Los alpinistas hablan como
alpinistas, los beisbolistas como beisbolistas, los hampones como hampones, los
políticos como políticos, los gigolós como gigolós, los religiosos como religiosos,
los biólogos como biólogos, los carpinteros como los carpinteros. Los filósofos
como filósofos. Sólo los peluqueros hablan de todo.
Cada uno de estos grupos es una
abstracción social, muy necesaria para entenderse entre ellos. Es la práctica
de la especialización, con terminologías muy establecidas dentro de su campo
pero también con neologismos, según vayan apareciendo nuevas investigaciones o
nuevas herramientas.
¿Cómo amar a la naturaleza si no se le conoce in situ? Sierra de Pachuca Hgo. Foto de Omar Altamira A.17/marzo 2019 |
El problema es que se llegue a
considerar el centro del universo, no como parte de él, porque entonces se
invertirán los papeles.
En algunos países el pueblo está al servicio
de los políticos, no al revés. Los creyentes al servicio de la jerarquía
religiosa, no al revés. Los afectados
por el sismo, al servicio de algunos centros de acopio, no al revés. Los
enfermos atendiendo a las grandes instituciones de salud pública o
institucional, no al revés
Es cuando la abstracción se vuelve un
peligro para la sociedad. En su obra La
risa, H. Bergson se refiere a esta situación: “Cada profesión comunica a
quienes la ejercen unos hábitos mentales
y unas particularidades que los hace asemejarse entre sí y los distingue de
todos los demás. Así se van construyendo pequeñas sociedades en el seno de la grande. Proceden, sin duda,
de la misma organización de la sociedad”.
Pero advierte cuando esa abstracción, tan necesaria en la praxis, se
exagera: “Un excesivo aislamiento acabaría por ser una amenaza para la
comunidad.”
Si no abiertamente se vuelve un
peligro, si por omisión. Una comunidad, tan falta de luces culturales, debe ir
muy lejos para conseguir una revista de temas filosóficos, por ejemplo.
Lo más cercano era una peluquería que, entre
sus revistas, se podía pescar alguna cosa que valiera la pena leerse. Ahora da
la impresión que los filósofos ya se fueron también
en la caravana de los emigrados ilegales, ¡y no para hacer trabajo de campo!…
Ese vacío, en el terreno cultural, lo
llenan los medios.
A nuestros científicos y gente de letras no
los conocen ni en su casa, por así decirlo, pero basta un desadaptado
organizado, aunque sea de medio pelo, para llenar la primera y la ultima de
forros de los diarios. Y de alguna manera se exhiben paradigmas: “El espectador
se coloca siempre del lado del pícaro“ escribe Bergson en la obra citada.
El alpinismo, como plan de vida, es
al estilo del peluquero, que puede ir por los diversos campos que la montaña
ofrece, se aísla por días o semanas en los apartados bosques, o escalando las
aristas de la alta montaña, y, gustoso, se reintegra después al mecanicismo de
la vida en la ciudad. Soledad y comunidad son partes ineludibles de su vida.
Soledad y comunidad son parte ineludible de su vida Sierra de Pachuca Hgo. |
El alpinismo como deporte tiene, sino
en todos los casos, sí en muchos, una fuerte carga de narcisismo. Difícilmente
este escalador ejemplar hará algo por su comunidad. De sus meritorios
logros en la montaña nadie sabrá nada. Es como apuntó Bergson: “Un excesivo
aislamiento acabaría por ser una amenaza para la comunidad.”
¿Pero qué puede hacer? No lo sabemos,
cada quien desde su circunstancia…
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