Referencias.
Epicteto: Manual
Marco Aurelio: Máximas
Balzac: La piel de zapa
Seguimos de vivac en la impresionante cañada Jamapa, en los 3,800
de la ladera norte de la montaña más alta de México, el Poyahutecatl de los
teotihuacanos, el Citlaltepetl de los aztecas, más conocido por los
occidentalizados como Pico de Orizaba. Mañana subiremos al albergue de Piedra
Grande, en los 4,260 de la ladera norte de este
volcán.
Anoche llovió fuerte. El
viento pasaba con violencia, y agitaba los árboles de la parte alta, pero aquí
en el fondo ni las hojas se movían. Hoy brilla el sol sobre bosques y
barrancas cubiertas de nieve.
Foto tomada de Internet
Yuma va al río, todavía
congelado, y con su martillo piolet rompe el hielo que trae para fundirlo y
preparar el café para el almuerzo. Hay mucha nieve, le dice Luis. Me gusta el
agua de hielo, no de nieve. ¿Por qué? La nieve viene de las nubes y el agua del hielo baja del glaciar…
Creo que necesitaré un año
para descifrar esto. Consultaré a filósofos, teólogos y a
poetas.
Empieza a tallar tu pedernal
para hacer la lumbre, le digo. Sin miramiento de mi pobre construcción
gramatical dice: ¿la lumbre se hace? ¡Como decir mata al muerto! Entonces
calienta el agua fría. Si estuviera caliente no tendría por qué calentarla.
Bueno, yo hablo como quiera. No hablas, balbuceas. Cervantes debe estar furioso
en su tumba por oír cómo asesinas su idioma, con ganas de venir y jalarte de
las greñas. Es mi turno: es cabello, no greñas.
Empiezo a tallar mi
pedernal, dice con ironía. Amontona leña, mete debajo el bote de alcohol sólido, saca su moderno encendedor y ¡listo,
ya está la fogata en toda su gloria que nos viene bien en estos diez grados bajo
cero en los que estamos y todavía en las sombras de la noche acá en el fondo de la cañada!
Luis interrumpe nuestros
mayéutico diálogo socrático: les voy a contar algo de Epicteto. Luis es ágil y
muy claro en sus conceptos pero, para mi lento entender,
algo enredado.
Deberías de dedicarte a la
política le dice alguien, hablas muy bien, cautivarías a las masas. Es
contundente: ¡Dejemos el presupuesto público en paz, por eso tengo mi profesión, soy académico e imparto
clases en una de las mejores universidades del país. ¡Con razón, le dice Yuma,
con razón viajas en metro. El que vende tacos en la esquina de mi casa tiene
coche propio, una camioneta para traer
la verdura y limusina para la familia.
Luis es uno de eso tipos
raros en México que leen veinte o treinta
libros de cultura al año (el promedio es de tres). Le hemos recomendado que vaya a ver al
psiquiatra. Pero la revira y dice que nosotros, que vivimos todo el día frente
a la telerrealidad, somos los que
necesitamos ir al psiquiatra.
Bueno, ya empieza tu relato
de Epicteto.
Empieza pero no con Epicteto
sino con Rafael. Rafael, el personaje de la novela de Balzac. Rafael, dice, es
la metáfora de la vida a la que por salud mental, conviene siempre acudir. No
por ser proclives a lo decadente sino para agarrar oxígeno en la vida. ¿Cómo
está eso?, pregunto.
Este personaje, tan efímero,
tan decadente, irónicamente nos dice el inmensurable valor que tiene este día
en nuestra vida (Hace un paréntesis para
ilustrarnos que en México hay cerca de tres mil suicidios al año. Y ahora
con la pandemia esa cifra ha aumentado considerablemente). Rafael nos enseña no
cómo ganar cosas sino a cómo gastar las
que tenemos. A dónde quiere llegar es
que lo que tenemos es la vida.
Balzac da un paso más y dice
que, efectivamente, todo acabará por
gastarse, por irse. Un billete de 500 pesos
en mi poder sólo está de paso en la bolsa de mi pantalón. Si soy un loco
despilfarrador el billete se irá pronto. Pero si soy cuidadoso y lo gasto con
provecho, positivamente, de todos modos se irá. Si tengo alma de avaro y guardo
el billete sin gastarlo de todos modos se irá al perder su valor adquisitivo. Guardo en mi casa un frasco lleno de monedas que ya
no circulan. Su esencia, es decir, su valor adquisitivo, ya se fue. Una vida
que no se mueve,pudiendo hacerlo físicamente, se entiende, es como una moneda en mi frasco.
En esta novela Balzac nos recuerda a cada paso
a Epicteto, el filósofo del primer siglo del tiempo occidental. Epicteto dice
que nos sentemos a la orilla de un río (a dos metros tenemos el arroyo de deshielo Jamapa).
¿El deshielo se llama
Jamapa? Luis corrige: el arroyo Jamapa de deshielo. Que observemos cómo el agua fluye. Sólo por
un segundo esa agua frente a nosotros corresponde al tiempo presente. Antes de
pasar no nos pertenecía y una vez que
haya pasado tampoco la tendremos.
Manuel García. Fue uno de
los escaladores del Club Exploraciones de México que conquistaron Las Inescalables de roca, nieve y hielo,
en los 5 mil, de la Cabeza de la Iztaccihuatl. Participó en primeras
escaladas en el flanco este del cerro del Chiquihuite,
norte de la Ciudad de México, y era experto en la pared norte de la Rosendo de
la Peña. En la Sierra de Pachuca, Hidalgo, México.Mexicano de origen español.
Empiezo a entender eso del
río. Yo tenía un gran amigo, Enrique Martínez, que siempre le dio por
investigar cosas de la ciencia, y acaba de morir. Una novia que quise en mi
juventud también murió. Conocí escaladores con los que cada fin de semana
jugábamos a meter un pie en la eternidad, ya murieron, (en su cama).Francisco
Martínez E., alpinista de Monterrey, Nuevo León,
que en 1974 alcanzó la cumbre del monte Aconcagua por el Glaciar
Noreste, acaba de fallecer. Manuel García, uno de los que abrieron la ruta de Las Inescalables, de roca, nieve y
hielo, en los 5 mil de la norte de La Cabeza, de la Iztaccihuatl, y que gustaba
mucho de subir la pared norte de La Rosendo de la Peña, en el Estado de
Hidalgo, ya murió. Dos o tres veces al año lo acompañaba yo en esa escalada.
También ya falleció Eduardo Manjarrez, “El Whymper”, que subía la aguja de El
Colmillo, con suma facilidad, ahí donde otros se venía abajo en caída mortal.
José Ángel Rubio, el único amigo mío que olía a santidad. Puedo asegura que
ya está en el Paraíso que él creía. En el cristianismo primero hay que pasar
por el Purgatorio pero como en el tiempo metafísico no se cuenta como el
nuestro, de acá en la Tierra, ya debe haber salido de él.
Sé que estoy parado ante lo
ininteligible pero no dejó de preguntarme o preguntar: ¿por qué?
Epicteto me contesta: ¿Cómo
podías creer que habías de poseer indefinidamente los seres que te son gratos?…
¿Quién te había prometido semejante cosa?”
“Es el río”, me digo para mí en tanto oigo a
Epicteto por boca de Luis.
Marco Aurelio, el sabio
emperador romano, exclama. “¿Cuantos de aquellos con quienes entré en el mundo
ya salieron de él!”. Y más adelante: “¡Cuántos
Crisipos, cuántos Sócrates y cuantos Epictetos se absorbió ya el
tiempo!”
Río como metáfora de vida y
muerte en donde todo acaba por ser llevado. Para la parte americana nativa
tiene una fuente ese río y para la
occidental otra fuente.
La muerte occidental es el
castigo que recibe la humanidad por el pecado que alguien cometió en un lugar
lejano de esta montaña, explica Luis. Un Paraíso que concibió a la criatura
humana y después la expulsó de su seno con un gesto punitivo y la espada
en alto del arcángel Gabriel. Hasta allá
se puede rastrear el origen del premeditado aborto occidental
La muerte náhuatl es a
semejanza de una curandera que viene a aliviar los dolores de los que sufren. Por
eso la muerte en México nativo es siempre bien recibida y festejada. En el
punto en el que es necesario profundizar
es tratándose de cuerpos que mueren sanos
y en plena juventud o niñez. Se los dejo de tarea, dice Luis.
AAA y LBP en el desierto de
Samalayuca, Chihuahua, México. El terreno de los tumbleweed.
Foto de Armando Altamira
Yuma es un hopi del norte
con el que he escalado y caminado desiertos. Un día me preguntó, ¿sabes lo que
es un tumbleweed? Ni idea. Si sabes,
en el norte también les dicen cachanillas,
son esas bolas de hierba seca que lleva el viento. ¿De qué parte de la inmensa llanura
(dos mil kilómetros) vienen y a dónde van? Nadie sabe, sólo por un momento los
vemos pasar frente a nosotros.
Decimos que hay movimiento porque hay algo que no se mueve. El que no se mueve es el que observa pasar el agua bajo el puente. Pero como todo lo que se mueve pertenece a la fenomenología, el que no se mueve está fuera del tiempo y del espacio.
Bueno, así es Yuma. Cada año
va con la tribu de los Arapahos, en la
reserva de Wind River, en Wyoming, Estados Unidos, y participa en la Danza del Espíritu.
Pero nosotros, mortales
que nos movemos en la idea occidental de la causa y el efecto (como bolas
de billar) nada más nos queda pensar en la tesis de Epicteto: sólo tengo 24 horas para darle valor a mi vida porque
mañana….mañana quién sabe.
Llegados a estas alturas de
la elucubración, Yuma vuelve con sus ideas metafísicas: las bolas sobre la mesa
verde chocan unas con otras, siguiendo
la ley de la causa y el efecto pero, ¿sabes quién maneja el taco?
Luego algo más empírico, más
real. Al anochecer, después de la cena y
tomar una taza de café negro (Luis toma vino tinto, por eso de los flavonoides, dice), nos metemos a
nuestros sacos de dormir. Espero que no nos caiga el alud sobre las tiendas, digo.
Me gustaría que eso pasara contesta Yuma,
sería señal que a la zona de acumulación del glaciar, allá arriba del mismo, le
ha caído la suficiente nieve como para que el glaciar recobre la vida, que no
siga agonizando. Ya el glaciar Ayoloco,
en el talud oeste de la Iztaccihuatl, está
muerto…Que no doblen las campanas por el glaciar Jamapa.
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