Referencias:
H, D. Thoreau, Desobediencia civil
Dr. Alexis Carrel, La incógnita del hombre
No camines por el mero ejercicio,
dice Thoreau, hazlo buscando la vida.
Un robot camina la distancia
programada pero no ve el cielo azul o la
tormenta que se avecina, ni tiene miedo ni se crece ante el peligro.
Un humano sí pero ahora dejó de ver la relación con la Naturaleza, su
madre nutricia en todo. Con Chicomecoatl,
se dice en náhuatl.
Mucha calidez humana en el
trato con la gente y comodidad en el mundo lleno de ciencia y tecnología que
hemos construido.
En el principio del último
tercio del siglo veinte fuimos al monte Aconcagua. Para comunicarnos por teléfono,
desde alguna ciudad argentina con México, era necesario ir por la mañana a la
oficina correspondiente. Le vamos a preparar su llamada, vuelva por la tarde. En
la comunicación las voces apenas se oían por la interferencia de otras líneas y
diversas zonas atmosféricas a lo largo de diez mil kilómetros.
Nadie de la expedición pudo
imaginar entonces que, tan sólo pocos lustros más tarde, una tableta
delgada portátil, personal, que cabe en
la bolsa de la camisa haría posible una comunicación inmediata y diáfana (y
mirando con la persona que está hablando). Posible con solo presionar un punto
de su superficie. ¡Ni Julio Verne habría imaginado!
Pero la increíble revolución
tecnológica ha consumido tantas fuerzas del hombre que éste desatendió otras
áreas de la vida. Su figura, en el contexto de la Naturaleza de bosques,
montañas y desiertos casi no cuenta.
Semejante al síndrome de Burnot, de las hormigas, y su
hiperactividad que parece el hormiguero el centro del universo, siendo apenas
un punto anónimo, por minúsculo, en la ladera de la montaña.
Así ve Thoreau las cosas de los
humanos una tarde que sale a caminar por el campo: “Desde una colina puedo ver
desde lejos la civilización de las casas de los hombres; pero los granjeros y
sus obras apenas son más evidentes que las marmotas y sus madrigueras.”
Continúa su caminata y
vuelve a hacer alto para echar otro vistazo del valle a sus pies. ¿Qué pequeño
es todo!:
“Me complace darme cuenta
del espacio tan pequeño que ocupa el hombre y sus asuntos, la Iglesia, el
Estado, la escuela, los oficios y el comercio, las industrias y la
agricultura…y lo más alarmante de todo: la política.”
Se requiere una preparación,
un ejercicio propedéutico, en el modo y en el tiempo.
Dibujo tomado del libro Técnica Alpina,editado por la Universidad Nacional Autónoma de México, 1976,de Manuel Sánchez y Armando Altamira G.
Las cosas no son a la
ligera. Sugerir que alguien nativo de la ciudad de pronto se eche la mochila al
hombro, y se vaya a caminar por los altos bosques, es arbitrario.
Como situarme en medio del
ruedo, al que soy por completo ajeno, y de pronto ver al toro venir (bufando y
echan chispas rojas por los ojos) hacia mí…
Se requiere una preparación,
un ejercicio propedéutico, en el modo y en el tiempo.
Carrel se refiere a esta
etapa temprana y lo que se consigue con esa preparación psicofísica del
individuo que va a frecuentar a la Naturaleza. La primera pregunta sería ¿Por
qué tendría que ir a los bosques y a las montañas?
Carrel:
“Por lo pronto, no advierte
su urgencia, en medio del confort, la belleza y las maravillas mecánicas que ha
conseguido por medio de la tecnología. No se da cuenta de que degenera, y en
tal caso ¿por qué se esforzaría en modificar su manera de ser, de vivir y de
pensar?...La uniformidad y la suavidad de la vida en las escuelas y las
universidades debería ser substituida por hábitos más viriles. La adaptación
del individuo a una disciplina fisiológica, intelectual y moral determina
cambios definidos en el sistema nervioso, en las glándulas endocrinas y en la
mente.. De este modo, el organismo adquiere una mejor integración, mayor
vigor y más aptitud para superar los obstáculos y los peligros de
la existencia.”
La adaptación del individuo
a una disciplina fisiológica, intelectual y moral determina cambios definidos
en el sistema nervioso, en las glándulas endocrinas y en la mente.
Llegada al refugio, en los 4,640m.
Al pie del glaciar Ayoloco, oeste en la montaña Iztaccihuatl, México. En la actualidad destruido su río de hielo. Aun se busca a los
culpables.
Foto de A.A.G.
Pero estoy muy a gusto en mi
mundo de cuatro por cuatro y Thoreau lo sabe:
“Continuamente observan las cosas del mundo bajo su propio techo, mirando
a través de un tragaluz estrecho, cuando es el cielo lo que deberían contemplar sin obstáculos. Yo digo que es
necesario quitar las telarañas y lavar las ventanas.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario