La experiencia de leer
C.S. Lewis
¿Discernimos
lo que leemos o sólo leemos los hechos?
Se lee de
prisa y se evita la descripción detallada y lenta. Hay abundancia de noticias y
el día se acaba.
El rostro vuelto hacia arriba, de Stephen Crane, apenas tres
cuartillas, que trata de dar sepultura a un soldado, por parte de sus
compañeros del batallón, en pleno combate, tiene una fuerte carga emocional y
descriptiva pero, ¡son tres cuartillas! Y en ese tiempo mejor leo varias
noticias.
Dice Lewis:
“Le gustan las “tiras” y los filmes donde
casi no se habla porque en ellos nada se interpone entre él y los hechos.
Y les gusta la rapidez porque en un relato muy rápido sólo hay hechos.”
Lewis nos
invita a pensar sobre el gran
acontecimiento de nuestro siglo que es la información que nos ofrecen los
medios. Alguien muy famoso en el otro continente se casó con otra persona no
tan famosa. Detalles del romance que los llevó al matrimonio, escenas de la
boda. A otro lo salvan cuando cayó a las vías del tren de Tokio. Tres
personas perecieron en un accidente en la carretera 17 que conduce a la ciudad
de Sídney, Australia. El ex gobernador de la provincia tal está preso por que
se despacho con la cuchara grande del erario estatal…
C.S.Lewis |
Visto en la
pantalla, o leído, todo esto, en un lugar tan lejano, como la ciudad de México,
da igual si fue cierto o si alguien desde la redacción del periódico necesita
llenar huecos para el diario de mañana y lo inventó. Alguien se lo va a creer.
Podemos
jurar que alguien se lo va a creer. Hace tiempo alguien, en una ciudad de
Estados Unidos, dijo, desde una estación radiofónica, que seres extraterrestres
estaban invadiendo en ese momento la Tierra, cundió el pánico en los
radioescuchas y muchos salieron a las
calles aterrados. Sólo escuchaban, no
discernían.
La misma
fantasía, pero a cambio de formación en la manera de redactar, ortografía y
descripción de lugares y, sobre todo, la causa que dio origen a los hechos, encuentro si leo la fantasía de Las mil y una noche:
“todo texto
literario es una secuencia de palabras que a través de ellas la mente alcanza
algo más allá…Esta falta de discernimiento es la que nos permite descubrir la
ausencia de sensibilidad literaria en personas que por lo demás ostentan una
elevada formación…Sus criticas más comunes se refieren a la “lentitud”, al
“detallismo”, etc. de las obras que rechazan.”
El punto al
que el autor lleva es que todos estos son hechos, no narración. Y
dada la cantidad de hechos que suceden en el planeta es tan abrumadora que no
hay tiempo para detenerse. Leemos el primer párrafo y ya estamos cambiando la
página. O estamos haciendo clic si se trata del internet. O presionando la
tecla del control automático de la televisión para cambiar de canal.
El individuo
en plena posesión de su libertad puede leer o escribir lo que se le pegue en
gana, pero sí de cuidar los triglicéridos y el colesterol de la sociedad se
trata (porque al final todo repercute en el grupo), entonces citamos a Leibniz en aquella parte que dice: “Y
cargar a la juventud de un montón de inutilidades, porque haya algo de bueno
aquí y allá, sería administrar mal la más preciada de todas las cosas, que es
el tiempo.” (Nuevo tratado sobre el
entendimiento humano).
No hay
tiempo para discernir. Sólo nos llaman los hechos. Es decir, el efecto de algo
que sucedió, pero no la causa que originó al hecho. Sólo vemos, o leemos los
hechos que con inusitada rapidez pasan frente a nuestros ojos. Y en ocasiones
los subtítulos pasan tan rápido que no alcanzamos a leer la segunda línea y,
así, no leemos todo y apenas nos damos cuenta de las escenas que están pasando…
Leibniz agrega: " Pero nuestro espiritu es muy inclinado a ir demasiado aprisa y a fiarse de algunas apreciaciones ligeras, por no tomarse el trabajo y el tiempo que son precisos para aplicarlos a una gran cantidad de fenómenos."
Esta manera
de “informarse” lleva a una atrofia tal que, dice Lewis, “descarta casi todo lo
que hacen las palabras que tiene ante sus ojos: lo único que quiere es saber
qué sucedió después.”
Por eso, en
tema de modos de lectura, Lewis no tiene la menor buena opinión de los lectores
de periódicos:
“Los peores
lectores son aquellos que viven pegados a “las noticias”. Día a día, con
apetito insaciable, leen a cerca de personas desconocidas y en circunstancias
que nunca llegan a estar del todo claras, se casan con, o salvan, roban, violan
o asesinan a otras personas igualmente desconocidas.”
Estatua de Digory
Kirke (su alter ego) entrando en el Guardarropa de Las Crónicas
de Narnia.
"Clive Staples Lewis (Belfast, Irlanda
del Norte, 29 de noviembre de 1898 – Oxford, Inglaterra,
22
de noviembre de 1963),
popularmente conocido como C. S. Lewis, y llamado Jack por sus
amigos, fue un medievalista, apologista cristiano, crítico literario,
académico, locutor de radio y ensayista británico.
Es también conocido por sus novelas de ficción, especialmente por las Cartas del diablo a su sobrino, Las crónicas de Narnia y la Trilogía cósmica."
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