“La Verdad se conquista a partir de
la no-verdad” M.H.
Para Heidegger la libertad sólo es la
antesala para llegar a la Verdad.
Exteriormente se me puede ver libre, pero esclavo en lo
interno de la no-verdad.
Sabemos por la historia que la libertad se tiene como lo más valioso,
más aun que la vida misma. Esto porque para ser libre los pueblos han
comprometido todo, hasta la existencia
propia:
“La libertad es el fundamento de todo
fundamento, la razón de toda razón.”
La filosofía de Heidegger, de M.Corvez
La filosofía de Heidegger, de M.Corvez
A la larga, o a la corta, casi
siempre ha sido una lucha por el poder, no por la libertad. Pueblos que
escribieron gestas heroicas para derribar al antidemocrático (el
antidemocrático tiene cien nombres) pero estos pueblos , después, ya tampoco
dejan el poder, hasta que llegan otros “libertadores” y también los echan del
poder…
Por eso se pone ahora la mira en una
meta de valores trascendentes, que se van a identificar en el Ser, que a la vez
va a llevar a la Verdad. No a mi verdad personal, o de secta, sino a la Verdad.
Esto no es tan extraño como parece. Cuando la gente ve que las fuerzas del Estado ya no les brindan la seguridad necesaria para su diario vivir, se encomiendan al cielo.
Esto no es tan extraño como parece. Cuando la gente ve que las fuerzas del Estado ya no les brindan la seguridad necesaria para su diario vivir, se encomiendan al cielo.
Libertad, Ser y Verdad, tiene mucha
correlación en Heidegger con el tema de
la libertad.
En rasgos generales pues con
Heidegger no hay que darse prisa en las definiciones. Se puede defender una
tesis citándolo, sacándolo de contexto, pero al parecer, sólo al parecer,
también la contra tesis, de lo mismo.
Dibujo tomado de
El País
28/04/18
En su definición del Ser podemos
recordar al Tloque Nahuaque Iplanemoani de la filosofía náhuatl: “Por quien
todo existe”.
El Ser heideggeriano dice: “Es el Ser
por el que todo existe”.
Pero también dice Heidegger: “El Ser
es necesariamente finito”. Como decir, no va más allá de lo material.
Los “ónticos” pueden estar tranquilos
porque toda alusión al Ser, a su trascendencia en el tiempo, en su dualidad de
no-Ser relacionado con la libertad para poder acceder por fin a la Verdad,
Heidegger anota:
“Todo eso, en efecto, tan amplio como pueda ser, o tan profundo, no
rebasa la esfera del existente.”
No se trata del Ser infinito de la teología sino de un Ser inventado por Heidegger. Es su Ser finito: "Este Ser que se nos presenta como la realidad suprema para nuestro conocimiento filosófico no es, en verdad, sino una abstracción", dice Corvez.
Hay frecuentes anotaciones que parecen referirse al noúmeno, a la "cosa en sí", al "más allá" del fenómeno de los filosofos. No obstante, en alguna parte de su obra dice: "de esta existencia infinita, no sé absolutamente nada".
No se trata del Ser infinito de la teología sino de un Ser inventado por Heidegger. Es su Ser finito: "Este Ser que se nos presenta como la realidad suprema para nuestro conocimiento filosófico no es, en verdad, sino una abstracción", dice Corvez.
Hay frecuentes anotaciones que parecen referirse al noúmeno, a la "cosa en sí", al "más allá" del fenómeno de los filosofos. No obstante, en alguna parte de su obra dice: "de esta existencia infinita, no sé absolutamente nada".
Dibujo tomado de
El País
23/12/2017
En Otras palabras, a Quetzalcóatl no
le han salido las alas.
Empero, como el mundo de las ideas se compone de tesis y
contra tesis, el Ser óntico, el Ser-cosa de Heidegger, existe en relación al
sí-Ser que no es cosa:
“La luz se funde en las tinieblas”,
dice.
En seguida nos dice algo que nos recuerda
a los tezcatlipocas teotihuacanos:
“El Ser y el Existente no cesan de enfrentarse en el misterio de su combate
en el que cada uno llega, gracias al otro, a ser eso que es, a llegar a ser su
“ser”.
Schopenhauer declara conocer mucho de la
filosofía budista, de la que está impregnada su obra. Tenemos la impresión que
Heidegger conoció mucho de la Leyenda de los Soles Teotihuacanos.
Como sea, Heidegger en su filosofía de
la finitud da la impresión que en su afán de pisar siempre el terreno
fenomenológico, con frecuencia debe llegar, no obstante, a la “frontera” y de
ahí apresurar el regreso a la finitud. Pero a llegar vuelve la vista y dice:
“Sin la negatividad de esta finitud, el
Ser no podría comunicarse a la libertad del hombre.”
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