Platón soñaba con que los políticos
fueran filósofos, para desde esa posición intelectual, gobernaran con sabiduría
y ética en bienestar del pueblo.
Muchas utopías se han alcanzado: conocer
qué hay más allá de Finis Terrae, navegando hacia occidente donde se llega al
fin de la tierra plana y se cae en el vacío. Volar por los aires en una
alfombra mágica. Estar de cuerpo presente en la luna. Viajar durante días por el fondo del mar… Regresar del infierno,
según dicen( y nosotros no tenemos por qué dudarlo) lo logaron Pitágoras, Orfeo,
Jesús y Dante…
El sueño de Platón sigue
inalcanzable. Pero ahora Karl Jasper va más allá de la utopía platónica: que todos los hombres sean
filósofos. No especificó para qué
pero seguramente para (ahora sí) saber elegir a sus gobernantes.
La prueba de fuego de esta dobleutopia, para saber que ya se
hiciera realidad, sería, más allá de toda retórica de mitin, que
los pueblos ya no tuvieran
que emigrar de ilegales desde sus
lugares de origen.
Como sea Jasper ha dado ese paso, por
demás audaz, que más bien parece una plática de borrachos a las tres de la
mañana, en la banqueta, cuando ya han cerrado las puertas de la cantina.
Pero no hay tal imposible, sigue
diciendo Jasper. La filosofía se hace, se vive, en las calles. En los
institutos se estudian los dichos, sistemas y programas, filosóficos, y se
conservan. De esa manera se ha creído que la filosofía está encerrada entre paredes
universitarias y con la que el hombre del mediano pueblo nada tiene que ver.
Pero, cómo hacerse filósofo.
El famoso pasaje de Homero en el que
Ulises ordena que lo aten al poste del barco en el que van, se debe a una
intención racional, de no salirse de su naturaleza, para cuando pasen frente a la isla habitada por las tentadoras sirenas
divinas.
Estamos en la ciudad moderna, bien surtida de cosas innecesarias,
iluminada con focos, cómoda, donde no pega el viento limpio, ni cae la lluvia
ni existe el amanecer rojizo, ni falta el agua y en la que en cada casa, y estación del metro, hay un excusado.
Todas esas, y cien cosas más, son las
sirenas que nos han atrapado. Ya el
Ulises moderno no puede seguir su viaje hacia los bosques, ríos, desiertos y
montañas, que son su ambiente natural.
¡Así empiezan los filósofos!
Dibujo tomado de
El País
12 de mayo de 2018
Este Ulises ha quedado atrapado por las bellísimas
sirenas divinas. Con el tiempo descubrirá que muchas de esas sirenas son en la realidad, no otra cosa, que terribles Gorgonas.
Jasper menciona que desde la antigüedad,
en todas partes, se ha considerado a los filósofos como alguien ajeno a las
calles:
“La multiplicidad de las manifestaciones
de la filosofía es extraordinaria…Bruno, Descartes, Spinoza, siendo hombres
independientes que querían desnudar la verdad para ellos en un pensar solitario; Anselmo, siendo el cofundador
de una realidad aristocrático - eclesiástica; Tomas, siendo un miembro de la Iglesia;
Nicolás Cusano, el cardenal, en medio de la unidad de su vida eclesiástica y filosófica; Maquiavelo,
siendo un avisado estadista; Kant, Hegel, Schelling, que eran profesores, en
conexión con su actividad docente”.
Amarrarse al poste para no sucumbir ante las abundantes y deliciosas cosas innecesarias de la ciudad moderna.
Valle del León Alado (Diego Mateos). Sierra de Pachuca, Hgo, México.
Al fondo Las Agujas.
Foto de Omar Altamira A. 17/03/2019
Valle del León Alado (Diego Mateos). Sierra de Pachuca, Hgo, México.
Al fondo Las Agujas.
Foto de Omar Altamira A. 17/03/2019
Después de esta muy sintética
mención de la historia de la filosofía,
Jasper se apresura a despejar el mal entendido:
“Tenemos que librarnos de la idea de que el filosofar
sea en sí, y esencialmente, una
incumbencia de profesores. Es una cosa del hombre tal cual es, en todas las
condiciones y circunstancias, del esclavo lo mismo que del señor.”
Pero, dos preguntas: qué es la filosofía y cómo se hace.
Primera: “Filosofía quiere decir: ir
de camino”
Segunda: “Las preguntas de la
filosofía son más esenciales que sus respuestas, y toda respuesta se convierte
en una nueva pregunta”.
Karl Jasper La filosofía.
Tal vez se pueda decir de otra
manera:
Primera: ¿cómo hace una sardina para llegar a cumplir su
misión?, ¡cuidando que el oso de la poltronería no la atrape al final de viaje!
Segunda: amarrándose al poste para no
sucumbir antes las abundantes y deliciosas cosas innecesarias de la ciudad moderna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario