“Vemos las cosas porque suceden, no
suceden a causa de que nosotros las vemos.”
Escribió Montaigne en su obra Ensayos, en el siglo dieciséis. No se imaginó que acertaba en las dos
maneras.
Exacto en la observación de la “realidad verdadera”,
realidad empírica, pero también acertó en lo que en su tiempo no pudo imaginar,
y es en la “realidad virtual”, esa en la que vivimos todos, sobre todo los
niños.
Donde suceden las cosas a causa de
que nosotros las vemos. Lo virtual que forma y deforma, según el uso que se le
quiera dar. Y el uso que se le va a dar es en relación a la reserva de
vitaminas culturales de que disponga la comunidad.
Por eso la gente de Coal Valley se
apresuraba para que sus niños estudiaran.
En el mundo no hay muchos Coal Valley.
En el mundo no hay muchos Coal Valley.
La realidad virtual está en todas las pantallas chicas y grandes en el
siglo veintiuno, llámese cine, televisión o celular, para bien y para mal,
según el uso que se les.
Porque el uso que se le dé a esas dos realidades no
está enteramente en nuestras manos, sino
en las influencias de fuera que llegan a casa.
Mezcladas a tal punto que aun a los adultos nos cuesta separar una
de otra. Se dan casos (ha sucedido en México), aunque usted no lo crea, en que
alguna actriz ha sido agredida en la calle porque en la telenovela es la que
actuaba de “mala”. Lo virtual se creyó como una realidad.
Ahora imaginemos lo que todo este
revoltijo, de realidad y virtualidad, tiene lugar en la mente de un niño de
cinco años.
En pedagogía se da por hecho que
lo que se vive a esta edad va a marcar al individuo a lo largo de toda su vida.
Y lo confirman las excepciones.
Y está investigado que los niños
pasan cientos de horas al año frente a las pantallas de todos tamaños, con su
gran dosis de realidad virtual, empezando por las caricaturas.
La formación de los niños es
prioritario en los programas de educación de
los países, aunque en la realidad en no pocos casos es para llenar el
expediente de nación civilizada, al mostrarse deficiente con el presupuesto para educación.
O programas oficiales de educación nacional que se inclinan por una abstracción ideológica y se desatiende de la media nacional.
O programas oficiales de educación nacional que se inclinan por una abstracción ideológica y se desatiende de la media nacional.
En el pueblo de Coal Valley (When calls the Heart, serie
cinematográfica basada en la novela de
Janette Oke ) acaba de hacer explosión una mina que dejó a 57 mineros muertos.
Muchos niños han quedado huérfanos.
Las madres del lugar se organizan y,
aunque ya sin el sustento económico que significaba el salario del marido,
pagan el sueldo de una maestra. Le dicen el primer día de clases: “Ahora la educación de nuestros niños es la única esperanza de
poder salir adelante”.
Sólo que se trata de una educación
integral. La maestra les enseña idioma y ciencia y la comunidad paga
también al pastor que se encarga de
lo religioso.
La noticia es que esto de lo real y lo virtual, y su
impacto en la vida de la sociedad, viene de muy lejos. Desde Homero y los
poetas de su época en la Helade.
Nos llega porque lo que llamamos
“cultura occidental”, muy valiosa en su conjunto, tiene un alto porcentaje de
cultura griega, digamos, así, a bote pronto, el noventa por ciento de griego y
el resto por las vía del cristianismo.
Por lo mismo hay que recordar que Sócrates, Adimato y otros
filosofos, están discurriendo qué circunstancias deberían tomarse en cuenta
para la formación del corpus de una constitución política que rija la vida
de los habitantes de una República
que apenas se piensa fundar.
El punto es que Platón en su tiempo
(hace veinticinco siglos) ya daba la voz de alerta contra este modo, virtual,
de enseñar a los niños. Encontraba
pernicioso que poetas y dramaturgos escribieran tantas fabulas de diosas y dioses.
Defectos de los humanos achacados a los
dioses.
San Agustín, siguiendo a Platón, dice que detestaba la literatura griega por las fábulas que en ella encontraba: “Supongo que también a los niños griegos les pasará lo mismo con Virgilio, cuando lo tienen que aprender a la fuerza, como yo a Homero…
San Agustín, siguiendo a Platón, dice que detestaba la literatura griega por las fábulas que en ella encontraba: “Supongo que también a los niños griegos les pasará lo mismo con Virgilio, cuando lo tienen que aprender a la fuerza, como yo a Homero…
Lo niños oían eso y su formación acusaba una
deformación o, mala formación.
Los dioses no pueden ser malos, como escriben los poetas, dice Sócrates.
Los dioses no pueden ser malos, como escriben los poetas, dice Sócrates.
“Porque en mi opinión, diríamos que
los poetas y los escritores de fabulas dan una idea errónea de los hombres cuando dicen que los malos son felices y los de bien
son desgraciados; que la injusticia es benéfica mientras se lleva acabo de
manera oculta, y que la justicia daña a quien
la práctica y favorece a los demás. Tales discursos serían prohibidos y ordenaríamos
a los escritores que en lo sucesivo dijeran lo contrario, lo mismo en verso que
en prosa"
Montaigne
“Michel
Eyquem de Montaigne (Castillo de Montaigne, Saint-Michel-de-Montaigne, cerca de
Burdeos, 28 de febrero de 1533 - ibíd., 13 de septiembre de 1592) fue un
filósofo, escritor, humanista, moralista y políticofrancés del Renacimiento,
autor de los Ensayos, y creador del género literario conocido en la Edad
Moderna como ensayo.”Wikipedia
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