Dejar todo cuando el capitán de la
orden de partir.
¿Todo? ¿Mis dineros? ¡Mis amores’ ¿Mi
casa? ¿Mi automóvil? ¿Mi fama? ¿Mis aduladores?¿ Mi tarro cervecero?
El capitán fue claro: ¡Dejar todo!
¿Por qué lo dejaría si todo, cosas y
afectos, es mío?
Epicteto: “Lo que perturba a los
hombres no son las cosas, sino los juicios que hacen sobre las cosas”.
Desván lleno de cachivaches que en su
día engalanaron el sitio principal de la sala de la casa. Pronto fueron
desplazados por otras cosas de moda. Y como la moda antes duraba un lustro,
pero ahora cuando más un año, el desván se fue llenando de cosas.
Igual se acumularon emociones,
sentimientos, afectos. Son desplazados por afectos nuevos, en detrimento de los
anteriores, y el desván metafísico se va llenando en ocasiones hasta el
sobrecupo.
Pero ya material, o ya sentimental,
al final no queremos desprendernos de ellos. ¿Por qué hacerlo si, como digo, son de mi propiedad, incluidos esposa e hijos?
Igual es mi vida, mi vida me pertenece. Todo me pertenece.
Si mi vida en realidad me
perteneciera jamás querría morir. Si mi
esposa y mis hijos fueran de mi propiedad jamás llegaría el día de verlos partir,
en contra de mi voluntad, fuera de esta vida.
Esa es la filosofía de Epicteto.
Estar consciente de lo que de mí depende y lo que se da fuera de mí voluntad. Ya se daban esas
situaciones antes de nosotros venir a la vida y seguirán después que nos
hayamos marchado. Como dice el filósofo de
Konigsberg: “son cosas en sí y por sí”.
¿Quién o qué es el que decide esas
situaciones? Puedes ponerle el nombre de átomos o el de nóumenos. O como el
pensamiento de tu etnia les llame, en el dialecto o idioma que ahí se habla y
se representa en figura o en el vacuo. Epicteto le llama “El Capitán del barco”.
Escalar antes que el capitán de la
orden de partir
Del libro Técnica Alpina
De Manuel Sánchez y Armando Altamira
Edición de la UNAM, 1978
Primer tramo de Los Panales,Sierra de Pachuca, Hidalgo, México.
Foto de Raúl Pérez.
Empeñarse en llorar lo que no nos
pertenecía llevaría a derramar lágrimas no porque se hayan ido sino porque
quitaron algo que creía de mi propiedad.
El solipsismo tiene una gama muy amplia de grados. Están los grandes acumuladores. El
pueblo conoció alguno de ellos, en dos momentos:1) cuando
repartían volantes en las calles
pidiendo a la gente el voto para ocupar una curul en la representación popular
y,)2 cuando se da la noticia en los medios que la Interpol anda tras ellos.
A estos parece referirse Epicteto
cuando escribe: “Ten en cuenta que si deseas cualquier cosa que no depende de
ti antes o después te verás asediado por el infortunio”.
Los acumuladores comunes como cuando
llevo años recordando a la muchacha que pensaba era mía y un día simplemente ya
no volvió. O la esposa o esposo que se fue no de la vida sino de mi vida.
“Si en la vida recibes una mujer o un hijo, no deben suponer ninguna limitación.
Pero si el capitán llama, déjalo todo y corre al barco sin mirar atrás”,
escribe Epicteto en su Manual.
Para los acumuladores de tensión
anímica, llamada ahora estrés, Epicteto viene anunciándolo desde hace veinte
siglos pero no se le hacía caso.
La paz interior, la imperturbabilidad
y la serenidad son otros valores que señala Epicteto se deben defender, o conquistar,
en todo momento.
El modo de conseguirlo es desconcertante
para el pensar de nuestro siglo de acumuladores de cachivaches, “ganadores” y
fuerza demostrada entre más cosas materiales, no valores de trascendencia, se
tengan.
Por ejemplo, disfruta de tus bienes
pero no aférrate a ellos hasta la situación del infarto, en caso que se pierdan,
dice: “Durante el tiempo que te son dados, ocúpate de tus bienes como si fueran
de otro, como hacen los viajeros en la posada”.
En otras palabras el diputado no
quiere dejar de ser diputado mediante el “efecto cucaracha” de cambiarse de un
partido a otro. La bella actriz se resiste, por medio de cirugías, a dejar de
ser bella según la naturaleza lo marca. Nunca fui consciente de mi abundante y
hermosa cabellera pero ahora que la
calvicie se hace presente busco hasta debajo de las piedras cómo recuperarla…
Y algo para meditar de todos los
días.
Con frecuencia hasta el vuelo de una
mosca hace aflorar mi iracundia, con lo que se demuestra que la mosca tiene
poder sobre mí.
El poder que tienen sobre ti los que
te hacen enojar
Dibujo tomado del libro La psiquiatria en la vida diaria
de Fritz Redlich 1968
O mi esclavo (en Roma vivió Epicteto siendo
también un esclavo) puede más que yo: si llamas a tu esclavo y no te hace caso:
“recuerda que no está en una situación tan favorable como para que tu paz
interior dependa de él”.
Mis vecinos que dejan su basura en mi
puerta, el señor del carrito de la basura en la calle que ya subió la cuota, y
la báscula de 800 gramos el kilo de la tienda, los que asaltan en el trasporte
público… Son unos tramposos. ¿Cómo
se puede permanecer impávido ante el
abuso de semejante granujas.
Tal vez Epicteto lo diría de esta
manera en nuestro siglo: las grasas saturadas te matan a largo plazo cerrando
tus arterias, pero el poder que tienen sobre ti los que te hacen enojar, te
puede llevar al infarto en tan sólo
dos segundos, piénsalo…
Piénsalo con toda anticipación, antes
que el capitán de la voz de partir.
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