Balmes recomienda atención para la
lectura, y otras actividades, o de lo contrario tendremos una apreciación pobre
del texto.
El resultado puede ser una conducta
errática o bien una congruente, como apunta Montaigne que el mejor libro es el
individuo mismo. Puede traer en la cabeza una biblioteca completa o estar ayuno
de toda lectura.
Aun el mejor actor profesional tarde
o temprano se portará tal cual él es. Y entonces enseñará el cobre o el
diamante o ya siquiera una buena aleación.
“todo lo que a nuestros ojos se presenta
resulta libro suficiente”.
Ensayos
Lo reafirma Kierkegaard: “la
profesión de un escritor es, y debe ser, una vocación seria que implica un modo
adecuado de existencia personal.”
Sören Kierkegaard, Mi punto de vista,
Había congruencia en el modo de
escribir y la manera de vivir. De lo que sabemos eso ha cambiado. Conozco a
varios periodistas que escriben, cuartillas enteras, advirtiendo de los males
que es el fumar, y ellos fuman el contenido de una cajetilla al día...
La actividad del periodismo requiere
mucha atención para reparar en los
detalles y así consignarlos en el texto. Pero, de tanto repetirlos, llegan a
ser lugares comunes por lo que se llega a escribir de maneras prefabricadas. De
ese modo el lector de periódicos está atado a la rueda del molino.
Para los buenos redactores de
periódico, lo mismo que para los buenos lectores de periódico, sólo basta el primer
párrafo, lo demás, como dijo Nietzsche, es puro periodismo. Lo que esto
signifique.
“Todo se repite” dijo Wyatt Earp, el
legendario Sheriff, en la película La
venganza, cuando observa que los acontecimientos se parecen a lo que tuvo que vivir en años anteriores en
otros pueblos.
"Ánimo, joven, dentro de cien años será todo lo mismo que ahora" le dijo el doctor Tulloch, al niño Francisco Chishlom, en la novela Las llaves del reino, de A. J. Cronin.
"Ánimo, joven, dentro de cien años será todo lo mismo que ahora" le dijo el doctor Tulloch, al niño Francisco Chishlom, en la novela Las llaves del reino, de A. J. Cronin.
No obstante, es en la novelística donde hay que
sentarse a la vera del camino y describir el sendero que asciende la montaña. Por
ejemplo la descripción que Roger Frisón Roche hace de los prados arriba de
Chamonix y da vida, o presencia, hasta a las piedras arrastradas por el
glaciar.
O el movimiento donde El Rojo, uno de los personajes de la novela
El primero de la cuerda, hace para
acomodarse el tirante de la mochila que parece romperle la clavícula.
Balmes: “No hay lectura, no hay
conversación, no hay espectáculo por insignificantes que parezcan, que no nos
puedan instruir en algo. Con la atención notamos las preciosidades y las
recogemos; con la distracción dejamos quizá caer al suelo el oro y las perlas
como cosa baladí.”
Jaime Balmes L. El Criterio, Cap. I, apartado V, Editorial Porrúa, México, 1984.
Ajustar la acción de leer a lo que Balmes alerta
contra la indolencia, pero también contra la acción, atontas y locas, que lleva a la tierra de
nadie de las, supuestas, cien
modalidades literarias que nos venden a cada vuelta de la esquina como si fuera
pomada milagrosa para callos.
Balmes: “No debemos tener el
entendimiento en inacción, con peligro de que se ponga obtuso y estúpido; y, por
otra parte, cuando nos proponemos ejercitarle y avivarle, conviene que su luz
sea buena, para que no nos deslumbre; bien dirigida, para que no nos extravié.”
Es en los medios, por la carrera de
entregar la nota en la redacción, donde todo se va emparejando, nivelando. Como
si todos tuviéramos el mismo gusto. Un millón de lectores comentarán y hablarán
como uno que escribió la nota del
periódico.
Al estilo de los que manejan en
México las “micros”, de pasajeros, y ponen a todo volumen la canción de su
preferencia y que los pasajeros están obligados a escuchar. El conductor cree
que todos tienen sus gustos. O bien trata de imponer a todos sus gustos. Es un
salvaje atropello contra mi yo.
Es hora de recordar a Jean Wahl, el
filósofo marsellés que dice: “la existencia
del yo no es la existencia del tú, ni la existencia del esto. La
existencia del nosotros no es la misma
que la existencia del yo y del tú.” En otras palabras, cada quien su gusto
y respetar el gusto del otro.
J. W. Introducción a la filosofía, Fondo de Cultura Económica, México,
1988
Agrega Wahl, y coincide con Montaigne,
que el humanismo expresa su modo íntimo de ser por los actos que ejecuta:
“Nuestra admiración por los logros de Van Gogh, incluso de Cézzane, no puede separarse de nuestro sentir que estamos en presencia de su esfuerzo personal, en el género de pinceladas que emplean.”
“Nuestra admiración por los logros de Van Gogh, incluso de Cézzane, no puede separarse de nuestro sentir que estamos en presencia de su esfuerzo personal, en el género de pinceladas que emplean.”
Pero que los depredadores vayan por
la calle (confundidos con la gente positiva) armados de modernos teléfonos
móviles, nos recuerda que Wolfe observó que el perezoso trepa el árbol, en
comparación con el leopardo, como el humanismo lo es frente al pasmoso
desarrollo de la ciencia.
Dibujo tomado del diario El País 7 de julio de 2017 |
Falta mucho para que las revistas de
filosofía se vendan hasta en las carnicerías. En ocasiones, muy de vez en
cuando, encontramos algo de filosofía en la revista Playboy.
Desde luego hay una disciplina
científica que se llama lógica que nos señala decir argumentos y nos invita a
evitar las opiniones.
La lógica, se dice, es “el arte de
pensar bien”, según la cultura en la que se viva. ”Don de dioses” llamó
Sócrates a la lógica.
“Más por desgracia-dice Balmes-no nos
aprovechamos lo bastante de este don precioso.”
Se debe a que, en nombre de la
libertad, rechazamos los imperativos categóricos que nos dice la ciencia de la
lógica y algunos nos vamos por las opiniones a bote pronto.
Arrebato la palabra a mi interlocutor
cuando aquel apenas ha pronunciado dos cosas y no le dejo completar su
argumento.
Montaigne: “la testarudez y la manía
de sustentar la propias afirmaciones son características de los espíritus
bajos, mientras que rectificar, corregirse, apartarse del error incluso en el
calor de la discusión, destaca cualidades importantes, parece poner de
manifiesto un espíritu elevado y filosófico.”
Balmes: “El conocimiento que de esta
suerte se adquiere, es siempre ligero, superficial, a menudo inexacto, o
totalmente errado. Sin la atención, estamos distraídos, nuestro espíritu se
halla, por decirlo así, en otra parte, y, por lo mismo no ve aquello que se le muestra.”
Leer significa no ser ajeno a las ideas
que corren en el siglo, lo que enseñan en las universidades, lo que se dice en
los debates, en los “suplementos culturales”.
Pero sobre todo conocer a través de
la lectura lo que ahí no se dice, algunas veces por falta de información, otras
por repetir sólo lo que dijo el maestro.
Schopenhauer observa que con frecuencia
el estudiante se queda con lo que dice el maestro y no va más allá de las
“filosofías” contemporáneas.
No se busca la filosofía fundamental y perenne:
No se busca la filosofía fundamental y perenne:
“Los filósofos auténticos, los
maestros de los siglos y hasta de los milenios, esperan callados en las estanterías
a quienes los aprecian.”
Schopenhauer,Parerga y parlipomena
Schopenhauer,Parerga y parlipomena
Esos maestros antiquísimos no son la
fijibilidad anquilosada que se cree sino significan ir al encuentro de una
confrontación profunda.
No son pocos los autores que rehúyen
echarse la biblioteca encima. Uno de ellos es Montaigne:
“Aparte de Séneca y Plutarco, de
quienes me proveo, como las Danaides, llenándome y vaciándome perpetuamente. No
he tenido relación con ningún otro libro.”
No es cosa de leer sólo dos libros,
promedio de cultura al año, por cabeza,
por deficiencia de los programas de educación pública, como sucede en algunos
países de América.
Dos autores leídos y releídos con atención,
para Montaigne son suficientes.
Esta inusitada noticia es posible
sólo si, como apunta Balmes, se pone atención a la lectura.
Balmes |
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