“Se
deben percibir los objetos como si fueran simples préstamos.”
Lejos
de los valles frecuentados por los montañistas y escaladores, instalamos
nuestro campamento de cinco tiendas individuales. Valles altos cerrados a
todos, escaladores y turistas, por lo de la pandemia mundial.
Ante tal prohibición buscamos el rincón más
apartado del grupo de Las Monjas, en los 3 mil metros sobre el nivel del mar, arriba del pueblo de Chico,
Hidalgo, México.
Luego
de escalar la norte de la pared Rosendo de la Peña, con salida por la grieta
del lado oeste, nos reunimos en la gran tienda comedor. Anoche Raúl, después de
la cena, comentó una película.
Recordamos,
en la ascensión a la Rosendo de la Peña,
la viñeta de Manuel Sánchez, en su libro Técnica
alpina, editado por la UNAM en 1978.
Esta
noche Rafael quiere comentar algo que ha leído por ahí. Es de Epicteto, aquel
pensador turco-romano nacido el año 50
de nuestro tiempo.
Empieza
hablando en primera persona:
Mi
tarro cervecero, mi jarrito para el café, el automóvil, la casa, mi chamarra,
mi piolet…Todo perecedero. Estuvieron un tiempo conmigo pero luego se borraron.
Todo
acaba por borrarse
Del
libro La psiquiatría en la vida diaria
De
Fritz Redlich, 1968
Pensaba
que serían para siempre. Como mis juguetes de niño (mi carrito, mi resortera)
que hace años no sé dónde quedaron o se destruyeron, y que en su momento hasta
creía que tenían alma, anima.
Como
las niñas creen que su muñeca es algo más que materia. Y que después quedará abandonada en el armario o conocerá el viaje hacia el camión de la basura.
Las
montañas, las ascensiones de la misma manera tienen su tiempo. Como cuando
dormimos la noche en una hostería, de
paso para seguir el camino. Mañana habrá que continuar y otros ocuparán los
lugares que dejamos. Subirán por las rutas que otros, y nosotros, trazamos.
Ellos a su vez, dibujarán otras.
Pared
Rosendo de la Peña vista desde el oeste.
El
círculo rojo marca la corta e impresionante
travesía hacia el oeste.
La
primera escalada a esta ruta la trazaron Hernando Manzanos y escaladores del
Club Exploraciones de México, mediados del siglo veinte.
Pared
norte. Vía Hernando Manzanos. Mide 140 metros de alto. Se sube en cuerda
sencilla. La ascensión comienza a la altura del collado del Crestón A. Se ganan
5 metros en línea ascendente hacia la izquierda, en dirección a la arista NW de
la Rosendo. En el vértice se coloca una clavija en la que puede asegurase al
escalador para hacer un giro hacia la pared del norte. 1 Es un descanso en el
que los escaladores pueden hacer la primera reunión. 1-2 Un tramo de 20 metros,
libre, que conduce al pie de una grieta. 2- 3 La primera travesía de la ruta.
Para alcanzar la altura de la travesía es necesario ascender con un pie en cada
pared de la grieta y, de preferencia, de cara al valle. El tramo transversal se
prolonga 4 metros en sentido horizontal a la izquierda. Puede hacerse en cuerda
sencilla o, si se prefiere, en doble para mayor comodidad. 3-4 En este tramo,
de 30 metros, se sube libre. El terreno es abundante en poyos. En 4 hay un
accidente rocoso parecido a una chimenea, de unos 2 metros de alto.
Habitualmente se pasa por la derecha. Aunque también puede desviarse el
escalador hacia la izquierda, como está marcado en el esquema.4-5 De la pequeña
chimenea hay que recorrer 25 metros para llegar a la repisa 5. Este es un lugar
espacioso en el que caben sentados cómodamente unos cinco individuos. Con ánimo
de encontrar un ambiente terapéutico propio del escalador, en los años setenta
se hizo frecuente ir a “acampar” tres o cuatro días en este lugar a cordadas de
montañistas de la ciudad de México. Desde entonces al sitio se le conoce como
“La Suite de Zaratustra”.5-7 Desde la repisa puede asegurarse al primero que se
interna en la segunda travesía de la pared 6 La travesía que ahora parte a la
derecha es de unos 8 metros en terreno que se presenta cortado de tajo a la
vista del escalador. No obstante, no faltan los apoyos, pequeños y consistentes.
Después de la travesía hay que avanzar 8 metros hasta meterse en la chimenea 7.
Aquí se coloca un dado o nuez o clavija desde donde se asegura al segundo de la
cuerda. De la chimenea se sale ascendiendo derecho hacia arriba hasta llegar a
un lugar seguro, como collado. Este pequeño collado debe recorrerse en
dirección al sur. De ahí a la cumbre hay unos 20 metros de terreno sencillo.
Las dificultades de la ruta terminan exactamente al quedar superada la chimenea
7.
Hernando
Manzanos fue ese gran escalador del Club Exploraciones de México. A él se debe
en gran parte la solución a los problemas alpinos que planteaba el flanco norte
de la Cabeza de la Iztaccíhuatl. Murió en los años sesenta a consecuencia de
una afección de las vías respiratorias, contraída en una de sus ascensiones en
dicho lugar. Fue al baño y el aire helado te cubrió los pulmones entre la ropa
y el cuerpo. Algunas semanas más tarde esperaba en la calle, sentado en su
automóvil, a que su esposa saliera del mercado a donde habían ido de compras.
Murió solo, en silencio, entre la multitud de la gran ciudad. Esta pared, a la
que él puso el nombre de “Rosendo de la Peña”, en recuerdo de otro escalador
del club Exploraciones de México, la conquistó al finalizar los años cincuenta
del siglo veinte.
Todo
perecedero. Fuera de nuestro control, o de otra manera no perecería. Lo único
que parece permanece es el pretérito, sellado, inalterable, en el que, como los
arqueólogos ante su zona antigua, solo se puede reinterpretar, pero ya no
edificar más.
O como hace el filósofo ante sus escritos
tempranos, aumentarlos, suavizarlos o
endurecerlos, cada vez en la siguiente edición, pero la obra en su versión
original sigue en pie. Pero
aun todo eso desaparecerá con el accidente, la edad o con el Alzheimer.
A mi alcance está la lección de la vida pero no la percibo.
El billete de cien pesos que tengo en mi bolsillo
no podré retenerlo conmigo para siempre, aunque quisiera. Sería una sin razón. Así
los afectos. Los afectos no son un billete pero de igual manera todo se irá.
Conviene
llamar realismo a lo que parece pesimismo, advierte Rafael.
Todo
acaba por irse de nuestra vida. Y es así porque ese “todo” está fuera de mí, de
mi control.
“Se
trata sobre todo de los objetos a los cuales estamos ligados y que el Destino
nos arrebata: se trata también de los
acontecimientos que nos impone el Destino”, escribe Hadot comentando el Manual de Epicteto.
Esto
lo encontré, dice Rafael, en Pierre Hadot, Manual
para la vida feliz-Epicteto-Pierre Hadot, 2015
Sólo
las actividades del alma son nuestras, imperecederas más allá del fenómeno. ¿Cuáles?,
el juicio, el deseo, el impulso a la acción y nuestra elección de vida, si es
conforme a la Naturaleza, anota Hadot:
“Los
acontecimientos no pueden afectar a nuestro ser esencial. Contamos con una
fuerza interior capaz de enfrentarnos a las representaciones que nos
inquietan”.
Hjalmar,
personaje de Ibsen, lo dice así en El
Pato salvaje: “Existen ciertas exigencias…,¿cómo diría?...las exigencias
del ideal; ciertos principios a los cuales un hombre no puede sustraerse sin
que redunde en perjuicio de su alma”.
Amanece. Lo que anoche nos parecía filosofía libresca
esta mañana Rafael nos hace notar una
cosa:
“Llevamos acampando varios días y nuestra
despensa bien surtida, al principio de la excursión, ya se ha ido. Todo perece,
¿se acuerdan? Habrá que descender al valle a comprar víveres”.
-¿Para
qué-comenta alguien- también perecerá esa nueva despensa?
-Es
cierto pero recuerden lo que dije: “Sólo las actividades del alma son nuestras,
imperecederas más allá del fenómeno”. Lo demás nos pertenece un segundo y pasa.
¡Y hay que dejarlo pasar! ¡Hay que soltarlo porque de todas maneras está fuera
de nosotros el retenerlo!
"Sólo un día en esta vida",escribió Nezahualcoyotl. Lo que viene después queda en "manos" de otras fuerzas desconocidas por nosotros, llámese átomos de Epicuro o noúmenos de Leibniz.
Tenemos un modelo al alcance humano. Vamos a votar por la democracia.Sólo un segundo protagonizamos al depositar el voto en la urna (y tres horas haciendo cola para llegar a la urna).Sólo un segundo protagonizamos. Después fuerzas desconocidas harán de nuestro voto cosas desconocidas.
Epicteto,
en su Manual, no se anda con rodeos:
“Si
juzgas como bueno o como malo algo que no depende de ti, por fuerza te alejarás
de lo que quieres y tropezarás con lo que no quieres, y aumentarás los
reproches y odiarás a quienes crees causantes”
Dos
emprenden el descenso, mochilas al
hombro, hacia el pueblo de Chico para resurtir nuestra despensa.
Alguien
les previene desde lejos. “¡Recuerden que estamos con la pandemia encima, desde
hace seis meses, no se detengan en el bar”.
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