Referencias:
Norman
Mailer, Pontificaciones, Conversaciones
con Norman Mailer, Editorial Celtia, S.A: Buenos Aires Argentina 1983
Anderl
Heckmair, Los tres últimos problemas de
los Alpes, Editorial Juventud, Barcelona, España, 1953
Debemos volver atrás: N.M.
Volver
atrás es una idea que asusta a los que vivimos en la ciudad. ¿Cómo podré vivir
sin mi control remoto, mi celular y mi
Internet? ¿Sin la tienda de la calle donde vivo? ¿Sin mi retrete?
La
humanidad se fue hacia la tecnología para escapar de la magia, de la
inseguridad del temporal y demás peligros naturales como el frío, la lluvia, el
calor, el hambre y la sed.
Sus
sistemas fisiológicos ya no tuvieron que estar sometidos a prueba, ¡ha, y ya ni
siquiera tengo que levantarme del sofá para cambiar de canal la televisión.
Y
para escapar del tedio mortal veo
durante horas a los súper atletas del reality show, esa telerrealidad que
compite por el rating contra los telecocineros. O me enteró de las
vicisitudes que pasó la famosa actriz en su quinta operación facial. Escucho a
los políticos en campaña que me dicen lo de la canasta básica que ahora sí va
en serio.
¿Todo
va bien?, le pregunto a mi médico que acaba de auscultarme. Su silencio, en
tanto escribe algo en la receta, me hace temer por mi presión arterial y mi glucosa.
Desolado,
pasó las siguientes dos horas sentado en la banca del parque cercano. Lo último
que dijo el médico, en tanto me entregaba la receta, fue: tome agua y haga ejercicio.
Norman
Mailer
Recuerdo
los primeros intentos que se hicieron para escalar la pared norte de El Ogro,
esa montaña de Suiza, en el primer tercio del siglo pasado.
El
primer obstáculo serio que encontraron los escaladores fue un tramo de roca de
posible solución horizontal. El que lo logró se llamaba Hinterstoisser. De ahí
que a ese lugar se le conozca como “Travesía Hinterstoisser”.
Una
vez resuelto el obstáculo los que formaban la cordada retiraron la cuerda y
siguieron decididos y optimistas hacia arriba. Pero en montaña el hombre no
puede jugar con dados cargados. El mal tiempo llegó. Los hombres resistieron
pero al final tuvieron que emprender el regreso.
Al
llegar a la travesía se dieron cuenta del error de haber retirado la cuerda.
Las condiciones pésimas del tiempo y las dificultades del terreno, ahora a la
inversa, eran insuperables. Todos murieron ahí, frente a lo que inicialmente
había sido su primer éxito, ahora convertido en trampa mortal.
¿Dónde
quedó la magia del primitivo? ¿Dónde los afanes que tenía que afrontar mi
cuerpo siempre sometido a las constantes variaciones del tiempo?
El
brujo de la aldea recetaba tomar un té de una hierba que sólo se daba a diez kilómetros
más allá y en la cumbre de aquel cerro.
¿Por
qué los que curan tienen que decir: tome agua y haga ejercicio?
Para
entonces no llegaban a América las bestias de carga y monta. Era necesario ir a
pie y al final subir por la fatigosa pendiente, apresar la hierba, emprender el
descenso y caminar otros diez kilómetros de regreso.
Todavía
no se aplica en el mundo un remedio tan
efectivo como este que cure la hipocondría. Toxinas, depresiones reales y
fantasmas incubados en la oscuridad de la noche que interrumpen el sueño, no
resisten la prueba. Desaparecen, como las brujas de Walpurgis desaparecían de
los brazos del doctor Fausto al amanecer.
¿Qué
mundo tan absurdo! La exclamación de mi nieto de cuatro años (todo un experto
en juego del Nintendo), me hace pensar que estamos de regreso ante la “Travesía
Hinterstoisser”,
de la que también nosotros hemos retirado la cuerda.
Pero
no. Todavía sentado en la banca del parque, recuerdo que los que siguieron
intentando la primera escalada al Ogro, tuvieron la precaución de no quitar la
cuerda, de no caer víctima de su propia
trampa. Siguieron adelante y consiguieron por fin la anhelada cumbre.
Del
libro Los Tres Últimos Problemas
de los Alpes
Lo que Mailer nos propone con su, al parecer
absurda solución, es no retirar la cuerda y poder regresar a las condiciones del primitivo.
¿Tengo el suficiente ánimo para agarrar mi mochila en internarme en los bosques altos de las mil montañas que hay en todas las coordenadas del planeta?
No vivir sino volver a convivir con la naturaleza.Media hora, tres días, un año, según las monedas en mi bolsillo
Entonces
no tengo que renunciar a la tecnología que, vista ahora como un formidable recurso,
pero no ya como un fin, mi presión arterial y mi glucosa podrán estar
tranquilos. ¡Y mi nieto podrá disfrutar de su Nintendo?
Ante
la “Travesía Hinterstoisser” de nuestra vida moderna, Mailer responde
así la pregunta que le hacen en una entrevista:
“Los
hombres Vivían exacerbadamente inseguros en los tiempos del primitivo y de su
magia. Intentaron, al cabo, escapar de la existencia primitiva, de la vida
existencial, y conseguir vida tecnológica. Precisamente porque creyeron que
sería más fácil. Ahora descubrimos que no es así, que le vida tecnológica no ha
resultado más fácil incluso puede ser mortal. Así pues, debemos volver atrás.”
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