Autor: Paulo Freire
Siglo XXI Editores
Decima edición en español
Es necesario preparase responsablemente para enseñar y estar dispuesto a aprender de la frescura de las preguntas de los alumnos.
El deber de los escritores es escribir de un modo simple, no dificultar la comprensión del lector, pero no es darle las cosas hechas y prontas. Porque la comprensión de lo que se está leyendo o estudiando no sucede repentinamente como si fuera un milagro. Leer, estudiar, es un trabajo paciente, desafiante, persistente. No es tarea para gente demasiado apresurada o poco humilde que, en vez de asumir sus deficiencias prefiere trasmitirlas al autor o a la autora del libro, considerando que es imposible estudiarlo.
Porque Freire deja bien claro que existe una relación necesaria entre el nivel del contenido del libro y el nivel de capacitación actual del lector. Estos niveles abarcan la experiencia intelectual del autor y del lector. Cuando la distancia entre esos niveles es demasiado grande, cuando uno no tiene nada que ver con el otro, todo esfuerzo en búsqueda de la comprensión es inútil. De aquí la necesidad del lector de leer y subir el nivel de comprensión. Al mismo tiempo la necesidad del escritor de leer para lograr la sencillez en la exposición del tema y la sencillez de la redacción. Advierte que lo dificultoso de todo esto es la burocracia intelectual.
"Es este un esfuerzo que debe comenzar con los preescolares,intensificarse en el periodo de la alfabetización y continuar sin detenerse jamás" |
Los procesos entre el leer y el escribir no se pueden separar. Mejor aun: pensar, hablar, leer y escribir. La oralidad antecede a la grafía. Lo primero lo traemos los humanos desde el arranque de la sociedad hasta conquistar los símbolos que decían algo de sus sueños, de sus miedos, de su experiencia social, de sus esperanzas y de sus prácticas.
Lo que está en juego es la lectura de la palabra y la lectura del mundo. El objeto y la sustantividad. La sustantividad del objeto. El descuido de la familia y del maestro, en la formación del individuo como lector- escritor, es la causa que más tarde, ya inclusive en el posgrado, este diga: “Tengo una enorme dificultad para hacer mi tesis. No sé escribir”. Freire recomienda que se escriba de algo, ya sea película, libro o hasta de la televisión, al menos tres notas por semana. Hasta que el individuo se diga a sí mismo: “escribir es lo mío”. Natural, imprescindible, sin angustia, con deleite.
Dice que si nuestras escuelas, desde la más tierna edad de sus alumnos se entregasen al trabajo de estimular en ellos el gusto por la lectura y la escritura, y ese gusto continuase siendo estimulado durante todo el tiempo de la escolaridad, posiblemente habría un número bastante menor de posgraduados hablando de su inseguridad o de su incapacidad para escribir.
¿Pero cómo se logra esto? Leyendo. Frecuentando la lectura de buenos escritores, de buenos novelistas, de buenos poetas, de científicos, de filósofos que no temen trabajar su lenguaje en la búsqueda de la belleza, de la simplicidad y la claridad.
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