El Deus ex machina
está presente en casi todas las obras de Eurípides debido a que el humano se ha
vuelto mentiroso y no se puede ya confiar en su palabra.
Eurípides 485 a C.
Las dos grandes y respetables instituciones de la sociedad, Estado e Iglesia, han visto pasar por sus salas y pasillos individuos de poco fiar. Así sea uno en un millón, la duda tiende a generalizarse.
¿A quién acudir? ¿Quién, entonces, será un fiador digno de confianza plena? Dios.
Todavía quedan países
en los que se jura sobre la Biblia como testigo, o levantando la mano señalando
al cielo.
En los países cuya constitución política es de corte laico se
jura por la patria como una entelequia sagrada e incorruptible, al tomar
posesión del cargo.
Pero la historia que se tiene a la vista es que el “si no
cumplen que la patria se los demande” se ha vuelto un acto puramente
protocolario.
Ortega y Gasset hace la
reflexión que, decir patria o sociedad, o todos o mundo, o pueblo o las
masas, es como remitir, llegado el caso, a un relativismo.
Cuando ese caso llega se hace mucho ruido pero, el ruido, como las ondas hertzianas, acaba perdiéndose entre el montón de los nuevos acontecimientos del presente día. El “mundo” no exigió, “todos” no reclamaron, la “patria” no pidió cuentas claras, el “pueblo” se olvidó pronto del asunto y las “masas” andan en otro asunto.
Cuando ese caso llega se hace mucho ruido pero, el ruido, como las ondas hertzianas, acaba perdiéndose entre el montón de los nuevos acontecimientos del presente día. El “mundo” no exigió, “todos” no reclamaron, la “patria” no pidió cuentas claras, el “pueblo” se olvidó pronto del asunto y las “masas” andan en otro asunto.
Pero Eurípides trae el Deus
ex machina para remitir casos que parecen no tener solución lógica interna.
Esquilo y Sófocles también recurrieron al
Deus ex machina, pero no tanto como Eurípides.
Examinado los elementos de la tragedia griega Nietzsche dice
que el sentimiento apolíneo (bueno, soñador) y el instinto dionisiaco (bárbaro)
que era la estructura de las obras de teatro, Eurípides encontró que ya eran
emociones frías y paradójicas, que llenaban de emoción al público por no saber
de antemano cuál iba a ser el final de sus héroes. ¿Quién le garantizaba a ese
público el final?
Fue cuando introdujo en sus tragedias el elemento intrínseco,
lo inesperado, lo inexplicable: la intervención divina que va en ayuda del necesitado
o bien, esa misma intervención divina que de manera sorprendente mete el caos
en lo que marcha bien de manera razonable.
Dios interviene en los planes de los hombres
De la tragedia de Medea
Tomado del Internet
¿Por qué a los buenos les suceden cosas malas si su conducta
no tenía esa perspectiva de vida?, ¿Por qué esta persona tuvo que morir en
plena juventud?,¿Por qué hay malos que viven del sufrimiento de los pobres?,
etc. ¿Eso es lo que Dios quiere?
En un esfuerzo intelectual extraordinario Leibniz ideó la paz preestablecida y su mundo perfecto. Dios no puede crear situaciones
malas. Pero como éstas siguen dándose, se debe a que no conocemos los santos
designios de Dios. Es así como Leibniz
desempolvó el Deus ex machina de Eurípides.
Los filósofos desde la antigüedad, al quedar entrampados en
situaciones al parecer sin explicación, recurrieron a la aporía, como decir, callejón sin salida, una dificultad lógica sin
solución.
Metido hasta el cuello en la aporía
Dibujo tomado del libro
La psiquiatría en la vida diaria
Para Dylan la respuesta está en el viento, es decir, en la
entelequia que viene en nuestro auxilio
pero cuya solución sigue estando fuera
de nuestras fuerzas y recursos lógicos. El tango tampoco escapa al Deus ex machina: “pero el Señor celoso, de sus encantos, se la
llevó”.
Pero en novela, en poesía y en religión, se necesita darle
una solución. Algo que vaya en auxilio
del autor del guion y ya no sabe cómo salir. Es
cuando aparece el Deus ex machina.
Con relación a los personajes mentirosos de las tragedias
Nietzsche, en El origen de la tragedia,
apunta: “un dios debía, por decirlo así, salir fiador ante el público de los
acontecimientos de la tragedia y disipar todas las dudas sobre la realidad del
mito, procedimiento análogo a aquel otro
que le sirvió a Descartes para
probar la realidad del mundo empírico, apelando únicamente a la veracidad de Dios,
incapaz de mentir. Esta veracidad divina la emplea Eurípides también otra vez
al final de su drama para informar al público de los destinos futuros de sus héroes;
este es el papel del famoso Deus ex
machina”
Bueno, los mexicanos no nos perdemos en esos enredos: hoy no
abrieron la lechería de la CONASUPO, ¿Por qué no la abrirían? Salimos del paso
con sólo decir: “Yo no sé, sólo Dios sabe”, y a otra cosa. De esta manera la
gente refrenda, sin saberlo, de manera común y todos los días, el Deus ex machina de Eurípides.
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