Ahora los dioses restauran lo que antes demolieron
Sófocles
Considerada esta obra como la mejor
de las siete tragedias de Sófocles. Tres ejes contiene: escuchar al que ha cometido
una falta, la condición de la vejez y el no rechazo para el extranjero en desgracia.
Por sus ideas perennes, de los tres
trágicos griegos de su tiempo, Sófocles (siglo sexto a C.) es el que más llama
a los filósofos. Epicteto y Schopenhauer refieren algunas de sus ideas. Uno del
siglo primero después de Cristo y el
otro del siglo diecinueve.
Como aquello de: “¡A todo bien supera
el no haber nacido! ¡Pero, si ya ha nacido, el bien más rico es regresar de
prisa por la mima senda por donde uno vino!”
Y lo
que debía ser el lema de la moderna gerontología, como advertencia
contra la polifarmacia en la que se ven sumergidos los viejos, en un desesperado
intento de aferrase a la vida que se escapa, es este: “Los días que crecen y sin
cesar crecen en número alargado nadie da más que dolor nacido de mil
fuentes…¿No hay alegrías? ¡En vano la mirada las busca cuando el tiempo se
prolongó sin la medida justa!”
A “ese dolor nacido de mil fuentes” nosotros
podemos agregarle el sedentarismo, los tacos de carnes rojas, los chetos, los “refrescos” (México el
mayor consumidor del mundo de “refrescos” o sodas), la sabrosísima barbacoa, el
sabrosismo pan de harinas hueras, las grasas sin medida, etc. Y sobre todo
quedarse clavado en la ciudad teniendo a las vistas muchas y altas hermosas montañas.
El otro tema perenne, de los
trasterrados, que contiene esta obra es cuando Edipo pide al rey Teseo ampare a sus hijas, extranjeras
en Atenas, y que ahora ya están lejos e impedidas de regresar a su tierra Tebas.
Teseo responde: “También lo haré, Y todo lo que pueda para dar algo útil a sus
vidas…”
Es la descripción de la pasta humana,
lo que esta obra contiene, con lo bello y nauseabundo, de la que está formada.
El amor, la vejez, la ambición, el
sufrimiento, la traición, la nobleza de espíritu…
Edipo en Colono es un asunto breve y sencillo, como son las
cosas con valores de calidad.
Una frase de Schopenhauer dice: "Lo enredado algo enredado esconde"
Una frase de Schopenhauer dice: "Lo enredado algo enredado esconde"
Edipo es un ciego vagabundo que va
pidiendo caridad, conducido por su hija Antígona. Cansados llegan a Colono.
Hacen alto para descansar. Los hombres del lugar les dicen que están en un
bosque sagrado, dedicado a las Euménides, villa cercana a Atenas.
Descubren que es Edipo, famoso ya por
la tragedia de su vida y, escandalizados, quieren expulsarlo. Criminal e incestuoso, Edipo, el
santuario se contaminará.
Teseo, el rey de Atenas, todo lo contrario, le da la bienvenida y le asegura que nadie los expulsará de su reino ni los molestará. Más aun, que el lugar que el mismo Edipo señale para cuando fallezca, se le respetará.
Teseo, el rey de Atenas, todo lo contrario, le da la bienvenida y le asegura que nadie los expulsará de su reino ni los molestará. Más aun, que el lugar que el mismo Edipo señale para cuando fallezca, se le respetará.
En agradecimiento Edipo le confiesa
que su reino no será alcanzado por la guerra que sus hijos, hijos de de Edipo, Polinice y
Eteocles, pelándose entre sí, han desatado por el trono de Tebas.
En efecto, Polinice mismo, que en su
momento abandonó a Edipo, ahora se presenta en Colono y quiere llevárselo a Tebas.
El oráculo le ha dicho que el bando que tenga a su lado a Edipo, ese ganará la
contienda.
Edipo rechaza tomar partido en el
pleito entre hermanos. Lo hace a sabiendas que ambos contendientes, al
perder, morirán.
Todo termina con la reiterada
seguridad que Teseo, el rey, le ofrece a Edipo.
Edipo le pide a Teseo que lo acompañe
y le señalará el lugar donde reposarán, ya muy pronto, ese mismo día, sus restos.
En un momento metafísico, tal vez señalado por los rayos que en ese momento
envía Zeus, Edipo muere.
Teseo, humano, al abrirle los brazos
a Edipo, repudiado por todos los pueblos por donde iba pasando, no obstante los
horrendos crímenes que Edipo llevaba cargando sobre sus hombros, se muestra
superior al Arcángel Miguel, que fue inclemente con la pareja casi inocente del
Paraíso.
¡Como si los humanos pudieran
contaminar lo sagrado! Como decir que los humanos pueden contaminar al diablo…
¡No tienen tanto poder, ni en un caso ni en el otro! Con ingenio pueden burlar al diablo, de vez en cuando, como hizo
Fausto, pero hasta ahí.
Igual hizo Miguel, el general de los ejércitos celestes, con Adán y Eva. Los
expulsó antes que contaminaran el Paraíso. No sólo eso, a la entrada puso una
señal de fuego para que no pudieran regresar.
Dibujo tomado de El País octubre de 2017 |
Los dioses teotihuacanos se inmolan
ellos para llevar la luz a los humanos. Los dioses de occidente, en cambio,
golpean a los humanos. Como el maestro de la elemental escuela golpea las manos
del estudiante para que, a base de
golpes, aprenda a comportarse.
Los dioses han encontrado la manera
de hacerle sentir a Edipo, mediante la prisión de la ceguera, lo valioso que es
la libertad. Ceguera de riquezas (no por la riqueza en sí, sino por la riqueza
a costa de los pobres), ceguera intelectual…
Los hombres, mediante la ciencia del complejo,
el parricidio y el incesto, han encontrado alguien para decir su hipótesis. Lo
que ahora se llama un “chivo expiatorio”.
Sófocles se adelanta siglos a los supuestos y deja en claro el asunto.
Edipo, dice, cuando se encuentra en Colono, acusado por los habitantes de
querer expulsarlo del lugar, “Cometí esos hechos sin quererlo”. Sin saber
contra quien estaba peleando, en el caso de Layo, su padre, y con quien estaba
procreando sus cuatro hijos, Yocasta, su madre.
Pero ya los hombres de Colono, sin saberlo,
han decidido que es culpable y quieren que se vaya. Igual harían con Jesús, en
asamblea abierta, al grito de “¡Crucifícale!”
Edipo es el “chivo expiatorio”, Jesús
es el “cordero expiatorio”. Pero ambos lo son, no de los hombres sino, del cielo.
Sófocles se apresura a decir que esas asambleas punitivas,
con el “voto orientado”, igualmente no son culpables. Sólo son “instrumentos”.
Al final el coro que ha sido testigo de
la tragedia de Edipo, dice: “Nada de esto hubiera sucedido sin el
consentimiento de los dioses”.
Y en la eucaristía el sacerdote
católico dice: “Tanto amó Dios al mundo que, para rescatarlo, entregó a su
Hijo”.
El intríngulis de la vida de Edipo
fue planeado en el Olimpo. El intríngulis de la política del Sanedrín, con
Poncio Pilatos, fue todo planeado desde “arriba”, ellos sólo jugaron una partida de ajedrez por un rato.
Los filósofos han escrito y publicado, setenta veces siete, sobre la libertad.
¿Dónde quedó la libertad de los
hombres, tan dadivosamente concedida por el cielo?
Responden los filósofos:
“¡En eso estamos!, seguimos buscando!”
Nadie, ni sus hijas, ni el coro,
jamás supieron el lugar exacto del sepulcro donde yace Edipo.
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