San
Francisco de Asís
G. K.
Chesterton
Editorial
Juventud, S. A. Barcelona,
Traducción
del inglés por M. Manent
Barcelona 7
de abril de 1925
San
Francisco fue una consecuencia lógica de la historia de Europa de ese tiempo.
Pero como se desconoce mucho de la esa historia, se toma al santo como una cosa
extraordinaria, tan extraordinaria que llega a no creerse mucho de su pensamiento.
San
Francisco es tan atrayente, y a la vez tan inaceptable, para los pensadores
racionalistas, como en su momento lo fue para la alta jerarquía católica.
Esto es así porque se quiere conocer a San Francisco sin conocer la historia que precedió a San Francisco. Como querer comprender una obra de teatro, pone como ejemplo Chesterton, cuando se llega al teatro, al caer el telón, sin haber asistido al desarrollo de la obra.
Esto es así porque se quiere conocer a San Francisco sin conocer la historia que precedió a San Francisco. Como querer comprender una obra de teatro, pone como ejemplo Chesterton, cuando se llega al teatro, al caer el telón, sin haber asistido al desarrollo de la obra.
Chesterton
se refiere a la mayor parte de la
historia moderna para describir el contexto intelectual y social en el que
vivió San Francisco. Historia que parece una nota periodística, dice, que
relata el final del asunto sin mencionar el principio. Con lo que el espectador
conoce el beso que se da la pareja, al final
de la película, sin conocer la
trama ni a los a los personajes:
“Esto
resulta muy excitante; tanto como el último acto de una obra para quien llegó al
teatro un momento antes de caer el telón.
Pero no conduce precisamente a saber de qué se trata. Esta cómoda manera de presenciar el drama pude recomendarse a
los que se satisfacen con sólo presenciar
el pistoletazo o el beso apasionado.”
Así para con
los individuos que leen un episodio de
la Historia sin tener noticias del
episodio precedente: “Hombres para quienes la razón empieza con el Renacimiento, hombres para quienes la
religión empieza con la Reforma, no pueden dar un informe completo sobre nada, pues han de tomar por base instituciones cuyo origen no pueden explicar,
y por lo común, ni imaginar siquiera.” Y es cuando se dan las deformaciones de
la historia. Inocentes o deliberadas.
Como en el
terreno de la filosofía los seguidores laicos del verdadero Kant, toparon con
obstáculos en el método de Kant, que prefirieron hacer su propio kantismo. Metieron en un mismo mortero al
fenómeno y a la entelequia. Revolvieron filosofía con religión. Hicieron su
propio método filosófico hibrido al que olvidaron quitar el nombre de Kant. A ellos se refiere
Chesterton:
“Estos distinguidos escritores toman por obstáculo hechos como los Estigmas, porque para ellos la religión era una filosofía.”
En el caso
de San Francisco los Estigmas aparecieron por los enigmas que marcaron la vida
del santo, no al revés. Es decir que se los ganó con el modo de su vida, no se
los regalaron. Chesterton relata, a su modo de singular erudito, que es, la
tragedia de nuestro tiempo hablando de historia o, en otras palabras, cómo la
Historia se volvió una disciplina cuestionable, por no decir amañada.
La mayoría,
la gran mayoría, de las historias, aun de las salidas de la academia, relatan
el último capítulo del conflicto. Es decir, lo que nos hicieron, no lo que
hicimos.
En un mundo fenomenológico sólo en el futbol se conoce de generación espontánea y muertes súbitas. En la historia de la humanidad todos son efectos de una causa. Y efectos que a la vez se vuelven causas de otros efectos. Chesterton empieza así el capítulo segundo de su obra:
“la innovación que ha substituido con el periodismo a la Historia…Pero aun éste será un paralelismo incompleto, ya que los periódicos dan una especie de sumario de la historia, de la novela, pero nunca dan nada que se parezca, ni remotamente, a un sumario de la Historia.”
Y más
adelante se refiere como el periodismo fue sustituyendo a la Historia. Nos pone
el ejemplo de alguien que cayó muerto: “el almirante Bang cayó muerto, y esta
es la primera indicación que nos llega sobre el hecho de que hubiera nacido. Es
especialmente significativo el uso que hace el periodismo de sus reservas
bibliográficas. No piensa nunca en publicar la vida sino cuando publica la
muerte. Y aplica este procedimiento así a los individuos como a las
instituciones y a la ideas. Después de la Gran Guerra nuestro público empezó a oír
hablar de naciones de toda especie que estaban emancipándose. Pero nadie le
había hablado hasta entonces de que hubieran sido esclavizadas. Se nos llamaba
juzgar sobre la equidad de las soluciones, siendo así que nunca nos fue posible
enterarnos de la existencia de los conflictos.”
Este es el
hombre, San Francisco, que con toda lógica histórica pero que, debido al
desconocimiento, al ocultamiento, de los procesos integrales de la Historia, va
a irrumpir en el centro del mundo occidental,
entre hombres para quienes la razón empieza con el Renacimiento, hombres para quienes la
religión empieza con la Reforma, y que no pueden dar un informe completo sobre nada, pues han de tomar por
base instituciones cuyo origen no pueden
explicar, y por lo común, ni imaginar siquiera…
“Gilbert Keith
Chesterton ['gɪlbət ki:θ 'ʧestətən] (Londres, 29 de mayo
de 1874 - Beaconsfield, 14 de junio
de 1936), escritor británico
de inicios del siglo
XX. Cultivó, entre otros géneros, el ensayo, la narración,
la biografía,
la lírica,
el periodismo
y el libro de viajes.”
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