Agudeza y Arte de Ingenio
Agudeza y arte de ingenio
Baltasar
Gracián
Universidad
Nacional Autónoma de México
1997
1997
Cultivaron la Dialéctica, Sócrates y Platón, desarrollando el método en forma de dialogo o conversación. Pero una conversación que no
es mero parloteo de jubilados en día domingo para llenar el día, sino un
diálogo como método científico para encontrar la realidad sobre la apariencia.
O, otra manera de decirlo, llegar
a la verdad a través del error. Conocer que nos equivocamos para de esa manera
arribar al no-error. O bien perfeccionar todavía más un argumento válido.
Al estilo
de la fotografía analógica en la que, para llegar al enfoque óptimo, es
necesario desenfocar.
Baltasar Gracián es, a semejanza de San Agustín, Santo Tomás de Aquino,
Santa Teresa de Jesús, Manuel García Morente, Frederick C. Copleston,
etc.de esas plumas que agarraron la
estafeta, en el trascurso de los siglos, para apuntalar a la Iglesia romana en
el campo de la teología, donde todo a
llegado a la perfección por la fe y ya sólo se espera que el humano cumpla con lo sellado desde antes del comienzo de los
siglos.
También han agarrado la pluma estos pensadores en el
terreno de la filosofía, donde hay que bregar dentro la enmarañada fenomenología,
con las herramientas del raciocinio.
Baltasar Gracián es casi desconocido
del grueso del pueblo mexicano, y creemos
que en general en los países indoamericanos. Países de los que se puede decir
que pocos leen mucho de literatura cultural, muchos leen poco y el noventa por
ciento ve televisión.
Y nos imaginamos que en España, su patria, es también casi desconocido por aquello
que dijo Jesús. “nadie en su tierra es profeta.”
Y, no obstante, cosa sorprendente, aun en las grandes librerías, el que busca sus obras siempre
llega tarde. Alguien se le adelantó y se llevó el último ejemplar. Entonces hay
que darse a la tarea, casi aventura, de hurgar hasta en las “librerías de
banqueta” de los arrabales en los que, entre puestos de jitomates y cebollas,
suelen encontrarse estas obras en algún puesto de libros viejos, no tan baratos
pero sí con mucho polvo.
En ocasiones hay que hurgar también en los tratados de filosofía para
encontrarse a Gracián. No aparece en el
índice ni en la bibliografía selecta
de las obras filosóficas. Es un jesuita
de comienzos del siglo diecisiete (nació en 1601).Se le encuentra no
directamente sino por triangulación o efecto de tres bandas, como dicen los
parroquianos del billar.
Schopenhauer tal vez sea, sin
proponérselo, su mayor y mejor promotor. Este filósofo alemán, que tan pocas
simpatías tiene en el mundo cultural porque dice las cosas como se dicen cuando
no se tiene compromiso con nadie, ni con el monarca de ese reino ni con el presidente de la casa editorial ni con el presidente
del partido político que en ese momento tiene en sus manos el pandero de la nación.
Schopenhauer aprendió el idioma castellano, como le llaman en España, y
español, como se le conoce
oficialmente en México, con el propósito
no sólo de leer a Gracián sino traducirlo y darlo a conocer a los alemanes.
Que alguien como Schopenhauer, con todas las etiquetas de irascible, que
le ha colgado los de la banqueta de enfrente, y sobre todo de pensamiento
despiadadamente laico, sin trampas ni jiribillas culturales, es lo que hace a
algunos se apresuren a leer a Gracián.
Gracián es, en la realidad, un escritor no tan accesible para cualquiera
por su gran cultura y por ser alguien de
inicios del siglo diecisiete. No es que reburuje los asuntos, como ahora se
estila, para darse tono, sólo que es de ese remoto tiempo. Pienses en Cervantes,
del siglo dieciséis, y su manera de redactar el quijote, cómo nos impacta
cuando empezamos a leerlo desde el siglo veintiuno.
Sin mencionar la palabra Dialéctica,
Gracián tiene un modo de tratarla. Se refiere a “la conexión de los dos extremos”.
A la síntesis, después de haber pasado por la tesis y la antítesis, le llama ponderación:
“No se requiere que haya dificultad entre los extremos y menos repugnancia, o contradicción; porque
esas son otras especies más artificiosas en éste género de agudezas; pero siempre ha de haber algún fundamento sobre que se haga el reparo y se levante la ponderación.”
Sólo otros ejemplos:
“La hermosa antítesis fue siempre artificiosa prevención de esta
agudeza.”
“Conviértase la oposición en conformidad que es pasar de un extremo a
otro.”
“Unir a fuerza de discurso dos contradictorios extremos, extremo arguye
de sutileza.”
“Concordar los extremos en el
desempeño que en la ponderación se
discordaron, fue siempre gran ventaja de esta sutileza.”
“Baltasar Gracián y Morales (Belmonte de Gracián, Calatayud, 8 de enero
de 1601-Tarazona, Zaragoza, 6 de
diciembre de 1658)
fue un escritor
español del
Siglo
de Oro que cultivó la prosa didáctica y filosófica. Entre sus obras destaca
El
Criticón —alegoría de la vida humana— que constituye una de las
novelas más importantes de la literatura española, comparable por su calidad
al Quijote
o La
Celestina.”
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