Vida de los filósofos más ilustres
Diógenes
Laercio
Editorial Porrúa,
Serie Sepan Cuantos…México Núm.427, año de edición 2003
Primera
edición en español: Basilea 1533
“Zenón
de Citio (Cicio o Citio, Chipre, hacia 334 a.C. - 260 a.C.) Filósofo griego,
fundador de la secta del estoicismo. Poco satisfecho de los sistemas que
Crates, Estilpón, Jenócrates y Polemón enseñaban en Atenas, inventó a su vez
uno, y fundó, en el año 300, aproximadamente, la célebre Escuela estoica o
del pórtico, llamada así por enseñar bajo el Pórtico Pintado (Stoà Poikile). Entre sus escritos figuraban La
república, Los signos, El discurso, La naturaleza, La
vida según la naturaleza y Las pasiones. Todas estas obras se han
perdido.”
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Enseñaba la
filosofía del hambre
Idea
absurda cuando siete mil millones de individuos poblando este planeta padecemos, en el siglo veintiuno, hambre y no
porque falte la comida sino por la
riqueza mal distribuida. Como sea, Los partidos políticos y los sindicatos, de todo
el hemisferio, invaden las calles
pidiendo comida. Protestan contra las políticas de austeridad impuestas
por los gobiernos, protestan contra la
dictadura de la austeridad o, como en
abril del 2013 le llaman los portugueses, españoles y franceses: “austericidio”.
A la vez que
salta a la vista la contradicción, por demás documentada, que por millones, la
gente de todos los estratos sociales muere por comer mucho. Es una extraña
revoltura de hambruna real con glotonería inconsciente. Los
mismos oradores de los mítines proletarios callejeros tienen la panza muy
abultada. Los hombres tenemos el abdomen saltado y las mujeres se desparraman
por los lados.
El
pensamiento de Zenón es la filosofía de la austeridad, hecha suya con libertad
propia, no por imposiciones económicas neoliberales. Una austeridad integral.
Es una especie de panteísmo en el que Dios y la naturaleza son una misma cosa. De
esta manera se aparta del solipsismo donde todo se hace desde el yo y para el
yo, que se aproxima mucho al narcisismo. El estoicismo de Zenón, en cambio,
está en la perspectiva de valores vitales.
Su fatalismo
místico es lógico en la medida que en teología toda está hecho. Todo se repite
para aprender y el fin es remediar, como
en el axioma de Tucídides. En contratesis del epicureísmo que va caminando por
la vida trazando caminos en el mar e ignorando
las básculas del peso muscular.
Zenón de
Citio, discípulo de Crates, enseña que
la salud psicofísica es una inversión, no un gasto. Pasamos horas sentados en las reuniones
ejecutivas o en las asambleas político –sindicales y hace años que nos
olvidamos de dedicarle tiempo diario al ejercicio corporal por la salud. No por
el trofeo sino por la salud.
Hace tiempo la ciencia médica busca un fármaco para inhibir el apetito.Por lo pronto experimenta con animales en el laboratorio. En la Universidad Nacional Autónoma de México,Oscar Próspero García,especialista en neurociencias de la Facultad de Medicina: "junto con sus colaboradores se centra en la búsqueda de un medicamento que inhiba los endocanabinoides (moléculas que el cerebro sintetiza y libera en los momentos de placer) y, en consecuencia, el apetito para estar en posibilidad de controlar el peso en pacientes con obesidad endógena y mórbida."( Gaceta UNAM 25 abril de 2013,Pág. 12).
Dedicar
tiempo para el ejercicio aeróbico, ir a caminar a la media montaña y comer
alimentos de calidad, da la impresión que es un derroche de tiempo- dinero. Es
lo contrario. Se gana salud. Y, si se
está sano, se puede seguir ganando dinero. Si
la salud se comprara, en el estante de la farmacia, los ricos no morirían.
Nos morimos antes
de tiempo promedio porque en el afán de adquirir poder político, e incrementar
las cuentas bancarias o en el afán de sobrevivir con el siempre miserable
sueldo mínimo, apenas sí nos dimos
cuenta que subimos de peso corporal, llegaron los triglicéridos y la presión
arterial se fue hasta las nubes. En ese sentido el que barre las calles está haciendo más por su salud, con el
ejercicio que ello requiere, que los magnates del petróleo por la suya.
Perdimos de
vista que para estar sanos sólo se necesita consumir agua natural, comer frutas
y verduras y hacer ejercicio. Zenón
llamaba a esto “comida simple”. Es eso tan inaccesible, aun para el más
pobre de los mortales?
Al ver los
resultados del laboratorio clínico, y encontrar que todo está en los niveles
buenos, los médicos están entregando a la persona una noticia de valor
inmensurable. Digamos, para ponerlo en términos pecuniarios, que están poniendo
en sus manos cien millones de euros. Y aun quedaría la pregunta si esa cantidad, o una mayor, podría salvarnos, en el caso de estar
enfermos. En estos días Hugo Chávez no pudo hacer nada para revertir la
enfermedad que lo llevó a la tumba, cuando acababa de ser reelecto presidente
de Venezuela, sólo para mencionar un caso conocido.
La vida
moderna nos enseña la idea de la comida en abundancia. Los pensadores griegos
de la antigüedad, seguidores de Zenón,
enseñaban la filosofía del hambre.
Esta actitud va en sentido contrario
a la sobrevalorada inclinación de satisfacer los sentidos. Mas cuando la mercadotecnia ha dejado su
empirismo para convertirse en ciencia. Hasta la tercera parte del siglo veinte
los “refrescos” embotellados eran de medio litro. Era para un individuo. En la
actualidad son “familiares”, de tres litro y medio. Fue cuando la diabetes se
disparó de manera exponencial en todo el orbe.
Zenón no se anda con medias tintas y se aleja
del término medio aristotélico. La moralidad de un acto de los estoicos no sabe
de justos medios. Una media moralidad es una media corrupción. La virtud para
el filósofo estoico no es un medio para irla pasando este día sino un fin en sí. El fin de la naturaleza es
la conservación de la vida y ésta no se logra si se vive y se come como si
todos los días del año astronómico
fueran su cumpleaños… Si la naturaleza es racional, es por lo tanto,
buena, en el sentido que apunta a la superación, no a la destrucción.
Diógenes
Laercio dice que Zenón: “No comía más
que un panecillo con miel, y bebía un poco de vino generoso.” Y el poeta Filemón escribió de él lo
siguiente: “
Pan e higos
secos come, y agua bebe
Una
filosofía nueva enseña
Enseña a tener
hambre.
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