.
El Satiricón se compone de cinco relatos, uno de ellos, al
que aquí nos referimos, es La Cena de Trimalción. Fue escrito en el siglo I de
nuestra era, por Petronio. Este fue
tenido como el más elegante poeta de la corte imperial de su
tiempo. Se recordará que Petronio
perteneció al círculo íntimo de Nerón. Al final cayó en desgracia frente al
emperador y se suicidó cortándose las venas. En el más puro estilo estoico,
Petronio se vendó las heridas y de vez en cuando se las quitaba para
desangrarse otro poco. Entre tanto llegaba la muerte, platicaba con sus amigos
y bebía vino.
La cena de Trimalción se ha señalado algunas ocasiones como
una parodia de lo que sería la cena
final de Petronio. Como si el poeta hiciera de antemano un guión de su muerte
pero satirizandolo.
En su relato
Trimalción es personaje muy rico, invita a algunos conocidos a cenar a su casa. Ahí tiene la curiosa idea que, después que él haya muerto, sus
amigos se reúnan en otra cena, a semejanza de ésta, y lo recuerden como si en esta fecha póstuma él también estuviera presente, que se
dijeran poemas bellos y se bebieran aromáticos
vinos y se cenara hasta el amanecer. No se sabe si es un esfuerzo por no
morir en la memoria de sus convidados o
una especie de anhelo de resurrección…
Por lo demás Trimalción
tiene un gusto corriente por las cosas. Como nuevo rico, y romano
advenedizo, quiere hacer ostentación del buen vivir. Pero en este buen vivir
hay ausencia de esos valores que hicieron grande a Roma: “ A un periodo de
relativa prosperidad y orden había seguido la decadencia política del imperio y el acceso al poder de los emperadores pretorianos, que realmente
se inicia con Nerón, hace que la constitucionalidad se debilite y toda la dirección de la política imperial
esté al arbitrio del ocupante más
reciente del Palatinado”.
Algo nos recuerda, en este siglo veintiuno, a personajes de
la política mundial. “¡En todas partes””, reza el dicho, “se pelan papas o patatas!”
En la república de las letras, dice Schopenhauer, en el siglo diecinueve, hay
excéntricos que son un peligro: “En la republica de las letras pasan las cosas
como en la república mexicana, donde cada uno no piensa más que en su provecho,
y busca la consideración y el poder personal, sin cuidarse para nada del
conjunto de la nación, que marcha a su ruina” (La lectura, los libros y otros ensayos. Biblioteca Edaf
20001,Pag.140) Recuérdese que Malcom Lowry, autor de la novela Bajo el Volcán, siglo veinte, en su
libro Un viaje través del canal de Panamá,
tiene la misma expresión de México. Situación caótica que necesariamente arroja
constantemente nuevos ricos que, con valiosas excepciones, materializa el dicho
de Schopenhauer.
El caso es que acuden a las cena personajes como Agamenón y
Menelao, de los tiempos de la antigua
Grecia, pero la cena prefigura las
costumbres de una Roma ya en decadencia. Y a no hay dictadores que impongan los
grandes valores. Tampoco existe ya la
sana democracia de la que en algún tiempo el senado marcó la pauta. Julio Cesar
y Bruto ya son historia. Ahora el poder se gana comprando a los pretorianos.
Los nuevos libertos, muy ricos, son los que llevan la voz cantante en las
costumbres. Son los tiempos que anuncian
que el imperio va ser barrido hasta los cimientos por fuerzas
exteriores: “una nueva clase de libertos que habían progresado económicamente
durante la época posterior a Augusto y
que mostraban la vulgaridad, el mal gusto y la ostentación típica de los
nuevos ricos de cualquier país o
época…Petronio satiriza el mal gusto,
los modales vulgares y la falta de elegancia
en un ambiente en el que el dinero fluye con la misma facilidad del
Falerno en las copas de los comensales”.
Ascilto, uno de los asistentes a la cena, al contemplar tan
lujoso pero corriente espectáculo,
comenta escéptico: “ ¿De qué sirven las leyes donde sólo reina el dinero
o donde la pobreza no puede superar nada? Aun los Cínicos despreciadores
raramente se oponen a vender sus escrúpulos
para llenar el bolsillo. En la ley no hay justicia, lo que cuenta es la
mordida”.
El relato empieza con el comentario de Encolpio, que parece
ser el alter ego de Petronio al llevar él la relación de los hechos en esa
cena: “Por fin llegó el tercer día y con él la esperanza de una cena gratis”. Un esclavo de Agamenón les dice cuando van
llegando los invitados que Trimalción tiene un reloj en el comedor y un trompetero (gallo) uniformado para
recordarles cuánto va perdiendo la
vida”. Y, al entrar a la sala, otro esclavo
les grita: “ ¡Con el pie derecho!” Las ánforas de vino tenían marcado
con yeso: “¡Cien años de añejo!”.
El banquete, sin embargo, parece llevarlos a hacer cierta
conciencia de su realidad. En la cena, al calor del vino, no faltan los escépticos: “la olla de los
amigos hierve mal, y cuando las cosas se descomponen, estos desaparecen”. Otro, todavía menos optimista, dice: “Sólo somos pellejos
hinchados que estamos andando. Somos más insignificantes que las moscas y, sin
embargo, las moscas tiene otras cualidades; nosotros somos burbujas vacías”.
Otro se refiere a la realidad nacional, o imperial, y comenta: “Esto se está
derrumbando como el rabo de un ternero”. Y en seguida señala algunos de los
síntomas de la corrupción que están destruyendo a la sociedad. Se refiera a un
comisario de abastos que encarece todo: “Está sentado en su casa riéndose y
recibe en un solo día más dinero que
toda la fortuna de cualquier otro. Por casualidad me he enterado de que acaba
de ganar mil en oro. Pero si tuviéramos huevos, no debería sentirse tan
satisfecho de si mismo; hoy la gente son leones en su casa y zorras en la
calle” .Señala las ausencias vitales: “ahora nadie cree en el cielo, nadie
ayuna y a nadie le importa Júpiter un
carajo”.
Por un momento Trimalción se ausenta de la sala y cuando
vuelve a aparecer dice a la elegante concurrencia: “Amigos, perdonadme, pues
hace ya días que no cago. Los doctores están desorientados. M e ha caído bien
la corteza de granado y resina de
vinagre. Sin embargo, espero recobrar la regularidad. De todas maneras algo me
resuena en el estómago como si fuera un toro”.
Más adelante Trimalción comenta a sus comensales que quiere
comprar Sicilia para ampliar un poco más
sus propiedades Y cuando alguien le dice que estalló un incendio en su casa de
Pompeya, extrañado comenta: “¿Qué?,¿ cuando he comprado yo una propiedad en Pompeya?”Sigue la borrachera
y Trimalción dijo: “Bien, puesto que sabemos que tenemos que morir, ¿Por qué no
vivimos un poco más?...
Pero al finalizar la
cena, de todos modos Trimalción aporta una idea de calidad al pensar en la
eternidad: “dejaré bien claro en mi testamento que no me voy a acabar una vez
muerto. Dejaré encargado a uno de mis libertos
para que cuide mi tumba y que no
permita que la gente camine encima de ella y que se vaya a cagar allí”.
“El historiador romano Tácito (Anales, XVI, 18) se refería a él como arbiter elegantiae («árbitro de la elegancia»). Su sentido de la elegancia y el lujo convirtieron a Petronio en organizador de muchos de los espectáculos que tenían lugar en la corte de Nerón. Petronio fue también procónsul de Bitinia, y más tarde cónsul. Su influencia sobre Nerón despertó los celos del prefecto del pretorio Cayo Ofonio Tigelino, otro de los favoritos del emperador, que lanzó contra él falsas acusaciones. Participó en la conjura encabezada por Pisón y Nerón, avisado, le ordenó permanecer en Cumas; el escritor decidió quitarse la vida dejándose desangrar hasta morir. Se dice que antes envió al emperador un escrito en el que enumeraba todos los vicios del tirano.
Petronio es autor de una notable obra de ficción, una novela
satírica en prosa y verso titulada el Satyricón, (c. 60), de la cual se
conservan algunos fragmentos; narra las aventuras de dos libertinos, Encolpio y
Ascilto, e incluye algunos cuentos milesios sexualmente explícitos. El estilo
poético de Petronio es muy manierista, parecido al de Ovidio. El Satyricon es
el primer ejemplo de novela picaresca en la literatura europea, y puede
considerarse el modelo de novelas posteriores. Ofrece una descripción única, y
a menudo enormemente deshinibida, de la vida en el siglo I d. C. A pesar de que
su narrador se expresa en el mejor latín de la época, la obra es especialmente
valiosa por los coloquialismos en los parlamentos de muchos personajes que
ofrecen un interesante objeto de estudio sobre el latín vulgar de la época. El
episodio más famoso es el Banquete de Trimalción, una descripción sumamente
realista de un banquete ofrecido por un nuevo rico y ostentoso liberto” Wikipedia
No hay comentarios:
Publicar un comentario