21 DE SEPTIEMBRE, ALZHEIMER ¿Y LA FAMILIA?

Alzheimer y la familia responsable.

Por la esperanza y la añoranza se define la existencia.

 Quitada la añoranza, el pretérito, se queda estancado en el minuto presente, y la añoranza se borra.

Los relatos de los viejos, repetidos una y otra vez, es el magnífico ejercicio de la mente que nos dice de qué manera, se construyó ese individuo. En tanto permanezca la repetición, el individuo no se alejará de la playa y perderse mar adentro.

Los acontecimientos y circunstancias en el mundo fueron desarrollando  ese yo cardinal con el que llegó a la vida biológica.

Pero ya no queremos oír esos tautológicos relatos. Estoy ensimismado viendo la pantallita de mi celular. Apenas oigo, como un molesto murmullo, la N repetición del viejo.

El viejo percibe mi desinterés y empieza aguardar silencio. Empieza a irse hacia las profundas soledades de su ser.

El cuenta cuentos ya no tiene quien le escuche. El novelista de su propia novela ya no tiene quien lo lea.

Deja de repetirse y de esa manera es como se van borrando los sucesos y los detalles. Deja de recordarse.

Uno de tantos relatos que hacía se refería a una huelga estudiantil que hubo  el siglo pasado en la Universidad Nacional Autónoma de México.

Un rector quiso empezar a privatizar a la institución, los estudiantes se organizaron y al final lo impidieron.

 Uno de tantos temas del viejo versaba sobre que  México es uno de los países en el planeta que menos invierte en educación pública. Se toma como un gasto, no como inversión. El resultado lógico son hospitales, cárceles saturadas y las calles en la inseguridad plena. Pues sí,  sólo bastaría invertir el concepto: la educación pública no es gasto,  es inversión.

Acabo leer, decía el viejo,  en El Faro, suplemento publicado por la UNAM, número75 de junio de 2007, página 8, que “En México hay un científico por cada 8,660 habitantes, aproximadamente. En Estados Unidos hay un científico por cada 237 habitantes, en Francia uno por cada 184, y en Brasil un científico por cada 2237 habitantes….En Brasil  se gradúan, con doctorado,  cerca de 10,000 estudiantes al año, mientras que nosotros graduamos poco más o menos 1,500.

Rancias pláticas que a nadie de la familia interesan. Precisamente en este momento algo llama mi atención en mi teléfono inteligente. En apenas dos horas una noticia ha registrado dos millones de entradas en online: los tacones de sus zapatos de Melania Trump, son altos y de aguja.

De seguro mucho del mundo femenino se apresta a comprar eso para no quedar fuera de la moda. La misma primera dama de Estados Unidos seguramente nada tuvo que ver con esas artimañas del mercado.

                                                                     Valle de México

Un día el viejo de la casa leyó algo que salió publicado en Internet. Que el 21 de septiembre se celebra el Día Mundial del Alzheimer y cómo se puede prevenir según Harvard. Entre otras recomendaciones como dormir bien, alimentarse de manera inteligente etc., hacer ejercicio físico.

 “La evidencia más convincente es que el ejercicio físico ayuda a prevenir el desarrollo de la enfermedad de Alzheimer o retardar la progresión en personas que tienen síntomas”, dice el Dr. Gad Marshall, director médico asociado de ensayos clínicos en el Centro de Investigación y Tratamiento de Alzheimer del Hospital Brigham and Women’s, afiliado a Harvard.

“La recomendación es 30 minutos de ejercicio aeróbico moderadamente vigoroso, de tres a cuatro días a la semana”.

Mi generación es del mundo virtual, ese del que para estar enterado de las últimas noticias es necesario verlas en  televisión y leerlas en el periódico, todos los días y definitivamente  no hay  tiempo para seguir escuchando al viejo.

Lo conozco desde la niñez de ambos. Sabe que he hecho del alpinismo no un deporte sino un modo de vida. Manifestó su intención de salir a caminar por las montañas el año pasado.

Ahora estamos en el refugio del Teyotl (4,500 m.s.n.m.), noroeste de la Cabeza de la montaña Iztaccihuatl. Arribamos al lugar con los últimos rayos del sol y el termómetro se fue hasta muy abajo del cero.

 Corrimos con suerte. La delincuencia organizada asalta a los montañistas, impunemente,  en las cotas arriba del pueblo de San Rafael, que es de donde se parte para el Teyotl. La policía agarra a dos o tres y no obstante los asaltos siguen. El largo descenso será otra aventura pasar desapercibidos por los delincuentes.

Los ejidatarios cobran una cuota a los alpinistas que suben por ese rumbo, pero a cambio no hay servicio ni seguridad alguna. Prestos para cobrar pero a la hora del conflicto nadie es responsable.

Mi amigo ha comprendido: los viejos, aherrojados en el rincón de la casa, les falta ejercitar sus mecanismos fisiológicos de adaptación que sólo en los horizontes naturales se encuentran: el frío, el calor, el viento, la lluvia, las noches con sus estrellas bajo el pedazo de firmamento sobre su cabeza… Los mecanismos fisiológicos se atrofian, encerrados en las cuatro paredes de la casa.


                  Desierto de Samalayuca, Chihuahua,México. 50 grados C.

            Los mecanismo fisiológicos de adaptación al medio ejercitándose.

                                En la foto Javier Osorio y Luis Herrera.

                                           Foto de Armando Altamira

Flanco oeste de la montaña Iztaccihuatl y la ubicación del refugio de El Teyotl



                El Teyotl, y el refugio del mismo nombre, se localiza en el número 1 de la foto

 15 grados bajo cero. Los mecanismo fisiológicos de adaptación al medio ejercitándose.

La cultura industrial, dice en tanto calienta el agua para la taza de café de la cena, resuelve muchos problemas del pasado con sus tecnologías increíbles, pero, al igual que muchas medicinas, crean otros problemas que señalan con la palabra “contra indicaciones”.

 Ahora, en vez de caminar por los senderos del bosque (la Ciudad de México  está en el centro de   cordilleras altas y bajas) nos sentamos en el sofá a ver comerciales y programas hueros todo el día en la televisión obligados por la pandemia. Y de tanto ver programas hueros, nos vamos haciendo hueros.

Jean Wahl, un filósofo  francés, nota en su obra Introducción a la filosofía, que “la existencia no existe únicamente en el pasado, o en el futuro. Existe más bien en los actos con que el ser existente se destruye y se construye a sí mismo.”

Cuajado el viejo frente al televisor, dice mi amigo, ha dejado de reconstruirse y acaba por olvidarse de sí mismo. Ha olvidado reconstruirse y también ha olvidado resolver por sí sus necesidades fisiológicas...


TLALMANALCO, Méx., marzo 5 (EL UNIVERSAL).- La zona boscosa de San Rafael, en las faldas del volcán Iztaccíhuatl, es muy peligrosa para montañistas que visitan el lugar ya que operan bandas de delincuentes que fuertemente armados los asaltan y violan a las mujeres, advirtieron los propios excursionistas.

 Según las propias autoridades municipales, se presentan hasta ocho atracos al mes en contra de deportistas extremos que acuden a este lugar, sobre todo los fines de semana, porque no hay vigilancia de ninguna de las corporaciones municipales, estatales y federales, ni de los ejidatarios que controlan el parque.

 Juan Carlos Durán Gutiérrez, director de Protección Civil de Tlalmanalco, reconoció que cada fin de semana se registra un robo en diferentes parajes del ejido, pero hay ocasiones que son hasta dos, principalmente en “Las Trancas”, el más alejado de la caseta de vigilancia del área que administran ejidatarios que cobran una cuota a los visitantes.

 El domingo 26 de febrero, 60 personas que acampaban y comían en el paraje “Nexcoalanco”, fueron asaltadas por 25 hombres armados y encapuchados que golpearon y causaron heridas a más de 20, incluyendo a un niño de ocho años y abusaron de tres mujeres.

 Los ladrones, vestidos con ropa camufleada, cubiertos de la cara con pasamontañas, salieron de entre los matorrales armados con rifles, escopetas, pistolas y machetes para rodear primero a un grupo de aproximadamente 40 personas que acampaban y comían.

 Luego sometieron a otras más que venían bajando, amarrándolas a todas, hasta sumar más de 60, incluyendo niños y mujeres.

 Los encapuchados hicieron disparos al aire y a casi todos los hombres les pegaron con machetes y pistolas, causándoles lesiones a por lo menos a 20 en cara, cuerpo y cabeza, entre ellos Fernando, de ocho años, a quien le pegaron en la espalda.

 A Alejandro, de 27 años, le fracturaron la nariz con la cacha y a Salvador lo hirieron de una pierna con una pistola de diábolos.

 Un perro bóxer que acompañaba a campistas de Cuautitlán fue baleado en el cuello con una escopeta.

“Entregamos celulares, carteras, dinero, relojes, cámaras, equipo de montaña y luego nos quitaron los zapatos que aventaron a una camioneta Chevrolet para luego amarrarnos de pies y manos con las agujetas”, recordaron.

 La misma suerte corrió un profesor y 11 alumnos de la primaria Juan Jacobo Rousseau, del Distrito Federal, que acampaban en la zona.”

 

 

 

 

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Justificación de la página

La idea es escribir.

El individuo, el grupo y el alpinismo de un lugar no pueden trascender si no se escribe. El que escribe está rescatando las experiencias de la generación anterior a la suya y está rescatando a su propia generación. Si los aciertos y los errores se aprovechan con inteligencia se estará preparando el terreno para una generación mejor. Y sabido es que se aprende más de los errores que de los aciertos.

Personalmente conocí a excelentes escaladores que no escribieron una palabra, no trazaron un dibujo ni tampoco dejaron una fotografía de sus ascensiones. Con el resultado que los escaladores del presente no pudieron beneficiarse de su experiencia técnica ni filosófica. ¿Cómo hicieron para superar tal obstáculo de la montaña, o cómo fue qué cometieron tal error, o qué pensaban de la vida desde la perspectiva alpina? Nadie lo supo.

En los años sesentas apareció el libro Guía del escalador mexicano, de Tomás Velásquez. Nos pareció a los escaladores de entonces que se trataba del trabajo más limitado y lleno de faltas que pudiera imaginarse. Sucedió lo mismo con 28 Bajo Cero, de Luis Costa. Hasta que alguien de nosotros dijo: “Sólo hay una manera de demostrar su contenido erróneo y limitado: haciendo un libro mejor”.

Y cuando posteriormente fueron apareciendo nuestras publicaciones entendimos que Guía y 28 son libros valiosos que nos enseñaron cómo hacer una obra alpina diferente a la composición lírica. De alguna manera los de mi generación acabamos considerando a Velásquez y a Costa como alpinistas que nos trazaron el camino y nos alejaron de la interpretación patológica llena de subjetivismos.

Subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008. Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero, integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se desarrollaba el “Ciclo de Conferencias de Escalada 2008”.

Para mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de los relatos de montaña, con frecuencia llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes de lejanas tierras, hasta aquel refugio en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro escalador?

Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas?”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos fraternal y apasionadamente.

Tuve la fortuna de encontrar a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la Federación Mexicana de Deportes de Montaña y Escalada, A. C. (FMDME). Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás).

Después los perdí de vista a todos y no sé hasta donde han caminado con el propósito de escribir. Por mi parte ofrezco en esta página los trabajos que aun conservo. Mucho me hubiera gustado incluir aquí el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos, que relata la expedición nuestra al filo noreste del Aconcagua en 1974. Se trata de la suma de tantas faltas, no técnicas, pero sí de conducta, que estoy seguro sería de mucha utilidad para los que en el futuro sean responsables de una expedición al extranjero. Pero mi último ejemplar lo presté a Mario Campos Borges y no me lo ha regresado.

Por fortuna al filo de la medianoche llegamos a dos conclusiones: (1) los montañistas dejan de ir a la montaña porque no hay retroalimentación mediante la práctica de leer y de escribir de alpinismo. De alpinismo de todo el mundo. (2) nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente los errores. Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no publicar de alpinismo…

Al final me pareció que el resultado de la jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más escribir.

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