ETNIA QUICHÉ, CREACIÓN PRIMIGENIA DE LOS DIOSES




El libro del Consejo ( Popol Vuh)

Universidad Nacional Autónoma de México
 México,1964

“El Popol Vuh (el nombre k’iche’ se traduciría como: Libro del Consejo o Libro de la Comunidad) es una recopilación de varias leyendas de los k’iche’, el pueblo de la cultura maya demográficamente mayoritario en Guatemala. El libro tiene un gran valor histórico, así como espiritual. Se le ha llamado, erróneamente, Libro Sagrado o la Biblia de los mayas k'iche's. Es una narración que trata de explicar el origen del mundo, la civilización y los diversos fenómenos que ocurren en la naturaleza.1La expresión Popol Vuh está compuesta de los términos en idioma k’iche’: Popol - reunión, comunidad, casa común, junta y Wuj que significa libro.”Wikipedia


Esto sucedió  en lo que ahora conocemos como América central, particularmente en Guatemala y México, y aun quedan abundantes y  portentosos testigos arquitectónicos de la obra de los dioses quiché.

Es el origen de todo lo que  hicieron  en la ciudad los hombres de la etnia quiché. Esto sucedió en el alba de la vida, en la civilización sedentaria. Antes había sido la época de la oscuridad, como se llama al tiempo de las emigraciones.
 
Dioses mayas
El tiempo de la oscuridad fue donde tuvo lugar toda la evolución espiritual, académica e intelectual, desde  el más incipiente empirismo hasta los números posicionales  y la utilización de los ceros. Nueve siglos antes de lo que se tiene registrado como la más antigua utilización del cero en la India. La elaboración de mapas astronómicos, la arquitectura y la escultura ( Pensamiento Matemático y Astronómico en el México Prehispánico, de Gullermo Garcés Contreras).

Al hacerse sedentarios y empezar a construir pueblos y grandes centros ceremoniales, ya tenían todo elaborado. Semejante de lo que sucede cuando en la actualidad se funda o se construye una universidad. No van  empezar a aprender desde la barbarie sino  mostrar lo que ya se sabe. Empezando por la concepción heliocéntrica en torno de la cuales van a  construir  las pirámides  con su orientación hacia el oeste: “Grande era la exposición, la historia de cuando se acabaron de medir  todos los ángulos del cielo, de la tierra, la cuadrangulación, su medida, la medida de las líneas, en el cielo, en la tierra, en los cuatro ángulos, en los cuatro rincones, tal como había sido dicho por los Constructores.”

Para entonces se tiene ya bien establecido que el número 13 es número totémico, mágico, porque el universo se compone de tres cuadriláteros que corresponden a las tres dimensiones Tierra, Cielo, Mundo Subterráneo ( igual a 12 ángulos) más el hombre, que está en el Centro:13. Cielo, Tierra y Hombre, la concepción completa que amalgama al geocentrismo, el heliocentrismo y el antropocentrismo.
 
Tikal, gran centro ceremonial maya, República  Guatemala
Tuvieron que arrancar desde antes del principio, cuando apenas  la materia preexistente estaba revuelta con el agua: “Solo en cielo existía. La faz de la Tierra no aparecía, sólo existían la mar limitada, todo el espacio del cielo. No había nada reunido, junto. Todo era invisible, todo estaba inmóvil en el cielo. No existía nada edificado.”

Hasta entonces tuvo lugar la Palabra de mando,  “La Palabra que instantáneamente da la forma a la materia.” Fue cuando los dioses quiché se reunieron, al despuntar el alba del día y de la vida, para hacer al hombre: “Entonces se mostraron, meditaron, en el momento del alba, y decidieron construir al hombre. Los hombres necesitaban a los dioses para que ellos los nutrieran y los dioses para que los hombres sostengan a los dioses espiritual y materialmente con la sangre de sus propios cuerpos y la de los guerreros prisioneros.

Heidegger va a coincidir con el Popol Vuh cuando se refiere al Ser y su necesidad de los humanos: "El Ser es el fundamento de los fundamentos. Pero tiene necesidad de lo que él funda, es decir, del hombre para constituir allí una presencia. Más generalmente, el Ser tiene necesidad del existente para ser."M. Corvez, La filosofía de Heidegger.

La piedra verde, el baile comunitario, el humo de copal y la ingesta de los hongos alucinógenos, son las ofrendas rituales, pero ninguna tan valiosa como la sangre de los hombres. Cuando vivían ya los animales, las plantas, los dioses decidieron formar a los hombres: “Que la germinación se haga, que el alba se haga en el cielo, en la tierra, porque no tendremos adoración ni manifestación por nuestros construidos, nuestros formados, hasta que nazca el hombre construido, el hombre formado.”
 
Edición de 1983
Pero hacer al hombre resultó un hueso duro de roer hasta para los mismos dioses quichés. Tarea fácil había sido hacer las estrellas en el cielo y sus modos mecánicos de permanencia. Pero el hombre no tendría que ser un robot, como máquina sin voluntad ni seso. Se necesitaba que fuera discutidor, murmurador, escéptico para que  dudara que lo ya establecido, rebosante de yoismo. Todo eso pero acotado. No fuera a pensar un día que él era el creador. Tendría que ser de un acabado muy fino, de tal manera que la creación estuviera con algunos “candados”. Si sus egos se desorbitaban ellos, los hombres, causarían su propia  perdición y, tal vez, su extinción. Candados como desertización de los campos, infección   del aire, contaminación de las aguas…

El primer intento de creación del hombre  lo buscaron en la “palabra” de los animales. Era un gorjeó, un mugido,  no era la palabra. Si los animales no podrían pronunciar el nombre de los dioses, tampoco podrían adorarlos: “Nuestra adoración es imperfecta si ustedes no nos invocan.”

Hicieron los dioses hombre de barro y otros de madera y tampoco sirvieron: “Al principio hablaron pero sin sensatez.” Pero algo quedó del experimento. De los hombres de madera surgieron los monos que andaban en los árboles.

De ahí que la palabra, el idioma,debe cuidarse.El bienestar vital y el valor utilitarista no pueden navegar entre modos degenerados de comunicación,por más que se defienda la posición de la "lengua viva".O, como dice los dioses del Quiché, acabaremos hablando sin sensatez.

Finalmente decidieron formar hombres no nacidos de hombre y mujer, sino directamente de los dioses. La teoría evolucionista vendrá después pero la creacionista tuvo que hacer  presencia para que al fin empezara  la humanidad, la ciencia y la cultura:

 “Solamente por ciencia (Mágica) fue su construcción, su formación, por los Constructores, los Formadores, los Procreadores, los Engendradores, los Dominadores, los Poderosos del Cielo. Entonces tuvieron apariencia humana, y los hombres fueron, hablaron, dijeron, vieron, oyeron, anduvieron, asieron. Hombres buenos, hermosos. La mirada fue, existió, al instante su mirada se elevó.”



El 7 de agosto de 2013 salió publicada la noticia, referente a un hallazgo arqueológico, dado en suelo guatemalteco, que aporta mas conocimiento a esa gran cultura centroamericana.He aquí parte del artículo referido:

El friso descubierto por Francisco Estrada-Belli y su equipo de trabajo

Guatemala, 7 ago (EFE).- Un friso de la cultura maya, considerado como el más espectacular hasta ahora visto, fue encontrado en el centro arqueológico precolombino de Holmul, ubicado en el departamento de Petén, norte de Guatemala y fronterizo con México y Belice, reveló hoy uno de sus descubridores. El arqueólogo guatemalteco Francisco Estrada-Belli, director del sitio de Holmul, explicó en rueda de prensa que el friso, de 8 metros de largo por 2 de ancho, fue hallado en una pirámide maya que data del año 600 después de Cristo, decorada con imágenes de dioses y gobernantes y una larga inscripción. Este es un hallazgo extraordinario, es una obra de arte que también nos proporciona mucha información sobre la función y significado del edificio", destacó. EFE






























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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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