sorbo agregó: Pero el alpinista cuestiona estas limitaciones
(nunca falta alguien así). Quiere ir más allá. Desde hace mucho intenta vencer,
sin artefactos ni subterfugios, la gravedad, esa razón directa de la masa en
relación inversa del cuadrado de su distancia. Ese empeño ya a costado muchas
vidas. No obstante, él sigue en su afán de escalar lo inescalable. Innumerables
ocasiones lo ha logrado. Pero aun queda una zona que le está vedada. En todo
caso hay que preguntarse si la bestia que salió de las cuevas, y conquistó las
estrellas, no podrá dominar al fin ese
último reducto del extraplomo.
En el
anochecer del primer día llegó al pequeño poblado de Palizada. Apenas unas diez chozas. En el lugar que se metió a comer preguntó por un lugar para dormir:
“Cualquier lugar donde pasar la noche. O un solar en el que pueda levantar mi
tienda”. La idea era que no lo consideraran un intruso que llegaba a ese lugar
y disponía sin más de lo que se le antojara. Una mulata de treinta años de
edad, y senos protuberantes, le ofreció su casa: “Ahora la familia anda lejos y
hay mucho lugar disponible” le dijo. Con
delicadeza declinó la oferta. No era amigo de enredarse entre faldas sin
conocer el terreno que había bajo sus pies. En cambio aceptó el ofrecimiento de
un muchacho de su edad. Lo presentó con su familia, un padre viejo y cinco
hermanos. Tres hombres y dos mujeres. El era de
edad intermedia entre todos. Se desvelaron un poco platicando y tomando
café negro. El padre le preguntó si apetecía un trago de licor.
- No bebo licor...Sólo Gualferina, que es algo así
como plomo derretido...
-¿Una cerveza?
- En unos días más debo tomar parte en un concurso
de bebedores de cerveza - dijo-. De manera que prefiero reservarme hasta
entonces.
- ¿Un concurso de cerveza?- preguntó uno de los
muchachos.
- ¡Así es!
La muchacha mayor preguntó:
- Eso quiere decir que es resistente para beber.
¿Cuántas cervezas puede tomar?
- Regularmente tomo una o dos...En plan de
competencia siempre tomo dos más, después que el último se ha rendido...
- Pero, podría tomar más de la dos que ha
mencionado?
- Podría seguir tomando cuatro días más...
- ¿Cuál es el secreto? - preguntó interesado el
padre.
- No es cuestión de maña...Sucede que nací bajo el
signo de Ome Tochtli...A ustedes puedo decirlo dado lo aislado que se
encuentran...
El viejo exclamó al escuchar esas palabras:
- ¡Oh! ¿Ome Tochtli?- con lo que quería decir que
sabía de lo que se trataba- ante la mirada de extrañeza de sus hijos, se limitó
a decir:-. Es parte del Calendario...Lo que está escrito ahí...
- Así es.
El jefe de la familia dijo:
- Dios
proteja a sus adversarios...
- No puede protegerlos. Es cosa de ego. Usted sabe:
libre albedrío. El ego pierde a los jugadores y la ambición a los apostadores.
Siempre rebasan, y con mucho, su capacidad de resistencia. Algunos se alimentan
mal y pronto sucumben...
Después de la cena, Toci, la mayor de las muchachas,
le preguntó si podía leerle algo de Tolstoi. Estudiaba letras en la Universidad
de Campeche y le habían dejado escribir algo del escritor ruso. Quería que le
diera su opinión del trabajo. Cork se quedó sorprendido de encontrar en aquel
mundo, prácticamente perdido entre las marismas, una manifestación de cultura
como la que acababa de escuchar.
- Por supuesto- dijo-
Toci corrió a su habitación y en poco tiempo estaba
de regreso. Cuando empezó a leer sólo quedaron el hermano mayor y una hermana
chica. Los otros se disculparon. Unos se fueron a dormir y otros a encontrarse
con sus amigos para la acostumbrada charla después de la cena.
Mientras Toci leía, él se acordó de aquella ocasión
que, luego de dejar atrás la cordillera de los Andes, nos encontrábamos en la
ciudad de Mendoza. La hija de una mexicana y un argentino, con la que nos
cruzamos en la calle, nos había detenido de pronto: “¡Supongo que ustedes son
mexicanos!” espetó a quemarropa. Nos invitó a cenar a su casa. Por el
trayecto explicó que sus padres se
habían casado por correspondencia. Ella en Guadalajara y él en Buenos Aires.
Enseguida tomó el avión y jamás volvió a México. “Son gente sencilla”, dijo.
“Mi padre es estibador y mi madre cuida del hogar”. Eran felices y tuvieron
cuatro hijos. Ella era la de enmedio. Desde entonces su madre aprovechaba
cuanta ocasión podía para charlar con los con mexicanos que llegaban a Mendoza, con las expediciones que se dirigían
a ese sector de la Cordillera de los Andes.
Nos recibieron con enorme gusto y grandes muestras
de bienvenida. Churrasco y exquisito vino tinto de Mendoza y San Juan. El vino
lo vendía “suelto” y era más barato que
el embotellado. Nos pareció tan delicioso su sabor que no dudamos en asegurar
que era lo más delicioso en vino que ambos habíamos probado.
Dos horas más tarde el padre de la muchacha recordó
versos de Amado Nervo y algunos de Sor Juana Inés de la Cruz. Se refirió a la
obra culta de don Francisco de Sigüenza y Góngora, Alfonso Reyes y a la
Filosofía Náhuatl de Miguel León Portilla. Había cosas de México que estábamos
escuchando que ni siquiera Cork conocía.
Y, de pronto, el viejo argentino dijo: “¡Ahora ustedes cuéntenos algo de los
escritores argentinos!”. Todo lo que yo conocía eran unos cuentos de Cortazar.
Pero hasta ahí. Cork se defendió mejor. Sabía de Sarmiento, Ingenieros, José Hernández, Ricardo
Güiraldes. Desde luego su autor favorito era el general Lucio V. Mansilla. De
todas maneras esa situación nos hizo ver lo poco, o nada, que nos conocemos
entre los americanos que hablamos el español.
Una impresión parecida, me contaría más tarde, fue
la que recibió aquella noche en el caserío de la inmensa ciénaga.
“Leer a Tolstoi es haber conocido algo de lo más
bello que se ha producido en el terreno
de la literatura. Se trata de un maravilloso dominio de lo sencillo para
relatar cosas por demás humanas....Pero escribir quiere decir vivir, observar,
leer y procesar. Esto pudiera interpretarse como visitar los infiernos y viajar
al Olimpo. Y hay algo de cierto en eso. Difícilmente, alguien que no sea homosexual, puede llenar excelentes
cuartillas llenas de perfume, como lo hizo Oscar Wilde, en El Retrato de Dorian Grey. O quien no sea
santo no puede escribir con la
impresionante sencillez que encontramos en Las Florecillas, de San Francisco de
Asís. ...Tolstoi tenía un infierno y un cielo en su cerebro y en su alma. Esto
lo expresaba con su pluma sobre la cuartilla del papel en blanco. Igual que
hacía ese otro grande de la literatura rusa que es Dostoievski. Para la
creación de sus personajes pobres, Dostoievski casi no tenía dificultades. Sólo
necesitaba describir su propia vida y su
ambiente social. Con frecuencia se la pasaba sin comer por falta de dinero, y
tenía que vivir en ambientes sórdidos marcados por la miseria...Tolstoi, en
cambio, rico y con extensas posesiones en diferentes lugares de Rusia, debía
que investigar qué era eso de ser pobre. Tener hambre. Tener frío por no
disponer de una frazada con que cubrirse. Una de sus grandezas como persona y
como escritor fue que se iba a vivir entre los pobres. Así aprendió a
comprender sus necesidades y sus limitaciones. Sus vulgaridades. Sus noblezas
de espíritu y sus casi inocentes egoísmos...Escribir de la vida para
Dostoievski fue algo natural. Para Tolstoi significó una verdadera conquista.
Se la pasaba observando y preguntando. Le preguntaba a sus criados, al herrero y al de palacio.
Igual que Oscar Wilde, ponía mucha atención a lo que hablaba la gente, conocida
o extraña. De pronto podría saltar en el otro la palabra, frase o idea. El, con
su destreza, la convertía en un cuento, relato extenso o una gran novela. Así
le llegó la idea de la trama de Ana Karenina....Tolstoi sabía ver también más allá de lo concreto. Es
conocida su aversión que tenía por Beethoven. Cuando la Novena Sinfonía había
conquistado al mundo, el escritor se expresaba mal del músico y de su obra. Sus
mismos amigos y admiradores no lo seguían en este punto. Finalmente tuvo que
admitir que, creadores como Beethoven, tenían un poder sobre la gente que
ejercían a través de su música. ..Si hubiera padecido la miserable enfermedad
de nuestros días, de hablar pero no escuchar, o de cortar la palabra cuando el
otro empieza a expresar algo, Tolstoi quizá no hubiera pasado de escribir algo
sin trascendencia. Ni siquiera para su pequeño lugar de Yasnaia Poliana, donde
vivió toda su vida.
Mucho antes de llegar a viejo, Tolstoi ya era
mundialmente reconocido y venerado como un gran escritor. Esto de conocido no
le venía de haber sido escritor contra el gobierno o por haber defendido al
gobierno, como sucede con algunos en México. El era un ermitaño que procuraba
permanecer lejos de todo eso. Huía de la fama misma y de los homenajes.”El
orgullo de los literatos, que se juzgan una casta privilegiada, le indignan” escribe uno de sus
biógrafos. Tenía sus fans, a los que
se les llamaba “Los tolstoianos”. Siempre lo rondaban, contra su voluntad, de
cerca o de lejos. Pertenecían a todos los estratos sociales de su país. Desde
los campesinos que apenas sí sabían a qué se dedicaba aquel amable conde, hasta
gente de letras y de la corte. Hay varios casos de personas de la alta sociedad
rusa que, de plano, le pidieron que los admitiera en su casa con tal de vivir cerca de él. Así lo
hizo y así vivieron. ..De los ejemplos que tomaba de la vida real (Dostoievski
hacía igual) para construir sus argumentos, se cuenta el drama del Cadáver Viviente. Se inspiró en el
hecho real de un hombre que simuló ahogarse en el río,
dejando sus ropas a la orilla. Después vagó por el mundo sin nombre y sin
existencia civil. Para su novela cumbre, La Guerra y la Paz, dispuso de todo el
material (y el ambiente original de la posguerra todavía fresco en la sociedad
rusa) que requirió. Por una parte él era de la realeza y conocía la vida de
Palacio. Y la guerra de Napoleón contra Rusia apenas tenía un cuarto de siglo
de haber pasado. Tolstoi nació en 1828 y murió a los 82 años de edad...La
novela de Ana Karenina se inspiró en el hecho, también real, sucedido en un
pueblo llamado Yasenki. Cerca vivía la familia Bibikov. Ana Stepanovna, la
esposa de un individuo llamado Bibikov, se ponía celosa de las ayas que
entraban a trabajar a su casa. Pensaba que su marido las cortejaba. Un día Ana
desapareció de su hogar. Al tercer día se le vio en la estación de Yasenki.
Cuando pasó el tren se arrojó a sus ruedas y así murió. Dejó una carta para su
marido que decía: “Tú eres mi asesino. Sé feliz con ella, si los asesinos
pueden serlo. Si lo deseas, puedes venir a ver mi cadáver, sobre los raíles, en
Yasenki...”
Al terminar de leer, Toci se le quedó viendo. Con la
mirada buscaba su opinión. Tolstoi resultó uno de los escritores que no eran
ajenos a Cork. Le era infinitamente más familiar que los escritores americanos
del idioma español. Conocía mucho de su extensa producción literaria y bastante
de su biografía. Si bien, hacía por lo menos diez años que no había vuelto a leer algo del ruso. De todas
maneras acertó a decir:
- Tiene perfiles, por demás interesante, la vida de
Tolstoi. Tu te has avocado únicamente a su faceta de escritor, ¿no es así?
- Es correcta su apreciación.
- Bien, me gusta tu semblanza. Creo que solamente te
faltó incluir la presencia de Soria Andreievna, su esposa, en el terreno de las
letras. Toda la enorme ayuda que proporcionó a Tolstoi en la revisión,
ordenación y conservación de sus manuscritos. Solamente las siete revisiones
que hizo al manuscrito de La Guerra y la Paz, antes de enviarlo al editor,
valen un monumento en bronce, ¿no te parece?
- Se ve que le gusta leer, ¿es así?
- Sí.
- Cuénteme de sus experiencias con los libros. Me
siento inclinada en seguir esa orientación en la universidad y tengo interés
en todo lo que pueda relacionarse con
ello.
- ¿De veras?- Se sorprendió. Sabía que hay países en
el planeta en que se lee un promedio de treinta libros por individuo al año.
Los datos oficiales de la autoridades
informan, de vez en cuando, que son dos los que se leen en el país. Una
loable autocrítica. Los mejores esfuerzos para lograr que se fije el hábito de
la lectura en la población no han dado resultado hasta ahora enmedio del
pantano aparecía alguien que se interesaba por los libros.
- Es difícil imaginar la vida cuando no se tiene
cerca un libro. Sin embargo también tiene sus riesgos.
- ¿Por qué.
- Me figuro que el que lee más libros con relación
al promedio que se lee en ese país, tendrá mayor información que la media. Esto
debe ampliar sin duda los grados de su horizonte existencial. Pero también, si
no tiene una base desde donde analizar ese material, puede quedar convertido en
un Frankstein cultural.
- ¿Cómo sería eso?
- Con fracciones de muchos escritores. Todos ellos
nos enriquecen, pero a reserva que no perdamos nuestra identidad.
- ¿Será posible eso?
- Acuérdate de lo que te digo. Alguna vez conocerás
un monstruo de la cultura pero que, sin embargo, cuyos pensamientos tendrán una
obvia incoherencia.
Toci, la del sureste, tenía entonces veintitrés años
de edad. Era una mujer hermosa, de tipo maya, y de cuerpo que podría servir de
modelo a los pintores y escultores. Agradeció la sugerencia y prometió que
entraría en detalles en el papel de la esposa del escritor. Pero no era de las
que se lamentan de no haber tomado el tren cuando éste ya se encuentra lejos.
Le explicó que estaba interesada en seguir escribiendo de Tolstoi. Tal vez ese
sería el tema de su tesis.
- ¿Puede decirme otros aspectos del escritor?
- Como creyente, su vida en el matrimonio, como
pedagogo, como mujeriego, como jugador...
Toci quiso entrar en seguida en otro terreno:
-¿Lo simbólico en Mallarme?
Levantó la mano, casi sin pensarlo, como algo
instintivo, y negó con la cabeza.
-¿Para
entonces, de Manuel Gutiérrez Nájera?
Volvió a negarse. Esta vez la muchacha se fijo en
los dedos cerrados de la mano. Mencionó otros nombres pero siempre encontró la misma respuesta, con la mano
haciendo un alto hacia ella...
- ¿Por qué?- preguntó Toci.
Guardó silencio. Se acordó de William Carlos
Williams: “Una joven alta sin sombrero con delantal/ Su pelo restirado hacia
atrás, parada en la calle/ Un pie calzado con media, rozando la acera/ Su
zapato en la mano. Examinándolo con cuidado”
o ese otro: “ “Cuando era más joven era claro para mí...” Cómo olvidar a Nájera cuando empieza: “Quiero
morir cuando declina el día, en alta mar y con la cara al cielo...” La muchacha
volvió preguntar:
-¿Por qué?
Interrumpió su evocación. Sintió que los ojos...
Simplemente dijo:
- Considero que sigo perteneciendo al mundo de los
primates. Debido a eso me aferro a mi prosa antropomorfa. Al echar mano de mi
escritura intelectual es para describir algo que ha sucedido y sigue haciéndolo
sin mi intervención. No me afecta más que cuando veo un film en la pantalla de
la sala del cinematógrafo. Naturalmente, un investigador científico también
tiene emociones al escribir. Sólo que le está prohibido manifestar lo que
convencionalmente hemos llamado emoción.. Hay quien lo hace. A los científicos
emocionales les llaman locos en lo inmediato. Un siglo más tarde el mundo puede
referirse a ellos como visionarios. ¿Puedes imaginar que alguna vez las
Antillas estuvieran frente a la estadounidense ciudad de San Francisco, en el Océano
Pacífico? ...Los poetas, en cambio, en
sus escritos nos ofrecen la síntesis de la emoción y el intelecto que para
ellos ha significado este o aquel episodio de su vida. Quirarte describe la
poesía de su alma cuando se refiere al parque de San Fernando, de la colonia
Guerrero... Han dejado de ser humanos...Eran
seres equipados de una enorme carga de emoción e intelectualidad. Su
figura, originalmente antropomorfa, se fue transformando en una especie de
holograma...
Tal vez la muchacha comprendió la intensa emoción
que lo llenaba. Luego dijo:
- ¿Podría ayudarme en esta tarea? Quiero decir, con
Tolstoi?
Vio una encantadora mirada que le suplicaba que
dijera que sí.
- No veo cómo. Mi mundo...En realidad me encuentro
lejos de mi mundo. Mañana temprano seguiré el
camino hacia la Laguna. Después iré a la Isla del Carmen, regresaré a
México... En fin. Tal vez se me ocurra alguna cosa. Escribiré a Jonuta y espero
que de ahí te hagan llegar la correspondencia. Tú me escribirás preguntando
sobre Tolstoi y yo te contestaré. Y lo que no sepa o no me acuerde, lo
investigaré. Hay buenas bibliotecas...
. ¡Por Internet!- dijo la muchacha
- ¿Por Internet? Seguro. ¿Hasta dónde tiene que ir?
¿A Jonuta o a Campeche?
- Hasta mi recámara. Paso horas navegando en el
ciberespacio, como, creo, lo hace gente de mi generación.
-En la Web puedes encontrar información que ni te imaginas.
-Es inmensurable
apoyo, ya lo sé, pero también el mundo necesita originalidad.
-
¡Vaya!...Entonces nos escribiremos todo lo que quieras.
- ¿Es un trato?- preguntó la muchacha encantadora.
- Lo es. Si
tu hermano aquí presente no se opone.
Juan, que así se llamaba el hermano aludido, le dio
un amistoso golpe en el hombro.
- Escribe todo lo que quieras y vuelve las veces que puedas.
Un rato después se despidió y fue a dormir al cuarto
que le habían señalado. La cama estaba limpia. En el arreglo se veía la mano
femenina. La pequeña mesa de cabecera contenía un jarrito de barro que servía
de florero a un conjunto de rosas y amapolas de hermosos colores rojos y
blancos. Esperaba un lugar como un
granero o algo así. Se encontraba algo sucio por la jornada de esos dos días.
Extrajo de la mochila su saco de dormir y se tiró en el suelo. Era un sleeping como todos, para los climas
calurosos, al que él le había confeccionado en la parte superior, una delgada
tela de mosquitero. Corrió el cierre para evitar a los animales peligrosos como
alacranes, tarántulas y víboras.¡Y a los mosquitos, el animal más mortífero de
todos!
En su microcomputadora escuchó que Barack Obama
camina en la perspectiva de la reconciliación con Irán, después de décadas de
hostilidad. Desde la revolución islámica de
1979, el área vivió secuestros de rehenes, amenazas militares, sanciones
económicas. Ahora parece que las cosas mejoran.
Cuánto anhelo de saber de aquella criatura habitante
del pantano, pensó con los ojos abiertos entre la oscuridad. La muchacha le
había preguntado casi atropelladamente por un montón de asuntos. Para algunos
tenía la respuesta y otros se quedaban volando. No faltó el tema de la
filosofía y el de la metafísica. ¿Qué decir cuando alguien pregunta cómo se le
hace para saber si hay un Dios? La más
vieja pregunta que se hace la humanidad. Parece que la manera más directa es
mediante la caridad, le dijo. Para otros el tamaño de Dios está en el tamaño y
diversidad que sea su biblioteca personal. Jardiel Poncela diría que a Dios se
le ha tomado como un agente capaz de arreglar toda clase de problemas tales
como divorcios, disgustos con la suegra, ganar en las carreras de caballos, ¡y
al final nadie le paga por ese trabajo!
En los cinco minutos que tardó en quedarse dormido
pensó que al regreso marcharía a buscar la montaña Teocuicani. Muy joven había leído los trabajos del francés Charnay
y del mexicano Lorenzo. Ambos subieron una y otra vez las cumbres de la Sierra
del Tlalocan en busca de la cumbre arqueológica. Verdaderas muestras de
tenacidad que no habían visto cristalizados sus esfuerzos. El llevaba diez años
en la misma empresa de búsqueda. Siguió los pasos de sus antecesores y
emprendió la exploración de nuevos rumbos. Nada. Pero, como los jugadores
empedernidos ante un nuevo fracaso, él también creía que el siguiente esfuerzo
sería el definitivo. Se escuchó decir:
“¡ Creo que lo tengo. Subiré por el norte del Popocatepetl y bajaré a lo
largo de sus laderas del sur!”. Estaba consciente que los tres habían dado
pasos diferentes, buscando cada quien por su lado, lo que parecía más objetivo.
Ahora sabía que cada individuo procesa sus valores objetivos y de esto poco
quedaba para meterse en las reglas universales. Tenía comprobado desde hacía
mucho tiempo, que el mismo paisaje, visto desde la cueva de la ladera sur de la
montaña Tlaloc, era diferente en la mañana que al anochecer aun para el mismo individuo. Un aguacero no
representa lo mismo para un campesino que para un habitante de la ciudad. Uno se pondrá alegre y el otro triste...Para
algunos la ciudad es un horrible hábitat donde la gente se destroza. Igual que
mil ratones de experimentación en el laboratorio de la investigación
científica. Otros ven en ella la suma de
la civilización tecnológica. Y aun hay individuos especiales para los que la
ciudad está llena de poesía.
Sabía que en la ciencia, como en el alpinismo y en
el amor, se tiene el afán de ser el primero. Esto impulsa la competencia. Hace
que los individuos redoblen los
esfuerzos hasta niveles que en otras circunstancias serían casi imposibles. Por lo visto en la búsqueda
del Teocuicani no se trataba de ver
quién era el primero si no de quién
querría agarrar la estafeta y continuar con la exploración. Una exploración
que, desarrollada arriba de los cuatro mil metros sobre el nivel del mar,
pesaba sobre manera cualquier movimiento que se desarrollara. Por lo visto, la
búsqueda de la montaña Teocuicani era una empresa para generaciones...Lo de
Charnay venía desde el siglo diecinueve...
Por la mañana, cuando el primer miembro de la
familia fue a la estancia que servía de sala, encontró dos notas. Una decía: “Hacen una familia bella. Estoy agradecido. Disculpen
por no despedirme personalmente. Debo reanudar temprano mi camino.. Junto a la
nota había un billete. Y en el papel una posdata: “De esta manera les estoy
invitando una cerveza”.
Aparte, para Toci: “Cuidado con el Internet. Es como
el alcohol o la marihuana. Puede ayudarte a conocer lo mejor de ti misma. O
puede envolverte en la banalidad de toneladas de basura. Fíjate cuando abras la
pantalla de los contenidos de calidad. Ser parte de la generación digital no
tiene sentido sino sabemos quién cabrones es Aristóteles. La red es como cualquier herramienta de trabajo. Pero
sino pones cuidado la cizalla puede cortarte una mano.
“Tal vez sería mejor nombrar a la mercadotecnia.
Procura ir un paso adelante. En algunos países ya está diseñando estantes, de
grandes tiendas de autoservicio, para poner
a la venta la marihuana. Pero en la facultad de Medicina apenas se está reuniendo el equipo de
especialistas con el fin de redactar un documento que señale las
características, propiedades, consecuencias y efectos neurobiológicos de esta yerba.
¿Quién crees que llegue primero?
La otra nota era para Toci. A manera de explicación,
por su comportamiento del día anterior, había escrito: “La poesía puede ser
individualista. En ocasiones hasta el exceso. En México hay poetas albañiles,
carpinteros, estudiantes, en los centros de estudios superiores y en los
círculos culturales. Solamente entre ellos podrían hacer un impresionante
mercado de consumo y una floreciente industria
editorial. Pero no se leen entre sí. Esto niega su celebrada correspondencia
con la vida de donde sacan los temas que serán procesados por su sensibilidad.
El poeta mexicano reconocido internacionalmente, en el país no vende más allá
de medio millar de ejemplares de alguna de su obra más famosa...Desde luego no
hay que juzgar a la ligera. Es cierto que tanto
poetas como místicos y músicos, se ignoran entre sí. Esto
porque también aquí hay sectas culturales. Pero no se debe perder de vista que
todos ellos navegan en corrientes de aire diferente al resto de la gente. Sus
perspectivas artísticas corresponden a algo más que a lo utilitario”.
Navegó todo
el día sin prisas. Al anochecer llegó a un río secundario, que más al norte se
comunicaba con un gran brazo de la Laguna del Este. Hizo alto en la
confluencia. Se encontraba enmedio de inmensas extensiones de tierra
completamente anegadas. Desde el helicóptero había visto ese fenómeno del agua
inundar la tierra por todos lados más allá de donde alcanzaba la vista. En esa
época era imposible caminar más allá de diez metros por tierra firme.
Buscó un
lugar para saltar a la orilla. Amarró la cuerda de la proa a un arbusto
resistente y volvió enseguida a la canoa. Extrajo de su mochila la estufa de
escalador, tan pequeña que, plegada en
tres partes, cabía en la bolsa de su camisa. Encendió el alcohol en el
recipiente y calentó la cena. No había probado bocado en todo el día y tenía
hambre.
Sabía de animales que nacieron en el zoo del mundo y
fueron puestos más tarde en medio de la naturaleza. Habían tenido que echar
andar sus instintos y aptitudes para poder sobrevivir a los elementos y a los
depredadores. Protegerse de ellos y a la vez servirse de ellos. Mucha gente nace en las grandes ciudades y ese llega a ser
su hábitat natural. Los consideró seres privilegiados. Poseen mecanismos de
adaptación extraordinarios. Los que no, acaban entre los engranes. Hay gente,
se dijo, individuos, solos, que viven en la calle.
Se encontraba feliz dentro de aquella libertad. Era
un solitario de la noche o, como lo llamaban en su pueblo del desierto: yohualliycahuatzin. De todas manera se
sometió a la prueba, que él había inventado para semejantes situaciones, y que
tenía la intención de comprobar que todavía no había caído en la
locura:“teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates”. “Bien”, dijo, “creo que
todo está en orden”. Se dio cuenta que en el gran pantano, para un solitario
que viene de tierras lejanas y secas, es necesario tener presente algunas
cuestiones, como cuando se va a las montañas. En el alpinismo muchas cosas son
de capacidad y otras de voluntad. Pero con frecuencia ésta resuelve cosas que
presentaban mucha dificultad o que de plano parecían imposibles. El problema
más grande a vencer en la montaña, y en el pantano, es de orden subjetivo.
Estaba dispuesto a luchar a brazo partido contra los yacarés o irse nadando por
el río cuantos días fueran necesarios. Pero un debilitamiento de voluntad
podría acabarlo en solo media hora.
No se consideraba un experto en navegar por ríos. La
única experiencia fue en el Papaloapan. Con otros dos escaladores que tampoco
sabían un carajo de ríos, Salvador Alonso Medina y Mario campos Borges, habían
bogado durante tres días en el rio Bobo, afluente del Papaloapan. Después se dejaron
llevar por la lenta corriente de la superficie
del gran río. Levantaban las tiendas para dormir en el fondo de algún vado. Tiempo
después no se explicaban cómo no fue que
acabaron en la panza de algún yacaré o llevados por alguna violenta avenida de
agua.
Después de
comer puso orden en sus enseres de
viaje. Destinó el lado de popa para la
despensa. Pasaría la noche en la canoa. En el pantano existían animales que las
delgadas paredes de su tienda no podrían detener. Si hubiera en las proximidades
alguna roca, lo suficientemente vertical, subiría a ella. Desplegaría su
refugio de tela para dormir en lo alto con toda tranquilidad. De todas maneras
la canoa estaba bien. Las paredes de madera eran gruesas y tenían la altura
suficiente para resistir el ataque de los hambrientos y venenosos animales.
Media hora antes que oscureciera por completo extendió su tienda en el fondo de
la embarcación. El espacio era reducido y se limitó a correr el cierre y
meterse en la tienda, como si fuera una simple bolsa. Volvió a correr el seguro
y quedó aislado de los moscos que, en impresionante cantidad, revoloteaban exigiendo la sangre del intruso.
Zancudos tan grandes, hambrientos y
numerosos, que bien podían enloquecer a
quien no vaya preparado para enfrentarlos: “Cualquiera moriría antes de la media
noche”.
Era, en efecto, un Yohualliycahuatzin y, sin embargo, en aquel momento sintió la
inmensidad del pantano cubierto por la
oscuridad. Miró hacia la noche y ésta le fue familiar. La noche en el desierto
“se oye”, “se siente”. Aquí, además, se huele. La humedad de las marismas tiene
un olor peculiar a vida y muerte que se renueva cada día. Pero no dejó de pensar que los
fenómenos individuales y altamente especializados de la naturaleza, después de
todo, no dejan de ser un detalle del conjunto. Las más empecinadas
individualidades filosóficas o neuróticas de la Humanidad, seguían viviendo en
las ciudades o bien, aunque apartados, no lejos de alguna comunidad. Se acordó
con nostalgia del calor de la familia de Palizada. De Toci...Conocía otra muchacha
que también se llamaba Toci. Se trataba de una mujer que escalaba con enorme
audacia. ¿En qué lugar del mundo se encontraría escalando en este momento?
No tenía modo de comunicarse con ella. Sólo disponía
de su pequeña computadora. Tan pequeña que cabía en la bolsa de su camisa. Por
su tamaño carecía de teclado y escribía por medio de dictado, merced al
programa Dragón. Para leer sólo
cabían en su pantalla dos renglones que podía ir desplazando. En compensación
tenía dos mil libros, tres millones de canciones y diez millones de anuncios de shopping. Tenía Internet por vía
satelital pero por algo no podía comunicarse con Toci.
Vagamente se acordó del trabajo que había dejado
terminado en el escritorio de su oficina. Al regresar a México- Tenochtitlán lo
enviaría a la editorial de la revista especializada del extranjero para su
publicación. Se trataba del proyecto desarrollado a lo largo de los años en el
campo. Entre sueño repasó los diferentes pasos seguidos por él durante su
redacción: resumen, objetivos más importantes de la investigación, detalles de
la metodología seguida, recapitulación de los resultados más importantes y,
finalmente, las conclusiones principales. Sobre todo, como hace los
periodistas, el resumen general...Si el primer párrafo les gusta, seguirán con
la lectura. De otro modo los desgraciados lo arrojarán al cesto de la
basura...Se dijo que eso de escritorio era demasiado. En realidad hacía mucho
tiempo que no abría sus compartimentos.
La carpeta que contenía la investigación la había dejado debajo de la
computadora “A merced de los piratas de la investigación científica. ¿Habrá
piratas en esa institución adusta?” Con la idea de no amargarse el sueño de
aquella noche, se dijo en voz alta: “Bueno, no somos ángeles...Algunos vemos de
soslayo lo que hace el colega de junto...En otros países atisbar a científicos
es una jugosa actividad. Entre nosotros
es puro deporte. Con omitir comillas ya estás en el hurto intelectual”.
El artículo contenía un registro de las
manifestaciones físicas de la región geográfica que había estado visitando. Al
mismo tiempo había empezado a escribir un libro que buscaba la explicación de
esos hechos. ¿Por qué esas manifestaciones? Después del índice, comenzó a
acumular notas para los primeros
capítulos. La idea de enviar el artículo para su publicación lo mantenía en
contacto con la comunidad científica. La labor de avanzar en el libro, estaba
consciente de ello, era una empresa para solitarios. Había participado en otros
proyectos, formando parte de un grupo de investigadores, pero, decía en broma,
“muchos cocineros echan a perder la sopa”. o, Ninguna obra de arte ha
salido de una asamblea de sabios, Taine
fue el primero que lo dijo. No estaba seguro, hacia mucho tiempo que lo había
leído. A sus veintiocho años de edad ya hablaba de: “hace mucho tiempo”. Se le
ocurrió que México contaba a la sazón con un científico por cada cien mil
habitantes, en el nivel de doctorado de
ciencias: “debería ser uno por cada tres mil. La educación tendría que
ser planeada de otra manera, empezando por la media superior... pero, si la
cultura es el arma liberadora del hombre, ¿cómo se achica año tras año el
presupuesto de la universidad pública?”
Luego le
volvió aquella idea de correr. Los ancianos de su pueblo se la habían grabado en el cerebro, como con hierro
candente: “¡Corre por ejercicio, corre por tu vida!”...¿Cuanto hermosos
proyectos, como parte de la realización de un libro, han quedado sin terminar
debido a la muerte del investigador? Mientras él escribe y escribe hasta en las
madrugadas, en el silencio de su cuarto de estudio, las grasas van tapando de
manera inexorable sus venas...Su poco ejercicio físico, que ha cambiado desde
niño, por el ejercicio intelectual, lo va llevando hacia el sobrepeso
y...¡Diablos, cada vez que pensaba esto agarraba los tenis y se iba a correr! En ocasiones corría dentro de Ciudad Universitaria, cuando
todavía no amanecía... Le hubiera gustado saltar de la canoa y echarse a correr
por toda la extensa tierra inundada. Sin embargo, estaba seguro, antes de haber
recorrido medio kilómetro, ya los animales del pantano habrían resuelto las necesidades de su
cena... El ejercicio de remar todo ese día lo había dejado satisfecho...Por fin
se quedó profundamente dormido.
Pudo observar, en la última media hora, a
través de la tela mosquitero, el cielo impresionante de estrellas. Se dijo que el cielo navajo de Arizona tiene más luces
vagando a través de esos cosmos. “Tienen
vida propia” dijo repitiendo las palabras del piloto del helicóptero que lo había llevado a Jonuta...
Dice que se
había acordado de los compañeros de trabajo con los que formaba equipo de
investigación por esos días. No tenían claro lo que era tenacidad y habían
caído en la obsesión. No iban a las montañas ni a Chapultepec ni al cine ni platicaban con los hijos. De
hecho no tenían vida social desde hacía años. Algunos ya ni siquiera se peinaban.
Permanecían doce horas en la oficina
pero su rendimiento no correspondía a semejante esfuerzo. Se les veía moverse
pero no había tantos resultados. Los que eran solteros empedernidos se fueron
amargando. Los que tenían familia estaban metidos en el conflicto que provocaba
su ausencia de la casa. Otros ya sólo tenían casa…
Una mariposa sagrada voló sobre el pantano entre la
noche, dueña de su libre albedrío. Más abajo, entre los arbustos inundados de
agua y lodo, había máquinas automáticas de ojos rojos que espiaban movidas por
sus estímulos internos...En el agua, sobre la lancha, la etapa mítica de la
Humanidad. Arriba, entre las estrellas lejanas y titilantes, un formidable
universo espiritual “¡Un millón de años de desnivel!” Luego añadió: “¡Quizá un
poco más!”
Poco antes
que amaneciera reanudó su viaje. Era una delicia bogar siguiendo la cinta de
agua iluminada por la luz de las estrellas. En las riberas de ambos lados,
terríficos ojos rojos lo seguían observando al pasar. “¡Adiós amigos!” les
decía. “¡Estamos en paz! Sin esta bella canoa ustedes, efectivamente, ya me
hubieran convertido en excremento dentro de sus inmundas panzas”.
En la tarde
del tercer día llegó a Boca Chica, frente a la gran laguna camaronera. Durmió
esa noche en la casa de José Chac, un antiguo conocido suyo. Al amanecer el
mismo José lo llevó en su lancha de motor cuarenta y cinco kilómetros por la
Laguna hasta la casa de don Santos, otro viejo amigo, en Punta Real, en el
extremo este de la Isla del Carmen.
* * *
Lo vieron ir
y venir por la playa durante varios días. Tomaba fotografías, recogía arena que
guardaba en pequeñas bolsas de plástico. Hacía anotaciones en su cuaderno de
campo. Volvía a observar la elevación del piso con relación al nivel del agua,
las rizaduras de la arena...
En la tarde
del cuarto día empezó el torneo de bebedores de cerveza. Don Santos y José Chac
conocían la resistencia especial de Cork para aquellos menesteres. Hicieron sus
apuestas con los que habían llegado de Ciudad del Carmen para aquel torneo.
Entre ellos el piloto que lo llevara a Jonuta.
“¡Ni el Diablo podría hacer que perdiéramos!” se decían don Santos y
José Chac. En efecto, cinco horas más
tarde caía conmocionado el piloto, que era el último de los concursantes que
quedaba en pie,
Acompañó a
José Chac hasta su lancha pues se disponía regresar a casa.
- Vuelva pronto a Boca Chica, muchacho. Ya sabe que
mi familia lo ve como uno de ellos... ¡Ah, - se golpeó la bolsa de su
pantalón-, esta vez las apuestas estuvieron fuertes. Tiene razón, la ambición
los perdió. Se lo tienen merecido. Libre albedrío... Le debo una...
-Bebieron al tamaño de su carga narcisista-dijo
Cork.
Jaló del cordón dos veces y al fin rugió el motor. Cinco minutos después se
perdía entre la noche de la Laguna.
A su regreso al interior de la palapa ayudó a don
Santos a reanimar a su sobrino. Seguía sin sentido tirado en el piso. Mojó un
trapo y lo pasó varias veces por la cara. Con un cepillo para lustrar zapatos
recorrió su nuca y los brazos durante media hora. Al empezar a reaccionar extrajo
del bolsillo de su pantalón un pequeño tubo semejante al que usan las mujeres
con la pintura para los labios. Sólo que este contenía amoniaco. Su confección
había sido pensada, por los laboratorios médicos, precisamente para hacer que
los borrachos regresaran a la vida. Con cuidado lo acercó a las fosas nasales
de aquel hasta que abrió los ojos...Siempre llevaba consigo su tubo de amoniaco
cuando participaba en los concursos. Sabía que, en efecto, el ego de los
concursantes era tal que siempre tomaban más allá de sus posibilidades.
Al día siguiente se despidió de don Santos. Regresó
a Ciudad del Carmen. La mañana era bella y el mar le enviaba su brisa. Las
aguas de ese segmento del Golfo estaban apacibles. Decidió caminar una o dos
horas. Después haría la parada al primer vehículo que pasara hacia la
población. A la pasada agarró un botella que contenía dos tragos de Gualferina.
Aquello era un lujo para él. Más que una necesidad, una curiosidad.
* * *
“Gualferina”
dijo al recordar al alcohol casero de caña que se vende en el Caribe. Levantó
la mano en la oscuridad, como si saludara a alguien a sus espaldas. Hasta el
segundo trago, del líquido ámbar, sus
nervios empezaron a apaciguarse.
Por
supuesto, se dijo entonces, qué será la libertad cuando no podemos parar de movernos aunque queramos, como el
ejemplo de los muñecos del filósofo. El movimiento neurótico puede ser una
cárcel. Una vez alguien da cuerda y a partir de ahí no paran de moverse hasta
que se les acabe esa cuerda. Tienen,
mientras tanto, una gran sensación de libertad personal. ¿Libertad? Se río. Que
le pregunten al santo Job. Una pelota para dos grandes jugadores de ping pong. La maravilla de una niebla incipiente llegó a
su cerebro y le hizo olvidar a los relojes y a los muñecos. Lo que se le ocurre
a la gente. A los filósofos. Si no fuera por ellos, esta vida sería aburrida.
Siempre buscándole tres pies al gato...Que el círculo sea cuadrado, que esta
vida se acabe en esta vida, inventando
Zaratustras desde el escritorio, cómo vencer a la muerte. Cómo el hombre entre la multitud se encuentra
solo o cómo el hombre solo se reintegre a la multitud... La inmortalidad...
Edipo...Ah, Lo que se le ocurre a la gente. Y algo verdaderamente importante:
cómo matar al padre. ¿Qué hubieran dicho los psicólogos si Edipo no mata a su
padre. Hubieran buscado hasta encontrar a alguien que sí matara al padre..?
¡Los revolucionarios son unos chicos ingratos..!Nada
más singular que los filósofos! Dije
filósofos o psicólogos? El parricidio contra el jefe de la oficina... El
parricidio contra el Estado... ¡Un descubrimiento interesante para los que
fabrican resorteras con qué matar pajaritos...En la Revolución Mexicana el “Jefe Máximo” siempre caía. No por sus
respetables ideas sino porque... ¡Porque era el Jefe Máximo..!
Todo se había
borrado, como en el cine cuando en la cabina se apaga el proyector. La vida era alegre. No valía la pena
desperdiciarla.¿Qué darían los que esta
noche agonizan en los hospitales, por un día caminando en la playa desierta,
sin preocuparse de los problemas de su cuerpo. Con poder orinaran como cuando tenían veinte años darían
las tres cuartas partes de su fortuna. ¡Mis queridos Faustos de la
investigación científica! Oh, Hegel, ¿por qué te amargaste la vida? El juego no
está en el escapismo sino en rehacerse
después de cada movimiento de la placa de Cocos o de la erupción del Chichonal.
Si, eso es más divertido aun que el juego de los filósofos. Mejor que la guerra
florida de los modernos aztecas...Están los huracanes que devastan Florida y
los volcanes que destruyen México. El Centro de Prevención Contra Desastres no
sabe decir con precisión cuándo, pero es
seguro que no faltarán a su ciclo
fatal...Y entonces volveremos a construir en el mismo lugar... Cuatro soles se
han apagado y vivimos en el Quinto. La naturaleza tiene sus modos de asepsia.
Recordó que para su madre, en cuestiones culturales,
y con la vara de membrillo en la mano
(nada de métodos alternativos de aprendizaje) primero están el Quinto Sol
teotihuacano y el Popol Vuh. Después no tenía empacho en declarar a los cuatro
vientos que sus paradigmas eran los filósofos griegos y alemanes y los
escritores norteamericanos. De la bella
Francia tenía sólo un libro que le hacía leer reiteradamente, todo seguido y
después abriendo las hojas al azar o por temas o por capítulos, y es El camino del filosofo, del
marsellés Jean Wahl. Los norteamericanos
habían tenido la habilidad de decir cosas de la gran cultura de la humanidad, y
propias, en sus novelas, desde Irving, Cooper, Poe, Twain, Sinclair Lewis,
Pound, Fitzgerald, Mailer, Faulkner, O´Neill y su casi libro de cabecera
Bukouski…Cosa curiosa, al que más recordaba, por su novela Todo un hombre, era a Tom Wolfe. Pero también porque algunos novelistas norteamericanos de su tiempo se
habían empeñado en sacarlo del Parnaso. Jamás se le perdonó la expresión “marxistas
rococó” ¿O tal vez porque encontraba oportuno citar a Nietzsche? Los progresistas de la
universidad, que sólo leían revistas editadas por su partido, le decían a Cork que
eso era pura basura capitalista. ¡Ah!, se río abiertamente en la noche, ya con
las aguas marinas llegándole a las rodillas, qué tipo de fascismo le hubieran
colgado de saber que había leído las seis novelas que la inglesa Agatha Christie escribió con seudónimo y al
menos quince de sus cuentos detectivescos…Su madre le decía que en otros
países, otrora cultos, los escritores de calidad se están extinguiendo porque
los lectores ahora se van tras la literatura fácil que deja excelentes
dividendos a la industria editorial pero, agregaba, hay otros lugares del
planeta en los que no se puede extinguir
lo que no existe. No existe porque se escribe mucho desde el gabinete y no se mezclan con la
gente de la plaza, como hacen los reyes de Las
Mil y una noche. Falta el naturalismo de Thoreau que, al caer la noche, regresa del
campo con su mochila llena de notas, sus botas barrosas y sus sobacos
sudorosos.
Se sintió tan feliz que hasta podría cantar, si se
lo propusiera, una canción romántica mexicana del Altiplano o yucateca o
cubana. Entonó quedo una notas y luego algunas palabras: ”Congoja”. Hizo un ejercicio
de memoria: “Rafael Hernández. La
canta Margarita Romero” . La había
escuchado por primera vez entre los cafetaleros de la región de Orizaba. Estuvo
muy de moda en la ciudad de México y al rato ya nadie supo de dónde había
salido. “Bellísima”, dijo. “Pero relata un mundo que se derrumba sin esperanza
de reconstrucción ¿Por qué nuestras canciones hablan el lenguaje de la
tristeza? ¿Será la influencia de Hegel?” No creo que más de diez conozcan aquí
a Hegel.
Seguía caminando por la playa desierta. La noche
caliente se metía entre las aisladas y someras calles oscuras iluminadas apenas
por distantes e impotentes focos amarillos. Sudaba. El calor pegajoso le
escurría por el rostro y se le metía en los ojos. Los cuarenta grados de la
isla eran diferentes de los cuarenta grados del desierto. Faltaban muchos
kilómetros pero no tenía prisa. Su deporte, su filosofía y su salud corporal,
los encontraba caminando. En realidad aquel calor lo relajaba. Era un calor
sensual .¿Un calor sensual? ¡Vaya! ¿Qué ocurrencia. Por lo visto la Gualferina
no se quedaba atrás en cuanto al poder erótico junto al pulque...
El mar
arrojaba un aire fresco que luego se calentaba en el continente. La luz
de El Boyero se veía entre la noche. Nada podría quitarle aquel gusto por la
vida. Miró con sorpresa la luna amarilla, sobre el mar. Estaba redonda completa.
Tan interesante le pareció que tuvo que preguntarse si era la primera vez que
la veía. Esbozando una enorme (y estaba seguro que también idiota) sonrisa y
mirándola de frente, dijo en voz alta: “¿Dónde estabas que no te había
descubierto”. Arrojó sus zapatos al agua
y descalzo siguió su camino acompañado siempre por el viento nocturno que
llegaba del océano: “En México la luna no es femenina. Eso no lo saben los
poetas...Tecuciztecatl... Creen que es Tanit, la de Cartago. Nació en México. Es decir, en la gran laguna...Eso es:
Meztli. Tecuciztecatl, que grande eres. Tuviste miedo, como cualquier humano.
Miedo y soberbia. Tu lección vale un
puñado de diamantes... Perdón, un
puñado de cuentas de jade...
Sabía que no podía caer de borracho. Podría tomar barriles
de Gualferina...En ese momento anheló ser como todos frente al exceso de licor.
Descansaría en cualquier lugar de la playa. Tuvo conciencia que estaba como los
moribundos en el hospital, cuando la Muerte anda de vacaciones...
* * *
En la reunión
de los ancianos había oído que la rutina y la reproducción mecánica social protegen contra la amenaza
que se agazapa del otro lado del caos. Inventar cada día el modelo social jamás
produce una ciudad como Teotihuacan. Se necesitan proyectos que sean sostenidos
a través de las generaciones... Con la llegada del director o del presidente o
del gerente todo se tira por la borda y vuelta a empezar casi de cero... De
esta manera se es más anarquista que los libertarios que llevan los bolsillos de los pantalones llenos de bombas. Los libertarios ya pueden
dormir tranquilos, alguien desde la institucionalidad está haciendo su trabajo.
Después, cuando mis compañeros de laboratorio han alcanzado su plena madurez
como investigadores científicos, llega la diabetes, la embolia, la cirugía. Es
necesario seguir con la rutina de subir
montañas. Buscaré a Guillermo y mañana mismo nos largaremos a los
bosques altos.
La montaña del relato, de los viejos del
desierto, se refería a la montaña más
alta que nadie de esas latitudes conocía. Sus antepasados comerciaban del
paralelo 42 al 10. En ocasiones hacían el recorrido en un año. Llegaban a
alguna población con familiares o amigos y permanecían varios días. Iban a la
plaza a vender sus mercancías, compraban lo que la región producía y que no
había en otros lugares. Después ordenaban su carga dentro del enorme
chiquihuite. Pasándose el mecapal por la
frente se echaban a caminar entre el campo y las montañas. Varias veces habían
pasado Ithualco, ese elevado puerto en los tres mil quinientos metros entre los
volcanes Popocatepetl e Iztaccihuatl. En el siglo dieciséis, cuando caminaban
de norte a sur, había el riesgo que los esclavistas los agarraran para venderlos en las Antillas. Para evitar eso iban por los
inmensos territorios considerados Bandas de Guerra. Eran meridianos en donde no
habían logrado penetrar los blancos y sus aliados tlaxcaltecas y otomis. Los
belicosos chichimecas, comedores de carne cruda de las diferentes tribus, no
tardaban en aparecer. Cortaban la cabeza a los blancos sin detenerse a pensarlo
dos segundos. A sus aliados indígenas les daban otro tratamiento. Los ataban a las rocas. El siguiente paso era
amarrarles una gruesa correa mojada en derredor de la cabeza. Se sentaban a
esperar. En la primera noche el prisionero se la pasaba gritando de dolor en la
medida que la correa se secaba contrayéndose. Entre el delirio pedían que, por
piedad, le atravesaran el corazón con la lanza o el cuchillo. Pero eso no
sucedía. Les respondían: “Esto es por los nuestros que ahora son llevados como
esclavos a tierras lejanas por tus amigos”. Seguían esperando... Finalmente
escuchaban que el cráneo se rompía... Entonces se retiraban.
Sus ancestros pertenecían a la etnia irritila. Desde
niños se les pintaban los cabellos de rojo. Así podían ir con toda
confianza por las Bandas de Guerra
propias o por las dominadas por los tepehuanos, que eran vecinos y aliados. Al
llegar al paralelo 25 se lavaban la cabeza y procedían a vestirse como los
tlaxcaltecas. De esa manera ascendían a Ithualco. Bajaban por la vertiente
oriental de la sierra nevada del
Tlalocan. Seguían en dirección a la
sagrada y elevada montaña tlaxcalteca llamada Matlalcueye. Era más
seguro pasar por el centro del territorio enemigo que dirigirse hacia el sur
donde los blancos habían erigido la nueva ciudad a la que llamaban la “Puebla
de los Ángeles”. “Blancos” era una manera de decir que se usaba mucho en ese
tiempo. Pero la palabra encerraba en la realidad a españoles, negros, indios y
mestizos que por grado o por fuerza eran incondicionales del español. Los
otros, los enemigos, no eran “blancos”. Eran “chichimecas”. “Infieles, paganos,
idólatras”.
Este era el
territorio que había recorrido mil años antes el pequeño grupo de irritilas. Salieron
de lo profundo del desierto candente para localizar y subir a la montaña más
alta. Entonces todavía no estaba el “blanco” pero había otros caudillos indios
que, de la misma manera, sojuzgaba y vendían a la gente como esclavos en los
mercados.
* * *
En la
tradición oral de los irritilas se contaba a los niños, en torno a una hoguera,
agitada por el aire seco del desierto, que
un grupo emprendió el viaje hacia las regiones del sur para conocer la
montaña más alta de todas las montañas. Algunos que pudieron regresar más tarde
relatarían que tardaron mucho tiempo en llegar. Tuvieron que sortear las
necesidades de comer y beber sobre la marcha. Ya fuera adquiriendo, trabajando
o robando. Pasaron por regiones de
naciones enemigas, para lo cual les ayudó mucho hacerse pasar por pochtecas o mercaderes que gozaban de
gran prestigio y eran muy respetados. Como en todas partes se hablaban muchas
lenguas diferentes en el mismo mercado, pasaban desapercibidos. Se quedaron
sorprendidos de los lugares que iban encontrando. Muy diferente era el mundo
rojo de donde procedían. Acá los colores de las montañas eran verdes y azules.
La vegetación de tan exuberante alcanzaban los niveles lujuriosos o de plano
narcisistas.
Eso fue en los tiempos de Ce Acatl Quetzalcoatl. El
Quetzalcoatl histórico, no el Quetzalcoatl espiritual. Los tepehuanos,
zacatecos, guachichiles e irritilas
aprovecharon el debilitamiento interno teotihuacano. Tomaron por la
fuerza a la gran ciudad sagrada y se guardaron de regresar a la inmensa
Chichimeca. Con el tiempo se hicieron cultos y sedentarios. Fundaron a su vez
otros reinos en casamientos de alianzas militares con los señoríos vencidos por
ellos. Fundaron Tenayuca y erigieron seis pirámides en una sola, una sobre de
otra. Todo esto facilitó entonces el camino del pequeño grupo irritila, mucho
tiempo después de caída Teotihuacan. Conforme pasaban por el gran lago central,
metafísico, se dieron cuenta que la montaña mas alta era para estas “naciones”
del sur la representación de Dios. Se conocía con el nombre de “Estrella” y en su
idioma se escribía “Citlali” pero mucho antes se había llamado Poyahutecatl,
Señor de Poyahutlán.
Cuando llegaron a las regiones cercanas a la montaña
más alta, se enteraron que, efectivamente, antes esa elevada cumbre se conocía
aquí como “Poyahutecatl”. Era lo mismo
que decir: Señor, Tecutli o Dios, de Poyahutlán. Pero los teotihuacanos, en su apogeo de conquista,
le habían cambiado el nombre por el de su Dios espiritual: “Citlali”. Era en
honor del Lucero de la Mañana, su dios espiritual al que llamaban
Tlahuizcalpantecutli.
Otro
descubrimiento fue que los teotihuacanos manejaban bien la propaganda de guerra. Siempre estaban hablando de paz. Desde
entonces se les conoce como un pueblo antimilitarista, no obstante que llegaron
en plan de conquista militar hasta la misma Mayapan, mil quinientos kilómetros
más norte, cuando cada metro de terreno había que caminarlo a pie. No el norte
chichimeca si no el norte del sureste...
Los irritilas que regresaron no olvidaron este
ingenioso recurso de estar hablando de
paz en tanto se prepara la guerra. Lo fueron contando de generación en
generación. En el siglo dieciséis los hombres blancos empezaron a incursionar por la Gran
Chichimeca en busca del metal dorado que los enloquecía. Entonces utilizaron el
mismo recurso que los antiguos teotihuacanos, hablar de paz. Pero ya no los sorprenderían haciendo la guerra. Este
fue otro logro de la expedición de aquel legendario grupo irritila que un día
se puso en marcha para subir a la montaña más alta. De los teotihuacanos no
sabemos qué organización tenían para hablar el doble lenguaje, pero de los
europeos sí. Unos hacían la guerra en tanto
otros, vestidos pobremente, con hábitos de monjes, hablaban de paz. Los
padres y los soldados hacían su conquista cada quien con sus fines. No
habría piedad en esta guerra. A los
soldados y a los frailes les cortaban los brazos y las piernas, las arrojaban a la hoguera para después
comérselos. O se los comían crudos. No era el canibalismo ritual como con los
aztecas. Tampoco el canibalismo por hambre
que inventó Carlos V para estas tierras. Aquí era canibalismo de odio y
defensa. Peleaban en grupos de cuatro o
cinco. Aparecían y desaparecían. Los soldados no encontraban a quién combatir
ni los frailes a quién convertir. “Fue la guerra limpia, de aniquilación, no la
guerra sucia de mentiras y traiciones como sucedió con los crédulos mexicas. A
los valientes aztecas los habían derrotado en solamente dos años. A los
chichimecas tardaron casi cien años en apoderarse de nuestros terrenos llenos
de oro”. Muchos chichimecas emigraron más al norte antes de aceptar la
esclavitud. Fueron los que fundaron los lugares que después se convertirían en
pueblos y ciudades más allá del Río Bravo, hasta llegar al Lago Salado del
paralelo 42. Fueron los verdaderos conquistadores del oeste americano que para ellos era el norte. Los habitantes originales
de esos territorios eran todas las etnias conocidas después, de manara
genérica, como “pieles rojas”. Más su vida de cazadores les hacía ir en pos de
la primavera, que era la que movía a las grandes masas de animales de caza que
les servían como sustento. Los chichimecas también eran cazadores, llevaban, no
obstante, la herencia de la agricultura y de la arquitectura, por medio de la
siembra del maíz, y eso los hacía fijarse en un lugar. Construir casas e ir
desarrollando, de manera incipiente, algún tipo de poblado. Si les daban tiempo
trasladarían hacia esas latitudes la cultura teotihuacana. “Pero los choques no
se hicieron esperar entre las etnias originales y las que recientemente íbamos
llegando del sur”. Después todas ellas se verían metidas en un conflicto
demasiado complejo debido a la aparición, andando los años, de otros blancos
que llegarían por la costa Atlántica. Se quedarían a vivir con la idea de
establecerse y después iniciar una marcha de expansión...
Cuando en el siglo doce los del pequeño grupo irritila llegaron al pueblo
que, desde entonces se llama Tlalchichuca, divisaron a la montaña más alta.
Escogieron desde ahí la vertiente nevada y cruzaron ascendiendo los bosques en
esa dirección. Días después se encontraban
al pie de la vertiente pedregosa que es la del norte. Entonces las
montañas estaban cubiertas de nieve hasta llegar a los bosques, de manera
permanente, no como ahora. Pidieron permiso a los sacerdotes de la orden tlamacazqui y más arriba a los de la
orden teopizqui, que eran a la sazón
los encargados de los sitios sagrados de las montañas altas. Desde ahí
empezaron a subir.
Hasta la mitad no había ningún problema más que el
del frío intenso. Pero iban preparados con gruesas y confortables pieles para
cubrir los cuerpos. Después de la zona
donde terminan las rocas, sigue otra de
nieve y hielo. Todos, excepto uno, decidieron regresar.
Se llamaba Huemac. Este se untó pintura negra cerca
de los ojos para protegerse de la luz intensa reflejada por la nieve. Se ayudó
con un palo, a manera de bastón, al que previamente había quemado la punta para
endurecerla. Se le vio elevarse rápidamente por el lado izquierdo, que es la
dirección que ofrece más seguridad. Ese
flanco se encuentra sembrado de una
cadena grande de rocas que son parte de la misma montaña. Hacía hoyos en
la nieve para los pies.
Eso de pintarse la cara de negro perseguía el fin práctico de
protegerse los ojos, pero también cumplía una función ritual, propia de su
tierra irritila. Mediante este color se
representaba a su Dios Tezcatlipoca. Tezcatlipoca fue el Dios Negro que llegó
del norte para castigar las debilidades palaciegas en las que se había enredado la vida del, en otro
tiempo, gran Ce Acatl Quetzalcoatl. Para entonces esas debilidades hacían
sufrir a su pueblo tolteca. Fue también un gran imperio el de los toltecas.
Apenas un reflejo de grandeza cultural, civilizadora que habían dejado los
teotihuacanos, pero grande después de todo. Ahora se derrumbaba entre las
pugnas internas tontas, sin trascendencia positiva. Tezcatlipoca no vino a
destruir el decadente reino de Quetzalcoatl si no a rescatar lo poco bueno que
quedaba de él. El Dios Negro se conservaría, de manera inconsciente o
consciente, de generación en generación, entre los mexicanos. Cuando llegaron los tiempos de la nueva religión se le
conocería como el “Cristo Negro”. El pueblo habría perdido a la sazón la
memoria del Tezcatlipoca Yayauqui, o nocturno, pero siempre habría un
Jesucristo Negro por aquí o por allá.
Al irritila
se le vio trasponer la altura de las grietas de hielo, encaminarse sin
contratiempos hacia el lugar que queda entre la cumbre del este, hacia la otra más alta del oeste. Aquí, dice también la
tradición oral de los ancianos guías de Tlamatzinco, en el desierto del norte,
la leyenda se hace más leyenda. Una nube blanca, ligera, cubrió al irritila
sobre la montaña Citlali. Jamás volvió a saberse de él. Lo buscaron al subir de
nuevo hasta la mitad de la ladera norte, ahí donde empieza una somera cañada
que más abajo se hace profunda y llega
al mar. De haber sufrido un accidente
de seguro encontrarían su cuerpo en ese sitio. Pero nada.
Todavía esperaron unos días. Huemac no volvió.
Descendieron en dirección a Tlalchichuca .Emprendieron el regreso hacia su
amada Chichimeca. Contaron lo que queda relatado. Con alegría lo contaron, como
si se alegraran que hubiera muerto. Morir en
la ascensión significaba un honor. No hay que olvidar que la montaña
Citlali era la representación física de Dios.
Bueno, en el
supuesto caso que Huematzin haya muerto
realmente. A Huemac ahora se le
recordaba con veneración y cariño, por eso se le decía Huematzin. Aunque nadie
podría asegurarlo porque también pudo suceder que bajara por la ladera del sur,
desprovista de nieve. Se quedara a vivir en una de las poblaciones de aquel
lado. Se casara con una linda mujer náhuatl, fundara un pueblo que entonces no
existía pero que después apareció y se llamó Chalchicalco, En la Casa del Jade,
mismo que los españoles pondrían
Chalchicomula, en la Casas de la Mula con Jade.
A ciencia
cierta nadie sabe lo que sucedió con Huemac, el irritila. Otros creen que fue
el que acaudilló más tarde a las hordas de guerreros chichimecas cuando tomaron
el reino de los toltecas. De propósito se habría quedado en estas tierras para
vigilar la existencia real de las tropas de los toltecas y los movimientos que
hacían en esas fechas que se realizaría la invasión. Era ya el mundo de las
leyendas que no hacen caso de
cronologías.
Quien sabe.
Con el tiempo Huematzin se empezó a olvidar en la mente de la gente de Poyahutlán.
También en los de Chalchicalco, que
igualmente repitieron durante mucho tiempo esta leyenda. Por eso decidieron,
para efecto de no olvidar la ascensión irritila del siglo doce a la montaña
Citlali, poner nombre conmemorativo
a otra montaña próxima en el noreste. No le pusieron el
nombre de Huemac o Huematazin, como se
le decía de cariño, sino el de la región de la que el grupo expedicionario
procedía. Se llamó desde entonces “Irritiltepetl”, que quiere decir: “montaña
de los irritilas”. Con el paso de los siglos
se le conocería en la
cartografía como: “Monte Chichimeco”.
* * *
Se dijo Cork que la tragedia cantada por los poetas
tiene mucho de escapismo. La época es de máquinas, automóviles, computadoras y fábricas y requiere reajustar nuestro estilo
de vida. ¿Por qué un obrero no podría ser un individuo increíble escalando
montañas? ¿O por qué un explorador impertérrito de desiertos nevados o secos no
podría ser un universitario que durante horas y días preparara disciplinado sus
trabajos de aula o de laboratorio? ¿Si no hay tragedia hay comedia? ¿Por qué
vivir en los extremos? ¿Acaso no hay gradaciones intermedias? ¿O tal vez formas
no consideradas en el conocido esquema social que marquen un hito sin caer en
las excentricidades afrodisíacas? Durante siglos se tuvo la curiosa idea que había gente de izquierda
y gente de derecha, aunque pocos sabían de qué se trataba eso. Conservadores y
liberales, dijeron otros. En Europa les llaman socialdemócratas y democristianos. Con el tiempo los liberales
mexicanos, otrora revolucionarios, se encontraban conservando lo que en otros
tiempos habían conquistado...La revolución del norte, junto con la del sur,
costó un millón de vidas humanas para dejarnos esa lección. El resultado fue
una división inmensa e irreconciliable en la sociedad. Emerson fue de los
primeros que pusieron en duda que tal
cosa fuera cierta. En una ocasión se preguntó: ¿por qué los extremos
tendrían que atacarse siempre? Si en el terreno moral un individuo tiene todo
para ser diablo o dios ¿por qué no
extender el ejemplo a otras áreas de la conducta humana? Los Hombres de Gris no quieren a la soñadora niña
Momo. Buscan la manera de desaparecerla. Pero Momo tampoco quiere a los
materialistas Hombres de Gris y logra aniquilarlos. Se acabó lo que hubiera
sido la extraordinaria vida de los
opuestos...Las cárceles están llenas de hombres que mataron a sus mujeres. Y de
mujeres que mataron a sus hombres...Ahora tienen que dormir entre puros hombres.
Y las otras entre puras mujeres...
Siguió su camino y, sin parar, volteó de nuevo hacia
la luna iluminada. Ahora estaba menos
amarilla. Por su posición en el cielo, en línea oblicua descendente, calculó la
posición en la que debería encontrarse el sol en una cierta zona del otro lado
del planeta. En el norte había la creencia que se encontraba en China. A
contraluz pudo distinguir el busto de Benito Juárez, al final del boulevard:
“La figura más popular entre jesuitas y masones de México”, pensó. Después
dijo, casi en silencio: “¡Perdónalos Emerson!”
Intentó dirigirse hacia el oeste.
* * *
Se había pasado
tres días haciendo observaciones en el extremo
oriental de la isla. ¿En qué medida la denudación atmosférica junto con
la gravedad, la presión de las olas, la denudación por lluvia y la erosión,
desgastan los acantilados de la playa de Bajamita?
La mañana del último día fue cuando empleó varias horas
tomando cerveza en la palapa de don Santos. Junto con cuatro marineros y dos
petroleros que llegaron para el Segundo Magno Torneo de Bebedores de Cerveza
del Sureste. Una hora antes había caído el último de ellos. Se resistía a
sucumbir ante aquel desconocido. Se fue agarrando de la hamaca hasta quedar
casi inconsciente en el piso de tierra. Cork agarró los billetes de sobre la
mesa, en la que se sentaban los jueces. Al día siguiente dio un golpe en el
hombro de don Santos:
- Adiós, viejo-
dijo y abandonó el lugar.
-Adiós otra vez-dijo el marinero.
Fue a recoger su mochila y se detuvo un poco en escribir
algo en la computadora de Don
Santos a Toci, la muchacha del pantano.
Le había preguntado algo sobre la manera de escribir la historia.
-Yo no escribo historia per si he leído historias. O algo
parecido que pretendían ser historia. Más bien abstracciones de historia. Pero
no vayas a creer que sufre grandes remordimientos el historiador en la plena
conciencia que está adulterando la realidad de los motivos y los hechos de la
historia que cuenta. Casi se divierte tanto o más que el novelista cuando
relata un hecho histórico. El mes pasado leí, en un diario de España, un
artículo de Antonio Muñoz Molina y en términos generales creo recordarlo: “ …el
novelista pocas veces disfruta más que cuando finge seriedad de historiador o
cronista y comete perjurio, como el dibujante que se aprovecha de sus
facultades para falsificar documentos….El engaño puede ser tan perfecto que resiste con ventaja la
comparación con la realidad…Sabemos que lo narrado no es cierto pero que
no necesitaría variar casi en nada para serlo.”
La mañana era
radiante. El cielo azul se confundía a la distancia con el mar. El viento suave
le refrescó la cara. En la mochila de “ataque” llevaba su martillo-piolet que
utilizaba como pica de geólogo. Por costumbre consultó la brújula de su reloj
de pulsera. “Hacia allá”, y empezó a caminar cerca de la línea en que las olas
morían delicadamente, después de recorrer miles de kilómetros, desde el Sahara
occidental.
Al pasar por un punto de la playa se detuvo junto a un
letrero que decía: “Brigite Bardott”. Contemplaba a una sirena desnuda que se
sumergía en las someras aguas color turquesa. Ella lo había visto y no le importaba.
Hasta se diría que sus movimientos eran ahora más sugestivos. Es decir, sí le
importaba. “Siren”, pensó. Suerte que no encontré a una nereida. No me gustan
las guerreras cuidadoras del mar. Pero con “Siren” es diferente...
Fue cuando escuchó
aquella voz a sus espaldas:
- No es
de buena educación observar a las personas cuando no ha mediado una invitación.
Se volvió. Descubrió a una muchacha parada sobre la
carretera. Alta y esbelta. El automóvil
se le había descompuesto. Precisamente cerca del sitio donde el mar penetraba
peligrosamente en la isla, amenazando partirla en dos, debido a la
irresponsabilidad de algún contratista que sacaba arena en ese lugar y que
luego vendía en la ciudad.
Quedaron frente a
frente. Ella sonrió. Dijo muy quedo: “¡Al fin vuelvo a encontrarte!”, pero él
no alcanzó a escucharla, sólo miró que
sonreía.
Su rostro estaba
descompuesto por el disgusto, más que por la cerveza. Le molestaba ser
sorprendido. Y también por la manera de cortar el hilo de esa especie de entendimiento
que había empezado a establecerse entre la sirena y él. Siguió mirando el
cuerpo moreno, oscuro. No era cobrizo como las mujeres indias del norte. Esta
tenía algo de africano. Sonrió. El racismo está muy bien para mencionarse en
los discursos políticos y en los Derechos Humanos. Pero, se dijo, en la soledad ningún hombre puede resistir a
una mujer como aquella, tenga el color que tenga. Volvió a escuchar:
- Hace
rato que le estoy pidiendo que me auxilie con mi automóvil…No es bueno espiar…
Sin volverse otra vez, bajó la cabeza en un esfuerzo por
contener el desagrado que aquello le causaba. Cruzó los brazos y por un minuto
fijó la vista en la lejanía del Golfo. Quería encontrarse allá, bogando sobre
la corriente marina que va hacia Noruega. Por su cara y su silencio ella había
descubierto su estado de ánimo. Pero no le importaba. Si alguien la hubiera
observado en ese momento habría notado la expresión radiante de su bello
rostro. Todavía más: si alguien, con poderes especiales, hubiese leído su pensamiento,
habría encontrado de nuevo esta frase: “
¡Por fin te encuentro otra vez!”
- Cante
Haré Krisna - susurró la voz a sus espaldas -.Cante Haré Krisna y se sentirá
bien.
Notas
musicales de guitarra salían de la radio del automóvil descompuesto: “El elogio
de la danza”. Leo Brower, se dijo. Por un momento se apartó del mundo. ¡Que
maestría e inspiración! Había un modo de ser femenino en las notas. Le pareció
que esa guitarra debía ser tocada por una mujer hermosa. ¿Se puede conocer
físicamente a alguien por la manera de interpretar la música? Era una pieza
corta. Al final el locutor dijo: “La intérprete es Marta Eugenia Salado
Mondeja”. Pensó que no conocía a “Marta” pero podría jurar que, efectivamente,
se trataba de una mujer hermosa.
Por esa época los krisnas recorrían en todas direcciones
las calles de México. En un intento por detener su proliferación alguien los
involucró con el consumo de drogas. Enseguida fueron hostigados. Cuando muchos
pensaban que les tocaba el turno de iniciar su martirologio, todo se fue
quedando en silencio. Se retrajeron casi por completo en sus centros y el
asunto no pasó a mayores. De vez en cuando se les veía en la plaza de Coyoacán,
cantando y bailando frente al templo de San Juan Bautista, cuando los católicos
salían de misa. Conocía la mentalidad de los grupos esotéricos. Ha hecho felices a muchos pero...lo que más
recordaba es que algunos tenían una marcada neurosis. Todo indicaba que aquella
mujer que tenía cerca era una de esas. Así le pareció en ese momento. Pensó:
“De tantas místicas que hay entre los krisnas, se me apareció... ¿De dónde saldría esta “Peggy
Sue?”
Se internó un poco en las aguas del Golfo para evitar que
la krisna lo siguiera. Fue cuando empezó a caminar otra vez en dirección norte,
hacia la Ciudad del Carmen, con una botella que contenía dos tragos de
Gualferina.
Refrendó su intención de que cinco kilómetros más
adelante volvería a la carretera. Esperaría un vehículo que lo llevara a la
población. Volvió a acordarse de las grasas tapando de manera silenciosa, pero
inexorable, las paredes interiores de las venas del investigador científico.
Eso lo decidió a cambiar sus planes. Iría caminando hasta la ciudad. Llegaría
en la noche o al día siguiente. ¿Qué importaba? Además llevaba su mochila. En el
desierto caminaba durante días y noches cuando era niño aun...El no soñaba con
un busto suyo de bronce a la entrada del instituto donde trabajaba. El quería
terminar de escribir su libro. Para esto debía mantener a raya a las grasas y
al sobrepeso...
Tuvo conciencia que en el planeta había individuos, y
pueblos, que no podían hablar en pasado. Seguían viviendo en aquellas épocas
que, para los habitantes de Jonuta, ya eran prehistóricas. ¿Hasta dónde se
podría hacer la reconstrucción de la Humanidad con individuos vivos? ¿De dónde
habría que partir del presente hacia
atrás? ¿De los babilonios? ¿De los griegos? ¿De los mayas? Pronto los historiadores tendrían que pasar
la estafeta a los antropólogos y estos a los paleontólogos. Sería como el buzo
asomándose hacia el fondo del mar de, donde se dice, empezó todo: Pleistoceno,
Plioceno, Mioceno, Oligoceno y Eoceno. Después de esto quedaba la gran
oscuridad del fondo...
* * *
Llevaba caminando muchos kilómetros. En ese momento
sus piernas se doblaron y cayó. Todavía hizo un esfuerzo por incorporarse. Las
fuerzas lo habían abandonado. Nadie puede ser campeón de bebedores de cerveza
sin pagar el precio. De otra manera podría haber caminado toda la noche. La
necesidad de dormir lo aplastó sin permitirle moverse más. Sus pies eran
alcanzados por las aguas cada vez que las olas volvían al continente. El último
esfuerzo que hizo fue tratar de descifrar si en aquel momento el océano se
encontraba en marea alta. De no ser así,
en las próximas horas sería arrastrado hacia la sima negra.
¿Ahora qué
importaba que el origen del planeta fuera debido al choque entre dos estrellas
o bien a la condensación de polvos y gases cósmicos? ¿O que por una broma de los
dioses teotihuacanos las rocas ígneas recientes estuvieran hasta abajo, por
debajo, de las viejísimas sedimentarias? ¡Ah, la geología! Las montañas. Algún
día volvería a las cumbres del Altiplano. Pensó en ello como un preso añora sus
días de libertad. “Cuando vuelva, correré, trotaré, en los dos mil doscientos
una parte del verano entre los liquidámbares y los nogales de los Viveros de
Coyoacán. En las mañanas, cuando todavía es de noche, correré. O caminaré. Otra
parte de la temporada me la pasaré corriendo en Ciudad Universitaria. Al final
en los tres mil doscientos de la base de la montaña Ajusco. Cada año, al
principio del invierno, he vuelto a correr esa vuelta en la cinta asfáltica.
¿Por qué no he de hacerlo otra vez? El problema con los estoicos es que sólo
son estoicos y el problema con los sibaritas es que nada más son sibaritas.
¡Emerson, di algo! Ese pensamiento de secta acaba por hacerlos neuróticos.
Volvió a
acordarse de sus compañeros del equipo de investigación.¡Grandes chicos! ,
después de todo ¿qué haría la humanidad sin esas hormiguitas? Dale que dale y
un día son los que descubren los remedios para aliviar los grandes sufrimientos
de la gente. Yo tendría que descubrir cómo se detecta un sismo con un mes de
anticipación para que la gente tenga tiempo de salir corriendo de sus edificios
o de sus pueblos...Construir un submarinito, que ni siquiera los franceses se
han imaginado, e ir a observar las placas allá abajo.. ¿La investigación de
punta tendrían que desarrollarla los países ricos? ¿Nosotros hacer la obra
negra...? ¡Los “Viernes” de los Robinson Crusoe!...Tras Humboldt, Gemelli, Poinsett, Ward, Brasseur... llegaron
los escuadrones de la guerra...Los trabajos de las hormigas abundan en citas
bibliográficas. ¿A quién puede importar que la casi ausencia de bibliografía en
mis artículos pudieran ser señal de originalidad? Bueno, al diablo. Como sea,
la actual interpretación de la orografía me parece una pendejada. Pero tengo
que probarlo. Escepticismo. Así es como empieza todo en la ciencia...De todas
maneras creo que jamás tendré el Premio
Nóbel entre mis manos. Los “Nóbel” son
amigos de otros “Nóbel”. Hacen una familia. Yo lo que hago es ganar
concursos de bebedores de cerveza...
* * *
Creyó
escuchar de labios de la bruja del automóvil descompuesto estas extrañas
palabras: “¿Recuerda, la última vez que nos vimos fue en el teatro
Politeama...? Ocupábamos un palco... Mi nombre es Clemencia, ¿lo ha olvidado?
Este teatro se encontraba ubicado en Arcos de Belem. En el centro de la ciudad
de México. En realidad era un jacalón donde se presentaban los mejores
espectáculos. El que triunfaba aquí se le abrían las puertas en cualquier parte
del país y de los países del centro de
América. Algunos llegaban hasta el sur.
Estaba enfrente del templo del Salto del Agua. Fue en los años treinta.
“¡Que mujer tan loca!” – se dijo- “En los años treinta ni los bisabuelos de
ella ni los míos habían nacido”.
- ¿El Politeama?”
- Usted vivía
en el callejón de la Esperanza, apenas a una cuadra de Le Rat Mort. Iba todas
las noches a oírme cantar y en ocasiones bailábamos.
“Oh, volveré
a correr de Río Frío a la roca de
Xochiquetzal...Una semana más en este Paraíso frente al Golfo y habré muerto”. Sabía que el candado, puesto
por los dioses chichimecas, para que
siempre triunfara en los concursos y que no muriera de tomar vino era,
después de una ocasión, no podría volver
a tomar durante algún tiempo. Sin embargo la vida muelle a nivel del mar
tenía la particularidad de debilitar su espíritu en la proporción directa de la
belleza del lugar... El aislamiento de su grupo, en el interior del desierto
norteño del país, no había tenido contacto con la raza negra durante la
Colonia. A eso correspondía que él careciera de la
resistencia natural para el hábitat costeño. Podía vivir entre las tormentas de
nieve y arena, pero sucumbiría en la isla.
* * *
Semi enterrado, ya en la arena húmeda, recordó un relato oral escuchado muchas veces de boca
de su tío, cuando era niño...todavía en la noche profunda Yolo ascendió hasta
lo alto de la pequeña sierra cori. Se sentó en la roca donde se habían sentado
su madre y la madre de su madre y la madre de su madre de su madre. Desde
aquella montaña descarnada la jovencita de cara redonda y hermosa, contempló,
por largo rato y con atención, la más inmensa de la serpientes luminosa sobre
su cabeza. Era en verdad la más grande de las serpientes. Pero el Dios de la
Noche cubría a la serpiente pues era más grande que ella. No tenía límites.
Dentro de El había muchos millones de días y de noches. Se puso de pie y, subiéndose la blusa, dejó
a descubierto la parte media de su cuerpo. Algún tiempo atrás era una cintura
esbelta que con facilidad cabía en el círculo que hacía el paliacate rojo con
el que se sujetaba el cabello... pero ahora aquel cuerpo estaba abultado. La
noche le acariciaba la cintura. Giró lentamente. Dio toda una vuelta. Pasaba
suavemente la mano por la estirada y
agrietada piel, en tanto miraba hacia la oscuridad. Era el Dios de las llanuras
del norte. Sintió algunos golpecitos detrás de su ombligo. No había qué temer, como hacen las mujeres de la ciudad. El Dios de la
Noche era un amigo. Como un padre. Un guía. Es la Noche. Cuando el niño o la
niña hubieran crecido marcharía también a la ciudad, para estudiar, como lo
demás. Pero ya fuera allá o en cualquier parte donde se hallara, al llegar la
noche de cada día, debería sentirse feliz. En paz. La gente de “allá” se
embrolla queriendo saber qué es la
felicidad. El nada mas procuraría dar tranquilidad a su corazón. Si su padre de la Tierra, que ahora se
encontraba caminando hacia el río Snake, más allá del Lago Salado, volvía o no
volvía, de todas maneras el Dios de la Noche estaría con él. O con ella...
En seguida se bajó la blusa y volvió a sentarse
sobre la roca desnuda y helada. Quedó tan quieta que por mucho tiempo pasó a
ser un detalle más entre el roquerío. El rito de presentación estaba cumplido.
Ahora sólo había que esperar. Todavía ahí podía suceder que el niño no naciera
ni ella siguiera con vida. Una víbora de mordida mortal podría llegar sigilosa
entre las rocas... Eso podría estar bajo su
control... Pero tenía que dejar que el universo jugara sus cartas...
Observó con atención cómo la noche se iba marchando
hacia el otro lado de la sierra, precedida por una luz que en el principio
solamente fue una claridad pero que, de pronto, adquirió un hermoso color
naranja. Como un incendio en una parte pequeña del horizonte. Un águila
emprendió el vuelo. Era la señal. Entonces sus ojos dejaron de parpadear. Clavó
su vista en la inmensa llanura que tenía frente a ella. El disco teñido del color de la sangre empezó asomarse
entre las dunas de arena. Yolo se puso otra vez de pie. Dijo en voz alta,
dirigiéndose a su vientre: ”Ahora , aun antes de nacer, es necesario que
emprendas el vuelo, como el Águila cuando se oculta el Sol. Debes de cooperar.
No temas, yo te enseñaré a volar”.
Se amarró con fuerza su rebozo en lo alto del vientre y, cuando la fuente
protectora de la vida le mojó las piernas, tomó la cuerda anudada al brazo del
árbol. Ejecutó un péndulo en el vacío y regresó a la tierra. Apretó más el amarre. Después otro péndulo. Al cuarto viaje una criatura
voló por los aires. Antes que se agotara por completo la extensión del
cordón Yolo soltó la cuerda y madre y
criatura volaron juntos...Cayeron en las aguas cristalinas del cercano río...
Así nació el niño.
Ese día tenía el signo de Ome Tochtli. Años más
tarde los ancianos del grupo recomendaron a los padres que le pusieran un
nombre cualquiera, que nada tuviera que ver ni con las estrellas ni con los
ciclos del Calendario ni con los equinoccios. Eso le permitiría andar entre la
gente de la ciudad. Buscaron en la primera revista que encontraron a mano en la
peluquería rural. Entonces le llamaron Malcom Oliva. Según esa publicación,
Malcom Oliva era un individuo de un país lejano que, de paso por México, había
muerto. Acababa de morir. Nadie supo quién había sido. Solamente tomaron su
nombre.
* * *
Clemencia le
diría tiempo después que sus padres nunca supieron, porque no sabían leer
español, pero el individuo de la revista que en vida se llamó Malcom Oliva
era... “¿Qué cree que era?...¡Geólogo!...Algún día le contaré más detalles de
la reencarnación...Por lo pronto le adelantaré que si un niño nace y coincide
con alguien que muere...” “¡No, no, basta!” Pero ya Clemencia decía que para
eso se necesita que el que muere sea alguien que se haya despojado de la idea
de la posesión. Seguramente el Malcom Oliva que murió era uno de estos
seres evolucionados... hay religiones
que nacen con el germen de la agresividad. Son guerreras en algunos de sus
postulados. Otras son místicas pero en el proceso histórico también se hacen
guerreras circunstanciales. Pelean para sobrevivir o para conquistar. O
conquistan para sobrevivir. Otras no tienen vela en el entierro en estos afanes
del mundo pero son agarradas por los políticos para sus conquistas
económicas...Mi religión-dijo la muchacha Krisna- quiere alejarse de todo ese
tráfago. Se toma agua porque se tiene sed. ( Cork veía en su microcomputadora
de bolsillo una fotografía en blanco y negro a un grupo de rebeldes húngaros
rodeando un tanque de guerra soviético, y otros trepados en el vehículo,
celebraban su captura frente a la sede del Parlamento en Budapest, en noviembre
de 1956) No hay que tener sed y no se necesitará el agua. Es un ejemplo
simplificado. En nuestros tiempos tiene un significado particular frente al
frenesí del consumismo entre los países
del área occidental. La idea del no desear, como la del ecologismo, que
parte de San Francisco y se ha
puesto en boga de unas décadas para acá,
resulta exótica en esta parte del mundo. La producción industrial necesita
venderse. El consumismo, deshecho y miles de toneladas de basura al día, son una misma cosa. Conseguir esas
cosas, es lo que mete al individuo en una carrera que acaba desquiciándolo en
mayor o menor medida. Si se tiene esa mentalidad, y el no poseer cosas, enviará al individuo a la cárcel, al
manicomio o al suicidio. En el menos peor de los casos entrará la neurosis. Seis
automóviles pero la familia fulana tiene diez. Carro último modelo pero apenas
a estas alturas del año el vecino ya consiguió el modelo del año que viene. O solamente veinte trajes y
cincuenta camisas. Presidente de la república pero mejor líder de la región...La gente no se contenta
con una choza de madera en la ladera de una montaña o a la vuelta de un meandro
del ignoto río...El brahmanismo, religión de la India, de donde se desprende el
budismo, era la serie de las vidas sucesivas y sus muertes. Se reencarnaba
porque el espíritu al “meterse” o reencarnar en un nuevo cuerpo, estaba de
todas maneras expuesto a aumentarle
“cargas negativas” a su ya de por si pesado costal. Y todo seguía alargándose.
Se necesitaban más y más vidas para vaciar ese costal. No era raro que al
finalizar otra vez, el individuo hubiera aumentado su fardo en lugar de haberle
restado...Un día, el príncipe Siddhartha Gautama, allá por los años 563 al 483
antes de Cristo, se puso a meditar a la sombra de un árbol. Tan metido estaba
en su concentración que no se dio cuenta que el tiempo había pasado. Cuando se
levantó, al amanecer, tenía la solución, o respuesta, que buscaba para
enfrentar el largo proceso de las muertes y las transmigraciones en cadena.
Carente de una institución religiosa cuyas autoridades, o sacerdotes, conozcan
de las faltas y decidan sobre la absolución de las mismas, el individuo debía
seguir muriendo y vuelta a la vida. La solución que encontró Siddhartha, para
acabar con esa interminable rueda de renacimientos, fue la supresión del deseo.
Se considera que en ese momento, en ese amanecer, Siddhartha dejó de llamarse
así. En lo sucesivo se le conocería como “Buda”. En sánscrito quiere decir “el
que despertó a la Verdad”. Así nació el budismo como religión. Entre el caso
excepcional de un iluminado y el hombre común hay una serie de matices de
conducta. Como en todas las religiones. La norma, sin embargo, es sencilla.
Austeridad es su nombre. No consumismo.
- Se trata de
un trabajo solitario que llegará a la
locura de la individualización-dijo ya agarrando un ritmo sobre entusiasta sobe
el tema-. En el momento que alguien se interesara por la
suerte de otro individuo, o de una comunidad, se volvería a enganchar en la
cadena de los deseos...¿Recuerda la vida de Siddhartha? Es ilustrativa en ese sentido. Hasta su hijo
llega a ser un obstáculo para la liberación de las cosas del mundo. Sin embargo
sería un error considerar este individualismo liberador con el individualismo
egoísta y muchas veces depredador de que se han llenado los sistemas filosóficos
y algunas religiones del mundo occidental. No. El budismo no quiere algo. Busca
la nada. Porque sólo la nada carece de todo. Pero como aun la nada occidental
es algo, lo que el budismo quiere es borrar lo que escribió en la página de su
vida. Borrar y borrar a través, no ya por la vía de la reencarnación, sino a
través de la abstinencia. Hasta dejarla en blanco. Apagar la sed del anhelo...
En un respiro de la muchacha Cork pudo decir:
-Actuar de manera individual es abrirse paso en la
vida por sí mismo. El peligro es que desemboque, como Stirner, en el egoísmo
depredador. En la tierra en que nací la gente actúa en grupo. Se ayudan todos y
todos se benefician. Y hay calor humano. Allá creen que, efectivamente, el
esfuerzo común es el que determina el éxito o el fracaso.
- Es ideal. Lo frecuente es enconcharse, volverse
irresponsable y esperar a que los otros resuelvan los problemas propios y de la
comunidad.
- Eso no es raro en la vida de las ciudades. El
principio, sin embargo, sigue valiendo.
*
* *
¡Maldita bruja! Cómo se llamará aquella mujer a la
que se le había descompuesto el automóvil en la playa “Brigitte Bardot”. ¿Por
qué se me habrá ocurrido el nombre de Clemencia?
Los nacidos en Ome Tochtli están destinados, por los
dioses teotihuacanos, que habitan entre
las estrellas y entre las pirámides,
cerca de San Juan, a ser grandes
bebedores. “Son los que llegan primero a las fiestas y los últimos en abandonar
el lugar”, decía el Tonalamatl. Ninguno de ellos llegaba a la ancianidad.
Morían jóvenes por los efectos del vino o, en los tiempos antiguos, apedreados
por disposición de las leyes. Al imperio de nada le servía esa clase de
individuos. Borrachos improductivos. Todo lo contrario, ponían el mal ejemplo,
no producían para la comunidad y el grupo tenía que darles de comer y tratar de
curarlos en tanto llegaba el tiempo de su muerte. Era mejor apurar su fin...
Yolo se apresuró a llevar al niño con los viejos del
grupo en el desierto. A petición de la madre, los ancianos modificaron el
destino. Excepto uno de ellos. De propósito no murmuró la palabra ritual. El
resultado fue que seguiría con su destino de
bebedor excepcional. De esta manera no moriría por efecto del vino. Pero
también tendría resistencia sobrehumana
para ganar en cuanto concurso de cerveza participara. Era algo así como un
héroe de la leyenda griega. Es decir, que frente al vino sería mitad humano y mitad depositario de un don
divino muy específico. Los Bukowski y los Fadanelli serían unos pobres pendejos tomando cerveza
junto a aquel Ome Tochtli. El candado era que no podría emborracharse dos veces
en un tiempo corto...
Un automóvil pasó a toda velocidad por el bulevar,
un metro arriba de su cabeza, en dirección al centro de la población. Pronto la
oscuridad volvió a tragárselo. Con el agua hasta la cintura, no supo más. Pero
no tenía miedo. La noche lo envolvía. También el agua lo envolvía... En el agua
había nacido... El bronce ennegrecido de Benito Juárez parecía sonreír. Tampoco
la Gualferina podría hacerle daño alguno.
Hubiera reventado hasta aun buey. El sólo tenía un sueño pesado...
3
Me dediqué a buscar a
Cork por toda la isla. Fui a Manigua, a los astilleros y a los bares. Al no
encontrarlo en esos sitios supe que estaba metido en Punta Real. Tenía la solución de haber tomado
un vehículo y trasladarme hasta la casa de don Santos. Pero me detuve al pensar
que también pudo haberse dirigido al caserío de Polvoxal, en la laguna de
Paulau, que era un sitio donde él se sentía a gusto cada vez que veníamos de
vacaciones a esta parte de Campeche. Me instalé, pues, en un hotel del centro
de la población, cerca del mercado, y esperé a que apareciera. Seguramente participaba en alguna competencia. En tal
caso necesitaba tiempo. El llegaría.
No volví a acordarme
de El Pinar. Por las mañanas iba a correr a la playa de la Laguna, cerca de
Manigua. Cuando empezaba la tarde, después del baño, me metía en un bar. Tomaba
un par de cervezas y al atardecer caminaba dos o tres kilómetros en la playa,
frente al Golfo. Al llegar la noche leía un rato en la biblioteca pública,
cerca del templo. Regresaba al hotel. Cenaba en su restaurante y al final de la
jornada veía un poco de televisión. De un modo indefectible me acordaba de Cork
cuando se preguntaba “¿De qué le sirve esto a la gente? ¡La cultura de la
publicidad no tiene análisis, síntesis ni símbolos. Carece de imperativos humanístico
y de referencias filosóficas. En un país donde no se leen libros, los medios
tienen una enorme oportunidad para educar, sin conducir, aparte de informar!”
Tres días más tarde,
de pronto, me acordé de las palabras que Suleima me había dicho frente al hotel
en el que se hospedaba el viejo marinero de la guerra de España: “Es más fácil
conservar un imperio, que conservar un matrimonio”.Hasta ese momento aquello no
me había dicho nada. Era soltero y carecía
de significado para mí. Creo que ni siquiera me había vuelto a acordar
de la portentosa Suleima o Carmen o como se llamara la mujer de El Pinar.
Cuando tuve claridad
de la intención que las palabras contenían, casi me paré de pronto en la
banqueta por donde caminaba. La mujer creía que yo era casado y que había ido a
El Pinar a divertirme. Como lo hacen algunos hombres que buscan
entretenimientos furtivos fuera del matrimonio. Pero, ¿por qué estaba tan
furiosa cuando me lo dijo? Aun recordaba su rostro descompuesto por la ira y la
intención refinada de sus hirientes palabras. Una profesional no le daría
importancia a esas cosas. Los solitarios del mundo es la materia donde fincan
sus fortunas las geishas profesionales. ¿Entonces, para qué tanto
alboroto?¿Cómo había ella elaborado tan rápido esa situación? Yo no pensaba,
para entonces, ni siquiera en los cuernos de la Luna. Ella, sin embargo, ¿ ya
imaginaba posibilidades..? Luego me llegó una reflexión que impactaría mi vida:
¿Aquella mujer se había interesado por
mi? ¿Al rechazar su oferta de ir a tomar nieve pensó que me apresuraba a volver
al lecho conyugal?
Divertido y jugando, como empiezan las cosas
del amor, decidí buscarla. Después de todo, en cinco o seis días más mi amigo y
yo dejaríamos la isla. Regresaríamos a México. Agarraríamos las mochilas y el
piolet y nos largaríamos a las montañas nevadas por otra semana. Después yo
volvería al centro de América y él a la ciudad del gran valle.
Le encantaba la ciudad de México. “No creas a los que echan pestes contra esta
ciudad”, decía. “Si en realidad fuera un infierno no estaría viviendo en ella
la mayor concentración urbana que se puede encontrar en el planeta cuando
hablamos de las grandes ciudades. Bueno, después de Nueva York, Tokio y Sao
Paulo. Y aun cuando la ciudad de
encima fuera la cosa más horrible del
mundo, siempre subyace ahí nuestro valle metafísico. Aparte de eso, si vienes
del infierno helado de los veinte grados bajo, cero o del infierno hirviente de
los cuarenta grados sobre cero, al salir del aeropuerto de la ciudad de México
te das cuenta que, ya nada más por su
clima, no tienes la menor duda que llegaste al paraíso. En el invierno basta un
suéter y en el estío una camiseta. Y siempre un sol de maravilla, como en
ninguna otra ciudad del planeta. Es un sol diseñado para México…
Aquel episodio de la
isla sería olvidado al fin. Años después puedo agregar unas palabras a este
pensamiento: “Así de inocentes somos los hombres en el juego de la vida con las
mujeres”.
Después del baño y de afeitarme, al regreso de
mi carrera en la playa, estaba listo. Miré al espejo. Me di unas palmadas en
ambas mejillas y, como Narciso frente a su
fiel estanque, me dije: “¿Qué más? ¡Guillermo, vamos por ese precioso
trasero!” Regresé al espejo. Miré otra vez, pero ahora con más detenimiento.
¿Me había hablado a mi mismo en segunda persona? ¿Entonces en mí existía una
primera persona? ¡Sólo Sócrates sabía!
Al bajar las escaleras
me felicité de haber escogido, en la Universidad, el área de las ciencias
exactas. De decidirme por el “área de enfrente”, de seguro que a estas horas me
encontraría metido en una maraña de reflexiones como las que se me acababan de
ocurrir frente al espejo. Aunque, a decir verdad, ese fenómeno no es tan
extraño a los alpinistas. Cuando se va
solo a las montañas se acaba por hablar consigo mismo.
Cuando cruzaba el
vestíbulo me pregunté ¿cuál de esos dos personajes frente al espejo tiene
personalidad jurídica? ¡El que habla desde dentro es el autor intelectual.
¡Pero el que ejecuta es el que va a ser calificado por la sociedad! Aun así, el segundo es el que tiene la
sensualidad y obliga al primero a actuar en consecuencia ¡Vaya lío!
Dejé instrucciones en
la administración para que, en el caso que se presentara un muchacho con el
nombre de Malcom Oliva, le entregaran las llaves de mi habitación. Habíamos
acordado por Internet, dos semanas atrás, que el que llegara primero a la isla (yo
venía del centro de América y el de la ciudad de México) se alojaría en el
mejor hotel cerca de la plaza principal de la población. Cuando llegara el otro
le sería fácil encontrarlo. Desde luego yo sabía que Cork, saliendo del
aeropuerto de la isla, viajaba directo y sin escalas hasta Punta Real. Podía
regresar a la Ciudad del Carmen ese mismo día o a la semana siguiente. De esa
suerte ni siquiera me molesté en buscarlo. Me instalé en el hotel y ahora yo,
que había llegado después, era el que tenía que esperar a que apareciera.
En la banqueta llena
de sol caminé hacia la esquina. Se dejaban sentir todavía treinta grados de calor en la isla. La casa de
Suleima estaría a unas cinco calles. Era cosa de doblar hacia el este. Llegaría
en menos de quince minutos. Pero en tanto llegaba a la esquina, me hice esta
reflexión: ¿Será posible que una geisha mexicana haya leído a Poquelin? ¡Bah,
debe ser pose intelectual! ¿Pero pudo
decir de memoria algo que está perdido
materialmente en la basta producción de este autor? Ahora bien: ¿Cuanto conozco en realidad de Poquelin?...¿Qué importa que
yo conozca de Poquelin, lo que interesa es ella? ¡Si, tienes razón
Guillermo!... ¿Otra vez la primera persona hablándole a la segunda? ¡Pero si lo
que interesa es ella, por eso mismo debo conocer de Poquelin! ¡Qué lío! No
sabía qué hacer. Ir directamente al grano, o...
Parado en la esquina,
me acordé de Kierkegaard. Había que ser seductor de categoría, me dije. Ahora
sí en primera persona. Para eso, era necesario aceptar que no sabía mucho de
Poquelin. Entonces, en lugar de ir hacia la derecha, encaminé mis pasos para el
otro lado de la plaza principal.
Al entrar en la
biblioteca, un atento empleado me salió al paso antes que pudiera yo llegar al
mueble de las fichas bibliográficas.
- ¿Desea consultar
algo en especial?- me preguntó en tanto
miraba el pequeño escudo de la Facultad de Ingeniería que llevaba en la solapa
de mi chamarra. Hizo un ademán para indicarme el lugar en el que se encontraban
las publicaciones relativas al petróleo.
- Sí- dije-. Necesito
consultar algo, pero no del petróleo.
Desconcertado, abrió
mucho los ojos. Preguntó:
- Usted dirá.
- De Moliere...
Abrió más los ojos. Se
apresuró a extraer de un estante un grueso volumen lujosamente empastado en
piel color café con letras de oro.
- Es el primer tomo de
sus obras completas...
- ¿El primer tomo de sus obras completas?- repetí-.
¿Ese desgraciado no tenía qué hacer? ¡Por lo visto, se la pasaba escribiendo!
- Escribía- dijo desconcertado el bibliotecario que
volvía a ver hacia el pequeño escudo de mi solapa-. Después actuaba lo que
escribía. Al igual que Shakespeare.
Comprendí mi absurda
actitud.
-Perdón- dije a mi
vez. Para redondear mis disculpas me encontré dándole una breve explicación:
-.La biblioteca que conozco es la de mi Facultad en la Universidad. Esta es la
segunda biblioteca que visito en mi vida.
- Comprendo. Me acuerdo
haberlo visto en días pasados por estos rumbos.
- Espero que este
volumen tenga la biografía de Poquelin.
- Seguro- me dijo
comprensivo aquel hombre-. Me indicó una mesa situada en un lugar bien
iluminado-. Al retirarse me dio un golpecito de afecto en el hombro, al tiempo
que decía:
-Espero que disfrute a
ese desgraciado...
* * *
A la mañana siguiente
tocaba a la puerta de su casa. Al
hacerme la invitación que fuéramos a tomar
nieve, aquella mañana que salimos de El Pinar, me había dicho: “Vivo
cerca, apenas a cuatro calles. Tuvo el cuidado de entrar en detalles del
domicilio: una puerta de madera pintada de azul pálido. La fachada de la casa,
en el bulevar, era de color blanco. Barandal de reja color rosa, apenas un
metro de alto. Eso impedía el paso a los animales de la calle: “En realidad la
puerta exterior permanece abierta, como se acostumbra en los lugares de clima
caluroso de México”, había dicho.
Un poco antes de
llegar a su casa me había detenido por un momento. Algo se me vino a la mente. Schopenhauer y Maugham. Las mujeres no dan nada si antes no reciben
algo... Cuesta mucho trabajo quitárselas de encima una vez que han sido
conquistadas... Ese recuerdo fue el que me electrizó en aquel momento. ¿Qué
puedo dar a esta mujer? ¿Por qué querría quitármela de encima? Mi empedernida
soltería se preguntaba: ¿como puede manejarse esto? Otra vez Kierkegaard. Su
recuerdo me venía como una sentencia: un varón no es cruel como lo puede ser
una mujer. Para constatar lo anterior hay que revisar las mitologías. Su
naturaleza tiene una crueldad que no conoce límites...La Llorona y las
tremendas mujeres de la tragedia griega, de los tiempos antiguos, casi me
pusieron los pelos de punta.¡Coatlicue! ¡Mi madre dejándome detrás de aquellas
espantosas rejas de hierro el primer día de guardería cuando apenas acababa de
nacer! En México había un danzón muy famoso que se llamaba “Olga”. Su letra decía de una mujer que había
asesinado al marido y lo había preparado en tamales que vendía en el mercado.
Correspondía a un hecho real sacado de la nota roja de uno de los diarios de
circulación nacional. ¿Esas
potencialidades podrán brotar de
las criaturas como Carmen? ¿Cuáles son las mujeres buenas y cuáles las
malas? ¿Cómo se les conoce? ¿ ?Nacen o se hacen o las hacemos?
Toqué el timbre. Desde la calle se podía ver parte del
interior de la construcción. Era un amplio patio cuadrado lleno de jardineras y
macetas. Había abundantes flores amarillas, blancas, azules y rojas. Como las pinturas de Philips Bragan, pensé, que
tanto me gustan. Una verdadera fiesta de colores. Aquel clima, la humedad y el
sol intenso, se reflejaba en el pequeño
jardín. Tal cosa sucedía por lo menos
trescientos sesenta días al año en la isla. Los otros cinco días es cuando
llega el tsunami. Esta fiesta de colores, que se reproducía en cada casa de la
población, influía mucho sobre el carácter de la gente de la isla. Ya he dicho
que era alegre. Frente a los densos planteamientos de la filosofía, exclamaba
en tono de fiesta: “Los locos discípulos de Sócrates”. Ante la sicología exclamaba:” ¡Eso Jung: así
se habla. Duro con las enfermedades morbosas!”
Al ver el jardín, cualquiera podía conceder que se trataba de un cuadro natural y de
exuberante hermosura. ¿Qué de raro tiene, entonces, que esta tierra “produzca”
mujeres como Suleima?
- Sólo el
Tlalocan - diría Suleima más tarde, ese mismo día. Con esta concisa expresión sabía que me ataba
a su existencia. ¡En la guerra y en el amor
todo se vale! Mucho antes que sucedieran cosas con nuestra amistad, ella
sabía que había ganado de antemano la partida. En El Pinar escuchó algunas
expresiones mías de la cultura mesoamericana y se había hecho una idea de cómo
pudiera ser mi manera de pensar. Todavía teníamos que escribir una historia de nuestra relación, pero el
elemento inmensurable ya estaba puesto por delante. Entendía el juego que
cuando los hombres estamos satisfechos de verles las piernas y agarrarles las
nalgas, empezamos a buscar en las mujeres algo que pueda trascender esa
relación. Esto nada más puede encontrarse en la cultura y en la religión. Roma
cayó frente a las mujeres que seguían a Cristo, no precisamente frente a las
hordas de los bárbaros. Nerón no pudo
entender esto en medio de sus pleitos con los senadores ni estos porque estaban
ocupados promoviendo asesinatos. Constantino si, trescientos años más tarde.
Fue
ella quien salió. De manera que, así de pronto, sin preámbulos, quedamos frente
uno del otro. Eran las primeras horas de la mañana. Suleima iba como una mujer
completamente hogareña. El pelo aplastado, recogido por detrás sin pretensiones
de peinado alguno. Más tarde le confesaría que esa manera de acomodarse el pelo
dejaba ver la hermosura de su rostro. Desde luego me pareció que era un estilo
de mujer franca y de ademanes valientes. Aun andaba en zapatillas bajas de casa
para evitar la incomodidad del calor. El amplio vestido color amarillo, que le
caía hasta los tobillos, no podía ocultar…No puedo explicármelo pero, desde ese
momento, jamás volví a dirigirme a ella como
“Suleima”.
La
sorpresa fue grande al mirarnos. Como cuando se ha pensado de manera
persistente en alguien, pero del que se ha perdido la esperanza de volver a
encontrar. Y ahora, estábamos ahí, parados. Yo con la mano estirada, para
saludarla, y proyectando una leve (y estoy seguro que tonta) sonrisa. Desde
luego me di cuenta que le inspiraba confianza y que el enojo de la otra mañana
había sido olvidado. Corrió hacia mí.
Hizo caso omiso de la formalidad de sujetar mi mano para saludarme. Me envolvió suavemente con sus brazos y, al
apoyar su rostro en mi hombro, dijo con voz queda:
- Gracias
por haber venido-. Lo dijo con tanta ternura que confirmé mi intención de jamás
volver a llamarla “Suleima”.
Estaba seguro que al momento de decir esto, tenía los ojos entrecerrados. Después,
retirándose un poco, me miró fijamente a la cara. En silencio. En un silencio
muy especial. Ese silencio que, como dice Eugenia León en una de sus canciones,
fue capaz de conquistar a los orangutanes. Lo que hubiera preguntado o
pronunciado no habría sido más directo que aquella mirada sostenida. Era una
tremenda pregunta dicha en silencio. Pero como yo también permaneciera sin
pronunciar palabra, luego de un rato inquirió, en tanto veía hacia mi mano
izquierda:
- ¿Y su
reloj?
No
entendí la intención de la pregunta.
- ¿Mi
reloj? Bueno, aquí está.
Por lo visto no contaba yo con la
suficiente malicia. Tuvo que ir más directamente:
- ¿Qué le
dice?
- Me dice
qué hora es. Las once y cuarto de la mañana. La brújula apunta hacia el norte,
en esa dirección. También informa que no hay peligro de tormenta en las
próximas horas y que estamos a cinco metros sobre el nivel del mar.
- ¿No le
dice lo que usted se propone hacer en las siguientes dos horas?
- Sí. Me
lo dice con toda exactitud.
- ¿Puedo
saber qué es?
- Por
supuesto. Si usted acepta…
- ¿Sí?
- Se
encontraría estrechamente involucrada con lo que pienso hacer.
No pudo reprimir aquel impulso. Estaba
abrazándome de nuevo. Dijo:
-
Guillermo… Gracias por haber venido...
Iba a invitarme a pasar al jardín cuando se separó, con una seria mueca en el rostro. Me
confesaría más tarde que, de pronto, se
le ocurrió que mi visita no
correspondería a un deseo de verla. ¿Tal vez preguntar por el marinero de la
guerra de España? Otra vez me miró. Parecía cansada. Todo un castillo, que
había crecido súbitamente en su alma, podría desaparecer en un segundo,
dependiendo de lo que yo dijera.
- Vengo a
invitarla a que vayamos a ver una
exposición de pintura. Está en la Casa de la Cultura. Por lo que he podido
averiguar, se encuentra en el centro de la población. Usted debe saber...
Pareció quedar aturdida. Me tomó de la
mano. Me condujo por el corredor fresco de piso rojo y deslumbrante de limpio.
Llegamos hasta una especie de recibidor, colocado en el mismo pasillo, frente
al jardín.
- ¿Viene
a invitarme a que vayamos a ver una exposición de pintura?- me preguntó mirando
un poco de manera oblicua.
-
Precisamente…Desde luego, si tiene algún compromiso, lo entenderé. Yo tuve la
culpa por presentarme así, de improviso. Quizá haya otra oportunidad. La
ocasión pasada me pareció, no podría decirle por qué, que le gusta la pintura.
Otro impulso, de esos que no se
programan, le hizo poner ambas manos en mis hombros para impedir que me
levantara del sillón de mimbre en el que ya estaba sentado. Había iniciado el
movimiento de ponerme de pie con la idea de marcharme. Después de todo, el
encanto de haberla vista y hablado pronto pasaría. Hasta ahí casi no había
historia entre los dos. Algunos minutos más tarde caminaría por el bulevar.
Tres calles más allá yo estaría pensando
ya en otra cosa. Carmen había dicho que el mundo está lleno de mujeres y
hombres solteros que andan buscando pareja. No era necesario, entonces, amargarse la existencia si algo no salía como
habíamos pensado. O si algo ya hecho, se venía abajo.
- ¡No,
por favor! - escuché que casi gritaba al tiempo que parecía dar a entender que,
en el amor, solamente los pendejos no saben
comprender el momento en que no se puede ser soberbio -. ¡Por supuesto
que quiero ir. Acepto. Me encanta la pintura. Solamente que…Me ha tomado por
sorpresa…No esperaba que…Permítame ordenar que le traigan una bebida. Descanse
en tanto me arreglo… Mi madre y mi hermana acaban de salir, fueron de
compras…En seguida ordenaré que le sirvan algo de tomar…Qué prefiere, ¿whisky,
brandy, ron, vodka, cerveza?
- Agua.
- ¿Agua?
¿Con qué?
- Agua
simple.
Miró hacia mi reloj. Fue cuando comprendí la intención.
- Por
ahora mi interés es puramente cultural…- dije -. Por cierto, no entiendo eso de
que se va a arreglar. Se encuentra…
- ¿Si?-No
contesté y fijé mi vista en un punto incierto del jardín. - Si prefiere, puede
observar de cerca aquella planta cercana a la fuente. Le aseguro que es
interesante. Más de lo que parece. En dos segundos estoy de regreso.
* * *
Estaba demasiado lejos y no pude
encontrar algo que mereciera fijarse en la planta que me había señalado. Caminé
por el corredor en tanto ella regresaba. A paso lento fui por la orilla del
jardín. Estaba seguro que, fuera como fuera Carmen, en eso de salir pronto de
seguro no sería distinta a las demás
mujeres... En un nicho estaba la figura de barro de Huehueteotl (copia fiel de
la interpretación huasteco - totonaco del dios tutelar de Cuicuilco). Lo
iluminaba lateralmente una luz roja tenue. La pared amplia del fondo, cubierta
totalmente de libros, hacia la biblioteca más grande que jamás rey alguno de la
Europa medieval pudo imaginar antes y mucho tiempo después de Juan Gensfleisch.
Era una especie de cuarto de estudio. Sobre una mesa firme de madera había una
computadora con la pantalla levantada. En un lado varias hojas esparcidas sobre
las que se había impreso un texto recientemente, y dejadas ahí como para que se
secara la tinta. En el fondo, en un hueco del librero, una máquina de escribir
portátil Remington. Daba la impresión que era una herramienta venerable sobre
la que en otro tiempos se había escrito mucho y ahora permanecía guardada como
una valiosa pieza de museo. El nicho
empotrado en el librero despedía una delgada columna de humo de copal quemado
que perfumaba la estancia. A la izquierda la puerta blanca sostenía un enorme cartel de Jim Morrison con
sus lentes oscuros ovalados, como los que usaban los agentes judiciales de ese
tiempo en México y los del tránsito motorizado. Sus dientes amarillos de sarro,
pelo largo y camisa de mezclilla, parecía mirar el dibujo de Quetzalcoatl con
cuatro aves en sus esquinas mostrando los equinoccios. O quizá Morrison mirara
el gran cuadro de Monte Cervino. Es decir Matterhorn, pues su gran arista
nevada noreste se veía desde el “Espejo”. Extraño que en un lugar tropical se
tenga la imagen de esta montaña nevada. Antes una fotografía tamaño carta de
Xipe Totec mostrando su perfecto traje de piel humana, puesta su superficie
irregular de grasa hacia el exterior. La figura de una virgen del mundo
cristiano ortodoxo, semioculta por una rama bendita, había sido dejada ahí por
la madre de Carmen, que era devota de la Virgen del Perpetuo Socorro. Más allá
una máquina de escribir portátil, antigua, junto a una computadora. Discos de
Cri Cri que conservaba de su niñez y otro de Los Toreros Muertos, grabado al
cumplir el grupo español los treinta años de éxitos. En la esquina noreste un
bastidor con tela, casi del tamaño de la pared, pintarrajeada de vivos colores
mediante el simple recurso de dar brochazos en todas direcciones. Le había
puesto en una esquina superior, de manera informal, “El regreso de
Zaratustra". Se trataba en realidad de una especie de catarsis. Había
ocasiones que se sentía bien agarrando la brocha y trazar una línea en
cualquier dirección que se le ocurriera.
Sin embargo no era raro, me diría más tarde, que fuera elogiada la tela de ese
bastidor como una obra de arte, “cargada de una fuerza espiritual ya casi
desconocida en nuestros días”. Sobre el gran sillón de madera, estilo colonial
de color oscuro, a lo Rembrandt, un suplemento cultural de cierto diario de la
capital. Anunciaba, en su primera página, El Arte en Fuga. Según decía Pitol,
era el libro de mayor éxito de su vida.
A la tercera
vuelta por el corredor tomé un
trago de agua de la botella que se encontraba sobre una pequeña mesa. Unas
notas de jazz salían del corredor. Pude identificar a Ellington y luego de
varias piezas de músicos desconocidos para mí volvía Charlie Parker. Era una
“memoria” conectada a la computadora que contenía sobre todo piezas de Charlie Parker. Recordé
el disparate que en cierta ocasión le oyera a Cork: la gente debería hacer sus
países siguiendo los paralelos. La república del paralelo 17,02, la república
del paralelo 24,50. Viviría de acuerdo a una situación concreta respecto al
Ecuador y también con relación a su altitud sobre el nivel del mar en muchos
casos. Realizarían congresos mundiales los de las repúblicas de un mismo
paralelo. Verían que sus problemas serían semejantes y la solución encontrada
por unos seguramente serviría a los otros. Los de Sonora se entenderían con los
árabes, los veracruzanos con los africanos de Mauritania, la India, Birmania y
Viet Nam. ¿Acaso no corren los mismos vientos por los mismos paralelos? Se
enseñarían a cuidar sus ambientes. Se les facilitaría pues no serían muchos
ambientes distintos. O al menos no tan distinto. Como ahora. Bien distribuidos
los espacios horizontales les tocaría mar a todos los países. La explotación de
sus recursos marinos sería equitativa y los países muy encerrados en los
continentes tendrían acceso a los mares abiertos. En fin que había que tener
imaginación. Como estamos viviendo, por meridianos, resulta que provincias de
un mismo país son selváticas y otras desérticas. Unas viven a nivel del mar y
otras cerca de las nubes. Los meridianos serían, eso sí, por su diversidad
“vertical”, corredores para el turismo. Para la investigación
antropológica, la filosofía, la agricultura, la geología... Al siguiente trago de agua tuve que confesar
que aun a Platón, Campanella y a Orwell, les había faltado imaginación.
Para el quinto trago volví a acordarme
de Cork. Aseguraba que antes era un tesoro encontrar un libro para leer pero
que ahora es un tesoro encontrar gente a la que le guste leer. Primero apareció
la televisión y luego la telefonía celular. Agregaba que la generación del
primer tercio del siglo veinte en México
(lo había leído) contaba con la
radio, a la que solamente se escuchaba, y había que echar a andar todo un
mecanismo mental para imaginar lo que le estaban diciendo desde el transmisor...Se
resistió a creer que la tecnología fuera la culpable. Recordó algo que decía su
abuelo: “El que va a leer va a leer y el no va a leer no va a leer, ya nació
así por más libros o cacharros que le echen encima”.
¿Dónde se encontrará Cork? En mi bolsillo
tenía el número del teléfono del hotel donde me hospedaba. ¿Andaría por allí,
sólo? ¿Estaría cruzando a nado la laguna de Paulau? ¿Se encontraría dando cima
al esfuerzo de acabar con un barril de cerveza en Polvoxal?.
Mientras esperaba, de vuelta en el
sillón de mimbre, observé una pequeña cortina de bambú colgada en la pared
color rosa. La japonesa con su kimono, y un abanico de flores blancas, estaba
sentada sobre una roca de tal manera que resultaba de una sensualidad enorme.
El contraste que me llamó la atención fue el retrato de Hegel y más allá una
cruz de madera que debía tener por lo menos un siglo. Me dije que hay
inspiraciones que no sabemos si proceden del raciocinio o del sentimiento que
nos llega de las estrellas. Si lo supiéramos llegaríamos por fin a encontrar la
síntesis de la existencia que, así como vivimos, tal parece un caos. Nihilismo sin pies ni cabeza que es ese
eterno desorden del raciocinio con lo metafísico. ¿O es el necesario
equilibrio? Racionalistas hablando en todo momento de Dios. Teólogos buscando a
través de la lógica humana la presencia
divina y la meta de esta dialéctica sin fin. Los protestantes
especializados en arquitectura católica
y jesuitas estudiando en microscopio a...
Todo ese enredo en aquellas figuras de la pared interior de la casa,
frente al huerto. Desde luego me di
cuenta que, en aquel lugar, flotaba la existencia de una vida de calidad.
* * *
La vi
salir, al fondo del corredor, veinte minutos más tarde. Avanzaba hacia mí,
sonriendo. Me dije que, verdaderamente, Carmen era una mujer atractiva. Vestido
color rojo, de tela ligera que se ajustaba a su anatomía, delgados tirantes del
mismo color que dejaban descubiertos los hombros y parte de la espalda. La
falda, un poco más arriba de las rodillas, zapatos blancos de tacón y una
enorme rosa roja que había tomado al pasar por la jardinera y puesta en la
parte derecha de su corta cabellera.
Se paró junto a mí, que permanecía
sentado. Buscaba en mi mirada una señal que le indicara si la manera en que se
había vestido era de mi agrado. Percibí en ella un perfume que tenía como
principal sustancia el almizcle, el componente que despiden las flores para
propiciar el apareamiento. Aquella planta que me había indicado que se
encontraba al fondo del huerto poseía ese secreto. Era obvio que acaba de
sentir tal cambio en mi cuerpo.
-
Seguramente - exclamé con cierta emoción
-, la calcita y el granito mismos no podrían permanecer indiferentes una
y otro al influjo de ese aroma ¡Vamos!-
dije en tanto me ponía de pie -. ¡Estoy
seguro que toda la población nos mirará!.. ¡Ah, ¿Por qué Hegel junto a la cruz?
- ¿Por
qué no? ¡Mundos perfectos que se derrumban y vidas quebradas que se reconstruyen...
Cuando
íbamos por el corredor, hacia la puerta de la calle, me tomó la mano y empezó a
hablar con una seguridad que me sorprendió:
-El Pinar
es un mundo que se destruye sin remedio porque no acepta que puede haber
salvación. Ha perdido la fe y sigue esperando a un Salvador, que quizá nunca
llegue ya. Roland H. (¿sabe quién fue Roland H.?) no tuvo fe y acabó
destruyéndose él mismo. La cruz es la antítesis que funciona para algunos
habitantes de El Pinar. Un mundo destruido que ha tocado fondo y que desde ahí empieza
su reconstrucción. La Magdalena, San Agustín, San Francisco, Bill W. y muchos
más son una prueba de ello.
Al
recorrer el pasillo, de regreso hacia la puerta de salida, volví a ver que en
la amplia sala interior dos paredes estaban ocupadas, de arriba hasta el piso,
por estantes repletos de libros.”Dios es del tamaño y diversidad que tenga tu
biblioteca”, recordé que gustaba Cork decir.
-La
mayoría de esos libros son novelas-dijo al captar mi mirada.
Extrañado
le comenté:
-Eché una
ojeada y la mayoría son obras de
historia.
-Precisamente…Si
quiere encontrar una buena historia, lea novelas…
Con el tiempo me enteré que esa mañana había
entablado relación con una mujer que tenía la figura de una modelo de revista y que leía, desde su
infancia, por lo menos treinta libros al año. Pensé para mis adentros: ”Que me
corten el escroto si alguna vez la pierdo de vista”.
-
¡Pero…!- la escuché decir.
- ¿Pero
qué?
Sabía que una parte de la humanidad se
la pasa ocultando sus encantos y otra parte inventando encantos que no tiene.
Ella iba a decir algo. Algo que surgía de la noche…De El Pinar…Como si las sombras y el sol deslumbrante no pudieran
convivir. Como si Hegel y la cruz fueran, en efecto, separados por un abismo
insalvable. Le di un ligero tirón de la mano en dirección de la calle.
-¡Vamos!-casi grité.
-
¡Gracias Guillermo Steenberghen López -. Luego levantó resueltamente la cara y
exclamó radiante:- ¿Vamos!
- ¿De
dónde conoce mis apellidos?
- Cuando
fuimos a dejar a Alejandro Bautista Jiménez a su hotel. Usted sacó su tarjeta
para pagar el hospedaje y la comida del marinero...
- ¡Vaya,
que observadora. Bueno, vamos!
- Es
parte de mi trabajo-dijo y no entendí a que se refería. Le iba a preguntar pero
escuché que decía con tono resuelto:-¡Vamos!
Se detuvo
para preguntarme:
- Si es
preciso puedo ponerme un vestido de otro color…Menos…
- ¿De
ninguna manera!- dije riéndome -.¡Ya
quisieran los hombres del mundo caminar junto a una mujer tan hermosa!
Fue la
última vez que titubeó y en adelante fue abierta y decididamente como ella era. Y a mí me gustó como ella es.
Salimos a la luz deslumbrante de la
calle, en el momento que ella decía:
- ! Vaya,
al fin me ha dicho algo bonito!
* * *
Dos muchachas guapas, vestidas con un
severo traje corte inglés, repartían volantes a la entrada de un templo
católico. Esperaban a que saliera la gente después de la celebración de la misa
y empezaban su labor de obsequiar propaganda. La invitación decía que la relación
del humano con Dios es personal: “¡Apártate de la multitud pues te lleva al
pecado!”
- De
ese enfoque se beneficia una situación
política-dije.
- ¿Lo
cree?
Entonces le conté que el invierno
pasado había conocido a Jaime González Sosa, en Xico, una pequeña población
frente al Pacífico, en la Costa Chica de Guerrero. Me dijo que se había sacado
a Dios de esos parajes. Que ya no existía la alegría y la esperanza de una vida
simbólica. Que el hombre se había hecho cargo del sentido de la Tierra. Se
creyó que los valores de la sociedad eran obsoletos y empezó la destrucción del
antiguo orden para dar paso a una etapa superior. Lo primero que se hizo fue
quemar el templo y se mató al sacerdote. Luego se cerró la escuela y el maestro
alcanzó a salvar la vida escapando de noche. La pequeña biblioteca también se
cerró y en su lugar se abrieron más cantinas. Por esos días fue cuando encontré
a Jaime en la laguna de Chacagua. Este joven había ido a hacer su servicio
social de medicina. Tenía tres semanas viviendo en una hamaca amarrada de los
postes de una palapa descubierta, a sólo cien metros de la playa, al otro lado
del río, donde está el faro guardacostas. Permaneció en Xico tres meses. Luego
tuvo que salir corriendo también. Los pistoleros del hombre fuerte lo seguían
de cerca disparándole balazos. Aun así había logrado todo un récord. Los
anteriores médicos y pasantes nada más habían podido permanecer quince días.
Era una
pequeña comunidad que llegó a creer que la salud mental de la población es una
cuestión abstracta. Que para nada necesita la moral. Así fue como se encaminó
hacia la práctica de la agresión y al amor a la muerte. No entendieron que la
realidad virtual de los canales televisivos (con su tremenda carga de violencia
hasta en la programación para niños)
entraba hasta el corazón de sus hogares, paulatinamente y de manera
insensible y empezó a cambiar los valores reales arraigados en la sociedad. No
supo cuándo su sistema de valores, de por sí endeble, empezó a ser manipulado.
Que esa palabra incomprensible de globalización, que tanto escuchaban, no hacía
otra cosa que privilegiar el comercio y la ganancia. En adelante en Xico lo
normal ya no fue buscar lo sano. Era una
sociedad que carecía de una visión del futuro con sistema de valores que
regularan su presente. Como no tenían esa visión dejaron todo en manos del
mercado. Después el alcohol y las drogas acabaron colapsando ese mercado. No
alcanzaron a descifrar que la moral es lo que está al servicio de la vida, de
la sociedad y del individuo. El que se narcotizaba más, y disponía de la mejor
arma, era el que tenía asegurado poder cometer los crímenes más atroces.
Aterrorizar a los demás sin tener que perder el tiempo y agresividad frente a
los anteriores valores de la sociedad.“ Ese pueblo se acabó - decía el médico
-.Ya nada más hay muertos. El hombre fuerte y su pandilla. Ellos son los que
dominan la tierra. Acabarán disputándose el liderazgo entre sí…Cuando matamos a
Dios no calculamos lo que va a venir después. Los primeros que llegan son los
vendedores de armas y de licores. Tras ellos llega la idea de la posesión de la
tierra por medios violentos”. “¿Qué vas a hacer?”, le había preguntado. “¡Tomar
cerveza! Por mi Xico y lo que queda de él se puede ir al mismo Diablo. La
Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México me envió a hacer el
servicio social a un lugar donde, para esta fechas, ya no hay sociedad”.
* * *
Algún tiempo después Carmen me contaría
que, en los días siguientes a nuestro encuentro en El Pinar, había pensado
mucho en aquella mañana parados en la banqueta de Ciudad del Carmen, con
el sol rojo bañándonos los rostros. Se
sentía como una Magdalena repudiada cuando yo, mirando mi reloj había dicho que
ya no era mi tiempo hedonístico y que tenía que ir a correr a la playa. Su
sentimiento de humillación verdaderamente había sido grande. Hasta se había
parado frente al espejo, cuando llegó a su casa: “¿Mi aspecto general, los
senos, mis nalgas, mi expresión? ¿Qué, por qué no había aceptado mi
invitación?” Ahora, caminando por la calle, casi se echa a reír y dice
- ¡Qué
tonta! ¿Cuántas cosas he pensado desde aquel día? Bueno, usted solamente quería
ir a correr a la playa!...
Por lo visto se sentía obligada a expresar
cualquier cosa para que me percatara que se encontraba contenta a mi lado:
- El cine
de la localidad exhibe “Atrapado por su pasado”, con Al Pacino, Sean Peen y
Penélope Ann Miller, de Brian de Palma, de 1993. Habla de un jefe de la droga
que acaba de salir de prisión y busca regenerarse aun en contra del parecer de sus ex amigos mafiosos que apuestan a que
no podrá lograrlo. Fue un éxito de taquilla mundial y su mayor logro monetario
lo tuvo en Tokio, Japón…Hace tiempo que no se proyectan en esta sala películas
nacionales. La última había sido “Simbad el mareado”, una película de 1950, de Gilberto Martínez
Solares, actuada por Germán Valdés Tin Tan, Marcelo Chávez, Telma Ferriño, Juan
García, Vitola y Tun Tun. Son las peripecias de Tin Tan en el paraíso playero
de Acapulco...Se ven pocas películas europeas.
En esta
sala de cine todavía se exhibían tres películas por función. La otra era La supremacía Bourne.
-Todo se
desprende de la filosofía-oí decir a Carmen-.Schopenhauer dice que el hombre es
como es y no podrá ser de diferente manera,
como no puede cambiar las forma de sus orejas. En Shane, la película de los años cincuentas del siglo pasado, Alan
Ladd, el pistolero más rápido del oeste, que inútilmente intentó cambiar su vida por la de un
individuo pacífico, le dijo al niño Joe, al salir de la cantina donde había sosteniendo
un duelo con los hombres malos del pueblo, y después de haber acabado con
ellos: “El hombre es como es”. En el
film La supremacía Bourne, del 2004,
el viejo ejecutivo de la CIA le dice a Jason Bourne, agente especial, cuando
éste quiere retirarse de la Agencia: “Tú te hiciste como eres”.
Fue la
primera ocasión en que Carmen me “jalara” manifiestamente hacia el terreno de la cultura. Miles de
relatos de aquel tipo le escucharía toda la vida. Por eso cada día que
pasáramos juntos tendría su calidad. Yo podía permanecer viviendo con ella en
las cosas comunes de la vida. Vegetando en la más pura y mediocre rutina. O en
los incomparables encuentros de nuestros cuerpos debajo de las sábanas. Pero
ella no olvidaba su relato. Siempre recordaba algo que había escuchado por ahí,
en algún lado: “Los griegos nos ayudan a pasar el día”. Necesitaba de la
cultura como del oxigeno para sus pulmones.
En su
plática Carmen había mencionado dos palabras y eran intuición y percepción. Son
términos que usamos desde niños pero ahora, me parecía que yo necesitaba tener
más precisión de ello. ¿Era lo mismo percepción que intuición o cuál era la
diferencia?
-¿Le
gusta el cine o si prefiere cambiamos de tema. Noto algo de prevención al
respecto de su parte?
-Recuerdo
aquella película estadounidense ¡Sabes
quién viene a cenar esta noche?
-La vi.
La dirige Stanley Kramer y es de 1967.Spencer Tracy, Katherine Hepburn y Sídney
Poitier. Plantea el amor entre una muchacha blanca y un joven negro y el
impacto que eso provoca en la sociedad. Es el viejo y siempre presente tema del
mestizaje.
-Para la
película es sólo el subtema. Lo principal es la idea operante de la humanidad. Cómo hay gente que se la pasa diciendo una cosa y actúa en
contrario. Al estilo de algunos políticos en campaña que prometen sacar de la pobreza a la gente y
cuando salen, de su ejercicio público, se les busca por haber cometido grandes
fraudes al erario con lo que dejaron más
en la miseria al pueblo. En la película
el viejo Spencer Tracy es dueño
de un diario muy influyente y al menos
treinta años se la pasó escribiendo y publicando de las ideas liberales, igualdad entre los
humanos y todas esas lindas cosas. Pero cuando vio trasponer la puerta de su
casa al negro, novio de su hija blanca, al que no conocía, todo su mundo
filosófico se le vino encima hasta casi
aplastarlo…Después he ido observando como la industria cinematográfica, en su gran mayoría, poco crea y si produce los
temas de sexo con increíble gritos
orgásmicos, balazos a granel y series de situaciones lúdicas con risas grabadas.
- Es muy
lento el desarrollo de las escenas del
cine europeo- dijo.
- Tan
lento que da la oportunidad de analizar lo que se está presenciando. En cambio
el cine norteamericano va tan rápido que no permite pensar. Sin más hay que
guardar su mensaje... Oh, Guillermo, habiendo tantas cosas importantes, cómo se
me ocurrió decir esto...
- Supongo
que así es cuando se sale por primera vez con alguien. No se sabe qué es o cómo
es el otro. ¿Qué le interesa, qué cosas o cuestiones le desagradan? Cuida uno
las palabras y hasta la manera de caminar o sentarse. Falta naturalidad y
confianza para hablar. Créame, me
parecen interesantes los temas que ha tocado.
Visiblemente
calmada, Carmen empezó a ser más natural. Lo natural en ella era complicado
para los demás. Al menos para mi:
-Percibí
su malestar, frente al asunto de la historia, cuando Alejandro Bautista Jiménez
empezó a contar de la guerra de España...Coincido con usted, aunque es
necesario aceptar que la cuestión resulta
sutil...Si no se pueden entender los símbolos de los documentos
consultados, ¿cómo puede alguien aproximarse siquiera a la verdad histórica? El
dato plasmado en la publicación corresponde algunas veces a intereses
utilitarios. La acción fue precedida de una propaganda de preparación y será
coronada con otra propaganda de justificación. Es decir que ya tenemos una
montaña de información artificialmente preparada para los historiadores.
-Eso
creo. Si el historiador no trasciende este mecanismo logístico sería mejor que
se dedicara a hacer la crónica de un partido de fútbol. Es decir, relatar lo
obvio sin preocuparse de los intereses que los dueños de los equipos
antagónicos pudieron haber tenido...La historia es una serie de abstracciones.
-¡De
abstracciones?
-Sería
mejor decir de porcentajes. El
historiador dispone de cien notas de un bando y cien del otro bando y
pone cinco de un bando y cien del otro ¿a eso se le puede llamar dialéctica?
Recuerdo algo que dice mi amigo Cork tratando del tema de historia: “Diremos lo
que nos hicieron, no lo que hicimos”.
-¿Cork se
llama su amigo?
-Así lo
conocen en los concursos de bebedores profesionales de cerveza. Por cierto que
debo buscarlo más tarde. Se lo presentaré, le va a encantar.
-¿A qué
se dedica?
-Se
dedica a eso de las rocas pero se la pasa en los concursos de cerveza. Gana más en los
concursos que con la más alta categoría tabular
de académico en la Universidad Nacional.
-Sin
embargo, la historia ofrece siempre una última oportunidad a estos
historiadores desapercibidos para poder encontrar la verdad histórica. Si no
pueden encontrar dónde comenzaron los acontecimientos en estudio, queda el
recurso de intentarlo mediante una acción a la que los estadounidenses le dice backing time. Es decir, partir del
efecto hacia la causa. Cualquier historiador acucioso puede conocer los hechos
en cuestión y observar los tiempos del devenir. Recuerde que el devenir es hacia atrás como hacia
adelante, infinitamente, sin principio. Pero no todos están capacitados para sacar
adelante la labor de reconstrucción de todos esos elementos.
-La
mayoría es de academia y lo están pero, prefieren contar lo que nos hicieron y
callar lo que hicimos.
-Cuénteme más de Cork.
-Ya
tendrá oportunidad de conocerlo. Sólo puedo adelantarle que Cork empezó a ver
televisión hasta los diez años de edad. Su madre le hizo leer antes, en edición
para niños, a prácticamente todos los filósofos griegos de la antigüedad. En la
casa del desierto jamás hubo un solo ejemplar de diario alguno. Una o dos veces
al año llegaba a Tlamatzinco algún
suplemento cultural. Y ya, a los quince años de edad, Cork tuvo la impresión
que la llamada cultura de las sectas de intelectuales es mayormente basura,
aplausos y auto reconocimientos.
-Ahora
que lo dice recuerdo que Chesterton prefiere una leyenda que una historia…En
realidad es una mañana hermosa. Mucho sol pero quizá le parezca que hace
demasiado calor, a usted que no es de aquí. ¿No es de aquí, verdad? Su modo de
hablar…
El muchachito que vendía periódico por
las calles destacaba un hecho sangriento que había tenido lugar en la
población. Un bebé había sido robado. La sociedad se movilizó para buscarlo a
través de cerrar los accesos a la isla. Esperaban oír el llanto del niño
cuando tuviera hambre. Al final
rescataron al bebé y descubrieron a los
autores de la fechoría. Pero lo que reproducían los periódicos esa mañana no
era al niño y a su desolada familia, o al desgraciado hecho que habían tenido
que vivir. En adelante se dedicaron a hacer la biografía de los maleantes. No
como la hubiera reconstruido un psiquiatra sino como si se tratara de un
paradigma. Qué comían a los tres años de edad, qué juegos hacían, cuántas
novias habían tenido, a qué edad cometieron su primera fechoría...
- Hace
tres semanas que escuchamos en la isla la vida de esos hombres-dijo Carmen-...¿Acaso
en este país no hay gente de ciencia o de la cultura? ¿Sabía que los griegos de
la época clásica aconsejaban no mencionar el nombre del que hacía mal?
- ¿Cuál
era la idea?
- Evitar
que otros, por imitación, también hagan el mal. Mencionarlo se reproduce.
Tenemos ciertos mecanismos que pueden echarse a andar de manera morbosa.
-
¿Es psicóloga?
-
Egresada de la Facultad que está enfrente, pasando la calzada hacia el sur,
entre Sicología y la Biblioteca Central. Del Pedregal de San Ángel, en México.
“Más
Platón y menos gritos”, me dije.
Caminábamos por la banqueta. Al final
se veían, diminutos en la lejanía, unos cuarenta barcos camaroneros que
parecían perdidos entre las aguas del Golfo y la tormenta de sol. Entonces le
hice un comentario:
- Me
encanta el cine, de western...de todos los temas, pero en especial de vaqueros.
- Es
la vieja ilusión que un solo hombre puede
sanear la vida de un pueblo. Como ni siquiera todos los habitantes de ese lugar
pueden hacerlo... ¿Sabe que en los países indolentes de América se cultiva
mucho la figura del hombre fuerte en el poder?
- ¿Por
qué?
- Cuando
empieza su mandato se espera que él sea el que va a sacar al pueblo de la
miseria. Cuando se va, se le hecha la culpa de que no lo hizo... Estoy convencida que la pantalla, grande, es
un buen recurso para adquirir cultura…
- ¿Le
parece? –Yo más bien observaba con malévola intención sus hermosos y gruesos
labios que prestar atención al tema del cine.
Le escuché hacer toda una descripción:
- Resulta
que desde lejanas fechas, al finalizar
el siglo diecinueve, Thomas Alva Edison
patentó dos curiosos aparatos de su invención llamados cinetógrafo y
cinetoscopio. Fue el primero una especie de cámara para filmar y el segundo
algo así como un proyector de esa película. Dos años más tarde, en 1895, se
conoció el cortometraje de los hermanos Lumiere. Realmente corto pues apenas
era de 20 metros de extensión. Filmaron a un grupo de obreros saliendo de
trabajar de una fábrica...El cine es lo que puede decirse una industria. Una
empresa económica, un arte de expresión y un arma ideológica, que llegó para
quedarse. Durante algunos años el desarrollo
técnico, y su evolución artística, del cine angloamericano, fueron a la par con
el cine alemán. Pero el resultado de las guerras en aquel continente
detuvieron, por algún tiempo, a éste. En tanto que el de Estados Unidos no sólo
siguió adelante sino que experimentó, debido precisamente a ese resultado
histórico de los pueblos, un desarrollo realmente sensacional... En otra
ocasión le comentaré del cine hindú. El caso es que los temas del cine
norteamericano se hicieron géneros debido a su éxito y recurrencia. Se abrieron
paso en la sociedad de su país y después consiguieron conquistar al mundo
entero porque fueron insospechadamente variados: guerra, psicológicos,
gángsteres... El tema que a usted le guste, es decir de vaqueros, religiosos,
alpinismo. Además se mostraron audaces y no dudaron en abordar el aspecto metafísico. El Diablo, o la Muerte, se hacían
presentes de alguna manera o se mezclaba entre los humanos con forma de humano.
También en seres de lo más increíble como Drácula, Frankstein, Batman o el
Hombre Lobo. O aquel otro tema, que también se convirtió en género, donde los
planetas chocan o se hacían mutuamente la guerra. En su tiempo impactaron tanto
que aun en nuestros días, de vez en cuando, algún director se aventura. Vuelve
a producir, con éxito, filmes de aquellos famosos géneros de antaño. Además el
presupuesto de filmación incluía la contratación de los asesores idóneos. Por
supuesto no faltaron los filmes pésimamente desarrollados pero por lo general
eran buenos y algunos excelentes.
- ¿Asesores?
- Si el tema era religioso el asesor era un
sacerdote, si era de guerra, un militar...
-
¿Si era erótico?
- Un
psicólogo. Aunque en este tema cualquiera se sentía llamado a ser el
asesor…Pero le ruego, Guillermo, que me permita continuar. Los griegos
inventaron el asunto de la plática y eso quiere decir tener disposición para
escuchar...
-
¡Adelante!- Desde ese momento, y para siempre, Carmen me disciplinó a
escucharla y a la vez guardó silencio cuando yo hablaba.Esto, en situación de
conflicto de la pareja, da la oportunidad para expresarse cada quien y evita los gritos neuróticos.
- Esto de contar con un asesor, cosa que las
industrias cinematográficas de otros países no le prestaban importancia, le daba visos de veracidad,
aunque el tema fuera lo absurdo. Como el caso de Frankstein y el intento de la
creación de la vida humana por parte del humano, que aun hoy es de
actualidad... La oveja Doly. O algunos aspectos de Superman con un hábil manejo
tanto de la filosofía nietzscheana como de Einstein y su idea de la relatividad…
¿Qué le parece?
Me
resultaba interesante lo que estaba comentando. Pero yo quería volver hacia
ella.
-
¡Fascinante...! ¡Ingenioso!…Soy de México, pero bien puedo ser de aquí. Esto es
un paraíso. Espero que los geólogos no lo echen a perder con eso del
petróleo…Es hermosa la mañana llena de sol... Tanto como puede serlo la noche.
Se quedó un poco desconcertada.
- ¿Le
parece que la noche es hermosa?
- No
puede serlo menos que un día radiante.
- ¿Se
refiere a una noche con luna?
- Eso
estaría bien en una noche del desierto…No,
una noche sin luna. Oscura.
- ¡Oh, me
temo que no comprendo!
- No se
preocupe...Es una idea que le escuché a Cork... Pero dejemos eso. Ahora estamos
en el día y es necesario disfrutarlo…Ah, pero no vaya a pensar que pertenezco a
esas raras sectas que el lado negro de la mundialización ha esparcido por el
planeta.
-¿De
dónde es Cork?
-Del
desierto de Chihuahua. De una tribu muy numerosa y fuerte en el pasado que se conocía como irritila, con relaciones de
parentesco con los hopis de Arizona.
-¿Tlamatzinco
es un pueblo en el desierto?-Carmen quería prolongar los temas de conversación
para que nuestra salida no llegara a su fin.
-Así es.
-¿Cómo
viven, qué creen?
-Ahí la
vida trascurre con tanta precisión mecánica porque es una copia de la mecánica que observan en las estrellas.
Por eso dicen los hopis de Chihuahua que el Dios del cristianismo debe ser
alguien muy especial al estar dispuesto a romper esa mecánica para atender
alguna petición de los católicos y aun lo hace sin necesidad que se lo pidan.
-¿Cork
conoce la diferencia de una religión y otra?
-Seguro. Dice
que en el cristianismo es la dualidad culpa, expiación y la síntesis es el
amor. En Tlamatzinco son coautores con el cielo al cuidar la obra de los
dioses. Por eso en algunos hogares está la cruz cerca de la representación
tutelar de Tlamatzinco que es Tlamatzincatl.
-Curioso
dualismo-dijo Carmen-. Pero sé a qué se refiere. Es una antiquísima costumbre de los mexicanos. Abrir los brazos
al extranjero. Aunque esto ha costado
amargas experiencias. Confunden la bondad con la inferioridad. Los aztecas tenían
edificado un templo en lo que ahora es
la calle de Madero, centro de la ciudad capital, para dar cobijo a los
“dioses extranjeros”. Siglos después las grandes religiones mundiales, luego de
hacerse mutuamente guerras de destrucción, empezarían a arribar a lo que los aztecas ya practicaban
y que ahora se conoce como ecumenismo.
* * *
Vimos que varias parejas ocupaban las
mesas, de la nevería de la esquina, bajo una sombra cálida. El local se llenaba
con notas musicales de una vieja y hermosa canción
- “¿Quién?”, de Ernesto Riestra - dijo
Carmen. En el amplio atrio del templo, que veíamos desde nuestro sitio, un
grupo de treinta bailaban al ritmo del
huehuetl. Hombres y mujeres de la más variadas edades se movían entre el Sol
llevando sus penachos de plumas y luciendo sus brazos morenos y blancos. Las piernas hacían sonar de manera acompasada
los enjambres de cascabeles. Ante aquella demostración de baile, auténticamente
mesoamericano, comentó Carmen que las ciudades grandes son lugares en los que
casi se borra la identidad de los pueblos del planeta. En ellas predomina el eclecticismo no
formativo sino el disolvente. Los
vestidos de las mujeres guatemaltecas o las oraciones en voz alta en San Juan
Chamula, de Chiapas, a través del fuego, en cambio, es algo que le da otro
sentido a la vida. Agregó que le parecía bueno que los judíos sigan leyendo la
Torá en sus rollos y no en un libro. Y qué malo que los mexicanos no sepan ya
leer en su Calendario de piedra con la misma facilidad que consultan la
computadora de pulsera: “Parecería que la mundialización, como usted dice, no
les diera muchos años de vida a esas prácticas”.
- ¿ Le
gusta este tipo de danza?- se me ocurrió preguntar.
-
Permítame observar, Guillermo, que no es danza lo que estamos viendo sino una
oración religiosa- pero no se quedó ahí y agregó:- En una época en que
predomina el interés por lo económico, político y lo administrativo, las
inclinaciones intelectuales y espirituales son vistas con desconfianza. Sin
embargo la vida es lo que uno hace. La salud mental requiere de un cuidadoso
equilibrio. Como hacen los albañiles cuando van a echar una loza. Tantos botes
de cemento por tantos de arena. Si se altera esa proporción los resultados son
pobres y el edificio se resiente o de plano se cae. Colesterol alto, hipertensión,
obesidad… La luz blanca requiere de los tres colores primarios en sus justas
proporciones. De otra manera se tendrá un color pero éste ya no será
propiamente el blanco. Espiritualidad y utilitarismo son los elementos de la
mezcla de la vida. Alterar sus proporciones ha llenado a los hospitales psiquiátricos
de enfermos.
De pronto me pareció que aquella mujer
tenía más información al respecto del espectáculo que estábamos viendo. Ya
lamentaba haber pronunciado el caso tan a la ligera cuando la escuché decir:
- El
baile de la fiesta social, en la actualidad, es la versión laica de estas
oraciones bailadas. Al ser cambiada la idea espiritual, en el siglo dieciséis,
el baile se llenó con una actividad erótica…Sin embargo tales formas de vivir,
vestir y hablar, persisten a través de todas las conquistas guerreras que ha
habido y sus secuelas culturales. Esos bailes y esos vestidos, tan coloridos,
son más que una hermosa tarjeta postal con toda la gama de colores de las
modernas películas alemanas, estadounidenses y japonesas. Son formas de
identidad. En tanto las religiones y las culturas universales tratan de
borrarlas, ellas resisten.
- Conozco el caso de la montaña más alta de
México a la que se le dice Pico de
Orizaba desde hace cinco siglos. Jamás se le ha dejado de llamar Citlaltepetl. Aun se recuerda su nombre
arcaico de antes de los teotihuacanos, dos mil años atrás, de Poyahutecatl. Las que más resisten son
las etnias que le dan entrada a lo universal sin perder lo propio. Precisamente
son las etnias de las faldas del volcán más alto de México las que le llaman Citaltepetl o Poyahutecatl.
Escasamente Pico de Orizaba.
- Son como los judíos o los oaxaqueños o los
mazahua que andan en todo el mundo, entre todas las costumbres y estilos de
vida, pero no pierden de vista el suyo. En México se hablan más de cincuenta
lenguas étnicas y también saben español y, en algunas zonas arqueológicas y
comerciales, inglés, francés y alemán. Otros hasta chino hablan. Por cierto que
hay lenguas propias que se parecen a la china...
- En la región norte del Pico de Orizaba
también es frecuente encontrar estos bailes. Allá les llaman los “Tocotines”.
Algún día le contaré el origen y la metamorfosis que ha sufrido esta oración
bailada mesoamericana de la región orizabeña...
- ¿Se puede pedir más riqueza cultural, Guillermo?.
- A
condición que se le conozca. Tiene razón. Los mexicanos tenemos dos grandes y
originales culturas, la propia y la occidental. Pero hay que familiarizarse con
ambas. El invierno pasado subí al Poyauhtecatl. Tengo costumbre ir a las
montañas. Celebro haberla conocido. Una mujer que sabe la historia de las
etnias me maravilla de verdad. Créame, de haber sabido que usted poseía ese
conocimiento la hubiera buscado desde el primer día…Sin embargo, me congratulo
de haberla buscado por usted…
- Yo soy mi cuerpo, soy mi espíritu (recuerde, el
hombre es como es) y, en cierta medida, soy mi conocimiento...Ciertas dosis
muy específicas de intelectualidad,
sensualidad y espiritualidad, son lo que hacen una criatura que se llama
Carmen. De otra manera sería Pamela o Jimena, pero no Carmen...
Pero me
lo dijo con la mejor intención de diálogo y acompañadas las palabras con una
sonrisa picara.
-
Entiendo- acerté a decir.
* * *
La gente, en efecto, volteaba y nos
miraba pasar por la calle. Ella se aferraba a mi brazo. Cuando nos acercamos a
la puerta de vidrio, de la Casa de la Cultura, comenté:
- Si Maugham me oyera platicar así, se reiría de
mi inocencia.
-
¿Somerset? ¡Ese...! - Lejos de arrepentirse de tal expresión agregó:- .- Hay
otro más misógino que ese Maugham
- ¡Sí?
- El
viejo Schopenhauer.
-
Nietzsche...Creo que no se queda atrás.
¡Otro!- dijo - .Pero no pensaba así
cuando le agarraba las nalgas a su hermana, Oh, perdón, Guillermo - pero
agregó:- Wilde no nos trata mejor… ¿ Y Aristófanes?…Y Rousseau no consideraba a
las mujeres como parte del pueblo ya que por regla general en ese entonces las
mujeres no poseíamos algún bien económico. ¿Puede imaginar eso? El mismo
Sócrates aseguraba que somos iguales los hombres y las mujeres, si bien, a
nosotras, decía: “sólo les faltan juicio y fuerza”. ¡O sea que débiles y
locas..! No puedo perdonar su proceder en ese pasaje del Banquete... Deja a las
mujeres flautistas en una habitación contigua a donde se está llevando a cabo
el festín de los dioses. ¿Por qué no en la sala principal?.El mismo Yeats
quería que fuéramos bellas pero que no nos acercáramos a las fuentes del saber.
Decía que habíamos nacido para el espejo... Muy locas pero Sócrates tenía a dos
mujeres. Una era sabia y la otra una chismosa. Algún día le contaré de ellas.
Tres horas más tarde, frente a la mesa
de un amplio y fresco restaurante, y mientras dábamos sorbos a una limonada,
pregunté:
- ¿Es...?
- Soy
femenina…De ninguna manera escapista ni frígida. Tengo una prima que se llama
Clemencia...Son etapas… Hace medio siglo había que acabar con los hombres…Ahora
decimos: ¿qué haríamos sin ellos? ¿Por qué pregunta?
- Cargó
la nota cuando mencionó a Nietzsche.
- Pensó
que las mujeres nunca tendríamos voz. Ni puestos directivos ni dinero propio.
Sus mostachos eran para desviar la
atención que era un hombre cuidadoso y
lejos de la gente...
- Me
gusta eso de que le agarraba las nalgas a su hermana...
- ¡Y Vaya
que lo hacía! Maugham es al único que perdono. Lamento el adjetivo. Me encanta
su estilo y su cultura. Es despiadado
con nosotras pero lo hace con gran estilo.
- Me
pregunto si estará en lo cierto...
- ¡Guillermo!-.Fue la primera vez que lo hizo.
Se volvió y me mordió con toda audacia, pero con ternura, la oreja izquierda.
No me soltó hasta que me escuchó clamar paz en tanto alzaba las manos. Carmen
entendía que no bastaba con vencer sino
que es preciso saber conservar esa conquista…Que la relación con el hombre es
como ser actriz en la televisión o en el cine, en donde siempre habrá una mujer
más joven que desplazará a las otras, por más divas que sean. Es la guerra de
los sentidos de la que se puede salir victoriosa, si se acompaña con la
inteligencia. Le escuché decir:
- Un
día tenemos que regresar ambos a la
ciudad de México. Allá pasa mi familia la mayor parte del año. Ahora bien, la
ciudad de México está llena de museos de toda clase. Me gustaría que visitáramos juntos algunos de ellos.¿Qué le
parece la idea?
-
¡Muchos!- exclamé de pronto -. Todos los que usted guste. Nos la pasaríamos
visitando museos, iremos al concierto, al cine, a la biblioteca…¡La llevaré a
la Sala Nezahualcoyotl, una belleza arquitectónica para conciertos!
-
Encantada, pero me parece que seré yo la que se la muestre. Voy a ella desde la
edad de siete años.
Más tarde me contaría que le pareció
que había llegado el momento en que no sería tan descabellado, de su parte,
decir el pensamiento de Goethe. Era aquella frase que había reprimido en la
mañana que se despidió furiosa cuando salimos de El Jacal. Lo repasó en
silencio, con deleite: “…el amor, que aunque calles, por los ojos se te
sale”. “¿Estaba bien, o me estaré
apresurando?” Con sorpresa escuchó que yo decía:
- ¿Que
sería para el corazón una mirada sin amor?- lo decía como para mi, sin ánimo de
hacer una frase.
- ¡Goethe!
“¿Qué es para nuestro corazón el mundo sin amor?”
- Salté
como tocado por la descarga del rayo.
¿Ha leído a Goethe?
- Casi
pierdo la vista a los veinte años por hacerlo. Por dos año enteros lo leía y lo
volvía a leer... Pocas veces la cantidad es de tanta calidad como en él. Su
extensa producción literaria la llevo en los huesos. Germán y Dorotea, Fausto,
La Feria de Plundersweilern, Sátiros, Ifigenia en Táuride Egmont, Fragmentos de
Dramas y Tragedias...
Sucedió
con Carmen lo que siempre sucede a un hombre
cuando se ha arribado al terreno inicial de una amistad con una mujer.
Un rato después ella platicaba con plena libertad como si fuéramos viejos
conocidos. Carmen formaba parte de una
familia dueña de una cadena de restaurantes en varios Estados del país. Ella
viajaba con la misión de supervisar
aspectos como las finanzas, si el inmueble parecía realmente un lugar que
invitara a detenerse a comer, qué apariencia debía tener este según el rumbo de
la ciudad según las posibilidades
económicas populares o de estatus más elevado, los interiores que estuvieran
amueblados de acuerdo al contexto de la población, que no era el mismo en
Chihuahua que en el Puerto de Veracruz que en Guadalajara.
Sin
embargo lo suyo era la cultura. Egresada de la Facultad de Letras de la
Universidad Nacional, colaboraba en varias revistas y editoriales
enviando artículos, traducciones o
presentaciones para portadas de libros. Ganaba lo suficiente como para vivir
holgadamente aunque, me confesó mientras comíamos un helado, en este país de
pocos lectores y muchos escritores, nadie vive enteramente de escribir
literatura, ”salvo los que viajan en el tren de la institucionalidad o trabajan
en la secretaría de Prensa de algún partido político”. Pero entonces ellos
tienen que escribir sujetándose al espíritu de esa institucionalidad aunque personalmente
tengan otras creencias ya religiosas o políticas. Es el drama y la perversión
de la idea operante de los escritores de todo el mundo. Escribir como liberal
cuando se es conservador o viceversa. No todos tiene la fortuna de ser tan
libres como para escribir lo que se les pegue la gana, al estilo de
Schopenhauer. Yo me considero entre estos.
-¿De modo
que conoce a Somerset?
-Lo
conozco desde niña. Hay homosexuales que
poseen una disposición muy especial para el mundo del arte y Somerset, al igual
que Wilde, es genial.
-Las
cuartillas que pude observar sobre la mesa de trabajo de su biblioteca…
-Versan
sobre la actividad del periodista y del novelista. Es un trabajo que debo
enviar esta semana.
Me
parecía interesante el tema pero también para alargar la plática con aquella
bella (creo que debo llamarla hermosa por su físico y bella por su espíritu
ante la cultura), le dije.
-Cuénteme.
-El asunto es
que cuesta soltar amarras y alejarse mar adentro, cada vez más lejos de la
playa, cuando se escribe una novela. Irse de lo convencional e internarse
en la locura del lirismo. Se me facilitó recurrir a metáforas. Es sobre
un trabajo de Norman Mailer en el que se refiere a la labor del periodista y
del novelista. Él se dedicó ambas actividades. Empiezo mi nota con una metáfora
y digo que como un escalador que
emprende su ascensión y apenas vislumbra lo qué pasará o que no pasará y no obstante él sigue.
Así el escritor que publicará o no publicará
y en todo caso será objeto de
acertadas o de patológicas críticas.
Porque, como en el estadio de futbol, donde sólo juegan 22 pero en las gradas hay cien mil directores técnicos,
por eso desde el principio Mailer señala
que un joven o una joven que quiere
escribir debe ser más que un poco maniático. Tiene que estar decidido a
terminar su libro sin que importe la cantidad de cadáveres psíquicos que queden
en el camino, sin que importe, tampoco, qué va a ser de él en el futuro. Sigo
diciendo que con es como lanzarse nadando al mar y tener la firme convicción
que alcanzará la orilla opuesta, aunque,
cabe la posibilidad, que no lo logre… Pero, como dijo la muchacha en la película
Pic nic, cuando la madre la disuadía
que no fuera en busca del muchacho vagabundo, que no lo iba a encontrar por que
ya se había marchado la noche anterior en una tren carguero, ella dijo: “Puede
ser que no lo encuentre, pero valdrá la
pena intentarlo.” El mundo dinámico del periodismo ofrece la oportunidad de
escribir y ser leído, lo que va redundando en cada vez más seguridad para
escribir. Hasta que llega ser una actividad tan familiar como amararse la
agujeta de los zapatos. Pero, salvo el suplemento cultural o la cuarta página,
sólo es la descripción de un hecho real que se puede decir en media cuartilla.
Los quince periodistas que acudieron al acontecimiento lo van a relatar cada
uno desde su subjetivismo pero siempre bajo la camisa de fuerza de cómo, dónde,
cuando, quién y para qué. Distinto si ese mismo asunto se escribe en quinientas
cuartillas. Ya es tarea de un novelista, no de reportero. Sobre la tierra
firme donde hay que desplegar el lirismo muchos se detienen. Se desinflan al llegar a la
página treinta. En adelante, si se sigue, se corre la tentación de volver al
terreno seguro y, pronto, el escrito toma tintes de ensayo. Al estilo de un
poeta que frecuenta mucha filosofía, parecerá, cuando quiere emprender el
vuelo, a un pesado zopilote después de un hartazgo y no el vuelo nervioso y
ágil de un colibrí. El orador del mitin o el académico del seminario fue el que se preparó con la mayor
precaución para desarrollar el tema y procurará no aventurarse en aguas
profundas. Es precisamente en las aguas profundas donde el novelista tiene que
saber bucear muy bien. Se trata, agregó con otra metáfora, ya de dos programas
de entrenamiento como el atleta de velocidad en los cien metros o el corredor
de maratón. De la misma maneara se puede
imaginar a un experimentado periodista que se sienta frente a su computadora y
media hora después estará enviando su buena nota al diario para su publicación.
Ahora imaginemos al novelista que sigue bregando en su asunto después de cinco
o tal vez diez años. No sólo eso sino que para emprender ese escrito tuvo que
empezar a leer “como loco” desde veinte años antes. Tal vez la mejor metáfora
sea la del músico de sinfónica que para
interpretar, en una hora, la Cuarta de Malher, necesitó preparase durante veinte años de su vida. La gente joven suele
hacer solamente relatos breves y no
lanzarse a escribir ficción de mayor
extensión, dijo Mailer en una ocasión. Entonces hay que empezar desde el
principio. ¿Y cuál es el principio? Cuando el sindicato convoca a una marcha de
diez kilómetros, sigo diciendo, a través de las calles de la ciudad, unos
arrancan desde el punto de reunión señalado por la convocatoria. Otros viajan
en metro hasta la parada más cercana donde está instalado el templete de los
oradores del mitin con lo que terminará la marcha. Los primeros entendieron la intención de
presión que encierra el acto, los segundos sólo para firmar la lista de
asistencia que contará para recomendar en la bolsa de trabajo de la
organización. En otras palabras, unos buscan realizar programas para la
sociedad y los otros sólo ven por sus intereses particulares. En cultura no hay atajos. La gente, y los
obreros los primeros, poseen un sentido desarrollado de lo que se conoce como percepción. Saben cuando la preparación
de un novelista arranca desde los
griegos y cuando empezó más acá o acaso no haya empezado. Recurro a Hegel que lo dice de otra manera para las ideas que con
pretensiones de originales, y de generación espontánea, aparecen cada tercer
día en los suplementos culturales: “son como pistoletazos que salen de la
nada.” Sé muy bien que la profesión de
novelista es sobre todo una vocación. Una cuestión académica que se apoya en algo que va más allá del
panorama sensible o, lo que muchos
llaman, la razón vital. Se escribe para las entelequias y también para tener
dinero porque, sin dinero, no se va ni a la esquina de la calle donde vivimos. Pero
se escribe para que todos en este mundo
procuremos conservar, o recuperar, la cordura que desde las pantallas se empeñan
en ensuciar. Se escribe porque se tiene una razón suficiente para hacerlo y es
la asepsia mental general y particular del que lo hace. En fin que en otra
ocasión Mailer escribió que presionado por todas las tentaciones,
debía confesar que sucumbió y que pasó varios años trabajando a la vera del
periodismo; era mucho más fácil. Alguien le preguntó qué haría si pudiera
hacerlo todo de nuevo. Respondió que si tuviera más disciplina se quedaría
mucho más cerca de la novela o sólo con ella. ¿Qué le parece?
Sólo acerté a decir:
- ¡Una
mujer de estos tiempos que ha leído a Goethe y escribe sobre Mailer...!-a mi
vez le pregunté, porque estaba seguro
que no pasaría la prueba dado que algunos
conocen de lo de allá afuera pero ignoran los nuestro- ¿Sabe algo de
Nezahualcoyotl?
- Hasta
podría señalarle el árbol, en los bosques de Texcoco, en el que se subió cuando
niño y desde el cual presenció el asesinato de su padre.
-¡Diablos!
Conquistar a un hombre jamás ha sido problema para una
mujer. El problema es cuidar que, una vez conseguida esa conquista, no
envejezca. Ella hizo el último movimiento para cerrar el candado de la cadena
en derredor de mi cuello. En alguna parte de mi plática, con ella o con el
marinero de El Jacal, había escuchado de mi afición por las montañas. Agregó:
- También
quiero que un día me llevé a la montaña Tlalocan…Entiendo desde luego que subir
caminando a una montaña, arriba de los
cuatro mil, requiere ejercicio, entrenamiento...
-
¡Encantado!- exclamé inocente -.¡Eso corre de mi cuenta!
* * *
- Platíqueme de Cork.
En varias ocasiones he escuchado que lo menciona.
-Es mi amigo. Lo
conocí en la Facultad. En la Ciudad Universitaria de México.
- ¿Vive en la isla?
- No. Nos pusimos de
acuerdo para pasar unos días de vacaciones en Carmen. Sólo que él llegó
primero...De aquí partiremos hacia el Altiplano mexicano, para efectuar algunas
ascensiones en la alta montaña.
- ¿Cómo es?
- ¿Quién?
- Cork.
- ¿Cómo es?
La verdad que nunca
fui bueno para describir a las personas. Me atropellaban los datos que conocía
de ellas y no sabía por dónde empezar. Después de un rato de pensarlo pude
decir:
- Los hedonistas de
las tabernas mineras lo respetan... Con frecuencia ocupa el primer lugar de la
cordada entre los escaladores de alta montaña...Asegura que su nombre “Cork”,
le corresponde porque humanamente es invencible en los torneos de cerveza...Lo
que yo sé a este respecto es diferente...En la universidad, cuando se escucha
su nombre, se le recuerda con gratitud y respeto... Tiene el sello de los
trashumantes. Siempre está dirigiéndose hacia las regiones donde todo está por
comenzar. El y yo cruzamos, caminando, el Desierto de Altar, en el verano ardiente
del año pasado. En Irlanda hay un pueblo que se llama Cork. Empezó a decirme
“Cork”. Lo hizo con tal frecuencia que todos acabamos diciéndole a él “Cork”.
- Espero conocerlo
pronto- dijo.
4
El local amplio estaba
casi vacío en esa hora de la mañana. Las sombras del interior parecían más
densas por el efecto del sol intenso que llenaba las alegres calles de la isla. No evocaba a Jonuta ni el torneo en la casa
de don Santos. Tampoco la caminata hasta la ciudad a lo largo de la costa. La
marea alta había empezado su movimiento descendente y acabó por retirarse hacia
el interior del Golfo. Durmió varias
horas cuando estuvo de regreso en el hotel. Se cercioró que yo había llegado a
la isla. Pero era el momento en que me encontraba buscando la casa de Carmen.
Hacia las diez se levantó. Lo primero que hizo fue meterse a la regadera. La
sal del agua oceánica cubría todo su cuerpo y la arena se le anidaba en los
cabellos.
Al salir dejó una nota
en la administración del hotel en la creencia que yo podría regresar pronto:
“Estoy en uno de los restaurantes de la plaza principal”. Sólo me llevaría unos
minutos, pensó, recorrerlos todos y reunirnos.
En el momento que el
nivel del vaso descendía pudo ver la figura de una mujer sentada en una
mesa cercana. No se dio cuenta del
momento en que se había instalado. Cuando
llegó ella no estaba. Pero se encontraba sentado de frente a la puerta
de cristal y tampoco la había visto franquear ese acceso...Cabellera larga y
rubia, amarrado en un solo haz desde la nuca, dejaba ver su rostro. Pero desde
la posición en la que se encontraba solamente podía ver escasamente una parte
de sus facciones, que se mostraban bellas, elegantes y serenas. La luz intensa
del fondo de la calle la colocaba en contraste y prácticamente estaba situada
en la oscuridad. Aficionado a la fotografía, por necesidades de su profesión,
se dijo que podría lograr un “contraluz” interesante.
Apuntó en una hoja de
papel que había pedido al mesero, algunos datos del Desierto de Altar que le
solicitaran los miembros del Club
Exploraciones de México, de la capital del país. Esa misma tarde lo enviaría
por Internet: “En verano las
temperaturas pueden llegar a los cincuenta y cinco grados centígrados...Algunos
interpretan su nombre como: “El espíritu de la Tierra”... Tiene un área de
veinte mil kilómetros cuadrados... Llanuras aluviales y arroyos
efímeros...Cuatrocientos conos volcánicos de la Sierra de El Pinacate...Esta
sierra tiene cuatrocientos metros sobre el nivel del mar...El Pinacate es una
sierra extensa que va de la carretera Sonoita - San Luis Río Colorado hasta las
proximidades de Puerto Peñasco. Su cráter
llamado “El Elegante” tiene doscientos metros de profundidad y mil
doscientos metros de diámetro...Dunas fijas y móviles en forma de media luna.
Las que tienen forma de estrella se originan en el centro y al extremo sur de
la Sierra de El Rosario, que es el lugar al que le llegan vientos de diferentes
direcciones...En los meridianos ciento catorce, diez, y en el ciento trece,
cincuenta, en el tramo que va de la carretera hasta el Golfo de California, que
son los que nosotros hemos recorrido, no hay absolutamente un lugar en donde
proveerse de agua... Halcón Cola Roja...Coyotes...Serpientes de “cuernitos”,
arañas, monstruos de gila, todo ellos muy venenosos. A este último también le dicen
“monstruo de cuentas” debido las bolitas
de su piel. Enormes alacranes...La familia de las cactáceas almacena hasta una
tonelada de agua pero no se encuentran en el erg o zona de dunas. No tienen
hojas para no despilfarrar el agua y en su lugar ha desarrollado espinas...Colonias de chollas o
abrojos...Abundan los pinacates y son de gran tamaño, ignoro si son nocivos
para el humano...” En apartado garrapateó algunos datos del Desierto de
Samaluyaca: “Cincuenta kilómetros al sur de Ciudad Juárez,
Chihuahua...Temperaturas arriba de los cincuenta grados en mayo... Abunda la
Gobernadora o creosota... Muchas hormigas y pocos pinacates... Manuel Sánchez
ha elaborado numeroso y extraordinarios dibujos de este lugar, en la actualidad
se le localiza en Actividades Deportivas de la Universidad Nacional Autónoma de
México...Treinta kilómetros de dunas a la altura del pueblo de
Samalayuca...Toda esa área está flotando sobre un gran manto acuífero...Oasis y
pozos artesianos...No sería extraño que les cayeran encima grandes meteoritas. En siglo veinte, en la
localidad conocida como “Chupaderos”, cerca de Jiménez, cayeron varios de ellas,
otras de catorce toneladas en Morito Allende, del mismo estado...Las zonas
habitadas adyacentes, de ambos desiertos, están altamente marcadas por el
tráfico de estupefacientes, por lo que deben tomar sus precauciones al
respecto: si van en transporte propio no den “aventón” a nadie. En el de Sonora
no viajen en el tren de carga para salir del desierto o para acercarse a él
desde el norte. Creo que el ferrocarril en esas zonas ya desapareció”.
Vació la cerveza
“Cuahutemoc” hasta la mitad del vaso. La tomaba al tiempo. Nunca logró entender
por qué la gente la enfriaba hasta niveles casi sucidas. Era un recurso de la
mercadotecnia que la gente seguía sin reflexión: “Por algo la mercadotecnia es
toda una ciencia. Crea necesidades y dirige hábitos” se dijo. Le pareció
encontrar una conjura entre propietarios de expendios de cerveza y los de las
farmacias.
Volvió a agarrar el
libro cuya lectura interrumpiera al acordarse de Pedro de Jesús. Se trataba de un perro llamado “Buck”. Jack
London lo había metido en un universo helado y nietzscheano. Acostumbrado a la
buena sociedad, ahora, por razones meramente accidentales, tenía que luchar por
su vida. Solo y contra todos. En lugar de ponerle Buck, debió haberle llamado
“Zaratustra”, murmuró divertido.
Un rato más tarde,
dejó de lado la lectura. Algo se le había venido a la mente. En hoja aparte
escribió dos líneas para una revista de la localidad.: “¡Yo estudio las rocas, no soy poeta!” Esa
mañana, al salir del hotel, el empleado le había entregado una nota procedente
de la publicación mencionada. Su enviado insistió en que quería ver al huésped
pues tenía noticias que se trataba de un hombre que pertenecía, de alguna
manera, al mundo de la cultura de la ciudad de México. Se acordó de Toci, la
muchacha de Palizada que también lo quería meter en el tema de la poesía.Como
el administrador se opuso a que su cliente fuera importunado, el periodista le
dejó un cuestionario. Más tarde pasaría a recogerlo. Hasta ahí Cork se
imaginaba que se trataba algo relacionado al petróleo. Y estaba dispuesto a
escribir lo que ofreciera algún criterio, el respecto de aquel tema, que
pudiera servir al grueso de la población. O quizá alguien lo hubiera visto
hacer observaciones, en ambas costas de Punta Real, y ahora aprovechaban para
hacer un reportaje en el diario de la localidad. Era buena oportunidad para
prevenir a la población del peligro en que se encuentran, cuando individuos
irresponsables se les ocurre socavar el terreno, llevando la arena de la isla y
venderla para las obras de construcción, o para lo que fuera.
Cuando se acomodó en el lugar en el que ahora se encontraba, y
en tanto el empleado le llevaba su cerveza Cuahutemoc, “al tiempo”, desdobló el
papel que contenía el cuestionario. Abrió los ojos al leer el cuestionario y
casi estuvo a punto de soltarlo. ¿Poesía? Se acordó del poeta Vicente Quirarte.
El año anterior había asistido a la ceremonia de entrega que le hicieron del
premio Javier Villaurrutia, en la Casa
de la Cultura de San Ángel. ¿Piden a un “roquero” que escriba de poesía? ¡Como invitar a un herrero que diserte de
estromatolitos! Eran cuatro preguntas: ¿Cree que el poeta busca escapar de los
hechos de la vida a través del arte? ¿Por qué cree que los poetas mexicanos le
cantan más a la mujer que al realismo cotidiano? ¿Cree que la poesía es una
crítica de la vida? ¿Cree que el poeta pierde su voz solitaria al inmiscuirse
en el lenguaje que usa la comunidad?
Le pareció que, de
manera informal, podría escribir largo y tendido en torno de las preguntas. Le
seviría de ejercicio literario. Pero no estaba con el ánimo necesario para tal
cosa. Guardó cuidadosamente el papel que contenía la respuesta y encontró más
sensato dar otro trago a su cerveza.
Al terminar el
contenido del vaso le pareció que debía intentar platicar con la mujer de la
mesa vecina. Se le había ocurrido desde hacía un rato pero, reflexionó, pudiera
resultar que estuviera esperando a alguien. Se acercó y vio con sorpresa que la
muchacha volteaba al tiempo que lo recibía con una sonrisa. Antes que pudiera
reaccionar, le escuchó decir:
- Estaba segura que
vendría al terminar la cerveza.
-¡Diablos!- exclamó-
¡Es la krisna!
En efecto, era la
joven que había conocido en Bajamita, frente a la playa “Brigitte Bardot”. Pero
ya estaba parado frente a ella y sólo acertó a preguntar:
-¿Puedo invitarle un
refresco... o espera a alguien?
- Tome asiento, por favor - respondió alegre
la mujer. Cuando estuvo instalado y todavía sin poder salir del todo de la
sorpresa, Cork escuchó que seguía diciendo: - Sí, esperaba a alguien, pero ya
llegó.
Cork volteó hacia la
puerta e inició un ademán de levantarse de su asiento. La otra lo tomó del
brazo y lo detuvo donde estaba.
- Usted- dijo-. Lo
esperaba a usted.
- ¿Cómo puede ser eso.
Ni siquiera nos conocemos. Es decir...
- Se equivoca. Además,
sabía que vendría...
Le pareció que la muchacha, aunque rara, era
realmente encantadora, y su voz y sus labios resultaban todo un conjunto para
admirarse, Cork encontró atractiva la idea de continuar con aquello que,
verdaderamente, no acababa de entender.
- Quiero explicarle...
- Sí, ya recuerdo, en
Bajamita...Su automóvil descompuesto...Me disculpo.... Me encontraba en cierto
estado de ánimo...
-Acepto. Pero no era
eso a lo que me refería. Resulta que...-de pronto la muchacha se interrumpió.
Como si comprendiera que estaba encaminándose hacia un panorama que no se podía
describir sin antes entrar en ciertos
antecedentes. Entonces dijo:
- Me llamo Clemencia.
Clemencia Swan García. Vivo en México y tengo familia en la isla. Estoy de
vacaciones y pronto regresaré a la capital. ¿Usted también está de vacaciones?
- Por unos días
pasearé en sus playas. Luego, efectivamente, regresaré a México. Estoy buscando
a un amigo, en realidad a dos, que ya debieron haber llegado. Hice un viaje a
Jonuta y luego permanecí otros días en Punta Real. Eso me ha llevado más tiempo
del que tenía calculado. Planeaba visitar a unos ancestros. Pero creo que ya no
podré hacerlo.
- ¿Familiares?
- Ancestros.
- ¿Cómo ancestros? ¡No
entiendo!
- Los lugares donde
vivieron, sus cosas que hicieron, su recuerdo...
- ¿Ya murieron?
- Sí. Sólo quedan sus
construcciones.
- ¿En qué lugar vivían
de la isla?
- No en la isla. Más
allá.
Clemencia empezó a
sospechar algo.
- ¿Cómo se llama ese
lugar?
- San Lorenzo
Tenochtitlán, en el sur de Veracruz.
- No se estará
refiriendo a...
- A ellos,
precisamente...Usted, Clemencia, vive en México pero, ¿nació allá o aquí, en
Carmen?
- Dos veces he nacido
en México...México me gusta para nacer....
Así, de pronto, sin
más preámbulos, Cork se vio metido en un ambiente que le era totalmente ajeno.
No porque lo desconociera por completo (había leído y tomado cursos y
diplomados de todas las grandes religiones) sino porque le parecía un tema
extraño que no había considerado, hasta ese momento, platicarlo siquiera. Tal
vez por ello quiso hacer una especie de broma:
-¿Pertenece al club de
los backing time?
- La regresión no va
más allá de las experiencias intrauterinas. Y eso si se es realmente bueno en
hipnotismo profundo...
- Ah, entiendo:
trasmigración de las almas, Sócrates...
- Son ideas de la
Humanidad. Yo digo que, propiamente, Krisna. Veo cierto escepticismo en su
cara.
-Para mí con una vez es suficiente.
- Nadie queda
enteramente limpio con bañarse una sola vez.
- Me encanta la idea
que al morir marcharé por regiones subterráneas, más o menos como le hacen los
espeleólogos. Cruzando ríos y cavernas, acompañado de un perrito. Y finalmente
emergeré a la región esplendorosa y
ecológica del Tlalocan. Sobre todo conservar mi propio yo. Tepantitla, ¿conoce
Tepantitla, en Teotihuacán? Es el Paraíso mexica y las criaturas son ellas, es
decir, conservan su yo. Ríen, lloran, juegan.
- Se trata de alcanzar
la Gran Luz, no de irse a vivir a los bosques, como Robin Hood.
- Yo digo que hay que
buscar la felicidad. Como pertenezco a
un mundo sincrético, me identifico con la idea de la resurrección.Aquí también
es una sola vez.
- Insisto en que nadie
puede quedar enteramente limpio con ducharse una sola ocasión.
- Sí, si hay quien
acabe de quitarle la mugre que quedó. Una institución superior capaz de
absolver los residuos que de manera involuntaria fueron olvidados. Me gusta más
esto que la idea de subirme a un globo y comenzar a tirar lastre, una piedra
por cada vida, y empezar a elevarme, hasta que un día ya no sea posible el
regreso a la Tierra...El sistema de las salvaciones individuales son
peligrosas...Erosionan la unidad de la sociedad.
Se dio cuenta que de
pronto ambos habían perdido piso y estaban hablando de cosas lejanas a ellos mismos en esa mesa del
restaurante. Igual que hacen los fanáticos religiosos de todo el planeta.
- Ciertamente no hay
que atentar contra la libertad del individuo. Pero los humanos tienen una serie
de atavismos que los atan a la Tierra. En algunos casos el humano es predecible
con un margen de error insignificante. Su carácter, sus herencias biológicas,
sus ambientes sociales ¡Y, sin embargo, él sigue sosteniendo que es libre! No
le hace caso al médico ni al psicólogo
ni al libro. ¿Cómo puede ser de otra manera que la predestinación que trae
desde el primer día en que nació no se cumpla? De ese modo, si se conocen sus
costumbres, se puede decir hasta de lo que se va a morir...
- Es cierto. Libre
como la comunidad que se asentó sobre una ladera de muchos grados de
inclinación y es constantemente reblandecida por las lluvias. El geólogo le
dice que se va a venir abajo, pero la comunidad insiste que es libre de mudarse
o permanecer en el lugar. Desde luego que no se va.
- ¿Qué hace el geólogo
en este caso?
- Rascarse la cabeza y
exclamar: ¡libre albedrío!
-Claro que él tiene, o
debería de tener, la potestad de llamar a la fuerza pública. Como el médico que
se encuentra con el seguidor de alguna clase de religión que no permite que le
administren sangre. El está para salvar vidas no para ser testigo de alguien
que se le muere en sus narices sin intentar hasta lo imposible. Cierto que ha
habido casos en que el otro, después de haber sido salvado por el médico,
levanta a éste, ante el Ministerio Público,
una demanda por haberlo salvado...¿Así le puede suceder al geólogo por
advertir a la comunidad?
- Antes que nada la
comunidad ya llamó en su auxilio al partido político y a Derechos Humanos.
Cuando el pueblo ha sido sepultado por miles de toneladas de piedra y lodo,
nadie jamás vuelve a mencionar el asunto.
- ¿Es decir que hay
que dejar que las estrellas muevan las cartas con toda libertad?
- Algo así. Pero se equivoca al decir que nadie jamás
volverá a ocuparse del asunto. Mil años más tarde los antropólogos harán todo
un estudio del caso: la arquitectura rural ya había sido cambiada, algunos
granos ya no se sembraban. La moda en el vestir será diferente. Sus anhelos y
sus temores estarán plasmados en los objetos de barro y piedra...Para entonces
la comunidad, contemporánea, ya habrá levantado su pueblo en el mismo lugar.
Durante miles de años el volcán Chichonal, en Chiapas, ha sepultado a la
población. Usted puede constatar que ahora, en ese mismo lugar, hay otro
pueblo. Miles de personas que rien, sufren, trabajan y viven como si nada fuera
a pasar otra vez. Es el llamado de la
tierra. Nadie puede resistirse a esto. Aun los individuos que pasan como grandes internacionalistas
quieren regresar al pueblo donde nacieron. Belleza de una época, Yeats fue el
primero que lo dijo refiriéndose al conjunto compuesto por los viejos mitos,
las creencias y los sueños de un pueblo.
Entonces, un poco
en broma, empezó a hacer una mención de la gran fiesta del Dos de Noviembre en
México. Cada año, la Universidad pone una ofrenda a los muertos, en la explanada verde, mejor conocida como
Las Islas de Ciudad Universitaria. En el
principio de noviembre huelen a copal. El caso es que queda preciosa “la
ofrenda”. En realidad son muchas ofrendas.
Se trata de trabajos colegiados. Es decir que en cada ofrenda participa un
número de personas. Algunas ofrendas son tan grandes que se ve un “ejercito”,
sobre todo de gente joven, dándole forma a la idea de cómo debería ser su
ofrenda. Es decir que una onda metafísica recorre con toda calidez a la
Universidad y al país entero. Lo que cuenta en estos festejos comunitarios es
la disposición a la convivencia. Como
dicen los antropólogos: “La fiesta borra el caos”. Tiende a restablecer las
relaciones fracturadas... Si otros pueblos contaran con verdaderas tradiciones
culturales, no estarían pensando tan seguido en la guerra. Desde el 30 de octubre mucha gente se concentra, en la gran explanada de Las Islas,
con la idea de poner sus ofrendas del Día de Muertos. O los Días de Muertos.
Santos Inocentes y Adultos. O angelitos y Grandes. Como quiera llamarles. Desde
antes algunos ya habían empezado a armar
estructuras de madera para hacer sus Quetzalcoatl. Serpientes enormes y bellas que bajaban a lo
largo de la escalera de piedra, al sur de la Biblioteca Central. Más arriba un
Zompantli. Y allá abajo numerosas tumbas... Es la fecha en que vivos y
descarnados se reúnen y vuelven a restablecer la comunidad. Muertos un poco
hedonistas, otro poco sibaritas, otro poco tragones, otro poco borrachones,
otro poco fumadores. Seguramente hasta santos había entre estos muertos
evocados. El caso es que los descarnados fraternizan con los jóvenes hacedores de ofrendas.. Y eso es bello. En
especial en estos días que hay cuarenta guerras, al mismo tiempo, a lo largo
del globo terráqueo. Frente a semejante vesanismo mejor seguir cultivando
costumbres que estén encaminadas a la fraternidad...Y si este año los muertos
del Mictlan no volvieron de lejanas regiones, porque andaban muy ocupados, o
por cualquier otra cosa, al menos nosotros nos reunimos y la pasamos en
fraternidad un buen rato. Comiendo “pan
de muerto”, calabaza y quemando copal...Por cierto- dijo Cork de pronto, porque
así de pronto se había acordado de algo que le había pasado por la cabeza, cuando
se encontraba en la playa, el día anterior - ¿Conoce algún lugar que se llame
Politeama? ¿Por qué había dicho Politeama?
Más tarde me contaría
Cork de la sorpresa que se llevó. En ese
momento escuchó decir a aquella muchacha cosas que jamás se hubiera imaginado
- Politeama era un lugar de burlesque en el que
cantaban los mejores artistas de la época. Y también era lugar en el que muchos
aficionados empezaban su carrera de comediantes...Por esa época usted vivía en
el callejón de La Esperanza, apenas a una cuadra de Le Rat Mort, en el primer
cuadro de la ciudad de México. Iba
todas las noches a oírme cantar y en ocasiones bailábamos, ¿recuerda? Era un
lugar inolvidable pues para entrar había que subir de la calle de Galeras,
después llamada Echeveste, una escalera corta de madera. Las cortinas que daban
acceso eran gruesas y de color rojo oscuro. Tengo presente su ademán
característico de hacerlas a un lado de un solo movimiento y quedarse parado en lo alto antes de entrar.
Pocos bailaban como usted. Y eso era motivo para que Carmina quisiera
acompañarlo toda la noche. Era una atractiva mulata de la Costa Chica de
Guerrero, muy solicitada por la clientela, pero que con frecuencia decidía no
hacerle caso a nadie y se la pasaban los dos en el centro de la pista,
dejándose llevar por la música de la sinfonola (Le Rat Mort era un cabaret de cuarta categoría). Que ustedes
acapararan la pista causaba malestar entre las chicas pues la clientela
prefería mirarlos desde sus lugares y se abstenían de invitar a las otras.
Entonces los ingresos bajaban. Cobraban un peso por cada pieza de baile. En el interior las luces rojas eran
tenues, y el humo del cigarro apenas dejaba distinguir algo a cinco metros. De
todas maneras salvaba la noche el hecho que, nunca falta algún cliente, lo
suficientemente pasado de copas, que le importe poco cómo hagan los demás y
vaya a sacar a bailar a la muchacha que tenga más cerca.
- ¿Todo eso pasaba en…
- Le Rat Morte…También las noches eran buenas para las demás cuando
usted me invitaba a ir a la carpa - teatro del Gordo Arozamena, o al Teatro
Nacional, que estaba en la calle del Coliseo. O al retirarnos más temprano de
lo acostumbrado porque íbamos a cenar al Tupinamba
-¿Tupinamba?
Un restaurante –café, en Bolívar, entre
Uruguay y Venustiano Carranza. Recuerdo que no caminábamos directamente por
la calle de Las Ratas y por la de Las Damas, como debería haber sido. Sí,
entonces cada cuadra tenía su nombre y éste rara vez era el de un héroe, como
después les dio por llamarlas, Bolívar, en su caso, sino que el nombre correspondía
a algún suceso local…A usted le gustaba caminar en sentido contrario, ir por
San Jerónimo, dar la vuelta por el callejón de Vizcaínas, que era la esquina
donde estaba el Club Verde. Este era
un centro nocturno gemelo de Le Rat Mort.
Seguíamos por Aldaco, que entonces se llamaba callejón de Pañeras, hasta Puente
Quebrado, ahora República de El Salvador.
Cork dijo,
aprovechando la primera pausa de la muchacha:
- Trato de imaginarme
esos lugares en la época en que usted ha situado el relato, Clemencia.
- ¿Por qué?
- Si ahora, las noches en esas calles no son
muy ventiladas, que digamos, ¿ cómo serían entonces?
- Ha habido cambios…
Entonces eran callejones oscuros, con agua de las casas llenando de charcos el
piso, pues para esos días aun se carecía de drenaje público. Sin embargo desde
entonces es un rumbo de la ciudad en el que jamás se suspende la actividad
callejera, y hasta se puede asegurar que hay más gente deambulando bajo la
noche que a la luz del sol. Como usted vivía en Esperanza, era un vecino familiar
para los personajes nocturnos que gustan de atisbar entre las sombras y
caminábamos sin contratiempos. El Tupinamba era para esa época tal vez el
restaurante más amplio y el que contaba con más clientela. Tenía la
característica que el tipo de gente que asistía correspondía a la hora del día.
Hacia las once de la noche se llenaba de gente del ambiente taurino. Y uno que
otro gigoló acompañando a alguna
dama…Eran los días en que Gerardo Murillo, después de permanecer semanas y aun
meses en las montañas, arriba de Amecameca, haciendo apuntes y dibujando rasgos
para sus cuadros cuyos motivos eran los volcanes, regresaba al valle y de
inmediato se incorporaba a la vida política. Daba conferencias y ponía énfasis
al decir que, después de la primera gran guerra europea, la alianza Alemania -
Francia haría una potencia mundial inconmovible por cualquier otro poder en la
Tierra. Y que tal cosa aseguraría una larga era de paz, no solo allá sino en
todas partes.
Eran los días que enormes contingentes desfilaban bajo las
grandes insignias del nacionalsocialismo, por Tacuba, la amplia avenida adyacente a la Alameda Central,
y del otro lado, por avenida Juárez, otros grandes contingentes se pronunciaban
por el comunismo estalinista. Organizaban desde el Hemiciclo a Juárez nutridos
mítines con abundantes banderas de hoz y martillo… Una manifestación de treinta
mil irrumpe por las calles paralizando el tráfico por dos horas. Llevan mantas
que dicen: “No al outsourcing, ¡Viva la CTM!”.Su manera de protestar más parce
que van a un encuentro de futbol. Se detiene paralizando a la enorme serpiente
y de pronto se echan a correr dando alaridos de júbilo. Una de esas fechas
agitadas, usted me llevó a que conociera el café de la calle de Tacuba, en
lugar de ir al Tupinamba. Era un café distinguido y sobrio.
Cork estaba asombrado al escuchar todo eso a la muchacha. “Está loca de remate
pero es muy bella y su modo es elegante”, pensó. ¿En cuántos laberintos es
capaz de meterse el humano? Sin embargo tuvo la lucidez necesaria para
aprovechar esa situación y preguntar:
- ¿De tal manera que
nos conocemos desde hace algún tiempo?
- Si tenemos
oportunidad, le iré contando todo lo que usted y yo hemos vivido...
Clemencia no pudo
terminar la frase. Cork había pensado en ese momento que, si no resultaba lo
que se le había ocurrido, pues nada y adiós. Volvería a la cordura de la calle.
Se levantó y llegando hasta ella le dio un beso. Como en los primeros cinco
segundos no hubo rechazo, siguió y aquel
beso pudo haberse prolongado todo
el tiempo que él quisiera. Al retirarse y volver a su asiento, ella seguía con
los ojos cerrados. Su respiración se fue calmando, abrió los ojos y
pudo hablar. Entonces, dice Cork que lo que escuchó lo impresionó
todavía más:
- ¡Al fin pudo suceder
de nuevo!
Una hora después
salieron del local. El sol era intenso, como siempre es en la isla. Cork la
invitó a que fueran a caminar a Mandinga. Pero ella tenía que reunirse con su
familia e ir de compras al mercado y a la tienda de ropa. En ese momento cruzaban por una
pequeña alameda llena de jacarandas con flores azules. Al despedirse fue ella
la que se acercó a Cork y lo besó. Fue
un beso como a Cork jamás se le ocurrió que pudiera suceder...
La vio alejarse por la
calle amplia y tranquila. Iba bella y serena, como corresponde a una mujer que
está familiarizada a tratar con los arcanos. Fue hasta la media calle, más
allá, que ella se dio cuenta que no había tenido el control sobre si, como
estaba acostumbrada. Su ropa íntima estaba completamente mojada. Fue cuando se
paró y volteó hacía el lugar en el que había tenido lugar aquel beso. Cork
seguía parado, viéndola alejarse. Desde lejos lo vio hacer señales con la mano, describiendo un adiós
afectuoso y momentáneo. Se verían al día siguiente. Al reanudar su camino,
Clemencia se dijo:
- Siempre son así
nuestras despedidas...
Antes de regresar a cerciorarse que yo había llegado al hotel, decidió caminar un rato por
Mandinga. Llevaba una cerveza de “cuarto” en la mano y escuchaba las canciones
que interpretaban los grupos musicales. En el local del extremo sur del lugar,
frente a la Laguna, una sinfonola moderna reproducía una viejísima canción del
“Jibarito Rafael Hernández”. Era
“Congoja” y la cantaba Margarita Romero.
5
La playa estaba
desierta a esa hora temprana del día. La fresca brisa del mar, que movía la
tela delgada del vestido de Clemencia, contrastaba con la temperatura caliente
y húmeda que cubría a la isla.Negaba que su cuerpo y su alma fuera uno solo.
Decía que para vivir podría servirse de cualquier vehículo del reino animal y
hasta vegetal, no solo del cuerpo humano. Aseguraba que había vivido cinco
vidas en la plaza principal de Coyoacán. Una de ellas había
sido una perra sucia y pulgoza que era asediada por cuanto perro callejero
deambulaba en el lugar. Otra se trataba de una bellísima jovencita de dieciocho
años, pelo corto rubio, ojos azules y tez blanca. Sus pantalones eran finos y
saco elegante. Recogía dinero en la plaza. Sobre todo pedía a los hombres
maduros. De cien solamente dejaban de darle cinco. Cada moneda que recibía se
la entregaba de inmediato a un muchacho un poco mayor que ella. Este permanecía montado en una bicicleta.
Esperaba a reunir cierta cantidad de lo
que Clemencia (no dijo si en aquella vida también se llamaba Clemencia) le
daba. Con el dinero compraba licor para beber
con otros treinta individuos que, de una manera u otra, vivían en ese
sitio durante el día. Por las noches fumaban marihuana y se inyectaban o
aspiraban cuanta sustancia tóxica podían conseguir. De vez en cuando iban al
hospital de Xoco a ver el cadáver de alguno del grupo que acababa de morir esa
madrugada. El sol de la mañana solía encontrarlos desnudos, dormidos en una sala, siempre con
una pareja distinta. Pero también fue una flor blanca, delicada y bella. En
otra vida una jacaranda. O bien una cucaracha que iba de un café de chinos al
otro, también de chinos, de la calle Hidalgo al de Carrillo Puerto, en
Coyoacán. En otra vida se la pasó
escondiendo cocaína barata entre los santos del templo de San Juan Bautista.
Afuera hacían el trato y el cliente se introducía a la nave de oración, hasta
el santo que le había indicado.También fue una nerviosa libélula. Pero la más
de las veces regresó a vivir de manera antropomorfa. Dice que cuando renació en
esa flor blanca y bella conoció el momento que por fin iba a poder vivir fuera
de la plaza. Aseguraba que algunos de los vagabundos, que viven y duermen en
las bancas del centro de Coyoacán, están pasando por alguna etapa de expiación.
Obsesionada en quedarse fija en el presente, jurando que
sólo le importa el aquí, pero movida por el pasado. Y pensando en el futuro que
será irremediablemente una consecuencia del presente. Juraba que el círculo no
tiene principio ni fin. Así era su sansara.
Soñar con un Paraíso ya perdido. El primer paso hacia el derrumbe hegeliano. La
esclerosis que impide moverse en el presente y echar bases para mañana. Un
mundo sin problemas. Los héroes de la desadaptación. Una vida que no sea
alcanzada por la actividad del subsuelo. Que la oceánica placa de Cocos y la
continental placa de Norteamérica dejen de estar haciendo el papel de dioses,
al introducir en la lógica de la existencia bucólica el elemento inesperado que
cambiará el rumbo de nuestras vidas.
Le pareció que
Clemencia era la versión moderna de los viejos finalistas. A su insistencia que
cantara el Hare Krisna seguía la práctica de la relajación: respire, le decía,
desconéctese, estírese, sienta cada uno de sus niveles del cuerpo, bostece,
regrese:
- Siempre hay que estar consciente de cuál es el estímulo
que nos va a echar a andar. El pensamiento que sigue al estímulo es el
parteaguas de nuestra conducta que va a decidir nuestras acciones posteriores.
- ¿Como cuáles?
- Sentimiento, emoción, conducta y efecto...
- ¡La causa y el efecto!
- ¡Así es!
Pero al terminar de describir el cuadro agnóstico volvía
a situarse en el terreno numinoso:
- ¡La causa es Krisna!
El arrojó una
piedra a las olas de la orilla de la playa. Empezó el círculo y dijo que él era
el principio del círculo. Entonces ella
le gritó que eso era trampa. Acababa de pasar dos meses en su salita de
Kumarila. Viajando por los mundos siderales y rompiendo de esa manera los
ladrillos de su prisión mental. A él le pareció que el hombre rutinario de la
colonia popular, que todas las mañanas recogía cartón en los basureros para
venderlos en el expendió de periódicos, tenía más libertad que ella. Pero se
guardó de decirlo. ¿Una perra pulgoza y una delicada flor blanca que se abre al
sol? Reía. Se preguntaba: ¿cómo fue que alcanzamos esa enorme sensibilidad?
¿Apenas hace dos millones de años éramos menos que trogloditas? ¿Qué sucedió?
Se imaginaba a aquella hermosa muchacha, y elegante en sus modos de vestir, con
cinco pares de chiches colgando hasta casi ras de suelo y asediada por diez
perros sarnosos y calientes...
¿Ha leído a Dante?
- Sí. Fue uno de mis tempranos proyectos de lectura. Pero me costó
trabajo. Lo anotaba una y otra vez en mi diario. Por eso me di cuenta que
posponía su lectura.
- ¿Lleva un diario?
- En ocasiones es más bien semanario...
- Interesante. Siempre quise hacerlo,
pero me parecía una cuestión cursi.
- Puede escribir notas. De cosas que se le
vayan ocurriendo. O que sean parte de la
vida de ese día. Llevar un diario enseña cosas. Entre otras, a pensar
para escribir. Es algo que se hacía en la antigüedad. Se interpretaba la vida.
Se le deformaba o se procuraba hacer una fotografía de ella. De esta manera se
hacía una especie de examen de lo vivido las últimas horas. En ocasiones se
llegaba al descubrimiento de haber realizado cosas innecesarias demasiadas
veces. Otras, en cambio, el haberse apartado del automatismo social tan
necesario para el individuo y para el grupo. Por ejemplo, abandonar la práctica
del ejercicio físico responsable era empezar a morir. Estar en la morbosa
conmiseración de que está llena la literatura europea del primer tercio del
siglo veinte. Enterarse cuánto se ha perseguido una utopía. Leer a Milton es
una utopía en tanto no se llegara a la última página. Chesterton escribía
utopías pero sólo para descubrir que la Iglesia ya se le había adelantado. Pero
de pronto los diarios personales ya no se abrieron. Llegó la televisión y el
celular. Nuestra vida desapareció y en su lugar vivimos mil vidas y acciones
que tenían lugar del otro lado de los cables conductores de electricidad.¿Y en
realidad sucedían? De vivir la vida, e interpretarla, pasamos a ver cosas
virtuales que nos van induciendo conductas que no estaban en nuestro interés. Y
después de cerrar el diario de notas pasamos a cerrar el libro que estábamos
leyendo. En adelante abrevamos nuestra cultura en la lectura de los periódicos
y en la televisión...
- El cuarto y quinto infiernos-dije en
broma
¿Sabía que los Padres de Estados Unidos leían
los clásicos griegos cuando eran niños? ¿Que estudiaron más tarde la vida de
los etruscos, y la de Roma, casi a microscopio?
- Ya no se lee, ¿no es cierto? No va de
acuerdo con las etapas de la humanidad y ni siquiera con los planes de estudio
de las escuelas. Corresponde a etapas del individuo. Leer a Dante es estar en
la disposición de sacar el espejo de Tezcatlipoca y contemplarse en él. No es
una tarea fácil. Ya lo creo. Dorian Grey
no resistió contemplar su retrato... ¿Cómo fue que finalmente leyó a Dante?
- A través de Eneas...La gruta de la Sibila, ya en tierra
Itálica, después de haber salvado la vida en Troya...Es la prefiguración del
universo fantástico que Dante desarrollará catorce siglos más tarde. Cuando el
héroe baja a ese mundo subterráneo se encuentra con antiguos amigos troyanos
que habían muerto en combate. Platica con ellos y hasta ve a enemigos griegos
que murieron en el sitio de Troya. Uno de esos habitantes del Infierno apura a
Eneas diciéndole que se apresure a salir del lugar. ¿O qué caso fue el que,
vivo aun, lo ha llevado ahí? Aquellas son
las moradas lóbregas, sin sol, y los parajes tenebrosos.
Desde luego que él
también había leído a Dante. Apenas cumplido los quince años ya lo conocía.
Pensó mentir en espera que Clemencia
elaborara alguna leyenda relacionada con este poeta. Pero no lo hizo. En cambio
le oyó decir algo que le informó que ella también conocía esas vidas:
-Héctor es el
apropiado héroe de la resistencia en Troya. Eneas es el caudillo de la
salvación, la travesía marítima y la llegada a Italia. Los aztecas tuvieron en
Cuitlahuac y en Cuahutemoc sus héroes de la resistencia, cuando defendían
México- Tenochtitlán. Pero les faltó el caudillo de la reconstrucción. Les faltó
su Eneas...
- ¡Vaya, creí que nada
más sabía de Krisna!
Le preguntó que si también en mineral podía reencarnar. En este caso podría
sugerirle nombres preciosos para sus futuras vidas tales como gema, pirita, hematita...
Un tanto sería contestó:
- Precisamente usted tiene una fuerte
tendencia antropomórfica al considerar el ser en una unidad espiritual y
material. Indestructible por encima de la muerte inmediata, pues al final se
dará otra vez la unión de esas dos naturalezas. ¿No es así?
-Sí. Quiero mucho a mi yo. Tanto que
así seré en la otra vida.
Apuraba el contenido de una cerveza
mientras avanzaban descalzos sobre la
arena húmeda. Carmen y yo y Salim M. les seguíamos diez metros detrás.
Entre tanto Carmen nos contaba algo de la
historia de la isla del Carmen.
- Se le conoció en otros tiempos como
Triest Island. Esto procedía de su otro nombre de Isla de Tris lo que a su vez
arrancaba de Isla Triste- y agregaba:-, de triste no tiene nada este paraíso.
Había visitado a Salim, con el que hicimos
el invierno pasado la primera escalada a la pared oeste de la Torre Negra de
Nexpayantla, para que nos alcanzara en la isla y había llegado temprano por
avión.
Salim Vendía ropa en el puesto de
Correo Mayor, enfrente de su
establecimiento. Con doscientos pantalones de mezclilla sobre un cajón de
madera, en los que transportan los jitomates. Con un fajo de billetes de a cien
entre los dedos de la mano izquierda, con la derecha mostraba la prenda a los
que pasaban. “A cien pesos llévalos”, les decía en su cara mientras caminaban.
Había tenido que salir a la banqueta, enfrente de su negocio establecido, para
competir al tú por tú con los vendedores informales:
- Esos cabrones no pagan impuestos legales, hermano, y sólo
“colaboraciones” subrepticias por “derecho” de piso en vía abierta.
-
¿Cuándo vas a empezar a juntar tu millón de dólares para trabajar por la
democracia - le preguntó en esa ocasión.
- En esas estoy, precisamente.
- ¿Vendiendo sobre un
cajón de jitomates, lo vas a lograr?
- Sí.
- No entiendo.
- Se ve que no
entiendes. Y no tienes por qué entender este asunto de los dineros. Tú eres
geólogo. Si temblara en este momento yo no sabría a qué se debe, pero tú sí.
-¿Cuándo vas a lograr
juntar tal cantidad?
- Lo que no entiendes
es que el segundo paso, después de vender en la banqueta, es hacer algunas
operaciones convenientes en la Bolsa.
-
Es arriesgado. Te puedes quedar en cueros.
- No si sabes cuándo, cómo y con quién.
- Insisto en que es
arriesgado.
- También el alpinismo
es arriesgado... Igual se muere la gente conduciendo su automóvil cuando está
borracha.
- En montaña se mueren
los individuos, pero en proporción del uno a mil, lo cual está dentro de lo
razonable...
- Tú no pierdas de
vista la Placa Cocos que yo me encargo de la democracia ¿O eres
de los que no creen, o no gustan de la democracia?
- Hasta ahora lo que
conozco, verdaderamente democrático, son el estreñimiento y la Placa de Cocos.
Ambos llegan sin que alguien los haya invitado y se llevan por igual, entre los
pies, a los individuos de los diferentes estratos de la sociedad.
- Está la Muerte,
comadre de Pedro Páramo.
- Tampoco. Es mentira
que se lleve a todos por parejo. Los desnutridos van por delante...
Recuerda Cork que al
final Salim lanzó una carcajada llena de
seguridad:
- ¡No seas escéptico,
hermano!
Pro la tarde Salim
volaría de regreso a México.
Clemencia miraba, asombrada, en Manigua, la
manera tan efectiva pero a la vez discreta que tenía Cork de beber cerveza. No
detenía el líquido mediante el sistema epiglótico de la garganta sino que lo
dejaba deslizar suavemente. No se levantaba la espuma. Era una técnica depurada. La había aprendido
de los mineros de las aldeas serranas de Hidalgo. Así toman algunos de ellos el
pulque. Despué bajaba el brazo, con la cerveza, que después iría balanceando en
su paseo por la playa.
- ¿Cómo entender a la naturaleza si se
permanece por siempre en la ciudad?...Tiene razón en eso de la unidad
indestructible de la idea del cuerpo. Pero se equivoca de cultura- alzó un poco
la botella oscura y observó:- La rata
canguro del desierto no necesita beber agua. Su metabolismo... Nunca conocerá
el sabor de la cerveza...Estamos en el mundo de la necesidad y, con frecuencia, del deseo inmoderado. Se
llama consumismo.
Al mirar el rostro del muchacho no recordaba haber conocido otros ojos tan
enérgicos y bien delineados como aquellos. Este dijo que algún día le contaría
cómo el individuo al morir en esta vida, que todos conocemos, empieza un
interesante viaje a través de un mundo subterráneo...
-
Ah, y también la manera en que cada año, a lo
largo de dos días, toda una comunidad de hombres, mujeres y niños, regresa a
este mundo para... ¿Para qué cree?
- No tengo idea –dijo ella.
- Nada menos que para comer y beber. ¿Qué le
parece? En el mes de Teotleco, que ahora es diciembre, regresan los dioses de
larguísimos viajes. ¿Sabe del Tonalamatl, no? Es decir que esos muertos, antes
humanos, ya volvían divinizados. No solamente Yavé y sus acompañantes son
capaces de comer, carnero y pan, preparado por Sara en las tiendas bajo los
árboles de Mambre...Se trata de dos geografías diferentes y dietas distintas.
El ternero tiene mucha grasa. En cambio aquí abundan los vegetales... Las
fibras. Le digo a Salim que debería de correr por lo menos cinco kilómetros,
diariamente, si no quiere que se le tapen las venas y llegue el infarto antes
de la mitad de edad promedio de los de
su pueblo. Y antes que logre juntar su millón
de dólares. ¿Escuchaste Salim?...
- ¡Estás loco,
hermano!
- ...además de regresar a comer, los muertos
saben que en las ofrendas encontrarán bebidas. Es decir, vino. ¿No es
formidable? Su religión se afana por ir haciendo cada vez más puro al individuo
a través de vidas sucesivas. En cambio los muertos que regresan a México vienen
a gustar de nuevo la comida y un buen
vaso de cerveza. De preferencia de pulque, aunque en las ciudades cada vez es
más difícil encontrarlo. La industria de la cerveza…
- Increíble!
- Este individuo no come solo. Se reúne de
nuevo con la familia. Con el grupo que también ha regresado del Mictlan, o de
donde se encuentre caminando (hasta muertos nos gusta caminar a los mexicanos),
y con el grupo que aun vive en la tierra. Esto es, se rehace la comunidad. De
esa manera metafísica, junto con el ADN, se van perpetuando los arquetipos del
grupo. Un año vivieron en sus lugares y con sus cosas, pero ahora es la fecha
de la reunión. Como cuando nos reunimos los de la generación de la facultad o
de secundaria. Como cuando todos estaban con vida y hacían una fiesta...
Un niño atendía su puesto de agua de coco,
refrescos y jícamas cortadas a las que había puesto chile rojo en polvo, y
acompañaban en el plato limones partidos a la mitad. Otros niños dormían en la
playa o vagaban desarrapados sin rumbo por la costa.
Salim dijo que eran el
estrato social con el que se hacen los más diversos experimentos:
- Solamente uno de
ellos, de entre un millón, tal vez, llegue a la facultad de alguna
Universidad...
Carmen dijo algo al
respecto:
- Hijos de parejas que se unieron en el matrimonio
tradicional y que a la postre acabaron aboliendo la monogamia. Pensaron que la
gente los presionaba en ese sentido. Buscaron la manera de decirle a la
sociedad que no se metiera con ellos y empezaron a practicar la poligamia como
señal de libertad. ...Ahora, en el seno de la ciudad, y por la playa desierta,
hay niños durmiendo amontonados unos y otros tratando de descifrar el enigma de
su destino...- dijo que acababa de leer un viejo libro, de un autor alemán
llamado Spranger. Lo escribió en el primer tercio del siglo veinte, en Alemania. Apunta
hacia una educación de los pueblos por medio de la cultura y la educación. Pero no está dirigido para los que esperan
que el mundo cambie para después cambiar también. Ni tampoco deja de lado a
esos gobiernos que adelgazan año con año el presupuesto de la Universidad
Pública.
Spranger está hablando contra un amodorramiento
propio de pueblos que han vivido bajo una tutela que se prolongó más allá de lo
necesario: Tiene que nacer primero el nuevo modo de pensar, antes de que pueda
nacer la nueva época. Esto obliga a dejar de hablar en tercera persona (hagan)
para pasar a hablar en primera persona: debo de practicarlo. Lo que Spranger,
como otros pensadores, al estilo de Nietzsche o de Ibsen, no deja en claro, es
de dónde o cómo va a brotar esa chispa que haga entrar en conciencia. ¿Cómo se
prendió la chispa entre los olmecas históricos o los griegos clásicos o con los etruscos?
¿Vino de una catástrofe intempestiva extraplanetaria, al estilo de lo que
ahora se piensa con relación al fin de los dinosaurios? ¿Se generó
espontáneamente? ¿Se incubó gradualmente? ¿Herencia, alimentación, factores
sociales?.. Los finalistas hablan de la causa y el efecto....Como sea, la idea
de Spranger sirve, y urge, sobre todo en una sociedad en la que cada vez crece
la farmacodependencia entre niños y jóvenes. A la evidente desintegración
familiar Spranger propone una revitalización del proceso social por esta vía y
dice que a la familia no hay que abolirla,
sino hacer que rebase toda angostura y su peculiar buen espíritu
hay que trasplantarlo a círculos más amplios. Si hay desintegración familiar
sale otra vez lo de la causa y el efecto. ¿Quien sabe qué tanto haríamos, o dejaríamos de hacer, para estar parados en
la actualidad bajo la picota? ¿Qué le diría a esos niños qu duermen en la playa
que las calles de sus pueblos y sus
ciudades estén llenos de basura? ¡Las paredes de las calles de ambas aceras
pintarrajeadas sin ton si son! ¿Que
todos entremos a los vagones del “metro” de manera atropellada para ganar el
asiento a los otros? ¿Que en el microbús una mujer vaya de pie cargando a su
pequeño en brazos, ignorada por completo por los hombres y las mujeres que
vamos sentados? ¿Será que está ciudad se deshumanizó volviéndose un simple amontonamiento de casas
y perdió su fin social? Este libro, tan
viejo ya, advertía hace ya un siglo, del peligro de abandonar las soluciones
tomadas por los grandes grupos.
Salim dijo, queriendo hacer una broma:
-
La monogamia es como querer bajar de peso...Mucha intención pero nada fácil de lograr... No se da con sólo
desearla. Entre otras cosas es el resultado de cultura, preferencia y ejercicio
en ese sentido. Tampoco se puede bajar de peso con nada más desearlo. Para
lograr ese resultado hay que echar a andar una serie de cuestiones. Y después
mantener esa voluntad día tras día...
Cork agregó:
- Muchos padres, en el mundo de los
humanos, podrían aprender del celo, dedicación y paciencia que los búhos grises
de las Rocosas tienen para con sus hijos.
De algún lugar
llegaban las notas de una melodía romántica:
-“De la marimba al son
te conocí / al contemplarte fui de la ilusión / el prisionero que viene a
contarte / las penas de su corazón...”
Esa canción tenía un siglo de haber
llegado a la isla y se le seguía escuchando con arrobamiento. Primero en
conjunto de músicos, luego en discos enormes de acetato de una canción, siguieron los chicos de muchas
melodías, las cintas, después los compactos y últimamente los más compactos de
las computadoras, los rayos láser... La canción seguía allí.
-
Con el relato de los muertos que regresan a
comer y a beber, veo que no toma las cosas en serio- me dijo Carmen-. Necesito enseñarle unas cuantas cuestiones
básicas. En la India, a semejanza que en China, se dio también una especie de
antropomorfismo. Después éste fue derivando hacia un antropocentrismo. El afán
de dominio...Solamente en una etapa más evolucionada tuvo lugar la emancipación
de las cosas. Como condición de poder alcanzar...
-
No tengo
inconveniente en contar con una Pigmaliona tan hermosa, que haga de éste
bárbaro un hombre civilizado. Pero, al igual que Cork, prefiero el Tonalamatl.
- ¿Recuerda que había
un rico, casi perfecto, que quería seguir a Jesús? Pero que no pudo
desprenderse de sus riquezas y repartirlas entre los necesitados. Es lo mismo.
El aferrase a las cosas. No es que el dinero sea malo en sí, o los ricos, son
los medios para conseguirlo lo que está en juego.
-Sólo por medio de la
democracia se puede repartir mejor el dinero-dijo Salim.
-Hay Fatas Morganas en
todas partes-dijo Carmen y recordó a Chesterton:-.Este escritor hace bromas a
costa de la aristocracia. Dice que en el catolicismo es donde verdaderamente
hay democracia. Al cielo pueden entrar lo mismo los príncipes que los mendigos.
No es cuestión de títulos sino de obras- un grupo de gaviotas se acercaba a la
playa, volaba a ras de agua y volvía a internarse en el mar. - Hay diferencia
entre renunciar a las cosas, que repartirlas entre la gente. Lo primero es un
principio de individualidad. En lo otro comienza una comunidad fraterna. Se
trata de un modo de pensar antiguo que empezó en el llamado Viejo Continente,
que por cierto de viejo no tiene nada. De entonces para acá han surgido, en
Europa, religiones y filosofías que tienden al individualismo o a la
atomización de los grandes grupos. Como Jasper y como Heidegger... Los héroes
son frágiles y el hombre rutinario, en cambio, posee unas fortaleza
insospechada... ¿Sabían que en última instancia no hay hombres comunes y
hombres héroes? Lo que hay son individuos que no relatan, que no platican, su
existencia. ¿No sería maravillosos que Sancho Panza escribiera su versión de
todas las que tuvo que pasar junto a Quijano?.. Es como para tesis de doctorado... Es interesante una
acción heroica cuando se le consigna. Pero no menos espectacular resultaría
poder contar la vida de repetición de un rostro entre la multitud. Faulkner lo
consiguió. Antes una mujer que llegaba a los setenta años de edad había lavado
los platos, de una numerosa familia, algo así como setenta mil veces en su
vida. ¿Puede alguien mencionar una proeza mayor en bien de la comunidad? Ante
esto el mismo Aquiles no pasa de ser un mozalbete jugando a hacer cosas que
llamen la atención. ¿Pero quién le canta a una mujer que lava platos toda su
vida? De seguro el escudero nos dejaría entrever los maravillosos mecanismos de
adaptación. Nos diría que el rostro entre la multitud posee un excelente
recurso de adaptación a las diversas situaciones de la sociedad. ¿Han notado
que entre los rutinarios casi se desconoce la neurosis? Tiene un programa
mínimo, al menos, que cumplir. La mercadotecnia le inventa neurosis, que es
otra cosa. El héroe, en cambio, es duramente golpeado por la repetición y el
fastidio. Si no hace algo a tiempo, enloquecerá. Como enloqueció su patrón que
tenía la hacienda en un rincón de la Mancha. Quijano no sabía que el egoísmo
aparece cuando se exagera la autoestima. Pasado ese tiempo, aunque haga algo, de todos modos
enloquecerá. Y nosotros conoceríamos que el hombre homérico y la mujer ibseana
poseen un rango corto de resistencia ante la automatización de las relaciones
humanas...
-Visto así el asunto,
el hedonismo de los mesoamericanos tenía esa gran virtud de volver a reunirse
para gozar de la vida. Las etnias indias
eran grupos de báquicos y
comelones. Como lo eran los etruscos. Era la manera en que ellos entendían la
fraternidad.
- ¡Espero que no estará hablando en
serio, Malcom! – dijo Carme. Evitaba decirle Cork.
- Completamente en serio. Estas fiestas,
o su ausencia, marcan todo un modo de pensar de la realidad. Sólo hay que
buscarle el simbolismo. ¿Por que se hacen las fiestas o por qué han dejado de
hacerse?
Una palapa estaba sola en la playa. En
su sombra fuerte se veían tres hamacas vacías que se movían suavemente al
impulso del viento que llegaba del Golfo. Clemencia sujetó de pronto el brazo de Cork, obligándolo
a hacer un alto sobre la arena blanca. Nosotros seguimos caminando. Se acercó
lentamente y le dio un beso prolongado en tanto cerraba los ojos. En ese
momento estaban tan unidos como la pareja de búhos grises de las montañas
Rocosas de Norteamérica. Entre tanto, nosotros hacíamos bromas respecto de la
gente que busca las sombras para
besarse.
Dos segundos antes que sus labios hicieran
contacto, Clemencia pensó que aquel muchacho reproducía, de manera consciente,
los clisés de la sociedad. Para llegar a esto había tenido que pasar por una
cuidadosa práctica de observar el comportamiento de la gente. Si la gente ha
llegado a vivir, hablar y pensar de esa manera, se debe a determinados
factores. ¿Cuántos de estos eran inducidos y cuáles naturales? ¿Naturales en la
ciudad? ¿Han sido estandarizados o ellos se estandarizaron? ¿Cork se auto
enajena?
El
puso suavemente su mejilla junto a la de ella. Se dio cuenta que ardía,
como si el sol le hubiera estado pegando directamente durante mucho tiempo. Se
acordó de los ancianos de su lejano grupo del desierto. De una mujer barriendo
en el andén del ferrocarril. El beso era la culminación de algo sensacional
para Clemencia. Empezaba en la raíz de su rubia y abundante cabellera y bajaba
por su espalda haciendo estremecer absolutamente todo su cuerpo.Al final él
tenía que sujetarla por el temor a que fuera a desplomarse. Aquel beso le
revelaba que Clemencia estaba lejos de la androfobia. Por el contrario, ella
poseía potencialidades eróticas que a simple vista estaba lejos de imaginar.
Esto me lo describió más tarde Carmen que observó con cuidado aquel estremecimiento.
-¡Quiero almorzar!- gritó Salim.
Una mujer de edad avanzada vendía
máscaras de cartón. Otras estaban
talladas en madera, confeccionadas con habilidad y hermosamente pintadas.
Tenían rasgos femeninos. Se acercaba una de las
fiestas ancestrales de la isla y era el tiempo en que proliferaban estas
artesanías. Las cestas de mimbre, o las cazuelas que tenían como ornamento una
cruz gamada, le llamaban la atención. En el grupo este detalle artesanal estaba
por remover los comentarios que habían hecho girar al mundo en el siglo
anterior. La cultura de Carmen los detenía. Cork acotaba que las pinturas
rupestres de las cuevas de la profunda Tarahumara tenían ese símbolo del olin. Y lo mismo sucedía con las
cazuelas actuales que se vendían en algunos mercados del país. Eran trazos que
se habían quedado grabados en el inconsciente colectivo. Y yo sabía lo que
probablemente la misma Carmen no sabía
de manera consciente...la artesanía de la lejana África Negra también la
contenía como idea filosófica y de artesanía. Carmen se detuvo un momento a
observar. Cuando reanudamos el paseo, hizo la siguiente observación:
-
Aun se perciben en las máscaras algunos
rasgos del arte yoruba.
- ¿Yoruba? – pregunté
-. Jamás había oído que existiera esa etnia.
- No es de México. Se
trata de un pueblo de Nigeria del Sur.
Me sorprendió mirándola.
Le dije en seguida:
- Usted
es hermosa-quise acentuar la intención de mi confesión:-Su prima
Clemencia, en cambio, es bella.
Carmen era de las que
sabían más de una intención de las palabras.
-¿Qué tipo de hermosa?
No lo dudé, pues ya lo
tenía pensado:
- Como los griegos
antiguos pensaban de lo hermoso. Estaba familiarizada con Sócrates y sabía a lo que me estaba refiriendo
- Es halagador. Pero,
concretamente...
- En los dos sentidos...
- ¡Dígalo, por favor!
- Intelectual.
-¿Y?
- Físicamente llenaría
las aspiraciones…
Volvió a abrazarme
tiernamente. Yo sabía que la hermosura del Popocatepetl, en una mañana nevada de diciembre, no podría ocultar
el hecho de toda su potencia abrasadora...
* * *
- Prométame que volveremos a vernos
Malcom – dijo Clemencia en voz tan baja
que apenas pudo escucharla entre el viento suave y cálido que pasaba por la
playa. Su respiración se fue normalizando. Cork confirmó con eso que era una
muchacha extraordinaria para interpretar el pasado. Por lo mismo, aunque
hubiera vivido las veinte vidas que decía, eso no le daba autoridad para
predecir lo que sucederá en los días por venir. Sin embargo, iba a preguntar
dónde podría encontrarla cuando la escucho decir:
- En la carretera, desde el Puerto de
Veracruz hasta la ciudad de Puebla, mi familia, mi prima Carmen incluida, posee
restaurantes para choferes trailerios. En cualesquiera de ellos puede preguntar
por mi. Me comunican por teléfono. Si me encuentro en algún punto de esa línea
carretera, en una hora, a lo sumo, tardaré en reunirme con usted. Si estoy en
Kumarila, serán dos horas. .. En el caso de que me encuentre en Caytana serán
dos semanas. Como sea, haré todo lo posible por reunirme con usted lo más
pronto que pueda.
-
¿Caytana? ¿dónde queda eso?
- Bengala...India.
Carmen comentó
lo que había escuchado apenas unos minutos antes.
- Mi prima vive en el pasado, ignora el presente y
sueña con el futuro.
- A muchos nos sucede lo mismo, o casi- dije.
- El Tao sería el Paraíso donde la existencia no
conoce barreras ni jefes ni oficinas de impuestos ni las enfermedades se
propalarían ni habría propiedad privada. Tampoco los que murieran sufrirían
previamente la decadencia de la edad avanzada, que ahora vemos que llena los
hospitales. Esos son los tiempos en que se componen los paraísos en que
vive Clemencia. Un pasado idealizado y
un futuro romántico.
Esta dijo:
- No es que busque morir. Mis dos mil quinientas
calorías me mantienen lejos de la muerte.
Aparte de una cuidada alimentación, Clemencia
ingería diariamente pequeños trozos de
hielo en agua, o café sin azúcar, con la idea de eliminar calorías de su cuerpo
de esa manera.
Esta observación me dio la oportunidad de conocer el
carácter audaz de Carmen cuando dijo:
- No mejor aprovechadas que mis tres mil calorías...
Guardadas las proporciones físicas, no se sabría a cuál
preferir. Clemencia era, en efecto, una
bella mujer mexicana tipo balcánica. Carmen una hermosa mexicana tipo africana.
De todas maneras, Cork intervino:
- En todo caso, solamente el berrendo del desierto
está equipado corporalmente para regular las calorías de su cuerpo...
Pero Carmen era más que una espontánea réplica y
dijo:
- Para ser mística, Clemencia se defiende. Se
mantiene bella y deseable.
Un ambiente de tensión llenaba esa mañana las calles
alegres y desbordadas de sol de la isla. La gente hacía filas aquí y allá para
emitir su voto y elegir diputados del estado. Salim, como he mencionado, tenía
una enorme vocación por la democracia. Debido a eso poseía un agudo conocimiento del asunto:
- La gente
sigue de cerca los medios de
información y decide su voto, teniendo en mente el programa económico que se le
ha presentado durante el periodo de campaña de los partidos políticos. Hay que
empezar diciendo que estos datos, proporcionados por el candidato, son tan
maleables como los temas de los diarios a la hora del desayuno, según diría
McNeice, biógrafo de Yeats. Ahora bien, pocos
votantes son los que hacen coincidir sus principios religiosos o
filosóficos con el color de su voto. De esa manera se da la situación
surrealista de, llevados por las tormentas de propagandas que preceden a esos
acontecimientos, apoyar posiciones antípodas según su modo de pensar. Así el
magenta estará votando por el verde, el cían por el rojo y el azul por el
amarillo. Es decir, un católico que se persigna desde la calle, al pasar frente a la iglesia,
votará a favor de un partido comunista. Pero llegado el jacobinismo, peleará
por su templo. Otro individuo emitirá su voto por un partido de izquierda,
después de salir de la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe. Esto es muy
mexicano. Lo propio sería que el azul votara por el azul, el rojo por el rojo y
el verde por el verde. Hay libertad para
ello. El poeta alemán Peter Huchel dice que todo está construido sobre el
principio de la dualidad. Es preciso sumergirse en un mundo intelectual para
definir y redefinir estos conceptos. Aquí no se trata de flojeras intelectuales
y repetir sin razonar lo que otros ya dijeron. Hay pensadores que consideran
que por el hecho de ser proletarios, desempleados o subempleados, los
individuos en México ya son de izquierda. No sólo potencialmente sino en un
panorama ya devenido. Pero están peor los que aseguran que, por el hecho de nacer en México, ya se es católico.
El viejo Bobbio decía que la izquierda es lo igual y las derechas lo
individual. Pero como esto tenía un fuerte sabor a utopía, lo matizó diciendo
que es lo que tiene sensibilidad para lo igual. Mejor aun, que es lo que tiene
vocación para ir reduciendo la desigualdad. Pero este pensador tiene la
honestidad necesaria para aceptar que nadie es dueño de la honradez. Dice que
en la política los buenos y los malos pueden encontrarse tanto a la derecha
como a la izquierda de un imaginario presidente de asamblea...Desde luego son
principios generales. Si empezamos a observar a detalle cómo está compuesta
nuestra sociedad veremos que, ateniéndonos a lo anterior, hay una enorme
confusión. El pueblo, desde luego, tiene olfato. Por sobre el voto razonado y
el útil de los políticos, se reserva el voto silencioso con el que echará abajo
todo lo que a él se le antoje, llegando el momento de votar…
-Veo que te la sabes-dije-.Con razón tienes urgencia
de reunir tu millón de pesos para trabajar por la democracia-.El otro siguió
sin hacer caso de mis palabras.
-…El que quiera apostarle a la democracia, como
carrera, debe tener un doctorado en filosofía y otro en historia. De otra
manera estará emitiendo lugares comunes de pasillo. Cuando se quiere vivir en
ello, no tener ese título significa amarrase una piedra al cuello y lanzarla al
fondo del río... se necesita tener un conocimiento universal, local y profundo
de la historia de ese pueblo. De su filosofía. De su religión, si tiene alguna.
La historia, el tiempo, es el vehículo en el que cabalgan esas ideas y llegan
hasta el día de la votación. Está la familiaridad con las corrientes políticas
que le dan la vuelta a los paralelos del planeta. En algunas épocas se ha
abandonado este camino para agarrar la vereda. Al pueblo chino lo volvieron
adicto al opio. A la postre eso no funciona. Recuerdo en este momento dos
aforismos respecto de la importancia que tiene el conocimiento de la historia
para el pueblo. Y esto porque el pueblo es el que tiene que ir a las urnas a
votar. Uno es de dominio popular y nadie sabe quién fue su autor: “Se mira el árbol pero no se ve el bosque”. El otro es
de Crichton: “Si uno no sabe historia, no sabe nada: es como ser una hoja y no
saber que forma parte del árbol”.
- Mira, democrático, mejor invita unas nieves- le dijo Cork.
Nos detuvimos en la refresquería y nos sentamos bajo
la protección de una enorme sombrilla. La
nieve estaba casi caliente pues algunos la pidieron de chocolate. Clemencia
y Salim ordenaron de sabor limón.
- No quiero asesinar la frescura de mi cutis
comiendo chocolate - dijo Clemencia, pero después de comer una cucharada de
nieve, se creyó obligada a abordar un tema serio y agregó algo respecto de su
tema:
- Con la
concepción de que solamente se vive y se muere una sola vez, siempre había que
partir del punto cero y era divertido. De esta manera la humanidad, como
individuo, disponía de un segmento de tiempo sorprendentemente corto.
- La idea que
todo esta hecho y dich y que nada más se va a la Universidad a recordar, me
hubiera gustado mucho - dijo Cork-. Sobre todo en la clase de matemáticas. Sin
embargo casi tuvieron que abrirme la cabeza para que pudiera entender ciertas
ecuaciones. Por otro lado, en la geología ciertamente hay principios incólumes,
pero lo cierto es que la geología que se enseñaba hace medio siglo ya casi no
se parece a la de la actualidad. Sin
embargo los libros están llenos de
esquemas que entonces eran la pura verdad y que ahora hay que preguntarse cómo
se les pudo ocurrir. ¿Cómo tales cosas llegaron casi a ser un dogma en la Facultad? Pero fue necesario
vivirlas para traer a nuestra memoria
esas ideas que parecían permanecer desde siempre. De otra manera se daría la
curiosa situación de decir, como si
estuviéramos frente a la Lámpara de Aladino: quiero ser médico para que, al
igual que en la pantalla de la computadora, se presentaran en la mente los
conocimientos pertinentes. No es así. Sin embargo, es cierto, conforme se va teniendo contacto con la situación, parecería que, en
efecto, fuera acudiendo la experiencia
eterna a nuestro llamado o a nuestra necesidad...
Carmen echó
en la sinfonola una moneda y marcó un número. Antes que empezara la melodía me
tomó de la mano y me envolvió en sus brazos cálidos. ¡Bailar bajo una sombra de
cuarenta grados! Me estaba preguntando qué bailaríamos cuando empezaron a
escucharse las cadenciosas y movidas notas de The dipsy doodle seguidas
por la bella voz de Ella Fitzgerald. Bastaba que realizara dos o tres compases
por la amplia terraza de la nevería para que todos la miraran. Describía
fantásticos movimientos alejándose de mi sujeta solamente de la mano izquierda.
Y cuando de nuevo me envolvía con sus brazos cantaba muy quedo cerca de mi
oído, siguiendo la letra de la cantante. Desde luego el baile era algo que
traía en su ADN. Mi inclinación de imaginar problemas cuando debería estar
haciendo todo esfuerzo por ser feliz, en ese momento... “En este momento-
pensaba-, a ochocientos kilómetros de
distancia y a cincuenta de profundidad... Cocos ha encontrado un centímetro más
de resistencia... Llegará el azar para los humanos. Lo espontáneo y catastrófico
se hará presente. Se vendrán abajo los edificios o se abrirá la tierra y
desaparecerán tramos de las carreteras. Pero todo ese caos emergerá de las
profundidades, no vendrá del cielo, como pregona Abraham, de Río Frío...”
La piel de Carmen me regresó a la isla. Esta mujer
llevaba consigo, a todas partes, un frasco de aceite de palma. Con él cubría,
por las mañanas, su cuerpo y enseguida lo limpiaba con todo cuidado. Era un
ritual que seguía desde niña. Su piel
conservaba una deliciosa tersura. Pero yo sabía que en ella eso era algo más
que una práctica de belleza femenina. ¿Por qué de coco? Helena Rubinstein había
fabricado un centenar de cremas para ese efecto. Se trataba, en efecto, de un
lejano ritual. Los símbolos cuelgan de nuestras pestañas sin darnos cuenta
apenas. Su pelo rizado era de un extraño
y seductor color rojo oscuro. Algún tiempo después me enteré que no se trataba
de tinte alguno. Ese color llamaba poderosamente la atención de Cork. También
mi pelo rojizo oscuro, le interesaba. Nos observaba cada vez que tenía ocasión
de hacerlo, sin que nosotros nos diéramos cuenta. ¿Por qué le llama tanto el
color de nuestro cabello? me preguntó en cierta ocasión Carmen? Le conté que su
grupo, que era parte de las etnias que componían la Gran Chichimeca, se llamaba
“irritila”. Una de las cosas que caracterizaban a los irritila era que se
pintaban la cabellera de rojo.
- Hay en el Teocuicani- dijo Clemencia-, un poder vivo que empezó por la voluntad especial (la
Gracia, dirían las religiones orientales) de los hombres consagrados al
servicio de la deidad. Dirigir los brazos de las cruces de madera para que los
pueblos que están en esa dirección
tengan agua de lluvia, y después cambiar la dirección y que llegue, mejor
dicho, que le caiga, a otros pueblos, es
algo que no se puede interpretar de manera racionalista, como usted dice,
Malcom.
- Pero ellos llevan
milenios en esa práctica y eso quiere decir que resulta con certeza.
Como ahora cuando damos cuerda al reloj tenemos
la seguridad que, después de ello,
no solamente va a funcionar, sino que se va a dar este movimiento con la
exactitud esperada. Si alguien se preguntara por la contradicción del sincretismo, de una gente que
espiritual y religiosamente pertenece a
Mesoamerica, pero sirviéndose de la cruz de los cristianos, tendría que saber
que sólo es en apariencia. Aquella es una religión increíblemente rica en
representaciones simbólicas por medio de fetiches. Después de todo, como decía
el poeta alemán Rilke, “Cualquier cosa puede ser el buen Dios, basta con
decírselo”.
Clemencia,
desde luego, no tenía ni la más pequeña idea de lo del Teocuicani. Cork le
había contado de su larga búsqueda emprendida por encontrar la cumbre sagrada
de la antigüedad indígena. Con eso la muchacha tenía, gracias a su agudeza de
observación y deducción, para poder tejer una serie de conjeturas como la que
acaba da hacer.
- ¿Le he contado que en una ocasión convivimos y tomamos cerveza con Rilke? ¿No
lo cree? En otra con Mario Benedetti. Al golpear Moisés la roca debió decir
como Rilke, con su vara para sacar agua, y funcionó: “Cualquier cosa puede ser
el buen Dios...”.Así hizo Jesús con los odres para convertir su agua en vino, y
también funcionó. ¿Por qué no iba a funcionar con el monte Teocuicani? Pero en
este lugar parece más una cuestión de estadística aplicada a la física empírica: partir de la manifestación hacia la
explicación. Una de las enseñanzas plasmadas en la obra de Fray Bernardino de
Sahagún fue que la miel de maguey curaba algunas enfermedades. Hace algún
tiempo dos académicos universitarios de la Universidad Nacional investigaron
por qué se daba esto. Encontraron que en un medio de miel o de azúcar, una
herida, aun profunda, las bacterias no se reproducían. Mueren por
deshidratación. Los graniceros abundan en la literatura de los cronistas
europeos del siglo dieciséis, que dicen que hacían llover o detenían las
tempestades. Los graniceros, de los que hay abundantes referencias en las
crónicas e historias del siglo dieciséis
en México, están esperando la explicación de la ciencia.
- ¿Que qué hay de la vez que tomamos vino con
Benedetti?- preguntó Cork.
- Gran platicador. Abundante y ameno. Iba más allá
de la crítica a las conductas gubernamentales y relataba el lado humano de los
que padecen semejantes atropellos. Dejaba entrever los anhelos insurgentes
frustrados, las vidas quebradas, los desalientos, los exilios traumáticos, pues
todo eso él mismo los sufrió en carne propia. El vehículo de expresión era esa plática
que iba desarrollando de manera sabrosa, anecdótica, llena de recursos
imaginativos, mezclada de posibilidades propios. Esa noche nos obsequió un
libro de cuentos suyos. Contiene piezas que revelan su incursión en las
diferentes corrientes literarias. Las ortodoxas, las joyceanas y las
cortazarianas. En “Geografías” (lo leí
en la semana que estuvimos con él),
hablaba el autor más tres personajes en renglón seguido sin guión ni
comillas. “Puntero Izquierdo” no tiene puntos y aparte en la redacción. En
“Idilio” ni puntos aparte ni puntos seguidos y se va, de principio a fin, sin
parar, pero también, como en Firmó
doscientos mil, se “normaliza” Hay otros cuentos que, como Joyce, deja
frases en el aire, cortadas, o bien arranca un párrafo empezando en minúsculas.
Es marcadamente antropocéntrico en el desarrollo del relato, al menos en lo de
los Cuentos Completos. La acción de
las personas es lo primordial y se carece de la descripción del entorno, o del
paisaje, casi por completo. El mismo parece advertirlo en No era rocío al decir: Su marco natural nunca había sido el
paisaje sino el prójimo, con sus histerias y miserias, con sus enigmas y
sorpresas. Es un idioma español del sur que a usted le llamaba la atención tan
lleno de estas expresiones extrañas para los mexicanos, empezando por el
vocablo con acento ortográfico agudizado como sabés, podés, colaborás,
entendés, animás. O las de significado desconocido, también para nosotros, como
festicholas, pucho, botijas, cafiso, fané, patotas, pituca...O el modismo
¿tamos?.
-¡No seas tonto! ¿Qué vas a hacer allá, en la “polaca”?
Aquí, a los veintiocho años de edad, ya has hecho fortuna vendiendo en tu
tienda de Correo Mayor. Y si tantas ganas tienes de ver desiertos pues basta
con que te des una vuelta de vez en cuando por Sonora o Chihuahua. Con toda
tranquilidad puedes asistir a la sinagoga Rabí Yehuda Halevi o a la que
prefieras. ¿No comprendes que los países árabes acabarán por unirse? ¿Qué
sucederá entonces? Eres fiel seguidor del Corán o quieres ser héroe? México no
es tu galuth... No limites el mensaje del Profeta. Mil años en Palestina y dos
mil en la Diáspora es el lenguaje de Alá
para hacerte entender que no es
primordialmente físico ni temporal el desierto de tus abuelos. Recuerda que
eres árabe porque eres árabe. Lo demás son fronteras que se mueven pero los
pueblos son los que cuentan. Mexicanos, guatemaltecos, peruanos, hopis, y
navajos somos los mismos. Sólo que alguien nos dice que somos diferentes. No
eres árabe por la presión antisemita. Acuérdate de la propaganda de la academia
de computación de aquel pueblo donde íbamos a divertirnos con las muchachas
“Comuníquese en menos de un segundo con el otro lado del planeta por medio de
Internet. Al viejo sistema de correos le llevaría esto mismo un mes para
lograrlo. ¡La computadora une a los pueblos al instante!” Y hasta puedes ir a
pasar un fin de semana a Rabat- Amón, la
vieja aldea montañesa de tus bisabuelos,
no lejos de Jerusalén, digamos de México- Tenochtitlán a
Tizayuca, y regresar a Correo Mayor a tiempo para que abras tu tienda el
martes... Pero Salim era necio de cabeza dura como el cuarzo. Repetía, como un
autista: democracia, democracia, democracia…
Mientras Carmen hablaba del arte de aprovechar
las calorías de la nieve de chocolate, yo pensaba cómo llevar témpanos de hielo
hasta las costas del lado oeste de Sonora. Se me ocurrió la vez que salimos del
desierto, siguiendo su meridiano más largo, y quedado frente a las azules y
heladas aguas del Golfo de California. Se podía regar el desierto de Altar con
el agua potable de los témpanos de hielo traídos del norte. Sin que se licúen
más allá del treinta por ciento. Me ayudaría la corriente fría que baja de
Alaska a través del Pacífico norte, tanto en temperatura como en transporte.
¿El precio de desalinización seguirá siendo elevado? Quizá valga la pena
intentarlo. Cuando salimos del desierto
y llegamos a las costas del Golfo de California, nos proveíamos de agua que se podía beber
rascando unos metros en la arena retirados de la línea de playa. La arena la
filtraba mucho del alto grado de salinidad hasta acercarla mucho a niveles
potables. ¿Funcionaría de la misma manera en mayor escala diseñando grandes
cortinas de filtración a base de arena? Ahora trataba de recordar si hay alguna
corriente que se meta en el Golfo con dirección sur a norte. ¿Qué dificultades
encontrarían los icebergs al pasar isla
Tiburón? ¿Cómo transportarlos? ¿Pueden aislarse? ¿Qué resistencia al movimiento
presentaría el témpano? ¿Qué tipo de remolcador? ¿Qué cable? ¿Cuánto costaría
el metro cúbico del agua obtenido de los témpanos? ¿Cuánto permitiría la playa
al norte de Puerto Peñasco que se acercara el témpano? ¿Qué hacer con éste
cuando ya se tenga frente al desierto? ¿Podría traer varios icebergs atados de
alguna manera unos de otros? ¿Se morirían de frío los críos de las ballenas?
¿Cómo procesar agua del iceberg? ¿Cuánto perdería en evaporación mientras
permanece bajo los fuertes rayos del sol sonorense? ¿Cuánto licuaría el
calentamiento local y el global? ¿Instalaría ocasionalmente mi tienda de
campaña sobre unos de los témpanos y viajaría tomando el sol? Cuáles son los
movimientos del témpano a la deriva para poder localizarlos en los paralelos
más sureños? ¿Qué legislación hay al respecto? Demasiadas preguntas. Tiene
razón de Tracy. ¿Cómo se llama? ¡Ha, si, Destutt. Teniendo a mi lado una mujer
como Carmen estoy pensando en los témpanos del Ártico. ¿Por qué el humano
estará siempre atiborrado de un chorro absurdo de ideas que, como el río,
fluyen sin parar. Y lo más seguro es que cuando esté parado en las playas de
Cabo Brumoso, observando a mi témpano de hielo, voy a estar pensando en las
soberbias nalgas de Carmen...
Cork tuvo que descubrir que Clemencia vivía por
bloques de tiempo cada cuarenta y ocho mil años. La muchacha comentaba que en
el principio de la civilización, se trataba un mundo demasiado rudo donde los
de un pueblo eran enemigos de los del otro pueblo. Así como en la actualidad
los estudiantes “burros” son rivales de los estudiantes “pumas” y estos de los
de bachilleres y los bachilleres de los conaleps... Faltaba la civilización, se
diría entonces, pero por Dios que no parecía diferente que en la actualidad.
Después hubo un incremento masivo de producción de alimentos y esto trajo
consigo el aumento de población. Los excedentes bien distribuidos o mal distribuidos,
por los acaparadores, propiciaron la presencia de constructores y artesanos y
gente que hurgaba en una u otra dirección. Apareció la civilización de los
historiadores. Llegaron los filósofos. Una de sus características fue la
producción de ideas de penetración. Antes los enfrentamientos eran llanos, de
fuerza contra fuerza. Con el tiempo se elaboraron ideas que precedían el choque
de los grupos. Estas estratagemas persuadían el ánimo de algunos de la aldea
que iba a ser invadida y la resistencia ya no era tan fiera. La religión tuvo
aquí también un papel importante. No es casual que los ejércitos estuvieran
acompañados por los sacerdotes. Y fue tan extraordinaria la fuerza que los
soldados desarrollaban con la presencia de los hombres de Dios, que en la
actualidad todavía algunos ejércitos modernos llevan a sus capellanes.Convencer
por medio de la propaganda, que el otro ejército no lleve capellanes, es tener
ganada la batalla en un cincuenta por ciento. Los sacerdotes de Odin por
delante, los sacerdotes de los israelitas en Palestina por delante. También el
sacerdote Tenoch, con sus harapientos aztecas, penetrando como cuña en el valle
metafísico y en la historia, por delante. En su honor, la última ciudad más
bella de la civilización india lleva su nombre, a través de los siglos. Cuando
los ejércitos se laicizaron, empezaron a sufrir los descalabros de la logística
humanamente insuperable. Dice Clemencia que dijo Arjuna, que la muerte es
inconstante, inquieta, obstinada, impetuosa y que dominarla es tan difícil como
dominar al viento. Algunos, como Hidalgo en Dolores, echaron marcha atrás en su
laicización en el peligro del combate. Antepusieron la imagen de la virgen de
Guadalupe, a la virgen de los Remedios de los españoles, y volvió a
funcionar.Todo esto quería decir que, tras la virtual conquista de las armas,
se intentaría conseguir las voluntades de los conquistados. La intención era
suavizar los ánimos. Que no se empezara a organizar la revuelta contra los
invasores. Esa fue la gran lección que en esta tierra dejó Hernán Cortés. Con
el tiempo los ideólogos reemplazaron a los sacerdotes en la tarea, pero siempre
había desventaja. Aquellos prometían el cielo en las nubes y estos el cielo
nada más en la tierra. Mahoma fue más allá y, acuérdate Salim, aparte del cielo
metafísico, aseguró que a todo el que muriera en la guerra le estarían
esperando todas las comodidades que pudieran imaginar eran necesarias para vivir bien. Además de
hermosas mujeres que atendieran sus necesidades. Fue cuando los ejércitos del
Islam penetraron como avalancha en Europa. Como una media luna que va cerrando
sus cuernos en la parte norte. Entonces los granos y los metales del pueblo
invadido se iban, y las mujeres y los hombres quedaban esclavizados. Era el
castigo de haber antepuesto la lógica de la ciencia de la guerra, al asalto de
los enviados por el cielo. Después, como Cortés, en una etapa de justificación,
se les decía que se les había llevado la civilización y la verdadera religión.
Como Mc Artur haría en Japón. ¡Y vaya que resultó una gran cultura la de los
árabes! No por nada los norteamericanos, en pleno siglo veintiuno, siguen
jurando sobre la Biblia, y los árabes sobre el Corán, aun para los asuntos
judiciarios laicos.
A la segunda vuelta por la playa Cork se encontró, explicando a Clemencia, que
no es propiamente a la montaña Tlaloc a la que se adoraba sino a su poder. Este
poder estaba personalizado en una figura en roca, zoomorfa. La cumbre, la
montaña toda era un templo, nada más. Es decir un lugar especial pero al fin y
al cabo un lugar. Como el templo católico o de cualquier religión es un recinto
que no se parece a los demás. Ni el monte Olimpo ni el Tabor, ni el que se le
ocurra, tienen otro igual. Por especial que sea, y su ambiente proyecta y nos
envuelva de una atmósfera mística. No es el templo al que se adora sino a su
poder. Porque el poder dimana de la divinidad.
-Como un auditorio de sindicalistas-agregó Salim-. Es
el recinto de los debates, los acuerdos y las legislaciones, pero que su poder
procede de los trabajadores.
Caminamos desapercibidamente por la playa llena de
bañistas. Chocábamos a cada metro con la gente. Tomamos cerveza en alguna
palapa. Dos horas más tarde salimos de ahí. Salim dijo que conocía un lugar en
el que se tomaba un buen café. Estaba cerca, apenas media calle hacia el sur,
pasando el bulevar. En efecto, en El Emir el café negro americano estaba
delicioso. El amplio local permitía apartarse del incesante fluir de la
multitud. Mientras encendía un puro, Salim preguntó a Clemencia.
- ¿Qué decías de Benedetti?
- Ya no quiero repetirlo, mejor les contaré de
aquella ocasión en que Malcom y yo estuvimos con Rilke .¿Recuerda Malcom?
-¿Cómo olvidarlo?-respondió resignado. Cork sonreía
ausente en tanto daba un trago a su café negro americano cafeinado.
De todas maneras, a decir de Clemencia, el
espíritu de la época había invadido hasta a los ambientes más sobrios.
En la mesa de junto alguien le decía a su compañero de almuerzo que la cultura
de un pueblo, cualquier pueblo, no la destruyen los cataclismos de la historia.
Aun cuando los hombres que la crearon sean borrados para siempre de la tierra,
sus creaciones encontrarán receptáculos en los otros hombres que estén
sintonizados en la misma frecuencia. Aun en los mismos enemigos depredadores de
ese pueblo habrá receptáculos de la antigua cultura. Sahagún, Durán, Landa,
Bernal Díaz del Castillo y cien nombres más, completamente extraños y aun
enemigos por principio. Ellos fueron, en el siglo dieciséis, los continuadores
de la cultura mesoamericana, cuando la ciudad del lago se veló, no se borró, y
los grandes monumentos como la piedra del Sol y la Coatlicue se fueron al fondo
del agua. Que por eso se dice que individuos de épocas distantes pertenecen a
una misma generación. A idéntica corriente de pensamiento. Así, hay mexicanos
que tienen a la mano y leen, con regularidad, a los griegos de la
antigüedad. Alemanes que conocen a los
olmecas históricos y rusos que están cautivados con las manifestaciones del
periodo clásico maya. O uruguayos que siguen con atención el pensamiento de los
poetas irlandeses. Desde luego en este siglo encontramos a muchos que piensan
como los finalistas metafísicos y otros como los finalistas racionalistas...
- En Europa - interrumpió Salim- se llaman
socialdemócratas y socialcristianos. Son palabras muy largas que el mexicano no
quera descifra al detalle e indolentemente
les dice “derecha”, “izquierda”.
-…Y desde el lejano día en que el hombre se dejó
sectarizar, se han amasado enormes fortunas en el negocio de la fabricación de
armas. Unos desconociendo a los otros. Y el obrero, ayuno de cultura, movido
para allá y para acá por vientos tan encontrados. Aseguraba que lo mejor será
cuando el individuo conozca y conserve su cultura, pero que las otras culturas
tampoco le sean ajenas. No hay por qué hacer del hermoso bagaje de la humanidad mil islas de rencor y del
individuo un cancerbero de la secta. Decir que un individuo es azul y el
otro verde es negar la luz blanca y en
última instancia al espectro electromagnético.
Mientras bebía a sorbitos su planters ponch de bote, Clemencia
empezó a contarle a Cork de cuando la psicología, siguiendo los pasos de su
hermana mayor la filosofía, empezó emprendiéndola también contra la
escolástica. Así fue hasta que entendió que el afecto y lo subjetivo ayudan
más, en el tratamiento de los enfermos, que las cuestiones puramente
intelectuales de laboratorio. O que las querellas entre intelectuales. Además,
que la psicología tenía ya, a la sazón,
dos piedras en el camino con la propia filosofía y también con la
fisiología, en un tiempo que todavía no incursionaba en la historia ni en la
antropología, etcetera. Agregaba que una ciencia experimental y aplicada, que
luchaba por afirmarse frente a la socarronería de las ciencias exactas, ya
establecidas desde el principio de los humanos siglos, no podía andar por ahí
abriendo frentes de guerra sin ton ni son. Luego abordó el tema que realmente
le interesaba:
- Ahora se ha olvidado lo que dice la enseñanza milenaria.
- Que recomienda- preguntó Cork, que ya veía llegar
el asunto.
- No olvidar
que el conocimiento es sobre todo un camino seguro para tener la paz en la
comunidad.
- Lo que se ve, con las cuarenta guerras que hay al
mismo tiempo en el planeta, es que el conocimiento significa poder frente
a los otros. Siempre ha sido así. Aun en el terreno del misticismo, ¿no lo
cree?
- El antiguo pensamiento desconfiaba de las
veleidades del egoísmo, más que del pensamiento, y a eso se debe que llevaba de
la mano a los individuos señalándoles qué había que investigar…Porque cuando
esto sucede aumenta el conocimiento. Y la verdad se vuelve sincera…
Cork se adelantó a terminar la frase:
- …y el corazón entra en armonía.
- Pues aunque lo ponga en duda, esto a su vez
conduce a una vida personal equilibrada. Y como la vida del país tiene
necesariamente sus repercusiones en la vida de los otros países, eso quiere
decir que habrá paz en el mundo. Y si esto sucede, si hay paz, el individuo
alcanza la inmortalidad.
- Más que Krisna parece Confucio. Pero por ahora no
veo mucha paz - y señaló hacia el
bulevar -. En la ladera oeste de la montaña Tlaloc hemos encontrado, entre
cañadas llenas de nieve, los restos de algunos animales, como la cola de un
mapache, al pie de un árbol. Es el
silencioso testimonio del cruel y desigual combate que una noche antes
se desarrollara en ese sitio. O los restos de una pierna de ternero. Y metros
más arriba, en la ladera llena de sol de ese día hermoso, cuando ya ha pasado
la tormenta, los hongos que acababan de brotar junto a las orquídeas en la
mañana luminosa. Y más allá la colina abundantemente adornada por los
carámbanos de hielo que pendían de las ramas de los pinos. Esta clase de
reencarnación, de morir y volver a empezar, sí la entiendo, y hasta puedo concederle
categoría de inmortalidad. Pero en el Nirvana, donde todo se funde para
desaparecer, donde toda cadena de vidas sucesivas interrumpe su número, ¿de qué
inmortalidad estamos hablando?
Clemencia iba a decir algo respecto de la gran
enseñanza del yo, como unidad permanente, pero guardó silencio. Por lo visto
con Malcom era preciso empezar desde el principio. Ya lo había intentado en
otras vidas pero…
Por su parte Cork se sorprendió hablando de esos
temas, cuando debiera haber traído a colación
algún ejemplo contundente de la tabla del tiempo geológico. No obstante
agregó:
Lo absurdo es emanciparse de las pasiones. O querer
hacerlo. Son tan encantadoras. Y algunas
de ellas tienen sus fundamentos en los instintos.
La muchacha no pudo contenerse:
- ¡Emanciparse es una virtud que sólo está al
alcance de pocos!
- No me expliqué: son encantadoras las pasiones pero
lo absurdo es permanecer en ellas. Emanciparse y permanecer son dos extremos de
la línea - Cork la escuchaba atento, y embelesado, al observar su boca sensual.
Se preguntaba cómo diablos le había dado por el misticismo a aquella mujer tan
hermosa. Se apartaba a meditar, como los anacoretas cristianos de los primeros
tiempos, que dejaban en segundo lugar la
vida de los pueblos, la esclavitud de los campesinos y su pobreza cultural -.
Insisto que parece más de Confucio que de Krisna. Sin embargo lleva el mismo
valor, siempre y cuando ese individualismo tenga como meta el grupo, no un
individualismo que considera como meta al individuo. Si Ibsen hubiera sabido el
manejo que se le iba a dar, apenas un siglo después, a sus ideas del
individualismo sobre la masa, me parece que lo hubiera pensado diferente, o
habría buscado otro final más social para su hombre solitario...
-En efecto-interrumpió Salim-. El hombre solitario
ha propiciado muchas sectas que a la postre
se vuelven contra las masas de obreros carentes de información. Cuando
pasa la tremolina muchas fortunas se han ido acumulando. Entre tanto, otros
recogen los millones de cadáveres de pobres gentes que han quedado tendidos en
los campos y en las trincheras o en el fondo del mar.
-… Este asunto del individualismo ha tenido varios
nombres en el Cercano Oriente y después en Europa, a través de los siglos. Pero
no deja de ser el mismo asunto. Lo que ha cambiado es el nombre de esa
tendencia progresiva de contracción del grupo hasta desembocar en el individuo.
De ahí que no es raro el surgimiento de filosofías y religiones que han ido
alejándose de la comunidad. Por ejemplo, y esto creo que también vale como tema
para tesis de doctorado, ¿qué filosofía hubiera desarrollado Nietzsche de haber
procedido de familia católica en lugar de protestante?
¿O Ibsen?- dijo Carmen-. Ibsen estaba contra la
masificación. Y se cuidaba de levantarle la voz a la comunidad. El doctor “enemigo del pueblo”
no es el Zaratustra que se va solo a la cueva. Es alguien que se retrae en su familia para de
ahí remontar hacia una valiosa sociedad de individuos que no se han dejado
masificar…
Clemencia creyó llegado el momento de cambiar de
tema:
- Yo por lo pronto le puedo vender la idea de comer
zanahorias.
- ¿De qué habla?-preguntó Cork.
- De lo mismo. Los dientes y las encías se le
aflojan al que no come zanahorias y por lo contrario se empeña en consumir
alimentos blandos.
- Estamos de acuerdo. De la misma manera las
sociedades que no frecuentan las
montañas, y camina por ellas, tendrán que pagar su precio por buscar el confort
en lugar del ejercicio. Una ascensión alpina llevada a cabo con cierta
frecuencia, aunque sea somera, hace sanos hasta a los más débiles. Si a Alexis
Carrel le quitamos su absurda
inclinación por las grasas, quiero decir su exceso, tenemos en su Incógnita del
Hombre un buen libro. Habla de caminar
por los bosques. En el siglo pasado alguna clase de filósofos culpaba de este
descenso, en la calidad de la vida, a la solidaridad que se prestaban
mutuamente los individuos. Querían que, igual que en el tiempo de las cavernas, o como en el día
de los gladiadores, el más fuerte prevaleciera sobre el más débil. Es la
conmiseración a la que se refiere Nietzsche. Eran aquellas ideas que anunciaban
el pensamiento de la modernidad individualista, del presente, que ya desde
entonces se oponía a las acciones comunitarias. Ahora se ve más claro el
panorama: ni individualistas ni fortachones suprimiendo a los de
constitución diferente: caminar por las
montañas. Cualquiera puede llegar al ex convento del Desierto de los Leones,
por ejemplo, y caminar una hora o dos antes de volver al mismo sitio. Con esto hasta los
hospitales tendrían pocos pacientes. Algunos le tomarán el gusto al asunto y
procurarán internarse todavía más por los bosques altos… ¿Qué le parece? Con
esto le estoy haciendo la invitación de que vayamos a subir montañas. Cuando
alcancemos el refugio de los cinco mil metros y estemos allá, muy por encima de
los valles altos y de la ciudad, para nada se va a acordar de su elegante
salita de meditación de Kumarila. Y en lugar de estar pensando en el Nirvana va
a desear, con todas sus fuerzas, una taza de chocolate hirviendo.
Dice Cork que Clemencia se limitaba a mover la
cabeza y a mirarlo con ternura y, al parecer, con infinita comprensión…
- Es junio -
dijo ella -. El mes en que las mariposas amarillas abandonan el capullo.
* * *
Cork sabía ya que Clemencia, en lugar de pensar en
un hombre, un hogar, ir al cine, arrojarles pan desde la lancha a los patos de
Chapultepec, indagar sobre la protesta de los obreros, estaba preocupada en
encontrar la manera de escapar de la rueda de los acontecimientos. Estaba seguro de ello, no obstante el poco tiempo
que tenía de tratarla. La cuestión que lo hacía pensar era: ¿por qué lo
buscaba, si toda la vida en este planeta, para ella, sólo era ilusión? Se la
imaginaba en su ordenada y apacible salita de Kumarila intentando vaciarse de
todo contenido de pensamiento. Y en tanto afuera del retiro la vida fluye, ella
hace un envoltorio con la ciencia y la cultura que la humanidad ha podido
adquirir en los últimos veinte mil años y arrojarlo al río para que finalmente
se pierda en el mar. Deshacerse de ese paquete que tanta angustia le causa.
Creer que historiadores y antropólogos no le merecen consideración y decir:
¿qué saben ellos de las migraciones del alma a través de las edades?
Un negro le
dio unos golpes a su armónica contra la mano izquierda y se la llevó de nuevo a
la boca. Entonó un movido y alegre canto del Misisipi. Interrumpió y se puso a
cantar, en tanto movía sus brazos y espaldas, guiados por los ágiles
movimientos de sus dedos índices de cada mano en alto: “Todas las personas
cultas de Norteamérica...” Volvía a entonar el rigetime y, poniéndose de pie, empezaba a bailar echando cada vez
uno de sus pies muy hacia adelante. Cork apuntó algo:
- Al negro puro, traído de África, no pudieron
borrarle su psicología . Su belleza de persona, su historia, sus hábitos, sus
mitos y su concepción cósmica. Pero ha sido un poco cubierto por el ser del
indio. En él ha preservado lo que el mismo negro no pudo rescatar. Como
mexicano, el negro puede cantarle a quien quiera, incluso a Bembé o a la Virgen
del Cobre. El guadalupanismo es tan ecléctico que se lo permite. Y desde el
caos de los siglos el negro puede iniciar su reconstrucción todo cuanto desee.
Dentro del campus universitario ahora negroides y mestizos valen lo mismo.
Desde la revolución del cristianismo, en los primeros días de nuestra era,
tenemos la costumbre de decir que todos valemos lo mismo, aunque no sea
rigurosamente cierto siempre. Después lo retomarían los líderes de la
Revolución Francesa... El caso es que, con el tiempo, los negros llegaron a
ocupar un lugar más alto en la sociedad que el mismo dueño original de estas
tierras, que es el indio. Como sea, también la libertad de un blanco vale el
sacrificio o la de un amarillo o la de un rojo irlandés... ¡Ojalá algún día
llegue a valer lo mismo la vida de un huichol o de un tarahumara!
-Con el tiempo se entenderá - dijo ella -. Cuando no
se tenga un lugar dónde ocultarse para salvar la vida y la libertad, cruzarán
las fronteras para entrar a México. Los más perseguidos del mundo acabarán
confluyendo hacia esta tierra. Ni siquiera en Israel estarán tan seguros los
judíos. Nadie está seguro en el epicentro de la tormenta. Los alemanes, los
rusos y los mismos españoles lo saben ya. Sin embargo es necesario descifrar el enigma de que aquí
no hay xenofobia pero si racismo. Contra los indios. Pero también racismo
cultural. Los mexicanos tenemos el
privilegio de contar con dos grandes culturas. La propia y la occidental. Pocos
conocen la propia....
- Vivir varias vidas tiene sus ventajas. Ya veo en
las señales del viento a las razas de
Europa y Asia...
Cork dijo
que los indios compartirían su cielo con
todos, bajo el que cada uno se cubriría con el manto de su preferencia. Las
alas solares de Tezcatlipoca cubrirían sin inocencia pero con beneplácito a
Pachamama, Krisna, al celoso Yavé, Alá, Odín. Para el indio no hay ningún
conflicto aceptar que el centro está en todas partes. Más bien siente nostalgia por aquel palacio
de la calle Madero en la que se iban albergando a todos los dioses y diosas
traídos de las provincias próximas y lejanas, visitadas por los mercaderes y
ejércitos mexicas.
Estaban sentados en aquella agradable sombra cálida,
de la silenciosa refresquería del centro de la población isleña. A esa hora
pocos clientes ocupaban el lugar pues la gente prefería quedarse en sus casas y
dejar que pasaran las horas más calientes de la tarde. - - Igual pasa con los
animales del desierto. Buscan la sombra en tanto avanza el disco del Sol en el
cielo.
En la noche, cuando levantábamos la tienda y nos
derrumbábamos en su interior, después de haber caminado todo el día por las
inestables arenas, Cork encontraba ánimo
para recitar en voz alta algo del gaucho Martín Fierro: “Todo es cielo y
horizonte / ¡ Pobre de aquel que se pierde / o que su rumbo estravea!/ si alguien cruzarlo desea /
este consejo recuerde./ Marque su rumbo de día / con toda fidelidá; / siguiéndolo
con fuerza, / y, si duerme, la cabeza / ponga para el lao que va “.
Cork le platicaría que la conducta animal, en el
desierto, es la misma en ese lapso de tiempo de las primeras horas de la tarde,
en el que las dunas dan la impresión que carecieran por completo de otra cosa
que no fuera nada más que aire y cuarzo. Y sol. Pero en su afán de conocerla
mejor prefería escucharla. Seria, hierática, como una muñequita de barro
teotihuacana, tenía que ingeniárselas para provocar su charla. Pero ya para
entonces había descubierto que una vez destrabada esa solemnidad, su plática
fluía de manera incontenible.
-¿Por qué, si
podemos viajar a través del tiempo, nos quedamos aquí en este continente y casi
en este mismo tiempo? Mejor vamos a meternos entre los ejércitos de
Verxijentorius y Cesar. La mañana de los senadores... ¿O su… hechicería no alcanza para tanto?
- No. Es muy guerrero. Mejor recordemos cuando
estuvimos con aquel pensador que se considera el padre de la cultura
occidental.
-¿Estuvimos?- Cork estuvo a punto de aceptar los
poderes de los que Clemencia se decía poseedora. Y pensó para sí: “O de verdad
es una bruja o bien es de Zirandaro, la población del estado de Michoacán en el
que nada raro resulta que sus habitantes estén familiarizados con la historia.
La historia de aquí y la de allá y de cuyos conocimientos ella se aprovechara
para construir sus fantasías. Sabía que iba arrancar con Platón, y su maestro,
echando los principios de una gran cultura que le es propia a los europeos y
que su intención velada era terminar en la metempsicosis...
- Los tiempos luminosos de la antigüedad clásica...
La Edad Media estaba imbuida de sus enseñanzas y espíritu. La misma época
moderna en la que vivimos exhibe esa cultura por todas partes. La calle, los
estantes de las librerías y bibliotecas, y las escuelas, en el metro.Al estar comiendo tacos en los puestos de
fritangas. En los comerciales de la televisión, lo que es mucho decir por la
dificultad que encuentran las cosas de calidad para aparecer en sus canales
populares, en las canciones y no se diga en los poemas.
- Sin dejar fuera a Aristóteles. Continuador de los
dos pensadores anteriores y a la vez innovador.
- Anaximandro, Jenofonte...
- Para los mexicanos... Fueron las ideas de estos
personajes de las cosas que valieron la pena de la conquista… Sin pasar por
alto el Quijote…Utopía, realismo, escolástica. La locura del monoteísmo
surgiendo entre una nube de dioses y diosas hermosamente antropomorfas. Y
después el éter y las regiones puramente espirituales. San Francisco de Asís levantando a Roma y
Lutero surgiendo con su espada flamígera y puritana. Rescatando el proyecto
platónico y después esenio. Un cuerpo perecedero pero con la oportunidad de
volverse a rehacer por otra única vez.
Vieja y gran cultura. ¿Qué haría la humanidad de esos paralelos sin
ella? El Islam se hubiera adelantado
encontrando en la gran Babilonia una causa demasiado estrecha para vivir
ahí de manera indefinida.
Pero ya la muchacha decía:
- Sí. Estuvimos con ese viejo testarudo... Se le
considera el padre de la cultura occidental en cuanto a que puso orden en una
serie de ideas que circulaban ya en su tiempo. Pero no se le debe hacer
responsable de los prejuicios de todo tipo que después fueron anidándose en
esta cultura. Una de sus ideas fue el concepto que tenía del alma. Al Nirvana
también se llega solamente en espíritu. ¿Cómo podría llegar usted con todo y su
cuerpo?
- Al Mictlán se va completo, no sólo el alma.
- Eso se integraría más tarde con la idea del juicio
final del cristianismo. Se dice que durante dos mil quinientos años los pueblos
europeos han venido viviendo al abrigo de esta idea.
- ¿Y no es así?
- Del alma ya había en sus días varias ideas. Una de
ellas que era algo así como un fantasma que aparecía y desaparecía de manera
caprichosa. Otras que se trataba de un estado de ánimo. Ambas se esfumaban con
la vida del individuo. No, el alma a la que el Maestro se refería estaba más
acá del principio biológico y también más allá de la muerte del mismo. Eterna
contradicción con el libre pensamiento del individuo.
- Una consecuencia fue la teoría suya de la
reminiscencia. Las ideas son eternas. Sacarlas de ese gran acervo universal.
Por eso cuando, siglos después, los cristianos empezaron a llegar a las islas
griegas a decirles que había algo que no moría, que era desde siempre, y que se
proyectaba para siempre, estaban diciendo cuestiones que ellos ya habían
concluido... ¿ Y nos la pasamos bien en
Grecia ?- Cork quiso saber detalles
que se relacionaran con Clemencia. La mueca sensual y un ligero rubor en
el rostro de la discípula de Syamasundara le informaban que había ahí una
historia encantadora. Sin embargo escuchó decir:
- Puro placer ilusorio por la brevedad de su
existencia- y se apresuró a regresar al tema:-
La casa de Sócrates era un lugar
de reunión en el que se discutían las ideas conocidas y otras que iban
surgiendo. Se cree que la fundación de la Academia tuvo lugar unos cuarenta
años con anterioridad a la edad de Platón. Muchos creen que esta casucha, donde
faltaba en ocasiones hasta un mendrugo de pan, fue en realidad toda una
institución, al grado de llegar a considerársela la primera universidad
europea. Aristófanes, su contemporáneo, llamaba sarcásticamente a esta casa el “pensadero”
o el “taller de pensamientos”.
- ¿ Y qué aprendimos en ese lugar?
- Entre otras cosas que ya había tendencias de sacar
la creación, del ámbito de los dioses, hacia la cuestión que ahora se llama
terreno epistemológico, porque el Maestro era un individuo de corte religioso.
Pero también se pensaba mucho en ese ambiente ético, como una auténtica
debilidad moral, el que se conozca el bien, estar hablando siempre del bien,
que se debe hacer el bien y sin embargo al final hacer el mal. Lo resumía con
la frase: “se habla como se quisiera vivir pero se vive como no se quisiera
vivir”. Luego vino lo del juicio...
- Usted, que
tiene la facultad de poder ver en las intersecciones inéditas de la historia,
podría hacer alguna luz respecto a esos acontecimientos - dijo Cork con un tono
que a ella le pareció burlón. Pero no hizo caso y en su lugar respondió:
- La tradición lo ha conservado con bastante apego a
la realidad. Lo que sucedió fue que por ese tiempo varios amigos del Maestro, y
ex alumnos de él, se vieron envueltos en acontecimientos políticos y guerreros
que causaron conmoción en Atenas. De esa manera se le señaló de ser una especie
de autor intelectual de lo que estaba sucediendo.
- ¿ Y, no?
- Poco o nada tuvo que ver. Nada más allá de los
inevitables comentarios de asuntos serios entre amigos que charlan en la intimidad,
en tanto saborean un vaso de vino, como ahora lo hacemos tomando una taza de
café
- Finalmente se le condenó a muerte.
- En realidad los personajes del gobierno no querían
condenarlo a muerte. Ellos mismos esperaban que el maestro se acogiera al recurso
del destierro, al que tenía derecho por ley, lo que bien pudo haber hecho.
- ¿Y, por qué
no lo hizo?
- ¿Por qué Jesús tuvo que ir ese domingo a Jerusalén?
Con haber guardado silencio hubiera salvado la vida cuando Caifás le preguntó
si él era el Cristo, lo que equivalía a decir Dios. El destierro del filósofo
era negar alguna de sus ideas que había sostenido. Así pasó en Atenas. Así pasó
en Jerusalén. Así pasa todos los días en todas partes del planeta. Con guardar
silencio no sucede nada, excepto perpetuar el mundo tal y como está. Omisión es
uno de los pecados señalados por la Iglesia. Lo que resulta que sigue pasando
lo que siempre ha pasado hasta ese momento. Matho también pudo haber salvado la
vida con tal de haberse largado cuanto antes de Cartago. Pero consideró que una
mirada de Salambó valía arrostrar todo y volvió… ¿Por qué los indios no luchan
contra el destino? - preguntó de pronto la muchacha.
- ¡Qué cosas tan interesantes va uno escuchando por
la vida. Usted que ha vivido tantos siglos ya debería de haber aprendido...
Aquí no hay inclinación al parricidio. Luchar contra el destino es no estar
siempre de acuerdo respecto de cómo los dioses hacen las cosas. Es considerase
al margen de la creación. No sucede así cuando los trabajadores son dueños de
la cooperativa. La gente de aquí es coproductora de la naturaleza en su
planteamiento original. Por eso hay tanta inclinación a que la naturaleza
conserve el equilibrio. Atentar contra ella es una especie de parricidio. Ir
contra la voluntad del padre es propio de niños. Aquellos quieren ser dioses,
como un día finalmente lo serán en su parte que les corresponde de conservar en
buenos términos este planeta, pero naturalmente un niño jamás fue adulto.
- Si habla de
paternalismo primero dígame por qué cada día tenemos 240 puntos de ozono sobre
el cielo de la ciudad y metiéndose en nuestros pulmones. Introduciéndose no
solamente en los recintos de oración de los templos y los seminarios de los
científicos sino también a través de los pasillos de los hospitales. Como
implacable enemigo que no suelta a su víctima aun después de haber logrado
tenerla postrada en el lecho bajo el quirófano.
- ¿En verdad Sócrates luchó contra el destino o
solamente luchó contra su padre el Estado? Bueno, el parricidio es otro de los
grandes mitos occidentales. Formidables y por cierto nada extraños, después de
todo, a la naturaleza... ¿Es usted de Zirándaro?
- Zirándaro es Guerrero, no Michoacán - dijo ella.
Fue cuando
Cork reparó que él jamás había dicho que Zirándaro fuera de
Michoacán, sólo lo había pensado. ¿Cómo fue que
Clemencia lo corrigió?
Llegaron a la orilla norte de la isla. Muchos barcos
pequeños estaban anclados y amarrados con gruesos cables. Se movían a los
impulsos de los movimientos del mar. Clemencia se paró junto a una lancha
pesquera de dos pisos. Recargó sus
espaldas en las tablas de proa en tanto tomaba las manos de Cork. Lo atrajo
hacia ella y, tomándolo por el cuello, lo besó apasionadamente. Fue un beso que
se prolongó durante mucho tiempo. Tanto que pudo agarralo de la cintura y
atraerlo a hacia su vestido vaporoso. Pegó sus senos en el tórax fuerte de él
y, cerrando los ojos, se quedó así hasta experimentar un violento, doloroso y a
la vez dulce desfallecimiento de su cuerpo. La mano derecha de Cork se
introdujo por el vestido a la altura de su mano, ahí donde la modista había
simulado una bolsa. Descendió por la espalda haciendo un lado la ropa interior
y pudo quedar acariciando las interioridades de su cuerpo...
Era temprano. Así hubieran permanecido hasta el
anochecer. Pero el sol de la isla es demasiado intenso y las escenas de amor
deben terminar si no quieren faltar a las reglas de la intimidad que sólo
pertenece a dos... Emprendieron el regreso en silencio. Estaban conscientes
que, cincuenta años más tarde, recordarían ese momento como algo que hizo que valiera la pena haber
vivido. Ella estaba radiante. Todavía no reparaba en que ahora se encontraba
más lejos del Nirvana que al despertarse esa mañana... Simplemente reía juvenil
y encantadora... El también reía. Para ocultar que su pantalón blanco estaba
mojado, más abajo de su cintura, la tomó de la mano y echó a correr jalándola
hacia el mar. Se zambulleron entre las olas, como dos chiquillos que ven por
primera vez el azul verde fascinante del océano.
Clemencia no pudo percibir, entre el movimiento
violento de las olas que los llevaban de un lado hacia el otro, el momento en
que la risa se esfumó del rostro de Cork...Aquel día su padre lo había
acompañado a la pequeña parada ferroviaria desde donde debía partir hacia la
ciudad para estudiar. Las dunas del desierto de arena que normalmente
soportaban una temperatura cercana a los cincuenta grados hacia el cenit en
esta temporada, ahora estaban cubiertas de nieve. Era la mañana del 19 de mayo.
Un cielo azul profundo dejaba pasar el
Sol intenso y no obstante en el rostro se percibía cómo un viento helado
recorría el solitario andén. La estación era de servicio de conservación de la
vía, no propiamente de pasajeros. Para que el tren parara había que hacerle
señales al maquinista. El tenía entonces
ocho años de edad. Mientras estuvieron esperando, su padre le tocaba la
cabellera corta, que apenas un día antes era larga. En su aparente
impasibilidad de manifestar emoción ante las cosas de la vida, aquella era una
muestra de infinita ternura de su padre que siempre tendría presente a lo largo
de su estancia en la enorme ciudad y en el extranjero a donde después lo
llevaría la vida.
Una mujer de su grupo barría el lado oeste de la
plataforma. Vestía su gruesa falda negra de lana y su blusa blanca floreada que
cubría con un rebozo color rojo para protegerse del intenso frío. Su rostro era bello y su mirada parecía
fijar su punto de enfoque más allá de las cosas inmediatas. Por un momento
clavó sus ojos en los suyos y entendió con toda precisión que le decía: “No
olvides regresar con los tuyos. Si no vuelves, una niña chichimeca - hopi, que
mañana será una muchacha, no podrá hacer una familia por estar esperando y el
grupo se reducirá. Los que se van a estudiar o a trabajar a las ciudades, pocos
se quedan a vivir con las mujeres de por allá. Regresan. No te olvides…”
El había escuchado a los viejos rectores del grupo,
cuando se reunían al caer la tarde, que a la ciudad se va por necesidad de
estudiar o de trabajar o de salvar la vida pero, logrado esto, todo mundo
quiere volver a su lugar de origen. A su nombre original. Algunos regresan
aunque en ello les vaya la vida o la libertad. En la región del Bajío hay
muchos casos de hombres que se fueron a trabajar a Estados Unidos y volvieron,
ya ancianos, para no moverse más de su pueblo. La industria de los
funerales obtienen buenos dividendos de
esto pues aun después de morir muchos son regresados al lugar donde nacieron,
así sea China. Los asiáticos que vinieron a trabajar a Estados Unidos, en la
industria del riel, no se cortaban el pelo largo porque era la garantía que,
aunque murieran en tierras lejanas, de todos modos su espíritu regresaría a
China. Los de raza pura o los que tienen veinte cruzas, todos quieren volver.
En cuerpo entero o en cenizas o en efigie. Sabía que a los guerreros aztecas,
muertos en tierras lejanas, los regresaban a Malinalco. Si no era posible, hacía
una representación suya en barro y al volver los ejércitos mexicas, al Valle
Central, lo depositarían en la montaña sagrada. A los cadáveres de los
españoles, de la guerra del treinta y seis, asilados en México, los llevaban de
México a España convertidos en cenizas y algunos de cuerpo entero. De los
centenares de chilenos, argentinos y uruguayos exiliados en México en los años setentas, todos
procuraron volver a sus lugares. Los miles de guatemaltecos refugiados en
Chiapas, con estar tan cerca de la frontera, apenas el Usumacinta de por medio,
también regresaron. Los ingleses mineros de Real del Monte, Hidalgo, México,
tiene sus cementerio con las tumbas orientadas hacia Inglaterra. Solamente los
que tienen sellado el regreso a su patria hablan de pertenecer a donde viven el
momento. Los ancestros de Salim, los más internacionalistas del planeta,
soñaron durante dos mil años en volver al desierto de Alá. Los españoles de
México que salieron de su amada España, cuando Franco, murieron en México con
la última visión en sus ojos de la tierra al borde de las aguas del
Mediterráneo. Los cuarenta millones de mexicanos que viven en Estados Unidos ¿realmente
se marcharon hacia el norte sólo por carecer de oportunidades o porque también
aquella tierra angloamericana tiene mucho de mexicana? ¡Y volvieron a ella!
Como sea, se dijo Cork, en el lugar de origen se espera encontrar lo que no
halló en el extranjero y es fraternidad, cosmovisión, libertad, comprensión,
felicidad...
También hablaban que los mexicanos, de los tiempos
antiguos, tenían varias cosas con las que iban aglutinando a otros grupos diferentes
al de ellos. Uno era la plaza principal de México - Tenochtitlán con sus
pirámides y casas grandes y su templo mayor. Era ni más ni menos que el centro
del universo. El nombre “Tlalpan” no es raro en estos paralelos. Por eso los
europeos del siglo dieciséis construyeron, apenas consumada la conquista, el
mismo espacio - plaza pero un poco más
hacia el sur. De tal manera que el lugar donde había estado el Templo Mayor
quedara desplazado en el extremo norte, ya no en el centro. Igual orientaron la
fachada de la catedral hacia el sur, no hacia el oeste. Se trataba
evidentemente de otra manera de ver el cosmos. Que el otro elemento aglutinador
era la Virgen de Guadalupe. Si bien su nombre tiene elementos de las lenguas
árabes y latín, y ya se conocía hacía varios siglos en España, en el
subconsciente de los pueblos siempre está recordando no tanto a la madre del
Niño Jesús sino a Tonantzin. El sabio, tan querido de los mexicanos cultos, que
es Fray Bernardino de Sahagún, aconsejaba cautela frente al culto de la Virgen
de Guadalupe. Puede ahora sonar a
herejía pero el pensamiento lógico de
los mexicanos deduce que si Dios nace de una mujer, esta también es Diosa. Es
Coatlicue-Tonantzin-Guadalupe. La obra arquitectónica prehispánica como
Teotihuacan, Chichen Itzá, Tajín, es ahora otro elemento aglutinador mucho más
que en el pasado, cuando todos esos grupos en realidad se hacían la guerra
entre sí. De estos tres elementos, el de la Virgen de Guadalupe es el que sigue
vivo y lejos de gastarse cada día cobra
más fuerza. Que por diversos factores internacionales, ahora tiende a
extenderse más allá de las fronteras del país, no como un expansionismo de
conquista como son los cincuenta destinos manifiestos que ha habido en la
historia del mundo, sino como un signo de amor con los países de todo el
continente, tanto de los paralelos en extremo norteños del continente como los
que se encuentran en todo el sur, a partir del paralelo treinta y dos.
Los viejos
del grupo estaban convencidos que era un error decir norte o sur o centro a las
distintas regiones del continente pues era separar a las gentes. De la misma manera platicaban que el nombre
que lleva este país es el de solamente una etnia, la de los mexicanos, pero que
igual pudo llamarse de cincuenta y dos nombres diferentes como el de Mayapan o Tlaxcala, Otomí, Olmeca o Chiapa.
Cork, como le diríamos más tarde en la Universidad, ponía mucha atención a sus
pláticas que hablaban de la ciudad pues era el lugar a donde iría a estudiar.
A lo que
podía entonces entender, se trataba de un mundo que, como en su grupo,
dirigían los viejos sabios. Allá se llamaban sacerdotes o académicos o
científicos. Pero que, al contrario de lo que se vivía en Tlamatzinco,
nadie hacía caso. Y que esa era la causa
de que en las ciudades las condiciones de vida fueran caóticas, y en ocasiones
el efecto era que desaparecían los pueblos o su vida se degradaba hasta niveles
irracionales.
A él le preocupaba mucho esa manera de vivir en
la ciudad grande, pero no le daba miedo.
Un niño que lleva ocho años viviendo en
la llanura inmensa no puede tener especial miedo de nada. Al contrario, de
alguna manera intuía que vivir entre la gente podría ser una de las grandes
cosas que le pueden suceder a cualquiera. Algo que llamó su atención por
entonces, más que otra cosa, era escucharles decir que en Estados Unidos
temblaba la tierra con frecuencia. Que lo mismo sucedía en el Altiplano Central
de México, al que ahora se dirigía, pero que aquí, en Tlamatzinco, no. Muchos
años después entendió que ese comentario, dicho de pasada, fue lo que a la
postre decidió su vocación académica...
Clemencia seguía riendo en tanto aparecía y
desaparecía entre las olas azules del Golfo que llegaban a la isla.. También él
reía...
6
Clemencia quiso saber por qué aquel muchacho
que encontraron en la playa el día anterior le había gritado “Corkscrew”.
- ¿No será por sus
títulos de campeón, con mención especial, en los concursos de bebedores de
cerveza? ¿O de vino tinto?
Era un individuo alto y fortachón. Vestía
camisa de franela a cuadros blancos y marrones. Había parado de pronto su
automóvil. Bajó y, dando un fuerte abrazo a Cork, le dijo sin que el otro
preguntara algo”:
-Se anuncia en la
ciudad de México el Noveno Magno Concurso Internacional de Bebedores de
Cerveza. Promete ser de garra ya que participará gente de algunos países cerveceros de Europa. En tres
días se cierran las inscripciones. Mañana regresó a la capital, ¿tú dices si te
apunto o te inscribes por Internet? Otros dos del grupo ya estamos dentro.
-Apúntame, por favor. Diles
a los muchachos que no apuesten fuerte…Perderían su dinero.
-No estés tan seguro.
Esta vez creo que no saldrás bien librado.
Le dio otro abrazo y
se despidió arrancando veloz rumbo a Boca Chica.
Cork sólo dijo a
Clemencia:
-Cosas que se le
ocurren a la gente. En el país pocos se salvan de tener un apodo, abierto o
encubierto. Es una manera de intimar, mejor que dirigirse a la persona con su
nombre propio. El apodo sirve para todo, casi como nuestra “chingada”. Para
denostar, como muestra de cariño…
En ese momento un conjunto de músicos tocaba
sus instrumentos bajo la sombra de una palapa, del extremo oeste de Manigua, de
la que destacaban las notas de la marimba, mientras llenaban el aire con este
canto: “Fue un florecer de una leyenda de amor…De tus labios el primer amor
conocí…Al son de la marimba yo te conocí…”
Sirvió el agua de
horchata que Clemencia había pedido. En el momento que vaciaba en su vaso el contenido de una cerveza, él
dijo que estos músicos saben qué melodía cantar para invocar la lluvia,
desterrar enfermedades o llamar la atención a la mujer deseada. Están los
shamanes responsables pero su saber en estos menesteres se ha filtrado en
alguna medida al pueblo y la vida ha entrado en una dinámica de vivos colores.
- Los shamanes mazatlecas, cantándole a las
flores les piden que sean generosas con sus poderes curativos y sus perfumes
para el amor- explicó a la muchacha.
Veían hacia la playa
de la laguna en el momento que, por la proximidad de alguien, las aves que
picoteaban su comida emprendían precavidas el vuelo. Clemencia dijo:- ¿ Y es
verdad que la palabra “Corkscrew” aquí es metáfora que se apoya en una historia
académica, o sólo corresponde a sus también famosos dotes para ganar concursos
de bebedores de cerveza?
Ya para entonces Cork
casi había olvidado el relato. Trataba más bien de imaginar cómo sería la
esclava que Aquileo había conquistado en combate y que después Agamenon le
quitara. Le costaba trabajo creer que esa esclava superara a Clemencia. ”No en
belleza y menos en la manera que están distribuidas las formas de su cuerpo”, pensó. Al escuchar la
pregunta río. Mientras arrojaba piedrecillas al agua verde de la laguna, como
cuando era niño y jugaba en la pequeña laguna de un pueblito perdido en la
inmensa llanura desértica de la Gran Chichimeca. Hacía “patitos” con las
piedras que lanzaba en la superficie y con tal destreza que iban rozando de
cresta en cresta las olas del agua antes
de hundirse, como después leería que Mark Twain, su autor favorito en esa etapa
de su vida, hacía hacer a Tom Sawyer. Dijo:
- Lo de la academia y
lo de los concursos de cerveza son pura leyenda que inventa la gente, pero, toda
leyenda tiene algo de verdad. Al menos tienen más verdad que una historia verdadera.
Por eso me gustan las estatuas de los santos y las de las diosas y hasta de los
héroes y los políticos. El Paseo de la Reforma está lleno de estatuas en bronce
de militares y el Templo Mayor tiene numerosas efigies en roca de personas que
vivieron hace muchos siglos. La idea es embellecer la realidad, dijo un poeta,
idealizarla, divinizarla. Las mujeres konká ak, a las que los de las ciudades
llaman “seris”, se pintan el rostro con una delgada franja de dibujo de oreja a
oreja pasando por la nariz y bajo los ojos, dando la impresión que trajeran una
especie de velo. Ese intento de parecer más hermosas de lo que son corresponde
a la misma idea. Embellecer la realidad. También es la intención de los
productos Rubinstein que tanto usan las mujeres. Luego guardó silencio, en
tanto pensaba que Clemencia era en realidad una bella criatura de la
naturaleza. “¿Cómo es posible que esto tan bello haya empezado en aquel remotísimo y burdo Neanderthal?”
Salim tiene las
características de todo un líder que trabaja por la democracia, aun en la
reunión de amigos, y es no aceptar ser periférico en las conversaciones.
Necesitaba tomar la palabra. Sin que viniera al caso dijo que los hombres se
parecen en todo menos en lo que dicen. Sólo que cuando se salen del contexto de
citar “clausulas de la normatividad”
pueden encontrarse con otras opiniones. Carmen replicó:
-Se parecen en lo que dicen, menos en lo que hacen. Todos
hablan de democracia, como todos hablan de la verdad. Pero el hecho que en un mismo país haya cien
partidos democráticos nos informa que cada quien tiene “su” democracia. Y en la
medida que el número de democracias aumente, las acciones de conjunto, un paro
nacional, por ejemplo, se dificultan. El ejemplo que pone Chesterton, hablando
de religiones, es de dos corredores que compiten en Wimbledon. Uno es ateo y el otro es sueco. Nada puede distinguirlos
uno del otro sino la diferencia está en sus almas. “Coinciden en el mecanismo
casi todas las religiones importantes de la tierra obran con los mismos métodos
externos, con sacerdotes, escrituras, altares, fraternidades juramentadas,
fiestas especiales. Coinciden en la forma de enseñar, en lo que difieren es en
lo que enseñan:” Y después de lo que enseñan, lo importante es lo que hacen. Casi en todos los sindicatos
hay excelente retóricos…
-En algo coincido
contigo-dijo Salim-. Yo también tengo mi democracia que, creo, está sí es la
verdadera.
Cuando Cork dijo en
voz alta que toda leyenda tiene algo de verdad, la discípula de Krisna no supo
si aquel muchacho, de ojos soñadores y barba cerrada, estaba hablando de las
placas continentales o de su fama de campeón entre los bebedores de cerveza.
Iba a decir que todo eso, al final, era una ilusión pero, guardó silencio.
Al volver a su hotel,
después de haber acompañado a Clemencia a la casa donde se alojaba con su
familia, el dependiente de la administración le entregó un sobre. De un vistazo
supo que era de su padre que le escribía desde Utah, Estados Unidos. La letra,
difícilmente cohesionada para lograr formar palabras, le hizo sonreír y le
provocó una gran felicidad al recordar aquella figura curtida por el sol y el
viento del desierto. Se hizo la reflexión que ahora su padre tendría unos ochenta
años de edad.
En su habitación abrió
el sobre y en tanto bebía cerveza, directamente de la botella, saltándose las fórmulas introductoras fue directamente al texto: “El pueblo hopi
busca conservar la armonía. Lo logra con su trabajo y en la manera de vivir en
la familia y en la comunidad. Cree que de esta manera hay equilibrio en el
universo. La comunidad navaja está formada por grupos vecinos que se ayudan
entre sí. Por cierto que a cada uno de estos grupos ahora se les llama equipo .La unidad del grupo se conserva
merced a su mitología que les dice que ellos descienden de los Dinehs. En medio de un pueblo blanco,
que procede de la cultura occidental, y la practica y trata de imponerla, los
hopis, como los navajos, han sabido conservar sus tradiciones.
Aprovechan los avances tecnológicos, se familiarizan con ellos y los
desarrollan. Lo mismo puede decirse de las cuestiones legales que los
benefician y proceden de la sociedad de los Estados Unidos.”
Cariñosamente: Ce.
Recibe saludos de tu
madre que tiene la esperanza que vengas para el fin del año.
P.D. “Es un bello
espectáculo ver sus danzas dedicadas al Sol, al Viento, a la Lluvia y al Fuego.
En ningún momento de su historia han interrumpido estas ceremonias. Les
comuniqué lo que me escribiste en tu última carta, en el sentido que hasta
dentro de cinco mil millones de años se apagará el Sol. Contestaron que tanto
mejor, pues ahora saben que cuentan con más tiempo para, con sus ceremonias,
tratar de modificar ese destino. Uno de los Viejos me dijo: Tal vez tu hijo
busque por su parte, y encuentre alguna vez en los libros que lee, cómo
podremos modificar ese destino”
Cork sonrió, pero dijo
en voz alta: “Tal vez…Por fortuna la ciencia que no se anda con timideces
cuando se trata de lanzar hipótesis…Tal
vez algún día logre lo que antaño lograban los corazones que se ofrecían a
Tezcatlipoca Chichiltic…¿Cómo podría haber avanzado la geología con tan sólo
permanecer parado el individuo en un terreno puramente racionalista? Si no se
hubiera aventurado en una esfera teórica, simbólica, hipotética, cómo saber de
las placas tectónicas? Leer en el libro de las rocas, del viejo Hutton,
requiere una imaginación seguida por la observación que va dirigida a la
comprobación. Cork pensó en la existencia de un Popocatepetl anterior al Popocatepetl que conocemos. ¿Fue
comprobación u observación? Pared norte del Abanico, pared oeste de la Torre
Negra sobre la cañada de Nexpayantla...Se dio cuenta que ya estaba otra vez en
las obsesionantes elucubraciones. Sin agacharse se quitó los zapatos tenis con
los mismos pies. Con la ropa húmeda y llena de sal se tiró en la cama sin mover
las cobijas. Un minuto después dormía profundamente.
Soñó que colocaba una
clavija en el borde del abismo. Pasó una anilla destinada a ser abandonada
después de haber efectuado un descenso por cuerdas a través de corredores
helados y oscuros en los que abundaban las probabilidades de ser alcanzado por
los grandes bloques de roca procedentes de las alturas llenas de nieve. Era
como hundirse en los abismos. No, qué ocurrencias. ¡Los abismos infernales no
pueden estar tan bellos como el fondo de Nexpayantla! El sol radiante se veía
quinientos metros más abajo. El bosque deslumbrante se elevaba a la vera del
arroyo de deshielo. Y en medio de todo eso un claro para levantar la tienda de
campaña entre grandes y acogedores pastizales. Contaba con leña abundante para
el fuego, agua y víveres para muchos días. Si en las noches se acercaran los
lobos les arrojaría un leño encendido en tanto trepaba por la escala ya
preparada a base de clavijas hundidas en el árbol más cercano. Allá arriba,
casi en la copa, a veinte metros, tenía asegurada su hamaca de escalador
provista de comida. Desde ese lugar les haría una mueca a las bestias y
seguiría durmiendo. De seguro soñaría con las aguas someras y azules de la
playa frente a “Brigite Bardott...”
Cuando despertó no
pudo evitar reír abiertamente al leer la
fórmula de despedida de la carta de su padre: “Recibe saludos de:… ( y seguían
treinta y tres nombres de familiares cercanos y otros lejanos y otros más,
mucho más lejanos)” .”Esa es mi gente- dijo mientras se metía bajo el chorro
refrescante de la regadera-. Familiares cercanos, lejanos y más lejanos caben
todos en una carta…Con esa carta en el
bolsillo un hombre puede atravesar solo el desierto de Altar y sentirse siempre
acompañado…”
Antes había mirado el
matasellos, impreso en el sobre, y vio que había sido depositada en la oficina
de correos de Desert Navajo, Arizona,
hacía diez días. Esto era, el 19 de mayo.
* * *
Carmen sabía que no
había hombre con el que se cruzara en la calle que no volteara a mirarla
descaradamente, o de manera discreta si alguien la acompañaba. Estaba segura
que, como se había vestido aquella mañana, haría reaccionar hasta a las
piedras. ¿Qué le pasaba a Guillermo?. ¿Fingía...?
En la exposición me había quedado parado en la
sección de Toulouse- Lautrec. Estaba examinando una pintura y parecía que me hubiera
olvidado de ella.
”Guillermo no sabe que las mujeres tenemos
recursos para atraer al que nos gusta. Y precisamente Toulouse- Lautrec...”
Se acercó y le dijo en
voz baja:
- Ese cuadro se llama:
“El Saloncito Privado de Le Rat Mort”
Con sorpresa, vio que
no reaccionaba. Seguía metido en la pintura. No imaginaba que existiera ese
lugar. Al verlo me acordé de Clemencia. De todo lo que ella le contaba a Cork
de Le Rat Mort, de la calle de Aldaco de México- Tenochtitlán. De ella y de él
bailando en medio de la pista. Entre el humo espeso de los cigarros, las
cortinas gruesas rojas y la escalera de madera de la puerta de la calle. “Es en
verdad una bruja o es la más hábil mentirosa y simplemente conoce este cuadro”
¿Y las noches que ella dejaba el cabaret y caminaban por las oscuras callejas
llenas de maleantes y enfilaban rumbo al Tupinamba para cenar...Los pordioseros
piden limosna entre los parroquianos que toman café sentados en las sillas
esparcidas en la banqueta. Adentro un empleado se afana por verter un enorme
bulto de granos en el tostador del que sale un delicioso humo de cafeína que
deleita a los transeúntes. Un pordiosero
se hace acompañar por un niño famélico que debió haber robado de alguna cuna
para explotarlo mediante el recurso de despertar lástima en la gente que mete
mano a su bolso y saca una moneda para dásela. El católico está seguro de
haberse acercado un paso más al Paraíso metafísico y el pordiosero de haber
incrementado su cuenta bancaria. Un acucioso periodista publicó que hay lugares
que alquilan niños de edad de llevar en brazos. Al pordiosero solicitante le
preguntan “Lo quiere dormido o despierto?”. ¿Todo eso pudo imaginar?
Escuché a
Carmen que decía:
- Guillermo, ¿sigue
ahí?
-¡Oh, perdón!
Carmen era una
mujer que sabía enfrentar situaciones.
- Venga. Veo que le
interesa este pintor. Si me promete invitarme un café cuando salgamos de aquí,
le voy a servir de guía respecto a lo que esta galería tiene de Toulouse
Lautrec, ¿convenido?
- Acepto- dije. En ese
momento me percaté que las mujeres de la pintura de Toulouse- Lautrec no tenían
posibilidades junto a Carmen. Aquella adivinó ese pensamiento en mis ojos y
animada empezó a señalar cuadro por cuadro, pero llevándome agarrado de un
brazo para que no me volviera a detener. Cuando terminaba una explicación me
jalaba. Parándose más allá empezaba otra vez a decirme...
- Este dibujo es La
Bebedora, de 1889. Lo modelo fue Zunanne Valadón, amiga del pintor...En estos
carteles de ambiente de cabaret hay bailarinas de segundos planos enmarcadas de
caballeros con traje y sombrero de copa alta...Aquí Jane Avril, que llegó a ser una bailarina famosa y sirvió varias
veces de modelo al pintor...- Más allá señaló a una mujer llenita (un enorme
bloque de roca, arriba de nuestras cabezas, se vino abajo arrastrando hielo y
nieve cuando el invierno pasado Cork y yo escalábamos la via San Vicente, en la
norte de la Cabeza de la Iztaccihuatl. La existencia efímera de un reborde de
hielo cinco metros sobre nuestros cascos nos salvó y ahora estoy aquí con esta
hermosa mujer pero, pienso, bien pude no haber estado), rubia, con un moño negro en lo alto
de su cabellera. En primer plano la pintura exhibía vasos con licor. Junto a la
mujer un caballero elegante -. En esa época Lautrec ya bebía demasiado- en otro
cuadro explicó: - La modelo que posó para esta pintura se llamaba Héléne Vary.
- Ojos hermosos.
- Esta es una escena
del Moulin Rouge
Llegamos el final del
recorrido. Salimos al fuerte sol. Carmen explicó:
- El cuadro que
observaba con tanta atención se llama El Saloncito Privado del Rat Mort y fue
pintado por Henri en 1899.
En la calle siguieron
mis observaciones de los hombres con bolsas del mandado en la mano, que se dirigían al mercado.
Dígame, Guillermo, por qué le interesaba tanto
la pintura.
- Tuve un amigo que
era artista. Artista de vocación y de
formación. Estudió en San Carlos, cuando ésta academia universitaria se
encontraba en el centro de México. Era un soñador en el sentido que abrigaba la
esperanza que todos viviéramos iguales. Todos comiéramos iguales, todos
vistiéramos iguales, todos tuviéramos casa, todos contáramos con la misma
oportunidad de estudiar, todos pudiéramos divertirnos...Como los católicos
pensaban ya hace dos mil años, pero sin Dios...Y estaba convencido que para que
eso fuera posible era necesario destruir a la mitad de la humanidad
presente...Era gente de su tiempo...Tuvo una hija que con los años sería también bailarina de
carrera. Le puso por nombre Toztli- Avril, con “Z” en lugar de “X”. Cuando
Toztli- Avril tenía tres años la inscribió en una escuela de ballet y ahí la
fue llevando, de escuela en escuela. A los 17 años de edad era una bailarina.
Cuando Gustavo, mi amigo, murió,
Toztli-Avril siguió estudiando, por su iniciativa, actuación, mímica, títeres,
en las salas de teatro, en las plazas públicas...Se fue a vivir a Francia. Hasta
que vi el cuadro que usted me señaló de Jane Avril pude entender la relación
del nombre Avril. Como pintor conocía la obra de Toulouse- Lautrec. Fue casi
automático que a su hija la llamara Toztli- Avril:”Luna Avril”.
- No se detuvo mucho
en la pintura de Jane Avril, sino en la otra.
-¿Cuál?
- La de El Saloncito
Privado de Le Rat Mort.
- ¡Ha!, ¿esa?...Es una
historia absurda. No tiene caso traerla a cuento. Mejor vayamos a tomar una
cerveza.
Sentados bajo la
sombra de un enorme jacalón, a sólo tres metros de la orilla de la laguna,
pedí cerveza y café negro.
- ¿Conoce París?
- Sí.
-
¿Visitó Le Rat Mort’
-
¿Le Rat Mort? ¿Qué
ocurrencia? ¡Jamás he conocido un lugar que se llame así. Solamente que...
- Carmen se irguió en su silla. Esperó que
el mesero depositara la cerveza y el café en la mesa. Dejé para mí el café y
llené el vaso de cerveza que aproximé a Carmen.
- ¿Qué?
Di un sorbo de mi
taza. Lo retiré porque estaba demasiado
caliente.
-¡Ha, exquisito!- dije
-. ¿Sabe, desde niño lo tomo sin azúcar, por eso conservó mi dentadura
sana...Además, las calorías las agarro de...No, lo que quería contarle era que
una vez en el Olimpo, a Pandora le dieron una cajita...Carmen puso su mano en
mi boca para impedirme seguir hablando:
- Conozco lo que le
pasó a esa metiche...Hábleme de Le Rat Mort.
Dejé mi tomo festivo:
- No es nada. Sólo que
ese cuadro me recuerda a Cork. Clemencia le dice que bailaba con él en Le Rat
Mort. Nunca creí que hubiera existido un lugar así. Picado por la curiosidad he
encargado por Internet a un amigo de México que investigue al respecto y, ¿qué
cree? Efectivamente, en el callejón de Pañeras y Galeras existió hace más de
medio siglo un cabaret de mala suerte que se llamó Le Rat Mort. Así, en
francés. En la actualidad esas calles se llaman Aldaco y Echeveste. ¿No me cree
cuando le digo que los dos bailaban en ese lugar? Clemencia y mi amigo Cork
bailaban en Le Rat Mort de México, hace setenta años. Lo juro. Eso dice
Clemencia.
Carmen se reía con una
risa imposible de reprimir de tan espontánea.
-
¿Setenta años? ¿Cómo es posible eso? Tendría Cork ahora unos cien años...Mi prima es una loca...
Un hombre algo tomado, permanecía hacía
un rato en la mesa próxima. Se acercó hasta la cara de Carmen. Le dijo como si
estuviera a punto de experimentar un orgasmo:
- ¡Pero que
criatura tan encantadora eres!
No me moví. Lo
hubiera volteado con los pies para arriba dada mi fuerza y también el estado de
embriaguez que demostraba el otro. Pero quise empezar a probarme a mi mismo que con Carmen no tenía
que defender mi coto de macho frente a otro macho para quedarme con la hembra.
Me pregunté si en el mundo hay alguien que en verdad sea dueño de mujer alguna.
De todas maneras permanecí a la expectativa por si el borracho intentara
incrementar su osadía. Carmen tampoco se movió. En El Jacal se veían esta clase
de escenas todas las noches. El hombre se balanceaba con las manos apoyadas en
la mesa y veía y veía, con la mirada perdida, a la muchacha que tenía a diez
centímetros de distancia. El aliento nauseabundo golpeaba el rostro de Carmen.
Lo que hizo ésta fue sacar de su bolso
un chal de seda color blanco con el que se cubrió la parte de los senos. En alguna región del cerebro
alcoholizado del hombre impertinente se hizo claridad respecto que con aquel
gesto todo estaba cerrado para él. Se retiró en silencio. No volvió a ocupar el
lugar en su mesa sino que se dirigió a la puerta de la calle y abandonó el
lugar.
Lo que
escuché decir a Carmen es algo que solamente lo hacen las mujeres de
algunas regiones del norte de México, pero que en estos paralelos es por
completo inimaginable: tomar la iniciativa audaz y sin
rodeos:
- No quiero
ser su amiga. Los amigos hombre y mujer no se aman. Sólo son amigos. Es
necesario amar...
Dije sin más:
- Encuentro
agradable la idea pero nos espera un largo aprendizaje. La historia de los
humanos es semejante a la de la Tierra.
- ¿Por qué
dice eso? Me gusta pero no le veo relación.
- Se parecen
en que son apacibles pero también violentos. En la Tierra, rocas sedimentarias
y rocas volcánicas. Las primeras requieren mucho tiempo. Las otras
considerablemente menos. Su nacimiento suele ser violento.
- ¿Y en los
humanos?
-
Juventud y madurez.
-
Carmen descubrió que había un momento en el que me abría
y platicaba con libertad. Sentía que la comunicación se hacía así de la manera
más natural y fácil.
-
Déjeme ver si lo entiendo:¿no sucede que las
sedimentarias serían producto de los episodios violentos de las volcánicas, así
como la madurez del humano es producto de lo que vivió en la juventud?.. ¿O
como el caso del tinaco que se desparrama...
- Bueno, no
está mal el orden en el que ha acomodado las cosas...Sobre todo me gustó el
ejemplo del tinaco que se derrama.
- Que se
desparrama.
- Eso. Que se
desparrama. También el aparato volcánico se desparrama...
Carmen se
acercó y me mordió suavemente una oreja. Cuando dejó de hacerlo dijo sin
separarse mientras hablaba:
-
- Alto. Volveríamos al terreno del erotismo sin
destino... Los niños de la calle no me parece que sean un destino. Como sea,
créame lo que le digo. El amor de una mujer es como la democracia, la
sobriedad, la libertad, el valor de la moneda de un país, las cifras del
colesterol en nuestra sangre, la lectura de los libros y la salud física: hay
que construirlos día tras día. Con infinita paciencia. O el mundo se llenará de
Bovarys. Recuerde lo que le dije y ahora se lo repito: la mitad de la humanidad
estará de acuerdo en que es más fácil conservar un imperio que conservar un
hogar. Hay una tendencia escapista...Clemencia, mi prima, tiene la obsesión de
las enfermedades. Teme a la muerte. Vive en su cápsula de cristal donde espera
que no penetren los microorganismos peligrosos. Pero si esto llegara a suceder,
aun aspira burlar todo eso con el recurso de volver a la vida...Creo que si
alguna vez tengo hijos los voy a dejar que anden descalzos y se revuelquen en
la tierra todo cuanto se les de la gana...Cree que burlará eso y vivirá para siempre en un
Nirvana más allá de su fusión con la Gran Luz.
-
Quién sabe. Puede ser que haya desarrollado mucho en ese sentido. Gauguin, que
jamás conoció las islas de los mares del sur, siempre creyó que ya antes había
vivido en Tahití. Hasta entonces no había salido de Europa. Cuando llegó a la
isla le parecía todo demasiado familiar. Por lo demás Clemencia practica,
aunque a su modo, la prevención y no La corrección, que es lo que deberíamos hace todos.
-No
entiendo.
-La
gente está señalando todos los días las deficiencias de los servicios médicos,
en México, del Seguro Social, el ISSSTE, el Seguro Popular, y en general los
hospitales públicos del Sector Salud. Necesitan, exigen, que atiendan su
enfermedad. Pero esa misma gente no hizo mucho por mantenerse sana por ella
misma cuando era tiempo. La obesidad ya es una epidemia, la hipertensión. Es
decir que la gente exige que se le cuide cuando por sí misma no
se cuidó. Por lo demás esas instituciones son como la carne del sándwich. Según
sus entradas de dinero, por número de afiliados-contribuyentes, podrían estar boyantes
en cuanto a su cuerpo médico,
especialidades, medicinas e instalaciones. Pero como “de más arriba”
mueven esta partida de dinero, para otros programas, se quedan, poco más o menos, con una mano por delante y la otra por
detrás. Cuerpo médico insuficiente, cuadro de medicinas muy restringido, las
instalaciones son las mismas que hace medios siglo, cuando la población eran la
mitad en millones de individuos que ahora. Resultado: una masificación que se mueve
en un deterioro insufrible…
Por
la tarde acompañamos a Salim al aeropuerto. Al despedirse dijo que volvía a
México presuroso a trabajar por la democracia:
-El
político debe conocer bien todos sus horizontes imaginarios de deseos y expectativas que nacen de una necesidad en el
pueblo ( y, créanme, yo creo conocer
esas necesidades). Eso lo llevará al primer lugar en las urnas. Pero debe
conocer mejor la manera de capitalizar la angustia social. Cuando lo raquítico
del presupuesto no cumpla las expectativas fomentadas en tiempos de campaña.
Porque de lo contrario eso lo obligará salir por la puerta trasera cuando el
pueblo enfurecido invada los pasillos de su palacete.
-Entonces
no queda más que recoger los bártulos y desaparecer-observé.
-Aun
queda el recurso del miedo. Contra todos los temores internos y externos, que
amenacen el sindicato, la prensa deberá difundir el tema que se conoce como
“enemigo del trabajador”, “el enemigo del sindicato legítimo”. En el interior
abundan los malvados y en el interior las actitudes vesánicas que se aprovechan
de nuestros recursos naturales, etc. La
propaganda del Frente Popular se llenaba de las más terribles amenazas del
capitalismo que, por medio de Franco, afligirían al pueblo y, por otra parte,
la prensa de Franco advertía de los horrores que esperaban a la libertad bajo
el comunismo. Cada quien jugaba las cartas del miedo.
Al perder de vista el avión, entre las
nubes rumbo al Altiplano, Cork dijo:
-No se necesitarán muchos años para que
Salim llegue al Senado de la República.
Carmen volvía al tema de la vida en
pareja, como si me estuviera preparando...
-
La sexualidad en la pareja es algo que en los primeros tiempos se deja sentir
con fuerza. Pero que más tarde puede venir una mutua anulación de la libido. Si
después de treinta años viviendo juntos fueran separados, por alguna causa,
bastarían tan solo unos días para que ambos sintieran de nuevo una
manifestación con vigor de su naturaleza. Se cree que neurosis, celos,
hipocondrías, aflicciones reales, trabajan contra el sexo de manera inexorable.
Si no descifran la situación acabarán creyéndose seres asexuales mucho antes de
tiempo. Créame Guillermo, las relaciones fuera de la pareja no se dan por la
atracción de un tercero. Esto puede ser excepcional. Más bien se debe a que la
pareja no resolvió el acertijo. Queda la puerta del divorcio fácil y el
siguiente matrimonio, como sucede en otras sociedades, pero como aquí eso causa
un trauma, hay inclinación por las relaciones subrepticias.
Le pregunté cómo sabía esas cosas si
ella no era casada. Ni siquiera tenía
treinta años de edad. Respondió que conocía las causas por los efectos. Que lo
mismo hacen los sacerdotes y los psicólogos.
- Usted no
ha visto las inmensas placas oceánicas
pero acepta que existen. Y que se
desplazan a la velocidad que crecen las uñas de los dedos. Porque conoce los
efectos sabe de las causas. En la ciudad de México todos los días del año hay
temblores de variada intensidad. ¿Se necesita más prueba? Hay niños de la calle
en el pequeño parque del metro Zapata. ¿Se duda que en alguna parte la sociedad
esté podrida? No se puede ver la trayectoria solar. ¿Cómo explicar entonces que
durante tres meses haya invierno en el Valle de México mientras que las calles
de Buenos Aires revientan de calor?...¿Y su amigo, cómo se llama?
- Cork...
- ¿Cork? Ya lo
he escuchado pero, ¿su nombre?
- Corkscrew
- Corkscrew... Corkscrew...¿En serio? ¿Cómo puede llamarse alguien así?
Tampoco habría
creído si le digo que su otro nombre pudo haber sido: “Torrington”, la marca comercial de unos
patines, de cuatro ruedas, de balines de acero...
- Insisto en
que ese nombre no es posible en un humano.
- Si Gregory
Peck se llama “Mr. Street”, en La Nieves del Kilimanjaro, cualquiera puede
llamarse Cork.
-¿Está seguro?
- Le he dicho que lo conozco desde los días de
la Universidad. Por lo demás, debe convenir que hay individuos a los que se les conoce en la escuela de alguna manera y nadie sabe en realidad
cómo se llaman. Había uno en la Facultad al
que le decíamos “Brush”, y nadie supo nunca cuál era su nombre. Cork
puede llamarse Torrington, Huematazin, Pancho, Luis, Germán...Lo conocerá mejor.
Sobre todo si sostiene la idea de acompañarme a las montañas. Precisamente he
venido para que regresemos al Altiplano. Individuos como Cork no pueden vivir en ambientes como la isla...Es
demasiada belleza. Estoy consciente del empleo que he hecho de la palabra
“demasiado”. Es más de lo necesario. Su belleza, su clima... Se destruyen.
Están acostumbrados a las montañas, la llanura desértica sin fin. Aquí
sucumbiría. Es de los que sucumben con demasiada rapidez ante el alcohol y las
viruelas.
- ¿Es indio?
- De los que
pueden caminar cinco días y sus noches sin parar.
- No parece
indio. En París o en Dinamarca pasaría como del lugar...
- Por el Estrecho de Bering cruzaron, en
el remoto pasado al que se refieren los antropólogos, grupos asiáticos de todos
colores y estaturas. Creo que él pertenece a los ainos...
- Quetzalcóatl es uno de ellos...
- En realidad se llama Malcom.
- ¿Nada más?
- Malcom Oliva...Pero tampoco es su nombre original. Algún día le contaré...
* * *
Llena de erotismo, Carmen
iba siempre en dirección que da el juego
de las ideas. No era una mujer que hubiera nacido solamente para amar sino que
también para eso había nacido. Seguramente con ella ningún hombre moriría de
hipotermia. Pero se cuidaba de parecer una intelectual a costa de su esmerada
apariencia. ¿Por qué una mujer de cultura tendría que ir por el mundo
desaliñada y sucia? Decía que poetas e investigadores científicos se parecen al
menos en un punto. Luego de adquirir la forma del holograma pasan a la
abstracta y es entonces cuando dejan la sencilla religión de su infancia, por
una suya propia. Los primeros el arte y los otros la ciencia. Se meten en el
panorama de los paradigmas científicos, siempre prontos a ser derribados para
en su lugar colocar uno nuevo.
Por lo pronto yo me
había asignado la tarea de ponerme en
claro dos conceptos que, con cierta frecuencia, Carmen pronunciaba y eran
devenir y dialéctica. Sólo tenía una vaga idea de esas cabronas cuestiones.
Para perforar pozos en busca de los hidrocarburos maldita la cosa que se necesiten esas pendejadas. Por
lo pronto debajo de las sábanas hablábamos el mismo lenguaje pero, ¿cuando
llegue la edad? ¿De qué vamos a hablar?
-No todos-dije.
Carmen Intentó decirme
que su estancia en El Pinar correspondía a la idea de conocer de cerca la vida
de la mujer “que cambia sus besos por dinero”. Intuía que hay en ese ambiente
un mundo en el que se pueden encontrar
manifestaciones de libertad personal como de asfixia social. Se resistía
a aceptar que hubiera senos sin rostro. Lugar de batalla donde en pocos años se
queman vidas para ser sustituidas de inmediato por otras. Como hacen en las
minas de Hidalgo con los mineros que
tienen silicosis. Que esto se siga dando, desde el principio de la humanidad,
no quiere decir que sea un fenómeno inmensurable. No por nada la prostitución
estuvo presente en la persona de Magdalena en el preciso momento que nace el
cristianismo. En un mundo tan absolutamente cerrado para la mujer, como era el
Cercano Oriente de aquellos tiempos, fue la primera vez que se oyó el destrabar
de los goznes de la puerta que la mantenía prisionera. Hay mucha humanidad en
ese episodio…La mujer pasó a ser igual que el hombre. Era culpable por la manera
de llevar su vida pero, el que esté libre de culpa que tire la primera piedra,
Jesús fue el primero que lo dijo. Todos se vieron rebajados, no nada más la mujer. Dios ha de
haber dicho “los tengo donde quería”. Es desde el derrumbamiento total de donde parte el Cristianismo. Como una ciudad
que ha sido arrasada por el sismo o por el bombardeo o por el solipsismo o por
el narcisismo alcohólico, si cuenta con vitaminas culturales y espirituales
suficientes, desde ahí empezará la reconstrucción. En el árbol de Bien y del
Mal el hombre había caído por la mujer y ahora por la mujer, llamada Magdalena,
era salvado a través del abatimiento
masculino. En los grupos de AA los que
se salva son los individuos cuya carga narcisista ha “mordido el polvo”.
- El dueño de El Pinar
es hermano de mi padre, lo que me facilitó mi labor enormemente. ¿Dónde hacen
sus prácticas los buscadores de rocas? ¡En la montaña! ¿Dónde cree que buscan
las que estudian lo que yo estudio?”
-¿Y, puedo conocer
algo de lo que escribió en sus notas?
Carmen se sirvió de una metáfora:
-Cuando vemos los
libros desde la acera de enfrente todos son iguales. Una cubierta, pliegos de papel.
De cerca ya no son tan iguales. Unos tamaño bolsillo, otros medianos, otros grandes.
Aquellos tienen pasta dura, estos no. Es en el contenido que dicen sus párrafos
donde definitivamente son diferentes, por más parecidos que algunos resulten.
¿Puede imagina que hay libros sólo con la pasta?
-No entiendo.
-Con
la pasta y mil hojas. Pero mil hojas en blanco…
Por esos días estaba
yo demasiado ocupado pensando en el asunto de cómo llevar témpanos de hielo
desde el Ártico hasta Sonora y no le prestaba mucha atención. El mismo Cork me
había dicho en un principio que estaba loco, pero acabó proporcionándome alguna
bibliografía al respecto. No captaba el estado de ánimo cuando Carmen quería
traer su tema al centro de la plática. Había una pintura del rostro de Heidegger. Y cuando recorríamos las salas de
exposición de la Casa de la Cultura me preguntaba si conocía algo de Heidegger.
Era tarde cuando ella comprendía que me volvía a escapar con un discurso farragoso:
- Nacido en Messkirch-dije-, casi al finalizar
el siglo diecinueve, había vivido en su patria antes de las dos guerras
mundiales, durante ellas y después de ellas. Además en su niñez y adolescencia
había escuchado mucho de la guerra prusiana.- Me encontraba en ese momento
observando una serie de pinturas que ofrecían por lo menos veinte maneras
distintas de mirar un amanecer en las playas de Acapulco. Se aproximó tanto que
pude sentir cómo sus senos llegaban a mi brazo. Se retiró como rectificando
aquel descuido. Pero luego volvió. Suave al principio y en seguida con más
presión. No tuve necesidad de verlos para saber que nada tenían que envidiar a
los de las muchachas que aparecen en las revistas “sólo para hombres” - Después dejó de creer en casi todo. Ante el
espectáculo de la abundancia de planes que surgían por todos lados en las
ciudades alemanas, prometiendo una fórmula salvadora, se retrajo al plano
cómodo de lo intelectual, desde detrás de la ventana, para pasar a creer
solamente en los movimientos que tuvieran lugar en el compromiso personal. El
escogió uno de los cien liberalismos que hay y se hizo su propio concepto de la
libertad.
- ¿Cómo pudo vivir en ese tan distinguido decaimiento?
- Se defenderá en lo sucesivo contra la
angustia y el sentimiento de culpa promoviendo la vida y la utilidad objetiva.
Íbamos por la mitad del largo corredor lleno
de sombras cálidas del edificio. Colgaba en la pared, pintada de blanco, un
cuadro con una escena campirana que parecía guardar equilibrio en los colores
fríos y cálidos, aunque daba la idea que predominaban los verdes. En el centro
una casa. Los primeros planos mostraban varias mujeres lavando ropa en la
orilla del río. El título de la litografía era “Lavanderas en Point-Aven”. En
el ángulo inferior de la izquierda, sobre un trazo de terreno cubierto de pasto
amarillo, junto al agua, el nombre del autor. Me acercaba a leer, cuando, desde
su lugar me dijo con tono firme: ”Gauguin, 1886”. Pues sí, era como había dicho. Entonces me dije que una mujer
como ella, que conoce a Gauguin, puede
echarle el lazo a cualquier hombre que se le antoje y no se le escapará por
nada del mundo. A reserva, claro está, que ese hombre haya dejado de ser un
orangután.
Con el
tiempo confirmaría que, efectivamente, era la mujer que poseía una amplia cultura. Si mi rol de macho dominador me
permitía la suficiente inteligencia y humildad para escucharla, tendría en ella
un universo para descubrir. Desde luego ella misma ya había descubierto para
qué servía ese físico que el cielo le había dado. La cuestión cultural no era
para ella una puerta de escape para ocultar alguna clase de desadaptación,
lesión o temor existencial. Su erotismo no es tan obvio como ese que con el tiempo
deja indiferentes a los hombres, de tan
obvio. Ella misma había observado, en El Pinar, que, cuando muchos amores se
han vivido, pueden dejar frígida a la mujer e impotente al hombre. Es cuando la
mujer se integra a algún circulo social en la lucha por esto o por aquello y él
se la pasará los domingos frente al televisor
viendo partidos de futbol americano de cuyo deporte no había presenciado
en su vida ni siquiera uno de los equipos escolares.
Dos meses más tarde caminaríamos por una calle
céntrica de la ciudad de México. En el cine Arcadia estaba anunciada una
película y ella mostró interés por verla. Luego de cumplir con el ritual de
comprar en la dulcería pasamos a la sala. Durante la función me hacía sentir
que ella sabía que yo estaba ahí. De vez en cuando se acercaba y con la mayor
dedicación me besaba el cuello. Pocas mujeres en el mundo han descubierto el
tremendo secreto erótico de besar el cuello a los hombres. Tanto que
deliberadamente eludí el pensamiento de la interpretación que Desmond Morris o
Schopenhauer hubieran dado a aquel acto. Después volvía a la trama del film.
Era una película alemana.
Cuando
salimos me explicó que Leibniz llevó esta idea del tema de la película al terreno de la filosofía en el siglo
diecisiete.
- Es su
doctrina de las mónadas. El mundo está
lleno de ángeles. Andan entre nosotros. De vez en cuando se aproximan para
alentar a los que desfallecen. No son dioses que hacen y deshacen. Sólo se
limitan a cumplir el papel que les ha sido asignado. Desde luego hay gente con
un grado de egoísmo o desesperación que no les hacen caso y saltan desde lo
alto de los edificios. Ellos siguen con su labor. Nos ven de cerca. Tienen el
aspecto, la mirada de la eternidad.
Todos los seres del reino animal tienen alma. Unos de substancia inferior. El
humano es de los más elevados. La suprema sería la de Dios. Pero el asunto no
es como lo creemos. Es decir, nos imaginamos que el cuerpo tiene un alma. Al
contrario, Leibniz dice que el ángel imagina que tiene un cuerpo. Es decir que
el filósofo subordina lo real a lo ideal. Es la vieja idea de la humanidad. La
eternidad enamorándose de lo mediato. Júpiter
penetrando a Leda. Ya los etruscos, muchos siglos antes de Cristo,
creían en la existencia de los ángeles. En la exposición que estuvo montada de
septiembre a diciembre del año anterior, en el Museo Nacional de Antropología e
Historia, se pudo observar en algunas piezas de su artesanía original, en cobre
y bronce, varias figuras de ángeles. Cuerpos antropomorfos provistos de alas.
El cine alemán llevó a la pantalla esta idea. Pareció tan original que a su vez
los norteamericanos hicieron su versión, con Nicolás Cage, haciendo de El ángel enamorado. Ambas tuvieron éxito de taquilla. El
acierto estuvo al creer que los ángeles son susceptibles de tener pasiones.
Como seres ideales superiores que son respecto del humano, poseen decisión. Es
decir que tienen libre albedrío. Hasta pueden emprender una revuelta. Por
ejemplo la revolución que le armaron a Yavé. En el film de la versión alemana hay
un ángel que ya no quiere ser ideal. Sueña con ser como los humanos. Se enamora
de una muchacha que trabaja en un circo de trapecista... Parece un poco
artificial este final. Pero no tiene nada de absurdo. Se buscan porque se
siente la necesidad del otro. Aun sin conocerse. Todas las parejas se conocen porque consciente o
inconsciente uno anda buscando al otro”sin saber que existías, te deseaba” dice
una canción de los Hermanos Martínez Gil. Y así ha sido desde el principio. No
sólo de la humanidad sino desde el
principio de la animalidad. Porque como escribe Leibniz, y asegura San
Francisco, también los animales tienen alma. Y en estos filmes alemán y
norteamericano los ángeles, las mónadas de Leibniz, también tienen corazón,
libido y todo lo demás.
Un país donde casi todo el año la nota roja,
nacional e internacional, ocupa las primeras y últimas planas de los diarios,
los informativos electrónicos destacan el caos y los billetes de lotería de
beneficencia pública contiene retratos de personajes de la farándula. Los
científicos y los hombres de la cultura y de la empresa no son noticia. Y los
periódicos elaborando pensamientos para el mercado de la oferta y la demanda. Definitivamente Carmen era para mí como un
oasis en medio del desierto. Carmen había
hecho algunos viajes al extranjero. Decía que
con el sólo acto de “encender” la televisión, no más allá de media hora,
en los canales comerciales, era suficiente para enterarse del nivel cultural de ese país.
-
¡Sorprendente observación!- dije-. Así
ya no hay que meterse a extensas lecturas para conocer ese lugar.
- Lo
mismo si en ese país existe alguna enfermedad que se haya generalizado.
- ¿Y, en
este caso, qué?
- Quiere
decir que los cuadros dirigentes han incurrido en descuido hacia la población.
No sólo si hay lentitud o indiferencia para poner remedio. Sobre todo por no
haber atacado las causas de la epidemia en su origen. Mejor aún, prevenir. Esta
idea es de René Dubos. Se dice que las consecuencias prácticas que está
viviendo un pueblo es por lo que se mide el criterio verdadero de su historia.
Se podrán decir y escribir cosas bellas
y formidables, pero la realidad está a la vista. Y es tan simple: sólo hay que
recordar que estamos en el mundo de las causas y los efectos. ¿Por qué tendría que ser diferente tratándose
de historia?
Cuántas
cosas de las que ella me decía yo las había pensado pero, la verdad, sin haber
logrado ponerlas en orden.
Más tarde íbamos al borde de los
amplios jardines del museo en los que abundaban los quetzales con sus
bellísimas plumas. Carmen intentaba traerme al lugar que pisábamos. Le decía,
evadiéndola a propósito, que el Popocatepetl ha tenido en los últimos meses
lluvias de ceniza y un marcado deshielo en su ladera norte. Que ha esparcido
ceniza por la ciudad de México y estados vecinos…En una pausa ella dijo:
- Si Dos Passos pregunta con quién
puede casarse una mujer, después de decir que un hombre puede casarse con un
barco, se puede casar, y de hecho siempre lo ha hecho, con Jesucristo, o con
Govinda, como mi prima Clemencia, ¿no cree?
- Bueno,
eso se dejó claro desde el Concilio en que se aceptó el voto de castidad. En
los tiempos actuales puede hacerlo con el microscopio o con el ministerio
público o con los reflectores del teatro, o con la Bolsa de Valores. O con
algún grupo de auto-ayuda.
-
Juro que no lo dejaré aislarse ni con
Heidegger ni con el Popocatepetl…Guillermo Steenberghen López. A usted le gusta
buscar flores en el ventisquero, y parafraseo aquí a Hölderlin, ¿no es así?
- No
solamente se comete adulterio estando
con un semejante si no que también se engaña sentado, o sentada, durante horas
frente al microscopio. Más allá de lo necesario. Tanto como si se estuviera
acostado con otra persona. Está en función del tiempo que se le resta al compañero
o compañera de su vida. A los hijos.
- Debe
usted saber que una mujer soltera no engaña a nadie. Para que haya adulterio
debe existir una situación de pareja establecida. No hay absolutamente ninguna
emoción en el hecho de no engañar a alguien. Puede amar a quien se le antoje y
llegar a su casa a las tres de la mañana sin que alguien le riña. Con la
gabardina al hombro, sin pantaletas y
con los tacones llenos de barro, como en la canción de Joaquín Sabina. Y sin embargo
en su fuero interno esa mujer sufre porque está soltera y quiere casarse.
Anhela que se le inflamen las encías por efecto de estar embarazada, pero
casada.
- Supongo
que a los hombres nos sucede lo mismo, excepto lo de la inflamación de las
encías.
Llegábamos al final de la exposición de
pintura. Era una sala amplia con paredes de vidrio. La luz indirecta inundaba
la estancia con mucha intensidad, como sucede todo el año en esta isla. Nos sentamos en unos cómodos taburetes de
descanso. Frente a nosotros una viñeta de tres metros de alto de Toulouse-
Lautrec. De pie frente a una mesa redonda, en actitud de preparar sus pinturas.
Con un pañuelo en derredor de su cuello, sus pantalones abombados, sombrero de
ala corta, el artista nos miraba volteado tres cuartos su rostro barbón hacia
nosotros. Fue cuando encontró la manera, algo extraña, nada romántica, pero
certera, de decirme que me quería para ella:
- Ojalá
algún día, después de besarme... las encías.
Sabía que, cuando una mujer se empeña,
no conoce obstáculos. Yo me hice el bromista:
- Tendrá
que acudir al dentista - recuerdo que por todo reproche se acercó y me mordió
una oreja. Después le había dicho: -. En breve esa mujer estaría añorando su
libertad…Llegar con la gabardina al hombro…
- No si
antes se pone de acuerdo la pareja qué
estilo de relación quisiera. Algún día le contaré las infinitas combinaciones
que ha imaginado y realizado el humano en este sentido, empezando por lo
que dice Engels...
Peligro,
me dije. Hasta ahí yo no había podido poner en claro si lo que Carmen quería de
nuestra amistad era un compañero fijo o un compañero entre tantos compañeros.
Me puse en guardia. Pero también me gustó la idea de encontrar la ocasión de
aclarar el panorama. En realidad pocos hombres estamos dispuestos a contraer
compromisos bajo el reflector de las leyes para toda la vida en el matrimonio
tradicional. Lo que nos gusta es una relación salvajemente promiscua. De
principios del antropomorfismo. Las mujeres
no sospechan que los hombres traemos consigo un tinaco, es decir, dos,
de semen siempre a punto de desbordarse. Necesitamos urgentemente, cada hora y
media, una vagina donde arrojarlo. Si junto con el semen van los
espermatozoides, y hay consecuencias, casi ni nos interesa. Cualquier vagina. Y
si son dos o tres, mejor. Las teorías contra el hogar tradicional y la
monogamia nos quedan a la perfección. A eso se debe que México sea un país
lleno de madres solteras y calles llenas de niños sin padre y sin madre y sin nada. No queremos responsabilidades.
Todos queremos una vagina donde verter el semen. Nada más. Entre más
vagina-libre sea esa mujer menos responsabilidad para nosotros. La misma
liberación de la mujer ayuda a nuestros tinacos. Un filón de oro en este
terreno es el adulterio. Muchas sonrisas casi gratis y sin tener que sufrir su
vejez, sus achaques y su polifarmacia. Parece que donde verdaderamente va a
repercutir la acción contra el matrimonio tradicional es en un marco meramente
mercantil. Ahí chocarán las profesionales del amor y las que no cobran por
hacerlo. Desde luego aquellas perderán la partida pues a los hombres tampoco
nos gusta pagar. Algunos hombres se casan y forman círculos donde intercambian a sus mujeres. A la postre es la
misma idea de conocer más vaginas sin adquirir compromisos posteriores y sin pagar.
- ¿Relaciones,
cuántos estilos hay?
- El
tradicional de los abuelos, o el moderno…El primero está lleno de reglas y el
segundo se caracteriza, sobre todo en el marco de la civilización industrial,
de una serie muy amplia de libertades. El primero ayuda a la formación de los
hijos durante treinta años de su vida académica hasta que termine su carrera en
la universidad. De otra manera, ¿qué caso tiene casarse? Conque vivamos juntos
y si un día ya no hay entendimiento o aparece otro hombre con mayores
atractivos, pues adiós y ahí acabó todo…A la mayoría de los hombres les gusta
conocer a una mujer para penetrarla, no para cargar con su neurosis y con responsabilidades que imponen las reglas,
¿no es así? Por lo demás, encontrar pareja es una tarea complicada y eso, entre
otras cosas, contribuye a conservar en términos sanos lo que ya se tiene. Sin
contar que se necesita tener vocación masoquista para estar dispuestas a volver
a pasar por ese proceso de risas al principio y sufrimiento al final. Como en
la obra de Zorrilla. Establecer la comunicación animal es compleja pero la
separación, además de igualmente
compleja, es dolorosa.
-
¿Matrimonio, hijos, treinta años por cada hijo, neurosis, la Polifarmacia. Bueno,
debo confesar que por estar pensando en descifrar lo de los témpanos de hielo
de Alaska... O qué pasará con el sobre calentamiento de la atmósfera causada
por la irresponsabilidad del humano con eso del ozono anormal. Falta agua en la
ciudad de México. Y la próxima glaciación por efecto de una cierta alteración
en la trayectoria del planeta en su órbita en derredor del Sol. No me había
detenido en esas cuestiones más de dos minutos en lo que va del año. Conocerlas
nada más para penetrarlas, gozarlas de jóvenes y no tener que acompañarlas de
viejas a que les tape las mueles el dentista o tener que escuchar sus lamentos
respecto la osteoporosis, el cáncer mamario, el estreñimiento, he ahí la
disyuntiva de la vida…
- ¿El año
pasado tampoco pensaba en ello? No se preocupe, en el principio de todos los
tiempos ya las hormonas se encargaron de todos eso. Créame, la banda donde se
mueve nuestra famosa libertad es muy angosta.
- Todavía
no la conocía a usted. De modo que con la más absoluta entrega pensaba en los
sedimentos asociados del supercretácico de las Tierras Altas del oeste de
Escocia y en las del norte de Irlanda.
-
¡Interesante! ¿A eso se dedica usted?
- A eso me dedico yo.
-
Cuénteme algo más de su profesión - al ver que hacía una especie de gesto, me
imploró:-.¡ Por favor, hágalo!
- Bueno,
ni sé siquiera que se trate de una profesión más concreta que la psicología, la
filosofía o las ciencias de la comunicación. Si bien nos martirizan en la
Facultad, durante años, con eso de las matemáticas... Bien puede usted imaginarse una especie de magia o
hechicería. Se ven, en el fondo de una esfera de cristal, montañas y desiertos
velados por las aguas universales o del fantástico diluvio universal. Cuando las aguas se fueron,
toda esa maravilla de cordilleras quedaron al descubierto.¿ Qué le parece? ¿No es fantástico?
- ¿Y a
dónde se fueron esas aguas?
- Quién
puede saberlo. La verdad es que era una de las verdades de ese tiempo de los
inicios de esta ciencia. Pero eso hizo dar otro paso y otros dijeron que no,
que no había sido de esa manera sino que las aguas del cielo, al precipitarse,
habían empezado a cortar la superficie plana como era entonces la corteza del
planeta. Que tampoco era plana por eso de los aparatos volcánicos. Como
sea, fue cuando se comenzó a usar con
frecuencia la palabra erosión. Se usó tanto que llegó a ser chocante. Se
erosionaba la familia, se erosionaba la sociedad, se erosionaba la amistad, se
erosionaba la economía. Cuando ya nadie soportaba esa canción, por fin
aparecieron otros dos curiosos términos que fueron deposición y consolidación.
- ¿Pero
los mares hubieran terminado llenándose de ese material de deposición y todo
volvería a ser plano, no le parece? ¿ Cómo explicar entonces la presencia de
las montañas’
- Creo
que para contestar a eso, que a muchos preocupaba ya en esa época, y estamos
hablando de apenas hace dos siglos, apareció la otra palabra que es
“elevación”.
- ¿Es
decir?
- Es
decir, los volcanes. Sí, eso es,¡ los volcanes! Después pasó un largo tiempo
para que se llegara a la idea de unas enormes acumulaciones de material
detrítico, material de arrastre, que
inclinan grandes porciones de la tierra primero para un lado y luego para el
otro. Si dejamos a un lado el origen volcánico de las cadenas montañosas del
valle de México, a manera de ejemplo, y nos imaginamos que la Sierra del Tlalocan enviaba para el
oeste mucho material hasta que por el peso se hundía y luego el material iba de
regreso de la sierra de las Cruces para el Tlalocan…
- ¡Fantástico!
- Sí,
fantástico. Sobre todo que cuando aparece la idea de las grandes placas allá
abajo, cerca del infierno, que no cesan de moverse y acumular energía que
liberarán dramáticamente en tanto nosotros dormimos o defecamos o hacemos el
amor o tomamos cerveza , es cuando la esfera de cristal se empaña y ya no es
posible ver qué es lo que sigue. Desde luego, está lo que dice Jaime Mausan,
como última frontera de lo obvio. Después de todo, la ciencia no puede cerrar
los ojos ante nada, ¿no es cierto?
Luego, para mayor información respecto
de la naturaleza de mi trabajo, le hablé de nuevo del Popocatepetl:
- Y
aunque no se han dejado sentir sus efectos tóxicos, por los gases de óxidos
sulfurosos, de todos modos habría que estar al pendiente. La historia de este
volcán, que ya aparece abundantemente documentada en los códices mesoamericanos,
dice que ha producido una casi constante actividad y su composición sugiere
paroxismos verdaderamente impresionantes que han destruido antiguos cráteres y
formado otros. ¿Se da cuenta? La ciudad
de México vive literalmente sobre las laderas de los volcanes. Y aunque todos
saben que hay ahí un peligro potencial, desde 1994, hasta ahora no ah pasado a
mayores.. ¿Le parece interesante?
Tardó en contestarme. Parecía perdida
observando un cuadro de casi un metro, pintado sobre madera policromada en 1890.
Mostraba una escena erótica con una mujer desnuda, sentada de espaldas al
observador. En sus lados dos rostros femeninos enigmáticos envueltos en líneas
sinuosas, caprichosas, que sugerían las olas oceánicas. Su título, extraño,
era: “Sed misteriosas”.
- Mucho -
dijo finalmente.
Fue cuando me dispuse a hacerle un
relato de los piroclásticos pero ella se apresuró a ponerme una mano en la
boca, sin importarle la presencia de la muchacha que cuidaba la otra sala a la
que habíamos ingresado. Después la retiró para sustituirla por sus febriles
labios. Cuando pude respirar, exclamó:
-
¡Cuidado con la inflamación de las encías, Guillermo.
Ella pegó su cuerpo al mío. Pensé:
“Creo que aquí hay más temperatura que con los piroclásticos”.
- Me
pareció desde el principio que usted era diferente a las muchachas de El Pinar.
Y no entendía por qué permanecía en ese lugar.
- El
trabajo de campo que desarrollé en ese sitio me enseñó, entre otras cosas, que
tenía razón aquel pensador francés cuando dice que las cosas más prohibidas son
las que la ley no prohíbe. La libertad tiene sus reglas, después de todo.
Raskolnikof vivió angustiado debido a
que cada media hora estaba escuchando la campana de los valores éticos de la
sociedad que le tocó vivir...Siempre he creído que Dostoievski hizo en este
personaje un gran retrato de cuando hay divorcio entre el Estado y la Iglesia.
Más allá de respetar sus respectivos campos. Como esas universidades que nada
más quieren contener sus programas de
enseñanza llenos de materias escolásticas o bien nada más laicas. La idea puede
ser hermosa pero entonces no se trata ya de una Universidad. Ninguna
Universidad puede estar condicionada. Al menos si los jóvenes que acuden a sus
aulas ya son mayores. En otra ocasión le contaré de una polémica famosa que
tuvo lugar en el primer tercio del siglo pasado entre dos hombres ilustres que
se llamaban Caso y Toledano. Brillantes pero inocentes. Cada uno defendía su
pensamiento desde el otro lado de la mesa. Ambos eran dogmáticos, no universales.
- Hay
algo que no entiendo. ¿Por qué una mujer como usted… Me refiero a la cultura.
Tendría que aceptar las reglas convencionales de una pareja constituida ante
las leyes de la sociedad y quizá las de la Iglesia? Vamos, ¿por qué uno y no
varios, o muchos? ¿Por qué aceptar la despiadada disciplina de la monogamia,
vigilar la preparación de los alimentos tres veces al día, la ropa, la casa,
luego los hijos, cambiarlos, pañales desechables por kilos, educarlos,
bañarlos…Así hasta la vejez?
- El
hombre puede aliviar sobre manera esa especie de esclavitud, compartiendo
realmente algunas de las tareas que ha
mencionado. Y si en lugar de aliviar, comparte, tanto mejor. Por lo
demás…Guillermo, permítame decirle que es usted un niño. Una nueva conquista
significa una nueva muerte. Decir adiós al hombre que a uno le gusta y al que
tal vez ha llegado a querer, es morir
cada vez. Yo, al menos, no soy sacerdotisa de Tanatos. Nací con inclinaciones
para el amor. No quiero morir cada día, o cada tres años, sino vivir. En El Pinar
se aprende, y de una manera despiadada, que lo más horrible es morir cada día
entre los brazos de los hombres.¡ Ni aun cuando fuera cada diez años, nadie
quiere eso! Es cierto que donde hay hongos hay orquídeas... El oficio más
antiguo de la humanidad es una auténtica tragedia para las mujeres. Los hombres
ni siquiera lo sospechan. Las muchachas de El Pinar están condenadas a ser
mujeres agotadas a los cuarenta años. En una proporción mayor que las que lo hacen sin cobrar. Estas
se dan su tiempo y logran reponerse. Aquellas se entregan a tantos hombres que
se secan psicológicamente. Y podríamos decir también que espiritualmente, antes
que biológicamente. Sus partes íntimas aun se humedecen cuando ya su mente
empezó a desarrollar una fatal frigidez. En ese lugar, en El Pinar, el cuerpo
es la metáfora del yo y se olvida que también es la casa del espíritu.
Veía al oriente, a través del gran
ventanal que da hacia los enormes jardines llenos de faisanes en torno del
estanque. En aquel momento las nubes se
cubrían de color rojo antes de que el planeta entrara en la oscuridad.
Inquieta, Carmen García Swan inquirió:
- ¿Qué
piensa?
- En mi
trabajo.
- Me va a
decir que tiene que ausentarse…Tal vez hablé con demasiada franqueza...
Carmen conocía al buscador de piedras pero no al
alpinista. Un escalador gusta de la cerveza, de la sabrosa comida y de la
compañía de una mujer. Pero no puede
hacer planes a largo plazo. Puede caminar en ellos pero sin pensar demasiado en
que alcanzará la meta. Uno que escala montañas es un irresponsable por
excelencia frente a las reglas. El ha
aceptado desde sus primeras correrías por las montañas la probabilidad que un
día, cualquier día, quizá no regresará…¿Hijos?. Habría sido deshonesto seguir con aquella plática. Pensar en una mujer
para siempre y en los hijos y en su casa... Le hubiera ablandado los nervios la
próxima vez que recorriera una arista de roca que se hundiera en la algodonosa
nube del cielo azul. “Todo escalador muere tarde o temprano víctima de su
pasión”, recordaba haber leído. Con
aquella mujer no podía hacer planes a largo plazo. Por el bien de ella. Saldría
en algunas ocasiones pero, debía intentar controlar más ese gusto que empezaba
a desarrollar cuando estaba junto a ella. Le hablaría por teléfono, la invitaría
a pasear y le pediría que me contara una película o me hablara de alguno de sus
autores favoritos en literatura… ¡Sin embargo, dije lo contrario de lo que
estaba pensando!
- Pensaba
que quizá podríamos combinar la amistad con el trabajo.
Quedó claro que una sola palabra,
“podríamos”, volvió a animarla. Suponía que ese plural la incluía. Preguntó
decidida:
- ¿De qué
manera?
-
Navegaríamos, lo más lento posible, a lo largo de dos mil cien kilómetros
paralelos a la costa oriente de Australia. Así en tanto usted toma baños de sol
en la cubierta del barquichuelo, y se zambulle de vez en cuando en el mar, yo
le echo un vistazo a la línea coralina del Great Barrier Reef…Desde luego le
tomaría a usted una foto cada cinco minutos. ¿Sabe?, el espacio y el tiempo son
el origen de la experiencia geológica. También de la alpina. Siempre se habla
de conocimiento cuando ya hay algo conocido, antes no. El alpinista puede ir
resolviendo los problemas que le plantea la ascensión y tener seguridad en el
resultado gracias al conocimiento que ha adquirido en el pasado. No solamente
de su pasado inmediato como individuo, sino de todos esos arquetipos que fueron
adquiridos por los de su grupo o los de su especie desde mucho antes que fuera
recolector. ¡Desde luego si alguien va a
creer en Darwin, debido al dedo prensil, es un escalador, no faltaba más! En
ausencia de alas propias, a los aviadores no les quedó otra cosa que buscar en
su cerebro la manera de volar. O los buzos de cómo vivir por algún tiempo bajo
el agua como los peces. Pero nadie hubiera subido una pared vertical de diez metros de elevación si hubiera carecido de ese dedo… ¿Se
ha fijado que los lemúridos también tienen un dedo prensil? Bueno, por ese
camino tan lento creo que todavía estaríamos
atrás en la evolución. Como alpinista y como individuo que ve las
huellas del constante drama de la tierra como son los volcanes o los
movimientos de las placas, me parece
que, al menos el escalador, tendría que creer antes en Spengler...
-
¿Conciliar a Darwin y a Spengler?
- Uno de los maestros de la Facultad gustaba
citar a Red, un clásico de la geología.
Decía que la Tierra es el producto de una sucesión de tormentas de corta
duración y largos periodos de calma. Que la orogenia no parece ser, como opinan
algunos geólogos, un proceso continuo.
¿Conoce a Spengler?
- ¿El que
adoraba a Goethe y no creía mucho en Nietzsche?
- ¡El
mismo! Tiene una teoría interesante de los catastrofismos que recientemente ha
servido mucho a los paleontólogos en el terreno de los dinosaurios. En el siglo
pasado fue muy controvertido por sus ideas políticas y religiosas cristianas
heterodoxas, y sobre todo guerreras.
No pude seguir. Aquella mujer casi me había ahogado ya
con sus labios rojos y sensuales en tanto apretaba los míos. Yo tenía mis
planes pero, por lo visto, ella tenía los suyos. No había podido ser tan
directo, como era mi intención, decirle que la montaña es más celosa que una
mujer enamorada. No permite muchas
distracciones al alpinista. Pero cada vez que intentaba desprenderme para
terminar la frase, Carmen me sujetaba más fuerte. Tampoco ella permitía
distracciones...
- ¿No tendrá inconveniente en que lleve a vivir en la
embarcación a mi gatita?
- ¿Qué gatita?
- Debió haberla visto en mi casa.
Desde luego. Acudió a mi memoria la gatita que permanecía
tirada plácidamente en un sillón cercano al que yo estaba sentado. Fue cuando esperaba que Carmen se “arreglara” para venir a la
exposición de pintura.
- La recuerdo. Pero, ¿tiene algo especial ese animalito?
- Sí lo tiene. Pero no para ella, sino para nosotros. Los
gatos son un termómetro fiel del ambiente general que hay en ese lugar. Lo
perciben. Si la neurosis y el conflicto privan, ellos están inquietos.
- ¿De manera que un gato va a ser el termómetro de
nuestras relaciones?
- No exactamente, pero hay que estar atento a las
señales. Recuerde que el golpe del viento precede a la caída del alud.
- Tiene razón. Aceptada su gatita. Pero recuerde que
donde hay niños esos animales domesticas lo menos que pueden provocar es el
asma-. Así, sin pensarlo conscientemente, estaba yo hablando ya de niños cuando
apenas teníamos dos horas de tratarnos.
Yeats abandonaba a su musa en el valle para, de manera
imaginaria, subir a las montañas. Cuando estaba de regreso, volvía a buscarla.
Yo me llevaría a Carmen a la costa oriental de Australia. Era una portentosa
mujer real, de carne y hueso ( y
seguramente con algo de neurosis). Pero también era, sin lugar a dudas,
mi Bricelinda o mi Dulcinea. Aquellos eran poetas y se las imaginaban. Yo la
podría tocar y cerciorarme que no era una ninguna construcción lírica mía.
Media hora después tomábamos un café negro
americano en la cafetería del lugar.
- Esta mañana que fue
a buscarme a mi casa...
-¿Sí?
- Es un factor de
permanencia social... Procede de las épocas en que la actividad central del
grupo era la caza y la guerra. Actividades de las que el hombre no siempre
regresaba... ¿Recuerda que caminábamos por la calle llena de sol todavía rojo
pero ya muy caliente? ¿La mañana que nos despedimos en la banqueta, después de
haber dejado al marinero en el cuarto de su hotel...? Le había pedido que me
invitara a tomar una nieve. Esto suponía un comienzo de intimidad, charla y
risas. Como lo estamos haciendo en este momento. Sólo que la sociedad a la que pertenecemos guarda reminiscencias verdaderamente arcaicas. El
hombre es el que tiene que tomar la iniciativa de conquistar o arrebatar a la
mujer. No la mujer al hombre. Esto se traduce en que la presa esté capturando
al cazador. A eso se debe que usted haya tomado la iniciativa de venir a
buscarme días más tarde a mi casa. Que
dejara el asunto para después, donde
usted fuera el que actuara.
- ¿Todo eso hice?
- Así es
- No lo hubiera
imaginado en cien años.
* * *
Entendí que en esta
mujer se daba un equilibrio entre el desarrollo de la inteligencia con su
producción de feromonas. La lectura de tal situación era que ni porque se
tratara de un bruto puro instinto, o de un individuo epistémico, habría escapatoria.
Como en rigor yo no me consideraba ni lo uno ni lo otro, empecé a sospechar que
podía ser atrapado en serio.
Debo ser sincero y
aceptar que una idea roedora me inquietaba. ¿Sentía coraje por la cultura de Carmen? El día anterior me había
hecho una descripción de la palabra demasiado,
cuando estábamos en la nevería: “La palabra demasiado
se usa demasiado. Los que escriben, los
oradores y los “coloquiales”, no la soltamos ni un minuto. Sólo que el uso que
se le da a esta palabra no siempre es el que se piensa es el adecuado. Se
quiere decir “muchísimo”. Pero demasiado es más que muchísimo. Muchísimo
todavía se ubica dentro de cierta medida de algo que tiene sus mínimos y sus
máximos....Si alguien se va caminando de
México- Tenochtitlán a Pachuca, es decir, cien kilómetros, cuando va por el kilómetro
noventa y cinco puede expresar: “habíamos caminado muchísimos kilómetros”. Esto
es que ya eran muchos pero todavía no llegaban al final. Si dice: “Habíamos
caminado demasiados kilómetros”, quiere decir que llevaban más de cien....Demasiado es como el “chingo” de los
mexicanos: “Habíamos caminado un chingo de kilómetros”. Todo se descontrola, es
confuso e incorrecto....El pensamiento náhuatl (es decir indio de manera
genérica) tenía una figura simbólica de indicar lo “mucho” y lo “demasiado”.
Era con el número “cuatro”. Pasando el cuatro ya era el exceso. Cuatro era la
medida, el tope, antes de llegar al peligro inminente. No se refería
propiamente al numeral cuatro sino al tope de algo. Era la raya que marcaba la
normatividad laica, religiosa o filosófica. Pasando esa raya significaba la
muerte en cualquiera de estos terrenos. De ahí viene: “¡Te pasaste de la
raya!”. Después de la raya estaba lo “demasiado”....De igual manera, de allá
viene nuestro dicho cuando tomamos cervezas.”¡No más de cuatro!”....Demasiado, además, es algo que se mete con una institución lingüística
netamente azteca, náhuatl, india o como quiera decirle. Se trata del tzin. Como sabe, la desinencia tzin abunda en el nahuatl: Tonanatzin (madrecita),
Cuautemotzin (Cuauhtemito), Xochiteotzin (florecita sagrada)... Es nuestra
vocación de hablarle con cariño a las personas o cosas. Lo hacemos con ese
diminutivo afectuoso. “Eres el más pequeñito de mis hijos”. Con esto Nuestra
Santísima Madre del Tepeyac le estaba diciendo a Cuauhtlatohuac, después Juan
Diego: “Eres el más amado de mis hijos”. Una madre que se inclina sobre la cuna
y le dice a su bebe: “Mi pequeñito”, le está diciendo que lo ama mucho. De ahí
viene que los mexicanos digamos con
frecuencia en español el diminutivo de Juanito, carrito, dulcecito, billetito.
Lo decimos en español pero lo pensamos en náhuatl. Pero cuando escribimos o
leemos: “demasiado poco”, expresión también frecuente en oradores y escritores
mexicanos, volvemos a situarnos en el terreno de lo descontrolado y lo confuso.
Aquí sí ya hay que salir en defensa del
tzin. El tzin es el pequeñito amado.
Pero el “demasiado poco” es más allá del “poquito”. La nada”.
Para la otra calle ya
me estaba contando de una fiesta empezada por los filósofos y a la que al final
llegarán los dioses. Sócrates y varios de sus colegas, todos ellos griegos
platicadores, se reunieron en la casa de Antólico, uno del grupo. Platón
recogió mucho de lo que ahí se dijo y en el año 385, antes de Cristo, publicó
un trabajo conocido como el “Banquete”. Cinco años más tarde Jenofonte dio a
conocer un escrito suyo que describía la misma ocasión.
En realidad Platón no
estuvo en la fiesta y escribió de lo que escuchó había sucedido en ella.
Jenofonte sí fue testigo presencial del evento. Sin embargo, los estudiosos
encuentran que en algunas partes Jenofonte sigue a Platón. Da la impresión que
aquel no tuviera idea de cómo estructurar el trabajo. Pero ya metido en esa
labor, fue dando puntos de vista muy propios y en algunos aspectos difieren de
los de Platón.
Otra de las diferencias entre estos dos filósofos,
es que Jenofonte es más espontáneo a la hora de relatar, y así va dejando su
escrito. El otro, en cambio, afina, pule, corrige y vuelve a revisar. No hay
que olvidar que, según el orden cronológico en que las obras fueron
apareciendo, Jenofonte dispuso de más tiempo para esta labor de revisión. No
obstante, la dejó más “atropellada”, con relación a la “cuidada” de Platón. Se
trata más bien de estilos- agregó-. El mismo estado de cosas las encontramos
entre Bernal Díaz del Castillo y Hernán Cortés, en sus respectivas “Historia” o
“Cartas” sobre la conquista de México. El primero hace descripciones que nos
trasmiten, con toda fidelidad, hasta el olor y el sabor de los guisos que se
vendían en el mercado de Tlatelolco. El otro, en cambio, es más bien el escrito
de un guerrero que también quiere ser considerado en la lista de los poetas y
de los escudos concedidos por Carlos V.
La diferencia de fondo
entre los dos trabajos estriba en que Platón “vuela” y Jenofonte “camina”.
Ahora se diría que la filosofía de Platón está cargada de teología. Jenofonte,
por su parte, hace una interpretación filosófica llena de filosofía. Es decir, más
laica, más antropomorfa.
De esto resultarán en la Revolución Francesa
(sus oradores se la pasaban citando a los griegos) las etiquetas de “derechas”
e “izquierdas”, por llamar de alguna manera fácil a los contrastes de
pensamiento. Estos se sentaban a la derecha y los otros a la izquierda,
etcetera. Estas referencias geográficas de derecha e izquierda duran hasta
nuestros días, pero ya como lugares comunes.
El Bien, la Belleza y
el Amor, son los temas que tratarán los comensales en el Banquete. Pero nadie
se imagine una reunión en la que se
habla sólo de cuestiones filosóficas que pudieran parecer aburridas. No. Entre
diálogo y diálogo, hay cinco números de entretenimiento tales como pantomimas,
saltos entre espadas, la intervención de Bufón (que se pone triste cuando no se
ríen de lo que dice), juego de aros. ¡Ah, y también apasionados besos de los
filósofos con encantadores mancebos! O alusión
a ellos!
Desde luego, se
abordan temas diversos que a casi tres mil años de antigüedad nos siguen
interesando. Uno de ellos es la idea y su representación. O lo abstracto y lo
concreto. Lo mediato y lo inmediato. Hay que recordar que la obra principal de
Schopenhauer será, 25 siglos más tarde, “El mundo como idea y como
representación”. Es decir la misma materia. Las cosas sensibles que vemos, dice
Sócrates, son meras representaciones físicas, imágenes, de las ideas. El nombre
mismo de las cosas, de los humanos o de los dioses, de Dios, es sólo una imagen
de lo que es su esencia: “brasero”, que contiene brasas. Hasta ahí el nombre de
algo físico que contiene brasas. Después viene propiamente lo que las produce, que es la lumbre o fuego. Y esto a
su vez pasa a ser sólo una metáfora del estado atómico, y sigue lo del “fuego
espiritual”...los mismos ídolos a que hace referencia la Biblia, no son las figuras de bronce, barro o pintura que
adoran los hombres, sino que esas representaciones físicas se remiten a la
usura, a la gula y en fin al exceso en general de las cosas primarias. La
poesía misma, el nombre, dice Ernest Cassirer, “no es mera imitación de la
naturaleza”, es la representación de algo simbólico. Cuando una sociedad se
materializa se habla mucho de lo concreto y cuando se espiritualiza de lo
abstracto.
Y en tales menesteres
están los filósofos cuando los dioses Baco y Ariadna llegan al Banquete. Lo que
sigue es la descripción de una actitud que deja de lado todo razonamiento
filosófico. En rápida sucesión Baco y Ariadna, en tanto beben vino y escuchan
la flauta, pasan de lo lúdico a lo francamente erótico y de aquí, sin mediar pausa,
se van a la cama a poseerse uno y otro. Los dioses-observó Carmen-no se andan
con rodeos.
-Quizá todo esto no
sea también más que una imagen-dije-, una metáfora de lo que es la vida.
Teología y Filosofía simplemente se hacen de lado cuando se presenta el
Instinto. Algunos de los filósofos que habían estado en el banquete vuelan,
después de haber visto la manera en que Baco y Ariadna se besan, a buscar a sus
esposas: “los que no estaban casados juraron hacerlo”.
-Pero, también, la
filosofía parece estar más allá de los
arrebatados besos de estos dos dioses del Olimpo. Hay tranquilidad en el
proceder de Sócrates cuando dejan a los dioses que se van corriendo a la cama.
Los filósofos salen a la calle y caminan
por ella como si nada: Sócrates, y algunos otros que con él se habían quedado,
se salieron para juntarse y pasear con Licón, su hijo y Calías...Y tal fue el
final que tuvo aquel Banquete, dice Jenofonte.
Y luego Carmen regresó
al terreno de la semántica con un tema que está siempre presente en los mexicanos
desde que nacemos y en los extranjeros cuando llegan al país. Empezó diciendo
que “México” se escribe en muchas partes del mundo con “J”, no con “X”. Se
trata, agregó, más bien de una vieja, ociosa y casi encantadora polémica. Es un
buen pretexto para sacar a relucir cuestiones históricas, raciales y
culturales. También se aprovecha para hacer chistes. En uno de los institutos
de investigación, de la Universidad Nacional, había una vez, hace mucho tiempo,
un geólogo mexicano. Había nacido en la época de don Porfirio. Impertérrito,
este investigador ponía la J en toda su correspondencia oficial, cuando
escribía México. Con frecuencia aparecía, pegado en la puerta de su oficina, un
papel escrito por otro geólogo, pero éste de origen suizo, que le decía en la
referida nota: “ ¡México se escribe con X, no con J, viexo pendexo!”
Para el mexicano es
natural ver México con X, porque desde niño es la imagen que percibe, pero para
el extranjero resulta de lo más raro. Tan raro como si al ingresar al país del
norte viéramos que, de manera oficial, su nombre se escribiera: “Eztados Unidos”. La X en México navega
entre el terreno de la teoría lingüística y el romanticismo. Pero también en la
representación simbólica indígena. En Nahuatl la X se pronuncia parecida al
“Mechico” o a la CH en portugués. Y ese es uno de los grandes argumentos para
justificar la X. Otros aducen que el español del siglo dieciséis, entonces se
le llamaba castellano, tenía un grupo de letras, SCH, que sonaban más o menos
como “Meschico” y que después se transformaron en J. Para acabarla de enredar
la X ni siquiera existía en el náhuatl.
Rémi Siméon dice en su Diccionario de la lengua náhuatl que escritores
españoles e indígenas introdujeron diecisiete letras del alfabeto de las
lenguas indoeuropeas para producir los sonidos de la lengua náhuatl. Una de
ellas es la X. Y se le escarbamos más, dicen algunos lingüistas, parece que
este pleito lo iría ganando la J.
¡Desde luego, eso no
sucederá, al menos en México! El rechazo
de fondo es hacia la esclavitud de la Colonia española. Entrar en este terreno es rechazar lo que es imposible de negar.
Que nuestra segunda raíz es la española. Podemos rechazarlo porque estamos en
nuestro derecho, pero si lo negamos nos contaríamos, sin más trámite, entre los
orates. Y quién sabe si ni siquiera corresponda este rechazo a las bárbaras
realidades históricas que todos conocemos que se dieron en la conquista y
durante la colonia. A lo mejor cae en el
simple terreno del sistemático rechazo de lo imposible a que es tan dado el
humano: el calvo usa peluca, la mexicana tipo africana se alisa los cabellos,
el gordo se pone faja, la mexicana indígena usa crema blanqueadora, el canoso
se pinta el pelo, la mexicana tipo balcánica se unta algo para oscurecer el color
de su cara, el chaparro prefiere tacones altos, el flaco come pan haber si
engorda...Entonces, una manera de tantas, de rechazar lo imposible, es lo español.
Y escribimos X en vez de J. Pero, como dicen todos los mexicanos que han
escrito de este asunto, empezando por Francisco Javier Clavijero, Fray Servando
Teresa de Mier, Alfonso Reyes...aunque se caiga el mundo, seguiremos
escribiendo México con X.
- ¿Y usted qué piensa?
- Creo que también hay
algo, o mucho, de representación simbólica: una
X se parece mucho a la figura
olin de los códices mexicanos. El
olin, no hay que olvidarlo, es ni más ni menos que la representación gráfica,
la imagen, como se diría ahora, de la suprema deidad indígena mesoamericana: el
Quinto Sol, o Tezcatlipoca. Tal vez muchos de nuestro pueblo no sepan de qué se
trata, pero lo que es seguro, según Jung, que las cosas que llevamos en el
inconsciente colectivo siguen moviéndonos...Revilla, un lingüista de principio
del siglo veinte, dijo que desde que
abrimos en esta tierra los ojos de la
inteligencia los en ella nacidos, vemos el nombre de la patria escrito con X. La X ha sido una letra ya
consagrada por larga tradición. Tiene algo de hierático y sagrado. Alterar el
nombre, ya como estereotipado, de la tierra natal, de la Nación que reconocemos
por nuestra, parece una especie de profanación contra lo que protesta el
sentimiento. Alfonso Reyes ya había reconocido el peso de la J pero, dice en un
artículo suyo que fue publicado hace mucho tiempo, que “con todo, le tengo apego a mi X como a una
reliquia histórica, como a un discurso santo y seña en que reconozco a los
míos, a los de mi tierra...”
Todo esto me parecía maravilloso de
Carmen. He dicho que me atraían las
formas físicas de esa mujer. Pero siempre tuve
claro que lo que apreciaba era lo que sustentaban sus formas. Su
espiritualidad y su cultura.
Luego supe que la
biblioteca que vi de pasada, en la mañana, en una de las habitaciones de su casa,
es la “biblioteca de vacaciones” y que en México tiene la de “la de base”. Libros
ordenados en cuanto la capacidad de sus estantes lo permite. Después, pilas
verticales por aquí y otras por allá. En la mesita de su cabecera de dormir
otros y, ¡el colmo!, frente de su taza del baño una repisa llena de libros.
Algunos, cuenta, no los ha leído. Los adquirió en librería o en la banqueta del
mercado. Estos suelen tener los nombres de sus antiguos propietarios o
dedicatorias y fechas. Los compra
después de echarles una rápida
hojeada.Algunos, dice, después deben seguir su camino hacia el carro de la basura. La
mayoría pasa a formar parte de su librero y de su alma. En una casi patológica
costumbre, hay días que hojea cuatro o
cinco libros. Algunas son relecturas. El
Gran Gatsby, Bajo el Volcán, Medea, Jean Wahl, Chesterton.
Otros libros que no ha leído le salen al encuentro después de años de haberlos comprado.
Le sucedió con Un niño, de Thomas
Bernhard y con Salambó de Flaubert.
Casi temblando de emoción al final de buscar la fecha en que estos libros salieron de la imprenta, algunos todavía con
hojas pegadas, tienen medio siglo. Entonces se siente casi una destinada del
cielo para seguir siendo su salvaguarda con este pensamiento: “cincuenta u
ochenta años de andar naufragando por el mundo y tuve la dicha de haberte encontrado”.
¿Carmen hablando con los libros? Era evidente que para ella el libro no
era un montón de hojas impresas como
parte de un mundo fenoménico. Era dialogar con gente de otros siglos, otras latitudes
y otros pensamientos.
-¿Le habla a los libros?-preguntó.
-¿Por qué no?
Otros platican con sus perros o con los pájaros
o con los retratos de sus seres ya
fallecidos-añadió algo que le dio más información de la mujer que tenía
enfrente:-La idea detrás de la cosa. Recuerdo al español Antonio Muñoz Molina
cuando escribe: “Qué manera tan rara tienen a veces los libros de llegar a
nosotros. Parece que nos esperan sin prisa, como concediéndonos el tiempo que nosotros
mismos no sabemos qué necesitamos.”
¡Sus formas! Recordé que Oscar Wilde
recomendaba el culto a la forma como vía de poder desentrañar los secretos del
arte. Sabía que el paquete mental con el que se va a vivir en adelante debería
ser mi preocupación. Por lo general se satisface con pasar el día teniendo en
su haber la ganancia individualista, mercantil y muchas veces depredadora. Y,
como en la mañana siguiente a la borrachera, cuando esto se ha esfumado en sus
bolsillos, espera el angustioso momento de tener que mirarse frente al espejo. Aun el mejor actor no puede
engañarse a sí mismo. Puede construirse una filosofía cínica, pero no irá muy
lejos. Queda la desolación y habrá que apurarse a buscar las mil formas del
escapismo. Al menos conmigo no era tan
fácil desenredar el asunto. Por lo pronto no sabía como presentarlo, o conciliarlo, con mí porfiado
yo.
Más tarde, cuando
caminábamos hacia su casa, bajo la noche caliente, la escuché decir algo de la
historia de Europa: La Edad Media es como un recipiente en el que van a ser
arrojadas, revueltas y fundidas, todas las glorias intelectuales, históricas,
técnicas y guerreras de la antigüedad. Va
a estar presente también un abundante caudal de miserias y supersticiones
propias de muchos pueblos, tanto de Europa como de los árabes. De este
compuesto increíble saldrán, mil años más tarde, los personajes y los valores
que inaugurarán lo que se conoce como “Renacimiento”. Se trata de un largo
período de tiempo de una abismal importancia. Sé que hay reticencias con este
segmento de historia... Sin embargo basta saber que dentro de la Edad Media se escribieron las Confesiones de San Agustín, El Corán, la
Suma Teológica de Santo Tomás de Aquino, La Divina Comedia, la Confesión de
Augsburgo, la traducción de la Biblia al alemán por Lutero y, al filo de la
Edad Media, El Quijote de la Mancha...Nada menos que, junto con Platón y
Jenofonte, discípulos de Sócrates, los grandes fundamentos de nuestra cultura
occidental...¡Esto es realmente encantador Guillermo!, ¿no le parece?”
Fue cuando empecé a
sentirme un tanto disminuido. Así pues, era hora de esfumarse.
- ¡Larguémonos de esta
isla, Cork!- dije al día siguiente apenas había amanecido.
Desde su cama, cerca
de la ventana, y casi enceguecido por la abundante luz que entraba ya a esa
hora temprana de la mañana, me escuchó en silencio. Tenía un rato de haber
despertado. Después se puso a leer algo del libro de Yeats que tenía a
la mano. Miró hacia la calle. Volvió a mirarme:
- ¿Qué diablos te
pasa?
- ¡Las vacaciones
terminaron!
- Escucha - dijo.
Agarró el libro y leyó:-. Querella de gorriones en todos los aleros, / la luna
llena, el cielo tachonado de estrellas / y la fuerte canción de melodiosas
hojas, / ahuyentaban vetusto sollozo de la tierra. / Pero llegaste tú con
tristes labios rojos, / y contigo llegaron las lagrimas del mundo...”- y
agregó:- Eva hizo de las suyas otra vez,
¿no? Como en el Paraiso. Ese es el riesgo de la libertad, precisamente mí
querido Guillermo. La cuestión es saber en dónde o de qué manera podemos perder
la libertad. Es, en cierta manera, como el dinero.
- ¿Cómo el dinero?
-Trabajamos para obtenerlo.
¿Y, después? El dinero es para gastarse. No se enciende una luz para tenerla
debajo de la mesa, está escrito en la Biblia. Sólo los avaros atesoran el dinero de manera enfermiza. Si bien, el dinero, como
la Piel de Zapa de Balzac, entre más se gaste, menos se va a tener. Cada vez
menos...Así es la libertad. Cuando era estudiante asistí
a un Festival - Informativo Sobre los Derechos Humanos. Estaba instalado
en el lado oeste de Posgrado de la Facultad de Arquitectura, cerca de la Torre
Dos de Humanidades. Dejó numerosas experiencias. Una relacionada con el sida:
no hay que jugar a la ruleta rusa hasta que salga el balazo de la pistola. Una
cosa es caminar con precaución a través del mundo de las peligrosas
probabilidades, y otra tener ganas de suicidarse. El dicho de los abuelitos es
que tanto va el cántaro al agua hasta que se quiebra... Los trabajadores iban y
venían por el pasillo en el que estaba la exposición informativa y el estrado en el que se
llevaron a cabo algunos actos artísticos, ahí abajo de un condón inflado de
seis metros de alto. La asistencia, se puede decir, estuvo nutrida. Pero la
verdad mucha fue de la que pasaba por ahí de manera ocasional... El trabajador
de otros lados, de la misma Ciudad Universitaria, no tiene la costumbre de
frecuentar estos acontecimientos. Cada quién en su mundo de cuatro metros por
cuatro. La importancia de asistir a estos festivales - informativos es que los
trabajadores universitarios no solamente tendrían que ser receptores de
información si no también transmisores de esta información para con sus hijos.
Convivir con ellos, platicar, comunicarles, no dictarles. Hay hijos de
trabajadores universitarios que a los quince años ya son padres. O hijas que a
los doce años de edad ya se embarazaron. Eso quiere decir que empezaron su vida sexual quién sabe desde cuando. ¿Y
qué tal si en ves de llegar el espermatozoide a la matriz, llega el virus del
sida? Es obvio que falta información hacia los hijos. Iba a decir “control”, pero en estos tiempos de
la dulce liberación a lo mejor la palabra suena victoriana y mejor la dejo en
“información”. Tener un hijo, cuando todavía se es niño, está en chino. Pero
contagiarse de sida desde esa edad. Y, por desgracia, hay padres contagiados de
sida que van a tener hijos con sida desde antes que estos nazcan. Es de
lamentar que el trabajador no se preocupe por informarse. Pocos “sacrifican”,
digámoslo así, su media hora del almuerzo para involucrarse en el
acontecimiento. Y los que salen de su turno ya no se detienen. Van apresurados
a su otro trabajo o a ver el futbol y las compañeras al mercado sobre ruedas
para preparar la comida... Los que sí acudieron por montones fueron los
estudiantes. Aunque muchos no se quedaban a la conferencia en el auditorio
Alfonso Caso. Lo que les interesaba era que les regalaran el condón.
Incomprensión, promiscuidad e información fueron algunos de los temas que se
escucharon en el festival - informativo.Incomprensión de la sociedad para los
que tienen sida. En todas partes, empezando por la familia, amistades y
servicios médicos, no quieren saber nada de ellos. De ahí el reclamo dentro del
marco de los Derechos Humanos. La promiscuidad
resaltaba como cuadro social para la impresionante proliferación que ha
tenido el sida en México y en el mundo. Y es necesario decirlo tal como es.
Aquí se hace presente el efecto carambola. Transmisores hiperactivos pueden
infectar, uno solo de ellos, a incontable número de individuos. Estos
“transmisores hiperactivos” eran a los que antes se les llamaba “don Juan”.
Solamente uno de los expositores, en el Alfonso Caso, se refirió a la modalidad
de tomar la precaución de hacerse un examen médico, antes de entablar una nueva
relación sexual. Pero como la medida tendría visos de cierta estabilidad con la nueva pareja, no
se le hace caso a semejante recurso. Se
prefiere la copulación “cuando salte la liebre”. Lo peor de muchos casos es que
la liebre salta cuando menos se espera,
y para acabarla de complicar ni siquiera se tiene a la mano un condón... Así
empieza la tragedia. El otro reclamo que se oyó fue que las mujeres se pongan las pilas y también carguen su
condón. La poligamia se da en la misma medida que la poliandria. La liberación
femenina tiene sus responsabilidades... Finalmente se proporcionó abundante información
de prevención y ayuda. Hay numerosos grupos para los que busquen informarse
respecto de la prevención, pero también para los que ya tienen esta
enfermedad... - luego agregó:-. Pero, como todo dinero, la libertad no se puede
sobregirar. No se pueden emitir bonos sin tener los fondos necesarios. Se daban casos en que un trabajador
universitario haya tenido cuatro
mujeres. Pero nunca se divorció. Al morir se presentan, en la Secretaria de
Conflictos Administrativos del Sindicato, las cuatro a reclamar los derechos
que, creen, les asisten como viudas. Una por ser la legítima esposa y que pude
acreditarse como tal. Las de enmedio pues haber qué sucede. La última “por
haber estado batallando con él en sus últimos años de enfermedades...”.
- ¿Y qué sucede aquí?
-La que se acredita, como esposa legítima, y sin
haber mediado divorcio, es la que tiene los derechos. Las otras no. En cambio
los hijos, todos, sean de la primera, segunda tercera o cuarta o las que sean,
tienen los mismos derechos. Y la herencia o la pensión alimenticia se les di tribuyen por igual..
- ¿Si el trabajador no ha muerto, y sigue
laborando en la Universidad Nacional?
- Será el mismo caso: la esposa legítima y los
hijos de las varias mujeres que sean, o hayan sido sus compañeras. Aquí lo que
sucede es que se le descontará de su cheque las diferentes pensiones
alimenticias o educativas. Y se da el caso en que su cheque quincenal llega en
ceros. Ante esto el trabajador decide renunciar al trabajo. Y ahí acaba todo
para él, en cuanto a su relación laboral con la Universidad.
No me interesaba aquella discusión, pero no
podía negar que fuera interesante. Iba a decir algo cuando le escuché lo que me
pareció monstruoso por falta de escrúpulos:
- Hay otro aspecto
más, relacionado con esta materia. Se refiere
a cierto tipo de mujer que conoce muy bien el lado flaco de los trabajadores enamoradizos.
Tiene un hijo con todos los trabajadores que se pueda. ¡Y a cada uno de ellos
le sacan pensión alimenticia!
- Me cuesta trabajo
creer esto.
- Créamelo, existe. Si
bien, no se trata aquí de un proceso, hasta cierto punto normal y natural, de cuando las cosas
no funcionaron. Y si el trauma de la separación no afectó a la persona, con el
tiempo quizá habrá que formalizar otra
relación. No me estoy refiriendo a estos casos. Le estoy diciendo de un plan meditado y ejecutado de manera cerebral.
- ¿Y por qué con los trabajadores
universitarios, de preferencia?
- Porque el patrón
Universidad, de la universidad pública, es fijo y seguro de pagar. En la calle
puede que las percepciones se cobren, por parte del trabajador, de manera
temporal. O que el patrón mismo haga chanchullo y no pague al trabajador. O
bien que el trabajador se dedique por su cuenta al comercio o a otra actividad
profesional, pero de la que no sea fácil conocer el monto de las percepciones.
El cheque universitario, en cambio, llegará con seguridad y puntualidad...
- Yo digo que nos
larguemos. Llegamos a la isla con planes de divertirnos. Pero las conocimos y
hemos ido y venido por donde ellas han
querido...
Luego de otro largo silencio, Cork comentó
simplemente:
- ¡Bien, vámonos!
Todavía le pregunté:
- ¿Y, Clemencia?
- No te preocupes por
ella. Asegura que me encuentra siempre... Ahora debe encontrarse en el espacio
ultra cósmico, más allá de nuestro espacio y de nuestro tiempo. Su
individualidad temporal camina a través de los siglos, renaciendo siempre. Sola,
lejos de la gente si vuelve zoomorfa. O lejos de los castores, si vuelve
castora. O lejos del mundo de las gacelas. Volver a vivir con el solo destino
de ser depredador y al final depredado.
-
¿Es decir que su individualidad milenaria sólo existe en su mente, porque en
realidad siempre fue un eslabón de la cadena?
- Algo así.
¿Te imaginas cuando regrese como pumicita y no quiera ser parte del
fenómeno volcánico en su conjunto?
- Será como Zaratustra
dentro de una imaginaria cápsula de cristal que, irónicamente, estará siendo
cuidada por los rutinarios al que él se refería con tan poco afecto.
Salim se había
marchado el día anterior hacia el Altiplano Central. Ese medio día abordé el
avión que me llevaría al centro del continente, donde a la sazón trabajaba.
Algunas semanas más tarde nos reuniríamos para llevar a cabo algunas escaladas.
Desde arriba pude observar la delgada franja de tierra que componía la isla. Al
sur la gran laguna camaronera. Un gran helicóptero volaba hacia el norte,
llevando a los trabajadores de las plataformas petroleras del Golfo, cien
kilómetros mar adentro. El mundo quedaba como lo habíamos encontrado la semana
anterior. La frivolidad, el amor y el erotismo, habían jugado sus cartas pero
no habían tenido tiempo de calar más hondo. Era hora de reintegrarse a la
rutina de la producción y a sus horarios
de la disciplina.
Cork subió esa misma
tarde a un barco que lo llevaría al Puerto de Veracruz. Podía llegar a esta
ciudad costera en pocas horas, viajando en autobús. Prefirió hacerlo en tres
días, sobre las olas del mar y en las cervecerías de cada puerto que tocara
aquella vieja embarcación de carga. Más
tarde iría a Orizaba. En La Costa de
Sotavento, cervecería de mala muerte, propiedad de su Amigo Enrique
Láscares, se organizaban torneos de bebedores de cerveza. Tres días después
subiría a la ciudad de México.
7
Llovió quince días con
sus noches. La ubicación de Orizaba
frente al Golfo, a solamente setenta kilómetros de la costa y a mil doscientos
metros sobre el nivel del mar, hace a esta parte de la sierra, en la que está
situada la población, el enclave natural donde van a estrellarse las tormentas que se levantan en las aguas de
la enorme sima del este. Las luces del alumbrado público permanecen encendidas
todo el tiempo. En el interior de las casas, de manera similar a las calles,
reina la oscuridad. Es la acción de activar la energía eléctrica o bien de
apagarla cuando dice el reloj que es necesario ir a descansar. La gente
permanece observando el diluvio a través de las ventanas de su casa abrigada lo
mejor que puede. La familia caldea el
interior de la estancia manteniendo cerradas la puerta de los lugares de estar,
como es la sala. O se agrupa en el espacio destinado a la
cocina. Esta se convierte, llegado el caso de mal tiempo, que es muy frecuente,
en cocina – comedor para aprovechar el calor de la estufa...
De mayo a octubre la
gente debe salir a trabajar o ir de compras bajo la lluvia. Frecuenta los
sitios en espacios cerrados como son los cines o teatros. Camina bajo las cortinas de agua. Para llegar hasta esos
lugares las casas están provistas de alerones que protegen, en buena medida, el
tránsito de la gente que va y viene por todos lados como algo que fuera la
cuestión más natural. Por tal disposición arquitectónica los habitantes de
Orizaba no tienen la necesidad, ni la
costumbre, de usar impermeables o paraguas. Esa es la impresión que se tiene de
esta bella ciudad cuando por primera vez se le visita. Sin embargo también goza
de días esplendorosos llenos sol y muy calientes. Es cuando luce su cielo azul,
su vegetación muy verde y a lo lejos la cúpula nevada de la montaña más alta
del país, el Pico de Orizaba
Alguien, que por
primera vez viniera de Guanajuato o de algún lugar más al norte, encontraría el
inusitado espectáculo de poder ver la meseta poblana, a unos cuarenta
kilómetros, radiante de sol. Pero al aproximarse a Orizaba, a partir de El
Mirador, que es donde empieza el descenso, una verdadera sima negra. Impera el
cielo completamente encapotado, todo oscuro, cayendo agua sin cesar. El
relámpago iluminando el aire huracanado que dobla los árboles y el estruendo
del rayo descargando en alguna parte. Y nada raro tendría que su vehículo se
viera detenido, entre una enorme fila de vehículos, durante horas. Siempre
sucede que, en alguna parte, la montaña se vino abajo, por efecto del agua,
y obstruyó ese tramo de la carretera.
Hasta que vayan las palas mecánicas o los hombres a despejar el lugar, podrá
restablecerse el flujo del camino. Tendría apenas tres años que acababa de
trazarse la carretera moderna, para seguir en dirección hacia el sur. Esto
alivió esa clase de problemas que se daban
llegando al lugar al que me estoy
refiriendo.
La primavera es el
tiempo en que los parroquianos se acuartelan, por todas las semanas que dure la
tormenta, en los bares y cantinas de todas las clases sociales. Establecen un
mundo de color, luces y alegría, mientras en el exterior ruge la tormenta e
impera el frío. Entonces es cuando empiezan los concursos de bebedores de
cerveza. Los obreros de las fábricas textiles, y aun los de la Cervecería,
pasan temprano a tomarse un vaso de caña “para el camino”. Al salir de sus
turnos de labores se reintegran con los báquicos donde permanecerán hasta ya
muy entrada la noche. Al día siguiente será lo mismo. Así ha sucedido durante
casi doscientos años. Desde que Lucas Alamán instalara las primeras fábricas de
hilados y tejidos. Después habían llegado los alemanes con la gran industria
cervecera. Desde el norte y centro de
América, y parte de Europa, compran la cerveza de Orizaba que previene contra
cualquier peligro de deshidratación, ataque de melancolía, alimenta y cuesta
menos que el agua embotellada. Y mucho menos que el “refresco” dulce que
provoca obesidad, diabetes e hipertensión. Es decir, es una bebida de dioses
que fue robada por algún Prometeo para traerla a Orizaba.
Cork pudo comprobar
que, para los orizabeños, ese lugar
imposible es la tierra más hermosa del
mundo. A tal punto que el millón de orizabeños que viven y trabajan, de manera
permanente, en la ciudad de México, y no importando a qué actividad o a qué
clase social pertenezca, vuelven a Orizaba. Aprovechan cualquier oportunidad o
periodo vacacional para apresurarse y regresar por algún tiempo. Siquiera por
un día es necesario ir a Orizaba. Pudo
ver que no es raro presenciar a individuos, o parejas ya ancianos que, llegando
a El Mirador, se detienen consternados. Proceden de los meridianos del oeste.
Miran, emocionados, con lágrimas en los ojos escurriéndoles por las mejillas, fuera
del vehículo, bajo la acción de la tormenta o la niebla cerrada. Miran lo que
cualquiera no puede ver entre la espesa lluvia
y es el mundo incomparable de Orizaba. Los ojos de los orizabeños están
calibrados para ver, a través de la negra tempestad, su amada sima que otro no
puede distinguir ni jamás podrán
lograrlo. Ver, por ejemplo, cómo entre escampada y escampada el agua, durante algún tiempo, baja
a raudales a lo largo de los árboles. Y esto es tan caro a sus ojos como lo es,
para los chichimecas habitantes del norte, poder observar el sol rojo y enorme
de los primeros minutos emerger entre las
arenas candentes del erg. Sobra decir que, al igual que hacen algunas especies
del reino al que pertenecemos, muchos de ellos, cuando sienten que se aproxima
el fin de su vida, regresan a morir a Orizaba. Otros disponen todo lo que haya
menester, para que sean trasladados y sepultadas en algún cementerio de la
ciudad.
- ¡Están locos! -
decía Cork mientras reía con un vaso de cerveza en la boca, en medio del mundo
báquico y lleno de risas de La Costa de
Sotavento. El propietario, Enrique Láscares Bravo, se afanaba en conservar
una atmósfera cálida y de camaradería en ese mundo, fuera del cual rugía el
huracán. Las puertas y ventanas se azotaban y tenía que apresurarse a
afianzarlas mediante una tranca que apuntalaba en el piso de tierra.
Decía el propietario,
entre vasos de caña y bajo las interminables notas de la rockola, que tenía
amigos que semana tras semana, viajan
hacia “arriba”. Sucede cuando la
temporada de música clásica llena la Sala de conciertos Nezahualcoyotl, de
ciudad universitaria, allá en el suroeste de la ciudad de México. Agregaba que
cuando la Orquesta Filarmónica de la Universidad Nacional Autónoma de México
interpreta a Dimitri Shostakovich la Sala se llena de rusos. Si toca a Roberto
Schumann está repleta de alemanes. Si
ejecutan música de William Byrd los ingleses ocupan todas las butacas. Si se
trata de Palestrina los italianos son los que desbordarán todo espacio
disponible. Si la solista en violín es Yuriko Kuronuma se llena de japoneses.
Si tocan a Silvestre Revueltas los mexicanos no dejarán boleto alguno en las
taquillas. Si interpretan a Mahler o a Darius Milhaud, los judíos estarán puntuales. Si tocan a Josquin des Pres lo mismo sucede
con los franceses. Si tocan a Manuel de Falla ahí estarán los españoles. Todos ellos saben disfrutar de la buena
música. Hay algo en la música que habla a los pueblos de todos los paralelos.
Los cristianos tienen sus hermosos cantos gregorianos. Los del Islam también
oran cantando. Es una vieja tendencia de la humanidad. El islamismo, no
obstante que nació ochocientos años más tarde que el cristianismo, siguió
muchos pasos de este. ¿Qué te parece? Por supuesto, los japoneses ignoran que a
la semana siguiente serán los mexicanos los que llenarán la Sala y a su vez
estos no saben que para el otro fin de semana estarán los estadounidenses los
que ocuparán de butaca en butaca los dos mil trescientos once lugares de la Nezahualcoyotl... Si vuelves a
llenar mi vaso te doy otro secreto. En
las librerías te encuentras el mismo espectáculo en torno de un autor de
equis nacionalidad. Esta preferencia por la literatura la gente la ha
manifestado de una manera por demás curiosa. No es que aborrezca la literatura
de los otros, sólo que aprecia más la suya. Así es como los nazis quemaron la
de los socialistas y los rusos quemaron a su vez la de los nazis. Antes la
Iglesia universal quemaba la de los libres pensadores y tiempo después estos
quemaban cuanta Biblia encontraban en su camino. Las que ganaban eran las
bibliotecas de los jesuitas. Ellos guardaban todo de todos. Con los siglos
tenían información de los modos de pensar como nadie se imaginó.
- Así es amigo- en
lugar de leer todo de todos procuraban dejar a salvo solamente su literatura.
Sucede como cuando charlamos con alguien. No está poniendo atención a lo que le
decimos. Hasta nos interrumpe porque, lo que le interesa, es decir lo que él o
ella piensa. Quieren ser escuchados pero no están dispuestos a escuchar. Se
repite con los poetas. Es difícil que un poeta lea a otro poeta pero sí quiere
que todos lo lean a él. Eso dice Humberto Cisneros, mi amigo de México. También
poeta.
Su comunidad del desierto tenía miles de años
construyendo arquetipos. Cuando les preguntó una pista para llegar a la verdad
le dijeron que sólo necesitaba guardar el suficiente silencio para poder
escuchar. Le advirtieron que no llegaría a la verdad universal pero sí a muchas
verdades. Cada individuo o pueblo tenía su verdad. El mundo no era igual en
todas partes. Hay una moral en cada país. En cada estrato social. Hay un estado
de ánimo para cada rato del día según lo rentable de los intereses materiales.
En algunas partes parece que ya no quedara nada de eso. La disolución social se
anuncia cuando sus individuos hablan de una manera pero viven de otra. Entonces
cada quien hace su versión y se construye una religión a su medida. Chesterton
es de los pocos que sostiene que sí hay una verdad universal.
- ¿Eso te decían en tu
pueblo?- preguntó Enrique Láscares.
Le contó que en esa ocasión el viejo estaba
sentado en una roca, a la entrada de una casa de adobes, que era una especie de
tienda de abarrotes. El viento había arrojado, durante años, los pequeños
cuarzos del desierto sobre el lugar. Al lodo se le había mezclado paja como
cohesionante, pero aun así las paredes se veían bruñidas y las esquinas
redondeadas. El viejo daba pequeños tragos a una botella de refresco. El
líquido era rojo con sabor de grosella. Al escuchar su pregunta de cómo llegar
a la verdad, se le quedó mirando. Lo veía fijamente a la cara. Pero sólo fue
por cinco segundos. Después cambió el rumbo de su mirada hacia un punto lejano
en la llanura. En ese momento el sol pegaba con intensidad como es cuando se
encuentra más cerca del planeta durante el día. Un termómetro hubiera
marcado entre cuarenta y cinco y
cincuenta grados. Era como si las oscilaciones solares movieran el paisaje
imprimiéndole un aspecto de borrosidad. Lo tomó de un brazo para invitarlo a
que se sentara junto a él en la piedra.
- La gente no suele
preguntar por esas cosas. Sólo los niños. Y no todos. Andan metidos en sus
juegos y lo toman como un juego. Y es probable que eso sea nada más...Que bueno
que pronto irás a México a estudiar. Es un gran esfuerzo el que están haciendo
tus padres. No te preocupes demasiado. En caso de contratiempos lo trataremos
en “La Reunión” y veremos que sigas adelante. De lo que me preguntas...Observa
atentamente hacia allá, hacia el frente. ¿Qué ves? No el desierto si no en una
distancia más corta.
- Nada.
- Espera.
Cinco minutos después
pasó frente a ellos un guajolote.
- Ahora, ¿qué viste?
- Que pasó un
guajolote.
- Entre la nada que
veías y el guajolote que pasó, está un tercer elemento... La acción de haber
pasado.
El chico parafraseó
algo del Popol Vuh:
- ¡Exacto! Hasta que
aparecieron las montañas empezó la vida. Antes nada. Existía, pero no se
manifestaba. Lo que necesitamos es que se manifieste para poder dar testimonio
de ello. Pueden estar ahí pero no son verbo. Entre los cristianos la verdad
también estaba ahí, pero hubo esperanza de conocerla hasta que empezó a
manifestarse. Acuérdate de San Juan. Los amigos universitarios de la sabiduría
le llaman a esto devenir.
- La mentira también se manifiesta.
- Es el contraste de
la verdad. De esa manera ya tendríamos dos pistas. Cuando caminamos entre la
arena siempre nos acompaña la sombra. Ausencia de la luz. Recuerda que en cada
lugar...
En ocasiones le
parecía que el mundo de La Costa de
Sotavento era una sopa a la que le faltara condimento. Sólo una ocasión
ganó un concurso de bebedores de cerveza. En cambio perdió cuatro. Eran
trabajadores asalariados a los que no podía ganar. El sólo ganaba a los que tenían exaltado el ego. A los que arrojaban alimentos al mar
para que su precio en el mercado no se devaluara. A los depredadores de las ciudades. ¿Qué pecados puede tener un
hombre que gana el sueldo mínimo? Le conmovía la vida sencilla de los
trabajadores. El racismo era una simple
hilera de naipes que se caen. El de en medio es castigado por el de
arriba pero éste a su vez castiga al que tiene más abajo. Salía a la calle. Iba
al cine o al teatro. Reía al encontrarse con que los medios de comunicación
consignaban, en sus páginas, los discursos de los personajes de la política con
propósitos de paz. Y en las salas de los cines sólo había filmes de violencia.
Otros hablaban de una opulencia inusitada, proporcionada por la explotación de
los hidrocarburos. Y en las calles los pordioseros, y gente empobrecida, iban y
venían con la mirada sin brillo. El tema
de la honradez pública campeaba en los discursos y a miles de jubilados y
pensionados se había dejado en la calle. El mundo del trabajo se había llenado
de outsourcing. Parecían no dirigirse
a ninguna parte en especial. Y temblaban de frío. Se aseguraba que la gran
ciudad del Altiplano no carecería este año de agua. Pero no se decía que los
ríos de muchas comunidades rurales habían sido desviados hacia México. Se les
dejaba sin agua para sus cosechas. Callaba el espantoso hecho que sus
habitantes, como sus ganados y sus hortalizas y sembradíos, morían en esos mismos momentos de sed. Las grietas en el suelo partían algunas
calles de las poblaciones. Las autoridades les echaban cemento en lugar de procurar
recargar los acuíferos.
Su casa de la ciudad,
gustaba de contarlo en todas partes, tenía un baño que él mismo había diseñado.
Con eso consumía la mitad de la cantidad de agua que gastaba. El lavabo estaba
instalado medio metro arriba de la taza del excusado. El tanque era alimentado con el agua sucia que llegaba
del lavabo. En un principio hacia esa maniobra de manera manual. Debajo captaba el agua mediante el recurso de poner
una cubeta. De ahí la echaba a la taza. El sistema, ciertamente, no respetaba
al “estatus” y decidió hacer una instalación formal. Después se dedicó a
planear de qué manera podía captar y aprovechar el agua de la regadera que ya
no tenía utilidad después del baño. Y como corría cada tercer día, generalmente
por la tarde, después de la Universidad o de estar trabajando en algún
proyecto, cada tercer día se bañaba dos veces. En la mañana y después de
correr. Solamente alguien que pertenece a la llanura sabe lo que significa un
solo litro de agua. Y como montañista había tenido la experiencia que, al
cruzar caminando el desierto, la vida en ocasiones puede ser salvada con la
cantidad de agua que alguien gastaría para afeitarse. Sobre todo martillaba en
su cerebro que, para que la gente de la ciudad tenga agua, hay que dejar en la
miseria a las áreas rurales.
Al regresar a La Costa de Sotavento encontraba más
coherencia en su atmósfera llena de calidez. Aquella gente reía y salía a
trabajar. Eran los obreros, los constructores de la humanidad. Un pantalón de
mezclilla, usado y sucio por las labores, le inspiraba toda la confianza del
mundo. Los obreros no eran como los que se refugian dentro de su morbo y ahí
permanecen ajenos a todos y a todo. Estos individualistas no trabajan ni
estudian ni colaboran con la gente, viven en hoteles y quieren pasar lo más
rápido posible del nacimiento a la muerte. Y mientras duermen se enconchan,
como cuando estaban en el vientre de su madre. A ellos si les ganaba el
concurso de tomadores de cerveza. Los trabajadores de la Cervecería y de las
fábricas adyacentes no se dicen
constructores de nada. Solo lo hacen. Ríen y cantan y beben.
-¿Otro concurso, Cork?
- ¡Me gusta la idea!
¿Cuántos somos los competidores?
- Quince.
- El que pierda pone
quince pollos rostizados. ¿De acuerdo? Como Macario, nos comeremos un pollo
cada quien. Y si llega la Muerte no le invitamos ni siquiera un ala...
- ¿Qué Macario?
Les relataba el cuento
de Macario que soñaba comer, él solo,
una gallina. Termino convidando a su Comadre la Muerte porque creyó,
ingenuamente, que ella sí es democrática.
Igual se lleva a ricos que a pobres.
- ¿Y no?
- Se lleva primero a
los desnutridos. A los proteinizados los deja para después.
La universidad pública libra su gran batalla
de seguir sosteniendo la formación de los investigadores científicos, a pesar
de que ve, día con día, que se le
reducen los subsidios. Cork no se había dado prisa en regresar a la ciudad de
México debido al asunto más tonto de la vida: las aduanas. En países como
México se pueden tener excelentes planes
de investigación científica. Pero esto nada le dice a las aduanas. Las aduanas
tienen su vida propia. En cierta ocasión, después de firmar y llenar formas, en
la aduana, se fue caminando de Amecameca a Cholula, pasando entre los dos
grandes volcanes nevados. No hacía más de diez kilómetros por día. Ya de subida o de bajada. Plantaba su tienda y,
después de su acostumbrada lectura de temas generales, se metía en su bolsa de dormir. Al día siguiente lo
mismo. Cuando regresó a México más firmas y más formas que llenar en la aduana
y su equipo no salía. Estaba atorado en las bodegas. Entonces me habló para una
travesía mayor. Recorrimos, a lomo de caballo, el vértice de los cuatrocientos
kilómetros de sierra que hacen la Cuenca de México. Subimos a la montaña
Tlaloc, de la sierra del sur del valle. Cruzamos por los cuatro mil de la
Sierra Nevada, incluido el Tlaloc del este, hasta llegar a Pachuca. Alcanzamos
el Zumate, cerca de Real del Monte y de ahí nos dirigimos al cerro Moctezuma,
junto al pueblo de san Pedro Nextlalpan. Torcimos hacia el sur, volvimos a
remontar hasta la montaña Los Loros, en los 3, 500, y finalmente hacia
Contreras y el Ajusco, en lo alto de la Sierra de las Cruces.
Al regreso el equipo
que esperaba había sido trasladado a otra bodega, cerca de la salida. Más
firmas y más formas que llenar. Cuando estaba por largarse de nuevo a la
montaña, le avisaron que se presentara a las seis de la mañana a recogerlo. Más
firmas y más formas. Por fin, a las cinco de la tarde, tuvo entre las manos el
equipo que le permitiría continuar con su investigación. Desde luego, la
primera providencia que tomó, para recuperar ese tiempo perdido, fue rechazar
el ofrecimiento que por entonces se le hizo de hacerse cargo de la jefatura de
uno de los departamentos de investigación. Lo pensó dos minutos porque era la
oportunidad que tenía para poner en práctica algunas ideas de trabajo en lo
individual y para el equipo de investigadores. Acabó desistiendo. Todas las
cosas que había oído sobre liderazgo no lo convencieron. Las frecuentes e
interminables reuniones de cada semana le exigían un tiempo todavía mayor que
lo que había tenido que esperar frente a los trámites en la aduana. El se había
decidido por la investigación científica, no por la administración de oficinas.
Si bien, es cierto, aquí podría haber un riesgo mayor que con las aduanas. Era
que a la dirección del Instituto llegara
un científico con vocación burocrática. Peor aun: con problemas graves de
personalidad y le diera por proyectarlas entre la comunidad del lugar, con lo
que distraería la investigación. Sin embargo, había que correr el riesgo.
Ahora, en Orizaba,
vivía de nuevo el ritmo que le marcaba la aduana. Esperaba un microscopio y
“químicos”. Pensaba en el tiempo que tarda el equipo y las substancias en salir
de la aduana, lo que se lleva la aprobación del presupuesto de investigación,
el tiempo que se requiere para que el microscopio que se descompuso sea
reparado. Y cuando esto empiece a funcionar finalmente, el equipo ya es
obsoleto en comparación de lo que ofrece el mercado...No es raro vivir la
experiencia que en ocasiones esto tarda tanto que el tema original ya no
interesa al investigador, o al patrocinador, y quiera ir hacia otras áreas de
la ciencia. El microscopio flamante puede ser que jamás llegue a utilizarse por
nadie. De flamante pasó a ser obsoleto y después conocerá el camino de la
bodega y de aquí al montón de chatarra... “Esperemos que esto no sucede ahora”
se dijo.
Una ocasión que vagaba
por el mercado, en busca de algo que comer, leyó que se anunciaba, en el valle
metafísico, una conferencia cuyo tema llamó su atención. Compró su boleto, fue
a México y al anochecer ya estaba de nuevo en el mundo acuático de Orizaba. Ese
día Enrique Láscares Bravo había preparado una deliciosa sopa para los parroquianos
de La Costa de Sotavento. Calamares y
todos los camarones que pudieran comerse, se veían en un tonel de por lo menos
veinte litros.
- ¿Y la conferencia?
-Casi estaba seguro
que me iba a encontrar con otro profesional en deformar la verdad objetiva.
- ¿Y?
- Resultó un soñador. Dice que juntos podemos
construir un mundo a imagen de nuestros más caros valores y de nuestros sueños
más sublimes. ¿Qué crees? Un mundo en el que los niños puedan reforzar sus
mentes en los salones de clases en vez de forzar sus músculos en minas y
fábricas. Un mundo en el que todo hombre y mujer pueda trabajar con dignidad.
Un vecindario mundial transformado en una hermandad mundial. Y decía que ya
había llegado el momento de actuar.
- La última vez eso
costó a la humanidad cincuenta millones de vidas. A de ser otro comunista -
gritó alguien desde la otra mesa.
- Quién sabe pero citó
las palabras de Juan Pablo II, cuando éste pregunta si es posible que las
cuentas financieras queden en orden mientras que a la gente se le humilla y
ofende en su dignidad...Bueno, en todo caso es un soñador este John J,
Sweeney... Pero sabe de lo que está hablando. A la sazón es presidente de una
de las centrales de trabajadores de Estados Unidos que agrupa a más de
dieciocho millones de afiliados...
Enrique Láscares volvía a llenar el vaso de
Cork. Y cuando éste apuraba el contenido, preguntaba: ¿quieres otro secreto? Y
de nuevo vertía el líquido en el recipiente de aquel individuo que parecía
resistir más cerveza que un barril de madera.
Entonces volvía a decir:
- En las montañas del
mundo sucede lo mismo que con los depredadores. La competencia por el ego. Y le
contaba la carrera que emprendieron los italianos y los polacos en el principio
del siglo veinte para ver quién llegaba primero a la cumbre más alta del
continente americano. Ya otros lo habían hecho, pero ésta fue una competencia
que surgió entre los nacionalismos europeos. Entonces el mundo inhóspito
empezaba donde terminaba la última calle de Mendoza. Llegar a Puente del Inca
ya era una aventura. Como los italianos se adelantaron por la ladera del norte,
los polacos se internaron a través de las interminables cañadas del este. Dando
una enorme vuelta abordaron el glaciar del noreste, hasta entonces sin huella.
Cuando semanas más tarde, cuatro montañistas polacos de nombres
impronunciables, formados por la cordada D-O y la otra por N-O, alcanzan la
cumbre, encontraron ahí la bandera de los italianos, que por solamente seis
horas se les habían adelantado. Fue el desquite por la derrota que, a mediados
del siglo anterior, el italiano Juan Antonio Carrel sufriera frente al inglés
Whymper, en la conquista del Matterhorn suizo. No te creas cuando los
nacionalistas te hablan linduras del internacionalismo. Es para distraerte.
¿Sabes que el Nanga Parbat, en los Himalayas, es la cumbre considerada como la
montaña alemana? Ahí se matan escaladores alemanes, ahí triunfan de los
insondables abismos mientras suben por sus verticales paredes de roca y hielo.
Pueden marchar a otras cumbres de los mismos sistemas orográficos o de otros
continentes, pero siempre vuelven al Nanga Parbat. La primera vez que alguien
intentó subirla fue una expedición alemana que acabó sepultada por un
gigantesco alud. Ni siquiera rastro quedó que haya existido ahí campamento
alguno. De inmediato se montó en Alemania
otra expedición para ir en auxilio de la primera. En realidad lo que les
interesaba era ser los primeros en subir esa cumbre...Historias como esta te
encuentras en todos los sistemas montañosos del planeta. El Eigerwand en Suiza,
y la primera escalada de su pared, es el ejemplo más acabado de lo que te estoy
diciendo. Sucedió en 1938...Luego tenemos a los japoneses tratando de darle un
sello propio a los Himalayas. Los chinos subiendo el Everest desde su país. Los
estadounidenses la cara norte de esta montaña. Los franceses su Annapurna, los
rusos, los mexicanos. Bueno, te contaré otro secreto, respecto de los mexicanos
en los Himalayas. ¿Me llenas el vaso? ¡Eso! Los mexicanos que abrirán rutas
nuevas, grandes y verdaderas escaladas, así como para decir que una montaña
himaláyica es mexicana, todavía no llegan ni al norte de la India, ni al sur de
América ni a Canadá. Una vez nosotros subimos por el filo noreste del Aconcagua
y, ¿qué crees? Sus morrenas y las nieves de su glaciar estaban llenas de botes
viejos, basura por todos lados y orines de tantas expediciones que ya habían
subido por ahí. Nadie puede empezar a establecer una mitología sobre algo que
otros ya orinaron, conocieron o hicieron
antes. Y cuando de regreso a México les propuse que atacáramos la pared sur del
monte Amehgino y que por fin hiciéramos “mexicana” una hermosa pared del
extranjero, se rieron de mí y salieran a
relucir las teorías del suicidio: “¿No has logrado matarte en las
escaladas nevadas del valle de México o en las rocosas de Hidalgo y ahora
quieres intentarlo en el sur del continente? Y agregaron la pregunta: ¿Estas
loco? Sí, sabes, Láscares. ¡Todo el mundo está loco! Los habitantes de La Costa de Sotavento, los alpinistas,
Sweeney...
En ocasiones veía a la
distancia una pareja feliz que, recién casados, salía del templo de los
franciscanos, en medio de los alegres familiares y amistades que los abrazaban
y les tomaban fotografías, entre el aguacero.
Dice que recordaba a Carmen que nos había dicho, cuando estábamos en
aquella nevería de la isla, de la responsabilidad del matrimonio tradicional:
“Un niño que tuviera en sus manos un tubo de nitroglicerina, y careciera de
advertencias de peligro, y de pronto se echara a correr, tendría más
probabilidades de éxito que una pareja de enamorados frente al sacerdote o el
juez a punto de casarlos”.
-¿Me estas hablado de
Schopenhauer?
-No. De Carmen, una
mujer que al parecer le quita el sueño a mi amigo Guillermo.
*
* *
Una noche, tres
semanas más tarde, Cork había sentido necesidad de salir a caminar. Una
lucecita amarilla se había encendido en el fondo de su cerebro. No iba a
esperar la señal roja. Le dijo al propietario de La Costa de Sotavento que iba a estirar las piernas, a tomar un
poco de oxígeno para volver a apurar otro vaso de cerveza.
Volvería a tiempo para
la cena. Después leería un buen rato y
pondría en orden algunas notas que había escrito de Orizaba. Sobre la pequeña
mesa, de su confortable cuarto en el hotel Francia, estaba un plano
topográfico, escala cincuenta mil, de una región del noroeste del país que en
dos semanas más visitaría. Uno de sus proyectos de investigación consistía en
ayudar a convertir el norte en un vergel. El país hace considerablemente más anchos sus
paralelos a partir de Zacatecas. Pero es el punto en que también empieza la
llanura desértica. Seca como pocas regiones en el planeta. Un poco más al norte
se encuentran los mismos paralelos de los grandes desiertos árabes y africanos.
En cierta ocasión habían transcurrido siete años para que cayeran unas gotas de
lluvia sobre Torreón Coahuila. Tlaloc está en todas partes, sólo hay que
saberlo encontrar. ¿Desalinizar el agua del mar y meterla al desierto, como
dice Guillermo, o extraer agua del subsuelo. Se acordó que el desierto de
Samalayuca está prácticamente flotando sobre un enorme manto de agua. Habrá que
empezar esa tarea. Algún día se encontrará la solución. O bien dejar el camino
andado para que otros continúen el proyecto.
“Para eso fui creado”- dijo en voz alta -. “Para eso me formé”. Se rió y
agregó: “Y también para buscar la forma de que el Sol dure más de cinco mil
millones de años iluminando a este planeta”. Bueno, creo que esto es más
factible que la locura de Guillermo de traer témpanos de hielo del Polo Norte
hasta el Golfo de California ¡Lo que se
le ocurre al agente! Bueno, la ciencia está llena de locuras. Mejor dicho, la
ciencia empieza ahí donde brota una idea loca.
Recordó aquella lejana
noche frente a la hoguera. Le habían recomendado en su comunidad que desde el
primer día de escuela, en la ciudad de México, no perdiera de vista los
procesos de evaluación de alumnos respecto de otros países. ¿Por qué de otros
países y no los de la tierra? Porque los convenios de la investigación y la
industria se están suscribiendo con otros países. La competencia entonces va a
ser en foros lejanos. En ese tiempo no existían los sistemas de evaluación
aquí. ¿Cómo podían compararse nuestros estudiantes? Además los maestros de la
primera enseñanza estaban desatendidos en sus percepciones. La consecuencia era
que sólo daban doscientos días de clases al año, con cuatro horas y media al
día. La alerta era en el sentido que si no buscaba la manera de compensar esas
deficiencias, no estaría en posibilidades de éxito...Hasta mucho tiempo después
pudo recordar que, la primera vez que alguien le había llamado directamente,
había sido en esa ocasión que los consejeros del grupo lo requirieron en
derredor de la hoguera: “De manera especial la comunidad ha puesto cuidado en
ti, desde que naciste. Tu alimentación ha sido atendida por todos. Nuestros
viajes a las tierras de los otros paralelos nos han enseñado, desde hace
siglos, que nadie puede tener buen desarrollo como estudiante si está mal
alimentado". Aunque niño, había alcanzado a contestar: "Me parece
injusto que se alimente bien a uno, pasando por los demás niños"” El más
viejo le dijo." “Hace miles de años que vivimos en el desierto. Nadie hasta
ahora ha encontrado la manera de convertir el desierto en un paraíso
productivo. Nos gusta el desierto pero no hay alimentos vegetales y el ganado
se muere de sed. Pocos de nuestros niños han podido llegar a la enseñanza media
superior. Después tienen que abandonar y dedicarse a trabajar en algo. Todos
los oficios son respetables, pero ninguno de estas actividades nos ha podido
mostrar el camino de la gran producción. Estamos atorados. Tenemos la creencia
de que, con el primer niño de nuestra comunidad, que logre abrirse camino,
otros seguirán su ejemplo. Entonces el
grupo tendrá que hacer planes para otros. Por eso es que necesitamos quitarle
el cuello a la botella... Entiende que eres, como dicen en las tierras de más
al norte, nuestra esperanza... Estamos haciendo lo nuestro. Te toca hacer lo
tuyo. Desde luego la vida tiene muchos accidentes. Empezando por las diferentes
etapas de la vida del individuo...Pero no es cosa de envolverse en algodones y
crecer como planta de invernadero. No. Hay que vivir la vida...” “Y, si no
pudiera yo alcanzar esa meta? ¿Si la vida me detuviera antes de llegar al punto que espera la
comunidad?” El viejo había dicho simplemente, perdiendo la mirada entre la
noche del desierto, a través de las llamas de la hoguera: “¡Volveríamos a
empezar con otro niño!” La próxima vez será una niña. Cuando una mujer se
empeña puede sortear obstáculo tras obstáculo. Después seguirá otro niño, y
esperando su turno tendremos una niña más. En realidad, antes que a ti, hemos
enviado a dos hombres y una mujer. Diversas causas les han impedido alcanzar la
meta...La meta de la comunidad... No es solamente el cuidado del niño en turno.
Desde que la madre de ese niño era, a su vez, una niña, la comunidad empezó a
cuidarla y alimentarla con más cuidado que al resto de las mujeres del grupo.
Napoleón, el de Francia, repitió lo que había dicho un griego hace dos mil
quinientos años, dijo que al niño se le empieza a educar veinte años antes que
nazca. Eso es lo que estamos haciendo”. “¿De manera que Yolo, mi madre, fue
seleccionada para cuando tuviera a su hijo?”
“¡Así es!”.
Se acordó de una frase
que el Pingüino Jack Nicholson dijera en “Batman: “¡Hay tanto que hacer y tan
poco tiempo!” Y enseguida empinó medio vaso de cerveza, que había dejado desde en
la mañana, cuando se disponía a bajar al restaurante del hotel a desayunar. Dos
figurillas, confeccionadas con hojalata, adornaban la parte inferior del
estante de las botellas de licor de la cantina. Eran dos hombres montados, uno
en un caballo estrafalario y el otro en un burro chaparro y algo flaco..
Mientras apuraba el último trago de su cerveza Cuahutemoc, pensó: “¡Hidalgo
güevón y egocéntrico hasta la chaveta. Tus negocios pasaban por una situación
por demás deteriorada...Comprabas libros viejos de alocada caballería. Pero... ¿qué haríamos si no
pudiéramos soñar...?”
Salió y empezó a correr por una calle todavía
céntrica de la población. Pasó por el mercado y dejó atrás el edificio de
hierro. Sólo quería correr unos kilómetros y regresar. Después modificó su
idea. Abordó un autobús. El primero que
pasó. Llovía como una verdadera tempestad. No sabía para donde iba. Lo que
quería era correr. Una inmensa necesidad de correr hasta caer rendido. Pasó Río
Blanco, Nogales y Ciudad Mendoza. Se bajó en la Subestación Eléctrica. Los
relámpagos iluminaban en todas direcciones. Se escuchaba el trueno y enseguida
caía más y más agua. “Son los tlaloques” se dijo. “Creo que el cielo se está
desplomando”. El agua le bañaba a tal punto que tenía que pasarse la mano por
la cara para poder ver. Trataba de ver en la oscuridad. Empezó a correr en la
dirección que había seguido el trasporte. Ahora
ya sabía que se dirigía hacia el oeste. De pronto pronunció una palabra
en voz alta: “El Mirador”.. “Veremos qué deterioro me han causado tres semanas
en La Costa de Sotavento”. Se sintió mejor cuando el terreno empezó a
subir. Tres kilómetros más adelante pensó que quizá tendría madera de
masoquista: “Ahora empiezo a sentirme bien, muy bien”... “¡Que carajo: me
siento estupendamente. Esto es una delicia!”
Los vehículos pasaban a toda velocidad tratando de agarrar carrera en la cueste de enfrente y lo salpicaban con
un chubasco levantado del asfalto.
Siguió corriendo entre la noche. Nada más natural para él que la noche y
el agua. Y correr. Su pueblo corría por religión. Golpeaba una especie de
pelota y corría durante el día y la noche. Conocía la noche cósmica desde que
estaba en el vientre de Yoloxochitl. “Los que me distingan desde sus asientos,
en el interior de sus vehículos, contarán más tarde que vieron un fantasma en
la carretera. Un fantasma entre cientos
de vidas que se han apagado en esta carretera”. Luego pensó. ”Si el
propietario de La Costa de Sotavento me
escuchara, diría que estoy loco”.
Unos seis kilómetros adelante
pudo ver, por los fanales de autobuses y camiones, que la carretera hacía curvas que en ocasiones se aproximaban en su
trazo. Notó que seguía subiendo. “El Veintiuno”. Unos perros salieron a su paso
pero pronto desistieron de perseguirlo. Un relámpago iluminó el paisaje y vio
el cementerio que quedaba a su lado izquierdo. Allá atrás pudo haber seguido
para Maltrata pero, al distinguir las cruces de las tumbas, estuvo seguro que
seguía la ruta en la que había pensado. Lo confirmó porque la subida era
sostenida, no porque pudiera distinguir algo en aquella noche cerrada.
La línea invisible, solo de vez en cuando
iluminada de manera fugaz por algún camión, seguía subiendo a lo largo de una interminable
cuesta....Pensó en Clemencia. ¿Lo necesitaba a él, para no morir. ¿Juega el
juego de evadirse de la nada? Si llegara
a callar al máximo sus sentidos, y por fin alcanzara a fundirse junto con la
Gran Luz, desaparecería. ¿Le temía al Gran Vacío? Cada beso que le daba, con la
consecuente inundación de sus ropas íntimas, cada pensamiento erótico que
experimentaba, cuando estaban cerca uno del otro, le aseguraba la posibilidad
de seguir conservando su identidad... Se acordó de Lady Mulhammer, personaje de
T.S.Eliot: “Con fanática devoción se dedica, alternativamente, a la Sabiduría
de Oriente, al vegetarianismo, a la numerología, flirtea con la teoría de la
reencarnación y juzga a los hombres por su aura”.
En ocasiones el camino
se levantaba tanto que se veía obligado a caminar. Después reemprendía la carrera.
También se acordó de sus colegas de la Universidad Nacional y de sus
interesantes conferencias. El bióxido de carbono y el aumento de la temperatura
en la atmósfera, con el creciente vapor de agua que se levanta por este motivo
del mar, y los ciclones del poniente de África. ¿Calentamiento? Ahora estaremos
a diez por debajo del cero.
Ya no llovía a estas
alturas. Pero el frío calaba. El efecto
de invernadero quedaba allá abajo. Acá
arriba la Luna misma estaba rodeada por un aura de hielo. Tuvo conciencia de
que tendría que seguir corriendo para conservar la vida. Si se detenía,
seguramente moriría, pues ya hacia mucho que los efectos de la “caña” se habían
disipado. En una vuelta de la carretera se encontró que, a su lado derecho, un glaciar brillaba en la noche iluminado por la
luz de las estrellas y colgaba sobre una enorme pared de roca. “¡Oh, diantre!”,
pensó, “¡Es el viejo Poyahutecatl. La montaña más alta de todas las montañas!”
Se acordó de la leyenda del grupo irritila, que había venido desde la Gran
Chichimeca, a subirla hacía por lo menos quince siglos. ¡Eso va a merecer otro vaso de cerveza,
cuando esté de regreso en La Costa de
Sotavento! Eso es lo que se llama visión, lo que han tenido los de la Universidad Nacional. Probablemente
el Poyahutecatl permanezca así muchos años, quietecito, sin meter presión en
sus calderas de vapor. De todas maneras se tomarán medidas preventivas para
proteger a la sociedad que vive en sus faldas. No se permitirá la instalación
de poblados nuevos hasta ciertas distancias, ni la instalación de industrias,
granjas, fraccionamientos. Hasta las “rutas” de arrastre por gravedad de su
material morrénico se estará considerando. La ancestral falta de previsión en
ese sentido, con respecto al Popocatepetl, con todo el barullo que ha
ocasionado en la sociedad en estos últimos
años por su actividad volcánica, ha dejado mucha experiencia que ha
sabido aprovecharse.
Sintió que el camino
que recorría estaba lleno de almas negras. No estaba solo. Carmen nos había
contado que la carretera Puebla - Puerto de Veracruz, fue en otro tiempo el
corredor en el que se habían establecido, desde el siglo dieciséis, diversas negrerías.
En ellas se podían comprar esclavos. Indios y chinos. Pero de preferencia
negros. Negros que trajeron directamente
de África o bien después de vivir algún tiempo como esclavos en España o en las
Antillas. La manera en que habían sido arrancados por la fuerza de su tierra
fue infame. Y también el trato que se les daba tanto en el trayecto hasta
América como en los lugares en los que eran finalmente asignados. Sin embargo,
los negros que llegaron con los españoles, eran sus trabajadores de confianza.
Ocupaban cargos desde sirvientes hasta administradores y capataces. Esta fue la
visión que tuvo el indio que acababa de perder México- Tenochtitlán. Blancos y
negros habían llegado para sojuzgarlo. Por su parte los negros esclavos de
principios del siglo dieciséis tenían conciencia de cuál era su papel que
estaban jugando. Circunstancia que aprovecharon con largueza. Abusos, crímenes,
violaciones y saqueo que cometieron en los pueblos de los indios así lo
prueban. Cuando el comercio de la esclavitud de los negros apareció en el
horizonte, esta actitud de intocabilidad se acentúo todavía más. El negro le
había costado dinero al español y nadie podía tocar esa inversión. Rechazo,
crímenes y revueltas entre negros e indios fue la constante a lo largo de
varios siglos. Después llegó el mestizaje. En parte este siguió la inercia que
conservaba tal comportamiento contra los indios. Esta animadversión convenía al
español. Durante mucho tiempo utilizó al tlaxcalteca, su aliado primordial, en
sojuzgar a las etnias de todas partes. Hasta el Perú habían llegado los
tlaxcaltecas matando para su señor el español. Cuando el tlaxcalteca llegó a
valer lo mismo que el azteca derrotado, en el ánimo del español, éste ya no se
sintió tan seguro. Con el tiempo los acérrimos enemigos de antaño, empezaron a
tener conciencia de quién era el que los echaba a pelear entre sí. De esa manera
empezó el anhelo de independencia. Al principio cada quien intentó liberarse
por su lado. No pudieron, hasta que llegó el angloamericano. Hacía falta una
infraestructura de espionaje y conspiración. Los españoles sí la tenían pero no
los nativos... Los compraban en estas negrerias y los llevaban a los valles
centrales de Puebla, Michoacán, Guanajuato, Nuevo León, Colima, Campeche,
Tabasco y Tamaulipas. Es el recuento de los intereses europeos que emprendieron
la más completa destrucción de toda vida cultural, religiosa y de dignidad
humana. Hasta compraban negras, las embarazaban y vendían como esclavos a los
hijos que de esa unión salían. Se considera que fueron cien millones de negros
que, durante la Colonia, secuestraron para traerlos de esclavos a América. De
estos solamente cincuenta millones llegaron con vida. El resto murió de hambre
y enfermedades durante el viaje. Eran arrojados al fondo del mar. En el fondo
de esos mares hay millones de gente de todas las nacionalidades que han muerto
por accidente o por las numerosas guerras. Pero se puede decir que esos mares
son negros. Cincuenta millones de africanos
yacen en sus simas. El Mar de los
Negros debería llamarse ese océano, dijo Carmen. No hay razón para que siga
manteniendo el nombre de “Atlántico”. En todo caso que al Mediterráneo le
pongan “Atlántico”, pero por qué al océano donde tuvo lugar ese tráfico inmenso
de negros. ¿No hay un Mar de los Sargazos?, por qué no podría haber un Mar de los Negros. Hay una extensa bibliografía sobre la
presencia negra en México- había agregado Carmen -. Y es necesario conocerla. Porque hacerlo es
entender mejor nuestra realidad como mexicanos. Junto con su sangre, tanto de
negros como de españoles y otros pueblos europeos, llegó la gran aportación
cultural de cada uno de ellos. Hacía el siglo dieciséis teníamos la gran
cultura indígena y original. Después llegaron las otras dos enormes culturas
que fue la europea y la africana. “Todo eso sucedió en esta carretera”, dijo
Cork al atacar la última cuesta de ese tramo. “Junto a eso, la misma Cabaña del
Tío Tom es un verdadero Paraiso”.
Mirando hacia el cielo, de esa noche
despejada de nubes, distinguió la Vía Láctea y concluyó que no había sido
difícil para los mexicas llegar a la concepción de la serpiente: “Muerde su
propia cola, como causa primeras del eterno retorno”. Cuando dejó el
Poyahutecatl a sus espaldas se percató que ahora se dirigía hacia el sur. Pasó
sobre la tétrica barranca de Ixquila, tumba de incontables autobuses de
pasajeros y vehículos particulares. Entonces supo que en menos de dos
kilómetros alcanzaría El Mirador.
A lo lejos distinguió,
entre la noche profunda y helada, unas débiles luces amarillas. Se trataba de los focos del tejado donde
estacionaban sus “traileres” los trabajadores del volante de las carreteras.
Era un restaurante, entre otros locales comerciales, que hacían un lugar
habitado integrado por población de paso, antes de seguir su camino hacia el
valle metafísico, o hacia el Puerto, los que venían en sentido contrario.
Se apresuró a
franquear la puerta, todavía en plena carrera, como si siguiera protegiéndose
de la lluvia cuando ya hacía mucho que la había dejado atrás. Sintió el cálido
ambiente. Había sido una imprudencia, pero ahora estaba a salvo. La gente reía
con un programa de televisión mientras cenaba y no prestó atención a aquel
individuo que parecía haber salido de una alberca. Su camisa negra delgada, y
su suéter, se veían mojados, más que por
la lluvia, ahora por el sudor de la carrera. Se sentía muy cansado, pero se había
empeñado a no parar de correr. De esa manera conservó el movimiento y pudo
ahuyentar el frío intenso que obligaba a los otros a llevar gruesas chamarras
de plumas o de piel de borrego. Alcanzó una silla frente a una mesa de madera y
llamó a la muchacha que atendía a la clientela.
- ¡Una cerveza, por
favor!
- ¿Al tiempo o fría?
En México es increíble
que alguien tome una cerveza que no haya salido del congelador. En algunos
lugares acostumbran “congelar” los tarros de gruesas paredes de vidrio,
guardándolos también en el congelador.
- Al tiempo- dijo Cork
mientras reía, sabiendo que al “tiempo” en ese momento quería decir diez grados
bajo cero. Ese pensamiento no era de él. En la isla, Clemencia le había hecho
ver el absurdo que es tomar una cerveza helada. Sirve la idea como propaganda,
pero nada más. ¡Clemencia! ¿Dónde estaría en este momento? ¡Meditando! ¿Su práctica
de meditación comprendería el auto análisis? ¿Seguiría cargando las faltas de
sus vidas anteriores? ¿Dé qué serviría si no contaba con un magisterio que
escuchara su confesión, ya fuera laico o bien religioso? ¡Era la liberación
individualista de sálvese el que pueda! ¿Habría terminado por construir “su”
verdad? ¿Tendría que seguir muriendo y renaciendo? No había absolución y por lo
tanto no se contaba con la condonación de faltas. O no había quien accionara la
llave que penetrara a su inconsciente y no había liberación. “Inconsciente” era
una palabra que encantaba decir a Clemencia. Se preguntaba si la muchacha
encontraría primero la liberación o el suicidio. Quién podría saberlo. Como
fuera, él tenía la idea que había una zona, del alma de la krisna, que se
imaginaba llena de soledad y angustia. Una zona a la que él no tenía acceso.
Clemencia hablaba mucho de la vida emocional. De lo relativo que es todo lo que
sea sensual. De la causa y el efecto. Se preguntaba si en lugar de estar
hablando de los viajes astrales, la bella discípula estaría repasando los
apuntes de alguna clase de su Facultad de Psicología. Una cosa parecida le
sucedía al oír hablar a Abraham, de Río Frío, de religión. Se le figuraba que
más bien estaba asistiendo a unas conferencias sobre Norberto Bobbio, en la que
de vez en cuando se intercalara la palabra “Jehová”.
Se percató vagamente que en el momento de
retirarse la mesera, ésta sacaba su
pequeño aparato celular y lo accionaba. Seguramente ordenaba de aquella manera
que le trajeran la cerveza sin necesidad de ir ella hasta el mostrador. El
negocio se veía floreciente y ante la cantidad de clientes era necesario hacer
más eficaces los métodos del servicio. Cuando regresó con la cerveza,
destapada, llenó el tarro y apenas hubo dejado la botella sobre la mesa,
preguntó:
- ¿Tú eres Malcom?
- Si.
Se retiró y Cork la
perdió de vista. En una pared (preparada para que la gente escribiera lo que se
le pegara la gana), estaba escrito, entre un mar de cosas chuscas, terribles
sentencias y otras que querían ser serias, un pensamiento de Amado Nervo: “Si
Tú me dices ven...” Más abajo uno de D. H. Lawrence: “ ¿Cómo es el sueño lisiado
y reprimido de la dama? Esta nunca lo sabrá; sólo se enterará cuando alguien se
lo haya dicho y entonces gradualmente y después de muchos rencorosos repudios,
lo descubrirá, y el sueño penetrará en su útero”. “¡Vaya- se dijo- .Creo que
está mejor aquí que en muchas veladas literarias!” Luego pensó que a la poesía le pasa lo que a
la democracia. El individuo cree hallar ahí la libertad y se encuentra con que
hay disciplinas de rima por todas partes. Recordó a su amigo Humberto Cisneros.
Aseguraba que en México la poesía no es de consumo masivo. En cambio su
producción es abrumadora. Obreros, estudiantes, amas de casa, oficinistas y
periodistas. Todos hacen poesía. Es difícil asegurar que sepan escribirla, como
egresados de la Universidad, pero es innegable que la hacen. Así como en
Chamonix todos buscan el oficio de guías de montaña...
Al principio no le dio
importancia al hecho que la muchacha le hubiera preguntado si él era Malcom.
Por supuesto, él era Malcom. Qué había de raro en eso? Fue hasta la segunda
cerveza que percibió lo singular: ¡por qué alguien tendría que conocerlo en un
lugar en el que él jamás había estado? ¿Y al parecer lejos y aislado de
cualquier sitio frecuentado? Después de aquel sitio seguía la carretera por
cientos de kilómetros en cualquier dirección. Además le había preguntado por su
nombre. No había dicho “Cork”.
Los que cenaban seguían mirando todos hacia un mismo punto.
Al fondo del salón. Con la carretera había llegado la televisión. Ese aparato
que tiene una especie de control sobre quien lo mira. El conocía la historia.
Les induce conductas. Muchas nocivas y pocas formativas. Carmen nos había
contado que María Cressé sabía leer y escribir. Esto a mediados del siglo
diecisiete era un acontecimiento.¿Qué de extraño tiene que Juan Bautista
Poquelin, su hijo, haya sido uno de los grandes escritores franceses? Miró otra
vez hacia el televisor: “Ya estaremos dando gracias al cielo si esos programas
no producen depredadores”. Se perdió en la consideración que el hombre común es
como la “obra negra” de la casa. Después se le podrá dar el terminado que se
quiera pero, lo que va a propiciar que eso se mantenga en pie, será la
fortaleza que se consiguió en su diseño y construcción. Ella, la obra negra, le
imprime su sello “promedio”. Es la importancia que la sociedad incremente cada
día la calidad de ese “hombre común”. Sin recursos suficientes en las
universidades públicas, el pueblo ve emerger individuos con metralletas. De
otra manera tendríamos revolucionarios al estilo de Alfonso Reyes o Rilke.
Desde luego que la guerra ha perdido algunas batallas. Allá abajo, en el valle,
las reglas del mercado, que tienden a convertir todo en mercancía, le ha
declarado el pleito a las cuestiones humanas.
“¿Qué sabes tú? ¡Sólo televisión
has visto en tu vida!” dijo Al Pacino a su joven ayudante, en el film Perfume de Mujer. Y con el libro que leemos cada mexicano al
año, como promedio...La responsabilidad de que la gente lea la tiene el Estado
a través de la escuela. Sin embargo la lectura es una actividad individual. Los
padres… Pero ahora está el nintendo en lugar del libro. Tampoco estamos
ante fenómenos democráticos. La lectura es tremendamente piramidal. De padres a
hijos es la manera tradicional de empezar a leer. D. H Lawrence dice que los
nietos de los nietos de los nietos hacen lo que hicieron sus abuelas. Sus
abuelas no leían...Los países que han avanzado de manera integral, en
alimentación y cultura, es donde la oposición política ha dejado de ser una industria
mercantilista y se ha convertido en una
ideología viva. El escepticismo de Paúl Valery es que un Estado fuerte nos
aplasta pero un Estado débil nos acaba... ¡Diablos! ¡Y todavía falta saber para
qué se quiere leer. Saber a donde se
quiere ir, caminar en esa dirección y conocer el paisaje a través del que se
tiene que transitar, es el caso de leer y leer
libros. Hasta puede ser que se descubra que no es necesario dirigirse a
ningún lado. Encontrar el lugar que
ocupa en el universo. Como hace el fotógrafo que explora zonas más acá y más
allá hasta encontrar el punto exacto que está buscando. Pero leer por leer se puede caer, en efecto, en el Frankstein
intelectual. Así era Julia Lambert, la actriz de Somerset Maugham, cuya vida
fuera del escenario era un fragmento de cada una de las piezas teatrales que
había representado.
Carmen también nos había relatado, en esa
ocasión, lo que se consideraba la última novela de Faulkner. El autor sigue a
estas alturas ocupado en su narrativa de las cosas intrascendentes de la vida.
No hay héroes ni espectaculares comienzos ni formidables finales. O a lo mejor
hay de todo eso pero sin pasar de ser solamente un eslabón de la cadena. Son
las aventuras, goces y padecimientos de un joven de principios del siglo
veinte. En realidad un niño de once años que anda por el mundo con el chofer de
su abuelo y un criado negro. El niño, llamado Lucius y el chofer, roban el
coche del abuelo de aquel y marchan con rumbo a Menphis, sin percatarse de que
en el automóvil se les ha colado como polizón, Ned, el criado negro. Ned,
Lucius y Boon Hogganbeck, el chofer, y también Lightning, un caballo, vivirán diversas aventuras
durante el viaje, que no pasa de cuatro días. Se alojarán en un burdel, se
meterán en líos con la policía y ganarán una carrera con el caballo robado. El
narrador es el propio niño, que ya abuelo, recuerda toda la historia. Pero
donde Carmen hacía énfasis era en decir que la novela es evocadora de toda una
época en los Estados Unidos. Y de hecho lo será durante largo tiempo en muchas
partes del mundo, a donde todavía no llega la televisión ni la tecnología a
nivel industrial. En una parte Ned le dice al abuelo, dueño del automóvil
robado, que quizá dentro de “treinta o
cuarenta años, pueda usted colocarse en una esquina de Jefferson y contar una
docena de automóviles antes de que se ponga el sol, pero que hoy por hoy no es
ese el caso”. Pero la obra de Faulkner, seguía diciendo, en esta novela y en el
resto de su producción literaria, contiene algo más que consideraciones
tecnológicas, como la siguiente: ”Cuando un anciano o una anciana enferman ya
han dejado de vivir; la muerte, cuando finalmente llega, tan sólo limpia la
atmósfera, por así decirlo: es incapaz de eliminar algo que ya se ha ido”. Y
estas dos consideraciones nos llevan a la sospecha que si bien la tecnología ya
ha avanzado hasta las estrellas, el hombre siga
exactamente igual en su paquete sentimental como cuando hace millones de
años empezó a ser humano. En la vida de un niño lo que viva en cuatro días es
eso, sólo un eslabón al que, a lo largo de su vida, se le agregarán muchos
eslabones.
Media hora después
sintió que una mano se posaba en su hombro. Desde luego, antes de voltear supo
que era una mujer joven. Percibió en seguida un perfume y se dijo en voz alta:”
¡Almizcle!” Entonces supo de qué mujer se trataba. Y a juzgar por el tipo de
perfume pudo intuir las motivaciones sensuales de aquella mujer. Pero... ¿cómo
había sucedido todo esto? Vagamente empezó a recordar que en la isla Clemencia
le había contado que su familia era copropietaria, con la familia de Carmen, de
una serie de “restaurantes carreteros” que se encontraban instalados en
diferentes rumbos del país. También le vino a la mente que, al despedirse, ella le había anotado un número de teléfono
“para el caso que en alguna ocasión se encuentre en un restaurante de la
carretera entre la ciudad de Puebla y el Puerto de Veracruz: “Llámeme y, sin importar donde me encuentre,
no demoraré mucho en reunirme con usted”.
Antes que unos labios
cálidos besaran el cuello bajo su oreja
derecha, escuchó una voz apenas perceptible decir:
- Funciona el
inconsciente. No se deja apresar, pero nos mueve. Esta noche lo ha traído hasta
mí. No diga nada. Desde este ángulo en que lo beso puedo ver que su cuerpo es
cálido...
- ¿Cálido? ¡Me estoy
helando!
- Tonto, es una manera
de decir...
Dice Cork que, de
manera meridiana, tuvo conciencia que aquella situación podría volverse más
conflictiva que el terciario. Que Clemencia, después de todo, resultaba tan
incomprensible como puede serlo una hermosa ave mirlo. Apenas se escuchó decir
a sí mismo que aquella sola voz era capaz de...Se acordó que Juan Medina le
había dicho, una noche en el refugio de Ayoloco, mientras fumaban metidos en
sus sacos de dormir después de la cena, que algunas mujeres son tan
impredecibles como cuando, confiado, comes un plato de lentejas. De pronto te
puedes romper las muelas. Si vas solo por la vida, feliz y quitado de la pena,
se te aparece alguna y no te deja hasta haber alcanzado su idea. Si vives con
alguna entonces puede suceder lo de la piedra entre las lentejas.
- Oyolacocuic nite-
dijo. Cuando se dio cuenta que no lo había dicho en español, quiso repetirlo
pero Clemencia le puso suavemente la mano en la boca.
- ¡Gracias! Entiendo.
La idea es encantadora!
“Por supuesto que el
inconsciente nos mueve- repitió para sí -. Y lo puede hacer con una precisión
asombrosa” Entonces se dijo que el sexo no es más que un juego del gato y el
ratón. La información que se tenga a ese respecto, más que la habilidad, lo
convertirá a uno en la víctima o en el depredador. Hasta ahora las mujeres han
caminado dos pasos adelante del pobre engreído hombre. Recordó que uno de los
ancianos, de su grupo, le había revelado el secreto para tratar con ciertas
probabilidades de éxito con la mujer que le interesara. El hombre es inocente
cuando piensa que él es el que conquista a las mujeres. Son ellas las que
seleccionan. Pero en este juego de
naipes el hombre puede llevar la ventaja si conoce el secreto. “Cuando tengas
edad te lo diremos”. Doce años más tarde, en uno de sus viajes esporádicos que
hacía desde México hasta el desierto, cuando eran vacaciones en la Universidad,
él fue el que hizo la pregunta. Tenía veintitrés años en esa ocasión y eso había sucedido hacía
cinco.
- ¿Y bien, cuál es el
secreto para contar con alguna probabilidad de conquistar a la mujer?
Uno de los ancianos
reunidos esa noche en torno a la hoguera, dijo simplemente:
- La temperatura.
- ¿La temperatura?
- De su organismo.
Esta va subiendo por décimas de grado...Cuando esté ascendiendo inténtalo. A la
baja ni siquiera por teléfono busques establecer alguna cita...Te arrojará los
platos a la cabeza. Y con frialdad te convertirá en su esclavo.
- El secreto,
entonces, consiste en investigar cuándo su termómetro va de subida.
Por alguna razón
él había descifrado esa situación con
Clemencia, en el breve tiempo que se trataron en la isla. Tal vez fue
coincidencia, o probablemente su inconsciente le había avisado, en La Costa de
Sotavento, que el termómetro de la krisna subía...No podría decirlo.
De su bolsa huichola,
que le colgaba directamente del cuello, extrajo un papel que mostró a
Clemencia. Ocho por ocho centímetros medía la bolsa y estaba confeccionada de
hilo de lana. Los bordes eran azules seguidos de otra franja roja. Sobre este
fondo rojo ya se dibujaba someramente una cruz de Quetzalcoatl de un fondo
general azul oscuro. Más adentro un trazo, también bordado, en color amarillo,
de diseño surrealista, como peyotesco. Después, hacia el centro, un invariable
cuadrado, también azul oscuro. Y exactamente ocupando el centro, cinco
cuadrados pequeños, color rojo. Distribuidos de tal manera que vistos a la
distancia hacían el ortodoxo quincuence.
Cada punto apartado hacia los cuatro extremos del universo y el quinto ocupando
el centro. El Diablo descrito por Dante vivía en el quinto infierno y, en
cambio, el quinto espacio, generalmente vacío, era donde habitaba la Deidad de
los pueblos asiáticos mongoloides establecidos en América cuando lo de Bering.
El pequeño papel era el
certificado de un laboratorio químico. El fondo del documento tenía tres
franjas cruzadas por renglones horizontales en los que estaban anotados unos
datos. La franja superior era color verde, la de en medio amarilla y la franja
inferior roja. Era el resultado de dos exudados. Uno faríngeo. El otro decía
que sus gónadas testiculares...
- Antes que hablen los
instintos...
-Tiene razón- dijo
Clemencia -. Si los antiguos hubieran antepuesto el raciocinio a los instintos,
los hospitales y los panteones no se hubieran saturado por motivo de las
enfermedades venéreas.
-Pero primero hablo la
hormona y después la neurona...
Sacó a su vez, de una
bolsita idéntica, regalo de Cork, que siempre llevaba consigo, otro
certificado, idéntico al que el muchacho
le había entregado. Sólo que el de ella contenía el resultado de tres exudados
practicados en partes distintas de su cuerpo. La doctora, especializada en
infectología, le había explicado la cantidad de riesgos que había en cada uno
de los tres sexos. La fecha de ambos certificados era reciente. En la isla le
había escuchado a él, que jamás haría el amor a mujer alguna que actuara como
los antiguos: primero hacían el amor y luego iban al laboratorio a indagar si
habían quedado contagiados. Había dicho: "No quiero exclamar como
Nietzsche, antes de ingresar al manicomio abatido por la sífilis: “Muero por
que soy un imbécil”. Ni siquiera era necesario leer las cantidades de los
laboratorios. Bastaba ver que todas las cifras habían sido anotadas en la zona
verde de los documentos.
Sin más preámbulos,
con decisión, pues la voz de ella se
había hecho de pronto más sensual, dijo:
- Está casi congelado.
Pero... Esta noche no morirá de frío...-
hizo una pausa -. Subir corriendo desde Orizaba significa un enorme desgaste.
Quizá quiera comer algo antes...
Y él contestó:
- Antes no... Pero
después... Me gustaría comer un plato de lentejas.
- ¿Lentejas?
- Sí, lentejas! De la
familia papilionáceas. Comunes y corrientes. Un platillo con excelentes
propiedades alimenticias pero...por favor, sin piedras...
- ¿Sin piedras? ¡Por
supuesto!
Después, en la
madrugada, con su hermoso cuerpo lleno de semen, por absolutamente todas partes, ella lo
despertaría sólo para preguntar:
- En eso de las
lentejas sin piedras, ¿hay alguna metáfora?
- ¡Ninguna! ¿Quién
podría hacer una metáfora con las lentejas?
* * *
Ocho días después
abordó el autobús y bajó a Orizaba. Dijo adiós a Enrique Láscares y brindó por
última vez con los parroquianos de La Costa de Sotavento. Liquidó su cuenta
en el hotel Francia y, luego de recoger sus pertenencias, que consistían en un
par de tenis y su viejo libro de
las “Leyes”, tomó el transporte que lo
llevaría al Puerto de Veracruz.
-¿Está interesante ese
libro?- le había preguntado Enrique en la terminal, a donde fue a despedirlo, en tanto esperaban que
saliera el autobús. Tenía quince años metido en sus páginas. Por toda
contestación le había dicho:
- Este libro no lo
leen ni los filósofos. Platón tardó setenta años en escribirlo...
Al despedirse por la mañana, Clemencia
permaneció parada en la puerta misma de su restaurante. Erguida, hierática otra
vez, elegante. Lo acompañó con la mirada hasta
que el autobús se perdió de vista en el tramo que la carretera empieza a
bajar hacia Orizaba. “Coge como un verdadero pagano” se dijo inmensamente
feliz. “¡Bastó con una noche para que ni el más pequeño de los cabellos de mi
cuerpo le fuera desconocido!”
Cork la recordó así
por mucho rato. Su cara y sus ojos enormes y hermosos, como de mujer árabe,
eran propios de las norteñas nayaritas,
sonorenses... Este valle metafísico es visto de tantas maneras como razas se
han fundido en el pueblo mexicano original. Y cada una de esa razas es México-
Tenochtitlán, ¡más su propia cosmovisión! Más su propio aporte de ADN. ¡Esa es
Clemencia! Desde luego se dijo que era la mujer más tierna para amarlo que pudo
imaginar. Estaba completamente seguro que sesenta años más tarde podría seguir
provocándole eyaculaciones con absoluta facilidad. Y él tenía la suficiente
fortaleza para mantener fresco a ese bello y elegante cuerpo de la krisna a
través de los años.
No es cierto que
hubiera superhombres en la cama. El estilo de Cork era que hacía, vivía y
pensaba lo que estaba haciendo en ese momento.
La “tragedia occidental” es que se hace una cosa y se piensa en otra. O
se piensa la manera ideal de vivir y se vive de
manera diferente a como se dice. Se dice, se piensa y se vive. Todo
diferente. En ese momento Cork se
arrellanaba golosamente en su asiento del autobús que descendía vertiginoso por
la carretera que él había subido corriendo entre el frío y la tormenta.
Entonces sólo pensaba en correr, seguir subiendo la penosa cuesta, aguantar el
azote del agua y el viento. En escapar de la descarga del rayo. Ahora iba
regaladamente sentado viendo el paisaje lleno de sol. Quince minutos más allá
volvió a encontrarse dentro de la eterna lluvia de las cotas intermedias que
eran las que correspondían a Orizaba. En una hora más estaría departiendo con
los parroquianos de La Costa de Sotavento.
Después, de regreso en México, entablaría, con todos los recursos que
estuvieran a su alcance, la lucha por rescatar de la aduana, al microscopio y
los “químicos” que necesitaba para su investigación. Cada cosa a su vez. No
hacer el neurótico revoltijo de proyectos que, tarde o temprano, acabaría por
rebasarlo. Cuando besaba a la krisna estaba con ella, lo hacía con ella y
pensaba en ella. Era todo. ¡Ha, y la veía! Uno de los antiquísimos maestros de la muchacha decía que la vista
también es un órgano de contacto...
Ni pensar en viajar en
avión. En Orizaba no había aeropuerto. Se asomó por la ventanilla de autobús y
sonrió. “En este valle feliz, en el fondo de las montañas, eso no sucederá
nunca. Y pensando en el endémico mal tiempo, agregó: “Creo que ni una nave
espacial, extraterrestre, podría efectuar un descenso vertical con éxito”.
Aun después de ver que
el autobús se perdía en dirección de la sima del este, ella seguía ahí. Miraba
el horizonte de nubes blancas hacia el Golfo. Un poco a la izquierda el hielo
de la montaña brillaba entre un cielo azul intenso. El silencio visual de la
más alta montaña era completo. Pero no fue un pensamiento de alpinismo el que
iluminó su rostro. Al recordar las abundantes eyaculaciones de Cork, cubriendo
todos los poros de su cuerpo, creyó descubrir la metáfora de Cleopatra
bañándose cada noche...Fue cuando apretó con ternura la pequeña bolsa huichola
contra su pecho...
* * *
Sin embargo tenía su
secreto que no había comunicado a Cork. No fue cierto que lo había conocido en
la isla, aquella mañana que se le descompuso su automóvil. En realidad iba en
dirección de la casa de don Santos porque sabía que Cork estaba en Punta
Real.
Lo cierto es que, la vez que lo vio, fue en la Casa de la Cultura
de la delegación Cuahutemoc, en la ciudad de México. Era la cuarta conferencia
que daba Concepción Obregón Rodríguez, de un curso que se llamó: “La Sociedad
Indígena ante la Conquista”.
Estaba en uno de los
asientos de adelante y sólo podía verlo de espaldas. Pero desde el primer
momento no tuvo duda que era él. ¡Por fin volvía a encontrarlo! Sin embargo,
aunque procuraba no perderlo de vista, en la tremolina que se hizo al finalizar
la conferencia, llegó un momento que no lo localizó por ningún lado. Se
apresuró a buscarlo hasta en el fondo de las instalaciones pero, aparte de un grupo
de teatro, que ensayaba Per Gunt,
nadie más estaba. Y cuando volvió apresurada al salón de conferencias éste ya
se veía vacío.
En
la desesperación tuvo que buscar la posibilidad de volver a verlo. ¿Por qué
estaba él en aquel lugar? Dedujo, por la naturaleza del curso que había
terminado, que posiblemente habría otras fechas. Corrió hasta la mampara donde
se anunciaban las actividades de la Casa.
¡Lo que suponía! Gracias al cielo se daría otro ciclo de conferencias
que empezaría la semana siguiente. Las impartiría Norma Durán y el tema sería:
“Los antecedentes europeos de la Conquista”. Una charla cada día miércoles por
la tarde.
Llegó una hora antes. Ahí junto, teniendo dos
estancias de por medio al salón de actos, estaba el comedor con servicio al
público. Las conferencias empezaban a las cinco de la tarde por lo que, según
la costumbre de los habitantes de esta ciudad, se precisaba comer antes, entre
tres y cuatro. Su esperanza es que comiera en este restaurante. Para su
decepción no acudió en la primera conferencia y hubo que esperar a la siguiente
semana. En esta ocasión tuvo suerte. Entró al local acompañado por otros tres
muchachos de su edad. La miró por un momento, fugaz, y se fueron a sentar en la
mesa próxima a la que ella se encontraba. Desde luego se dio cuenta que no la
reconocía. La mirada de Cork fue como alguien que le llama la atención pero a
la que recién se topa con ella. Era natural. La última vez que se habían visto,
recordó, fue dentro del ambiente caótico de la
posguerra Prusiana, hacía exactamente ciento veinte años, según diría Clemencia más tarde. Cork era ajeno a la
ciencia del Señor Krisna y por lo tanto incapaz de guardar memoria a través de
las vidas sucesivas. En las que, por otra parte, no creía. Pero, ella le había
explicado varias veces, a lo largo de las centurias, el hecho que no creyera en
ellas no quería decir que no existieran. Tampoco vemos los rayos X y ahí están.
Pero él movía la cabeza.
Habían quedado tan
cerca que bastaba que ella estirara su brazo para que pudiera alcanzarlo. Por
lo mismo se escuchaba lo que platicaban. De esa manera supo que, para el mes
siguiente, viajaría a Ciudad del Carmen. Debía haber salido ya pero tenía
interés en aquellas conferencias, y
animado sobre todo por el nivel académico en que se estaban
desarrollando, pudo arreglar las cosas con su equipo de investigación para
retardar el viaje tres semanas más. Además la aduana... Desde luego sería una
impertinencia hablarle. Estos reencuentros siempre requerían un tiempo para, de
la manera más lógica, restablecer las relaciones. Habían quedado situados de tal manera
que él estaba de perfil con respecto al sitio en el que ella se encontraba
comiendo. Pero uno de sus compañeros la miraba con insistencia. Con tal
frecuencia lo hacía que llamó la atención de Cork el cual, a su vez, siguiendo
la mirada de su amigo, volteó. Esta vez la observó por más tiempo. Clemencia
sintió el impulso de levantarse en ese momento y prenderse de su cuello.
Abrazarlo, abrasarlo. ¡Más de un siglo buscándolo! ¡Y cuando lo tenía por fin
cerca debía de contenerse!¡ Quiso gritarle, decirle cuánto se habían amado! ¡Pero
calló! Si algo le había enseñado el tiempo era precisamente que cada vez había
que empezar de nuevo. En la cadena de las vidas sucesivas ella era la que
conservaba la memoria y él, en cambio, creía que era la primera vez que vivía.
Además el tipo de religión que Cork profesaba (lo dedujo por el símbolo que
llevaba colgado de su cuello) le hacía pensar que solamente una vez se pasa por
este mundo. El sostenía que sólo se conoce lo que tiene representación, lo
demás son mariguanadas. Antaño, cuando iban al Museo de Antropología y contemplaba sus horribles
ídolos, de que estaban llenas las salas de la planta baja, decía en voz alta un pensamiento de un pensador
francés, al ver la perplejidad en el rostro de Clemencia: “El arte empieza en
la metafísica”.
Cork apartó la vista
y, mirando a su amigo, dijo sonriente: “¡Vamos! ¿He?, ¡con razón no te das
cuenta lo que comes! ¡Esa muchacha es una verdadera belleza, y, al parecer,
tiene buen trasero!” “¡Cínico!- dice Clemencia que pensó:- ¡Cuando te refresque
esa memoria de pájaro vas a ver quién es esta belleza! ¡La tonta que, por
amarte, no ha alcanzado el Nirvana!”
A la semana siguiente
Clemencia viajaba a la isla del Carmen. Había escuchado que llegaría a la
palapa de Punta Real...
** *
El autobús lo llevó
hasta el mar. En una hora estaba en el
Puerto. Paseó un rato por el Malecón. La brisa y el viento lo envolvían. Nada
mejor que este lugar para pasear desapercibidamente con Clemencia. Ella quería
acompañarlo. Luego de ir a comer, hacia el atardecer, irían a bailar en alguna
plaza al aire libre bajo la risa franca de la gente del lugar y las luces
cálidas de los focos amarillos. Por la noche se hospedarían en un buen hotel de
la costera. Verían a los barcos anclados a la distancia. Ella fue la que
propuso no salir en tres días a la calle. Ordenarían que les llevaran todo a su
cuarto. Sacó una tarjeta dorada que agito picarescamente en lo alto en tanto
decía:
Ya sé que los geólogos
no son bien tratados en este país. Ganan más los pordioseros de Coyoacán.
Pero lo que le llevaba
al Puerto no era un viaje de placer.
Es una cuestión
tremendamente seria por las repercusiones que pueda tener en la sociedad- le
dijo.
- ¿Qué es eso tan
serio?- le preguntó un tanto molesta al
pensar que era dejada de lado.
- Un concurso de
bebedores de cerveza.
- Eso es nada para usted- y su tono era un poco
irónico.
- Esta vez es
diferente.
- ¿Por qué?
- Son clasificados. Su
rating es lo más fuerte del mundo.
Le había explicado que
los cerveceros de Orizaba son bebedores profesionales. Cuando nacen tienen por
lo menos tres generaciones de familiares que han trabajado en la Cervecería. De
niños van a dejar el almuerzo a sus padres que laboran en el lugar. Luego ellos
ingresan a la Cervecería apenas tengan edad de trabajar. Ahí permanecerán hasta
que se jubilen. Si llegan con vida, después de la jubilación, seguirán
asistiendo a las cervecerías que frecuentaban desde su juventud. Pero...los concursantes
en esta ocasión son otra cosa. Junto a ellos, los trabajadores de la Cervecería
son como los campesinos junto a los alpinistas. Viven en el campo y se curten
con la rudeza de esa vida. Pero los escaladores tienen alimentación, técnica y
la idea de acometer hasta lo que parece imposible. En efecto, se trataba de los
más fuertes competidores del mundo. En cada país hay una Federación de
competidores de cerveza. Estas, a su vez, estarán afiliadas a una Confederación
Mundial. Cuando se organiza una competencia
“oficial” de ese organismo quiere decir
que al acontecimiento llegan los que han triunfado sobre todos los de su país.
Ni pensar que se trata de una cáfila de borrachos. Lejos de eso. Junto a ellos
los demás son nada. En el concurso se inscribe al que ha salido vencedor de una
selección nacional. Es decir que es una competencia entre campeones. Se
alimentan de manera apropiada, bajo vigilancia médica. Llevan celosamente un
régimen de ejercicios físicos, tiene psicólogo de cabecera. En torno a ellos se
hacen apuestas de muchos ceros por profesionales de la Bolsa. Por lo mismo
nadie entra a esos concursos si no está debidamente inscrito en el rating
mundial. Los apostadores conocen el oficio y no exponen capital. Cuidan cualquier fisura por donde pueda
irse su dinero.
¿Usted pertenece a la
Federación?
- No. Pero puedo
colarme en el concurso merced a la cláusula del Estatuto de la Confederación
Mundial. El país huésped puede y debe
inscribir a un concursante “libre”.
- ¿Los apostadores lo
aceptan?
- No les gusta porque
es un factor que se sale de su control. No les queda otra que correr el riesgo. De todas maneras no se
preocupan ni siquiera un poco. Saben que cualquier espontáneo queda eliminado
en las primeras tres horas frente a los campeones.
- No es honesto lo que
usted hace - le había dicho en un último intento de detenerlo- ¡Sabe que va a
ganar!
- ¡Tanto mejor!- dijo
él. Voy a castigar el ego de esos superhombres. Lo digo en serio: se trata de
unos verdaderos superhombres. Pero también voy por el dinero- se rió de manera
escandalosa y dijo algo que Clemencia no pudo entender:-. Seré el primer rico
que pueda pasar por el ojo de una aguja... Y usted no tendrá necesidad de su
tarjeta color oro.
Hizo un alto frente al
mar. De pie, sacó de su chamarra negra de mezclilla, un papel. Era la lista de los concursantes.
Sonrió:” Parece un chiste”. Eran apenas cinco, él incluido. Un ruso, un alemán,
un irlandés, un noruego “y un mexicano”, dijo para seguir la fórmula de los
chistes con sello de internacionales. En
estos chistes, contados en México, siempre gana el mexicano “y ahora no va a ser la excepción”, pensó.
Según el boletín,
expedido por la Confederación Mundial de Bebedores de Cerveza (CMBC), todos
ellos eran campeones de mucha resistencia: se trataba de una “generación
especial”. Algunos eran bicampeones mundiales y uno, el irlandés, tricampeón.
Según la cláusula del
Estatuto de la CMBC, el “concursante nacional” tenía libertad para decidir sobre la sede en la que debería desarrollarse
el acontecimiento. Consultado, él había dicho: “En El Timón”. Era ésta la cantina clásica frecuentada por los
marineros que han permanecido un mes en
el mar. En los primeros cinco minutos de haber pisado tierra los emplean en una
desaforada carrera para alcanzar la primera cantina que encuentren a la mano. A tan sólo media
calle del Malecón, El Timón gozaba de
prestigio internacional. Era una sala de cincuenta metros por cincuenta y de
dos pisos. Pero se trataba de un establecimiento que podía clasificarse como de
tercera categoría. La hez de los veinte mares y los treinta grandes ríos la frecuentaban. Estibadores, personal de
limpieza de los barcos y marineros de la más ínfima categoría escalafonaria en
la nómina de ultramar, era la gente que llegaba a El Timón. Marineros de los puestos altos en el escalafón y la
oficialia jamás entraban a ese sitio.
Así es como Cork empezaba a castigar el ego de los concursantes
mundiales de cerveza. Acostumbrados a los salones de lujo, con reflectores y
apostadores de elegantes prendas, aquello era un insulto para ellos. Pero las
reglas de la CMBC lo permitían y no había otro recurso que sujetarse a lo
estipulado.
A las dos y cuarenta y
cinco minutos de la tarde Cork entró al local. Faltaban quince minutos para que
diera comienzo la competencia. Toda venta y actividad habitual se había
suspendido ya en los dos pisos. En el centro de la sala de la planta baja se había dejado libre
un gran espacio para los competidores.
La prensa disponía de una fila de bancas de burda madera en el lado norte del
local. En el extremo opuesto, otra fila de butacas era para los apostadores. Su
nombramiento oficial era el de “observadores del concurso”. Mediante minúsculos
teléfonos se comunicaban directamente a la Bolsa de Nueva York. Esta comunicación
la sostenían por dos vías. Mediante pequeñas computadoras iban vaciando los
datos pero por teléfonos comunicaban sus apreciaciones personales de cómo se
desarrollaban las cosas. Ellos, a su vez, tenían asesores que analizaba al
margen del ambiente subjetivo en el que pudieran encontrarse metidos los
apostadores en “vivo”.
Unos doscientos
parroquianos se habían instalado en lo alto de las mesas y otros
observaban desde el barandal en cuadro
del segundo piso. Se agrupaban en silencio casi absoluto. Era el requisito para
permitirles que permanecieran de espectadores. El que rompía esta condición era
sacado de inmediato del local.
Llegando la manecilla
grande del reloj, al número doce, dio comienzo el “LVII Concurso Mundial de
Bebedores de Cerveza”. El tercer punto de la Convocatoria decía: “Sin
interrupción y sin límite de tiempo”. Cork había solicitado que se le agregara:
“Y sin límite de litros”. Así se hizo y se llamó a un notario que certificara
lo anterior. La anotación terminaba: “El último concursante deberá de consumir
la cantidad de 5 (cinco) litros después que el último concursante haya sido
eliminado. De no ser así, el vencedor también quedará eliminado”. Esto hubiera
sido una arma psicológica poderosa para cualquiera, pero la aceptaron sin poner
la menor objeción porque estaban seguros que el mexicano quedaría
eliminado pronto. “Los mexicanos sólo
comen frijoles, tortillas y chile, ¿cuánto
puede este durar en pie con esa alimentación de perros?
Muy propios, con todo
el aplomo del mundo en el semblante de cada uno de ellos, como corresponde a
campeones mundiales, y vestidos con elegancia, a las tres en punto de la tarde
levantaron su primer tarro de un litro. Cada uno de los contendientes tenía su
estilo para vencer. Unos apelaban al recurso técnico y otros al psicológico. El
ruso miraba fijamente al que consideraba más fuerte y, en tanto pasaba el
líquido rubio, había desarrollado la facilidad de sonreír de manera burlona. Miraba
al irlandés. Seis horas más tarde el alemán
sacó un monóculo que se puso en el ojo izquierdo y se quedó viendo hacia
el ruso. Este empezó a desconcertarse. El noruego se paró derecho, con las
piernas abiertas, fuertemente apoyadas en el piso, con la mano izquierda en la
cintura y bajaba el tarro vacío y lo volvía a subir lleno. Nadie veía a Cork. Así,
de manera mecánica, durante horas. Cork se dio cuenta que el más fuerte era el
irlandés. Tenía exactamente la misma manera de beber de Cork: suspendía el
sistema epiglótico y el líquido pasaba
sin detenerse y, por lo tanto, sin producir espuma. “En realidad tú eres
el campeón- pensó-. Sólo que esta vez vas a ser un campeón sin corona”.
Cork no veía a sus rivales. Apuraba su tarro y
enviaba su mirada a través de la ventana, hacia el mar. A un lado de los
astilleros y se solazaba mirando a los enormes barcos que permanecían
suspendidos en un punto de las aguas, en dirección a la isla de Sacrificios.
Depositaba su tarro vacío, veía hacia la pizarra eléctrica donde estaban
escritos los nombres de los participantes en la competencia, que a la vez
permanecía conectada a la computadora de los apostadores. Debajo de los nombres
iban anotando la cantidad de litros que cada uno de ellos consumía. Después
Cork volvía a ver hacia el mar.
Hacia las siete de la
tarde, cuando buscó el paisaje marino, se encontró con la silueta, a contra
luz, de una mujer joven que lo miraba desde la parte exterior del local, bajo
el halero de la calle. Era Clemencia que había decidido bajar al Puerto y
buscarlo. No le costó trabajo averiguar en dónde iba a tener lugar el concurso.
En la sala de espera de la terminal de autobuses las paredes estaban tapizadas
prácticamente de carteles que anunciaban el “LVII Concurso Mundial”. Quince
minutos más tarde un taxi la dejaba a las puertas de El Timón.
Al verla, Cork pensó:
“Al final del Concurso estos se irán al sanatorio a desintoxicarse y a su
cuarto de hotel a descansar..Yo iré al hotel y pasaré los siguientes tres días
mordiendo los genitales de esa bella muchacha de la ventana. Bien... acabemos
con esto para empezar con lo otro”.
Hacia las nueve de la
noche Clemencia se retiró a su hotel de la costera y regresó a las diez de la
mañana del día siguiente. En la noche hizo lo mismo y al segundo día regresó a El Timón.
Cuando llevaban setenta y cuatro horas, con treinta minutos,
tres de ellos habían abandonado. No eran de los que tomaban hasta caer. Su curricula
debía llevar la anotación de “abandonó”. Pero si decía “cayó” eso significaba
el final de su carrera. Abandonar era
bajar un peldaño en el rating, pero caer significaba que ya no era del
interés de los apostadores.
El irlandés era el
que quedaba en pie. Estaba entero. Cork
también. No obstante, esta vez Cork empezaba a preguntarse si los dioses del
Tlalocan habrían cambiado las reglas en el Tonalamatl, el
Libro del Destino. Trataba de recordar la vida y juventud de San Patricio.¿
Antes de su formidable presencia en el cristianos habría sido pagano? ¿Estaría
investido también como él, de alguna fórmula
que lo hiciera especial para estos concursos? ¿Qué había sido de él antes de llegar a la
bella isla irlandesa a evangelizar?
Diez horas después que
el último de los otros tres abandonara, el irlandés seguía tan entero como
alguien que pasea un domingo por el parque. También el irlandés comenzó a preguntarse,
ante esa formidable fortaleza que tenía delante de él, ¡él, tricampeón
mundial!, si la parte que le correspondía a Cork, del sincretismo cultural
mexicano, lo estaría protegiendo por lo que tocaba de diosa india a la
Santísima Virgen de Guadalupe y sus implicaciones con los dioses mexicas del
vino. Mayaguel, Mayaguel...
Al terminar otro
tarro, de pronto gritó: “¡Tiempo!” Los primeros que supieron de esa
interrupción fueron los corredores de la Bolsa de Nueva York. Ante la
expectación de doscientos testigos y veinte apostadores, el irlandés caminó al
extremo de la mesa, dio la vuelta y
llegó hasta donde estaba Cork. Le tocó la hebilla de su cinturón y regresó a su
lugar. Guardaba un buen equilibrio a la hora de caminar. Cuando estuvo en su
lugar, se tocó su propio cinturón. Estaba ya muy caliente por efecto de las
calorías cerveceras. Un segundo después
anunciaba. “¡Abandono!” De inmediato una ¡hurra! se oyó hasta el otro
lado de la calle. Varios periodistas salieron corriendo a escribir su nota que
en la redacción estaban reservando para la
primera plana de por lo menos tres diarios. Después de eso Cork bebió
las cervezas que eran parte de las
condiciones del Concurso (en realidad esta condición puesta por Cork había
terminado por pesar mucho en el ánimo de los extranjeros competidores).
Así acabó el LVII Concurso de Bebedores. Al final se llevó a
cabo la ceremonia de premiación. El presidente de los jueces se acercó a Cork y
le preguntó en qué moneda le extendería el cheque: moneda nacional, dólares o
libras esterlinas. La CMBC era una institución
en la que Cork confiaba más que en la misma Fundación de los Premios
Nóbel.
¡Dólares!- dijo y
agregó de inmediato:- .Envíelo a la cuenta de la Fundación Dawn de la ciudad...
Abandonó la gran sala.
Doscientos marineros habían formado una doble fila encaramados en las mesas. Al
pasar Cork bajo ellos le iban vaciando la cerveza de sus tarros. Cuando llegó a
la puerta de la calle estaba mojado hasta de sus ropas interiores. Al final del
recorrido triunfal una muchacha le cerró el paso. Se rasgó de un solo y
enérgico movimiento los botones de su blusa y dos portentosos senos morenos
quedaron temblando cerca de sus ojos. Cork se acercó a la jarocha, le dio un
beso en la frente, al tiempo que le decía lacónicamente, señalando hacia la
ventana:
- ¡Eres hermosa pero,
alguien me espera...!
De los veinte
apostadores sólo tres habían ganado. En menos de cuatro días sus fortunas se
triplicaron. De los otros diecisiete, catorce se dispersaron esa misma noche
por el mundo donde esperaban que jamás los volvieran a encontrar. Tres se
suicidaron. Sus cuerpos estarían flotando cerca de la playa a la mañana
siguiente.
Dos de los afortunados
lo alcanzaron cuando acababa de trasponer la puerta de El Timón. Le propusieron toda clase de “planes de trabajo” con
el cuarenta- sesenta para ellos. En tres
de esos concursos mundiales tendrían todo el dinero que se les antojara. Los
rechazó. Cuarenta y cinco- cincuenta y cinco... Cincuenta- cincuenta...Sesenta-
cuarenta a favor de Cork.
Salió de El Timón sin ver hacia atrás. Tres pasos
más allá se volvió, por curiosidad, a ver quién era el tercer apostador
afortunado pero no distinguió a nadie que pudiera tener aspecto de apostador de
grandes vuelos. Lo que alcanzó a ver fue a la jarocha. Algunos la habían
lanzado por los aires hacia el interior de El
timón. Su cuerpo bajaba sin tocar el suelo y volvía a ser lanzado por los
aires sobre las cabezas de los doscientos marineros. Al tercer movimiento de
aquella enloquecida multitud la muchacha ya estaba completamente
desnuda...También encontraron su cuerpo flotando en el mar tres días después...
* * *
Dos noches más tarde,
un sonido suave se escuchó por debajo de la puerta que daba de su habitación del hotel al corredor del
segundo piso. Al escucharlo, Cork hizo un movimiento para emerger de entre las
piernas de Clemencia. Pero ésta apretó fuertemente sus músculos para impedir
que se distrajera, al punto que parecía que quería fracturarle el cuello. Al
mismo tiempo lo sujetaba fuertemente de los cabellos, con sus brazos estirados hacia abajo. Cork
empezó a tocar sus nalgas con leves movimientos de los dedos de su mano
derecha. Como no lograba hacer que aflojara la presión de sus piernas, hizo un
esfuerzo para decir:” ¡Tiempo!” Enfadada, al fin la krisna consintió en
liberarlo, en tanto que pensaba: “Esta noche me hará regresar dos vidas”.
Cork atravesó la
estancia iluminada tenuemente y examinó el piso de la puerta. Algún empleado
del hotel había introducido una fotografía. La recogió y, acercándose a la
lámpara de centro, la observó. No tardó en exclamar: “¡Diablos! debí suponerlo.
No. La verdad es que jamás se me hubiera ocurrido!”
Dejó la tarjeta postal
en la mesita y volvió a la cama.
- ¡Seguimos!- dijo y se tendió junto a
Clemencia. Pero ésta ya estaba en otra cosa.
- ¿Qué es - preguntó.
- Una postal, mañana
te la muestro.
La muchacha permaneció
con la vista perdida en la oscuridad por algún tiempo. Al fin se incorporó y fue
hasta la mesa. La foto era una escena en la que Diego y Frida estaban sentados
en una banca del jardín en su casa de Coyoacán. Aquella escena había tenido
lugar hacia noventa años. Dio la vuelta
a la foto y leyó: “Gracias. Ahora tengo tres veces más dinero que la semana
pasada. Te lo dije, hermano, sólo es cuestión de conocer a las personas
indicadas para esto de los negocios. En la Internet me enteré del concurso de
la CMBC. Cuando supe que tú eras el “competidor libre” aposté hasta el último
centavo de mi dinero. Me comuniqué con mi corredor de Bolsa de Nueva York y en
diez minutos mi capital estaba dependiendo de tu peculiar destino para beber
cerveza en plan de competencia. Ni siquiera tuve que salir de mi negocio de
Correo Mayor para ir al Puerto. Saludos. Salim.
P.D.
“Con otro concurso de
estos y habré reunido la cantidad que necesito para empezar a trabajar en
grande por la democracia. Por lo pronto ya pague a una docena de pilletes,
vagabundos que duermen en la calle, que repartan por la ciudad propaganda de
mano anunciando el advenimiento de mejores días para la democracia”.
Segunda P.D. Dos de
los apostadores del Concurso se enteraron, por sus contactos en Nueva York, que
había un apostador que estaba depositando una fortuna por el concursante que menos
probabilidades tenía de ganar, que eras tú. Investigaron quién era ese
apostador y terminaron localizándome por Internet. Resultaron ser conocidos
míos. Me pidieron la información que
consideraron necesaria para apostar como yo lo estaba haciendo. Ya que en
otras ocasiones ellos me han hecho
ciertos favores de negocios, accedí. Esos son los otros dos apostadores ganadores
que conociste en El Timón.
- ¡Oh maldición!-
exclamó Clemencia-. ¡El Velo de Maya toca
a nuestra puerta para interrumpirnos!
Apagó la lámpara y la
estancia quedó en la oscuridad. Sólo las lejanas luces del Malecón se metían
entre las cortinas de delgada tela. Levantó las cobijas y con un ademán
quedaron aislados otra vez del mundo.
¿Por qué abandonó el
irlandés, no entiendo?
- Tocó su cinturón y
tocó el mío
- ¿Y?
- Mi cinturón
permanecía frío y el suyo seguramente estaba ya muy caliente. De esa manera
entendió que al final él perdería.
Tomó su cara con las
dos manos y lo besó por un rato
- Ven- le dijo muy
quedó.
Sintió que Cork,
pegado a sus labios, estaba ausente. Buscó su oreja y le susurró con
ternura:
- Vuelve.
Dos minutos después
Cork había regresado a ella. Lo supo cuando sintió sus cálidos labios besándole
apasionadamente el ombligo...
8
De vuelta a México
sentí que la isla de El Carmen había quedado lejos. Que su belleza natural y su
mundo, incluida la mujer Carmen, se iría distanciando en el tiempo. Había sido
una interesante y perturbadora
experiencia pero...La vida de todos los días me traería nuevas acciones y el
recuerdo de aquel viaje se borraría hasta palidecer paulatinamente bajo el peso
de recuerdos más recientes. Creí que a ella le sucedería lo propio.
Estuve dos días en El
Salvador y de ahí volé a México. La compañía tenía unos asuntos que requerían
ser revisados. Esa misma tarde estaba en Coyoacán recorriendo las cafeterías.
La gente bella iba a
orinar a Sanborn´s. Lo podía hacer en los WC de detrás del templo de San Juan
Bautista. Pero, aparte que ahí cobraban cinco pesos, carecía del ambiente fino
de aquel restaurante. Pensé: “No se puede mear en cualquier lado, como si
fuéramos perros”
Al día siguiente, o
sea setenta y dos horas después de haber dejado la isla, recibí una llamada telefónica. Era Carmen. Me
acordé de Somerset Maugham “Es difícil conquistar a una mujer pero más difícil
es quitársela de encima”. Pero resulta que yo no quería quitarme a esta mujer
de encima, todo lo contrario. Sólo había sido una reminiscencia puramente
cultural. Me hablaba del aeropuerto. Acababa de llegar de Campeche. Apenas
habíamos intercambiado los saludos cuando le escuché decir:
- En la prensa están
anunciando una obra de teatro de Poquelin, en Bellas Artes. Con anticipación
hablé por teléfono para que me apartaran dos boletos. Si usted quisiera acompañarme. Desde luego le
ruego me disculpe. Seguramente tendrá asuntos que no puedan diferirse y yo
estoy irrumpiendo de manera inesperada.
Apenas acerté a decir:
- No se hablé más.
Desde luego que acepto. ¿Para qué día son las reservaciones?
- Para hoy. La función
da comienzo dentro de tres horas.
- ¿Está bien? Quiero decir, ¿no necesita descansar?
- Un buen baño de
regadera con agua fría es todo lo que necesito.
- Encantado. La invito
a cenar a la salida del teatro.
- Gracias.
- Por cierto, ¿qué
vamos a ver?
- ¿El impostor.
- ¿El impostor?
- Tartufo. ¿Conoce la
obra?
- Hace tiempo la leí.
Es interesante. Tengo un recuerdo vago de ella. Un retrato psicológico o algo
así. ¿Estoy en lo cierto?
La respuesta,
despiadada, me confirmó que aquella mujer, que estaba al otro lado del alambre
telefónico, era una decidida molierista.
- ¿Interesante nada
más? ¿Sabe que de 1680 a 1932 la Comedia Francesa la representó dos mil
doscientas cincuenta y seis veces? ¡No hay obra alguna bajo este cielo de la
que se pueda decir lo mismo en ese lapso
de tiempo.
Sólo acerté a decir:
- Déjeme ver, ¿dijo
Tartufo o Fouché?
Tartufo.
- He leído de ambos
pero a la distancia encuentro alguna dificultad para distinguirlos.
- ¿Bromea? ¿Habla en
serio? El primero es un hipócrita. El segundo un intrigante.
- Enterado.
Pasaré por usted. Otra cosa, ¿ lo que vamos a ver es una interpretación literal
de la obra de Poquelin o es una traducción libre de la misma?.
- Le aseguro
que asistiremos a la expresión que el autor quiere poner en este trabajo.
- ¿Me lo
asegura?
- Así es.
- Porque luego le dan al público asuntos que
difícilmente se parecen a la obra original. Siempre he creído que en
literatura, teatro y poesía no se vale
lo que en la música lo de las mil variaciones sobre un mismo tema. Si es por el
autor, vale, pero otros son insufribles. El verano pasado fui a ver una obra
sobre los aztecas y de pronto, quien sabe de dónde, irrumpieron en la
escena los soldados de victoriano Huerta
con fusil y toda la cosa gritando ¡Muera Madero!
- Estoy de acuerdo con
usted. Son alegorías en lugar de interpretaciones. Le ruego que confíe en mí.
He visto otras representaciones de este director y por lo mismo sé que no juega
con las adaptaciones. No se aprovecha para vender ideas políticas ni
religiosas. Con él no hay variaciones de un mismo tema... No hay tiempo de que
pase por mí. Vivimos en rumbos de la ciudad distantes. ¿Le parece que nos encontremos
en la puerta sur de Bellas Artes? En la que da a avenida Juárez?
De esa manera Carmen
había vuelto a aparecer en mi vida. Yo le mostré mi interés al haber ido a
buscarla a su casa algunos días más tarde de cuando que nos habíamos conocido,
y reñido, en El Pinar. Ahora ella era la que me buscaba. Pero una cuestión me
acaba de quedar claro este día. Mi tiempo había sido empleado en una educación
científica pero no me había quedado mucha cancha para prepararme en el aspecto
humanístico. Era, lo que se puede decir, un brillante ignorante. Los gobiernos
federales y locales de este país, los programas de educación y la familia misma,
tenían su responsabilidad en todo ello. Pero yo tampoco había hecho algo para
modificar esa realidad. Cork siempre me decía que, efectivamente, hay libros
que dejan huella en el alma para siempre. Y que esa era la verdadera tragedia
del hombre sin libro. Su preocupación sólo va a consistir en satisfacer... Entender esa situación requería de mi parte
una gran dosis de aceptación, o humildad. Quería una mujer instruida pero, ¿qué
pasaba cuando resultaba más instruida que yo? Pasaba
sencillamente que tenía que tragarme mi autosuficiencia y empezar a darle
gracias al cielo porque Carmen fuera así. Y a sus padres y a su familia y a su
ambiente porque habían contribuido a ello. Ahora me venía a la mente la vez que
con Cork cruzamos a pie el Bolsón de
Mapimí. Lo haríamos en varias semanas, acampando dos días en cada lugar. El
problema era difícil pues encontraba una disyuntiva: si llevaba en su mochila
la suficiente agua no podía llevar más libros “Y entonces el espíritu
languidecería”. Si llenaba su mochila de libros padecería de sed. Si fuera
arriero llevaría un caballo. Pero era un montañista y cruzaría caminando,
cargando lo necesario sobre su espalda.
Como sus ancestros los tamemes.
Bueno, al final tuve que compartir con
él mis reservas de agua... ¿Cuántos libros de cultura dice que lee en un año? Por lo menos veinticuatro.
Bueno, ahora esa es una meta para mí. Fue la primera vez que hacía alto y me
preguntaba cuántos libros de interés general leía en el año. Casi me horroricé.
Difícilmente alcanzarían la cifra de cinco. Con razón no conozco la diferencia
de un Tartufo y la de un Fouché. Carmen además era una gran lectora de Goethe.
De él conocía yo a su Fausto: Walpurguis, Margarita, Mefistófeles y el doctor
Fausto, pero...Si me preguntara cual es la diferencia entre Fausto, Tartufo y
Fouché...Entre Marx y Bakunin...Entre Hitler y Mussolini...Entre Sócrates,
Platón y Aristóteles...Dickens y Víctor Hugo...Nietzsche y Spengler...Cortazar
y Joyce...Nezahualcoyotl y William Carlos Williams...Faulkner y Maugham...Santa
Teresa de Ávila y Sor Juana Inés de la Cruz... ¡Dios mío! ¿Cómo pude desatender
ese aspecto de mi formación. ¿Qué clase de compañero tendrá Carmen en mí? ¿De
qué diablos podrá charlar conmigo? Ni modo que le pase mí tiempo hablándole de
hidrocarburos. ¿Tendré que refugiarme en los temas de los diarios? Podría
asegurar desde este momento que sería un futuro nada halagador para ella en el
campo de las ideas. De todas maneras encontré en ese momento el recurso para
hacerme el interesante y le pregunté, así como no quiere la cosa:
- ¿Se acuerda la fecha
en que nació Poquelin?
- Cuatrocientos trece
años después que Dante bajara a los infiernos. ¿Está de acuerdo? – dijo sin
tardarse dos segundos.
¡Oh, diablos! ¿Cómo es posible que alguien se
acuerde de la fecha en que Dante descendió al infierno. Es decir, a los
infiernos? ¿Y cuando diablos bajó Dante a los infiernos? Si hubiera dicho
Jesucristo hubiera estado fácil... Al salir de Bellas Artes fuimos a cenar al
restaurante Francia, en avenida Cinco de Mayo. Me contó que apenas un día
antes en la isla del Carmen, había ido
al cine. Vio una película que le gustó. Me encantaba escucharla y ella dijo que
el argumento decía del desarrollo de un cierto sentimiento entre la pareja que
no se rompe aunque haya distancia de por medio. ¿Por qué un mono cazador
tendría que regresar a su punto de partida donde dejó a su mona que lo espera?
Allá hay otras monas más jóvenes y hasta más bonitas. Esto se cuestiona Desmond Morris. Tal pregunta viene a cuento
en la película de Roth Arnold. El muchacho llamado Ben (Ben Affleck) emprende
el viaje hasta Savannah, desde Nueva York. Allá vive su novia. Y la boda se
ejecutará tan pronto éste llegue. Sin embargo en algún punto del trayecto
conoce a una muchacha, Sarah (Sandra Bullock). Simpática, bella y audaz. Merced
a una serie de circunstancias que van retardando su llegada, en esa medida van
viviendo juntas aventuras que los acercan cada vez más. Entre tanto las
familias de los novios se mueven en el ambiente de los preparativos de la boda.
Van descubriendo las fallas de que pueden adolecer los matrimonios que tienen
muchos años de constituidos. Las formalidades
sociales esconden un mundo de fracturas sociales. La excepción es la
pareja que hacen los padres del muchacho. Ellos procuran mantener la intención
primordial del lejano día en que contrajeron nupcias. En cambio los padres de
la novia llevan una vida de apariencia. De cada quien por su lado. Procuran
mantener sus secretos en tanto se lleve a cabo la boda de su hija Bridgite (Maura
Rierney) “para que ésta no se desanime de la idea de casarse”.
Me miraba las
uñas. Un día antes de volar hacia México había estado escalando en una roca de
las afueras de la ciudad y las tenía llenas de tierra.
- Es decir que
están recomendando algo que ellos mismos no pudieron llevar a cabo.
- Así es. El
caso es que Sarah sigue siendo un torbellino. Mediante un escorzo el director del film hace pensar que él, Ben, adivinó que
no tuvo nada que ver en muchos episodios de la vida de la inquieta muchacha y,
lo peor, que tampoco tendrá qué ver en otro muchos que le sucederán. Pero aun
así no puede apartarse de ella. En
cualquier momento podría abordar el
avión o el autobús y reanudar su viaje hasta Savannah. Es inútil .Duda entre
dos mujeres.
- Es una
enfermedad que ataca a muchos hombres desde la época de las cavernas. O desde
algunos millones de años antes...
- Bridgite se
mantiene confiada en el amor de su prometido. Cuando surgen las primeras dudas
en los familiares de los novios ella no se alarma demasiado. Todo el ambiente
acaba desquiciándose. Ella simplemente se pregunta en la soledad de su alcoba:
“¿Dónde estás Ben?”...Finalmente Ben se decide por la inquieta Sarah. Llegan
hasta la puerta misma de la casa de la novia. El le pide que lo espere en la
calle el tiempo breve que necesita para explicar a su novia que no se casará y
adiós. De inmediato regresará con Sarah. Cuando se vuelven a ver los novios
están lejos uno del otro. Ella en lo alto de un balcón de la casa. El en el
patio de la entrada, bajo la lluvia que parece el epilogo perfecto para un
adiós. Pero sólo basta una mirada de nuevo, para que todo quedara claro. Entre
el cazador y la hembra que lo espera acá, lejos, en Savannah, queda
restablecido ese sentimiento de atracción que lo haría volver a ella. Sin
importar tampoco todos los galanes que también la pretendían.
- ¿Le gustó?
- Igual que
viva en Savannah que viva en la isla de El Carmen- dije.
A la noche siguiente
fuimos a ver una pastorela en el oeste de la ciudad. En las afueras del mercado
de San Ángel compramos amaranto con pasas y trozos de nueces. Era época
navideña aquella y la tableta de “alegría” estaba adornada con unas campanillas
de dulce rojo. En el triángulo de La Palma caminamos entre el caos de los
microbuses que llegaban o salían. Multitudes de individuos salían para los
pueblos serranos del oeste. Otros llegaban para ir a Ciudad Universitaria a
tomar las clases nocturnas. Era el lugar
terminal de más de veinte líneas de transporte que cubrían diferentes rumbos
del suroeste de la ciudad. Un chofer lanzó un grito incontrolable a Carmen que,
colgada materialmente de mi brazo, reía discretamente del ingenio de aquel
piropo que habían inspirado sus hermosas piernas y su falda corta.
Diez niños estaban
tumbados en un rincón oscuro de la calle. Inhalaban cemento de pegar dentro de
una bolsa de plástico. Sus miradas decían que sus neuronas estaban muertas para
siempre.
- La droga laicizada
trabaja contra la sociedad, por más que se le culturice- dijo Carmen-Solamente
el horizonte médico se salva de este implacable axioma.
En la acera por la que
iban un perro da dos o tres vueltas antes de echarse a dormir. Es uno de los
diez millones de perros callejeros que deambulan famélicos por la ciudad
comiendo carroña, cuando tiene la fortuna de encontrar algo que llevarse al hocico.
Sus heces llenan las banquetas de las calles de la metrópoli y hay caca de
perro y tanta que en algunas partes obstruyen las coladeras del drenaje. Sus
heces, convertidas en polvo, se las lleva el viento y en el techo de la ciudad
se mezclan con las heces de dos millones de humanos que defecan al aire libre.
La bacteria E coli llega por las ventanas al platillo de los más lujosos restaurantes.
Consulté mi reloj y vi
que aun era tiempo. Nos encontrábamos a una calle del Museo del Carmen y
faltaba media hora para que comenzara la pastorela. Vagábamos un poco al azar
entre la multitud de puestos fuertemente iluminados que se destacaban más con
su luz amarilla por la noche que empezaba a llegar. Vendían pan y comida como
cada año en diciembre. Y cada vez llenaban más aquel tramo de la avenida
Revolución. Cerca de la entrada del ex
convento del Carmen, Carmen se detuvo a preguntar a la mujer que vendía pozole,
qué era aquella hierba azul que le había puesto como condimento al guisado, en
lugar de orégano. Fue el momento que recibí la llamada de Cork en mi pequeño
teléfono portátil: “¡Un café...En el centro...Van a estar los
otros...Mañana...Entendido”.
Dimos un paso hacia el
interior del ex convento y desembocamos en el amplio atrio. Carmen comentó que
sintió encontrarse de pronto en un mundo diferente, menos demasiadohumano, más
sabio, vetusto, histórico, espiritual. Baldosas que en otros siglos fueran
refugio de príncipes de la Iglesia.Cuando recién conseguida la Independencia no
se sabía qué rumbo seguir como nación y se intentaban modelos de aquí y de
allá. El poder secular rondaba amenazador el exterior de los elevados muros. En
tanto los sitiados, esperanzados, resistían hasta recibir noticias de lejanas
provincias que la revolución (otra revolución) había estallado. Que avanzaba
incontenible hasta hacer que los poderes terrenales se refugiaran en el
castillo de San Juan de Ulúa, protegidos por el hecho de carecer de una armada
que fuera capaz de salvar el kilómetro de mar lleno de tiburones bajo el fuego
de los cañones de la fortaleza.
Los actores
irrumpieron por aquellos pasillos en los que se exhibían cien pinturas de la
Santísima Virgen de Guadalupe, plasmadas por artistas contemporáneos. Imágenes
que contaban su propia historia independientemente de la intervención del
pintor. Carmen se detuvo brevemente ante un cuadro de dos metros por tres.
-Es el Canto Sexto del Paraiso. Dante pone en él a Bruto y
a Casio en el último recinto del Infierno por haber dado muerte a Julio Cesar-
dijo inclinándose un poco y leyó al pie de la pintura: “Después que Augusto los
derrotó, se suicidaron desesperados”.
Recordé las palabras
de Antonio Gómez Robledo, un estudioso de las ideas platónicas. Cork tenía los libros de Robledo en una pila cerca de su
cabecera. Cuando se levantaba por las mañanas ya había leído al menos una hora
de alguna de aquellas obras. Robledo, decía Cork, vale lo que varios premios
Nóbel juntos. Dentro de quinientos años, cuando este pueblo lea, descubrirá un
tesoro de muchos quilates en su producción intelectual. Así fue como conocí a
este pensador. Una de sus reflexiones era que de la belleza de los cuerpos se
pasa luego a la belleza de las almas, la cual debe tenerse por mucho más
preciosa, y a tal punto que debe preferirse una alma bella en un cuerpo feo,
antes que lo contrario. Yo había
encontrado en Carmen los dos tipos de bellezas. Con el solo hecho de ver a
Carmen, cualquier hombre sano podía eyacular a la distancia, con nada más
mirarla. Pero ella, a su vez, era capáz de llevar, y la llevaba, la más
perfecta forma de vida, que era la constante contemplación intelectual. Pero ni
se crea que hacia ostentación de ello. Yo había tenido que descubrirlo en la
isla de la manera más violenta. Aun recordaba aquélla escena cuando nos mandó
al infierno a mí y a Gothe. En este momento pasó por mi mente algo que me
apresuré a desechar antes que “hiciera costra” y tomara otras proporciones.
¿Esa intelectualidad de Carmen, llegado el caso, no interferiría en mi potencia
sexual? Al siguiente segundo ya tenía la respuesta: ¡seguro que no! Ella tenía
lo necesario para hacer bailar de cabeza hasta al doctor Fausto en su etapa de
universidad.
Los actores hacían
alto para decir sus letanías, encabezando la procesión de los pastores de Belem
en busca de posada. En tanto que el Contrario Luzbel, vestido de elegante frac de amplia capa negra
con vistoso forro rojo, asecha para tocar fuerte a los instintos humanos
prontos a buscar extremos en el hedonismo. Pero aparece el Amor y todo se le
echa a perder al Diablo. Y para su
desgracia, en eso llega José jalando el burro donde va María llevando en sus brazos al niño anunciado en
las viejas Escrituras...
Ese fue el principio.
En los días que siguieron, Carmen me trajo de un evento cultural a otro sin
apenas darme tiempo para respirar. El
Instituto Nacional Indigenista había organizado una muestra fotográfica que
llamó “Semana de la Tarahumara Rarámuri”. Fue montada en la Sala Guillermo
Kahlo, de la Casa de la Cultura, “Jesús Reyes Heroles”, Santa Catalina,
Coyoacán. La situación se me hizo familiar debido a que hacía algún tiempo
había conocido, de la biblioteca particular de Agustín Castillo López, un amigo
mío, la obra fascinante de Carl Lumholtz. Era un libro viejo al que Agustín
manejaba con cariño. Se trataba de un relato de viaje. Este género literario,
frecuente en tiempos anteriores, ahora no gustaba a muchos. Hablaba de una
expedición que empezó en Estados Unidos en el siglo diecinueve. ¡Una expedición
hacia México! A pie. Es decir, en animales de montar. Por esa época este país
no daba para más. Ni ferrocarriles ni carreteras.
Lumholtz es uno de los
viajeros cultos que visitaron el país. Su nombre se agrega a la lista de extranjeros que escribieron sobre este
territorio, empezando por el español Hernán Cortés, el alemán Alejandro von
Humboldt, el italiano Giovanni Gemelli Carreri, el francés Charles Brasseur, el norteamericano Poinsett,
el inglés Henry George Ward...Pero a diferencia de ellos, Lumholtz no escribió de los recursos no
renovables del país que después desatarían la codicia de las potencias.
Lumholtz nos habla de
los indios tarahumaras y huicholes. Ni
él mismo imaginó que llegaría a ser la referencia clásica de la vida huichola.
Ni los huicholes mismos ni los grandes cronistas del siglo dieciséis, como Fray
Bernardino de Sahagún y Fray Diego Durán, ni los mexicanos mestizos llegarían a
relatar la vida huichola como éste alemán lo hizo. Se quedó a vivir un año
entre ellos. Tal cosa provocó o estimuló, que 40 años más tarde Robert M. Zingg
viniera a los mismos lugares en los que había estado Lumholtz, para estudiar
los cambios que en la vida de estos pueblos huicholes se había registrado.
Lumholtz relata los
hallazgos que hizo en unas cuevas de la Tarahumara. Reproduce pinturas que encontró en estos sitios. Entre
otras, una cruz gamada y el dibujo de un olin
(dos medio círculos encontrados). Con casi un siglo antes de la aparición de la
Alemania nazi. También escribe respecto de un dato conmovedor, vivido por un
mormón en tierra tarahumara. Lumholtz se encontraba explorando ciertas construcciones en ruinas.
Un mormón vecino de esos rumbos le pidió que le permitiera acompañarlo a él y a
su grupo de trabajo. Después Lumholtz se dio cuenta que el mormón, con toda la
fe que pueda imaginarse, esperaba que aquellas exploraciones pudieran dar con
las planchas de oro que contenían el libro escrito por Mormón y que habían sido
reveladas a José Smith, en 1830.
Carl Lumholtz tomó
fotos de los lugares por los que pasaba. Eran todavía unos enormes negativos
tamaño media carta cuya emulsión fotográfica estaba aplicada a cristales, no a acetato
o película como se conocerían más tarde. Llevar cámara fotográfica para esos
negativos ya estamos hablando de toda una empresa. Las cámaras fotográficas de
entonces se trataban de unos grandes y pesados armastotes. Además requerían un
enorme trípode para poder fijarlas en tanto se tomaba la foto.
Carmen comentó:
-Gracias a la
presencia de ánimo que tuvo Lumholtz, para cargar con semejante equipo, es que
tenemos un legado fotográfico en blanco y negro de valor histórico
incalculable.
En la alameda interior
de la Casa Reyes Heroles nos
tomaron una fotografía instantánea
desde detrás de una mampara pintada con
dos figuras de personas. En el lugar de sus rostros había dos huecos de forma
elíptica en los que metimos nuestras caras. En la foto Carmen tenía los tubos
de suero conectados al corazón y
las enormes cejas de Frida Kalo. Yo
lucía la vieja chaqueta de mezclilla
embadurnada de pintura de Diego Rivera.
En el salón principal
estaba anunciada una conferencia sobre un libro de Fernando Savater. Empezaba
en quince minutos más. Le sugerí que nos quedáramos a escucharla.
- Mejor invíteme un
café y se lo cuento. ¿Le parece?
-Desde luego.
- Hay que provocar la
reflexión - dijo más tarde, en el café “El Jarocho”-. De eso se trata en
este libro. Muchos viejos temas vitales y sin solución plena son mencionados. Por desgracia, el autor no
dispone del espacio para detenerse y
desglosarlos con amplitud. Por eso lo
hace de pasadita y, cuando ya nos encontramos dispuestos, Savater ya está en
otra cosa. Se trata de un pensador moderno porque aborda temas que nos
interesan en la actualidad: educación, corrupción, democracia, libertad...El
hijo de un trabajador manual no tiene porque, de manera fatal, seguir siendo un
trabajador manual, dice. Ese determinismo social debe ser superado. De ahí la
importancia de que la educación sea pública y gratuita. Aboga por una sociedad
moral. Ninguna sociedad busca ser asesina. Quiere ser moral. Si sus resortes
morales se aflojaron es otra cosa. No es raro que en una sociedad exista la
corrupción. Lo grave es que se consienta
esa corrupción, reflexiona.-Savater, al igual que a otros pensadores, hay que
leerlos con disposición abierta de aprender de ellos, pues su vida está
dedicada a pensar. Si bien hay que seguirlos con atención. ¡Algunos, efectivamente, derrapan! Este
filósofo (Fernando Savater es catedrático de filosofía en la Universidad
Complutense de Madrid, España) camina en el filo de la navaja al tratar el tema
del individualismo. El tema del individualismo es el que descubre a los
educadores y a los nihilistas. Lo mismo en filosofía que en religión. El
educador se preocupa, como Ibsen y el mismo Savater, en que la masa, que
suele ser brutalmente manejada, se vuelva de calidad. O el tema descubre a los Zaratustras que, lindamente,
se fueron a su cueva durante veinte años sin haber trabajado en los afanes de
la comunidad durante ese tiempo. Y a los veinte años regresan, todos
despeinados y sin siquiera haberse bañado, a regañar a la comunidad porque no
hizo esto o por haber hecho aquello. Savater, en cambio, está aquí, entre la
masa, atento a denunciar los factores de descomposición social. Aboga, como
Ibsen, por el individualismo formativo pero no por el aislacionismo de la
persona con respecto de la sociedad. Hay que apartarse para procesar las ideas,
pero sin quemar puentes con el grupo. Hay ideas bellas que son rebeldes de
tratar. Los Derechos Humanos de la Revolución Francesa nos cautivaron durante
doscientos años. Pero la lucha, casi
reciente de las mujeres por la
reivindicación de sus derechos, nos dice
que se trataba de Derechos Humanos para los hombres (hombres con dinero, por
supuesto). Entre tanto, las mujeres tendrían que seguirse rascando con sus
propias uñas. Lo mismo sucede cuando
Savater habla de libertad y democracia ¿Cómo ser libre en la democracia? La
democracia es el resultado de un trabajo parlamentario que nos dice por dónde
ir. Mientras tanto, ¿dónde quedó la
libertad?-Savater, como digo, parece no tener la respuesta frente a estos
bellos intríngulis. O al menos no tener espacio suficiente para desarrollar los
temas más ampliamente. Pero sí busca este filósofo hacer que los que enseñan
ética, como él, que a eso se dedica, provoquen en el pueblo la inquietud de
preguntarse cómo deberían suceder las cosas.
Jesús era duramente cuestionado,
por sus propios seguidores, cuando se metía con las personas que hacían lo
peorcito de la sociedad de aquellos lugares y aquellos tiempos. “Por ellas
vine”, contestaba. Igual hace Savater. Si el mundo fuera perfecto, observa, qué
caso tendría que enseñáramos ética. Savater
como escritor, habla ante la brutal banalidad que se empeñan los medios
en meternos por los ojos y por los oídos. Sistemáticamente, día tras día,
minuto tras minuto. Pero como sucede con pensadores al estilo de Schopenhauer,
Nietzsche y Jasper, Savater también tiene sus cosillas. No se compromete a que
los que enseñen ética, prediquen con el ejemplo. No son predicadores, dice.
Observa una posición académica: “Lo que tratamos de despertar es,
sencillamente, la reflexión; no que un determinado maestro de ética sea un
dechado de virtudes”.
-Esto se parece a esos
médicos que todos hemos visto. Advierten a la gente de los peligros para la
salud que encierra el acto de fumar, pero que a la hora del descanso sacan su
cigarro y empiezan a fumar. O se parece a los fumadores que escriben contra el
tabaquismo.
-¿Libertad de
expresión escrita? Dice que en unos casos sí pero en otros no está seguro.
También toca, aunque de pasadita, el antiquísimo tema sin solución hasta ahora,
que en la democracia sólo se permitiera votar a los instruidos. Los que saben
por dónde y cómo debe ir el país. Y el resto debería de abstenerse de hacerlo.
No hay que asustarse. Savater lo que
quiere en este libro es despertar la reflexión...
Guardó silencio.
-¿Y?
- ¿Y? Pues ya. Es todo
lo de ese libro.
Veía la foto que nos
tomaron en la Casa Reyes Heroles.
-Es raro ver en este cuerpo regordete sus
ojos, al estilo de Robert Taylor, y no
los de sapo de Diego-
dijo.
Carmen vive en Francisco Sosa, el corazón de
Coyoacán que, dice la leyenda, fue la primera
calle de traza europea que, en el siglo dieciséis, se fundó en América.
Tiene a Coyoacán hasta en la médula. Asegura que la ciudad de México es, como
dicen los códices, el ombligo del mundo, la ciudad que fundó Tenoch, en medio
de un Inmenso lago de un gran valle,
rodeado por altas montañas nevadas. Procedente de las llanuras norteñas, personalmente me sentía en esta ciudad como
ratón en un laberinto para ratones. Las ciudades del norte son chicas, amplias,
bien ventiladas y en la última calle empieza la llanura sin fin, llenas de sol
y de viento. Aquí me siento en un lugar muy sucio donde la gente tira
papeles en las calles sin tener conciencia de ese acto y saca a sus perros a
que defequen en las banquetas. Ésta ya
no es la ciudad que fundó Tenoch, me resisto a creerlo. Ya no hay lago, ya no
hay nieve en las montañas, ya no hay
aztecas y a la cultura mesoamericana
ya sólo se conoce en los institutos universitarios de estudio.
Pero era la
ciudad de ensoñación de Carmen. Una de esas tardes fuimos a tomar café a El
jarocho, de Allende y Cuauhtémoc. Llevaba
un libro bajo el brazo. Ya he dicho que Carmen es de esas raras personas
que siempre están cerca de los libros. Así como la gente en la calle lleva el
celular hasta para ir al baño o corriendo en los Viveros de Coyoacán o
copulando, así ella con el libro. Era el VI tomo de las obras completas de
Poquelín.
-¿Con que es
usted una victorhuguita -quise hacer una broma. Pero a mujeres como Carmen no
se les puede tomar por asalto en eso de la cultura.
-¡Valera!-respondió
de inmediato- Me encanta Pepita Jiménez
pero no me gusta esa expresión de Juan Valera. La inclinación de los mexicanos
cultos del siglo diecinueve fue mirar
hacia Francia, para no mirar hacia Estados Unidos. Pero los liberales mexicanos nos obligaron a mirar en esa
dirección del continente. Por lo demás la cultura francesa es oro de veinticuatro
quilates. Quiero contarle algo de Jean Wahl. Es mi libro de cabecera en el tema
de filosofía.
-Otro día-
dije. Yo había leído algo del Romanticismo europeo pero, la verdad, lo mío era
buscar hidrocarburos allá abajo entre las rocas. Era tarde. Carmen ya me
hablaba de Wahl. En la banca metálica de la banqueta de El Jarocho íbamos por el segundo vaso de café
negro americano y Carmen seguía hablando de Wahl. Pero lo decía con tanto
empeño que empezó a interesarme y procuré prestarle atención a lo que decía.
Jean Wahl considera que la filosofía es una revolución
inacabada porque el pensamiento siempre está desarrollándose. Su enfoque es
universal y manifiesta reticencia ante los criterios que parcializan todo
devenir cultural de la humanidad tales como idealistas, materialistas, En los modos de pensar hay secuencias,
consecuencias. La muerte súbita y la generación espontánea tal vez se den en el
fútbol pero no en el mundo de las ideas. Es muy revelador este filósofo cuando
dice elegir nuestros valores es elegirnos a nosotros mismos y viceversa. ¿Cómo
podría ser eso? dije. Como en una tienda de autoservicio cada quien escoge los
artículos con los que se identifica. A
través de lo que escoge está definiendo
lo que es. Alguien comprará una camisa color amarillo con motas verdes y azules
y se sentirá a gusto con su adquisición. El otro no comprará para nada una
camisa amarilla. El primero está realizando el método positivo para decir cómo
es. En el segundo caso tenemos al método negativo: al decir no a la camisa
amarilla está diciendo que él no es así. Wahl dice que la negación está
implícita en la afirmación misma de cualquier Ser particular. De ahí que vamos
por el planeta escogiendo nuestro mundo, con el que nos sentimos identificados.
Pero en ese caso, añadí, los problemas
vienen al enterarnos que el mundo
está organizado de tal forma que, al menos eventualmente, tenemos que actuar
diferente a como somos. La inconformidad, la neurosis y un sentimiento de
fracaso no están lejos. Es cierto, contestó,
por eso Schopenhauer dice que pasamos la vida fingiendo cuando nos
conviene pero en cuanto podemos (nos sacamos la lotería, se murió un tío en el
extranjero que nos heredó o mataron al diputado titular y el suplente pasó a
ocupar su lugar…) volvemos a ser como somos. El pensamiento, afirma el autor,
está en continuo movimiento porque deviene y nunca se le puede considerar
terminado. Es una revolución continua y para entender esta revolución hay que
entender a la tradición. Wahl dice que es esencial revelar la continuidad del
pensamiento desde los antiguos griegos hasta nuestros tiempos, que somos
herederos de una cultura muy vieja que comienza en filosofía con Tales y
Anaximandro. Y que necesitamos
conocerlos y darles la bienvenida antes de decirles un respetuoso adiós.
Recuerdo haberle preguntado de qué época es Wahl. Sólo dijo Nació en Marsella, en 1888. Falleció en París en 1974.Carmen iba a
pedir otro vaso de café para seguir hablando de la cultura francesa pero le
dije que fuéramos ahora por un vaso de nieve.
9
El trío de jazz tocaba
desde hacía rato. La gente pasaba o se
detenía en la banqueta. Atmósfera despreocupada de la segunda quincena de
diciembre y envuelta por el olor a café cuando lo están tostando. Sentados en
los escalones de acceso de los locales, algunos muchachos de la clase media
reían desapercibidos que en ese momento estuvieran cayendo toneladas de bombas
en Siria. Su risa era tan inhumana como la de la Gioconda. Pelo largo, tatuados
los brazos y la cara, pantalones de mezclilla deslavada y hecha jirones por
todos lados, como era la moda. Escuchan sentados con las piernas cruzadas sobre
los toldos de sus automóviles ahí estacionados. Una muchacha bonita reía, como debe reír la
muerte personalizada ante la eternidad, mientras da profundas fumadas a su
cigarro de marihuana ya casi legalizada en este país y se afana por retener
para siempre el humo en sus pulmones.
El
trotacalles abandona su aire taciturno.
Alegre ahora, se detiene a
charlar con imaginarios personajes o con los ayudantes del conjunto musical. El
vendedor ambulante de periódicos baja la voz y se concreta a mostrar sus
publicaciones: ”¡Siete millones de
personas se reunieron anoche en la Basílica de Guadalupe!” Los “balazos” de
esos diarios decían:”¡ Otros siete millones caminan de todos los rumbos del país hacia el
Tepeyac!” “Cinco escuadras de ciclistas
del estado de Tlaxcala vienen también en peregrinación ascendiendo la vertiente
oriental de la Sierra Nevada”. “¡Un enorme contingente de la Tarahumara se reunió en San Juan del Río, con otro de
Querétaro, y juntos se aproximan al Valle de México para ver a
Coatlicue-Tonantzin -Guadalupe.”
Los niños y las niñas de habla náhuatl y
español cortado pasaban incesantemente
vendiendo sus collares y figuras en papel de Don Quijote y Sancho Panza.
Otros ofrecían figuras hechas de
cartón, pintadas de vivos colores, de
Santiago Apóstol sentado en su caballo y la espada en alto. El elegante
traficante atisbaba desde detrás de sus lentes oscuros con todo cuidado el
contorno. Sostenía con una mano su vaso de café y el cigarro y en la otra un
libro de Nietzsche. Era para interesar a los intelectuales. Tipo duro, moderno,
individualista, sin compromiso de moralidad social. Vive entre la gente como
depredador. Pero sin su mercancía
algunos se cortarían las venas antes que anocheciera.
Bellas y
escuálidas muchachas, de no más de veinte años de edad, metidas en
pantalones de mezclilla de tirantes con aspecto cuidadosamente descuidado, y
cabello al viento. Repartían su propaganda que anunciaba la obra de teatro
puesta en escena: “Hotel de Burgogne”. En media hora daría comienzo. El mini
volante decía del teatro barroco de Francia. Una carrera que emprendieron
España, Francia, Inglaterra e Italia en el principio del siglo quince para
aprovechar las plazas públicas y hacer sus representaciones. O las viejas salas
de hospitales, los patios de vecindades y los solares baldíos. Cork pensó que
era la hora de la tarde en que las calles del centro de Buenos Aires empiezan a
ser invadidas por un olor a carne de churrasco. El mimo que acompañaba a las muchachas se trepó a una
banca metálica y, entre las notas de Maryland
my Maryland, desenvolvió un escrito.
Lo hizo como si fuera a leer un rollo en una
plaza medieval. Después se trepó ágil a un microbús que pasaba en ese
momento. Hizo como si fuera remando. En el otro lado de la plaza principal un
grupo religioso anunciaba el inminente y pronto fin del mundo. Su madre le
enseñó a leer la Biblia al revés. Empezaba por el Nuevo Testamento. Por eso a
temprana edad, cuando escuchaba a los más modernos críticos del cristianismo,
sabía que estaban inventando su terrible cristianismo, que en nada se acercaba al humanístico de Jesús.
Pensó en
los viejos del grupo kikapú -hopi en la
llanura del noreste mexicano. Los imaginó sentados en el suelo. Otros en
cuclillas. Harían un círculo de unos veinte o treinta hombres. Platicando al principio
de cosas comunes y todos a un tiempo de manera atropellada. Después en orden empezando por la derecha.
Exponiendo sus asuntos de trabajo y hasta familiares. ¡Falta el agua! se oiría
otra vez. Escuchando y ofreciendo alguna sugerencia si es que se les pedía que
lo hicieran. Hacía miles de años que eran la ley del lugar. Su palabra se
escuchaba. Se habían ganado ese respeto. “En las ciudades a donde vas no tienen
la organización de tu grupo. Allá el péndulo va de un extremo a otro. Primero
las cosas fueron divinas y después humanas... En el terreno cronológico antes
tenían dioses. Después vino la otra religión. Ahora eran vírgenes. Hasta aquí
todo seguía dependiendo del cielo. Finalmente desaparecieron las vírgenes.
Después fueron santas. En las cosas de la política de Europa había reyes cuya
autoridad procedía del cielo. Más adelante, con la democracia, el poder emanaba
del pueblo, ya no del cielo. Dos o tres siglos más tarde las cosas volvieron a
bajar del cielo. Después de otro tiempo todo surgió de nuevo de la Tierra. Dios
hizo al hombre de arcilla y luego los científicos descubrieron que las arcillas
habían tenido un papel decisivo en la alimentación de los organismos vivos para
su desarrollo...Los libros que se han encontrado de este proceso llenarían el
Golfo de México, si a éste se le quitara
el agua, y aun formarían una gran elevación.
Los niños y las señoras de las casas de las ciudades ven todos los días
muchas horas de televisión. Demasiadas, vamos. Los canales comerciales de la
banalidad. Esto los confunde respecto de lo que es bueno y lo que es malo.
Acaban por creer que la violencia de las películas, de los noticieros, las caricaturas y las telenovelas, es lo
correcto. Lo bueno y lo malo se ha trastocado en malo y menos malo. De los valores
trascendentes de divino y humano ¿quién podría hacer una síntesis en estas
condiciones?”
¡Cómo puede florecer en este ambiente un
Emerson? El se refería al eterno
conflicto humano pero también podría servir para los planos de “arriba” y
“abajo”. En Tlamatzinco se dijo que los individuos de su grupo habían
sobrevivido en el tiempo del desierto
gracias a que supieron mantenerse unidos. De otra manera serían a la sazón como
los pequeños granos de cuarzo. Duros, pero que son llevados por todos lados para
donde sopla el viento. Soñando entre tanto que, estoicos, son libres e
independientes como el viento, sin poder ver las cadenas que los atan a esas
corrientes del viento. Duros, pero de tanto golpearse entre sí acabarían tan
desgastados que un día no serán otra cosa que polvo. Ahora la sociología, la
religión y la psicología, conocen de una gran variedad de recursos que han
mantenido desunidos a los hombres. ¿Para
qué esperar dos mil años más para ver al mundo nietzscheano? Basta dar un
vistazo al desierto. Las arenas no hacen argamasa.
El trotacalles regresó a donde Cork estaba
sentado escuchando, ahora Just like in
the old.
- ¿Qué te pareció el
café? Eres más experto en conocer el café que los catadores del Centro de
Cambio Monetario de Manhattan...
- ¡Bien!
Señaló a una muchacha
que, como parte de un grupo de encuestadores, detenía a los que pasaban. Les
preguntaba si querían contestar algunas preguntas de no sé qué cosa.
- ¿No te parece
interesante lo que hace esa muchacha?
- Cumple con su trabajo.
Si, puede ser interesante.
- No me entiendes... ¿Cómo
reaccionaríamos si nos percatáramos que un grupo de hormigas se pusieran a
levantar planos isométricos de paleo hormigueros?
El Trotacalles tenía
un frasco de licor en la mano. Su ropa, muy sucia, olía a cemento para
pegar dibujos. Cork sintió como una
descarga eléctrica que empezaba en su cerebro y hacía contacto doloroso con el
piso. De pronto pensó en los mexicanos
que, vagabundos, ya con las neuronas
hechas polvo, podrían estar desarrollando investigación en los laboratorios o
elucubrando sobre asuntos estéticos. O en la industria produciendo...En el
campo...
- Tan conmovedor como que una joven zoóloga
estudie a los babuinos...O como cuando nos detenemos en la galería a observar
las obras que pintaron otros humanos...
- ¿Por qué eso no
puede ser?
- ¿Qué cosa no puede
ser?
- Lo de las hormigas
levantando planos...
- No tengo la
respuesta...Supongo que la naturaleza ya hizo sus experimentos...
- Sigue.
- ¿Cómo?
- Sigue haciéndolos.
No te sorprenda que aparezca alguien mejor que “nosotros”. Sólo que es tan
lento el proceso que no lo notamos.
Se echó a reír y dijo:
- ¡No sueñes!
Lo miró.
- ¡Tienes razón! No
los dejaríamos avanzar... El humano
apareció en la Tierra hasta mucho después que los dinosaurios se
hubieron extinguido...- De pronto dijo algo,
haciendo referencia a las repartidoras de volantes del teatro:-Así de bonitas como la
ves, son duras las muchachas- señalaba
al grupo de actores que se alejaban por la calle hacia el mercado -. Conocí a
dos mujeres que se las pintaban solas. Una de ellas se llamaba Nora. Era
casada. Un día, al descubrir la desconfianza de su esposo hacia ella, abandonó
su hogar y no le importaron sus hijas.
-
¿Cómo se llamaba el esposo?
Se rascó su
sucia cabellera.
- No me
acuerdo. La otra que te digo que conocí
era más difícil. Se cree que su lesbianismo...
-
¿Qué?
-
- ¿Qué crees que hizo?
- No imagino.
- Pues se
suicidó.
- ¿Por qué
dices que parecía preferir el lesbianismo?
- Hay en juego
unas pistolas...Armas de fuego, ¿me entiendes?
- ¿Cómo se
llamaba esta mujer?
- Hedda...-
Volvió a rascarse – Hedda...
-
...Hedda Gabler
-
- ¡La misma!
- ¿Y su
marido?
-
Carlos Tesman... A este sí que lo tengo presente. Se me
quedó grabado que era un hombre culto pero la gente lo veía como un tonto. ¿Te
acuerdas del Príncipe, de Dostoievski?, pues has de cuenta.
- ¿Y dónde
conociste a estas mujeres?
- Aquí a la
vuelta, en el Foro Coyoacanense. Por cierto que esta muchacha que te dio la
propaganda era muy parecida a Nora.
- ¿Y la otra
se parecía a Hedda?
-
¡Exacto!...Oye, ¿cómo lo adivinaste? ¡Salud!- levantó su
vaso con café y ron- ¿Ves a aquella
mujer? La güera de turbante. Da clases de psicología tibetana. Cuando quieras
te la presento. Muy tibetana pero te aseguro que también tiene clítoris.
-
¡Salud!- dijo Cork tomando de su café negro americano sin
azúcar.
* * *
Recordó que
hacía tres vidas, según le contara Clemencia... pasaban por los campamentos indios
norteamericanos, a la vista de los guías, en derredor a la hoguera. La muchacha
y él se percataron que la gente no se había entregado a la espiritualidad como
una moda de importación. No hasta el punto de querer establecer una
comunicación directa con la divinidad al precio de prescindir de su chaman. Aun
se le consultaba en la enfermedad y se le creía a través de alcanzar la salud.
Los pueblos de la modernidad ya no van consiguiendo esto ni siquiera con los recursos químicos
sintéticos de la reciente ciencia. Cada vez su laberinto se les hace más
indescifrable. En geología podemos ser especulativos, pero en medicina se muere
la gente. Así es como el guía del pueblo aumenta su prestigio, su maná, a través
del poder que le da el pueblo mismo. Es una figura energética en la que la
gente de la tribu ve reflejada su propia autoridad. El hombre anciano pasa sus
manos a lo largo del cuerpo pero sin
tocarlo. El enfermo cierra los ojos. Percibe mejor el fluido que le es
trasmitido por la imposición de las manos rudas. El sacerdote chaman, cazador,
campesino, sostiene un haz de hierbas. Estas deben tener un poder especial.
Cuando él termina sus manipulaciones el
enfermo es un individuo diferente. Tiene otra mirada, camina erguido. Algo que
no se puede fingir es que tenía en su
cara un color verde cenizo cuando esperaba
su turno. Ahora el rostro ha recobrado sus tonos que le ha valido a su
grupo el adjetivo general de “piel roja”.
Era cuando ella le decía: “¿Me creerá que he
soñado que sucede lo mismo en el Teocuicani, la cumbre de la ladera sur del
Popocatepetl?”. También le decía que la
gente de la ciudad había cambiado cuando
dejó de sentir respeto por sus antepasados. Después ya no sintieron respeto por
ellos mismos. Es como si esa fuerza del
grupo, dijo, arrancara a la divinidad de su ser inmutable de antes de que el
tiempo existiera. Y lo obligara a través de la acción, y la súplica, a
mezclarse entre los hombres. A tomar parte en sus cosas inmediatas. Cork
recordaba las palabras que los
teotihuacanos pronunciaban a Tezcatlipoca: “Has que la paz vuelva a nosotros”.
Con esto lo obligaban a dejar el nicho y a involucrarse en sus cosas. Aquí el
guía todavía no es el depositario único de las fuerzas cósmicas ante las que
nada tiene que hacer la libertad del individuo, como sucederá con las
religiones orientales. Todavía se cree de manera sencilla y primitiva. La figura central de la
comunidad pasa sus manos a lo largo del
cuerpo del enfermo, aun sin tocarlo, y su poder será de tal fuerza que la
enfermedad tendrá que ser arrojada de aquel cuerpo. La impulsará la fuerte
creencia que su chaman es el depositario de las fuerzas cósmicas. Si el médico
egresado de la Facultad invocara también una buena dosis de psicología y
religión a su paciente, sin olvidar a la filosofía, éste podría llegar a
profundos resultados frente al mal que le aqueja. Las células animales
desordenadas volverían, quizá, a su buen funcionamiento. Su laicismo, sin
embargo, lo ha situado en sólo un hábil conocedor de fórmulas químicas. Los
grupos que han diversificado tanto sus actividades de tipo social, frívolo o
político, van restándole importancia a la figura de su guía. Este es cada vez
menos fuerte ante los problemas del pueblo. Ha llegado a ser una simple figura
más en el paisaje. Ha perdido energía.
Algo sucederá
aquí con la naturaleza y con la vida. Observaba Clemencia al ver cómo los depredadores se iban apoderando de las
poblaciones sin que se contara con una fuerza capaz de enfrentárseles. Los
despojan de sus tierras amparados en un tramposo jurídico sin importar le
revuelta social que eso provocará tarde o temprano. Una interpretación
demasiado individual del cristianismo, y una tecnología insaciable comedora de
recursos no renovables, tendrá que
arrojar sus resultados. Acabarán emigrando hacia el norte. Parece una cosa
obvia lo que dice Plotino, pero es de lo más cierto.
- ¿Qué dice?
- Que la
naturaleza es un alma nutritiva y vegetativa. Hace que cada ser produzca un ser
semejante a sí mismo...
- Nadie puede
dar lo que no tiene. San Francisco no podría dar odio, por ejemplo. Y ya
Sócrates probó que Pericles no pudo lograr que sus hijos fueran tan sabios como
él.
En
ocasiones pensaba que esta
muchacha, a fuerza de buscar estar en la
misma frecuencia con el Absoluto, había perdido de vista a la naturaleza. Pero
no.
- Por
desgracia la influencia del viejo Schopenhauer sobre las teorías, respecto del
inconsciente, apenas se empiezan a dejar sentir.
- ¿Qué quiere
saber de ese viejo gruñón?
- ¿Por
qué usted no puede resistir tomar una cerveza? Si sólo supiera que es el velo
de Maya que lo envuelve.
Por lo
visto a sus ojos era un
individuo lleno de sensualidad. Nada más. El, en cambio, pensaba que el mundo
está lleno de mujeres menos complicadas que Clemencia. ¿Qué locura aquella de
las vidas sucesivas? Clemencia creía firmemente en algunas cosas de lo que
Platón decía, pero en otras no. Es como los cristianos que en algunas cosas
hacen lo que dice Cristo pero en otras no.
- Lo único que
cambia son los lugares. Siempre hay guerras. Con frecuencia entre países
cristianos.
- La guerra es una eterna mentira.
- O dos verdades.
- O una verdad partida en dos.
- Los cronistas e historiadores de ambos bandos
contarán en los siglos venideros su verdad, que
será una mentira para los otros.
-La historia
antigua de México siempre estará marcada por algo llamada Tlaxcala.
- Pero en la
historia de Tlaxcala sólo existirá una alianza con los españoles como solución
para librarse de la dominación de los aztecas.
- Platón y
Jenofonte no coinciden en lo que Sócrates dijo en el Banquete.
- ¡Imagínese
cuando los historiadores empiezan a defender
su ideología! Se vuelven escritores de partido y se niegan como
historiadores.
- No estoy de
acuerdo en la carga de hedonismo que significa tomar una cerveza. El cuerpo
humano se preparó por cientos de miles de años. En la actualidad el hombre o la
mujer que suben por una pared de rigurosa verticalidad se dan cuenta del
infinito trabajo de preparación previo que tuvo lugar. O cuando va por una
ladera nevada o recorre cincuenta kilómetros subiendo y bajando montañas. Es un
organismo y una voluntad hechos a la medida de las posibilidades del humano.
Todo está hecho, se decía, del mismo tiempo y del mismo espacio. En él se dan
la voluntad y su representación. Lo piensa y lo hace. ¿De que serviría que
pudiera pensar pero no hacer? Puede hacer y por eso piensa en la posibilidad de
ejecutarlo.
Y al recordar a Schopenhauer y ver a Clemencia tan junto a él, pero a la vez
tan lejana, sabía que la mujer da después que ha recibido. Buena clave para
descifrar el enigma. “Con tal que no pida que le de mi alma y mi cuerpo para
entregárlos a las sucesivas vidas punitivas que ella llama liberadoras”. ¿Imagino mi alma
antropomorfa con botas y piolet,
provista de alas perderse en el
cosmos para siempre sin dejar huella? Y volvía a pensar en esa mujer que lo busca cada vez a través de los siglos hasta encontrarlo de
nuevo. ¿Y todo para qué? Cuando lo encuentre de nuevo se retirara a la paz de
su departamento y volverá a viajar a través de los mundos siderales. Las
estepas del norte están vacías de la presencia humana y ella viajando por esos
mundos. Quizá sospechara Clemencia, se dijo,
que todo amor... toda frase, todo romanticismo, todo arrobamiento, toda promesa
en el amor estaba dirigido a materializarse en un tercer humano producto de los
dos. Bello y exigente, capaz de captar la atención de ambos antes que, como apunta el poeta, empiecen a pelear. ¿Lo sabía? ¿Por qué
buscarlo? ¿Por qué no seguir cada quien su camino y pasar, como trenes que van
en direcciones contrarias, entre las sombras de la noche, decía Cronin? Si la
matriz sirve para tener hijos, o para tener tumores, por qué llenarla solamente
de viajes siderales?
-¿Todo eso
dije entonces?
- Todo eso
dijo entonces.
- Creo que
jamás se me hubiera ocurrido. ¿Está segura que no tenía a la mano una botella
de ron?
- La tenía
pero sin ron. También dijo que estaba de acuerdo en que Mictlantecutli era un
gran liberador.
-¿Un gran
liberador? ¡Todo lo que cualquier dios quiere es que haya convencidos de su
misión! ¿Llamé liberador a Mictlantecutli? Entonces empiezo a ser sabio...
-Bueno, dijo que lo liberaba de la envoltura
de esta vida para que pudiera trascender el tiempo.
- Eso parece más bien
cristiano. Me recuerda a Santa Teresa de Avila.
- Dijo que lo había escrito Sahagún.
- Precisamente un
monje cristiano. Sabio como pocos, por cierto.
- También que lo había escrito Durán.
- Otro monje
cristiano. Sabio también. Pero si, creo que tenía razón. Mictlantecutli y
Mictlancihuatl liberan... pero a su tiempo... ¿Qué haría una anciana de ciento
veinte años de edad? ¿O un enfermo sin remedio?
- ¿O alguien que se
esté hundiendo en la tristeza? ¿O en la riqueza? ¿O en la aflicción?...
***
Media hora más tarde daba un último
trago de café. “Café negro americano”,
dijo sonriendo en tanto veía hacia el interior vació del vaso de material
desechable. Fue cuando sintió que su tiempo se había acabado. Si a partir de
entonces no encaminaba sus pasos hacia una vida menos muelle, su
psicología resentiría graves daños. Su
cuerpo engordaría. En adelante sería un campo más en el que se desarrollarían toda clase de hipocondrías.
Amaba a Puerto Rico, a su gente, a su historia. Pero encontraba tan bello el país que en cada
ocasión, después de dos semanas, tenía que salir a toda prisa de ese Edén.
Como un asceta que de pronto se viera comiendo un delicioso pastel. Decía que
no quería morir como el campesino inglés Tomás Parck. A los ciento
cincuenta años de edad fue a vivir a la
corte. Dos meses después murió. La vida demasiado regalada lo había matado. “Mi
Edén tiene otras características. Otro tipo de belleza. Los puertorriqueños,
como los de Ciudad del Carmen, es gente que nació con la fuerza necesaria para
vivir en esos Paraísos. Su porcentaje de sangre negra le da esa resistencia”.
Tiene razón Clemencia cuando dice que el
ruido de la ciudad dificulta al individuo encontrarse con su interioridad.
En parte era ajeno a la escena exterior. Deseaba tener la facilidad de los que son
capaces de congregarse por centenares, en derredor del mimo, y reír
espontáneamente de sus ocurrencias. La
gente del desierto dice que después de la tormenta de polvo llega la calma.
Después de la destrucción que deja el tornado la vida se rehace. Pero la falta
de interioridad le hará ver el caos terminal.
Sí. Era
hora de volver a la montaña. La idea empezaba a tomar forma. Parecía audaz
pero, se dijo, ciento noventa años antes que Colón, Dante ya hablaba de un
mundo occidental que debía encontrarse siguiendo el sol…
¿De dónde brotan todas
esas tonterías? Sólo se necesita una poca de holganza para ya no poder salir de esa rueda de pensamientos. Uno de
los ancianos le había dicho, al poner sus manos sobre su cabeza, en señal de
despedida institucional: “Ahora viajas hacia el sur. Es un lugar donde reina la
confusión. Pero no te equivoques. En otros tiempos los habitantes del norte vagábamos
desnudos por la llanura y comíamos carne cruda en tanto ellos, los de la zona geográfica, que ahora
se llama el centro de América, ya veían hacia las estrellas. Contaban con el
cero. Sobre todo tenían una forma de
escritura que a la fecha no hemos podido entender. Tenían grandes poetas y no
menos grandes arquitectos”.
Se acordó de la isla
del Carmen. De Carmen y de Clemencia.
“Carmen siempre buscando la última metáfora en la obra de Ibsen”. Sin
metáfora será mejor que el individuo se dedique a otra cosa diferente a tratar
de vivir, Mailer fue el primero que lo dijo.
Se esforzó en traer a la mente una idea que
hacía tiempo buscaba como proyecto de ascensión. Tal vez cincuenta kilómetros
en las altas montañas, empezando por el norte... La marcha se desarrollaría en
la cota de los cuatro mil metros como promedio. Habría que incluir algunas
escaladas en roca, nieve y hielo. Como todo escalador que piensa en una
ascensión, tan pronto enuncia el nombre de la subida, ya está sopesando la
intensidad de los riesgos. El sudor aparece en la palma de las manos... Bueno,
se dijo, no hay más locura adrenalínica en el alpinismo que en el Encierro de
Pamplona o en el Carnaval del Misisipi.
Así, de pronto, cambió su escenario. Como un
fotógrafo que manipula el telémetro de su cámara, y selecciona su objetivo,
dejando en segundos planos de nitidez el resto de la escena. Se dio cuenta que
el dixieland y los encantadores
personajes de la bohemia callejera, que un rato antes le proporcionaran placer
escucharlos y estar en medio de ellos, ahora se movían como en un trasfondo
cada vez más extraños.
Dice que volvió a pensar en Clemencia y en
Carmen. Se preguntó qué caminos andarían recorriendo. “Encantadoras y
complicadas mujeres”. En relación ¿a qué la complejidad de la mujer se acentúa
y en relación a qué se hace más entendible y hasta completamente accesible? ¿La
temperatura, como le habían dicho en Tlamatzinco? Nora y Hedda. ¿Filosofía?
¿Fisiología? ¿Economía? ¿Mercado de trabajo?
Una mujer podría relatar eso. Joyce estaba chiflado al pretender
semejante cosa. Carmen le había asegurado que ni siquiera Oscar Wilde, Somerset
Maugham o Salvador Novo, podrían
lograrlo. Levantó sus hombros en señal de incomprensión y volvió a centrarse en
su proyecto alpino.
El trotacalles había
vuelto a sentarse junto a él, en una de las bancas metálicas de la orilla de la
banqueta. Mientras movía su café con el popote agitador y sin importarle lo
fuerte que se escuchaban las notas de jazz (¿o debía decir gospelmusic?), le contó de un sujeto que había conocido en el
verano. Era un hombre que se creía ser un barco. En lugar de encontrarse
surcando las aguas del mar estaba encerrado en un manicomio. Se llama
Plantagenet- Lawhill. Nada más Plantagenet. El médico del manicomio se empeñaba
en decirle también Lawhill. No estaba ahí por loco sino por borracho. Y él
mismo no sabía si eso era mejor o peor. La gente se empeñaba en que fuera como
ella. El solamente quería ver el mundo a través de una botella. ¿Por qué no?
¿Acaso no hay libertad en este mundo? Iba a decir democracia pero eso le
obligaría a vivir como decidiera la mayoría. Dijo “libertad”. ¿Cuál libertad?
Quién sabe. Por fortuna en el liberalismo hay cien libertades, todas
irreconciliables unas con otras. Ante eso el mundo ya podría dejarlo en paz.
Arrinconado en el lugar más oscuro del bar se acordó del pobre gato que había
perdido un ojo en una pelea. ¿Era cierto o lo cerraba a propósito para buscar
una sola visión de las cosas? Su libertad era su libertad. No era la libertad. Después de todo, qué le importaba
lo que pensara un mundo que no había sido capaz de conciliar el horror de los
contrarios. Que no hace caso de la dialéctica de Hegel. Que cada quien patea el
balón en la dirección que se le pega la gana. El temblor que ahora sentía era
como ese espantoso miedo que se tiene cuando se está acabando el licor y ya no
hay dinero. Porque hay que parar de beber... Después de lo cual queda la
realidad. No la realidad específica de un bebedor. La realidad que se rige por
las reglas dictadas desde la cámara de legisladores. El que sea capaz de sobre
vivir después del amanecer, sin un trago en el estómago y sin dinero, es un
superhombre. Espera un temblor que hace morir de pánico. No todos sobreviven a
eso. Mientras tanto sus compañeros de cuarto (¿debía decir celda?) sin
atreverse a comer, se reían con una sonrisa vacía. Pensó en decirle al doctor
que uno de sus pacientes, su amigo Kalowsky, no estaba loco sino cuerdo. Se
detuvo al pensar si él, Plantagenet, estaba cuerdo. ¿Lo estaba? Lo cierto era
que Jesucristo estaba allá arriba, aunque nadie lo veía. Abraham Lincoln y
George Washington estaban acá en la
tierra y tampoco se les podía ver. ¿Qué se podía asegurar y qué negar? Además,
se preguntaba, qué caso tenía que el médico rehabilitara a pobres lunáticos.
Tendrían que vivir en un mundo perverso. Otros lunáticos mandaban donde el
comportamiento neurótico se convertía en norma. Pensó que los internos son como
unos soldados heridos. Los cirujanos, también destrozados, tratan de
remendarlos para enviarlos de nuevo al combate. Algunos de estos individuos
decidieron enfermar no para morir sino para cambiar de vida. Tenían la idea de
renacer, de hacer un borrón y cuenta nueva. Pero a la sociedad no se le puede
burlar así. Tiene sus reglas. Y al que lo intente lo encierra. Por lo que a él
tocaba acaso pudiera volver a un pasado
sin historia...Todo volvería a estar bien. Pero
tenía una historia. Ahora bien, si ese pasado no le hubiera dejado una
larga y pesada herencia de insalvables consecuencias. Había detalles que le
recordaban con cruel exactitud la criminal locura de su vida...Al final del
tratamiento lo dejaron salir del "sanatorio". Percibía por fin la
libertad. ¿Libertad frente a qué? Siente remordimiento por haber dejado allá
adentro a sus amigos. Compra unas naranjas y regresa a dárselas. Con ellos el
problema es más grave. No como él, pasajero ocasional de aquel barco. Ellos son
parte de la tripulación. De todas maneras le dice al médico que han sido
ultrajados. Tratados a patadas, perseguidos, y ni siquiera llevan gafas
adecuadas para leer. Que deberían estar en un sanatorio. Que Kalowsky es un
pobre diablo pero que no está loco. Un muchacho que no tiene esperanza, ni
tradición, ni libros, ni educación. Sólo tiene a Tarzán.¡Un verdadero héroe
como modelo a imitar! ¡Tarzán es lo único que conoce! ¡Si se le diera
oportunidad de leer, de aprender, de vivir! ¡Si no hubiera diarios! Se
introduce a un bar. En el lugar más oscuro saca la botella y apura unos tragos
de whisky. Busca un sitio dónde dejar la botella vacía. Ve en la pared un
dibujo obsceno. Presa de ira inexplicable lanza la botella contra aquella
imagen. Se hace a un lado para evitar los vidrios rotos. Es cuando le parece
que había arrojado la botella contra toda la indecencia y la injusticia del
mundo. Después de lo cual se acurrucó sobre la mesa. Como cuando, antes de
nacer, estaba en el vientre de su madre.
- ¿Cómo dices que se
llama el personaje de tu relato?
- Lawhill.
- Creí que Lowry –
pero cuando volteó el trotacalles ya no estaba. Había ido a pedir dinero para
comprar otro café.
Dos días antes yo le
había escrito por computadora: “¡Llegaré este fin de semana. No sé qué diablos
se te ha metido en la cabeza con respecto a las montañas. Espero que valga la
pena el viaje. Arreglé las cosas en la compañía para ausentarme dos o tres
semanas”. Y aquí venía lo mejor:
“¡Después debo regresar de inmediato. Tengo proyectos de trabajo que
desarrollar de manera urgente!” Dice
Cork que no pudo controlar reír en plena banqueta llena de gente que caminaba
sin prisas con su vaso de café en la mano. ¡Proyectos qué desarrollar de manera
urgente! ¡Las malditas placas tienen millones y más millones de años moviéndose
allá abajo, milímetro a milímetro sin prisa, y él tiene cosas urgentes que
desarrollar!...Después pensó, volvió a pensar, que en algunos países los
investigadores científicos duran cien años de vida. Solamente hasta los setenta
pudieron, quizá, ser realmente productivos. Los treinta años
restantes...Cobraron sueldos elevados con respecto a lo que la gente gana en la
calle. Ocuparon un espacio físico... Por treinta años estuvieron en la nómina y
de alguna manera no permitieron que otros investigadores jóvenes, y con ideas
frescas, pudieran haber ocupado...Después de todo, recordó haber leído en
alguna parte, el arte que tú haces es de tu espontaneidad, pero una
espontaneidad que ya tomó en cuenta el pasado...Conoció el caso de un
investigador científico que había perdido el juicio. Nadie, ni siquiera el que
hacía el aseo, podía entrar a su oficina. Y como era emérito, tampoco el
director se atrevía a emprender alguna acción. Cierta vez el doctor se ausentó
un mes. Un hedor se empezó a esparcir por el pasillo del edificio. Tres días
más tarde llamaron a los bomberos y a los abogados del Jurídico. Lo que encontraron en la oficina fue un bote grande
de lámina que, a pesar de su tapa, despedía aquel olor insoportable. Cuando lo
abrieron pudieron observar millones de gusanos en pleno hervidero en torno de
una piel que había sido de gato. El investigador lo había encerrado en el bote.
Se comunicaron a su casa. Hacía unos días que había perdido el juicio. Dos
meses más tarde murió. Estaba en edad avanzada. Debía haberse retirado unos
veinte años atrás. La comunidad del instituto de investigación pudo observar su
paulatino descenso. Pero era una personalidad a la que la ciencia y el país
debían mucho. ¿Cómo decirle siquiera una palabra para que se fuera descansar, a
viajar...? Montaigne decía que había que morir en pleno goce de sus facultades
físicas y mentales “espero que no haya estado pensando en los escaladores”.
Miró el vaso una vez más. Dio el último sorbo
y luego de depositarlo en el gran bote
verde de vasos usados, se fue caminando, hacia el sur. Hacia Miguel
Ángel de Quevedo. En la plaza, bajo el kiosco, pululaba toda clase de profetas
sociales y religiosos. Pedían firmas para algún plebiscito. El mundo estaba
haciendo crac. Malaparte habría dicho que “kaput”. Sin remedio. ¡Hegel tenía
una gran influencia en el mundo! Esta vez no se dispondría de Arca alguna para salvaguardar a una pareja de
cada especie. ¡Y largarse del planeta era llevar consigo los mismos esquemas!
¡Frankstein en programas de computadora! ¡Y con mucha urgencia para desarrollar
planes de trabajo! La psicología necesitaba a su Eberard Von Braun. Jung sólo
había sido un buen antecedente. Antes que el mundo tronara, los muchachos de
poder adquisitivo se apresuraban a buscar un cigarro de hierba y un puñado de
anfetaminas. El gran descubrimiento de los bebedores de la taberna Washintogniana...
fue que la fuga geográfica no curaba la
afición de beber. Puede funcionar con enfermedades virales pero no con las que
se llevan en el alma. Estas necesitan otro tratamiento. Los washingtonianos lo habían
descubierto. Se habían quedado en su misma mesa del bar. ¡Y habían triunfado!
En el mundo edénico
del desierto había tenido lugar un cambio que alteró la vida de la comunidad.
Como en el siglo de la conquista hicieron su aparición enfermedades para las
que el organismo no tenía defensa. Así la televisión local recién llegada
empezó a mostrarles el escándalo como costumbre. De pronto los malhechores y
los policías más violentos que esos malhechores ocuparon tiempo y se les dio mayor importancia que a los
hombres y mujeres de la ciencia, la religión y la cultura... Una villa casi
perdida entre las dunas de arena. El número de sus habitantes, su industria
campirana y la lejanía de su ubicación habían hecho grandes esfuerzos por tener
escuelas pero no logró planteles de la media superior. Las antenas llenaron el
horizonte de las azoteas. Los prototipos negativos esparcidos y proyectados se
instalaron en el inconsciente de esta
apartada población y le ganaron la carrera al aula. Persiguiendo un rating se convirtieron en las
universidades del terror donde los personajes centrales eran los antihéroes. No
faltaban en ese conglomerado antenas emprendiendo la dignificación del
horizonte. Pero eran pocas.
Hizo alto en la
biblioteca frente al kiosco. Consultó uno de los diarios principales. Juan
Sánchez Saavedra, investigador universitario, había recibido la tarde anterior
el más alto galardón que da la Universidad Nacional. Era el reconocimiento por
su contribución al conocimiento de la orogenia de una región del oeste del
país. Veinticinco años le había dedicado, hasta entonces, a la exploración y
estudio de tal provincia fisiográfica. El adusto auditorio, La Capilla (en otro
tiempo se le conocía a este lugar como “La Maternidad” debido a que en él se
hacían los exámenes profesionales), del Palacio de Minería, en el centro de la
ciudad de México, estaba lleno de personalidades nacionales y del extranjero.
La primera plana
detallaba que ya había nacido el niño de una cantante. Se relacionaba a esta
estrella del vodevil con el narcotráfico. Había tenido que salir huyendo de
México. La hicieron prisionera en un país del sur de América y, se decía, en la
cárcel la habían violado. A raíz de eso quedó embarazada y ahora nacía el bebé.
La noticia se anunció con una sola palabra: “¡Nació!” Bueno, se daba por hecho
que cien millones de mexicanos sabían de qué se trataba. Ese diario era uno de los “más independientes”, pero no
era el de más circulación. El de mayor tiraje vendido era “El Clarín Rojo”.
Como siempre, éste se había llevado la noticia. El titular de primera plana
decía: “¡Se guardará la placenta!” Sus dos páginas centrales publicaba un
extenso artículo que detallaba el asunto de la placenta: “Se guardará la
placenta por si alguna vez aparece un presunto padre del niño”.
El tercer diario ofrecía este encabezado de
primera plana: “¡Libre!” Dos años atrás un diputado había chocado en tanto
conducía su motocicleta. Los policías lo
sacaron de su maltrecho vehículo en el
que había quedado atrapado. Estaba en manifiesto estado de ebriedad. El
examen médico diría más tarde que
también había ingerido estupefacientes. Alguien dio el “pitazo” a los diarios y
filmaron al legislador desde el mismo momento que era salvado de las llamas de
su motocicleta. De inmediato le dio por agredir a los policías: “¡No saben con
quién se están metiendo!”. En efecto, sólo estuvo treinta minutos en la
delegación de policía. “¡Usted disculpe, señor diputado!”
Pero el diputado ya
había encontrado la manera de obtener propaganda gratuita y, además, lograr por
ese medio que sus bonos remontaran la cuesta
al interior de su propio Partido. Se aproximaban elecciones internas y
sentía que se le empezaba a dejar de lado. Así fue como se le ocurrió demandar
a los policías que lo habían salvado de morir en la hoguera. Dijo que en la
hora de arrastrarlo lejos de la lumbre le habían robado tres millones de pesos.
De inmediato los analistas políticos destacaron el hecho. Más adelante el
diputado demandó a estos analistas por “difamación”. Además volvió a demandar a
los policías exigiendo que la pagaran el tratamiento psicológico, al que estaba
asistiendo, por el trauma del arresto. Siguió otra demanda al camarógrafo por
haber “arreglado” la filmación en la que aparecía agrediendo a los policías,
cuando la realidad, dijo, era que él había sido el agredido. La siguiente
demanda que hizo el legislador fue contra la compañía armadora, en el país, de
motocicletas: era obvio que tenía un defecto de origen y eso provocó el
accidente. Para entonces, decían los analistas, este diputado había ganado
tanta popularidad, que en su mismo Partido no sabían qué hacer. ¿Sancionarlo,
ignorarlo y que todo se fuera olvidando? Por disciplina y Estatuto decidieron
realizar lo primero. Durante tres meses se le suspenderían sus derechos al
interior del Partido. Entonces el diputado llamó a una conferencia de prensa
para anunciar que, desde ese momento, se declaraba en huelga de hambre, en
protesta por la decisión que habían tomado sus camaradas. Además declaró que
estaban barajando ya las cartas con miras a la próxima elección y acusó al
grupo “histórico” de practicar nepotismo...Cuatro días más tarde el Partido se
desistía.
Este asunto del
diputado ya duraba dos años. Luego de una buena comida en Sanborn´s, después de
haber levantado la huelga, el diputado se encaminó a la delegación de policía.
Encontró a los policías que habían tomado parte en su arresto y los agredió a
golpes. Otra vez para la celda. Treinta minutos después se le volvían a ofrecer
disculpas. Ya para entonces la opinión de un “nutrido sector de la población”
había tomado parte en el asunto. Por el hecho de tratarse de policías, el
diputado llegó a gozar de muchas simpatías. Sean quienes sean, los policías son
arbitrarios, se decía ese “nutrido sector de la población”. Por eso, el día
anterior, que había sido puesto en libertad por segunda ocasión, el titular de
aquel diario fue: “¡Libre!”. No hacía falta explicación alguna, cien millones
de mexicanos sabían quién salía libre.
El cuarto diario que
consultó festejaba que los índices de la delincuencia en la ciudad de México
por fin iban a la baja: “¡De trescientas
bandas de plagiadores que operaban en la capital de la república, ya nada más quedaban
doscientas cincuenta!”
Después de revisar las
“primeras”, Cork pasó a buscar en las “noticias breves”. Nada de Juan Sánchez
Saavedra. La tarde anterior había asistido a la entrega de la presea y la
fiesta de que había sido merecedor su amigo por trabajar en la investigación.
Le dio un fuerte abrazo y luego de brindar con él se despidió. En este país los
científicos no son noticia ni de “breves” se dijo. De todas maneras caminó una
calle hacia el este de la plaza de Coyoacán y le envió una postal.
“¡Felicidades!” le había escrito al final de la nota.
De un local de la
calle Carrillo Puerto salían notas musicales “El elogio de la danza”, se dijo,
“Leo Brouwer. La guitarrista es Marta Eugenia. Se acordó de la isla. ¡Vaya manera de tocar la guitarra!” ...Carecer de mitos, incluidos algunos mitos
laicos, es más grave que la erosión del suelo... ¡Doce de diciembre! ¡Dos de
octubre no se olvida! El crecimiento de la ciudad y de los pueblos marcó la
disminución de muchos seres vivos del bosque. ¿Pensó en las gaviotas pardas del
Ártico que llegan cada año al norte de Gran Bretaña. Hace siete mil años los
estanques abiertos de Escocia eran un bosque de abedules. Fueron destruidos y
ahora son extensos pantanos de turba.
Ningún animal sobrevive si su hábitat se ha extinguido. El orgulloso
humano no está exento de ello. En Estados Unidos hay millones de campesinos de
todas partes del mundo. Sus comarcas, otrora boscosas, habían quedado
finalmente erosionadas y desérticas. Entonces tuvieron que emigrar... Emigrar
no sólo a donde hubieran fuentes de trabajo para comer, sino también orden.
Confianza que allí no se permitiría la deforestación. En un lugar de África
hicieron una gran reserva ecológica, transformándolo en Parque Nacional, porque
los cazadores furtivos se estaban acabando a los animales. Ahora miles de
humanos vagan miserables y sin rumbo
porque los animales ocupan su tierra....
Le decían los viejos
que Mark Twain había nacido cuando pasó el cometa Halley, en el siglo
diecinueve. Se cree que viajaba montado en su cauda. Por un descuido cayó en un
pueblucho del Misisipi. “Tu caíste en esta parte del desierto. Volverás a él.
Por eso caíste en semejante lugar. Tal vez tú puedas ayudar a reconstruir lo
que otros destruyeron. Ahora nosotros estamos pensando en Arizona...”
* * *
El trotacalles lo vio
alejarse. Levantando su vaso de café, al que subrepticiamente había echado un
pequeño chorro de aguardiente, le gritó
entre la multitud: “¿Cuándo vuelves? ¡Te contaré de Hegel! ¡De cómo perdió la
esperanza!... O de Nietzsche. Odiaba igual a cristianos que a wagnerianos.
Primero fue un apasionado wagneriano. Seguramente antes también fue un
convencido cristiano. Sin Wagner y sin Jesús su obra habría disminuido bastante
en cantidad de cuartillas. Sólo se hubiera quedado con Dionisio. Y Lutero. Pero
se cuida de mencionar a éste con la frecuencia
que lo hace con los otros...
Se detuvo por un
momento frente a un teléfono público. Pero enseguida siguió su camino. Siempre
sintió incómodo el sencillo acto de hablar por teléfono (se preguntaba si los
suicidios habrían disminuido en el mundo cuando apareció la telefonía celular).
Quería comunicarse con los de su centro de trabajo. Avisarles que se ausentaría
por dos o tres semanas. El microscopio todavía no salía de las bodegas de la
maldita aduana... ¡Buenos chicos los del instituto de investigación! Hasta hace
poco tiempo era una ciencia que consistía sólo en lo que el científico hacía,
no en su inimaginable potencialidad. Por fortuna ese pobre método científico,
desoladamente laicizado y empírico, comenzó a agarrar color cuando se le
permitió que la imaginación entrara en juego. A partir de entonces los
continentes empezaron a viajara través de los océanos. Y el magma fue el magma
de otro magma. Esa roca líquida tuvo su origen ya no en los misteriosos
túneles casi horizontales que
comunicaban Tancítaro con Poyauhtecatl, si no en puntos de contacto a miles de
metros bajo el agua salobre. Sí. Por fin empieza a volverse a la imaginación y
a tener a la razón como su ayudante ordenador del conocimiento demostrable.
Pegados al kiosco,
tres huicholes tocaban música de viento. Ataviados con sus blancos y amplios
pantalones de algodón profusamente bordados de representaciones simbólicas. La
gente no sabía la fuerte atracción que esos símbolos ejercían en ella. Muchos
alemanes miran hacia los Himalaya y
piensan que es solamente por las montañas... Un trío de más allá cantaba
acompañando sus voces con flauta, bongó y güiro: “Y cuando tú vuelvas, ansiosa
de verme, me hallarás perdido, en el bulevar...”
Pasó por
la fuente de los Coyotes Emplumados. Los vendedores jipimesoamericanos
empezaban a tender sus artesanías en el suelo. El adivinador de vidas de la
esquina, frente a las nieves, gritaba a su clientela invitándole cinco minutos
fuera de la realidad por tan solo veinte pesos: “¿Quieres conocer tu destino?
¡ja, ja, ja!” Se fijó en El Hijo del Cuervo. Su enorme puerta metálica color
café permanecía entornada en esta hora de la mañana. Se veía poca actividad. El
año anterior había asistido en ese lugar a un ciclo de conferencias cuyo tema
era nuestro racismo. El mexicano del liberal siglo diecinueve, que abre sus
brazos al extranjero, casi acaba con el mexicano mismo. “¿Qué se podía esperar
de un país en el que se lee un libro al año, por individuo, como promedio, y las editoriales acabando en el basurero?” Se le revolvió el estómago. Se
dijo que el promedio citado sería tal vez un dato inocuo. Simple cuestión de
encuestas más o menos subjetivas. Si no fuera que coincide con una rigurosa
relación: en la medida de un libro por mexicano al año se da la misma
proporción en la vida cultural a nivel nacional en la televisión y en las
prensas oral y escrita. No más. “Es decir que vamos de regreso a Neandertal”,
le había dicho en cierta ocasión en plan de broma. “Algo parecido. No los
seguiré en ese viaje. Me quedaré con los navajos, los hopis y con los kikapúes”
Pensaba ya en los
bosques altos de la sierra. Hasta pudo percibir el olor de los pinos. Emoción y método son las
oleadas que invaden al montañista. Estudiará fríamente el equipo necesario de
escalada, los campamentos o vivacs,
la altitud y el virtual estado del tiempo. Pero sólo hasta después que haya
sido invadido plenamente por la emoción que la empresa significa. La ciudad del
valle tiene cúmulos de rutinarias experiencias probadas una y otra vez por la
razón. Ahora hay que arrojar el yo fuera de ese encantador mundo vulgar.
Sintió que la voz del trotacalles y las notas
de storyville special se desvanecían
con rapidez. Se convertían poco a poco en el recuerdo de algo interesante pero
que era preciso dejar atrás. Le gustaba aquella vulgaridad. Se identificaba con
ella. Decía que los novelistas, poetas y filósofos son mediocres y rutinarios.
¿De qué hablarían si no conocieran la pasta humana? Aun los exquisitos que
imaginan individuos atípicos como Nietzsche, Samuel Ramos e Ingenieros no
podrían construir sus paradigmas si no tuvieran en ellos mismos la gran
referencia. Y nadie puede escribir más de cien cuartillas si no es rutinario.
El investigador mismo vive día tras día, año tras año, la obsesión de su
maravilloso “método científico”. El
siglo diecinueve europeo fue un siglo de rutinarios. Todo mundo tenía su
implacable, lógico y rutinario “método”.
Abstracciones y más abstracciones necesita la especialización científica. Ya se
extinguieron aquellos sabios que sabían un poco de cada cosa.
Pero tenía conciencia que para que esa
vulgaridad no envejeciera, y siguiera siendo encantadora, debía marchar hacia
las soledades nevadas de las montañas. Allá donde tienen su casa las
tempestades y los vientos son tan poderosos que cortan la roca más resistente.
10
Era el último día de aclimatación en Amecameca antes
de marchar a la pared del Abanico. Después de la cena caminamos un poco por las
calles al oriente del mercado antes de volver al hotel. Al día siguiente
subiríamos a Tlamacazcalco para
permanecer ahí dos días antes de emprender la subida al refugio El
Queretano.
Toci no puede estar lejos de Cork y ha entrelazado
su brazo con el de aquel. El clima es helado en las noches de Amecameca. Aun
así desaparece el frío del rostro del otro al contacto con el cuerpo de aquella
mujer. Está consciente que es afortunado al ser el hombre capaz, sin
proponérselo, de provocar la química sensual de aquella atractiva muchacha
escaladora. Nota que su respiración se acelera y su hermoso color bronceado se
llena de rubores. Su mirada se transforma y, seguramente, su ropa íntima se
humedece.
Una mujer va delante
de nosotros. Lleva a su pequeño hijo en brazos. Al cruzar el puente de cemento
hace una señal apenas perceptible, al pasar el arroyo. Ha arrojado hacia atrás
un poco de sal sobre su hombro. Benito Ramírez camina con las manos en los
bolsillos del pantalón.
Juan Medina:- En las
ciudades de México se piensa como cristiano y como indígena. También como
racionalista e indígena.
Benito Ramírez.-
¿Racionalista e indígena?
Toci:- Hablas como si en el pensamiento mesoamericano no se
hubiera desarrollado la filosofía.
Carmen:- Todo eso se
manifiesta de varias maneras en un mismo individuo. Aceptación y negación. A
reserva de encontrar una mejor clasificación, a uno de ellos, que pertenece al
terreno religioso, se le llama por ahora “Complejo de Nicodemo”.
Juan Medina:- Este, y el de Edipo, llegaron a nuestras
playas en el siglo dieciséis.
Carmen:- Estábamos muy felices con nuestro
matriarcado...
Benito Ramírez:- También llegó la viruela.
Cork:- Y la uva.
- Y Sócrates- dije.
El pequeño puente de madera que permite
salvar el riachuelo acababa de clausurarse. En su lugar se había construido
aquel formal de cemento.
Juan Medina:- En el pasado las autoridades procuraba tener
limpieza en este lugar.
Benito Ramírez.- En poco tiempo volvía a ser un basurero con
sus bolsas de plástico, excrementos y láminas oxidadas.
Toci:- Todo eso desapareció y ahora el lugar luce
limpio.
En una pared de la cárcel estaban escritas
estas palabras, en un estilo gráfico desordenado:” ¡Por culpa de estos cabrones
a Hegel se le descompuso la brújula!”. Carmen se rió ante la muestra de
ingenio. Para descifrar aquello se veía obligada a hacer una digresión para la
cual no se sentía con ánimo en ese momento. Pero sí dijo:
- Es una situación
afortunada tener dos grandes.
- Pues sí.
- El sincretismo se da por regiones y de manera
global. Los italianos, la griega y la romana. Los árabes, la del Islam y la
griega. Los eurorientales la europea y la turca. Los peruanos la inca y la
europea. Desde luego hay que conocerlos,
estudiarlos. En los pueblos nahoas y
mayas se habla la propia lengua y también el castellano. Tienes razón. Si no se
les conoce nos quedamos nada más con el horror de la conquista.
Toci:- Si no fuera por
los antropólogos Mesoamérica se nos hubiera perdido para siempre. Si bien es
necesario convenir que esto nos mete en un embrollo. Para enfrentarlo con éxito
se precisa tener cultura. Una alta cultura. Hace miles de años el mexicano está
familiarizado con el tema de la muerte, por ejemplo. Tiene tanto tiempo esta práctica
que ya es parte de la ciencia antropológica. Muy conocida es la fiesta que se
hace al principio de cada mes de noviembre. No obstante se sigue cometiendo el
error al decir que “así celebraban
aquellos mexicanos” refiriéndonos al México mesoamericano. ¿Por qué? Ese México
“antiguo”, milenario, está presente. Nunca se interrumpió. Los meridianos y
paralelos del país están habitados por los “mexicanos”, es decir, por las
etnias originales. Ellos siguen con sus costumbres y manera de ver hacia la
muerte. Siguen personalizándola. Mictlantecutli y Mictlancihuatl están
presentes. Los kikapúes son los mismos que hace veinte siglos. Ahí está el
pueblo de Mixquic, como muestra, en plena ciudad de México, en este siglo
veintiuno. Lo que hicieron los mestizos
fue incorporarse a la tradición indígena. Ahora llega el Halloween y necesita verse en su justa proporción y realidad. Es
una práctica que nos llega de fuera. Pero como parte de la cultura
universal también nos pertenece. No hay
que olvidar que el mexicano siempre fue ecléctico. No sectario. Le abre los
brazos a todas las corrientes culturales. El temor es que desplace a la
nuestra. Esta conquista jamás se da en donde hay vitaminas culturales, en
grupos que permanecen conscientes en sus tradiciones. ¡Pero que también conocen
las corrientes culturales del extranjero! Entonces el asunto se presenta como
una necesidad de educación cultural. Si no es así entonces, efectivamente, la
gente quedará en la confusión sincrética total.
Un vulgar revoltijo de pueblos e intereses inmediatos.
Un perro da dos vueltas sobre sí mismo y se
echa en la entrada de la tienda que anuncia los productos empacados en vistosas
bolsas de aluminio.
Benito Ramírez:- Los
camiones de estos productos recorren los senderos vecinales de la sierra que
une a infinidad de pueblos.
Los niños corren y rodean el vehículo. El
conductor les da una galleta y se abre paso con el paquete de papas, pastelitos
y chocolates hacia el interior del comercio, apenas iluminado con un foco que
proyecta su luz amarilla hacia la oscuridad de la noche. Uno señala con su
manita, renegrida y partida por el sol y el viento frío, la cara de un muñeco
amarillo con grotescos cabellos rojos pintado en la parte posterior del camión
repartidor. Los otros chicos se arremolinan y tocan la pintura riéndose entre
ellos y mirando de soslayo al conductor. En el horizonte la montaña
arqueológica y alpina resalta su relieve
de mujer en la lejanía con sus nieves
deslumbrantes. De alguna casa salían las notas de See Line Woman.
- Si no fuera por Nina Simone esta vida sería
aburrida - dijo Cork mientras ajustaba las correas de su pequeña mochila a su
cintura que llevaba para comprar fruta destinada a las alturas. Hacía
malabarismos con el cigarro que sujetaba con los dientes y el humo se le metía en los ojos.
Me di cuenta que,
cuando dijo eso, Carmen se sintió definitivamente emocionada y agradecida con
él.
Juan Medina:- En las comunidades fue distinto que en las
ciudades. La nueva religión penetró hasta donde la vida de las etnias le
permitió entrar.
Toci:- Así fue como los santos llegaron a convivir
con los dioses. Con el tiempo se
hicieron dioses. Por esos los santos en México son como los dioses mexicanos en
el sentido que conceden, no interceden.
En el cielo huichol no sólo hay Señor, si no Señor, Señores y Señoras.
Lo Uno y lo Múltiple. Lo mismo sucede en el mundo mazahua. La pluralidad en el
cielo está más de acuerdo con la democracia.
Juan Medina:- La idea más extraña que encontraron los
europeos, cuando llegaron en el siglo dieciséis a Tenochtitlán, fue la
existencia de aquel palacio que Moctezuma había erigido para albergar a los
dioses extranjeros que traían de las provincias conquistadas.
Carmen:- La cultura de
occidente es rica y la mesoamericana excelente. Pero es cierto que hay que conocerlas. Que no sean meros
libros empolvados.
- Pero esto solamente
lo saben los arqueólogos alemanes, ingleses, franceses, rusos y
norteamericanos. Ojalá el pueblo tuviera acceso a ello-dije.
- Carmen:- También los ingleses. ¿Qué más
delicia que leer a Eurípides y también a Nezahualcoyotl? Una tercera cultura no tiene por qué suponer
la eliminación de ninguna de las anteriores. ¿Por qué disfrutar de un tesoro
cuando se pueden disfrutar dos o tres? En México tenemos más de cincuenta.
Toci:-Los gobiernos
mexicanos mestizos del siglo diecinueve los combatieron cruelmente pero, si
bien fueron muy disminuidos, lograron sobrevivir.
Juan Medina:- Toda religión es excluyente.
- También se da eso en el terreno de la
ciencia. Para ser más exactos la ciencia no es excluyente pero es
endiabladamente competitiva - agregué.
Carmen:- Ha sido
interpretada como poder. No como servicio.
Por más congresos mundiales científicos y tecnológicos que se dan todos
los años, eso no altera en nada lo anterior.
El bosque más allá de las últimas casas de
Amecameca tienen, en efecto, los
significados contradictorios del sincretismo. El caos y la tierra del misterio.
Aquí habitan las criaturas malignas del aquelarre medieval. Se enciman sin
fundirse con el horizonte espléndido lleno de sol o de sombras nocturnas
seguidas por deidades mexicas encargadas del orden del cosmos. Siempre atentas
a las necesidades de los hombres pero sin intervenir en su vida diaria.
Toci:- Las cruces que se encuentran en los caminos y en lo alto de las
eminencias del terreno es para ahuyentar a las criaturas malignas. En cambio
los enormes patios de los centros ceremoniales de los sitios mesoamericanos,
como el de la cumbre de la montaña Tlaloc, es para danzar. En el baile se
realizaba la oración.
Juan Medina:- Bailar,
danzar, durante largos periodos de tiempo, en los cuatro mil, debió ser interesante. Se requerían pulmones de acero.
Carmen:- Hasta hace poco, quizá estemos hablando
apenas del siglo pasado, solamente conocían una cultura los mexicanos, y era la
de occidente. Ahora recién empiezan a descubrir la suya. En la Universidad
Nacional y en muchas partes hay individuos esforzados que se afanan por
desenmarañar la madeja. Estaban muy enterados del viaje que Dante emprende con
su maestro Virgilio a las profundidades del infierno, pero no sabían del peregrinar
que Quetzalcóatl tuvo que hacer a las profundidades de la Tierra para traer el
alimento para los humanos. Ahora empieza a ser
diferente.
Otra mujer campesina lleva a su pequeño hijo
de la mano. El chiquillo quiere un dulce y hace berrinche. Le dice en náhuatl
que no esté dando problemas. Toci es nuestra traductora.
Carmen:- Esta mujer
seguramente no sabe que ha habido mujeres que han soñado ser como ella.
Salambó. Otras prefirieron el camino de la epopeya. Los noruegos a su Nora
Helmer, los mexicanos a Coyolxauhqui, los romanos a su Fabiola, los nazis a su
Eva Braun, los tlaxcaltecas a su Tenepal o Malinche, aunque sea de origen
tabasqueño, los judíos a su Rosa Luxemburgo, los argentinos a su Evita, los
guanajuatenses a su Josefa Ortíz de Domínguez, los chilangos de Coyoacán a su
Frida Kahlo, los españoles a su Federica Montseny, los de la Merced a su Nahui
Olin, los gringos a su Scarlet O’ Hara y a su Madonna, los tepiteños a su
Carmen Salinas, los franceses a su Juana de Arco y a su Madame Bovary y los
rusos a su Ana Karenina... A Salambó se le ve caminar en sentido contrario.
Quiere ser como la mujer de Amecameca que le dice a su hijo que no esté dando
lata con el dulce. Mujer antiheroina.
Quiere a Matho. Tener hijos con él. Ir los miércoles a comprar la comida al
mercado sobrerruedas, levantarse apresuradamente todavía con la cabellera en
desorden a preparar el desayuno. Salir corriendo a llevar a los niños a la
guardería. Piensa quizá en el tiempo cuando su Matho esté calvo, con los
hombros caídos por la vejez. Un poco de caspa sobre la solapa. Algo gordo. Tal
vez sufriendo de hemorroides. Cuando éste se agite al subir la escalera de
apenas diez escalones. Tal vez hasta sueñe con estarle recordando que tome sus
pastillas para controlar la diabetes. Sueña con estar junto a él en esa edad en
que la mujer tiene trastornos por la descalcificación y sudores de la
menopausia. Vivir lo que dijo el poeta que hay belleza en contemplar una vida
que se extingue lentamente, al observarse ella misma cada mañana en el
espejo... Pero la época en que Salambó vivió los humanos no decidían sus destinos si no los dioses. Y los dioses
decidieron otra cosa diferente a lo que ella había soñado. Esta hermosa
sacerdotisa quiere llegar a ser mujer entre la multitud pero no podrá librarse
de su destino de ser cantada por los poetas. Para realizar su sueño Salambó
está dispuesta a dejar la opulenta vida de palacio como princesa que es de
Cartago. Y esto es lo de menos. Para realizar
su sueño de ser mujer sin rostro Salambó
está dispuesta a renunciar al cielo mismo, pues es sacerdotisa de Tanit. Tanit,
la Luna que cada noche brota de entre las aguas
del Mar Egeo y visita a la exuberante y hermosa Salambó en la terraza de
su elevado palacio... Tanit la diosa, se percata que Salambó, su sacerdotisa,
la espera sobre esta terraza, como todas las noches, pero que su pensamiento
está ahora lejos en el tiempo. Su pensamiento es ocupado por el recuerdo de
aquella noche en que el atrevido Matho, el general de los mercenarios al
servicio de su padre, escaló borracho las paredes del palacio y robó el velo
sagrado propio de las sacerdotisas de la diosa Tanit....Salambó ya no ve a su
diosa. Recuerda la noche que a escondidas dejó el palacio y fue hasta la tienda
del guerrero entre las arenas del desierto para rescatar su velo. Recuerda
también que lo que perdió además de su velo fue su cuerpo y su alma, porque el
guerrero también soñaba con llegar a ser un hombre común y corriente junto a Salambó....Llegar
corriendo a su trabajo y checar su
tarjeta antes que se le agotaran los 15
minutos de tolerancia. Regresar cansado por las tardes a su casa. Jugar un
tiempo con sus hijos. Por las noches disfrutar un rato, antes de irse a acostar
con Salambó, de ese aparato electrónico que todos odian pero que la
mayoría tiene precisamente en el centro
de la sala de la casa. Con eso seguramente soñaba el fiero guerrero
Matho...Esto sucedió hace varios miles de años. Cuando Cartago y Roma se
enfrascaron en prolongadas y cruentas guerras mediante las cuales se disputaban
el liderazgo del mundo conocido... Desde entonces, como hoy, Tanit sigue
iluminando cada noche el lugar donde una vez estuvo la terraza del palacio en
el que esperaba la sacerdotisa Salambó.
Carmen guardó
silencio. Estaba emocionada. Toci sin detenerse volteó a ver el rostro de
Carmen. La instaba con ese movimiento a seguir su relato. La otra seguía con la
mirada lejos en el tiempo.
-
¿Y luego qué?- apremió Toci
- Tanit
recuerda el final, pues aunque los astrónomos ahora digan que la Luna sólo es
un cuerpo celeste, ella es una diosa y recuerda a su sacerdotisa Tanit...Matho
y sus guerreros acaban por revelarse contra Amilcar Barca, el padre de Salambó,
pues la paga ha dejado de llegar. El señor de Cartago fue observando cómo los
ejércitos mercenarios, con Matho a la cabeza, se iban apoderando de la
situación de Cartago y decidió empezar a debilitarlos. Contrató a otros
mercenarios. Fortaleció a su ejército cartaginés y se puso eventualmente de acuerdo
con su enemiga Roma. Empezaron una serie de guerras intestinas en la que la
victoria y la derrota se alternan de un bando y de otro. Tan brutal y denso es
ese batallar de los ejércitos, que en ocasiones no se sabe si se trata de un
relato de amor o de guerra o cuál es el fondo de qué...Finalmente Matho es
apresado y un día se le obliga a caminar, cargado de cadenas, entre el pueblo
de Cartago. Todos, hasta los niños, las ancianas y las mujeres jóvenes, quieren
golpearlo, morderlo, rasguñarlo, sacarle los ojos o arrancarle un jirón de
carne o un mechón de cabellos. Quieren vengar los sufrimientos que el guerrero
ha ocasionado al pueblo...Luego de caminar varias calles bajo la furia de la
multitud, Matho es ya solo una horrible masa llena de sangre que aun se mueve.
Ya debía de haber muerto porque nadie
soporta tal castigo, ni siquiera él, que es un guerrero muy fuerte. Pero algo
lo sostiene aun. Con la poca visión que le queda, pues alguien efectivamente le
ha hundido las uñas en los ojos, busca, busca, busca... Por fin divisa en la
distancia a Salambó. Está sentada en el alto templete que se había levantado
para presidir desde ahí el espectáculo de la muerte del mercenario. El señor de
Cartago, su padre, y los sacerdotes, la rodean. Matho no logra alcanzarla.
Muere al empezar la escalera que lo conduciría hasta Salambó. Así fue como el
pueblo de Cartago se vengó de Matho, el
aborrecido general de los mercenarios. Pero algún tiempo después, cuando los
principales dejan el templete, Salambó no se mueve de su asiento. Ha tomado, a
propósito, en su copa de vino, una pócima y también ha muerto...De esa manera
Salambó y Matho no pudieron realizar su sueño de llegar a ser personas sin
rostro, vulgares y rutinarias. Felices de reproducir día con día la mecánica
social. De llevar a sus hijos a la guardería. Murieron como héroes. No llegaron
a vivir juntos para siempre. No se pelearon y se contentaron como todas las
parejas. No envejecieron. No tuvieron hijos. No supieron de devaluaciones de la
moneda. Los dioses no les concedieron el privilegio de haber sido humanos
comunes y corrientes. Salambó no pudo escuchar los berrinches de su hijo al
pedirle un dulce...
Luego de
una pausa Toci dice:
- Si
hubiera vivido un poco más, Salambó se hubiera percatado de las reglas del
juego que hay para la mujer. Un organismo internacional para el desarrollo de
la mujer acaba de aprobar más de diez millones de dólares destinados a ampliar
la participación de la mujer para la región americana, mediante lo cual tendrá
más libre el camino para ascender a
cargos de dirección en la vida pública y en la civil del continente. Pero al
mismo tiempo otro organismo distinto lleva a cabo programas de austeridad.
Estos a la postre resultan desfavorables a las mujeres del mundo, ya que somete sus derechos económicos y
sociales, mediante el resultado de restringir las posibilidades de acceder a la
salud y a la educación... Por eso hay mujeres campesinas sin esperanza. El
juego democrático de los organismos internacionales es una basura.
- Los ejércitos
de hombres y mujeres en los institutos de investigación, laboratorios y aulas
que trabajan en silencio, como hormigas - comenta Cork -, se parecen más a la
mujer de Amecameca. Para ellos no hay reflectores. Eso querían ser Salambó y
Matho, pasar desapercibidos pero, efectivamente, algo o alguien no se los
concedió...
El
supertifón Haiyan ha dejado sin casas
a un millón de filipinos y se dirige a Vietnam con una velocidad de 390
kilómetros por hora. Las noticias dicen que los árboles son arrancados de raíz
y vuelan como proyectiles de arma de fuego causando muertes entre la población
que trata de ponerse a salvo entre las cortinas de agua que llega de arriba de
los lados. Funcionarios de esa región alertaron que más de doce millones de
habitantes están amenazados de peligro mortal y un millón de personas ya han
abarrotado los refugios acondicionados por el gobierno. La población mexicana
se ha movilizado en todo el país por medio de voluntarios para enviar toneladas
de víveres, ropa y medicinas a la Cruz Roja
y a la Media Luna Roja. Hay sitios de acopio por todo México y la gente
solidaria acude presurosa a auxiliar a las poblaciones asiáticas castigadas por
Haiyan.
-México
tiene todavía una gran reserva de espiritualidad.
- ¿Por
qué dice eso?- pregunté.
-Los mexicanos
saben que mucha de esa ayuda se quedará en casa de algunos voluntarios, que
jamás llegará a Filipinas y, sin embargo, no pierden la fe en que la ayuda
llegará a su destino y siguen aportando recursos hasta en dinero con cuentas
que para tal fin se han abierto en los bancos.
En el
patio de una casucha destartalada con paredes de madera, de la orilla oeste de
la población, cinco individuos platicaban demasiado alegres en tanto se pasaban
una jícara con pulque que probaba uno, se limpiaba con el dorso de la mano la
boca, y le pasaba la jícara al otro que tenía
cerca. Como los argentinos toman de una sola matera, así los mexicanos
pulqueros beben de una misma jícara. Saludaron con cortesía al ver pasar a los
alpinistas. Alguno de ellos se acercó un poco al grupo para invitarlos a tomar
un sorbo del vino del maguey. Estos declinaron también con amabilidad y
siguieron sin detenerse. Una tabla rústica pendía un poco ladeada de la destartalada
puerta de la estancia. En ella se podía leer: ”Bar Malcolm Lowry”, y más abajo:
“Hoy: curado de piñón”.
En una
calle algunos puestos expendían comida. Empezaban a prepararse para la hora en
que la gente sale a la calle a caminar por ocio o bien en dirección del templo.
En uno se anuncia “pozole”, en otro “pancita” o “tacos”. La gente ya se
arremolina en algunos de estos puestos y hacen su pedido. Los perros andan
entre los pies de los clientes. Otros animales esperan respetuosamente a
prudente distancia que les fuera arrojado el resto de algún bocadillo. “Sanborn´s”
se llama el puesto de quesadillas por donde pasábamos. Media calle más allá
está otra pulquería que se llama. “Los hijos de Cortés y la Malinche”.
Benito Ramírez:- Hace algún tiempo en España
se llevó a cabo una encuesta callejera con preguntas relacionadas con el
acontecimiento americano del siglo dieciséis. Una de las preguntas era que si
conocían quién había sido Hernán Cortés y qué había hecho. De cien
entrevistados, ochenta contestaron que tenían idea que fue alguien dedicado a
vender vinos y aceite de oliva en la India, o algo así. Y a los mexicanos, que
en México pasaron por una experiencia análoga, contestaron que Don Quijote
había sido un distinguido hacendado de las llanuras pamperas de Suramérica a
quien su administrador, un tal Sancho, le había ganado con la mujer, y esa era
la razón que al acto del adulterio se le llamara “sanchear”.
Toci dice
sarcástica:
Amecameca
está metida de lleno en la institución
del sexo y el amor formalizado, el desayuno, la comida, la cena. La
preocupación económica, el eterno ir de compras de víveres para el desayuno, la
comida y la cena. Lavar los trastes del desayuno, la comida y la cena. Luego
están los niños, cambiarlos de pañales,
cinco veces al día. Alimentarlos, la escuela, el tedio... ¿Qué pasó con la
señora Thea Elvsted luego que dejó al juez, su imposible marido, por Ejlert
Lovborg? ¿Con Emma Bovary que para huir del doctor Carlos Bovary, su rutinario
marido, hace el sexo con su amante León, mientras el carruaje los lleva a toda
carrera por las calles de Rouen? ¿O Nahui Olin que también huye de su marido y
hace un triángulo amoroso cada día (en realidad cuatro veces al día) ya sea con
Gerardo Murillo o con cualesquiera de los estibadores del mercado de la
Merced?...Maridos grises, trabajadores, disciplinados, proveedores. Amantes
exigentes, explotadores, divertidos y hasta golpeadores. Atrayente el contraste
de los amantes luminosos, espontáneos, impredecibles. Son encantadores,
desobligados y eternamente divertidos. La libertad, la irrestricta vida social,
el amor callejero. Subyacen al sobrepeso, la osteoporosis, la vejez, la soledad
y las muelas picadas. Los amantes quieren sus risas, no quieren sus problemas...
¿Y el marido, personaje involuntario de estas vidas? Jack London, Ibsen,
Tolstoi y Baudelaire no encontraron otro recurso para describir a la mujer con
relaciones extramaritales que un marido monótono. Si hubieran dicho mujer
inquieta, se hubieran ganado la maldición de los movimientos feministas.
Entonces pusieron mujer a punto de morir de tedio y marido monótono.
De una
cantina salen a la noche helada de Amecameca
las notas de Joaquín Sabina: “Más triste que un torero al otro lado del
telón de acero”. La cruz luminosa del
templo principal brillaba destacándose en el cielo de la noche. Al verla, Toci
dijo, dirigiéndose a Cork:
-Supongo
que en este momento Clemencia se
encuentra viajando a través del cúmulo de galaxias de Coma. ¿Radiación, polvo,
gas, cuerpos menores y materia oscura?
-Yo
también pienso que eso pudiera estar
sucediendo.
- Qué te
crees. Ha de estar en su lindo cuartito de Kumarila, encerrada bajo siete
llaves. Toda temerosa de la vida. Entre tanto absorbe su pestilente olor de las
varitas de incienso que quema. Si fuera copal sería diferente. Cuando te vuelva a ver esa tía te dirá que
viajó entre la materia intergaláctica y pasó por los géiseres color de rosa de
Tritón, la luna de Neptuno. Elevarse por medio de la meditación, caer
arrastrado por el karma negativo, retroceder hasta la animalidad alejándose de
lo humano. A continuación volver a elevarse por la purificación o mediante la
abstinencia “total de todo”. En ocasiones me parece, al escuchar su cháchara,
que estoy oyendo a Nietzsche y no a Krisna. Deberías volver a leer a
Aristóteles. Si supieras cuántas ideas modernas de nuestros días se encuentran
ya en los libros viejos de aquel filósofo. Te sorprenderías. El catastrofismo
dentro de un gradualismo. En materia de evolución tiene su patente. No se puede
pasar la vida meditando. Hay que vivir entre el mundo. Para alguien nacido en
estas latitudes resulta clara la expresión de, saber ver pasar el agua del río. Las cosas que
suceden en el tiempo. En su tiempo interior. Pero el agua no se moverá si no se
vive. Agua que no se mueve se descompone. Y tenemos lo necesario para hacerlo.
Si una roca, ubicada en el Zócalo, quisiera ir a Xochimilco, no podría. En el
supuesto que tuviera conciencia de las cosas. Sería absurdo que poseyera el ánimo de querer hacerlo sin contar con
pies, piernas y manos para transportarse. Así pues el alma, el ánimo, está
en relación con la libertad de
movimientos. Alma y libertad no solamente se relacionan, si no que se
complementan. Alma y la libertad necesitan un vehículo para manifestarse.
Movimiento. En los casos de cárcel, hospitalización y ancianidad, la vida
anímica se reduce al mínimo. Aquí no incluimos a los minusválidos mexicanos.
Estos hasta medallas de oro ganan en el juego de la competencia internacional.
A la expresión “alma del humano” se le tiene miedo porque se cree que se está hablando
de las mónadas de Leibniz. Los creyentes se escandalizan por sentir que se está
reduciendo a niveles yoicos la imagen espiritual. Los seglares por creer que se
habla de religión. Y así el tema se empieza a volver intocable. Este es el
absurdo de esa muñequita de porcelana. Teniendo todo para ser libre se encierra
en un cuartito pintado de rosa.
- Estuvo
bien que no viniera.
- ¿Por
qué?
- ¡Dos
mujeres en conflicto juntas...!
-
Puedes jurar que al primer descuido tuyo
la arrojo de cabeza por la pared del Abanico.
- Te
creo.
* * *
Teníamos
ya tres semanas de estar acampados literalmente sobre el vacío. La gran repisa
oeste de la pared del Abanico, en el Popocatepetl, es amplia y caben
holgadamente las seis tiendas individuales y la tienda-comedor. El declive
hacia el abismo que presenta el piso lo nivelamos construyendo una plataforma
horizontal, con la nieve que apisonamos hasta tener una superficie endurecida y
estable. Disponíamos de nieve y hielo en abundancia para prepararnos alimentos
y tomar café. Había comunidad por la proximidad de unas tiendas con otras.
Aunque con frecuencia la niebla espesa y helada de los cinco mil llenaba de tal
manera la montaña que cada quien quedaba aislado en su refugio de tela. Si
alguien se asomaba, aun en pleno día, podía muy bien no distinguir la otra
tienda que se encontraba a solamente un metro de distancia.
A
cuatro mil novecientos metros de altitud, felizmente hemos seguido practicando
el automatismo social. Dos del grupo escribían en el valle. Cork de divulgación
científica y Benito Ramírez de poesía. Esto quería decir que al menos esos dos
eran doblemente rutinarios. ¿Si no, cómo iban a escribir? Cork, además (siempre
lo repite), lee veinticuatro libros al año. Eso no se puede lograr si se carece
del hábito correspondiente. Además de leer revistas cuidadosamente
seleccionadas y escribir notas como un obseso. ¿Se puede imaginar semejante
rutinario? ¿Y que también sea vulgar? cómo podría “bajar” alguien la
información científica al nivel del
vulgo si no conoce en carne propia lo vulgar. Lo mismo sucede con los místicos.
¿Cómo podrían serlo si no fueran místicos?
El trotacalles de Coyoacán lo decía de manera sencilla: ¡Nadie puede dar
lo que no se tiene! Es el determinismo platónico de la reminiscencia. Pero
también la ambivalencia de lo bueno y lo malo en el individuo. El medio social
va a determinar, como regla general, si llega primero el asesino o el santo.
Tenía una virtud y era
que no podía leer más de cinco ejemplares de diarios en el
año. Los noticieros televisivos y los rumores
en la calle eran suficientes para
estar al día de la desinformación. Aseguraba que leer veinticuatro libros al
año no requiere esfuerzo particular. Que se leen entre sorbo y sorbo de café
negro americano. Lo que hay que investigar es por qué la gente no los lee.
Carmen lo entendía. Había leído, por dos veces en su vida, la obra completa de
Poquelin, deliberadamente lo más despacio que pudo, a razón de diez hojas por
día durante un año. Cinco páginas para la Biblia en el mismo lapso de tiempo.
Cork hizo lo propio, a dos páginas
diarias, con la Divina Comedia. ¿Alguien puede imaginar semejante adaptación a
la rutina? Era el grupo más empedernido de rutinarios que he podido conocer.
Por
tres semanas escuché, justo pegado a mis orejas, a Charlie Parker. Leyendo,
platicando, escribiendo, o dormitando, Carmen escuchaba a los históricos del jazz pero el que siempre
volvía era Charlie Parker.
-
México es un país en el que muchos escriben y pocos leen - dijo Carmen -. Es
decir que de alguna manera se encuentra
impulso para la edición y para la creación literaria, pero no para la
lectura.
-¡Pero
qué vas a vomitar sino comes?-dije de manera poco romántica. Ella siguió:
-Frente
a esta realidad todo esfuerzo editorial va a ser titánico. Nada más en la
Universidad Nacional (verdadera editorial a nivel continental) se publican tres
títulos cada día, lo que arroja algo así como nueve millones de ejemplares al
año, esto si nos sujetamos al criterio de sólo mil ejemplares por edición.
-Una
magnífica editora pero pésima distribuidora. Ediciones completas morían hace
tiempo en sus bodegas antes de ver la luz.
-
La Secretaría de Educación Pública, a su vez, tiene su producción editorial.
Está la industria editorial “de la calle” y, a todo esto, es necesario agregar el aporte editorial de importación.
Casi es deslumbrante lo que se imagina uno que hay en el mercado de los libros.
Nada más en la última Feria Internacional del Libro, que se llevó a cabo en el
Palacio de Minería, en febrero, en la exposición se exhibieron libros de 600 editoriales en
500 módulos...Y, sin embargo, es sabido que no se lee. Claro que los otros leen
como unos verdaderos condenados. Como si
de ello dependiera su salvación.
Por comodidad de representación se dice que se lee un libro por
individuo al año como promedio. Pero sólo es una forma de decir. Millones y más
millones de mexicanos jamás tuvieron un solo libro en sus manos. Se podría
alegar que hay más lectores de periódicos que de libros, pero esto tampoco
salva el día. En Japón hay varios diarios con 8 millones de ejemplares diarios
cada uno. En México entre todos hacen apenas un millón...Ahora hay más lectores
por eso del Internet, se dice, pero es más una fantasía porque el lector de
línea es alguien que tiene prisa y lee rápido y de manera selectiva donde hay
poco lugar para el goce y la meditación del texto.
-
Es cierto eso que siempre dices: otro poco y nos regresamos al Neandertal.
-
Y también es verdad que la obligación que esto suceda, que la gente lea, es
responsabilidad del Estado a través de las escuelas y sus programas. Pero
también es responsabilidad de la familia
inculcar en los niños el hábito de hacerlo. Y, en último caso, del individuo.
Si se encuentra joven o adulto y sin hábito de lectura, él necesita
desarrollarlo. En el mundo de ahora se habla por todas partes de la
autorrealización individual, al margen de las instituciones y de las
tradiciones. Pero cuando nos damos cuenta del terrible vacío, que significa no
tener la costumbre de leer libros de cultura, empezamos a voltear la cara buscando culpables y pronto
lo encontramos: el Estado. Por lo demás, al Estado, o mejor dicho, al gobierno,
no le urge sobre manera que el pueblo lea. La historia tiene cosas tan graves
que nadie podría contestar por qué sucedieron de esa manera. De modo que, entre menos conozca de historia, mejor.
Y esto se logra con un pueblo que, de manera general, lee a Tarzán o ve los
programas circenses que tienen la pretensión de
“catarsis grupal” y que tanto han proliferado en nuestra pantalla chica.
O bien de diez canales seis son de cocinar alimentos, restaurantes, etc.Este
mismo día están sucediendo cosas, en el planeta entero, que nadie se quedaría
tranquilo si tuviera conciencia de la situación. Y con lo único que se queda es
con la versión que le dan los noticieros.
Así que ya pueden todos los ejércitos de escritores de este país y del
mundo escribir y escribir, y exponer en las Ferias de Libros, que de todas
maneras el grueso de la gente no los leerá. Siempre se reconoce que el pueblo
no lee. No hay modo de ocultarlo. El presidente de la república lo dice, el
rector de la Universidad Nacional lo dice, el director del Fondo de Cultura
Popular lo dice cuando toma posesión de su cargo, también lo dice el director
del Instituto de Cultura. El de Bellas Artes. Desde luego siempre está la
intención de enmendar la plana. En los discursos de la Feria Internacional del
Libro, del siguiente año, seguramente escucharemos...
-
Deja de estar quejándote - dije-. Mejor platícanos algo de lo que hayas leído a últimas fechas.
Nos
contó de Jasper
Dijo que Jasper es considerado, junto con
Heidegger, su contemporáneo, de los
filósofos alemanes destacados de mediados del siglo veinte. Se le tiene
como uno de los inspiradores de los movimientos existencialistas de la época.
Los tirajes de sus libros rebasaban el millón de ejemplares. Sus obras se han
traducido a más de 20 idiomas. Varias Fundaciones culturales en el planeta
llevan su nombre. Fue psiquiatra de
profesión y en ese terreno tiene un
lugar reconocido...Sin embargo es incoherente en su filosofía. Contiene
hipótesis que con frecuencia se contradicen. Cuando Nietzsche dice que Dios ha
muerto, mil páginas más adelante sigue diciendo que Dios ha muerto. San Agustín
asegura que Dios existe y mil páginas más adelante sigue diciendo que Dios
existe. Con Jasper no sucede así. Sobre todo se ve que se le dificultó, sin
lograrlo nunca, llegar a niveles dialécticos en algunos temas que trató. Por
ejemplo, entre el nihilismo y el totalitarismo está la acción de los partidos
políticos. Entre el catolicismo y el comunismo marxista se encuentra la
teología de la liberación, etc. El no vio
de esta manera las cosas...Ciertamente sus asuntos son de la filosofía
de todos los siglos, y también se avoca a las cuestiones políticas que le tocó
vivir en su tiempo, que fueron los
contradictorios días de las dos guerras mundiales. Pero siempre salta a la
vista la imposibilidad que tuvo para conciliar las cosas. Creía en los opuestos
pero no pudo temperarlos ni llegar a la síntesis de la confrontación
dialéctica. El hombre tiene que ser libre y para ello, decía, deberá moverse en
los temas de la filosofía racionalista. Y sin embargo, también creía en Dios:
“No hablamos contra Dios, sino contra la pretensión humana de representar a
Dios” Es decir que creía en el Dios escondido pero no en el Dios revelado, dice
Kurt Salamun, uno de sus biógrafos...Desde luego no quiere saber nada de los
sacerdotes. Pero sí acepta en religión ese espacio temporal, al que califica de
época axial, de la humanidad que va del 800 al 200 a. C. En este tiempo florecieron las religiones de
China, la India, Irán, Israel y Grecia. Todas estas religiones tuvieron sus sacerdotes. Jasper, entonces, acepta
tácitamente a los sacerdotes del 200 “para allá”, pero no a los sacerdotes del
200 “para acá”. Creía en la libertad política, para el individuo, pero
desacreditaba el parlamentarismo de los partidos políticos. Era tan nihilista e
individualista, como un Zaratustra y, no obstante, decía, la existencia es una
lucha amorosa, porque no filosofamos a partir de la soledad sino de la
comunicación recíproca, del trato social..Defendía la libertad irrestricta de
la persona, casi hasta el anarquismo y, sin embargo, llegó un tiempo, en 1931,
en que creía que era necesario un Führer al frente de toda la estructura del
gobierno. Cuando el nacionalsocialismo enseñó a Europa, y al mundo, lo que era
un Führer, Jasper siguió creyendo en el hombre fuerte pero ahora matizado por
la figura del estadista razonable controlado por el mayor número de
ciudadanos...Entre sus autores favoritos se encuentran Kant, Kierkegaard, Max
Weber, Spinoza, Plotino, El Cusano, Bruno, Schelling, Nietzsche, Goethe, Hegel,
San Agustín. Al leer su obra podría uno asegurar que es un
libertario y, sin embargo, como hemos visto, tiene influencias fuertes de
Plotino, el último neoplatónico pagano. En todo este abanico, tan amplio de
temas y puntos de vista de cada tema, Jasper necesita un criterio dialéctico,
pero sigue sin encontrarlo. Bajo la influencia de tan importantes pensadores
sus temas van a ser necesariamente de calidad, pero irreconciliables...De los
que conocen su obra no falta quién se pregunte cómo, con tantas
contradicciones, llegó a ocupar un lugar distinguido (aunque no al grado de
Heidegger) en el campo de los pensadores europeos, sobre todo los alemanes. Tal
circunstancia se ha buscado en los temas tanto filosóficos como políticos que
aborda. Sin embargo, la respuesta puede encontrarse más bien en los tiempos tan
contradictorios que le tocó vivir. Después de la segunda guerra mundial la gran
figura que había sido Nietzsche, en las dos
décadas anteriores, en el terreno de la filosofía, asociada de alguna
manera al nazismo (igual sucedería con Wagner en el terreno de la música), se
le buscaba ahora dejar de lado. Era, pues, necesaria, otra gran figura para la
filosofía de posguerra. Bueno, ahí estaba Heidegger, de manera indiscutible.
Pero por lo visto la gente “de occidente”
necesitaba otra cosa. La época volvía a ser de contradicciones, pero
eran contradicciones diferentes a la de la década anterior. Cuando se empezó a
conocer la obra del filósofo, no se encontraron en ella soluciones, pero
sí contradicciones. De alguna manera
hubo reflejo en un mundo contradictorio
y así surgió el fenómeno Jasper.
La actividad que nos
ocupaba mucho tiempo era fundir nieve para obtener agua. Entre tanto se
caldeaba la tienda - comedor. Por fortuna llevamos el suficiente alcohol
líquido y en pastillas para tal cosa. Juan Medina y Benito Ramírez habían
subido prácticas y poderosas estufas a base de tanquecitos intercambiables de
gas. Después preparábamos alimentos y comíamos. El desayuno era a las diez y la
comida a las tres de la tarde. Por las noches, temprano, nos reuníamos para
cenar algo ligero. De vez en cuando permanecíamos charlando hasta la media
noche. Esto es inusitado si se piensa que, con quince grados bajo cero, aun
antes de que caiga la noche ya no se tiene algo que hacer y hay que darse prisa
y meterse a la tienda. En la base de la montaña, a la altura de Tlamacazcalco,
seguramente habrá diez grados más calientes pero el viento que cubre
eternamente a la pared lo enfría todo, por algo se llama “Abanico”.
Con rocas de desprendimiento y nieve como
argamasa construimos una letrina tan lejos como hemos podido del campamento.
Hasta la acción de visitar la letrina era a la hora acostumbrada del día. O
después de la cena.
-También José Ingenieros
iba al baño a la hora acostumbrada, en tanto escribía contra la rutina - dijo
Benito Ramírez.
A un metro de la tienda de Cork empezaba un
precipicio de mil metros que acababa en el fondo de la cañada Nexpayantla. Eso
hacía que, en ocasiones, sobre todo para las maniobras nocturnas, extremáramos
las precauciones. Instalamos, para tal
efecto, un hilo de plástico en derredor del campamento. El que lo brincara
podía dejar de pertenecer al mundo de los vivos, sin más trámite. Nieve dura de los cinco mil que no cambiará su
constitución hasta el siguiente verano. Esto nos había permitido, como he
señalado, nivelar pequeñas plataformas para las tiendas con una ligera
inclinación hacia adentro, en contra del vacío. De esta manera podíamos dormir
confiados en que no despertaríamos en pleno vuelo entre la helada noche
surcando el precipicio. Para más seguridad, puesto que un ventarrón inesperado
a esas alturas de todas maneras podía llevarse a alguien con todo y tienda, al
disponerse a dormir, cada quien en lo individual, ataba a su cordeleta de
cintura la cuerda que estaba fija en el exterior a una clavija hundida en la
roca del piso. Por lo demás, a Cork no le inquietaba dormir al borde del
precipicio. Estaba acostumbrado a los vivacs.
En hamaca, dentro de la tienda especial para vivac, oscilando sobre estribos. Otros vivacs los habíamos pasado,
él y yo, sentados en alguna pequeña repisa, colgando los pies en el vacío. En
la Oeste del centinela de Milpulco y en la repisa de la norte de la Rosendo de
la Peña, en Hidalgo, arriba del pueblo de Chico. De tal manera que poder dormir
en posición horizontal y dentro de una tienda y un sleeping, era casi un lujo.
En las mañanas sobre
la pared del Abanico estábamos entumecidos, a pesar de nuestros excelentes
sacos de dormir. No sentíamos frío pero sí una enorme necesidad de movimiento
después de catorce horas de permanecer acostados. Por la mirilla de las tiendas
podíamos ver en el fondo la cañada, llena todavía de la noche cerrada. En los
niveles intermedios, no obstante, a la altura del Adoratorio Nexpayantla, una
luz plomiza y helada empezaba a revelar
el paisaje. En cambio en el horizonte la
alta cúpula blanca de la Iztaccíhuatl se había teñido ya de rojo. Entonces
dábamos gracias a Tezcatlipoca Chichiltic (Sol Rojo) por asistir a nuestras
necesidades de calor y color. Invariablemente Benito Ramírez decía a la misma hora:
- Es de mal gusto la
idea que el Sol se debiera a Faetón, y a su torpe manejo de riendas imposible
de conducir un carro, tirado por caballos dando tumbos por la Vía Láctea.
Valles inmensos del
oeste y del este, vistos desde aquel parteaguas natural, hacían más elevada la cordillera de altos
aparatos volcánicos en la que nos encontrábamos acampando. Estos lugares habían
visto, a lo largo de los milenios, surgir esplendorosas civilizaciones del maíz
de la cultura náhuatl. Pegadas profundamente al proceso generatriz de la
Tierra. Junto a los dioses había diosas. Junto a los caudillos había caudillas.
En las guerras de expansión y en las de contracción las mujeres peleaban
disputándose palmo a palmo la victoria o la derrota. Estaban en los frentes de
guerra o en la retaguardia preparando la ropa, los víveres y las medicinas para
los combatientes. O recibían a los heridos que regresaban de la Banda de Guerra
y los curaban o los enterraban. En ocasiones nos preguntábamos cómo se había
llegado a la situación de separar las actividades del hombre y las de la mujer.
Esta es una tierra profundamente identificada con el proceso generatriz.
- No solamente esta
tierra – comentó Carmen- Truman Capote
conoció una mujer que era propietaria de una granja de serpientes, a una
muchacha que trabajaba en el departamento de policía de Miami, a otra que era
buceadora profesional de grandes profundidades y el mejor mecánico de coches
que conocía era también una mujer.
- Las de Tlamatzinco –
dijo Cork - eran dueñas de esclavos o pasaban a ser esclavas.
Carmen recordó que en
México las diosas habían seguido el proceso de convertirse en vírgenes y
después en heroínas. Era una idea que horrorizaba a Abraham, habitante de Río Frío.
- Del Golfo, en el oriente del parteaguas - agregó Benito
Ramírez- nos llegan las invasiones depredadoras. Y del poniente, donde se
encuentra el Pacífico, los estertores spenglerianos de las placas Cocos y
Norteamericana. En realidad son cinco placas tectónicas que zarandean el
territorio mexicano todos los días.
- La dispersión rural
en México es inmensurable a través de la selva, la inmensa llanura y su enorme
panorama montañoso. Solamente la Coca-Cola la conoce. Sus camiones se meten por
todo el territorio como ni siquiera las inteligencias militares de los países
lo hacen. Por algo somos el consumidor número uno en el mundo de este refresco.
Estados Unidos, su inventor, ahora es el número dos.
En Tlamatzinco, los hombres
de edad eran los que dan las pautas de conducta. Dialogaban entre ellos y
luego, mediante una plática fraterna, como quien charla en la sobremesa, daban
a conocer su manera de pensar. Y eso era la ley. Pero había (hay) una
legislación silenciosa, implícita, instintiva, que desarrollaban las mujeres.
En los tiempos antiguos, cuando el ejercicio principal del grupo era la guerra,
empezaban a tener hijos antes de los quince años de edad. Hombre que moría en
la guerra, y mujer que fallecía en el parto, eran considerados los habitantes
naturales del Tlalocan, junto al Sol. El Tezcatlipoca Chichiltic de los
mexicanos, el Kitzigiata de los kikapúes y el Wakantanka del sioux. Cuando
llegaron los tiempos de la agricultura y
después los de la industria, su primer hijo lo tenían tardíamente y
paraban en seguida la fertilidad. Entendieron que los frentes de guerra ahora
tenían la modalidad de la competencia académica y tecnológica. Pero que para
ello se necesitaba buena alimentación. Esto sólo se podía lograr, con los
escasos recursos de que disponían, teniendo pocos hijos. Había familias que
tenían uno, otras dos. Las de tres ya se consideraban irresponsables. Pero no
era un móvil utilitario primordialmente. El gran amor que sentían por los hijos
les hacía procrear pocos. La cuestión de fondo era si querían traer abundante
número de obreros o pocos para que fueran líderes. Las estadísticas gustaban
comparar la fecundidad de las mujeres del campo con las de la ciudad. Estas
tenían todavía menos hijos debido a un mayor nivel de escolaridad. De niñas
habían ido a estudiar al Calmecac. Unas estaban en contacto diario con la
tierra y los procesos generatrices y las otras ya no. Las del campo observaban
de cerca la esterilidad de la tierra. Las de la ciudad podían ser dotadas de
maíz y carne conseguidos en lejanas
tierras mediante el trueque o la guerra y, no obstante, seguían disminuyendo su
fertilidad. Pero no por atender a necesidades básicas de fondo si no por verse
bonitas y no perder la competencia por el hombre frente a otras mujeres más
jóvenes. Las del campo, en cambio, seguían siempre atentas con el crecimiento
armónico respecto de los recursos de que disponían. Las mujeres hopis de
Tlamatzinco, en ese tiempo al que nos estamos refiriendo, redujeron su
natalidad y ampliaron de esa manera las perspectivas de sus niños.
* * *
Después
de la reunión del café de la calle de Tacuba decidimos esta salida.
Necesitábamos aclimatarnos a la altura y ese
era el objetivo de que estuviéramos acampando cerca de los cinco mil. La
semana anterior habíamos salido de la ciudad de México. Emplear “mucho” tiempo
para aclimatarse en tanto se va subiendo de manera gradual y, a la vez, beber
abundantes líquidos que contengan sales necesarias para el organismo, es el
arma secreta para luchar con éxito frente al molesto y peligroso fenómeno
conocido como mal de montaña o puna. ¿Pero cuánto tiempo debe de dedicársele al
proceso de la aclimatación?
Benito
Ramírez: -. Ni siquiera lo sospecharíamos. Para nuestra manera de actuar, en la
actualidad, parecería que mucho, otros dirán, al conocer el dato, que eso es
demasiado.
Juan
Medina: - Es cierto. Hasta ahora nuestro pragmatismo en la manera de hacer excursionismo nos ha arrojado a hacer antes
que indagar. Pero tampoco aprendemos de nuestra experiencia. Existe una
abundante y bien documentada bibliografía dedicada al proceso de la
aclimatación a la altura, pero poco caso le hacemos. El resultado es que en
ocasiones los resultados han sido desastrosos.
Y como ignoramos a qué se debió
lo anterior quedamos expuestos a volver a protagonizarlo. Todo buzo sabe que no
puede sumergirse de manera indefinida en las profundidades del mar. Llegado a
cierto nivel deberá utilizar oxigeno, ese metaloide que forma la parte
respirable del aire, que lleva en los tanques. En la alta montaña no es lo
mismo, pero es extraordinariamente parecido. Quizá la diferencia estribe
solamente en el tiempo en que se presenta la obstrucción de los pulmones y el
cerebro en un caso y en el otro. En el agua el resultado es fulminante en tanto
que en la altura la asfixia es paulatina, lenta, por horas o por días. Aunque
en ocasiones se da de manera violenta en un solo día.
Benito Ramírez:-
Los ingleses en los Himalayas fueron los
primeros en recurrir al empleo del oxigeno. Eso fue suficiente para que otros no lo usaran y probar de esta suerte la
mayor resistencia racial y hasta nacional. No se olvide que esto se da en el
marco de la espectacular competencia nacionalista europea del primer tercio del
siglo veinte. Después ya no supieron distinguir el por qué, el cuándo y el para
qué y acabaron por avergonzarse de la utilización del oxigeno. Y como se
trataba de llegar primero a la cima que los otros, tampoco atendieron con
seriedad el fenómeno fisiológico de la
aclimatación gradual a la altura. Eso se
dio en los países europeos.
Juan Medina:
-Los alpinistas de los países indoamericanos lo único que registramos de esta
polémica histórica fue, por una parte, que no deberíamos utilizar oxigeno y
también que había que llegar antes que nadie a la cima. Lo más rápido posible.
Los alpinistas que vivimos en los dos mil doscientos metros de la ciudad de
México salimos por la mañana de casa y, hacia las tres de la tarde, ya estamos
en los cinco mil cuatrocientos cincuenta y dos del Pico Mayor del Popocatepetl.
No sospechamos que esto en lugar de figurar en los anales del alpinismo poco le
falte para ser inscrito en la psiquiatría en su apartado del suicidio. En efecto,
el resultado ha sido un sinnúmero de lesiones físicas, accidentes mortales y
traumas psicológicos por habernos topado con un muro invisible sin haberlo
podido franquear de manera natural. No es nada extraño el espectáculo que
ofrecen los alpinistas debilitados gravemente por la altura. Otros estarán
vomitando. En ocasiones, es cierto, bastará que empiecen a perder altura para
que todo vuelva a normalizarse en ese organismo. Pero se dan casos que el
enfermo deberá ser trasladado de emergencia a algún hospital a efecto de
salvarle la vida. Como no hay en la actualidad la infraestructura necesaria de
primeros auxilios, en los albergues mexicanos, en alguna ocasión el alpinista
agoniza y muere a la vista impotente de sus compañeros. Pero si consigue salvarse
este individuo difícilmente volverá a la montaña. Aun el que pasa por la
experiencia de vomitar, difícilmente regresará. No obstante el muro invisible
había que franquearlo de cualquier modo ya que algunas empresas alpinísticas se
mueven en el marco de lo utilitario, no
tanto del romanticismo alpino. Fue cuando se empezaron a frecuentar los
fármacos al margen de la supervisión médica. La facilidad que da la carretera
que va de Amecameca a Tlamacazcalco,
debido a nuestra imprevisión en el
asunto que estamos tratando, permite que de manera casi suicida nuestro organismo supere un kilómetro y medio de desnivel en menos de una hora,
cuando deberíamos de hacerlo en una semana. Lo mismo sucede con la carretera
que va de Orizaba al Poyahutecatl, vía
Coscomatepec.
Toci -.
Este asunto de la adaptación a la altura debería ocupar un sitio secundario,
por así decirlo, para un escalador de alta montaña. A él no tendrían que
distraerlo los prejuicios que se han
desarrollado en torno a tal asunto. Su
misión es resolver cómo superar aquel diedro, la pared de hielo o bien el
extraplomo que se encuentra en la ruta
que se ha propuesto recorrer. Para ello
tendría que apresurarse a aceptar, con
toda humildad o disciplina, lo que la ciencia médica recomienda que sea pasar con responsabilidad
por un tiempo suficiente de aclimatación. Además, como dices, beber muchos líquidos con sales propias del
organismo, que se han desechado mediante
el sudor y, de manera programada,
recurrir al oxigeno.
Juan
Medina: -. En México la alta montaña empieza
en los cuatro mil metros sobre el nivel del mar. Concepto meramente
convencional. En otros países lo más elevado de su alta montaña se encuentra en los tres mil. En tanto que en
América y en los Himalayas hay
poblaciones situadas arriba de los cinco mil. En el mismo Altiplano
Mexicano muchos alpinistas vivimos en los dos mil doscientos metros de
la ciudad de México, o más arriba, como Amecameca o la ciudad de Toluca, en
tanto otros en la escasa altura del Puerto de Veracruz. Para los
primeros la alta montaña empieza a
partir de los cuatro mil de
Tlamacazcalco en tanto que para los
otros, los tres mil en los que se encuentra situado el caserío
de Jacal, ya es alta montaña. De esta manera tenemos que la
exigencia a los ritmos de
adaptación a la altura son
diferentes en cuanto el tiempo
requerido. Los alpinistas del lado veracruzano son los que muestran más
comprensión de este fenómeno. Empiezan a
caminar desde los mil ochocientos de
Excola. Para cuando alcanzan el refugio de Piedra Grande, en los cuatro mil
doscientos sesenta metros, de la ladera norte del Poyahutecatl, ya han pasado
varios días. Otros, de manera deliberada, hacen el doble de tiempo. Al final su
organismo está mejor adaptado para
emprender el asalto final a la cumbre.
Toci: -
Los habitantes de la ciudad de México llegamos por la mañana a los cuatro mil
de Tlamacazcalco en vehículo, empezamos a subir, alcanzamos la cumbre mayor del
Popocatepetl o de la Iztaccíhuatl y por la tarde de este mismo día ya estamos
de regreso en Amecameca para la hora de la merienda. ¿A quién le importa si fue
mediante los métodos ortodoxos o no que su corazón resistió? Llegará el tiempo que el oxigeno pueda ser llevado de
manera tan practica en la mochila, como se lleva una lata de atún. O que en los
refugios de la alta montaña haya tanque
de oxigeno a la mano, con la misma
facilidad que en las terminales de autobuses por una moneda obtenemos una botella
de refresco. Y en el terreno intelectual se acepte la idea de lo recomendado
por la ciencia médica en lugar de lo reprobado que es el doping. Entre tanto, todo mundo haría bien en dedicarle más tiempo
a su ascensión, que el concedido en la actualidad.
-
Benito Ramírez: -. Un amigo mío, llamado
Ricardo Demeneghi, sube a la cumbre más alta del Poyahutecatl siempre que se lo propone partiendo desde el
Puerto. Un día llega por carretera a Orizaba, mil doscientos, al día siguiente continúa
a Excola, mil ochocientos. Aquí empieza a caminar. Sigue Tlacotiopa, dos mil
cuatrocientos. El cuarto día lo emplea
para llegar a Jacal, tres mil. La quinta etapa la destina para alcanzar
el albergue de Piedra Grande. El sexto día sube a la cima, cinco mil
setecientos, y regresa al albergue. Si alguien creyera que los seis días
empleados en subir cinco mil setecientos metros de desnivel para el alpinista
veracruzano es suficiente tiempo, o hasta demasiado, en su búsqueda de lograr
la necesaria aclimatación, también está equivocado. Todavía se necesita más
tiempo. Los expertos en estos asuntos de oxigenar los pulmones, frente a la
altura de la montaña, consideran que es necesario establecer zonas de aclimatación que abarcara cada
una de ellas mil quinientos metros para ser superados en una
semana. No menos. Esto quiere decir que lo de la aclimatación debe ser abordado con mucha atención. Que
para alcanzar la cumbre del Poyahutecatl
saliendo del Puerto de Veracruz se necesitarían cuatro semanas. Los alpinistas
de la ciudad de México necesitaríamos
dos semanas. Lo mismo vale para el Popocatepetl y para la Iztaccíhuatl.
-
Esto de subir rápido es más complejo de lo que suponemos - agregó -. Tiene que ver con nuestra escasa información de
cómo se comportan los procesos fisiológicos en la medida que nos introducimos
en las cotas elevadas. Pero también del tiempo de que disponemos para lograr
esa adaptación. Como está planteada aquí la cosa se antoja propia para
jubilados o para aristócratas. El factor económico, el tiempo...El psicológico
juega un papel de mucha importancia. Está relacionado con nuestro lado
andrenalínico que se llama machismo.
Toci, que
era una experta en esto de la montaña, agregó algo en tanto señalaba hacia la
Iztaccíhuatl:
-
Pero seguramente lo que tiene mayor peso es el aspecto filosófico. ¿Qué es para
nosotros la montaña? ¿Una pista de carreras en la que tratamos de aliviar
carencias existenciales? ¿Sustituto de una reafirmación en lo social y en lo
sexual? ¿No podría ser un mundo con el que quiero convivir en un ritmo sin
prisas? Cruzar la línea de los refugios occidentales de la Iztaccíhuatl, arriba
de los cuatro mil, en dos semanas, en lugar de dos días... Subir la pared norte
del Abanico en dos semanas, a través de
roca inestable, vientos poderosos y helados y cruzar repisas llenas de hielo y
nieve en lugar de dos apresurados días... Levantar la tienda de campaña en el
Corredor Superior del lado oeste del Pecho de la Iztaccíhuatl y descender
varios días después... ¿Quién sabe de lo formidable que es vivir una semana en
la repisa superior de la Pezuña, en su pared del norte? Instalar tu tienda.
Ponerte cómodo y leer y escribir. Por las noches contemplar las luces de los
pueblos que brotan en la gran sima más allá de Chico...Y luego el sol que se
anuncia...
* * *
En el
refugio El Queretano pasamos Cork y yo dos días. Suficientes para acabar de
habituarnos en esas alturas por eso de la producción de glóbulos rojos en
nuestra sangre. Recuerdo que en la última tarde Cork veía las tablas de las
literas. Le escuché decir:
-¿Cuántos
árboles tuvieron ser derribados para contar con la madera necesaria y construir
este refugio. Cuantos microsistemas de animales tuvieron que emigrar, adaptarse
o morir…
En la mañana siguiente nos
internamos por los corredores de la base
hacia el oeste. Atacamos la pared de roca del principio del Helero que a la
sazón se encontraba recubierta por una capa delgada de hielo. Superamos treinta
metros verticales de roca helada para luego cruzar, tallando escalones en el
hielo, hacia la derecha, en una extensión de diez metros. Llegamos a la gran
repisa oeste en la que pensamos instalar
el campamento. Nos llevó buena parte del día subir hasta ahí. Fue
necesario fijar cuerdas en el trayecto y dejar varios estribos. Con ellos facilitaríamos a los otros la subida en la
que deberían cargar con el acarreo de las pesadas mochilas y tiendas de
campaña. Esa primera noche la pasamos los dos en nuestros sacos de dormir y
metidos en una sola bolsa para vivac.
Al día
siguiente, con la llegada de los otros, nos dimos a la tarea de levantar las
tiendas. Para la segunda noche estábamos
bien instalados. Contábamos con las
comodidades que cabe esperar en una expedición vertical de este tipo.
Carmen,
Toci, Benito Ramírez, Juan Medina, Cork y
yo componemos el equipo. Todos ellos, con la excepción de Carmen, que en
realidad no era gente de montaña, eran partidarios de la reproducción del
comportamiento social así estuvieran en el Quinto Infierno. Corrían cinco kilómetros en el valle o en las
montañas, cada tercer día, desde la edad de diez años. Los revolucionarios de
horca, cuchillo y estilográfica, del individualismo y la renovación continua,
no les reconocerían sus aptitudes singulares. Al volver al valle se perdían
haciendo rutinas, como los demás hombres sin rostro entre la multitud.
- Hay voluntades de acero en los individuos que mantienen en movimiento a la ciudad, día tras
día, y a través de los siglos- comentaría Toci a la hora de la cena -. Tal
disciplina no puede evitar, aun sin proponérselo, destruir los nervios de
algunos de sus componentes sociales. No pueden resistir mucho tiempo los que
consideran a la rutina una cárcel psicológica. Se declararán en rebeldía como
el que sube la fatigosa pendiente de la montaña de Sísifo y se da cuenta que no
puede seguir el paso monótono y vigoroso de los otros. El auténtico guerrero no
es el que blandirá el hacha de dos filos, o el lapicero, en tanto derrama
grandes cantidades de adrenalina, si no el que está calibrado para la rutina.
Teotihuacan no se hizo en un fin de semana...
* * *
Toci era una excelente escaladora de roca y nieve. Había
subido con Cork la norte de las Goteras, en la Sierra de Pachuca, arriba de
Chico, el invierno anterior. En realidad tenía una fuerte tendencia a estar
cerca de él. De sólo verlo se generaba una química en su organismo que la
mantenía cerca. Llevaban dos temporadas escalando juntos en la cañada de
Nexpayantla. Levantaban su campamento en Cruz de Coyotes, en el fondo mismo al
pie del amplio frente rocoso del oeste.
En las mañanas subían caminando por las primeras laderas, cuerdas al hombro, y
se pasaban el día resolviendo los problemas de sus afiladas y frágiles aristas.
Comían en algún descanso los víveres que cargaban en sus
mochilas de ataque. Toci bebía vino tino que llevaba en una botella de plástico
y su compañero jugo de espinacas. Si
Toci insistía que bebiera de su vino, el otro contestaba: “¡No porque con el
vino me da por violar muchachas bonitas como tú y después estrangularlas!” Ella
hacía como que lo forzaba a beber y éste
a resistirse hasta que los estribos en los que estaban parados amenazaban con
caer. Entonces se calmaban. O bien le decía, llena de picardía. “¿Nunca lo has
hecho sobre estribos, con doscientos metros de vacío bajo tus botas?”. Era el
momento en que él daba un tirón a la
cuerda y le gritaba “¡Sigamos subiendo!”.
Una vez en Cabo Rojo, en el suroeste de Puerto Rico, nadando en el Mar
de las Antillas, “cubierta” Toci con la más audaz de las tangas, había
visto todo su esplendoroso cuerpo color bronce. Sus movimientos eran
descaradamente eróticos cuando sentía
que el otro la observaba. “Tan fácil y delicioso como eso para que la vida de
un hombre empiece a complicarse”, se decía para sí.
Otras veces iban a la pared de la Torre Negra. La subían
o efectuaban alguna travesía horizontal hacia la derecha o la izquierda.
Bajaban al atardecer. Encendían una fogata en la orilla del riachuelo de
deshielo. Asaban carne y tomaban café negro americano. Cuando se les hacía
tarde escalando bajaban al albergue de Tlamacazcalco y al día siguiente
descendían al campamento de la cañada. Cabellera negra larga (que controlaba
haciendo dos trenzas y luego anudarlas
bajo su barbilla), senos formidables, alta como su compañero, era la
muchacha india más hermosa que yo haya conocido. La temporada pasada habían
“hecho” el Corredor Superior Oeste del Pecho de la Iztaccíhuatl. Dos semanas
más tarde instalaron un campamento de cinco días en la cumbre más alta de la
montaña.
-¿Por qué
piensas en Clemencia si tienes junto a ti a Toci - le pregunté en una ocasión -
. No puedo imaginar una mujer más afín para ti que ella. Además te seguiría
hasta el mismo infierno. Es la versión de la mujer guerrera en tiempos de paz.
Su respuesta me hizo
mirar algo que nunca había visto:
- Te equivocas. Fíjate en sus bellos ojos asiáticos y en
su mirada de coyota. En ellos puedes ver que tiene en el alma una fiebre que no
lleva mi nombre. Su obsesión se llama “escalar”. Clemencia, vagando por los
espacios siderales, en realidad está más cerca que Toci.
Era cierto. No resultaba raro que Toci emprendiera sola
la ascensión a la Iztaccíhuatl o al Citlaltepetl. Permaneciera dos o tres días
en sus albergues antes de descender al valle. En esta ocasión había subido de
primero de cuerda por el Helero, para asegurarse que las cuerdas dejadas por
nosotros el día anterior, estuvieran en orden y los estribos, en los que
descansaría Carmen, no se encontraran demasiado lejos uno del otro. Y de líder
había subido no menos de quince buenas rutas en el flanco oriental del
Chiquihuite y otras tantas en el macizo de los Frailes, en la región de San
Jerónimo, Hidalgo.
* * *
Eran montañistas experimentados. Las maniobras en la
escalada, desde que abandonaron el refugio El Queretano, las llevaron a cabo
con entusiasmo y habilidad. La niebla, ligera y helada, pasaba por los
corredores de la base para hundirse enseguida en la sima de Nexpayantla. Cuando
se hubieron aproximado les enviamos las cuerdas para ayudarles a subir el
equipo.
Carmen estaba maravillada. Su mundo era el hábitat de los
lugares tropicales y con temperaturas promedio de los treinta grados. Pero ha mostrado una enorme voluntad
y se ha metido con decisión al escenario de la roca y la nieve de la alta
montaña. Nuestra lenta marcha de aclimatación le ha servido bien. No ha sufrido
molestias por efecto de la altura. Sus mecanismos de adaptación han respondido
de la mejor manera a las bajas temperaturas a las que también se ha ido
introduciendo con éxito. De México habíamos salido a la Sierra de Pachuca y
acampado, de hecho vivaqueado, en la
primera repisa de la pared sur de los Panales. Con esto nos colocábamos en los
tres mil metros de altitud. En la estancia en Amecameca habíamos descendido a
los dos mil seiscientos. Después nos dirigimos hacia los cuatro mil de
Tlamacazcalco. Para cuando llegamos a El Queretano, se encontraba ya
familiarizada con este helado ambiente
de manera aceptable.
Clemencia, que inicialmente mostró la intención de tomar
parte en esta salida de aclimatación, y conducta de grupo, no pudo venir. Un
programa de meditación y práctica yogui en el convento benedictino de
Ahuatepec, en el Estado de México, puesto en marcha a última hora por los guías
de Kumarila (la meta era pasar varios días en catorce ciclos cerebrales), le ha
impedido acompañarnos. Cuando estábamos en Amecameca habló por teléfono al hotel en el que nos alojábamos. Pidió que
la disculpáramos. Nos esperaría para cuando regresáramos a la ciudad de México.
Emprendería junto con el grupo la salida para el monte Tlaloc al empezar la
travesía hacia el Teocuicani. Sabía de la participación de Toci y, al
despedirse le había dicho a Cork: “¡Me saluda a la salvaje!”
- Esa muñequita de aparador no podría sobrevivir en este
lugar dos días seguidos. Ni con todo el poder
que dice que tiene en el ombligo - expresó en cierta ocasión Toci
mientras cenábamos en un restaurante de Amecameca, refiriéndose a Clemencia. Lo
dijo abiertamente, como si se encontrara sola. Y para nada le importó lo que de
ello pensara Carmen. En ese momento Cork daba un sorbo a su café negro
americano descafeinado. Por lo visto tuvo que pensar para decir con cuidado un
comentario:
- Pocas mujeres
pertenecen a la montaña como tu, Toci.
Pero Toci estaba
molesta. Sólo contestó:
- No me vengas
con esas. Esa mujer no es otra cosa que una barbi”.
- La subestimas. Cuando escucho a Clemencia
suelo hacerle bromas, pero la verdad es que esa mujer es movida por grandes inquietudes filosóficas.
Habla de Buda y yo recuerdo una y otra vez lo que le leí a Porfirio que decía
su maestro Plotino.
- ¿Qué era?- pregunté.
- Que el alma es capaz de progresar por medio
de la purificación. Porque el término de su progreso es llegar hasta lo Uno
absoluto e inefable, el verdadero Ser, al cual todo aspira. Agrega que esta es
una manera de desprendernos de nuestro ser para aumentarlo confundiéndolo con
la divinidad ya que con esta ascensión aumenta el valor existencial del sujeto.
Toci respondió casi iracunda:
- Sí, ya sé todo ese enredo. La manera de
abandonar el Ser e ir hacia abajo, prestando nuestra atención a los seres
falsos, a las impresiones engañosas de los sentidos y a las ideas que de ellos derivan. Al mundo de
la forma, a la ciencia y al arte mismo, hay que agregar. Todo esto es del no
ser, del de abajo, del que carece de esencia, del que es vacío. Todo esto lo
encierra la palabra materia. Propiamente
lo que en la actualidad llamamos underground.
No desear. Pero cuando te mira el color blanco de su cara se pone encarnado. Y
su respiración se agita y sus pantaletas se inundan.
El otro ya no contestó. Guardó silencio.
Siguió comiendo. Por lo visto conocía a Toci. Recordó un diálogo que había tenido
con la krisna el mes anterior en la que Toci había estado presente.
- Puede reírse - había dicho ella
dirigiéndose a Cork -, pero quizá le interese saber que mi viaje anterior fue a
las Pléyades.
Lo había tomado por sorpresa.
- ¿Las Pléyades?
- Así es. Ni más ni menos. El paraíso de los
mexicanos mesoamericanos.
- Afortunada - había acertado a decir con dificultad.
- Si no lo cree tal vez le diga algo que en
las Pléyades hay más oxígeno y hierro que en otras estrellas.
- ¡Interesante! Eso quiere decir que son de
formación más reciente con respecto de otras estrellas...
Era una píldora más difícil de tragar que un
balón de futbol para Toci que no tardó dos segundos en decir:
-Vergüenza debería de darte. Creer en la
reencarnación, como fin de purificación de pasadas culpas, es como llevar un
letrero colgado al cuello que diga: “¡Cuidado, esta tipa es una malvada!”.
Clemencia, que veía venir el golpe de “la
salvaje”, hacia dos segundos se había desconectado de este planeta y ya viajaba
por la constelación El Toro. Por mi parte recordé a Unamuno que advierte, en su
novela Dos Madres, que el hombre que tenga que ver con dos mujeres será
triturado como un haz de hierbas entre dos engranes de acero.
* * *
Manejo del jumar.
Curiosidad técnica que ellos mismos rechazaban. En la pared de la base del
Helero los otros han instruido a Carmen en el sentido que habían venido a escalar, no ha subir por
cuerdas como si estuvieran en la pista de un circo. Cuando Carmen llegaba a un
estribo se tomaba un descanso y seguía al otro estribo. Benito Ramírez, que
se encontraba en la parte superior, la
guiaba cuidando el orden de las cuerdas. Juan Medina desde abajo le hacía
indicaciones de las maniobras que debería ejecutar.
Cuando la vi aparecer en el borde de la repisa me pareció
estar asistiendo a algo conmovedor. La perturbadora criatura que había conocido
en el cálido mundo de El Pinar ahora avanzaba hacia mí, en tanto jalaba su
cuerda y se desplazaba por la nieve al borde del precipicio. Estaba envuelta en
su chamarra de plumas. La pañoleta amarilla cubría la cabellera con algunos
carámbanos de hielo que se habían adherido en su caída de las partes superiores
del Abanico. Cuando pudo hacer alto me miró fijamente, en tanto exclamaba:
- ¡Oh, increíble! Creo que después de haber superado esa
pared sobre el vacío, podré seguirlo hasta el fin del mundo.
Escuchamos a Toci que le dijo a Cork:
- ¡Encantador! ¡Yo
llevo años siguiéndote hasta el fin del
mundo!
El verano argentino anterior Cork había intentado una primera en la pared sur del monte
Amehgino. Su compañero de cordada era Antonio Buendía Sánchez. Un excelente
escalador de alta montaña, sin doping, de
la ciudad de Pachuca. En el centro de la pared subieron las pendientes nevadas de la base con la idea
de trazar una directísima. Todavía
avanzaron unos cien metros por la roca negra e instalaron hacia los cinco mil
el primer vivac. Estaban en plena
forma y resolvían sin mayor contratiempo lo que les iba presentando la montaña.
El tiempo se mantenía estable. El viento fuerte y helado soplaba durante cortos
intervalos y luego se suspendía. La temperatura alcanzó, en la madrugada,
treinta y cinco grados por debajo del cero. Pero su equipo de pernoctar era excelente
y ligero. Ambos disponían de una tienda individual. Pudieron instalarse cerca
uno del otro y se cubrieron suficientemente con el mismo plástico delgado que
hacía la primera protección contra una eventual nevada. Y contra las ráfagas
del viento. Después estaba la tienda y luego la ropa de plumas. Al otro
día siguieron subiendo por una especie
de gran diedro. La idea era desembocar en una enorme flecha nevada que iba a
terminar en la cumbre más alta de la montaña. Casi al final del día una piedra
desprendida por el viento aplastó dos dedos de la mano derecha de Antonio.
Realizaron el segundo vivac. El dolor era intenso y Cork decidió el regreso por
la mañana. Su compañero se resistía. Quería seguir a toda costa pero no sabían
qué les esperaba y Antonio no estaba en condiciones de seguir. Volverían para
el año siguiente. Todo el día lo emplearon en efectuar descensos por la cuerda
hasta alcanzar las grandes pendientes nevadas de la base. Hacia la noche
alcanzaron las tiendas del campamento base en los cuatro mil y cerca del arroyo
de deshielo que baja del Glaciar de los Ingleses, en el noroeste del Aconcagua.
Ya desde lejos pudieron ver que ahora había cuatro
tiendas, en lugar de las tres que habían dejado. Disponían una para cada uno y
la tienda - comedor de modestas dimensiones pero suficiente para albergar
enseres y a tres o cuatro individuos.
Era Toci que había llegado el día que emprendieron los
otros la ascensión. Salió un día antes con retraso de la ciudad de México. Pero
entonces estaban suspendidas las relaciones diplomáticas entre México y Chile y
eso la obligó ir hasta Buenos Aires. De ahí emprendió el regreso hacia el este.
En Córdoba no pudo encontrar vuelo inmediatamente y se vio obligada a esperar
al día siguiente. Esto fue lo que la retrasó. Al verlos regresar preparó
bebidas calientes y dulces para cuando llegaran y una sabrosa comida.
Su espíritu de escaladora se adaptó inmediatamente a la
situación. Algo les había obligado a que emprendieran el regreso. Con dos días
que Cork descansara, emprendería con él el segundo ataque a la formidable pared
de nieve, roca y hielo. Pero cuando estuvieron cerca y vio la mano herida y ya
muy hinchada de Antonio, entendió que al día siguiente debían emprender el
largo regreso por la cañada de los Guanacos y luego por la de las Vacas, hasta
llegar a Punta de Vacas. En este lugar los militares darían los primeros
auxilios en tanto lograban llegar a la ciudad de Mendoza.
* * *
Con título de maestría en
la Universidad Nacional, y atenta a los cursos de actualización, Carmen
seguía de cerca el pensamiento moderno. Pero dos cuestiones me tendrían
positivamente encadenado a ella. Una era una especie de magia que rodeaba a su
atmósfera personal y familiar. La otra una devoción que profesaba a sus
antepasados. A su cultura .Y estaba atenta que su presente no se desviara del
tiempo pretérito. El futuro empezó ayer, solía decir. En el mundo de la
causalidad no hay un primer golpe que eche a andar todo, como sí lo hay en
teología. Sólo que decir presente resultaba complicado. Como en toda cultura
que está enriquecida por el sincretismo. No es sencillo descifrar a Teotihuacan
y, de manera un tanto imprecisa, por
lejana, a la del continente negro, por la que sentía un particular interés.
Cuando fui a buscarla, la primera vez a su casa de la isla, y en tanto esperaba
en la sala instalada en el corredor abierto, observé un nicho en la pared
cercana. La oquedad había sido preparada para aquella representación de unos
treinta centímetros de alto. Se trataba de una estatuilla Bena Lulua, de pie, femenina, de ancestro. Toda negra, de madera
preciosa, pulida, con escarificaciones en la frente. Pequeños senos
descubiertos, con solo un breve taparrabos y cuello alargado. Y cuando di el
primer trago a una bebida refrescante que ella había ordenado que me llevaran,
me percaté de lo singular del vaso. En realidad se trataba de un tarro, de
madera. Era una preciosa cabeza de un personaje negro. Creí identificarla con la
fabricación de los Ba- Kuba, que tenían su ancestral
fabricación en la región del Congo Belga.
Con el tiempo quise saber su criterio respecto del
matrimonio. Me contestaría con una parábola: “Los castores ponen mucho afán por
construir su presa para hacer un estanque. Pero su trabajo debe ser mayor por
conservar esa presa. Esto cobra relevancia en estos tiempos donde cualquiera se
puede divorciar hasta por Internet: ”Deposite tal cantidad de dinero en la
cuenta del despacho de abogados tal y en tres días recibirá su certificado que
está divorciada aun sin que el cónyuge lo sospeche, cuando se le notifique ya
no podrá apelar a ningún recurso de apelación”.
Luego de dos o tres sorbos a su café negro, Cork volvió a
perderse en el fondo de su bolsa y reemprendió la lectura de un libro que
llevaba a todas partes.
- ¿Qué lees-pregunto Carmen.
-Una novela.
-¿Quién es el autor?
-Faulkner
-¿De qué trata?
-De un abuelo y su nieto que llevan tres días buscando una vaca que se les perdió…
Carmen se preparó una taza de café. Afuera la nieve
azotaba con fuerza a la pared del Abanico. Se puso cómoda entre las mochilas.
Con un movimiento de las dos manos se cubrió parte de la cara con la boina de
lana. Guardó silencio. Después levantó la vista hasta el sitio desde donde yo
la miraba:
Pensaba en Triest Island. Como algunos le dicen a La isla
del Carmen. O Isla de Tris. Isla de la Tristeza.
- Es absurdo que a un lugar tan bello alguien pueda
ponerle el adjetivo de triste. Pienso
que debió haber habido una época en que en ese lugar se sufrió mucho...Pero no
era eso... Dos días más tarde, que cuando nos conocimos en El Pinar, volvió
Alejandro Bautista Jiménez.
No me era desconocido por completo el nombre pero no
acertaba a identificarlo
- ¿Quién es?
-
El marinero que nos contaba de la guerra de España.
Siguió haciéndolo. Al final se quedaba inconsciente de borracho sobre la mesa.
Entonces le pedía a mi tío Juan que ordenara lo llevaran a su hotel. Yo los
acompañaba para que todo se realizara en orden. Al salir seguía el ejemplo de
usted. ¿Se acuerda? Ordenaba en la administración del hotel le llevaran comida
para las primeras horas de la tarde. Volvió dos o tres veces. Después no
apareció más por el lugar. La segunda vez me dijo que la división interna, que
caracterizó a las fuerzas antifranquistas, fue tan profunda que ni antes ni
después se pudo disfrazar este hecho. Los socialistas estaban en contra de los
comunistas, estos en contra de los anarquistas y los libertarios en contra de
los comunistas. Ocasionalmente se unían para repeler otro ataque de Franco o
para tomar la iniciativa en el combate. Después se volvían a separar y atacar
entre sí. Era cuando lo ganado se perdía. O se perdía más de lo perdido. Dijo
que en el lado nacionalista había también fuertes divisiones manipuladas por
Franco, con miras a enfrentar a sus seguidores, para que no se unieran y
pudieran disputarle el liderato. (una roca del tamaño de una silla cayó dos metros más allá de la tienda de
Cork. Éste pensó, luego nos comentaría, que sería interesante la trayectoria
que esa roca ha seguido desde su orogenia hasta este momento de caer sobre la
nieve. Temperaturas elevadísimas, la presión que la arrojó hacia el exterior,
la consolidación, la erosión…) Esta
táctica la practicó de manera constante hasta el final de sus días. Ponía un
ejemplo y era el de Sancho Avila, Agustín Aznar y José Moreno. Intrigaban
fuertemente por hacerse cada uno de ellos del mando del partido de la
Falange, después de la muerte de José
Antonio Primo de Rivera. Esta incapacidad de los partidos políticos, o de los
funcionarios, para ponerse de acuerdo y lograr la unidad, desembocaba siempre
en el fortalecimiento de Franco como figura central. En ocasiones me contaba
más sobre la Falange. Era el partido político, del lado franquista, que más
importancia desarrolló. En el lado de las izquierdas había numerosas figuras
principales pues eran partidos poderosos y varias organizaciones sindicales muy
fuertes. Cada uno de estos grupos con sus pugnas internas propias queriendo
imponer sus programas particulares. El resultado eran frecuentes y prolongadas
asambleas. En ellas se consumía demasiado tiempo. Del lado de los nacionalistas
igualmente existían numerosas figuras principales, pero solamente había una
jefatura y era la de Franco. Como sea tal situación permitía mayor efectividad
en la coordinación de planes y en la acción para llevarlos a cabo. Decía que la
figura de la jefatura única, con su teoría de la minoría, había empezado a
hacerse familiar desde algunos años atrás, cuando la Falange empezó a
estructurarse. Entonces había tres figuras principales que eran Ruiz de Alda,
Ramiro Ledesma Ramos y José Antonio Primo de Rivera. Este triunvirato batallaba
mucho también para sacar adelante el movimiento. Por eso, con el tiempo,
apareció un grupo, en el seno de la Falange, que fue el promotor de la figura
única. Esta recaería en el último de los triunviros mencionados. Pero me hizo
la aclaración que en la Falange no
soñaban con un Duce o un Füherer. Querían algo auténticamente español. Pero no sabían
a ciencia cierta qué. No les gustaba la democracia de las izquierdas
bolcheviques pero tampoco la teoría de las minorías nazis. Ni tampoco el
fascismo italiano. En realidad José Antonio buscaba una revolución social bajo
el sello del nacional sindicalismo. La desesperación de ser barrido de la
escena política por las izquierdas, bajo el recurso de encarcelar a sus
dirigentes (como finalmente lo llevaríamos a cabo con José Antonio Primo de
Rivera) hizo que la Falange aceptara ligarse con grupos que hasta entonces
había evitado, como eran los monárquicos y los militares. Y decidirse por el
camino de apoyo a la violencia. La cara sanguinaria con que el mundo conoce a
la Falange corresponde a la Falange de Franco. Pero la Falange fundada por José
Antonio Primo de Rivera aspiraba, en su nacimiento, a ser una cosa distinta,
más de la cultura. Por ese tiempo se dio en el seno de la Falange un hecho
verdaderamente inusitado. Pilar, la hermana de José Antonio Primo de Rivera,
fundó la Sección Femenina de este partido. Llegó a tener afiliadas a medio
millón de muchachas. En los días que corrían en España una muchacha tenía que
vencer la oposición de la familia para poder militar en este ámbito tan
convulsionado. Por esto puede concluirse que la obra de pilar fue una verdadera
revolución femenina. A partir de la muerte de José Antonio Primo de Rivera, en
1936, en la cárcel de Alicante, donde fue fusilado, para la Falange se
perdieron las esperanzas de ser un partido nacional sindicalista, político y
culto. En adelante, y ya metidos todos en el mecanismo de la guerra, fue un
instrumento paramilitar. Con frecuencia, el ejército regular sacaba de la
Falange a sus mejores combatientes. Los
absorbía con la perspectiva de mejores sueldos y oportunidades potenciales
concretas. El caso es que para 1937 la Falange contaba con las milicias que
eran los grandes cuadros de apoyo en los
frentes de guerra y en la retaguardia con los que actuaban los ejércitos de
Franco. En abril eran ciento veintiséis mil falangistas, veintidós mil requetés
y cinco mil hombres pertenecientes a otros grupos. Más adelante acabarían
siendo asimilados por completo en un partido único de los nacionalistas. Pero
para este año también se vio que la mayoría de sus miembros carecían de toda
formación ideológica. La fama de organización sangrienta que tuvo la Falange,
después de la muerte de su fundador, se debe a una hábil estratagema del ejército regular ya que, en lugar de ser esta
institución la que ejecutara a grandes grupos, se servía de la Falange para que
lo hiciera. Pero también es necesario reconocer que a pesar de habérsele
asignado el papel de verdugo, la Falange se preocupaba porque el derramamiento
de sangre fuera el menor posible.
El 14 de marzo de
1936 la República Democrática había
prohibió la Falange. Sus principales dirigentes fueron encarcelados y otros
pudieron escapar. Así, este partido político, de segunda importancia hasta
entonces, se vio en la disyuntiva de desaparecer para siempre o rebelarse de
manera frontal contra la República, ya fuera solo o en colaboración con otros.
Tarde comprenderíamos que había sido un error de los más grandes - dijo Carmen
que le había dicho el marinero-. Habíamos arrojado miles y miles de
combatientes decididos en brazos de los rebeldes. A todos ellos los volveríamos
a encontrar en los frentes de guerra disparando desde las trincheras contra
nosotros. Los requetés entraban a la guerra con un sello especial. Todos eran
valientes pero ellos además tenían el tono de los que combates por el cielo.
Pudimos constatar que, ya en el campo de batalla, no es lo mismo combatir por
el Paraíso en la Tierra que por el Paraíso en el Cielo. En efecto, pronto se
encontrarían todos ellos con Franco. Así
fue como la Falange pasó a ser, dentro de la sangrienta acción de la guerra, el
principal partido político del Estado Español de los años posteriores.
Para
desaparecer a la Falange, o más bien, para quitarle este nombre, después que
hubo terminado la Segunda Guerra Mundial, Franco asumió primero el mando del partido, después
lo fundió con otra organización que se llamaba Comunión Tradicionalista. Con
los contingentes de las dos agrupaciones nació lo que iba a ser el partido
único oficial del nuevo Estado Español. Este partido se llamó en adelante
Falange Española Tradicionalista y de las Juntas de Ofensiva Nacional
Sindicalista.
-¿Y al final de la guerra contra el Frente
Popular, que ruta siguió la Falange?
-Después, ya bajo la sombra de las potencias
occidentales aliadas, la historia de este partido le estorbaba a Franco. La
Falange se extinguiría, como partido político, hacia mil novecientos sesenta.
Los dirigentes socialistas estaban de acuerdo que, de ganarse la guerra en
España, por las izquierdas, era muy probable que la Segunda Guerra Mundial, que
para entonces era ya muy evidente, jamás hubiera empezado. Queríamos ganar la
guerra en España, decía el marinero, para evitar la guerra en Europa y en el
mundo. Pero, como tremenda contradicción, también queríamos empezar esta guerra
general para salvar a la República, que ya para mil novecientos treinta y ocho,
se consideraba insostenible por los republicanos españoles y por los que desde
afuera los apoyaban. Las potencias se dedicarían a cuidar para sí sus reservas
de guerra, que ya se veía venir en Europa, y dejarían de pensar tanto en España
y en apoyar a Franco. Hasta pensamos provocarla. En cierta ocasión Prieto,
ministro de Defensa del lado republicano, tuvo la ocurrencia de atacar a la
flota alemana del Mediterráneo con aviones de bombardeos. Esta idea seguía el
efecto de que los alemanes contestaran la provocación y con eso empezaría la
guerra europea, único medio ya de salvar a la República. Pronto se dieron
cuenta los españoles y, nosotros mismos,
que el destino de esta guerra no estaba en nuestras manos. Que desde el
exterior podía decidirse en una dirección o en otra. Veíamos los resultados
pero ya no podíamos penetrar las intenciones de las potencias. (Cork veía en
ese momento un borde de su chamarra y comentó dirigiéndose a Benito Ramírez:
“Me pregunto ¿cuántos gansos tuvieron que morir para que esta noche yo no
sufriera por el frío?”) Algunos, como
Federica Montseny o la Pasionaria, deducían unas primeras razones pero
hubieran necesitado tener a la vista los resultados de los siguientes cincuenta
años de historia mundial para encontrar otros móviles relacionados con la
dirección que entonces seguía nuestra guerra. Algunos pensadores sostenían que desde finales del siglo diecinueve no
existía ninguna amenaza extranjera contra España. En realidad todos estos países
jugaron con el retraso social que España venía experimentando, desde décadas
atrás, y que eran lo que había puesto en ebullición a los españoles de todas
las tendencias, desde el golpe de Estado en mil novecientos veintitrés, del
general Enrique Primo de Rivera, padre de José Antonio. Volvieron a actuar los
antagonismos históricos que han tenido
las potencias dentro del mismo continente europeo, con miras a fortalecer las
posiciones incluso allende sus fronteras. Te estoy hablando - me dijo haciendo
énfasis mientras me pedía que le llenara su vaso de ron - sobre todo de los países que en esos días se
decían “democráticos” y que debieron de haber echado toda la carne al asador
para darle la victoria a la España de la Montseny. Con su anuencia y apoyo político,
humano y técnico, esta España se metió en el callejón de la guerra y explícita
y tácitamente estaban obligados a ello. Pero decidieron que perdiera. No fueron
Italia y Alemania las que tuvieron más empuje en el apoyo a Franco, si no que
los aliados de la República se hicieron para atrás. Las izquierdas españolas se
quedaron inermes y entonces Franco solamente necesitó de unos meses para
convertirlas en polvo… Así termina el aspecto epopéyico. Poético, diríamos con
Novalis y Nietzsche. Pero es en este punto en que da comienzo la parte más
cruel de la guerra española y es el exilio. De pronto los heroicos combatientes
de la democracia nos volvimos la peste de la que todos se apartaban. Francia
tuvo que aceptar a centenares de personas huyendo de Franco. Cruzamos su
frontera o llegamos por mar. Fuimos encerrados en los campos de concentración
llamados los campos de la muerte de Saint Cyprien, Rivasaltes y otros. Mientras
esto sucedía, apenas unos meses después, estalló la Segunda Guerra Mundial.
En este punto el marinero se quedaba
inconsciente debido a la cantidad de ron que había bebido. De nueva cuenta lo
llevábamos a su hotel.
* * *
¿Había negros africanos en Mesoamerica?, me había
preguntado Carmen en una ocasión. Creo
que más que indagar sobre cuestiones históricas quiso semblantear mi posición respecto del tema. Lo
que sabía yo al respecto era que algunos investigadores dicen que sí, que había
negros. Sin embargo no entran en detalles y difieren para otro trabajo el
análisis detenido. Recordaba que antes de llegar a Veracruz los españoles
procedían del sureste mexicano. Venían de las Antillas a donde los europeos ya
para entonces habían llevado algunos voluntarios y después esclavos negros
capturados o comprados en la Costa de Marfil. Creen en remotas travesías originales emprendidas por los
mismos negros. Se habrían desprendido de las Islas Canarias, frente a la costa noroeste de África, para recorrer el Trópico
de Cáncer hacia el oeste y alcanzar las Antillas y de ahí introducirse al Golfo
de México hasta el actual Campeche. Agregué que las cabezas colosales de la
región Olmeca, en el sureste del país, han sido un argumento central en esta
polémica en busca del origen de la tercera raíz del mexicano. Controversia que
ha recorrido todos los niveles de nuestra sociedad con toda clase de criterios,
muchos carentes de fundamento. Pero que un estudio cuidadoso desacredita todos
esos supuestos de negros en Mesoamerica.
Ella me contó entonces que el comercio con la artesanía
de origen africano empezó a proporcionar piezas de elevado valor artístico.
Desde hacía varios siglos en que las potencias europeas incursionaron en el
continente negro encontraron máscaras, piezas de marfil y obras realizada en
oro. Desde luego que el valor artístico era de calidad pero, ¿quiénes eran los
autores? A los negros les pasó lo que a los indios americanos en el sentido que
eran unos salvajes. La necesidad del invasor allá y aquí de justificar su
proceder durante la guerra les llevó a la actitud de subestimar y negar lo que
iba hallando. En ninguna parte abundaron los espíritus especiales de la talla
de los españoles Fray Bernardino de Sahagún y Fray Diego Durán. Así el conquistador
se encontró en la situación de aceptar grandes realizaciones en muchos órdenes
como eran la arquitectura, pintura, escultura, astronomía... Y después parar en
seco y preguntarse: ¿pero quién hizo todo esto? Y una vez que acabaron con los
artistas lo que quedó fueron generaciones de productores de objetos de arte
menor dedicados a satisfacer las necesidades del turismo. Con el tiempo, y como
contraste, la pregunta persistía: ¿entonces quién realizó aquellas obras de
arte negro? Empezaron las investigaciones serias. Gradualmente, con señalada
dificultad, comenzando por los prejuicios raciales que siempre estuvieron
presentes, fueron apareciendo testimonio de otra realidad. De un mundo que
había sido destruido por propios y extraños.
Se encontraron antecedentes que al menos desde hacía doce siglos había
empezado el tráfico de esclavos. Para tal efecto se armaron ejércitos de
grandes tribus negras. Su objetivo era agarrar prisioneros y venderlos a las
potencias extranjeras que necesitaban mano de obra esclava. Así fue como empezó
una destrucción sistemática de todo orden social y artístico. Igual hicieron
los tlaxcaltecas del siglo dieciséis, sólo que aquí hasta ellos terminaron destruidos y vendidos. La prueba está en que
ellos también celebran el dieciséis de septiembre. Más tarde, investigando las
cosas de África, los antropólogos europeos fueron encontrando cráneos pequeños
australopitecos en Sudáfrica hacia los límites con el desierto del Kalahari. Se
llegarían a considerar el verdadero eslabón perdido entre el estado simiesco y
el humano. Por lo que el continente negro muy probablemente hasta haya sido, en
efecto, nada menos que la cuna de la
humanidad. Es decir que los negros tendrían millones de años para ir desarrollando
su manera de representar las cosas y las ideas a partir de la oscura
animalidad. El desarrollo de la antropología que estudia los orígenes del
humano es igualmente interesante como la cuestión del desarrollo, decadencia y
desaparición del arte negro. Circunstancias externas, pero sobre todo internas,
fueron destruyendo lo que se ha considerado la cuna de una alta cultura que
supone fue no solamente original sino la
original de aquellas latitudes. Y caminando a través de millones de años, hacia
el norte, un día llegó a lo que ahora se conoce como Europa Central. Las
máscaras, dijo, siguen confeccionándose en África. Son de orden utilitario y en
algunos casos de uso ritual. Pero son más bien para satisfacer al turismo. Como
sea, algo queda de lo original... Como las figurillas que venden en la Calzada
de los Muertos de Teotihuacán. Están hechas estas piezas con barro de Teotihuacán, en Teotihuacán y
por teotihuacanos…
* * *
En realidad era yo quien quería seguir a Carmen hasta el
fin del mundo. Por lo que ni con los lentes oscuros para la nieve, estoy
seguro, he de haber podido ocultar la emoción que me produjeron las palabras
que acababa de escuchar de aquella mujer. Recordé a Cork cuando decía que el
misoginismo es un fenómeno social propio de las ciudades. Entre los irritilas,
kikapúes, hopis, navajos y los del Pueblo de la Lluvia, de Oaxaca, antiguos y
actuales, el hombre de todas las edades gira en derredor de la abuela, la
madre, la novia y la esposa. En las comunidades agrícolas el cordón umbilical
es cortado al nacer pero sólo para ser substituido por otro más fuerte de orden
emocional. La figura de la tierra como madre sigue vigente entre ellos. En
cambio había observado, me decía una y otra vez, tanto en la ciudad europea,
norteamericana como mexicana, que hasta entonces había podido conocer, que aquí
la economía de mercado los había echado a pelear a todos. Esta es como un
monstruo a la que nada más le interesa la ganancia. Sus capitanes pasan sobre
todo. Y en primer lugar por sobre la mujer. Literalmente. La explotan en la
fábrica, en el laboratorio y en la oficina, la prostituye y le hace hijos que
después llenarán las calles en el total desamparo, debajo de los puentes del
metro Taxqueña. Nada más en el país hay en la actualidad más de seiscientos mil
niños que viven en la calle. De esos
pocos se salvarán. Lo demás queda algo
así como las “fuerzas básicas” del hampa.
Me dije que Carmen era la criatura con la que bien podía
vivir la cotidianidad diaria por los
años que me restaran de existencia. Siento que, aun después del brinco hormonal
debido a la edad, suyo y mío, la vería entonces como en este momento la veía en
la pared de roca y hielo en la cual nos encontrábamos. Tenía leves
escarificaciones en relieve sobre las sienes. Era la primera vez que las veía.
Como su pelo era corto se le destacaban bajo el borde de la pañoleta. De pronto
eso le daba otra dimensión. Era como algo o alguien que llegara de muy lejos en
el tiempo y la distancia. Quizá era solo
una idea mía porque en realidad ella había nacido en la isla del Carmen. Su
familia, originaria de Campeche, al menos de los últimos quinientos años, se
había establecido en la ciudad de México en los últimos años con la idea que
después Carmen se inscribiera en la
Universidad Nacional.
En vacaciones pasaba los días en alguno de los
restaurantes que su familia poseía en la carretera que va de la ciudad de
Puebla hasta llegar al Puerto de Veracruz. No más allá. La excepción era su tío
Juan. Éste había recorrido muchos puertos del mundo trabajando en los barcos de
carga y durmiendo cada noche en los hoteluchos de los puertos con tres mujeres
en una misma cama. Cuando llegó a la edad de cincuenta años decidió
establecerse en la isla del Carmen. Se dedicó a lo que más conocía en la vida,
después de surcar los mares. Al año siguiente abrió el centro nocturno de El
Pinar. En solamente dos ocasiones yo
había hablado con el viejo marinero cuando estuve en la isla. Para la
segunda velada me había dicho que su
lugar contaba con las mujeres más hermosas que pudiera alguien imaginar.
Las mulatas rebasan cualquier idea que los pintores, poetas y demás artistas
pudieran tener de ellas.
Ya lo creo- dije señalando a una que pasaba en ese
momento de aquel lado de las hilera de las mesas-. Podría asegurar que en el
mundo no hay mejor trasero que ese-.Casi puso el grito en el cielo:
- ¡Cuidado hijo, esa es mi sobrina! Ella estudia en
México y aprovecha algunas vacaciones para convivir en este lugar. Toma notas y
hace algunas preguntas discretas a las muchachas. Después escribe y
escribe...Olvídala. Voy a hacer cuenta que no te escuché.
Por supuesto que la olvidé. Cuatro o cinco días más tarde
volvería a México. Sería hasta la noche siguiente que conocería al otro
marinero, al de la guerra de España. Entonces la vida barajaría sus cartas de
distinta manera...
Las escarificaciones y otros detalles de su personalidad
ella misma no tenía mucha claridad de su origen. Al menos eso creía yo. Era un
tiempo que en los círculos académicos del país se sabía el origen detallado del mestizaje del
mexicano. Pero la gente del pueblo lo ignoraba.
Por mi parte estaba seguro que, en tanto pasara el
tiempo, si le pedía que me leyera completas las obras molierescas ella lo
emprendería con gusto. Para Carmen sería la tercera vez en su vida que leyera
la obra completa de Poquelin. Después le pediría que hiciera lo propio con
Goethe. El francés y el alemán eran sus grandes amores. Tanto que en algún
momento sentía celos de ese par de viejos escritores. Pero comprendí que los
celos procedían de mi poco conocimiento que tenía de ellos. El Tartufo y el
Fausto era todo lo que a la sazón conocía...
La atraje
suavemente por medio de la cuerda y besé
sus enormes y bien delineados labios. Me
acordé de Desmond Morris. Y fueron suficientes dos segundos de esos
pensamientos para que la descarga eléctrica que nos sacudía derritiera la nieve que cubría nuestros
rostros.
* * *
Una voz nos regresó al mundo vertical y
helado en el que nos encontrábamos. Era Benito Ramírez que nos aseguraba con la
cuerda desde el fondo de la repisa llena de nieve.
-¡Me estoy congelando y ustedes diciéndose
cosas encantadoras! ¡Avancen!
-¡Ya vamos!
- ¡Hola Beni!- le dijo Carmen -. Qué gusto
volver a verte! ¿Te encuentras bien?
- ¡Helado!
- Perfectamente. En cuanto pueda instalara mi
tienda les prepararé una taza de café americano que esté humeando.
- Café negro americano – dije sosteniendo la
manía de decir café negro americano.
- Entendido- contestó la muchacha que
avanzaba sujetándose de la cuerda que le ofrecía Benito Ramírez.
Para más comodidad, Carmen dispondría de su
tienda particular, como el resto del grupo. Eso le dejaría libertad para su
asepsia diaria. Carmen misma decía que sólo los personajes del Quijote o de la
Biblia no tienen necesidades fisiológicas pero que el viejo y encantador
Montaigne es diferente. Montaigne hasta escribe la manera onomatopéyica de sus
pedos. Lo hace con muchas pppprrrrrrr…
- Tampoco Virgilio, Dante, Catón. y Beatriz-
agregue -. En todo el tiempo que se la pasaron en el infierno y el purgatorio
ni una sola vez fue alguno de ellos al retrete.
Al atardecer nos reuníamos en la tienda-
comedor para cenar. En ocasiones les
comentaba que nos es difícil imaginarnos lo azul y bello que en realidad
es el cielo visto desde la Tierra, como ahora lo vemos desde los casi cinco
mil.
- Hay
siempre tantos volcanes activos en el planeta que están arrojando hacia la
troposfera cenizas y gases.
Nuestra
despensa era sencilla. Leche en polvo. Se componía básicamente de pescado seco y
papas. Llevábamos algunos kilos de
pescado fresco cada uno en su mochila. Las temperaturas bajo treinta lo
conservaría todo el tiempo que permaneciéramos en la pared. Y lo primero que
hicimos fue enterrarlo entre un cúmulo de nieve. También llevábamos atún en
latas. Poca carne roja. Cuando las papas cocidas se
terminaron empezamos a freírlas. Toci era capaz de comérselas crudas.
Siempre llevaba en su mochila de excursión dos o tres papas crudas. Decía que
con esas podría alcanzar cualquier parte después que se le hubieran terminado
sus provisiones. Lo mismo hacía con la carne cruda roja seca. ¡Sólo una mazahua
podía hacer eso! Y nos advertía que en caso necesario podría esperar a que
declinara el Sol y practicar, sin el menor remordimiento, en tanto miraba hacia
el oeste, la casa de Tezcatlipoca - Kitzigiata - Wakantanka, una especie de
sacrificio ritual y saborearse alguno de nuestros brazos o muslos.... ¡Carmen
gritaba horrorizada! La otra se reía a carcajada abierta y “la salvaje
“agregaba que en el caso de los hombres había más de donde cortar...
- ¡Cállate!- volvía a gritar Carmen.
Permanecer semanas en un sitio que no tiene
más de cien metros por diez requiere de imaginación. Así fue como inventamos
comentar sucintamente cada día una nota sacada del celular. Empezamos por la
mano derecha a como nos encontrábamos después de la cena.
Mario Campos: Hay en la Ciudad Universitaria
una exposición impresionante de Gunther von Hagens, sobre cuerpos plastinados.
Es la singular experiencia de mirar hacia el interior de uno mismo…
Juan Medina: Benita Ferrero Waldner,
excomisaria europea, dice que Europa tendería que ser más humilde con Latinoamérica…
Mario Campos: Después de seis viajes a la
zona y varios días de duras negociaciones, John Kerry, secretario de estado, de
Estados Unidos, logra que israelíes y palestinos reanudarán en Washington
negociaciones por la paz, interrumpidas
durante tres años…
Eulalio Rivera: Al menos cincuenta
muertos en una nueva tragedia de inmigrantes,
frente a Lampedusa, golpea a Europa, sobre
todo al conocerse que una docena de niños murieron, al naufragar, en el canal
de Sicilia, un barco carguero con doscientos cincuenta somalíes y otros de
origen eritreo.
Carmen: Javier Gomá Lanzón se pregunta, en un
diario español, ¿donde está la gran filosofía? Dice que en los últimos treinta
años la filosofía ha desertado de su misión de proponer un relato totalizador a
la sociedad de su tiempo. Y que la Universidad se ha quedado sin iniciativa. La
orfandad teórica ha permitido en otras formas
como la historia o la crítica a la modernidad. Falta la construcción de
un ideal.
Cork: Louise Erdrich, considerada como la voz
literaria de los indios norteamericanos, lanza, en su novela La casa redonda, un alegato contra la
injusticia. Vive en una reserva y desde ahí escribe una obra literaria
calificada como “deslumbrante”.
Yo: Se exhibe en la National Gallery, de
Londres, una exposición de pinturas
llamada Frente a la modernidad: el
retrato de la Viena de 1900.Contiene ochenta obras de la época previa a la
Primera Guerra Mundial.
Mario Campos se revolcó en su sleeping.
Pensamos que quería agregar algo a su intervención pero lo que le escuchamos
fue:
¡Dejen dormir, ya no estén chingando con sus
chingaderas.
Luego de varios días de preparar
alimentos empezamos a estar de acuerdo
en que el hombre carece de la necesaria fortaleza anímica para sacar adelante
semejante rutina. “Sus mamis son las
culpables, no los enseñan desde chicos”, decía Carmen. Cocer las papas requería
gastar mucho combustible a esas alturas
sobre el nivel del mar. En espacios abiertos y tan fríos jamás lo hubiéramos
logrado de manera satisfactoria. Traemos también chocolate en polvo. En un
lugar tan helado, como la repisa occidental del Abanico, eran bien recibidas
todas las calorías posibles. Pan negro. Cada quien dispone de un frasco de
solución madre de espinacas. Con unas gotas en cada comida habremos logrado
reponer el gasto que hayamos hecho de hierro, silicio, yodo, sodio y potasio.
Además tenemos alga espirulina en pastillas. El mejor complemento alimenticio
del mundo, aseguraba Toci. La carne roja seca la comemos de vez en cuando (no queremos saber nada del
acido láctico y del estreñimiento) lo menos posible, en el ánimo de obtener
alguna variación del atún. Nuestra carta fuerte es el pescado seco.
Carmen saca sus brazos de la bolsa de plumas
en la que se encuentra metida para protegerse del frío intenso y en forma
melodramática empieza a gesticular en tanto dice: “me encuentro en el tercer
círculo. En el de la lluvia eterna, maldita, fría y densa, que cae siempre
igualmente copiosa y con la misma fuerza. Espesos granizos, agua negruzca y
nieve descienden en turbiones a través de las tinieblas”.Espera que alguien
haga algún comentario. Le indica a Cork que guarde silencio cuando éste hace el
intento de hablar. Finalmente comprende que la lectura de la Divina Comedia es
en los tiempos mexicanos actuales cada vez menos conocida. Después de esto habla
Cork para decir lacónicamente: - Canto Sexto.
De vez en cuando, en algún momento de la
charla de sobremesa, Cork nos pedía que hiciéramos un ejercicio de
concentración. Decía que la escasez de oxígeno de la alta montaña, y el frío,
hacen que la indolencia vaya posesionándose del estado de ánimo de los
individuos. A tal punto que algunos se abandonan y cesan de hacer las cosas,
aun las más necesarias. Y tenía razón. Era sencillo. Sólo nos pedía que
pronunciáramos algunas palabras. Una era Tlahuizcalpantecutli,
el nombre de Quetzalcoatl en forma de lucero de la mañana. La otra era rumpelstiltskin que le había leído en
alguna parte a Truman Capote. Decir Popocatepetl o Iztaccíhuatl para un extranjero
ya es un trabalenguas, lo mismo que para muchos mexicanos del norte o del
sureste. Pero Tlahuizcalpantecutli ni
siquiera los mexicanos del Altiplano, donde se habla el náhuatl, las tienen
todas consigo en cuanto a su pronunciación. En lo personal se me facilitaba.
Pero para la otra palabra tuve que descomponerla. Empecé con rumpel, luego stil
y lo último fue más difícil: tskin. Se me hubiere facilitado un tl, pero ese
ts... Después de dos horas de charla animada nos retirábamos a dormir. De esa
manera satisfacíamos nuestras necesidades de convivencia y de soledad.
-¿Y la vieja pregunta de si el escritor se
hace o nace. Usted que está en ese mundo de las letras, qué cree?-le pregunté a
Carmen.
-Creo que el
individuo es como es .Y desde esa hechura prenatal va ser su modo de escribir. Por eso hay
tantos estilos literarios como escritores y subjetivismos hay en el mundo.
Luego de eso me apresuro a decirle que
todos aprendemos el cómo y el cuándo, de
los filósofos y de escritores que ha habido antes que nosotros. Son los mismos
temas desde los presocráticos pero eternamente reactualizados por las
generaciones que viene llegando, según vayan necesitando los tiempos. Lo
irónico es que ocultamos el nombre de esos maestros muertos. Me acuerdo de mi
maestra que me enseñó a pegar las letras
hasta lograr convertirlas en una palabra. Se llamaba Genoveva Luisa Bracamontes
Swan. Siempre que hay ocasión lo digo como una especie de homenaje o
reconocimiento a su empeño por enseñarme a leer. También sé que Platón, Schopenhauer,
Baltasar Gracián, Santayana y Jean Wahl me familiarizaron con el devenir y la
dialéctica. Y más acá Homero, Virgilio, Santo Tomás de Aquino del brazo de
Aristóteles, Goethe, Thoreau, Faulkner, Bukouski, Tom Wolfe, Norman,
Mailer…Pero de estos callo sus nombres y hago como que soy original en esos
terrenos. Me estoy refiriendo a la novela porque en el ensayo es obligatorio
nombrarlos. En muchas tabernas intelectuales todo sucede en la generación
espontánea. Y precisamente porque el individuo escribe como siempre será es por
lo que escribe con autenticidad. Sólo los políticos van de aquí para allá,
según soplen los vientos. Eso no sucede en la novela sin riesgo de perder la
brújula en el escrito.
-¿Pero cómo se conoce a los autores que
valgan la pena sentarse a leerlos sin importar el tiempo que haya que emplear
en ello?
-Que valga la pena va en función de la
inclinación existencial propia y los intereses. Pero si se quiere conocer el
todo, y no sólo la abstracción, entonces hay que lanzarse al mar. Los autores, de cualquier tema, se van refiriendo
unos a otros. Y a fuerza de mucho bucear en aguas profundas se conoce el tinglado engañoso que está detrás de
muchos libros de moda. No es aventurada la metáfora del boxeador que es
“lanzado” para ganar dinero en las apuestas. Cuando la plataforma de
lanzamiento se deteriora el boxeador se acaba. Sólo perdurará la fama del boxeador
autentico. Hemingway se refiere al
escritor que en su fama le da por
hacer loqueras pero tiene que seguir escribiendo para mantener su posición, sus
mujeres y demás, y entonces escriben bazofia.Que no hacen
bazofia a propósito sino porque tiene
prisa. Porque escriben cuando no hay nada que decir o no hay agua en el
manantial. Porque son ambiciosos. Entonces, sigue diciendo, una vez que se han
traicionado a ellos mismos, se justifican, y producen más bazofia.
Desde
el principio de nuestra relación Carmen me exigió, con la manera de súplica,
que nos escribiéramos al menos tres veces por semana. Comentando cosas
triviales o las que consideráramos importantes. No se me escapó que era una
manera sutil de hacer que yo estuviera
pensando en ella, o con relación a ella, de día y de noche. Pero ella dijo que
era una vieja práctica en su familia y con sus amistades. Pero que a últimas fechas
estas cartas físicas, o por Internet, se iban haciendo cada vez más espaciadas,
en la medida que la gente prefiere ver televisión a la práctica de escribir.
Tres días más tarde Cork sacó otra palabra que recordaba del teatro
plautino y era “terapontígonoplatagidoro”. Cuando estábamos a punto de
revelarnos nos dimos cuenta que esta palabra se nos facilitaba de manera
extraordinaria en comparación con la de
“Tlahuizcalpantecutli”.¿Cómo era posible que pudiéramos pronunciar una que
pertenecía a un idioma extraño a otra que era del náhuatl? Aun recordó otra
palabra, también de Plauto: “tesaurocrisonicocrisides”. Fue la última que le
permitimos. Entonces recurrió a otra manera de hacernos pensar. Recordando sus
lecturas de los viejos griegos, nos decía cosas sencillas para provocar alguna
clase de reflexión, como que en una época se llegó a creer que la existencia
del tiempo se comprobaba por el movimiento. Luego de un rato alguien opinaba:
-
¿Entonces mientras dormimos no transcurre el tiempo?
- Juan Medina
siguió:
- ¿Y si el
tiempo se midiera no por los ratos de movimiento si no por los intervalos de
reposo?
-Y Toci les
seguía la corriente:
- ¿Y qué
sucede si uno está durmiendo en su tienda y el otro está en pleno movimiento
preparando la cena en la tienda- comedor?
Preferíamos escuchar a Carmen cuando decía
que, la presencia de la mujer en el mundo intelectual, no empieza con Sor
Juana. En el teatro griego de la antigüedad tuvo una actuación central, como
personaje, no como autor, en el teatro de Eurípides, Aristófanes y Sófocles,
Homero y Odiseo. Luego ya veríamos con
Shakespeare e Ibsen. Con aquellos
griegos era, en realidad,
un mundo femenino de mujeres y diosas. La mujer griega está desde l
principio en el epicentro del torbellino
de la vida. Su destacada actuación se halla en relación con el cuadro familiar.
Para bien o para mal: Ifigenia, Medea…
Mientras Carmen habla
de los griegos creo conocerla mejor. En cierta ocasión me habló de sus antecedentes familiares, cuando contó la ocasión que fue a escuchar jazz a la
ciudad de Luisiana. La familia de Carmen
vivía en Nueva Orleans desde siglos
atrás. Había participado en la American Civil War desde 1861. A finales del
siglo diecinueve sus bisabuelos se fueron a vivir a la Isla del Carmen. El 20 de agosto de hace siete años, jovencita,
Carmen fue a visitar a sus tíos. Tenía
tres días paseando con sus primos y amigas de estos. Una noche fueron a bailar
y escuchar jazz a un centro nocturno de
Nueva Orleans. Algo habían escuchado de una tormenta que se
formaba sobre las Bahamas y cruzaba
Florida ya como huracán de categoría 1. El meteorológico le llamaba “Katrina.
La gente siguió con su ritmo de vida de siempre. Cuando las autoridades dieron
la voz de abandonar Luisiana ya el huracán tenía categoría 2. Los que pudieron
abandonaron pero cien mil se quedaron.
Después de todos los diques que protegían a Nueva Orleans, de las aguas del
mar, estaba diseñado para categoría 3.
Pero fue la máxima categoría de los huracanes, 5, con la que Katrina hizo volar los diques y se metió a la ciudad. El
panorama durante horas fue destrucción y muerte. Carmen dice que se encontró dentro en un huracán verdaderamente infernal. Los techos
volaban, los árboles se quebraban, las personas se borraban de un segundo para
el otro bajo las inmensas olas del mar
que recorría las calles y el agua que caía del cielo, los vehículos
desaparecían, los comercios eran asaltados, llegó la tropa para detener el
saqueo pero alguien de las autoridades detuvo la acción de las fuerzas armadas
diciendo que los saqueadores no eran delincuentes sino que buscaban comida era para calmar el hambre de sus
familiares. Carmen y su familia fueron de los muchos que salvaron la vida
refugiándose en el superdomo de la ciudad. Al final se dijo la cifra de dos mil muertos (pero que la cantidad real
jamás se sabría) y una pérdida de doscientos mil millones de dólares.
Al final las noticias
darían el siguiente dato: “El Katrina devastó las costas del golfo desde
Florida a Texas debido a su
intensificación. El mayor número de muertes se registró en Nueva Orleans,
que quedó inundada porque su sistema de diques
falló, colapsándose muchos de ellos varias horas después de que el
huracán hubiese continuado tierra adentro. El 80% de la ciudad así como grandes
superficies de parroquias
colindantes quedaron anegadas, manteniéndose así durante semanas.[ ]Sin
embargo, los daños materiales más importantes se produjeron en áreas costeras,
como la inundación en cuestión de horas de todas las ciudades costeras de Misisipi, el
arrastre de numerosos barcos y casinos flotantes a tierra firme, lo que provocó
su choque con edificios, alcanzando las olas distancias de 10 a 19 km desde la
costa.”
Fue cuando
me hice la reflexión siguiente: “La familia de Carmen luchó en la Guerra
Civil de Estados Unidos bajo las órdenes del general Robert E. Lee…”
Carmen
sigue diciendo que Fedra, esposa del rey Teseo, de la ciudad griega de Terenece, se enamora de Hipólito,
hijo de Teseo. Pero Hipólito es un muchacho noble, tranquilo, normal y no tiene
particular obsesión por los líos amorosos. Ama y respeta a su padre. A su madrastra
Fedra la trata con la necesaria distancia y cortesía. En la necesidad de
comunicarle a alguien su pasión por Hipólito, Fedra se lo confiesa a su
nodriza. Esta, a su vez, se lo dice a Hipólito. No era la intención de Fedra
servirse de la nodriza para que aquel lo supiera, pero ésta, creyendo actuar
correctamente para aliviar la pasión de su ama, traiciona el juramento del
silencio. Al ver su secreto descubierto, Fedra se ahorca. Antes deja una carta a su esposo diciendo que Hipólito la
sedujo. El rey Teseo reprende a su hijo. Hipólito jura que es inocente. El
padre no le cree y pide a Zeus que castigue a su hijo. Hipólito desesperado
emprende el viaje alejándose del hogar sobre un carro jalado por caballos. En
el camino aparece de pronto un extraño y misterioso toro. Los caballos se asustan.
Fuera de control el carro se estrella
contra unas rocas donde, como resultado del accidente, Hipólito muere. Teseo
conoce la noticia y exclama que los dioses, debido a la reprobable actuación de
su hijo, lo han vengado. La diosa Artemisa le dice que Hipólito es inocente.
Fedra, llevada por su pasión, fue la que provocó toda la tragedia. Teseo corre
donde Hipólito agoniza y llega a tiempo para pedirle a su hijo que lo perdone.
Lo hace. Pero justo antes de morir, Hipólito dice a su padre que en realidad él,
Teseo, que queda con vida, es el que llevará la peor parte debido al
sufrimiento. En tanto que él, Hipólito,
en breves segundos dejará de sufrir: “Deploro tu suerte más que la mía,
a causa de tu yerro”. Más culpable que Fedra, lo es Afrodita Cipris. Para esta
diosa todo era amar y copular. Se ponía furiosa si no se le rogaba su divina
intervención para algún asunto relacionado con el sexo. Más o menos lo que
ahora se cree que hace el San Antonio cristiano, sin que se sepa que él sea
capaz de montar en cólera como la deidad griega. Sobre todo Afrodita se puso
celosa cuando vio que Hipólito veneraba a la diosa Artemisa. A partir de ahí
urde toda una trama para castigar a Hipólito. Lo que finalmente consigue,
aunque para ello destruyera la vida de Hipólito, la de Fedra y amargara la de
Teseo. En ocasiones Zeus, concluye Carmen, el padre de los dioses y los
humanos, no estaba de humor para investigar sobre la justeza de las peticiones
que le hacían los humanos. Ejecutaba pasara lo que pasara. Esta fue una de esas
ocasiones. Aparte de la camisa de nota roja que tiene la trama, les aseguro
que, su lectura, como nos la ofrece Eurípides, es una verdadera delicia que ha
trascendido a través de casi tres mil años. Se las recomiendo.
- Mujeres, mujeres, mujeres- dijo Benito
Ramírez.
- En Norteamérica los hombres obedecen a las
mujeres, asegura Henry James - dijo
Carmen.
Toci agregó.
- Si ello es cierto, es que se siguen las
costumbres indias de veinticinco mil años en el continente.
Escuchamos a Cork decir:
-Esta nieve que cae…Qué condiciones
atmosféricas diez kilómetros arriba de nuestras cabezas, qué concentración de
humedad, qué temperaturas tan bajas, qué velocidad de caída ya convertida en
hielo, qué fuerza de impacto al chocar con el doble techo dela tienda…
Benito Ramírez abrió la boca para decir algo
y todos creímos que iba a continuar con su mujeres, mujeres, mujeres. En cambio
dijo:
-Era inquieta
Afrodita. Originalmente la guerra de Troya empezó porque París se robo a Elena,
mujer de Menelao. Pero en determinado momento París y Menelao se ponen de
acuerdo en cuanto a reparaciones de guerra con tal que el pleito acabe. Y se
llega a esa decisión. Sin embargo las diosas Hera y Atenea están enojadas con
París que no les rinde honores a ellas si no a Afrodita, protectora de París.
Este pleito entre las tres diosas es lo que va a hacer que continúe la guerra.
Aquellas dos convencen a Zeus que el conflicto siga hasta la total destrucción
de Troya y de su pueblo...Mujeres, mujeres, mujeres.
-
* * *
Una noche Carmen nos pidió que guardáramos un minuto de
silencio. Eran las diez del 17. No sabíamos de qué se trataba pero, alzando los
hombros, lo hicimos por solidaridad. Entendido que, lo que fuera, para ella
resultaba importante. Después nos explicó:
- En este momento el mundo culto de todo el orbe está de
pie y en silencio. El 17 de febrero de 1673 murió Juan Bautista Poquelin.
Toci habló en
seguida. Cork temió que “la salvaje” fuera áspera en alguno de sus comentarios.
Era capaz de decir, por ejemplo: “No guardamos silencio luctuosos por
Nezahualcoyotl o por su contemporánea de Moliere, Sor Juana Inés de la Cruz,
pero sí lo hacemos por uno de fuera”. Sin embargo hizo una observación que nos
dio la medida de su cultura:
- Un año antes, el mismo 17 de febrero, había muerto
Magdalena Béjart, ex mujer de Poquelin y actriz de mucho talento en la compañía
del gran escritor – y añadió: - De Francisco Moliere, un escritor desconocido,
y asesinado en 1625, fue que Poquelin tomó su apellido...
Puedo jurar que en ese momento Toci conquistó la simpatía
de Carmen para siempre. Cosa que desaprobaría, para siempre, se prima
Clemencia.
Benito Ramírez exclamó en tanto daba un sorbo a su café:
- Mujeres...
Media hora después, Toci dijo a Cork:
- Bien, querido. He terminado mi cena. Ahora quiero ir a
tu tienda y que me leas un rato algo de tu espantoso Milton, que ya ni los inglese lo leen.
Ellos dos habían pasado en la montaña semanas enteras,
dentro de una pequeña tienda tipo iglú, en tanto afuera caía con violencia la
nieve. Pero también Toci, para enorme desconcierto de su parte, y por
indicaciones de Cork, había tenido que instalar su tienda individual. Furiosa
le había reclamado en un principio, pero el otro fue directo:
- Es para que tengas mayor libertad en el espacio de la
tienda, de por si reducido.
En su réplica, que
fue instantánea, pareció que tenía la
intención de incluir a Clemencia:”¡Tu entiendes que esas delicadezas no van
conmigo! ¡Además ya sabes que nosotras (se refería a las mujeres mazahuas) no
tenemos halitosis!
Ante la
inflexibilidad del otro, decía iracunda, sin que en apariencia viniera al caso:
- Si hubiera venido esa porcelanita, al primer descuido
de ustedes la arrojo de cabeza.
- Lo creo – había dicho Cork. Y añadió enseguida:- Dos
mujeres celosas juntas... ni difuntas.
En ocasiones, al salir de la tienda grande, la niebla lo
había cubierto todo. Además junto con la oscuridad no distinguíamos la
ubicación de las tiendas. Ni veíamos tampoco donde empezaba el abismo. Para
solventar ese inconveniente tendimos, desde el principio, un hilo conductor de
plástico delgado que unía cada una de las tiendas con el comedor.
Las lámparas de mano solamente las usábamos en
condiciones de niebla cerrada. Había el riesgo que en noches despejadas
pudiéramos ser vistos desde Tlamacazcalco y que, tomándolo como señal de
demanda de auxilio, se movilizaran los grupos de rescate del albergue. Subirían
directos a Teopixcalco, en los cinco mil. Una vez ahí alcanzarían rápidamente
la cumbre del Abanico, desde el sur, y quizá harían algunos descensos de cuerda
para buscarnos. En esas maniobras podrían provocar desprendimientos de roca que
de seguro caerían directas sobre nuestras tiendas.
Con frecuencia la niebla espesa llegaba, por las tardes,
del valle poblano y nos aislaba del mundo. En dos ocasiones cayó nieve durante
toda la noche. Pero las tiendas, tipo iglú, estaban bien instaladas y cubiertas
con plásticos delgados y resistentes, aparte de su cubierta o doble techo
original. Escuchábamos pasar el poderoso viento de los cinco mil que se
desgarraba en las aristas cercanas de la pared de sector oeste del Abanico.
Alguna noche, cuando la niebla se mantenía lejos, podíamos ver el formidable
espectáculo de la enorme ciudad iluminada en el fondo del valle metafísico.
-Diez millones de automóviles, cruzándola todo el día,
despidiendo ingredientes químicos- observaba Benito Ramírez.
Cork: - Partículas diminutas de niebla y ozono que se
meten en los pulmones. Además de la ceniza del Popocatepetl.
Benito Ramírez: - Hace tiempo esa mezcla de niebla y humo
costó cuatro mil vidas a los londinenses en sólo cuatro días...
Toci:- Pocos han encontrado la clave del misterio de
convivir para sobrevivir. Si por lo menos siguiéramos el ejemplo de las caras
pálidas que utilizan bicicletas en sus ciudades.
Benito Ramírez:- Para las caras rojas eso no da nivel
social. Por eso buscamos tener automóvil.
Yo: - Los Zaratustras se apresuran a cortar todo lazo con
la convivencia. Estamos en el mundo que se reproduce con celeridad sobre el
planeta donde escasean recursos naturales. Con frecuencia se requieren acciones
concentradas de conjunto. Pero las individualidades depredadoras empiezan a
abundar. El mundo necesita practicar la solidaridad. Pero para ser
auténticamente sociable (como una colonia de morsas) primero hay que vivir en
la soledad. Nadie ama tanto a la multitud que cuando se está de regreso de la
soledad geográfica. Cuando regresamos del desierto...
Cork:- Al día
siguiente que regresemos de esta escalada iré al primer cuadro de la ciudad de
México y disfrutaré caminando entre sus
calles atestadas de gente. O me tomaré dos cafés negros americanos en El
“Jarocho” del centro de Coyoacán. Mientras veré a la gente pasar. Y tal vez
tenga suerte y descubra una buena dosis de lo prosaico. ¿Quién se asusta de lo
prosaico? Tengo un amigo que vive en las calles y duerme en las bancas
metálicas de la banqueta de El Jarocho. En ocasiones viste pantalones y otras
veces trae por lo menos tres faldas de mujer encimadas.
Carmen:-¡Es el plancton social de donde extraen sus obras
los poetas! ¡La naturaleza misma, un paso antes de la sublimación! O del
anfiteatro anónimo.
Cork dijo que la apoyaba. Entonces Toci volteó hacia él y
exclamó:
- ¡Loco! ¡Déjate
de tonterías y vamos a escalar en las montañas de la sierra norte del Valle de
México. Después iremos una semana al balneario de Amajac, en Hidalgo. ¡Te
mostraré un bikini de nuevo estilo!
Más audaz que el que me viste en Cabo Rojo
de Puerto Rico. Y ya que tendríamos cerca los prismas rocosos para hacer algunas prácticas de escaladas. ¿Qué te parece?
- Veremos- contestaba escuetamente el otro. Y agregaba: -
Veremos, mujer audaz y sin halitosis.
Yo: - El valle metafísico es en donde cada individuo consume
cuatrocientos litro cúbicos de agua al día.
Carmen: - Veinte millones estables de individuos. Ocho
mil millones de litro cúbicos.
Juan Medina: – Cinco millones de individuos en tránsito
cada día.
Benito Ramírez: –
Consumiendo la mitad de agua sin pagar ni un centavo. De todos modos son mil
millones cúbicos más. Es decir, nueve mil millones en total. Por ahora...
Piensen en cuando aparezca la mega
ciudad México - Cuernavaca - Pachuca
- Toluca...
Juan Medina:- Antes se colapsará por falta de agua y
exceso de maleantes en todas las esferas de nuestra sociedad. Espero no estar
para ese día (Juan Medina, excelente escalador de roca, nieve y hielo, moriría
el invierno siguiente, junto con otro alpinista, al subir por la Rampa de
Oñate, en el flanco oeste del Pecho de la Iztaccihuatl)
Toci: – En otros países consumen cien litros por
persona...
Yo: - Y lo que
regresa a los acuíferos es siempre menos después de haberse utilizado.
Juan Medina: – Por eso los edificios están perdiendo la
vertical. Si no fuera por los gatos hidráulicos. Y las once mil ochocientas
toneladas de basura que salen cada día.
Toci: - En esa sima llena de humo viven los poetas y los pensadores...
Carmen:- El eje
central de su obra es chocar con las costumbres de la mayoría de la población.
Persiguen mundo ideales que jamás serán alcanzados. Sus personajes son en
cierta forma unos puritanos. Por fortuna tenemos a los prosistas. No les gustan
mucho las utopías. En una novela de
Faulkner sus personajes se la pasan
buscando una vaca que alguien se había robado. Dos o tres poetas se la han
pasado dando coses contra el clavo
de la repetición del hombre que gusta y vive en lo cotidiano.
También hay filósofos que tienen lo suyo. No son pocos los que, durante cuarenta años, han asistido puntualmente a sentarse al
escritorio de su biblioteca, a escribir contra la rutina.
Agregó que le parecía conmovedor que, pueblos que se
dedicaron durante siglos a vender seres humanos, como si fueran animales o que
los usaban como carne para sus perros, ahora estén llenos de grandes poetas.
Poetas con una sensibilidad que le cantan a las estrellas y se desgarran las
vestiduras por los desheredados del mundo. Hay quien se asombraba del mal trato
que en su tiempo, todavía en el siglo veinte, se daba en Nueva York a los
negros. Por lo visto no conocen la historia de cincuenta millones de negros que
llegaron a las costas de América cinco siglos atrás. Ni la historia de los
otros cincuenta millones de negros que fueron arrojados a las profundidades del
océano con todo y cadenas.
-
¿Es cierto eso?- preguntó Juan Medina.
- Tan cierto como que Aristóteles está en el
Limbo, según refiere Dante.
-
Ni siquiera habrán leído “La cabaña del Tío Tom”- dijo Cork -. Volvió a acordarse
de su amigo Salim, que soñaba con poder juntar un millón de dólares para
empezar el trabajo por la democracia.
Nos comentó que le había preguntado en cierta
ocasión: “¿Cómo empezarías tu gran trabajo por la democracia” ?
- ¡Con poesía!
- ¿Con poesía? ¿Cómo está eso? No entiendo.
- Esta poesía buscaría la destrucción del
nivel social inmediato superior. La poesía utilitaria tiene, como pocas cosas
en este mundo, la virtualidad tanto creadora como destructora -. Citaba en
seguida las palabras textuales de
William Carlos Williams donde dice que las artes por lo general no son un
escape ni es, esta escritura, una consoladora distracción. Es la guerra o parte
de ella, sólo que un sector diferente del campo de batalla.
- Los
poetas escriben por inspiración, ¿para qué quieres un millón de dólares?
- Son unos verdaderos artistas, sin ellos
este mundo estaría en el nivel de las vacas. Pero, ¿sabes? Los poetas también
necesitan comer.
* * *
Una noche
nos encontrábamos solos en la tienda - comedor. Carmen me dijo que le gustaría que conociera por sí misma su
vida relacionada en El Pinar. Después de todo – dijo -, esto se ha estilado
desde la antigüedad. No es nada nuevo. Y las más respetables religiones lo
conservan como parte de su razón de ser. En el terreno de la psicología también
es un gran recurso.
Buscaba yo con la vista el plano de debilidad
entre la lutita y la arenisca de la roca sedimentaria que tenía en la mano. La
había arrastrado en mi mochila hasta aquel vivac
en la pared del Abanico. Comprendí en toda su intensidad el momento emocional
por el que pasaba.
– ¿Es necesario?
-Sí. Quiero
hacerlo.
Me volví hacia ella. Con la lupa en una mano
y el trozo de roca en la otra.
- ¿Para
qué?...? “El humano es definido por sus acciones, no por sus recuerdos” le dijo
el mutante a Schwarzenegger en El
Vengador del Futuro. En lugar de recordar el pasado mejor hay que planear
el futuro.
Miraba yo en dirección de la Iztaccíhuatl en
aquel momento. Cuando no le oí decir más
me volví para buscarla. Quizá había sido demasiado duro con sus anhelos
de intimidad. Ella veía también hacia el norte, en silencio. Seguía observando
la roca sedimentaria. Rascaba con mi lápiz una línea por demás marcada. Ella
seguía ahí. En el recuerdo de El Pinar en tanto el viento azotaba la ropa
ligera del vestido y lo hundía en su cuerpo.
- Quiero explicarle. Durante millones de años
el limo se fue depositando. Es este lodo finísimo. Después, por varias
probables causas violentas, un material más grueso fue bruscamente arrastrado
hasta ser depositado sobre...Las conchas, plantas y semillas fósiles son
testimonios de cuando los dioses del Popol Vuh ensayaban a formar a la
humanidad. Casi al final hicieron hombres de madera, pero tampoco estaban
satisfechos. Luego hicieron ozomatlis.
- ¿Ozomatlis?
- ¡Changos!
- Eso es muy occidental.
- El Popol Vuh se escribió antes que Darwin naciera y como literatura oral es más
antiguo.
Entendió mi estrategia. El recuerdo de El
Pinar no la abandonaría pero ya empezaba a quedar atrás. Después de todo era el
cofre de sus secretos. Con ellos viviría hasta los últimos minutos cuerdos de
su vida. Si le agradaban o no le agradaban yo me encargaría de casi borrarlos.
Fue una promesa que le hice en ese momento.
Tiene
razón - dijo ella -. Hay cosas en el pasado de cada persona que le han
proporcionado placer y felicidad. De hecho es lo que se llama experiencia. De
no haber tenido nuevos horizontes se volverían a hacer, tal vez... Lo he
conocido a usted...
Su libertad le
decía que ahora había que reprimirse. ¿Cómo puede haber libertad donde hay
leyes que observar? La amistad, el noviazgo, el matrimonio, el laicismo, la
revolución, la Iglesia, la universidad, la Cámara de Diputados y el mismo caos
tienen muy delimitados sus códigos. Precisamente observar esas leyes son las
que van dándole su forma al noviazgo o lo que sea. Quería que yo supiera que
ella aceptaba ciertas reglas frente a mí. Es decir que renunciaba a algunas
cosas. ¿Qué quiere decir la jovencita cuando murmura te quiero al muchacho que
le gusta, si no renunciar a otros muchachos? O el novio frente al juez o el
sacerdote que a su tiempo también le preguntaron si aceptaba a aquella muchacha
por esposa. Era preciso que yo también renunciara a otras cosas. A otras
mujeres. Ni matrimonio múltiple como los mormones o los árabes ni poligamia ni tutile gamuchi, intercambio de mujeres, como entre los yaquis, que venía
siendo una especie de poliandria. Estaba consciente que se trataba del sentido
de propiedad. En su investigación en El Pinar había encontrado que, cuando una
mujer no pertenecía a alguien en particular, decía que ya no pertenecía a
nadie, pero pasaba a pertenecer a todos. Y paulatinamente la
soledad que se siente vivir entre la multitud se va insinuando. La soledad
tiene mucha poesía pero también tiene el alto precio de la neurosis. Fue cuando
preguntó:
¿Las rocas sedimentarias tienen sus leyes?
- Necesariamente. Tan rigurosas como las estrellas mismas.
Si no se encontraran ciertas
características sería otro tipo de rocas. Pero no sedimentarias. Nahui Olin
observaba determinadas reglas para poder ser una Nahui Olin. La Madre Teresa de
Calcuta respondía a otras. Cada quien tenía su mundo. Cada quien procuraba ser feliz a su manera. Que el cocainómano se
destruya si quiere destruirse. Tiene edad para decidir. ¡Libre albedrío! Sucede que alguien se cansa y le parece que ya no
tiene sentido seguir viviendo de esa manera. Se va, Como Tolstoi cuando abandonó
su casa para siempre. Pero sólo se va a vivir otras reglas. Bakunin no vivía
las reglas del marxismo, tenía sus propias reglas. Hasta el sepulcro mismo
tiene su código de conducta. Se localiza en el Reglamento de Panteones. Lo
mejor es que se cuente con la información necesaria. De otra manera cualquier
vivillo le echará la soga al cuello. Para que le democracia sea verdaderamente
democracia necesita haber información previa y diversa. La Volstead Act. Veía la cara de menores de edad a los
norteamericanos. Pero el tequila para un pueblo que no lee, ni tiene en dónde
informarse, es el asesinato a plena luz del día.
Le conté que tres semanas atrás había ido al
teatro. Uno de los papeles principales lo llevaba Toztli Avril. La obra se
llamaba “Ir al mar”. Toztli Avril se va a casar en la Iglesia. En el último
momento decide decir “no”. Se siente liberada, corre aun con el vestido de
novia puesto. En un punto de la playa conoce a Sebastián. Se interesa uno en el
otro. Finalmente deciden vivir juntos. Su “no” en la Iglesia no formulaba ideas
de feminista o de lesbiana. Simplemente no cambio de reglas. Su “no” se
transformó en “sí” con Sebastián.
- Tenía razón
cuando me dijo en la isla que los castores se afanan por construir una presa.
Pero que el trabajo mayor viene después si se quiere conservar en buenas
condiciones la cortina de esa presa.
Olvídelo. Será mejor vivir antes que el hielo vuelva a cubrirnos.
Carmen me miró.
- ¿Qué quiere decir con eso de que el hielo vuelva a
cubrirnos? ¿Nevará?
- Nada más ni nada menos que eso.
- Las nevadas que puedan caernos en el Abanico pasarán
con el primer día de sol.
- No. Un día
volverán las grandes nevadas. Todo esto que
el hombre ha hecho va a sufrir una severa revisión.
- ¿Se refiere a las glaciaciones? Eso es muy
spengleriano.
- Ya que lo dice. Antes que la nevada de duración
milenaria llegue puede explotar el Popocatepetl o el Chichonal. O del espacio
exterior tal vez llegue otra vez un enorme asteroide. El último pedazo de roca
que nos llegó del cielo, dice mi amigo René Hernández, fue tan grande que, tal
vez, haya provocado la extinción de los dinosaurios. O contribuyó a eso.
- ¿Y esa roca que tiene en la mano es antigua?
- En mil novecientos setenta y uno se encontraron en
Groenlandia las rocas más antiguas conocidas en la Tierra hasta ese entonces.
Fueron fechadas por radioactividad y resultaron de una edad de tres mil
ochocientos millones de años. Debo decirle que ocho años más tarde se halló una
roca en el pueblo de Allende, Guanajuato, con una edad de cuatro mil quinientos
sesenta y seis millones de años. Y está comprobado que esta llegó de las
estrellas.
- ¿Lo dijo Spengler?
- No. Los geólogos. Estos tipos se hallan cosas
verdaderamente curiosas. En Groenlandia se encontraron unas piedrecillas
redondas que hacen suponer que la Tierra estuvo cubierta toda de agua.
- ¿Cómo en la Biblia?
- Y volcanes. Era una tierra llena de volcanes.
Pero volcanes rodeados de agua. Como si los volcanes hubieran hecho erupción
dentro del agua.
Creía que, con toda probabilidad, Carmen debería haberse
encontrado bien en el terreno de la filosofía, en lugar del de la psicología. A
diferencia de otras mujeres, preguntaba. Hablaba y hablaba. Pero también
preguntaba. Y aquí es donde era diferente de muchas mujeres. Sabía escuchar. En
El Pinar Carmen había interrumpido con frecuencia al marinero para preguntarle
¿por qué en la guerra de España no habían hecho esto o aquello? ¿Para que la
hicieron? ¿Por qué la hicieron? ¿Por qué los del Eje actuaron de manera tan
contraria a ellos. ¿O ellos, los españoles de la república, ¿por qué no
instrumentaron una política de convivencia con todas las posiciones si al final
de todas maneras buscarían hacerlo a toda costa pero cuando ya todo estaba
perdido para ellos? ¿Era cuestión de cultura, de civilización o de intereses?
¿Por qué los países democráticos de entonces habían reconocido a Franco dándole
con ello la espalda a la República? Alejandro Bautista Jiménez le explicaba y
entonces ella escuchaba sin interrumpir.
Fue cuando le oí
decir:
- ¿Por qué me invita a mí y no a una chica diferente?
- La invito a usted precisamente porque en mucho no es diferente a las otras chicas. Pero
también porque tiene mucho de distinta a
las demás.
-Me encuentro
como Kayam ante el acertijo. Mejor así – agregó -. Es una tarea donde hay que
resolver cómo es posible ser como las demás pero a la vez diferente.
- O ser diferente sin apartarse de los otros.
- Creo que lo voy conociendo más. Usted y Malcom no son
muy diferentes.
- Por lo pronto los dos estudiamos lo mismo. Nos gusta
escalar. La cerveza. En el invierno vamos a Teotihuacan. Ahora nos mueve la
búsqueda del Teocuicani. Espero que no nos guste la misma mujer.
Se acercó y me mordió la oreja derecha.
- No, era una broma. El abriga la esperanza de conocer
más su mundo del desierto. Quiere empezar por el principio. Dice que primero
estuvo en México, las Antillas, Alemania, en un torneo de bebedores de cerveza
en algún suburbio de Hong Kong,
Argentina, Irak, Nueva York. Ahora desea explorar su pequeño universo que dejó
cuando niño. ¿Dice que cómo va a llamarse ciudadano de este mundo si desconoce
el suyo? Ya se ve moviéndose siempre entre la libertad y la predestinación.
Como un pre diabético que está predestinado a enfermar pero que tiene la
libertad para burlar ese destino. Caminando entre la llanura sin fin pero
actuando con más libertad que el propio
viento. Porque asegura que precisamente lo que menos libertad tiene es el
viento. Que su dirección obedece a condiciones preestablecidas por las
temperaturas dominantes en algún lugar del universo. Su creencia ancestral le
recuerda siempre que Ehecatl es un
dios y dice que el viento es un compañero con presencia y voz propia.
- ¿Participó en una competencia de bebedores de cerveza
en China?
- Bebe hasta que los otros revientan, después cruza la
calle y va a comer al restaurante de enfrente. Pide una sabrosa comida y una
garrafa de vino.
-¡Vaya noticia!
- Jamás apueste contra un bebedor como él. Perderá.
Entonces le conté el origen casi mítico de su disposición
que tenía para beber cerveza. El mismo
previene que todo aquel que levante un vaso de vino con la intención de beberlo
tendría que saber que equivale a levantar un vaso lleno de nitroglicerina. Que
debía de contar con las circunstancias que tuvo él cuando su nacimiento. Que
había llegado al mundo bajo el signo de Ome Tochtli. Sus padres acudieron con
el niño a los sacerdotes para que cambiaran tal destino. Uno de ellos, por
iniciativa propia, no llevó a cabo el conjuro. Si no se cuenta con eso más le
valdría no levantar jamás su vaso. Pagará cara la intención si persiste en su
empeño. Conocerá de manera alternativa noches de exacerbada alegría y
amaneceres de maldita agonía. Lo inutilizarán los reumas a temprana edad. Así
hasta que muera. Por lo general repudiado por los familiares y hasta por la
atención hospitalaria. ¡A nadie le interesa un borracho empedernido! Pero en
tanto muere, en algún miserable rincón, el hígado se le endurecerá y cambiará
su sonrosado color por el de un gris acerado. Las paredes del estómago se le
perforarán escapando por ahí los líquidos hacia otras partes del cuerpo que
tienen función distinta, no contener grandes cantidades de líquido. O
bien se encontrará con que la masa encefálica ha crecido de tal manera que su
cavidad craneana ya es insuficiente. En su agonía entenderá que el tormento
apache de liar a su prisionero una correa de cuero mojada en torno de la
cabeza, para que sufra en tanto se seca y se contrae, apenas será como el
malestar de un mosquito sobre la piel. Finalmente acabará en el manicomio o,
burlando todo esto, amanecerá colgado de una viga.
Le conté que había sido la primera vez que se refería a
su futuro delante de mí. Evitaba hacerlo como un arma efectiva para eludir la
neurosis. Prefería vivir. Es decir, estar en el presente. No negaba el presente
para soñar en el futuro. Su presente preparaba el futuro. Vivía el futuro en lo relacionarlo a cosas
simbólicas. Para las cuestiones empíricas era diferente. Por ejemplo, en la zozobra de alcanzar la cumbre a través de una
escalada prefería medir las necesidades técnicas que elucubrar sobre la
posibilidad del azar...
Amaba la vida simple. La actividad media de la sociedad.
Pero me parece que nada más yo entendía lo que quería decir con la expresión
“rutinario”. Estaba convencido que los grandes impulsos son los que se siguen a
lo largo de toda la vida del individuo. Se refería a los llamados
“revolucionarios” como a los deportistas de fin de semana. Un día hace
ejercicio y seis se apoltronan. Van al gimnasio o a las canchas de fútbol de
los quince años de edad a los veinticinco. Después abandonan todo esfuerzo y se
dedican a subir de peso. A lo que él se
refería es a la rutina. Escalar treinta
veces en el año paredes de roca, nieve y hielo es una de tantas rutinas.
- ¿A un escalador se le puede llamar “el rutinario de la
audacia?
- Supongo que también a un torero, a un militar, al
cirquero y al que limpia ventanas en los altos edificios.. Así es un hombre
rutinario.
Junto a él, el
mismo Zaratustra sería un viejo anacoreta lleno de hipocondrías. Nada de eso.
Todo lo contrario. Caminar por el
desierto o internarse en las montañas. Bajo el Sol de los cincuenta grados o
las tempestades de nieve. Era la vida simple de los nómadas, no de la gente
civilizada. Su tiempo era más metafórico que antropológico. Ese constante
asomarse a la tabla del tiempo geológico había trastornado su idea de lo
simple. Cuando decía hombre sin rostro estaba pensando en una cantera donde
todos, efectivamente, fueran iguales. Todos capaces de derribar la muralla
invisible. Nietzsche, Ingenieros y Samuel Ramos habían bordado en las
desigualdades al hacer perfiles exentos
de potencialidades humanas. Ibsen se apartó de todos ellos. Lanzó la red de la
educación para pescar al hombre sin
rostro. No al trabajador sin rostro. Éste sin cultura jamás tendrá rostro. Ese
discurrir sobre las causas de las rocas
lo acostumbró a pensar en retrospectiva respecto de las cuestiones de la
cultura. Al seguir una línea de pensamiento situaba a la figura representativa
del momento o del siglo. Se regresaba todo cuanto podía. De esa manera decía
refiriéndose a la teoría del lenguaje, Rousseau, Vico, Epiceno y Demócrito. ¿Y
antes de Demócrito? Se empeñaba en que debía existir ese algo. Lo que vemos son
las rocas ígneas recientes. Faltan las sedimentarias. Las más viejas de las
sedimentarias. Plotino, Aristóteles, Platón y Sócrates ya se referían en sus
discursos a “los viejos filósofos”. Como sea, él pensaba que ese “antiguo”
debió pasársela caminando sin cesar. Y no podía ser de otra manera tratándose
de él. Sus ancestros siempre fueron nómadas del norte. La falta de agricultura
había moldeado a esa gente de manera peculiar. Para él un hombre sin rostro cargando
libros en su mochila era alguien capaz de perderse entre la tormenta de cuarzo
del desierto, levantar su tienda y a la mañana siguiente despertar con el cielo
azul impresionante. ¿Para qué quiere rostro si no hay reflectores? Con los
reflectores empieza la actuación. Pensaba que así debería ser el hombre sin rostro.
Recuperar su nomadismo físico y en especial en el horizonte intelectual.
* * *
El tiempo tempestuoso
prolongado ya había pasado y en la mañana volvía a salir el sol. En las estancias
prolongadas en la montaña es donde la reproducción de las acciones humanas es
de valor inapreciable. Todo alpinista que ha participado en una expedición
fuera de su país lo sabe. “El espíritu de grupo” es la garantía de triunfo o de
salvación. Algunos del grupo, y uno de ellos era Cork, habían practicado la
escalada solitaria. Eso los hacia apreciar aun más el valor de la cotidianidad
desarrollada por el grupo.
Juan Medina: -. Por desgracia nunca falta
alguien que carezca de espíritu de equipo. Se aparta, se vuelve indolente e
irascible. Murmurador. Vive del trabajo del grupo expedicionario pero se rehúsa
a trabajar para el equipo. No ayuda a preparar la comida, no va por el agua.
Sigue murmurando. Si puede (lo que hará en cuanto vislumbre la posibilidad que
no hay peligro), abandona el grupo y regresa al valle, a la ciudad, al
aeropuerto y al país de origen. ¡Es cierto lo que dice Guillermo: ¡para
sostener la cotidianidad se necesita temple de acero! Esa es una de las
virtudes de las mujeres...
Benito Ramírez:-
No de todas. Ahora ya están cobrando por eso.
Toci:-
¡Silencio misógino!
Benito
Ramírez:- No estoy solo en el universo. El teatro plautino tiene también sus
expresiones por las cuales se le puede situar a su autor entre los misóginos.
Pero además no lo soy. Me encantan las mujeres. Pero eso sí, que no sea
respondonas ni parlanchinas. Si siguen así me hago musulmán.
En el interior
de nuestras tiendas, tipo iglú, encendíamos la lámpara o la vela y por un rato
leíamos cuando dejábamos la tienda - comedor y nos retirábamos a dormir. Si la
temperatura bajaba más de quince grados
encendíamos un minuto la pequeña estufa de alcohol. Eso era suficiente para que
caldeara el ambiente en tanto conciliábamos el sueño. Las temperaturas mínimas que se han registrado en
esta montaña tienen un promedio de quince grados, pero el viento en la pared
las hacía considerablemente más frías. En un país tropical como México eso es
extraordinario.
- Con dos
zonas polares en los extremos de este planeta de forma de huevo - decía Juan
Medina -, las otras dos zonas templadas de los Trópicos de Cáncer y Capricornio
y la zona tórrida del Ecuador, lo más normal es que los vientos vayan y vengan
como Juan por su casa. Recorran el Abanico y le den su nombre, como si alguien,
efectivamente, estuviera agitando constantemente un abanico.
En cierta ocasión me levanté en la madrugada. No podía
conciliar el sueño. Fui a la tienda – comedor a prepararme un café negro
americano. Vi luz en la tienda grande. Era Cork que estaba sentado entre
mochilas. La boina de lana le cubría el rostro hasta los ojos. Al verme me
recitó un parlamento y con ello
describía lo largo que parecen las noches de los vivacs:
-Ni las
estrellas de la Osa cambian de sitio en
el cielo, ni la Luna se ha movido del sitio por donde salió, ni Orión, ni
Venus, ni las Pléyades caen sobre el horizonte. Todas las estrellas están
inmóviles, y la noche no deja paso al día y al final dijo: Plauto fue el
primero que dijo eso.
Juan Medina,
que también estaba ahí, se afanaba en verter el agua en un recipiente.
- Así es –dije
-. ¿Me invitan un café negro americano? El frío está endemoniado. ¿Ya vieron lo
estrellado que está el cielo? A propósito: ¿por qué decimos “café negro
americano”?
- Más bien
había que preguntarse por qué se omite lo de “negro” cuando se pide café. En
todo caso debería decirse “deme un árabe”.
- ¿Por qué?
- Para hacer honor a la región en el que fue
descubierto el café. O “un europeo” si nos referimos a la región en donde se
consume más café.
- ¿En Europa
se toma más café que aquí?
-“Aquí” un individuo
toma el equivalente a cuatrocientos gramos de “café cultural” al año, como
promedio. En Europa quince kilos.
- ¡Romántico
que está tu cielo estrellado - dijo Juan Medina dirigiéndose a mi -. Y entre
los espacios de estrellas y estrellas viajan diminutas bolsitas de plástico.
- ¿Qué
bolsitas de plástico?- preguntó Toci que también se había levantado al escuchar
la cháchara.
- Bolsas especiales en
las que los astronautas defecan y luego las lanzan fuera de sus naves.
-¡Espero que, al
menos, estén desparasitados!. ¡Con tanto polvo de excremento de perro, que
vuela por nuestras calles, ya tenemos suficiente para estar con amibas todo el
año!
Juan Medina preguntó
cuándo deberemos dirigirnos a Río Frío, para subir al monte Tlaloc, y empezar
la travesía hacia el Teocuicani.
- Tres semanas después que hayamos bajado de
esta pared - dije.
- ¿Por qué?
Bajando de
este lugar debo ir a Zacatecas. Luego viajaré a Hermosillo.
- ¿Qué vas a
hacer en el norte?
- Ver lo del traslado
de material tóxico que traen de Baja California. Desechos de plomo y cadmio. Se
ha hecho un gran revuelo por esto y le han entrado al baile organizaciones
políticas de todo tipo. Unos quieren el cierre definitivo de cierta empresa.
Para poner en práctica su idea han puesto a la entrada de esta factoría más de
cincuenta camiones repletos de escoria tóxica. Expedientes van y expedientes
vienen por los escritorios de veinte oficinas. El problema es que hay intereses
que impiden la participación de expertos en ese campo. Los políticos andan muy
activos. Han llamado el concurso de un Comité Técnico Internacional. Ahora
llegó yo.
- ¿Si tampoco
te hacen caso?
- Si me ponen trabas que se vayan al infierno con
sus intereses. Primero ensucian al mundo con su voracidad e incapacidad.
Después le dan el tiro de gracia con sus intereses. Y entre tanto la población
se pone en grave riesgo. En La Laguna y en Zimapán se están muriendo las
poblaciones por el arsénico que tiene
sus acuíferos. Pero maldita la cosa que
les interesa. ¡Sí, voy a hacer un análisis de los materiales! Lo que esa
situación necesita es estudiarla desde el punto de vista de su compromiso con
la caridad, como se dice en los ambientes religiosos, o de solidaridad según
expresión de la sociedad laica. ¡No escuchan a nadie! La gente debería ser la
beneficiaria, no el basurero al que se le echan los deshechos...
- Pasaron las
épocas en que se personalizaba a las cosas -
dijo Toci -. Cuando la Tierra dejó de ser nuestra madre todos la
convertimos en un gran basurero. En parte son los intereses y también porque la
desconocemos. ¿Saben que los selenitas se quedaron con la boca abierta debido a
la sorpresa que les causó el que Cavor (el inventor de la caborita), les
contara que en la Tierra sus habitantes casi no conocemos el interior de su
planeta?
Carmen: -.
Wells.
Benito Ramírez
se baja la boina hasta taparse las orejas.
Juan Medina, que lo ha
visto hacer ese movimiento, observa que en tanto nosotros nos congelamos en el
Abanico, en una parte de Estados Unidos veinte mil individuos se afanan desde
hace varias semanas en extinguir el fuego que hasta ahora ha devorado miles de
hectáreas de bosques.
- Se necesitará un
siglo para volver a restablecer los actuales niveles de flora y fauna- dice
Toci. Carmen agrega:
-
Algunas especies
de animales se extinguirán... ¡Ya se
extinguieron!
-
*
* *
La mañana que
dejamos Amecameca, para internarnos hacia los bosques altos que nos traerían al
Popocatepetl, Cork había ido al establecimiento comercial. Lo acompañé en tanto
los otros arreglaban sus mochilas en el hotel después del desayuno. Escribió en
la computadora autorizando al coordinador del grupo irritila en la ciudad de
México para que sacara dinero de su cuenta en el banco: “...la mitad de esa
cantidad es para el grupo metropolitano. Favor de enviar el resto a
Tlamatzinco”. Después en un local, en la primera calle del mercado, envió un fax hasta Tlamatzinco, su comunidad del
desierto.
De regreso al hotel caminábamos por la
banqueta, enfrente de la plaza principal de la población. Le oí decir que
Tlamatzinco es una comunidad donde todos se conocen. Sus cualidades y sus
defectos. Coinciden en sus concepciones éticas. Se sabe quiénes son. Muchos de
ellos tienen parentescos comunes, hasta hay poco apellidos, aunque sean
familiares lejanos...Luego de un silencio preguntó si valía la pena vivir en
una ciudad de veinticinco millones de habitantes en la que sólo se conocen a no
más de treinta personas. En estas no hay identidad de costumbres. En un
ambiente así se casa una pareja y es un acontecimiento que abarca a todos.
Porque lo que haga esa pareja puede impactar a todos. Aquí eso puede ser ajeno
hasta para los vecinos de la misma calle. Con los treinta de una comunidad hay
afinidad de muchas cosas. Con los treinta, de entre veinticinco millones, no.
Cuando se dice el bien o los males todos coinciden en las definiciones y esto
se materializa por medio de las tradiciones comunitarias. En las calles de la
ciudad ya no hay fiestas comunitarias. Solamente las del calendario oficial que
conmemora acontecimientos históricos respecto de los cuales hay un centenar de diferentes
puntos de vista. Hay afán por cubrir las necesidades materiales y no queda
tiempo para desarrollar una vida moral. La existencia va simplificando sus
satisfactores que son comida, sexo y descanso. Un capitán de la industria puede
sentirse realizado con esto. Un obrero se pasará abrigando sueños de llegar
algún día a ser como aquel. Pero vivir en una especie de etnia no quiere decir
que se haya apartado de las corrientes exploradoras de la sociedad. En la
ciudad el orden moral religioso se hace de lado en la carrera por el desarrollo
técnico, que es el que garantiza cierta ventaja para la adquisición de un
empleo. Al final del callejón se topan con las implacables leyes de la oferta y
la demanda de cuyo manejo ellos están totalmente ajenos. Las calles están
llenas de gente que descuidó su formación moral y que hace años de todas
maneras que no encuentra un trabajo remunerador. Dejaron que el individualismo
penetrara en sus vidas. “La vida es un deporte en equipo” dijo una vez Sabrina
en uno de sus programas de televisión de la Bruja Adolescente. Después se acaba
extraviado en el laberinto tecnológico. Tanta tecnología arroja su dosis de
angustia en el humano. Cada campo se ha desarrollado enormemente a la vez que
especializado. ¿Por dónde caminar? La sobada pregunta es si acabará la
tecnología por dominar al hombre. Pregunta ociosa. Como si todas las tecnologías
no fueran otra cosa que medios de
expresión del humano, no sus capataces. Sin embargo ahí está la inquietud. Esta
angustia golpea al que no tiene ideas claras acerca del estilo de vida que
quiere vivir. Cuando se tiene un camino, esta diversidad tecnológica es un cúmulo de posibilidades para realizar
las ideas. ¿Víctimas del desarrollo tecnológico o administradores de ese
desarrollo para conseguir los cambios que queremos hacer en nuestra vida y en
la sociedad? Ese es el asunto. O la pregunta. Pero esto va a depender de cada
individuo. Si los avances tecnológicos se toman como auxiliares para el
bienestar de la sociedad o como fines para una especie de exposición del ego.
Resistirse a los cambios técnicos se considera una actitud senil. Mucha gente que
venía del México rural jamás aprendió a
manejar cuando llegaron los automóviles. No fueron raros los casos en que
alguien era dueño de tres automóviles pero era el chofer o los familiares los
que lo llevaban y lo traían. Era un mundo nuevo que avasallaba a su mundo. Y él
ya no se identificaba con ese cambio. Lo aceptaba pero no formaba parte de él.
Hacia los años cincuenta del siglo veinte había quien utilizaba el ábaco en
lugar de las ya populares calculadoras de palanca de vuelta y vuelta. Después
vinieron las indescifrables calculadoras eléctricas del tamaño de una cajetilla
de cerillos. Cuando llegaron las computadoras se les vio como una cosa extraña
y de la cual se podía prescindir. En la actualidad hay investigadores en el
terreno de la ciencia y académicos que se resisten a acercarse a ese misterioso
tablero enfrente de la también misteriosa pantalla. Siguen escribiendo en la
tradicional maquina mecánica. Pero dejarse arrastrar por cualquier cosa que
sale al mercado con la idea que debe ser realizada de inmediato es visto como
algo infantil. ¡Llegó la telefonía celular y de pronto muchos, por negocio o
por la urgencia que fuera, tuvieron necesidad de hablar por teléfono
inalámbrico. Estar en el sitio o en la situación en que nos encontremos, los
teléfonos se hace presente. En las salas de conciertos y en los templos
religiosos tuvieron que ser fijados letreros tales como “favor de cerrar su
celular”. Muchos chocaron por ir hablando por teléfono en tanto manejaban. La
abundancia de tecnología puede, en efecto, llevar al terreno de la angustia.
Esto en el caso que no sepa qué meta
perseguir. Ser parte del “mercado cautivo” de todo lo que se le ocurra a la
tecnología o quedarse en la obsolencia por temor a cambios.
- Sería
interesante saber si con la aparición de la telefonía celular disminuyó la cantidad
de suicidios- dijo Carmen-.Es una especie de sucedáneo contra la soledad
patológica.
En algunas ocasiones
Toci se refería a México como un lugar que difería en algunos aspectos de su
pueblecillo en la sierra. En “Mazahualandia” (solía decir en broma) el Estatuto
comunal contenía derechos y obligaciones que era preciso que el individuo
observara con puntualidad y celo. En México, en cambio, le parecía que se ponía
énfasis en los derechos y había cierta dejadez en las obligaciones. Y hacía
notar que el parricidio estatal, al menos en la modalidad de reclamo, estaba
presente en todo momento. Se aborrece la figura presidencial pero se protesta
cuando se anuncia que se van a suprimir los subsidios...
Creo que sientes
nostalgia por tu sierra, ¿no?
- Tienes razón.
Stackpole, la cínica periodista norteamericana, personaje de Henry James, dijo
cuando se encontraba en Inglaterra, que uno no abandona a su país como tampoco
abandona a su abuela. El uno y la otra son anteriores a la posible elección de
uno.
- ¿Y en Tlamatzinco
todo es belleza y alegría, ayuda mutua y conciencia colectiva? ¿El Paraiso sin
árboles?- le preguntó a Cork.
- No. También hay
quien transgrede el Estatuto Comunal. Se vuelven malhechores. Roban a la
comunidad. No trabajan como los otros. No aportan sus fuerzas de trabajo
colectivo y se desentienden de la ayuda mutua. Se hacen los enfermos para no
acudir al trabajo y exigen que la comunidad los saque a flote.
- ¿Qué sucede en ese
caso?
Los viejos lo llaman
varias veces a que se reintegre al régimen comunal y a la conciencia general.
- ¿Si no hace caso?
Un día, a las cinco de
la mañana, es llevado al lindero del pueblo. Uno de los ancianos le dice que de
ahí en adelante pertenece al mundo, pero ya no a Tlamatzinco. Si tiene familia
y ésta decide quedarse en el pueblo, serás respetada y protegida y ayudada como
al resto de la comunidad. Pero que si él vuelve, antes que se cumplan las siguientes
veinticuatro horas habrá perdido la vida. El malhechor lo sabe, pero de todas
maneras los ancianos se lo dicen. La sola idea de ya no pertenecer a al
comunidad significa lo más grave que le pueda suceder, aparte de la muerte
física. Antes se pitorreaba de cómo se llevaban las cosas en Tlamatzinco. Pero
ahora que ya no puede volver siente que ha perdido a su madre nutricia. De
todas maneras sus días están contados. Con anticipación los ancianos de
Tlamatzinco avisarán a los consejos de ancianos de los pueblos, por donde
tendrá que pasar a partir del día que se
le expulse. Difícilmente llega al último pueblo. Por lo general los de Tlamatzinco no tardan en
recibir el siguiente comunicado: “Fulano fue encontrado muerto en tal parte”.
Si quiere evitar ese tipo de muerte, puede optar por cruzar el desierto. Pero
éste está tan lleno de peligros naturales, como víboras venenosas, el monstruo
de Gila, escorpiones, falta de agua...Era más factible alcanzar San Francisco,
escapándose de Alcatraz, que escapar a la fauna del desierto. Muy pocos son los
que han salvado la vida y llegado a un pueblo grande donde nadie los conoce.
* * *
En la tienda-comedor había una bolsa grande de
bicarbonato para uso comunitario que utilizábamos en la asepsia personal. También
un paquete de algodón. A falta de regadera para el baño con un poco de agua
ligeramente carbonatada obteníamos la mínima necesaria limpieza en nuestro
organismo. Prevenía el desarrollo de enfermedades y nos daba sensación de
limpieza. Las tiendas individuales y el comedor gozaban de ausencia de olores
fétidos. De todas maneras los alpinistas no son muy exigentes en ese sentido.
La atención se concentra en los problemas de la ascensión, y cómo ganarle a los
dados a la dueña de la casa, y no estar más o menos limpio. La bolsa de
plástico negra donde arrojábamos los algodones, y papeles y toallas higiénicas, al final le prenderíamos fuego.
Plotino, el filósofo neoplatónico romano- egipcio de principios del siglo
segundo de nuestra era, que es fama que no se bañaba, se habría quedado
altamente sorprendido de los baños diarios de Cork. Y también de Toci. Como todos los de sus respectivas etnias, para los que la limpieza corporal no
es sólo una necesidad si no también parte del
ritual de vida diaria, llevan consigo una botella de plástico de
alcohol. Diluido con agua era para el aseo de la mañana y el de la noche.
Nosotros, mestizos habitantes de la ciudad de México, solamente lo hacíamos una vez al
día. Sólo si nos trasladábamos a poblaciones de altitudes de apenas quinientos metros sobre el mar, o casi en el
nivel del mar, se nos hacía urgente bañarnos dos veces, como ellos.
De la misma manera haríamos con la bolsa
negra de la letrina. Una de las grandes
incongruencias del pueblo mexicano estriba en que es muy limpio en lo
individual pero sus calles están cubiertas de basura. Al final la sacaríamos de
la repisa para enterrar su contenido, todo degradable, en la ladera arenosa
noroeste del volcán. De no hacerlo así, con aquellas temperaturas tan bajas, nuestro
excremento en la pared podría durar tanto tiempo que bien se convertiría en materia de estudio para los
antropólogos del futuro.
- No es mala idea- dijo Toci-. Así se harían
estudios de qué cosas comíamos en el siglo veintiuno. Tendrían una idea de la
agricultura, la flora y la fauna y la comida chatarra. Cifras de colesterol,
ácido úrico, descalcificaciones... Sabrían por qué el mexicano de nuestro
tiempo alcanzó el primer lugar mundial en obesidad, diabetes e hipertensión. Se
preguntarían cual fue la razón de que consumiéramos tanto refresco dulce y
tanta grasa en las comidas.
-¡Basta -dijo Benito Ramírez-no hay que
exagerar.
- Una pared tan bella de roca – dije -, nieve
y hielo con esta huella
humana...Muchos alpinistas son sensibles
a la belleza de la montaña que suben y le cantan en verso y en prosa. Pero
cuando se retiran dejan tras de sí
montones de basura. Hasta ahora se han organizado treinta y seis expediciones a los Himalayas
con el único objeto de sacar basura de sus laderas. Quince de ellas han sido nada más para la cañada central del Everest. El refugio del
Teyotl, en el lado norte de la Cabeza de la Iztaccíhuatl, está, de la misma
manera, rodeada de abundantes botes viejos y bolsas de plástico. Un auténtico
basurero.
De Benito Ramírez había sido la idea de que, cada
componente del grupo, llevara consigo una buena dosis de avena, que podríamos
tomar hasta en agua simple, para
prevenir el temible estreñimiento que suele hacerse presente en los alpinistas.
También podrían ser jícamas y manzanas, para ese efecto, pero estas pesan
demasiado para ser llevadas a través de la escalada. Como en las salidas
prolongadas no se puede llevar todo lo necesario para una dieta balanceada, por
comodidad se carga en las mochilas con víveres a base de carnes secas. Eso, y
la poca movilidad obligada de los vivacs, arrojan resultados dramáticos. En otras
mortales. Con la avena cruda, bebida ésta
como agua de uso, se conjuraba con éxito el peligro.
* * *
- La tarjeta postal que pusiste en el buzón
de Amecameca, ¿cuánto tarda en llegar a Tlamatzinco?
- Dos semanas. Es decir que debe estar por
llegar.
En
realidad mi intención era indagar otra cosa pero la formulé de manera
indirecta. El otro me entendió:
- En la próxima reunión de la comunidad esa
tarjeta paradigmática se pondrá, junto con otras, enviadas por los que andamos
fuera, en el centro de la ceremonia –asamblea, cerca del fuego. Se considerará
como si estuviéramos de cuerpo presente. Los niños y las niñas se fijarán en
ellas y desde ese momento se empezará a anidar en su espíritu el anhelo de ser
como nosotros. Salir al mundo, conocerlo, estudiar. Pero, sobre todo, que
vivamos donde vivamos y como vivamos, estaremos pensando en el regreso. Tarde o
temprano regresaremos. Como dijo Toci: la tierra y las abuelas es algo querido
que nos fue dado sin contar con nuestra elección.
- ¿Y lo sientes en verdad
- Nuestro Estatuto Comunal se escribió hace tres mil
quinientos años. En ideográfica, sobre pieles. Mucho antes que el Popol Vuh y
que la Biblia. Cuando los arios todavía andaban en la India, en el desierto ya
teníamos ese documento. Tiene derechos y
obligaciones. Aquí, como en el Contrato
Colectivo de Trabajo de la fábrica, no hay cómodas exquisiteces individuales.
El espíritu de ese documento es la ayuda mutua. Si me encuentro en el Ártico o
en Tombuctú, en la Iglesia o en un burdel, yo debo enviar mi solidaridad en
dinero, no en palabras. Así como hace los feligreses en la Iglesia Católica, y
en la Protestante, en Europa, que rinden
su impuesto. Allá es “impuesto” no es “limosna”, como en México y en general en
América de habla española. Con el dinero a la vista sobran las palabras. El
dinero aportado es la comunicación más perfecta que se ha encontrado hasta la
fecha a través de los siglos. Lo descubrió la Iglesia católica y le siguieron
las protestantes y las extra bíblicas. Por eso Jesús le dijo al rico que quería
seguirlo: regala tu fortuna a los pobres...
no necesitaba decir más.
- ¿Si no tienes dinero?
- Si no tengo dinero ellos en Tlamatzinco acudirán a mi llamada de auxilio. Saben que
hay tiempos de recibir y tiempos de erogar. Si no hay correo o manera de
hacérmelo llegar, ellos enviarán a alguien y me lo entregará personalmente.
Donde sea. Si tiene que cruzar nadando el río Aqueronte enviarán a alguien que
sea capaz de cruzar el Aqueronte. Si me encuentro del otro lado de una alta
cordillera de montañas cubiertas de hielo y nieve, enviarán a uno que sea capaz
de cruzar montañas altas y nevadas.
- ¿Cómo unos sencillos habitantes del desierto mexicano
podrían llegar a Lasha?
- No enviarían a uno de Tlamatzinco. Escribirían por
computadora al que se encontrara estudiando en el país más cercano a Lasha. Con
estudios superiores y con el apoyo económico de la comunidad, lo sacarían de
cualquier situación, en sólo veinticuatro horas, si esto fuera necesario.
- Aparte de estas situaciones especiales, ¿ellos que te
dan a cambio?
-
El derecho de pertenencia. No es que esté comprando
pertenencia. Soy de ahí. Lo que hago es refrendarla. Cualquiera puede decir soy
de Paris pero sino contribuyo de manera práctica. México está lleno de mexicanos muy hábiles en
evadir impuestos, es una cosa que se dice abiertamente…El dinero sirve para dar
idea de la medida de mi solidaridad. Mil palabras de solidaridad no compran una
sóla pieza de pan. En Tlamatzinco se
utilizará ese dinero para mejoras del
pueblo, muebles de la escuela, del templo y de su dispensario. También de la
biblioteca, sueldos de los maestros, uniformes de niñas y niños que están
estudiando. Fiestas rituales... El grupo matriz fortalecerá el fondo para los
jóvenes que decidan venir a estudiar. Así fue como llegué yo a México. Pero
pude ir a otro país....Hay grupos irritilas-hopis establecidos en varios lugares de México, dos
en el sur de América, tres en Estados Unidos y uno en el centro de Europa. Al
que llegues, aunque no te hayan visto nunca, luego de identificarte, será como
si llegaras a Tlamatzinco. Desde el momento que pones un pie en ese
establecimiento... sientes la fuerza de su conciencia colectiva. No importa
donde se encuentre un irritila solo, jamás estará solo. Los grupos de los
países en los que el precio de la moneda es alta, envían su ayuda al grupo de
la ciudad de México. De aquí, a su vez, se proporcionan ayuda a los grupos del
extranjero donde la moneda está más baja...Paralelo a mi tarjeta postal, les
envié mi aportación. Y algo extra para que esta navidad los niños tengan un
guajolote más para comer, y los grandes una botella más de tequila para brindar,
y gritar ¡Viva Pancho Villa, hijos de la…”
* * *
Desde luego el
peligro inmediato era la consistencia erosionada de la pared. En cualquier momento del día o
de la noche un bloque capaz de aplastar tres tiendas juntas podría caernos
encima. Todos conocíamos el caso del refugio de alta montaña al pie del glaciar
Ayoloco, vertiente oeste de la Iztaccíhuatl. Una roca procedente del Pico José Aguilera lo
aplastó. De tal manera que solamente una delgada hoja de lámina puede verse por
debajo del bloque pétreo. Nunca se supo si en el momento del desastre estaba
ocupado por montañistas. El año pasado una cordada de escaladores subieron a vivaquear hasta la base de la norte de
la Cabeza. En lugar de dormir en el cercano refugio Teyotl instalaron su tienda
de campaña en ese lugar, con la idea de
ganar tiempo y empezar temprano. En la noche otro bloque se desprendió de las
alturas y cayó sobre ellos. La enorme roca siguió su camino por la empinada
pendiente pero los escaladores ya
estaban muertos. Del más joven no
encontraron la cabeza.
Considerar ese constante riesgo potencial era
parte de nuestra situación mental. Desde luego que la temporada ayudaba a que
la nieve congelada consiguiera mantener a las rocas, en precario equilibrio,
pegadas a la pared sobre nuestras cabezas. Si bien esa misma circunstancia
constituía un peligro. La humedad en el fondo de la grieta podría expandirse al
pasar al estado sólido y, actuando como auténtica cápsula de nitroglicerina,
hacer estallar las grandes rocas. Pero la potencial explosión pétrea es parte
del riesgo que todo montañista debe
aprender a aceptar.
Benito Ramírez
hizo una observación:
- Se le
acepta, pero no hay modo de mantener lejos el fantasma de esa amenaza.
-¿O si
temblara? Ya saben que en el valle metafísico tiembla cada tres horas - dijo
Toci-.Con que uno de esos suba tres puntos en la escala de Richter…
- Entonces
esto se convertiría en un infierno- dije -.Quedaríamos sepultados bajo una
lluvia de rocas de todos tamaños. Los antropólogos del futuro sabrán qué tipo
de equipo de acampar teníamos en este
siglo veintiuno...
- Nos
informamos del probable estado del tiempo pero no de los temblores. Hubiéramos
echado una llamada al Centro de Prevención de Desastres.
Sabíamos
que un huracán se puede predecir con algún margen de tiempo, pero un
temblor todavía no. Les comenté lo siguiente:
- Precisamente
pronosticar los temblores importantes por su potencial destructor es lo que le
falta a la ciencia. Sabemos que todos los días ocurren estos temblores. Pero es
necesario saber cuáles serán los grandes. También conocemos los lugares en que
estarán sus epicentros. Pero no podemos decir todavía cuándo. Le hemos puesto
alambres y estetoscopios por todas partes al volcán... Es preciso aceptar que,
por lo pronto, el poder devastador de este, se encuentra fuera del control del
humano. En 1985 un temblor sacudió México. Cuando pasó ya no estaban muchos
edificios del centro de la ciudad. Cientos de muertos. Unos años antes le había
tocado a Orizaba, al pie del Poyahutecatl. En marzo de 1964 un temblor de 7
minutos destrozó incontables vidas en Anchorage, Alaska. En diciembre de 1988
murieron veinticinco mil personas en un temblor de apenas cuarenta segundos en
Armenia. Mil quinientas personas
murieron al derrumbarse la ladera del volcán Casitas, en el noroeste de
Nicaragua. Y para que duerman bien esta noche, no olviden que en los Ángeles,
California, tenemos a la falla de San Andrés...
* * *
Tres semanas más tarde empezaron a escasear
los víveres. Una noche Cork recordó el ambiente cálido de San Juan de Puerto
Rico. Su clima y su gente. Ir entre los alegres boricuas. Comerse un cerdo
entero en Guavate, llenándose los dedos, la boca y la cara de grasa. La cocina
con abundantes tubérculos, arroz y frijoles. Después bailar a ritmo caribeño.
El Moro, San Cristóbal. Big Ban... Carmen dijo que extrañaba sus camarones de
la Laguna de Términos.
Benito Ramírez
hizo una broma:
-Con esto de
los tsunamis primero hay que cerciorarse
si aun existe.
-Tienes
razón-dijo Carmen-La isla del Carmen esta´ a sólo tres metros sobre el nivel
del mar…
Era hora de pensar en el regreso. Así, una
hermosa mañana llena de sol, después del almuerzo, desmontamos el campamento y
nos echamos la mochila al hombro.
Antes de
partir Cork observó una nata de humo negro revuelto con la ligera niebla que se
desprendía de los bosques. Le oímos decir, ya con el piolet listo para
emprender la caminata:
-Los gases de
las fábricas, y de los automóviles, que llegan del Valle de Puebla se mezclan
con los gases que suben del Valle de México. Nadie podría explicar cómo es
posible que vida alguna pueda existir en esas ciudades y en esos valles. ¿Cómo
llegamos hasta este punto?
Avanzamos atados por las cuerdas hacia el
oeste. La nieve, abundante, conservaba su consistencia dura y las puntas de los
crampones se afianzaban de manera satisfactoria. Una hora más tarde estábamos
fuera de la pared. Fuera de su belleza y de su peligro. Y de su vacío. Llegamos
a la pendiente inestable llena de rocalla y arena. Ahora teníamos libertad de
desplazarnos sin la constante presencia de las cuerdas. La pared superior no se
nos vino encima cuando acampábamos ni el Popocatepetl hizo erupción como venía
haciéndolo desde quince años. Teníamos miedo de todo eso pero al final nada
fatal pasó. Así es el alpinismo, unos
regresan y otros no. ¡Depende le técnica, de la habilidad, de las condiciones
climatológicas?
Cork hizo un
comentario:
-En
Tlamatzinco los viejos dicen que todo eso se escribió hace un millón de años.
Bajamos. Luego
de otra hora cruzamos el principio de la cañada Nexpayantla, exactamente
quinientos metros por debajo del lugar en el que habíamos vivaqueado tres
semanas. Desde ahí empezamos a ascender por una pendiente movible, pero ya sin
riesgo. La arena del volcán y las abundantes piedras sueltas, producto de la fragmentación eterna por los
constantes agentes erosivos de estas alturas, dificultaban la progresión. Pero
habíamos permanecido mucho tiempo en la casi inmovilidad y entonces lo que
necesitábamos era caminar. No paramos hasta alcanzar el adoratorio Nexpayantla,
en el lado sur de la cumbre de la Torre Negra, después de una ascensión
fatigosa por la pendiente llena de arena volcánica suelta. Nos aligeramos la
ropa metiendo rompevientos y chamarras de pluma a las mochilas. Era la primera
vez que nos las quitábamos en casi un mes. Enseguida, llevando puro suéter,
emprendimos la bajada hacia el albergue de Tlamacazcalco. La arena húmeda de su pendiente suave nos parecía una
delicia. Más abajo empezamos a encontrar, con inusitada sorpresa y delicia, los
grandes zacatones, primeras señales de que aun había bosque.
Encontramos
servicio de restaurante en el albergue. Decidimos pasar la noche en ese lugar.
Después de la vida en la gran repisa oeste
era difícil de aceptar que pudiera existir un sitio con tanta comodidad.
Y la gente le daba mucha calidez al mundo. Por la noche, después de la cena, en
tanto tomábamos el café negro americano, extraje de mi chamarra una fina cadena
de plata para ser llevada al cuello. Se la obsequié a Carmen. Me dio las
gracias. Pero cuando observó lo que colgaba de
la cadena su mirada se volvió especial. Era una máscara ba – pende de apenas un centímetro de alto, de metal,
negra. De la región de Leopoldville, en el Congo Belga. Se trataba de un bello
rostro femenino en forma triangular.
- Debería ser
de marfil o de madera, pero...Me aseguraron que estaba consagrada por un
especialista. Rechaza las enfermedades...Es como la Afrodita o la
Xochiquetzal...
Se le quedó
viendo por un momento. Quedé sorprendido cuando la escuché decir:
- ¿Ba - pende?
¡Esos comerciantes! ¡Puedo asegurar que es ba-
yaka!.
- No me fue
posible encontrar de marfil en los establecimientos de artesanía que busqué.
Ella Iba a decir algo. Pero de pronto no
encontró lo que consideraba apropiado, o no la dejó pronunciarlo la emoción. Se
acercó y me dio un beso por demás apasionado. Debimos darlo por terminado ante
las protestas de los del grupo que decían toda clase de alusiones respecto de
los ricos que están desayunando frente a los pobres...
Cork quiso
saber qué tan lúcidos habíamos salido de la experiencia de estar tres semanas
en la pared del Abanico:
- Repitan: teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates
Los cinco,
incluida Toci, nos levantamos a un tiempo y, acercándonos hasta su cuello, le
preguntamos:
- ¿Quieres
callarte?
-Quiero-
dijo convencido de nuestro método
democrático pero, agregó: -. Es evidente que
no hay nada bueno en sus
facultades mentales.
Un pequeño
radio - receptor en la mesa contigua nos regresó al mundo del que habíamos
estado ausentes. Volvimos al mundo donde la industria de la información
periodística con ética, dentro del marco de la libertad de expresión, sigue
librando su batalla en contra de la fantasía conductista que sólo busca colocar
en el mercado un producto. O una idea. O un partido. O un personaje. La prensa que interpreta, no la que informa. Apenas
ayer el Papa de Roma ha pasado entre siete millones de mexicanos que lo
saludaban con frenesí. Un niño de trece años, jugando con su escopeta de diábolos, ha tirado desde lo alto de su casa a la
cabeza de un guardia de la calzada de los Misterios. Esta mañana los titulares
de los diarios italianos han amanecido con la noticia de un terrible atentado
que ha sufrido el Papa en México. Tanto
así que la cancillería mexicana se ha visto precisada a meter un memorando
aclaratorio a la cancillería de aquel país. Y el Vaticano ha hecho lo propio.
También escuchamos que la Iztaccíhuatl
ha entrado en actividad volcánica. Hace siglos que esa montaña no tiene otra
cosa que erosión. Los geólogos mismos tendrían que emprender una labor de investigación
para determinar la ubicación de sus cráteres.
Benito Ramírez hace el comentario que la gente
busca la veracidad en las noticias. “pero la industria de la información lo que
busca es vender y ha permitido que la penetre la ficción. Eso a la postre no
redunda en una mayor libertad de expresión si no en una pérdida de lectores. Y mucha gente lo único que lee en este país
son diarios… Y pérdida de desempleos, bajos salarios de los
profesionistas de los medios de comunicación, de por sí bajos de manera
endémica, pocas o cero prestaciones...outsourcing.
Se trata de una carrera de nivel universitario... Pero la redacción exige la
nota del día. ¿Un niño tirando diábolos
en dirección que va pasando el Papa? ¡Bien: por fin encontramos la noticia!”
Resulta
difícil convivir entre humanos cuando estos permanecen algún tiempo junto en un
espacio reducido, como nosotros lo habíamos hecho en el Abanico. Tarde o
temprano el conflicto humano se hace presente. Se puede decir que es el sino
maldito de las expediciones alpinísticas. Sin embargo nosotros habíamos salido
bien librados de esta prueba. Básicamente se debió a que era un grupo mixto de
mujeres y hombres.
En la mañana
siguiente, después del almuerzo en la cafetería, abordamos un vehículo en la
plazoleta. En realidad una camioneta vieja. Pero como eran veinte kilómetros de
bajada, todo pudo funcionar sin contratiempos. Y bajamos hacia el valle. En el
monumento que recuerda el paso de Hernán Cortés y los tlaxcaltecas hacia
México- Tenochtitlán, nos detuvimos el tiempo necesario apenas para tomar la
última fotografía del Popocatepetl. Los
rayos del sol pegaban aun en ángulo bajo.
-Es un
monumento a la esclavitud, al vandalismo y al crimen. Ningún pueblo que
conserve algo de su dignidad debería levantar monumentos a sus esclavistas.-le
escuchamos decir a Toci-. Por fortuna España tiene reservas espirituales
inmensurables. Yo levantaría no monumentos sino verdaderos arcos del triunfo a Fray Bernardino de
Sahagún, Fray Diego Duran y Fray Bartolomé de las Casas.
-Tienes un
punto de vista muy particular de la historia-dijo Carmen.
-Diría común -
respondió Toci de inmediato-. Universalmente común. Pregunta a los hermosos
defensores de la historia, y a los habitantes de
Volgogrado, en qué calle tienen un monumento erigido en memoria de
Hitler o busca en alguna plaza de Berlín una estatua de Stalin o en Madrid la
de Napoleón o, finalmente, dónde erigieron los tlaxcaltecas en su ciudad la estatua del tlatoani azteca Cuauhtémoc…
El tiempo era
espléndido y la pared negra del Abanico resaltaba con sus corredores llenos de
nieve y hielo. Reemprendemos el descenso por la carretera. Nos pareció que
habíamos pasado tanto tiempo lejos de la vida del valle, que nos preguntamos
quién sería ahora el líder de la república.
- Dudo que por
fin la humanidad haya decidido votar
por los filósofos o por los neurobiólogos – dijo Juan Medina-. Los filósofos
son para pensar y los políticos para accionar.
- Ni por los
geólogos – agregué.
Cork nos comentó algunos criterios de su
amigo Salim, que se había propuesto juntar un millón de dólares para trabajar
en el sentido de incrementar la democracia en el país. Decía que todo
crecimiento económico requiere de competitividad en los mercados. Y de
educación en la población. El crecimiento económico ayuda a la democracia. La
democracia es un instrumento para alcanzar el bienestar de todos. Aunque hay
países ricos sin democracia y países democráticos muy pobres. Como sea, allá abajo, en el valle metafísico,
existen todas estas combinaciones posibles.
Cork nos abandonó en Ithualco, que es el
nombre original del Paso de Cortés. Nos pidió que nos encargáramos de su
mochila y que nos alcanzara en el hotel de Amecameca. Se cambio las botas por
los tenis y empezó a bajar corriendo por el camino de terracería hacia el este.
- Necesito
correr- dijo y partió. Pronto se perdió entre los bosques llenos de una niebla azul
matinal.
Toci intentó
seguirlo. Pero el otro la detuvo:
- Necesito
correr solo...
Toci se enfureció de pronto y ya iba a decir algo
horrible, pero el otro agregó:
- Las mujeres
mazahuas caminan durante semanas pe ro no tienen la costumbre de correr como
los de Tlamatzinco. Pero ya que insistes. Veremos quién llega primero.
Toci volvió a
sonreír.
- Qué
apuestas- dijo.
- La boca sin
halitosis y el alma, por doce horas.
- Que sea por cuarenta y ocho horas.
- Convenido.
Nos vemos en el quiosco de Amecameca.
- Es un trato.
Estos están de testigos.
En realidad
correrían juntos y así llegarían al hotel del pueblo donde pasaríamos dos días
más.
Por tres
semanas deberíamos de volver al cálido y
un poco neurótico automatismo social que nos ofrecía la vida en la ciudad de
México. Después marcharíamos hacia la montaña Tlaloc. Así empezaría la travesía
hacia el Teocuicani.
Empezaron a correr
cada quien hacia su azul lejanía. La misteriosa, y al parecer compleja
posibilidad, que se dé lo inesperado, que llamamos caos en la montaña, no es
otra cosa que la capacidad de la predicción, o lo que se conoce como a priori, como disposición prospectiva.
Nos impacta si estamos desprevenidos y le damos la categoría de aleatorio. De
otra manera, si bien traumático, lo situamos dentro de la lógica de la alta
posibilidad del accidente. Cada vez que regresamos a la base y nos echamos la
mochila al hombro, siempre tenemos la impresión, ya camino del valle, que
estamos saliendo no de la montaña sino del ámbito donde habita la inhumana
lógica. Y a la vista de la primera casa del labriego, que divisamos en el fondo
de la vertiente, sabemos con certeza que ahí la normalidad es de otra
naturaleza.
11
Las altas montañas
verdes de origen volcánico, entre las que está enclavado el pueblo de Río Frío,
quedaron a nuestras espaldas, hacia el sur. Grandes claros del bosque se veían
en todas direcciones.
- A los aserraderos
sin reforestación le pasó lo que a la industria ballenera. Acabaron con
las ballenas y acabó la industria - dijo Mario Campos Borges -. Los marineros
tuvieron que marcharse a otros mares.
Cork trajo a la memoria los modales correctos
de Abraham. Hizo la siguiente observación, en tanto alargaba la mano para coger
un mosquetón que Mario Campos le ofrecía:
-
Puede estar contento todo el día, sin que asome en su
estado de ánimo siquiera un segundo de escepticismo, tristeza o ira...Abraham
ya no pertenece a este mundo. Es uno de los seres escogidos por el cielo desde
que descubrió el Libro. Pero en tanto llega a su morada celestial, sin
abandonar a la Tierra, debe convivir con nosotros los gentiles (fuera de su
grupo todos somos gentiles y además impuros).
La única razón que se encuentre todavía en la Tierra es para convertir a
la humanidad a su causa. Día por día, hora por hora, minuto por minuto. Es su misión y razón de ser de estar aquí. Si ha
aceptado venir a esta ascensión es debido al gran amor que siente por la
montaña.
Benito
Ramírez se preguntó si el examen libre
de la Biblia que Abraham venía practicando, desde hacía cinco años, no era para
satisfacer una curiosidad. Leía y volvía
a leer aquellos capítulos donde el patriarca Abraham le dice a Sahara, la
esposa, que se haga pasar por su hermana.
Cuando dejan Egipto la hermosa mujer
va cargada de riquezas y vestidos lujosos que el Faraón le obsequió.
Tiempo después conocieron a Abimelec,
rey de Guerar. También con el expediente que Sara era su hermana y no su esposa, este rey, como antes había
hecho el Faraón, le regaló verdaderas riquezas.
Las cosechas de sus parcelas en
Río Frío quedaban como aval. En la
congregación en la que participaba Abraham
esto se veía como un juego comercial completamente lícito para alcanzar el
éxito social. Decía que lo mismo hace la banca comercial.
En un tiempo hasta había tenido la idea de fundar un grupo religioso en Río Frío. ¿Por qué no?
Tantos lo hacen a lo largo del planeta. Además él conocía versículos del libro
del Apocalipsis que podrían servir para empezar con tal empresa. Tal vez
identificar el cristianismo con las realidades del universo sería regresar a
los tiempos del ojo por ojo. ¿Y a él que se le daba con eso? ¿Hay diferencia
entre los hijos del mundo y los hijos de Dios? El se había liberado de la
Tradición religiosa y de esa manera creía haber desencadenado a la Biblia
misma. ¿Y si escribía lo que él consideraba la verdadera Biblia? ¿No había el peligro de quedar convertido en
un oscuro grupo sectario pueblerino como hay tantos en las sierras de México? Se dijo con honestidad
que la empresa requería más luces. Y un potencial financiero de tal magnitud
que pronto tuvo que aceptar que la tal
idea le era vedada por completo. Se declaraba cristiano pero... ¿El Dios en el
que él creía seguía siendo el Dios de los cristianos? Estaba dispuesto a que
este Dios conviviera con él pero a él no le interesaba actuar en el mundo.
Cuando, en su predicación de puerta en puerta, alguien le preguntaba qué haría
ante la necesidad de un indigente, contestaba que eso era cuestión del
gobierno. ¿Y con un enfermo de alcoholismo? ¡Que el personal del Hospital General
venga por él! Primero desechó la
Tradición y se quedó con la fe. Llegó a
pensar que tenía un teléfono rojo directo con el cielo. Ahora creía que la fe
es una estorbosa ilusión. Lo que contaba para ganar el combate frente a los
otros era la cantidad de versículos que supiera de memoria. Después de todo la
fe ordena hacer en una dirección muy concreta y eso atentaba con su libertad y
su individualidad. ¿Era creyente o
escéptico? Persiguiendo su libertad sentía que en ocasiones se
encontraba más del lado de la Razón que de la Revelación. Si es verdad que Dios
toma la iniciativa de darse a conocer, ¿cómo era posible que no se crea en Él frente a los testimonios que ha dejado? Pero
también cómo se le va a conocer si es Él el que se vela? ¿O mediante qué manera
se le podría descubrir? Será que estaba buscando su confirmación en el libro
del mundo y no en la Biblia, donde están revelados los acontecimientos y los nombres
concretos? Antes que la Revelación llegó la Razón pero, ¿por que a la fe y a la
ciencia se les recibe como a dos antagonismos?
- Estoy seguro
que viene a la montaña Tlaloc porque siente esa ascensión en su corazón, aunque…-
expresé, pero me detuve ante la idea que de pronto había cruzado por mi mente
al considerarla atrevida.
Pero Mario
Campos agregó lo que yo no había expresado:
- ...aunque
puedes ser que abrigue la escondida idea de poder convencernos, ¿no?
Juan Medina,
que había escuchado la expresión de Mario, sonrió y observando a los otros a
quienes conocía bastante bien, pensó para sí:
“Sería interesante. Tanto como intentar maldades contra el Diablo,
platicarle el Antiguo Testamento a mi amigo Salim o enseñarles filosofía a los jesuitas”... Si al menos Abraham hubiera mostrado preferencia por
alguna de las iglesias liberales históricas...Hay teólogos liberales con los
que se puede dialogar con toda seriedad. Y hasta es necesario reconocer que
estos teólogos han enseñado en su tiempo a la misma Iglesia Católica. Con ellos
se puede hablar de ecumenismo... Pero ese bodrio en el que fue a caer...
Podían ver el
sol tierno de la mañana que proyectaba las sombras de las casas hasta la mitad
de la calle.
Benito Ramírez caminaba divertido en medio de todo esto. Es de los que no cree
una palabra de teología. Su frase favorita es que las religiones son más
guerreras que espirituales:
- Es cierto-
decía-.Hay que convenir que, a través de la historia de los pueblos del mundo,
la espada ha ganado más adeptos a las religiones que la predicación. Con la
espada Mahoma casi conquista Europa y después
los musulmanes se han esparcido por el planeta. Caído México -
Tenochtitlán apareció el cristianismo en
Anahuac y América. Después de las bombas atómicas el cristianismo llegó a
Japón.
- Aunque
sucede que después se quita a Dios para ponerse en su lugar -
dijo Toci -. El resultado de todo eso, desde que Adán quedó en el centro de la
Creación, son bosques talados sin reforestación y entrañas de la montaña
vacías de sus vetas de metales preciosos o bien casas - habitación
amuralladas con bardas lo más alto posible para no tener que ver al vecino ni
siquiera de lejos.
En una casa de fachada
sobria, bien estucada y pintada de blanco, con ventanas de marco de madera,
vivía Abraham. Cerca empezaba el bosque y los pájaros habían iniciado su
actividad matutina con el tremendo y alegre trinar que hacen antes de emprender
el vuelo por las nubes. Al fondo, más allá de casas y cercas, hacia el este, la
montaña Telapón se alzaba sobre una base muy amplia cubierta de azulosos
bosques. Su cumbre estaba oculta en ese momento en las nubes oscuras de los
cuatro mil. Dos semanas antes Cork se había comunicado con él por teléfono para
ponerse de acuerdo en la salida. Una mañana Abraham viajó a la ciudad de México
hasta el café de la calle de Tacuba. Era buen montañista. Tenía la mentalidad
de poder pasar semanas entre la sierra sin manifestar el deseo de querer bajar.
Por mi parte aprovechaba las
vacaciones que me confería la compañía,
en el país del centro de América.
-
Pertenece a un grupo de cristianos de la vieja escuela nestoriana - había
agregado Cork cuando faltaba media cuadra para llegar, como queriendo ponernos
en antecedentes. Luego agregó: -.En realidad no son cristianos heterodoxos pues
nunca estuvieron dentro de la Iglesia…Nacieron por afuera de ella…Aunque en
apariencia hablan el mismo discurso.
-
¿Cuando lo conociste?
-
En una ascensión que hice a la Matlalcueye saliendo de Huamantla. Nos
encontramos en la cumbre y bajamos en dirección a San Francisco, por el lado de
Tlaxcala. Dos lugareños que andaban en aquella ladera intentaron asaltarnos.
Abraham simuló sacar la pistola y los otros se la creyeron. Después hemos
salido juntos varias veces de excursión. Me reía en las dos semanas que
siguieron pues Abraham predica el pacifismo.
Un niño de ojos rasgados
había pasado corriendo frente a nosotros, descalzo sobre el suelo de tierra con
hielo. Llevaba una bolsa de papel en la mano izquierda camino de la
tortillería.
- Ya los bisabuelos de
este niño pudieron observar - observó Mario Campos - cómo inexorablemente su
medio ambiente se deterioraba en tanto los recursos del bosque, su bosque, se
iban a embellecer a las ciudades mexicanas y europeas. Los ejidatarios de los
pueblos en derredor de la montaña Tlaloc cuidan mucho su bosque. También las
instituciones estatales y federales, pero…
Benito Ramírez quitaba la delgada cáscara a una naranja.
Observó:
-
En el siglo dieciséis a esta gente, nuestros abuelos, se le cortó la
comunicación con el universo sideral al derribar a sus ídolos. Después se le
dificultó integrarse a la civilización occidental. De esa manera fueron
detenidos en el tiempo.
-Los individuos de las civilizaciones
internacionales - dijo José Méndez mientras se revisaba el broche de cintura de
la mochila que le rodeaba el cuerpo - exigen para sí hasta el último de los
derechos humanos... Pero en la realidad se lo niegan a las comunidades étnicas
que reclaman su decisión de vivir según sus tradiciones... Nadie quiere en la
actualidad sacar corazones ni reducir cabezas ni Abraham sacrificar a Isaac.
Solamente vivir según ellos sean. ¿Cómo podría vivir un habitante de la costa
griega igual que otro del altiplano andino?
-
Eso es lo que ha atorado la aprobación
final de la Ley Indígena en la Cámara de Diputados-dije-. ¿Hay mexicanos como
un todo o hay mexicanos de excepción? En el siglo diecinueve se trató de
liquidarlos para siempre. Se buscaba su exterminación para que ya no reclamaran
las buenas tierras que se les habían quitado.
-
En tanto en Estados Unidos los indios por fin conseguían un reconocimiento de igualdad de derechos, como
los demás ciudadanos de ese país, y a la vez respeto a sus creencias y tierras
más grandes que el centro de América.
-
Se podría vivir por paralelos, pero no
por meridianos- dije burlón -. Los vientos recorren el planeta en sentido
horizontal...
Rezagado ahora, Cork
tarareaba una canción de sus tiempos de la universidad: “Marcharé al continente
de Gondwanalandia a buscar las rocas marinas del Jurásico y las doleritas
mesozoicas. Y tal vez me encuentre a una linda gondwanalandiana con los senos
abiertos al sol, grandes o chicos. Pero
que pueda alimentar a mis quince negritos que con ella pienso tener y a éste desnutrido buscador de rocas…”
Miré de soslayo a
Carmen, en el mismo instante que ella también me miraba. Campeche, su tierra de
nacimiento, había sido habitada desde el siglo dieciséis por gente traída de
manera forzada desde África. Unos llegaron directamente desde África y otros,
como su familia, procedentes de la parte baja del Misisipi.
La mención religiosa trajo
a la memoria de Cork la imagen de Salim. Comentó algo que le había oído decir
en cierta ocasión que jugaban de niños en la colonia Roma: “¿Cómo conciliar el
cosmopolitismo árabe con la necesidad de “coranizar” que tenemos los que
soñamos con ir a vivir a Irán...?” Y él
había respondido: “¿Cómo nahuatlizar a las ciudades o cómo ciudadanizar sin
desindianizar a las etnias?”
Masacre, el
danzón de José Casquera, salía de una tienda donde se vendía cerveza y había
una sinfonola. Los hombres se agrupaban frente a su puerta de acceso de la
calle y fumaban medio envueltos en su cobija. Sombrero de paja y zapatos de
guarache. Estos hombres eran capaces de caminar durante varios días por las
montañas. Son excelentes guía alpinos en potencia, pensé. Si tuvieran la visión
de guías alpinos convertirían esto en un gran terreno de juego para paseantes y
montañistas en donde ellos serían los guías profesionales. Tienen montañas para
todo eso. Pero, para que venga el turismo, a derramar sus dólares, primero
deberán sanear su ambiente social...En la cumbre del Telapón asaltaron hacía
poco tiempo a un grupo de veinticinco
montañistas de la Universidad Nacional y asesinaron a uno de ellos. El 5 de
marzo del 2012 el diario El Universal publicó que, el 26 de febrero del mismo
año, fueron asaltados 60 alpinistas que campaban y comían en el paraje conocido como Nexcoalanco,
arriba del pueblo de San Rafael, lado suroccidental de la Iztaccihuatl, por 25
encapuchados fuertemente armados que robaron, golpearon y hasta violaron a algunas
mujeres.
Dos puertas más allá
otra sinfonola tocaba un rap. Aquí el
público era de unos diez muchachos. Apenas un mes antes había sido lanzada
aquella melodía en Manhattan, la isla de Bud. Koperning, cuatro mil kilómetros
al norte, y ya era popular en aquella apartada población de la sierra mexicana.
Los muchachos tenían sus cachuchas puestas al revés, con la visera hacia atrás.
Con ese simple hecho habían dejado en la antigüedad a los pocos que todavía la
llevaban, como siempre, hacia adelante cubriendo la misión de su diseño de
protegerse la cara de los elementos naturales.
- Esto lo aprendieron de las mujeres que, con el
detalle de subir veinte centímetros a su falda, creaban toda una revolución para los sociólogos. Y a las
otras las dejaban en el tiempo de la mojigatería.
-
Como si traer la falda hasta donde empiezan las pantaletas garantizara que
besan diferente a las de faldas largas – dijo Carmen al observar a los
muchachos -. Con frecuencia lo normal o lo anormal no corresponde a materias tan graves como la
filosofía, la biología o la sociología, sino a simple maña de mercadotecnia.
Esto funciona mucho en la cosmetología y en general en esas modas para las
mujeres.
-
Abraham no va a perder ocasión de sacar el tema - observó Benito Ramírez.
-
Debes convenir - agregó José Méndez - que en las largas horas del vivac, ser conversador es casi una
virtud que ayuda a no caer en las explosiones neuróticas que amenaza la unidad
del grupo cuando se ha permanecido mucho tiempo en la montaña. ¿No es así Guillermo?
-
Sí - dije.
En ese momento
pasábamos frente a la puerta que guardaba el amplio local de una cantina. Antes
era biblioteca pública. La palabra
“biblioteca” todavía se veía bajo una capa de pintura blanca a base de
cal.
-
En ocasiones prefiero encontrarme conmigo mismo.
Una señora regañaba a
su pequeño hijo en un castellano cortado por la carencia frecuente de
preposiciones. Tampoco pluralizaba. Decía: “Cuida los guajolote”
- En náhuatl se
pluraliza de manera distinta- dijo
José Méndez y agregó que esa clase de juego le encanta a la humanidad pues nos
empeñamos en hacer construcciones semánticas en un esfuerzo por clasificar o
diferenciar las cosas. ¿Naturalismo o antropocentrismo? En los principios de la
ciencia geológica, y aquí están estos para desmentirme si me equivoco (nos señaló a Cork y a mi),
todavía en el siglo diecisiete, se creía que la naturaleza, como si fuera una
persona consciente, hacía fósiles
vegetales y animales. Reproducía en rocas, trilobites, hojas vegetales y huesos
como una especie de ornamento. Y entonces había que jugar conque ¿se
reproducían por la naturaleza o en la naturaleza?
Agregó que los
graniceros de los pueblos de la sierra del Tlalocan siguen creyendo que la
naturaleza es alguien que les
confiere poder para hacer nevar. En tanto los geólogos se afanan por buscar el
agua que la tala de los montes va haciendo cada vez más difícil de encontrar.
Se acepta por los creyentes que Dios salva por medio del cirujano. Pero se
rechaza que Tlaloc envíe el agua por medio del geólogo, o del granicero. “Veo
cosas y gente donde quizá ustedes no ven nada” dijo un personaje de Pedro
Páramo, o de Juan Rulfo. Nietzsche, siguiendo el pensamiento babilónico
primigenio, luchó mucho por poner al hombre en el centro de todo. Ahora los
movimientos ecologistas ya no saben qué
hacer por desempolvar el viejo enfoque animista de la naturaleza. Y nos
quedamos con el juego de si el encantador de serpientes de la India tocando su been, doble clarinete con reserva de
aire, es el que cautiva a la serpiente o es ésta la que cautiva a su
encantador. Delicioso juego de antropocentrismo y animismo. Esto casi siempre
lleva a la consideración de declarar parque nacional a un área para poner dique
a la conducta depredadora. Lo que es muy deseable, siempre que no resulte como
le sucedió al grupo de los massais. Casi
ha sido erradicado debido a que ahora tienen más tierra los animales del
Parque Nacional, que la gente de esta etnia africana.
-
¿Clemencia?- preguntó José Méndez.
Cork, al que de pronto
le había cambiado la expresión, contestó:
-
Nos alcanzará en unos días. La acompañarán Salvador Alonso Medina.
-
¿ Por qué no tomó parte desde el principio?
El
otro se encogió de hombros:
-
Las hembras deciden desde que éramos lemúridos. Pregunta a las mujeres
norteamericanas y a las mexicanas. ¡Y sobre todo a las navajas! Esta muchacha...
¿Te he contado que es discípula de Krisna? Bueno, Clemencia se ocupa
habitualmente de cosas por demás serias. No siempre… (empezó a entonar una canción de Alfredo
Zitarrosa): “ Yo vi a doña Soledad, en el almacén, peleando por un pincel…”
Una recua de mulas
pasó por la calle Aldama trayendo madera desde los bosques del noreste. Alguien
comentó que se trataba de una de las aportaciones más grandes que había hecho
Europa a estas tierras. Las mulas habían sido traídas desde el segundo viaje de
Colón. Ya a los pocos años de la conquista se empleaban unos cincuenta mil de
estos animales para el comercio entre México y el puerto de Acapulco. Un niño
jugaba con un escorpión. Le había arrancado la cola. El rapaz hablaba en
náhuatl a otros chicos de su edad. Cuando nos aproximamos empezó a hablar en
español. Les saludé en
nahuatl. Los
niños se me quedaron viendo, sorprendidos, que gente de la ciudad supiera
hablar en su lengua.
-
Debe ser del género centruroides, que
es el que tiene mayor adaptación - dijo Cork que había visto escorpiones
enormes en los desiertos del norte del país -. Habrá que tener cuidado.
-
¿Por qué?
-
En estos pueblos han habido algunos muertos por causa de los alacranes.
-
Aunque el centruroides noxus, que es
el más venenoso de todos, vive, por fortuna para nosotros, sobre todo en las
tierras calientes del norte.
-
Suelen ser mortales según la región. Aunque he conocido gente que se los come.
-
Felizmente - agregó Eulalio Rivera que
estudiaba en veterinaria de la Universidad Nacional - arriba estaremos a salvo
de ellos. Es raro verlos en altitudes más allá de los tres mil. Lo que conviene
recordar es que el escorpión usa su ponzoña sólo cuando tiene que enfrentarse
con animales más fuertes que él. Y que el piquete es una reacción de miedo del
animal que ejecuta para su defensa. De no ser así, huye. O lucha nada más con
las tenazas sin echar mano de su poderosa arma que es el aguijón.
-
Será preciso no olvidarlo - musitó José Méndez-. Por fortuna la cueva en la que
dormiremos se encuentra en los cuatro mil.
- En el
desierto de Samalayuca habíamos conocido
el mortal escorpión transparente de quince centímetros de largo. También al
falso escorpión, el que despide un fuerte olor a vinagre. Por tal motivo la
gente del norte le dice vinagrón. Con
frecuencia, en la mañana, lo escuchábamos dando vueltas a la tienda en un
manifiesto afán de penetrar hasta nosotros, a través de la cremallera del
mosquitero.
En ese momento
aparecieron los sobrinos en la sala. Uno de diez años de edad y una niña de
ocho. Benito Ramírez abrió los ojos. El niño vestía de traje. Chaleco azul pero
destacaba en él la camisa blanca, limpia y almidonada del cuello. Llevaba
corbata. Hasta entonces pareció reparar en el hecho de que Abraham también
lucía una sobria corbata. En la ciudad de México aquella moda anglosajona era
extraordinaria ya para estas fechas.
Había caído en desuso. En un pequeño pueblo serrano, como Río Frío, era
fantástica. La niña vestía como todas las
de su edad de ese pueblo, si bien tenía algo que la hacía diferente.
Tardé un rato en descubrirlo. Llevaba colgando del hombro un pequeño bolso
negro que quedaba de manera discreta y práctica debajo del brazo izquierdo. El
niño lucía también un corte de pelo de apenas unos centímetros y se peinaba a
base de vaselina sólida para sujetar en su lugar los cabellos lacios negros.
Los niños
saludaron. Lo hicieron con tanta formalidad que a través de ellos se descubría
en Abraham la existencia de un reformador social intransigente. Discretos se
retiraron a los asientos del fondo de la sala. Todo el tiempo que permanecieron
en el lugar conservaron una posición de
espalda completamente derecha.
Pedro
Xochiteotzin era su nombre original.
Pero el cielo lo había tocado en una etapa de su vida. En la ceremonia
en que había sido simbolizado en agua cambió su nombre, por el de Abraham Set Lamec,
como corresponde a alguien que vuelve a nacer. Además el Libro era de tan especial manufactura que,
aseguraba, ya existía antes que la
sociedad existiera en parte alguna del
planeta.
Su bisabuelo,
uno de los llamados “religioneros”, debido a que defendían la religión católica, murió
peleando con el grupo de Haro. Eso fue en la sierra de Zacapoxtla, a mediados
del siglo diecinueve. Desde entonces ya se venía venir el asunto como un
problema de perturbación en todo el país. Su abuelo también había perdido la
vida en la primera guerra de los cristeros, en 1926, defendiendo la fe de
Cristo. Lo hizo bajo las órdenes de Ernesto Conde, que luchaba entre las
montañas del Pico de Orizaba. Su padre, asimismo, había fallecido en la guerra
cristera de los últimos años, pero ahora agregando, al grito de “¡Viva Cristo
Rey!”, algunas exigencias sociales. Murió en el grupo de hombres armados que
protegía la marcha de las tres mil mujeres. Estas llevaban niños de todas las edades que cruzaban,
escalando las montañas de Colima entre los cráteres, a más de tres mil metros,
con un frío glacial. Huían de los mil quinientos soldados federales,
enmariguanados y alcoholizados, que las perseguían para matarlas y enseguida violarlas, según tenían
costumbre. No obstante, a ninguno de sus ancestros la Iglesia los había elevado
a los altares en calidad de santos. Ese fue su resentimiento. El párroco del
pueblo le explicaba que, con las armas en la mano, no son precisamente las
condiciones de ganar el cielo. De manera que, cuando los de aquel grupo religioso tocaron a su puerta, se fue con ellos ese mismo día.
Benito
Ramírez:- Las sociedades religiosas, que no tienen una prudente dosis de
filosofía, se colapsan si se les laiciza de manera abrupta. Algunos de estos
grupos van haciendo cada vez más escépticos a sus seguidores hasta que acaban en el terreno laico. La palabra
laicizar ya comprende una acción filosófica. Pero por lo general no sucede así.
Se le pone la etiqueta pero no el contenido. Por ejemplo, la enseñanza pública
en el país es laica porque no es religiosa. Pero su bagaje filosófico es por
demás escaso
Benito se
fijó en una pequeña mesa de madera, de
sobrio acabado. En ella estaba colocado el Libro de pasta flexible y negra. No
era un detalle al acaso. Aquello parecía un altar cuidadosamente colocado en el
que todo se había tomado en cuenta. Color de la habitación, dimensiones, altura
del piso al techo, acabado de las paredes. Donde uno estuviera sentado o parado
iba a dar la vista a aquella mesa y al Libro. El piso y toda la casa tenían un
aspecto y un olor marcado de limpieza.
Uno de los
niños dijo llamarse Mizra. Eulalio Rivera recordó a Mizra Ghulam Ahmad.
- ¿Mizra?
- Sí.
- ¿Mizra qué?
- Mizra Ghulam
García Jiménez.
Eulalio tardó
un poco en acordarse de los detalles. En 1889 un tal Mizra Ghulam Ahmad había
fundado un grupo religioso en una aldea del Paquistán. Decía que Jesús no había
muerto en la cruz. Lo bajaron inconsciente de ella pero con vida. Al volver en
sí siguió instruyendo en secreto a sus discípulos durante cuarenta días más.
Ese fue el tiempo que tardó en sanar de las heridas. Mizra aseguraba que, una vez
que Jesús se halló del todo curado, dejó Palestina y marchó hacia el este,
hasta Cachemira, en la India. Allí habría muerto a la edad de ciento veinte
años. Los del grupo de Abraham conocen los Evangelios de San Marcos y San
Lucas. Dicen de la ascensión de Jesús, al cielo, después de su muerte en la
cruz, pero evitan comentarlo. Después han situado a Jesucristo en la misma
América, identificándolo con Quetzalcoatl.
- Por lo visto
- dijo Benito Ramírez - tienen predilección por la idea de Mizra Ghulam Ahamad.
Mario Campos
se inclinó desde su silla y le dijo en voz baja a Benito:
- Para el año
de 721 antes de Cristo nadie había
llegado a América si no por el noreste de Asia. Los primeros blancos que
llegaron a este continente fueron lejanos paisanos de éste - me señaló-.
Thorfinn Karlsefni y Erik el Rojo fundaron las poblaciones de Eystribygd, en
985 después de Cristo, y Vestribygd en 986. Fueron contactos accidentales. El
auténtico esfuerzo de exploración lo hizo Leif, el hijo de Erik el Rojo, en
992. El fue el que empezó a poner nombres a las tierras del Labrador que iba
alcanzando tales como”Hellulandia”,”Marklandia”. Es posible que entonces ellos
hayan sido los primeros en traer el cristianismo a estas tierras, quinientos
años antes de Colón, pues no hay que olvidar que los vikingos implantaron por
primera vez el cristianismo en Groenlandia. Y tanto así que desde 1124 Roma
designó, para el caso, a un obispo. Y desde Groenlandia los vikingos hicieron
sus intentos de alcanzar Indoamérica. Llegaron a fundar poblaciones que
alcanzaron hasta trescientos habitantes. Si bien, no llegaron más al sur y con
el tiempo todo eso acabó.
En su idea de
colocar el Paraíso en algún lugar de este planeta, Abraham, de Río Frío, tenía
la versión de que después que los asirios habían conquistado a los israelitas,
en Palestina, en el año de 721 antes de Cristo, muchos de estos huyeron y
alcanzaron al continente américano...
- Hasta el
Cónsul de Malcolm Lowry - dijo Juan Medina - cree que Cristo, después que lo
bajaron de la cruz, se marchó a Cachemira en busca de las tribus perdidas de
Israel, y murió allá, en Srinagar…
Luego de los
saludos, dejamos las mochilas y salimos.
Después de la cena, en un restaurante de la calle Madero, volvimos a la casa.
Abraham pensaba instalarnos en la amplia
y cómoda sala. Una parte de ella estaba alfombrada. Como cada uno de nosotros
llevábamos bolsa de dormir no habría
problemas por el número de camas o literas del que pudiera disponer. Sin
embargo preferimos el cobertizo, casi al aire libre, lleno de paja confortable
y paredes de madera basta, del lado posterior, frente a la Iztaccíhuatl.
* * *
Más tarde
Abraham le preguntaría a Cork:
- ¿Guillermo
es mexicano?
- Sí.
Dice que
volvió a formular la pregunta:
- ¿Guillermo
Steenberghen es nombre mexicano?
El otro no respondió.
En cambio pensó para sí: ¿Abraham, Malcom, Benito, Eulalio, Juan, José, eran nombres mexicanos? Xochiteotzin, es
decir, Pedro Xochiteotzin – Abraham -
Set - Lamec lo era pero ocultaba
que su lengua materna era el náhuatl. Aquí se detuvo un poco para mirar a los
demás. José Méndez era mexicano, hablaba francés, el náhuatl y el castellano y
pensaba en mexicano. Yo (me describió) era mexicano, hablaba alemán, inglés -
irlandés, el náhuatl, el castellano y pensaba en mexicano. Benito Ramírez era
mexicano, hablaba náhuatl y castellano y pensaba en mexicano. Raúl Sánchez era
mexicano y pensaba en mexicano. El, el mismo Cork, se llama…Se detuvo. Después
se preguntó qué era lo importante, si como se llame o como se piense. Aceptaba
que en ambas cosas había una relación. No fatal, pero con frecuencia de mucha
conexión.
Masacre volvía a escucharse a
la distancia. Las notas del danzón recorrían la calle serrana y sus notas se
metían por la sobria y bien construida ventana con rejas de hierro cuadrado
pintadas de negro de la casa de Abraham y llegaban a nuestro cobertizo.
Abraham acababa de estar un mes en las costas
del Mar Muerto, frente al Océano Pacífico. De regreso al Altiplano, a través de
la tierra veracruzana, pasó por el pueblo de Matías Romero. Abraham había
tenido la inmensa dicha de ser designado parte de una serie de grupos cuya misión
era conquistar la “línea Juchitán”, partiendo del Pacífico hasta Coatzacoalcos,
frente al Golfo. Era un intenso y sostenido trabajo de adoctrinamiento hacia
los “gentiles”. Aquella franja marcaba simbólicamente, en el terreno religioso,
la separación de Campeche, Chiapas, Tabasco y la Península de Yucatán. Un área
inmensamente rica en hidrocarburos insolubles en agua. Propiamente el área maya
del territorio mexicano. Después de dos años en el “Frente Juchiteco”, como se
decía entre ellos, el nombre de Abraham pasó a figurar en listas especiales
como un humilde reconocimiento de su congregación hacia él, por su destacada
labor en aquella región.
Abraham era
del pueblo de Río Frío, en los tres mil. Allí había nacido y crecido. Dedicado,
entre otras faenas, a la rutina del campo. Por eso su mentalidad estaba en
perfecta armonía con el espectáculo de las cumbres. Su organismo tenía una
insospechada energía física que le permitiría caminar por mucho tiempo sin
detenerse.
- ¿Resistirá
Clemencia las caminatas de alta montaña y las bajas temperaturas?- inquirió
Abraham dando un giro a la conversación.
- ¡Resistirá!
Abraham pensó
en la figura elegante y en el bello rostro de la muchacha.
- ¿Dónde la
conociste?
- En la isla
del Carmen, al nivel del mar - se apresuró a decir en tanto ponía una mano en
el hombro derecho de su amigo -. Pero vive en (pensó en varios planetas) México
- Tenochtitlán, por lo que su aclimatación natural es por lo menos de los dos
mil metros sobre el nivel del mar.
Vio una
persistente preocupación en la cara de Abraham y se sintió obligado a añadir:
- Resistirá.
Los krisnas son fuertes - se detuvo al ver el rostro de sorpresa de su amigo,
más luego concluyó:-. Quiero decir, son fuertes de la mente. Además es filósofa y sabrá arreglárselas cuando se presente en su organismo la batalla
de los glóbulos rojos debido a la altitud. De todas maneras le he recomendado
que se traiga un pequeño bote de oxígeno para cuando estemos moviéndonos en los
cuatro mil...
- ¿Oxigeno
para los cuatro mil?
- Tendremos tiempo para aclimatarnos y no será necesario.
Por lo demás, estás enterado: es el engaño de la alta montaña. Ya sabes. Para
hacernos los duros y para contrarrestar los efectos de la altura y el
cansancio, se sube sin oxigeno, siendo lo más natural. En lugar de oxigeno algunos se meten sustancias
prohibidas en el cuerpo.
- Dime, ¿cómo
es ella?
- Mujer
bella de rasgos afrancesados, del Bajío,
cabello largo y rubio como el Sol…Formidable de cuerpo…Alta.. Senos pequeños
que no se colgarán… Blanca…Nalgas…
- No hombre,
la conozco…En el café de la calle de Tacuba…Quiero decir si habla algún idioma
diferente al suyo?
- El español.
- ¿Es
extranjera? Si habla el castellano de manera adyacente, ¿cuál es su lengua
materna?
- Hindú.
- ¿Es
mexicana?, dices que del Bajío…
- De Jalisco.
- No entiendo.
¿Habla el náhuatl o el purépecha?..
El otro lo
interrumpió para tratar de aclarar el enredo:
- Clemencia ha
vivido seis veces. La primera en la India. Por eso su idioma materno es el
hindú. Después nació, otra vez, en China, otra en Brasil, una más en Cuba
y en México- Se acordó que Clemencia le
había contado de la ocasión que reencarnó en una perra pulgosa de Coyoacán que
iba de la plaza de San Juan Bautista al mercado, seguida por diez perros
anhelantes-. Me olvidé que otra vida fue también en México. En Coyoacán.
Abraham estaba
consternado.
- ¡No!-
Transcurrió
algún tiempo antes que pudiera recuperar
el habla. Sacudió la cabeza. Después volvió a preguntar:
- ¿Y, piensa
en…
- En hindú,
naturalmente. Busca la felicidad por
medio de la meditación de manera persistente. El objetivo central es no
desear algo. Absolutamente. En esa medida abate el deseo. Como el que quiere
bajar de peso. Si no come grasas ni pan irá en el buen camino. Si tienes sed
buscarás el agua para beber. Bueno, pues no tengas sed...
-
¿Persistente?
- Trata de
eludir enfermedades y problemas…Te digo que sigue la meta de poder dominar
cualquier deseo. Los krisnas no tienen representantes del cielo que absuelvan
los errores de los mortales y borrón y cuenta nueva. A los buenos krisnas no
les queda más que la abstinencia o
joderse naciendo de nuevo para la expurgación.
Pasó un rato para que Abraham formulara otra
pregunta:
- ¿La has
tratado mucho?
- Algún
tiempo...Ella dice que nos conocemos desde hace varias vidas. Una vez
atravesamos los territorios del norte entre las flechas de los apaches, en el
marco de la guerra de independencia norteamericana respecto de los ingleses.
Otra andábamos en el Circo Romano, cuando los cristianos les servían de almuerzo
a los leones...
Quiso saber:
- Aparte del
castellano… ¿qué otro idioma hablas.
-¿Yo? Habló
español... En España se habla el castellano y en México el español.
- No has
contestado mi pregunta.
- Aparte del
de mi grupo en el desierto, el español, luego el irlandés- inglés - dijo Cork.
- ¿El hindú?
- Ni idea
tengo.
La siguiente
pregunta la hizo con toda la formalidad imaginable:
- Y…tú, ¿cuántas veces has nacido?
Pocas
ocasiones había tenido que hacer, de manera deliberada, un esfuerzo para
permanecer ecuánime. Aguantaba la risa. El otro lo veía de manera oblicua. A
propósito guardó silencio por casi un minuto. Siguió aguantando la risa. Como
el otro no parpadeaba ni lo perdía de vista, cada vez más azorado, finalmente
dijo:
-Abraham,
amigo mío, recuerda lo que te voy a decir: nadie entra dos veces al Mictlan.
Solamente una… al Paraíso cristiano se entra tres veces, una inmediata en el
bautismo, la otra al final de las cosas
y al término del camino espera el Juicio Final... Al Mictlan nada más una y definitiva, en tránsito para el Tlalocan…
Fenómenos y
noúmenos, hablando de estas cosas, Carmen los mencionó y lo dijo con tanta
familiaridad como cuando se tiene un léxico habitual en el que no hay
afectación. ¿Exactamente qué será eso de noúmenos. La muchacha dice que la vida
está formada por el mundo inteligible y por el mundo sensible. Puedo investigar
eso de los noúmenos. Lo que me parece que no podré abordar es eso de que sólo
existe lo que veo en el mundo atómico, en este momento. Mi formación académica
se resiste a pensar siquiera que Buenos Aires o Dublín no existen cuando yo
estoy en México. Pero antes de desechar
esta cosa tan absurda será mejor que encuentre la ocasión de preguntarle al
respecto. ¿Cómo, quién y cuándo se llegó a este pensamiento?
-
*
* *
En
la confortable sala de actos del Club Zermatt, de la calle principal de Río
Frío, se habían reunido esa noche los montañistas de la localidad. También
estaban de Huejotzinco, Puebla y
Orizaba. Abraham los invitó por teléfono desde tres días antes. Hacía rato
había concluido la conferencia pero la plática era animada. Ahora participaban
todos de manera atropellada. El tema de la charla que se le pidió a Cork
desarrollara, al día siguiente de nuestra llegada a la población, quedaba
dentro de los marcos de la arqueología, en los aspectos relacionados con la
alta montaña. Sin embargo sabía bien que era difícil encerrar a los alpinistas
en un tema. Podría jurar que a muchos de los asistentes les movía el interés de preguntar por algunas
ascensiones netamente deportivas.
-Precisamente
este lugar en el que ahora estamos- había dicho- fue un paso obligado, por la
topografía, que recorrieron los grupos olmecas desde tiempo inmemorial. Es
decir, antes de los olmecas históricos. Venían a depositar ofrendas en las
cumbres de las dos montañas septentrionales más altas del Tlalocan. Es lo que
algunos conocen ahora como Sierra Nevada. Iban camino de una planicie en el
interior del gran valle del oeste, que con los siglos se llamaría Teotihuacan.
Descendían en dirección al noroeste, en dirección a Tequesquinauac. En este
poblado emprendían el viaje en canoas y llegaban a la playa norte donde
localizaban otra población. La misma que en la actualidad se llama San Juan.
Entonces no había nada en la llanura sur
bajo la montaña de Cerro Gordo. Ellos empezaron a construir en ese lugar
edificios cuadrados y con gradas hacia el poniente. Partiendo de este lugar, en
el que en la actualidad se encuentra Río Frío, ganaban el valle de
Xochiquetzal, arriba de los tres mil sobre el nivel del mar. Frecuentaban la
cumbre del extremo norte, ya que una corriente altamente espiritual había
empezado a fluir por estos senderos desde aquellos remotos siglos para adorar
al dios Tlaloc, Señor de la lluvia. La espiritualidad se concretó en una
religión. Esta requirió de una jerarquía eclesiástica. Desde entonces empezó
una tradición. Ante eso, los que pintaban figuras en las cuevas, sentían la
misma inquietud espiritual pero vivían
una religión utópica. Todo era un caos
de ideas y de acciones. Abundaban los grupos. Cada uno de ellos tenía su
particular modo de ver la vida. Siempre estaban en el punto cero en cuanto a
organización. Por eso un día se pusieron de acuerdo en escuchar a los más
ancianos y prometieron obedecerlos. Sabían que en el corazón del humano suele
haber desviaciones de la idea general. Algunas veces llegaba la injusticia. Sin
embargo eran errores susceptibles de corregir y el orden podía restablecerse.
Lo que hicieron primero los ancianos fue
recomendar el máximo cuidado en la
observación de los movimientos de los cielos nocturnos y el diurno. Mucho
tiempo después otros ancianos, sucesores de los primeros, ordenaron construir
en Teotihuacan edificios cuadrados con grandes escalinatas de la fachada oeste.
Desde ahí las señales luminosas del cielo podrían ser observadas en la noche,
recibidas por la mañana y despedidas en el atardecer. Mientras existiera la
organización de los ancianos, los edificios cuadrados se conservarían para los
fines para los que habían sido creados. De hecho esta última cumbre del extremo
norte de la Sierra Nevada era la entrada al Tlalocan. El Paraiso. Morada última
y gozosa después del final biológico. El ritual fúnebre de estos pueblos era la
muestra de que ya se creía en una vida
después de la muerte.¿Si no para qué iban a desarrollar todo ese ritual?
En
la sesión de preguntas alguien había dicho:
-
¿Qué forma tenía?
-
¿Quién?
-
La representación
de Tlaloc.
Cork
miraba en ese momento el rostro de sus compañeros. Podrían jurar que eran
ajenos al pensamiento de que la representación corresponde a la idea.
Acostumbrados al ritmo de la vida moderna, seguramente les chocaría la idea de
muchas formas. Últimamente ya no se hablaba de un Dios con forma humana si no
de “energía”. Subyacía la intención de fenomenalizar, laicizar lo sagrado. Era
una energía personalizada, lo que a la postre venía siendo la intención de
individualizar o atomizar.
-
Humana. La imaginería religiosa indígena conoció un arte de enorme fertilidad.
En este punto coincidiría más tarde con la profusión de las formas de la representación del cristianismo romano.
-¿Crees?
- Hay que
recordar que el cristianismo no cayó en el bache de la ausencia de la
representación. “¡Sin imagen no hay religión!” dice Jean Wahl, un filosofo
francés. Desde el principio, ya en los tiempos de Jesús, se inclinó por
simbolizar la idea de las cosas de la nueva religión siguiendo la tradición
romana, o grecorromana. Esto se logró a través de una gran variedad de estatuas
y pinturas. Si bien, con estilo propio. Los dos querubines de oro de Moisés en
los extremos del lugar del Perdón sobre el Arca, el altar de oro que Salomón
hizo construir, el altar de Salem, en la ciudad de Siquem, en el país de Canán,
etcetera, no eran si no una herencia temprana que habían traído de Egipto.
Gradualmente fueron apartándose de ella. Pero no sucedió así con el
cristianismo y su influencia de las naciones del noroeste del Mediterráneo-Notó
que Abraham se movía inquieto en su asiento.
Más, como había sospechado, no tardaron en
empezar las preguntas de montaña. La mayoría de estas indagaban detalles de
nuevas vías alpinas. Pero también de las clásicas que no por haberse abierto
años antes eran mejor conocidas. Sus amigos pertenecían a esa parte de la sociedad que está
acostumbrada a la soledad. Pertenecían ciertamente a las multitudes de las
grandes ciudades. En ellas estudiaban, trabajaban y vivían. Pero de ninguna
manera los “horizontes vacíos” de las montañas eran para ellos un castigo o motivo de
angustia
Marcos
Ramírez, el de Orizaba, dijo:
-
Menciona una ascensión de interés. En Orizaba se ha notado últimamente un
movimiento renovador y necesitamos incluir nuevas rutas a nuestros planes. Esa
es una de las razones que hayamos viajado hasta acá, precisamente. Hace años
que la historia del alpinismo se detuvo en la localidad. Decir Pico de Orizaba
es decir ladera sur y ladera norte. Se frecuenta poco a las montañas y en su
lugar empezaron a proliferar los
ejercicios de salón.
Encontrados
recuerdos llegaron de pronto a su mente al escuchar que mencionaban a Orizaba.
Su carrera nocturna cuesta arriba por la carretera, bajo la lluvia, hasta
encontrar a Clemencia. Ciudad culta, fabril y a la vez provinciana. Gente
alegre y lluvia abundante y sin fin. Ahí los ingleses debieron sentirse a sus
anchas desde el principio entre su bruma fría. Quién sabe por qué pensó que los
celtas creían que el hombre puede alcanzar la inmortalidad bebiendo cerveza.
Bueno, su gran fábrica de la ciudad era más que suficiente para recordar a los
celtas. Vinieron a su mente los
concursos de cerveza con sus cincuenta participantes en La Costa de Sotavento. Sin límite de tiempo organizado por el Club
Sierra Negra. Tenía presente la figura de Pedro Becerril. Alto y fuerte. Con
bigotes a lo Pancho Villa. Era un superhombre para beber cerveza. Nadie podía
competir con él. Su estilo era apurar de un solo trago todo el litro de la
botella. Su secreto consistía en cuidar que el líquido dentro del recipiente no
se atorara ni una sola vez. Y como había educado su sistema epiglótico a no
contraerse, pues sencillamente no conocía rival. Sin embargo tenía una falla.
Nada más podía ingerir una botella a la vez. Cork, en la misma técnica, lo
hacía con dos. Desde luego la razón de fondo de su éxito era la fortaleza de
larga duración, producto del origen de su nacimiento, bajo el signo de Ome
Tochtli. Además Pedro Becerril, recordó, no se alimentaba convenientemente y ya
pisaba para entonces las primeras fases de la desnutrición. Y sus
articulaciones se habían llenado de dolores reumáticos. Cork lo supo y abandonó
antes el concurso. Becerril seguía
siendo el campeón también en ese año, sobre todos los grandes bebedores de
Orizaba.
Contestó:
-Toda
montaña es de interés y vale la pena conocerla. Lo que se conoce de ella es
apenas el cinco por ciento. o empezaría con la circunvalación completa en la
cota de los cuatro mil. Se requiere planeación y abastecer de agua…Está su
glaciar del lado este, arriba de la cañada Ojo del Salado y sobre todo su pared
oeste… También está la travesía Actopan, Hidalgo, hasta llegar a Pachuca. Se hace en varias jornadas, pasando por San Jerónimo,
bajando a Capula hasta alcanzar Chico. Luego, en una deliciosa subida, se va
por la carretera o por la montaña, al valle de las Ventanas. Finalmente se
desciende a Pachuca por Cerezo. O bien caminando en sentido inverso a como
queda mencionado. Aun los caminantes duros lo piensan dos veces antes de
abordar esa salida.
Iba
a mencionar otro lugar pero Ramírez lo detuvo.
-
Algo de alta montaña...Para escaladores.
-
Ya mencioné la pared oeste del Pico de Orizaba. La Sierra de Pachuca tiene tres
mil metros sobre el mar. En muchas partes del planeta sería alta montaña.
Además las cumbres de los Frailes y el Conejo están precisamente sobre el
vértice de la cordillera, lo que le da una perspectiva envidiable. En especial
ahora que, como dices, los escaladores
se han encerrado en los salones con sus asideros artificiales y muy firmes, con
aseguramientos cada cinco metros y la cuerda
desde arriba, sin vientos ni lluvia y con temperaturas controladas….Quiero
hacer una precisión. Pico de Orizaba es del lado este, a partir de una falla
cerca de donde ahora se encuentra el albergue de Piedra Grande. Y Citlaltepetl
es el nombre de esta montaña desde esa falla mencionada hacia el oeste, sobre
el valle que da a Tlalchichuca.
-
Otro lugar de la alta montaña del país,
con nieve y todo eso.
-
En el Popocatepetl.
-
¿Qué parte?
-
El noroeste, desde Nexpayantla. Escucha. Se instala la tienda de campaña en
Cruz de Coyotes, en el fondo mismo de la cañada. Ahí se aborda la escalada a la
pared oeste de la Torre Negra. Se sube a dormir al refugio El Queretano, en los
cuatro mil setecientos, sobre la cresta noroeste del flanco nevado del volcán.
Al día siguiente se hace la travesía de los Corredores de la base del Abanico,
subiendo un tramo de cuerdas por el Helero de la pared. En seguida se desemboca en la gran repisa oeste del Abanico
(acabamos de pasar tres semanas en ese lugar), para ir a dormir al refugio
Teopixcalco, en los cinco mil metros. Al otro día alcanzan la cumbre mayor del
Popocatepetl y descienden para ir a dormir al campamento de Cruz de Coyotes.
Hay de todo en esta travesía. Estoy seguro que los más exigentes quedarán
satisfechos. Se necesita corazón fuerte y piernas de superman.Pero pocos lo
logran en lo que abarca medio siglo. Además de poder escalar en todo tipo de
roca, se necesita una resistencia de toro. Precisamente, repito, acabamos de
pasar tres semanas en la repisa oeste del Abanico, como práctica de
aclimatación para la travesía que empezará en el Tlaloc y deberá terminar en el
monte Teocuicani, en el sur del Popocatepetl. La otra ascensión con las
características que pides la tienes nada menos que en la montaña de tu tierra
orizabeña. En el Poyahutecatl. Se abandona el refugio de Piedra Grande, en el
norte, cruzas hacia el oeste. Te internas en la pared de este flanco y escalas
por donde te guste. Así lo hicimos Eulalio Rivera, escalador de Pachuca, y yo
la temporada pasada. Luego de una escalada en roca, de unos cuatrocientos
metros, vivaqueamos en plena nieve, a la mañana seguimos hacia la cumbre más alta del volcán
por el lado noroeste. ¡Vaya que hay grietas en esa área! El itinerario fue más
o menos de mil setecientos metros, y bajamos a dormir, al tercer día de haber
comenzado, a Piedra Grande.
Marcos
Ramírez mencionó el asunto del Teocuicani.
-
¿Y si nadie lo ha descubierto hasta este día, ustedes creen contar con
posibilidades de lograrlo?
-
Personalmente lo he buscado durante diez años, junto con otros amigos -
contestó con aire de nostalgia -. Y en diez años se piensan e intentan todas
las posibilidades. Ya nada más nos queda una. Y esa es la que vamos a probar
ahora.
-
¿Y si tampoco resulta?
Cork
quedó pensando casi con amargura. En más de una ocasión había intentado la
“última posibilidad”.
-Empezaríamos
de nuevo. Releeríamos los documentos referentes a esa montaña sagrada dejados
por Fray Diego Durán. Imaginaríamos otra serie de posibles lugares hasta quedar
de nuevo situados ante la “última posibilidad”.No fue de otra manera como se
descubrió el bacilo de Koch - guardó
silencio por un segundo -. Entre tanto publicaríamos nuestros “fracasos” y los
dejaríamos de legado a las nuevas generaciones. Un día, en algún lugar, alguien
abriría el expediente donde lo dejamos. Estudiaría estas experiencias y
empezaría a su vez. Así ha pasado en el Teocuicani. Fray Diego de Durán lo
mencionó en el siglo dieciséis. El
francés José Deseado Charnay empezó a buscarlo en el diecinueve. No lo logró
pero, al igual que el franciscano, dejó escritas sus experiencias. Hacia
mediado del siglo veinte José Luis Lorenzo, geólogo y arqueólogo, abrió el
expediente donde el francés lo dejó y reinició la búsqueda. Ahora seguimos
nosotros. Después de nosotros seguirían otros y luego vendrían otros más. No
importa que la cumbre sea descubierta dentro de mil años. Nosotros habremos
contribuido a esa historia. Pero eso sí, hay que publicar. De otra manera no
queda el antecedente y la experiencia. Finalmente el Teocuicani será
encontrado. Nosotros habremos contribuido también para arribar a ese gran
momento. Así se hace para conquistar una montaña o abrir una vía de ascensión
“imposible”. ¿Por qué no tendría que dar resultado con este asunto de la
montaña que se le ha perdido a la ciencia antropológica?
-¡Cuál
es la importancia de esta montaña?
-Nada
menos que el lugar más destacado donde se adoraba a Tezcatlipoca, el dios más
grande de todos los dioses (notó que Abraham se revolvía en su asiento).
-
¿Por qué no ir directamente hacia allá? ¿Por qué empezar desde el lejano
Tlaloc?
-Eso
sería muy europeo. No de mexicanos. Más de una vez a Cortés pudieron haberlo matado los aztecas. Pero
necesitaban cumplir con los ritos. Aquí interesa la meta pero también el
proceso. También podríamos hablar de hacer el amor sin hacer el ritual erótico previo. El desencanto
puede ser el precio.
Abraham
había preguntado como al azar, regresando al tema de la conferencia.
-
Las figurillas olmecas evocan individuos de raza “amarilla”, ¿no?- hizo una
estudiada pausa y fue más al grano:- China.
Cork
sabía desde hacía mucho tiempo que con esas observaciones los del grupo religioso de Abraham siempre esperaban
restarles originalidad al desarrollo cosmogónico de los indígenas. El decía
“chinos”, otro sugerían “árabes” o “extraterrestres”. Ahora se refería a la
cabeza original de Cobata. Precisamente en una tierra en la que el substrato de
todo ella es el elemento asiático que procede del Asia oriental, desde los
paralelos treinta al setenta. Asiáticos de hace treinta mil años revueltos con
otros del siglo diecinueve, y del veinte. Mongoles, chinos y japoneses. Primera
raíz asiática que llega y se renueva en
oleadas milenarias. Unos empezaron como trabajadores del riel contratados por
Estados Unidos y al filo de la duración de sus contratos brincaron la línea internacional
y alcanzaron México. Otros arribaron al Golfo de California para establecerse
en las ardientes tierras del noroeste. La propaganda de guerra de ese tiempo
les asignaba las más sospechosas intenciones. Cuando estalló la segunda guerra
mundial esas familias emprendedoras fueran empujadas hasta el Batan, de la
Unidad Independencia de la ciudad de México. Mongoles, chinos y japoneses.
Asiáticos de Anadir, de Pekín, de Hokkaido. Era como evocar la oleada
primigenia de asiáticos y decir navajos del sur de Norteamérica, irritilas del
norte de México o mazahuas del Estado de Toluca…
Desde
el primer año de haber ingresado con los hermanos, estos lo habían llevado a la
“Tierra Prometida” Así le llamaban los
ministros a la provincia geográfica de Tabasco y parte de Veracruz. Fue
entonces que conoció ese enorme monumento en los que observó rasgos indudablemente de una persona muerta.
Pero cuando se hubo preparado cuidadosamente, su asesor le había aconsejado que dijera “chino”, no
“muerto”.
Lo
importante del asunto para Cork descansaba precisamente en que alguien se
interesara en estas cuestiones. Abraham además ocupaba su lugar entre los
ministros de la congregación de Río Frío. Otros de la misma jerarquía le habían
advertido que investigar de las culturas originales era un empeño temerario. En
Betel le dijeron desde el principio que se retrajera aun apostolado
caracterizado por el espíritu de este grupo. Pero si se metía a estudiar el
terreno de los idólatras, paganos e impuros, estaba en peligro de no contar
entre los que van a heredar esta Tierra que será el Paraíso final, y a sus hermanos de congregación. Quedaría
fuera de los cuarenta y cuatro mil. Pero él veía que, preparándose en este tema, podría jugarle a cualquiera en
su mismo terreno. La polémica era el terreno en el que se movía todos los días
y esto le daría un campo de acción más amplio. ¿Acaso Pablo había rehuido el
debate sagrado con los idólatras griegos y romanos? El estaba protegido por el
cielo. El era un guerrero y su Dios era
el Señor de los Ejércitos. ¿Qué podría contra todo esto? Quería a Cork como
compañero de montaña pero en realidad éste estaba poseído de la locura de
buscar una cumbre de idólatras, perdida entre las montañas del sur de la Sierra
Nevada...
-
Las representaciones del Hombre Jaguar - contestó Cork - distan mucho de ser
naturalistas, Abraham. Se trata de una concepción del artista de Olman. Y no
solamente las pequeñas figuras si no que también las grandes esculturas son simbólicas. Era la
fuerza de unidad inspirada por el politeísmo que se basaba en la naturaleza y
el mundo. Un universo donde se tenía precaución de no caer en el agotamiento de
los recursos. Se cuidaba que la mortalidad en animales y árboles no rebasara
ciertos límites. Las garras del Águila Solar sujetando fuertemente el corazón
humano, Quetzalcoatl y Coatlicue, sólo son algunas maneras de representar el
salto del jaguar, apoyándose en la Tierra, hacia las esferas celestes del
cosmos espiritual. Hacia las Pléyades, hacia la Vía Láctea, hogar final de los
mexicanos. Mansión donde espera Tlahuizcalpantecutli a su pueblo.
Recordó,
llegado este momento, que Abraham había dicho que los cananeos de la
antigüedad, huyendo una parte de ellos de algún desastre militar o tal vez de
alguna epidemia, se habían dirigido hacia Egipto. Y avanzando por el litoral
del norte de África se decidieron cruzar hasta llegar a América. Esa tesis la había defendido con denuedo un tal
Lascarbot y también el orientalista Ezra Stile Los vikingos pudieron hacerlo
mucho antes apoyándose en Islandia y el sur de Groenlandia. Pero para cruzar el
Atlántico era diferente. Le comentó que esas ideas no iban de acuerdo con la historia del desarrollo de la ciencia para
cruzar el mar. Técnicamente era imposible en esa época, no así en el siglo
dieciséis.
Cork había pintado, en la
recámara de su casa, un
policromado Tezcatlipoca (él le llamaba “Titlacauan”), exactamente del tamaño
de la pared. En la sala un nicho con la luz tenue roja albergaba a Huehueteotl.
Cuando salía a la calle se preguntaba por qué aquella gente había cambiado tan
radicalmente su manera de ser, pensar y actuar. Aquí se parecía a Salim.
Abraham vivía en el seno de su hogar propio del Profeta en Medina. Pero dando
un paso hacia la calle, se entregaba al
ritmo de la vida mexicana de la gran ciudad. Ambos eran ciudadanos del mundo.
Fumaban cigarros y bebían cervezas, si era preciso hablaban inglés o alemán y
escuchaban jazz. No habían cortado el cordón umbilical con sus respectivas
tradiciones. Habían salido de la secta étnica conociendo su historia. El resto
del mundo sólo vivía en el mundo, en un amontonamiento de casas, carentes de
los conocimientos de su historia.
Media
hora más tarde se enderezó, sacudió su
cabellera y se puso de pie. Y bien, le había dicho a Marcos Ramírez, vamos a
cenar y a tomar un buen vaso de vino. Y agregó: Pedro Becerril, ese orizabeño
con el que me enfrenté en el concurso de cerveza era realmente un gran bebedor. Podría derribar a Popeye con
todo y sus espinacas. Pero pudiera quedarle poco tiempo de vida. No se cuida
como bebedor de competencia. Come poco y no hace ejercicio. Si lo ves, ahora
que regreses a tu tierra, recomiéndale que abandone los concursos de cerveza,
quizá todavía sea tiempo para él.
Al fondo quedaba la calle Madero. Recientemente
conformada con grandes planchas de cemento, en lugar de asfalto que es
fácilmente levantado por la cantidad de agua que desciende de la montaña en el
verano. Conduce a los montañista directamente al lugar donde termina la
población. Justo al dejar atrás la última casa, empieza a elevarse abruptamente
un poco en dirección noreste, la ladera que más arriba se encontrará con el
camino amplio maderero. Este conduce, después de dos horas de marcha, hacia el noroeste,
al alto Valle de Xochiquetzal.
En esa hora
el sol brillaba y no había la menor traza de mal tiempo.
12
La
nieve azotaba ahora a las montañas. Llevábamos varios días metidos
en las tiendas y sentimos la necesidad
de salir a caminar. Nos dirigimos hacia el oeste. La meta que nos fijamos era
la exploración de esa ladera con intención de localizar alguna cueva que
tuviera más capacidad que la de la ladera sur. Fue cuando Cork nos contó que el muchacho que vendía el
diario de la tarde destacaba con gritos que llenaban la calle, de la isla, que
el Popocatepetl había reactivado su emisión de grandes fumarolas y tenían en
mucho cuidado a los habitantes de las ciudades de los valles de Puebla y
México, pero en especial a los pueblos de ambas vertientes de la Sierra Nevada,
próximos, al volcán. Y explicaba la nota de primera plana que el Popocatepetl
era la segunda cumbre más alta del país, nevada, pero que no obstante su
calentamiento interior, sus laderas del lado norte continuaban cubiertas de
hielo a partir de la cota de los cinco mil.
- Tiene una
fuerte presencia esa montaña en la vida nacional, ya que se sigue su actividad
aun en la Isla del Carmen, que se encuentra a
mil kilómetros de distancia – comenté.
- Un volcán
que entra en actividad siempre llama la atención de la prensa del mundo, no
solamente del mundillo geológico…En tiempos del gobierno de Porfirio Díaz se
utilizaba la figura de este volcán para cuestiones de la política del momento.
Si se cometía una masacre en contra de la población indígena en alguna parte
del territorio nacional, se aprovechaba la actividad del Popocatepetl para
distraer la atención. Cuando bajaba la presión social que se había levantado,
también el volcán parecía entrar en una etapa de santa tranquilidad. Si los
yaquis se revelaban por las atrocidades que cometían los soldados enviados desde
el centro, entonces se hacía, o se continuaba, la guerra. El volcán volvía a
entrar en actividad. El desenlace era la
deportación de centenares de indios hasta el otro lado del país como son las
provincias de Yucatán o Chiapas. Ahí las plagas, a las que no estaban
acostumbrados, pronto acababan con ellos. Los indios morían “allá” y ellos se quedaban con sus tierras “acá”. Y
entonces la gente volvía a escuchar con insistencia que el Popocatepetl entraba
en una peligrosa actividad cuyas consecuencias podían ser la destrucción de las
poblaciones cercanas. Y, quién sabía, a lo mejor despedía una nube ardiente (se
ponía como ejemplo a Pompeya) que en menos de dos segundos arrasaría a México - Tenochtitlán. Y se entraba en
detalles. Tal emisión de gases se desplazaba a una velocidad impresionante que
no daba tiempo de intentar nada y además a una temperatura de más de tres mil
grados centígrados…
-¡Qué
barbaridad! ¿Y eso es cierto? - preguntó Benito Ramírez al cruzar un extenso
campo nevado hacia la izquierda de la cumbre.
-
Potencialmente. Eso puede ser así. Lo malo de esa conducta del gobierno de la
dictadura era que, con tal manejo de las noticias de la actividad del
Popocatepetl, la gente llegaba a hacerse escéptica y acababa por descubrir el
juego de la vulcanopolítica. Esto la hacía bajar la guardia respecto de la
auténtica amenaza que significa un volcán que ha entrado en actividad.
-¿Pero, la
ciencia…no podía informar a la población?
- Pues aparte
de las comprensibles limitaciones sociales impuestas por la política del
dictador, hay que reconocer que frente a la actividad sísmica tectónica poco se
podía hacer. Esto es que a la ciencia en
la actualidad le falta mucho por desarrollar antes de poder alertar con la suficiente
antelación a las poblaciones. El aviso sísmico a través de la radio funciona
algunas veces y otras no, pero ya es un avance. Frente a esto la ciencia se
encuentra en la difícil posición de, o
pasar por incapaz, o bien por alarmista si quiere adelantar juicios prácticos
de prevención en la población. ¿Se imaginan cómo era en aquella época? En todo
caso en la Cámara de Diputados para la
siguiente asignación de presupuesto habrá que batallar más.
-¿Y era en
realidad tan grave el cambio de ambiente de los yaquis?
- Durante tres
siglos, a partir del dieciséis, los habitantes originales de este continente
morían masivamente al punto de desaparecer los pueblos debido a agentes
microbianos que traían consigo los europeos y para los cuales no se tenían
resistencias naturales. El proverbial baño diario de los mesoamericanos no
bastaba. Hasta que se fueron haciendo resistentes a fuerza de convivir con
tales agentes biológicos y con los
modernos recursos de asepsia. Sin embargo las etnias en la actualidad
siguen, muchas de ellas, sin haber desarrollado esas defensas. No es muy
diferente lo que sucedió en el campo de las ideas. Sobre todo tuvieron la
destreza, en el principio, de hacer que las etnias sintieran como suyos
problemas que pertenecían a aquel continente, a Europa. Los cristianos
orientales odiaron a los cristianos romanos y luego estos a aquellos. Después,
cuando en el primer tercio del siglo diecinueve se abrió paso en México el
federalismo, y junto con él arribó el protestantismo, todos sintieron que había
llegado la hora del desquite y no hubo asunto que más odio les inspirara que
todo lo que oliera a tradición escolástica. Y entre todo esto ni quién supiera
de la religión de Tezcatlipoca y de su existencia. Fuera de los círculos de
estudios laicos universitarios eran menos todavía los que reparaban que a los
yaquis se les trasladaba para quedarse con sus tierras y para venderlos a ellos
como ganado. A quince pesos treinta centavos por persona. Excepcionalmente
pagaban treinta pesos. O daban tres indios por un caballo. Eran situaciones nuevas
y extrañas que se desconocían hasta entonces y con las cuales habría que
empezar a aprender a convivir. Si es que se puede llegar a convivir con la
esclavitud.
-¿Usted cree
que las divinas enseñanzas del Señor Krisna también son extrañas? ¿Extrañas a
esta tierra?- dijo que le había dicho
Clemencia, la muchacha que conoció en la
isla.
- La India
está más lejos que España y que Roma.
-¿Más lejos a
partir de qué punto? Porque la India de la India se encuentra ahí misma de
cerca - había observado con cierta ironía.
-A partir de
Teotihuacan.
- Permítame
recordarle, Malcom (Clemencia siempre se abstuvo de decirle Cork ni Torrington),
que los desiertos del norte no son
Teotihuacan.
Entonces fue cuando se dio cuenta - dijo - que Clemencia no era
una máquina repetidora de fórmulas religiosas y que poseía una buena cultura
general. Cultura que se volvía peligrosa cuando la utilizaba para defender su
creencia y flexibilizar a los otros credos.
- Pero
Teotihuacan era nuestro destino. Es decir, el valle central, al pie de las
nieves eternas. Los teotihuacanos, o
como se haya llamado el grupo de donde provenían. Fueran irritilas, tepehuanos, kikapúes, otomis, tarahumaras o huicholes…También
procedían de la Gran Chichimeca. Pero un día emprendieron su camino hacia el
elevado lago encerrado entre altas montañas…Y se encontraron con los olmecas.
Entonces surgió la ciudad sagrada.
- Dirá
Cuicuilco.
- Así es-
Se preguntó cómo haría Clemencia para conciliar la película de su
inconsciente colectivo con las enseñanzas de Krisna.
- Tiene razón,
Cuicuilco -. Y se iba a preguntar también cómo sabía que era del norte pues él nada
le había dicho de su niñez, cuando jugaba con patines de cuatro ruedas de acero
marca Torrington. Y los años vividos en la ciudad de México, desde su enseñanza
secundaria hasta Facultad, habían borrado todo acento norteño de su manera de
hablar.
- Yo me ocupo
en armar rompecabezas con los periodos geológicos y las rocas sedimentarias -
dice que le dijo -, las ígneas y las metamórficas, que tienen extensión mundial
o en deshacer viejas teorías de geosinclinales. Pero usted se concreta al
antiguo paquete del occidente que comprende Edipo, la castración, el parricidio
y el miedo a la vejez. Es un modelo regional trasplantado sin misericordia a otra
región. Una abstracción de la cultura griega, no la generalidad de la cultura
griega. Hace mucho se llegó a la solución de compromiso que tan importante es
el individuo como el medio y ahora usted simplemente ignora el medio. Es una
plantilla griega que piensa a rajatabla para los tarahumaras. Recuerde que ni
siquiera dos individuos pertenecientes a la misma cultura reaccionan igual. El
subconsciente hará soñar a un capitán de industria en la producción de
tornillos, en tanto el de un huichol lo llevará a la práctica de purificación
para poder entablar un diálogo con la tierra antes de emprender la siembra. En
todo caso las reminiscencias del histérico huichol no van a ser las mismas que
las del histérico fabricante. En los medios para obtener la producción está
todo el drama ecológico de nuestros tiempos. Del empalme de una cultura
agrícola con la civilización industrial.
Entonces, dice, confirmó que Clemencia
apenas reía. La deferencia que la muchacha demostraba hacia él procuraba
manifestarla mediante el énfasis que ponía en sus palabras. O su mímica facial
o al movimiento de sus manos, en tanto lo veía directamente a la cara, pero no
reía. Jamás la había visto reír sin inhibición. Sin embargo dice que la oyó
decir:
- La moral es
una obligación social mediante la cual el individuo procura estar en armonía
con el grupo. Cuando esto ya no sucede
ese individuo es el primero que se retrae o de plano se esconde. Vive de noche
para no tratar a los demás, se va de ese lugar, empieza a usar gafas oscuras
sin necesidad o vive tras las rejas. Está dentro del grupo pero ya no es del
grupo. Hasta puede vivir del grupo, pero ya no pertenecer a él. Los más capaces
buscan su reclusión en los centros hospitalarios y otros se envuelven en alguna
corriente intelectual. O hasta pueden emprenderla contra la moral y la ética y
empezar una labor de subestimación de las normas establecidas. No todos los que
están pegados a los oculares del microscopio observan algo. Algunos se
esconden de algo. Pero no olvide que el
humano es el humano. Y que así como usted puede encontrar semejanzas
características en las rocas... ¿cómo dijo que se llamaban?, ha, sí, las rocas
ígneas, en Malasia y en América. Así un individuo del desierto de Kalahari se
parece enormemente, en sus reacciones, a uno que camine por el Eje Central de
la ciudad de México o por Vidrios del Desierto de Sonora. Olvídese de Ibsen, el
Señor Krisna…
Clemencia se
había dado cuenta que la veía con mirada interrogante.
Interrumpiendo su relato hizo que se olvidara de Ibsen. Se detuvo de pronto en
medio de la banqueta obligándolo a hacer
lo mismo. Se acercó y le dio un beso en la mejilla. Suave, prolongado.
Deliciosamente prolongado. Sin embargo no era un beso apasionado, ígneo, volcánico.
Era el beso tierno de una muchacha discípula de Krisna. Pero otra vez su
sorpresa fue grande cuando le oyó decir a la bella muchacha:
- La religión
hindú aparte de ser espiritual estar muy mezclada con las cosas sexuales. Un ó otham no está obligado a saberlo, pero
sería bueno que, ahora que lo sabe, no lo olvidara.
- ¿Y cómo supo
que tú…?- dije.
Cork se encogió de hombros:
- No tengo
idea. Hasta ese momento nada sabíamos uno del otro. Acabábamos de conocernos.
Todavía no llegábamos a los besos que inundaban nuestras ropas íntimas.
Tres
horas más tarde suspendimos la búsqueda. El impermeable cubría nuestras
chamarras de plumas que nos protegía de las heladas temperaturas de la
tormenta. Pero las cañadas por debajo de la cumbre estaban llenas de nieve y
con frecuencia nos hundíamos hasta la cintura. Para entonces no habíamos
descubierto la existencia de ninguna maldita cueva y estábamos agotados.
Caminar en los cuatro mil en un terreno tan quebrado y lleno de nieve
fresca nos había cansado.
- Vamos,
Guillermo- me dijo haciendo una señal
hacia el sur.
Regresamos al campamento. Confiábamos que
Abraham Set Lamec y Benito Ramírez, que no habían participado en la búsqueda, y
se quedaron encargados de la preparación de la comida de ese día, no se
hubieran apoltronado. Nos acercamos a las tiendas y no había ruido alguno.
Ahora estábamos convencidos que permanecían dormidos en el fondo de sus
confortables sacos de dormir. Pero cuando estuvimos a dos pasos del campamento,
se abrió de pronto la puerta de la tienda- comedor y Abraham Set Lamec,
agitando una campanita, nos dijo:
- ¡La sopa está lista! Además les hemos
preparado un sabroso, dulce e hirviente chocolate. Pero, cuidado. ¡Aquí no entra nadie que traiga un gramo de
nieve y ustedes vienen con nieve hasta en las pestañas! ¡Y esos pantalones
están hechos un asco de mojados! ¡Vayan primero a cambiarse a sus tiendas y nos
vemos cuando estén presentables! Entretanto empezaremos a servir los platos. La
sopa es de fideo con tocino y además está hirviendo. El guisado es una sorpresa
pero suficiente para levantar muertos…
Dicho lo anterior cerró la puerta, corrió el
enorme cierre. Nosotros nos quedamos parados, mirándonos uno al otro, y casi
congelados. En efecto, parecíamos los muñecos de nieve que hace la gente cuando
caen nevadas en el Ajusco y se apresuran a llevarlos sobre la parte delantera
de sus automóviles de regreso a la ciudad. Íbamos a decir algo pero no tuvimos
otra cosa que hacer que dirigirnos a nuestras tiendas a cambiarnos la ropa. En
tanto el agradable olor a sopa nos envolvía
Tres días más tarde
trasladamos el campamento hacia los cuatro mil metros. El lugar nos permitió
levantar las tiendas justo en el lindero del bosque. Diez metros más allá
empezaba la ladera desnuda que conduce a la cumbre arqueológica. Subimos entre
cortinas de nieve. El tiempo seguía tan descompuesto como en los días
anteriores pero que a esta altura adquiría mayor violencia. En las hondonadas y
cañadas llenas de nieve blanda nuestros cuerpos seguían hundiéndose casi hasta la cintura. En
ocasiones el viento pasaba con tanta fuerza que levantaba la nieve en polvo o
barría de la ladera a las pequeñas piedras.
Apertrechados en
nuestra tiendas de campaña alguien comenta la escena del metro cuando
viajábamos en la ciudad de México, a la terminal TAPO, para abordar el autobús que nos traería a Río Frío. En el último carro
una pareja de jóvenes se besaban efusivamente ante la indiferencia de los otros
pasajeros. En el último vagón, a esa hora de la noche, hay el ambiente no escrito
para encontrar parejas sexuales según los mexicanos han visto se hace en otros
países. La chica, con traje de colegiala
de secundaría, ella misma le baja el cierre de la bragueta del pantalón al muchacho. Después de chúpasela
una veinte veces el otro la levanta y se la mete.
-Esa jovencita-comentó
Eulalio Rivera- irá a engrosar la cifra
de seis millones de madres solteras del país cuyo hijo no tendrá porvenir
alguno. Los padres tendrán que hacerse cargo de los dos o ella, junto con su
hijo en el vientre, será expulsada de su seno familiar.
-Tranquilo- dijo Mario
Campos Borges-, sólo se la chupó.
Había ratos, cuando la
niebla se desgarraba y la nieve dejaba de caer, que podíamos ver desde ahí la
“Cueva de Zaratustra”. Estaba a quinientos metros de distancia y cincuenta por
arriba de donde nos encontrábamos. Era un lugar
donde podíamos permanecer cinco
individuos con cierta comodidad. Si quisiéramos, para estirar las piernas,
podría servirnos de cocina y volver a dormir a las tiendas. En el campamento
disponíamos de confortables sacos de dormir diseñados para los seis mil metros.
Por lo que aun cuando la tempestad de nieve azotara los grandes plásticos
protectores con los que habíamos cubierto al campamento, se hacía necesario
quitarse las chamarras de plumas para efecto de poder dormir, y aun los
suéteres, y meterse en las bolsas solamente en camiseta.
Una lámpara de
baterías iluminaba la estancia.
Además una pequeña estufa para
escaladores, a base de alcohol, nos
permitía, a cada quien en lo individual, preparar en su tienda una taza
humeante de café y echarnos a leer con la mayor comodidad e indolencia del
mundo. Después de algún tiempo, cuando nos pareciera, podríamos reunirnos todos
en la gran tienda - comedor y cenar o almorzar como si estuviéramos en Sanborn´s.
De esa manera regulábamos, como cuando estábamos en la pared del Abanico, la
necesidad de soledad y también de convivencia. Un alpinista sabe que no siempre
la gente es grata, pero también, que en ocasiones es vitalmente necesaria. En
la tienda - comedor disponíamos de revistas y periódicos que se renovaban
cuando alguien arribaba al campamento, o bien cuando se hacía necesario
descender a Río Frío para surtir la despensa.
Salvador Alonso Medina, Raúl
Sánchez y José Méndez habían llegado el día anterior. Trajeron una pequeña
video casetera, de manufactura japonesa, la más compacta y liviana que alguien
pudiera imaginar, con cinco títulos de películas.
Fueron duramente criticados por todos al leer
dos de los títulos aquellos. Una contenía escenas tan sensuales que, cuando la
estábamos viendo, parecía que la nieve sobre la que estaban paradas las tiendas
empezaba a fundirse. El otro el tema era de alpinismo. Era de una expedición a los Andes donde una
expedición es bloqueada por una tempestad. Entonces, a pesar de nuestros
excelentes sacos, experimentábamos un frío verdaderamente agudo.
En ocasiones Cork baja
corriendo a Río Frío, compraba víveres y subía corriendo, como si estuviera en
su pueblo de la Chicichimeca, hasta alcanzar nuestro campamento de abajo. El
Valle de las Calaveras es un subvalle, en el extremo oeste, del Valle de
Xochiquetzal. Se encuentra en los tres mil ochocientos metros sobre el nivel
del mar. Cuando la tormenta arreciaba y se sostenía por más de un día,
bajábamos a él y, aunque también era alcanzado por la nieve, la violencia de
los elementos era menos rigurosa. Después volvíamos a ascender hasta las
tiendas cercanas a la Cueva de Zaratustra. Cork pasaba una noche en el Valle de
las Calaveras y a la mañana siguiente subía llevando los víveres hasta el
campamento superior.
Si abandonábamos el
campamento, y ascendíamos unos cincuenta metros sobre el promontorio de la
ladera cimera de nuestra izquierda, podíamos ver hacia el oeste y muy por
debajo de nosotros, en los breves ratos de buen tiempo, el maravilloso
espectáculo nocturno de lo que ya para entonces se consideraba por los
mexicanos la ciudad más grande del
mundo. En realidad la tercera después de Nueva York y Hong Kong. Si no en
extensión territorial, si en hacinamiento de habitantes por kilómetros
cuadrado. En silencio lo contemplábamos, fascinados. Entonces Carmen, para
quien la vida en las montañas era algo desconocida, decía:
- En la
ciudad se ha perdido el sentido de la soledad terapéutica, tan necesario para
evitar que la mente se azolve. Desde aquí se adivina una gran calidez humana en
ese espantoso hacinamiento de gente - y agregaba, después de un momento de
silencio:- . Aun así, en ninguna parte del planeta debían existir ciudades que
perdieran sus proporciones “humanas”. Si por una vez se les hiciera caso a los
arquitectos del paisaje...
Vivir
durante semanas en aquellas condiciones extremas debieron ser para Carmen una experiencia enriquecedora. Durante toda
su existencia se estaría refiriendo a algún momento que había pasado en esta
ascensión. En especial cuando nos encontraríamos rodeados de comodidades. Y de
manera especial si la molicie asomaba sus narices para destruirnos por habernos
entregado a la existencia regalada.
En
ocasiones, los grandes bancos del ventarrón circunscribían su acción hacia los
tres mil quinientos de altura. Entonces podíamos ver las estrellas en un cielo oscuro y transparente.
Veinte kilómetros al sur las cumbres de la Iztaccíhuatl, cubiertas de nieve
hasta los tres mil ochocientos, brillaban a ese arqueológico Sol Nocturno de México. Pues en México hay un
Sol Nocturno. Solamente contemplar tal paisaje y se tenía la sensación de una
temperatura todavía más baja que la de la nieve misma.
El
montañismo tiene una técnica muy precisa que se renueva constantemente. Sin
embargo el azar es el más fuerte ingrediente por el cual este deporte no
envejece, a pesar de las exageraciones ocasionales de esa misma técnica. Las
interpretaciones atmosféricas se pueden tener ahora con bastante anticipación
pero también son parte de ese azar. Frente a los inefables horizontes
cordilleranos el sentimiento tiende a desbordarse. No cuesta trabajo aceptar
que, en este mundo de la causalidad, la primera jugada de billar la dio alguien
que no fue el humano...
- Hay
individuos que se defienden anteponiendo pensamientos realistas-dijo Carmen- y
así nació y se desarrolló la filosofía. Carmen observaba que la filosofía se la
pasa hablando de los dioses y la teología de la razón práctica.
Eran momentos breves de divagaciones. El hielo reanudaba
su caída y otra vez la cortina blanca envolvía al universo y las cumbres del
Telapón desaparecían tragadas por la tempestad. Afuera se escuchaba el impacto
de la nieve algodonosa sobre los árboles y por encima de las tiendas. Benito
Ramírez había pegado en la puerta interior de su tienda el cromo de una
muchacha desnuda que, tres cuartos el rostro hacia él y su cuerpo de perfil, sonreía en el acto de
quitarse la única prenda de vestir que era una ligera blusa calada.
Abraham Set -Lamec tenía a la mano, un
lado de su cabecera, la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas
Escrituras, un ejemplar de la
Interpretación de los Sueños, otro del Libro del Mormón y El Capital.
Bajo el ruido sordo de
la caída de la nieve, recordaba con nostalgia el día que habíamos avanzado por
la calle del lado oriente de Río Frío, entre cipreses y flores blancas de las
jardineras. La mañana era luminosa y el sol de primera hora pintaba de rojo las
casas y los rostros morenos de las gentes. Los perros permanecían echados en
las calles polvosas carentes de pavimento. Los chiquillos de ojos rasgados y
piel estirada por el frío jugaban con una rueda de bicicleta. En la esquina un
hombre de edad madura temblaba bajo el sol por los efectos del alcohol ingerido
el día anterior. Más allá un próspero comerciante hacía bajar de su camioneta
enormes bolas de masa de maíz que entregaba en el local de la tortillería. Al
vernos pasar con nuestras grandes mochilas nos
había dicho mientras reía: “Este es Río Frío, pero no somos bandidos”.
Hacía alusión a la novela de Manuel Payno. Cork comentó que, por lo visto, el
comerciante ignoraba los asaltos que sufren los alpinistas que acampan sobre el
Tlaloc y los que suben al Telapón por
su ladera sur, saliendo de Llano Grande.
Hacía cuatro mil años,
en efecto, como dijera Cork en su plática del Club Zermatt, que los habitantes
de la lejana tierra de Ullman, los forjadores de una deslumbrante y original
civilización, habían caminado sobre el suelo de estas mismas calles de Río Frío.
Desde aquí emprendían la ascensión a la cumbre dedicada ya para entonces a
Tlaloc. Por los idénticos caminos que aquellos olmecas habían subido, nosotros
lo hicimos también en esta ocasión. En
tiempos tan remotos
(probablemente cuando en el Medio Oriente Gilgamesh construía Uruk, las
tablillas arcaicas, el relato de los sumerios sobre el diluvio universal, la
epopeya de la creación del mundo y la epopeya del mismo Gilgamesh), cuando los
de Ullman llegaron desde el Golfo, seguramente
Tlaloc todavía no era un protector sobrenatural, sino un dios lógico de sencillos
campesinos. Pues Tlaloc es el que da, o el que niega, el agua. El que amontona
las nubes y mueve los vientos. El envía los rayos. “Tlaloc, Tlaloc, ¿dónde
estás, que ahora más que nunca te necesitamos en este siglo veintiuno? La
Comisión Nacional del Agua cada vez se encuentra en grandes apuros para surtir
a las poblaciones de agua? solía decir Cork. Y agregaba: “Nadie quiere pagarla,
no hay legislación al respecto, los pueblos ya no dejan que se les desvíen sus
ríos para traer agua a las ciudades, la temperatura global, por causas
naturales y por otras artificiales, sube y sube. Tlaloc, Tlaloc, la tala sin reforestación…
- Tlaloc es
idéntico a Zeus en eso de los rayos y
las tempestades, menos en promover guerrillas con los otros dioses - había
dicho Carmen, y agregó en seguida:-. Si
Tales lo hubiera conocido, reafirmaría su idea que el agua es un
auténtico dios.
* * *
- ¿Conoces París? El de
la actuación escénica. Alguna vez estuve
ahí en un congreso. Es encantador, aunque muy caro. Pero teniendo un continente
tan grande y variado como este, lo que sueño es conocer, o volver, a Montevideo, Buenos Aires, Santiago, Perú,
Québec, Nueva York. También Paris de Víctor Hugo. Berlín de Hölderlin y de las mil toneladas de bombas y el resurgimiento
de las cenizas. Madrid y la República Popular. Dublín y San Patricio. Bueno,
todo eso. También Moscú y lo que queda de las grandes filas de obreros visitando
la tumba de Lenin. Inglaterra y el cementerio de Malcom Lowry. Pero, antes que
otra cosa, buscar el lugar donde estaba el islote, pasando Iztapalapa, camino
de Chalco. En el que el hombre joven que había representado a Tezcatlipoca,
durante un año, dejaba sus cuatro mujeres y regresaba a Tenochtitlán, al sacrificio ritual, el 15 de
mayo. Moría y ese mismo día volvía a nacer...
Caminábamos entonces,
seguía recordando, calle arriba y bajo el influjo del verde profundo de los
bosques superiores. El azul intenso contrastaba hacia el sur con las nieves de
la Iztaccíhuatl. Es cuando se tiene desde aquí la impresión que es una enorme montaña o bien que
decididamente se trata de una sierra nevada.
Benito Ramírez dijo que el cielo solo era ya una presencia y se refirió
al tiempo en que todo este panorama de montañas verdes y blancas significaba un
verdadero santuario:
- Cada una de esas
cumbres y sus antecimas, los collados, sus estanques, los ríos, el bosque.
Después vendrían las representaciones en piedra o en barro o hasta en madera y
pintura. Pero aun el cielo, sin nubes, era ya una entidad sagrada. El Viento,
el Sol, el Agua en su viaje hacia la tierra, las nubes. De hecho se tiene desde
entonces la costumbre de las voces afectuosas para casi todo como nubecitas,
bosquecito, agüita, cañadita, Solecito. Es una forma de personalizar.
Luego de un alto en la
tienda en donde compramos todavía algunos víveres, nos hemos echado la mochila al hombro y reanudamos la marcha.
Algunos hombres que “tomaban el sol”, parados en rueda afuera en la banqueta,
nos habían pedido en tono poco amable que no ensuciáramos la vega del arroyo
que desciende hacia Río Frío. Así como el Sol se alimentaba con sangre de los
prisioneros cautivos en la guerra y demás víctimas rituales, de la misma manera
ellos, como gente de campo que son, saben que toda criatura humana, animal y
vegetal se beneficia del sol. Por eso en el país existe la frase: “tomar el
sol”. Tomar el sol no es estar bajo el sol.
Pero, aunque de manera inconsciente, no se salen de la dualidad y
recomiendan que nos guardemos con ensuciar el agua. Sigue siendo el pueblo del
Sol pero también del Agua. En las grandes llanuras del norte, y en las heladas
montañas del altiplano, siempre es bien recibido el sol.
- Por este lugar
pasaron las gentes olmecas al tiempo que, en el otro lado del planeta,
empezaban también a levantarse las ciudades de Mesopotamia y de Irak meridional - nos recordó Cork -.
Cuando se tenía por cierto que Ishtar desciende de los infiernos y leyendas
como el diluvio, eran conocidas por los sumerios…Subían los olmecas
prehistóricos por estas laderas cuando Gilgamesh construía Uruk. Iban o venían
camino del alto valle de Ituhalco, entre el Popocatepetl y la Iztaccíhuatl que
era la otra vía alterna para descender al valle de México, viniendo del Golfo.
O se iba por aquí hacia el alto valle de Xochiquetzal, para bajar a Texcoco y luego alcanzar
Teotihuacan. O bien lo hacían por Ituhalco, Amecameca y San Rafael. Alcanzar la
ribera norte de la laguna y empezar la construcción de lo que con el tiempo se
llamaría Teotihuacan Uno. Aunque no sabemos cómo se llamaba entonces esa ciudad
preteotihuacana. Con los años los de Cuicuilco construirían la Ciudad de los
Dioses, o donde los hombres se hacen dioses, sobre los edificios olmecas.
Después, muchos siglos más tarde, aquí en Río Frío se levantó el pequeño fuerte para vigilar el
oro mexicano que iba a dar a España y también a Inglaterra y Holanda, por la acción
de los piratas. Ya por una cosa o por otra, el paso de los viajantes por este
camino, que se internaba entre las montañas, era completamente familiar. Si
bien entonces la atención de la gente estaba concentrada en ese movimiento de
los viajes, de metales preciosos, de todas maneras se daba una actividad hacia los
valles altos del noroeste, ya fuera por necesidad de madera o por la caza. Y
algunos por necesidades religiosas.
- Las condiciones de
inseguridad - explicó Abraham - para los alpinistas en otras montañas del
Altiplano, como el Ajusco, la Malinche y
el Nevado de Toluca, aquí también han aparecido desde muy temprano. Una
vez se encontraron en la cumbre del
Tlaloc una mochila de alpinista, con cosas y sus víveres todavía frescos. Pero jamás se supo de su dueño. Fue tal el revuelo
que causó este hecho que constituyó una verdadera noticia al tiempo que se
emprendían las investigaciones por las policías de estos lugares. Grupos de
habitantes de los poblados chicos se organizaron para emprender la búsqueda y
recorrieron las cañadas que se desprenden del lado oeste. Pero cuando dos años
más tarde, un grupo de jovencitas y jovencitos que acampaban en Nexcoalango,
fueron asaltados y violados, ya pocos hicieron
por parar la inseguridad que poco a poco se iba asentando en esos
bosques altos. Y siempre me inclino a comentar que, un poco antes de llegar a la plazoleta de
Tlamacazcalco, hay un claro en el bosque, del lado sur de la carretera, en el
que acampaban los montañistas extranjeros. Su campamento se formaba de veinte o
treinta tiendas de campaña. En una ocasión asaltaron a cincuenta alpinistas
norteamericanos y jamás se encontraron a los culpables. Desde entonces ese
lugar permanece desierto.
Toci apuntó:
- Y en las ciudades
también los hoteles de turistas permanecen desiertos. Y los restaurantes... No
se tiene visión de empresarios. Ellos podrían organizar un cuerpo de seguridad
legalizada para proteger a los turistas en sus lugares de acampar. Al dejarlos
desprotegidos, la industria de turismo, y su consecuente derrama económica, se
deteriora.
- Después vendrían las
deidades teotihuacanas y mayas- agregó Benito Ramírez que había interrumpido su
intervención obligado por la fuerte pendiente que el terreno empezaba a
adquirir a la salida de la calle Madero.- , los hombres y las representaciones
en roca, barro y madera. Sería el imperio de la fe. Las religiones de todo el
mundo han sido netamente espirituales desde sus remotos orígenes. Lo que ha
cambiado con los siglos es su manera de representar a sus personajes. O bien,
como en la religión de Salim, ir restando formas de representación. Antes que
todo estaba el cielo. Y se mostraba sereno y radiante. Azul bellísimo. Todavía
no había flores ni muerte. Tampoco caos. Con la aparición de Tlaloc- Ehecatl-
Viento empezó el tiempo, el olin, el devenir, el movimiento. Algunos dicen que
el tiempo empezó cuando los geólogos comenzaron a hurgar en las diferentes
capas de la tierra, pero no, empezó con Tlaloc. ..Empezó la vida. Y con la
vida, la muerte. Pero se trataba ya de una muerte de equilibrio…
- Una muerte que era parte
de la vida - dijo Mario Campos, mirando de soslayo a Abraham - no de muerte de
castigo. De haber sido un castigo el culto a la muerte jamás se habría
desarrollado en esta tierra hasta alcanzar los niveles de la fiesta ritual.
Una mujer vendía
flores en una esquina. Estaba sentada como en los cuadros de Diego Rivera,
sobre sus pies descalzos y los dedos de estos convergían hacia el centro,
debajo de las nalgas, haciendo un olin. Las flores eran una fiesta de colores.
Philips Bragar se inspiró en estas vendedoras de flores para dar un lujurioso
colorido a sus pinturas.
La primera ladera en
el lado este de la montaña presenta la
erosión típica de cuando el suelo ha sufrido una depauperación por la acción de
los humanos. Los viejos montañistas de la ciudad de México, que han recorrido
esta pendiente en un lapso de cuarenta años, han sido testigos de cómo este
tiempo ha bastado para ver un erial ahí donde era un bosque cerrado.
Por la marcha cuesta
arriba pudimos notar que el bosque ralo también ha experimentado un cambio en
la fauna del lugar. Algunos animales se habían extinguido ya o se verían
precisados a remontarse hacia las cañadas del este, todavía dueñas de una
vegetación profunda, a pesar del intenso ramoneo del ganado vacuno.
- Desde luego - dijo
José Méndez - la caída de la lluvia es suficiente para alimentar a los grandes
árboles. Pero carentes de raíces y de los resistentes pastizales propios de las
alturas, todo vestigio de suelo ha sido barrido y el sistema de raíces, que en
otro tiempo fijaban la tierra, ahora ya no existe. Después ya ni la ladera
existirá pues empezará a ser más fuerte la erosión y vendrá el desgajamiento.
Si este circo de montañas tuviera otras características, por ejemplo, de
acumulación de material y humedad, hasta podría vaticinar ya desde ahora que un
día parte de este pueblo acabaría
sepultado de la noche a la mañana. Así pasó en Chichonal, en el sureste. Y esto
de las poblaciones que quedan sepultadas de un momento a otro no es raro en
Perú. Aquí mismo, en el país, en la vertiente este del Poyahutecatl, abajo de
Excola, había un pueblo que de la noche al día
ya no amaneció. Ni siquiera un perro se salvó. A la mañana siguiente
parecía que en ese lugar jamás hubiera existido gente. Luego les contaré como,
por falta de información geológica, la gente construye sus pueblos y hasta sus
ciudades sobre zonas volcánicas potencialmente activas: Milpa Alta o las
colonias recientes sobre el lado norte de la vertiente del Ajusco. O cómo al
acabar con los bosques, acá muy arriba, deja de caer agua en el valle. El agua
que surtía mantos, al agotarse, faltó el
sustento del subsuelo y las grietas comenzaron a aparecer en las calles o bien
los edificios empezaron a perder la vertical. Tales son los casos de Bellas Artes y la catedral Metropolitana en
México - Tenochtitlán, desde principios del siglo veinte. O la torre del ex
convento San Pedro y San Pablo, a dos calles del Zócalo de la ciudad de México.
Eulalio Rivera dijo
que lo inteligente en este asunto no estaría en el hecho de desterrar a los
espíritus del bosque, si no en el acto de reforestar. Servirse del bosque sin
aniquilarlo.
- Ahora bien, ¿en qué
medida se reforesta? - preguntó Carmen- . Porque hasta puede estarse dando el
hecho de que se reforesta, ¿pero en qué medida? ¿Cuál fue la ventaja de
desmitificar al bosque? Parecía tonto personalizar, sacralizar, a la floresta tal como la encontraron los europeos
en el siglo dieciséis. Bien, pues ahora preguntemos a los acuíferos de qué lado estuvo la sensatez.
Porque en última instancia el destinatario de la tierra, del cielo y del
infierno, dice la Biblia, es la gente y
el pueblo entero. También está
escrito así en el Popol Vuh. El que la Tierra, el planeta, se haga y se
rehaga, no tiene por qué quitarnos el sueño. Siempre ha sido así. Pero, ¿en qué
medida se reforesta?
Desde aquella altura
ya podíamos dominar el Valle de México hacia el oeste. Una nata oscura en el
cielo casi velaba el horizonte inferior. José Méndez agregó que la temporada
fría impedía el cambio con los niveles ricos en ozono. Algunos artefactos de
los que se usan en las casas liberan partículas de cloro que se van a la
atmósfera. Cada una de estas partículas puede destruir varios miles de
moléculas de ozono, que es el filtro que impide a los rayos ultravioletas
llegar a la Tierra y nos defiende. Nuestra suntuosidad trabaja en contra de
nuestros organismos, particularmente la piel, que es gravemente dañada. Si todo
este bosque se acaba, también el pueblo tendrá que marcharse de aquí. En el
país y en el mundo hay muchos pueblos fantasmas que en otro tiempo florecieron.
Marcharse como hacen las aves del campo, cuando regresan por la tarde y ya no
encuentran su árbol. Muchos de ellos ahora viven en Estados Unidos.
A la salida de un
puesto de comida se anunciaba: “Tamales de iguana”
- Esa iguana debieron
de traerla desde quinientos kilómetros de distancia- dijo Mario Campos y
agregó:- Lo más seguro es que sea carne de cerdo que quieren hacer pasar por
iguana. Así le hacían en Catemaco cuando venden al turista curioso carne de
chango.
-Pero son capaces de
traer la iguana- dijo Benito Ramírez-: Moctezuma comía pescado fresco del día
sacado en el Golfo, es decir, seiscientos kilómetros de distancia, en México-
Tenochtitlán. Y era mediante carrera de relevos, ahora hay vehículos
motorizados. Los que juegan pelota mixteca venden chapulines traídos desde
Oaxaca. Los pochtecas - toltecas- vendían en Chiapas carne de perro del
desierto, que está a dos mil kilómetros.
Los guatemaltecos del sur de Mayapan vendían en el mercado de Tlatelolco carne
de armadillo, a mil quinientos kilómetros de su lugar original de caza. Todo a
pie.
- Los alpinistas
deberíamos tener el emblema de los pochtecas - agregó Toci -. Grandes
caminantes. Dice Karl Lumholtz que, todavía en el primer tercio del siglo
veinte, estos comerciantes itinerantes iban de pueblo en pueblo, a pie,
cargando unos setenta kilos de mercancía en rutas comerciales de hasta
seiscientos kilómetros en el noroeste del país. Para entonces ya había bestias
de carga y hasta alguna clase de vehículo, pero ellos seguían la tradición -
luego quiso hacer una broma:- .Comidas de las más distintas provincias, un
perro muerto en el solar, cadáveres reposado su cristiana sepultura en los
cementerios y nadie se los come. Se ve que la población mundial aun no ha
crecido tanto. Aquí también se comían todo eso durante la revolución mexicana,
del principio del siglo pasado. Los aztecas, después de ser expulsados de
Culhuacan, en el siglo catorce, debieron internarse en la laguna y llevados por
su hambre extrema empezaron a comer toda clase de insectos, lagartijas, ratas,
chinches…Y el canibalismo ritual, aunque Carlos V dice que era antropofagia.
- Algunos pueblos
fueron abandonados – agregó Juan Medina - porque agotaron las venas de oro y
plata de las entrañas de la tierra como Real del Catorce. O de petróleo. O por
migración hacia Estados Unidos después de desertificar las tierras. Los
espíritus protectores del paisaje eran los chaneques, en el sureste del país,
pero también a estos los corrieron cuando descubrieron el petróleo. Desde entonces aparecieron por todos lados casas de
la alegría ahí donde antes era una apacible campiña. Este estado paradisíaco
fue sustituido por el paisaje de cantinas y muertes. Faltos del elemento de
equilibrio todo se deterioró y ese fue el resultado. Tiene razón Eulalio: en
esos lugares abandonados ya no se pasea la fe, ni el buen sentido de las cosas.
Hacia el primer tercio
del siglo los alpinistas subían por el intrincado bosque del lado izquierdo de
Río Frío, al llegar a las cortinas rocosas del fondo del poblado. Caminaban
superando ese terreno de fuerte pendiente, por las riveras del eterno riachuelo
que es alimentado por las reservas de los afluentes que vienen de las cañadas
superiores del oeste. Pero esta vez nosotros subimos por la cresta del lado opuesto y la marcha de
ascensión era agradable.
- Otros lugares no
fueron abandonados - dijo José Méndez cuando aprovechamos un alto para
descansar y desde cuyo mirador se podía observar todavía las calles de Río Frío
y un poco de la actividad humana. Hasta se escuchaban algunas notas de la
música que salía de alguna parte, donde tenían aparato de sonido al servicio de
la comunidad -. Por el contrario, fueron poblados y superpoblados. A Río Frío
le quedan algunas generaciones de su población antes que ésta llene su espacio
hasta tocar las cortinas de roca del fondo. Después tendrá que empezar a
remontar las colinas. Sin una planeación adecuada, para la que todavía hay
tiempo, estos bosques están condenados a desaparecer. Y con eso vendrá el erial
y el deslizamiento de laderas por humedad.
Benito Ramírez
insistió:
- Con eso se habrá
vuelto a ver que los sitios que son desacralizados, sin ton ni son, pierden el
equilibrio.
-Pero no, no conozco
Paris-le dijo Cork a Toci- Tengo la impresión que era el refugio de escritores
nostálgicos que iban a rumiar sus vidas atormentadas en lugar de permanecer en
los frentes de batalla, defendiendo a la República Popular y detener el empuje
de Franco.
***
Todos tenían la experiencia suficiente para
saber que en ocasiones los campamentos se llenan de mutismo. Abraham Set Lamec
se afanaba en cuidar que la olla del café no fuera a caer de la estufa. Hacía
rato que la noche había llegado y con ello el termómetro se había ido hasta el
suelo. Los otros se metieron en sus bolsas de plumas y observaban a Mario
Campos que cortaba papas en tanto se daba tiempo también para arrojar tiras de
tocino a la cazuela para la cena. Ante tan sabroso espectáculo, Eulalio Rivera dijo, en la seguridad que lo suyo iba a ser un
soliloquio:
- En rigor no es
tiempo para artistas, escritores, poetas, políticos ni escultores. No hay
excedentes de granos. Todo lo contrario. Ahora hasta el último hombre y mujer
deberíamos estar junto a los campesinos dedicados a la producción primaria.
¡Ah, y cuidado con los intermediarios! Así era hace siete mil años.
- No es tiempo ni para
montañistas - contestó Benito Ramírez.
- Bueno, aquí estamos.
Y tenemos papas y tocino - se defendió el cocinero.
Carmen:-¡Y buen café!
Juan Medina: - ¡Y
tabacos de cigarros y pipa!
Toci:- Y lo más
importante de todo: ¡tenemos tortillas de maíz! Además frijoles, aunque sean de
lata, con eso disponemos de una dieta campirana casi perfecta en proteínas.
-¡No más importante
que el chile!
- Chilli, para que no se incomoden los hermanos del sur de América.
Mirábamos a Mario
Campos en silencio y como sus movimientos era toda la actividad que los otros
tenían frente a sí, le ponían atención a lo que hacía y decía. Este se percató
de tal situación y nos ofreció un relato:
- Bueno, ya saben
ustedes que hay gente que acomete, lanza en mano, los molinos de viento. Unos
por soñadores y no saben lo que hacen,
aunque ya se encargarán otros más tarde de encontrarle una romántica
explicación metafórica a su locura...
Un viento fuerte agitó
el bosque hacia el oeste y bajó por las grandes cañadas en dirección a
Coatlinchan y Tequesquinahuac. El ventarrón golpeó el contrafuerte norte de la
cumbre y luego de recorrer las paredes rocosas buscó la salida a lo largo de
aquel collado alto. Las tiendas habían sido instaladas tomando en cuenta la
topografía de la montaña pero aun así fueron golpeadas con violencia.
- Lo sabemos - dijo
Benito Ramírez mientras fumaba regaladamente en la semioscuridad de la tienda -
comedor.
El otro siguió:
- Otros acometen la
empresa con la mayor lucidez y provistos de las mejores armas.
- Como los héroes de
la investigación científica - dije.
- Bueno, unos y otros
suelen fracasar en sus portentosos intentos.
- Como los héroes de
la investigación científica - repetí, pero esta vez recibí una tumultuosa
protesta por mis agudas observaciones.
- Bueno, a aquellos
pertenece Hegel.
José Méndez se rebulló
en su refugio de plumas al tiempo que
exclamaba:
-¡Oh, hay problemas en
el universo!
El otro ya no hizo
caso de las interrupciones y siguió:
-…la corrupción, lo
podrido, lo mal puesto…Todo eso hizo que Hegel, como dice lo pintarrajeado en
la pared de la cárcel, perdiera la brújula de su sistema filosófico. Para él el
mundo, planetas, montañas, ríos, vientos, bosques, ciudades y valles eran
representación de Dios. Dios espíritu se hace visible en el mundo. Después,
mediante el espíritu humano, Dios se conoce a sí mismo. De esta manera todo es
un universo perfecto, pleno de dialéctica pues según Hegel, Dios como espíritu
es la tesis, como representación por medio del mundo es la antítesis y en el
espíritu humano es la síntesis. Es lo que, traducido a los planos religiosos
católicos es la Santísima Trinidad. O en el lenguaje sindicalista, el arte de
“negociar”. Es decir, conciliar posiciones. Establecer puentes de
entendimiento.
-¿Fácil, no?- dijo
Benito Ramírez.
* * *
Sentado en un hacinamiento de mochilas, Toci se afana en inyectarle aire a la estufa de
gas. José Méndez regresaba del exterior
después de haber desalojado la nieve del techo de la tienda - comedor. Los
demás estamos concentrados en este espacioso lugar para aprovechar el
calorcillo del hogar. También nos ayudamos con el ambiente agradable que
proporcionaban las calorías quemadas de los cuerpos de los otros. Arriba de los
tres mil quinientos todo se aprovecha. Individualistas por deporte, cada quien
disponía de una tienda de dos plazas para él solo, pero bajo la acción de
temporales de esa magnitud preferíamos trasladarnos a la tienda grande. Los
otros se habían metido en sus confortables bolsas de dormir y, guardando
silencio, parecían dormir.
- El
último período glacial empezó a retroceder y dar paso a las condiciones
actuales hace once mil años – dijo Cork -. Es lo que se llama final de la
glaciación del Pleistoceno. Estas nevadas por las que pasamos sobre el monte
Tlaloc me lo recordaron. Habrá que traer a nuestros hijos, desde pequeños, a
que se habitúen a semejantes condiciones climatológicas…
Juan
Medina: - ¿Qué dices?
Un día el
hielo volverá…
Mario
Campos: - ¿Volverá? ¡Con este sobrecalentamiento de la atmósfera y los “grafiteros”
pintando con aerosol todas las paredes de las ciudades, ni lo pienses! ¡Acaba
de desprenderse en Alaska un pedazo de hielo del tamaño del Estado de Tlaxcala!
No se
dejó arredrar:
- La
humanidad, demasiado reblandecida por las comodidades que les proporciona la
civilización del consumo, está llamada a casi desaparecer. Nuestros deportes
del valle, y mucho menos los que se practican en los confortables y bien
protegidos gimnasios, no son ninguna garantía de fortaleza frente a una vida
como la que nos espera. Este (señaló a Abraham) dice que su Armagedón vendrá en
fuego y yo les aseguro que va a ser en nieve. Por eso digo que estamos a tiempo
de propiciar en nuestras futuras generaciones los cambios fisiológicos para esa
clase de vida.
- ¡No
hagas bromas!- exclamó Mario Campos -. Faltan miles de años para que eso pueda
darse.
- Los
cambios fisiológicos en el humano requieren de miles de años. Estamos a tiempo
de empezar…
Carmen: -
¿Y qué hay con eso de la alteración caliente de la atmósfera por el ozono, que
dice Mario?
- ¡No sé,
pero la nieve volverá!- insistió.
- Nos
encontramos en un país tropical. Los mantos de hielo no cubren estos paralelos.
- El
hielo no pero la baja temperatura se generaliza por todo el planeta. Muchas
plantas y animales no resisten la menor
diferencia de cambio de temperatura y mueren. Basta que otro Krakatoa
reviente y sus materiales se vayan al cielo para que todo rayo solar no nos
llegue...
- ¿Se
globaliza el tiempo frío?
-
¡Precisamente!
Instalado en la margen norte del Valle de las Calaveras,
el campamento estaba un tanto al abrigo del paso huracanado del aire que
azotaba el puerto entre aquel dédalo
de altas montañas. El campamento cerca
de la cueva estaba cerrado en tanto persistiera la caída de la nieve. A partir
del Valle de la Calavera el ventarrón se precipitaba por las cañadas
del oeste en busca de las planicies
bajas y tibias del Valle de México. Los árboles se mecían cargados de
nieve hasta que alguna rama se desgajaba sin poder resistir el sobrepeso del
hielo. A las tres de la tarde el ambiente se mostraba oscuro, como se ve diez
minutos antes de que oscurezca. Las estufillas ronroneaban y nosotros
permanecíamos en el fondo de nuestros sacos de dormir. Pero estábamos todos en
la tienda- comedor y de vez en cuando alguien rompía el silencio y empezaba
otra vez la charla. Algunos eran excelentes para contar chistes. O cuentos.
Carmen emprendía relatos que llevaban siempre alguna metáfora. En ocasiones
Cork la seguía.
Caminábamos
una tarde, de la semana anterior a emprender este escalada, por el Paseo de la
Reforma, la avenida planeada por el emperador liberal Maximiliano de Augsburgo, y tenida acaso por
la vía urbana más elegante de la ciudad de México. Una enorme marcha de
trabajadores en la que participaban contingentes de sindicatos, asociaciones,
frentes y partidos políticos, habían interrumpido durante tres horas el
tráfico. Luchaban a por tantas cosas que resulta extenuante nombrarlas.
-Hace falta
justicia en el mundo obrero-dije.
-No-dijo
Carmen-, lo que hace falta es ética en el mundo entero.
-No entiendo.
-Mire, son tan
frecuentes estas marchas que los grandes
negocios, los lujosos restaurantes (que llenan los bolsillos de dinero a los
propietarios, pues se trata de negocios, pero que también dan empleo a centenares
de individuos) están cerrando sus puertas (recordé la vez que Cork y yo nos
demoramos tomando unas cervezas en Cerezo y ascendimos una hora después que los
de nuestro grupo ya habían empezado a rapelear en la norte de Las Ventanas.
Ciento veinte metros de descenso. Con el tercero la cuerda se rompió y el
escalador voló ochenta metros quedando destrozado en la base de la pared. La
cuerda era de perlón, de óptima calidad, pero la había trasportado en la
cajuela del automóvil y algún líquido corrosivo la deterioró. De haber llegado
antes pudo tocarme en turno de descenso y ahora no estaría con esta hermosa
mujer) y dejando en la calle a los empleados porque el turismo internacional,
que es el que viene a estos hoteles, se van para otro rumbo de la ciudad o para
otra ciudad del país o para otro país. Así, se da la situación que unos obreros
arreglan sus cosas y, debido sus acciones, dejan en la calle a otro
trabajadores, el pequeño comercio cierra y todo se lo lleva el diablo.
-Dice que es
cuestión de ética.
-Para no
hablar de moral, que es una palabra que asusta a muchos. Pero la ética estilo
Schopenhauer, no la ética de los libros de autoayuda.
-Cómo está la
de Schopenhauer.
-No le
gustaría oírla.
-Cuente.
-El asunto es que la ética para boy
scout es en la que todos soñamos. Pero es sólo un sueño. La realidad es otra y
por eso soñamos en un mundo mejor. Se premia al niño- lobato cuando hace
la acción buena del día. ¿Por qué se le premia si su obligación de
gente civilizada y culturizada y espiritualizada es hacer buenas
acciones todo el día?
-No sé.
Porque el resto del día hace trampa.
-Así de cruel.
-La respuesta está en la fábrica. En
la fábrica se premia con un bono extra al obrero que cumple con su trabajo.
¿Por qué un bono extra porque haga su trabajo si se le contrata y paga para que
haga su trabajo?
-Dígamelo.
-Porque los dos están haciendo
trampa. El trabajador no cumple como debería y el patrón no paga lo
estipulado por las leyes y además no incluye el premio en el sueldo tabular…
-En todas las universidades del mundo se premia a los eméritos por haber
contribuido al avance de las ciencias y de las humanidades. ¿Por qué se les
premia si por eso se les paga? ¿O no se les pagó lo necesario y un premio bajo
los reflectores y una nota en la gaceta borra la injusticia?
-No lo había pensado así.
-Ni a mí tampoco- agregó Cork.
-Ni a mí tampoco-dijo Mario Campos
Borges.
En la bolsa de la
chamarra Cork podía sentir la segunda nota que Clemencia le había hecho llegar
con Salvador Alonso quien esa tarde arribara, entre cortinas de nieve, a
nuestro valle. Decía: “No podré subir al campamento en la fecha acordada. Más
tarde los alcanzaré”. Clemencia. P. D. “No es que vaya a empezar un retiro de
meditación. Sucede que busco algo que se relaciona con usted. De su niñez. No
como psicóloga sino que lo hago como humilde discípula de Krisna…Propiamente
apunta hacia los días de su nacimiento…Con amor escribo esta nota”.
El otro sonrió:
- En lo que
se entretienen algunas mujeres. En lugar que venga y hagamos historia. Como tú
y Carmen lo hacen, se mete a buscar en mi nacimiento. ¿Qué importancia puede
tener eso? Lo que va a descubrir es que
nací bajo el signo de Ome Tochtli. Y como conoce parte de mi conducta, de esa
manera entenderá que los hombres del Tonalpohuali en verdad sabían leer en las
estrellas el destino de los humanos. Soy de los primeros que llegan a las
fiestas y los últimos que se retiran. Así está escrito en las estrellas.
13
Abraham Set Lamec
poseía desde pequeño la tradición de los graniceros. En un momento de aquel mal
tiempo Cork le dijo:
- ¡Detén la tormenta!
Abraham no contestó. En su rostro había terror.
- ¡Detenla!- repitió aquel
-. Ya ha diluviado durante dos semanas. Es el momento en que los teciuhtlazque adquieren todo su poder. A
partir de aquí las cosechas en los valles bajos pueden malograrse por exceso de
agua y frío. ¡Tú puedes hacerlo! ¡Recuerda que el exceso de agua es lo que te
da la posibilidad de lograrlo!
Abraham
continuó guardando silencio. No se apartó de Cork refugiándose en su tienda.
Por un rato más permaneció en obstinado mutismo. Quería a Cork con una
amistad forjada en las ascensiones a las
montañas que juntos habían emprendido durante años. Pero haber hecho el menor
movimiento, o cualquier somera intención de detener la tempestad, hubiera
significado el regreso a la cultura de sus ancestros. El abandono del credo
religioso al que ahora pertenecía. El regreso del individualismo al grupo. De
la destrucción que anunciaba de puerta en puerta, según decía Armagedón, a la
conservación de la naturaleza enarbolada
y espiritualizada por su grupo original. O bien al cristianismo de la
reconstrucción que se sobrepone a un mundo destruido. Un rato después levantó
la vista.
- Tú eres hombre de
ciencia. No puedes creer en eso.
- ¡No me salgas con
esas! ¡En tu predicación de casa en casa niegas a Darwin y ahora te acuerdas de
mi ciencia. Frente a estos inefables horizontes cordilleranos, es verdad, el
sentimiento tiende a desbordarse. No cuesta trabajo aceptar la existencia del
mundo metafísico. Algunos prefieren
anteponer pensamientos realistas, lo acabamos de escuchar con Carmen.
Así nació y se desarrolló la filosofía. El Humanismo. ¡Y en hora buena! Bien
venido todo lo que enriquezca la discusión. Pero tú has renegado del poder del
granicero que te confirió la tradición...
Abraham tenía su personal punto de vista del
Evangelio. Católico de sincretismo, no de ecumenismo, había sido, no obstante,
un cristiano ortodoxo. Tenía treinta años cuando consideró que valía la pena
vivir la experiencia de un cristianismo liberal. En el principio creía en lo
que le decían los ministros de su nueva iglesia. Después le pareció que ellos tenían serias deficiencias
hermenéuticas. Acabó por creer que cualquier interpretación, que no fuera
propia, era un atentado contra su libertad.
Cork no tenía claro si su amigo hablaba de
religión o de antropología filosófica. Por más que su lenguaje fuera religioso,
era obvio que se inclinaba más a las verdades seculares. Dentro del catolicismo
leía de preferencia el Apocalipsis de San Juan. El libro en el que muchos han creído fundamentar su nestorianismo
antes de pasar al ateísmo. En realidad
su congregación pertenecía al grupo de iglesias del área del nestorianismo. Pero al final tampoco a
ellos les creyó. Aseguraba que no era cosa que la fe precediera al pensamiento
si no que se hacía necesario reflexionar y razonar. ¿Cómo podría ser igual que
los creyentes de hace dos mil años? Ellos creían y luego pensaban. ¿Por qué no
pensar y luego, tal vez, creer? ¿Sería posible que Jesús hubiera hablado solo a
los hombres de su tiempo sin que sus palabras tuvieran valor de trascendencia? ¿O
era que nadie hasta entonces había podido hacer la exacta interpretación de su
mensaje? ¡El lo haría! Quiso ser original ante una educación de repetición.
Desde luego se cuidaría de pasar de la Iglesia al partido político, como
algunos jesuitas lo habían hecho en los últimos siglos. No escuchaba tampoco a
Cork cuando le decía que Teotihuacan y el Calendario se lograron con la
existencia del grupo que conservaba la tradición. Sólo con la tradición se
podrían emprender obras que trascendieran a las generaciones. Buscar la
solución contra el cáncer. Contra el sida. Llegar a la Luna. El Diccionario
Británico...De otra manera se corría el riesgo de no aprovechar la estructura
cultural y científica establecida por los milenios. Había el peligro de regresar al punto antropológico
inicial. Una posición individual de antes del tribalismo. Sería como servirse
del ábaco sin hacer caso de la calculadora de bolsillo. No creerles a los
matemáticos equivaldría a esperar de nuevo cien siglos para descubrir el cero y
la posición numeral de los olmecas. ¡Ellos descubrieron el cero y la posición
numeral y a la vez fueron grandes graniceros!
- ¡Solamente el cielo tiene poder para
detener la lluvia!
- En este caso concreto de la tormenta tú
tienes el mismo poder del cielo.
- ¡Calla, no sea
bárbaro! ¡No digas esas cosas horribles!
Abraham sudaba como si
estuviera bajo los cuarenta grados que el otro le había dicho que hacían en la
isla del Carmen, no entre los quince grados bajo cero de aquel mundo de roca y
hielo. Se tapó los oídos en tanto exclamaba:
- ¡Por el cielo, no
quiero seguir escuchando esas barbaridades!.
Cork hizo otro
intento: -. ¿Prefieres formar parte de los 144,000 pero que las cosechas de tus
hermanos campesinos de Río Frío se echen a perder por exceso de agua?
- Insisto que no
puedes creer que algún humano tenga la
fuerza de poder detener la tormenta.
- Por lo pronto ya se
le puede provocar con medios químicos. Ahora hay que ver cómo o por qué se
detiene al conjuro de los teciuhtlazque.
- ¡Es absurdo!
-En la ciencia nunca
se dice la última palabra y en la fe lo imposible es
posible. Son dos lógicas en diferentes planos pero eso no viene al caso
en este momento. Ahora hay que empezar por el efecto y después buscaremos la
causa. Nos falta encontrar la
explicación pero el hecho está a la vista. Aparecieron los vulcanólogos porque
hay volcanes. Precisamente de estas incógnitas se alimenta la ciencia.
Solamente hay que tener ojo para encontrar dónde está el reto. Uno de los
padres de la geología, como ciencia, dijo que las rocas eran un libro abierto
pero que había que saber leer su mensaje. Hasta hace unos treinta años los
investigadores de la Universidad Nacional encontraron la explicación de un
viejo conocimiento que poseía el pueblo náhuatl. Era que con azúcar no se infectan
las heridas, por más profundas que estas sean. Hace cinco siglo Sahagún
consignó el dato que los mexicas se las curaban con miel de maguey. Así la acción de los teciuhtlazque ha estado a la vista durante milenios. Piensa,
concéntrate. En el pueblo de Eastwick tres mujeres se dan cuenta que uniendo
sus deseos consiguen que se produzca aquello en lo cual pensaron. Inclusive
estas tres brujas llegan a imponerle
sus voluntades a Jack Nicholson, que se supone es el Diablo mismo. Uno de los
primeros deseos que formulan es que en determinado momento llueva sobre ese
poblado para que así se de por terminada la insufrible perorata que, a manera
de desglose sociorreligioso, desarrolla, al parecer de manera interminable, el
ministro del lugar. Tú sabes que en ti no es ninguna fantasía cinematográfica.
De no ser cierto los teciuhtlazque ya
hubieran desaparecido. El pueblo no tolera a los charlatanes más allá de dos o
tres generaciones. La prueba y el error
aquí han sido más que observados. Que no lo sepamos explicar no quiere decir
que no sea realidad. Es otra realidad. Como la del amplio espectro
electromagnético del que sólo podemos ver una reducida rendija…
El sendero que
empezaba en la última calle del lado norte del pueblo y subía de manera abrupta por el terreno muy
empinado, y casi deslavado por la erosión, era azotado en esos momentos por la
tormenta. En esa altura era agua pero en
el lugar elevado del Valle de la Calaveras, en el que habíamos instalado el
campamento, caía nieve en abundancia. La falta de árboles y la precipitación
del agua al no encontrar un suelo habían dejado su huella desoladora por todas
partes. Más arriba el sendero alcanzaba un amplio camino que se abría paso
entre los bosques altos en dirección noroeste. En el sur, es decir, siempre a
espaldas de los montañistas, el espectáculo impresionante y bello de la
Iztaccíhuatl elevando sus cumbres nevadas sobre los bosques de los primeros
planos, parecía algo irreal el día que habíamos emprendido la ascensión. En el
fondo mostrando sus techos de teja roja y sus paredes blancas estaba el pueblo
montarás con sus calles bien alineadas. En él la gente ríe y llora, sufre y
renace la esperanza. Se aman, se poseen. Y acaban angustiándose otra vez por la
suerte de sus cosechas. Porque ahora todo eso estaba perdido en la oscuridad de
las nubes. Los rayos caían iluminando las cortinas de nieve que, impelidos por el ventarrón, iban a estrellarse contra
la pared rocosa arriba de los cuatro mil.
Abraham Set Lamec
creyó lanzar su argumento decisivo, pues la polémica diaria, con la gente que
trataba de llevar a sus redes, lo había hecho un conversador temible y ahora
tendría que servirle tal rutina:
- ¡Tezcatlipoca jamás
hizo un milagro! ¿Por qué quieres que yo lo haga?
- No sabes lo que eso significa frente a
Tezcatlipoca! ¡Cuando a él se le pide algo es precisamente para que nada
cambie, para que deje las cosas como están! Con Cristo es con el que nos
tomamos libertades pidiéndole cada media hora que se haga nuestra voluntad y no
la de Él. Él sabe por qué están así las cosas. Es una mala costumbre que
tenemos en la actualidad de estar pidiendo y pidiendo cosas. Es una muestra de poca fe en el cielo y poca
acción en el suelo. Cuando Jesús pide en Getsemani no es porque en realidad lo
necesitara. Lo hizo para ilustrar esa aberración de estar pidiendo y no dejar
que el plan divino se cumpla con toda libertad. Aceptó el hecho y dijo “Que se
haga tu voluntad”. En el caso de Tezcatlipoca el sólo hecho de no pedirle es
dejar que él se manifieste en toda su potencialidad. Y no olvides que también es
el dios de la guerra y la peste. ¿Eso es
lo que quieres que le pida? Es su naturaleza. Como la de Jesús es el amor. Pero
como somos gentes de los tiempos de la civilización industrial, los ruegos que
se le hacen tienen que ser cuidadosos para no confundir las peticiones y no
incurrir en nuestro sincretismo actual en lugar del ecumenismo. Después de
todo, ¿Por qué estar haciendo caso a ruegos de humanos que se asustan hasta
porque son felices? ¿Qué sabemos los humanos de lo que el cielo quiere? Ya un
hombre de setenta años puede ver que, algo de lo que con tanto afán pedía al
cielo, cuando tenía veinte años, no era más que una niñería. O que muchas de
las cosas que le parecieron desgracias, propias o ajenas, con el tiempo iban
resultando con un significado contrario al que en principio se creía. ¿Cuántos
individuos se cortaron la vida por la
muchacha que no les hizo caso? Si hubieran vivido veinte años juntos
posiblemente hubieran acabado diciéndose las peores injurias frente al juez y
asesorados por sus respectivos abogados.
- ¿Para qué entonces que se quema copal?
- Se rogaba por medio
de la oración del humo de resina que
nada fuera alterado. Que en la siguiente temporada de siembra el agua cayera
como siempre y a su debido tiempo, que el exceso de agua no rebasara ciertos
límites. En cambio se daba poder a los hombres para que cambiaran las cosas
cuando creían que deberían de ser alteradas. En la medida de los humanos, no en
la escala de los dioses. Por algo el pueblo
tiene a sus ministros, diputados y demás para que hagan el trabajo que
se requiere a otra escala de la del presidente... Y Tlaloc tiene a sus
tlaloque. Los teciuhtlazque no pedían sino que hacían. Hacían llover agua,
granizo o dirigían los vientos en la dirección que ellos consideraban que para
allá deberían ir las nubes cargadas de agua. Con Tlaloc no hay intercesores si
no ejecutores. Los tlaloques y los hombres. O bien podían hacer que se
suspendiera la tormenta que ya empezaba a ser perjudicial para la siembra o
para la seguridad de los pueblos. Ríos desbordados, laderas de la montaña que
se vienen abajo. Y ahora ese momento se ha alcanzado. Lo que te pido es que hagas, no que pidas.
Esto mismo sucede con los sacerdotes de las religiones reveladas, que tienen
poder de decisión que les ha sido conferido…Tu eres un sacerdote de Tlaloc.
Yo había escuchado.
Sintiéndome llamado a intervenir en favor de Abraham, dije:
- Creo
que Abraham está en su derecho. Eso no
lo puede aceptar tan de buenas a primeras el pensamiento racional.
- Al menos hay una
forma de comprobar lo de los teciuhtlazque…
- ¿Cómo?
- Platicando con
ellos.
- ¿Dices que aun
existen?
- ¡Por supuesto!
Abraham es uno de ellos. Además en muchas partes se ha conservado esa tradición
y ese poder.
-¿Por ejemplo?
- En algunas cañadas
de la Iztaccíhuatl arriba de Amecameca. También al sur del Popocatepetl.
- Al sur del
Popocatepetl quedan los estados de Morelos, Guerrero y más de quinientos
kilómetros hasta llegar al Océano Pacífico…
- En el flanco sur del
Popocatepetl
- ¿Será posible?
- ¡Es y para allá
vamos!- y agregó en seguida: - Aquí en Río Frío los hay.
- ¿Cómo, quiénes,
dónde?
- Quizá un día
conozcan a algunos de ellos. Esto es posible solamente si ellos lo quieren…Con
frecuencia estas cosas no son tan simples. Dos pueblos de diferente cultura
entran en contacto y se quedan observándose mutuamente. No piensan en las
afinidades o las diferencias que sus poetas pueden tener o las ventajas de sus
médicos y matemáticos. Pero sí en el oro
o los granos de que disponen y en la fuerza para defenderlos o bien con qué
facilidad se les puede embaucar para quitárselos. Casi todos empiezan diciendo
que poseen una cultura y que los otros carecen de ella. Así justifican que ellos en lo sucesivo dirijan su manera de
pensar y vivir. Si no lo aceptan empieza la guerra. Otros de plano evitan
entrar en esas complicaciones pues pueden pensar que, efectivamente, están
tratando con una cultura superior y entonces se acogen al recurso que aquellos
son enviados por Dios para llevarles su mensaje. Esto ya es más sutil pero se
ha utilizado durante siglos en todas partes. Algunos se lo creen y aquellos
entran a tomar posesión de su oro y sus granos sin siquiera haber disparado un
solo tiro. Así se procede frente al pueblo, pero los teciuhtlazque tenían, y tú lo sabes, una preparación distinta...
- ¡Me niego
rotundamente! ¡Eso en estos días...!
- ¿Por qué vivir en el
blanco o el negro cultural - decía Cork al notar el mutismo en el que se había
encerrado el otro después de unos minutos -. ¿Por qué no vivir en la riqueza de
las dos o tres o cien culturas? Recuerdo cuando era niño y Yolo, mi madre, me
llevaba en brazos. Al pasar un puente bajo el cual iba la corriente de agua
ella lanzaba unos granos de sal hacia atrás por encima de su hombro
derecho. Pronunciaba mi nombre y
decía: “¡Ven, no te quedes! ¡Ven, no
te quedes!” era el ritual de la religión de Tlaloc. Mi alma no sería llevada en
ese momento por los tlaloques que habitaba el río. Ahora, de grande, yo
encontraría una delicia hacer lo mismo con mis hijos, cuando estos
llegaran. También les explicaría que el
río además de tlaloques tiene roca cuarcítica que es del tipo metamórfico con
un quimismo silíceo arenoso con componentes tales como cuarzo, mica,
feldespato, minerales pesados… ¿Dónde está el conflicto? También les diría que
no se dejen encerrar en ninguna cabrona cultura teniendo cien o mil culturas
que hay que conocer. De ellas podemos enriquecer nuestra mente y fortalecer
nuestro espíritu…
Para
quitar el mal sabor de boca que había quedado de aquella discusión, les conté
que Carmen me había hecho un relato que describía el pensamiento de Séneca.
Pero ya que ella estaba presente, le pedí que lo dijera.
- Era platónico, y a la vez estoico antiguo-
dijo-. Se trataba de un alma grande que nos ha dejado un legado bello de
reflexiones filosóficas. Con frecuencia son contradictorias pues al escribirlas
no lo hace para leer un discurso pulido, revisado y vuelto a revisar, ante el
senado romano, como consejero del emperador que era de la potencia más fuerte de
su tiempo en aquella parte del planeta. Al escribir se trata de un diálogo
íntimo consigo mismo. Inclemente Nerón perseguidor de los cristianos, que envía
a morir en el hocico de las fieras, pues estos hablan de un cielo que no es el
poblado por los dioses romanos y deben, como Sócrates lo hizo en su tiempo,
pagar con la vida por la misma falta que cometió ante los dioses de la Hélade.
Sin embargo era Séneca, en el plano espiritual. Algunas posiciones de la nueva
religión habían penetrado en su estado de ánimo, como la siguiente: ¿Qué más
puede hacerte el más insolente si persistes en serle benévolo? Pero advierte en
seguida: Nada hay más abominable que la amistad del lobo, evítala por sobre
todas las cosas. Perdónalo pero no le des la espalda. Desde luego que hay un
principio motor, llámese el espiritual de Jung o el puramente de la lívido de
Freud, que es el que mueve al humano y lo explica sirviéndose de la elocuencia,
de la vida y del hombre con estas palabras: Estas tres partes de nosotros
mismos, sin la causa que las mueve y las detiene, no nos son de mayor utilidad
que la lanzadera sin la tejedora. O que la pluma sin el escritor y el látigo
sin el cochero. Moverse físicamente,
nada más moverse sin el movimiento espiritual, vendrían siendo los humanos como
los muñecos de Schopenhauer a los que alguien dio cuerda y pararán hasta cuando
se les acabé la cuerda. Nada más. Por eso se refiere Séneca a los que hablan de
una manera, como la norma de su vida, pero viven haciendo lo contrario, cuando
dice que no se trata en absoluto de disputar sobre lo que debe hacer el hombre
de bien, sino serlo. O cuando habla a
los perdonavidas, de los que está lleno el planeta, y les recuerda que cuando
se dejen llevar por su irritación piensen que la vida humana es momentánea. Que
en breve tiempo estaremos todos yacentes. Cree Séneca en el eterno retorno de
la historia pues asegura que las mismas, de arriba a abajo, de siglo en siglo,
son las revoluciones del mundo. O bien es creyente y legalista al declarar que
no quiere si no seguir la vida recta según la ley, y seguir a Dios que va
derecho. Es en realidad un neoplatónico sin saberlo. Pero también es fatalista
y nos recuerda que un poco más y cerrarás los ojos, y al que te llevó al sepulcro
otro lo llevará. Así pensaba también Marco Aurelio, emperador romano. Tampoco
estuvo ajeno a lo que ahora se llama el pensamiento ecológico y cree que la
naturaleza, que todo lo dispersa y todo lo recobra, habla al hombre ilustrado y modesto. Le dice dame
lo que quieras y llévate lo quieras, pero díselo no con altanería sino por
amistad hacia ella. Marco Aurelio
también es despiadado frente a la vanidad que ves más allá de ciertas coquetas
pero civilizadas actitudes de la juventud y reflexiona si acaso, ¿no estaba en
su destino hacerse primero viejos y viejas y luego morir? Y una vez muertos ¿qué
iban a hacer sus amos? Fetidez todo esto y podredumbre en un saco. Séneca insiste en que pensemos lo tremendamente
relativo que es todo en la vida y qué minúscula parte del tiempo infinito,
insondable, nos ha sido concedida a cada uno. Que en un instante desaparece en
la eternidad. Pero también habla de la
belleza de la vida, la que hay que disfrutar en toda su plenitud. Pero de la
mejor manera, o si se quiere, de la manera más inteligente, cuando dice: como
quién esté muriendo y con sus días terminados, has de consumir el instante que
aun te queda en vivirlo conforme a la naturaleza-hizo una pausa para toma un
trago de café. Luego añadió con tono firme:- Séneca fue de los españoles que en el siglo dieciséis llegaron con la
banda de esclavistas depredadores. Con
el tiempo seguirían a Séneca otros grandes pensadores como Baltasar
Gracián, M. G. Morente, Ortega y Gasset, Santayana…Mirando la cosa fríamente cambiamos
oro por filosofía. A ellos ya se les acabó el oro y a nosotros nos queda la
filosofía que, junto con la nuestra, enriquecen el baúl cultural al que
Cork hacía referencia.
Calor y
luz despedían las estufillas de gas en las que calentábamos el agua para
preparar la sopa y la leche para la cena.
- Mitad
divino y mitad humano- dijo Eduardo Rivera que sacaba cecina para echarla al
fuego -. Los dioses enviaron a Huehueteotl,
el fuego, a la Tierra para que los humanos lo adoraran. Los hombres además lo aprehendieron
para ellos. Para asar cecina. Lo humanizaron. Ya no lo dejaron escapar. Jamás
se entenderá mejor la presencia del fuego si no es dentro de un ambiente helado
como éste. Quiero ser preciso para no revolver las cosas. El dios del Fuego es
Xiuhtecuhtli
Y Huehueteotl es el dios del tiempo, de la
vejez. Pero como a Huehueteotl se le asocia siempre con las cosas de la cocina,
y en su cabeza tiene una especie de
brasero, se cree que es el dios del fuego.
- No se
puede imaginar la cocina de una casa sin el fuego- agregó Mario Campos que,
metido en la bolsa de dormir, solamente sacaba una mano para sostener su
cigarrillo- . Ni un cigarro sin lumbre...
- Ni un
templo sin fuego – dijo Eulalio Rivera que conocía San Juan Chamula en el
camino a Oventic, al noroeste de San Cristóbal de las Casas, Chiapas –.
Las familias esparcidas en el suelo del
templo no empiezan su monólogo frente a la divinidad hasta que han encendido el
fuego de una o muchas velas pequeñas. En el altar cristiano mismo no da
comienzo la celebración de la misa si no hasta después de haberse encendido los
cirios...El mismo pachulí de los vendedores de pasillo, de la Facultad de
Filosofía y Letras, de la Universidad Nacional, no prende si no es por el
fuego. Menos se puede pensar un campamento de alpinistas entre la nieve, sin
fuego y sin luz.
Eulalio
Rivera, escalador de Pachuca, Hidalgo, encendía confortables hogueras en la
Cueva del Muerto, camino al Macizo de las Monjas, cuando pernoctamos en ese
lugar, que es con frecuencia, en nuestro tránsito de las escaladas que
abordamos en el Circo del Crestón.
Cork se
acordó que, en la isla, Clemencia le había dicho lo del fuego relacionado con
el doble nacimiento de Agni.
- El
mundo era primitivo entonces- volvió a decir Eulalio Rivera.
Abraham
se limitó a sentenciar:
- Los
tiempos de antes eran puros. Después empezaron a caer sin detenerse...
- Los
tiempos modernos son mejores. La síntesis de todos los siglos vividos. Cuando
los grandes imperios de la antigüedad europea se derrumbaron vino la reconstrucción
por medio del cristianismo. Sólo que antes había un millón de habitantes en
todo el planeta. Ahora somos...- apunté en tanto pintaba una corteza de árbol
para colocarla en una roca de la cercanía con una flecha que indicaba:”Zona de
defecación”.
Carmen dijo que en muchos aspectos los griegos nos dejaron cien variedades de un mismo tema. Pero se
habla de filósofos antiguos o filósofos modernos... O los escritores, modernos,
escriben cosas que han leído de los autores de tiempos pasados. Pocos aceptan
que hay una línea entre ellos y aquellos.
-Son
como dos temas-agregó Carmen:-Platón y Parménides
que, en realidad, es sólo un tema y se conoce como devenir.
Para
Abraham se sigue añorando el pasado con
sospechosa nostalgia, no obstante el tiempo transcurrido:
- Por
otro lado está la tendencia de una humanidad de oro, después de la cual todo
fue menos. El primitivo calendario mesoamericano era más exacto que el
gregoriano. Los escaladores mexicanos modernos no pueden subir con botas a
través de las finas paredes como lo hacían los escaladores de mediados del siglo veinte...Se habla de los
derechos del hombre conquistados en tiempos civilizados pero que no pueden
compararse de los ya casi arqueológicos enunciados cuando la Revolución Francesa.
Somos los fieles sucesores de aquellos tiempos. Siempre adoleciendo de las
inconformidades de las generaciones. O tal vez todavía existan los iconoclastas
que quieran destruir el presente mundo empezando por derribar sus sólidas bases
de ayer...
El viento
arrojaba con fuerza una cantidad enorme
de gránulos de hielo. En la altura media de la ladera sur habíamos topado,
siguiendo el sendero por donde ascendíamos, los restos de un avión de pasajeros
que se estrellara en ese lugar hacía algunos años. Mario Campos observó en el
primer alto que hicimos y que le permitió recuperar el aliento para poder hablar:
-
Quinientos años más y estos aviones, que
encuentran su fin en las montañas, serán
el material que investiguen los
arqueólogos.
- Serán
los fósiles dentro de quinientos millones de años para los geólogos y los
paleontólogos- dije.
- No
habrá tiempo... Los tiempos están por terminarse- replicó Abraham y citó varios
versículos de la Biblia que daban las características anunciadoras del fin.
Hacia las
tres de la mañana Mario Campos se había levantado a calentar una taza de café. Los otros apenas
dormitábamos. Al fin nos despertamos también. Carmen retomó el tema que el cristianismo apareció, se extendió y se
fijó entre otras cosas porque la gente, en particular los romanos, estaban
hastiados del decaimiento moral que se había apoderado de sus cuadros rectores.
A partir de estos, se filtraba la corrupción hacia abajo, hacia los cuadros
medios de mando. Era la ola de crímenes, despojos y acusaciones falsas en contra
de la gente común y honrada. Los principales personajes se robaban y se mataban entre sí. Dijo que
cuando Pedro y Pablo se presentaron en la capital del mundo de entonces, de
aquella parte del planeta, la gente se entregó a ellos en pocos decenios y a su
mensaje profiláctico moralista y liberador. Las versiones que vemos en las
películas como Calígula, Quo Vadis y otras por el estilo, son apenas como
escenas infantiles de lo que realmente sucedió. No es que ahora se esté
enfocando el pasado pagano desde una óptica cristiana, si no que todo aquel
equilibrio religioso natural de las vestales y las diosas y los dioses de la
fertilidad de los romanos, fue en realidad desbordado por una completa
exageración. Las aberraciones sexuales, de crímenes y de intrigas políticas de
Calígula jamás pudieron compararse con los de su abuelo Tiberio. Este es el
mundo romano que nos relata Tácito. Historiador romano, vivió, según él cuenta,
unos setenta años después de estos sucesos. Entonces los cristianos eran apenas
una secta recientemente desprendida de Jerusalén. Tácito dice de su abuelo
Tiberio que finalmente se precipitó a un abismo de maldades y deshonestidades
cuando, despojado enteramente de la vergüenza y el temor, se fue tras la
corriente de sus propias inclinaciones y naturales apetitos. Tácito era un
romano de la religión romana, no un romano ya de la religión cristiana. No
tenía por qué mentir. Lo normal eran las fiestas rituales. Pero él se refiere a
otra cosa: a la degeneración “desde arriba”. El mundo pagano duró siglos en un
sano equilibrio. Una de las muestras que el pueblo anhelaba un cambio de todo
eso es que en los tiempos a que me estoy refiriendo se extendió la noticia que
se había visto el Ave Fénix, esta vez en tierras de Egipto. Esta ave, según
creían, se dejaba ver una vez cada varios cientos de años. Moría pero antes
depositaba en alguna parte lo necesario para volver a renacer. No era otra cosa
que el anhelo que la gente experimentaba de un cambio de vida. Pero los
dirigentes no sabían escuchar los símbolos. De ahí en parte el enorme éxito de
Pedro y de Pablo. Sin embargo hay otra historia que vale la pena no descuidar.
Era el pleito eterno entre los nobles y los burgueses. En este caso senadores
romanos contra emperadores. La imagen que tenemos de los emperadores se debe a
un modelaje que de ella hicieron los senadores. Misma que ha llegado hasta
nuestros días.
- ¿Cómo
es posible - preguntó Mario Campos -.
Hace siglos que todo eso sucumbió?
- Se acabó esa civilización y el gran imperio.
Los reyes y los señores feudales les sucedieron. Estos, a su vez, se
transformaron en nobles y burgueses. Y continúan con su guerra.
La nieve
caía con violencia adhiriendo su pegajosa masa helada a las telas de las
tiendas. Cork hizo la observación en voz alta que las tierras bajas ya debían
estar cubiertas de nieve. Una semana más de aquel tiempo y, dijo, todas las
cosechas se habrán perdido.
Quedamos
otra vez en silencio en el interior de la tienda. Escuchábamos la fuerza de la
nieve golpear la protección de hule del campamento. Cork recordó que en todo el
país se hacen intentos, y seguramente en este momento se estarán haciendo, de
detener la tormenta.
- Sobre
todo la gente del campo habrá salido ya de procesión o hará desde la ventana de
su habitación que da al exterior, la señal ritual para detener la caída del
agua y de la nieve. Unos lo harán en el ritual mesoamericano, otros en el
cristiano católico romano y otros más en el sincrético. Pero no resultará si no
lo hacen los teciuhtlazque…Desde
luego, un teciuhtlazque que ha sido
ganado por otra religión, ya no lo hará…
* * *
- Somos los individuos
afortunados que, al estar sobre las montañas, vivimos el sueño de millones
de habitantes de la ciudad. Durante toda
su vida han pensado estar en estos parajes pero
jamás lo intentarán - dijo Benito Ramírez en tanto se afanaba por
encender la estufa de gas para calentar el café de la mañana.
En ocasiones, los
individuos permanecen doce horas o más, dentro de sus tiendas de campaña o en
la cueva. Algunos bajan al campamento del Valle de las Calaveras. Apenas una
hora de descenso entre el bosque umbrío y lleno de nieve. Estamos metidos en nuestros slipings, dormidos o dormitando, pero a estas horas no se les menciona, como si ese
tiempo no existiera. En los relatos de la aventura alpina la situación del
sueño - insomnio no aparece. Se trata de una importante parte de cada noche que
se permanece en la montaña, pero no cuenta. Se dormita, aunque hay individuos
que duermen, es decir, roncan, largas horas seguidas. Por lo regular la mayoría
dormita. Despierta, se voltea, se duerme, tal vez platica un poco con otro que
tampoco puede conciliar el sueño. Se duerme, se voltea, se duerme, se
despierta. Aparecen las cuestiones angustiantes de la vida. Se recuerdan
paisajes remotos o agradables, ya casi olvidados de la niñez. Sobre todo los
sueños en la montaña, quién lo creyera, siempre tienen una fuerte presencia
erótica.
En la montaña todo se
conquista, empezando por el montañista. El hombre habrá puesto su pie en la
cima pero al volver al valle llevará marcada su alma con la visión indeleble de
los bosques y sus masas rocosas que emergen de entre los árboles o sobre los
hielos. Si no logró su objetivo volverá una y otra vez a intentarlo. Si alcanzó
la cumbre será apenas el principio de una interminable carrera por los valles y
los glaciares.
Mientras toma de su
taza caliente, un café negro americano humeante, Toci dice que esto está
relacionado con el arte.
El alpinista, entre
tanto, sigue dormitando. Luego ve desde
los bordes interiores de la cueva el incomparable espectáculo de las estrellas,
la luna, el bosque inferior dominado por las montañas nevadas a lo lejos.
Ve el resistente pastizal de los
primeros planos, en los cuatro mil, muy iluminados por Tochtli – Tecuciztecatl, el Sol Nocturno. O
bien la niebla cerrada que cubre otra vez
el bosque y avanza veloz invadiendo las paredes. Después regresan las
imágenes sensuales. Es como un loco rompecabezas el dormitar en la montaña. Uno
se imagina que el duro esfuerzo de la jornada a través del bosque, subiendo por
la ladera nevada o bien a lo largo de la pared rocosa, dejaría al individuo
completamente fuera de este mundo tan pronto como sube el cierre de su bolsa de
dormir. ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo
podría permanecer así un cuerpo que mediante ese esfuerzo precisamente se ha
saneado? Su ritmo cardiaco ha sido puesto a prueba de manera sostenida. Sus
pulmones trabajaron, igual que
potentísima fragua frente al horno del herrero. Sus arterias, medio
tapadas ya por las grasas de tantas comilonas de la ciudad, fueron
atropelladamente invadidas por el torrente sanguíneo, merced a toda una jornada
vigorosa de subir y bajar por pendientes suaves y fuertes. Toda la hipocondría
y superfarmacia fue a dar hasta el fondo del cesto de la basura. Se espera que
ese cuerpo revitalizado de esta manera permanezca quieto, perfectamente
dormido, con la mente en blanco sin registrar pensamientos. Cuando lo que
sucede en realidad es que, llevado por esta euforia biológica, rompe los
candados que había puesto el censor. Sin mayor escándalo parece sacar cosas del
inconsciente, como la lavandera que extrae ropa del fondo del tambo, la pone
con toda naturalidad en la lavadora pero que también encuentra que hay piezas que no tienen por qué estar entre la ropa sucia.
Salvador Alonso medina
nos cuenta que al partir hacia arriba alguien había muerto en Río Frío debido a
una congestión alcohólica. Estaba tirado en la calle Madero. La gente se
arremolinaba en su derredor.
Benito Ramírez: -.
Algún día les contaré cómo con el barro de las vidas perdidas de dos
alcohólicos estadounidenses el cielo armó una herramienta de salvación
increíble. En esta ocasión también se partió de un mundo destruido para empezar
a remontar la pendiente hacia la esperanza. Después de todo, no es gratuito que
en la actualidad el setenta por ciento de la sociedad tecnócrata de Norteamérica crea en Dios y en los
milagros, jure sobre la Biblia y en los billetes mismos de su dinero corriente
haya plasmado la idea que cree en Dios.
Esos alcohólicos estaban convencidos que las ciudades no pueden cambiar antes
que los hombres y empezaron a buscar la salida.
- No tan aprisa con
ideas bellas pero mal experimentadas. Hace años en Suecia el gobierno impuso la
multa de 265 dólares a un donador de esperma. Dos lesbianas vivían juntas y
decidieron que una de ellas debería tener un hijo. Aquí entra el donador de
esperma. La lesbiana tuvo trillizos. Probablemente se asustaron de la
responsabilidad de mantener y educar a tres niños y mejor se separaron. Los
niños quedaron huérfanos de la noche a la mañana. Fue cuando el gobierno se acordó que los
trillizos tenían padre...
A las tres de la
mañana salen las notas musicales del pequeño aparato de Mario Campos que llegan
de la estación radiodifusora desde el sureste:
“Fue un florecer de una leyenda de amor. De tus labios el primer amor
conocí. De la marimba al son te conocí, y al contemplarte fui de la ilusión, el
prisionero que viene a contarte, las penas de su corazón…”
Sabemos que hacia el
oeste un punto rojo se destaca en la noche, más allá de las nubes que arrojan
nieve sobre nuestras tiendas de acampar.
- Es Betelgeuse, de la
constelación de Orión…- dijo Toci-. Curioso lo que dice la gente. También
Shopenhauer personalizaba al planeta Tierra. Hegel lo diviniza, o intentó
hacerlo.
- Cuando cruzábamos
Cork y yo el desierto de Altar- les digo- en invierno, en pleno erg, crecía una bella y delicada
florecita de apenas veinte centímetros de
delgado tallo y sus hojas amarillas se abrían en dirección del sol tibio
de la mañana. Esa era la voluntad de ser a la que se refería el filósofo que
acabas de mencionar. Las dunas cambiantes, el viento que pasa y mueve las
arenas, las sierras desnudas que se desintegran para transformarse en otra
cosa. Están los saguaros que a lo largo
de muchos años van creciendo y desarrollando sus cortezas gruesas especiales
para no dejar escapar la humedad. La planta que crece en círculo que tiene doce
mil años de antigüedad y que ya estaba ahí cuando al hombre le faltaban muchas
centurias para construir su primera ciudad. Y esa florecilla del desierto ya
existía.
Se creería que la
voluntad se manifiesta en el hombre en el afán de batallar y más batallar en subir por la montaña, pero esto no es tan
exacto. Es en el ambiente muelle de la ciudad donde el alpinista libra su más
grande batalla. Sacar la mochila del desván y empezar a arrojar dentro de ella
las cosas necesarias, es el momento de las grandes decisiones. Un día el
montañista ya no alcanzará a reunir la suficiente voluntad de “hacer la
mochila”y ahí acabó todo. Pasarán semanas, meses y después años y el individuo
ya no habrá regresado a sus viejos caminos de la nieve. Todo eso sucede dentro
de la voluntad de ser de este individuo que se llama planeta Tierra. Los
mexicas le llamaban Tlaltecuhtli. Una
deidad despiadada. Cuando había que florecer lo hacía, cuando era preciso morir
lo ejecutaba, pero moría para renacer. Dos horas más tarde aquella florecita
estaba muerta por efecto del sol que se había vuelto demasiado intenso.
Mario Campos: - ¿Qué
caso tiene todo eso? Como El Principito en su planeta de un día que dura
treinta minutos...
- Moría el individuo
pero la especie era inmortal. ¿No es esto lo que persigue Clemencia, Cork?-
pregunté.
- No, creo que no. Ella quiere salvarse sola.
Desear salvar a otro, o al grupo, es
tener ya un deseo. Eso la
perdería. Quiere volver a vivir para estar cada vez más pura. Y al final
perderse en las estrellas. Nosotros, en cambio, serviremos de composta para una
mejor producción. Es un eterno perecer de individuos para alimentar la
descendencia de otros individuos.
- Si me presentas el
acta de nacimiento de Alejandro o de Sócrates o de Calígula o de Nezahualcoyotl,
yo me comprometo a presentarte el acta de nacimiento de Jesús - dijo Benito a
Abraham en el otro extremo de la tienda.
- ¿Están en plena
labor de ministerio público? - preguntó José Méndez y agregó: -¿A cuál Jesús se
refieren?
-A Jesucristo. Abraham
dice que no existió. Que a trescientos años de haber empezado el movimiento
cristiano, hasta entonces Constantino inventó la figura de Jesucristo. Le digo
que hay que leer trabajos de historiadores, no de escritores de partido, que se
hacen pasar por historiadores.
Volvió a pensar en la
muchacha que pedía en las calles de Amecameca y que llenaría este mundo de niños.
Por encima de su cabeza un enorme anuncio luminoso dominaba la plaza principal.
Decía que el viejo sistemas de la medicina social era cosa del pasado. Lo
moderno era la medicina particular.
Cork también pensaba en Clemencia que se la
pasaba mirando hacia la luz y cantando Hare Krisna. Y otra vez mirando hacia las estrellas. Y que
lo más probable era que no dejara descendencia alguna. Iba a comentar que, después de todo, todo
estaba claro, nada complicado, pero los otros dormían de nuevo perdidos en sus bolsas de plumas de pecho de
ganso. Entre tanto un viento fuerte
golpeaba las tiendas de delgada pero resistente tela color naranja.
Carmen se fijó en Cork
que en ese momento estaba de perfil sirviéndose una taza de café medio
sepultado en su sleeping. Me comentó
que se acordó de Henry Pulling, un personaje de Graham Greene.
-¿Qué tiene de
particular Pulling.
-Que “nunca tuvo que
hacer el menor esfuerzo para conquistar a una mujer”- y agregó-. La loca de mi
prima Clemencia es una pendeja…
También pensó en que
la soledad de la cumbre Tlaloc estriba en que en algunos lugares, de los
pueblos a la redonda, cuentan con sacerdotes, graniceros teciuhtlazque que hagan llover, pero esos pueblos ya no tienen
profetas. Los teciuhtlazque conservan
el rito pero los profetas rectifican las
desviaciones de los propios y penetran en las conciencias de los hombres de
otras creencias o que carecen de ellas. La moderna profecía epistémica, la
verdad de los antropólogos, es precavida por naturaleza. Es un bastión frente a
la destrucción sin regreso. Pero a ella no le está permitida la fiebre
religiosa que atropella y conquista a los pueblos. Pueden registra que en los momoztli, altares de las cumbres de las
montañas, se depositaban los ídolos de masa a manera de ofrenda, pero no pueden
hacer momoztli.
Mucho tiempo después
escuché a Cork que decía:
- Clemencia se iba
deteniendo brevemente frente a los cuadros en la exposición permanente del
Museo Nacional de Arte, y después seguía. Pero noté que en otros se plantaba
frente al retrato y parecía perder la noción del tiempo. Yo trataba de
descifrar qué era lo que la atraía. En el Retrato de la Señora Elisa de Gutiérrez
Roldán, la hermosa y distinguida mujer, perdía su mirada en el horizonte. En el
fondo los grandes bancos de nubes blancas hacían una revolución sobre las
montañas volcánicas del Dr. Atl. Al pasar frente al retrato pintado por Agustín
Lazo, y cuyo título tenía: “Cabeza de joven”,
me dijo: “Así era usted en una época muy remota a esta”.
- ¿Y?
- Le preguntaba cosas
con las que estaba familiarizado y ella me respondía sin titubear. Por ejemplo
un día le dije que en la capital había existido un salón de baile que se
llamaba “Salón México” y de inmediato me contestó “Y también se llamaba “El
Marro”. Estaba en la calle Pensador Mexicano, cerca del Eje Central, que
entonces era Niño Perdido, por la plaza de Aquiles Serdán. Los de Tepito eran
los que le llamaban “El Marro”. En otra ocasión inquiría sobre la vida política
mexicana a lo largo de los últimos siglos,
a lo que respondió: “El 13 de mayo de 1822 se polemizaba por el diputado
Odoardo, a lo largo de una asamblea del recientemente país independiente de España, la posibilidad de conservar el
ejercito permanente y también de aumentarlo pues había temores de otra invasión
del extranjero. Pero ahora no por el lado de Veracruz si no desde el
norte. O que se intentara una reconquista
por parte de España, pero se decidió al final por un ejército mexicano reducido
profesional, pero más bien con miras improvisadas ya que incluían la leva. Esto era lo que lo
hacía endeble ya que ésta manera de
reclutamiento, falto de toda ideología y muchas veces falto de paga (con frecuencia
los hacían entrar en combate antes de la paga con el objeto de que al regreso
fueran menos, descontando los muertos, a los que ya no tendrían que pagar), pensaba más en el botín a costa del
pueblo indefenso que en protegerlo. Y por si fuera poco, la parte que podía
considerarse como profesional unas veces tenía que defender, quisieran o no, el
punto de vista del grupo en el poder. Esto con duración de unos meses,
cambiaba, cambiando con ello también los intereses y la ideología, y ya nadie
sabía a quién tenían qué defender o contra quién tenían qué disparar…Yo la
hubiera querido besar, tomar, hacer historia. Pero ella siempre decía que todo
eso, y más, ya lo habíamos hecho, en otra historia. Que era por aquella
historia tan escandalosa por la que ella seguía aquí muriendo y volviendo a
nacer. Restándole karmas a su historia global. Pero que yo, bueno, cada vez
tenía más karmas y que eso le producía a ella angustia al ver que nos
separábamos y que si bien vamos en la misma dirección era en el sentido que un
automóvil y un avión pueden hacerlo. Pero que en otras épocas ( creo que quería
decir vidas) nuestra pasión había sido tan violenta que para ella era imposible
dejar de buscarme cada vez que tenía otra oportunidad de volver a vivir, pero
que tenía que ser así …Para no volver a aumentar su lista de faltas que
retrasaran ese encuentro con la Gran Luz. Decía que solamente la mirara.
Así que… ¿solamente visual?
- Sí. Y aun así ya era
pisar, para ella, terreno peligroso porque. ¿Qué crees? Ella ha recibido la
enseñanza que aun la vista es una especie de órgano que hace contacto con lo
que se quiere ver y tal cosa implica eso, hacer contacto…
* * *
José Méndez, luego de quitarse las botas y dejarlas bajo
el cierre de la entrada, para no introducir nieve a la tienda, recibió la taza
de café caliente que yo le alargaba en ese momento.
- ¿Cómo dices que se llama esta mujer?-pregunté.
- Clemencia
Carmen empezó a hablar de algo que nos pareció
interesante:
- Me acuerdo de una
mujer de la antigua Grecia llamada Xantipa. Era un ama de casa normal
para su tiempo y lugar. Tal vez no supiera leer ni escribir. Se cree que lo más
probable es que fuese ignorante de muchas cosas del mundo. Y un poco regañona
por añadidura. Esta fue la compañera, ideal, de un hombre que iba a ayudar que
en la humanidad se produjera un pensador excepcional. Xantipa no era una
mística como Clemencia, sino una mujer como todas.
Al decir esto miró a Cork y en seguida hizo la reflexión
que era un poco extraño que en estos tiempos no se hubiera descubierto la
figura de Xantipa. Con toda la importancia que tiene en el desarrollo de las
ideas. Para los hombres puede ser la figura de antiheroina, pero para las
mujeres debería de ocupar un lugar especial. Sin embargo hasta la fecha la
literatura de las mujeres no la ha localizado.
A lo mejor el filósofo fue el que ayudó a que Xantipa
fuera como nos dice la historia. Biliosa y pronto a estallar en pleito contra
su compañero. Este era muy dado a
platicar con todo el que se encontrara en la calle. Se le iba el tiempo y de
ahí que no atendiera las necesidades del hogar, como era debido. Entonces venía
el pleito y Xantipa empezaba a gritar y reprochar. Para eludir tan terrible
situación el filósofo salía de casa y otra vez a platicar con sus amigos.
Y cuando Xantipa iba a la plaza a comprar el mandado y
veía que no podía adquirir gran cosa, entonces volvía a pensar con furia en su
platicador marido.
Toci conocía la historia y agregó:
- Xantipa tampoco
tenía madera de mujer mormona. Se había vuelto biliosa debido seguramente a la
presencia de Mirto, la segunda esposa del filósofo. A dos mil quinientos años
de distancia no sabemos con exactitud si Mirto apareció en escena después de la
muerte de Xantipa o fueron “paralelas” en el tiempo. Porque la intensidad de
los conflictos como se daban entre ellos debió de haber tenido un elemento más
allá de la incapacidad monetaria del filósofo.
- Tienes razón. Se enojaba tanto esta mujer, gritaba y
despotricaba, que en cierta ocasión Alcibíades, un joven general que conocía al
matrimonio, dijo: ”La gruñona Xantipa es insoportable”. Desde luego no es exagerado decir que mucho de la obra de
Sócrates, le corresponde a Xantipa. De otra manera Sócrates hubiera sido un
escultor sin modelo, un sacerdote sin pecador, un dentista sin dientes a la
vista o un geólogo sin planeta.
Toci volvió a intervenir:
- Aunque tampoco Xantipa era el bicho raro que el
filósofo hubiera puesto bajo el microscopio. Nadie le entrega su amor ni
viviría la rutina de los días y los años con un bicho. Xantipa era su
compañera.
- El corolario de
esta historia es que, resulta difícil en extremo, para un hombre, saber
comprender la neurosis de la compañera. Ni aun si es filósofo. Debes de tenerlo
presente, ¿he Cork? Si es que vuelves a ver a Clemencia.
- Pues no
sé si ésta que conocí en la isla del Carmen sea neurótica como Xantipa, pero
estoy seguro que es una hechicera.
- ¡Es una
bruja medieval!- gritó Toci.
José
Méndez volvió a salir hacia las tres de la mañana, ahora a reajustar los
tirantes de las tiendas que, eran algunas del tipo “india”. El impacto del viento los
había ido aflojando, haciendo que las paredes de las tiendas, por el peso de la
nieve, se fueran aproximando a los
rostros de los que permanecíamos dentro de sus sacos de dormir. Como los otros
dormían, yo lo acompañé. Solamente tres de las tiendas eran del tipo iglú y su
estructura de varillas cruzadas estaba
lejos de presentar semejante contingencia que las del tipo indio con soportes
en cada extremo. Los dos medios arcos de las delgadas varillas de bambú
soportaban bien el gran peso de la nieve que pudiera alojarse en su esférico
techo.
La nieve se arremolinaba en derredor de
las casas, si bien la doble protección
de la delgada tela ahulada no permitía que las tiendas fueran alcanzadas por el
hielo. Debíamos inclinarnos para cortar el embate de la tempestad en tanto
trabajábamos estirando las cuerdas. El relámpago iluminaba en dirección del
sur. Las elevadas cumbres volcánicas permanecían ocultas entre la noche y la
niebla cerrada que nos arrojaba el huracán. La oscuridad era tal que uno tenía que sostener la lámpara en
tanto que el otro ejecutaba las maniobras con las cuerdas. De vez en cuando era
necesario frotarse las manos para desterrar de ellas el frío que empezaba a
paralizarlas.
- ¡Prepara la cámara para tomar una
foto del campamento en estas malditas condiciones! - grité a José. No me hizo
caso. Regresamos al interior de la tienda - comedor. Entre tanto Eduardo Rivera
se había levantado a encender la estufa. Cuando hubimos sacudido la nieve que,
traíamos pegada al cuerpo, y dejado las botas a la entrada, nos ofreció una
taza de chocolate.
El radio receptor de José Méndez es del
tamaño de una caja de cerillos. Alimentado por una pequeña batería plana y
redonda de las que usan los exposímetros de las cámaras fotográficas. Se
escuchaban las notas de una alegre melodía norteamericana. El tema musical de una película. Eulalio Rivera
dice que en un país lejano como México y en una época distante en el que había
nacido esta música, debiera de habernos
parecido tan extraña como una flor de invernadero. Pero gustaba. Indio, europeo y negro aquella música “blanca”
gustaba al mexicano ¿Era para los mexicanos una posición de protesta o de
resignación? Toci se alzó de hombros. ¿Qué le diría la lectura del Popol Vuh a
un negro? El jazz para los mexicanos era algo complicado, alegre, espiritual y
mundano. Es algo que se queda fijo en su alma. ¿Pero qué le dirá el
Popol Vuh a un negro o a una cara pálida?
- El negro es inquieto y cambiante-
apuntó Carmen-. Medio siglo después el mexicano querrá seguir reproduciendo el
jazz tal como lo ha escuchado este día.
En cambio el negro sabe que su esencia es la improvisación, no la repetición.
Pero la repetición por siglos de las tradiciones mexicanas funciona también en
la música. Para llegar a su calendario debieron conocer las repeticiones
milenarias. Sin el hábito no hay nada estable, escribió Hegel
- ¿Quizá esa encantadora melodía no sea del todo blanca?
- ¿Volver
a Empezar? Es más blanca que la nieve, no nos vengas con cuentos.
Después de “Volver a Empezar”
escuchamos que Puebla, Veracruz, Hidalgo
y Tabasco, han sido afectados por lluvias torrenciales. En esa región del
sureste se han registrado ya, en sólo cuatro días, cuatrocientos mil
damnificados. Setenta y dos mil personas han perdido sus casas, arrastradas por
el torrente y ahora viven en seiscientos campamentos que los gobiernos estatales
han organizado para ese efecto. Cork se echa un trago de café y dice con tono
amargo:
- Nadie toma en cuenta los registros
naturales de las anteriores inundaciones. O temblores. Veintiocho minutos
bastaron a la falla de San Andrés para destrozar a San Francisco en 1906.Y
volvieron a levantar a San Francisco en el mismo lugar. De la misma manera
volverán en el sureste mexicano a
levantar sus poblados donde antes estaban. Lo mismo hará en Florida. En diez
años, a lo sumo, asistiremos a la repetición de la misma película de
destrucción y llanto por el torrente. Después volverán a reconstruir en el
mismo lugar. Luego les cuento de la región del Chichonal. Es un lugar en el que
trabajan los geólogos, los arqueólogos, los historiadores y lo cronistas. Y, al
igual que en Troya, hay vestigios de poblaciones nuevas encima de las anteriores edificaciones. Sobra
decir que la última población está sobre la primera población de hace miles de
años. Yo me dedico a tratar de entender a la naturaleza. Otros intentarán
controlarla. Esa ya no será mi responsabilidad. El abismo tiene su atracción.
Clemencia habla del Kali Yuga como Abraham del Armagedón. Siempre es un ciclo
de oscuridad. Como el mundo destruido sin remedio de Hegel. Esto dice el
trotacalles de Coyoacán.
- ¡El
hombre hace su destino!- dije -. Tiene libertad para ello. Aunque con
frecuencia el destino que le ofrecían las estrellas era mucho mejor. Los miles
de seres humanos que este día llenan las cárceles del mundo entenderán mejor
que nadie lo que les acabo de decir. El estilo de vida que les ofrecía la
lógica de la sociedad era distinto al que ellos escogieron echando mano de su
libertad.
Cork nos
contaba que en el pueblo del desierto al que él pertenecía, el hombre vivía con
la mujer, que era su pareja, un día a la vez. Cada día debía de tener su
atractivo. No era como el de ayer o mañana como el de hoy. Si estaba ahí la
mujer era porque quería estar. Como si la unión tuviera una vigencia de 24
horas. Quería vivir otro día con él, pero no era propiedad de él ni había
promesa de vivir juntos a perpetuidad. Si llegaba el otro día y ella ya no estaba ( o bien había cerrado la
puerta para que el marido no entrara), todo había terminado. Prolongar por
convencionalismos sociales, practicando el tutile
gamuchi, aquella situación, exponía a la pareja a las enfermedades
venéreas... Así pues, ambos tenían que
procurar el control de sus emociones, sus decepciones y la tentación de
intentarlo de nuevo. De otra manera era mejor marcharse.
- ¿Qué
diablos es eso de tutile gamuchi?
-
Intercambio de mujeres entre matrimonios.
-
¡Increíble! - exclamó Benito Ramírez.
-¿Crees? Me parece que no hay mucha diferencia con lo
que sucede en las ciudades occidentalizadas…En fin, en realidad no hay por qué
empeñarse en el drama conyugal. Después de todo, el mundo está lleno de mujeres
y de hombres que con las mejores intenciones andan en busca de formar una
pareja. Varios miles de años antes que llegara el hombre blanco a Veracruz,
ellos ya había construido hermosos edificios dedicados al Sol. Y estas
intenciones son las que prevalecen, de otra manera ese grupo ya hubiera
desaparecido hace centenares de años. Pero si pudo sobrevivir, con esas
costumbres, a los tres siglos de la colonia y al caos político pos
independentista que asolaba los pueblos para quedarse con sus tierras,
seguramente podrá seguir viviendo. Y respecto de lo que dijo Platón que después
repitieron Fichte, Napoleón y D. H. Lawrence, de que al hijo se le educa veinte
años antes de que de nazca, no te preocupes, la mujer ha hecho de su sociedad
una estructura social que cuida los detalles en ese respecto. Seguramente el
padre Chinchachoma nunca encontró niños navajos abandonados durmiendo bajo los
puentes del metro Taxqueña...Pero no hay que restarle importancia a lo que
Guillermo dice...Habrá que traer a los niños a que suban las montañas...
José
Méndez estaba casi helado. Tomó dos grandes sorbos de la reconfortante
bebida. Luego le oímos decir:
- El
hombre escoge su destino como lo hace frente al médico. En el sentido de
creerle y seguir el tratamiento prescrito, o ignorarlo. Hasta los ángeles en el
cielo hicieron una revolución porque disponían de esa libertad para hacerla, si
querían. Adán se solidarizó con aquella mujer de la manzana y escogió su
destino al desobedecer los preceptos del Espíritu del Edén. Muchos están este día estudiando en los seminarios
religiosos por voluntad propia. Otros también por voluntad propia abarrotan las
celdas de las cárceles. Otros más están sentados en las aulas de la
universidad.
-
Otros tomando cerveza - escuchamos decir a Cork que acaba
de sacar de nuevo la cabeza de entre las plumas de su bolsa de dormir
14
El día anterior
habíamos acampado en Llano Chico. Ahí donde las estribaciones nornoroeste de la Iztaccíhuatl y una cumbre
secundaria del cerro Chalchimilpas casi cierran la entrada a Llano Grande. Estábamos en los tres mil
seiscientos. Nuestro organismo se encontraba tan bien adaptado a las cotas
elevadas que nos desplazábamos como si estuviéramos en la ciudad de México. El
Sol era intenso y el cielo mostraba un azul impresionante haciendo contraste
con los bosques muy verdes. Después de lo que vivimos en las semanas
anteriores aquellas condiciones
atmosféricas las apreciábamos en toda su intensidad. Cada quien tenía su tienda
y en el centro habíamos colocado la tienda comedor. Cerca de ella, se procuraba mantener viva una buena
fogata. La nieve cubría las montañas y parte de nuestro valle. Caminábamos solamente cincuenta metros para
tener nieve en abundancia para fundir y preparar los alimentos. Sabíamos que
aquella agua carecía casi todavía de minerales.
Debido a eso cada uno del grupo
llevaba cantidades suficientes de pequeños sobres de suero oral para bebe, al menos
un litro de ellos cada día.
A petición nuestra, en
tanto veíamos como se fundía la nieve en la olla para luego preparar el café,
Carmen nos platicaba de Jasper. Considerado, junto con Heidegger, su
contemporáneo, de los filósofos alemanes
destacados de mediados del siglo veinte. Se le tiene como uno de los
inspiradores de los movimientos existencialistas de la época. Los tirajes de
sus libros rebasaban el millón de ejemplares. Sus obras se han traducido a más
de 20 idiomas. Varias Fundaciones culturales en el planeta llevan su
nombre. Fue psiquiatra de profesión y en ese terreno tiene un lugar reconocido.
-Sin embargo es
incoherente en su filosofía-dice-. Contiene hipótesis que con frecuencia se
contradicen. Cuando Nietzsche dice que Dios ha muerto, mil páginas más adelante
sigue diciendo que Dios ha muerto. San Agustín asegura que Dios existe y mil
páginas más adelante sigue diciendo que Dios existe. Con Jasper no sucede así.
Sobre todo se ve que se le dificultó, sin lograrlo nunca, llegar a niveles
dialécticos en algunos temas que trató. Por ejemplo, entre el nihilismo y el
totalitarismo está la acción de los partidos políticos. Entre el catolicismo y
el comunismo marxista se encuentra la teología de la liberación, etc. El no vio de esta manera las cosas.
Ciertamente sus
asuntos son de la filosofía de todos los siglos, y también se avoca a las
cuestiones políticas que le tocó vivir en su tiempo, que fueron los contradictorios días de las dos guerras
mundiales. Pero siempre salta a la vista la imposibilidad que tuvo para
conciliar las cosas. Creía en los opuestos pero no pudo temperarlos, como sí
había hecho Aristóteles hace más de dos mil años. El hombre tiene que ser libre
y para ello, decía, deberá moverse en los temas de la filosofía racionalista. Y
sin embargo, también creía en Dios: No hablamos contra Dios, sino contra la
pretensión humana de representar a Dios, Aristóteles fue el primero que lo
dijo. Es decir que creía en el Dios escondido pero no en el Dios revelado, dice
Kurt Salamun, uno de sus biógrafos.
Desde luego no quiere
saber nada de los sacerdotes. Pero sí acepta en religión ese “espacio
temporal”, al que califica de “época axial”, de la humanidad que va del 800 al
200 a. C. En este tiempo florecen las
religiones de China, la India, Irán, Israel y Grecia. Todas estas religiones
tuvieron sus sacerdotes. Jasper acepta tácitamente a los sacerdotes del
doscientos “para allá”, pero no a los sacerdotes del doscientos “para acá”. Creía en la libertad política,
para el individuo, pero desacreditaba el parlamentarismo de los partidos
políticos. Era tan nihilista e individualista, como un Zaratustra y, no
obstante, decía, la existencia es “una
lucha amorosa, porque no filosofamos a partir de la soledad sino de la
comunicación recíproca, del trato social”, esto lo dice Ernest F. Sauer, otro
de sus biógrafos. Defendía la libertad irrestricta de la persona y, sin
embargo, llegó un tiempo, en 1931, en que creía que era necesario un Führer al
frente de toda la estructura del gobierno. Cuando el nacionalsocialismo enseñó
a Europa, y al mundo, lo que era un Führer, Jasper siguió creyendo en el hombre
fuerte pero ahora matizado por la figura del “estadista razonable controlado
por el mayor número de ciudadanos”.
Entre sus autores
favoritos se encuentran Kant, Kierkegaard, Max Weber, Spinoza, Plotino, El
Cusano, Bruno, Schelling, Nietzsche, Goethe, Hegel, San Agustín. Al leer
su obra podría uno asegurar que es un libertario y, sin embargo, como
les digo, tiene influencias fuertes de Plotino, el último neoplatónico pagano.
En todo este abanico, tan amplio de temas y puntos de vista de cada tema,
Jasper necesita un criterio dialéctico, pero sigue sin encontrarlo. Bajo la
influencia de tan importantes pensadores sus temas van a ser necesariamente de
calidad, pero irreconciliables.
-De los que conocen su
obra-dijo Toci que también conocía a Jasper-, no falta quién se pregunte cómo,
con tantas contradicciones, llegó a ocupar un lugar distinguido (aunque no al
grado de Heidegger) en el campo de los pensadores europeos, sobre todo los
alemanes.
- Pues tal
circunstancia se ha buscado en los temas tanto filosóficos como políticos que
aborda. Sin embargo, la respuesta puede encontrarse más bien en los tiempos tan
contradictorios que le tocó vivir. Después de la segunda guerra mundial la gran
figura que había sido Nietzsche, en las dos
décadas anteriores, en el terreno de la filosofía, asociada de alguna
manera al nazismo (igual sucedería con Wagner en el terreno de la música), se
le buscaba ahora dejar de lado. Era, pues, necesaria, otra gran figura para la
filosofía de posguerra. Bueno, ahí estaba Heidegger, de manera indiscutible.
Pero por lo visto la gente “de occidente”
necesitaba más. La época volvía a ser de contradicciones, pero eran
contradicciones diferentes a la de la década anterior. Cuando se empezó a
conocer la obra del filósofo, no se encontraron en ella soluciones, pero
sí contradicciones. De alguna manera
hubo reflejo en un mundo contradictorio
y así surgió el fenómeno Jasper.
Más tarde Cork está casi
perdido leyendo un libro, tirado en la hamaca que ha amarrado de los arboles,
bajo los tiernos rayos del sol, teniendo como fondo la Cabeza nevada de la
Iztaccihuatl, en dirección al adoratorio tolteca de El Solitario, bajo la aguja
del mismo nombre.
-¿Qué lees-le preguntó
Carmen.
-Una novela.
-¿Quién es el autor?
-Faulkner.
-¿De qué trata?
-De unos que van a
emprender un viaje por barco pero no pueden empezar porque a la maquina se le
perdió un tornillo…
-¿Y?
-Al final desisten
porque no encontraron el tornillo…
Permanece una noche
dentro de una tienda de campaña requiere cierta voluntad y costumbre y fe en
que habrá un nuevo amanecer. Permanecer días y semanas, ni siquiera un monje
tibetano lo lograría. Aun durmiendo varios en
la tienda-comedor, el amodorramiento es el que predomina. Alguien
contará algo o dirá un chiste, pero luego vuelve el silencio. En el valle no se
puede tener idea de esta situación tan especial. Se encontraría que no es
extraño que cualquier cosa que ahí se diga ayuda. La bobería más boba llena un
minuto que de otra manera parecería una hora. Solamente una situación obligada,
como estar preso en una celda, puede dar idea de lo inmensurablemente lento que
pasa el tiempo y con frecuencia uno se pregunta si el tiempo se habrá detenido.
Escuchamos a Carmen
que buscaba en su minipantalla:
-Empiezo: La canciller
alemana Ángela Merkel, examina su teléfono celular, en una reunión con otros
políticos, en Bruselas, donde se discutirá la labor de espionaje que el
gobierno de Estados Unidos ha realizado en países del mundo.
Toci: Brasil pretende
proteger los datos de ciudadanos y empresas
y Dilma Rousseff, su presidenta, propone un foro mundial para
reglamentar Internet ante el espionaje.
Juan Medina: Por medio
de la química orgánica científicos de la Universidad Nacional analizaron el
barro del sitio arqueológico La Joya de San Martín Garabato, en el Municipio de
Medellín de Bravo, cerca del Puerto de Veracruz, y pudieron identificar las
sustancias que hace más de mil años usaron sus habitantes para construir
sus pirámides. Lo que les llama la
atención es que durante este largo tiempo las lluvias no destruyeron el barro.
Mario Campos- Paso.
Eulalio Rivera: La
economía china da señales de renovada
vitalidad al alzar el consumo al 7,8%...
Cork:
En estos tiempos de penuria se pregunta medio mundo qué podría enseñar
Santayana con su escepticismo y su amable ironía. Hay penuria y relajación
precisamente porque falta Santayana. En estos tiempos en los cuales escritores
y filósofos andar trepados en el “carro de la institucionalidad”, que se tiene
más a la mano…”vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”, dice un viejo
refrán mexicano. Su nombre
completo es Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana y Borrás, más
conocido como George Santayana.
Nació en Madrid el 16 de diciembre de 1863. Fue un filósofo, ensayista, poeta y novelista
hispano-estadounidense. Con ser
ciudadano español, Santayana creció y se formó en Estados Unidos. A los 48 años
dejó de enseñar en la universidad de Harvard. Escribió sus obras en inglés, y
es considerado un hombre de letras estadounidense. Está enterrado en el panteón
de Roma. A él pertenece la cita: «Aquellos que no recuerdan el pasado, están
condenados a repetirlo».
Yo:
La canela ayuda a metabolizar el azúcar y asimilar los triglicéridos y el
colesterol y favorece la correcta
digestión de los alimentos…
Más tarde, durante la
cena, Carmen nos contó una de misterio:
Kant, Schopenhauer, -Bakunin, Marx, Nietzsche...por orden de aparición.
Representantes del pensamiento humanista. De ahí mil variantes del razonamiento
práctico. Y, sin embargo, esa misma cultura, la occidental, cree en el Hombre
Lobo.
Recientemente Jack
Nicholson protagonizó el film “Lobo”. Se mueve en el mundo moderno de Estados
unidos. Actuación que corresponde a este destacado artista. Todos recordamos el
montón de filmes que se han rodado y exhibido con ese tema desde hace mucho
tiempo. Algunos logrados, que se podían ver, otros, de plano “churros”
insufribles. Hasta el cine mexicano le ha entrado al tema. Aquí de plano hay
que guardarse los comentarios.
Pero no se trata de
ninguna puntada que haya inventado la
industria cinematográfica. Lo que quiero comentarles es que ya en El Satiricón, de Petronio, aparece el
tema del Hombre Lobo con todos los elementos de las películas mencionadas.
Sería más preciso decir que el trabajo de Petronio ha servido de base a la
industria cinematográfica. Petronio, se recordará, fue contemporáneo de Nerón,
el famoso emperador romano. Estamos hablando, entonces, de 2 mil años. Se trata
de un relato acabado. Tiene todos los visos de cosa verdadera. Esto hace pensar
que el origen de tal leyenda se pierde en la historia. Y no sería
exagerado creer que arranca del mismo
panorama paleontológico.
“Cayo Petronio, elegante poeta del estoicismo,
ofrece el siguiente relato: dos amigos se dirigen a la casa de una familia
conocida. El camino los lleva a tener que atravesar por un cementerio. Uno de
ellos, se detiene un poco. Cuando el otro voltea ve que su compañero “...formó
un círculo de orina en derredor de su ropa y al instante se convirtió en lobo.
No os creáis que os gasto una broma; yo no diría una mentira por todo el oro
del mundo...Cuando se hubo transformado en lobo empezó a aullar y desapareció
en el bosque”. Más adelante llega al lugar que ambos se dirigían, le dicen que
un lobo había atacado la noche anterior a los animales del corral de la casa,
alguien lo enfrenta y el amigo apareció
herido, el médico lo atiende y el otro concluye que se trataba de la
transformación que él había presenciado...
“Como se ve, el asunto
es parecido a nuestra creencia del nagual. Es decir, un humano que se
transforma en fiera. El principio y la finalidad de ambas metamorfosis
difieren, pero los rasgos generales del asunto se parecen. Nuestros humanos -
naguales - coyotes (hombres y mujeres) aun existen, no lejos del Distrito
Federal. Se dice que tienen una transformación mediante un intenso proceso
mental hasta alcanzar los mundos de la metafísica. Su finalidad es tratar de
remediar algún entuerto que padece la gente. En el caso del Hombre Lobo, de los
occidentales, se trata de una transformación bestial que tiende a seguir
instintos animales sin otro fin que matar y devorar, como corresponde a un
lobo. Si hay metáfora de reste relato, es recordar el submundo instintivo que
llevamos a cuestas. En especial cuando hay luna llena, etc.
“Cuando Nicholson
siente que la mordida que le dio aquel lobo, en la carretera, empieza a
transformarlo, acude a la ciencia médica. Esta acaba por remitirlo con una
especie de sahaman blanco. Doctor y toda la cosa pero que pronto se ve que
tampoco va a poder hacer algo. Ante la incredulidad y desconcierto del mordido,
el doctor ofrece una frase interesante: “Hace apenas 25 mil años que dejamos la
jungla”. Muy científicos, muy racionalistas, muy espirituales, pero el paquete
antropológico supervive en alguna parte de nuestro ser. Tan sólo hace 5 mil
años se inventó la rueda, la ciudad más antigua no tiene más de 10 mil años,
sigue la edad de piedra y, entre tanto, la selva...
“La película
“Lobo” tiene un final feliz pero original. No es como el monstruo
Frankstein que se pierde en las soledades árticas exigiendo a su creador, el
doctor Frankstein, que le haga una compañera como él. Tampoco es como Drácula que vive solo en los fríos castillos
balcánicos a través de los siglos. Nicholson ya no puede volver a su forma de
humano y adquiere definitivamente el aspecto y la naturaleza de lobo. Pero tras
él va una güera, hermosa y decidida, que
lo ama y que buscó, a través del contacto sexual con el Hombre Lobo, volverse
loba. Y como el instinto y el amor van
más allá de mucha cosas, ella también se interna en el bosque buscando a
su lobo Nicholson.
Toci contó algo
también relacionado con cuestiones metafísicas. Lo había leído en Goethe pero
ahora se refirió al relato que del mismo asunto hace Santayana.
-¿Santayana?-pregunto
Mario Campos y agregó:-Me suena como a alguien del ambiente rocanrolero.
-Nada de eso-dijo
Toci-.Se trata de uno de los grandes pensadores españoles del siglo veinte.
Para ser preciso es español, nació en Estados Unidos, se formó en las universidades de este país y
enseñó filosofía en ellas. Dice de Fausto que es una vieja leyenda que viene desde lo
profundo de la Edad Media europea. Ha cautivado a los hombres de letras, y a
los espíritus más empíricos, lanzándolos a la acción en una banda sin fin. Con
el tiempo a esta actividad, sin fin, se le conocería como Romanticismo. Fue una
tradición, no una invención, pues ya el mismo Aristóteles deja el principio bien delineado.
“Metido en su
laboratorio (como ahora estamos en el internet) investigando cosas, Fausto se
olvidó de vivir. Se da cuenta pero el tiempo ya pasó y piensa que se marchará
de este mundo sin haberlo conocido. Está implícito el anhelo de aventura en
este pensamiento. No termina con la reflexión y ya el diablo se le presenta con
un contrato. A cambio de su alma Fausto conocerá lugares, situaciones y
mujeres. Sin pensarlo, el anciano Fausto acepta.
“De pronto las
inquietudes se abren paso a través de sus anquilosadas costumbres y ambos, hombre y diablo, se
dedican a darse la gran vida. Mefistófeles además se ofrece para ser guía del
doctor Fausto a través de perversiones. Se infiere, pues qué otra cosa puede
enseñar el diablo: “Las aventuras que emprendía eran suficientemente suicidas.”
“Es el espíritu
romántico que a la sazón, en tiempos de Goethe, recorre Europa central. Fijarse
una meta y vivir para alcanzarla pero, la dicha está en la acción, no tanto en
alcanzar la meta. No sólo Aristóteles postulaba la acción como fin. Les
recuerdo que Ralph Waldo Emerson, uno
de los grandes pioneros del pensamiento norteamericano, estudioso de Carlyle y
de Goethe, tenía en alta estima la literatura pero, decía, que los libros “no sirven más que de inspiración,
porque la única cosa de valor en el mundo es el alma activa”.
“Es el estilo, ponemos
como ejemplo, la práctica del alpinismo. El inglés Edward Whymper volvía año tras año porfiando
llegar a la cumbre del Matterhorn. Y los alemanes insistían, a través de los años, y las tragedias, trazando
una vía a través de la pared norte del Ogro. Después de concretar se fueron a
otras montañas. Si ya se alcanzó la cumbre ¿por qué insistir en conquistar
otras cumbres? La filosofía es: “no busco la cumbre para morir, la busco para
vivir”. Alguien, no sabemos quién, tuvo este pensamiento.
“O el atleta que tomó
parte en el mega maratón de la ciudad de México ya está pensando, y
preparándose, para el mega maratón del año próximo en la ciudad de Nueva York…
Es la ideología de no quedarse parado en la estación viendo al tren partir sin
él o ella.
“El que conoce la dinámica vida de Goethe,
encontrará que autor y Fausto se parecen enormemente. Santayana escribe que hay
aquí los más conmovedores acentos de la naturaleza y el más variado surtido de
erudición curiosa y grotescas fantasías… Ser diverso, ser indefinido e
inacabado es algo esencial a la vida romántica.
“El Fausto de Goethe
(otros escribieron también su
Fausto) es un filósofo de la naturaleza:
“Anhela las soledades grandiosas. Siente que la luz de la luna, las cuevas, las
montañas, las nubes serían su mejor medicina y su mejor consejero. El caso es
que Fausto y Mefistófeles se dan la gran
vida entre aquelarres realizados entre los bosques, con mujeres, vino y brujas
que, según pintan los artistas, tenían buen trasero.
“Fausto no invoca al
Espíritu Santo sino al “Espíritu de la Tierra”. Está enmarcado en el espíritu
que se hizo protestante no por antipapista sino porque subyace en él el
espíritu germano pagano. De ser religioso, el doctor Fausto hubiera acompañado
a Lutero. Pero es científico y habla en laico y en el fondo velado está
Sigfrido. Pero ya sin la hoja que le
cayó en la espalda del árbol. Ya no presenta punto vulnerable. No le importa
más que el aquelarre de Walpurgis y sus encantadoras brujas.
Era de noche y el
relato nos hacía ver algo inquietos hacia la oscuridad del bosque, más allá de
la fogata.
Cork a su vez recordó
una leyenda del norte, que pasa por relato verdadero, porque todo mundo ha
visto a la Llorona. Esta leyenda pertenece a los mexicas, es decir, a los
aztecas, pero, como veremos, por alguna razón las etnias del norte la han hecho
suya. El caso es que muchos pueblos tiene la leyenda que consiste en
escuchar un grito de mujer, prolongado, como lamento, que vaga entre la
noche. Tan real y lastimoso que espanta a los más templados. Hasta donde
conozco, este primer grito lo lanzó Hécuba, la reina de Troya, cuando los
griegos destruyeron la ciudad y ella era arrastrada por los cabellos
y llevada como esclava. El relato se encuentra en el Libro XIII de Las
Metamorfosis, de Ovidio.
“Hécuba tuvo de Príamo una abundante
descendencia que según las fuentes va desde los 14 hijos que le da Apolodoro a
los 50 que propone Eurípides, pasando por los 19 de la tradición
más extendida. De sus hijos los más famosos son Héctor, Paris, Casandra, Héleno, Políxena y Troilo.
“Sigue diciendo Ovidio: que La infeliz
esposa de Príamo, después de haberlo perdido todo, pierde la forma humana y,
con un nuevo ladrido, llena de espanto los aires extranjeros. Ahí donde el
Helesponto queda encerrado en un largo trecho. Se le asociará en adelante sobre
todo en lugares con agua como ríos, lagunas, mar, pozos…
“En
México el primer grito lo lanzó una mujer, a la que desde entonces se le conoce
como “La Llorona”. Se le atribuye a Coatlicue, la de la falda de serpientes,
diosa madre de los dioses y de los mexicanos, síntesis de sabiduría, de
la vida y de la muerte. Situado su monumento en la esquina sureste del
“Zócalo”, de la ciudad capital, fue derribada por españoles y tlaxcaltecas
cuando la toma del coatepantli azteca (baja muralla que rodeaba el centro
ceremonial de la ciudad lacustre), en 1521.
“El
nombre de “mexicanos”,recordarán, es un gentilicio aplicable a los habitantes
nacidos en la nación mexicana, desde la independencia del poder
español, en el siglo diecinueve. Pero en realidad es el nombre propio de una
etnia, los mexica, que es lo mismo que aztecas. Se dice que en el país
hay más de cincuenta etnias con sus nombres propios como huicholes, coras,
tarahumaras, etcétera que en lo general se llaman “mexicanos”. Esto en
reconocimiento de la sobre humana defensa que en el siglo
dieciséis hicieron los mexica frente al invasor extranjero.
“La aclaración anterior corresponde a que Coatlicue es escuchada
sólo por los auténticos descendientes de aztecas, no por cualquier “mexicano”.
Y menos, se comprende, por mexicanos de ascendencia europea o extranjera. Ellos
tienen, como es natural, otros mitos y otras leyendas. O bien otras creencias,
del pensamiento lógico, lejos de la magia.
“En ese momento, dice la leyenda, se elevó el lastimoso grito de Coatlicue que
lloraba por la suerte que les esperaba a sus hijos. El grande y espléndido
monolito de Coatlicue fue descubierto y desenterrado varios siglos más
tarde (siglo dieciocho) de su derrumbamiento, cerca de los restos de los
monumentos del coatepantli y rodeada de huesos de los que cayeron defendiendo
a México-Tenochtitlán.
“Ya consumada la conquista española, Coatlicue experimentó una
sublimación que la convirtió en una diosa-madre, protectora de todos los mexicanos.
La mencionada sublimación siguió la ruta de Coatlicue-Tonantzin-Guadalupe. El
clero católico suprimió los dos primeros nombres, los de origen mexica, y le
puso uno traído de España: Guadalupe.
“Esta leyenda, de La llorona, original
de Troya, se ha utilizado o adaptado en las crónicas, el teatro, el cine y la
literatura y en la conseja popular, de todos los tiempos. Ya como madre
terrible, al estilo de Medea (que por celos con su esposo es capaz de matar a
sus hijos y enseguida gritar llena de dolor).
“Pero también, cerrando el círculo, como en el caso de Coatlicue, esos pueblos
tienen, de manera central, para todo el país, como Tonantzin-Guadalupe en
México, y a la vez regional, o estatal, una diosa, o santa o virgen celestial,
con otro nombre y otra representación, que, de manera amorosa, vela por sus
hijos. Juana de Arco por los franceses y Santa Teresa de Jesús por los
españoles.
“Coatlicue, cuya monumental escultura se erguía en la esquina sureste del
coatepantli de México-Tenochtitlán (hay una placa metálica en el suelo
asfaltado que indica el lugar exacto), es derribada por españoles y
tlaxcaltecas. En ese momento, dice la leyenda, se elevó el lastimoso grito de
Coatlicue que lloraba por la suerte que les esperaba a sus hijos (los aztecas).
Pero hay otra leyenda
metafísica, y a la vez romántica, que ninguna mujer de cultura puede dejar de
contarla y es la de Orfeo. Carmen volvió a tomar la palabra:
El caso es que del
“otro lado” hay vida pero es una región de la que ya no se regresa. Se puede obtener
esa especialísima autorización pero con una condición... ¿Esta leyenda es un
canto al amor o sólo una actitud solipsista de Orfeo? Ustedes juzgarán. Todo
queda embelesado cuando oye a Orfeo tocar su flauta. Menos la serpiente. La
serpiente es tan absolutamente mala y venenosa que permanece inmune a la
belleza del canto divino de Orfeo.
Eurídice, esposa de
Orfeo, muere por mordedura de una
serpiente y se va al Tártaro. Ovidio nos dice cómo imaginaban los griegos que
era este lugar:”lugares llenos de espanto, de silencio y de Caos.” Orfeo la
sigue y logra convencer a las divinidades rectoras del lugar que le permitan a
Eurídice regresar con él: “he venido en busca de mi esposa. Una víbora le
inyectó su veneno y la hizo perecer en la flor de la edad”. Se le concede a condición que él no vuelva la
vista atrás. Caminan hacia la salida pero él no logra resistir y Eurídice
regresa a lo profundo del Tártaro. Con el tiempo Orfeo muere y hasta
entonces logra reunirse con su Eurídice
y vivir juntos por siempre. Tal es la leyenda de Orfeo.
“Es probable que una
frase de Ovidio haya dado la pauta a Dante de que, aún en el Tártaro, hay
cierta organización y categorías del mal que para algunos hay esperanza de
salir de ese lugar. Cuando finalmente Orfeo se reúne con Eurídice: “La sombra
de Orfeo desciende bajo la tierra y
reconoce los lugares que había visto
antes. En los campos en donde habitan los
piadosos encuentra a Eurídice, a la que estrecha entre sus brazos con
avidez.” Y tal vez Eurídice haya sido la antecesora de Beatriz…
“Todo el mito nos
presenta a Orfeo en plena acción. Eurídice es el leit motiv sobre el que se va a desarrollar todo. Pero ella es una
figura pasiva. Lo único que hace es morir. Catulo, poeta veronés romano (87 a
C.) tiene un verso que presenta a las mujeres en el dinamismo desarrollando
todo su potencial amoroso y termina así.
“Lo que una mujer ferviente a su amante le
dice
Más vale en viento
escribirlo y en la corriente veloz”
Orfeo es el que se
afana hasta niveles sospechosos por algo que él siente pero del que, por
parte de Eurídice, casi no se
tienen muestras de entusiasmo. Conforme
se va a desarrollar la conducta de Orfeo, después que sale del Tártaro, más
parecería, como sucede con las exageradas manifestaciones de amor y sexo, que
Orfeo está buscando, más que el amor de su mujer, una reafirmación de su naturaleza masculina…
“Cuando Orfeo regresa
del Tártaro, en su intento por sacar a Eurídice, su conducta es mantenerse
alejado de las mujeres y se le señala de haber propiciado el homosexualismo:
“Orfeo había rehuido el contacto con las mujeres, ya porque había sufrido, ya
porque había empeñado su fe. Pero muchas anhelaron unirse al poeta. Numerosas
las que se dolieron al ser rechazadas. Fue él el que enseñó a los pueblos de la
Tracia a dirigir el amor hacia los tiernos jóvenes y a recoger la breve primavera de
esos años y sus primeras flores.”
“Lo que caracteriza a
Orfeo es su modo especial de tañer la lira, pues es un don concedido por los
olímpicos: “Orfeo era hijo de Apolo, quien le enseñó a cantar” dice Ovidio.
Hasta los árboles del bosque se arrancan de sus raíces por tal de seguirlo.
Mediante el sonido de su instrumento es como consigue convencer a los
personajes del Tártaro para que lo dejen entrar y le permitan traer a
Eurídice:”
“Resentidas las
mujeres por su rechazo, lo asesinan y desmembran su cuerpo, arrojan su cabeza
al río. Luego de varios días ésta se detuvo en una de las orillas del Ebro.
Decapitado, su cabeza seguía tañendo la lira hasta que los dioses le ordenaron
callar. Una serpiente está por hincarle sus colmillos. Prototipo del mal en la
cultura occidental ya he señalado, la serpiente no es susceptible del encanto
de la lira de Orfeo.
“Finalmente los dioses
lo rescatan y lo llevan al lugar en el que los hombres lo adorarán como un
divinidad. Lo mismo le sucede a su lira, que paso ser objeto de adoración.
Toci se dio cuenta del ambiente misterioso de
la plática (que en una noche de bosques de alta montaña hace temblar hasta a
los zaratustras) y nos contó algo amable de la vida de los hombres y su
convivencia con la naturaleza: Es un relato sencillo y ameno. Trata de la vida
de un perro domesticado. Por diversas circunstancias este perro se ve
trasportado a un mundo hostil. Se le golpea para someterlo y tiene que pelear
con perros feroces si quiere conseguir una ración de carne para comer o bien
tiene que robar la comida. “El buen éxito de su primer robo demostró
cumplidamente que Buck sabría sobrevivir en el hostil ambiente del Ártico”.
“El llamado de la Selva”
fue la novela escrita por Jack London en 1902 (el autor es norteamericano,
escribió 50 novelas, nació en 1876 y murió en 1916).Era un mundo todavía muy
natural y su lectura debió de haberse seguido con auténtico interés. Escribir
de aventuras de un perro era una cuestión todavía muy in situ y no como puede parecernos en los tiempos de las grandes
ciudades y que ya poco sabemos dónde quedó el campo. Bosques y montañas las
vemos en la irreal lejanía y sus secretos, los secretos de la vida natural que
ahí se desarrolla, nos es desconocida. La lucha salvaje que Buck, que
efectivamente, así se llama el perro,
figura central de la novela,
tiene que desarrollar consiste en matar si no quiere ser muerto. Para salir
vencedor tiene que ser un gran comedor de carne.
“Estos dos aspectos,
eliminar al otro sin piedad y comer carne, eran dos ideas que circulaban en la
época. La primera con el impacto que había causado el pensamiento nietzscheano:
London escribe: “Era preciso dominar o ser vencido; pero jamás compadecer,
porque la compasión es atributo de débiles. En la vida primitiva no hay
compasión ni misericordia, pues eso puede tomarse como cobardía. Y la cobardía
era el camino de la muerte”. La segunda idea era la propalada por Alexis
Carrel, científico francoestadounidense, Premio Nóbel en medicina en el primer
tercio del siglo veinte y autor del libro “La incógnita del hombre”. En esta
obra Alexis Carrel asegura reiteradamente que los pueblos conquistadores son
los que tienen una dieta básica de carne y grasas. Y que los pueblos que comen
más vegetales, que grasas, son débiles. Seguramente-dijo Toci divertida- las
generaciones posteriores le recriminaron a Carrel, desde su lecho de muerte, la
hipertensión, el estreñimiento agudo, el colesterol y el sobrepeso por comer
tantas carnes rojas grasosas. Pero por lo pronto esas eran las ideas que
circulaban entonces. London dice del perro Buck: “Como animal carnívoro que
era, y sometido a rigurosa dieta de carne, se encontraba en la plenitud de su
expansión, en la marea alta de su vida, rebosando vigor y lozanía”. Nada mejor
que la figura de un perro para manejar, con toda libertad, las ideas de la
agresividad y la de la carne roja.
“Por lo demás, Jack
London es un gran conocedor del ambiente que describe, como fondo de sus
personajes humanos pero sobre todo de animales. Es el mundo del Klondike en
Alaska en el que se lanzan los hombres en busca de metal dorado que los
enloquece. Hay que transportarse sobre la nieve, a lo largo de semanas y aun de
meses, a través de planicies, cañadas y glaciares. Esto se logra sobre un
trineo jalado por perros. Como aventurero y viajero que fue London, conoció de
cerca ese mundo de buscadores de oro, tabernas, manejo de perros y de trineos.
Pero fue, sobre todo,
un gran conocedor de la naturaleza tanto salvaje de las montañas como de los
hombres. Una sola frase nos demuestra que London escribió, describió,
lo que estaba viendo y que no puede ser imaginado desde un escritorio: “Goteaban
en todas partes, entre chasquidos y rumores, las transparentes perlas del
deshielo”. Esta magnífica observación, exótica y desconocida en los países
tropicales como México, es común en lugares nevados como el norte del
continente, pero por lo mismo que es una situación común, suele escaparse a la
anotación rápida. El, en cambió, la logró.
“Después de algunos
años de estar metido, a la fuerza, en ese ambiente de los hombres rudos y las
condiciones naturales, el perro Buck fue perdiendo, en efecto, su debilidad que
había adquirido en la vida doméstica de la ciudad. Y en esa medida adquirió la
salvaje fuerza necesaria para matar. Y acabó reintegrándose a la vida de los
lobos.
-¿Cómo fue que te
aficionaste a la literatura?-preguntó Benito Ramírez a Carmen-¿Cuándo nació en tí
ese gusto?
-Estas preferencias se
repartieron hace un millón de años. Y no es gusto, es necesidad. Traemos, como
dicen los griegos clásicos, facultades para todo, pero la verdad que unos
nacieron para matemáticos o astrónomos o poetas…
-¿Y la pedagogía?
-En su lugar. Como el
que nació escritor y al entrar a una biblioteca encuentra mil modos de decirlo,
según su lugar y su tiempo. Es una manera de decir misticismo y ciencia. Escribirá
como es. Con moral y utilidad para contribuir al ascenso de la sociedad o torvo
si su naturaleza es así.
-Es un determinismo.
-Lo es. No puedes
esperar que Satanás se ponga a escribir lindezas de Dios. O que Santo Tomás de
Aquino escriba novelas porno. Observa al alpinista que parte para la montaña al
regreso traerá más experiencias, pero seguirá siendo el mismo montañista.
Stevenson tiene este pensamiento: “De vuelta del mar está el marinero, de
vuelta del monte está el cazador.”
***
En la cumbre
secundaria del Chalchimilpas habíamos levantado una tienda que permanecía
sola. Estaba destinada a desorientar a los posibles merodeadores haciendo cree
que alguien de nuestro grupo vigilaba
ahí de día y de noche. Nos encontrábamos lejos y muy arriba de cualquier
lugar habitado, pero Cork siempre desconfiaba. Estaba acostumbrado a estar
alerta de día y de noche. Decía que un hombre debe vigilar. En el desierto hay
tal cantidad de peligros naturales que el que no está atento a lo que pasa en
su derredor en cualquier momento puede ser mordido por una serpiente, por el
monstruo de Gila o picado por un escorpión.
Nos parecía exagerado su afán pero él decía que de todas maneras el día
tiene muchas horas y algo había que hacer mientras tanto. Y si eso estaba
encaminado a proporcionarnos cierta seguridad, entonces se justificaba.
Luego de hacer un
viaje hacia la nieve y llenar el caldero para que se fuera fundiendo, me
acerqué a Carmen. Sentada sobre un
tronco afuera de su tienda leía algo sobre una hoja suelta de papel.
-¿Qué lee, se puede saber?
- Hago una nota de
algo que se me ocurrió. Cuando estemos de regreso en el valle escribiré un
artículo para la sección cultural de una revista. ¿Quiere que se la lea?
- Encantado- De pronto
aquella mujer me trasladó al mundo mágico de los mexicanos.
- Aun no sé como se va
a llamar esto pero comienza así: 1818 fue el año que llevaron el cadáver de
Juan a aquel panteón de la ciudad de México. Antes que bajaran el cajón,
de madera basta, Juan tuvo una postrera
visión. Pancho, su vecino de tumba, leía el periódico “El Insurgente”. En la
primera plana se destacaba la noticia del pleito a muerte que entonces se
traían entre mecanicistas y vitalistas. En la contraportada estaba la posición
que apenas empezaba de Estados Unidos contra Europa. Había mucha hambre entre
la población mexicana y mucho analfabetismo. El abigeato se había incrementado
mucho. Los indios, que entonces hacían el 90 por ciento de la población, eran
los que estaban haciendo la guerra de independencia, como tropa. Unos apoyaban
al ejército realista y otros eran el paisanaje que seguía al padre Hidalgo.
“En 1860 Juan
salió a dar una vueltecita. Necesitaba
estirar un poco las piernas. Ahí estaba Pancho otra vez, leyendo el periódico.
La primera plana decía del brutal pleito que seguía entre vitalistas y mecanicistas.
Antes de volver a su caja, preguntó, por pura puntada, a su vecino ¿cómo andan
las cosas en el mundo? El otro le contestó que los yanquis se habían extendido
hasta el paralelo treinta y dos mexicano. Seguía el hambre entre la población y continuaba el
analfabetismo. Ahora los abigeos estaban más organizados. A los indios se le
tenía como lo peor que ha dado la humanidad. Todos, en especial los mexicanos
de influencia y poder, trataban de exterminarlos. Ya sólo quedaba como el 60
por ciento.
“En 1960 volvió a
salir y se enteró que ya el humano había alcanzado, físicamente, la Luna. Ahora
se dirigía a otos planetas. Que se habían desarrollado dos guerras mundiales.
Que los países que, a resultas de eso, habían quedado destruidos, ya estaban de
nuevo en pie. Fuertes. Y en el país un pleito en el que había muerto un millón
de mexicanos. ¿Y los vitalistas y los mecanicistas? preguntó antes de cerrar la
tapa del ataúd. Siguen peleando, contestó el otro. Agregó que en el país ahora
había más hambre y más analfabetismo. Y las bandas de criminales se estaban
apoderando de las ciudades. Los indios son ahora como el 20 por ciento de la
población. Los gringos están más fuertes
que nunca. ¿Quiénes son esos gringos? ¡Los yanquis! ¡Ahora se les conoce como
gringos! No les gusta. Así como a nosotros no nos gusta que nos digan indios.
Ahora el mundo ha encontrado un adjetivo que los hace rabiar y en todas partes
se oye “gringos”.
“En la primavera del
2001 dio un giro hacia un costado dentro de la caja. Había pasado cuarenta años
de un mismo lado y sentía los huesos prácticamente molidos. No pensó en salir,
eso lo haría para el otro siglo. Sólo quería preguntar de nuevo a Pancho sobre
los asuntos del mundo. Levantó un poco la tapa
y vio a su vecino, sentado sobre su respectivo ataúd, pegándole de lleno
el sol en la cara. Leía el periódico. Desde más abajo le formuló la pregunta.
El otro, sin dejar de leer, le contestó que en el planeta se había popularizado
la computadora. Se trataba de una curiosa maquinita de escribir que le permite
al escritor hacer injertos por todas partes de su texto sin tener que rehacer
toda la cuartilla, como era antes, cuando Bruno Traven. También puedes
comunicarte en esa maquinita, por escrito, en el mismo minuto, hasta el otro
lado del mundo. Si Correos no se
actualiza, quién sabe qué vaya a pasar con sus trabajadores...
“¿Y los mecanicistas y
los vitalistas? El otro dijo que seguían peleando, todo en nombre de la
democracia. Se vale, ¿no?, ¿por qué van a pensar igual todos? ¿El pueblo? ahora
hay más hambre y más analfabetos. Quedan
pocos bosques y casi nada de agua. ¡Y mucho calor! Y el aire que se respira
está demasiado sucio. Hay muchos niños sin familia que viven en la calle.
Europa y Estados Unidos siguen en la batalla del control internacional. Por lo
pronto los “gringos” les sacan una cabeza de ventaja. El Popocatepetl ha vuelto
a dar lata. ¡Ah, y también hay dos placas debajo del mar, frente a Acapulco,
que como dan lata! Los ingenieros andan todos locos que no saben cómo hacerle
para que no se les caigan los edificios.
Del hampa ya ni te cuento. Con decirte que no cabemos en los panteones
y ya se construyeron más cárceles. De
los indios ya nada más queda el 7 por ciento...
- ¿Qué le parece?
- Me gusta- dije-. Y
ahí termina o se va hasta el futuro?
- ¿Como Orwell? No
aquí termino. Solamente voy a recomendarle a Pancho, por medio de Juan, que una
vez por todas comience a leer libros. Con el tiempo de que dispone no lea tanto
diario y mejor emprenda la lectura de las obras completas de Poquelin...Y
empezar a leer a Virgilio...
-
Me parece buena idea.
Al día siguiente
adelantamos nuestro campamento y lo instalamos arriba de Láminas. El albergue
de piedra ahora es una ruina y hemos seguido un poco rodeando la eminencia de
enfrente, hasta quedar situados en el llano, al pie de la roca Los Yautepemes.
Por la tarde hemos
arribado al refugio Chalchoapan, en la vertiente oeste de la Iztaccíhuatl, cerca de los cuatro mil seiscientos metros.
La marcha de aproximación, nuestro bagaje y el fuerte desnivel que hemos superado, nos ha dejado cansados. Nuestra buena
condición permite que nos repongamos en poco tiempo pero sentimos la necesidad
de comer algo bueno y abundante. Aquello nos parece afortunado y es señal de
que las cosas están bien. En estas alturas por lo general no resulta muy
atractiva la idea de comer. Pero ya la tropilla se ha movilizado y saca los
víveres de sus mochilas. Otros van por nieve.
Carmen y Cork encienden las pequeñas estufas. Entre tanto Benito Ramírez
y Eulalio Rivera amarran plásticos en algunos sitios del refugio que han sido
destruidos.
* * *
Benito Ramírez abandonó el refugio. Era de noche y puso atención en la
maniobra de cerrar con cuidado el pasador de la puerta. El frío nos envolvió.
Tal vez unos veinte grados bajo cero. Los primeros pasos en el exterior fueron
sobre la nieve de la pequeña rampa que deposita ya directamente entre el dédalo
de bloques erráticos de roca. Los crampones apenas penetraron la helada
superficie. ” ¡Resiste!”, dije.
El campamento estaba
en el lindero del bosque, hacia los 4 mil metros, pero la tarde del día
anterior habíamos subido al refugio de Chalchoapan, para quedar situados en el
principio de la ladera nevada y no consumir tiempo en la marcha de
aproximación.
Tardé media hora en
alcanzar a Cork y a Mario Campos. Daban vuelta tratando de evitar una línea
oscurecida entre la nieve que era una somera línea negra producida por rocas
caídas desde la pared. Del radio
receptor de bolsillo salía la vieja melodía “Luna de Papel”, de Ernesto
Riestra. En esta hora todo se encontraba perfectamente soldado por el hielo
pero era mejor tomar sus precauciones. No era noche de luna pero no fue
necesario aluzarnos con las lámparas de mano porque la luz de las estrellas, y la
blanca superficie de la nieve, nos permitían ver los detalles del flanco
helado.
Brillaba un conjunto
impresionante de estrellas en un cielo oscuro y limpio de nubes. El espectáculo maravilloso
entraba por los ojos para quedar grabado en el alma de los montañistas.
Pero a la vez dejaba la impresión de un frío que se metía hasta los mismos
huesos no obstante su excelente ropa de plumas. Caminar en la alta montaña
requiere toda una coordinación de movimientos alternados con descansos que se
vuelven más frecuentes de lo que alguien se imaginara. Sobre todo la
respiración agitada produce el efecto de llevar en el pecho una fragua que debe
convertir el aire helado de la respiración en algo que los pulmones tienen que
aprovechar manifiestamente caliente sobre aquella helada montaña. Las tormentas
de los días que acababa de pasar habían dejado todo ese flanco cubierto por
completo de nieve hasta abajo, aun en los bosques de los 3 mil metros.
- Seguramente el
estanque de Nexcoalango estará también lleno de nieve - dijo Benito Ramírez.
- Ya normalmente su
agua se congela casi todas las noches del año - apuntó Cork que en ese momento
caminaba por delante marcando la dirección en la nieve. Aunque la pendiente se
elevaba desde el principio, aun no era preciso tallar escalones y avanzaban con
facilidad y sin crampones.
- Habrá que marcar la
huella para facilitarles la tarea a los otros que en un rato más abandonarán
también el refugio y nos seguirán - observó Benito.
La ascensión a los
Corredores Oeste del Pecho de la Iztaccíhuatl había sido trazada por primera
vez por Ubaldo Martínez, Jorge Rivera y Felipe Sosa, tres escaladores de México
- Tenochtitlán, veinte años antes. Es la misma ruta a la que posteriormente se
le llamaría “Rampa de Oñate”. Fue intentada durante un lustro por los
alpinistas de todo el país y siempre de manera infructuosa. Todos fueron
rechazados cuando se encontraban al pie
de la primera pared. Entonces era cuando de lo alto empezaba a caer una fina
lluvia de nieve que, desprendiéndose de la cima misma, recorría todo ese flanco
nevado y les caía encima. Así, aun antes de vérselas con los problemas
propiamente de la roca y el hielo,debían dar media vuelta y empezar a
descender.
Toda la historia de
intentos, comentada más tarde en los cafés y cervecerías de México -
Tenochtitlán, en los que acostumbraban reunirse los alpinistas, dieron una
pista valiosa a la cordada de Ubaldo Martínez. Considerada la orientación de la
montaña, la helada Rampa de Oñate da hacia el oeste, por lo que en las primeras
horas de la mañana permanece en la sombra. La nieve de su superficie se
mantiene entonces con la dureza ideal para poder avanzar sobre ella en la
seguridad que las puntas de los crampones encontrarán sólidos apoyos. Pero que
esto mismo, unas horas más tarde, cuando el sol empieza a bañar el blanquísimo
flanco, reblandece la nieve y comienza su caída. Si para entonces los hombres
han superado los primeros dos tercios de la ascensión, todo irá perfectamente.
De otra manera estarán situados en medio de una trampa de sol y de nieve. Para
ganarle la partida al sol deberían salir a las cinco de la mañana, de mediados
del mes de aquel diciembre de 1957, en que tuvo lugar la primera al flanco oeste.
En principio esa fue
la clave de su éxito. Resuelto ese primer obstáculo de estrategia, pudieron
disponer de un buen margen de tiempo para enfrentar los problemas propiamente
de la montaña. La empresa fue un sonado éxito entre los montañistas de los
valles de México y de Puebla. Hasta una estación radiofónica de la hermosa
ciudad de Orizaba, situada en medio del talud este del Altiplano, dedicó una
serie de programas en el que se desglosaban los detalles de esta conquista.
Sin embargo la
experiencia de Ubaldo Martínez, Felipe Sosa y Jorge Rivera, no fue de pronto
aprovechada y los alpinistas seguían siendo rechazados. Solamente hasta que
esta cordada volvió a ascenderla, en dos ocasiones más, empezaron a conseguirla
algunos grupos de México - Tenochtitlán. Finalmente el reto que presentaba esta
ruta acabó por atraer la atención del montañismo. La Rampa de Oñate, incluido
el Corredor Superior, caído su obstáculo subjetivo, no pudo escapar al destino
de las montañas que, de ser inescalables, pasan, después de que alguien
consigue la primera ascensión, a ser muy difíciles. Luego los que siguen deberán abrirse paso entre un camino de nieves amarillas y la basura que van dejando los grupos posteriores.
Empero, si pudiéramos
personalizar una ascensión, diríamos que la Rampa de Oñate se tomó su desquite.
Con el tiempo volvió a cerrar toda posibilidad de ascensión. Esto sucedió a
partir de aquella tragedia en que seis montañistas se precipitaron en caída
mortal en algún lugar de la subida, al principio del invierno de 1975.Nadie
supo en cuál lugar exactamente había tenido lugar la tragedia ni qué fue lo que
la ocasionó. Avanzaban en dos cordadas compuestas de tres elementos cada una.
Así encontrarían los cadáveres más tarde
las partidas de rescate, amontonados al pie de la pared. Habían partido, como
todos los grupos, del refugio de Chalchoapan. Seguramente su idea era ganar la
cumbre más elevada de la montaña, que es el Pecho, y descender por la línea de
refugios del lado sur: “Luis Méndez”, “Esperanza López Mateos”,” República de
Chile” y finalmente llegar al paraje de La Joya.
En Chalchoapan no
había alguien esperando su regreso por lo que no ha quedado testimonio de cómo
pudo haberse originado el accidente. La
versión más aceptada que cundió entonces, en el mundo alpino de las ciudades
mexicanas de importancia alpina, es que la cordada que avanzaba más arriba, por
alguna causa desconocida, se vino abajo y en la caída haya arrastrado a la otra
que avanzaba siguiendo sus pisadas en la nieve. Luego de caer, tal vez
cuatrocientos metros, los seis alpinistas quedaron muertos entre los grandes
bloques de roca de desprendimiento que hay en la base. En esta ocasión habían
perdido la vida tres amigos nuestros
que eran precisamente Juan José Oñate, de cuarenta y siete años, su hijo Juan José Oñate, de dieciséis años y
Senen Martínez., de cincuenta años. Exactamente un año después, el 2 de
noviembre, otros dos escaladores de la
ciudad de México, también como los
anteriores, abordaron esta ruta pero
ahora con la idea central de colocar una cruz conmemorativa en el lugar donde
supuestamente había ocurrido el accidente. Corrieron la misma suerte. Se
precipitaron y acabaron muertos entre las mismas piedras de la base en la que
habían quedado el año anterior sus compañeros. Tampoco en esta ocasión se supo
qué fue lo que había ocasionado la tragedia.
Lo cierto es que en
los siguientes tres años a las tragedias,
la Rampa de Oñate había sido objeto de cinco intentos por alpinistas
procedentes de México-Tenochtitlán, Puebla, Hidalgo y Nuevo León. Pero por una
razón o por otra todos habían tenido que dar media vuelta y retirarse
definitivamente. Después ha quedado desierta esa ascensión en los últimos años.
En los círculos alpinos de México - Tenochtitlán fue desgastándose el tema
hasta que finalmente dejó de mencionársele.
Y esa fue, a
iniciativa de Cork, la idea de esta ascensión. Abrirla de nuevo al alpinismo.
Nos dábamos cuenta que el obstáculo que la hacía inalcanzable era de orden
subjetivo. Es precisamente el aspecto que más dificultades presenta cualquier
montaña virgen o bien toda posible ruta virgen. El reto técnico siempre se
enfrenta con interés y entusiasmo hasta que acaba por ser superado. Sin embargo
lo subjetivo es una verdadera muralla frente a la cual pocos tienen la
presencia de ánimo necesaria para abordarla. Y de manera particular esa
dificultad se deja sentir en una ruta que se ha vuelto a cerrar a los
alpinistas por el móvil de las tragedias.
Carmen nos servía agua
caliente para el café después de la cena. Cuando llegó con Cork le dijo de
pronto:
- Me cuesta trabajo
entender lo de los teciuhtlazque.
- Si esto me lo dijera
alguien más de estos, lo comprendería. Pero tú eres una mujer especial. No sólo
me refiero a tu acervo cultural sino que tienes una cierta disposición genética
para las cosas que no se ven. Recuerda lo que dijo el Principito al aviador:
Las cosas importantes son las que no se ven. No todo es química, presión y
temperatura.
- Malcom, eres un O’ otham y aceptas ese
fenómeno antes de entenderlo.
- Es difícil traducir
algunos conceptos del idioma étnico, cualquiera que éste sea, al español,
alemán, francés, italiano...Pero es más difícil explicar esos conceptos que se
traducen.
- Un ejemplo.
- Cuando Jesús dice a
sus discípulos que deberá marchar a Jerusalén y ahí él morirá, Pedro le
responde: Señor, vamos a otro lado, no a Jerusalén. Y de esa manera no te
apresarán. Es conocida la respuesta de Jesús: Pedro, estas pensando como
piensan los hombres, no piensas como lo hace Dios. Aquí no basta la traducción
literal lingüística del arameo al
griego, por ejemplo. Se necesita la explicación de la idea.
- ¿Pero cómo Pedro va
a entender otra manera de decir las cosas si no como humano? De la misma manera
cómo explicar que un humano pare la lluvia o la provoque como dices que hacen los graniceros.
- Los pueblos indios
lo aceptan sin ni siquiera pararse a pensarlo un segundo. Y tal vez esa sea la
clave: no dudar ni siquiera la fracción de un segundo. Se acepta con facilidad
si alguien desde la televisión dobla cucharas con el sólo pensamiento o que
alguien pueda elevarse del suelo como si fuera sobre una alfombra mágica, pero
lo de la lluvia…
- ¿Pero cómo
entenderlo cuando se quiere hacerlo mediante el razonamiento práctico
occidental? La traducción del náhuatl del término teciuhtlazque al español no es problema. Entenderlo es lo
inalcanzable por ahora. ¿Cómo hacerlo?
- ¿Por qué quieres
entender lo obvio? Todo es tan sencillo. Llueve o ya no llueve cuando un teciuhtlazque extiende sus manos hacia
el cielo. ¡Y ya! Aceptan que el Sol y la
Luna se detuvieron en una ocasión sobre
Gabón, a petición de Josué, pero no pueden aceptar la acción de los graniceros.
No puedo entender por qué no entienden - Pero después de una pausa aceptó: -.
Tienes razón. Para que entiendan primero deberían creer en el poder de las
fórmulas de veneración que se dirigen a los elementos naturales mediante las
cuales se les personaliza y diviniza...Tendrían
que ser capaces de lograr un pensamiento alógico. Recuerden que la magia es el
control mágico de lo negativo. La tarea pedagógica de la magia es garantizar la
presencia de todas las épocas Es decir, la reconstrucción diaria del cosmos. El
equilibrio de las pasiones. Como el caballo blanco y el caballo negro de
Platón. Hay contrarios múltiples en la naturaleza. El equilibrio de ésta se
encuentra en la reconciliación. Un católico debería saber éste principio desde
los cinco años de edad. Pero no basta con saberlo y entenderlo. Se necesita
creerlo y practicarlo. Un orador que se explica desde la tribuna del mitin cree
que eso es todo. Y un oyente que ha comprendido el mensaje del orador cree que
eso es todo. No. Falta llevar eso a
la práctica, si no ¿de qué sirvió lo que
dijo el orador y lo que comprendió el oyente? Un habitante nato de la ciudad
que no frecuente las montañas encontrará esto muy arduo. Pero para alguien que
sea alpinista eso no es ningún problema.
- Ese es el punto-
dijo Carmen-. Tú entiendes porque eres un O’
otham... Pero, dime Malcom, ¿Por qué tú no proporcionas agua a los humanos, si eres del desierto?
También debes ser heredero del ritual de los graniceros.
- Lo hago. Sólo que mi
método es la perforación del subsuelo y
no el de la invocación al cielo... Unos combaten la infección de las heridas con penicilina y
otros con azúcar o miel.
Las cinco de la mañana en esta época es aun
noche plena en México. Pero subimos sirviéndonos todavía de la luz de
las estrellas que la superficie blanca de la nieve nos ampliaba.
Es la mañana del 2 de
noviembre. A Cork se le ha metido en la cabeza que, para que el conjuro trabaje
en toda su plenitud, tiene que ser intentado precisamente en la fecha fatídica.
Ha efectuado hasta ahora dos viajes en microsubmarinos hasta el fondo oceánico
para ver en las mismas narices de las placas Cocos y la Norteamericana. Anda
hurgando la posibilidad de que los
países que ahora conocemos hayan venido de lejos. Y sin embargo pertenece a una etnia que le gusta abrirse
paso hacia el destino a través de oblaciones, hechizos, conjuros y humo de copal. Tenía costumbre que
en la Facultad, después de presentar un examen de matemáticas, debía apurar
cuatro cervezas. Solamente cuatro. Después de ese número, aseguraba, estaba el
desastre...
También vamos seis
individuos distribuidos en dos cordadas de tres elementos cada una. El prefiere
las cordadas cortas, de no más de dos elementos, pero ahora tiene que ser así.
¿Por qué empeñarse en repetir el esquema con tanta exactitud?, le habíamos
dicho. Bastaba, para el efecto de romper el hechizo, que una cordada de dos
emprendieran la ascensión. Su rapidez en las maniobras de escalada para ganar
el Corredor Superior y el trabajo de talla de escalones en la nieve, en los
tramos que lo requiriera el terreno, aumentaría posibilidades de éxito a la
empresa. Más tarde el resto del equipo se reuniría con la cordada en La Joya.
Sin embargo, la verdad era que cualquier argumento que él esgrimiera,
terminaría por convencernos dado que todos habíamos acabado sintiendo el reto
de la difícil reconquista, de aquel flanco de los Corredores Occidentales,
rematados por su magnífica Rampa de Oñate.
- Y aquí vamos - dijo
Salvador Alonso Medina -, movidos por invisibles hilos, como en el teatro de
Sófocles.
- Noto con alegría que
has dicho “teatro”, en lugar de “tragedia”- observó José Méndez.
- Sí. Para no complicarse la vida.
Para cuando llegamos
al pie de la pequeña pared de roca, en el lado norte del Corredor Superior,
ahora completamente recubierto de hielo, ya los de la otra cordada han
abandonado el refugio de Chalchoapan. Sirviéndose de la huella que hemos dejado
trazada en la nieve, avanzan con celeridad por la fuerte pendiente bajo
nuestras botas.
Cork estuvo entregado a la tarea de tallar
escalones en la nieve durante media hora... Estaba demasiado endurecida y
pronto apareció el hielo. Luego de hacer varias oquedades, y una vez que se
hubo encaramado unos cinco metros, colocó una clavija en un tramo de roca que
había quedado al descubierto entre el hielo. Más abajo Benito lo aseguraba con
la cuerda pasada por los hombros previniendo una contingencia. Sabía que no se
soltaría por nada de aquella helada pendiente y fue precisamente cuando tuvo
esta certeza, que dedicó la máxima atención al sistema de seguro y a su propia
situación. Entre tanto el otro había logrado introducir de manera satisfactoria
una clavija para hielo.
El hielo de las
montañas de México no es, desde luego, el delicioso turrón de hielo de las
montañas europeas que permite hacer maravillas en la ascensión. En estas
montañas del paralelo diecinueve la nieve en su proceso de compactación ha
expulsado tantas burbujas de aire que finalmente ha adquirido la consistencia
del vidrio. Cualquier golpe le hace estallar en cien pedazos por lo que lograr
escalones en él es una tarea agotadora y casi inútil. Tampoco cualquier tipo de
clavo para hielo podría servir con eficacia. Pero conocedores de esta
circunstancia, habían puesto cuidado de llevar consigo clavijas de cuerda, como
si fuera una pija, o tornillo.
Para entonces los de
la otra cordada, encabezada por Toci, los habían alcanzado. Esperaban a que el
otro terminara su trabajo en el hielo.
Finalmente escucharon
cuando dijo “¡cuerda!” y se fue elevando primero en dirección vertical y en
seguida dobló hacia la derecha. La cuerda suspendió por un momento su
movimiento. Era señal que otra dificultad había aparecido pero que ellos ya no
podían ver desde el lugar en el que se encontraban.
Efectivamente, una
acumulación considerable de nieve, demasiado endurecida, impedía el acceso a la
repisa. Pero Cork había ganado para entonces la altura dominante del lugar y se
encontraba en una posición de cierta seguridad. Desde ahí podía emprender la tarea de despejar,
sirviéndose de su piolet, toda aquel obstáculo. Podía desalojarla o bien optar
por tallar escalones y bordearla. Se decidió por este recurso. Cuando se
encontró por fin del otro lado, vio ante sí el Corredor Superior casi en toda
su extensión, que serían cerca de doscientos metros, lleno de hielo, pero su
inclinación hacia afuera no era muy comprometida. Consideró que todos se
encontrarían seguros en el lugar. Introdujo una clavija plana en la roca. Luego
de asegurarse y pasar la cuerda por su hombro izquierdo y sujetar con la mano
derecha la cuerda que se perdía en el vacío de la noche, gritó: “¡El que sigue”
José Méndez llegó hasta él, desarrollando unos
movimientos insospechadamente ágiles. Se recorrió más a la derecha y pudo por
fin frotarse las manos que, pese a los guantes de plumas, se le habían enfriado
hasta el grado de no sentirlas. Se quitó los mitones y empezó la tarea de
masaje vigoroso de una mano contra la otra. En el momento que tuvo necesidad de
agarrar uno de los mosquetones que pendían de su cordeleta del material, se le
quedó pegado a los dedos, debido a la baja temperatura de la que todo el lugar
se encontraba envuelto. Fue hasta un rato después que un dolor intenso empezó a aparecer en sus dedos
que, aunque no podía verlo, un color rojizo empezó de nuevo a parecer en las
manos.
Por turnos, cada uno
del grupo, conforme iban arribando a ese elevado y desolado nicho de nieve y
hielo, debían de dedicarse a la tarea de
sensibilizar sus manos imprimiendo enérgicos movimientos de frotación.
- Sólo el hombre
intenta traspasar los límites que le impuso la naturaleza- dijo Toci cuando a
su vez pudo restablecer el color rojo de
sus manos a base de frotarlas enérgicamente.
Carmen, aunque helada
en la pequeña plataforma que había tallado en el hielo para sentarse, acertó a decir:
- Los menos infelices son los que más se
acercan a los instintos de los brutos y a la locura, y no intentan ninguna
empresa que supere las fuerzas humanas - y añadió: - Tenía razón Erasmo de Rotterdam cuando se pregunta a
¿quién se le ocurre escalar una pared de roca y nieve?
- ¿De veras lo dijo?
- Si.
- A los alpinistas-
dijo Benito Ramírez que a su vez
empezaba a frotarse las manos-. Antes se pensaba que el conflicto nos hace
madurar.
- El hombre sin rostro
no busca las metas heroicas como su modus vivendi - observó Cork-. Lo que quiere es repetir los afanes que le
son indispensables para vivir. Mismos que se parecen enormemente a los de ayer.
El hombre heroico mismo es un rutinario. Sólo que ha tenido una mala formación
cultural y se cree hermético y especial. Esa es la intención de la literatura
de Faulkner, relatar lo invisible por trivial, lo que tenemos ante nuestros en
todo momento pero que ya no vemos.
-El héroe homérico que más queremos los mexicanos,
sobre el soberbio Aquiles, es Héctor- dijo Salvador Alonso Medina-. Se parece
enormemente a Cuahutémoc en la defensa sobrehumana de México-Tenochtitlán.
Su estatua enorme de bronce en el Paseo
de la Reforma norte...Cuauhtémoc era
también rutinario, solo que su rutina era la guerra. Tanto que tuvo el
suficiente valor de pelear intercambiando flechas contra pólvora. Imagine un
samurái peleando sable contra bomba atómica…
- Estatuas de los
santos o de los dioses - dijo Toci que en ese momento se afanaba en introducir
otra clavija en la pared de roca -.La idea es embellecer la realidad,
divinizándola… ¡Vaya pensamiento que acabo de expresar. Está tan bien logrado
que dudo mucho que no se le haya ocurrido antes a alguien.
- André Malraux - dijo
alguien que acababa de arribar al
Corredor Superior.
Hacer aquella maniobra
los tres de la segunda cordada les llevó un buen rato. En tanto los rasgos de
las montañas de los planos lejanos habían ido brotando de la oscuridad y los
bosques empezaban a dejar ver los detalles de su configuración.
Mientras esperaba que
los otros ejecutaran las maniobras que iban dando acceso a los escaladores al
Corredor Superior, Cork encontró que
haciendo un buen trabajo de “barrido” de nieve y hielo, en un área suficiente,
podría levantar su tienda de campaña e instalarse ahí por varios días, en plan
de vacaciones. ¿Por qué pensar nada más
en los lugares del turismo tradicional para vacacionar? Después bajaría las cosas por cuerda y él
descendería en rappel para finalmente
ganar el bosque camino del valle. En caso de alud, la pared de roca estaba de
tal modo cortada a tajo que tanto el soplo de la nieve fina granulosa,
constante de la tarde, en plena caída, como las masas de nieve de los aludes,
pasarían volando sobre su cabeza sin peligro serio más allá de una buena
rociada de finos cristales de hielo. Y en cuanto prevenir la nieve que solía
caer por la tarde procedente del enorme flanco de la Rampa de Oñate, sería
suficiente con la protección del doble techo de la tienda. El agua para beber
no sería problema pues dispondría de nieve en abundancia en ese corredor para
fundir y preparar la comida y el café. Tenía años pasándose esa clase de
“vacaciones”. Solo o con algunos compañeros de cordada en “El balcón de
Zaratustra”, como se le llamaba a la repisa de la pared norte de la Rosendo de
la Peña: tres metros por uno y medio y a
más de cien de la base. También en el corredor norte de la Pezuña, ambas en el
Circo del Crestón, del macizo de las Monjas, arriba de Chico, Hidalgo. Su lugar
preferido para “vacacionar” era la gran repisa llena de nieve y hielo del sector
occidental de la norte del Abanico, cerca de los 5 mil metros de altitud, en el
Popocatepetl, en el que acabábamos de pasar tres semanas. Pero aquí mismo
habían vivaqueado él y Toci varios
días el invierno anterior. Fue cuando tuvo la idea de volver con un equipo de
seis y reconquistar el flanco de la montaña.
En ocasiones se
iba solo no porque tuviera espíritu de
anacoreta sino debido a que, después de todo, aun entre los escaladores son
pocos aquellos capaces de soportar vivir una semana en una área de dos por tres
metros suspendidos prácticamente sobre el vacío. El humano ha demostrado que
puede adaptarse, llevado por la necesidad, a vivir 30 años o más en una celda
reducida. Pero despertar cada mañana y lo primero que pueda ver son las nubes que
pasan bajo sus pies, es diferente. Clemencia le decía que era una huida de la
sociedad. El, que había vagado en las soledades de las arenas del desierto,
sabía que no hay nada igual de cálido y fortificante como vivir en la ciudad.
Si la gente experimenta grados de neurosis y agresión es precisamente porque
jamás abandona las calles atestadas de gente. Esto acaba por destrozar sus nervios y alterar la conducta.
Desesperada, y cargando con la polifarmacia, se va de vacaciones y solamente
para meterse a otros lugares más
repletos, si cabe, de individuos. “Sí - dijo en voz alta - algún día volveré a
pasar unas buenas vacaciones en este lugar”.
Más bien podría pasar
por un geomántico.
- ¿Qué eso?- preguntó
Mario Campos Borges.
-Los geománticos eran
aquellos adivinos que presumían leer el porvenir valiéndose de la Tierra.
- Sí. Levantaría mi
tienda de acampar en el centro de la plaza de Coyoacán y, por una cuota
módica, diría a las muchachas que se
apresuren a besar a sus novios porque mañana puede ser tarde. En seguida
vendría el relato del Apocalipsis geológico. El centro de magma del planeta
mueve a las placas tectónicas de la superficie. Estas provocan con sus
fricciones más magmas. Estos dos magmas, el primigenio y el provocado, suben a
la superficie haciendo aparecer a los edificios
volcánicos. Para impresionarlas más agregaría que los flujos
pioroclásticos compuestos de ceniza, rocas y gases, salen a tres mil quinientos
grados de temperatura y a una velocidad
de quinientos kilómetros por hora y avanzan destruyendo todo. Les pondría como
ejemplo el volcán de la isla de Montserrat que duró más de dos años arrojando
esos flujos piroclásticos. Les contaría la historia de la gente que se había
marchado al principio de la isla, regresó a su población. Pero todavía faltaba
la explosión final. Por último la ciudad de Montserrat quedaría cubierta de
cenizas, muriendo por este motivo por lo menos veinte de los que habían
regresado. Sí, creo que no estaría mal el negocio. Después de todo la gente
paga por escuchar cualquier cosa con tal de que la entretengas un poco. No es
ingenua y no te cree nada, pero está dispuesta a divertirse un poco con el
primer ingenioso que le salga al paso. Los domingos por la tarde en las plazas
centrales de Coyoacán se puede comprobar este fenómeno social.
El mundo debajo de
ellos aun estaba en plena oscuridad pero en la lejanía una pequeña cruz azul, de gas neón, brillaba en la noche
helada de la sima ubicando la posición del templo de Amecameca. Mientras ponía
orden en la cuerda, y la sacudía para desalojarle la nieve que se le había adherido, le oí decir, como entrando
en un sueño,” Puerto Rico”
-¿Qué?- pregunté
extrañado -.¿Te está afectando la altura? ¿O el enigma?
- No. Estaba
imaginando…En estos momentos tirados en las arenas de la playa de cabo San
Juan, entre el Atlántico y el Caribe, recibiendo en la cara las primeras
tonalidades rojizas del sol. El Sol. El mismo delicioso cuadro que en Ciudad
del Carmen.
- Es natural. Nos
estamos haciendo paletas en esta nevera… ¿Por qué no soñar con el paraíso
tropical?
- Tienes razón. Pero
cuando soñé con venir a este paraíso de nieve, y que hiciéramos la escalada a
los Corredores Occidentales, me encontraba tirado, el año pasado, en las
doradas arenas de cabo San Juan.
- ¡Y nosotros haciéndote caso! ¡Diablos!- exclamé -¿Y, ahora... qué
sigue?
- Desierto Navajo.
- ¿Desierto Navajo? -.
El y yo habíamos cruzado los desiertos
de Sonora y Chihuahua, pero jamás había mencionado a Desierto Navajo. Desde
luego sonaba interesante. Desierto Navajo era parte de la reservación de la
etnia navaja-hopi de Norteamérica .Tenía tal extensión que se podía vivir meses
cruzándolo a pie. Pero… ¿Por qué no me había mencionado algo de ello? ¿O recién
se le había ocurrido ese proyecto de las tierras candentes del norte del
continente debido a que nos encontrábamos entre el hielo cercano a los cinco
mil? - ¿Qué hay con eso? - pregunté.
- Luego te cuento esta
historia…No es, de manera central, una cuestión de deporte si no de existencia,
de sexo...
Ahora entendía menos.
Y como debió de haber visto mi expresión de asombro, a pesar de los lentes
oscuros cubriéndome la frente y la nieve en parte de mi cara, dijo:
- Bueno, está bien,
como ustedes los indios, muy
desindianizados, lo dicen: es un asunto de amor…
No pudo continuar. Una
pelota de nieve lanzada por Benito Ramírez nos volvió a la realidad.
- Estamos esperando
seguir y ustedes charlando como comadres…
Por fin la oscuridad se había retirado hacia
el otro lado de las montañas volcánicas del oeste, más allá del lejano Nevado
de Toluca. Tuvimos la suficiente claridad como para ver los detalles de la
escalada.
- Tiene razón. Vamos a
seguir desplazándonos para dejarles el lugar a los de la otra cordada - dijo y
empezó a moverse hacia la derecha.
Continuamos el avance
en la dirección que nos indicaba el alargado corredor, que era hacia el
sur. Franqueamos una enorme roca, que
apenas nos dejaba un escaso metro lleno de nieve, con pendiente comprometedora,
en la que Cork se vio precisado a tallar grandes escalones para facilitar el
avance. Después nosotros pasaríamos por
el lugar hasta desembocar en unos feos
rebordes. Eran algo incómodos de roca recubierta con una delgada pero peligrosa
capa de hielo. Sin embargo la pendiente se suavizaba. No muy lejos de ahí empezaban
los grandes mantos de nieve por los que, esperábamos, podríamos avanzar con más
comodidad. En este lugar fue cuando lo escuché decir:
- Aquí empieza propiamente el enigma…- suspiró
-. Pero la belleza de lo que sigue no me engaña - se quitó la chamarra de
plumas para tener más libertad en los movimientos con el piolet, la guardó en
la mochila de ataque y, dejándose su suéter negro, agregó:- Hay que cerrar los
oídos al canto de las sirenas de la facilidad y la hermosura de la montaña… En adelante habrá que poner toda la atención,
sino…De otra manera jamás podré volver a… cabo San Juan…
- Ni marchar a
Desierto Navajo - agregué.
- ¡Fuera
sentimentalismos...!- dijo y levantando su martillo - piolet se metió decidido
reabriendo la huella entre el misterio de la nieve de la bella Mujer Blanca.
No dijo “Mujer
Blanca”, sujeto y adjetivo, sino “Iztaccíhuatl”, con lo que descubrí su secreto
que era el sentimiento de encontrarse en esa montaña en un ambiente profundamente familiar. Los del
grupo norteño al que él pertenecía
formaban, con masa de maíz, en las festividades de su pueblo, al final de cada
temporada cuando recogían la cosecha, varias figuritas para continuar la
tradición religiosa tribal de sus ancestros. Una de esas pequeñas figuras de
masa, tenía la forma de una mujer yacente, con la parte superior pintada de
blanco, para semejar la nieve de la alta montaña, el fondo del cuadro azul que
recordaba al cielo y la parte inferior de todo el arreglo, de verde, que era el
bosque. Así estaba en los códices. Códices que ellos no conocían pero que
seguían reproduciendo de manera fiel. En realidad para nosotros era un reto a
la subjetividad que las muertes de los alpinistas, ocurridos en este flanco,
había provocado. Pero para él solamente había sido un pretexto que encontró
para efectuar la ascensión y que, ahora yo estaba seguro, disfrutaba de manera
formidable. La discreta sonrisa que llenaba su rostro, en tanto asestaba
vigorosos golpes de piolet a la nieve, confirmaba mi punto de vista.
Una extensa llanura
casi vertical se elevaba por encima de nuestras cabezas, blanca, fría, desnuda.
Por un momento no pude evitar el pensamiento que por aquel mismo lugar,
exactamente en el que nos encontrábamos parados, habían pasado volando, en
caída mortal, los cuerpos de ocho alpinistas. Estos pensamientos no se pueden
evitar en montaña, pero tampoco es conveniente retenerlos más allá de un
segundo.
-¡Vamos!- apuró a José
Méndez que se nos había reunido. A su vez éste aseguró la cuerda de Benito
Ramírez que tampoco tardó en llegar al lomo rocoso, un tanto incómodo,
recubierto de nieve y hielo. En algunos lugares las puntas de los crampones
mordían poco y Cork debió desplazarse un largo de cuerda más allá, en sentido
transversal ascendente hacia la derecha, para ofrecer un seguro eficaz. No
esperamos a que los otros aparecieran y abordamos con decisión la Rampa
tallando escalones. Más adelante la nieve permitió un avance más rápido y seguro. Cuando los
tres, de la otra cordada llegaron, ya habíamos ganado unos cincuenta metros.
Hasta ahí no veíamos
que algo especial estuviera esperándonos. Nada de grietas ni algún problema de
roca que nos impidiera la vista hasta la cima, la cual dejaba ver una ante cima
debido a la curva que muy en alto efectuaba la pendiente. La otra cordada
también se desplazaba con normalidad. Un exceso de precaución nos obligaba a
subir en fila india. Sin embargo las condiciones del piso eran tan buenas que
los de abajo siguieron exactamente nuestras pisadas. Así debió ir evolucionando
las cordadas cuando el accidente de Juan José Oñate.
Para entonces el sol
había tenido tiempo para desplazarse y los bosques que quedaban situados debajo
de nuestras botas habían recuperado todos sus detalles. La sombra de la
Iztaccíhuatl, que en el amanecer es proyectada hasta el otro lado de la
cordillera oeste del Valle de México, se había retraído con celeridad hacia
nosotros. Y en nuestra misma Rampa empezaban a aparecer los primeros reflejos
que daban un tinte dorado a la frialdad del flanco oeste.
Fue cuando todos
habíamos recorrido la mitad de la ascensión, que empezamos a ver mil partículas
que pasaban a enorme velocidad. Después de golpearnos todo el cuerpo seguían su
camino y se perdían en el vacío de donde acabábamos de emerger. De pronto todo
aquel flanco se volvió impreciso, como fuera de enfoque, como si se estuviera
moviendo.
¿Qué haríamos si nos
encontráramos ante la situación que todo aquello se viniera abajo?, ¿qué las
grandes planchas de nieve se removieran arrastrándonos hacia el abismo como
simples granos de tierra, nos habíamos cuestionado con frecuencia tratando de
descubrir la causa de las tragedias anteriores. La primera consideración era
que la temporada no permitía que aquella masa de nieve se desprendiera
llevándose hacia el fondo lo que en ella
se encontrara. La consistencia era de tal índole que la nieve, bastante
endurecida, se adhería muy bien al hielo de más abajo. Pero eran dos cosas las
que nosotros podíamos intentar. Una
tratar de ganar el accidente rocoso que por un buen tramo sube paralelo
a la dirección que llevábamos. Una vez
ahí hundir clavos y de seguro que nada
podría arrancarnos de aquel flanco. Sin embargo este recurso estaba por
descartarse debido que habíamos subido tanto que ya casi lo dejábamos por
debajo.
El otro recurso del
que podíamos echar mano, en la emergencia, era desplazarnos en línea horizontal
y en lo sucesivo avanzáramos en “V”. De tal manera que cuando los dos extremos
estuvieran arriba, colocaran cada uno su clavo para hielo y de esa manera,
entre los dos, aseguraran el avance del tercero. Luego éste avanzaría hasta
invertir la “V” y convertirla en una especie de “A”, para en seguida él
asegurar mediante otra clavija para hielo, el ascenso de uno de los extremos.
En tanto el extremo opuesto, inferior, sin moverse, también aseguraría al que
en ese momento se encontrara subiendo. Con esta solución, dos aseguraban
siempre a uno. Tal manera de subir nos llevaría mucho tiempo pero…Llegaríamos.
La seguridad estaría garantizada casi por completo. El microrradio reproducía
las notas del danzón “A las alturas del Simpson” .No había viento más
allá de una suave corriente que llegaba del lado poblano y lo escuchábamos con
nitidez.
El hielo fino seguía
barriendo la amplia superficie. Observamos que los de abajo se desplazaban en
línea recta horizontal y, efectivamente, empezaban a subir en “V”. También
nosotros lo hicimos, sin embargo no fue necesario echar mano del recurso de las
clavijas pues la nieve seguía manteniéndose en magníficas condiciones para un
avance seguro y rápido, tan rápido como nuestros crampones y nuestros pulmones
lo permitían.
Nos faltaban dos
largos de cuerda para la cumbre cuando el sol nos iluminó de lleno. Era la hora
en que todo aquello podría volverse inseguro. Pero ya para entonces nuestras
dos cordadas se encontraban tan arriba que la pendiente hacia rato que había
empezado a perder verticalidad. Volvimos a avanzar en fila india y continuamos
subiendo sin contratiempos. A las diez de la mañana con treinta minutos
habíamos alcanzado el Pecho, que es la parte más elevada de la montaña.
El Valle de Puebla
dejaba ver su panorama conformado por las altas cumbres de la Matlalcueye.
Esa montaña de base tan amplia que los
habitantes de los pueblos de un lado no conocen a los pueblos del lado opuesto.
En la antigüedad fue intensamente ascendida por los sacerdotes de la religión
mesoamericana. Todo estaba radiante. En el cielo se desplazaban perezosas nubes
blancas algodonosas. Al sur el Popocatepetl y menos de cien kilómetros hacia el
este, el Citlaltepetl brillaba a la distancia, todo cubierto de nieve, como un
auténtico diamante entre el cielo azul
profundo. Cork nunca le decía “Pico de Orizaba” y ni siquiera “Citaltepetl”.
Gustaba de llamarlo por su nombre original que es “Poyahutecatl”.
- ¡Está bien-
dijo cuando los de las dos cordadas
estuvimos reunidos.
Y eso fue todo. Nada
que volvíamos a abrir para el alpinismo esta hermosa ruta u otra clase de
intervención que pareciera un discurso. Tampoco los otros lo necesitaban. En
realidad eran dos cordadas compuestas por individuos que acostumbraban ir
siempre de primeros de cuerda. El
espectáculo del triunfo era para ellos una rutina, aunque no desconocían el
fracaso y aun la tragedia.
Sacaron de sus
mochilas de ataque algo para beber. Algunos llevaban te endulzado, otros
limonada.
Cork acostumbraba
llevar un litro de agua en la que había vertido, desde el principio de la
ascensión, leche en polvo con una porción de miel. El movimiento de la subida
se encargaba de licuarlo satisfactoriamente. Era la única ocasión en que
consumía algo dulce. Su gente lo acostumbró desde niño a comer los alimentos
sin azúcar ni sal. Para que no se le olvidara, se le decía que su consumo es
una costumbre degenerada de la gente que habita
las ciudades. Que su uso ayuda a
que aparezcan enfermedades y su abuso acaba por destruir a quien tan de manera
irresponsable los busca.
Pero en las grandes marchas, durante días en
la media montaña, que en México se le llama así a las travesías entre los 3 mil
y los 4 mil metros de altitud, su bebida favorita era agua en la que
previamente había mezclado leche con miel. Pero también traía consigo un
pequeño frasco de solución madre de espinacas. Decía que con esto tenía los
cinco minerales básicos que necesita el organismo humano. Era un brebaje
horrible que ninguno de nosotros se atrevía a probar. Bebida antiquísima
acostumbrada por los de su grupo norteño. Así como los huicholes acostumbran,
para ciertas ceremonias religiosas, el tesgüino
y los peruanos y bolivianos el té de coca, ellos lo hacían con espinacas.
“Igual que Popeye”, solía decir. Con ella cruzaban a pie cordilleras y cientos
de kilómetros de llanura desértica. Lo hacían desde tiempo inmemorial, en la
escala de los miles de años, pero él insistía que era una idea que le había copiado
a Popeye el Marino, al igual que la costumbre de fumar en pipa. Era todo su
almuerzo. Juraba que el que eso hiciera no tendría problemas con los intestinos
y nunca llegaría a los dramáticos momentos de las hemorroides.
Para nosotros eran
puras locuras. El se reía a la vez que aseguraba que todo era cuestión de
tiempo. Decía que en las ciudades se han borrado las tradiciones. Ya no
hay ancianos que conserven y trasmitan las enseñanzas. Agregaba que sí
los hay pero ya nadie les hace caso.
¿Quién le hace caso a los médicos? A los ancianos menos. En lugar de eso
los meten en los asilos para que no sigan molestando con sus consejos.
Mario Campos Borges
señaló hacia una ligera depresión que se encontraba a unos cincuenta metros de
nosotros.
- En ese lugar dos
amigos míos, Francisco Vázquez F. y Efrén Hernández A. permanecieron treinta
días y sus noches, en abril de 1988. Toda una marca entre la nieve arriba de
los 5 mil metros sobre el mar. En otros países
ese hecho de seguro hubiera llenado volúmenes de observaciones médica y psiquiátrica que
serían tesoros para el alpinismo y en general para la conducta humana. Aquí,
empero, ni siquiera los nombres de estos alpinistas se conocen.
Cork nos recordó que
en el invierno de 1974 Ubaldo Martínez, Jorge Rivera, dos de los que habían
realizado la primera a la Rampa de
Oñate en 1957 y otros habían llevado a
feliz término una idea bastante atrevida que al menos hasta ahora no se ha
vuelto a repetir. Consistió en salir de la base del Pecho, en el este, subir
pegados a los Glaciares Orientales, alcanzar esta cumbre y descender por la
Rampa de Oñate. Esto quiere decir que ellos bajaron, ya avanzado el día, por
donde nosotros acabamos de subir...
Pero, - agregó mientras cerraba su mochila y
se ponía de pie: -¡Basta por hoy
Y fuimos abandonando
la cumbre, entre pendientes verticales nevadas,
marchando en fila india en dirección al sur.
En la somera depresión
de la superficie nevada, que se localiza un poco antes de la cabecera del glaciar Ayoloco,
todavía arriba en los cinco mil, hicimos nuestras necesidades fisiológicas. Con
la tensión de la subida el proceso intestinal había quedado como en suspenso,
fenómeno muy conocido por los escaladores. Pero ahora todo apuntaba a
movilizarse.
Para Toci aquello era
rutina. La que se desconcertó al principio fue Carmen. Pero al ver que nos
bajábamos los pantalones, con la actitud de ángeles
asexuados, y la indiferencia de los sordos a todo ruido, también se bajó los
pantalones.
Más adelante dejamos la senda bien trazada en
el hielo, por las cordadas procedentes del
Pecho, que se dirigen descendiendo hacia La Joya, que hasta entonces
habíamos seguido. Abriéndonos paso entre una pendiente de nieve, un tanto
blanda, empezamos a bajar por el lado norte del glaciar de Ayoloco. Las
condiciones del terreno permitían un avance
rápido. En pocas horas más tarde los seis nos quitábamos los crampones
entre los bloques erráticos de la morrena. Evitamos el refugio que quedaba un poco al sur. Cuando hubimos
descansado un rato, emprendimos la marcha hacia el norte, a través de aquella
ladera desnuda e inestable, en dirección del refugio de Chalchoapan.
Después bajamos hacia el lindero del
bosque, en los cuatro mil, donde teníamos las tiendas de nuestro campamento.
* * *
Al día siguiente nuestros amigos descendieron
al valle. Habían agotado su tiempo desde varios días atrás. Ya sólo esperaban tomar
parte en la ascensión al Corredor Occidental Superior para decirnos adiós.
Solamente quedamos Carmen, Cork y yo. Por la mañana los vimos internarse en el
bosque en la rápida pendiente todavía nevada, de los cuatro mil. Al despedirse,
Cork dio una palmadita amistosa en el hombro de Abraham, al tiempo que le
decía:” ¡Gracias, volveremos a vernos para marchar a otra ascensión, he
Abraham!”. Era una escueta exclamación que estaba llena de un gran significado.
- ¡Seguro!- contestó
el otro con valentía.
Después, en tanto los
veíamos internarse a lo lejos y muy abajo en el bosque, me diría.
-Finalmente aceptó
hacer uso de sus poderes de tiempero o granicero, como dicen ahora a los teciuhtlazque. Eso sucedió
cuando todavía acampábamos en la montaña Tlaloc. No me lo dijo, pero
conozco la exaltación que se apodera de los tiemperos en la víspera de sus
oblaciones. Me di cuenta cuando salió con toda discreción de la tienda, hacia
la noche y la tempestad, llevando en sus manos un puñado de resina que había
desprendido de un árbol esa misma tarde. A falta de peyote u hongos, que son parte
de su ritual, se llevó a la boca un sorbo de ron. Con la resina había
construido una figurilla antropomorfa. La de Tlaloc.
Abraham había evitado hasta entonces, todo
cuanto pudo, el tema religioso con Cork.
Lo hacía por amistad. Estaba consciente que hablar de religión entre dos credos
diferentes con frecuencia resulta conflictivo. Pero su espíritu de grupo,
aparte, y su práctica lo hicieron darse cuenta que había incurrido en esa
situación cuando ya estaba hablando tendido de las terribles cosas que
anunciaba “su”Apocalipsis. El llamaba a
este libro “Armagedón”. A su vez Cork procuraba tener tacto al tratar el tema
con su amigo de Río Frío. Lo evitaba por completo. Jamás salió una iniciativa
de su parte. Pero cuando el otro ponía la cuestión sobre el tapete, no dejaba
pasar una sola respuesta. Sabía que su amigo estaba convertido en un experto en
descubrir los contornos sinuosos de la charla de las personas. Y sobre eso
desarrollaba su plan de acción mediante el cual iba dejando caer versículo tras
versículo. En esta ocasión decidió servirse de su método. Abraham tuvo
conciencia de ello cuando lo escuchó
decir:
El Apocalipsis y la
Divina Comedia se parecen en que sirvieron para su tiempo. Aquel con su
lenguaje simbólico para eludir la vigilancia de los romanos y ésta para
flagelar a los venecianos que habían desterrado a Dante y a los suyos. Fueron
ambos libros recursos de salvamento inmediato o como crítica. Pero, aquellas
sociedades para los que fueron escritos pasaron hace mucho tiempo. -Armagedón
no puede pasar pues es libro profético.
-No más profético que
los Evangelios. Sólo añade símbolos. Juan no puede decir más que Jesús. Y, no
hay que olvidarlo, Jesús hablaba de amor. No de terror. Sería poner Apocalipsis
sobre los Evangelios. De ambos libros, de Juan y de Dante, sólo quedó un
trabajo histórico y literario que los hombres se han encargado de hacerlo por
demás enigmático... Pero de los hombres
y las circunstancias de entonces ya nadie se acuerda. Si no fuera por las más
de dos mil notas explicativas que han escrito los que desglosan el libro de
Dante, nadie entendería absolutamente nada... ¿Has leído esta obra de Dante,
Abraham? Se arrepintió de haberlo preguntado. Abraham solamente leía un libro
desde hacía varios años. Los libros paganos de antes de su conversión no
incluían al de Dante. Abraham se dio cuenta, en algún momento, que sin
sospecharlo le había infringido un castigo a la economía de su pueblo. La fiesta de Día de Muertos, tan celebrada en
todo el país, requiere compra de flores, copal, comida, veladoras,” pan de
muerto”. Todo eso le da movimiento al dinero entre la población. Al suprimir
“toda fiesta pagana” el dinero ya no llegaba al comercio. En cambio se
canalizaba para su organización mediante la figura del diezmo. Lo que los
católicos mexicanos dan de diezmo es cualquier moneda, o nada. Con Abraham es el riguroso diez por ciento
de sus percepciones económicas.
-¿Pidió permiso a su Dios para hacer su
exorcismo frente a la tormenta?
-¡Estoy seguro que a
Tlaloc!
- ¿Eso quiere decir
que regresó a...?
- Desde luego...Ahora
es definitivo. Ya conoce el campo en el que se mueven las religiones
espirituales occidentales. Ahora será un teciuhtlazque
inconmovible. Siento haber tenido tan poco tacto frente a su bagaje
cultural, pero no me dejó otro recurso...
15
Una mañana azul, con bosques verdes intensos y
nubes ralas algodonosas flotando lentamente en el fondo de los valles, dejamos
a Cork en el refugio Ayoloco, al que habíamos
llegado tres días antes, y bajamos
hacia Amecameca a comprar víveres.
Terreno escabroso de bajada rápida
en las primeras dos horas, a lo largo de la cabecera común de las
cañadas Alcalican y Milpulco. En los
días siguientes él se movería hacia el sur caminando en dirección al
Popocatepetl. Al final nos esperaría en el albergue de Tlamacazcalco. La caminata que tenía que efectuar era en los
cuatro mil después de salvar la zona accidentada del sector suroeste de la
Iztaccíhuatl, con profundas cañadas llenas de nieve fresca.
Carmen y yo
llegaríamos este día hacia el anochecer al pueblo. Dormiríamos ahí y, al día
siguiente, ya descansados, iríamos de compras. Por la mañana del tercer día nos
procuraríamos un transporte y en dos horas alcanzaríamos también Tlamacazcalco.
Cork lo decidió así. Pensó que Carmen necesitaba recuperar fuerzas. Hasta
entonces el método de aclimatación a la altura y a las bajas temperaturas, seguido por el grupo, había dado buenos
resultados. No obstante, el sólo permanecer en esa altura puede resultar
agotador para alguien que no está acostumbrado al mundo alpino. Después de todo
ella no pertenecía a la montaña y era
tiempo que tuviera un buen descanso dentro de las comodidades que ofrecen las
poblaciones del valle. Desde luego yo estuve de acuerdo. Me entregó un arma de
fuego.
- En estas montañas no hay seguridad en los
tiempos que corren. Ha habido hechos violentos que han quedado impunes. Los
pueblos serranos en derredor de la Iztaccihuatl se han llenado de impunidad en
lo que respecta a los alpinistas. Eso ha alentado a los maleantes a seguir sus
fechorías. Sobre todo si vas acompañado
con una mujer como Carmen...
- Lo que
hace falta a la mitad de la población creyente en Dios es moral. La otra mitad,
que sólo cree en los átomos, necesita ética. La hermosa dialéctica de los
filósofos vale madre si a su valiosa inteligencia practica y a su también
valiosa inteligencia especulativa no se le pone calor humano.
-Y muchos
necesitan fuentes de trabajo honrado. Aquí los valles elevados pueden ser
alcanzados por campesinos deformados montando en sus caballos. Solamente ellos
conocen los bosques altos.
-Por fortuna los
escaladores siempre podrán evitar ser sorprendidos en tanto duermen. Les basta
escoger, como sus ancestros de hace un millón de años hacían para evitar a los depredadores,
pernoctar en las partes altas. Al caer la tarde buscarán con tiempo un lugar
para su tienda de vivac a diez metros apenas de escalada del piso. En esta
época oscurece a las seis de la tarde. Si para las cinco aun se encuentran
lejos de Amecameca, busca la repisa de una roca a varios metros del piso para
pasar en ella la noche. Llevas una cuerda de treinta metros de longitud. Con
eso será suficiente. En todo caso no dudes de rociar el bosque nocturno de
plomo…
Pero nada de
eso sucedió. Casi todo el día lo pasamos bajando por cañadas, cruzando ríos y
atravesando los bosques de diferentes alturas. Cuando el silencio llenaba
nuestra marcha descendente era señal que el cansancio de la caminata y el peso
de la mochila empezaba a hacer estragos en nuestro organismo.
- ¿Quién le
dio ese poder a Abraham para detener o provocar la tormenta- preguntó Carmen.
- Los
“ancianos” encargados de la tradición.
- ¿Y, a ellos?
- No sé. Eso
se pierde en el tiempo. Pero entre los graniceros es como con los sacerdotes.
Nadie lo es hasta que otros sacerdotes le imponen las manos. Igual sucede en la
Academia. Nadie es ingeniero, maestro o doctor, hasta que los “ancianos” de la
Academia les imponen las manos mediante el examen profesional. El individuo
podrá ser el más sabio de la galaxia, pero mientras no le den luz verde, no
será ingeniero oficialmente. Los tiemperos conservan los retratos de sus guías
en una casa rural que es una especie de templo. Los católicos poseen la gran
tradición de las imágenes de sus guías - santos en los templos, catedrales,
basílicas y museos. Los de la Academia tienen, grabados, los nombres de los científicos - guías en
CONACyT. La última vez que estuve ahí pude fijarme en algunos. Entre otros
recuerdo el de Guillermo Massieu, Rafael Méndez, Julián Adem, Miguel León
Portilla, Antonio Peñafiel, Leopoldo Zea, Manuel Carpio, Ruy Pérez tamaño...
Detrás están las instituciones que le dan validez a los rituales religiosos o
laicos.
Del refugio de Ayoloco a Amecameca son veinte
kilómetros con un desnivel de dos mil metros. Los más duros andarines acaban
por resentir semejante esfuerzo. Entonces motivé a mi compañera para que
abriera la plática de alguno de tantos temas que le interesaban. Le dije que me
parecía que los hombres de letras le han cargado la mano al Edipo de Sófocles.
Sin que hubieran pasado diez segundos Carmen estaba ya relatándome el final de
este personaje.
“Desventura,
sostén de desventuras”, exclama Antígona
cuando saluda a Edipo, su padre. Con
estas palabras traza el rasgo más enérgico para describir al personaje central
de esta tragedia. Informan del guión de la obra. Se refiere con mucha exactitud
al estilo que tiene esta vida. Y dice de qué
pasta está hecha la humanidad...
Edipo, el
personaje de Sófocles, dramaturgo
griego, ha sido referencia para muchos sucesos a través de los siglos. Noblezas
y trapacerías van a desarrollarse en derredor de Edipo. Sucedió esto hace 24
siglos y todavía psicólogos y escritores no lo dejan en paz. Los argumentos de sus obras, tanto la
de “Edipo Rey” como “Edipo en Colono” o bien “Antígona”, contienen persistentes
rasgos de la pasta humana verdaderamente sorprendentes.
Hay familias en la actualidad, en todos los
niveles de nuestra sociedad, y acaso en todas las sociedades del mundo, que tienen conductas que ya Sófocles había
puesto en sus personajes. Nos encontramos individuos que se hacen la guerra, hasta morir, por la
herencia. El tío que aprovecha el pleito de los sobrinos y se queda con el
botín. El padrastro, la suegra, el hijo irresponsable, la madre entre diamante
y plastilina. Pero también la abnegación, hasta lo increíble, de algunos hijos
para cuidar al padre ya viejo y en desgracia. Sófocles nos ofrece una visión,
cargada de escepticismo, de lo que pueden resultar las cosas en esta vida.
Guillermo López Portillo, presidente de
México en otro tiempo, y en la actualidad en silla de ruedas, anciano y muy
enfermo, al borde de amputarle la pierna por la diabetes, con un cuadro familiar…
seguramente que es uno de los humanos más capacitados, dada su cultura, para
comprender la obra de Sófocles en toda su magnitud. Pero la existencia de un
obrero de un sueldo mínimo también puede, en la escala de sus circunstancias
existenciales, recorrer el mismo panorama en la vida. Edipo en Colono es la
obra intermedia de la trilogía que Sófocles dedicó a su gran personaje Edipo.
La primera, “Edipo Rey” y al final Antígona”.Se da la terrible experiencia que consiste en aquel descubrimiento... En Tebas es rey, hijo de su esposa y hermano
de sus hijos (dos hombres y dos mujeres). Llevado por la desesperación, se saca
él mismo los ojos. A partir de ahí se le vienen encima otros males. En la
última obra: “Antígona”, hija de Edipo, ésta será sentenciada a muerte por su
tío Creonte que ya se ha hecho del poder. Dispone que nadie de sepultura al
cadáver de Polinices, hermano de Antígona. Esta desobedece y al final morirá.
La obra intermedia de la trilogía,
“Edipo en Colono”, trata en realidad del final del pobre Edipo. Frente a esta
obra el espectador entiende que, en determinadas circunstancias, lo único que puede
sacar al humano de “insufribles sufrimientos”, como dice el mismo Edipo, es la
muerte. Polinices, uno de sus hijos, se hace de la corona cuando el atormentado
Edipo se saca los ojos en Tebas. Polinices lo expulsa del reino.
Durante años
Edipo vaga como mendigo por tierras extrañas acompañado por su hija Antígona,
que le sirve de Lazarillo. Parece que al fin vivirá (o morirá) en paz cuando el
rey de Colono le da protección y permiso para que permanezca en este reino.
Antes nadie lo quería cerca pues les daba horror saber que había sido la pieza central de un gran incesto.
Edipo se preguntaba una y otra vez:”¿Qué culpa puedes tú encontrar
razonablemente en un hecho involuntario?” Piénsese la actitud que en la
actualidad la gente todavía siente cuando está cerca de algún enfermo de sida y
ya tendremos una idea bastante aproximada de lo que sucedía con Edipo.Cuando al
fin Edipo llega a Colono y se sabe que el rey del lugar le dará protección
hasta el fin de su vejez, es cuando se
descubre que Edipo, después de todo, tiene la protección de los dioses. Así, el
que lo rechace, perecerá y el que lo proteja será inexpugnable. Al conocerse
este rasgo del destino del desventurado ciego, todo el mundo quiere tenerlo de
su parte. Antes lo rechazaban pero ahora lo reclaman para ellos. El primero que
llega es Creonte, su hermano. Quiere llevárselo para Tebas porque los dos
sobrinos, hijos de Edipo, Polinices y Etéocles, han entrado en pleito entre sí
por la posesión del reino. Creonte quiere tener a Edipo de su lado para
quedarse con la corona. No consigue su objetivo de llevárselo y se va. Después viene Polinices, su hijo,
que también quiere que lo acompañe.
Etéocles, su hermano, lo ha derribado del trono y cree que, teniendo a Edipo de
su parte, le ganará la guerra.
Edipo conoce
el juego de todos ellos y prefiere quedarse a morir en paz en Colono, lo que
sucede en breve tiempo…La gran lección que nos deja la leyenda de Edipo no es
la morbosa relación que después le han colgado, es que en la vida todos, más
tarde o más temprano, enseñamos de qué estatura estamos hechos. El incesto sólo
fue una cortina de humo para ocultar la vesánica inclinación que los humanos
sentimos por el poder.
- El corazón
ve más que los ojos, diría siglos más tarde el Principito al piloto en aquel
desierto - apunté.
- Al final de esta obra, los dos hijos de
Edipo, y Antígona, se disponen a regresar a Tebas, una vez que Edipo, su padre,
ha desaparecido. Con esto, Sófocles mueve a sus personajes para comenzar la
última pieza de la trilogía: Antígona. Con gran delicadeza Sófocles relata la manera cómo muere Edipo,
su gran personaje: se internó entre los árboles de un bosquecillo y
desapareció...
Era el último valle antes de llegar a Amecameca.
El mundo era verde y por el centro corría, en el fondo de ligero declive, una
excesiva humedad que se había convertido en terreno fangoso guardado por los
altos pastizales de arriba de los cuatro mil. Pero cincuenta metros más allá,
al llegar al lomo rocoso que era necesario cruzar dado que constituía parte del
sendero, el panorama era desolador. Un enorme incendio había quemado el bosque
al pie de ese dédalo de cumbres y aun las paredes rocosas estaban ennegrecidas
por el tizne de las llamas que apenas hacía un mes acababa de extinguirse. Se
veían sin dificultad las laderas de la irregular topografía. En otras
circunstancias estas no se descubrían
debido al follaje tan espeso por la humedad de las diversas hondonadas.
Llevábamos a
la sazón varias semanas de vivir en las montañas. La naturaleza del bosque se
nos había metido en el alma. Pero también añorábamos la vida del valle. Tal vez
a eso se debió que le escuché decir a Carmen:
- Lo que se ha
llamado “naturaleza vulgar” presenta el gran problema que para hacer con éxito
su disección, hasta encontrar la belleza, se necesita un genio. Describir la
belleza o la soledad no hay tanto problema.¿Pero referirse a la vida rutinaria?
Hasta Nietzsche e Ingenieros se extraviaron en el intento. Las revistas de
consumo son un excelente material para informarse. Se imprimen por millones y
por montañas se venden en los expendios que compran papel usado. Son el encanto
de la vanidad y lo superficial. Bueno. Eso es un aspecto encantador que sirve
para el solaz de la naturaleza vulgar.
Le da alegría y color a la gente. Otro día, cuando le regalan boletos, irá a la
opera en Bellas Artes. Comerá palomitas en la feria de juegos de diversión,
llorará ante el féretro de un amigo, entre cabeceada y cabeceada escuchará a
Mahler en la Sala Nezahualcoyotl y centenares reirán en derredor del mimo de la
plaza pública. Si todo esto lo hace la mayoría, por no decir que todos, habría
que estudiar con seriedad el asunto. Por ejemplo, ¿qué fenómeno tan interesante
es eso del fútbol que arrastra hacia los estadios y los aparatos de televisión
a incontables millones de espectadores
en los cinco continentes cada fin de semana. Y en ocasiones también dentro de
la semana? ¿Qué le parece?
-Sí- dije
escuetamente-. En realidad creo que nunca me había detenido a pensar en esos
temas. Más bien siempre creí que el deporte de las montañas era algo necesario
para todos pero que, por algo que escapa a mi observación, solamente lo
practicábamos pocos.
Y como nunca
he sido buen conversador, volvía a caer en frecuentes mutismos.
- Bueno,
cuénteme algo suyo. Yo también necesito escucharlo. Saber qué le interesa. Qué
llena sus pensamientos y su vida. Lo que sea.
Como era
profesional en eso de escudriñar la mente, pensé que cualquier palabra
contribuiría a desnudar mi alma frente a aquella mujer. Era precisamente la
incomodidad que yo tenía que vencer al pretender vivir cerca de una mujer como
ella.
- No se me
ocurre nada que me parezca interesante de contar - acerté a decir- . Sólo
trivialidades.
- Precisamente
quiero conocer esas trivialidades.
- Me gustaría
que llegáramos a convivir tanto tiempo que usted misma las fuera descubriendo.
Si yo lo hago esté segura que le ofreceré un retrato retocado -.Hice una pausa,
después dije: - Mejor le contaré algunas
observaciones propias de mi profesión pero que son del interés general. Le
aseguró que esto tiene una importancia inmediata para todos. Dice usted que la
naturaleza vulgar es interesante, pues bien esto tiene mucho que ver con
la naturaleza vulgar tan querida por
usted. ¿Quiere escucharlo?
-¡Por supuesto
que quiero escucharlo!
-Pues bien debe saber que toda persona,
juegue fútbol o no, así como todo país,
somos responsables, en alguna medida, del sobrecalentamiento superficial de
nuestro planeta.
-¿Todos somos
responsables?
- Con encender
la estufa o prender el cigarro estamos calentando más nuestro ambiente local y
el mundial. Pero a mayor consumo de energía, proveniente de combustibles
fósiles como carbón, gas y el petróleo, mayor producción de calentamiento
artificial estamos aportando. De esta manera los países que tienen más
desarrollada su industria calientan más la atmósfera.
- Pero, ¿los efectos nocivos de este fenómeno
climático se extienden a todo el planeta repartiendo sus excesos a las otras
áreas?
- Así es. En
lo individual alguien puede ser cuidadoso de no provocar este fenómeno, pero en
la misma calle otro estará abusando de ello.
- Sucede
entonces como con la práctica de fumar.
Algunos son cuidadosos de no contaminar pero, ahí junto, a otro no le importa.
Sin embargo la contaminación envuelve a todos. De manera discreta, pero
inexorable, desde hace algún tiempo se ha venido quitando de nuestro modo de
expresarnos las palabras de moral y equidad. En el caso que nos ocupa no se
trata más que de un ingenioso ardid de unos que no respetan la salud de los
otros. Estos otros son la mayoría. Pero igual valdría que se tratara de la
minoría.
- Desde luego.
Durante mucho tiempo todavía el calentamiento interior de nuestro planeta
estará fuera del control de los humanos. El exterior sí es mensurable. Y maleable
pero tampoco se quiere hacer algo substancial al respecto.
-Si pudiéramos
ser como El Principito, que va de planeta en planeta.
- Llevaríamos
nuestros mismos paradigmas y repetiríamos los mismos vicios donde
aterrizáramos. Pero créame que no se trata de una cosa trivial.¡Ojalá lo fuera!
Cuando la temperatura media superficial del planeta disminuye unos grados
siquiera, muchas especies animales y vegetales mueren. Si esa temperatura
aumenta, también muchas especies no tienen la capacidad de adaptación y
sucumben. Con el frío prolongado los casquetes polares, los glaciares y otras
superficies heladas se retraen. El nivel de los océanos desciende. A mayor
aumento de calor sucede el efecto contrario. Los mantos de hielo se extinguen y
los mares elevan su altura. Y en tanto suben desbordan muchas marcas actuales.
No quiero ser catastrófico pero pueblos
que en el presente se han edificado casi a nivel del mar están en proceso de
desaparecer o de ser fácilmente alcanzados por los tsunamis. Hace tres millones
de años que dio principio la Edad Glacial (que se ha dividido en cuatro etapas)
y empezó a elevarse la temperatura hace dieciocho mil años. Cuando las
condiciones del clima se hicieron menos frías, muchas especies vegetales y
animales empezaron a proliferar. Se considera que hace diez mil años empezó la
civilización, así, como la conocemos. Los especialistas no se ponen de acuerdo
respecto de las causas que originan las épocas glaciales y sus fases
interglaciares en las que prevalece el calor. Algunos dicen que se debe a
cierta variación en la orbita de la Tierra en derredor del Sol. Otros que
alguna disminución de la actividad solar, como la conocida con el nombre de
“Mínimo de Maunder” y que tuvo lugar entre mil seiscientos cuarenta y cinco y
mil setecientos quince...Pero esa variaciones climáticas el hombre las hace, y
con la mayor conciencia de los daños que puede causar, pero sin importarle un
cacahuate que eso suceda. Todos los días expertos en la materia sustentan
conferencias y comentarios en todos los foros científicos, de divulgación
científica y a través de los medios de comunicación masiva…
- Pero al
parecer todo eso sigue una dirección fatal.
-Algunos
autores de este tema aseguran que las
grandes urbes crean su propio clima artificial, reseco y caluroso, debido a la
emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, la iluminación, el
hacinamiento, la urbanización, la deforestación y a la escasez de ríos y lagos
a cielo abierto. Unos de estos autores es, lo recuerdo bien porque lo leí hace poco, Miguel Ángel Rivera
Avila...Y créame, de esa manera estamos incrementando en medida absurda y
suicida el efecto invernadero. No hay que olvidar que el efecto invernadero es
vital para la vida ya que protege al planeta de la pérdida excesiva de calor y
contribuye así a mantener una temperatura favorable para la vida. Pero
aumentarlo como lo estamos haciendo ocasiona todos los deshielos en la
criosfera, esa capa de hielo y nieve que cubre parcialmente la superficie continental y oceánica de la Tierra, en forma
de casquetes y glaciares como le he dicho. En la actualidad se están procesando
una montaña de datos sobre el clima mundial para comunicar los resultados a
todos los países. Se espera ampliar
sustancialmente la cooperación internacional. De esta manera se podría prever
oportunamente los efectos adversos al calentamiento global. Casi estoy citando
textualmente a Miguel Ángel Rivera.
- No obstante,
si el mecanismo de equidad personal y grupal no funciona, todo cuanto se haga
por el lado de la ciencia será poco menos que inútil.
-La necesidad
real, la actividad depredadora y el
egoísmo seguirán calentando sobre manera el clima de esta pelota sobre la que
vivimos y que alguien puso el nombre de Tierra. ¿Qué le parece?
- ¡Aterrador!
-Pero aquí
tenemos un problema.
-¿Otro?
- Es necesario
que la querida naturaleza vulgar lo entienda...Ella es la que hace millones de
individuos.
Durante una
hora más caminamos por laderas y sus desniveles. Los troncos negros
desprovistos de toda señal de vida parecían la escenografía de una película de
terror. Solamente muy de vez en cuando aparecía del suelo negro alguna pequeña
planta que se atrevía a brotar de nuevo.
Era buena hora
de la tarde cuando cruzamos frente a la pulquería “Los amores de Peleo y Tetis”
al alcanzar las primeras calles de la
población.
- En Amecameca
todavía hay pulquerías- dijo Carmen a
pesar del gran cansancio que desde hacía un buen rato habíamos empezado a
experimentar.
Esa noche, ya instalados cómodamente en
nuestro hotel y aun con los estragos de tan prolongado descenso, asistimos, a
través de los grandes ventanales de nuestra habitación que daban hacia el
oriente, en dirección de los volcanes nevados que acabábamos de dejar, al
espectáculo de la nieve que había regresado y cubría los mismos aleros de las
casas hasta el mercado.
* * *
La manera en
que nos pusimos de acuerdo en vivir juntos, de ahí en adelante, Carmen y yo, a
reserva de formalizar todo, fue mediante una pregunta que le hice:
- Dentro de
algún tiempo, en cuanto ponga en orden mis cosas en la compañía en la que trabajo, emprenderé un viaje de
vacaciones en tren. Cork me influyó en su estilo de viajar de esa manera. Será de Leningrado a
Vladivostok. Nada menos que siete mil kilómetros de vías férreas. Precisamente
de Asia hasta Europa.
- La epopeya
de los zares - observó Carmen con cierta tristeza.
- Nadie debía
morir sin haberla conocido a través de sus mil estaciones a lo largo de Siberia
y Rusia.
- Más grande que la Orient Express de los
europeos.
- ¿Quiere
acompañarme en ese viaje?- dije a boca de jarro.
- Desde luego
- dijo enseguida y la sonrisa regresó a su vida -. ¿Pero cual de los dos
itinerarios que hemos mencionado?
¿Vladivostok o la Orient Express?
-Usted decida.
-¡Los dos!
- ¡Convenido!
Pero antes he de ir en tren de México a Ciudad Juárez. Apenas dos mil
kilómetros...Era la manera en que los pueblos del desierto viajaron durante un
siglo hasta la capital de la república. Y regresaban a sus poblaciones del
desierto. Son los mismos rieles en los que se hizo la Revolución Mexicana. Cork
dejó su comunidad en el desierto para
venir a estudiar a México, cuando era niño, viajando en tren...
Carmen me
interrumpió para decir con toda la alegría, reflejándose en su hermoso rostro:
- Entonces me
decido por las tres. Vladivostok, Orient Express y Ciudad Juárez. Y yo no he
de poner nada en orden respecto de mi
trabajo. Tengo mi consultorio propio. Me comunicaré con mi clientela
sugiriéndole que en lo sucesivo sea atendida por alguno de mis colegas. Basta
que ahora mismo hable por teléfono a mi familia, a cualquiera de los
restaurantes de la línea Puebla - Veracruz. Mañana mismo podríamos emprender
esos viajes...Mi cuenta en el banco no es fabulosa pero ayudará.
- Puede
llevarnos un tiempo considerable - dije como preguntando si estaría dispuesta a
pasar meses viajando. En realidad era irse a vivir al tren por algún tiempo. Su
respuesta fue tan natural que parecía que tenía tiempo pensando en ello:
-No hay prisa. Tenemos toda la vida por
delante...- y agregó algo que tenía la intención de despejar de
toda angustia la situación:-.Y cuando la flaca cartera de un académico se haya
agotado, yo sacaré la mía y agregaré lo que haga falta, ¿entendido?-
Bueno,
buscaba si existiría otra fórmula. Pero
hube de aceptar que, yo, investigador científico con la más alta letra en el
escalafón académico que alguien puede
tener en la Universidad Nacional, mismo que me había costado treinta años de
estudio y egresado de una prestigiosa universidad en el extranjero, recibía en metálico al mes lo que, con sólo
tres horas de venta en cualesquiera de sus restaurantes carreteros, Carmen lo
ganaba.
A manera de
broma dije:
- Parece que
la verdadera liberación de la mujer empieza cuando puede, y quiere, invitar a
un hombre...
- Y tú eres mi
hombre y yo te invito.¿De acuerdo?
- Empiezo a
verte cara de George Sand -. Ella sabía a qué me estaba refiriendo.
No pude
terminar la frase pues aquellos labios tremendamente eróticos me callaron...
- Pamplinas de
los psicólogos. Es igual arriba que abajo...-Agregó algo:-Para que la mujer
invite a un hombre necesita trabajar. Y ya con eso estamos de nuevo en el
principio del círculo... Pero la verdadera prueba de que la mujer se libera del
tutelaje de los hombres es más simple. Ni siquiera tiene que pagar la cuenta en
el restaurante
- ¿Cuál?
-Que las
mujeres que estén sentadas, en el microbús, le den el asiento a la mujer que,
cargando un niño, vaya de pie enfrente de ellas...No se lo dan. Esperan que el
hombre lo haga...Así de simples son las señales de la conducta.
Por fortuna el mal tiempo apenas duró unas horas. Después las nubes se
hicieron menos espesas y el cielo despejado empezó a ensanchar su dimensión.
Ella miraba con mucha atención hacia el cielo estrellado. A la pregunta necia
mía en el sentido que si el cielo le parecía hermoso, respondió en broma:
- Es bello.
Pero busco algo concreto.
- ¿La nave de
otro planeta?
-
A la estrella Cacciaguida.
Conocía bien el mapa del cielo debido a nuestras
incursiones en el desierto, pero Cacciaguida no me rebotaba por ninguna parte.
- Jamás la he
oído nombrar.
- Yo tampoco.
Fue hasta que leí La Divina Comedia. Se trata del tatarabuelo de Dante. Murió
combatiendo contra los turcos, en defensa de la fe que reveló Jesucristo. Al
poeta le pareció que su ancestro está en el Paraiso y por tanto es una de las
estrellas que iluminan nuestra Constelación.
-Es fácil
localizarla- dije con suficiencia.
-
¿Cómo?- preguntó con curiosidad.
-
¡Ahí, a la derecha!, ¿la ves?
- No.
-¡Está próxima
a la estrella que habita el Principito!
- ¡Cierto!-
contestó riéndose- ¿Cómo no se me había ocurrido tal cosa.
Por la tarde
del siguiente día, luego de comprar los víveres, fuimos a ver una
representación en el teatro de la población. Se trataba de una compañía que
había llegado hacía dos meses de la ciudad de México. Tuvo éxito y para ese día
estaban vendidas todavía el ochenta por ciento de las localidades. El título de
la obra era “De qué manera te recuerdo”. No me decía nada pero en la propaganda
de la entrada ya se veía que el tema era político. Duró un poco más de dos
horas. La actuación era definitivamente profesional. Seguramente los actores se
habían formado en alguna de las escuelas universitarias de la capital.
Efectivamente,
se trataba de las dos verdades eternas
en México que por nada del mundo se ponen de acuerdo. Así fue nuestra génesis
política, cuando la Independencia, y así seguía. Por una parte los “peladillos”
y por otra los “catrines”.
- Aunque ahora
hay muchos catrines que fueron peladillos.
-Y aprovechando esa incapacidad de diálogo entre los opuestos
mexicanos, otros hacen su juego.
La obra era una repetición de ese eterno
enfrentamiento de peladillos y catrines, que ahora son revolucionarios y
empresarios globalizadores, respectivamente. Entretanto los, otrora
impulsivos revolucionarios, maduran en
la lucha y se hacen calculadores. Y a la vez tratan de poner ritmo en el cerebro de los arrebatados muchachos de
la huelga estudiantil universitaria…
“De qué manera
te recuerdo” no lanzaba una propuesta dialéctica para resolver el conflicto. No
quiso entrar en utopías. Ni siquiera alguna utopía trillada. Los hilos quedan
sueltos. Es como si se siguiera apostando a aquella idea que decía que el poder
se consigue solamente por las armas, no por los votos en las urnas. Nada nuevo
pero siempre vigente era el argumento de la obra.
Sentados en el
confortable establecimiento al que fuimos a cenar, a la salida del teatro,
Carmen notó lo cálido que resultaba estar en ese lugar después de haber pasado
muchos días en fuertes temperaturas por debajo del cero. Le dije que de todas
maneras ahora el clima promedio anual en Amecameca ha subido algunas décimas de
grado. Desde luego esta población no puede sustraerse a las condiciones
ambientales globales.
-¿Hay modo de
ir siguiendo esas variaciones con tanta precisión?- preguntó en tanto sujetaba
mis manos entre las de ella.
- Desde luego,
si un personaje de Graham Greene puede llevar el registro de las veces que orina
en el día, en la semana y en el año, y lo segundos que dura en cada ocasión,
seguro que con el clima también se puede-dije en broma pero después me puse
serio:- Los modelos fisicomatemáticos para investigar y predecir el clima
global y regional pueden dar informes de mucha precisión respecto del frío, el
calor, la sequía o la humedad. Pero de todos esos factores que consideran hay
uno que se les sale de control
-¿Cuál?
- Casi están
cruzados de brazos con el impredecible comportamiento humano. Igual le pasó a
Dios en el Paraiso. El humano puede llevar este planeta a que muera de frío o
que se muera de caliente.
- ¿Cómo está
eso?
- Con Adán
tenía todo bajo control. Pero no contaba con Eva. Algo sospechaba. Ni siquiera
le dirigía a ella la palabra. Sólo hablaba con Adán.
Carmen empezó
a ponerse a la defensiva.
- ¿No será que
esos modelos fisicomatemáticos, de los que
hablas de manera tan encomiable, están en los tiempos de las cavernas?
-Ya existía el
dossier de Pandora pero ni así se
pudo calcular a plenitud.
-Era un mundo
misógino.
- Hasta Eniac,
la primera computadora del mundo, hubiera fallado ante semejante actitud.
- La novela de Greene se llama Viajes con mi tía. Lo demás es tecnología misógina. Te recuerdo que
siempre ha sido sabroso el oficio de crítico. Se mantiene lejos la guerra de la
propia trinchera. Erasmo de Rotterdam y Nietzsche de Rökken podían enmendarle
la plana a todo mundo pero de ellos ni media palabra decían. Por desgracia eso
prende con facilidad y hace escuela. Los discípulos de Bill W., no su programa
de recuperación del alcoholismo, se la pasan viendo la basura en el ojo ajeno y
no ven la viga en el propio.
Yo insistí:
-Este planeta,
con forma de huevo, asociado con una
disminución de radiación solar, puede verse cubierto de otra glaciación.
Eso es indiscutible. Es decir que mientras llega la glaciación natural, mucho
antes que eso suceda, la proverbial torpeza del hombre, y de la mujer, puede
provocar otra glaciación.
-¿Cómo sería
eso?
- Con que se
enfrasquen en una guerra nuclear ya tenemos atmósfera alterada a tal punto que
el Sol podríamos no volver a verlo jamás. O lo veríamos pero sin llegar a
calentarnos lo necesario. Y aquí estamos ante otro gran signo de contradicción.
Los humanos somos buenos para acentuar el efecto contrario, el llamado
“invernadero”, de manera artificial e involuntaria. De modo por demás liberal
lanzamos a la atmósfera metano, oxido nitroso y CO 2. Es posible aumentar el
calor de la Tierra en el siguiente siglo como no lo hicimos en los anteriores
diez mil años. Así que podríamos poner una pantalla entre nosotros y el Sol y
congelarnos o bien seguir provocando de manera artificial e irresponsable un
aumento en la temperatura del planeta. Lo primero podría darse
circunstancialmente. Lo segundo se está dando suave y gradualmente, pero de
manera inexorable. Eso es lo que dejaremos a los niños.
- ¿Te refieres
a los nuestros?
Con eso estaba
dicho todo.
-A los
nuestros y a los de todos.
Volvió la
nieve y Carmen García Swan se inquietó pensando en aquel solitario dentro de la
tormenta. Veía con frecuencia en dirección de las altas montañas pero todo lo
que conseguía era que el vidrio de la ventana le devolviera su propia imagen.
Traté de calmarla. Le aseguré que Cork no extrañaba el ruido de la ciudad. Ni
le temía a la noche solitaria. Era un yohualliycahuatzin.
Desde niño había adquirido el hábito de no leer más de cinco diarios
informativos en el año. Se cuidaba mucho
de dedicar su tiempo en las interpretaciones que hacen las redacciones
de los diarios de todo el mundo. Era de los que buscaban el origen de la
noticia en las conferencias o declaraciones de quienes las producían. Así se
tratara de temas científicos, políticos internacionales o locales, economistas,
culturales y sociales. Estaba al pendiente de las mesas redondas o las
entrevistas ya fuera por la radio o la televisión. Además, decía, este
planeta en realidad es una aldea
demasiado pequeña en la que no pasan muchas cosas. A eso se debe que la misma
media docena de noticias la estemos encontrando a lo largo de dos semanas por
todos lados. De seguro a estas horas se estará repitiendo en voz alta (se lo he escuchado varias veces) que vive
solo en las montañas, aunque sea por unos días, el que no se cansa de su propia
compañía. Aprende a hablar sin despegar siquiera los labios. Se sonríe al evocar divertido el underground hegeliano del cine y la literatura. “No es que sean
malas personas. Sólo que tienen que ver el aspecto comercial reflejado en
las taquillas. Desde luego no se cuidan
del impacto que esto puede tener en los pueblos”. En el país se ha
“chilangueado” a las noticias. Se le da demasiada importancia a sucesos de
segunda y tercera línea. Si un perro de más o menos importancia cruza la
avenida de los Insurgentes esta noticia aparecerá publicada en las primeras
páginas de los diarios de por lo menos
veinte Estados de la República. El estadio de fútbol de alguna parte de la
provincia se pudo venir abajo causando la muerte de cincuenta personas. Pero esto
sólo alcanzará las páginas centrales. La noticia del perro seguirá ocupando los
titulares. Y siempre ponía otro ejemplo. Todos los días por la mañana recorre
la ciudad de México un helicóptero que da la noticia de que en determinado
tramo de la calzada X hay un problema de vialidad y aconseja que se tome la
lateral fulana o la salida zutana. Está noticia, que es estrictamente local y
que ni siquiera interesa y sirve para el noventa por ciento del resto de la
ciudad capital, se oye en todo el país...
También le
dije que vive bien su sincretismo indígena-colonial. No se hace mala sangre por
eso. El sacerdote de su pueblo del desierto casi le hizo aprenderse, durante el
catecismo, el Nuevo Testamento y le proporcionó amplia información respecto del
Antiguo. Le explicó la vida de San Ignacio de Loyola y su marco histórico
europeo. Le prometió que cuando hubiera alcanzado mayor edad le explicaría las
corrientes filosóficas que influyeron en Santo Tomás de Aquino, especialmente
Aristóteles. Por su cuenta él investigaría más tarde el desarrollo de las religiones
del mundo. Tratándose de historia local y mundial decía que la gente sólo
conoce una cara del suceso, la cual siempre tiene tres. En caso de tormenta,
tanto en la montaña como en la ciudad, le gusta darle vida a los elementos.
- ¿Cómo es
eso?
- Recurre a su
resistencia lingüística y a su inclinación autoctonista.A los elementos los personaliza. Puedes confiar en que en
estos momentos se encuentra muy atento a las manifestaciones de la tempestad y
de seguro estará diciendo: Ehecatl empuja desde el este o Tlaloc envió el rayo
y ahora los tlaloques deben golpear sus ollas de barro llenas de aguas...
Seguramente no faltará quién, menos familiarizado con estas ideas, sintiera
encontrarse dentro de un caos atmosférico sin pies ni cabeza. En cambio puedo
asegurarte que él tiene conciencia de contar con la fortuna de ser un individuo
que realmente se encuentra en el centro de las manifestaciones de los dioses
mexicas. La oscuridad misma es el dios omnipresente, ¿Sabías que pasó varios
años pintando, a todo color, la figura de Tezcatlipoca, en un muro interior de
su casa?
Le conté a
Carmen la manera en que sus antepasados comerciaban del paralelo cuarenta y dos
al diez. Todo caminando. No había bestias de carga. En ocasiones hacían el
recorrido en un año. Llegaban a alguna población con familiares y amigos y
permanecían varios días. Iban a la plaza a vender sus mercancías. Compraban lo
que la región producía y que no había en otros lugares. Después ordenaban su
carga dentro del enorme chiquihuite y
pasándose el mecapal por la frente se
echaban a caminar entre el campo y las montañas. Varias veces habían pasado por
Ituhalco, ese elevado puerto en los tres mil quinientos metros sobre el
mar entre los volcanes Popocatepetl e
Iztaccíhuatl. En el siglo dieciséis, cuando caminaban de norte a sur, había el
riesgo que los esclavistas los agarraran para venderlos en regiones lejanas o hasta en las Antillas.
Para evitar tal cosa caminaban por los inmensos territorios considerados Bandas
de Guerra. Eran meridianos en donde no habían logrado penetrar los blancos y
sus aliados tlaxcaltecas y otomis.... No te preocupes. De seguro está
ahora dialogando con los elementos.
Después de eso
Carmen pareció calmarse. Luego de un rato comentó:
- Debo
confesar que mis conocimientos a ese respecto son a título de formación
académica. Pero sentirlo de esa manera es diferente…Desde luego que tendré más
cuidado a tal respecto en el futuro.
Luego me
comentaría Cork que en lo que pensaba esa noche en realidad, no era en los
elementos personalizados de la religión mesoamericana, si no en los elementos que un académico tiene por
delante. En el proceso de denudación producido por el agua que se introduce en
las fisuras de las rocas y su efecto en ellas cuando se congela y se expande. En
los intemperismos químico y mecánico.La erosión eólica tan violenta en estas
alturas…Locuras que se les ocurren a los anacoretas. Dijo que, ante tanta humedad, se le había venido a la
mente la población de Galveston, Estados Unidos, que fue arrasado en mil
novecientos por un huracán del mar. Murieron entonces seis mil personas, que
era la sexta parte de su población de entonces. Y para prevenir otra catástrofe
construyeron un rompeolas de cinco kilómetros por treinta metros de ancho y
cinco de alto. También pensó en la inundación de México- Tenochtitlán en mil
seiscientos veintinueve, que duró nada menos que cinco años. En este tiempo se
dieron treinta mil muertos. Había aparecido a la sazón una epidemia que se
conoció como la “peste chichimeca”. Cuando volvió el Sol pensaron prevenir otro
drama semejante y se les ocurrió sacar las aguas de la cuenca. Así fue como,
queriendo poner remedio, cayeron en otro drama de consecuencias mayúsculas que
fue la desertificación del gran valle. Se le vinieron a la mente los sismos
recurrentes que sacuden a El
Salvador centroamericano y que dejan
miles de muertos cada vez. Y todavía no acaban de enterrar esos cadáveres cuando ya tienen otro sismo destruyendo lo que han podido
edificar entre temblor y temblor. Se dijo que, si su gente no fuera tan recia,
esa nación ya habría desaparecido. Por entonces los graniceros eran muy
perseguidos y seguramente no pudieron actuar de manera coordinada. En Fátima
del siglo veinte y en el Jericó de Palestina, durante los tiempos del Antiguo
Testamento, se dieron alteraciones cósmicas siguiendo el deseo, o la necesidad,
de los humanos.¿Por qué no podría ser aquí con los graniceros?
Pero que
enseguida recordó aquella frase de Tolstoi sobre su trabajo de la guerra
napoleónica en suelo ruso: “Sólo tenían tres vasos en la taberna”. Dice que le
pareció siempre una frase deliciosa.
También que por asociación geográfica recordó a un amigo suyo, Francisco
Huematzin Ramos. Comunista, bisnieto de otro comunista de los tiempos en que el
Partido Comunista en México vivía en la clandestinidad. Un soñador. Tenía una cultura amplia en verdad, pero
Francisco Huematzin Ramos solamente escribía libros de movimientos de
trabajadores. Lo veía como un testigo geológico, enhiesto, incólume, en tanto
en su derredor se desintegraba un mundo que abreva su cultura en malos
programas de radio y televisión y diarios, no en la lectura de los libros y
que, no obstante, era un mundo que cínicamente seguía diciéndose progresista…
Sin embargo en el otro segundo estaba metido
en la creencia que en una época geológica muy remota, el Precámbrico, hubo un
continente formado por áreas tan
distantes en la actualidad como Escocia, Apalaches, Groenlandia y
Terranova…Luego se le clavó en la mente la figura del Río Congo. Trató de que
continuara con el río Amazonas..
La soledad del
refugio entre la poderosa tormenta de
cerca de los cinco mil metros no le incomodaba. Pero sí sentía la
necesidad de caminar. Sobre todo de correr. Encierren a uno de su grupo en una
celda y es como si al escritor y al lector le prohibieran todo libro y toda
escritura. Le hubiera gustado correr por valles y sierras. Pero la tormenta no
lo dejaba ir más allá de cien metros cuando necesitaba recoger nieve para
fundir y preparar el café. Su
pueblo del norte corría desde tiempo
inmemorial. La carrera era parte de su religión. Los hombres se echaban a
correr detrás de una pelota de madera y así recorrían kilómetros y más
kilómetros a través de sierras, cañadas y desierto. Se acordaba que los niños
de su grupo también corrían en derredor de la población. Aislado de esa
práctica, cuando se vino a estudiar a la capital, corría en las montañas del
Desierto de los Leones. Salía del pueblo de Santa Rosa Xochiac, llegaba al ex
convento, subía por las montañas del oeste pasando por la Forestal, Cruz Blanca y Agua de Leones y al atardecer
llegaba a la Marquesa. Desde luego el
terreno que más le gustaba, por encontrar cierta semejanza de aridez con su
tierra norteña, era el pueblo de
Tecamac, en la carretera de Pachuca. Empezaba a correr, derecho hacia el este,
hasta parar en la cumbre de la piramide del Sol, en Teotihuacan. Pero estaba
conciente que no era ninguna marca. En su pueblo un niño de diez años corre el
doble cada día.
Reía cuando
consideraba la libertad individual en un mundo de producción industrial. Era
como decir libertad dentro de la democracia. Era como aquella cosa
indescifrable de la Revolución Francesa de libertad e igualdad... No era cosa
de huir de la ciudad ni tampoco escapar de la vida natural de la aldea. Había
que adaptarse. Sus lecturas darwinistas de niño le decían que había que
adaptarse. Y sus lecturas de Chesterton, en lo religioso, y de Schopenhauer, en
lo filosófico, le decían que ya se nace, no se adapta. Se preguntaba si los mecanismos de adaptación de alguna gente
se habían atrofiado o no se habían desarrollado. Un fotógrafo profesional no
utiliza en la actualidad una distancia de enfoque para todas las distancias.
Necesita ajustarse cada vez. Trabajar afanosamente por su individualidad pero
eso no hará que se distancie demasiado
de la ciudad “Lo necesario para no quedar aislado de la sociedad, pero
no tanto para que se me borre el rostro” había leído por ahí. Reproducir de
manera consciente y con voluntad el comportamiento social, rutinario, el rutinario que hace que florezcan las
civilizaciones, pero también procurar marcar hitos. Comer palomitas en la sala
del cine del Palacio Chino y al fin de semana largarse a las montañas. Aprender
de la tradición y también agarrar su mochila para lanzarse a la exploración de
las regiones donde todo está por comenzar. Si los que hablan de soledad desde
su escritorio, todos los días, de nueve de la mañana a tres de la tarde, hora
de checar la tarjeta, se echaran a
caminar de vez en cuando por valles y montañas. Encontrarían lo importante que
es vivir entre la gente. Y lo incomparable de la experiencia de la soledad...
De todas
maneras las placas Cocos y Norteamericana romperán lo que entendemos por “lo
cotidiano”. Llegará el caos que alcanzará por igual a rutinarios que a
nihilistas. Entonces el automatismo social volverá a rehacer el mundo desde sus
humeantes escombros. Antes de empezar a recoger fragmentos de ladrillos y
varillas retorcidas habrá logrado la reconstrucción del tejido social. En tanto
Zaratustra se habrá retirado a su cueva a rumiar su soledad y su egoísmo y a
buscar nuevos argumentos para la depredación.
Pensó que todo
héroe sale de la comunidad. Es conveniente que éste no olvide tal hecho. El
héroe que empieza a jugar con su honor individual empieza a aflojar los lazos
de la fraternidad social. Igual si se trata de un héroe deportivo, guerrero que
científico...
Y en el centro
de este huracán nevado de la Iztaccíhuatl de seguro todo estará tan tranquilo
que hasta una vaca pacerá tranquilamente bañada por el sol. Igual se
preguntaba, como Aristóteles, ¿cómo algo inmóvil, como la divinidad, puede dar
origen al movimiento? ¿O fue Jaeger? No se acordaba con exactitud. Se notaba,
se dijo a sí mismo, que había estado viendo mucha televisión últimamente. Todos
son héroes. Le gustaba la serie Luz de
Luna donde Bruce Willis, el antihéroe, acaba sin mujer y golpeado.
Sólo que hay el gusto de
filósofos y poetas de asomarse por la estrecha ventana desde la que nada más se
ve el héroe individual. El héroe sin rostro requiere un gran angular del que se
han fabricado pocas piezas.”Mi abuela durante su vida lavó un millón de veces
los platos de su cocina.¿Puede alguien mencionar una epopeya mayor en bien de
la comunidad?” En la Universidad hay mil héroes anónimos de la investigación
científica tan mal pagados que deben seguir trabajando aun en edades prostáticas
y menopáusicas.
Comprendió, dijo, que nada tiene de extraño
que los solitarios de las montañas, los desiertos, los mares y las ciudades,
acaben con la mirada extraviada en busca de lejanos mundos y, por fin, hablando
solos, en espera que su microscopio salga por fin de la aduana. En las
atestadas calles de la ciudad de México hay gente que también habla sola, en
voz alta, sin fijarse en la multitud a través de la cual se abre paso. En
cierta ocasión le había escuchado decir a uno de esos individuos: “somos seres
modernos del cenozoico”. Volvió a recordar la vieja imagen de este individuo
estrafalario y aun no acertaba a descifrar qué quiso decir, si apenas tenemos
dos millones, ¿a qué se refería al situarnos sesenta y cinco millones más
atrás?.. Y cuando en la asamblea de los hermanos de Abraham de Río Frío decían
que nada más hay un Dios, Cork de todas maneras no les hacía la observación que en el Antiguo
Testamento hay la afirmación de un decidido henoteísmo. Moisés se afana en demostrar que su Dios es
más fuerte que los dioses de Egipto, en el episodio de los bastones y las
serpientes. A Dios no se le representa y eso es una manera de representarlo.
Pero todo eso podría explicarse. Lo que resultaba imposible de tragar era la mención
de Asera. La sola idea que el Dios del Antiguo Testamento tuviera una
compañera, y por lo tanto la existencia de una Diosa, sacaba de juicio a Abraham de Río frío... En
la asamblea sindical cuentan los votos a favor, en contra y las abstenciones.
Las abstenciones también son una posición política... Clemencia todavía cree en
Krisna. Algunos de sus amigos de Kumarila han sustituido a dioses por planetas,
como regidores de la vida diaria de los humanos, y de su destino final. Otros
no creen más en santos ni vírgenes pero sí
que el cuarzo les manejará sus vidas. Es lo que se llama dejar a un lado
la metafísica para aferrarse a los óxidos de silicio y silicatos. Algunos son
más exigentes y prefieren el rubí, como se le llama en el mercado al oxido de
aluminio. Estoy esperando que me diga que hago lo mismo con
Tlahuizcalpantecutli para recomendarle que lea más del México henoteista.
Julieta Fierro desde su ciencia dice que desconocemos el noventa por ciento de
nuestro universo. Clemencia asegura que ella lo ha cruzado en todas
direcciones, incluidas las zonas de materia oscura y sus lentes
gravitacionales. Hasta asegura que llegará el tiempo que las noches serán más
iluminadas que el día y esto sucederá cuando la luz de estrellas remotas que
ahora están en camino alcance a nuestro planeta. Pero que cuando eso suceda
nuestro planeta ya no existirá. “Tenga cuidado con los 50 mil grados
centígrados de temperatura al pasar por una estrella azul de la Nebulosa del
Cangrejo, no se vaya a quemar. No me diga que ya pasó también por la Nube de
Magallanes”, recuerda haberle preguntado en una ocasión. Y ella sin pensarlo
dos veces dijo que “la Nube de Magallanes está en una de las galaxias satélites
de la Vía Láctea. Con los métodos convencionales necesitaría 250 mil millones
de años luz para ir a la Nube Mayor de Magallanes y otro tanto tiempo para
regresar. Pero no se preocupe por mi, Malcom. Precisamente lo que es más veloz
para viajar que la luz es el pensamiento. Por lo demás, el pensamiento no se
quema”.
Sí, me dijo
Cork en cierta ocasión, me gusta la ciudad pues en ese sedentarismo se anida y
crece la cultura necesaria de un pueblo, sus costumbres, su arquitectura y el
calor de su alma colectiva. Las ciudades no tienen rostro, pues no se consulta
a los arquitectos empero, en las ciudades grandes y en las de tamaño regular
siempre se establece la “pequeña patria” en forma de “colonia japonesa”,
“colonia española”,”colonia irlandesa”, “colonia rusa”, “colonia paraguaya”,
“barrio negro”. O bien una “comunidad mazahua”, “comunidad oaxaqueña”,
“comunidad palestina”, “comunidad salvadoreña”, “comunidad huichola”,
“comunidad judía”. En Estados Unidos abundan las Pequeñas Italias. Tal es el
caso del barrio de North End en Boston. Pero las ciudades absurdamente grandes
son el peligro que amenaza todo eso. En estas se reproducen nocivos
microorganismos que perturban lo que brota en la luz y le impide crecer y
florecer. Con razón se dice que estas macrociudades suelen carecer de alma. Las
oficinas de los comerciantes amenazan por su número a los lugares de oración y
a los centros de investigación científica. Siempre digo que el espantoso
Armagedón del cine norteamericano va a parecer un jardín de niños cuando las
ciudades de Toluca, Cuernavaca, Puebla y Pachuca, se junten con la ciudad de
México. Cristina Pacheco va a tener mucho trabajo con su programa “Aquí nos
tocó vivir”.
Yo sabía
que Cork y Salim eran claros cuando se
referían cada uno a su Dios sincrético. El primero decía Señor y Salvador y el
otro decía Mesías. El Mesías vendrá para el pueblo árabe, en cambio el
Salvador, Jesús, ya llegó desde hace dos mil años para el mundo y los libros
anteriores del islamismo son una prehistoria que anuncia al Profeta. A eso se reducía una situación que ha
enmarañado a la gente desde la antigüedad. Uno era un Dios local, único,
escogido, como Huitzilopochtli lo era únicamente para los de México -
Tenochtitlán. El otro un Dios para todos. Cuando Abraham Set Lamec, de Río
Frío, comprendió que él, formando parte de su iglesia, nunca sería un árabe más sino sólo un
católico menos, decidió dejar de asistir a su templo. Esto sucedió aquel día
que Cork le pidió que detuviera la tormenta.
Comprendió que jugar con la hermenéutica, sin tener preparación
académica, es más peligroso que correr un maratón llevando un vaso de
nitroglicerina en la cabeza... Luego Cork se dijo que el cangrejo tiene
quinientos millones de años casi sin cambio... Recordó que el trato con Salim
había sido bueno desde el momento en que se habían puesto de acuerdo que los
ídolos representantes de la deidad eran, como la pintura, la computadora, la
música y el habla, formas de expresión del humano. Había pasado varias noches
en la cueva arqueológica de la cañada de Milpulco, hacia los cuatro mil, cuando
escalaba en compañía de Salvador Alonso Medina, algún pico rocoso del glaciar
Ayoloco y bajaban caminando a Amecameca. En ocasiones encontraban en la cueva
papeles de china de diversos colores que habían servido para alguna ceremonia
de la religión de Tlaloc. Entre los indios se conoce el tiempo, por eso hay
tiemperos, pero no interesa tanto la historia de la sociedad. Con esto se
evitan muchos tipos neuróticos por cosas que sucedieron hace miles de años. ¿Y
realmente sucedieron? Los intereses de cada civilización van deformando por
conveniencia los hechos pasados. Los aztecas borraron su etapa miserable. A un
pueblo escogido por Dios no conviene que se le conozca de esa manera. Freud
deduce que Moisés era realmente un egipcio. Por lo demás lo que sucedió tuvo un fuerte ingrediente de
la voluntad de los dinerhs navajos y
aunque no haya gustado hay que respetar. Se trata de criaturas sabias que
tienen en todo momento a su disposición una vista de conjunto a través del
tiempo. De otra manera más bien parecería que se entra en un manejo de la
divinidad para que esta haga lo que los hombres quieren. Estos seguidores de
Tlaloc, los graniceros, no están tratando de dejar una cultura, para meterse en
otra cultura, sino que es una permanencia en la original. Se mueven en un mundo
de líneas y colores para dejar el caos de la ciudad e ir de la disolución (de
la ecléctica disolución) a lo tangible. Al revés de como quiso hacer Hegel. En el último vivac, en ese lugar de Milpulco, alguien le decía que si se atiende
a las estadísticas, los indios se suicidan realmente muy poco con respecto a los otros pueblos, lo que era
atribuido a que no son presas del tedio individualizador. Y que es una señal
que los afrodisíacos fuera del ritual
religioso se convierten en una droga laicizada de funestas consecuencias para
el individuo y para la sociedad que es la que tiene que cargar con el enfermo
terminal. Se abusa de las palabras. Laicismo es una herramienta para vivir el
Humanismo. ¿Qué diablos tiene que ver esto con alguien que vive reventando de
hierba y anfetaminas. El tedio es el que hace buscar otras aventuras eróticas,
fuera de la pareja, y puedes llamarle lucha libertaria si quieres, pero esa lucha
por la libertad se repetirá medio año más tarde. Con lo que se encuentra ya
situado el individuo en el principio del tedio desintegrador. Catorce mil
suicidios al año, en los países del centro de Europa, incluyendo Inglaterra, es
algo que aterra a los mexicanos y les hace indagar las causas. Como México es
un país en el que se leen muy pocos libros por año, por cabeza, no se ha podido
aprender la lección de Dorian Grey. Y aunque yo le decía a mi amigo que en el
pasto también crecen las orquídeas, él decía que las estadísticas son
cuestiones frías que consignan hechos consumados. Al ser espiritual no le corresponde
deteriorarse. En cambio el cuerpo sí se
deteriora. No para siempre en la tierra, Nezahualcóyotl fue el primero que lo
dijo. Yo digo que un espíritu para un cuerpo pero Clemencia cree que un
espíritu para muchos cuerpos. Como en el principio lo creían los pensadores de la Helade. Como buen hedonista
quiero mucho a mi cuerpo. Desde luego advierto que aquí hablo desde el
espíritu. Quiero a mi cuerpo y éste quiere mucho a su espíritu. Después de todo
Jesús no resucitó en un cuerpo ajeno a él sino en el suyo. Lo mismo Lázaro. Los
viajeros del Tlalocan tampoco lo hacen en el primer vehículo que encuentran
sino en el propio. Tepantitla de Teotihuacán es un documento que dice que los
teotihuacanos creían no sólo en la inmortalidad sino también en la conservación
del yo después de esta muerte. Desde luego estoy consciente que, la idea de la
inevitabilidad de la muerte, lleva a la angustia y quizá por eso ella aplaza la
idea de la muerte y va de un cuerpo a otro cuerpo y otro cuerpo…Los cristianos,
verdaderos estoicos, morían cantando en las fauces de los leones porque
recordaban lo que Jesús había dicho al buen ladrón: “Este día estarás conmigo en el Paraíso”. Al filo
de la Edad Media se prefirió la muerte
laicizada. Tal cosa hacía que, los
epicureistas, tuviera angustia por tener que dejar la vida sabrosa de este mundo. Dorian Grey, el doctor Fausto
y Rafael Valentín O´ Flaharty van a echar mano de lo que sea con tal de
prolongar su estancia en esta vida, que de antemano han aceptado que es la
única que hay, así hayan firmado un papel con el mismo Diablo. ¿Y es suficiente para ti la vida en el
desierto del norte?, le había preguntado yo en la cueva de Milpulco, a lo que respondió que por siempre y para siempre. En
los veinte años que llevaba viviendo en la ciudad, había aprendido que, en la existencia de sus
habitantes, el tedio es una lacra de la
civilización. No aceptan la vida en el hogar como un fin o a la esposa y ella a
él, como dos cuerpos jóvenes que van envejeciendo de manera insoslayable sin
perder el interés el uno en el otro en todos sentido. La mujer ibseniana es
heroína de asamblea que lloran en la soledad por las madrugadas. Y dice Lawrence
que son abuelas que van a perpetuar el error en sus nietos. Trató de encontrar
la relación con la vida que llevaba Clemencia y terminó acordándose del
Quijote. Se imaginaba una mujer tan ideal que, al menos en esta galaxia, no se iba
a encontrar. Si al menos hubiera visto y tratado una sola vez a Dulcinea. Pero
no quiso sacarla de su mundo fantástico y llevarla a la realidad. Debería
aprender de los superhombres mormones con sus veinticinco esposas de los
primeros tiempos de esta iglesia. El de la Mancha perseguía amores
inalcanzables. La idea era esa: no alcanzarlos. Era un asesino en potencia,
pero por fortuna frustrado como tal. Hasta a su escudero quiso matar. Cork se
preguntó si él conocía a Clemencia. Porque Jasón no conocía a su esposa Medea. Como
no encontró respuesta se dedicó a hacer su ejercicio mental predilecto: “teodoromedespolisohegiontindarofilocrates”.
Después de eso recordó la vez aquella en el restaurante de la ciudad de México.
Cuando alzó lentamente su vaso de vino rojo. Tan rojo como el carmín de sus
labios. Acercó su rostro al de Cork y dijo deliciosamente: que pasaría si, de
día o de noche, un demonio lo siguiese alguna vez a la más solitaria de sus
soledades y le dijese: Esta vida, tal como usted la vive actualmente, tal como
la ha vivido, será necesario que la reviva todavía una vez, una cantidad
innumerable de veces. Y no habrá en ella nada nuevo. Al contrario, es forzoso
que cada dolor y cada alegría, cada pensamiento y cada suspiro, todo lo
infinitamente grande y lo infinitamente pequeño de su vida retornen a usted. Y
todo en la misma sucesión y el mismo orden. Y también esta telaraña y este
claro de luna entre los árboles. Y también este instante y usted mismo...
Cuando se preguntaba si sería una metáfora que se refiriera al hombre sin
rostro a través de los tiempos, al inútil empeño de Prometeo o al pensamiento
de Krisna, recordó de pronto que eso es
de Nietzsche. Su papá cultural, Schopenhauer, tiraba por la
metempsicosis”. ¿Es bello, ¿no le parece? ¡Es una construcción intelectual. Nietzsche no ha
vuelto. ¿Cómo lo sabe? Aquella pregunta
era propia de una krisna. En lugar de contestar directamente la muchacha dijo que era necesario entrar en una
actividad de abstinencia, para evitar el deseo. De esta manera se iría alivianando
efectivamente el peso del costal de las faltas cometidas en las vidas
anteriores y en la presente. Incluso si se persistía en la actitud de los
deseos se podía descender al nivel de los animales brutos. Y usted cómo sabe eso? Recuerdo haberlo leído en Plotino. Decía que
algunos seres humanos han llevado su extravió hasta los niveles inferiores...
Era un irritila –hopi que podía recitar de memoria los poemas de Nezahualcoyotl
y temas del Popol Vuh. Y leía desde niño, con placer y avidez, a Carlos Dickens.
A través de él conocía Inglaterra y parte de Francia, aun antes de poner pie en
Europa por primera vez. Conocía su
niebla, su gente, sus costumbres y su
arquitectura. Decía que había conocido a Inglaterra antes que Malcolm Lowry
naciera. Se dijo que era el lenguaje de los dioses aquello que sucedía en la
tormenta. Hace cinco siglos que los mexicanos empezamos a ser ajenos a ese
idioma. Un vecino diría quizá, por teléfono, al habitante de la casa contigua,
que un ladrón trata de introducirse para robar. Y el perro del vecino le dice
lo mismo a su amo a través de una serie de ladridos en tanto ve hacia la puerta
de la calle. ¿A quién se le ocurriría que el vecino y el perro tratan de decir
lo mismo? ¿Quién creyera que esos rayos terribles, y esos relámpagos, esa nieve
que cae, el ventarrón que golpea las paredes superiores de roca y hielo y
cimbra todo el refugio, anuncian nuevas formas de vida para el valle? Pero ya
no entendemos su lenguaje y nos da miedo. Sus “palabras” las traducimos en
kilovatios y en grados del termómetro. La mirada de Clemencia le dijo en la
isla que lo amaba mucho antes que su cerebro tradujera en idioma técnico las
palabras que dirían sus labios, y cantara
más tarde, en su oído, un fragmento de Humo en los Ojos: “ Cuando me viste, antes que a nadie, no sé por
qué”.Más tarde, el ascenso mensual en la temperatura en el cuerpo de la mujer,
la tierra que se abrasa, el nivel descendente de las aguas del lago, todas son
formas de expresión que solamente pueden interpretar los estudiosos pero ya no
el pueblo a través que éste ha ido derivando hacia …Diría que sobre todo había
pensado en Clemencia al recordar, a la sombra de Pedro, el personaje de
Strindberg, cuando dice a Pedro que la vida no es como tú la has visto en los
sueños de tu juventud sino que es un desierto, sin duda alguna, más
tempestuoso, pero en el que se encuentran también tranquilos puertos que dan
ingreso a islas florecientes. Si quieres, por lo tanto, entrar en la vida, y
hacerte un hombre, debes proceder seriamente y para ello acuérdate, decía la
sombra de Pedro, de que nunca serás un verdadero hombre sin la compañía de una
mujer. Y acaba apremiando:” ¡Búscala!”. ¿Dónde la busco?, recuerda que gritó en el albergue, solo entre la noche
y en medio de la tormenta, ¿en las estrellas?…Héléne Vary, que bella mujer, y
parece que tenía buenas nalgas. Por supuesto que si Lautrec hubiera conocido a
Clemencia ni caso le hace a Héléne…Desde Adán el hombre es el centro del
universo, le había dicho Salim hacía diez años entre el torbellino de risas y
brindis con las muchachas en la casa de Katy. Bebía ron y hacía la magia de
arrojar el humo del cigarro por las orejas, lo que causaba gran alboroto en las
muchachas que los rodeaban. Sí, me acuerdo que le había contestado. ¿Por qué lo
dices? le preguntó interrumpiendo el viaje que había iniciado Cork con su boca
para besar los labios de una muchacha de piel oscura de tipo guerrerense. Solo
olvídalo, le dijo, deja que el hombre se crea la maldita medida de todas las
cosas. En tanto la placa de Cocos acumula, no lejos de donde nos encontramos,
de hecho bajo las mismas suelas de nuestros zapatos, energía. Mientras se sigue
hundiendo y entonces un día verás a tu
epicentro, del universo, volar como pavesa en medio del incendio de la
ciudad y este desgraciado lugar quedará como otra Sodoma y todas esta nalgas se
irán al carajo y nadie las aprovechará...Sí, se dijo que no es ningún acto de
temeridad el querer subir una montaña. Se le ama tanto, se le admira de tal
modo, que se quiere ser parte de ella. El haberla intentado o subido muchas
veces, el poder ascenderla, el haber perdido en ella la salud o incluso la vida, es ya un episodio
ligado para siempre a la historia de esa cima. Sólo que hay historias que se
conocen y otras que quedan en el anonimato. Ninguna de estas historias, hasta
la más rutinaria, debería quedar sin conocerse. Pero, para ello, se necesita
una generación que sea tan fuerte escribiendo como escalando…También
recordó entre la tormenta a su padre que
hacía viajes a través de los pueblos del desierto. Por eso él también
era un O´otham y sentía al
desierto de Yuma, Altar y Sonora, como su misma casa. Los paisajes desérticos
infinitos le habían traspasado desde niño los ojos y se le habían anidado en el
alma misma…Trató de imaginar a la actual superficie erosionada de la Tierra a
partir de una idílica superficie que después los elementos fueron erosionando
sin remedio. Pero también pensó en una normalidad geológica compuesta por la
acción de los volcanes, las erosiones diversas y las de las placas tectónicas
en el camino de un equilibrio. Movió la cabeza y dijo a media voz, como si
quisiera comunicarse con los ratones, eternos habitantes del refugio de
Ayoloco: he ahí otra vez presentes las historias inglesa y alemana con sus
héroes culturales Darwin y Spengler…Y recordaba el tamaño de los ojos que había
puesto su amigo Salim cuando le dijo que Asera era una diosa cananea, consorte
de Yavé. Y que era, según la arqueología, una diosa madre del antiguo desierto
árabe. Se le conocía como La Dama del León y había sido duramente combatida por
un grupo de sacerdotes hasta desterrar su culto. Cuando salió de su asombro le
había preguntado si la madre de Jesús marcaba el retorno de Asera. ¿Por eso en
la actualidad era tan duramente combatida esta dulce figura del cristianismo? A
lo que él le había respondido que eso había sucedido muchos siglos atrás. Que
todo sería pura asociación ideal sugerida involuntariamente por la antropología
de Palestina…No había olvidado cierta
vez que subíamos al Tlaloc, en la primavera, y pasábamos por Río Frío, al ver
los nacimientos que habían preparado las gentes del pueblo yo le había dicho
que eran exactamente como las había pintado Martín Schongauer, en el último
tercio del siglo quince. Un poco antes vi, en un rincón del viejo templo
católico, al final de la calle, cerca de la carretera, sobre una mesa, la maqueta de una catedral de dos torres
gemelas y elevadas en su fachada que medía unos sesenta centímetros en su base
por un poco más del doble de altura. Era la catedral de Estrasburgo que se
había construido muy avanzado el siglo trece y
el diseño era del maestro Steinbach. Al preguntarme qué diablos hacía en
este pueblo, casi perdido en la inmensa topografía de la Sierra del Tlalocan,
la maqueta de una catedral de Alemania, francamente me encogí de hombros y
solamente había acertado a decirle que su estilo era románico…Bajo el peso de
la mochila, en tanto remontaba la pendiente llena de rocas de desprendimiento,
aceptó que Bob Ballard era un genio al decir que en nuestros días, ya entrado
el siglo veintiuno, asombraba que estamos sondeando las lunas de Júpiter pero
la mayor parte del suelo oceánico sigue completamente inexplorado. Si CONACYT
fuera benévolo con la becas. Lo era, pero más. Se pueden destinar recursos para
todo lo que sucede sobre la Tierra pero, para conocer lo que pasa debajo de
nuestras mismas suelas de los zapatos...Ese día, en especial, la tormenta lo
había castigado al remontar la cuesta hacia el refugio, desde el campamento en
el lindero del bosque en el que se habían encontrado emplazadas las tiendas, y
ahora se sentía extenuado y soñó con meterse a su bolsa de plumas y dormir quince horas seguidas. Pero casi se
encolerizó con él mismo. Estaba lejos de cultivar su yo hasta ese nivel de autodestrucción…La brevedad es el alma del
talento, se encontró diciendo en voz alta al recordar a Shakespeare por la boca
de Polonio. Pero estos no se referían a las horas de dormir, bueno, da lo
mismo…Buscar flores en el ventisquero era una frase de Hölderlin y cuando
Clemencia le dijo, en la isla del Carmen, que no lo dejaría casarse ni con
Heidegger ni con el Popocatepetl ni con el microscopio... había rematado con la
sentencia que por eso estaba segura que la buscaría así fuera en otros mundos y
en otras épocas… Cayó un rayo no lejos del refugio pero de manera curiosa él se
preguntó qué horas serían... El Reloj Otomano, ¿qué hora será en el reloj
otomano, bajo el cual la gente pasa alegre y apresurada atestando las calles
sofocantes de Bolívar y Venustiano Carranza?
¿Cuál era el nombre que dice Clemencia que tenía en los primeros cinco
años del siglo veinte? Ha, sí, se encuentra en la esquina que hacían las calles
de la Rata y la de Zuleta. Insistía en que él la esperaba en la otra calle, en la Cerrada del Portal de
Tejada, a treinta metros de la calle de Bolívar, bajo una columna con
remate... No son desconocidas las
interpretaciones catastrofistas en este planeta. La idea religiosa del diluvio
universal se aceptó casi sin necesidad de demostrarse ni defenderse, por más de
mil años. Luego el impacto de un cometa que provocó la extinción de muchas
formas de vida, entre ellas la de los dinosaurios, acompañada con la
procedencia extraterrestre del iridio. La detención de la fotosíntesis merced a
un ocultamiento de la luz solar, el efecto de invernadero que, aumentando en
diez grados la temperatura, provocó la muerte de muchas criaturas de los seres
vegetales y animales o bien un enfriamiento global o una lluvia ácida en todo
el planeta. Desde luego los que se muestran inclinados a las explicaciones gradualistas
se ríen de estas cosas. La idea que se le de entrada a una mezcla de las cosas
que suceden en los tiempos cortos en medio de la escala larga aun no se
acepta…De todas maneras cualquier día de estos puede reventar otro Krakatoa y
llevarse el Diablo cuanto cosa ha construido nuestro ego. Como no me vaya a
salir Clemencia conque ya nos conocíamos cuando éramos reptiles terápsidos de
antes que aparecieran sobre la tierra los dinosaurios… A Tezcatlipoca se le
pide o se le agradece como a todos los grandes dioses. Pero lo que ahora choca
en su iconografía es su espejo de sílex. No es nada agradable ver reflejada la
propia imagen del creyente pero proyectada desde la obsidiana como la figura de
un cocodrilo, como en el tiempo de los terápsidos o como el retrato de Dorian
Grey en la última página de la novela de Oscar Wilde. Debido a este encuentro
con lo feo la gente busca a Dios fuera o lejos de ella y no cerca de su
corazón…Cuando Kant le calculó al planeta una antigüedad de “varios millones de
años” ello significó en su tiempo una revolución de proporciones inimaginables
en nuestros días. ¿Si nada más tenía seis mil años de antigüedad como se podría
hablar de millones? Goethe también, ante los vestigios humanos de las cuevas
prehistóricas, se había preguntado cómo
es posible que esto tenga doce mil años si el planeta tiene la mitad. Y eran
preguntas que se formulaban mucho después de haber terminado oficialmente la Edad Media en Europa. La escalera de la evolución tiene sus
primeros peldaños hundidos entre formas inferiores de vida y en el último
escalón estamos nosotros, dijo una vez Benito Ramírez, en tono de broma, ¿Sabes
quiénes somos “nosotros”? los alpinistas… Más que descubrir la Tierra fue el
hallazgo del planeta a través de observar la tierra y los fósiles que ella
encierra…James Ussher, aquel arzobispo protestante de Armagh, Irlanda, dijo en
1650 que la Tierra, como planeta, venía del año 4004 antes de Cristo y que el
diluvio universal había sido en el años 2349 antes de nuestra era. Martín
Lutero decía que no, que la creación del planeta había tenido lugar un poco
después, en el año cuatro mil. Más que una serie de errores es el testimonio
que ya para esos días se hurgaba en la Biblia y cada quién opinaba lo que creía. Y de error en error se fue cayendo en
un área mejor enfocada, como dirían los fotógrafos profesionales. Todo esto
tenía su inquietud científica. No habían sido los primeros en decir acerca de la antigüedad del planeta pues ya
en el siglo cuarto, Eusebio, un cristiano católico romano, se había adelantado
a todos al declarar más o menos en los mismos términos. Y es que todos se
devanaban los sesos buscando en las Sagradas Escrituras a las que insistían en
adjudicarles una intención literal en cuanto a la cronología y no en otro
sentido…Estaba tan en pañales la humanidad como cuando creía que todas las
rocas eran lanzadas por los volcanes y ¿cómo era que en una parte del mundo
había fósiles y en otra lejana donde no había volcanes se podían encontrar los
mismos fósiles? ¿O los fósiles, o productos de la petrificación, que se ven en
los estratos de las altas montañas, cómo fue que no se quemaron con las altas
temperaturas del magma cuando eran animales blandos? He ahí una tarea que
tuvieron que resolver los hombres de entonces…Dice que también recordó a la
Isla del Carmen cuando conoció a Clemencia, entre las aguas abiertas del Golfo,
todavía sin señales de chapopote para el bañista, con la relación que bañarse
en una alberca pública cura dos o tres enfermedades, entre ellas la tensión
citadina pero en cambio hay que tomar buches de agua con orines de mil
bañistas, excremento y menstruaciones y una que otra enfermedad venérea….Otras
mil cosas locas más tuvieron que pasar por su cabeza, en la soledad del refugio
de Ayoloco, como aquella de la necesidad de mantener una especie de cohesión
familiar entre los dinosaurios que hizo
que estos desarrollaran una buena estructura ósea que los paleontólogos han
interpretado como la necesidad de atender los llamados de auxilio de sus crías,
y cuando le comentó todo esto a René Hernández, que tiene mil años
desenterrando huesos fósiles, nada más le daba risa… Las montañas mexicanas
están llenas de dioses de la naturaleza. De allá viene el agua y con ella la
vida. “El mundo está lleno de dioses” había exclamado Tales. Y a los griegos
hay que hacerles caso. “¡Hay un dios!” dijo Jenofanes señalando al cielo. “¡Hay
muchos dioses!” dijeron los tlamacazquis apuntando hacia las montañas. “¡No hay
dioses!” dice Alejandro Bautista Jiménez, el marineo borracho de El Pinar… Ahora el país
sin nombre ya no tiene dioses y en cambio, en cada una de las calles de
sus miserable provincias y rancherías, hay la estatua de un héroe… ¡No hay
manera de medir científicamente la fe o la incredulidad de nadie! dijo
Kant...En su mundo con frecuencia se preguntaba si el Sol no lo estaría
afectando cuando la temperatura pasaba de los cincuenta grados. Las meninges no
aguantan mucho antes de empezar a inflarse como globos hasta que ya no caben en
el cráneo. ¿Cuál es la función de aquellos amontonamientos de cuarzo? ¿O son
una pura consecuencia de los vientos las
formas bellas y serenas de las dunas? ¿Una consecuencia? ¿Eso es todo?
¿A eso se reduce este paraíso salvaje? La estructura arquitectónica que la
forma. ¿Qué carácter, qué valor encierran? ¿Y la famosa Atlántida que se hundió
en el mar? De suerte que los esotéricos no saben que a los continentes les
gusta andar viajando por los mares, sino ya les hubiera dado por imaginar mil
teorías, con extraterrestres y toda la cosa...Entonces se daba un golpe en la
cabeza y exclamaba: ¡maldición, necesito una cerveza! Pero cuando estaba
sentado en la mesa de La Ola de la calle Uruguay, en pleno centro de la ciudad
de México, frente a un enorme vaso de cerveza negra, languidecía de nostalgia y
ya quería encontrarse subiendo por la elegante arista incierta de cuarzos de
Altar que lo conducía hacia el azul esplendoroso del cielo. Entonces tenía
necesidad de empezar en firme. Su pensamiento lógico establecía un punto firme
para de ahí poder avanzar con seguridad: “¡Duna!” Pero se apresuraba a
exclamar: ¡no, maldición! ¿Cuál es su función simbólica? Podría contentarse con
la explicación de desierto como un mundo en eterna quietud pero sé que es un
lugar de cambio eterno. Pasaba a pensar en los fenómenos mecánicos como
académico y gritaba: ¿cuál es su función simbólica. Una vez alcanzado el
refugio, apenas cerraba la pequeña puerta, de regreso de recoger nieve en la
lengua del glaciar, tenía la sensación de penetrar a un mundo que se encontraba
lejos de toda tormenta…
- No
debes de preocuparte de Cork. Si él quisiera, bajaría corriendo y en dos horas
llegaría a Amecameca. Recuerda que en su pueblo todos corren detrás de una
pelota de madera durante horas. Corren y corren porque ya lo traen en la
sangre. Se van por valles, sierras y planicies y luego de darle una vuelta al
mundo regresan a su pueblo precedidos por la pelota de madera. Al menos dos
veces en el año sube corriendo de San Pedro
Nexapa hasta Tlamacazcalco por toda la carretera.
¿Qué
mundo dejaremos a nuestros hijos?, había preguntado Carmen. Recordé lo que esta
hermosa mujer me había contado de la ética de Schopenhauer.
Había
Luna “llena” sobre Amecameca y las orejas de El Conejo estaban en posición
horizontal apuntando al norte, hacia las nueve de esta noche del segundo día.
Nos encontrábamos en la cima del Sacromonte. En algunas partes de la
ladera había acumulaciones de nieve.
Ante tan maravilloso espectáculo recordé el mito teotihuacano.
- Sí- dijo
Carmen-. Para los mexicanos esa es Meztli, la Luna. Y les recuerda a
Tecuciztecatl, el gran personaje del Quinto Sol. Dice Dante que para el vulgo
de Europa las manchas de la Luna es Caín con un haz de leña. Y no hay que
olvidar que los norteamericanos al ver esas manchas se imaginan un muchacho
tocando una guitarra...
-El arco iris,
después de la tormenta, recuerda a los árabes el pacto que hizo Alá con ellos.
A los mexicanos nos indica que en uno de sus extremos están enterrados los
huesos de Quetzalcoatl. El Quetzalcoatl que salió de Tula, no el Quetzalcoatl
espiritual.
Con un
cansancio muy edificante llenando nuestro organismo, debido al prolongado
descenso que habíamos efectuado desde Ayoloco, Carmen se encontraba
desconcertada por la naturaleza del deporte llamado alpinismo:
- Siempre he escuchado lo de deporte y
recreación. Ahora me pregunto del doping reinando en los corazones y en
los riñones de los que compiten para ganar la carrera del adversario. Anotar
más goles al otro equipo frente a 100 mil espectadores llenando el estadio.
Subir la montaña que parecía inabordable y que la campaña propagandística pre
expediciónaria ha puesto bajo los reflectores. Y detrás de todo esto, como una
sombra invisible, los promotores haciendo grandes negocios que ellos se empeñan
en hacer creer, por vía de los medios de comunicación masiva, que se trata de
un deporte. El premio es en metálico y un ego que no cabe en el Estadio de
Ciudad Universitaria... Antes los boxeadores mexicanos iban a la Basílica de
Guadalupe para que Tonantzin les permitiera masacrar al rival. Pero ahora que
el doping se puede conseguir en
cualquier lado ¿para qué ir hasta allá? En los circuitos ciclistas que daban la
vuelta al país los corredores recorrían
cuatrocientos kilómetros día tras día. El esfuerzo
acumulado era tal, y algunos de ellos seguían tan frescos, que ya nadie
creía que la competencia era limpia “gente sin alma que pierde la calma por la
cocaína”, canta Joaquín Sabines. Las actividades llevadas a cabo por los
deportistas amateur son las que más
confianza inspiran. Se le gana al contrario por esfuerzo propio sin llamar a dopingcito que vaya en su ayuda. Aquí el
premio es la satisfacción de haber ganado. Punto. Pero aun entre los amateurs hay esfuerzos físicos tan
grandes que lesionan físicamente al jugador. Los profesionales cuidan el físico porque de otra manera
quedarían incapacitados para la siguiente fecha. Como los actores en el teatro
deben cuidarse de pescar un resfriado que les entorpecería la siguiente salida
a escena... Pero los amateurs no se cuidan. Jugar “cascarita” en Las Islas de
Ciudad Universitaria o en cualquier campo llanero, ha arrojado más fracturas de
huesos, espinillas, columnas vertebrales y clavículas, que la guerra de los
angloamericanos en 1847...El auténtico deporte parece ser, entonces, el que se
practica en la perspectiva de conservar, o de recuperar, la salud. Y de paso,
fomentar las relaciones comunitarias. Pero, el alpinismo, ¿dónde lo situamos.
Me encogí de
hombros.
- Su práctica
abarca todos esos niveles a los que has hecho referencia- apunté sin estar
convencido de lo que decía.
Sentados en
aquella terraza de pasto, y con la
población a nuestros pies, le expliqué que antes del siglo trece Amecameca fue conocida con nombres diferentes, pero que
todos parecen referirse a la actividad religiosa sobre el Sacromonte. Uno de
ellos era Chalchiuhmomozco. En esos
tiempos Amecameca dominaba militarmente, junto con los de Chalco, en una
especie de alianza, por el oriente hasta donde ahora es Churubusco. Se extendía
a Coyoacán, ciudad de México, por
Iztapalapa, hoy Cerro de la Estrella, Xochimilco y algunas partes de los
actuales estados de Morelos, Guerrero, Oaxaca y Michoacán.
- Un
territorio tan extenso no se puede conservar por mucho tiempo.
- Lo dominaron
durante trescientos años.
Miró en
dirección de la Iztaccíhuatl:
- Podemos
vislumbrar la conducta del individuo si tenemos un buen conocimiento de su
psicología y de su panorama. Y sin embargo el libre albedrío puede burlar tan
complejo determinismo de conducta.
- En Cork no.
- ¿Por qué no?
- Su mujer
tiene que ser hopi o navaja.
- El amor no
conoce de razas ni etnias.
- Sabe que
tiene toda la libertad del mundo, pero nunca querrá ir contra el espíritu de su
grupo. Ese es el límite de su libertad. Un ejemplo de nuestro mundo sería la
asamblea de trabajadores. Pueden ser todo lo libres que quieran dentro de la
idea que tengan de la democracia, pero no podrán ir más allá del Estatuto de la
organización a la que pertenecen. El trabajador
es soberano y ningún documento suyo puede encerrarlo. Entonces viene el
congreso legislativo, o las votaciones en la urna, se modifica el Estatuto y el
trabajador vuelve a quedar encerrado dentro de su normatividad. Así es en la
etnia.
- Suponiendo
que en la democracia puede haber libertad, que en la igualdad puede haber
libertad. La libertad del libertario es la que conoce más barreras... ¿Recuerdas
al marinero de la isla? ¿Libertad en la igualdad? qué cosas estoy diciendo.
La población
brillaba con sus luces artificiales de colores. Una concentración de focos
amarillentos en las calles descubría la ubicación de los puestos exteriores del
mercado. Junto, hacia el sur, el templo colonial en el centro de la población
con su luz azul de neón desgarrando la oscuridad. Después la luz amarillosa
formaba un enorme cuadro iluminando en el centro el kiosco y la estatua de
Miguel Hidalgo. Le dije a Carmen que de este lugar había salido un grupo de
sacerdotes, en un año 3 - Caña para, después de andar por varios pueblos de la
vertiente oriental de la alta sierra volcánica, efectuar uno de ellos, llamado
Chalchiuhtzin, una ascensión histórica hasta el cráter del Popocatepetl.
- ¿A qué fecha
del calendario gregoriano corresponde el año 3 - Caña?
- Al mil
doscientos ochenta y siete. Desde una época remota ya subían los sacerdotes a
este volcán. Pero la ascensión de Chalchiutzin fue la primera ascensión documentada.
Chimalphain, historiador indio nacido en este pueblo, es el que la consigna. Su
familia era de aquí en el tiempo de la conquista.
Un día antes, a petición mía, fuimos al pueblo
de Tlalmanalco. En el había vivido, algunos años, en el siglo dieciséis, Fray
Bernardino de Sahagún. Carmen era una mujer mexicana culta y no tuve necesidad
de explicar la inmensurable importancia que ese hecho encerraba. Cuando salimos
del templo colonial, dijo en tono de broma, refiriéndose al fraile:
- Una especie
de suma de Bernal Diaz del Castillo,
Herodoto y Homero...
-Ahora hay una
tendencia, por parte de las tabernas culturales, de borrar del mapa su nombre
como autor de gran obra que escribió
sobre la conquista de México. Se la atribuyen a Cortés.
Carmen sonrió.
-Nunca falta
alguien así-dijo-.Yo conozco el trabajo epistolar de Cortés, del mismo asunto de la conquista, y también
el de Bernal Díaz del castillo. Son dos estilos totalmente diferentes. Goethe
decía que cuando escribía poesía lo hacía como Goethe y cuando escribía novela
lo hacía como Goethe y cuando escribía ensayo lo hacía como Goethe. Cortés era
instruido pero…
Al comenzar la
noche, de regreso al hotel de Amecameca, luego de la cena, instalados en una
amplia y cálida habitación, frente a la chimenea, bebíamos una copa de vino
tinto. Ella veía ensimismada las llamas y pensaba. ¿En qué pensaba? ¿En Cork? ¿En
su escritura? Carmen escribía la sazón
una novela y el plan era un trabajo extenso.
-¿De qué trata
la novela?-pregunté.
-De
fantasías-dijo. De fantasías reales.
-Fantasías
reales. Nunca he entendido a las tabernas culturales cuando dicen realismo
fantástico, impresionismo pragmático, espiritualismo materialista, etc.
-En mi caso de
lo que he vivido, he visto y he leído.
-¿La gente
cree todavía en fantasías?
-Se sigue creyendo
en Don Quijote, en la niña Alicia que atraviesa un espejo o que Bernal Díaz del
Castillo no existió. Por lo demás la gente vive
en la más hermosa de las fantasías, desde el momento en que vive, pero
no lo sabe. Está atareada en conseguir dinero y no valores. Yo trato de
escribir desde mi realidad pero bien puedo escribir de la famosa vaca que saltó
a la luna. En literatura no hay límites. ¿Quiere oír una fantasía, la más
grande fantasía?
-Por
supuesto-dije. Lo dije desconcertado porque me desconcertaba escuchar hablar a una boca que estaba hecha
para el amor pero que sabía decir mundos fantásticos de cultura.
-Le contaré de
Helena.
-Helena, ¿la
de Troya?
-La misma.
Mejor dicho le contaré de Eurípides, el autor de esta obra, llamada así,
Helena. ¿Sabe que Eurípides es el papá
de los escritores fantásticos de todos los siglos que estaban por seguir desde
aquel remoto siglo cuarto antes de Cristo?
-Ni idea tenía
de ese tal Eurípides.
Sonrió
comprensiva y empezó. Helena, en la tragedia de
Eurípides es, según ella cuenta, hija de Zeus y de la mortal Leda. Helena,
nombre especialísimo para los helenos y para la cultura de la Helade, no puede
ser la Helena ligerita que a las primeras abandona su lecho conyugal para irse
con el joven Paris de un reino enemigo. Helena, después de esto, ha sido
vituperada por los griegos. Por adultera y porque por ir Menelao a su rescate
levantó todo un ejército y muchos de estos griegos guerreros también yacen
muertos en las playas frente a Troya. Durante diez años el ejército invasor de
los griegos sufrió y muchos murieron por culpa de Helena. Todos la maldicen,
empezando por Menelao, su esposo al que abandonó. También Helena es
maldecida mil veces por los troyanos, que causó la destrucción de la
bella y orgullosa Ilión. Y en primer lugar maldecida por Hécuba, reina de
Troya, ya que por su culpa el pueblo troyano desapareció, sus hijos
Héctor y Paris murieron en la guerra y su hija Casandra y Andrómaca,
viuda de Héctor, repartidas como botín de guerra entre los vencedores. Ese es
el dilema. ¿Qué hacer con ese icono sagrado y ahora lleno de oprobio? La solución
es formidable y Eurípides creó un recurso literario a seguir por, como digo,
los escritores de los siglos que estaban por llegar. La Helena verdadera nada
tuvo que ver con la guerra de Troya. La Helena que sí estuvo en Troya fue como
un holograma de la verdadera Helena. Como un clon virtual. Como una muñeca
inflable, perfecta, bella, que traiciona como una humana, ama y copula, pero no
real. La verdadera Helena fue llevada Egipto por Zeus, su padre, donde
permaneció pura y fiel a su marido Menelao. Después de esto la
fantástica imaginación de los evangelios apócrifos, o los
increíbles relatos de la literatura “esotérica”, o que Bernal Díaz del Castillo
es Cortés, queda chica. Zeus la lleva a Egipto y así “me conservo
incólume y leal a Menelao”. Sólo que Menelao no estuvo en el secreto divino y
se fue a Troya a hacer la guerra. A decir verdad, ya otro escritor de la
antigüedad, llamado Estesicoro (siglo VI a C.) tuvo la ingeniosa idea que la
verdadera Helena se fue a vivir a Egipto. Como sea, el caso es que la Helena
de Troya, cantada por Homero y toda la cauda de poetas, griegos de la
antigüedad, fue una Helena de mentiritas. Fue, dice Eurípides,
hecha de nubes y de viento...
Helena lo dice: “En esta gran
guerra que Zeus levantó entre griegos y troyanos los griegos no lucharon por
mí, fue por mi nombre”. Helena aclara eso de la suplantación: “Hera, en
despecho de que fue vencida y no obtuvo victoria sobre las otras diosas, le dio
( a Paris), no a mí, sino una sombra vana, hecha a mi semejanza. No un ser
real: un fantasma abrazar pudo. Un ídolo formado por el viento, se dio al hijo
del rey de Príamo (Paris) El pensaba tenerme: solo tuvo vacua ilusión”. Salvado
el prestigio de Helena, lo que sigue de este poema es cómo Menelao va a Egipto
por Helena y las vicisitudes que ambos pasan para lograr escapar del poder del
faraón que quiere, a toda costa, casarse con Helena. Aquí Eurípides nos
presenta otro recurso literario que, veinticuatro siglos más tarde, será muy
utilizado tanto por la cinematografía mundial como por las telenovelas de las
abuelitas. Dos finales distintos. El primero, también de Eurípides, fue
trágico pues Menelao, como se ha dicho, conquistada Troya, y rescatada Helena,
envía a ésta a Grecia para que sea muerta a pedradas por
traición a su pueblo y por adultera. Ahora, en el poema Helena, Eurípides busca un final
feliz. Todo esto de los diferentes finales, de un mismo argumento, empezó con
Eurípides, en su tragedia Helena.
Eurípides (le estoy hablando de una obra que se representó en el año 412 a C.)
dice una cosa que tiene que ver con la ubicación real de la ciudad de Troya,
todavía perdida en el siglo diecinueve de la era cristiana, pero ya borrado su
rastro desde los días de Eurípides. En el diálogo entre Elena y Teucro, aquella
pregunta por el fin que tuvo Troya, que se dice fue consumida por las llamas.
Teucro responde que es verdad, fue consumida: “Tanto así que hoy no hallas una
huella de sus muros y baluartes”. La idea confirma la supuesta idea de que la
verdadera Helena se encontraba lejos y ajena a lo que aconteció en Troya. Pues
siendo Helena el centro de la disputa, entre griegos y troyanos, y a la vez
habitando en Troya, junto a Paris, no podía ignorarlo. Luego de la guerra de
Troya Menelao vagabundea por esos mares y, ya solo y en desgracia, va a dar a
Egipto. Ahí se encuentra con la noticia que en ese palacio vive Helena, su
mujer. Aparece Helena, se encuentran y tienen un dialogo en el que se van
reconociendo. Menelao sigue incrédulo. Helena, para convencerlo, que ella es su
mujer, le dice: “No fui yo a Troya: la que fue era mi sombra”. Es un cuadro
extraño el que pinta Eurípides con respecto a Menelao. El, junto con su hermano
Agamemnon, fueron los líderes en la guerra contra Troya, poseedores a la postre
de tesoros del saqueo de la ciudad y dueño de esclavos. Ahora es casi un
mendigo que no cuenta ni con un barco para huir de Egipto con Helena. Sus
mismas ropas son harapos. Proteo, el rey de Egipto, que le había dado refugio y
protección a la “verdadera” Elena, ha muerto ya y su hijo Teoclimeno, quiere
casarse con Helena. Después de una serie de argucias desarrolladas por los
esposos logran engañar a Teoclimeno que Helena debe ir a Grecia a dar sepultura
al cuerpo de su esposo Menelao, ya muerto (Teoclimeno ignora que el griego que
acompaña a Helena es el verdadero Menelao). Con reticencias Teoclimeno cede y
facilita a Helena un barco. Los esposos finalmente logran alejarse de las
playas de Egipto. Hasta el final del relato Eurípides sostiene un suspenso en
el espectador (no olvide que estamos tratando de la representación de una obra
de teatro).Un servidor del faraón descubre el engaño y se lo dice a su amo.
Pero ya están fuera del alcance del faraón y, además, soplan buenos vientos
para seguir impulsando la nave. Por fin Helena y Menelao son felices.
Todo un mundo se derrumbó en su derredor pero a ellos, esta tarde, puede
vérseles,con la proa al sol,reír como cuando ambos eran jóvenes. ¿Qué le
parece?
-Tiene razón. Después de esto ya
no hay límite para la fantasía en literatura.
En la mañana
de este segundo día, ella quiso conocer Nepantla. No era de las que
idolatraban a Sor Juana por ser mujer.
Conocía nada menos que el ochenta por ciento de su producción literaria y
aceptaba su genio en toda su dimensión. Pero se cuidaba de hacer los
aspavientos que a últimas fechas se habían puesto de moda en la ciudad de
México en relación a la Décima Musa. Sobre todo porque conocía las corrientes
literarias que circulaban en Europa en el siglo en que ella había vivido...Se
concretó a decir:
-Párrafos
enteros de su obra no son de ella…Era el estilo de la literatura de esa época
en Europa. Capítulos enteros de un historiador los puedes encontrar en la obra
de otro historiador.
Cuando bajamos
a cenar en un café del centro de la población, le conté a Carmen que Cork había
leído a Keats, Chejov, A.J.Cronin, Lutero, Enrique Jardiel Poncela, Gohete. Su
padre, trashumante de la etnia del desierto, volvía de cada uno de sus largos
viajes con un hato de libros que le recomendaba leer “Para cuando estés en los
pueblos grandes puedas conversar con la gente que ahí habita” le decía. Yolo,
su madre, con la vara de membrillo en la mano (la letra con la vara entra),
había acabado por lograr que se deleitara con las lecturas de autores mexicanos
como el místico liberal Ignacio Manuel Altamirano, Juan Rulfo (cuya obra tenía
una fuerte atracción en ella) y los escritos de William Keneddy. Todo eso lo había preparado para el mundo de
las ciudades mexicanas. Pero, cuando todavía adolescente, estuvo en ellas, se
dio cuanta que, sorprendentemente, pocos leían libros. Algunos eran gente de
veinticuatro libros al año y otros un poco más, pero en cambio había miles que
jamás habían tenido un libro en sus manos. Los (malos) programas de radio y de
televisión eran las fuentes en las que abrevaban su “cultura”. Así, poco a
poco, fue cayendo en la certeza que había dejado un universo para venir a
meterse a un mundo limitado por múltiples murallas. Sobre todo la ciudad era el
lugar de las murallas. Se percató que hay gente que hace una profesión del
empeño de expulsar de este planeta tanto a los átomos como a las mónadas.
Contaba todavía hacía poco tiempo que sentía una profunda nostalgia de la
enseñanza universal que le dejaban los libros que le proporcionaban sus padres.
Y en ningún momento como aquel recordó con tanta intensidad las palabras de
Ibsen abogando por una enseñanza lejos de las aulas masificadas. La Universidad
Nacional respondía con el ofrecimiento
sin límites de la enseñanza abierta no escolarizada. Sin embargo, se dijo, no
abunda la madera de autodidactas. Quiso volver de inmediato a su vida en la
llanura sin límites. No obstante la vara de membrillo de Yolo y un
descubrimiento fortuito hizo que se quedara a vivir entre los ladinos, es
decir, entre nosotros. Y era que al igual que en la religión solar, la geología
era también cíclica: ígneas, sedimentarias, metamórficas…Y luego la historia se
repetía. Su catastrofismo le llamó poderosamente la atención. Y la geología,
como profesión, y como vocación de investigación, solamente se enseñaba en las
aulas. También por esa causa se quedó a vivir en este valle, al pie de las
altas montañas verdes y nevadas.
Después nos
enteraríamos que Cork (Yohualliycahuatzin
como le decía Abraham), había tenido que
permanecer todo el día siguiente bloqueado en su tienda de campaña por la
tormenta que persistía en aquellas alturas. Entre las cortinas de nieve recogió
su saco de dormir y subió para ponerse en mayor seguridad en el refugio de
Ayoloco. A la mañana siguiente se abría paso entre las brumas causadas por el
hielo fino que volvía imprecisos los detalles inmediatos que con dificultad se
percibían en ese mundo invisible, y bajaba hasta su tienda en el lindero del
bosque. Su tienda era bastante amplia. Disponía del sistema de varillas que le
daban forma de iglú por lo que tenía la estructura necesaria para soportar el peso de nieve que le cayera encima. Además
había instalado un anexo también de tela ligera protegida contra el viento y la
nieve que le servía de cocina. En aquel lugar la fuerza de la tormenta era
menos recia. Al atardecer subía el cierre de su tienda y empezaba de nuevo a
remontar la pendiente hacia el refugio de Ayoloco. Conforme iba adentrándose en las mayores alturas
sentía sobre la capucha de su rompevientos cómo la nieve le golpeaba la cabeza.
Y también la manera que rebotaba en su espalda sobre la que pendía la ligera
mochila de ataque. Sin embargo, allá solo, entre la tormenta y el ventarrón,
sentía vivir. Las aprensiones del valle y sus mundos intelectuales eran meras
ociosidades a estas alturas. Una hora aquí valía una utopía escrita a lo largo
de toda una vida. Se decía que si Nietzsche
hubiera escrito su obra, en un refugio a los cuatro mil metros sobre el
nivel del mar, seguramente otro hubiera sido el destino de su trabajo. La
niebla cerrada no permitía ver más allá de tres metros y el rayo estallaba en
cualquier lugar no demasiado lejos (parecía) de donde él cruzaba.
Una noche,
después de cenar y observar la cabellera rizada de Carmen, su piel oscurecida,
los sensuales labios abultados y la estructura de su cuerpo, le había dicho:
- Tu hermoso
ADN viajó desde muy lejos antes de llegar a México.
- Luego,
mirando ella hacia mi pelo rojo, observó divertida:
- El tuyo
también, Guillermo.
- Así es.
Iba yo a decir algo del ADN de Cork, cuando recordé que Carmen le
había preguntado en el refugio de Ayoloco:
- ¿Y el tuyo?
- ¿El
mío?...Chihuahua. Apenas dos mil kilómetros. Nada de otro continente...
- ¡Bering!-
corrigió Carmen y agregó:-Veinte mil años, según las puntas clovi.
Cork abrió
mucho los ojos. Al parecer no esperaba aquello. En tono de admiración, exclamó:
- ¡Formidable
mujer! ¡Te felicito Guillermo! ¡Cuídala! Su cultura es tan amplia como su
trasero.
- Carmen no
paró allí y agregó:
- ¡Gobi!
- Extrañado
ahora, Cork preguntó:
- ¿Gobi? ¿Por
qué Gobi?
- En Gobi hay
un gran desierto...Schopenhauer dice que nadie cambia su carácter nato. Adapta
su conducta según las circunstancias que le vaya presentando más tarde la vida, pero él seguirá siendo
como siempre fue...Y Jung asegura que existe la memoria colectiva...
- Cork no
podía dar crédito a tal razonamiento:
- En las
llanuras y los desiertos me encuentro precisamente como en mi casa. Quiero
decir, son mi casa...Y las areniscas rojas de Desierto Navajo-Hopi me atraen
como pocas cosas - Guardó silencio por un rato. Después agregó, como si
regresara de un largo viaje: - Si es cierto lo que Carmen dice, estaríamos ante
un determinismo biológico incontestable que ya dura N cantidad de siglos...Una verdad que sólo a Platón se le pudo haber ocurrido.
- De haber conocida la nomenclatura moderna, le
hubiera llamado el ADN de las Ideas...
Finalmente, al
cuarto día, aprovechando una escampada, pudo abandonar el refugio y empezar a
desplazarse hacia el sur, como habíamos planeado. Ahora iba a través de grandes
cañadas llenas de nieve fresca que le dificultaban el avance. Con frecuencia se
hundía hasta las rodillas. Dos horas después estaba helado de las piernas y
extenuado por aquel esfuerzo adicional. A pesar de eso no tenía prisa. Al
finalizar la tarde alcanzó una especie de cueva bajo la somera roca que se ve
desde La Joya, ya sobre la Cañada de Alcalican. Encendió su estufa y organizó
todo para pasar la noche en ese lugar. Se cambió de ropa y ya metido en su
confortable bolsa de dormir, después de asar un trozo de carne para la cena,
calentado agua para preparar el chocolate y comido una pieza de pan, se quedó
mirando hacia el vacio del exterior.Todas las tormentas de hielo nada podrían
hacerle en aquel pétreo e improvisado refugio. En ocasiones el relámpago
desgarraba la noche y podía ver que la nieve caía en abundancia. A la mañana
siguiente los arroyos estaban congelados y la nieve ahora era más abundante. En
dos ocasiones quedó varado hundido hasta la cintura en la nieve fresca. Era
como si de pronto la nieve del fondo lo sujetara y le impidiera seguir
avanzando. Entonces se quitaba la mochila y apoyándose en ella lograba izarse.
Pero no estaba lejos y pudo alcanzar la
pequeña plazoleta de La Joya, en esa hora desierta por completo, hacia el medio
día.
El Sol era
radiante en esta ocasión y parecía que se sostendría de esa manera en los días
que estaban por venir. Aun le quedaban diez kilómetros hasta llegar a
Tlamacazcalco, pero el terreno escabroso había quedado atrás. Ahora era una
delicia caminar por ese terreno llano de la carretera de terracería que llevaba
hasta el fondo de aquel amplio collado
entre los dos grandes volcanes. Los últimos cinco kilómetros de ascenso, a
partir de Ituhalco, eran un ejercicio que agradecía después de tantos días de
poca inmovilidad en los refugios occidentales.
En un momento
del último día, antes de despedirnos y emprender la bajada a Amecameca, me
había dicho:
- ¿Y Carmen
García Swan?
- ¿Qué hay con
Carmen?
- Debe ser
difícil para alguien vivir en santa paz junto a alguien como ella, ¿no?
Entendí la
pregunta.
- Cierto. Es
de las mujeres que despiertan pasiones. El amor sosegado aquí siempre permanece
en segundo plano. Puedes creerme.
Luego de un
silencio prolongado, tan prolongado que pensé que había dado por terminada la
charla, dijo:
- Desde luego
se ve que te quiere. Vamos, que ha proyectado, por medio de ti, decirle adiós a
la soledad…Bueno, no he encontrado una mejor manera para decir que me parece que entre ustedes dos todo acabará
como en los cuentos de los hermanos Grimm…Si les quitamos el elemento de
terror...
- Te voy a
decir una cosa. Mujeres como Carmen tan…hermosas, solamente están solas a largo
plazo. En el tiempo inmediato les sobran hombres que manifiestan, y juran, el
deseo de acompañarlas por siempre, hasta la consumación de los días. Amores
eternos que duran un año...Los celos los enloquecen. La soledad existencial es
algo que debe considerarse desde la juventud, tal como se hace en la escuela
para al final obtener el título de licenciatura. Por fortuna los dioses del
Tlalocan - sabía que esta frase le encantaría - no son tan complicados como los
del Olimpo. No hicieron humanos para dejarlos abandonados a la mitad del
camino. ¿Estamos de acuerdo?
-
Perfectamente.
Veía a Carmen
con su libro hasta muy entrada la noche, bajo la discreta lámpara de
sobremesa, en el rincón de la sala del
hotel. Usaba lentes para leer. Y, una vez que empezaba, pronto parecía despegar
de la tierra que pisaba y perderse en otros mundos. Cuando encontraba la
ocasión le hacía bromas. Le preguntaba si el afán de leer libros no sería una
afectación intelectual.
- ¡Ojalá la
humanidad padeciera la afectación de leer libros!- decía y agregaba que leer
libros tiene que ver completamente con la calidad de vida del pueblo en
cuestión. Hay una relación estrecha e inevitable del progreso intelectual de
cada país con su historia política. Cualquiera puede imaginar la historia
política de ese lugar si su población lee un libro al año como promedio por
individuo. La síntesis histórica sólo puede llegar por el análisis. ¿Pero cómo
puede ser así si no se empieza a leer. En aquella ocasión me puso como ejemplo
una novela de A.J.Cronin:
- El
periodismo, como negocio, es el campo que escoge Cronin en esta novela para
pulsar las fuerzas de la sociedad.¿Es el periodismo una profesión sin
sentimientos, es una vocación, es un apostolado o un magisterio? ¿El periodismo
es el que va a educar a la sociedad o esta la que va a educar al periodismo?
¿Información y formación? Información y manipulación?
“La Geceta de
la Mañana” es una publicación, un diario, de circulación nacional que pertenece
a una firma empresarial muy fuerte. Desde Londres avanza por las provincias
tragándose a los periódicos locales. Los
compra y los asimila a su industria. Si alguno se le resiste buscan la manera
de quebrarlo. Después, sobre sus cenizas, edifican la versión local de “La
Gaceta de la Mañana”. Los antiguos dueños pasan a ser sus empleados. Llevan un
periodismo ágil, novedoso y práctico. Pero superficial. Lo que importa es la
venta. Su lema, enunciado por uno de sus agentes, es: “¿No saben que vivimos de
la mugre...del sensacionalismo...del crimen...de la muerte repentina? Es como
darles de comer a los animales del zoológico. Tenemos que servir la carne roja,
cruda y podrida...En estos tiempos, la gente necesita su dosis diaria de
opio...”
“La Luz del
Norte”, que se edita en la población de Hedleston, se les resiste. No quiere
vender. De inmediato llegan los agentes de “La Gaceta de la Mañana” cargados de
dinero para comprar por las buenas o para corromper. Una de sus armas
habituales es el chantaje. Montan una industria que empieza a hacer tirajes
enormes y son prácticamente regalados a la gente. El asunto es quebrar a los
otros. Incluyen secciones que van dirigidas a las mujeres tales como modas,
sociales... Notas rojas que se encargan que aparezcan más rojas.
“La Luz del
Norte” es el antiguo periódico de Hedleston cuya empresa, pequeña pero
suficiente, significa el modus vivendi de un grupo de individuos. Sólo que para
ellos el periodismo es algo más que una manera de ganar dinero. Tienen la rara
idea que, mediante el periódico, se
hagan llegar a la sociedad los elementos culturales y espirituales para un
estilo de vida de calidad: “Aquel periódico, opuesto inflexiblemente al
sensacionalismo, se había formado, a lo largo de cinco generaciones, una
reputación de integridad, imparcialidad y sensata presentación de las
noticias”.
¿Un estilo de
vida de calidad?. Los otros se ríen.¡Lo que importa es el tiraje, las
ganancias! El público debe ser arrebatado al viejo periódico. El éxito o el
fracaso, en términos de ventas, depende de la población. En esta batalla
económica tan desigual, “La Luz del Norte” casi desaparece. Sus lectores se los
han llevado los de “la Gaceta de la Mañana”. Lo último que queda a los
periodistas locales es publicar una hoja, casi un volante, pero que sigue
llevando su nombre de siempre:”La Luz del Norte”. Es cuando la población
comprende todo el tinglado que se ha estado desarrollando. A partir de ese
momento “La Luz del Norte” se recupera en la medida que los de “La Gaceta de la
Mañana” deben cerrar sus puertas y marcharse de la población...La moraleja de
la obra es que la sociedad decide en un sentido o en otro.
- Puede
acertar, pero también puede errar. Pero, ¿cómo decide?
-Cronin no
dice cómo la sociedad de Hedleston pudo dar el fallo y con eso la victoria a
favor de “La Luz del Norte”. Esto porque cuando se escribió la novela se daba
por conocido el asunto, muy discutido entonces en Europa. En el primer tercio
del siglo veinte había la creencia, en aquel continente, que antes de ser
lector de diarios había que ser lector de libros si no, ¿con qué criterio se
podría juzgar el contenido de un diario? En Europa, al igual que en Estados
Unidos, había a la sazón una gran producción de diarios, pero, de igual manera,
la industria editorial de libros era muy fuerte. Pero, ¿en el país sin nombre
donde se lee un libro promedio al año?...
Sentí como un
cosquilleo en el alma porque, a decir verdad, yo era un lector bastante flojo
para leer libros más allá de los de texto. Volví a pensar que eso me ponía en
desventaja frente a aquella mujer. Pero no lo dudé ni siquiera un segundo para
encontrar la solución. Tenía que echarle humildad al asunto y aceptar las cosas
como estaban planteadas. Y desde luego no dejar pasar, para los tiempos que
estaban por venir, ni siquiera un día más en el que el acto de leer libros no
contara con su espacio de tiempo programado. Era una promesa que me hacía a mí
mismo. Comprendí que, si no se tiene el hábito de leer, era tan difícil como
cuando el fumador empedernido quiere dejar de fumar. Entendí que en esto de
leer libros, si se empieza a temprana edad, como en la música, el alpinismo y
las canicas, mejor. Pero que en la cultura vale más tarde que nunca.
Luego la
escuché decir, como quién está relatando el placer de haber comido una buena
rebanada de delicioso pastel:
- Una
verdadera dicha esto de leer libros... Pero también tiene su aspecto de
desazón. Sucede como cuando tienes enfrente cinco mujeres bellas que te sonríen
pero sólo puedes dedicarte a una. O tres pasteles deliciosos del cual nada más
podrías probar uno. O cinco automóviles que te encantan y te es dado conducir
en determinado tiempo nada más uno. Así es esto de los libros. En ocasiones te
dedicas a uno de esos libros y vas avanzando un poquito tres o cuatro a la vez.
Pero hay otros dos por ahí frente a los que no puedes resistir la tentación de,
siquiera, echar una ojeada. ¡Y ya estás, perfectamente “enlibrado”! No se puede
ir de esa manera a ningún lado.
-¿Y?
-¡Es necesario
mandar todo al demonio y empezar de nuevo con uno!..o dos.
Carmen tenía la suficiente cultura para
entender que era preciso buscar la manera de no hacerme sentir mal por esa
causa. De tal suerte le daba por incursionar de vez en cuando en el terreno que
era de mi conocimiento. En una ocasión me preguntó:
- No entiendo
mucho el sentido de algunos aspectos...
-¿Por ejemplo?
- ¿Qué le va o
qué le viene a la gente conque los continentes vayan para acá o para allá.
Qué las Antillas se hayan encontrado
alguna vez frente a San Francisco o que
Ciudad del Cabo estuviera pegado a Montevideo?
- La tierra,
con minúscula, es la que nos da sustento nutricional a los seres que habitamos este planeta. Estamos
hablando del polvo que tanto nos molesta. Ese que cubre a los escritorios de
las oficinas, los pisos de las casas y de las calles. Y los libros de las
bibliotecas. Sin él, nada viviría. Este polvo cubre las rocas y sobre él crece el suelo vegetal del
que a la postre nos vamos a alimentar los humanos a través de las verduras,
vegetales y animales. Lo anterior es una idea exótica para el habitante de la
ciudad pero no lo es para el campesino. O para aquellos que tiene que ver con
los procesos generatrices que a la postre nos van a proporcionar comida.
Piénsese en el agricultor, el pescador o el ganadero. La Tierra, con mayúscula,
se trata del planeta en el que vivimos. En cambio la tierra, el polvo, es la
que tenemos frente a nuestros ojos en todo momento. De manera instintiva, aun sin comprenderla,
porque ve los frutos que de ella salen, el humano ha apreciado a la tierra. La
ha querido, venerado y adorado. Es decir, la ha deificado y en algunas
culturas, como la mexicana, se le ha tenido como a una madre - diosa. Chicomecoatl-
Coatlicue - Tonantzin – Coyolxauhqui-Guadalupe, para poner el ejemplo de los
aztecas. Pero cada una de las más de las 50 etnias mexicanas tiene a su
Coatlicue. Se aprecia, quiere, venera, adora o deifica a lo que nos proporciona
la vida. Según el grado de conciencia que de ello se tenga... He
empezado por el final, que es por el polvo. El principio sería que allá
abajo de la suela de nuestros zapatos (o arriba, dependiendo la hora del día) suceden cosas a varios centenares o miles de metros:
placas de roca que se mueven, grandes presiones, elevadísimas temperaturas,
gases. También vapores y elementos químicos según el lugar. Finalmente todo eso
busca una salida hacia la superficie en la que vivimos los humanos. Es roca
líquida incandescente que sale por lo que conocemos como volcanes. Se enfría y
ya tenemos un tipo de roca como la del pedregal de Ciudad Universitaria. Ígnea, le llaman. Después de millones de
años esa roca se fractura constantemente hasta convertirse en polvo. Se
deposita en capas que van desde milímetros, centímetros o muchos metros. Sedimentarias, les dicen. Rocas de todo
tipo y de diferentes regiones se mezclan
y ya tenemos el tercer tipo de rocas que son las metamórficas. La atmósfera, el agua y la presión ejercida por las
rocas colocadas encima de ellas, ocasionan sus cambios. Las rocas y los
minerales están en la vida del humano de manera omnipresente: en la banqueta de
la calle por donde caminamos, el vidrio de las ventanas, botellas para la
cerveza o bombillas eléctricas. En el asfalto de las carreteras. En el hielo de
la “cuba” que tomamos. En la amalgama con que nos tapan las mueles. Las rocas
están presentes hasta en los niveles de la metáfora: “Tienes cabeza de roca”.
“Las piedras rodando se encuentran”. “Una piedra en el zapato”. “Polvo de
estrellas”. “Corazón de roca”. “Eres una piedra”. “Riñones de piedra”. “La
noticia le cayó como una tonelada de roca”. Rocas, rocas, rocas, por todos
lados. Le estoy dando vueltas al asunto. De modo que voy más directo: Ese
eterno vagar de los continentes tienen mucho que ver con la vida de los
humanos. Nada menos que con ello cambian los climas zonales y regionales,
temperaturas, humedades y sequías a lo largo del año. Si esto no tiene qué ver
con la vida del humano entonces yo soy chapulín. Las variaciones climáticas,
que pueden abarcar millones de años, y su prima la temperie, de duraciones
cortas de días o de meses, de hecho marcan el estilo de vida que el individuo,
llámese humano o cucaracha, deberán llevar. Por ejemplo el ratón jerbo del
Desierto de Altar no necesita beber agua en tanto que la orquídea de las
elevadas cotas que adornan las laderas de la montaña Tlaloc requiere de mucha
humedad. Y luego están esas placas de allá abajo que mueven, a un ritmo casi
sostenido, a las ciudades marcando de manera abrupta nuestras vidas.
-¿Es cierto
todo eso?
-
¡Absolutamente!
-Creo que me está gustando eso de las
piedras, ¿es correcto decir piedras o
rocas?
-Hay polémica…
En la banqueta de una
calle perpendicular a la carretera que va a Cuautla, tres hombres hacen guardia
en la puerta cerrada de un establecimiento. Están en paro y su deslucida
bandera roja y negra dice que es una huelga sin futuro. Los licenciados les han
hecho dar tantas vueltas a la Junta federal de Conciliación y Arbitraje que los
huelguistas han ido desertando en busca de algún trabajo para llevar el pan a
su familia. Aquellos tres pronto se irán también.
En el tercero
y último día de nuestra permanencia en Amecameca asistimos al cine. A la salida
fuimos a cenar en la cantina de la esquina noreste de la plaza principal de la
población. Este lugar es famoso por la manera como preparan los mixiotes que ahí sirven. Y como
acompañamos ese platillo caliente y muy picoso con un tarro de cerveza fría,
pues todo fue mejor. En este país
todavía no es recomendable entrar a una cantina si se va acompañado de
una mujer. Hace algunos años la cantina
era un lugar reservado para los hombres. Un mundo exclusivos de
borrachos malhablados, fanfarrones y pendencieros. En las cantinas mexicanas se
morían más buscabullas que soldados murieron en toda la Revolución Mexicana. A
últimas fechas ya se ha vuelto menos extraña la figura femenina en esos ambientes.
Aun así cualquier día se puede uno encontrar conque alguien quiere agarrarle
las nalgas a tu pareja o bien hasta querer raptarla a la salida aprovechando la
noche oscura y la complicidad de compañeros de parranda.
Es un lugar
amplio pero aun así escogimos la mesa apartada de una esquina. Me gustaba
provocar la plática de Carmen. No todos los días se puede escuchar a una mujer
de cultura como ella. Así que, aprovechando el tema de la película, le comenté
algo de la guerra de los musulmanes en el siglo siete de nuestra Era contra
Europa. Eso fue suficiente para que ella encontrara tema para las siguientes
dos horas:
-Le voy a
hablar de la Edad Media. ¿Se acuerda que en Manigua, en aquella palapa frente a
la gran laguna de la isla, le conté la vida de Julio César?
Recordaba algo
pero dije:
- No.
Seguramente no fue a mí a quien le ofreció
ese relato.
Por toda seña
de recriminación, por lo que había dicho, se acercó y me dio una mordida en la
oreja derecha.
- La figura de
dictador o emperador, debió llegar a ser repulsiva para los romanos de la
antigüedad- empezó diciendo-.Tal vez esta experiencia les venía desde Troya. O
quizá procedía de los tiempos en que ellos eran un pueblo de organización
social todavía somera cuando sus vecinos los etruscos ya eran fuertes. El caso
es que, como solución democrática, el Senado llegó a ser el órgano colegiado
que gobernaba en Roma. Los senadores eran las salvaguardas de la república.
Esto sucedió un poco más de medio siglo antes de nuestra Era. Pero con el
tiempo alcanzó tan gran medida la
perversa voracidad de los senadores, tanto para los pueblos oprimidos
por las guerras de conquista, como para los
romanos mismos, que llegó un día que los romanos volvieron sus ojos otra
vez hacia la figura salvadora de un dictador. No se trataba de borrar al Senado
si no que por encima de él existiera una
figura con el poder suficiente para hacerle equilibrio. Pero el Senado estaba
tan bien estructurado que cualquier señal que amenazara sus posiciones
políticas y económicas depredadoras era borrada lo más pronto posible y para
siempre. El historiador Salustio dice que el número de senadores, en estos
días, se había elevado a seiscientos.
Para meter en orden a semejante poder, buscando la salud del pueblo, se necesitaba
realizar una verdadera hazaña. Como sea, la pugna entre los senadores de esa
época de Roma y el emperador, no va a ser muy diferente de la pugna que más
tarde, en la alta Edad Media, van a sostener la monarquía y la nobleza feudal
de los reinos romano germánicos. Tres personajes de mucho prestigio en la
guerra y la política se pusieron de acuerdo para constituir esa fuerza por
arriba de los senadores. Estos fueron Cayo Julio Cesar, Pompeyo y Craso.
Hicieron lo que sería conocido como el primer triunvirato. Un poco antes, otra
figura había intentado hacerse del poder absoluto de Roma y este fue Catilina.
Pero parece que era una figura negativa y al final no contó con el suficiente
apoyo del pueblo. Salustio hace un
retrato de Catilina verdaderamente repulsivo. Esta personalidad no le ayudó
mucho cuando tuvo que irse a la guerra. En un momento quedó casi solo y murió
en el campo de batalla. Pronto el triunvirato Cesar-Pompeyo- Craso empezó a
combatirse entre sí en la carrera por el lugar número uno del poder político en
Roma y todo el extenso mundo que esta potencia dominaba por ese tiempo. Cada
uno contaba con ejércitos que los seguían y morían por ellos. Los senadores,
por su parte, hacían su juego apoyando unos a éste y otros a aquel. Así se desgastaba la figura de dictador y quedaban bien con él
en caso de que llegara al poder máximo. Este periodo de guerras intestinas es
lo que se llamó Guerra Civil y de la cual Julio Cesar escribió varios libros.
Mario Lucino Craso marchó a Siria como procónsul. Cayó con sus hombres en una
emboscada tendida por los partos y fueron masacrados en el año cincuenta y
tres. Después de largas guerras entre sí, Cesar venció a Pompeyo. Este se fue a
refugiar a Egipto y, lo mismo que Craso, sucumbió en una emboscada en la que
también fue masacrado junto con sus acompañantes. Finalmente Julio Cesar alcanzó el máximo
poder de Roma. Era una figura muy querida por el pueblo de todos los niveles,
en particular por la plebe. La gente de guerra llegó a considerarlo un dios.
Fue un gran general y un ilustre historiador. Gobernaba al pueblo, del sótano,
cuidándolo del abuso de los senadores. Por todo esto llegó a ser un estrobo
para los magistrados. Fue asesinado, de más de treinta puñaladas, por Marco
Bruto y otros senadores conjurados en el año cuarenta y cuatro. Dijeron que lo
había asesinado para que la república democrática volviera a vivir. En el
discurso que Bruto dirigió al pueblo, ese mismo día, inmediatamente después de
haber cometido el crimen, dice “: Pueblo romano: Julio Cesar es el muerto; yo
soy el matador: la vida que le quité es la propia que él había quitado a nuestra libertad: si
en él fue delito tiranizar la república,
en mí ha de ser hazaña el restituirla”.
Francisco de Quevedo y Villegas, gran escritor español que nació en el siglo
dieciséis, consideró que Marco Bruto era una figura singular, culta y bien
intencionada. Escribió una obra en la
cual relata el magnicidio de Cesar con suficiente detalle. La guerra civil duró
todavía algunos años entre Marco Antonio
contra generales apoyados por el Senado. Y, como te digo, tal
antagonismo de los senadores contra la figura del rey o dictador, de hecho
siguió durante siglos. Aquel episodio de Calígula que nombra senador a su
caballo, es un reflejo de ese pleito de intereses. Pero como los senadores
escribían la historia inmediata, dijeron que este emperador estaba loco. El
cine norteamericano ha seguido sosteniendo la figura de Calígula de un demente.
Es probable que algún nieto de aquellos senadores romanos trabaje ahora en la
industria del cine.
Mucho tiempo
después éramos los últimos que
quedábamos en el establecimiento. El mesero nos presentó muy atento la cuenta.
Salimos a la noche helada de Amecameca. El cielo estaba limpio y muchas estrellas se veían desde la
calle por la que íbamos.
- Esas
estrellas miran hacia abajo - dijo Carmen recordando una novela de Cronin, que
había leído en su juventud.
En el hotel,
ya cómodamente instalados y en tanto disfrutábamos de un café negro americano
que habíamos pedido a la administración, la hermosa mujer que llenaba la
atmósfera con su presencia y su perfume agradable, como nunca antes hasta esa
vez lo había experimentado, me hizo un relato del siguiente episodio de la
historia. Pero ahora, como lo había anunciado en la cantina, en el marco de la
Edad Media. Sólo que esta vez no estaba enfrente, del otro lado de la mesa,
como durante la cena. Se sentó junto a mí
en el amplio y cómodo sofá color café oscuro y empezó diciendo, con una
voz cálida y certera, en tanto volvía a
tomar mis manos entre las suyas:
- Durante mil
años chocaron en Europa por lo menos seis fuerzas bien definidas: Roma
Imperial, los germanos, la filosofía grecorromana, el feudalismo, el
cristianismo, los musulmanes y la burguesía. Al enfrentamiento brutal de estos
grupos, hasta su gradual entendimiento, es lo que la historia conoce como Edad Media. Su estudio epistemológico e
integral corresponde a la historiografía. La Edad Media está caracterizada por
una mezcla de técnicas, culturas y concepciones cosmogónicas. La tradición
romana pagana derrotada pero viva aun. La tradición germana defendida e
impuesta por la victoria de sus portadores. Y la concepción del universo
proyectada por la influencia oriental del cristianismo. Durante siglos fueron grandes rivales. Los guerreros romanos
y germanos no entendían la mecánica del martirologio. ¿Morir cantando en la
hoguera o en el hocico de las fieras? Y se quedaban asombrados al ver que entre
más cristianos mataban más gente se convertía al cristianismo. Este ejercito
sin armas es el que, a la postre, se impondrá a la espada de los otros dos
grupos. Ambos pueblos, el romano y el germano, poseían ideas religiosas muy
pegadas a la naturaleza, como entre nosotros lo fueron los aztecas. Fue una
labor grande de frailes y misioneros hacerles entender las complicadas
abstracciones del cristianismo.De todas maneras el pueblo quedaba enmedio de
ideas mal digeridas procedentes de todas partes. Otros pueblos, como el chino y
el indú, también tuvieron su Edad Media. La Edad Media europea, que es a la que
me refiero, comienza en el año 395 con la caída del Imperio de Occidente.
Termina en 1453 con la toma de Constantinopla por los turcos. La historia la
divide en Alta y Baja Edad Media. La historiografía, que es la que interpreta a
la historia, lo hace en Temprana, Alta y Baja. La caída de la Roma Imperial
provocó mil reinos. Fue el principio del feudalismo. Cada uno de esos reinos
pretendía ser autosuficiente con su cauda de esclavos y explotación aun de los
hombres libres. Se combatían entre sí. También eventualmente se unían algunos
de ellos para enfrentar peligros
mayores. Las primeras cinco fuerzas que mencioné se la hubieran pasado
presionándose entre si por algunos siglos más. Pero casi de pronto, a mediados
del siglo sexto, vieron surgir el poder musulmán que empezaba
a moverse reconquistando las áreas que en otros tiempos habían sido del Imperio
Romano: Siria, Palestina, Mesopotamia y Egipto. Seguirían España y el sur de
Francia. Entonces, gradualmente, los eternos rivales buscaron cierto
entendimiento entre sí. No podía ser de otro modo pues tenían enfrente al
islamismo árabe procedente de Mahoma (después
de este Mahoma fundador habría otros cinco Mahomas).El islamismo se reveló
desde el principio como una religión conquistadora por medio de la guerra. El
Corán, libro revelado por Alá a Mahoma por intermedio del Ángel Gabriel, es una
obra que se parece mucho al Antiguo Testamento bíblico. El peligro de la
amenaza para Europa, por los musulmanes, fue lo que hizo, en parte, de la Edad Media
lo que conocemos como tal. Los selyucidas musulmanes eran excelentes guerreros.
Su aporte cultural fue significativo. Los árabes fueron los que descubrieron, y
tradujeron, a Aristóteles, a su vez, santo Tomás de Aquino descubrió a
Aristóteles y por Aquino la Iglesia aceptó a Aristóteles. La guerra santa de los imanes orientales,
Occidente pudo detenerla con muchos esfuerzos. De todas maneras parecía que la
respuesta de Europa había sido tardía.
Entonces apareció Carlos Martel. En 732
derrotó a los árabes cerca de Poitier. Con eso se salvó a la civilización
cristiana y al Occidente. Pero muchas de las fuerzas árabes quedaron en el
continente. Más tarde Europa respondió al llamado del Papa Urbano II. En el
Concilio de Clermont (1095) lanzó la idea de organizar expediciones militares
con el fin de expulsar a los musulmanes de los Santos lugares. Esto se dio
entre los siglos XI y el XV.
El Medioevo
duró mil años, como te dije. Fue como un gran recipiente en el que se fundieron ideologías y ciencias muy variadas,
incluidas ya, las árabes. Y también, como apunté, toda clase de supersticiones.
Cada pueblo conquistado o vencedor traía sus propios mitos. Entre tanto,
grandes pestes asolaban las poblaciones. Con ello se empezaron a buscar maneras
asépticas de vivir mejor. Fue parte de la historia de la moderna ciencia
médica. Ese milenio fue también como otro gran recipiente en el que se
preparará el Humanismo. Este período va
a marcar la siguiente etapa de la sociedad que será conocida como Edad Moderna.
La característica de la Edad Moderna va a ser la de procurar un cierto
equilibrio de la filosofía con respecto al lugar predominante de la teología de
los siglos anteriores. Es decir que el hombre
verá más hacia la tierra que al cielo.
Se pueden citar muchos prominentes hombres y mujeres nacidos dentro de
la Edad Media (como el mismo Roger Bacón, monje franciscano y sabio inglés
1214-1294). Estos tuvieron la sensibilidad de poder apreciar el enorme caudal
de experiencias de ese milenio que había vivido la humanidad. En su obra “La
filosofía griega y patrística bizantina” Basile Tatakis observa que “no se
descubren tesoros de ese género si no los posee uno mismo”.
La Edad
Media vio el desarrollo de grandes centros urbanos y el desenvolvimiento de la
tecnología, la ciencia y el arte. Surgieron grandes universidades y catedrales
en Francia, Alemania y otros países del área como España, amén de los hermosos
castillos feudales. Con las ciudades creció la clase de los burgueses y con
ello empezó a declinar el feudalismo.Los burguese son los que van a buscar
abrirse el camino derrocando a la nobleza apenas dos siglos más tarde. De hecho
los burgueses serán los mismos señores feudales, pero ya más puestos al día.
En los dos
días que llevábamos en Amecameca le había escuchado desarrollar los temas más
variados. Recordó sus días de estudiante en la Universidad Nacional. Dijo que ese enorme campo verde, que todos
conocemos como “Las Islas, sigue su diseño del modelo teotihuacano. Es decir,
de la ciudad de Teotihuacan, la que ahora llamamos “la zona arqueológica de
Teotihuacan”.¿Qué tiene ésta? Un eje central marcado por la Calzada de los
Muertos. Arranca en una parte baja, la Ciudadela, y termina con un edificio
alto, que es la piramide de La Luna. Hacia la mitad del trayecto se nota la
división por el río llamado en la actualidad San Juan, lugar en otro tiempo de
vital significado por tratarse de la presencia material y espiritual de Tlaloc.
Deidad de campesinos y sacerdotes. El eje central de Ciudad Universitaria, de 900
metros de la Facultad de Medicina a Rectoría, tiene su parte más baja en
Medicina. La Torre Dos de Humanidades marca la mitad, más o menos, en la que
empieza la parte alta del gran rectángulo abierto Medicina- Rectoría...No tiene
río y sí en cambio un estanque-monumento a Tlaloc bajo el lado sur de la
Biblioteca Central y norte de la Facultad de Arquitectura.
Hice una
observación:
- La Calzada
de los Muertos está orientada sur-norte y el eje de Las Islas es este-oeste.
- Se debe-
dijo-, a que es un camino del Sol, como
la elevada calzada de la cumbre de la montaña Tlaloc, que también es un camino
del Sol, orientado este - oeste. Recuerda que el Sol, para decirlo de la mejor
manera,”camina” de este a oeste. Hay otras dos semejanzas de un lugar a otro. Una de las principales
deidades de la Ciudadela, en Teotihuacan, es Tlaloc. Y en un punto de la
Calzada de los Muertos se encuentra una pintura mural que representa al jaguar
solar. En Ciudad Universitaria este jaguar está plasmado en el mural “La
Conquista de la Energía” en el muro norte del auditorio Alfonso Caso. Y en el
lado norte de la Biblioteca Central se haya un enorme Tlaloc, con su fuente de
agua...
-Me gusta el relato- dije. Nunca me lo
imaginé pero no carece de similitud.
-Ya para entonces a Carmen empecé a
llamarla Scherezada. Me confesó que Cork tenía razón. O leemos libros o nos
regresamos a Neandertal. Citó las palabras de Santa Teresa de Jesús: “Lee y
conducirás, no leas y te conducirán”. Anotó algo en lo que yo no había pensado
hasta entonces y era que en México hay más escritores que lectores de libros.
- Es decir que
no se quiere saber nada de lo que escriben los otros. Pocos leen muchísimo,
muchos leen poco y el noventa por ciento de la población ve televisión. En la Editorial Fondo de Cultura
Económica nombraron recientemente nuevo director. El F.C .E. es una empresa que, debido a la
calidad de su producción editorial, tiene presencia internacional y no se diga
aquí entre nosotros (aunque sus libros ahora ya no son tan baratos como pudiera creerse). En
el discurso de inauguración el director
se refirió a los pocos libros que lee la gente en este país al año. El caso es
que para enfrentar esa situación tan grave el director se proponía editar las
obras de Octavio Paz y de Juan Rulfo. Dos autores que gustan al pueblo del
país. Sin embargo no era sencillo
encontrar la relación. Se van a editar esos autores para la gente que ya
lee. ¿Pero qué hay de las medidas necesarias para que los que no lean empiecen
a entrarle a la lectura? Porque ese era el punto del discurso: hacer la
motivación para que la gente lea. Libros hay, y por montañas. En el mercado de
La Bola o en cualquiera de los cientos de mercados de pulgas que tiene esta
ciudad, podemos encontrar autores de todos
los calibres y temas por 5 pesos, por 3, por 10, en fin, como se deje el que
los vende o el que los compra. Y si el
que los vende no sabe nada de libros, hasta por 5 pesos se trae una las obras
completas de Tolstoi o de Goethe...
- Pero, ¿y qué
hay con la costumbre de leer? Cómo se empieza con ese hábito? Eso ni Edipo,
gran descifrador de enigmas, podría decirlo.
- El director
no lo dijo. El anterior director del Gimnasio de la Cultura en la ciudad
capital hacía espectaculares festivales musicales en el primer cuadro
capitalino. Esto también es cultura. Pero por encima de todo esto no se
respondió a la pregunta: ¿Cómo se agarra la costumbre de leer? El
presidente de la república, Zedillo,
envió, cuando su gestión, una propuesta al Congreso de la Unión que se aprobó y
fue publicada en el Diario Oficial de la Federación. Era en el sentido de
fomentar y promover la lectura en todo el territorio nacional. Fue una idea
maravillosa que no pasó más allá de los comunicados entre oficinas de gobierno.
La gente siguió en las mismas en eso de leer. Y en la escuela dejan de tarea
leer la Iliada para el martes y el Quijote para el viernes. Ante semejante
sistema didáctico no queda más que
copiar lo que dice la cuarta de forros del libro. Por ese camino tampoco se va
a algún lado. Sí, lo más fácil es decir que nuestros padres, en el hogar antes
que en la escuela. ¿Pero si nuestros padres tampoco tenían ni tienen la
costumbre de leer? ¡Por ahí tampoco vamos a alguna parte! Recuerdo haber leído aquel libro de A. J. Cronin en el que se
abordaba la cuestión de leer periódicos y leer libros. Y se hacía una reflexión
respecto de que los hábitos, aun los
negativos, sólo se adquieren con la práctica. Es decir, con la repetición
seguida de algún acto. Y que cuando se ha adquirido el hábito ya es casi
imposible dejarlo. Aunque se quiera, en ocasiones ya no se puede. Es como si la practica de la
repetición quedara grabada en alguna región de nuestro ser que no está al
alcance de nosotros mismos manejar.
- ¿Y tu qué cree que podría hacerse a
ese respecto?
- Parece que
la clave del misterio es programarse para leer libros. Esto es, dedicarle una
parte de tiempo de cada día a leer algún libro. ¿30, 60, 15, 180 minutos? ¿Por qué
no? Así como se le dedican dos horas para ir de compras al mercado sobrerruedas
o tres para ver el partido de fútbol los
fines de semana o 4 horas para las
telenovelas. Así podría dedicarse, ya de manera consciente, planeada, algún
tiempo de cada día para leer libros.
Después dijo
que, como me había estado platicando de temas aburridos, en seguida me
ofrecería un relato ligero. Se trataba de una novela policíaca que había
terminado de leer en el albergue de Ayoloco. Antes de que emprendiéramos la
ascensión a la Rampa de Oñate. Es un
mundo en el que aparecen personajes, otros se desvanecen. Los malos no lo eran
tanto y el investigador policíaco ahora es el sospechoso número uno de haber
cometido aquel crimen. La rubia asesina jura que el investigador es el
culpable, pero hay otra que parece ser la verdadera culpable...Sí, así es este
tema- agregó-. Si alguien quiere leer 200 ó 300 páginas sin entender algo, que
se enfrasque en la lectura de un libro cuyo tema pertenezca al género
policíaco. Es hasta que el volumen toca a su fin, que parece todo tan sencillo
de entender. Algunos novelistas, como
Faulkner, han seguido este método con excelentes resultados. Por
ejemplo, en “Luz de Agosto”.Una muchacha tiene la idea de, antes de casarse,
dar una vueltecita por algunos de los pueblos de la región donde vive. Eso es todo. Así de
sencillo. Y el desenlace está precisamente hasta la última página. Antes de eso
el libro es indescifrable. La lectura del libro policíaco es algo que procura
evitarse porque requiere ejercitar la mente y tratar, página tras página, de
encontrar la coherencia de la trama. Una trama que cada vez se vuelve más y más
enredada. Y todo se hace menos abordable ya que en esta literatura el autor
acostumbra ir sembrando pistas falsas para llevar al lector lejos de la
dirección correcta. Sin embargo el escritor lo hace con tanta habilidad que el suspenso está siempre presente...No es exagerado decir
que resulta más sencillo leer un libro de intrincada filosofía que uno de tema
policíaco. Claro que para leer
filosofía, aunque se esté acostumbrado, se corre el riesgo de
quedarse dormido antes de darle vuelta a
la hoja del libro. Sucede lo anterior porque son temas muy serios los que se tratan en esos
trabajos. En cambio el género policíaco tiene el sabor morbosillo propio de la
nota roja. Se trata de esclarecer un asesinato o bien de evitar que se cometa
un asesinato, como en el caso de “El Chacal”, ¿te acuerdas? Novela que fue
llevada a la pantalla y en la que se trataba de asesinar a Charles de
Gaulle...Erle Stanley Gardner es el creador del personaje “Perry Mason”. Es la
famosa serie de televisión que pasó hace muchos años en México. Es el
experimentado esclarecedor de enredos de este tipo. Es abogado, no investigador
policíaco. Pero tiene los “contactos” necesarios, entre los detectives de la ciudad
donde vive, para encomendarles tareas
destinadas a ir desenredando la madeja.
“El caso de
las garras de terciopelo”, que es el libro que quería comentarte, es sencillo y
a la vez endemoniadamente enredado de resolver. Una mujer se entera que su rico
marido no la ha incluido en el testamento. Se pone de acuerdo con su amante y
lo matan de un tiro. Por una serie de circunstancias no calculadas, encuentran
la manera de echarle la culpa a su otra mujer, con la que también estaba
casado, pero que luego Perry Mason
descubre que no estaba casado en
realidad...La novela empieza cuando una hermosa rubia penetra al despacho en el
que Perry Mason la espera: “Sus pupilas azules daban un aire de cambios
extremos al rostro de la desconocida”. Esta es la mujer que, ella misma sabe, y lo confiesa, es la
asesina de su esposo pero que Perry Mason descubrirá que, en realidad, no es la
asesina...Para los lectores que se creen tan duchos que aseguran poder
deducir el desenlace del libro apenas
han leído el primer párrafo del mismo, deberían abordar la lectura de un libro
policíaco. En la seguridad que va a
entender un carajo sino hasta llegar a
la última página.
-Entendido,
Scherezada - dije -, por esta noche ya puedes irte a dormir. Estás perdonada
hasta mañana que el verdugo te cortará el cuello con tremenda cimitarra....
Se desnudó.
Sacó de su mochila una bata que había comprado en un establecimiento cerca del
mercado. Hasta entonces sólo había tenido una idea de las nalgas soberbias que
en realidad poseía. “las nieves de Siberia se van a derretir conforme pase nuestro
ferrocarril”, pensé. Y en tanto lo hacía y apagaba la luz fuerte de la
estancia, me habló de un tema que ni me
imaginaba. Cork, que lo había leído en alguna parte, lo comentó cuando estábamos en la pared del
Abanico. Pero Carmen lo escuchó en
“vivo” cuando en las semanas pasadas había asistido a un Foro sobre los medios
de comunicación en el auditorio de la Facultad de Ciencias Políticas y
Sociales. Participaban varios académicos. Entre otras cosas se comentó que la
prueba que en nuestra prensa escrita las cosas andan extraviadas, es que entre
los 30 diarios que se publican en el país, de circulación nacional, apenas
alcanzan el tiraje de un millón de ejemplares, entre todos, al día. Y como contraste se ofreció el dato, por uno
de los ponentes, que de varios grandes diarios que en la actualidad hay en
Japón, nada más uno de ellos, tira ¡ocho millones de ejemplares al día! Además,
se dijo, que los japoneses leen varios diarios, no solamente uno. Y también me señaló que esta es una prueba que
allá el público busca lo que dicen sus periódicos. Aquí, agregó uno de los
ponentes, por cierto una mujer, hizo la observación que la prensa
ya hace mucho que no ha podido aumentar el número de sus lectores...
Como
siempre, me había interesado, por no decir cautivado, lo que me relataba. Si
bien, sus nalgas no se me habían
olvidado. Ni mi temperatura se normalizaba con tanta rapidez, como mi
pensamiento. Cuando esperaba, muy interesado, escuchar otro relato, escuché
decirle:
-¡Ahora quiero
que me des un beso!- pero agregó en seguida:-. ¡No, espera!
Se
levantó y, acercándose, me tomó de la cara con suavidad y pegó sus labios a los
míos.
Me dispuse a
pagar la tenue luz que salía de cerca del piso pero ella me detuvo:
-¡No! Déjela.
Además de sentirnos, necesitamos conocernos...
Debo confesar
que yo no tenía mucho que enseñarle. Pero aquella mujer era especial. Lo
comprobé cuando le escuché decir:
- En el mundo
de la causalidad todo es cuestión de física. Ahora sé que aunque tengamos
ochenta años, tú me harás feliz...Y como eres deportista y haces ejercicio por
hábito, eso podría prolongarse hasta los cien años.
-Eso espero.
Expectante, me
enderecé un poco para ver la expresión de su rostro medio tapado por las
almohadas. Sin abrir los ojos sintió mi mirada y, obsequiándome con su sonrisa,
la escuché decir:
-Hay
hombres que reafirman su
confianza por medio de palabras
encantadoras e íntimas que escuchan de la mujer. Estas pueden ser más o menos
sinceras por parte de ella. Entran en juego muchas situaciones como la pasión,
la inseguridad económica, los celos...
No estaba
seguro a dónde quería llegar.
- ¿Y?
Volvió a reír,
ahora de manera decidida:
-
Tu no tiene por que preocuparte. Nuestro amor no se mide
sólo en palabras...
- ¿De qué otra
manera?
-En los
centímetros cúbicos de una probeta...Ante tal evidencia no hay argumento que
valga.
- ¿En
centímetros cúbicos? ¡Jamás se me hubiera ocurrido expresarlo de esa manera!
Y pasó a
contarme las palabras que Victoria Woodhull gustaba decir en las
ciudades norteamericanas del siglo diecinueve: “Nada es tan destructivo como
esa relación cuando se hace habitualmente sin cuidar la perfecta y recíproca
consumación. No necesito explicar a ninguna mujer los efectos de una relación
sexual no consumada. Pero todos los hombres necesitan que se les diga en
voz muy alta. ..Que la otra parte exige
un retorno por todo lo que él recibe; exige que no sea él enriquecido a sus
expensas; exige que no despierte, sólo por ignorancia o deseo egoísta, los
impulsos de la mujer para después desilusionarlos”
-
¿A qué se dedicaba la Woodhull?
-Era una
brillante feminista que se dedicaba a dar conferencias del tema, como
profesión.
En la
madrugada me levanté y escribí algo. Era un poema de Mario Giraud. Un pintor y
poeta que había conocido el año anterior en Coyoacán.
Por la mañana, cuando todavía no despertaba,
ella encontró la nota y leyó: “Vivir con usted/ dejó de ser/ médica receta/
hasta convertirse/ en mágico riesgo/ de sobredosis”.Cuando abrí los ojos sus
labios estaban cerca de mi cara. Me miraba en silencio desde hacía algún rato.
La escuché murmurar muy quedó: “¡Gracias”. No dijo más y me cubrió con sus
brazos llenos de ternura.
Ahora sabía
que con la hermosa y temperamental Carmen, que en ese momento tenía sobre mi
pecho, y sus morenos senos casi cubriéndome la cara, se podría alcanzar la
mayor orgía de amor que hombre alguno podría soñar. Sin embargo tuve conciencia
desde ese momento que yo había sido incluido al dossier de Carmen. Ella era ella y yo acaba de trasponer la puerta
que me permitía la entrada a su universo. Pero nada más. En la medida que yo la
cuidara ella me conservaría dentro de su pecho. De otra manera simplemente me
dejaría fuera. Como dice Cork que hacen las mujeres navajas. Podríamos vivir
juntos toda la vida pero no en la comunión que habíamos alcanzado en esa noche.
Pronto
descubriría que Carmen Amaba a Virgilio. Más que a Poquelin y que a Gothe
mismo. De hecho conoció a Virgilio a través de Goethe. Por Dante volvería a encontrar a Virgilio y leyendo a
San Agustín había encontrado de nuevo a Virgilio. En adelante ni siquiera el
mismo Homero ni tampoco Odiseo llamaron tanto la atención de Carmen como
Virgilio. Todo lo que este poeta había escrito o que se relacionara con él, le
interesaba de manera especial. Lo descubrí aquella mañana. Aun no se terminaba
de vestir cuando la escuché relatar algo que me pareció de calidad. Empezó de
esta manera:
Se tiene la
impresión que ahora la lectura de La Divina Comedia ha quedado circunscrita a
los círculos de estudio. La expresión “dantesco” es muy familiar. Sin embargo,
a diferencia de la enorme influencia que este gran poema tuvo en las
literaturas europeas, en nuestro medio cultural no se deja sentir la misma
opinión. En el país se prefieran
trabajos menos complicados. También se debe a que la obra tiene un enorme
contenido metafísico. Al menos ese es el ambiente en el que se desarrollan los
acontecimientos de este trabajo. Es una visión épica que Dante tiene del más allá.
Así, el contenido de La Divina Comedia se vuelve menos comprensible en la
medida que la sociedad se aleja de los temas teológicos. El mismo Dante se
refiere a este asunto ya muy avanzada la obra cuando, en el Canto II del
Paraiso, advierte: “no os internéis en el piélago, porque quizá perdiéndome yo,
quedareis también perdidos”. Y la nota explicativa correspondiente (me acuerdo, es la número 1,472), dice que
en este apóstrofe se dirige Dante a los lectores de su poema que le siguen sin
más preparación que las de las ciencias humanas.
Se trata de un
viaje imaginario de los poetas Virgilio y Dante
a través del Infierno, el Purgatorio y el Paraiso. También se dificulta
su lectura porque es una de las obras que contiene una cantidad enorme de notas explicativas (nada menos que, a ver, sí, 2,257 notas), lo
cual rompe la ilación del relato en el lector con una frecuencia casi absurda.
Por lo demás
esta cantidad de notas marca el carácter de la obra. Es un poema que ha
trascendido a través de los años desde el día que fue publicado, por vez primera, en el siglo catorce.
- Como sea, y más bien
debido a su gran calidad literaria, La Divina Comedia ha llegado hasta nuestros días. Se supone que
Dante, guiado por Virgilio al principio, y por Beatriz más tarde, hizo su viaje
al Infierno en el año de mil trescientos. Después pasarán al Purgatorio, al
Paraiso y finalmente al planeta Júpiter. En este lugar es en el que Dante
conoce a la bella Beatriz:”Aquel Sol, que fue el primero que abrasó de amor mi
corazón”.Y queda cautivado de ella. Pero Beatriz, ya se sabe, es una metáfora
de la Teología. También Virgilio aquí es otra metáfora de la Filosofía. En ese
largo viaje los dos poetas conocen y se encuentran a muchos personajes. Por
ejemplo, Platón y Aristóteles están en el Limbo, lugar que pertenece al
Purgatorio. Virgilio, el guía de Dante, ya es muerto. Va en espíritu. El único
mortal en todo el recorrido es Dante. Desde luego es una obra de la Edad Media
llena de enseñanzas en contra del egoísmo, como la siguiente: “En el cielo no
se dice mío, sino nuestro”. O esta otra: “El rumor del mundo no es más que un
soplo que tan pronto viene de un lado como de otro, y cambia de nombres por lo
mismo que cambia de sitios”.
- ¿Porque Virgilio y
no Dante?
- Virgilio, un siglo
antes de Cristo, escribió la Eneida. Se trata del antecedente de La Divina
Comedia. Cuando Troya... Pero esa es otra historia - dijo callándose de pronto.
Y volvió a besarme...
* * *
Por la mañana del
tercer día, tal como lo habíamos planeado, dejamos Amecameca después del
almuerzo. Liquidamos la cuenta en el hotel y echándonos las mochilas al hombro,
caminamos hacia la plaza del centro de la población. Tomamos un vehículo y
enfilamos hacia Tlamacazcalco. En una hora llegaríamos al lugar donde nos
esperaba Cork. Pero apenas hubimos pasado San Pedro Nexapa, fuimos detenidos
por los grupos de salvamento.
El hielo cubría de tal modo la carretera que,
por seguridad, a ningún transporte dejaban pasar. La solución era volver a la
población y esperar otros dos días en tanto el sol fundía la nieve. Pensamos en
Cork. Estaba aislado a veinte kilómetros de distancia y casi a dos mil metros
por arriba de donde nos encontrábamos. Y esperando nuestra llegada. Salir de
esa situación para él resultaba sencillo.
Simplemente bajaría corriendo a través del bosque y listo. En dos horas
estaría en la población. Pero en la fase en que se había venido desarrollando
el plan original de nuestra travesía alpino - arqueológica, desde el monte
Tlaloc, ya sólo quedaba la última etapa por recorrer. Desde luego que no
bajaría, pese a la escasez de víveres en su mochila. Era demasiado cabeza dura
para abandonar la empresa a estas alturas del desarrollo de la empresa.
Tuve que tomar una
decisión. Carmen quería acompañarme a toda costa pero me opuse. Remontar cerca de dos mil metros en veinte kilómetros
sería una prueba por demás fatigosa para ella. Metí cuantos víveres pude en la
mochila y le dije que regresara a Amecameca. Había tal cantidad de vehículos
detenidos que cualesquiera la llevaría de regreso a la población. Ella me veía
consternada. Quería acompañarme y había soñado con participar en el
descubrimiento del Teocuicani. Al despedirme le recomendé:
- Regresa
a México. O si prefieres, pasa un día o dos en Amecameca. Instálate en
comodidad en el hotel y espera. Aunque no le veo caso. Pero no intentes
alcanzarnos en Tlamacazcalco, en la situación que la nieve se fundiera pronto y
el paso de la carretera quedara libre…Hoy llegaré, a como de lugar, al albergue
y mañana, o más tarde pasado mañana, habremos empezado a desplazarnos de nuevo
hacia el sur. Conservando el paso por las cotas elevadas. No nos encontrarías
ya. Adiós, pues. Te amo y te deseo. O te deseo y te amo. ¡Cuídate! Me marcho.
No hay tiempo que perder. Saqué de la mochila un pequeño paquete que contenían
tres libros y se lo di.
- Guárdamelo, por
favor. Necesito economizar peso y no puedo llevarlo desde aquí. Al regreso me
lo das.
-Desde luego -dijo.
El día anterior nos
habíamos metido a una librería del
centro de la población. Carmen dijo que quería comprar algo. Tenía claro lo que
buscaba. En breve puso en mi mano a tres autores. Eran Schopenhauer, Maugham y Elizondo. Me los obsequiaba.
- Son dos grandes
pensadores- había dicho-. Cada uno en su campo. Tú los has mencionado en
algunas ocasiones. Me gustaría que, en los tiempos que están por venir, tú y yo
los leyéramos. Con calma. A profundidad. El escepticismo, misoginismo y la
soledad del primero, y la mariconería del segundo, no deben detenernos. Son
grandes pensadores en el mundo de las letras. Salvador Elizondo tiene un
interesante trabajo sobre La Gioconda. ¿Te gusta la idea?
- Me encanta tu
ocurrencia... “Las mujeres no dan nada si antes no reciben algo”- dije
recordando al primero-. ¿Qué podría darte yo?
- ¡Felicidad!
- Cómo se logra eso?
- La felicidad sólo se
da a costa del ego... y de la cartera...
- ¡Hecho -dije-, es un
pacto!
- Maugham asegura que,
una vez conquistada una mujer, no hay modo de quitársela de encima.
-¿Tú querrías hacer eso?
Estaba buscando la
manera de decirle que, a semejante hembra jamás desearía quitármela de encima,
literalmente, cuando le oí decir:
- Los que así piensan
lo hacen por falta de información, más que por maldad. Desconocen la ley
biológica de orgasmo-rechazo. Es por defensa de la vida que se experimenta el
deseo de un estratégico retiro después del amor....Se dice que Atila murió por
no atender a este mandato...
Luego de guardar el
paquete en su mochila, nos dijimos adiós. Era el segundo adiós. No quería ser
dramático y simplemente le dije adiós agitando la mano en el aire. Me di la
vuelta y empecé a caminar.
Carmen traspuso la
valla que hacían los hombres del Socorro Alpino, algunos de los cuales conocía
yo. Me alcanzó y me dio un beso en la mejilla. Me entregó un sobre.
- Esta carta la recibí
en mi casa, el día que dejé la ciudad
para reunirme con ustedes en Río Frío. Es para Malcom. Entrégasela, por favor.
Me había olvidado de hacerlo personalmente cuando estuvimos allá arriba… ¡Ah!,
y no regresaré a México. Hoy y mañana permaneceré en Amecameca, en efecto, pero en los días siguientes alquilaré un
automóvil e iré por carretera hacia Ozumba y Atlahutla. Y a todas las demás
poblaciones del sur que sea necesario. Hasta Tetela del Volcán, si es preciso.
En alguna de ellas tal vez salgan, si es que en esta ocasión tampoco
encuentran el Teocuicani. Y yo estaré al
pendiente. En todo caso esperaré. Esperaré todo el tiempo que sea necesario. Y si en algunos días no
regresan acudiré al Socorro Alpino y a cuantos guías profesionales sean
necesarios y organizaré una partida de rescate... Sobre todo quiero que
recuerdes que no tengo vocación de ser sacerdotisa de la vida solitaria. Ni
tampoco confundo la frigidez con la filosofía. ¡Te esperaré!
Sólo acerté a decir:
- ¡Ya volveré!
La noche anterior,
mientras tomábamos café en el hotel, conversábamos de mil temas. Aparte del
tema de Cesar y de la Edad Media. Mil temas son pocos cuando se está junto a
una mujer como Carmen. Teatro, música, literatura, la vida diaria. ¡Que inmensa
felicidad cuando se tiene una mujer con un acervo cultural como aquella! Pienso
que puede no ser agraciada físicamente e
igualmente será hermosa y su hermosura no declinará con el paso de los años.
¿Por qué las abuelas no hacen nietas que lean desde niñas? Las madres andan en
la locura de la vida, de las pasiones y la sobrevivencia. Pero, ¿las abuelas?
Cualquier tópico Carmen lo trataba sin
afectación. Evitaba la autosuficiencia y tenía el método de que sus opiniones
parecieran más bien preguntas. En fin que había salido el tema del matrimonio.
Dijo que está el matrimonio de unión libre. Dos buenos amigos que se atraen y
han decidido vivir juntos, tener hijos y cosas en común. Pero que si algún día
aparece otro romance para cualquiera de los dos habrá que entender que hay la
suficiente libertad para hacerlo. Ninguno es propiedad del otro.
- ¿Por qué tendría que
aparecer otro romance tan fuerte como el primero?
- Porque simplemente
aparece. Lo mismo para el hombre que para la mujer. Y a lo largo de la vida
puede aparecer varias veces. Y no estoy hablando de pasiones eternas que se olvidan a la semana siguiente.
Luego de una pausa,
había seguido:
- El matrimonio tradicional, tanto civil como
religioso, comprenden un compromiso expreso, expresado, ante el sacerdote y el
juez y la sociedad de que no habrá un triángulo. Hay propiedad y exclusividad
mutua. Cualquier desviación es traicionar la intención y la palabra empeñada.
Hay en todo esto la libertad para vivir libre y la libertad para decidir ya no
ser libre. Nadie obliga a nadie a casarse. Pero ya que se ha llevado a cabo...
Se acercó de nuevo y me dio un apasionado beso
en la boca. Sin separarse, me dijo al oído:
- Prométeme que te
cuidarás y regresarás a mi. Quiero que sepas que soy del tipo de mujer que...
saben esperar en la santa y despiadada rutina del hogar a que los hijos tengan
el tiempo necesario para que egresen de la Universidad después de haber
recorrido cuantos postgrados se les ocurra…En las aguas apacibles de nuestro
hogar no se levantarían las olas tempestuosas…El alma del señor Bergeret, dice
Anatole France, gritó que era libre sobre todo desde que lo había abandonado su
esposa…Seríamos muy cuidadosos para no llegar a ese punto de libertad…Los dos…La
liberación solamente tiene lugar cuando hay prisión…Entiendo al matrimonio como
una convivencia y mutua posesión, honda, cálida, vegetativa, entre dos seres
humanos. Eso se lo leí a alguien cuando era jovencita, motivo por lo que se me
quedó fuertemente grabado en el alma…Y sigo creyendo que así debe de ser.
Una mujer que desde jovencita ha leído así,
bien vale la pena vivir junto a ella, seguía pensando. Me acordé del
mono-hombre cazador de Desmond Morris que regresa de lejanas tierras, plagadas
de jóvenes y hermosas mujeres-monas. El regresa a través de selvas, montañas y
desiertos a donde dejó a su pareja.
- ¡Volveré! Volveré
para amarte y para que me enseñes a amar a Virgilio - dije y me apresuré a
marcharme antes que las cuerdas de mi alma perdieran esa tensión que se
necesita para caminar por las montañas.
Confieso que tuve que hacer un doloroso esfuerzo de voluntad para cortar aquel
encanto. Después de todo, no me hacia tantas ilusiones. Miles de hombres que
marcharon a la guerra jamás volvieron. Se despidieron con la misma
efusividad con la que lo hacíamos Carmen y yo...Y el enemigo humano
sólo es un pigmeo comparado con la montaña...El tercer adiós tuvo que ser, por
necesidad, más abrupto. Simplemente me di la vuelta y empecé a caminar de nuevo.
Caminé un rato por la blanca carretera. A la
derecha dejé el caserío de La Comunidad y más adelante el bosquecillo
artificial de Los Viveros. El campo estaba lleno de niebla oscura y helada. El viento pasaba y de vez en
cuando las ramas de los árboles, demasiado cargadas de nieve, se desgajaban y
se venían abajo. Más adelante, al acercarme a las estribaciones suroeste de la
montaña Yoloxochitl, remonté la pendiente hacia la derecha. Aquí el bosque se
mostraba ya desbordante de nieve y de luz. Miré hacia abajo tratando de
escudriñar la sima oscura de las grande cañadas invisibles. Tuve la
impresión que el buen tiempo se
sostendría. Ahora un vientecillo helado
recorría la floresta haciendo notar su presencia a través de pasar entre los
árboles y hacer caer los carámbanos de hielo. En tanto me ponía de nuevo la
mochila sobre los hombros, después de un breve descanso, y aspiraba con todas
mis fuerzas aquel aire diáfano, me dije que no podía existir un mundo más
hermoso que este. Es decir, rectifiqué, solamente la cultura y las piernas de
Carmen...
El cielo seguía
siendo azul y el sol llenaba
generosamente el panorama de la alta montaña, arriba de los cuatro mil. En todo
el trayecto la negra pared norte del
Abanico, llenos sus corredores de nieve y hielo, brillaba muy arriba de
los bosques. Proyectaba su hermosa figura para los turistas y su angustiosa
imagen para los escaladores que, muy en el fondo, todos soñaban con abordarla
alguna vez. Más tarde el sol inundaba con intensidad los valles profundos y
cálidos del oeste.
Cuando alcancé el filo
norte de la cañada Nexpayantla era medio día. Entonces, no obstante el peso de
la mochila por los víveres que llevaba, estuve seguro que antes del anochecer
alcanzaría los cuatro mil del albergue Tlamacazcalco. Luego de otro descanso me
levanté. Me disponía a continuar la ascensión cuando escuché una voz lejana que
me gritaba: “¡Espera!”
Se trataba de otro
montañista que, por lo visto, así como yo, había decidido llegar caminando a
Tlamacazcalco. No lo conocía. Cuando llegó hasta donde me encontraba dijo
llamarse Jorge Rivera. Conocía a Cork.
- También me intereso
por el Teocuicani. Desde hace tiempo. He hecho por mi cuenta algunas salidas de
búsqueda a la alta montaña pero sin éxito.
En San Pedro escuché parte de tu conversación con aquella hermosa mujer y nombraron la
palabra Teocuicani. Comprendí que ustedes también estaban en eso. Conozco a
Cork y seguramente no habrá inconveniente que me una al grupo. ¿Qué dices? Aquí
llevo una buena cantidad de latería, además de carne fresca…Una tienda de
campaña en la que, en caso de emergencia, cabríamos los tres…
En tanto se daba un
respiro por la marcha apresurada que había tenido que hacer para alcanzarme,
dijo sentado sobre la arena negra de la pendiente y recargado en su mochila, al
tiempo que se secaba el sudor de la frente:
- Sé que Cork ha
buscado esa montaña arqueológica por más de diez años. Yo también tengo algún
tiempo, Charnay, Lorenzo y quién sabe cuantos más, que no sabemos, la han
buscando…Ojalá esta vez tengamos suerte. Uno nunca sabe…Cuando hace trescientos
millones de años los primeros vertebrados conquistaron las planicies, lejos del
mar, tampoco sabían que un día llegarían a fabricar una deliciosa cerveza…
Estuve tentado a
decirle que Chesterton dice que eso de la evolución darwiniana es puro cuento
fabricado, a partir de unos cuantos fragmentos de huesos, y que el famoso
eslabón perdido simplemente se perdió y nadie lo encuentra por ningún lado.
- Por mi parte
encantado - le dije -. Pero basta de estar platicando aquí como si estuviéramos
de compras en el mercado. Nos espera un buen trecho de duro ascenso.
- Desde luego -
respondió el otro que era resistente y se veía de suficiente experiencia en la
montaña -. ¡Vamos, pues!
Juntos seguimos hacia
arriba. El pájaro de las alturas planeaba cerca de una nube algodonosa. Otra
nube también pasaba desgarrandose entre
los riscos de la Torre Negra y perezosamente seguía su camino hacia el oeste.
16
La plazoleta, entre los dos albergues de Tlamacazcalco,
estaba llena de nieve debido a las tormentas de las últimas semanas. Pero esta
mañana el cielo volvía a recuperar su intenso color azul. Salvo alguna raya
blanca algodonosa que parecía moverse con suma lentitud hacia el oeste, todo
estaba en calma. El viento apenas sí imprimía algún movimiento a las hojas de
los árboles que a la sazón tenían un peso adicional de nieve.
La noche anterior, ya
metidos en nuestros sacos de dormir, encaramados en las literas del antiguo albergue,
le había dicho a Cork:
- A veces pienso que
las cosas no te serán fáciles con
Clemencia…
- Puede que estés en
lo cierto. Nuestra relación se parece al Big Ben. Ella es la que se acerca y me
busca y me encuentra sin importar el lugar en el que viva y, según dice, en la
época en la que viva. Pero luego se aleja. Dudo que esta vez me encuentre en
territorio hohokam, a donde viajaré dentro de poco, caminando, desde
Tlamatzinco, hacia el noroeste, hasta Tucson. Clemencia no quiere abandonar el
horizonte yoico y tiene miedo de desplegar por fin las alas del espíritu entre
los resplandores del Sol.
- ¿Cuánto puede durar
ese Big Ben?
- Lo ignoro…Lo cierto
es que en el norte...
- ¿Insistes en la
muchacha, habitante de Irritiland?
- Pertenece al grupo
de los hopis.
- ¿Cuándo la conociste?
- No la conozco.
- No entiendo. ¿La
contactaste por Internet?
- La gente grande del
grupo se encarga de ese asunto. No tengo por qué inquietarme.
- ¿Estás loco? ¡Esa
muchacha...! ¡No existe en realidad!
- En cualquier momento
puede ser más real que Clemencia.
- ¿Y si no te gusta la
mujer que te señalen para casarte? ¿Y qué pasa con tu libertad de elección?
- Nunca dije que se
tratara de matrimonio, pero esa es la idea. ¡Tiene que gustarme! Allá, como
acá, la selección entre las almas y los sexos debe entrar por los ojos, seguida
por el trato, lo que sugiere un periodo de convivencia con la comunidad. Sobre
todo que la comunidad tienen aquí su opinión pues mi presencia la afectará para
bien o para mal. Lo mismo sucede en cualquier ciudad del mundo. Aunque no en
todas se sigue contando con ese censor social que significan los ancianos o
guías. A eso se debe que, con el tiempo, la ciudad va tomando el estilo de la
gente que en su mayoría la habita: tiene un proyecto, hay progreso, se
debilita, es estudiosa, sólo va tirando,
es vandálica, asciende, se consolida o tiende a disolverse…
- ¡Pero, qué diablos!
¿Te imaginas cómo puede ser esa relación?
- Vine al mundo para esa relación- dijo un
poco en broma recordando el Evangelio de Mateo. Después, en serio,
agregó:-. De entrada debes de saber que
la mujer hopi es la que lleva la voz cantante en la vida de su sociedad…¿ Libertad de elección? No me vengas
con esas…Muchos hicieron uso de su libertad y... Otros, y no pocos, decidieron
con libertad cuántos hijos tendrían y dejaron niños en los cuatro rumbos de la
ciudad...Estos ahora viven en las
cloacas del primer cuadro de la ciudad o bajo los puentes del metro Taxqueña...O en el metro Zapata...Ciento setenta mil niños de la calle en el país no le
confiere certificado de salud a ninguna
sociedad. Por lo pronto tengo dos o tres oportunidades para decidir.
- Menos mal que tienes
varias oportunidades pero, ¿por qué dos o tres? Es lo que llamo limitar la
libertad del individuo.
-
Seguramente. Pero estaré mejor que Adán. No tenía mucho de dónde escoger… En nuestros
días, cuando el editor de una revista le
pide a uno de sus colaboradores que escriba, por ejemplo, sobre los irlandeses
en la guerra de México en el siglo
diecinueve, en una extensión de cinco cuartillas, éste deberá sujetarse a lo
que se le indica, porque en la publicación mencionada cuenta ni más ni menos
que con el espacio señalado. El historiador se va a encontrar entonces con que
dispone de tal cantidad de material sobre el tema como para escribir tres
tomos, pero tendrá que sujetarse a escribir cinco cuartillas. Así,
maravillosamente, abriga desde chico la ilusión que puede escoger “entre todas
las mujeres del mundo”, pero no tardará en descubrir la ilusión que, al menos
en la cultura occidental, solamente puede decidirse por una. Si le investiga un
poco más, se hallará con que es la mujer la que realmente selecciona, no el
hombre.
- ¿La mujer hopi
también selecciona?
-Sobre todo la
mujer navaja y la hopi. Como todas las mujeres del mundo. La vida entre los
navajos lo centraliza la mujer. Las sufragistas inglesas del siglo diecinueve,
las costureras estadounidenses en el principio del siglo veinte y las
feministas mexicanas en los años sesenta, empezaron a querer ejercer una vida
en su sociedad que la mujer navaja practica en líneas generales desde hace
siglos. Como siempre, y en todas partes, donde el alma rural haya conservado
las condiciones de vida pegadas a la tierra. La lucha de los derechos de las
mujeres es propia de las ciudades grandes. Como aquí todo tiende a diluirse,
esa lucha busca reconquistar una preeminencia que ya tenía la mujer en los
ambientes ordenados de las poblaciones chicas y que perdió al emigrar a las metaciudades.
Las mujeres hopis- navajas son la representación, y la preservación, de una
alma colectiva que cada vez se conoce menos en la multitud de la ciudad, porque
ésta ha dejado de ser ciudad para convertirse, como dice alguien, en sólo un
inmenso montón de casas. Si Lisistrata hubiera tenido la oportunidad de conocer
a la sociedad de los hopis, Aristófanes tal vez hubiera escrito una Asamblea de
Mujeres muy distinta de como la que nos legó. Por lo demás, dime Guillermo,
¿siempre se acierta en la ciudad cuando haces valer tu libertad de elección? El
hombre que se casa descubre veinte años más tarde, que tuvo que estar
desempeñando el fatigoso papel de un padre. No hagas aquello, cuidado con esta
situación... Para entonces ella está tan fastidiada, de esta inesperada
custodia, que realmente se sentiría feliz de poder quedar libre. Es el precio
del pensamiento apolíneo en las civilizaciones occidentales. Para colmo, él, ya
bastante maduro, vuelve a tomar bajo su custodia a otra mujer, ahora joven.
Aquella, a su vez, no tendrá mayor reparo en ponerse de nuevo bajo la
protección de otro hombre, de preferencia joven. O, en su ausencia, maduro. Y
vuelta a empezar.
Empezó a
parecerme interesante ese asunto.
- ¿Y, allá, cómo es todo esto?
- Con la mujer
hopi no cabe este juego. Su práctica étnica naturalista, pegada a la tierra, le
advierte que al primer paso en falso hay que dar por terminado el asunto. Antes
que pase el tiempo. Las parejas que han llegado a la ancianidad es que tuvieron
siempre presente todo esto. Desde muy temprano aprendieron a caminar sobre el filo de la navaja. Pero no
hay que asustarse. Ya lo viejos griegos decían que ambos lado de la cara son
partes de una misma cosa. En el fondo está el reproche contra el hopi por no dejarse asimilar como pueblo. El
aprende de los otros, pero no claudica en sus
creencias originales.
- ¿Pero que
vas a hacer allá?, ¡Tú perteneces a la vida moderna de la ciudad!
- Entre
proyecto y proyecto a desarrollar, en cualquier parte del planeta, volveré a Irritiland, como dices. Ese será mi
punto de partida y al lugar donde debo regresar. Entiende que sólo en esos
horizontes de primeros planos dorados y fondos azules envueltos en una
atmósfera de lejanía, está la promesa de la vida, la perspectiva que habla del
porvenir. En las calles y callejas, de la ciudad antigua, llenas de metafísica,
anida el sentimiento de lo íntimo, que encierra a su vez el peligro de volverse
tan íntimo que, un día, ya no le guste el sol y desemboque en la deformación
somática y espiritual. La ciudad, como la conocemos, está hecha en el aspecto
que te estoy diciendo para protegerse del sol, de la lluvia, del viento, de la
oscuridad, del rojo, del verde, del azul y se enseñorea en ella el color pardo.
Y como en este país no se escucha a los arquitectos del paisaje, después de la
ciudad antigua está, por todas partes, la ciudad caótica, por lo que de una
planeación obsoleta se pasa a un desorden manifiesto.
- En la ciudad
hay museos, bibliotecas, conciertos de música clásica y popular, exposiciones
de pintura, cines, teatros. En fin, está la cultura…
- Como si no
estuviera. Agarra al primer hombre que pase por la calle y pregúntale cuántas
veces ha frecuentado en el último año
esos lugares. Te dirá que la última vez fue cuando de la escuela secundaria
los enviaron, como tarea, a visitar museos.
- ¿Y si un día
ya no funciona el matrimonio, qué diablos vas a hacer?
- Marcharme.
Se vale. Igual sucede en nuestras ciudades. Puedes verlo en los largos
mostradores del Ministerio Público. El montón de solicitudes de divorcio es
sólo un poco menos alto que el que hace las solicitudes de matrimonio.
- ¿Marcharte
tú? ¿Por qué no ella?
- No lo sé.
Pero ella no es la que se va. El hombre es el que tendrá que seguir su camino.
- Como sea, la
separación debe ser improbable entre los
hopis, ¿no?
- Tampoco lo
sé. Espero que así sea. Allá los matrimonios son para siempre. Pero no se
descarta que una mujer hopi de todos modos se canse de su compañero. Recuerda
que la mujer soltera universal vive soñando en el día que contraerá nupcias y,
ya casada, se la pasa soñando con volver a ser soltera. “Cuando uno se siente
amarrado tiende a liberarse” dijo un personaje de Benedetti. Nada tiene esto de
raro en cualquier cultura, con las uruguayas, las africanas, las alemanas o las
mexicanas. Pero en tanto en otros pueblos deshacer el matrimonio significa un
verdadero intríngulis de desgarre sentimental, legal y económico, entre ellos
no.
- ¿Cómo
sucede?
- Ya te dije, simplemente puedes encontrar un
día, al amanecer, tu mochila, tu piolet y tus crampones, en la puerta de la
casa que da a la calle. Ya ni siquiera se asomará ella por la ventana. ¡Nada! Y
ahí acaba todo. Ella volverá con su familia y tus pertenencias y tu casa se irán tras ella.
- ¡No juegues!
- Bueno, la
indemnización por uso y la pensión alimenticia, si es que hay hijos, que ella
seguirá criando, también se estila entre las leyes de las caras pálidas. Peor
aun, la mujer occidental u occidentalizada, te persigue a través de cuanto
trabajo puedas conseguir en, por lo menos, dos décadas, para expropiarte
legalmente, olímpicamente, parte de tu salario. Si se pone de acuerdo con su
abogado entre los dos te dejarán solamente con tu hojita de parra en cualquier
banqueta de la calle de la ciudad. La mujer hopi solamente una vez te deja en
pelotas y no vuelve a interesarse por ti en la vida.
- ¿Seguro?… ¡
Oh diablos, cómo pudiste…?
- Son las
leyes de mi pueblo.
- ¡No eres
hopi! ¿O sí?
- Como si lo
fuera. Por el tipo de sangre no hay problema. En la base de mi espina dorsal
también está una pequeña mancha de tonalidades violáceas…Llevamos el mismo
lunar asiático. Por eso es Irritiland.
Básicamente la religión teotihuacana y la de Casas Grandes es la misma que la hopi-navaja.
Pertenecer a una cultura, en un grupo en el que todos sus componentes estén
cohesionados, en un sentimiento cósmico, en los mismos símbolos, y que todos se
imaginen al universo de la misma forma... Ahí por lo pronto se ve el proyecto
de la permanencia en los símbolos. Un habitante nato de la ciudad no puede
sentir la distancia como alguien que ha nacido en la llanura. Hay que ser
especial para haber nacido en la ciudad y sentir la distancia. Pero no así el
habitante nato para el que el universo termina en la última calle de la periferia. Para mi los
muros de la ciudad aprisionan hasta al viento. Estos muros condicionan a los
que nacen entre ellos. Es una tendencia al senequismo y esto desde luego es un
bello acontecimiento. Un habitante del desierto lo aprecia mejor que nadie en
el mundo. Es una gran cosa eso de vivir entre la gente. Pero cuando la ciudad
rebasa ciertos límites, esa tendencia se vuelve negativa. Lo mismo que en los
laboratorios donde las colonias de experimentación sus individuos son
demasiados, empiezan a agredirse entre si. En lugar de seguir desarrollando el
espíritu de colaboración, salta la tendencia individualista depredadora... (Por
alguna causa, yo había dejado de seguirlo. Trataba de procesar esas cosas que
acaba de escucharle. Después hice un esfuerzo por volver y agucé el oído)...uno
hablará naturalmente de cultura del desierto y el otro de cultura de ciudad.
Son los mismos universales pero aun así son otros mitos, otros espacios, otras
representaciones, otras rutinas. Su culpa no es mi culpa. Su pecado no es mi
arrogancia. Quédense con su Adán y su Raskolnikf. Mis valores son otros. La nada llena de libertad del desierto
empieza en la última calle y la ciudad comienza donde termina la nada. Entiende
que la nada no es ausencia de algo sino el espíritu del desierto que lo llena
todo. El lejano horizonte de la llanura pero sin dejar de ver hacia las
estrellas. En el desierto yo seré tan libre como el viento. Una sola mirada a
la llanura roja y ya están mi sangre corriendo en otra velocidad. Como un
esquimal que regresara de las tórridas selvas de Chiapas a sus soledades
nevadas. En la ciudad sólo se tiene la sensación de libertad en la medida que se tiene dinero. Y esto es
por demás relativo. Cuánta gente fabulosamente acaudalada hay que permanece
encerrada en el tercer cuarto de su mansión escondiéndose de todo, empezando
por el sol. El mismo Salim, uno de los pensamientos más lógicos que conozco,
tiene el anhelo de ser promotor de la democracia, lo que no quiere decir
libertad. Tú mismo no harías bien en preferir este infierno y desaprovechar la
espléndida oportunidad que te ofrece ese país extranjero. Ese grupo de
postgrados que, teniendo la misma oportunidad que tú, regresan a México, sólo
porque el pueblo les pagó su educación. Son unos locos románticos. El mismo
Quijote de la Mancha les diría locos...
- Se me
dificulta entenderte...
- Mi pueblo
original, a tres jornadas de desierto, de Janos, más que estar perdido en el
desierto de Chihuahua, va camino de disolverse. En el principio del siglo
diecinueve la población india era el noventa por ciento. Apenas siglo y medio
más tarde ya solamente es el diez por ciento. El mestizaje no es ningún
problema para seguir viviendo aquí. Pero es un suicidio si este mestizaje no
alcanza la excelencia de la gran cultura grecolatina. ¿De qué sociedad
estaríamos hablando? Las versiones históricas, las económicas, la alimentación
y los programas de enseñanza, tienden a masificarlo. Por falta de información propia, a este
hombre todos le dirán que haga todo.
¿Qué perspectivas tiene un pueblo que lee un libro al año, como
promedio? Esta disolución corresponde a que, en tiempos ya remotos, se le dijo
adiós a los valores que mantenían cohesionados
a la Iglesia, al Humanismo con su brazo laico no agresivo para las
aulas, al cuartel, al partido, al grupo, al crecimiento con justicia, a la
democracia económica a la par de la política, a la familia y a la amistad. Pero
la disolución de mi pueblo se debe sobre todo a que su historia nunca fue pensada, programada, sino que se
trató de una reseña de los hechos empíricos ya vividos. La disolución empezó
cuando el nivel de vida de las mayorías no pudo detener su descenso. Las masas
desesperadas que corrían a educarse a la escuela del pueblo encontraron
cerradas las rejas pintadas de amarillo y azul. Y cuando llevados por la
presión, y en el más cruel escarnio, abrieron esas puertas y sentaron a los
pocos jóvenes bien alimentados con la
mayoría miserablemente alimentada, a concursar por el examen de
admisión, estos tuvieron que dejar, con el desaliento saliéndose de sus
órbitas, su idea de educarse y trastocar su destino. Volvieron a las calles
sórdidas pero ahora con el rostro endurecido. “Después de todo, se dijeron
muchos de ellos, queríamos estudiar e investigar y producir. Pero bien sabemos
ahora que existen formas para adquirir, y en abundancia, el dinero y el poder”.
A partir de entonces lo religioso, lo artístico, lo democrático y lo
aristocrático, han ido descendiendo inexorablemente sin detener su disolución.
La vida va entrando en el vacío. Fue cuando mi padre me llevó a la estación del
ferrocarril de Janos y me envió a estudiar a México. No sin antes advertirme
que la ciudad no sólo es borradora de
identidad sino también que en ella se pierde el gusto por lo natural. Que ahí
el hombre se vuelve niño en el sentido que va careciendo de cultura. Que va
perdiendo su sentido de la historia, de su historia y de la historia del mundo.
O que tal vez nunca la tuvo. Que hay
gente que ya agotó su capacidad de creer en los mitos religiosos y por ello
mismo su alma colectiva se debilita. Que vive en el discurso colectivo pero que
en realidad ya se ha retirado a posiciones individualistas, cuando no
depredadoras. En fin, que hay hidalgos curiosos, como el Quijote, que imaginan
que sus pedos no son gases estomacales sino figuras fantasmales, que guardan
celosamente la sombría cañada pintada por Doré...
- ¿Por qué los
hopis- navajos y no los huicholes o los aimará de Perú o los ranqueles del sur de América?
- Son grupos que más pureza han podido conservar en
sus tradiciones. Debido a ello no requieren más para resolver las
necesidades inmediatas y estéticas que
van encontrando en la vida. ¡Si los mestizos los dejaran vivir en paz! Por mi
parte necesito una tradición indígena capaz de aceptar lo mejor de la tradición
europea... y estoy pensando en su gran tesoro cultural y tecnológico. En la
aurora y en el ocaso veo hacia
Tezcatlipoca y ayuno los días diecinueve de cada mes y de manera señalada el diecinueve de mayo.
Pero mejor si cerca tengo a Sócrates, Aristófanes, San Agustín, Hegel, Cronin,
Cervantes, Faulkner, Spengler, Milton, Santayana, M.G.Morente, Dante, Petrarca,
Emerson, Bakunin, Shakespeare, Beethoven, Cesaria Evora, Flaubert,
Gohete…También al ameno Jardiel Poncela sin olvidar a los cabrones mal hablados
Charles Bukowski y Guillermo Fadanelli. Desde luego que no los sentiré como si
fuera un griego, africano, inglés, germano, francés o estadounidense, como
ellos no podrían sentir a Tezcatlipoca. Cada cultura corresponde a un paquete
genético, al famoso genoma humano, pero al menos lo intento cada vez con el
mejor empeño. ¿Cómo se puede vivir sin eso?
Pregúntale a Carmen si ella podría. ¿Cómo se puede vivir sin un Humanismo
secular pero también sin un buen bagaje de teología medieval y la cronovisión
mesoamericana? ¿Cómo se puede vivir en
la secta si hay un universo? Cuando
llegué a México, a los ocho años de edad, el mismo escudo de la Universidad
Nacional ya me resultaba sectario. Partía a América en dos. ¿Tan limitado es el
manto de Tonantzin?, me dije. En Estados Unidos ahora ya hay más mexicanos que
en México.
- ¿Y eso lo
encontrarás en los desiertos desnudos?
- Mi mochila
siempre tendrá un kilo de tortillas y un ejemplar de estos pensadores.¡ Ah, y
un trago de cerveza para remojar la garganta! El desierto ocasiona mucha
sed…Pero no te preocupes. En lo relacionado con la muchacha que me espera creo que agarramos el asunto
por el final. Un feo final que espero no se dé.
Tal vez viva con mi mujer un final color de rosa como en los cuentos de
los hermanos Grimm... Por otra parte, ¿te imaginas vagando a través de la
llanura hopi-navaja, roja como el Sol, en caballo o a pie.
- ¡Se trata
sólo de una reservación!
- ¡Tan grande
como Holanda y Bélgica juntas! Y con la seguridad que los gringos no la ametrallarán, como hizo Porfirio Diaz con los mayos,
para quitarles sus tierras! Esa etapa fue larga y por demás dolorosa, en
Estados Unidos, pero al fin ha pasado.... ¡Ah, que delicia! Levantar mi ligera
tienda de dos metros por tres en cualquier parte del desierto o encaramado en
alguna meseta desnuda, barrida por el viento con nieve o con cuarenta grados
calientes. La bella muchacha india (porque
tiene que ser bella y con un hermoso trasero) siguiéndome o bien esperando con
su familia, tejiendo sus encantadoras cobijas de lana, plasmando en ellas la
simbología ancestral de su pueblo
- ¿Y
Clemencia?
- Es
extraordinaria. Pero un hombre, un montañista, necesita una mujer real.
Clemencia viaja mucho por esos planetas de los espacios siderales. Es la medida
de su anhelo de libertad. Los niños, es decir, los hijos, no necesitan una
madre virtual. Precisan una madre que se ciña a las despiadadas leyes de la
rutina hogareña y social. Por lo menos durante los primeros treinta años de su
formación académica. Algunos zoólogos dicen que el humano requiere de unos seis
años para valerse por sí mismo...
piensan en una humanidad masificada carente de posibilidades, o al menos
sin aspiraciones de una vida de calidad….Yo digo que treinta años. En lugar de
viajar a la constelación El Toro a mí me gustaría que fuéramos a pasear en
lancha india o mestiza al lago de Chapultepec. Tomarnos una fotografía en
blanco y negro (que con los años se vuelva sepia) en la cámara de enorme
trípode y trapo negro desde atrás del fuelle para enfocar y meter el chasis con
la placa de película. Ir al cine a comer palomitas... A la salida saborear un
aromático café en alguna banca oscura y apartada de Coyoacán. Ver pasar a la
gente. Dejar que la vida se deslice bucólicamente mientras los hijos crecen.
Mientras tanto irle siguiendo el pulso a la vida para no quedarse obsoletos.
Leer el Quijote que, aunque loco, es verdad que se trata de una hermosa y
universal obra. Pero no pasarse leyendo el Quijote en lugar de salir a la calle
a vivir la vida. Ese error ya lo vivió Nietzsche y no puede repetirse. ¿Te
imaginas lo que significa vivir la vida
en la calle para alguien como Clemencia,
que desde los diez años de edad está metida en la lectura de los vedas y los
Upanisad? Son parte del gran legado de la humanidad pero sin sustraerse del
mundo.
- Quizá tengas
razón... En todo caso no hay que malgastar la fe en amores sin porvenir, canta
Zitarrosa. No hay por qué hacer un drama.
- En el mundo
hay millones de Clemencias y otros tantos millones de Torringtones.
Pues sí,
Clemencia era bella y él se sentía contento en su proximidad. Podría
encontrarse lejos, como los cazadores primitivos, entre las hembras de otras
regiones, también bellas y jóvenes, pero sin que nada fuera capaz de debilitar
en él su recuerdo. Esto aparte de que sus proporciones físicas estaban
balanceadas y, como él decía, tenía un hermoso trasero. Era esbelta y medía uno
setenta de estatura, diez centímetros menos que él. Blanca y de ojos grandes
encantadores que parecían fijar la mirada sin necesidad de parpadear con tanta
frecuencia como el resto de la gente. Al decir de mi amigo, parece que la
música era lo único que podía excitarla. Al contrario de otras mujeres que
responden a ciertas fragancias de flores. Tenía lo necesario para pasar el frío
y técnico examen de un fotógrafo de revista de modas de las grandes firmas
comerciales. Pero también mi amigo la sentía bella porque la deseaba. Pero la
falla que él encontraba de esta belleza
es cuando se preguntaba qué puede ella
aportar en la vida diaria, de un hogar, si gusta de permanecer la mayor parte
de su tiempo viajando por las estrellas...
***
Con pantalones
cortos, blancos, y suéter color café, Cork esperaba ya con la mochila puesta
sobre los hombros. Estaba parado en la plazoleta de Tlamacazcalco, llena de
nieve. Llevaba puestos tenis de lona y los pies los había metido en una pequeña
bolsa de plástico para evitar que se le enfriaran los pies. Sus botas las traía
en la mochila. Mañana se las pondría. Cuando me vio trasponer la puerta del
albergue me apresuró:
- ¡Vamos, el
Teocuicani nos espera!
Detrás de mí
venía Jorge Rivera. Mi amigo me dijo que, en efecto, se trataba de un viejo
alpinista experimentado que había viajado
por algunos macizos montañosos del mundo. Sí, lo conocía bien. Juntos
habían emprendido hacía años escaladas de roca y nieve en el flanco oeste de la
Iztaccíhuatl.
- Quiere
acompañarnos a buscar el Teocuicani. También subió caminando desde San Pedro
Nexapa. En el camino hemos conversado. Me dijo que se conocían. Solamente que
anoche llegamos tarde…
- ¿Cómo estas?
- Bien. Hace
tiempo que no nos veíamos, ¿he Cork? O Torrington, como Guillermo te dice.
- Así es.
Bienvenido.
Agregué algo:
- Dice que
leyó el trabajo que el francés Charnay hizo en el siglo pasado.
- También
conozco el escrito de José Luis Lorenzo respecto de la búsqueda del Teocuicani…
Por mi cuenta he emprendido varias ascensiones de exploración pero hasta ahora
no he encontrado algo. Habrá que hacer una travesía hacia la ladera sur del Popocatepetl.
- Antes habrá
que salvar la cabecera de la cañada Nexpayantla y pasar por la base de la pared
norte del Abanico.
- Así es.
- Vamos pues.
No se hable más del asunto.
Superamos los
primeros arenales con facilidad debido a la cantidad de nieve que los cubría.
Alcanzado el lado sur del collado de la cumbre de la Torre Negra, descansamos
un minuto dentro del cuadro somero de piedras del Adoratorio Nexpayantla. Este
sitio arqueológico lo había descubierto Charnay. Estos adoratorios de alta
montaña, de la época teotihuacana-tolteca, están abandonados por la arqueología
oficial y la gente, en la creencia que son corrales para ganado, los destruye
día con día. Llegar hasta aquí en el siglo diecinueve debió requerir organizar
toda una expedición. Veinte kilómetros de subida desde Amecameca sin caminos ni
albergues. Charnay tuvo que transportar víveres, herramientas y pesadas tiendas
de acampar a lomo de mula.
Enseguida
emprendimos el descenso hasta el fondo de aquella parte de la cañada.
Caminábamos hacia donde se encuentra la cruz metálica puesta aquí en memoria de
Pompeyo, alpinista de la ciudad de México muerto unos años atrás en el lugar,
debido a una roca procedente de las alturas nevadas de la pared del Abanico.
Fue cuando escuchamos un estruendoso ruido, como explosión, producido hacia la
segunda repisa nevada de la pared. A juzgar por el ruido se trataba de un gran
bloque de roca que acababa de desprenderse y empezaba a cortar el aire en su
caída libre para después dar grandes golpes cada vez que volvía a tocar la
ladera demasiado empinada de la montaña.
Sin voltear a ver lo que se nos venía encima, y que seguramente nos aplastaría
pues en ese momento nos encontrábamos en el fondo del embudo, en el lugar donde
se produce la amplia base del Abanico para dar paso al principio de la Cañada
Nexpayantla, emprendimos una loca y desesperada carrera hacia la ladera arenosa
que teníamos enfrente. Correr con una mochila de quince kilos colgando de los
hombros, en una altura de los cuatro mil quinientos y sobre un terreno
accidentado y lleno de piedras de todos tamaños, es algo que se ejecuta
solamente cuando se tiene en el aire una enorme roca que vuela hacia uno. El solo hecho de
quitarse las mochilas para escapar con más velocidad, alivianados del peso, nos
hubiera exigido un tiempo del que no disponíamos. Corrimos al pasar frente a la
cruz. Seguimos haciéndolo cuando estuvimos en la inestable ladera. Corrimos hasta
no poder más. Finalmente nos tiramos sobre el talud pedregoso de enfrente.
Íbamos a cubrirnos la cabeza con las mochilas pero tampoco tuvimos tiempo.
Procuramos enterrar los rostros todo lo que pudimos en la helada arena negra.
Nos pareció que el último rebote de aquella masa había tenido lugar a unos
metros apenas bajo nuestras botas. Luego muchos fragmentos de roca pasaron
sobre nosotros. De todos modos cualquiera de ellos, aun el más pequeño, venía
con tanta fuerza que pudo haber sido fatal. Pasados algunos minutos nos
incorporamos. Temblamos bajo la impresión que acabábamos de vivir.
- ¡Jodida
montaña y jodida vida!- gritó Jorge- ¡Siglos y más siglos como parte de esa
pared y, precisamente en este momento, que cruzamos, se nos viene encima!
Cuando nos
recuperamos un poco seguimos subiendo. Lo hicimos a toda prisa por la empinada
pendiente a efecto de prevenirnos de un segundo desprendimiento de roca.
Treinta metros más arriba volvimos a tumbarnos sobre el talud.
El sol nos pegaba de lleno en la cara a la que
se nos había adherido arena negra del volcán. Permanecimos en aquella posición
hasta que el ritmo de nuestro pulso se fue normalizando. Luego reanudamos la
marcha. La ladera desnuda llena de sol y recorrida de vez en cuando por un
vientecillo helado arriba de los cuatro mil,
parecía cortarnos la cara.
Al atardecer decidimos hacer alto y levantar
las tiendas de acampar en los elevados arenales bajo la ladera oeste del
volcán. En derredor quedan muy abajo todos los planos boscosos de la cordillera.
Debido a eso se tiene en ese lugar una impresión de inmensidad. El sol postrero era intensamente rojo detrás
de las lejanas cordilleras del Nevado de Toluca. En dos minutos más llegaría la
noche a nuestro balcón con sus veinte grados helados. Tomo una taza de café en
tanto los otros preparan la cena. Al buscar algo en mi chamarra encuentro un sobre con una carta en su interior. Se la
alargo a mi amigo.
- Toma. Me
olvidaba. Carmen, que no pudo pasar de
San Pedro, me pidió que te la entregara. Dijo que la había recibido en su casa
dos días antes de marchar hacia acá.
Era de
Clemencia. Había sido puesta en un caserío de Chihuahua, dentro del desierto.
El sobre decía: “Para entregar a “Malcom Oliva”. El nombre propio estaba así,
entre comillas. La carta contenía palabras lacónicas. Las leyó en voz alta: “Le
quiero Malcom, más que todas las vidas que yo pueda vivir…Prométame que no hará
la travesía a la ladera oeste del Popocatepetl, según explicó en aquella
ocasión en el café de la calle de Tacuba.
¡Prométamelo!…Viajé hasta la villa en la que usted nació. Aun
existe gente de la que
me hablaba en la isla…No me lo tome a mal pero es que me interesa tanto
usted que antes de formar parte del grupo que trazaría esa travesía de las
montañas, que están realizando, preferí venir al lugar donde vivió sus primeros
años para poder conocerlo mejor. Es una manera de penetrar en su intimidad.
Creo que en estos millones de años de vivir cerca uno del otro no lo conozco lo
suficiente…Fui a la peluquería del pueblo en la que sus padres buscaron algún
nombre “occidental” qué ponerle. No va a creer pero, aun existe la revista que
hojearon. Usted sabe, aquí el tiempo y sus cosas transcurren casi como en la geología. .Por cierto, ahora
sé por qué algunos le dicen “Torrington”. El maestro peluquero, ya muy
viejecito, se acuerda de sus padres que, como usted sabe, hace tiempo emigraron
hacia Arizona. De la vez que estuvieron en su peluquería, su padre le preguntó
qué nombre “blanco” le recomendaba para ponerle a su hijo para ser usado en el mundo de los ladinos. El
les dijo: “Busquen en esa revista. Si fueran nombres femeninos les diría
Citlali o Tonantzin, son hermosos y su significado no puede ser más poético.
Nombres de nuestra cultura que han logrado permanecer en las ciudades. Pero
nombres ladinos para niño no se me ocurren en este momento”. Agregó que luego
de un rato su padre señaló una palabra y dijo “¡Este!” Estaba señalando
“Torrington”, que era la marca de unos patines metálicos de cuatro ruedas de
baleros de acero, muy populares entonces. Tal es el nombre que se le iba a
quedar. No obstante, después de un rato, su madre señaló en la otra hoja de la
revista. Luego de observarla con detenimiento dijo:” ¡Este!” .Se trataba de
alguien, quién sabe quién, quizá un viajero, que entonces pasó por México, que
se llamaba “Malcom Oliva”. Cuenta el maestro peluquero que su padre iba a
protestar pero ella volvió a señalar, pegando esta vez con fuerza en la
revista:” ¡Este!”. Y así fue como se le quedó el nombre que ahora lleva...
Pero no era
eso lo que quería comunicarle. En una práctica de meditación vi cómo al cruzar
la ladera nevada de un volcán, un bloque enorme se desprendía de la pared de
roca de las alturas y les caía encima. Estoy segura que se trata del
Popocatepetl. Usted me ha explicado que el país está lleno de volcanes pero
pocos tienen nieve. Y tomando en cuenta que
se dirigen hacia allá… ¡Por eso le pido que no emprendan la
travesía!…Clemencia Swan. P.D. Regreso inmediatamente a Janos y de aquí a
Ciudad Juárez en donde tomaré el avión para México. Le prometo que en adelante
lo acompañaré a todas las montañas a las que usted quiera ir como deporte o por
exigencias profesionales. Hasta la misma constelación El Boyero, si es preciso,
lo seguiré. Toda la vida. Esta vida y las que nos queden por delante en tanto
lleguemos al...Lo he decidido: o llegamos juntos al Nirvana o no llegamos.
Se la imaginó
de regreso a la animalidad cargada de horribles karmas. Una perra mugrosa llena
de pulgas y él un perro peleándose con otros
diez perros por llegar primero a sus
chiches colgantes. No, eso estaba muy feo. Mejor la pensó de vuelta en su
salita de Kumarila. Sentada en una alfombra. Incrementando la autodisciplina
espiritual. El delicioso aroma de incienso llenaría el recinto a media
iluminación. Muy erguida, con los ojos cerrados, meditando en sus sentimientos,
en sus emociones y en la conciencia de sus pensamientos.
En toda la
noche había hecho un viento ligero, no obstante de encontrarnos cerca de los
cinco mil. El termómetro había descendido y nos parecía que no iba a detener su
caída... Pero nuestro equipo de acampar nos protegía de tal modo que en
realidad había sido una noche confortable. Lo más confortable que puede ser
cuando se encuentra uno dentro del aire al que le falta el oxígeno de esas alturas.
Antes de
dormir pudimos leer un rato. La marcha por las montañas en estas últimas
semanas nos había dejado poco tiempo para leer y empezábamos a resentirlo.
Cork, el hombre que leía por lo menos
veinticuatro libros al año, lo que supone un hábito diario de varias horas, en
ocasiones se desesperaba. Hacía lo posible por leer a la luz de la vela o de
alguna lámpara del campamento, pero al final debía darse por vencido. Jorge
Rivera prepara la cena. Yo afianzo los tirantes de los toldos impermeables en
prevención de algún repentino mal tiempo como el que habíamos tenido las
semanas anteriores.
Por la mañana, cuando saboreábamos el desayuno, Cork nos dijo que
estaba seguro que esta vez encontraríamos esa cumbre mesoamericana que desde hacía mucho se le había perdido a
la arqueología.
- Eso
esperamos. ¿Por qué ahora tienes tanta seguridad?- preguntó Jorge Rivera.
- Los
adoratorios dedicados a Tlaloc, descubiertos por José Deseado Charnay, en la
línea promedio de los cuatro mil de altitud, en el flaco oeste de las montañas
Iztaccíhuatl y Popocatepetl, hacen una línea lógica norte- sur. El extremo de
esta línea imaginaria tendría su remate en el Teocuicani, más al sur, del lado
opuesto al que nos encontramos en este momento. Tezcatlipoca era venerado de manera especial en estas laderas
en torno del Popocatepetl y el ídolo que relata Fray Diego Durán es probable
que se trate de Tezcatlipoca. Ya sólo hay que ir a comprobarlo. Pero también
por lo que sucedió ayer. La carta de Clemencia, enviada desde Chihuahua,
predijo con demasiada aproximación la caída del bloque de roca que se
desprendió de la pared del Abanico… ¡Una verdadera bruja!… ¿Coincidencia? Puede
ser pero hay que olvidarse un poco de la razón práctica y aferrarse a la razón
vital…Hay casos en que la ciencia
persigue con frecuencia las corazonadas. Si supieran cuántas corazonadas han
ido cambiando las cosas en geología. Hasta he pensado en incluir el elemento
subjetivo y escribir un trabajo de geología que se llame “Las corazonadas en
geología como parte del método científico”. No hay que olvidar que muchos palos
de ciego lanzados por los científicos han quebrado la olla de la piñata. Entre
tanto, verdades intocables, enseñadas durante años en la Facultad, ahora andan en el cesto de la basura. Gracias a eso se
puede hablar de libros de consulta “obsoletos” y de los “actuales”. No es por
nada pero solamente un académico, con su visión de los procesos que se mueven
en la escala del tiempo de millones de años, puede atestiguar que la verdad
estaba ahí desde siempre. Pudo ser imaginada pero nadie la creó. Al igual que
un geólogo, puede hacerlo un teólogo. Pero a éste, como no hay matemáticas de
por medio en el mundo de la fe, por ese solo hecho no todos están dispuestos a
creerle. Por ejemplo, la estética, en el mundo
humanista o laico de los mortales, puede considerarse una presencia real
de la divinidad. O bien, cualquier habitante de la ciudad es capaz de
maravillarse ante el espectáculo de las montañas, cuando las mira por primera
ocasión. Aunque su vida entera haya transcurrido entre calles citadinas. Y es
que trae consigo grabados en su alma conceptos estéticos preexistentes. No se
trata de apreciaciones subjetivas de los humanos. Su presencia puede
encontrarse en ciertas construcciones.
Insisto que todos abandonaron Teotihuacan, menos la Estética. Su soledad sólo
fue momentánea. Pero en tanto aquella permanezca en la Ciudad de los Dioses, el
pueblo tarde o temprano tendría que volver a esa ciudad. Ahí podría volver a elevarse
sobre su calidad sencilla. Ahora cada semana acuden a ella miles de gentes. Y
no solamente los mexicanos sino prácticamente de todo el planeta. Por ahora son
templos con Estética y sin sacerdotes. Pero Teotihuacan no tiene prisa. La
prisa es de los humanos, no de los dioses. Ahora bien, El plano topográfico que
traemos marca dos cumbres gemelas, mil quinientos metros por debajo de donde
nos encontramos en este momento. Y unos tres kilómetros hacia el sur. Pues
bien, en cierta ocasión Clemencia me comentó
el resultado de una de sus meditaciones. Dijo que había visto una montaña de
cumbre gemelas de tres mil metros de altitud. Al norte del pueblo de Tetela del
Volcán, en esta misma ladera sur del Popocatepetl. Que ella y yo solíamos ir a esta
montaña en épocas mesoamericanas. Al principio de lo que en el calendario
gregoriano es el mes de mayo. Hasta entraba en los detalles que en la cumbre
del oeste existe un templo, o sea una construcción de unos diez metros por seis
sobre una plataforma artificial con dos pequeñas escalinatas de acceso. Una por
el suroeste y la otra, la principal, da hacia el sur. En el piso, en efecto,
como dice la crónica, crónica que creo,
ella desconoce, depositábamos nuestros víveres todos los que hasta ahí
llegábamos. La gente cantaba al señor de las tormentas, los rayos y los
granizos, para que les enviara el agua que fecundara a los campos del valle.
Quemábamos copal. Y decía que entre otras cosas la montaña era famosa por la
cantidad de rayos que caen, lo que parece indicar que es una distinción de
Tlaloc. Y lo sorprendente, que no obstante toda la rigurosa vigilancia que hubo
a lo largo de los trescientos años de la Colonia, ese ritual en la cumbre del
Teocuicani, jamás se interrumpió. Es decir que hay un grupo de gente que
mantiene la tradición. Serían los graniceros a los que pertenece Abraham. Pero
me comentó un detalle que es por lo que fallaron Charnay en el siglo diecinueve y Lorenzo en el
veinte.. ¿ Cuál creen que sea ese dato?
Repasamos la
historia de la montaña Teocuicani, que tan bien conocíamos, pues al igual que
él la habíamos leído una y otra vez tratando de encontrar la clave en el relato
del padre Durán del siglo dieciséis. Pero no vislumbramos algo que pudiera
darnos la clave. Y nos apuramos en poner en duda que alguien como Clemencia,
que ni era montañista, ni había tomado parte en ninguna búsqueda anterior y ni
siquiera conocía el relato de Durán ni los del culto viajero Charnay y el
geólogo Lorenzo, pudiera saberlo nada más por pura meditación, cuando lo escuchamos decir:
- El nombre.
- ¿Cómo el
nombre - inquirió Jorge Rivera.
- Sí. El
nombre de la montaña.
- ¿Qué tiene
el nombre de la montaña?- me apresuré a preguntar.
- Que ya no es
el mismo. A raíz de la conquista los nombres de muchas montañas cambiaron. En
especial los de las más altas. Como un instrumento más de la conquista cultural
de los europeos. No hay que olvidar que cada montaña, grande o chica, era la
representación de un dios. Borrar su nombre era parte de la labor para que la
gente empezara a olvidarse de sus
costumbres, que vendría dando resultados hasta la tercera generación después de
la conquista lo que, efectivamente, sucedió. Ese era el afán para que se
olvidaran las etnias del nombre original
y de todo su enorme significado religioso milenario. Por ejemplo, al
Citlaltepetl se le empezó a decir desde entonces Pico de Orizaba, al
Xinantecatl, Nevado de Toluca, a la Matlalcueye, la Malinche. El del Tlalapan
se deformó tanto que se le conoce en la actualidad como Telapón. El Teocuicani
que buscamos se llama en la actualidad, según Clemencia, Cempoaltepetl. Si
Charnay y Lorenzo lo hubieran buscado
como Cempoaltepetl, solamente hubieran tardado medio día en hallarlo, saliendo de Tetela del Volcán.
Escéptico,
Jorge Rivera hizo otra observación:
- ¿No le
estarás dando mucho crédito al sueño de esa muchacha?
Nos alargó el
plano topográfico que en ese momento tenía en las manos para identificar desde
arriba la topografía que teníamos muy por debajo de nosotros, en tanto decía:
- ¿Qué creen?
En esta carta topográfica hay una montaña, con dos cumbres gemelas, que se
llama Cempoaltepetl, como en el sueño de Clemencia. Está exactamente en los
tres mil ciento cincuenta metros y es parte de la ladera sur del Popocatepetl.
Nos quedamos
sin poder expresar comentario alguno.
-¡Vamos!- dijo
Jorge Rivera- ¿qué esperamos?
-¡Vamos!
-En tanto
recogíamos el campamento, Cork nos dijo que había recibido, cuando nos
encontrábamos en Amecameca hacía ya algún tiempo, una misiva electrónica de
Salim. Se la enviaba desde Siria. Había ido a pasar unos días con unos
familiares suyos, establecidos en la península desde los tiempos del Imperio
Romano.
-¿Qué te dice?
-Sólo unas cuantas palabras: “¡Tienes razón: como
México no hay tres. Regreso a México antes que estos cabrones árabes…!”
Recogimos el
campamento y nos echamos las mochilas al hombro. Enfilamos, brújula en mano,
hacia el sur. Bajamos hundiendo deliciosamente nuestras botas en los grandes
arenales del principio. El sol se había levantado ya sobre las grandes montañas
del oriente. Proyectaba en ese momento sombras movibles e intensas luces rojas
sobre los bosques altos de Tetela del Volcán. Atrás venía Cork. Un rato después
lo escuchamos entonar la canción de sus años de estudiante, cuando nos
emborrachábamos el Día del Geólogo en el
Palacio de Minería: “Marcharé al continente de Gondwana... a buscar las rocas
marinas del Jurásico y las doleritas mesozoicas…Y tal vez encuentre a una linda
botswana, con los senos abiertos al sol, chicos o grandes, pero que puedan
alimentar a este pobre geólogo desnutrido y a mis quince negritos…que con ella
pienso tener”.
17
El Teocuicani fue
localizado por nosotros en esa ocasión. Y, efectivamente, como algunas montañas
a las que en el siglo dieciséis se les cambió su nombre, a esta cumbre desde
entonces también empezó a llamársele, tal como había dicho Clemencia,
“Cempoaltepetl”. Los detalles de su descubrimiento serían publicados en la
revista Los Universitarios, de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Estábamos satisfechos pues sabíamos que un día, más tarde o más temprano, la
antropología abordaría su exploración y,
tal vez, su reconstrucción.
Algunos de mis amigos
con los que realicé la travesía Tlaloc hasta el Teocuicani - Cempoaltepetl,
fueron desapareciendo en las montañas. Benito Ramírez perdió la vida escalando
El Colmillo, una aguja rocosa del Macizo de Los Frailes, en Actopan, Hidalgo.
Había a la sazón once cumbres en la base de la roca de los escaladores que
habían muerto en ese lugar. La de Benito Ramírez fue la número doce. Y una
hermosa pared norte, en el Circo del Crestón, arriba de Chico, escalada por
primera vez por Raúl Revilla, de Pachuca, lleva su nombre. Santos Castro murió,
en el invierno siguiente, cuando subía a la pared norte del Abanico, del
Popocatepetl. Se desprendió antes de llegar a la pared cimera conocida
como Flecha del Aire. Agonizó durante
horas en tanto oscilaba, sobre el abismo
de mil metros de Nexpayantla, llevado y traído por el helado ventarrón de los
cinco mil. Mientras trataba de izarse tratando de llegar a la roca. Herido, finalmente se quebró y murió. Eulalio
Rivera, de Pachuca, perdió la vida cuando él y otro escalador de México, trazaban
una directísima en la pared
norte Rosendo de la Peña, Macizo de Las Monjas, Chico, Hidalgo, y que
ahora lleva su nombre. José Méndez, el gran escalador que realizó la
segunda escalada solitaria a la norte
de La Benito Ramírez, murió en su cama. Eduardo Manzanos, conquistador de la
pared norte Rosendo de la Peña, expiró sobre el volante de su automóvil. Estaba
estacionado en una calle de la ciudad de México y murió sobre el volante de su
vehículo. Esto fue a consecuencia de un enfriamiento que había contraído cuando
escalaba, con Mario Gómez y Manuel García,
la pared norte de roca y hielo de Las Inescalables, de la Cabeza de la
Iztaccíhuatl.
Toci voló a Uspallata,
arriba de Mendoza, en la precordillera
del sector central de los Andes. Después se instaló en Punta de Vacas,
al pie mismo de la ladera sur del Aconcagua. Dijo que se iba a dedicar a subir
glaciares. No le interesaban propiamente las cumbres si no vivir en los
ventisqueros. Se fabricó una tienda individual inflable de doble paredes de tela
repelente y forma de iglú. Tenía dos arcos encontrados a base de varillas
desmontables para resistir el peso de la nieve en caso de tormenta. El aire entre las dos paredes la aislaba
mucho del frío exterior. Podía instalarla en cualquier parte. En último
caso tallaría una plataforma de un metro
por dos y no necesitaba más. Era de un
material tan liviano que no pesaba más de un kilogramo.
Alquiló una linda
casita en Punta de Vacas, cerca de la escuela para niños. Desde ahí iba a las
montañas arriba de los cinco mil metros. Tolosa, Tres Gemelos, Almacenes,
Catedral, Cuerno, Dedos, Bonete, Manso...Después de unos días entre el hielo
regresaba a Punta de Vacas. Hacía vida social con las maestras de la escuela.
Estas preguntaban por México y Toci por Argentina. Y entre mate y mate acababan
internándose en el tema de los hombres. Ella les contaba de Cork. Descansaba y
a la semana siguiente llenaba su mochila
de víveres en lata y se iba al Tupungato...
La última vez que la
vimos le regaló un pequeño y moderno teléfono celular a Cork. Pero éste lo rechazó.
Después le pregunté por qué de su negativa.
- En cualquier momento
me llamaría. Y yo me quedaría con la tentación de seguirla. Hasta diría que
habría quedado atrapada en algún ventisquero y procuraría aguantar hasta que yo
llegara, sin importar que tardara una semana en arribar a su helada prisión
entre las grietas de hielo...
- ¿Y si eso sucediera
en realidad?
- ¿Con Toci? ¡Ni lo
pienses! Es más fácil que ella venga a salvarnos.
Cork se fue a trabajar
al extranjero. Dijo que en los países en vía de desarrollo hay pocas
oportunidades para los doctorados. De medio millón de niños que ingresan a la
educación elemental uno logra terminar el doctorado. Pero éste se encuentra luego “caminando en el bulevar a través de la
noche, con el saco echado sobre el hombro y fumando un cigarrillo” .Se iba al
extranjero y de esa manera no ocupaba un lugar que podía servir a otro. CONACyT
había disminuido a la sazón las becas
para estudios de posgrados y la Universidad Nacional seguía batallando, en su
gran misión educativa y de investigación, con presupuestos magros. No tenía en ese tiempo un presupuesto
asignado fijo y susceptible de mejorar cada ejercicio y le era necesario
cabildear cada vez en los pasillos de la Cámara de Legisladores.
-El pueblo
pagó tu educación – le dije -.Van a recibir a un investigador ya formado que no
les costó dinero.
-Buscaré desde
lo alto de la piramide la manera de retribuir ese esfuerzo. Conseguiré fondos
para financiar trabajos de investigación. Los investigadores científicos se
hacen conviviendo con otros investigadores científicos, tú lo sabes, antes de
emprender el vuelo por su cuenta. Pues bien, procuraré que por un tiempo, en
tanto estudian en alguna universidad del extranjero, tengan condiciones de
trabajo en el campo y en el laboratorio, dinero, sustento, alojamiento y
estancia. Regresarán a México mejor preparados y con otra visión del asunto.
Otros serán llamados enseguida en restitución. Parecerá una tarea utópica pero
no lo es para mí. Recuerda que entre los de mi etnia es una práctica ancestral
este tipo de solidaridad. Y, ¿quién sabe? Quizá con el tiempo se podrá ampliar,
entre los ladinos, la idea y la
posibilidad de acción y que esta sea comunitaria
y no individual. Otros agarrarán la estafeta...
Yo he renunciado a la
extraordinaria oportunidad que me ofrece la nación extranjera y he decidido
quedarme en este país. El pueblo que ahora habita el infierno fue el que pagó
mi educación y mi lugar está con él. No lo voy a abandonar en su peor momento.
Pero no estoy solo. Carmen Swan comparte mi decisión en este respecto y me
acompaña. Y frente a mí tengo el ejemplo del pequeño, pero valiente grupo de
los postgrados, del que desde luego ya me siento parte.
18
Emprendí la salida de trabajo de dos años, a lo largo de
la línea coralina del Great Barrier Reef, de dos mil cien kilómetros en la
costa oriente de Australia, que le había mencionado a Carmen. Era algo que los
dos esperábamos con entusiasmo. Antes, a petición de ella, hicimos un viaje
aéreo hacia la costa oeste del continente africano. Sería cuestión de tres
semanas. Ninguno de los dos conocíamos esta parte del mundo. Pero Carmen tenía
desde hacía tiempo una idea y la había plasmado sobre el papel. Llegaríamos a
Velingara, en el sur de Senegal. Desde ahí haríamos vuelos cortos a Koribundú,
en la Costa de la Pimienta y a Toumudi, en la Costa de Marfil. Después
volveríamos a Velingara. No me dijo cuál era su idea. No tenía conocidos ni
negocios. Pero como notara que, en tanto preparábamos el viaje, su ser entero
se iba transformando por la emoción,
tampoco le pregunté algo al respecto. Sólo la acompañé.
Una escena del viaje
se me quedó grabada para siempre. Cruzábamos en ese momento aproximadamente el
meridiano 45, del Atlántico norte, cuando se puso de pie. Abrió el
compartimiento del equipaje de mano arriba de nuestras cabezas. Extrajo de una
bolsa de plástico un pequeño ramo de flores. Eran rosas rojas. Me quedé
sorprendido. ¿Para qué quería flores en el avión? Le iba a preguntar algo pero
me abstuve. No me hubiera escuchado. Su rostro para entonces decía que su alma
y su cuerpo no estaban en la nave. Me limité a observarla. Cruzó decidida el
pasillo hacia el frente. Su porte distinguido y su figura formidable atraían
las miradas de los hombres y aun de las mujeres que iban en los asientos de la
orilla a lo largo del corredor. En ese momento intuí que aquella mujer tenía
algo más, mucho más, de lo que yo había conocido de ella hasta entonces. Su
horizonte intelectual que tanto me gustaba, y del que procuraba aprender, no
era nada frente a esta nueva actitud que estaba presenciando.
Llegó hasta la pequeña
puerta de la cabina de los pilotos y se dirigió a la aeromoza que la observaba
caminar hacia ella. Se acercó a su cara y le dijo algo. Le entregó el ramo de
flores y regresó a ocupar de nuevo su lugar junto al mío. Observó con extrema
atención los movimientos de la empleada. Nos dimos cuenta que abrió la puerta y
se introdujo al lugar de los pilotos. Volvió a salir, cerró la puerta y desde
lejos hizo con la cabeza un ademán de asentimiento hacia Carmen. Le indicó el
lado derecho, que era el sector en el que viajábamos. En el tiempo que siguió
Carmen se quedó observando intensamente a través de la pequeña ventana. El día
era radiante. No había nubes en las proximidades y el momento nos permitía
observar un sol intenso. Cinco minutos después algo paso fugazmente frente a
nosotros. Pero no obstante la velocidad del avión, y los fuertes vientos del
exterior, pudimos ver que se trataba de algo que Carmen acababa de tener en sus
manos.
Una gran intensidad se
veía que recorría su ser. Se estremeció un poco. Por un momento se dobló
apoyando sus brazos en sus piernas y descansando en ellas el rostro. Cuando
creí que iba a empezar a convulsionarse por el llanto, se enderezó y permaneció
con la vista fija hacia el frente. Yo me mantuve en silencio y no intenté
acercarme. Pronto se recuperó. Poco a
poco fue regresando al mundo de los que
viajábamos en el avión. Después, relajada, mientras miraba hacia las nubes blancas
algodonosas de la lejanía, dijo:
-Un pequeño
ramo de rosas rojas para cincuenta millones de negros que yacen en el fondo del
Atlántico. El más grande genocidio que se haya cometido jamás...
No
volvió a tocar el tema ese día. Por mi parte respeté su hermetismo en lo
relacionado con esa faceta de su vida anímica.
En África fuimos para allá y para acá, como
ella lo había programado. Por las noches regresábamos al hotel en el que nos
alojábamos. Después de la cena ella gustaba leer en la confortable sala su
libro de poesías. A petición mía, ahora lo hacía en voz alta, mientras ambos
saboreábamos una taza de café negro africano:
Una joven alta
sin sombrero
Con delantal
Su pelo
restirado hacia atrás, parada
En la calle
Un pie calzado
con media, rozando
La acera
Su zapato en
la mano. Examinándolo
Con cuidado.
Enseguida
decía el autor: William Carlos Williams, estadounidense.
O bien:
Mientras se
cuelan los días y crece la hierba
Y se filtran
los ríos
Aprende a
quedarte quieto.
No corras
porque no hay puerta que abrir
Ni bosque que
atravesar.
No hay espuma
dorada para adorno de tu cabeza
Ni mantos de
luna ni monedas que repartir
Ni coronas
para los muros de tu casa.
Quédate
quieto, aprende a vivir en soledad
Y mira bien
los tesoros que tienes a tu alcance:
La taza de
café oloroso que te llevas a la boca,
Tus zapatos
para ir a encontrarte con los tres o cuatro
Seres que amas, el sol por la
ventana, tu salud,
Tu soledad,
para pensar, para sentir, para realizar
Y resolver el
acertijo.
Sergio
Mondragón, mexicano.
O bien, leía algo de la Inteligencia:
-Si es inteligente por
sí misma, piensa por sí misma lo que piensa, posee por si misma lo que posee.
Ahora bien, puesto que piensa ella misma y por sí misma, es en sí misma lo que
piensa. Si fuese una cosa su esencia y otra lo que piensa, su esencia sería
ininteligente; existiría en potencia, no es acto. Es preciso no separar, pues,
el pensamiento de su objeto, por más que las cosas sensibles nos hayan hecho
adquirir la costumbre de concebir, separadas unas de otras, aun las mismas
cosas inteligibles.
-¡San Juan!- dije.
-¡Plotino!
-¿Plotino?
- Fue el último
neoplatónico pagano, todavía en el principio del tercer siglo de la era
cristiana.
Al final algo
de Goethe. Siempre estaba con Gothe pero sin olvidar a Poquelin.
Cerraba su
libro y me contaba de Magdalena Béjart
- ¿Magdalena
Béjart? ¿Quién es ella?
-Se lo
contamos, no sé si yo o Toci, cuando
estábamos en la pared del Abanico. Moliere la conoció en 1642. Sería su
compañera de la vida. Era una mujer interesante, actriz y culta....Fue figura
decisiva cuando Moliere conformó, al año siguiente, la compañía “El Ilustre
Teatro”...
Junto a aquella mujer empecé a tener la
sensación que el estudio de las rocas me había hecho casi ajeno al mundo de la
cultura. En especial la cuarta noche
africana que, casi fascinado, la escuché hablar de una serie de tópicos de los
que conservo una idea vaga. Esta obra del autor griego (se estaba refiriendo a
Homero) nacido en Salamina, cinco siglos antes de Jesús, parece tener una
trágica relación con aquella cómica de Aristófanes conocida como La Asamblea de
las Mujeres. En Las Troyanas, en cambio, se ve la suerte que corren las mujeres
en cada guerra. Siempre habrá algún bando que pierda y las mujeres de este lado
deben correr todas suerte de desdichas. Hijos, hermanos o maridos muertos,
casas destruidas y la economía deshecha. Sin embargo la guerra no es un tema
viejo, algo que sucedió en cierta ocasión en algún país lejano del tiempo de la
leyenda. Todos somos de un país lejano y vivimos en la dimensión de “alguna
vez”.No hace mucho tiempo una revista, de prestigio confiable, publicó que en
el mundo siempre hay una guerra, y en ocasiones hasta cuarenta guerras al mismo
tiempo. Si no hay guerra se inventa. Motivos nunca faltan. Estos son los que
tienen un interés permanente que la dialéctica, o el arte de negociar, de Hegel,
parezca algo del pasado. En muchas partes hay un gobierno necio que se
desatiende de su pueblo y entonces es fácil encender la mecha. O bien si un
país tiene recursos naturales que otro más fuerte necesita… inventar cualquier
pretexto para declararle la guerra
defensiva, aunque el pretexto sea el rapto de una mujer llamada Elena. Así
pues la guerra de Troya y sus consecuencias es algo que siempre está presente.
El antecedente de esta obra de teatro de Eurípides es la Iliada, de Homero, con
su rapto de Elena, la mujer de Menelao, realizado por Paris. Este que se la
lleva a Troya, contra el parecer de la
ciudad, levantan los aqueos la guerra. Y aunque en la Iliada la bella
Elena pasa con una conducta anodina, más bien como víctima, en Las Troyanas dice
Menelao, refiriéndose a su mujer: “Creo,
como tú (el coro) que ésta huyó voluntariamente de mi palacio en busca de
adúltero tálamo”. Protestando contra ese manejo, que se da en la historia y en
la leyenda, poniendo a las mujeres por pretexto, Aristófanes en su obra La
Asamblea de las Mujeres, hace a estas protagonistas decisivas de la guerra de
su tierra. Se ponen de acuerdo las
mujeres de los combatientes, de ambos
lados, de no prodigarles favores maritales a sus respectivos maridos que
vuelven de licencia de la guerra a las ciudades. En tres días se acaba la
guerra. Pero a las mujeres troyanas no se les ocurre tal recurso de emergencia,
los hombres se siguen matando y un día Troya sucumbe. Los hombres de Troya
fueron muriendo a lo largo de la prolongada guerra. Los que quedaron fueron muertos cuando estaban borrachos en
tanto los enemigos salían del famoso caballo de madera dejado como al olvido
por el ejército de Menelao dentro de los muros de Troya. Esta obra de Eurípides
relata la angustia de las mujeres del bando que perdió la guerra. Son
repartidas entre los jefes vencedores tal si fueran animales. Las mujeres de
edad como esclavas y de plano como objetos sexuales las jóvenes. Hécuba, la que
había sido esposa del Príamo,rey de Troya, refleja la enorme desilusión que en
ese momento tiene su estado de ánimo y dice ¿pero qué dioses invoco? Antes,
cuando los llamé, no me oyeron. Al final de la obra, el coro hace la reflexión
de que se olvidará el nombre de esta región, como todo se olvida, y se dirá: ya
no existe la desdichada Troya. Pero
Troya, Ilion, realmente existió y no fue ninguna composición lírica del poeta.
Fue en realidad una ciudad al noroeste de Asia Menor. Existieron varias Troyas
edificadas sobre un mismo terreno que
con el tiempo sufriría devastaciones provocadas por guerras o por
catástrofes naturales. Excavaciones de arqueólogos alemanes han puesto al
descubierto nueve ciudades superpuestas desde el establecimiento más antiguo
llamado después Troya Uno. Simple pueblo fortificado, fundado en el cuarto
milenio ante de Cristo, hasta Troya Nueve que cubre el periodo grecorromano.
Llegó a través del tiempo a poseer una civilización brillante. Tuvo un papel
considerable en la difusión del metal hacia el Egeo y la Europa danubiana,
entre mil novecientos y mil trescientos, que sería la Troya Seis. Su final
destrucción por los griegos vendría un siglo más tarde y es la Troya Siete, la de Príamo cantada por Homero.
Varios siglos después de su destrucción se establecieron dos nuevos asentamientos ahí mismo pero ahora por
los griegos, el Ocho, y por los romanos,
el Nueve. La civilización sitúa su propio origen en el Lacio de Eneas y los
dioses troyanos, según narra Virgilio en la Eneida. El canto de Homero, La
Iliada, y Las Troyanas de Eurípides, son
de las más bellas obras de la literatura universal, o de la cultura
occidental, para ser más precisa...
-
¿Todo eso sucedió en Troya? Sólo conocía lo que al
respecto dice Homero.
Cada vez
que terminaba un relato me daba un beso. En ocasiones ese beso se prolongaba
por dos horas...
-¿Quieres
saber algo más de Hegel?
-Desde
luego.
La
Idea, la Razón, el Estado, la familia y la negociación
es el andamiaje en el que se apoya la estructura de su pensamiento. René
Serrau, uno de sus biógrafos, ha dicho que Hegel es el Aristóteles de los
tiempos modernos. En efecto, agrega, su doctrina es el sistema más completo y,
sin duda, el más profundo que un filósofo jamás haya concebido. Abraza todos
los dominios del saber y reconstruye, con su dialéctica, los más diversos
aspectos de la experiencia humana, sin dejar subsistir ningún residuo
misterioso, ninguna interioridad oculta, ninguna trascendencia ininteligible -
hizo una pausa y enseguida agregó:-.Desde luego ya habrás notado que esto de
“negociación” es una expresión nuestra,
tema de actualidad, y que se refiere al
ánimo de acercar posiciones encontradas. Es lo que él llamó “dialéctica”. Así se le decía entonces a la “negociación”
entre los filósofos. Frente a la inminencia de una guerra o el estallido de una
huelga o demanda de divorcio, se impone
la voluntad de negociar. La solución dialéctica. Ante el conflicto humano
mismo, social o familiar, se impone buscar el entendimiento, antes que se
desaten los demonios. Apoyarse en los universales (al menos los universales de
la cultura occidental), es lo que hace siempre vigente la obra de Hegel, que
concluye con la síntesis o sea el acuerdo, si es que lo hay.
-¿Quién
es ese cabrón de Hegel?-pregunté.
Carmen sonrió
y siguió diciendo. Y, sin embargo, como algunos de los grandes del pensamiento,
este autor cae con frecuencia en increíbles contradicciones. Como si quisiera
con ello dar a entender que, después de todo, toda esa revoltura, es parte de
un todo. A este pensador, le pasó, en cierto sentido, lo que a Jesucristo.
Ambos son como un arrecife que alimenta a todos los que se acerquen a él. Unos
en los niveles espirituales y otros en los filosóficos. Jesús dijo no vine a
este mundo a traer la paz si no la guerra. El resultado es que en las
estaciones del “metro” aparecen enormes carteles con un Jesucristo provisto de
senda metralleta, un par de cananas, pelo largo, una cinta en derredor de su
cabeza y una mirada fiera estilo Rambo. Ya tenemos aquí a un Jesús de
izquierda. Si no es que de plano libertario, estilo Bakunin, arrojando bombas
por todas partes. Luego dijo amaos los unos a los otros y está otra figura, de lo más dulce, nos la
venden ahí mismo en enormes carteles con un Jesús de derecha. De la misma
manera, la Idea, idea central en el
pensamiento de Hegel, nos da un pensador de derecha y su Razón es tan realista que hasta Marx sería su discípulo. Es conocida su gran
aportación para que los hombres y las cosas entren en la conciliación por medio
de la mencionada dialéctica. Pero también es el santo patrono de la guerra, al
estilo de Spengler y de Nietzsche. La guerra es lo que tiene que decidir todo.
Y el lado que gane es el consentido de la historia y también el árbitro de cómo
tienen que ser las cosas. Como protestante es uno de los más furibundos
enemigos del catolicismo y, sin embargo, defiende a capa y espada el principio
de la representación del concepto y la organización vertical. Y eso es Roma.
Hace tesis y la defiende de manera denodada. Luego elabora una antítesis y
también lo vamos a encontrar aferrado en este sentido. Si se ve bien, esto que
estamos diciendo de Hegel puede decirse, casi a la letra, de algunos otros
pensadores modernos o contemporáneos desde aquellos lejanos tiempos en que Georg Wilhelm Friedrich Hegel naciera
en Stuttgart, Alemania, el 27 de agosto de 1770. Tesis y contratesis,
democracia pero también soberano, la paz pero mejor la guerra. Unidad y multiplicidad, monismo y
pluralidad, concepto y fenomenología...Así es. Con ser uno de los más grandes
conciliadores entre los humanos, desconfía de la democracia. El soberano por
sobre todas las cosas, pero rodeado a la vez de un sistema parlamentario tal,
que el soberano ya nada más tendría que decir sí y firmar. Como Luis XVI en
Francia al finalizar el siglo dieciocho. Es decir, en Hegel tenemos de todo...
Luego me contó
de un marinero que había intentado muchas veces trasponer el lugar del mar
llamado “Cabo de Las Tormentas”...Aunque
lo intente toda la eternidad pero un día lo lograré, exclamó lleno de ira el
capitán del barco que una y otra vez, hasta cien veces, había querido doblar o
dar la vuelta, al Cabo llamado de Las Tormentas. Una roca enorme se lo impedía.
Retrocedía, se recuperaba, volvía a prepararse y de nuevo dirigía otro intento.
Todo era inútil y sin embargo él no desistía de su idea. Un día, desesperado,
profiere en voz alta la idea que tendría que conseguirlo aunque eso le llevara
toda la eternidad. La Leyenda del Buque Fantasma es una de tantas interesantes
leyendas que circulan en Europa desde la Edad Media, al estilo de Fausto. Pero
que la racionalización estructurada y presentada a través de la filosofía no desecha,
como sucede en México con algunos temas. Nuestros mitos y leyendas las conservamos y las conocemos mediante ese
subterfugio un tanto raro de nuestra psicología sobre todo cuando nos los
cuentan autores extranjeros como Bruno Traven o Carlos Castaneda. A los autores
mexicanos, que les picó el mosco del laicismo agresivo, no les hacemos mucho
caso. Pero Ricardo Wagner no se avergüenza de las leyendas. Como en su turno
hizo Goethe con Fausto o como Jung con la leyenda de Job o como dice la leyenda
que Jesús hizo con la leyenda del Judío Errante. Todos ellos recogieron
mitologías y leyendas y las transformaron en obras maestras. Wagner, lejos de
arrojarla a la basura, se apresura a recoger la leyenda del Holandés Errante.
Quiere conocerla y se pregunta cómo podría convertirla en notas musicales. El asistente al concierto,
al escuchar esas notas, empieza a imaginarse a ese tozudo capitán del barco
tratando de dar la vuelta al Cabo de Las Tormentas y proferir el juramento que
ya te he relatado. Pero es en ese momento que el Diablo agarra la palabra al
capitán de su apenas esbozado deseo de vivir una eternidad. Lo maldice y lo
condena a vivir en el mar. Por siempre. El capitán sólo tiene una oportunidad
para acabar con este castigo y es que nada más una vez cada siete años le es
dado mezclarse entre los humanos y poder casarse. El amor, no el matrimonio, es
lo único que puede salvarlo. Sin embargo todas las mujeres que conoce y le
juran amor lo traicionan. Entonces él debe volver al mar por otros siete años. Y así pasan los siglos.
Conoce a Senta. También le jura amor pero no tarda en verla en brazos de otro
hombre, Eric, que había sido su prometido. El capitán no espera y parte
nuevamente. Decepcionado espera otros siete años. Pero ha habido un mal
entendido y Senta lo único que hace es aclararle a Eric que al que quiere en
realidad es al capitán. Cuando llega a la playa, el barco ha partido. Senta se
arroja al mar en la esperanza de alcanzarlo pero muere. En ese momento el barco
se hunde, el capitán, liberado al fin de la maldición, muere también. En los
años cincuenta el cine norteamericano retomó la leyenda del Holandés Errante e
hizo una filmación con James Mason y Ava Gadner. Aquí el motivo de fondo del
argumento no es el empeño del capitán de dar la vuelta al Cabo de Las
Tormentas, como lo conoció Ricardo Wagner. El leit motiv del film es que
James Mason, el Holandés, tiene celos de su esposa, cree que lo engaña y la
mata. Es llamado a cuentas por un jurado en el cielo ya que su esposa en
realidad es inocente. Así pues es condenado por el cielo, no por el Diablo, a
vagar por siempre hasta que encuentre
una mujer que por amor esté dispuesta a dar su vida por él. Al final
Senta, en la película, o sea Ava Gadner, da su vida por él también arrojándose
al mar para alcanzar el barco, y ahí acaba todo, incluida la maldición...
-
El Holandés, como Fausto, deben su futuro al amor- dije pero ya Carmen había
abordado otro tema:
-
Todos podemos imaginar cómo Bakunin, el gran rebelde, se ha ido poniendo tieso
sentado en su asiento en tanto escuchaba a la orquesta de la Opera Real de
Dresde que, bajo la dirección de Ricardo Wagner, se encuentra ejecutando la
Novena Sinfonía de Beethoven. Su mirada
se hace brillante, casi al punto de las lágrimas y su rostro se transforma a
tal grado que no puede contenerse. Y brinca encaramándose al podio de la
orquesta hasta llegar a Wagner ante la expectación del público delirante y
gritarle, también delirante...
-
¿Qué dijo?
Carmen
no contestó directamente. Solamente agregó:
-
Quizá el jazz, con su amplia libertad para la improvisación, pudiera satisfacer
a los anarquistas, cuando hablan, con ese gran anhelo de la vida siempre
renovada, de derribar lo establecido. Los cantadores de sones huastecos con su
extraordinaria facilidad para componer versos, sobre la marcha en el borde
mismo de la mesa del cliente, también debe decirles mucho. El ir siguiendo una
partitura que se escribió hace largo tiempo es una cosa absurda, horrible,
falta de imaginación, de poder creativo. Esforzarse en reproducir fielmente a
La Gioconda una aberración para el genio creador que hay en los humanos. La
reproducción idéntica de los rasgos de Tlaloc por los tlacuilos en los códices,
a través de los milenios, o en las estelas de roca es igualmente absurda,
decadente. Para el pensamiento anarquista en esto no hay nada de
revolucionario. El arte debe ser sustituido por la artesanía. Un pueblo no puede darse el lujo de tener solamente uno o
dos genios. Cada hombre y cada mujer deben ser artistas, artesanos. El arte del
pueblo, por el pueblo mismo y para el pueblo. Para Proudhon es mejor que un
pueblo tenga diez mil artistas pintores a que tenga un genio en la pintura. En
realidad el antiautoritario anarquista intuye que en todo esto hay mar de fondo
y de manera instintiva se rebela. Lanza anatemas y condena aun antes de saber
con certeza de qué se trata. Proudhon, sin embargo, no se chupa el dedo, sabe y
va al grano, sin dar más vueltas vacilantes y declara que “el artista tiene
poder sobre nosotros, como el hipnotizador sobre el hipnotizado”.Al condenar el
anarquista a la obra maestra condena al
artista genial y anuncia la desaparición del museo de arte. La sociedad de
ahora ya no es la misma de hace medio siglo ni menos la de hace trescientos
años. Cada tiempo tiene su sociedad y cada sociedad tiene sus gustos y sus
necesidades. El pintor o el músico o el
escultor o el ebanista no pueden ignorar el presente y estar reproduciendo los
mismos rasgos que alguien pintó en siglos pasados. La figura del bombista
irreverente se ríe del adusto edificio de gobierno que sabe lo puede volar en
cualquier momento. Pero, ¿cómo hacer volar en mil pedazos la tradición cultural
que desde el nacimiento de la cultura se ha venido depositando en la mente de
los humanos? Se necesita otro tipo de bombistas. Pero ni Ibsen, Nietzsche, ni
el mismo Wagner anarquista lo han logrado. Ni Bakunin. Miguel Bakunin, la
encarnación misma del espíritu de rebelión, tiene que aceptar, ya casi en su
lecho de muerte que, después de todo, hay algo que sobrevivirá a las bombas y
al mismo final de todos los finales. Ni el nuevo diluvio universal lo dañará.
Sobrevivirá. Según la religión babilónica
solamente Dios sobrevive a toda catástrofe universal. Bakunin sabe ya
que otra esencia, que no es Dios, también sobre vivirá: dice “Todo pasará, y el
mundo perecerá, pero la Novena Sinfonía sobrevivirá”. Recuerda, pues es algo
que no ha olvidado ni jamás ha querido olvidar, aquel día en la Opera Real de
Dresde que llegó hasta Wagner para gritarle: “Si toda la música estuviera
condenada a perecer en la conflagración universal, por venir, nosotros (Bakunin
y Wagner) tendríamos que salvar esa sinfonía, aun a riesgo de nuestras vidas,
si fuera necesario”. Y con esto quiso decir que también tendrían que salvar a
la partitura y a la orquesta, el elemento humano, los músicos, para que la
ejecutaran, igual que como Beethoven la escribió, sin variar siquiera un ápice,
y también construir un museo para resguardarla. Y a la Sala Nezahualcoyotl para
que los mexicanos la puedan escuchar, por sobre toda conflagración...
Carmen
lloraba cuando terminó de decir estas palabras.
-
No puedo evitarlo- dijo simplemente y se secó las lágrimas de las mejillas. Por
un rato la estancia en la que nos encontrábamos se llenó de silencio.
Conmovido por el relato que acaba de
escuchar, y de la manera tan apasionada como
Carmen lo había dicho, quise decir algo pero aquella
hermosa y delicada mujer ya me
hablaba de otra cosa:
-
Siempre fue un personaje que levantó la
polémica. Cuando todavía era desconocido, cuando fue famoso y aun después de
haber muerto. Por su música, por la manera de vivir y por sus ideas. Si
preguntamos a alguien de nacionalidad diferente a la alemana quizá nos de su
opinión sincera desde el principio. Pero si es un alemán no es raro escucharle
decir: “ es alguien al que se le ha dado demasiada importancia”. Con esto no sabemos si está extremando con
sinceridad su opinión o nos está ofreciendo una versión diferente a la que
realmente siente con respecto a su música. El artista al que me refiero fue de
ideas políticas anarquistas en los primeros tiempos. Los gobiernos lo veían con
desconfianza. En especial el alemán. Se casó con Wilhelmine Planer de la que al
trascurso de los años se separaría. Sin embargo sostuvo relaciones amorosas con
dos mujeres casadas que fueron Matilde Wesendonck y con Cósima Bülow, ésta
última hija de List. Con ella se casaría en mil ochocientos sesenta y nueve, después
de haber obtenido el divorcio de su anterior esposa. Los acredores lo cosaron
toda su vida. En ocasiones tuvo que huir cambiándose de residencia y hasta de
ciudad. El aspecto financiero en el que se movió toda su vida fue en lo general
tan adverso que en alguna ocasión pensó seriamente quitarse la vida. La opinión
que tenía sobre los judíos era drástica. Debido a esto su vida se vio, con
frecuencia, complicada al encontrarse en su camino con músicos compositores o
directores judíos para entonces ya en la
cúspide de la fama. Lo mismo que si en su carrera tenía que encontrarse con
empresarios judíos. El, sin embargo, a través del tiempo, seguiría opinando lo
mismo de ellos. Para llenar el cuadro, casi un siglo más tarde, el gobierno
alemán adoptaría su música de manera oficial para el movimiento nazi. Hitler
ordenó que al momento de suicidarse tocaran “El Ocaso de los Dioses”.En los
campos de concentración a los judíos se les hacía escuchar música de Wagner
durante una hora al raya el alba y en el ocaso, hubiera o no nieve en el lugar
en que se encontraban parados. Así pues, aun después de haber fallecido, el
trece de febrero de mil ochocientos ochenta y tres, existen grupos y personas
que guardan fuertes resentimientos hacia su memoria. Trátese de judíos, los
esposos engañados, sus acredores o bien otros músicos compositores famosos de
su época que, en su concepto, sentían que a la postre quedarían opacados por
él. Intentó algunos trabajos y hasta escribió música. Pero antes de escribirla
debía aprender a leer música. Anarquista como era a la sazón, se le dificultaba
sobre manera. Fue torpe en esta tarea.
El mismo se sintió tan fuera de lugar que decidió abandonarlo todo y dedicarse
a otra cosa. Sin embargo la música de Beethoven operó en él un milagro. Escribió
que una noche había oído por vez primera una sinfonía de aquel. Tuvo fiebre y
cayó enfermo. Al recobrar la salud se convirtió en músico. De ahí en adelante
Beethoven fue el dios supremo de su idolatría. Había tenido una revelación y la
nueva luz iluminaba su universo. De
ideas filosóficas que animaron a este compositor se encuentran, en
primer lugar, las de Schopenhauer. Además conoció personalmente a Nietzsche...
Su trato íntimo con éste moldeó en gran medida la base de su obra. Las ideas de
ambos filósofos son de proyección universal. Hasta anarquistas, podría decirse.
Pero que no dejan de tener su “toque” alemán. Este aspecto de nacionalismo
alemán es el que va a caracterizar su música. ¿Pero en el mundo de los músicos
quién fue realmente Wagner? Sporh, un entendido contemporáneo de Wagner, lo
considera el más dotado de los compositores dramáticos de su tiempo. Y haciendo
un balance de su obra musical Hadow dirá que no hay necesidad de hablar de la
reputación que lo hizo, por toda Europa y América, el artista más famoso del
siglo diecinueve.
-
¿Qué escribió?
-Algunas
de sus obras más famosas son Parsifal, El Crepúsculo de los Dioses, Los
Maestros Cantores de Nuremberg, Siegfried, Tristan e Iseo, La Valkiria, El Oro
del Rin, Lohengrin, Tannhauser, El Buque fantasma, que es la leyenda del
Holandés Errante que acabó de contarte, y Rienzi.
A la noche siguiente, puntual,
después de la cena, como una Scherezada africana, me hizo otro par de relatos:
-
En algunos puntos de la filosofía de Leibnitz se pueden encontrar cierta luz
para caminar, cuando se es de un país
social y moralmente empobrecido. Este pensador vivió la guerra de los
treintas. Su mundo que vio,
semidestruido en muchos aspectos.
Heidegger en esta misma situación se vuelve pesimista y lo seguirán
Sartre y Kafka. Leibnitz, en cambio, exclama que ¡no hay que dejarse arrebatar el optimismo! Sostenía que el ocio es el grado anterior al
embrutecimiento. Al ocio lo encontraba muy cercano al pesimismo y este al
abandono.
Necesitaba
ubicarme.
- Haber,
haber, ¿de qué época estamos hablando?
- Del siglo
diecisiete. Gottfried Wilhelm Leibnitz nació en Leipzig, Alemania, el veintiuno
de junio de mil seiscientos cuarenta y seis. Murió en Hamburgo setenta años más
tarde. En la entonces pequeña ciudad de Atdorf, Baviera, cerca de Nuremberg,
obtuvo el doctorado en Derecho. Ahí mismo le ofrecieron una cátedra de
jurisprudencia. Pero era un espíritu inquieto y se metió a diseñar uno y mil
proyectos que con frecuencia dejaba sin terminar....Como muchos, en esa época,
él también buscaba la verdad. Quizá esto
ahora nos parezca pérdida de tiempo pero
para el pensamiento de Leibnitz es característico. Buscar la verdad mete al
individuo en una actividad intelectual que lo aleja del ocio y del pesimismo.
Evita que se permanezca en una existencia de poca calidad....Otra de las
empresas en que este pensador se metió fue querer lograr, en Maguncia, la reconciliación entre
los grupos evangelistas y la Iglesia
Católica. El emperador Leopoldo I y el Papa Inocencio XI veían con buenos ojos
tal proyecto. Pero Luis XIV estaba a la sazón metido en proyectos de conflictos
internacionales y esto de la reconciliación para nada le convenía, por lo que
la idea de Leibnitz quedó en el aire. Y así ha sido en los tiempos que siguieron.
Siempre hay un Luis XIV al que no conviene que los pueblos se unan. Se pensará
que el punto de la animadversión religiosa ¿qué podría importarnos a los
mexicanos de este tiempo? Cualquiera puede entenderlo cuando se conoce que
nuestro sureste se ha venido poblando
desde hace tiempo de iglesias cristianas
heterodoxas y pseudocristianas.
Que bueno por lo de la libertad religiosa y lo del ecumenismo, pero el caso es
que casi todas ellas están enfrentadas de manera irreconciliable entre
sí, lo que pasa a significar un polvorín al que sólo es cuestión de tiempo para
que estalle. En fin que Leibnitz tenía ideas, además de esta de las religiones,
con las que después otros pensadores han
llenado volúmenes, ampliándolas o modificándolas. También estaba convencido de
la necesidad del Estado. Decía que el Estado es la comunidad más noble en la
que se forma el Derecho y en la que se
fundan las familias. Desde luego que no se refería a un Estado desestabilizador
de su propio pueblo o como sujeto desintegrador de su nación, como sucede en
otras partes. Era muy claro cuando se refería a este orden estatal. Agregaba
que es el bien común, que los gobernantes deben poner en el primer plano la educación y la configuración de la economía. Hasta
pensaba, con exageración y en deterioro de la libertad individual, que en el
Estado ilustrado los hombres debían ser obligados a lo bueno, como medida
preventiva, antes que delincan. Al estilo de las vacunas que la ciencia médica
que previenen las enfermedades. Por ideas como la anterior no ha faltado quien
le ponga la etiqueta de dictador. Después, de todas maneras, la sociedad
obliga a lo bueno castigando
(¿readaptando?) lo malo a través de los reclusorios. Como pensador que era, apenas
a dos siglos de haber terminado la Edad
Media europea, tiempo de escolástica, Leibnitz procuraba ajustar muchas de sus
explicaciones o de sus planes al plano teológico. Hablaba de una armonía
predeterminada que recuerda a las ideas socráticas. Lo mismo cuando se refería
al espacio, al infinito, al ser y a la nada. Era un laico que se mueve con
inteligencia y profundidad en el humanismo moderno no agresivo. Se le considera
el fundador del idealismo y de la filosofía de la conciencia. Sostenía que las
“mónadas” eran una fuerza
extraordinaria, imaginativa. Mónadas era el término con que él designaba a
todas las criaturas tanto espirituales como materiales. Decía que la mónada más
grande es Dios y la más chica está entre los animales... Compuso una obra por
la cual se hizo famoso y se llamó “Teodicea”. Es el título de su obra
central y por ella entró en la
literatura mundial. Pero no hay que perder de vista que este filósofo vuelve
una y otra vez a su doctrina del optimismo. Insistía en que no está permitido pasar por alto los
resultados de los pensadores que han
existido por más de dos mil años. Que hay que creer en un progreso constante,
como una espiral, de la vida humana- en seguida agregó:-. En cambio Heidegger
fue alguien que vivió bajo el peso de una gran desilusión. Nacido en Baden, Alemania,
en septiembre de mil ochocientos ochenta y nueve, vivió en su patria antes de
las dos guerras mundiales, durante ellas
y después de ellas. Además en su niñez y en su adolescencia había escuchado
mucho de la guerra prusiana. Conociendo estos datos podríamos preguntarnos qué
de raro tiene que haya sido su modo de pensar por demás escéptico. Sin embargo
no representa lo característico de su pueblo que luchó, cayó y volvió a
levantarse. Espíritus como él tienen que
bucear en el profundo océano del desencanto. Con este escepticismo se
identificarían, por cierto, millones de individuos de Europa y Estados Unidos,
a lo largo de varias generaciones. El espectáculo de las guerras, propias o
ajenas, les ha oprimido el alma hasta hacerlos polvo. Heidegger, tenido por
algunos pensadores como “el mejor filósofo alemán”, no fue, por cierto, capáz
de imponerse a ese desaliento. Algunos de sus biógrafos creen que su filosofía
es la expresión de la gran desilusión por la cultura y la técnica modernas.
Deslumbrado por la firmeza con que el nacional socialismo defendía sus puntos
de vista, respecto de un resurgimiento de la cultura, fue en un tiempo un
decidido defensor del nazismo. Sin embargo se trató de su postrer intento de
agarrarse a algo concreto de dimensión grupal. Después dejó de creer en casi
todo. En adelante se le verá encerrarse cada vez más en un individualismo que
raya en solipsismo. Ante el espectáculo de la abundancia de planes que surgían
por todos lados, prometiendo una fórmula salvadora, se retrajo al plano de lo
individual para pasar a creer que todo lo que tuviera lugar en el compromiso
personal estaba justificado. En este sentido no hay ninguna diferencia con
Striner, ese célebre libertario que no quería saber nada que no fuera en su
interés particular. En especial el dinero y los grandes puestos públicos.
Heidegger se defenderá en lo sucesivo, contra la angustia y el sentimiento de
culpa, promoviendo la vida y la utilidad objetiva. Pero cosa curiosa, a pesar
de todo su escepticismo, sigue considerándose un tipo creyente o religioso.
Rechazaba que se le contara entre los ateos. Sin embargo será como una esencia
religiosa, al estilo de los que tiene una relación con la divinidad, de manera
muy personal, que no trasciende los muros del templo. Retraído a lo
individual, Heidegger ha dejado de creer en lo comunitario. Se cree que su
filosofía va a producir un hombre cuidadosito y pálido. Un individuo que va a
florecer lejos del Sol. En lo sucesivo sentirá una aversión insuperable por lo numeroso. Al no creer ya en la
comunidad, este pensador hace del individuo el punto central del mundo, al
estilo de Nietzsche.Ya ni siquiera es etnocéntrico ni aun sectario. Es solo.
Empero no se va a vivir al desierto o a la montaña lejana, como Zaratustra.
Vive en el centro de la comunidad, pero apartado de ella...Se considera que la
manera de pensar de Heidegger, “el más grande
filósofo alemán”, es incierta. Como el que va dando garrotazos en la
oscuridad para ver si da en el blanco. Sabe que aun la idea más rara o disparatada
encontrará su público entre millones de lectores asiduos de este planeta.
Parece que la mejor analogía de su modo de pensar, se ha dicho muchas veces, es
semejante a la actividad de un alpinista que efectúa una ascensión y pierde el
rumbo en la noche, encontrándolo en ocasiones y en otros ratos lo vuelve a
perder.
La
cultura de Carmen me apabullaba. Me fascinaba y, por lo visto, aun no había
sido capáz de reunir la suficiente humildad para resolver esa deficiencia mía.
Algún tiempo después, que es cuando
escribo estas líneas, se lo he confesado. Nos encontrábamos en un albergue de
alta montaña del Valle de México, cerca
de los cuatro mil metros sobre el mar. Ella no dijo nada. Guardó silencio y
miró hacia la noche, a través de las grandes ventanas de nuestro refugio. Luego
la escuché preguntar:
- ¿Qué fueron
primero, las rocas sedimentarias o las volcánicas?- .Era una pregunta elevada a
la categoría de metáfora. Entendí lo que quería decirme. Luego agregó:-. El
amor no es sólo consecuencia de la pasión sino también del conocimiento. Esto
se lo leí a Santo Tomás de Aquino y a
Dante…De todas maneras yo no sé de geología. Y no lo creo necesario para que
nuestra relación funcione. Sin Sofía Andreievna, su esposa, Tolstoi jamás
hubiera escrito La Guerra y la Paz, al menos tan bella como la conocemos. Pero
Tolstoi es el autor...
Jamás he
conocido una mujer que, de manera
magistral, sea capáz de restablecer el ego lastimado de un hombre,
como Carmen lo ha sido conmigo. Pero era
más que humildad intelectual en ella. En realidad era inteligencia. Al despejar
mi mente de inhibiciones, Carmen tenía asegurada una relación plena para esa
noche. Y de esa manera, también, las puertas de nuestro hogar estaban cerradas
para la neurosis...
En ocasiones, al final
de la velada, al apagar las luces fuertes de la estancia africana, envuelta en
una ligera bata de dormir, se dirigía en la semioscuridad a las grandes
ventanas que daban hacia la calle. Cerca, el mar subía y bajaba, se acercaba o
se retiraba envuelto en su rumor. Ella lo contemplaba en silencio. Lo mismo
hacía en la playa de la isla del Carmen. Yo seguía guardando silencio. No quería incursionar en ese mundo
que era parte de su ser íntimo. Era el mismo ensimismamiento que le había visto
a Salim al transportarse con la mente a la Siria de dos mil años atrás. La
misma mirada perdida de Alejandro Bautista Jiménez, el marinero borracho de El
Pinar, cuando soñaba con la España de la República Democrática. La misma expresión de Cork cuando hablaba del
desierto. La misma de todos los que
viven fuera de la tierra que los vio nacer y a la que consideran difícil
volver. Un rato después hizo la siguiente observación:
-En la selva de
Nigeria hay trescientos monolitos perfectamente tallados en dolerita. Tal vez
del siglo segundo de nuestra Era. Los monolitos están entre la selva. Como están las cabezas de Ullman...
En otras ocasiones Carmen se acercaba a mí y en su
actitud se veía el propósito. Me daba un beso breve en la boca y al retirarse
murmuraba, riéndose, llena de picardía, aquellas palabras: A una pequeña chispa
sigue una gran llama..., Dante fue el primero que las dijo. Yo no sabía que eran
de Dante. Dos horas más tarde, cuando paulatinamente regresaba al mundo y
volvía a tener conciencia de las cosas, preguntaba:
- ¿Quién dijo eso de
la pequeña chispa?
Entonces aquella
mujer, que a la sazón había perdido su aspecto de fiera y volvía a meterse en
su vestidura de los humanos, empezaba a contarme de ese viajero del Infierno.
Fue cuando descubrí que su verdadero
amor literario no era Poquelin sino Virgilio. Si al menos hubiera amado a Hutton, o a cualquier otro geólogo de la
época pionera, podría tener esperanza de competir con él pero, ¿con
un poeta?
-¿Los mexicanos
tenemos algo qué ver con este libro tan viejo, que se llama Eneida, aparte de lo meramente cultural? Si
alguien preguntara eso la respuesta sería que en el terreno de las letras
Virgilio es, en vía directa, el precursor de Dante. Y en el terreno religioso
Dante anuncia a Lutero. Dante es el más grande censor (aunque era cristiano)
que tuvo la Iglesia cristiana aun dentro de la Edad Media, con más de dos
siglos de anticipación con respecto del fraile agustino. Estos dos fueron
cristianos profundamente creyentes. Y tremendamente críticos hacia la Institución
religiosa en la que militaban. Gracias a ellos se produjo la gran catarsis de
la Iglesia Católica durante el Concilio de Trento, mediados del siglo
dieciséis. La obra de Virgilio ofrece el método de la crítica, imaginando un
viaje al infierno. Dante perfeccionará este recurso en la Divina Comedia. Sin
embargo el núcleo de la Eneida de Virgilio va en otra dirección...Iliada,
Odisea y Eneida son las tres grandes obras literarias de la antigüedad que van
a surgir con el sitio y la caída de la ciudad de Troya. La primera la canta
Homero, la segunda Odiseo (se cree que aquí Homero también es el autor) y,
mucho tiempo después, veintinueve años
antes de empezar la Era cristiana, la Eneida del poeta latino Virgilio...Los griegos regresan ya a la Hélade cargados con el botín del saqueo que hicieron
en la ciudad de Troya. Entre tanto, el héroe Eneas y la gente que lo sigue,
logran escapar de la matanza que los
griegos de Agamenón y Aquiles están efectuando mientras incendian y destruyen
Troya. Después se dirigen hacia Italia en sus naves a través del Mediterráneo.
En Italia sostendrán frecuentes batallas con algunos grupos originales
habitantes del lugar como los latinos y los itálicos. Pero también harán
alianza con otros grupos guerreros ya establecidos desde antiguo en la
Península, tales como los etruscos.
Eneas vence al final. Esto tiene lugar con la
muerte del valiente Turno, el caudillo de los habitantes originales de Italia.
Termina la guerra y también el poema. La leyenda dice que ahí empieza un sincretismo
que sería el origen del pueblo romano y de lo que, andando el tiempo, va a
producir el gran Imperio Romano...En el Libro Quinto de la Eneida, es donde
Virgilio prefigura La Divina Comedia, que Dante escribirá trece siglos más
tarde. Eneas emprende un viaje al Infierno. En él se encontrará a su paso a
numerosos personajes que conoció en otro
tiempo. Igual sucederá en el poema de
Dante. Por ello no es nada extraño que en La Divina Comedia Virgilio, el
espíritu de Virgilio, sea uno de los tres guías de Dante a través del Infierno,
el Purgatorio y el Cielo. Los otros dos serán Beatriz y San Bernardo...Virgilio
desarrolla la Eneida en dos partes. En el trayecto hacia Italia, por mar, se
parece mucho a la vida que llevará Odiseo en su actividad de pirata, antes de
dirigirse a Itaca. La segunda parte se parece también mucho al sitio de Troya
por los griegos. Sólo que ahora es la gente de Eneas la que sitia a las
ciudades de los ítalos. Eneas frente a Italia es el fiero combatiente que
sobresale por su fiereza en la batalla, como era Aquiles frente a Troya. Hasta
el final de la obra se parece enormemente al final de la guerra de Troya: así
como Aquiles corretea al valiente Héctor
en derredor de la ciudad de Troya, hasta darle muerte, así Eneas
corretea a Turno, en derredor de la ciudad de los ítalos, también hasta darle
muerte...La Eneida es un eterno ir y venir de guerreros. Unas veces triunfan y
al día siguiente caen. Al leer esta magnífica obra se entiende ese incesante
flujo y reflujo de ejércitos mercenarios, en plena guerra, dentro de Cartago,
que Flaubert plasmó de manera magistral en su bella novela Salambó...La Eneida es la guerra y abundan las horribles
descripciones de cabezas cortadas de un tajo de espada, una lanza que se hunde
en los ojos del contrincante o un tremendo mazazo que esparce los sesos del
guerrero en el escudo del vencedor... Pero Virgilio es un poeta y podemos
encontrar también abundantes descripciones como la siguiente: “Y en aquel punto
y momento mismo hubieran entrado en lucha si el róseo Febo ya no bañara en el
mar de Iberia sus cabellos cansados y, arrastrando el día detrás de sí, no
fuera seguido del cortejo de la noche”.
A la maña siguiente
fuimos a almorzar a un lugar amplio y muy limpio decorado con figuras africanas
talladas en madera. Carmen me explicaba:
-Aquí una máscara baga de la Guinea Francesa, allá
una estatuilla funeraria femenina, byeri,
preciosa, de un material negro como la obsidiana. Y como Alemania había tenido
alguna presencia en África, me señaló un grabado de Alfred Rethel cuyo título
era: La muerte como vencedora y
enseguida una litografía de la escultura
de la Madona bella, de Breslau,
antigua iglesia de Santa Magdalena.
Luego caminamos por
una calle céntrica de la población, que me recordó las calles de la ciudad de
México, en el sentido de las manchas oscuras frecuentes que tienen las
banquetas.
-Son manchas de
chicle- dijo Carmen-.Las arroja la gente al piso después de masticarlas. La
ciencia médica ha alertado que cada mancha es un reservorio de virus patógenos
que, tarde o temprano, se echará a volar
con el viento y se meterá en las vías respiratorias de la gente.
Por la noche noche hizo la siguiente
reflexión, también en voz queda, como si hablara a alguien más que se
encontrara en la sala:
- Volver del
destierro político es un arte, dijo Dante en el Canto Séptimo. El mismo tuvo
que encontrar el camino de regreso del Infierno a Venecia. Si no se realizara
se viviría en la amarga melancolía. Igual que el marinero que encontramos en el
negocio de mi tío, en la isla del Carmen. Incómodo en su tierra de adopción y
resentido con los que se quedaron en el país de origen. Duro es el destierro
voluntario por el trabajo, por el estudio o por el amor. El destierro por
esclavitud es inenarrable
Guardó silencio
por largo rato. Veía hacia la noche, en un punto perdido más allá del mar.
Después dijo algo más. Lo hizo en voz alta pero no se dirigió a mí:
- Aquí, como en
Campeche, la luna también es de plata...Es el mismo mar que en la isla del
Carmen... Siempre supe por dónde llegaban. Ahora conozco de dónde partían...
A la mañana siguiente, bajo el sol africano,
reía y se comportaba como hace la gente que anda de viaje de turista. Pero
cuando la veía de lado, me percataba que sus ojos, cubiertos con lentes oscuros
que la protegían del intenso resplandor, observaban a la gente, a la costa y al
cielo. Y lo hacían con infinita ternura.
En algún lugar de esta tierra habían quedado sus remotísimos hermanos. Repitió algo que ya le había
escuchado decir varias veces:
- .Arrancados de esta
tierra, brutalmente, por gente que ahora escribe poesía...
* * *
De los demás
personajes que he mencionado en este trabajo, aparte de los que murieron en la
montaña, como ya he dicho, jamás he
vuelto a saber nada. Alejandro Bautista Jiménez murió tres meses después que
Carmen dejara la isla para regresar a México.
En el principio del
invierno Carmen pasaba un fin de semana en uno de los restaurantes de su
familia, entre la ciudad de Puebla y Acultzinco. Hasta ahí la alcanzó una carta
certificada. Era de Alejandro. Procedía de
Ciudad del Carmen. Alguna amistad de confianza del marinero había
recibido el encargo de enviar la misiva. Cuando la abrió, solamente contenía
algunas cuantas líneas: “Señorita Carmen, favor de recoger documentación con el
notario número... en la ciudad de
México. Gracias por todas las atenciones que tuvieron usted y su tío Juan, en
El Pinar. Adiós”.
Cuando algún tiempo
después lo hizo, el notario le entregó un sobre tamaño carta que contenía
documentación variada. Una nota explicaba que estaba solo en el mundo. No tenía
a quien dejar sus pertenencias y había tomado la decisión de nombrarla su heredera. Los detalles necesarios de
Carmen los había conseguido en El Pinar, con el tío Juan. En un apartado decía:
“Fui comisionado para llevar a cabo una importante compra de armas y municiones
con el que intentábamos llevar a cabo
una resistencia importante frente al ejercito de los nacionalistas. No había ya
esperanzas de revertir el curso de la guerra en España. Pero al menos queríamos
hacer el último gran intento. Esperábamos
con ello que los países fuertes,
que en un principio apoyaban a la República del Frente Popular, volvieran a
darnos su aval. La cifra de dinero, en monedas de oro, que me confiaron, suena
casi fabuloso en términos de una persona. Como les relaté aquella noche en El
Pinar, luego de triunfo de Franco me fui a Francia y me uní a la Resistencia.
Actuaba ahí cuando los alemanes barrieron
a los maquisards de la meseta de
Gliéres, de le región alpina de la Alta Saboya, en el sector este de Francia. Los
británicos acaban de lanzar, por paracaídas, más de noventa toneladas de armas,
municiones y alimentos concentrados, pero cayeron muy dispersos en sitios
abruptos, cañadas y planicies nevadas al descubierto. Poco de todo eso pudimos
localizar y luego de nuestra huida de la meseta de Gliéres los alemanes, ya con
más tiempo las localizaron. Sabíamos que
el desembarco aliado en Normandía estaba próximo pero en realidad nadie sabía
la fecha exacta (y por las condiciones atmosféricas podría postergarse todavía
hasta un año).Ni siquiera el mismo de
Gaulle lo sabía. Por esas cosas de la alta política, los altos jefes
norteamericanos e ingleses, se lo habían ocultado hasta entonces. Ante la
penuria de armas, y con los alemanes barriendo los bosques alpinos, les comuniqué
que marcharía a hacer las compras de armamento y volver a armar al menos a los maquisards de mi sector. Sucede que
estaba por concretar el negocio con los grandes fabricantes de armas, en un
país de los Balcanes, cuando finalmente tuvo lugar el desembarco. Todo se volvió un
infierno y mis compañeros de los Alpes desaparecieron bajo las balas alemanas y
otras balas que lanzaron los aliados sobre poblaciones francesas para debilitar
las posiciones alemanas. A la vez Franco
se apresuró a cerrar el paso de los Pirineos y en breves días acabó por
completo con toda resistencia. Yo mismo no hubiera podido regresar a España. La
República Popular ya no existía. Miles
de personas llenaban las cárceles en Francia y cada día eran fusilados o aniquilados, por los métodos más diferentes, cientos de ex
combatientes. Las bombas de los americanos e ingleses caían sobre cárceles
alemanas repletas de prisioneros y los mismo morían saldados nazis que “resistentes” franceses.
“En lugar de comprar
armas utilicé parte de ese dinero para organizar el rescate de todos los que me
fue posible y sacarlos de los campos de Saint Cyprien, Gurs, Rivasaltes y
otros. Pude organizar varios viajes a través del mar y enviar a muchos de ellos
hacia algunos países del sur de América. Muchos más lograron alcanzar México. Con
la Gestapo pisándome los talones mi estancia en Europa se volvió cada vez de lo
más insegura. Sobre todo que llegó el día que ya no pude hacer nada por mis
camaradas. En dos ocasiones escapé por poco de la Gestapo. Tuve que escapar por
el Este y después embarcarme hacia América. Un centenar de todos los que logré
sacar de Europa fueron hundidas sus embarcaciones en alta mar por los submarinos nazis.
“Así fue como me
encontré con esa fortuna en mis manos. Todo eso ahora es suyo. Otra parte la
ocupé para remediar a los necesitados que habían venido a México, conforme me
iba enterando de su existencia. Como dije, ahora ese dinero es suyo y usted sabrá lo que hace con él. De
haber tenido más tiempo quizá lo hubiera
canalizado mediante un fideicomiso para fines altruistas. En México, y en estos
países de la región, en especial en el centro de América, muchos estudiantes
terminan su carrera de licenciatura pero, debido a las presiones económicas de
su familia, jamás llegan a titularse y mucho menos pueden seguir estudios de
postgrado... De esa manera los “pasantes” pasan a ser subempleados de las grandes
compañías...Mi gratitud eterna para usted y para aquel joven que un día me
llevó borracho inconsciente a mi hotel. Cuando al día siguiente me enteré, por
la administración, que me hizo llegar comida que él, y más tarde usted, habían
pagado de su bolsa, creyendo que yo tal vez no contaría con un centavo para
hacerlo, me dije que, después de todo, en este mundo aun queda gente en la que
se puede confiar...
“Hágame el favor de
decirle a Guillermo, creo que así se llama, que entiendo sus prevenciones frente
a la obra de los historiadores. Muchos no son tal. Se trata de escritores de
partido...Panfleteros…Soy de la opinión que la historia es una poesía, más que
una serie de hechos deleznables...”.
Cuando supe de esto, fue la tercera noche que ella y yo estábamos en
África. Carmen había a la sazón concretado un fideicomiso ante notario público.
Me enseñó un documento oficial que decía: “Fideicomiso Alejandro Bautista
Jiménez. Para estudiantes....”
19
La mochila contenía
provisiones para varias semanas. Debido a ello parecía que los huesos de las
clavículas acabarían rompiéndose bajo el enorme peso a través de los tirantes. “Esta
mochila me pesa demasiado para viajar a las estrellas.” Fue la primera vez en
esa salida que se acordó de El Principito. Esa mañana trajo a su memoria
también, cuando apenas había dado los primeros pasos, sobre las dunas de arena
cubiertas de nieve, que la superficie de la “reservación” navaja es de sesenta y cuatro mil kilómetros
cuadrados. Su tierra es estéril y el clima de cuarenta grados calientes como
promedio anual. ¡Una extensión
recorrida la mayor parte del año por corrientes de aire caliente pero
que también se cubre de nieve, como ese día! Lo habitan doscientos mil
individuos, los yei, que es la gente sagrada y los Dineh, sus
antepasados míticos. “¡Al fin, dice que exclamó, una tierra donde todavía hay
antepasados míticos!” Cuentan con estaciones de radio que trasmiten su
programación mayoritariamente en lengua navaja. En él viviría por algún tiempo,
permaneciendo en un mismo lugar, como Mary Poppins, hasta que cambie el viento.
Al final buscaría un hogan para abastecer su mochila, tomar una cerveza, y volvería a partir.
Antes, como Alicia en el País de las Maravillas, habría dicho al dependiente:
Veremos qué me produce esta botella. Espero que me haga crecer de nuevo, porque
en realidad ya estoy cansado de ser tan pequeño. Y luego se preguntaría: ¿por
qué la gente grande deja de leer cuentos para niños? ¿Por qué no se detiene a
observar los dibujos prehistóricos? Treinta mil años atrás los hombres de la
época glacial ya pintaban como los impresionistas del siglo diecinueve... Caminando entre el realismo y el animismo.
Flagelado sin piedad por el sol y la escasez de agua en la cantimplora. Y
recordando a Nezahualcoyotl. Aunque sea pluma, aunque sea jade... El viento
soplando desde el sur, el grano de cuarzo que golpea otro cuarzo, la duna que
se va formando para luego desaparecer o ser trasformada en otra duna. Es la
lógica de la causalidad. ¿Por qué no puede ser así con el amor y todo su
panorama erótico? Frente al tutile gamuchi yaqui el mismo Dionisos
nietzscheano se quedó desconcertado. Se puede dialogar sin límite de tiempo en
tanto el tema sea la poligamia. Pero ante la poliandria dos segundos ya son
muchos. ¿Estos yaquis pertenecen a la época de las cavernas o se nos
adelantaron hasta las estrellas?... Chesterton dice que ya así nacimos, no que
evolucionamos. La rutina es un hito del
conocimiento científico. Es como el Campamento Base de una expedición
alpinística. De aquí partirá a explorar la ladera desconocida para instalar los
endebles campamentos de altura. Y si la borrasca se vuelve incontenible y barre
con todos los esfuerzos realizados, regresará al seguro Campamento Base. Cuando
haya reunido nuevas energías y mejores equipos humano y técnico, volverá a
internarse hacia lo desconocido. Hacia la solución del cáncer o el sida o la
génesis del movimiento de las placas tectónicas. Una vez conseguido el
objetivo, la rutina habrá avanzado otro poco en el terreno que antes era
vedado... Las montañas, otrora inescalables, después se volvieron un lugar
común. Igual sucedió con la cafiaspirina. Ese es el panorama en el que se mueve
el hombre rutinario. ¿El alpinista se
prueba en el campo? En realidad lo difícil del alpinismo no se encuentra en las
montañas. El momento supremo es cuando aun está en su casa. En esas escenas previas a organizar las cosas que necesitará
en la excursión y debe meter en la mochila. Una vez organizada marchará hasta
los confines del mundo. Si no es así, se arrellanará cómodamente en su sillón.
Y habrá acabado toda actividad deportiva sobre las montañas. Puede tratarse de
un excelente escalador, pero que ya no abandonará la ciudad... ¿Dineh? ¿Homero creía realmente en la intervención de
los dioses para dirigir las acciones de los humanos, o le gustaba plantear las
situaciones en metáforas? ¿Volver a Tetitla? Conjunto habitacional en derredor
del centro ceremonial de Teotihuacan. ¿Por qué no? Aquí está la pintura de los
nueve ancianos vistos de perfil, y no de frente. El principio de la humanidad
está en el Popol Vuh y el principio de la luz en Teotihuacán y el principio del
conocimiento de las matemáticas en Ullman. ¿Cuicuilco? La tierra primitiva.
Gases y flujos de lava por todas partes. Las bacterias primigenias
proporcionando el oxígeno en el planeta. Asistir al juego de las antítesis de
los Tezcatlipocas como combustible para el panorama espiritual. El devenir
dialéctico de la cultura occidental.
Para qué nos sirve esta gran cultura si la desconocemos. Tratando de ubicar el
craso antropomorfismo de la filosofía cuando ésta se empeña en que la
existencia no tiene esencia. Que la fenomenología vaga sola por esos mundos
siderales después de haber matado al concepto, meros átomos chocando unos
contra otros incapaces de hacer juicios subjetivos. ¿Para qué sirve este
universo si falta la poesía? Un simple pesebre para el lunch. ¿Se le pueda matar? Se le puede vencer, pero sólo por doce
horas. Después la Estética volverá a resurgir por el Este... ¿Presidente de la
República? ¡Respetar los resolutivos de los seiscientos legisladores que hay en
este tiempo! ¿Dictador? Levantar el asfalto de todas las calles de la ciudad
capital y en su lugar empedrarlas, como si estuviéramos en el siglo diecinueve.
Así se recargarían los acuíferos del subsuelo, se reducirían a la mitad los
accidentes automovilísticos, no se inclinarían los edificios y florecería la industria de los amortiguadores.
Falta la arquitectura del paisaje… Caminar lleno de esperanza en un mundo de
cuarzo y desesperanza bajo el inclemente sol. Buscando la conclusión de un
proceso que parece sin fin en donde el hombre piensa y luego analiza lo que
piensa. Recordando cada mañana al trotacalles de Coyoacán con las neuronas
desquiciadas por la hierba el día que se imaginó a unas hormigas levantando
planos isométricos de sus hormigueros. O a los lemúridos evolucionados
levantando encuestas con los aficionados del fútbol. Viendo en la duna más
pequeña la intensidad y a la vez la totalidad del desierto. Conociendo verdades
a través de la experiencia de cada día. En la noche los filos de la luna,
vistos desde este hemisferio, indican el norte y el sur. ¿Acabaría extraviado
en este desierto? Pensó en los cisnes efectuando un viaje de miles de
kilómetros volando hasta Islandia sobre el mar en sólo quince horas,
orientándose en el día por la posición del sol y en la noche por la luna.
Conocía por lo menos diez recursos más que los cisnes de Islandia...Arenas como
personajes que parecen moverse en el universo abstracto del “aquí” y el
“ahora”. Parecería el reino de la pura fenomenología a la que, efectivamente, le
faltara el concepto. Se rió. ¡Como si la Estética pudiera morir alguna vez! Todos
se fueron de Teotihuacán menos la Estética. ¿Ni se congela ni se derrite ni
envejece! Volvió a acordarse de El Principito: ya sea que se trate de la casa,
de las estrellas o del desierto, lo que los embellece es invisible. Mark Twain, Dickens, Fadanelli. Revolvió los libros que llevaba en su
mochila. Faltaba una hora para que oscureciera. Era tiempo de leer. Desde el
interior de su tienda veía, en el fondo hacia el oeste, el paisaje rojo descarnado que había tenido que remontar
hasta alcanzar aquella alta meseta barrida por el viento fresco. Teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates:
“Creo que pasé la prueba”.... La estepa estaba llena de soledad, de sed, de
viento y de sol. El temor a la soledad es común a los chimpancés y a los
humanos... Pero sólo a los humanos está dado el plasmar arte en sus lienzos y
en sus piedras ¿o se dice rocas?
* * *
Una tarde pedí un
tarro de cerveza en un local un tanto destartalado de la única calle de la
población. Era un hogan que
servía para comer, conversar y a la vez era algo así como la oficina de correos
del lugar. Había viajado hasta Arizona para buscar a mi amigo. Piso de madera
basta, con mesas y sillas tipo siglo diecinueve. El marco de la ventana,
empotrado en una pared de adobe con paja, asimismo estaba hecho con una viga
burda. Por fuera la construcción mostraba los adobes desgastados en sus aristas
por el cuarzo del desierto que impulsados por el viento había acabado con el
estuco original. Todavía tenía la contraventana interior, también de madera. La
estructura a cada lado era para recibir la “tranca” con la que de forma
horizontal se aseguraba desde el interior.
En este lugar, lo
sabía por Cork, hay el afán d ajustar sus vidas al curso de las estaciones del
año, como antes lo hacían siguiendo a las manadas de búfalos y caribús que se desplazaban
buscando los pastos de la primavera. Conocen su parte de la cultura occidental
que señala los principios morales que es preciso seguir. Pero en lo demás permanecen viviendo
con la lluvia, el viento y el sol. Por alguna razón, tal vez la económica, en
el pueblo no hay un psiquiatra ni psicólogo. Hasta ahora es suficiente, en la
mayoría de los casos, la actuación del viejo curandero, como lo ha sido desde
los milenios de las puntas clovi. Es así porque al poder formidable de la
magia, que se basa en la fe, es decir, en la seguridad absoluta que el curandero
es una persona honesta y guiada por los
dioses, el chaman, como algunos le dicen, posee el conocimiento ancestral de
las hierbas que contienen efectos antidepresivos y calmantes. Pero que además
tienen el necesario ejercicio de predictibilidad para saber los casos que deben
enviar a los enfermos con el cirujano de
Ciudad Juárez o la ciudad de Chihuahua o, si se tienen recursos, a Houston. Y
sólo para confirmar, algún tiempo después, que con la dueña de la casa no
pueden ni chamanes ni facultativos egresados de la universidad, así sea la más prestigiosa
del planeta.
En esa hora de la
tarde solamente tres personas se veían
en la amplia sala y gustaban desapercibidamente sus tazas de café.
Algunos rayos de sol penetraban iluminando fuertemente el adobe de la pared de
enfrente a donde yo me encontraba. Las sombras eran demasiado densas. Tenía dos
ventanas, una en cada pared. La idea era
abrirlas en el estío para que se
estableciera alguna corriente de aire y refrescara el lugar. En ese momento
sentíamos unos cuarenta grados calientes
en la sombra del interior. Las ventanas
ofrecían el panorama de la llanura sin fin. Una daba al este y la otra
al oeste...
-
No – dijo el viejo -. No conocemos a persona alguna que
se llame Corkscrew ni Malcom Oliva ni Torrington. Aquí no vive alguien que
corresponda a alguno de esos nombres.
- Fuimos amigos en la
universidad de México. Estudiamos juntos los años que duró la carrera.
Subimos a muchas montañas. Su madre se
llama Yolo, hopi- irritila de Chihuahua, por el rumbo de Janos, en el lado este
de la Sierra del Presidio. Lo quiero como a un hermano. ..¿Me permite invitarle
una cerveza?
- Seguro – dijo
simplemente.
Bebió dos largos
tragos. Sin prisa. En silencio miraba hacia el desierto a través de las
ventanas. Se veía que la conversación no era su fuerte. Cada mutismo suyo
parecía que era el definitivo y que con ello había dado fin al incipiente
diálogo.
- Hace tiempo alguien
tuvo la misma idea que usted –dijo.
Se levantó y fue a hurgar entre unos papeles
llenos de polvo que estaban en un viejo cajón de madera. Volvió a la mesa. Me
enseñó una larga postal plegable que había llegado al lugar para Cork
hacía dos meses. Aun permanecía en el
burdo casillero de la cervecería destinado a la correspondencia. Era de Clemencia.
Le decía que se encontraba desde hacia
varios meses en meditación tántrica, en la cueva de una montaña al norte de
Lhasa, cerca de los cinco mil metros. “¿Se acuerda de aquella historia que le
conté referente a que en la cámara de esta cueva la reina Yeshe Tsogyal había
alcanzado la Iluminación hace mil años? Bien, pues es el lugar en el que me
encuentro. Espero volver pronto para contarle los detalles” Tenía una posdata:
“Antes de marchar a los Himalayas me di una vuelta por el centro de la ciudad de
México. Pasé por el lugar en el que exactamente se encontraba Le Rat Mort.
¿Recuerda aquel centro nocturno en el que solíamos bailar usted y yo hace cien
años? Lo han derrumbado. En su lugar hicieron un estacionamiento abierto para
carros. La calle ya no se llama Pañeras. Le pusieron Echeveste. La que conserva
el nombre es la de Aldaco. Espero su pronta contestación. Lo amo. Clemencia. En
medio año viajaré al templo de Caytana Saraswat - Mat. En Navadwipa, Korlengan,
west Bengala, India. Quizá se encuentre en aquel lado del mundo por algo
relacionado con su profesión o su deporte de subir montañas y podamos vernos.
Le enseñaría algunos lugares hermosos, por ejemplo...No te preocupes, siempre
te encontraré”.
En ocasione Clemencia
le parecía indescifrable a Cork, en cuanto a cultura, sobre todo cuando
mencionaba los términos aprender y recordar. Dice que en alguna parte del
espíritu existe ya todo y que lo que hacemos en la escuela es recordar. Creía
que es la manera que la muchacha tiene
de decir que hay algo imperecedero que trasciende a la vida de los individuos,
es decir, lo que es en sí, no lo creado. Así como el movimiento está en
relación a algo inmóvil. Se trata de un inconsciente colectivo, como un inmensurable
reservorio intelectual que nos va proveyendo de conocimientos en potencia para
desarrollar según la edad por la que vamos pasando. Ahora se le empieza a
llamar, a esta antigua verdad de los filósofos, como la ingeniería genética.
Recuerda que cuando Clemencia veía que se había perdido, que ya no la seguía, le
ponía modelos que creía caían más en su campo profesional. Decía que esta
conciencia de permanencia o eternidad la adquirimos al observar las cuestiones
perecederas que tiene lugar frente a nuestros ojos. Hay animalitos que nacen
por la mañana y al atardecer ya son ancianitos apunto de morir. Así los humanos,
con nuestra larga vida de ochenta años promedio de duración, pasamos de rápido
ante cosas más duraderas. Tal sería comparar la escala humana de tiempo con la
escala geológica. De tal manera podemos
ir encontrando que siempre hay algo más perenne a mostros, hasta llegar al
modelo que se conoce como la cosa en sí, o más comúnmente Dios entre los
católicos o la Gran Luz en la India.
Miré hacia el
desierto. Una inmensurable quietud parecía crepitar entre sus dunas. Y, sin
embargo, estaba viendo el universo del caos. Volví a pensar en lo aleatorio. Lo
normal para un sociólogo no es lo mismo que para un astrónomo. Éste ve, a
través de su potente telescopio, sendos aerolitos en camino del planeta Tierra
y que alguna vez llegarán y provocarán el caos, como ya una vez sucedió en la península
de Yucatán. La posibilidad de lo aleatorio
durante la escalada requiere de una tensión en el individuo que alguna vez
terminará por aflojar sus nervios y guardará su mochila en el desván de manera permanente.
- Conocí en el
desierto de Chihuahua a un muchacho que le gustaba leer- dijo sin apartar la
mirada del desierto a través de las ventanas –.En esos días leía La casa redonda. Había recortado la
fotografía de la autora y la tenía pegada con masking en una pared del
cobertizo de madera, frente a las dunas, en el que acostumbra sentarse por las
tardes a leer, tomar café y fumar pipa. Era una pipa de barro que compró en
Teotihuacán con cabeza de la Serpiente Emplumada. Bella mujer, le dije. Es más
bella de lo que muestra la foto, contestó. Vive en una reserva para indios en
Estados Unidos. Mitad india y mitad alemana. El contenido de sus libros, y su
prosa, es de los que no llegan a empañarse
nunca. Ese muchacho aseguraba que no por incapacidad sino por flojera,
la gente sólo lee el tema de su preferencia. Niega la democracia. Se convierte
en apologista del tema que le gusta. Si
la gente leyera tendría más información.
Más elementos de juicio. Sería más fuerte en sus convicciones. Aseguraba que
hacía ya diecisiete siglos San Agustín lo había expresado diciendo que no hay
fe más fuerte que la fe que investiga... De eso hace mucho tiempo y he acabado
por olvidar el nombre de este muchacho.
Empezaba a decirle que era la persona a la que
buscaba...
Se levantó y regresó la tarjeta postal a su lugar. No pronunció otra palabra.
Dio otro trago a su vaso. Sin terminar su contenido salió hasta el cobertizo y
se instaló en una vieja mecedora de madera con asiento de hilo cáñamo. Siguió
mirando hacia el desierto en tanto se mecía suavemente. Parpadeaba poco. Solo
miraba al desierto, sin prisa. Pensé que de aquella manera había dado por
terminada nuestra charla.
Bajaba los tres desgastados escalones de madera, al marcharme, cuando le oí decir:
-Si hablamos del mismo…Hace
años mi madre barría la estación del tren…Cuando ese muchacho todavía niño partió para la ciudad le dijo, le recordó,
que una niña hopi…
-Si habláramos del mismo… ¿Volvería por conservar la genética
étnica?
-En parte. Todos
vuelven a su parcela de tierra y a su pedazo de cielo que los vio nacer. Sobre
todo por la Estética…
-¿Por la Estética?
Hizo un ademán hacia
el desierto infinito:
-Allá, entre las dunas
y la llanura…
Agarré mi camino para
dejar el lugar pero regresé dos pasos.
-¿Cómo se puede volver
por alguien que conoció de niña y no ha visto en quince años?
-No he dicho que la
conoció.
Ahora entendía menos:
-¿Cok va a unirse con
alguien que no conoce? ¿Si no le gusta?
-Que cosas curiosas
dicen los de la ciudad. ¡Gustos! El noventa por ciento de los divorcios en
aquel mundo es porque ya pasó el gusto-hizo una pausa para
envolver un cigarro de hoja- La cosa no
es de meros gustos. Sepa que en este lugar todas las mujeres son bellas. Y sin
lugar a dudas Teolinka es bella como su
nombre. Precisamente ahora Teolinka estudia en El paso, en El Paso del “otro
lado”. El que usted dice que se llama Cork fue por ella. Comentó que antes
tenía que ir al encuentro de no sé qué concurso.
Recordé que Cork me había
platicado algo de una mujer llamada Teolinka. Pero se refería a alguien ya muy
vieja. Pegué un brinco.
-¿Cork se va a unir
con una mujer anciana. Me habló de…?
El viejo se me quedó
mirando con desconcierto pero enseguida
exclamó:
-¡Ya! Le habló de Teolinka Ce, la bisabuela. La abuela es
Teolinka Ome, la madre es Teolinka Yei y la joven es Teolinka Nahui.
Me quedé de una pieza.
-¿De manera que si
Cork tiene una hija, se llamará?
-¡Teolinka Macuilli!
-¿Y la hija de
Macuilli?
-¡Teolinka Chicuace!
-¿Y la hija de
Chicuace?
-¡Teolinka Chicome!
-¿Y la hija de
Chicome?
-¡Teolinka Chicuey!
-¿Y la hija de
Chicuey?
-¡Teolinka Chiconahui!
-¿Y la hija de
Chiconahui?
-¡Teolinka Matlactli!
-¿Y si Cork quisiera
cambiarle el nombre?
Volvió a sonreír
incrédulo por mis palabras.
-¿Si quisiera? Eso
está escrito en las estrellas.
Insistí:
-¿Pero si quisiera?
-¡Nunca lo querría ni
lo lograría!
-¿Por qué? ¿Quién se
lo impediría?
-Las mujeres del
lugar. Ella son las custodias del Tonalamatl.
Como vio que cada vez
entendía menos, dijo:
-Imagine que
un cristiano, así fuera el Papa, quisiera cambiar
una sola palabra de la Biblia…Se encontraría con que eso también está escrito
en las estrellas. La cifra de 323.631,77.934 es el número de letras que dicen los musulmanes que tiene El Corán, ni una más ni una menos, y
eso también está escrito allá arriba.
Al día
siguiente dejé el lugar. De todas maneras abrigaba la esperanza que el viejo
relatara nuestro encuentro a Cork y que éste algún día buscaría comunicarse con
nosotros. De vez en cuando había encontrado su nombre en las memorias de algún congreso internacional, pero era
todo...
* * *
El desierto
obliga a no aferrase por la perfección y buscar en cambio ser humano. Clemencia
era una mujer que estaba camino de la perfección. El lo que quería era una
mujer humana... ¿Humanismo? Humanismo
cultural, humanismo político, laicismo no creyente, laicismo agresivo. Con los
dos Tezcatlipocas todo queda nivelado. En cambio Satanás y Miguel son iguales
de poderosos y sus escudos son fuertes y valerosos uno y otro. Es la intención
de la batalla lo que va a dar la victoria final. Volvió a acordarse de Sabrina,
La Bruja Adolescente. La vida es un
juego en equipo, había dicho. En el ejército y en el fútbol hay héroes porque
detrás de ellos está la labor programada y tesonera del conjunto. En el alpinismo
expedicionario lo importante también es la labor del equipo. Aunque en todo
esto hay individuos que se imaginan que están jugando “singles”. La vida les
hará saber que los espíritus individuales valen en la medida de su integración
al todo... ¿Has estado alguna vez en la alta montaña de nieve de treinta grados
bajo cero con escasos niveles de oxigeno atmosférico y menos glóbulos rojos en
la sangre, y en el desierto de cincuenta grados calientes? Los átomos de tu
cuerpo se aletargan o se aceleran. Y junto
con ello los pensamientos agarran un ritmo de cámara lenta o rebotan
atropelladamente al punto que parece que tomaste un café expreso con cinco cargas de cafeína. Pienso que
si se pudieran obtener un promedio de pensamientos al final del día arrojarían
algún resultado de tendencia concreta. Entre tanto todo parece rebotar como la
centella que, procedente de las estrellas, se mete en tu habitación y no encuentra
la salida. Carmen dice que eso en la normalidad del Valle Metafísico, en los
dos mil metros, sobre el mar y temperatura de dieciocho grados, se llama
esquizofrenia. Me gusta más la palabra insolación. Todavía no hay nauseas, vómitos, cefalea ni
el calor de la piel ni el sopor pero los
pensamientos van y viene con celeridad casi alarmante. Más alarmante porque no
hay ingesta del peyote ritual ni del humito. A los hopis les llena la magia, a los
occidentales la fantasía y a otros el laberinto de los fractales. Pero esa
lógica de lo concreto puede ser diferente cuando vuelva a convertirse en un rutinario
en busca de lo inesperado. Viviendo lo contingente cuya causalidad siempre
vuelve a empezar. Begin to Begin. Empirismo
y animismo en cada paso que da hundiéndose en las arenas calientes. Unidad y
multiplicidad, monismo y pluralidad, concepto y fenomenología, idealismo y
realismo. Cuarzos que no son capaces de hacer juicios subjetivos. Un mundo
llenado con las oposiciones del dinamismo de la luz deslumbrante y quemadora y
la oscuridad helada y vacía. Errar por la llanura sin que tenga que llegar a
las eternas conclusiones probables... Salir bien parado de las escaladas que
debieron acabar en desastre porque la placa de roca, de la que se colgaban,
estaba aun soldada a la montaña por el hielo que de haber salido del refugio
una hora más tarde, esa misma roca se hubiera venido abajo aplastándonos. Salir
la mayoría de las veces bien librado debido a que reaccionó sin pensarlo. Más
aun, en plena caída estirar la mano y
encontrarse con una saliente que se fue bruñendo desde hace un millón de años. Por
tres veces se había salvado de ser mordido por la serpiente venenosa del
desierto (dos en Altar y una en Samalayuca) pegando un brinco antes de
racionalizar lo que estaba sucediendo. En aquel lahar del flanco oeste del Citlaltepetl
una roca, de media tonelada, en precario equilibrio lo hubiera aplastado de haberse
detenido a pensar que debería saltar, simplemente saltó y después lo pensó. ¿De
esto depende que la muchacha hopi se asome inútilmente todos los días,
esperando la llegada con el que ha
de vivir para siempre, o bien
quedará soltera para siempre? ¿Cómo o quién distribuye esos “inesperados” en
una cadena de causa y
efecto sin fin donde todo, absolutamente todo, está encadenado.… Sentía
que iba necesitando con más frecuencia dejar la ciudad y marchar al desierto.
Como un escalador que abandona su clavija que ha metido en la roca para
asegurar el paso, pero que después se va sintiendo mejor, más seguro, en el
terreno en el que hasta una lagartija podría caer. La dulce y cálida
estandarización ahora era un producto comercial. Recordaba que antes las
encantadoras cosas vulgares se socializaban, se personalizaban, se procesaban,
se gastaban hasta hacerse vulgares. Ser rutinario era como un visto bueno de la
sociedad. Ahora alguien mete una tarjeta desde la central televisora y ya
tenemos otra estandarización en la que el vulgo nada tuvo que ver. Y cada vez
que agarraba la mochila se hacía esta pregunta: ¿Thoreau, qué hace el individuo
que no tiene el recurso de la soledad?... ¿Volver a un lugar en donde no se
escuchan a los arquitectos? Sus dos mil banquetas del espacio público son la
cosa más horrible del planeta. Convertidas en talleres mecánicos y en
estacionamientos. Se respeta más a los
automóviles que a las personas. Tampoco se escucha a los filósofos. A los
sociólogos se les presentan hechos consumados, los historiadores sienten
inclinación de convertirse en escritores de su partido. La Universidad Nacional está condenada a ser,
por su cada vez más raquítico presupuesto, un foco de veinticinco vatios entre
la noche cerrada. Y con ella toda la educación pública...¿Y sin embargo es
el lugar en donde los hombres construyeron una calzada de piedras por el
que va la trayectoria solar, entre la
cima del monte Tlaloc y el Templo Mayor en el corazón de la ciudad capital… La gente vive encima de túneles volcánicos. El Valle metafísico se
convirtió en una ciudad sorda. ¿Qué les diría El Principito?: Mi planeta es muy pequeño. Tengo tres volcanes. Dos
están en actividad y uno extinguido: pero uno nunca sabe... Fue al terminar un
concurso de bebedores de cerveza que Cork comprendió el simbolismo de su madre,
con la vara de membrillo en alto, “sugiriéndole” que leyera. Los concursantes
habían bebido hasta rebasar la medida de su ego. Y acabaron en el suelo, con
las neuronas destrozadas. En su etnia se bebe o se come peyote hasta donde dice
el ritual. Hasta donde dice el grupo, no el individuo. Así le parecieron ahora
los métodos educativos alternativos de
la ciudad. El mexicano es el individuo privilegiado dueño de dos grandes culturas que es la
mesoamericana y la occidental. Pero para que eso sea efectivo hay que
conocerlas. Y entre ambas hay tantos escritores de mucha calidad que lo más
seguro es que nunca los conozcamos todos. Y luego espera la tarea de ser
original y decir lo propio, lo del individuo. Esa era su madre, la mujer
educadora a la que se referían Spranger y Chesterton. Era una Paideia vestida
con faldas de india ¡Bueno, basta, cierra ese libro y ve a correr! Porque
después de leer le recitaba algo que había recortado de un periódico que vino
del otro lado del mar. Sabía de memoria las palabras, de tanto repetirlas, pero
jamás quiso apropiárselas, como tantos hacen que esconden el nombre del autor: leer
es una tarea demasiado sedentaria y demasiado intelectual, que debe ser
compensada de inmediato con el ejercicio físico, para evitar ese peligro de
desequilibrio entre la vida real y los mundos de los libros. Antonio Muñoz
Molina fue el primero que dijo eso. Cuando tuvo más edad le pregunto dónde
vivía el autor de esas palabras y se
encogía de hombros. No sé, en algún lugar del otro lado del mar. Lo que sí sé
es que es de la misma línea genética de
Séneca, Cervantes y Santayana. ¡De modo que a correr, antes que tu cuerpo
adquiera la forma de pera y tu cerebro, como dicen que tiene los marcianos, con
una cabeza enorme, panza descomunal, piernas chiquitas y ojos sin pestañas!... Mejor recordar con alegría el calor de las
ciudades al caer la tarde. Abarrotados materialmente los establecimientos de café por la gente que
lleva un impulso superficialmente dionisiaco. Mundo encantador en el que
mucha gente se preocupa por tener, no
por ser, no por saber. Donde la gente se comunica los lugares de las mejores
ofertas del buen fin de año... Lo que le veía en ese momento a la muchacha
navaja era su encantador trasero. Fue cuando ella se volteó para mostrarle el
símbolismo y a la vez el colorido del
suéter. Estaba seguro que lo primero que ella le había querido mostrar era su
trasero, y después el suéter. Pero ella ya decía, en ton de confidencia,
señalando los dibujos de su tela, que criticar lo que traza el artista, tanto
en su técnica como en su intención, es una falta de respeto hacia su
individualidad. Lo mismo de lo que
escribe el poeta. Cada quien da lo que tiene. El crítico pugna porque el artista pinte como el crítico
quisiera pintar. Como éste no lo hace, porque no quiere o no puede o no sabe,
entonces critica aquella pintura. Este suéter tan bonito. ¿No te parece? En
todo caso hay que respetar el punto de vista del pintor. O de los que hacemos
los suéteres. ¿No crees? ¿Cómo te llamas? ¿Eres de los hermanos que llegaron
del sur? ¿Qué te parece el tejido de mi tela? El pensaba que en “aquel” mundo
la mujer es sólo una “media naranja” y en cambio en la “reservación” la mujer
significa “dos magnificas medias naranjas”, lo que es siempre mejor....El mito,
volvía a sentirlo, es un viejo y largo
camino hacia libertad. Es gracias al mito por lo que la cultura occidental
tiene el gran tesoro de la fantasía y la cultura indoamericana cree y vive en
la magia. Los poetas pueden soñar y los novelistas construir mundos increíbles,
incluidos los del pensamiento práctico. Y jamás, en ninguna época, ha faltado
algún romántico atrevido que quiera hacer realidad esas locas fantasías. Llegar
a las estrellas montado en un armazón de acero, surcar los mares en una frágil
balsa o cruzar las doradas dunas del desierto que se levantan al amanecer. Tipos
así eran los que se trepaban en un jamelgo y se iban a buscar locas aventuras
en algún lugar de la Mancha. O dos niños, Tom y Huckleberry, se aventuraban en
la casona abandonada y, pala al hombro, se daban a la tarea de buscar tesoros
escondidos. Creer en el mito es poner el pie para que no se cierre la puerta
que nos dejará encerrados en un mundo donde los átomos, y sus maquinas, no
pueden hacer juicios subjetivos. La oración de los indios norteamericanos,
danzando en círculo con pasitos hacia la
derecha y luego hacia la izquierda, en derredor de la hoguera para no perder de
vista el fuego sagrado. La veladora que prende el cristiano ya sea en la
magnífica catedral o en el jacalón rústico de una capilla perdida en la sierra.
El huichol que desde su mítica Virikuta persigue en sus correrías oníricas al
Dios Venado y lo encuentra en el peyote. Hölderlin, Bukouski, Gutiérrez Nájera,
Juan Carlos Dávalos. Recordar a Guthrie cuando piensa que el valor del mito reside en que nos abre
camino a esas regiones, gracias a los poetas y a otros hombres de genio
religioso. Tomamos en cuenta el mito, no porque creamos que sea literalmente
cierto, sino como medio para dar la explicación
posible de verdades que hemos de admitir
son demasiado misteriosas para que tengan demostración exacta. Estar listo para bregar en el mundo de la
ciudad industrial donde impera la razón práctica, la producción, bucear entre
el patológico consumismo, la rutina de checar tarjeta todos los días en la
oficina, aportar una tecla en Internet y comunicarse en la misma fracción de
segundo con Tokio, Buenos Aires o Siberia, estirar el siempre miserable sueldo mínimo para que alcance en la
quincena, ir penetrando en la mecánica de las placas tectónicas, cuidar que no
te roben la cartera en el metro, observar que la empatía propia no baje hasta niveles esquizofrénicos. Parece
que es la clave del misterio para una asepsia que lleve al equilibrio nervioso.
Nada nuevo, por cierto. Hace casi veinticinco siglos Platón hablaba de la
filosofía de la cualidad y Heráclito, más que Parménides, de la filosofía de la
cantidad. Y estoicos y agnósticos andaban,
agarrados del chongo, en un encantador pleito dialéctico que un poco
después Aristóteles llegaría a una especie de síntesis con su famoso término
medio. La necesidad del humano de ambas cosas. Era como la confirmación de una
sentencia. A lo largo de esos siglos se ha visto que actuar en contrario, vivir
en la abstracción, como sangrientamente con frecuencia se ha hecho, es lo que
asegura una buena clientela al psiquiatra. Especializarse es lo suyo de las
ciencias exactas y de la Humanidades, pero no así abstraerse de la cultura
general. Y Wahl en El camino del filósofo dice que ese equilibrio es necesario para
vivir en la libertad, que bajo el punto de vista científico, parecen nuestras
acciones como determinadas, pero bajo el
punto de vista metafísico y moral,
pueden y tienen que ser libres… El yoismo de la historia personal de algunos
poetas y novelistas se enseñorea de la ciudad. Es una desesperada maniobra para
no perderse en el eclecticismo disolvente de las muchedumbres metropolitanas. Ya no cuentan
con las grandes raíces del mito, cada vez más fuerte, en la Indoamérica de la
Tierra del Fuego hasta Alaska. Como el Peñón Martínez, roca testigo de los seis mil del Aconcagua, que permanece
en tanto lo demás se erosiona. Erudición investigación académica en la poesía
es como querer meter en una jaula de
acero a la entelequia… Veía, después de apagar la fogata del almuerzo y
empezara caminar, que en el caos de las dunas no se siente necesidad de
recurrir al cielo. De alguna manera se entiende que en realidad las cosas están
puestas en orden. Es el mejor de los mundos posibles dijo alguien del que no
sabía su nombre. Recordaba que una de
las eternas preguntas de los filósofos es ¿de dónde le vino la idea de lo
infinito a los finitos humanos? ¡De algo infinito! se respondían ellos mismos.
En efecto, el desierto era como un orden que no necesitaba milagros. ¿Y cuando
los ángeles que expulsó Miguel, alteran ese orden? ¡Qué diablos! ¡Se necesita
mucha fe para creer en que los milagros alteran las leyes naturales! Pero a la
vez, observaba el viejo Sócrates, un milagro también reafirma la creencia en el
curso regular de la naturaleza. Dos lógicas y alguna vez entenderemos la lógica
del caos. ¡Gradualismo y catastrofismo celestes! Se daba cuenta que se
encontraba de nuevo en el principio. Begin
to Begin... En el desierto
¿qué es lo que acaba, qué es lo que comienza? El científico es un autor y, a la
vez, un instrumento de poder. Pero, ¿de qué sirve todo eso, junto con las
tarjetas de crédito, en este desierto? todo brotará, como la vida latente en el
páramo, después de la primera tormenta pero, ¿habrá un regreso de la lluvia en
este sitio tan desolado? Xipe Totec dice que sí. También le vino a la mente Titón, hijo de
Leomedonte y hermano de Príamo. Le rogó a Júpiter que lo hiciera inmortal pero
se le olvidó pedirle que no envejeciera.
Huehueteotl tiene resuelto ese problema. Su sombrero - recipiente, es la clave
del misterio. Es la alegoría de una tierra llena de aparatos volcánicos. Rocas
ígneas y sedimentarias. Cuando las montañas se hacen viejas, de su seno
irrumpen las nuevas fuerzas devastadoras que volverán el paisaje a su anterior
juventud... Felizmente el periodista es alguien que hizo del voyeur una
profesión. Para no ser un simple mirón acostumbrado a escribir lo que tiene
frente a sus narices, tiene que echar mano de conocimientos aprendidos en la
Universidad laica y de valores morales adquiridos en el templo. Sólo así
valdría la pena leer su nota, así fuera de fútbol... Si la enajenación es una
característica de la sociedad tecnológica, también es un error para el artista
alejarse de la gente para producir arte. Sólo el tiempo y la distancia
necesaria para procesar lo vivido. De otra manera el artista mismo corre peligro
de aislarse de las corrientes nutricionales. El escritor y el pintor pueden
describir y plasmar lo que ven en una revista, en la televisión o en el cine.
Pero les estaría faltando la participación…Tiempo y espacio, esos dolores de
cabeza del viejo Scheller. Sí, cuando llegue a Nuevo México me dirigiré a Utah y de allí a Arizona y
luego a Colorado. Después volveré a ver los dibujos míticos romboides con
líneas horizontales rojas y negras en el suéter. Hasta ese momento se había
dado cuenta que algo más que su lindo trasero le había llamado la atención de
la muchacha navaja. Sus adornos personales. Como las mujeres juchitecas, que
llevan oro en las orejas, brazos, piernas y pies, así las navajas. Sólo que
estas prefieren las piedras verdes azul. Con el oro las juchitecas están en
contacto con los precios internacionales del mercado. Con la piedra verde se
sigue la relación con los Dineh...Rebasados los cuarenta y ocho grados
calientes todo empieza a derretirse. Lo objetivable y el ser del objeto. Si no
llega un golpe de aire habrá que aceptar que nos empezamos a introducir en la
región del no ser… La primera lección que de niño aprendió, de su implacable
madre hopi, fue que vomitar es la metáfora del arte de leer y escribir.
Procesar desde la subjetividad propia lo que la vida y las lecturas han dejado.
¡Y decir el nombre de los autores leídos! (en esto hacía énfasis). En las tesis
académicas se pone los nombres de los
autores que aparecen en la bibliografía y los de los sinodales. Ellos fueron
los formadores del nuevo individuo egresado. En las novelas parece que todo
arrancó de generación espontánea.
Autores con los que nos pasamos la vida leyéndolos y después son ocultados con
inusitado empeño. Los más sinceros en este caso son los que escriben ensayos.
Entregar al mundo el arte que se ha acumulado entre todos. Entonces será como
aquel que logró hacer una gran fortuna y
hace circular su dinero por las calles, no para esquilmar mediante el agiotismo,
sino para aliviar la necesidad. De otra manera se encontrará con que al final
del túnel espera el solipsismo que tarde
o temprano le hará tocará la puerta del psiquiátrico. Escritores desquiciados
que acabaron con la brújula descompuesta....Sé de algunos que no creen en la
causa y el efecto y tampoco creen en lo aleatorio como los milagros. Prefieren
acogerse al método negativo del niego luego existo. Se obligan a no reconocer
en la humanidad que algo siquiera se hizo bien alguna vez porque, en ese
momento dejarán de existir.….Teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates.
“¿Empezamos a introducirnos?”. Bueno, yo y mi sombra. Por fin encontré un punto
de referencia: mi sombra. Esta es la tierra en la que deben de vivir los
graniceros. Pero aquí no hay gente y los graniceros no tienen poder para
satisfacer deseos personales, sólo comunitarios. Un simple campeón de concursos
de cerveza no puede comunicarse directamente con Tlaloc, ese ser de la
cosa, y sus tlaloques. Se necesita un
tiempero, un portador del saber. Desde luego que yo, con mi ciencia y mis taladros
perforadores, puedo sacar agua de allá abajo, desde el mismo infierno. Pero
ante el poder de los tiemperos mi ciencia moderna es una simple técnica
decimonónica...La caminata por el desierto
lleno de víboras, escorpiones, arañas y monstruos de gila, todos ellos
mortales, exigen una atención constante. En la rutina damos todo por hecho, ya
sin analizar. Los que revisan galeras de textos, que va a ser publicados, ven
palabras como si fueran fotografías. No las leen, sólo las ven. Así pasa con
algunos juicios en la vida donde sólo vemos como una fotografía y ya no
analizamos….Idealismo de la conciencia y realismo crítico.¡Grandes cosas!
Cuando alcancemos los cincuenta grados calientes todas esa pendejas veleidades
tendrán que fundirse como la manteca en el gran cazo del chicharronero. A los
cincuenta y ocho grados calientes dejó de creer que el desierto era un objeto
que él podía cruzar para allá o para acá. Sentía, en cambio, que había pasado a
ser parte del desierto. Era una criatura más del desierto. Por cierto, la más
indefensa. El había vivido veinte años en la civilización urbana. Las criaturas
de la llanura tenían miles y más miles de años, quizá millones en este hábitat.
Era su mundo. Bueno, precisamente el humano tiene su invaluable inteligencia
que lo ha llevado a las estrellas y al fondo del océano, donde ni siquiera los
tiburones más feroces soportarían tal presión. ¡Perfectamente! se dijo, en
nombre de esa superior inteligencia. Cinco grados calientes más y toda esta
lindura de masa encefálica se va al carajo con sus heroicas meninges por
delante. Cuando ya no quepan en este coco de hueso que llevo bajo mi hermoso
cabello negro y lacio. Unos grados más y
el orgulloso “yo pienso” va a quedar embarrado en esos saguaros... Había
estudiado tanto desde los dos años de edad, hasta el doctorado, que ahora ya no
quería estudiar. Pero, a la vez, había estudiado tanto, que ahora ya no podía
dejar de estudiar. Cuando este panorama existencial empezaba a quitarle el
sueño, conectaba la computadora, se inscribía para el siguiente postgrado en la
universidad más cercana, o en la más lejana. Después preparaba su mochila,
cerraba la puerta de su casa en la orillas de la población, y volvía a
internarse en erial.Teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates...¡Acción,
acción! gritó en el desierto vacío. ¡Frente a todos esos pensamientos
neuróticos y decadentes se impone la acción! No imbécil. Aprende del lugar.
¿Dónde están las criaturas del desierto. Aun las más temibles o mejor
adaptadas!. ¡Se han quedado quietas! Tres horas y volverán a moverse. Pero
ahora no. ¡Al lugar que fueres has lo que vieres! Era un dicho común en los de
su grupo. Por eso Yolo, lo primero que hizo fue ponerlo a leer muchos libros al
año, porque creía que en las ciudades se leían muchos libros al año. Bueno, el
principio seguía valiendo. Pero aquí, aquí cuidado con el termómetro. Sólo se
le puede ignorar en la medida que se tome
agua y más agua. Es la única manera que tiene hasta ahora el caminante
del desierto para equipararse con la milenaria adaptación de estas criaturas.
¿La filosofía del camaleón? ¿Qué es si no integrarse en la sociedad? Dejar que
el entorno te enseñe, aprender de él. Darle tiempo al darwinismo para que haga
su trabajo. Chesterton dice que ese trabajo se hizo desde hace más de un millón
de años. No se trata de seguir llenando las prisiones. No se trata de perecer
si no de adaptarse. Esto nadie lo sabe mejor que un alpinista que cada fin de
semana, por puro deporte, va de la vida a la muerte y de la muerte a la vida.
¿Y si se trata de una sociedad en vías de disolución? ¡Veinticuatro libros por
año! Se preguntaba si en esta sociedad moderna del ver, aceptar, callar y hacer, no sería él
el último de los antiguos de los que necesitaban leer, pensar y decidir.
¿Y. si es tarde? ¡Volverá Lot a abandonar Sodoma en tanto a sus espaldas una
gran llamarada lo purifica todo!¡Volverá el catastrofismo del venerable Cuvier
y, de la noche a la mañana, como un renovado Krakatoa, se transformará el
paisaje…
Teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates... ¡Cuidado, creo que algo
no salió bien! Y, ¿cuándo ya no pueda decir Teodoromedespoliplusiohegiontindarofilocrates?
¡Quedará mi sombra! ¿Y cuando ya no haya sombra? Habrá pasado a ser parte del
desierto.¡No! Esa mujer navaja es parte nuclear de una comunidad, es la Tierra
Diosa, el Espíritu Protector de la Familia, la Madre Primitiva, la Madre
Antiquísima, la Fuerza Primigenia, la Engendradora y Fecunda que Preserva el
Linaje de los habitantes del desierto. Ciento ochenta mil años antes de Cristo
ya se le habían labrado efigies en roca en las cuevas cercadas por el hielo en
Europa. Pensaba Cork que, a lo largo, de los largos milenios,
los indios de Norteamérica, Mesoamérica y Suramérica, vivieron bajo el
cobijo de sus dioses, a la vez espirituales que naturales. El politeísmo étnico
en América fue lo que el catolicismo
para los católicos. En cuestión de metafísica es como hablar de futbol. Se le va a un equipo o al otro pero sigue siendo futbol. En tanto todo apunte
hacia la superación de la sociedad…Caminar y leer no son opciones, son
obligaciones, le decía su madre con la vara de membrillo en alto. De otra
manera, ineludiblemente, se taparán las coronarias y llegará el Alzheimer...
Arriba, tal
vez kilómetros sobre su cabeza, una luz blanca surcando la noche se desplazaba
en ángulos rectos, como el Ratón Loco de la fría. Se quedaba quieta, suspendida, por unos minutos y luego volvía a desplazarse.
Era impresionante mirarla desde las arenas. Sentía miedo. Prefería la inmensa
soledad a tener cerca esas luces de trayectoria fantástica. Las estrellas del
cielo infinito, que parecen inmóviles, le servían como marco de referencia para
considerar el movimiento. Le eran un tanto familiar aquellas luces de vuelo increíble.
No obstante, en otras ocasiones prefería no levantar la tienda, pese a que ésta
era apenas de metro y medio de alto y optaba por darle uso como de una bolsa,
para aislarse de los animales, y así pasaba la noche..Volver a Tlamatzinco
donde todavía se cree en los poderes ocultos mágicos que tiene el anciano
curandero. En las ciudades priva el eclecticismo disolvente que ha dejado de
creer en la magia pero que tampoco cree mucho ya en el médico cirujano de academia. La idea
operante al fin descubrió que hay gente que gusta hablar de la doble moral, la
de conveniencia y la otra que está
guardada. No es muy edificante saber que los psiquiatras decidan suicidarse
como dicen que antes lo hacía el samurái. La gente ha vuelto en tropel a
refugiarse en el geocentrismo que es el reino del tarot y la conjunción de los
planetas. El escepticismo, como instrumento valioso de investigación más allá
de los paradigmas religiosos y científicos ya establecidos, ha caído en un
ciego pesimismo anfetamínico…La gente construyó ciudades para protegerse de ese
miedo que sentía por las fuerzas de la naturaleza que solían desbordarse y
acababa con sus habitaciones, sus cosechas y los animales que cazaban para comer(esa clase de destrucción sigue
sucediendo en el Corredor de los Tornados
del centro sur de Estados Unidos).Pero con el tiempo eso que llamamos
civilización casi se vuelve un invento de locos. Ahora hay que conquistar el
miedo y volver a la belleza de la soledad y las dunas que se levantan con el
sol rojo del ocaso…En la ciudad industrial todo tiende hacia una lógica, tan
monótona que el mercado de las píldoras tiene asegurado su porvenir. Los
deportes del valle se dejan muy pronto para entrar en una vida mulle que se
convierte en patológico sedentarismo. Sólo queda escalar montañas, cruzar
desiertos caminando, escribir poesía y novela. Rescatar lo que queda de la
comunicación del sentimiento. Cuando muera la novela, escribió Mailer hace
tiempo, quiere decir que la sociedad
tecnológica se habrá apoderado completamente de nosotros. Dominará la comunicación
de la medida. Si estamos programados genéticamente ahora estaremos programados
por la televisión para aplaudir cuando se nos señale. Al estilo de las series
cómicas de la pantalla chica que tiene aplausos grabados…Decía verdad
Kierkegaard que la humanidad avanza
debido a la angustia que pone en movimiento, lo que los filósofos llaman
devenir, al movimiento para que tenga
lugar su instrumento el dialogo, la dialéctica. Pero es el caso, pienso
bajo un sol de cincuenta y dos grados con las meninges a punto de explotar como globos, que con harta
frecuencia este planeta parece más un
mayúsculo pleito de comadres. Religiones contra religiones, laicos contra
laicos, laicos contra religiosos, científicos contra artistas, religiosos
contra laicos, shamanes contra científicos, sin dejar de lado que lo suyo de
los sindicatos y partidos políticos es la controversia y el demérito por vocación, no siempre por necesidad. Digan lo
que digan, y prometan lo que prometan
desde sus bellos palacios legislativos, el pueblo sigue con hambre de comida y
de saber. Y de todo eso, en otras épocas, ha saltado la chispa que enciende la
hoguera a nivel mundial y siempre en lo
regional. Se dice que gracias a las guerras la humanidad avanza. Se quiere
decir que la tecnología avanza porque la humanidad, no obstante Platón, Heráclito,
Jean Wahl, Santayana y una miríada de grandes
pensadores que han aparecido desde entonces, sigue como cuando las hordas de
chichimecas asolaban a la gran Teotihuacán o de aquel lado del mar los bárbaros
destruían a la gran Ur…El peso de la mochila parece quebrar mis clavículas. Al
desierto se trae agua, no libros. La cultura pesa mucho. Cualquier desierto,
real o metafórico, necesita mucha agua
para efecto de paliar la sed.
Tomás Mann y León Tolstoi tenían pavor de poner un poco de color en sus inmensas novelas. Parecían que estaban
pasando un examen de filosofía teniendo como sinodales a Platón, Demócrito y
Schopenhauer, Carmen fue la que primero dijo eso. Leer desde niño a Faulkner y a Mailer, en
cambio, es una antinomia de la que no se puede prescindir sin correr el riesgo
de caer en la esquizofrenia, eso yo lo pienso…Quien sabe si Dios sea todo
poderoso, creo que sólo hace lo mejor que puede, Mailer fue el primero que dijo eso y tres
siglos antes Leibniz dijo que Dios hizo el mejor de los mundos posibles. No el
mundo perfecto sino el mejor de los posibles, con la perspectiva del bien. El perfecto ni siquiera en el cielo
lo hizo. De haberlo hecho seríamos, junto con los ángeles, unos autómatas. Me
pregunto si los mexicanos pueden imaginar un mundo mejor, porque está lleno de
estética, de arquitectura, de astronomía y de humanidad, de miles de chichimecas que gimieron y murieron bajo el peso del trasporte de sus losas. ¿Quién
sabe si Dios y el Demonio sigan haciéndose la guerra allá arriba, entre las
galaxias. Lo que sé es que un día los dioses se reunieron en Teotihuacán... Me
rió y de los labios deshidratados salen hilillos de sangre. Mailer dijo mucho
del rock pero lo que sí puedo entrecomillar
es: “como si por allí anduviera una madre con los nervios rotos buscando el
cepillo para peinarse.”…
Del infierno
nadie regresa, dice Diógenes Laercio. Por más que los individuos se arrodillen
y ruegos que interpongan. Y, sin embargo Pitágoras, Eneas, Dante, Jesús y Orfeo
regresaron. Si regresaron o no lo que dicen estos personajes es que “allá”, sea
en el infierno o en el cielo, el individuo sigue siendo eso, un individuo. Es
decir que conserva su yo, su memoria, su forma. No se desvanece ni se funde con
ninguna luz ni nada que se le parezca. Él o ella siguen siendo él o ella. Si no
es así para qué las leyes metafísicas de premios y castigos. Como en la
sociedad de “acá” ¿para qué las leyes sino hay premios y castigos? Y, en último
caso, ¿para qué el Estado? Esto y muchas consideraciones más pueden desprenderse de la sencilla
afirmación “los que regresaron del infierno”… La vida en Tlamatzinco, su casa en el norte de
Chihuahua, al pie de la sierra del Presidio y frente al desierto de Médanos
Blancos, dentro de la libertad todo está hecho. Sólo se espera que los
individuos cumplan con sus deberes. Es un enigma para la gente de la ciudad esa
manera de pensar y actuar. En la metrópoli
la gente siente que es más libre al expresar deseos, y perseguirlos con
afán, y ya no oyen a sus mismos paradigmas espirituales y culturales que les advierten que se debe
ser muy cuidadoso con lo que se quiere. Ya de grandes miramos el desván de los
juguetes de cuando éramos niños.
Por todos lados juguetes abandonados y rotos
que en su momento llenaban el horizonte de nuestras vidas. ¿Eso pasará
con los afanes que nos mueven en la actualidad? Es el riesgo de la libertad.
Sólo que se trata de una libertad yoica y en Tlamatzinco de una libertad en
común, en comunidad desde los milenarios tiempos de las puntas clovi. La ciudad industrial perdió de vista el arte por los best-seller. La aparente magia del best-seller es un truco de la economía para tratar de
hacer olvidar que el sueldo mínimo no alcanza para comprar ni siquiera medio
kilo de huevo…Por fin una corriente de aire fresco envolviéndome al subir por
la irreal cresta de la duna en la primera hora de la mañana. ¡Cosa inusitada!
Es como volver a los comienzos de la humanidad. ¿Por qué nos hicimos tan ajenos
a los fundamentos naturales?”El aire fresco es la anomalía. Casi no sabemos qué
hacer con él”… ¿Realmente sé algo de la vida del desierto? Me parece ahora que
es un mundo muerto fosilizado, inerte y silencioso.No.es todo lo contrario.
Sólo que para entenderlo y comunicarse con él necesito saber descifrarlo. ¿Pero
cómo lo finito pude entrar en comunicación con lo infinito? El desierto es
atómico pero en una escala que para la escala humana muy difícilmente hay relación.
El geólogo lo entiende pero no estoy
hablando de geología… Un adulto de vida sexual sana nada tiene que aprender del
Kamasutra ni de los “hágalo de cien maneras diferentes” que, por millones, se
editan para adolescentes desbordantes de testosterona, están mintiendo, le
escuchó en una ocasión a Carmen. El equipo sexual de la mujer y el del hombre no admite más
posiciones que el número de los dedos de la mano. Lo que es una aberración es
que en horas medianas del día exhiban por televisión situaciones de cópula que
puede ver cualquier niño de cinco años de edad. Todo a su tiempo es saludable.
El niño puede grabar situaciones horrible del asunto e iniciar una mal
formación, al creer que la está matando,
a juzgar no sólo de los movimientos sino de los gritos orgásmicos que, fingidos
o no, el niño no está en situación de saberlo. Si le vamos a creer a la
pedagogía es en los primeros cinco años de vida donde el individuo forma su
manera de pensar para siempre… La
comunidad de Tlamatzinco data desde el remoto tiempo milenario de las puntas
clovi. Ha sobrevivido a los vaivenes de la historia debido a su unidad. Ha aprendido
que otros grupos étnicos se debilitan y desaparecen porque, al igual que una
célula cancerosa, se dividen. Dividida no afronta para resolver y sigue
dividiéndose, en su fatal individualismo, que llega hasta el yo solitario, en medio de noche, para finalmente morir en una anónima
cama de hospital… En la ciudad del Internet
el individualismo tiene prisa por separarse de sus padres apenas se está
saliendo de la adolescencia. Como si se hubiera nacido de probeta. Un siglo atrás se les llamaba “hijos
del ejercito”. Los niños huérfanos de la guerra pasaban a ser hijos del Estado.
En la etnia hopi de Tlamatzinco no se tiene prisa por poner distancia de por
medio de la casa que los vio nacer y por eso la tradición no se interrumpe. Los
ancianos no son en manera alguna el trasto viejo que hay que refundir en alguna
bodega para trastos viejos. Puede ir el muchacho o la muchacha, como es el caso
de Toci, hasta Tombuctú, al lejano Mercedario de la cordillera central de los
Andes o bien a los grandes glaciares del Karakorum, pero siempre volverá a la
casa del desierto. En Tlamatzinco siempre se dará gracias a los
dioses de haber nacido de la matriz de una mujer, de Coatlicue, la tierra, la
madre primordial. Parece una inocente inclinación de boy scouts o un morboso acto edipico ese apego hacia la madre. En la etnia es conocido el tremendo potencial
destructivo que tiene la mujer si se lo propone. Jasón cometió ese error y se
encontró con Medea. Para evitar ser aniquilado por Medea el Jasón azteca
descuartizo a Coyolhauqui. Es un juego muy peligros y destructivo. Mejor dejar
las cosas así. Como escribió W. Stekel, no dejar de idealizarla…Cómo será la
mujer hopi que hace quince años era una
niña? En la etnia indoamericana la mujer es el eje en derredor del cual gira
todo el hogar, eso lo tenía bien claro. Cuando la mujer india se fue a vivir
a la ciudad industrial fue que pasó a segundo plano y ahora tiene que luchar
por la igualdad de derechos frente al hombre. Y en ocasiones cae en la
tentación de agarrase la revancha y sentirse superior. Los primeros síntomas
son que a la igualdad se le trasforma en exclusividad. Cork sabía también que todo mundo sueña desde adolescente con la
pareja amada y hasta ponen a San Antonio de cabeza, para que eso suceda, o se la pasan intentando
por Internet. Pero una vez conseguido pocos saben conservarlo. Sólo dos o tres
parejas logran la situación de “para
siempre”. Pensaban en el sexo, no en el amor. Cork tenía claro también que el
amor es como una fotografía. Una foto de cuerpo femenino desnudo puede ser
arte. Una foto pornográfica es basura. Basura es una manera de decir que el hombre que deja de idealizar a la mujer despoja al
ser amado de su divinidad, significa por lo general el comienzo de su
depreciación y el fin del amor, Stekel, psiquiatra alemán, fue el primero que dijo eso…El sol se ocultaba
ya entre las dunas del oeste, señal de
parar y levantar su pequeña tienda, antes que la fauna nocturna empiece a salir
de sus escondites, y el monstruo de gila lo seleccione como platillo para su
panza. Luego de la cena Cork se pregunta… el día anterior, que eludió la mortal mordida de la víbora,
quién interfería en el destino, la serpiente al sacarlo de esta vida o él al
evitar la muerte. ¿Cuál de los dos estaba alterando la causalidad de las cosas
y las situaciones? Muy complicado, se dijo, mejor no pensar en esas tonterías.
* * *
El pequeño ferrocarril del desierto empezó a moverse con
una lentitud del siglo diecinueve. Era un tren de carga al que se le habían
agregado dos carros de pasajeros. La estación, con un andén de piso de madera,
de apenas diez metros de largo, no era
como la de la ciudad sino de las
llamadas “de servicio”. El personal del lugar tenía la misión de revisar, todos los días por
la mañana, trepados en un armón, cincuenta kilómetros el estado de la vía a través del desierto.
Los de la siguiente estación otros cincuenta kilómetros. Las tempestades de
arena, que de vez en cuando se levantan,
pueden deteriorarla…
Yo me había arrellanado en mi amplio asiento reclinable
de cuero color café y observaba a la gente que iba para allá y para acá de
manera familiar. Carmen se había colocado sus minúsculos audífonos y se
disponía escuchar a Charlie Parker. Era como si el tren fuera una extensión de
su casa de aquella gente. Las mujeres conversaban desde sus lugares a través
del pasillo intercambiándose recetas de cocina o remedios para las rodillas descalcificadas
o a los cuántos meses del parto se les había interrumpido la leche y en tanto
eso no sucedía no se embarazaban. Aquel grupo trashumante, que corría a través del desierto, era la más hermosa
muestra de la humanidad que me había tocado en suerte vivir. Los niños corrían
entre sus madres y los hombres. Estos, metidos en sus recios pantalones de
trabajo, cambiaban impresiones de la lluvia, las cosechas y los fertilizantes.
Sentí que hasta entonces empezaba a entender a Cork. Aquel pueblo era una sola
familia. El desierto sin fin estaba por todos lados. Y los cohesionaba.
Carmen, en tanto escuchaba jazz, leía el tomo IV de las
obras completas de su autor favorito Poquelín.
Con el trato cercano sabía ahora que Carmen es en algunas cosas una mujer como otras que hay en el mundo. Se
paraba frente a un estante, de la tienda de autoservicio, lleno de botellas de
aceite para la cocina, de la misma marca, el mismo precio y el mismo volumen y
luego de un tanteo, que me parecía interminable,
dejar una botella y agarra otra, decía: “¡Esta!” Encendía las direccionales en
tanto manejaba para avisar que iba dar
vuelta a la derecha y la daba a la izquierda. Se ponía muy amorosa en tanto el
termómetro del mes iba subiendo su temperatura y el resto de los días volvía a agarrar a Poquelín... Cavilaba en ese
momento que el azar, después de todo, es tan común como tantas parejas viviendo
juntas hay en el mundo. Aquella tarde que pasé por El Pinar, el jacalón de vida
alegre junto a las aguas del Golfo, y conocí a Carmen. Con que esa tarde
hubiera ido al cine, regresado a Centroamérica. Mis hijos, mis nietos, mis
bisnietos, que pueden derivarse de esta relación, todo empezó en esa situación
tan aleatoria. ¿Cómo tanta consecuencia, tanta descendencia, puede derivarse de
algo tan al parecer caótico? Con que uno se levante de la cama por la mañana
cuatro minutos antes o después pueden cambiar tantas cosas en ese día que van a
impactar el resto de la vida. ¿Así empezaron
los dos mil millones de matrimonios que hay en el mundo? Me pregunto si realmente es debido al
azar o hay otra lógica que escapa a todo poder conocido de predicción…
Carmen veía,
antes de clavar la vista en Poquelín, hacia el desierto asomándose por la
ventana de gruesos vidrios de aquel tren del siglo pasado. Una tarde, tomando
café en Coyoacán, Carmen me dijo que conocía a un escritor argentino que se
llamaba Juan Carlos Dávalos. Es un libro que tiene en su casa de la isla del Carmen pero que no lo había
apreciado en todo su valor porque antes no valoraba, como ahora, la vida en las
montañas y en la llanura. Después de nuestra escalada en la norte del Abanico
fue diferente. Carlos Orlando Nallim,
dijo, escribió un ensayo sobre Dávalos que fue publicado en Revista de
Literaturas Modernas, Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, en 1973. Juan
Carlos Dávalos nació en 1887y murió en 1959 Dávalos y es, agregó, de esas presencias literarias más allá de los
premios bajo los reflectores o de las figuras apropiadas por las tabernas culturales internacionales. Su mundo no es de
muchos. Está lejos de las ciudades. Ahora comprendía que la soledad de las montañas o la aridez de la
llanura, mantienen lejos a muchas plumas (o computadoras). Creo comprender
mejor a este escritor. El sol quema, el
viento seco mata y la nieve congela. Después de nuestra permanecía en el
Abanico siento que el que es uno con el
vivaque de la sierra no gusta de cualquier argumento. No de manera
preferencial. Para escribir El viento
blanco hay que haber estado dentro del viento blanco. Dávalos es El
Narrador de Salta. De la ciudad hay quien se ocupe. El está hecho para otros
vientos. Es una narrativa fresca, vigorosa, frente a un mundo repleto de
literatura neurótica. Un Viajero de soledades, como es Dávalos, necesariamente,
inevitablemente, hablaría soliloquios que después se le ocurriría pasar al
papel. Ahora sé que después de cierto
tiempo en la soledad el individuo habla en voz alta con él mismo, con su mismo.
Habla con la naturaleza. Pero no habla de sí mismo. Le comenté que nunca había
oído hablar de este escritor argentino. Dijo que Dávalos ha permanecido arrinconado porque la literatura de la ciudad contiene
mucho de antropocentrismo, es su leitmotiv.
En cambio un viajero de las soledades lo que hace es asomarse al casi
fantástico universo andino. Dávalos fue a estudiara Buenos Aires y conoció el
mundo de los intelectuales. Recuerdo que dice, desencantado, que su catecismo se sublevaba contra el
aparatoso palabrerío y la manera afectada de simbolistas y decadentes. Dávalos
describe su amada Salta, su gente, sus costumbres y su arquitectura. No es
apartado de la sociedad pero lo que domina en él es el relato del silencio. En
la llanura y el estruendo de la avalancha de nieve precipitándose por los
glaciares de las altas montañas. Dijo Carmen
que en otra ocasión me contaría uno de los relatos más bellos de Dávalos
que se llama El viento blanco. Por
ahora, dijo, trato de ver el espíritu del desierto del que tanto Cork nos ha
hablado. Y viendo esa belleza de las dunas creo que dice la verdad. Hay allí
algo imperecedero…
-¿Terminó su trabajo sobre la vida de las muchachas en El
Pinar de su tío?
-Hace tiempo le puse punto final provisional.
-No entiendo.
-Cualquier tema, ese incluido, jamás se da por absolutamente
conocido. Sólo en teología está todo terminado desde hace un millón de años.
Pero tratándose de filosofía pregunte a los científicos, de cualquier disciplina universitaria, cómo
era su especialidad hace un siglo y cómo
es ahora-hizo una pausa para enfocar algo a la distancia y luego agregó:-En realidad
no importa si se está en El Pinar o en el cielo, la cuestión importante si se
puede seguir escribiendo. Y como los marineros
de los siglos pasados, no se puede seguir viviendo con comer nada más
papas porque da el escorbuto. El escritor y, en realidad cualquiera, que ha dejado
de leer, acabará en el escorbuto
intelectual o, como decía una profesora en la universidad, el devenir dejará de
venir y junto con eso ya no habrá dialéctica o intercambio de pareceres...Los
libros interesante los leo en quince días y los libros esenciales nunca termino
de leerlos. Siempre que los vuelvo a empezar, o que los abro al azar, me
encuentro ideas que no me explico cómo no las subrayé antes.
-Pues sí, ahora sé que el libro es parte de su vida. Creo
que tengo un gran rival en forma de libro.
-Debería ser parte de la vida de todos. Lo mejor es
conocer el pensamiento de los otros y escribir su propio libro. Entonces el
individuo se dará cuenta que no es lo mismo ver una película de alpinismo que
escalar realmente una montaña. Como sea, siempre será difícil que el lector y
el escritor estén enteramente de acuerdo.
Son dos subjetivismos distintos. Pueden ser próximos y coincidir como partes integrantes
de un gran espectro cultural. Sobre todo el libro es como nuestra vida misma en
el sentido que los errores que se cometieron en la juventud se grabaron así, para siempre y ni el más ducho de los hipnotizadores puede
cambiar un ápice del pasado. Así el libro cuando sale de la imprenta. Lo relees
y te das cuenta que los errores ahí contenidos quedaron como tales para
siempre. Y que la fe de erratas es como intentar enderezar lo que ya es
imposible. Es una confesión de que uno no es así pero algo, realmente fuera de nuestro control, lo dejó así. Por lo demás,
en lo tocante a la rivalidad con el libro (acercó su bello rostro y me dio
un beso), sólo las patológicas cambian
amor-pene por un libro o las otras que deliran tanto por un pene que pierden de
vista al libro. Ni tanto Platón ni tanto Demócrito o Epicuro. Me apresuro a
decirle que estoy recurriendo a la
versión popular de Epicuro. En realidad Epicuro no era así como lo pinta el
vulgo…Bueno, esta es otra historia que algún día le contaré.
-Por lo demás no acabo de entender cuál es el afán de
escribir de cultura.
-Yo tampoco entiendo. Creo que lo sabremos cuando sepamos
qué buscaba el tigre que encontraron muerto
en las cotas altas y nevadas del Kilimanjaro. No era su hábitat. ¿Qué
busca en ese mundo desconocido para él? O bien ¿qué buscaba Whymper en su afán
de escalar el Monte Cervino? No era la cumbre, porque siguió escalando cumbres.
En ninguno de sus libros dejó anotado que alguna vez haya encontrado lo que
buscaba…
De pronto Carmen traslapó sus palabras y gritó señalando hacia el andén. Busqué pero
no vi a nadie en esa dirección.
- ¡En la pared!
Entre avisos, anuncios
de todas clases, había un cartel enorme que decía: “¡Abiertas las inscripciones
para el LIX Gran Concurso Tradicional de
Bebedores de Cerveza!”. Ya brincaba yo de mi asiento con la intención de bajar
y ganar otra vez el andén. Carmen me seguía pero se tardó un poco en recoger
sus cosas que había acomodado en el portabultos arriba de nuestras cabezas. Un
hombre, de unos sesenta años de edad,
escuchó el barullo que armábamos
e hizo una observación:
-Ya pasó ese concurso.
Fue hace dos semanas. Es anual. Ahora hasta el otro año.
Volvimos a sentarnos.
-¿Asistió al concurso?
-Tomé parte en él.
Pero debo confesar que fui de los primeros que quedaron fuera.
-¿Quién ganó?-
preguntó Carmen con premura.
-No sé cómo se llama.
Su familia tiene tres años que llegó del sur. El prácticamente acaba de llegar.
Dos meses, si acaso...Partió de aquí, de Tlamatzinco, por el rumbo de Janos,
cuando niño pero tenía que volver…Muchos se van pero ya no vuelven. Él sí
regresó.
-¿Y...es fuerte para tomar? Me refiero al
que ganó- dije.
- Sólo necesitó tres
días para acabar con todos los concursantes - el hombre guardó un poco de
silencio, como recordando los detalles del evento. Después agregó:-. Y, no lo
van a creer. Al final estaba tan fresco como el primer día. Más aun: al salir
del local, donde se llevó a cabo el concurso, cruzó la calle, se metió al local
de enfrente a comer. Antes de entrar volteó, hizo una seña a todos los -que lo
observábamos, y gritó: “¡Barra libre, yo invito!” Y mientras todos bebíamos, él
comía con gran apetito y, ¿qué creen? !
Seguía bebiendo cerveza como si en la vida lo hubiera hecho o como si acabara de salir del desierto! Pedía cerveza
de botella, le quitaba el corcho con la boca y la vaciaba en su gran tarro... ¿Saben
cómo le decimos desde ese día?
- No- dijo Carmen.
Y el viejo contestó:
- ¡Corkscrew!
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