Lo que no se considera es lo imprevisto, por desconocido. Y lo imprevisto es lo que se va a hacer presente al punto de modificar el programa de se día o, incluso, poner un punto final en nuestra vida. En México, tierra donde habita la magia a pesar de la conquista del racionalismo occidental del siglo dieciséis, se tiene un dicho para ilustrar la existencia del factor casualidad: “El hombre propone y Dios dispone” dirían los occidentales para ilustrar desde la filosofía de Platón que Dios es el centro de la vida humana y a él corresponden los acontecimientos. Pero la rebelde lógica de la magia indígena lo explica de otra manera: “El hombre propone, Dios dispone, llega la mujer y todo lo descompone”. No es cuestión de misoginísmos humanos, sino de magia. En México la mujer sigue siendo Coatlicue, suprema diosa de la vida y de la muerte. Aun más allá de sólo la muerte, que es Mictlancihuatl.
Pero Paul Auster no quiere complicar la vida del lector de El cuaderno rojo, una serie de relatos verdaderos, y se refiere al poder del azar que se mete de manera fortuita, no convocada, en el programa de actividades de ese día. Es como una meta lógica que nos educa más allá de nuestra lógica. A través de hacernos recordar lo que pudo haber sido y no fue. O bien para dejar constancia que sí fue.
Alguien fue golpeado por un automóvil a toda velocidad, pero sin consecuencia alguna, al pasar tan cerca que la lámina del vehículo rozó el pantalón de su pierna. Con el tiempo todas las actividades de se día se esfumaron de la memoria, pero el incidente que pudo ser accidente mortal quedó grabado para siempre. ¿Por qué no fue lo que era inminente que sucediera? ¿O por que cayó el avión encima de Fulano cuando nadie se imaginaba que eso pudiera suceder?
"Mañana saldrá el sol pero quién sabe qué cosas traerá la marea", dice alguien en la película norteamericana Naufrago.
Paul Auster recuerda que, en el colmo de la pobreza, él y su compañera tenían tanta hambre ese día que hicieron un guisado a base de cebollas, que era de lo único que disponían. Era un guisado horrible y, además, en tanto que alcanzaba su punto de cocimiento, fueron a dar la vuelta y al regreso todo el contenido del sartén se había quemado. Ese mismo día llegó del extranjero el patrón que los empleaba, les invitó a cenar y devoraron platillos esplendidos. Pero de estos platillos han acabado por olvidarse los detalles. Lo que quedó grabado para siempre fue el horrible guisado de cebollas y todo su contexto de pobreza.
Puede ser que el pintor con experiencia de treinta años en el oficio un día se le resbale la escalera y caiga dando con el pintor en el suelo. O que se dé una interrupción de energía eléctrica en esa calle, donde vive el escritor, y por no “guardar” en la computadora al terminar cada párrafo, de pronto, de un segundo para otro, se le borren para siempre las veinte cuartillas que llevaba escritas.
A todo esto Paul Auster llama el poder del azar. El cuaderno rojo está compuesto por una serie de acontecimientos que se meten en el programa de actividades de ese día sin haber siquiera sospechado de su existencia, o de su posibilidad. Es una especie de antes de la experiencia. Porque cuando sucedió sí se estará pensando en su posibilidad, en su a priori. El libro nos hace pensar que la casualidad, el azar, siempre ha estado, como una extraña presencia didáctica, marcando la vida de los humanos.
Para poner orden en el aparente caos aparecieron los racionalistas, con Protágoras, y sus sistemas de la causalidad. Pero ya Kant hizo una crítica de la razón pura. Y eso es lo que en nuestros días nos dice Paul Auster, al escribir sobre la omnipresente casualidad.
Eurípides es el tatarabuelo de los "caoticos". Hace veinticinco siglos escribió, al final de su tragedia Medea: " Zeus, desde el Olimpo,gobierna al mundo,y muchas veces hacen los dioses lo que no se espera, y lo que se aguarda no sucede, y el cielo da a los negocios humanos fin no pensado".
Muchas veces sucede lo que no se espera (hecer click en video)
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