El gusto
literario
L.L. Schücking
Fondo de
Cultura Económica, México, año 1960
Primera
edición en alemán 1931
“Levin Ludwig Schücking (29 May 1878, Steinfurt, Westphalia – 12 October 1964, Farchant) was a German scholar of the English language and English literature”
La tesis de
este libro, en su capítulo Medios de
Selección, trata que en materia de
literatura tenemos lo bueno y lo que se hace creer qué es lo bueno.
Y luego de
una intensa y bien planificada campaña,
damos por bueno lo que sólo era un sofisma.
Si bien,
ninguna campaña, por excelente que sea, va a producir un Goethe, dice el autor.
Demasiado tarde, después de haber desplazado de nuestro criterio lo bueno y
puesto en su lugar el sofisma, en adelante vamos a vivir diferente, no lo
nuestro.
Sucede cuando la gente no tiene vitaminas culturales suficientes.
Sucede cuando la gente no tiene vitaminas culturales suficientes.
Trescientos
años antes, Leibniz, en Nuevo tratado
Sobre el entendimiento humano, escribe que oír y aceptar sin análisis es
cuando se da entrada al elemento apócrifo: “ Nos inclinamos a las personas, a
las lecturas y a las consideraciones favorables a cierto partido; no prestamos
atención a lo que procede del partido contrario, y por estos medios y otros
muchos que se emplean frecuentemente sin propósito formal y sin pensar en ello,
llegamos a engañarnos, o por lo menos a cambiarnos y a convertirnos o pervertirnos, según las
circunstancias…Frecuentemente razonamos en palabras sin casi tener en el
espíritu los objetos del razonamiento.”
Lo nuevo son
buenas y deseables oportunidades para ampliar nuestro conocimiento y, en todo
caso, incrementarlo. Si no se hace así el capital cultural se descompone y llega el escorbuto literario.
Pero cosa diferente y grave es que la subcultura desplace lo bueno.¡Si es que se tiene!
Pero cosa diferente y grave es que la subcultura desplace lo bueno.¡Si es que se tiene!
En política
es también frecuente recurrir a la promesa hecha sofisma. En especial cuando
una nueva camada de políticos aspira alcanzar el poder y necesita convencer a
las multitudes para que le den su voto en las urnas. El sofisma de la promesa
es que algunos países salgan de la extrema violencia generalizada, en la que
viven, la solución son mayor educación y
fuentes de empleo suficientes.
Es el argumento por excelencia que se escucha
hasta en los mejores foros de la
academia. Pero dicho esto en una economía nacional precarizada sólo son buenos
deseos que no se podrán cumplir en los próximos cien años. Y para entonces es
muy probable que la cosa esté mucho peor.
Porque los presupuestos de esas
universidades públicas son magros, no hay suficiente dinero para la docencia, la investigación y la
difusión. La prueba de esto es que cada año millones de jóvenes quedan sin la
posibilidad de estudiar.
Por otra parte las tasas de desempleo crecen.
Un tercer ingrediente es que un noventa por ciento de lo que se encuentra en las pantallas, chicas y grandes, de diversión, es de contenido de extrema violencia.
Y entonces volveremos a escuchar el programa, de oro, convertido en desgastado sofisma: mayor educación y fuentes de empleo suficientes.
Por eso
Sücking anota: “Ante la creencia que lo bueno se impone, el crítico no pude
sino preguntarse escépticamente si las
cosas no suceden más bien al revés, si no es más acertado decir que aquello que se impone es lo que
después se considera bueno.”
Nuestros
ejemplos son cercanos de la vida diaria, entendibles porque los
vive la gente del común. El autor de la obra comentada describe
que una cosa análoga suele suceder en
los medios literarios:
“Tampoco es cosa rara que un periódico influyente dedique sus columnas a la alabanza exclusiva de un poeta amigo, y rechace, en cambio,
cuanto se diga en contra de él…Porque cierto es que la propaganda no puede
hacer de nadie un Goethe pero la
propaganda puede contribuir
poderosamente a crear espacio e interés
para ciertas tendencias del
gusto, allanarles el camino, elevarse su significación a los ojos de
quienes carecen de opinión propia,
obstruyendo así el camino de otros, al impedir que se expresen a su modo y al
obligarlos a imitar esa tendencia:
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