PEER GYNT, DE IBSEN
Ibsen
Libertad, permanencia y amor,
son los tres ejes de esta obra.
Peer Gynt es un soñador
trotamundos. Solveig es la muchacha que no se pierde en quimeras y espera hasta
lo increible. Su presencia en el texto es furtiva y esporádica, como de una
sombra. Pero es el personaje más fuerte. A tal grado que el mismo Ibsen debió
pensar si el libro debería llamarse “Peer Gynt” o “Solveig”.
En realidad son dos soñadores.
Sólo que Peer tiene muchos sueños, pues quiere ser emperador, y Solveig nada más
un sueño. Este sueño se llama Peer Gynt. En un momento Solveig le dice
“¿Vienes?” y Peer le responde: “¡Debo recorrer el mundo...Ten paciencia; lejos
o cerca...tendrás que esperar!” Solveig sólo contesta “¡Esperaré!”.Espera medio
siglo el regreso de Peer Gynt.
Peer Gynt soñando
Esto sucedió a todo lo largo
del siglo diecinueve ( la obra para el teatro se escribió en1867), en el valle
de Gudbransdalen, en las montañas
vecinas de Noruega, en las costas de Marruecos, en el desierto de
Sahara, en el manicomio de El Cairo, en el mar...
Es la tesis de tener a la mano los elementos
necesarios para la felicidad y, en cambio, pensar en vivir de otra manera. Un
hombre casado, se pregunta, a lo largo de cincuenta años de rutina, cómo
hubiera sido su vida entregado nada más a
la aventura. Peer es el hombre que vive en la aventura total pero, de
vez en cuando, se pregunta cómo hubiera sido su vida junto a Solveig.
El joven Peer no tiene nada en
aquella helada aldea de noruega, entre los fiordos alimentados por el deshielo
de las montañas. Zapatos viejos y pantalones desgarrados. Pero sueña en ser
emperador. Quiere fundar un país que se llamaría ”Gyntania”. Inventa un ego que
no se parezca a los egos de otros humanos. Será un “yo gynteano”. Y para que no
haya lugar a dudas o riesgo de confundirlo con otro ego, se le ocurre que un
“yo mismo” estaría mejor. Al momento parece que lo que le interesa es el poder:
“ La comarca entera tendrá que arrodillarse ante mí”.
En realidad no hay mucho que
reprocharle a Peer Gynt por sus sueños fantásticos. Unos sueñan distorsionando
la historia a su medida, otros sueñas
fumando mariguana y los más pobres tomando bebidas embriagantes baratas. ¿Qué
de raro tiene que Peer también sueñe?
No se ve cómo podría lograr su
sueño de ser emperador pues ni trabaja ni estudia y se la pasa imaginando
quimeras. Y enamorando a las muchachas. Ingrid se va a casar con otro pero Perr
la seduce y luego la olvida. Anitra será una esclava suya, pero lo seduce y le
saca cuantas joyas tiene. “La mujer de
verde” tiene un hijo que dice que es de Peer, pero él ni siquiera se acuerda de
tal situación, pues “estaba borracho”. El único punto fuerte es Aase, su madre.
Pero todos sus cuidados, ruegos, exigencias y más cuidados y más exigencias, no logran apartarlo de su mundo de
sueños.
Se parece a su padre. La madre reflexiona: “¿Qué queda ya de
la próspera riqueza acumulada por tu abuelo paterno, el viejo Rasmus Gynt, que
dejó para su hijo? Tu padre compraba tierras y viajaba en carruajes dorados.
¿Dónde está el dinero que derrochaba en los grandes banquetes, cuando
estallaban las botellas, y los invitados estrellaban su copa luego de beber?”
Peer le responde filosóficamente “¿Y dónde ha ido la nieve del año pasado?”
Ingrid es una muchacha rica
que se va a casar con otro pero quiere a Peer. La madre de éste le dice que es
rica : “¡Ingrid es una muchacha tan
rica! Piénsalo bien. Serías dueño de Hagstad, si tú quisieras.” Pero lo
que Peer quiere es su cuerpo y después largarse lejos. Sus sueños van más allá
del dinero y del poder. En realidad
busca dos quimeras: la libertad y la
verdad.
De todos modos llega a ser
rico. Pero en las costas de Marruecos unos vivillos lo dejan en la ruina. Sin
embargo Peer Gynt no es de los que se la pasan llorando el pasado como un
pretexto para no seguir adelante. Tiene la mente de un verdadero peleador: “No
todo acaba el día que termina la lucha”. Sus métodos para lograrlo no son muy
ortodoxos, que digamos. Uno de ellos es la venta de esclavos negros. “Negros
para Carolina y con ídolos para China”
En El Cairo va a dar a un
manicomio y aquí se encuentra con el viejo dilema de cómo hacer para llegar a
la verdad. Un habitante del lugar tiene la obsesión de llegar a ser como el rey
Apis. Pero no tiene dinero para construir pirámides y armar ejércitos para
pelear contra los turcos, como dicen que hacía el rey Apis. Peer le revela la
manera para que sea igual al rey Apis: “¡Muérete!” le dice. En el principio
será un poco diferente, pero al final serás igual que él.
Otro habitante del lugar, un
alemán, encuentra la clave para llegar a la verdad, ¿Cuál es, le pregunta Peer.
Observa. El alemán grita hacia la
Esfinge y el eco contesta en alemán.
¿Hay algo más fiel que esto para llegar a la verdad? Tal vez sin este loco
nunca hubiéramos conocido a un Wittgenstein quien, para investigar acerca de la
verdad, comparaba tres diarios del mismo nombre y del mismo día, para ver
si decían lo mismo...
Peer no cree mucho en los
historiadores. Dice que él va a dedicarse, entre otras cosas, “al estudio de la
veracidad de los tiempos pretéritos”. No a la historia sino a la veracidad de
la historia.
Entretanto Solveig sigue
esperando: “Aquí te esperaré hasta que retornes, y si me aguardas allá arriba,
¡allá nos veremos; mi bien!”
Una de las postreras experiencias
que Perr tiene es cuando se le presenta la oportunidad de engañar al diablo que
lo anda buscando para llevárselo. Sin identificarse Perr le dice que se lo
lleve con él. Está tan cansado de trotar por la vida que lo que quiere es
encontrar un lugar cálido ( aunque no demasiado) donde reposar.. El diablo
(llamado en la obra como “El hombre flaco) le pregunta por sus pecados. Porque el requisito es que sea
pecados de peso, no cualesquiera clase de pecadillos. Peer procura decirle lo
peor que ha cometido en su vida. Empieza por la venta de negros y otros por el
estilo. El diablo le dice que no son suficientemente graves: “no querrá usted
creer que por pecadillos como los suyos vayamos a gastar cantidad de
combustible, mucho más con los precios de ahora...” La moraleja es qué pecados
puede tener alguien que gana el sueldo mínimo, junto a los vivales que arrojan
las cosechas al mar para encarecer los precios del mercado...
Peer Gynt aventurero
Al final Perr decide regresar
a su aldea. Aunque ya no es rico va con una considerable cantidad de dinero.
Pero una tempestad azota el barco en el que viaja y lo pierde todo.
Viejo, después de tantos años
de vagabundeo, Peer compara las diferentes etapas de la vida de un hombre con
la metáfora de la cebolla.Se refiere a sí mismo: una capa el náufrago, otra el
buscador de oro, otra el traficante de negros, otra el jugador, otra el
pescador de la bahía de Hudson, otra la corona de un rey, otra el explorador
del pasado, otra el conquistador de mujeres, otra...
Al final lo único que Peer
Gynt conserva es su yo. No está seguro que todavía sea su “yo gynteano”. Sólo
su yo. Pero ese yo siente ahora que,
para estar completo, necesita otro yo. Y se acuerda de Solveig. Va al encuentro
de la muchacha con el temor de que lo rechace o que ya no viva. Pero ésta al
verlo sin titubear le extiende los
brazos.
Y, muy al margen de las
corrientes psicoanalíticas que corren en la época, cuando Ibsen escribió esta obra, Peer Gynt corre hacia Solveig,
como un niño que vuelve a encontrar a su madre: “¡Mi madre! , ¡Mi esposa!
¡Mujer sin mancilla!¡Ah, ocúltame, ocúltame ahí dentro!