Tercer
día en el albergue de Piedra Grande (4,260m) del flanco oeste del Pico de Orizaba
(5,600m).
Permanecer
horas o días en un mismo lugar, aislado de la comunidad inmediata, como sería
el caso de un lugar dentro de la misma ciudad, es parte de un entrenamiento
para formar parte de una expedición alpina.
En el campamento, ya en la montaña del destino,
puede verse obligado el individuo a permanecer horas o días dentro de la tienda
obligado por el mal tiempo. Si no tiene este entrenamiento pronto surgirá el
conflicto entre sus compañeros y enviciará la armonía de la expedición. No
pocas expediciones han regresado a su país sin haber pisado siquiera la base de
la montaña por esta situación caótica del grupo.
En
días de la pandemia podemos entender mejor este asunto. Encerrados en una casa
por días o meses, la psicología del
grupo acaba por explotar.
“Perdidos
“en el suroeste del volcán.
Permanecer
encerrado como ejercicio de entrenamiento se trata de una prueba dura, para la
psicológica del individuo, aunque no lo parezca. Nuestro estilo de vida de la
ciudades es moverse por necesidad de cumplir con las tareas como el trabajo, el
estudio…O bien obligado por el temor de encontrarse con sí mismo. También, y con más frecuencia, buscar la manera de cómo llenar su día.
“Creo
que hay que estar solos para percibir el
lenguaje de la naturaleza. Ésta habla en
voz baja y, si hay demasiados rumores, perderemos muchas de sus palabras”
escribe Mazzotti en su libro Introducción
a la montaña, editorial Juventud.
Somos
individuos del ritmo atropellado de la
ciudad industrial, no somos lamas. Entonces, obligados por las circunstancias,
hay que quedarse quietos como los lamas…Semejante a alguien que no tiene dotes
ni entrenamiento de malabarista y se le
obliga a ir por la cuerda sobre las cataratas del Niagara…
Teníamos
programados dos días en el albergue pero hemos decidido permanecer un día más.
La patrulla alpina que subió hasta los 5,500 en busca de cadáveres ha regresado
al valle. Nada reciente sino desarrollando labor de “limpieza”. Localizar
cuerpos de alpinista accidentados de años atrás. La fuerte nevada de dos días antes
ha borrado toda huella de las grietas.
Por
la mañana Yuma y yo vagamos por la morrena. No buscamos algo en especial, solo
vamos de aquí para allá. Requiere concentración ir por tanta rocalla, un
descuido y ¡adiós tobillo!
El
Pico de Orizaba oeste visto desde la cota 4,200
Luis
y Pancho han descendió hasta el fondo de
la cañada Jamapa y regresado a buena
hora para preparar la sopa para la
comida. El agua hierve y hierve pero por eso de la altitud tarda en cocerse el
alimento.
Debido
a eso hemos procurado traer víveres blandos, precocidos, que no requieren tanto
hervor. “Demasiado sodio y demasiadas
grasas saturadas”, dice el sobre pero
por ahora no nos queda otra que hacer caso omiso de esta advertencia de muerte.
Al
caer la noche tomamos café negro ya metidos en nuestro sacos de dormir. Yuma ha
perdido sus guantes de lana y protege sus manos del frío con calcetines que
trae de repuesto.
Foto tomada de Internet.
Luis
quiere leernos algo de Séneca pero ya sabe que eso de la cultura no es lo
nuestro y se las ingenia para imaginar un dialogo con aquel filósofo. Recuerda
a los personajes del teatro cuando hacen soliloquio.
Brevemente
nos explica… Séneca fue miembro del
Senado romano y en un tiempo el favorito de Calígula y fue también su profesor.
Muy rico, Séneca, sin embargo, se
identificaba culturalmente con la Stoa o
corriente estoica. Los cristianos,
todavía en las catacumbas, se fijaron en esta actitud de los estoicos y encontraron tal sobriedad en el modo de
vivir, muy conveniente para ellos (ya Jesús les había anticipado: vayan a predicar la Palabra, no lleven nada, sólo lo puesto). Es
necesario saber este dato para calibrar los conceptos desarrollados por Séneca , nos
advierte Luis.
¿Por
qué tan ilustre maestro no logró hacer
del emperador algo diferente a como lo refiere la historia?
Por
la misma razón que Pericles no logró heredar su sabiduría a sus hijos o los
jueces que juzgaron a Sócrates no pudieron entender lo que el maestro
quería para la juventud ateniense…Lo vemos en la actualidad, padres sobrios y
sus hijos mala cabeza, bueno, no todos. O viceversa.
Luis
lee del libro de Séneca (Tratados
filosóficos) las respuestas y sólo se preocupa de inventar las preguntas:
-Vives
en un palacio y hablas de mesura en las costumbres, le pregunta a Séneca
“Estoy
poseído de un gran amor a la templanza; así lo confieso. Agrádame la cama no
adornada con ambición; no me agrada la vestidura sacada del cofre y prensada
con mil tormentos, que la fuercen a
hacer diferentes visos, sino la casera común, en que ni hubo cuidado de
guardarla ni le ha de haber en ponerla”.
La
segunda cresta rocosa del flanco oeste.
-Son
famosos los festines en los que la clase dirigente de Roma se regodeaba, aun
con manjares traídos de lejanas tierras
y sólo para, por hartazgo, vomitarlas.
Se
refirió a esto último:
“Agrádame
el manjar que no costó desvelo a mis criados ni
causó admiración a los convidados y no me agrada el prevenido de muchos días,
ni el que pasó por muchas manos, sino el ordinario y fácil de hallar, sin que
en mi mesa se ponga cosa alguna de las
que el precio subido atrae, sino en las que
en cualquier lugar se hallan, sin ser molestas a la hacienda y al cuerpo
y sin que sean tales y tantas, que hayan de salir por la parte por donde
entraron”.
-En
todas las cortes se busca exhibir la
opulencia más que los otros, tanto en el vestir como en el grupo de servidores
o guardaespaldas. Se cree que entre más boato se llamará más la atención del
monarca que le facilitará el ascenso a formar parte del reducido grupo de
dirigentes.
“Me
aprieta el ánimo el ver en otros gran
cantidad de pajes y esclavos
relumbrantes con el oro de las libreas, más bizarras que las de los míos.
También me acongoja el entrar en una
casa llena de riquezas y adornada con artesonados dorados, y apriétame el lisonjero pueblo, que de continuo corteja
a los que disipan sus haciendas”. Yuma
interrumpe a Luis:
Camino
a Shangri-La
-¿Estás
leyendo literalmente o lo estas inventando, porque muchas de esa cosas que
dices son de Séneca son las que aparecen estos días del siglo veintiuno en los
medios de todo el mundo.
-Pueden
verificarlo, miren es a la letra lo que
están oyendo.
Luis
se disponía a seguir leyendo de los Tratados
filosóficos cuando se abrió la puerta del albergue y entró un grupo ruidoso
de cinco alpinistas. Uno de ellos cargaba un viejo radio portátil de los años
sesentas de cuatro grandes baterías. Lo tenía a todo volumen.
Luis esperó
que se instalaran para seguir dialogando con Séneca pero dos horas más
tarde seguían hablando. Uno de ellos sacó de su mochila tres metros de
longaniza y la colgó de clavos de la
pared y el otro externo de alguna litera. Pronto se llenó el recinto no
sólo de ruido y también de un irritante olor de
grasa de longaniza. Otro del grupo sacó un bote de pintura y empezó a pintar la
pared del fondo con los nombres de los componentes del grupo. Al final pintó un corazoncito atravesado con una flecha y un recordatorio: "Aquí estube con Juana".
Comprobamos
que de lamas no tenemos nada. Tampoco de estoicos y, por nuestra incapacidad de
tolerar tanto ruido caótico, menos de cristianos. A las ocho de la noche nos trasladamos al
refugio que está a cincuenta metros del albergue. Pocas literas pero
suficientes para nuestro reducido grupo.
Todavía
a las dos de la mañana se oye fuerte el jolgorio en el albergue.
Este es nuestro Shangri-La. Rebosante de contingencia atmosférica,el frío, el aire, el calor, la nieve, las luces, las sombras conforme avanza el día...
Yuma, en el centro (abajo a la izquierda), casi perdido
por la distancia, da idea de las dimensiones del flanco oeste.
En la mañana, antes de almorzar, agarramos nuestras mochilas. Síganme, les dije, conozco un planeta lleno de silencio. Traspusimos la colina del oeste y, en efecto, llegamos a nuestro Shangri-La. Todavía caminamos en descenso hasta franquear la otra cresta, ahora en dirección sur a través del flanco occidental. En los 4,200 levantamos nuestras tiendas.
Luis y otros dos acampamos cuatro años atrás en este mismo sitio. Entonces todavía bajaba el agua de deshielo del glaciar noroeste,a partir de las diez de la mañana y se congelaba hacia las cinco de la tarde.Ahora su cauce está seco.
Como sea, Luis dice que en pocos lugares se siente tan feliz como aquí.Me considero dichoso porque procuro cultivar la tranquilidad, dice. En otras palabras,el ocio terapéutico. Las ciudades han borrado de su diccionario la palabra ocio y en su lugar pusieron el sedentarismo y la poltronería.
Mientras arroja al fuego salchichas, para todo el grupo, nos comenta algo que nos parece curioso. Sólo a Luis se le ocurren estas cosas. Tengo en mi casa,explica, una foto muy ampliada de esta vista de la montaña desde este mismo ángulo que tomé hace cuatro años.Siempre que la veo ( y la veo todos los días ) me produce un sentimiento estético.He comprobado que es el mismo sentimiento estético, siempre, todos los días.Pero ahora que veo, en vivo, el mismo paisaje me produce un sentimiento estético diferente.¿Saben a qué se debe? Ni idea, le contestamos todos. Explícanos a qué se debe, pregunta Yuma.A mi fotografía le falta la contingencia atmosférica: el frío, el aire, las luces, las sombras conforme avanza el día... Mi fotografía sólo es una superficie exterior estática, congelada y de una dimensión.Aquí, en cambio, tengo la tercera dimensión. Igual que cuando contemplamos la foto de la novia.¡No sigas!, le urgió Yuma,nuestra imaginación iría muy lejos en ese terreno...
Pancho
no conocía este lugar bajo los glaciares colgantes occidentales, mil metros
sobre nuestras cabezas. Se quedó extasiado. En efecto, dijo, este es el
Shangri-La de Horizontes Perdidos,
del novelista inglés, cómo se llama? James Hilton, respondió Luis.
Sí,
comentó Yuma, sólo que en este Shangri-La si se envejece.
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