Creer que la abundancia de dinero
llega como bendición de Dios, dice Platón, es un modo utilitarista de ver las
cosas. Se aleja de la moral y va en contra del interés del pueblo.
Dios vino para llenar de amor los corazones,
no de dinero los bolsillos.
Pero como sea que en este mundo también hay ricos buenos (“hacienda
bien ganada, no por malas artes ni logrereías torpes” Cicerón, Los oficios, Cap. XXVI), que ven por los
demás, es por lo que Jack Reacher (Tom Cruise)dijo que el valor que tiene el oro es según quien lo posee.
En ocasiones Platón estuvo cerca del
poder político y pudo observar que se llevaban los dineros de erario público, a
manos llenas. Esto le hizo reflexionar sobre el fin que persigue el gobierno de
un reino o ciudad-estado, como se llamaba entonces.
Pensaba en una clase política que
viera por los intereses del pueblo, materiales y espirituales, incluidas
educación y libertad.
Se alcanzan utopías, esta de Platón,
hasta donde sabemos, nunca del todo.
Es probable que las haya habido, en
los primeros siglos del imperio romano (entonces era “reino”), y en alguna otra
parte del planeta cuando alguna etnia empezaba a despuntar.
Se hacían fuertes a base no tanto de
la guerra sino de su moral interna. Hay numerosos casos, en la historia mundial, de grupos chicos,
sanos, que triunfaron sobre grandes naciones corruptas.
Florecían las artes, la comunidad
confiaba en sus gobernantes y, en lugar de trabajar, miserablemente, ocho horas,
se afanaban el equivalente de doce o catorce horas, por voluntad propia.
Estaban seguros que la plus valía de su trabajo beneficiaría a la burguesía y,
sobre todo, a la clase del común, por ser la más necesitada...
Catón fue aquel romano que vivía cerca de la moral del grupo y desaconsejaba
del yo particular porque, decía, es el que incuba los populismos que a la
postre acaban con la moral general, y se llevan hasta la silla en la que se
sentaba el conserje que cuidaba la puerta del edificio sede del palacio del emperador.
Del pícaro Lazarillo, sin moral, dice Gregorio Marañón que tiene la habilidad de presentar sus trapacerías como hazañas dignas de alabanza pues siempre habrá bobos, o cómplices, que lo justifiquen inclusive que lo admiren y lo tengan como un paradigma:
"Lo pésimo de esta literatura estriba en el hecho de vestir las fechorías sociales-el robo, el engaño, la informalidad ante la palabra, el mismo crimen -de una gracia tan sutil que todo lo atenúa y que acaba por justificarlo todo."
Del pícaro Lazarillo, sin moral, dice Gregorio Marañón que tiene la habilidad de presentar sus trapacerías como hazañas dignas de alabanza pues siempre habrá bobos, o cómplices, que lo justifiquen inclusive que lo admiren y lo tengan como un paradigma:
"Lo pésimo de esta literatura estriba en el hecho de vestir las fechorías sociales-el robo, el engaño, la informalidad ante la palabra, el mismo crimen -de una gracia tan sutil que todo lo atenúa y que acaba por justificarlo todo."
dibujo tomado de El País, 3 de junio de 2017 |
“Para Catón, toda inteligencia auténtica se
manifestaba en actos, y los actos revelaban al hombre. La absorción
introspectiva en el yo y su cultivo significaba el colapso de un moral común, y
entonces surgiría el “caudillo” capaz de fascinar con su elocuencia y sus promesas
lisonjeras a un pueblo sin carácter.”
R.H.Barrow, Los romanos, Fondo de Cultura Económica, México, 2014.
¿Cómo saber cuál es el mejor “caudillo” para el pueblo? Nadie lo sabe, ni
él mismo. ¡Porque él mismo “caudillo” no se conoce de todo lo que es capaz! Ya
de las más grande heroicidades para su pueblo, como de las más grandes
corrupciones en contra de su pueblo.
Aquí es donde Cicerón recuerda dos
cosas de Platón, en La república:
1): “Los que se destinen al gobierno
del Estado tengan muy presentes siempre estas dos máximas de Platón: la primera,
que han de mirar de tal manera por el bien de los ciudadanos, que refieran a
este fin todas sus acciones, olvidándose de sus propias conveniencias.”
Cicerón,
Op. Cit. Cap. XXV.
Stekel, psiquiatra alemán del primer tercio
del siglo veinte, decía que el profesionista se ve reflejado en sus obras según
él es. Los recursos académicos, que se haya podido allegar, los va a emplear
para el bien o para el mal.
Pero esto no lo sabe (no se lo demuestra a sí mismo) hasta
que se encuentra en la disyuntiva. Hasta
ese momento va a ser él mismo. Puede teorizar en un sentido o en otro pero fue
eso, pura oratoria caliente. ¡Nada se pierde con prometer más que sus rivales
de campaña!
Jasper hace la misma observación:
“Únicamente despierta el hombre
cuando distingue el bien del mal. El hombre llega a ser, él mismo, cuando en su
acción ha decidido a dónde quiere ir.”
Karl Jasper, La filosofía.
La otra advertencia que cita Cicerón,
de Platón, va encaminada a hacer conciencia que más revoluciones, al interior
de la nación, causa el trato desigual con la gente, que las perturbaciones que pueden llegar
del exterior:
2): “…los que se desvelan por una parte
de los ciudadanos y descuidan la otra, introducen un perjuicio, el más notable
en el gobierno, que es la sedición y discordia; de donde nace que tomen unos el
partido del pueblo, otros el de los nobles y muy pocos el partido común.”
“Platónn. 1 (en griego antiguo:
Πλάτων) (Atenas o Egina,1 ca. 427-347 a. C.)2 fue un filósofo griego seguidor
de Sócratesn. 2 y maestro de Aristóteles.3 En 387 fundó la Academia,4
institución que continuaría su marcha a lo largo de más de novecientos añosn. 3
y a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a estudiar filosofía alrededor
del 367, compartiendo, de este modo, unos veinte años de amistad y trabajo con
su maestro.n. 4 Platón participó activamente en la enseñanza de la Academia y
escribió, siempre en forma de diálogo, sobre los más diversos temas, tales como
filosofía política, ética, psicología, antropología filosófica, epistemología,
gnoseología, metafísica, cosmogonía, cosmología, filosofía del lenguaje y
filosofía de la educación; intentó también plasmar en un Estado real su
original teoría política,”WIKIPEDIA
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