Miguel de Cervantes Saavedra escribiendo El coloquio de los perros |
En El Quijote se persigue la utopía y en Novelas se señalan llagas de la sociedad. Esto no gusta a nadie, menos a los autores de las llagas. Por eso se siente uno a gusto cabalgando en la utopía. Tal vez sea por eso…Es probable que a este velo de la fantasía,que nos esconde o aleja de la realidad,se refiera Schopenhauer cuando recomienda leer el Gil Blas y las obras de Le Sage y no el Quijote: "Don Quijote es una demostración definitiva del vicio a que aludimos"
Cervantes no se aparta del modo de la literatura árabe que frecuentó cuando estuvo preso en Argel y de lo que leyó en Las Mil y Una Noche. Por ejemplo, alguien cuenta la historia de su vida a siete árabes bajo la palmera del oasis y en seguida cada uno de ellos también relata la suya.
En El Casamiento fingido el Alférez Campuzano cuenta a Peralta los sinsabores de su casamiento con Estefanía de Caicedo. En un momento Campuzano da a su amigo algo para leer y es el Coloquio que tuvo lugar entre dos perros llamados uno Berganza y el otro Cipión. A su vez cada perro contará las andanzas que cada uno ha vivido. Y de esa manera también, como en Las Mil y Una Noche, se van encadenando deliciosamente las historias.
Berganza cuenta a su compañero Cipión, las andanzas que ha vivido. En una ocasión fue perro de un carnicero que trabajaba en el matadero de la Puerta de la Carne, en Sevilla. Los carniceros llegaban temprano para apartar lo mejor de la carne. Sus amigas esperaban afuera y de manera subrepticia se la entregaban. El carácter de los carniceros era tal que “estos jiferos con la misma facilidad matan a un hombre que a una vaca”.
Tan entusiasmado está Berganza en su relato que olvida que es perro sin razón. Como le sucedió a Sancho Panza en la segunda parte del Quijote, sin darse cuenta ya está hablando como humano ilustrado. A tal punto que Cipión le recuerda: “Mírate a los pies y desharás la rueda, Berganza. Quiero decir que mires que eres un animal que carece de razón”. Pero Berganza insiste: “Eso fuera así si yo estuviera en mi primera ignorancia…no sólo no me maravillo de lo que hablo, pero espántome de lo que dejo de hablar...Yo veo en mí que, con ser un animal como soy, a cuatro razones que digo me acuden palabras a la lengua como mosquitos al vino”.
Después fue perro ovejero. Era muy diligente cuando los pastores daban la voz de alarma contra la presencia del lobo. Berganza salía antes que todos los perros y buscaba al lobo. Nunca lo encontraba pero al regreso siempre había una o dos ovejas destrozadas por el lobo. Llegaba el dueño del rebaño y los pastores le echaban la culpa a la indolencia de los perros. En otra situación de alarma no se lanzó en busca del lobo sino que se quedó escondido cerca del rebaño. Sólo para presenciar que eran los pastores los que mataban a los borregos para robar al dueño, llevarse la carne y culpara los perros.
El perro Berganza siempre regresaba a Sevilla: “Volvíme a Sevilla, como dije, que es amparo de pobres y refugio de desechados; que en su grandeza no sólo caben los pequeños, pero no se echan de ver los grandes”.
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