Si crees que puedes escalar esa
montaña, lo lograras, si crees que no puedes escalarla, no lo lograrás. Así de
simple, como pensaba Perogullo.
Kant no se refiere a los escaladores,
pero lo que dijo se ajusta para cualquier actividad de la vida. Es aquello
de la fe que mueve montañas.
En otras palabras, al poder de la mente.
No se trata de recurrir a una práctica de esas que nos parecen exóticas, o
jalada de los pelos, como leer el presente
y futuro en una esfera de cristal o por medio de las cartas.
Kant se refiere al verdadero
ejercicio de un acto de voluntad. Con la voluntad puedes caminar, sin trucos,
sobre las aguas. Es conocido que Pedro no lo logró, por más que Jesús lo
instaba a ello.
¿Cómo ahora Kant dice lo mismo? El
rigurosísimo filósofo del pensar razonamiento puro, ese del que Schopenhauer
dijo que en materia del pensamiento lógico no hay ni habrá un filósofo tan
grande como Kant. Se cuidó de hablar hacia el pretérito.
Sí puedo escalarla, no puedo escalarla Pared sur de Los Panales en el camino a Chico, Hidalgo,México |
Y ahora Kant nos sale conque si te lo propones lo logras y se
refiere a cuestiones por demás inusitadas.
Inusitadas pero no tan graves como
cambiar de lugar una montaña o caminar sobre las aguas, con sólo proponérselo.
Weischedel nos dice
el modo que Kant lo planteó: ¿Tienes tos? ¡Deja de pensar en la tos y te
aliviarás! Y el que ha sufrido de la tos, sabe a lo que Kant se está refiriendo.
De pronto parece una broma de Kant, pero trata de contener un
acceso de tos y te parecerá que mover montañas o caminar sobre el agua, es más
factible que no toser.
Ese tipo de cosas, al parecer imposible,
se refería Kant, y no siempre a través de todo un desarrollo de su pensar
lógico como su famosa Critica de la razón
pura.
Se refiere a cosas de todos los días,
y por eso es importante, o al menos útil, para nuestra salud, él conocer a qué
se refiere.
¿Te parece sencillo? Hagamos un ejercicio. Trata de no comer pan, y verás otro imposible.
¿Para qué comer pan, tantos carbohidratos y algo que parece azúcar? Para
inflamar el estómago en lo inmediato, producir gases y, a largo plazo, que
crezca la panza y todo lo que llega con el sobre peso.
Sólo los chicos inquietos del ácido,
y la contracultura, pueden ver estética ahí donde nuestra panza llega primero
que nuestras narices.
Más dañino, o tanto, como el beber “refrescos”
o “sodas”, como le dicen en el norte, es comer pan. Pero desde niños comemos pan y lo consideramos
como parte importante, y muy sabrosa, de nuestra dieta.
El pan es uno de esos deliciosos
venenos que trajo a México la conquista española y que, llenos de contento y de
malinchismo, cambiamos por nuestros nutritivos tamales.
Y para acabarla de descomponer al pan
español siguió el no menos delicioso pan francés. Cambio de forma pero las
mismas harinas hueras.
El último censo encontró 23, 414 panaderías
en la ciudad de México y sólo 23 tamalerías establecidas en accesorias. El
resto son puestos callejeros de tamales, como un anacronismo de los tiempos
precristianos en México.
Todo esto para referirnos a la idea, al parecer peregrina,
de Kant, cuando se refiere a la tos. Pero no fue una puntada que tuvo de esas
que quedan volando y si quieren creerlas
o no... Kant sugiere cierta manera de
lograrlo.
Como el alpinista que piensa: “quiero
escalar esa montaña”. No basta el sólo pensarlo sino el cómo llevarlo a cabo. Necesitaré
cuerda, clavos, etc.
Así Kant entra en detalles contra la
tos. Citamos a Weischedel:
Kant advierte: “Una operación
anímica, para lo que es necesario un grado muy elevado de resolución pero que
hace, asimismo, mucho bien”
Leyendo a Kant Dibujo tomado de El País 21/04/18 |
Dicho lo anterior, entra en
explicación de su idea:
“Aparta completamente la atención de
esa irritación dirigiéndola, con esfuerzo, hacia cualquier otro objeto, de tal
modo que disminuya la exhalación del aire,
lo cual hace que la sangre se agolpe en el rostro y poco después, la saliva se
producirá por la excitación impida que se produzca el efecto de irritación, o
sea, expulsión violenta del aire, y siga
la deglución de la humedad”.
W. Weischedel Los filósofos entre
bambalinas, 1985 Fondo de Cultura Económica.
Ya sabes, esta temporada fría, en noviembre
(antes de que el 21 de diciembre “entre” el invierno) que es cuando llega la tos a nivel de la población y que Salubridad llama “influenza
estacional”.
Recordar que en Medicina suelen recetarnos, o para experimentos de laboratorio, los placebos o sustancias inertes. Imaginamos tener una enfermedad. Imaginación tan fuerte que sentimos el dolor. La famosa hipocondría. Nos aplican, o nos hacemos de un placebo, e imaginamos que estamos curados. Todo fue un enredado juego de imaginación.
Lo que hace Kant es ir en sentido contrario, de la enfermedad real, la tos, imaginar que no la tenemos, así de sencillo. Lo que nos parece fantástico o imposible. Sólo se necesita estar dispuesto a ser antihipocondriaco. Así como hay contraculturas, así contrahipocondrias.
Recordar que en Medicina suelen recetarnos, o para experimentos de laboratorio, los placebos o sustancias inertes. Imaginamos tener una enfermedad. Imaginación tan fuerte que sentimos el dolor. La famosa hipocondría. Nos aplican, o nos hacemos de un placebo, e imaginamos que estamos curados. Todo fue un enredado juego de imaginación.
Lo que hace Kant es ir en sentido contrario, de la enfermedad real, la tos, imaginar que no la tenemos, así de sencillo. Lo que nos parece fantástico o imposible. Sólo se necesita estar dispuesto a ser antihipocondriaco. Así como hay contraculturas, así contrahipocondrias.
Si quieres medir el poder de tu
voluntad, de tu fe o como quieras llamarle, contra los “virus
de primavera” y mil partículas contaminantes que hay en tu cielo inmediato, súbete
al ring y trata de no toser.
Verás que caminar sobre las aguas parece un juego de niños pero está lejos de serlo o de dejar de toser.
Verás que caminar sobre las aguas parece un juego de niños pero está lejos de serlo o de dejar de toser.
Verás que para lograrlo se necesita
algo más que el famoso liberalismo moderno, que el consumismo, que el
sedentarismo y que la dulce vida.
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