“Todo es efímero, el
recuerdo y lo que se recuerda, menos el hado.”
Escribe Marco
Aurelio, en Soliloquios.
Las 2,257 notas
aclaratorias de la Divina Comedia, de Dante, y su mundo era poblado por
personajes singulares, famosos para bien o para mal. Pero pasaron y se borraron
a tal punto que fue necesario poner una explicación a pie de página.
El Tratado político-religioso de Spinoza,
la Ilíada de Homero…notas y más notas
aclaratorias de mundos que también se borraron, de dioses, antropoides,
lugares, cosas, casas…
Imaginemos que en
tiempos venideros a los relatos habrá que ponerles explicaciones de quiénes
fueron Ángela Merkel, Donald Trump, Vladimir Putin, Francisco...
Marco Aurelio reflexiona:
de los “héroes en otro tiempo muy celebrados, en cierto modo al presente ya no
se entienden sin interpretación: Camilo, Cesón, Voleso, Leonato, dentro de poco
tiempo, Escipión y Catón; después Augusto, y en lo sucesivo Adriano y Antonino.
Porque todas las cosas son caducas y es que un pronto y total olvido las cubre
y sepulta.”
En este mes de
octubre del 2018 se están revisando, en México, los lugares, ciudades, pueblos
y nombre de calles y avenidas, que
lleven el nombre de Gustavo Díaz Ordaz, para quitárselo. Lo que un día hizo temblar a México pronto ni su nombre quedará en las calles...
Un poema de
Nezahualcóyotl dice:
¿A dónde iremos
donde la muerte no exista?
Más, ¿por esto viviré llorando?
Que tu corazón se enderece:
aquí nadie vivirá para siempre.
Nombres que mueven al
planeta y hasta el pastor del campo más apartado sabe de ellos, por la
televisión, o el celular (inimaginable que un ermitaño de la lejana sierra no
disponga de un celular).
¡YA NI LOS ICEBERGS DURAN COMO ANTES! Dibujo tomado de El País, 19 de mayo del 2018 |
El planeta puede
hacer ¡plop! en cualquier momento con solo apretar un botón alguno de ellos.
Así de importantes son en este momento esos personajes.
Y, sin embargo,
tiempo vendrá en el que será necesario poner nota al pie de página para
explicar quiénes fueron, porque su memoria
se habrá perdido, como se perdió, por muchos siglos, la ubicación de Troya, de la
ciudad de Petra, o el gran adoratorio a Tezcatlipoca
(nota explicativa: sobre el monte Teocuicani, arriba, al norte inmediato de la población de Tetela del Volcán, Estado de México)
(nota explicativa: sobre el monte Teocuicani, arriba, al norte inmediato de la población de Tetela del Volcán, Estado de México)
“Las voces
antiguamente trilladas son ahora tan oscuras que necesitan de glosa y
explicación “escribe Marco Aurelio.
Por miles de años, al
menos hasta la civilización tolteca, donde tiene una presencia muy fuerte, la
gente de todo rango, en sus aflicciones, esperanza y alegrías, imploraba a
Tezcatlipoca, el dios más grande para los aztecas. Con más intensidad que
ahora se hace ante Jesucristo. La explicación es que Tezcatlipoca es de
la tierra y Jesucristo es la divinidad importada.
(Otra nota explicativa: Huitzilopochtli es
el dios tutelar de México-Tenochtitlán. Él y Tezcatlipoca era gemelos, eran
“cuates”. De ahí viene la voz tan usada por los mexicanos de “cuate”, “mi cuate”,
“es cuate”,etc. Si bien, el origen de
la palabra “cuate” se ha borrado de la
memoria de casi todos los mexicanos)
Igual puede decirse de Tláloc, que para visitar
su santuario en la cumbre de la montaña del mismo nombre, venían
peregrinaciones de partes muy lejanas a pie, por carecer de bestias de montar.
Se cree que incluso desde Centroamérica llegaba gente a este lugar arriba del
actual pueblo de Río Frio, 4,125 m.s.n.m
Tláloc es la
divinidad sempiterna porque independiente de la divinidad patrona de la
civilización, etnia o pueblo, estaba siempre en lugar privilegiado Tláloc.
En la actualidad
pocos mexicanos saben de Tezcatlipoca y de Tláloc, y sus santuarios se encuentran destruidos
y abandonados. No es que haya fenecido el gran dios que tanto consuelo llevó a
la gente por cientos de años, fue la gente que se fue hacia otros cielos, mal
comprendidos y mal practicados.
Parece que no sólo el mecanicismo atómico cambia sino también el modo de valorar a la estética. Dibujo tomado de El País 30 de junio del 2018 |
Hablando de
la dialéctica de Benedetto Croce,
Bochenski (La filosofía actual) dice
que “no existe en el mundo nada estable ni rígido, sino que todo es una
eterna corriente de acaeceres.”
El
relativismo que se lleva todo y lo degrada, para no volver. Marco Aurelio:
“Piensa que no debe reputarse por cosa
grande el que mueras al cabo de muchísimos años o mañana mismo.”
Este
insistir en lo fugaz de la vida, y recordar a la muerte, en los estoicos está
lejos de ser patológico sino que, al revés, se tiene por objeto de que seamos conscientes
del momento, del día que vivimos. No se repetirá.
Instalados muy cómodamente en nuestro sofá,
inconsciente que vivimos como si fuéramos a permanecer para siempre. Y cuando
escuchamos que es la hora de partir, nos revelamos y pensamos como Dostoievski y
como Pancho Villa, cuando estaban frente al pelotón de fusilamiento. “Me falta
mucho por escribir” dijo el primero y “Me faltan librara muchos combates” dijo
el segundo. Y, entonces, como Fausto, pedimos
volver a vivir.
Esa era la
función del zompantli azteca (o muro de
los cráneos descarnados) que había por
todos lados de México-Tenochtitlán: recordar no tanto que vamos a morir, sino que en este momento estamos con
vida.
¿Todo se
destruye y pasa? En contra tesis, de este vivir con los hedónicos bienes de
consumo, están las sustancias de los filósofos,
esa entidad portadora de los valores de verdad que no necesita otra cosa para
existir porque en sí todo lo tiene.
“¿Qué cosa, pues,
es aquello a que conviene dedicarse con empeño y conato? Una sola cosa: que el
pensar sea justo, las acciones, llenas de bondad respecto al bien público, como
cosa que proviene de aquella fuente y principio universal” dice Marco Aurelio.
Marco
Aurelio fue un emperador romano que persiguió con saña a los cristianos que empezaban a arribar
a Roma. De manera que no se crea que sus
pensamientos son una copia de la nueva religión que llegaba de Oriente. Recordar que la filosofía de Roma llegó que Grecia, no de Oriente.
El “bien
público”, dice marco Aurelio.
Con esas
casi inocentes palabras de Marco Aurelio, Chesterton se refiere a lo que a su
juicio fue la solidaridad, la llave para consolidar el proceso de la evolución (Chesterton no
cree en la evolución darwiniana sino en la creación).
Dice que es
un despropósito la figura del hombre fuerte blandiendo en una mano la
macana y con la otra mano arrastrando de
los cabellos a la mujer.
Lo que le
dio estabilidad al grupo, contra lo efímero de cada día, fue la eudemonia, ese estado de satisfacción de
uno mismo con la vida.
Marco Aurelio se refiere a los valores esenciales, imperecederos, con la palabra hado, o con estas otras dos: “bien público”, y que Chesterton llama con una sola: solidaridad.
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