Recordamos a Tennessee Williams, hombre de letras estadounidense (26 marzo 1911-1983). Un apreciación nuestra de Una gata sobre el tejado caliente, fue publicada por la Secretaría de Prensa del Sindicato de Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM) en junio de 2003.
“Thomas
Lanier Williams III, más conocido por el nombre artístico Tennessee Williams,
fue un destacado dramaturgo estadounidense. El nombre «Tennessee» se lo dieron
sus compañeros de escuela a causa de su acento sureño y al origen de su
familia. En 1948 ganó el Premio Pulitzer de teatro por Un tranvía llamado
Deseo”.
Alcohólico
y, quizá homosexual, el personaje Brick Pollit es probablemente el alter ego de Tennessee Williams, autor
de la obra. Esta novela, más bien un libreto para la escena de teatro, mereció
dos premios: el Pulitzer y el de la Crítica. Trata un asunto familiar que (se publicó en 1955) causó mucho alboroto en
la sociedad norteamericana pero que, salvo el innegable mérito del escritor,
ahora pasaría como uno de tantos vulgares guiones de la televisión comercial
mexicana.
Una
familia entra en una inusitada actividad de intriga, envidias y patadas en las
espinillas porque el padre, dueño de una considerable fortuna y nada menos que
de una plantación cuya extensión mide 28 acres del mejor terreno en el delta
del Misisipi, está a punto de morir de cáncer, ¡Y no ha hecho el testamento!
Son
dos hermanos Gooper y Brick y sus respectivas esposas, Mae y Margaret. Es gente
que no se anda por las ramas sacándose la lengua. El jaque mate por delante:
Gooper y Mae tienen cinco hijos y otro que está por nacer. Además Gooper es
abogado.
Thomas Lanier Williams
Brick,
en cambio, es alcohólico. Otrora un gran deportista pero que ahora es por
completo indiferente a todo, incluida su esposa Margaret con la que ni siquiera
se acuesta. Margaret, además, no tiene hijos.
El
alcoholismo de Brick hace que duerman separados y una cierta incapacidad en la
biología de ella no le permiten concebir. En un momento ella le dice a Brick:
“No estoy viviendo contigo. Ocupamos la misma jaula”.
No hay duda de quiénes son los que van a
aparecer en el testamento. El padre se inclina por Brick pero no ve claro,
Alcohólico, tal vez homosexual, y sin hijos…
Es
cuando se revela el carácter y la voluntad de Margaret. La vida la ha colocado
en la posición más difícil. Exactamente como se encontraría una gata a la que
hubieran arrojado sobre un techo de láminas metálica que estuviera muy
caliente: “Me siento todo el rato como una gata sobre el tejado de zinc
caliente”, dice.
Y
cuando el otro matrimonio echa las campanas al vuelo, poniendo por delante su
fertilidad, y por otro lado la esterilidad de Margaret, ésta anuncia que está
embarazada.
No le creen pero ella sigue sosteniendo su
verdad. Finalmente hace que el otro matrimonio entre en duda y vea que ha sido
derrotado. La herencia se irá para con Brick, el hijo favorito y que ahora,
finalmente, va a tener descendencia.
No es
cierto que Margaret vaya a tener un hijo pero se propone concebirlo para esa
noche. Ha ido a ver al ginecólogo y le dice que es su día fértil. Le esconde
las botellas de licor a Brick al tiempo que le dice: te las devolveré hasta que
haya pasado esta noche. Cuando esté embarazada los dos nos emborracharemos
celebrando mi embarazo.
Y como
Margaret es hermosa, está buena y tiene un temperamento de esos que,
proponiéndoselo no deja escapar ningún espermatozoide, el otro acepta.
Un
alcohólico es capaz hasta de acostarse con su mujer con tal de recuperar su
botella de licor. Por lo demás, una de sus frases de Margaret es que “El fuego
no se apaga si no nos enfrentamos a él”.
En
realidad la herencia para Margaret está en segundos planos. Lo que la hace
tomar esa decisión es el gran amor que siente por su marido, aunque sea un
alcohólico y tal vez homosexual.
Pero
hay algo más de fondo. Quizá su esterilidad se deba a cierto sentimiento de
inferioridad de Margaret frente a Brick.
Pero
cuando se da cuenta que, el otrora fuerte atleta ahora es un ser no tan fuerte,
le dice: “Solía pensar que eras más fuerte que yo y no quería que me dominaras.
Pero ahora, desde que das a la bebida… soy más fuerte que tu y puedo amarte
auténticamente”.
Para
ella todo está en función de amarlo, no de dominarlo. Y en toda la obra no se
encuentra una sola mención que ese amor sea una inclinación masoquista por
parte de Margaret.
Si
sale a relucir lo que algunos sociólogos han escrito de los norteamericanos en
el sentido que en esa sociedad la mujer es la que dice y los hombres los que
hacen.
No hay
final feliz en esta obra. Se trata de un mundo familiar que se pudre día con
día. Sólo Margaret, con su gran voluntad, su enorme amor por el marido y su
anhelo de tener un hijo puede revertir todo. Pero en tanto no lo logre, esta
gran mujer se encontrará como una gata sobre el tejado de zinc caliente…
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