Es el sentimiento que despierta la sola mención del matrimonio múltiple que convierte el terna en un asunto polémico de interés exagerado. Igual acontece con la Iglesia Católica cuando se habla del celibato no cumplido de algunos de sus sacerdotes o del tutile gamuchi (intercambio de esposas) entre los yaquis o los varios grupos religiosos que, con esta última característica, se dan a conocer de vez en cuando en Estados Unidos.
Tanto el cine como la prensa escrita ven estos aspectos como filones seguros de taquilla y en tres horas la mitad del planeta ya está hablando de ellos. Sobre todo si son inducidos por una buena mercadotecnia. Pero advierte que tratándose de la poligamia todo mundo le entra a “desglosar” el tema y sin límite de tiempo. Si se tratara de la poliandria o del tutile gamuchi mencionado, que son los mismos en el fondo. La Plática apenas duraría dos minutos. La poligamia es un tema sabroso para hombres no la poliandria.
El cristianismo en sus orígenes fue perseguido en el Cercano Oriente y después en Europa, durante sus primeros trescientos años, debido a que no era la religión oficial del Imperio Romano. El mormonismo fue perseguido en Estados Unidos no porque fuera una creencia diferente al cristianismo religión predominante entonces en ese país, si no porque vivió y defendió el postulado del matrimonio polígamo.
José Smith, fundador del mormonismo, había recibido la revelación de que en la Iglesia de Jesucristo de los Santos del Ultimo Día, debía institucionalizarse el matrimonio múltiple. “Múltiple”, como se ha dicho: varias o muchas mujeres para un solo hombre, nunca al revés. Esta idea se arraigó mucho en la mentalidad mormona. Años más tarde, Brigham H. Robert, historiador mormón, escribió: “ Según el fiscal del distrito de los Estados Unidos en el territorio de Utah), 100,000, de una población de 144,000, practicaban o creían en la poligamia.” Era un modo de decir pues sabemos que el número 144,000 es simbólico.
Ann Eliza |
Brigham Young, segundo presidente y guía de la Iglesia Mormona llegó a tener 27 esposas y 56 hijos. Precisamente Ann Eliza había sido la número 27. Por una serie de situaciones tanto familiares como de carácter personal esta mujer abandonó a su ilustre marido y a su iglesia en la que había nacido. Fue una acontecimiento por completo increíble en su tiempo, mediados del siglo diecinueve. Durante más de diez años se dedicó a dar conferencias por todo el país en las que abogaba porque se acabara el matrimonio polígamo y buscaba el fin mismo de la Iglesia Mormona. Contaba cosas horribles de los “santos” mormones. Acabó demandando el divorcio de su distinguido esposo.
Entonces el gobierno de Estados Unidos se vio en vuelto en situaciones de jurisprudencia que ni se esperaba. Todos condenaban el matrimonio polígamo como una cosa absurda y aberrante. Los mormones contraatacaban, refiriéndose a la práctica del adulterio de los no mormones: “Entonces el delito no consiste en tener muchas amantes, si no en casarse con ellas”, decían. Y si el gobierno ponía al margen de la ley el matrimonio polígamo (se entendía de manera tácita pero ahora se veía que era necesario hacerlo de manera explícita) entonces había que prohibir también lo que por hecho y costumbres ya se había aceptado con algunas tribus indias norteamericanas cuyos hombres también tenían varias esposas. Nadie en el gobierno quería entra en esa dinámica, pero tampoco podía quedarse así.
Y cuando un juez federal, furioso antimormón, aprobó el divorcio de Ann Eliza, y condenó al Profeta, su esposo, Brigham Young, a pagar pensión a su esposa número 27, los primeros que protestaron fueron los de Washington pues de esa manera el juez estaba legalizando la poligamia. Una cosa era el “matrimonio celestial” que ante la ley ponía a todas las esposas múltiples mormonas en el nivel de concubinas, y otra cosa era darles categoría de legitimidad y que era lo que en realidad querían los mormones.
Después de votar el Congreso varias leyes que prohibían el matrimonio múltiple, pero a las que nadie en Utah hacía caso, se aprobó otra ley, que ahora si definitivamente parecía ponerle un hasta aquí al matrimonio plural y se llamó “Ley Edmund-Tucker, en marzo de 1887.
De todos modos, como dice Irving Wallace el autor de este trabajo literario, el matrimonio celeste siguió practicándose de una y mil maneras:” En 1959, un alto funcionario de la Iglesia Mormona admitió ante este escritor que había 2,000 polígamos en Salt Lake City. Un fiscal relacionado con la administración de la ciudad dio la cifra de 5,000 polígamos-“
Ann Eliza, la heroína histórica de la novela de Wallace, en su vida se caso tres veces y tres veces se cambió de religión primero fue mormona, luego metodista y después estuvo militando en Ciencia Cristiana. Obtuvo mucho dinero de sus conferencias, de sus acciones en la Bolsa de Valores y de sus divorcios. A los ochenta y seis años de edad vivía completamente sola, en la extrema pobreza casi en la indigencia Y, de haber sido una de las mujeres célebres en su tiempo ninguno de los que después investigaron su vida supo qué pasó con ella al final. Simplemente desapareció. Supongo que vivió sola entre la multitud sus últimos años.
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