Algunas ediciones dicen que en 2019.
Como sea, no hay prisa. Schopenhauer,
autor de El mundo como voluntad y
representación dice, en diferentes lugares de esta su obra principal, que
no abrigaba esperanzas que la gente en este tiempo entendiera su manera de
pensar. “Escribo para sus nietos, no para esta generación”.
Consideraba que, muy entregada en el
afán de tener, la gente se olvidaba del ser, de ser. Está muy distraída en los
hedónicos bienes de consumo.
¡Ya hasta chocan con el poste de la banqueta al ir caminando y viendo el celular!
¡Ya hasta chocan con el poste de la banqueta al ir caminando y viendo el celular!
Dibujo tomado de El País,16 Dic. 2017
Entretanto, dijo con toda ironía, no
está por
demás comprar este libro, sirve para ponerlo en el librero, aunque no
se lea:
“…un libro puede ser útil aunque no se lea.
Bien encuadernado ocupa un lugar en la biblioteca y en compañía de otros hará
buen papel. También puede regalárselo a alguna amiga que lo ponga en su tocador
o en su mesa de té”.
Como se tiene, en casa, la Biblia
envuelta en plástico, del estante de la
librería, quince años después de haberla comprado, así El mundo.
Ahí dormirá el sueño de las amonitas, pero, “tarde o temprano llegará a manos de aquellos para quienes
se ha escrito”.
Schopenhauer escribe esto desde una sociedad, la alemana, del siglo diecinueve,
con estándares culturales y económicos de los mejores en el mundo de entonces. Está
en pleno la revolución cultural de
Bismarck.
Schopenhauer
“tarde o temprano llegará a manos de aquellos para quienes se ha escrito”.
Y, sin embargo, dice, no leen. No
leen así como él entendía que debía leerse.
Se pierden en la cultura del entretenimiento,
en el mundo de los sentidos.
Señalaba esta manera de comportarse la sociedad con la observación que el pueblo aprendía a leer y escribir alemán ¡leyendo periódicos! ¡Y acaban en el nomadismo ideológico! Si es que algo había.
Señalaba esta manera de comportarse la sociedad con la observación que el pueblo aprendía a leer y escribir alemán ¡leyendo periódicos! ¡Y acaban en el nomadismo ideológico! Si es que algo había.
Un siglo más y Schopenhauer habría
asistido a la época que ya hasta los periódicos, ese modo excelente de empezar a culturizarse
el erial, ya iba en vías de extinción.
El nuevo y “revolucionario” modo era ver, en la pantalla casera. Sólo ver. Ni leer ni opinar ni escribir. ¡Comer palomitas y ver!
El nuevo y “revolucionario” modo era ver, en la pantalla casera. Sólo ver. Ni leer ni opinar ni escribir. ¡Comer palomitas y ver!
Más lejos todavía los pueblos del
planeta, precaristas, en lo económico y en lo cultural, de poder asomarse al Mundo. ¡Están tan preocupados en comer
ese día que ni pensar comprar un libro!
La Voluntad, el personaje central de esta obra, está acotada por los límites
del razonar filosóficos, pero golpea las fronteras pugnando asomarse a los
mundos ignotos de lo ininteligible.
El razonamiento es lógico porque en alguna parte debe existir lo ilógico.
El razonamiento es lógico porque en alguna parte debe existir lo ilógico.
Dibujo tomado de El País
11 agosto de 2018
Para leer y entender El Mundo, él mismo lo ha advertido, es
necesario haber leído tres filosofías como preparación propedéutica. La cuádruple raíz del principio de razón suficiente, de él mismo, que
escribió para sus tesis de doctorado, y agrega, tanto mejor si se conoce a Kant y, mejor
aún, a Platón.
Caso contrario, mejor comprarse una
bola de azúcar y pedalear en bicicleta,
en el atardecer, buscando de ese modo la felicidad.
No tengo prisa, reitera: “Mi obra se dirige a una minoría; esperaré
sin impaciencia a que surja ese pequeño grupo de personas cuya disposición de espíritu,
que no es la ordinaria, les capacita para comprenderle.”
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