“El utilitarismo llegó y los ángeles se fueron de la ciudad”,
parte del poema que un borracho decía en
el microbús en el que viajábamos.
Dibujo tomado de
El País
1 de julio 2017
Alguien que se haga bueno es que
antes era malo, el malo antes era bueno. Lo que se hace chico antes era grande,
el rico antes no era rico, sino no se podía hablar de que ahora es rico.
Por este discurrir Sócrates se
refiere a que las cosas tienen sus “contarios”, sus diametralmente diferentes.
Aunque algunos, se dice, en el Fedón,
de Platón, no tienen “contrarios”, ya nacieron así.
“Así pues Cebes, todas las cosas
vienen de sus contrarios: es una cosa demostrada”.
Para que una cosa pase a otro estado se necesita que haya algo intermedio,
gradualmente. El medio. Lugo Aristóteles hará hincapié en el famoso medio. La gama de grises entre el blanco y el negro.La
vigilia y el sueño.
Sócrates quería llegar al punto de
que la vida tiene su “contrario”. ¿Cuál es ese contrario u opuesto? pregunta a
Cebes. “La muerte”, responde Sócrates.
Lo que en seguida dice Sócrates es
obvio en la naturaleza, pero no tan accesible cuando se trata del humano. ¿Qué
nace de la vida? ¡La muerte¡ ¿Qué nace de la muerte? ¡La vida!
La flor, la hierba, el invierno, la composta y
otra vez la flor. Lo vemos en el bosque, en la maceta que tenemos en la
ventana, en el camellón de la calle pero, ¿cómo tener certeza que de la gente muerta
nace la vida?
El argumento de Sócrates es que al
morir, lo que entonces estaba con vida, todo saber acabaría porque con ellos,
al no revivir, no tendríamos quien heredara, conservara y trasmitiera esos
conocimientos. ¡Fin de todo!
Más como nuestros conocimientos no
son aprender, sino sólo una especie de recordar, es incuestionable que los
muertos reviven. Si bien, como seres nuevos, en otros tiempos y en otros
lugares.
“Asimismo, mi querido Cebes, si todo
lo que ha recibido la vida, llegase a morir, y estando muerto permaneciese en
el mismo estado, o lo que es lo mismo, no reviviese, ¿no resultaría
necesariamente que todas las cosas concluirían al fin y que no habría nada que viviese?
Porque si de las cosas muertas no nacen las cosas vivas y si las cosas vivas
llegan a morir, ¿no es absolutamente inevitable que todas las cosas sean al fin
absorbidas por la muerte?”
Es una pregunta que debió hacer pensar a Carl Jung y a la genética como ciencia.
Mictlántecutli,
Señor del Inframundo
Ehecatl,
el Viento que da la vida.
Cultura náhuatl ,México
¿Pero de qué manera los muertos
trasmiten los conocimientos a los nuevos cuerpos? ¡Por algo que no se
descompone y es el alma!
En el modelo cristiano un alma es
para un cuerpo, para toda la eternidad. En el modelo Socrático el alma inmortal
se recicla, por decirlo de algún modo, en otro cuerpo que nace. Por el alma,
entonces, se transmitirían los conocimientos al nuevo individuo: “Para
acordarse es preciso haber sabido antes la cosa de que uno se acuerda”.
Si le regalo un ramo de flores a una
muchacha posteriormente, cuando vea rosas, me acordaré de la muchacha. Esta
imagen (pero con la lira) la usa Sócrates para hacerle entender a Cebes el fenómeno
de la reminiscencia. Rememorar a través de las generaciones.
-No veo las almas por ninguna parte.
-Porque estamos condicionados para
ver lo útil perecedero, no la esencia de las cosas. ¿Comprarías la Divina
Comedia?
-Sólo para adornar la pared de mi
sala, ¿para qué otra cosa puede servir?
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