Hay
comida que nutre y otra que enferma. Así en literatura.
Yuma
busca y busca en su celular qué leer y encuentra tantas obras publicadas que no
sabe por dónde empezar.
Estamos
en el albergue de Piedra Grande, en los 4,260 metros, el punto donde los alpinistas inician el ascenso
al Pico de Orizaba norte a lo largo del
glaciar Jamapa. Por la mañana hemos levantado nuestro campamento en el fondo de
la cañada Jamapa, en los 3,800, y remontamos la cuesta de apenas medio
kilómetro. Sus grados de elevación nos han dejado casi exhaustos jadeando bajo
el peso de nuestras voluminosas mochilas.
Foto tomada de Internet
No
iremos más allá. Tenemos la idea de permanecer aquí dos noches. Bajo el golpe
de la altitud que ya se deja sentir en nuestro cuerpo y las temperaturas por
debajo del cero, aun en pleno día, queremos, más bien necesitamos, llenar
nuestros ojos y nuestra alma de esta belleza geográfica.
Para
tal efecto necesitamos quedarnos quietos. Son los días a la mitad de la semana
y las cordadas de montañistas ya se han ido y otras tardarán en llegar. Tenemos
todas las literas para nosotros y a diez metros el agua todavía fluye del
glaciar.
Este
“todavía” es porque los glaciares del lado oeste de la montaña agonizan y sus
antiguos cauces estás secos. En el lado este sólo en un punto (es otra cañada)
se encuentra agua y hasta una cascada que suele congelarse, de unos cincuenta
metros, donde practicar en invierno escalar
en hielo. Ahí también se puede decir “todavía”. En los otros 300 grados del volcán,
nos consta porque lo hemos comprobado, el hielo y las nieves están ya muy arriba.
Es el problema cuando se piensa en dar la vuelta a esta montaña. No hay agua.
Pico de Orizaba (5,600),vista aérea, tomada de Internet
Puntos localizados por Armando Altamira Areyán para señalar la cota (4,200 +-) que seguimos cuando nuestra vuelta al volcán. La letra A señala el emplazamiento del albergue Piedra Grande.
Fuimos como las manecillas del reloj: empezamos en el estado de Veracruz y volvimos al albergue por la derecha , que ya es el estado de Puebla.
A
decir verdad, nuestro vivac de dos
días en el fondo de la cañada nos ha
aclimatado de tal modo que tanto la altura como el frío no nos incomodan.
La
gente se apresura ir a las playas, tan pronto tiene oportunidad de vacacionar,
y huyendo de las aglomeraciones en la
ciudad, hace aglomeraciones en las ciudades de la costa a donde llega. Nuestro concepto de vacacionar es remontar
los bosques altos y permanecer quietos en las cotas del silencio y la soledad.
¡Ya la psiquiatría nos ha echado el ojo!
Luis
es el que conoce de libros de literatura. Hay algunos autores latinoamericanos
famosos, consagrados por la fama y por
los premios que han recibido, le dice. Me producen urticaria, contesta
Yuma. ¿Por qué? Son defensores del sistema o están contra el sistema y de ahí
no salen. Necesito algo universal, es decir, al interior del hombre.
Entonces
busca en Edgar Lee Masters, escribió El pensamiento de Emerson. Emerson hace
aquí semblanzas de algunos pensadores que cree son base sólida, por
universales, de la cultura occidental.
¿Semblanzas?
Sí, con la idea que después tú puedas profundizar en la obra que encuentres
interesante. Se refiere a Platón, Montaigne, Shakespeare, Napoleón, Goethe,
Swedenborg…
Por
una hora nos afanamos en poner orden en
las cosas de la cocina que los alpinistas en su prisa abandonan en desorden.
Y también nos servimos de comida enlatada que,
a propósito, dejan cuando emprenden el descenso al valle, después de su ascensión, con la idea que
alguien pueda servirse de ella. Y como nosotros tenemos ya varios días en la montaña y nuestras
provisiones disminuyen...
Luego de la comida Luis dice que por fin ha encontrado el autor que le mencionó a Yuma. Sentado en la litera de arriba y con los pies colgando, nos pregunta si queremos oír algo del libro. Metidos en nuestros sacos de dormir y con un sabroso café negro humeante que nos alegra la vida, lo escuchamos.
Me duermo con eso de la cultura y sólo registro palabras aisladas:
“Todo
cuanto hoy se escribe y debate por y entre pensadores dimana de Platón, que hace grandes
estragos en nuestra originalidad… San Agustín, Copérnico. Newton, Behmen, Swedenborg,
Goethe, son también sus deudores y no
hacen más que glosar lo que aquel dijo…Platón
es la filosofía y la filosofía es Platón…El problema que se nos presenta para
su solución es cómo llegó a encarnar
Platón a Europa, a su filosofía y a la mayor parte de su literatura…”
Nos mira y como se da cuenta que estamos en la luna, hace una somera explicación de lo que Emerson quiso decir de la influencia de Platón en la literatura y filosofía en los últimos 24 siglos.
Las Ideas de Platón, la cosa en sí de Kant y la Voluntad de Schopenhauer, son lo mismo y difieren en la exposición más que en la concepción. No son cosas de la representación, de la causa y del efecto, las Ideas se refieren a lo que está fuera del espacio y del tiempo. En otras palabras, las Ideas platónicas, por un lado, las de Kant y las de Schopenhauer, por otro, son como los dos rieles de las vías del ferrocarril que van, para bien, en una misma dirección.
Resignado ante nuestro silencio, y no
sin antes mover un poco la cabeza, sigue:
“Swedenborg en
astronomía predijo el descubrimiento del
séptimo planeta…Las obras impresas de Swedenborg alcanzan alrededor de cincuenta gruesos
volúmenes en octavo y la mitad de los cuales son obras científicas….”
“Montaigne reunía todas
las cualidades del escéptico. Es el más franco y honrado entre
los escritores… Pretende tener todos los vicios, y dice que si disfruta de
alguna virtud la posee a hurtadillas. En su opinión no hay hombre que no haya sido digno de que
le ahorcasen, cinco o seis veces y no hace excepción en su favor…”
“Actualmente
la literatura, la filosofía y el pensamiento están shakespearizados, han sufrido la influencia de aquel genio. La
mente de Shakespeare
es el horizonte que limita actualmente nuestra vista y más allá del cual nada
ven nuestros ojos…Este fue el padre de la literatura alemana, pues gracias a su
introducción de sus obras por Wieland y Schlegel, germinó rápidamente aquella
literatura…Él escribió el texto por el que había de regirse nuestra vida
moderna, él fue el que esbozó al hombre inglés y europeo, él fue el padre del
hombre americano…”
“Napoleón fue el ídolo de
los hombres vulgares porque poseía en grado trascendental las cualidades y
facultades de éstos. Aquel hombre era necesario y por eso nació…Lo sacrificaba
todo a su objetivo: dinero, tropas, generales,
hasta su propia vida. Sabía lo que tenía que hacer y se lanzaba decididamente
hacia su meta, procurando alcanzarla siguiendo siempre la línea recta. Sin duda,
podemos encontrar horribles anécdotas en
su biografía referentes al precio que tuvo que pagar por sus éxitos,
pero no por ello debemos tacharle de cruel, sino considerarle como persona que
nunca encontró obstáculo ante su voluntad.”
Albergue Piedra Grande(4,260m).Un poco a la derecha del albergue, un refugio, cerca de una piedra grande. La montaña del fondo a la izquierda es el monte Chichimeco.
Después de descender la cañada Jamapa y remontar el lado opuesto, se pasa por la base del Chichimeco. Ahí empieza la vuelta al volcán.
Foto de Armando Altamira Areyán
Despierto.
Afuera cae la nieve y el viento golpea la puerta del albergue. Me asomo por el
ventanal y la montaña ha desaparecido tras la cortina blanca que cae entre la
noche. Luis no se ha dado cuenta de la tormenta y se ayuda para leer con su linterna que sujeta con una mano y con
la otra el celular.
Los
del grupo están dormidos. Es de noche pero temprano. Pienso que si estuvieran
viendo por televisión un partido de fútbol sin duda que estarían gritando hasta
desgañitarse pero, Platón, Shakespeare… Me doy cuenta que no despertarán ni con
la cafeína de los tres jarros de café que se tomaron antes de meterse a sus sleeping. Sus ronquidos me lo
confirman.
Luis no se da cuenta de nada, sigue leyendo. Temo
por su salud mental. Me levanto y me
preparo otro jarro de café y arrojo dos salchichas al hornillo. Vuelvo a mi bolsa de dormir. Cinco minutos y empiezo a cabecear.
Sólo
he leído dos novelas en mi vida. Una de ellas es Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams. La muchacha de la novela, Blanche DuBois,
también le da por leer libros de cultura, pero lo hace en un medio social tan
precarizado que sus anodinos personajes acaban por ponerle una camisa de fuerza
y se la llevan al manicomio. Me temo que a Luis podría pasarle lo mismo.
Lo
último que le oigo a Luis, que sigue leyendo a Emerson, es: “Goethe fue el filósofo
de la multiplicidad de la vida moderna…El diablo ha desempeñado un papel
importante en la mitología de todas las épocas. Goethe no utilizaba una sola palabra que no significase alguna cosa. “Nunca he oído
hablar de un crimen que no pudiera cometer yo mismo:”
A
las cinco de la mañana me levanto. Tal vez habrán quince grados fríos.Todo en el albergue está en silencio. Luis
por fin se ha ido a dormir. Me asomo por el gran ventanal. La tormenta ya no está y ahora brilla la luna. Ilumina el último tercio de la montaña. Su domo
nevado brilla en la noche.
Yo
sé, porque he tomado parte en patrullas de rescate, que en el fondo de esas grietas yacen alpinistas desde hace
medio siglo, treinta años, cinco… Un pensamiento, nada trágico pero si
realista, me viene a la mente: sus
hijos, sus nietos, ya crecieron, ya se casaron... Pero de seguro que siguen
mirando a lo lejos hacia esta montaña.
Linterna
en mano voy por agua para prepararme una taza de café. Sí, el agua “todavía”
fluye del glaciar…
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