Los
injustos viven bien y los justos no.
Así empieza el libro de La República, de Platón.
Luego
el cristianismo y la filosofía de los siguientes veinticinco siglos se estarán haciendo la misma pregunta.
Pregunta que en realidad ya viene desde los Presocráticos.
Y de seguro los neandertales ya se asomaban, fuera de su
cueva, viendo cómo los homo sapiens se llevaban su comida, sus mujeres y sus
pieles. ¡Y fueron tan injustos los homo sapiens que jamás nadie logró
extinguirlos!
La
injusticia es la tesis de Glaucón, Adimanto, y Trasímaco, idea que exponen en la casa de
Polemarco, en Atenas, donde tiene lugar la reunión de filósofos, siglo V a C.
Es más, agregan, los justos son justos no por
la justicia misma sino por el temor al castigo de no comportarse como justos, o
porque no tienen la oportunidad de gozar de las delicias de la injusticia.
Igual en la política, el laicismo, en el deporte profesional, que en lo religioso.
Los
mexicanos tenemos un dicho: “No me den, nada más pónganme donde pueda…”
¡La injusticia no tiene problemas en
disfrazarse de santo, revolucionario o
de ladrón! Prueba, por lo demás, que
todavía existen los santos, los revolucionarios y los filósofos!
Sólo los débiles se preocupan de la moral, de la probidad y de la justicia, los fuertes no.
Veinte siglos más tarde Santos Discépolo meterá toda esta filosofía escéptica en su
tango Cambalache: “¿Qué nos importa
si naciste honrado?”
Los injustos,
defraudando a los justos, viven en el
lujo en tanto dure su muy temerosa
libertad. Luego, cuando al final han
caído presos, siguen viviendo de los
justos pues alguien tiene que pagar su comida, su ropa, sus medicinas, la
vigilancia y su alojamiento.
Una
de las cosas que caracterizaron a los aztecas es que nunca tuvieron cárceles de
largo alojamiento, iban contra la economía de la sociedad y eso minaba la solidez del Estado. No entendían eso de
alimentar a los malos quitando para
ello la comida a los libres,
trabajadores y buenos, buenos en el sentido de guardar las leyes del Estado.
La
contratesis de la injusticia la lleva
Sócrates.
Argumenta
por qué es necesario portarse bien como
miembro de una comunidad que lo frenará, o lo castigará aquí y ahora. La
injusticia la cometerá el individuo, pero eso nunca forma un Estado.
Platón
Para que el Estado se consolide se necesita que los individuos se unan, se ayuden mutuamente para solventar las diversas necesidades que tiene el humano para vivir, empezando por la seguridad en las calles, luego uno construirá su casa, otro hará el pan, el otro será experto en confeccionar ropa, etc.
En el tema de la Evolución del humano (no de la Creación) es socorrida la tesis que el fuerte dominaba y eliminaba al débil. Así lo dice también Homero en La Ilíada. La otra tesis (esta de Chesterton) es que fue la solidaridad la que llevó adelante el progreso de la Humanidad, no el garrote.
Platón en La República hace referencias reiteradas en señalar que la deficiente educación hacia los niños,emanadas de las obras de Homero y otros poetas, se debe al decir que los buenos eran los que asesinaban y saqueaban pueblos, al estilo de Aquiles,Odiseo y Eneas:
"Porque, en mi opinión, diríamos que los poetas y los escritores de fábulas dan una idea errónea de los hombres cuando dicen que los malos son felices y los de bien son desgraciados;que la injusticia es benéfica mientras se lleva a cabo de manera oculta y que la justicia daña a quien la practica y favorece a los demás"
Dios es bueno, dice Platón, y lo malo, injusto y perverso, no está en su plan de vida. Y esta idea que Platón tiene de Dios fue la que cautivaría a San Agustín, al que se tiene como quizá el más grande los padres de la Iglesia, al menos de la antigüedad (3 siglos d. C) y es considerado como neoplatónico (en sus Confesiones él mismo lo menciona).
San
Agustín es grande entre otras cosas porque no ve los toros desde la barrera
sino que se sitúa en medio del ruedo. Tiene claro, como Platón, que Dios es
bueno y que no está en Dios hacer el mal pero, se confiesa qué está inclinado al mal: “De dónde me viene, pues, el
querer el mal y no querer el bien.”
Como
sea, la historia de la Humanidad señala que es más fácil seguir a Homero que a
Platón.
En
todos los tiempos se dan casos en los países del mundo de servidores públicos
que echan mano de los dineros del erario público, destinado a remediar, o al
menos paliar, la pobreza del pueblo, pero de tal magnitud, que los medios
llaman a esos ilícitos “megafraudes”.
Desde
la praxis empírica suele calificarse como ideas locas el cuerpo de la filosofía de Platón. Empero, se puede decir que, a
grandes rasgos, Cicerón, senador romano, último siglo antes de Cristo, piensa
del mismo modo.
Platón
es un utopista que busca forzar la frontera del
bien estar material hacia el progreso espiritual. Cicerón, hombre de
leyes, es considerado el príncipe de los
oradores de Roma y el fundador de la prosa artística del Occidente europeo.
No
sólo se comete crimen contra los intereses del pueblo necesitado,con eso de los megafraudes, sino que el
hecho mina los cimientos del Estado. Cicerón, en su Libro Tercero, capítulo V, de
La Amistad, se refiere a esta
situación que es la misma tesis sostenida por Platón:
“Que
un hombre usurpe a otro alguna cosa y le
despoje de sus intereses propios por aumentar los suyos, repugna más a la
naturaleza que la misma muerte, que la pobreza, que el dolor y todos los otros
daños que pueden sobrevenir a nuestro
cuerpo o a nuestra fortuna. Porque en primer lugar, esto es destruir la unión y
sociedad humana.”
Cicerón
no está contra los ricos a ultranza, como Jesús, sino que hace la distinción de
los medios de la riqueza: “Lo que es
apetecer uno más para sí lo que le hace falta para pasar la vida, este es un
derecho que no se opone la naturaleza;
pero no consciente por ningún caso que aumentemos nuestras facultades, nuestro
poder y riquezas con los despojos de los demás.”
Hay entre
lo justo y lo injusto toda una
dialéctica formativa. Para ser justo se necesita el conocimiento de la injusticia,
sino empíricamente si de manera intuitiva. Nada puede cambiar el carácter con el que fuimos dotados desde
el principio de los tiempos, pero el trato con la gente nos va a enseñar cuál es
ese nuestro carácter.
Cicerón
Este modo de pensar no alaba la pobreza ni condena la riqueza, porque el fin es el conocimiento de esas circunstancias.
La Divina comedia, como metáfora no puede ser más ilustrativa, un
no participar, pero sí ver de cerca, los abismos del infierno sin perder de
vista que la meta no es quedarse allí sino alcanzar cotas espirituales lo más
elevadas posibles.
Para
los que no han leído esta obra de Dante tendrán un conocimiento, de la misma, con
sólo asomarse por la ventana de su casa y ver lo que sucede en estos tiempos en
las calles de las ciudades.
Toda
cosa, sana o malograda, se desarrolla en la niñez, dice Platón.
¿Cómo
prevenir la enfermedad?: en la educación de los niños Platón encuentra la
respuesta.
Alguien
le dice a un drogadicto ¡deja la droga y sígueme! Y el drogadicto no lo sigue.
Jesús
dijo al hombre rico que quería seguirlo. ¡Deja tus riquezas y sígueme! y el rico
no lo siguió.
Otro
dice al que tiene diarrea ¡Deja tu diarrea y sígueme! Y el diarreico no lo
siguió.
En
estos casos fallidos falta el por qué y
el cómo. Los pescadores eran hombres
sanos y lo siguieron. Los milagros que Jesús realizó es la prueba que los indiciados estaban enfermos
del cuerpo no del alma.
El
rico requería un tratamiento terapéutico no un imperativo categórico. El del helicobacter pylori
lo mismo.
Quinientos
años antes que Jesús, Sócrates va en la
búsqueda del origen y el tratamiento del mal, como lo hace el médico, ¿por qué
se infectó? ¿Por qué se enfermó?
El
médico le dice al diarreico usted no tuvo higiene y por eso contrajo el helicobacter
pylori. Tome esto y se curará.
Es
lo que dice Sócrates. El injusto es un enfermo que contamina, que descompone, a
la sociedad. Primero, ¿por qué fue que se contaminó? y después, si la
enfermedad no se ha hecho crónica, decirle cómo aliviarse.
Dibujo
tomado del libro
La
psiquiatría en la vida diaria
De
Fritz Redlich, 1968
En
esa etapa faltó la asepsia y el niño se contaminó. Por eso Sócrates dice que la
maldad es una enfermedad. La calle contamina, pero nada puede si en el hogar
hay asepsia. Si el padre es golpeador de la mujer y negativo para la familia,
la calle acabará de formar al delincuente. Las calles se mostraran precaristas. Por fortuna, siempre hay excepciones.
Los filósofos lo que hacen en esa ocasión es tratar de llegar al punto de edificar una república pero que los cimientos de ésta no sea contaminada por los injustos.
Del injusto dice Schopenhauer: "Según nuestra definición de la injusticia,esto quiere decir que semejante hombre no se limita a afirmar su voluntad de vivir tal como se manifiesta en su cuerpo,sino que llega a negarla en otros individuos,tratando de emplear las fuerzas de estos en el servicio de su voluntad y destruirlos cuando a ella se oponen...Entonces el mal de los demás no es ya un medio para los fines propios del malvado sino que constituye un fin en sí mismo" El Mundo como Voluntad y Representación, Lib.IV,Cap LXV
En
nuestro campamento de los 4,200 metros en el flanco oeste del Pico de
Orizaba. Luis es el que nos platica todo
esto. Está por llegar el invierno. En la madrugada hemos registrado 15 grados bajo cero (una barbaridad tratándose
de un país tropical).
Ya carente de nubes el cielo, el sol a la mitad del día se deja sentir muy fuerte, aun teniendo a la vista mil metros sobre nuestras cabezas los glaciares colgantes de la montaña más alta del país, 5,600m.
Yuma y Kiva han bajado al pueblo de Miguel Hidalgo por víveres
pues desde ayer sólo comemos papas asadas y el escorbuto está por visitar
nuestro campamento.
¿Qué
sigue, le preguntamos.
Bueno,
dice Luis, si quieren saber a qué conclusiones llegaron los filósofos en la
casa de Polemarco, lean La República.
No
la hagas de suspenso y dinos.
Miren,
yo puedo darles mi punto de vista de este asunto pero sería según mis
intereses, que pueden no ser los
que dice el espíritu de la reunión de los filósofos. En otras palabras, puedo
manipular el asunto.
La
sugerencia es que siempre lean directamente al autor. La filosofía, como la
religión,la política y como la historia, está muy expuesta a ser distorsionada, ya por intereses, por ingenuidad o por falta de información.
Es
desconfiar de la probidad académica y buena fe del historiador- dice Pancho
Luis:
"La historia no es historia,sino una serie de novelas inmensamente sobrias que han escrito unos hombres que no suelen disponer de gran talento literario y tienen mucho menos que decir del mundo real que los novelistas... no tratan con los hechos, sino con las hipótesis que desarrollan en relación a una serie de datos aislados." Michael Lennon, Pontificaciones,Conversaciones con Norman mailer
La
historia, la política,la filosofía, y hasta la religión (caso de Enrique VIII de Inglaterra
y de la Inquisición española en México durante la colonia) con frecuencia
agarra el color según los gobernantes de ese periodo, para el periodo siguiente
será otro color del cristal con que se vea al mundo de las ideas. El cristianismo antes de Constantino, con
Constantino, etc.
Por
eso les digo, lo más sano es leer directamente al autor. La lectura, la
credibilidad, que se le dé al libro va
a depender de las vitaminas culturales
tenga el lector. Lo que sí puedo
decirles es que La República es una obra maestra porque, al contrario de muchas
historias, novelas y hasta poemas, que tiene un solo color, La República está
hecha de tesis y contratesis.
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