Tener conciencia de existir es de más
importancia para el pueblo que para los filósofos. Los filósofos la teorizan
pero el pueblo la vive.
Perdida la salud del cuerpo, y de la sociedad, luego añoramos cuando éramos
felices, y ya no somos, por no haber tenido conciencia de la existencia cuando
teníamos salud.
Cuando teníamos la dentadura sana y
completa y la columna dorsal estaba vertical y las rodillas no me dolían.
En la perspectiva que se aprecie la
existencia de las cosas, que se tenga conciencia de las cosas, Cicerón veía su
mundo antiguo, pagano, hundirse, emerger y volver a hundirse.
Sectas religiosas venidas de todas
partes, magia, superstición, cautivos, esclavos, libertos (los cristianos
todavía no contaban), árabes, africanos, germanos, iberos… Y en el
interior el reino, la república, el
imperio, senadores, pretorianos… Cicerón escribe para
que su universo romano no se
pierda y deje de progresar:
“Hay algunas sectas que, según los
fines que se proponen del bien y del mal, las desfiguran en un todo.”
Cicerón, Los oficios, Espasa -Calpe
S.A. Madrid, España, 1980.
De ahí que tener conciencia no sólo
es asunto de los filósofos sino, sobre todo, de los pueblos.
El día que Cicerón escribió sus Oficios, había en el planeta
más de veinte países (entonces reinos) que bien podrían suscribir lo anterior.
En medio del caos pensaban cuando eran felices, pero que entonces no tenían
conciencia que lo eran.
Nos percatamos de lo que valen
nuestras rodillas hasta que, el subir
una escalera, sentimos que es un suplicio real.
Eso es brutalmente más real, la
manera de concientizar que existo, que el
pienso de Descartes, que la tensión
de Kierkegaard, que el Uno de
Plotino, la Nada de Heidegger o que
la Elección desde mi yo de Jasper.
Entre los mexicanos de tiempos
precristianos Mictlantecuhtli es el dios
de la muerte o del mundo subterráneo. De modo que, por contraste (o contra
tesis, dicotomías, que tanto se buscan en la cultura occidental), había plena
conciencia de la vida, de la existencia. No era la morbosa inclinación hacia la
muerte sino recordar que este día se es y cómo se vive.
Tzompantli |
Tzompantli |
Y para que esa realidad no se olvidara, entre los placeres de la dulce vida, había
por todas partes, de México-Tenochtitlán, un zompantli o muro de los cráneos de humanos. Estaba presente el
imperativo: “¡No lo olvides, existes hoy!”
Sólo Nezahualcóyotl (y unos pocos
más), en el México Antiguo, tuvo duda si
en verdad existimos o sólo soñamos.
La existencia no se intelectualiza sino que se vive:
Wahl dice que “no puede resolverse
teóricamente el problema de la existencia. Sólo puede resolverse en la práctica,
sintiendo las experiencias individuales de la unión del propio pasado y futuro
en el propio presente siempre nuevo.”
Jean Wahl, Introducción a la filosofía, Fondo de Cultura
Económica, México, 1988.
Se entenderá más de cerca si
imaginamos a alguien tomar clases de alpinismo sin ir nunca a la montaña...Así
de absurdo es sólo intelectualizar la vida. Quizá tanto, al revés, como una vida empírica sin ser pensada.
Heráclito, entre los griegos, niega
el Ser porque cree que no hay algo estático por siempre. En su lugar proclama
el movimiento que se hace y se rehace continuamente en todo momento. ¿Cómo
tener conciencia de tierra firme si todo se mueve? Parece que bajo estas
condiciones no hay existencia, es decir, ser estable.
Era necesario esperar a Platón para
conocer una posición dialéctica en la que parece que, a la postre, se llega al
mismo punto al considerar este filósofo tener conciencia de existencia tanto de
cosas como de esencias:
“no sólo hay un mundo inteligible,
sino que también las cosas sensibles son en cierto sentido. “
Las sensibles son las que cambian y
las inteligibles permanecen.
El Devenir (y ojalá todos nos interesamos por el tema) tiene mucho que
ver con la responsabilidad del humano ante sí y a ante la sociedad.
Todo pasa, como el viajero que cruza una
ciudad por la que no ha de volver y le da lo mismo encochinar, ensuciar, ¡y
haber quien la limpia!
O bien el que vive, de fijo, en esa ciudad y le interesa tener en orden los
diversos asuntos de su entorno, empezando por la basura en la calle.
A) Todos morimos, como individuos, y qué me importa como quede el mundo, ¡ahí se
las arreglan!
B) No morimos, como grupo, y más vale dejar limpio el mundo para los que
ocuparán nuestro espacio.
En otras palabras, somos más allá de este
inmediato ser biológico. Trasciende, el mero pienso luego existo, con esa
existencia que ahora tiene esencia. ¡Y mis rodillas me lo recuerdan a cada
momento!
“Ser hombre es llegar a ser hombre”
dice Jasper en La filosofía. No
quiere decir algo chocante sino que haya conciencia de existencia.
¡Y en ocasiones, con recoger un papel
de la calle, que algún irresponsable arrojó, ya se tiene el retrato del
individuo!
Si salva al mundo o realiza grande proezas aquí, o allá, como
Superman, es de la misma estatura que el que recogió el papel, es decir, de la dimensión fuera del tiempo y
del espacio, que igual impacta al yo particular que a la vida social. ¡Tener
conciencia de existencia social!
En otras palabras, el individuo, la
sociedad que no es capaz de recoger el papel que ensucia las calles, ¡y pintarrajea las
paredes! que no se sorprenda cuando su ciudad esté tan criminalizada que ya ni
pueda salir a la calle.
¡No se puede ser irresponsable y exigir un
mundo perfecto!
¡Que el gobierno recoja la basura de
la calle, por eso pago mis impuestos”, se oye decir con frecuencia. Es cuando Cicerón
dice:
“Los que miden el sumo bien por su propia
conveniencia sólo se aman a sí mismos, y así, en ofreciéndoseles alguna incomodidad por guardar las obligaciones
de amistad, justicia, etc. faltarán a ellas por no faltar a su comodidad.”
Pero no hay que ponerse tan serios. Darle contenido a la vida sin olvidar
que el juego y la risa son partes importantes de ella.
Nada más serios es un fastidio para todos.
Y nada más risa puede ser una enfermedad con repercusiones negativas para la sociedad.
Cicerón anota: “No nos ha colocado en el mundo
la naturaleza para jugos y pasatiempos, sino para una vida seria y para acciones
de gravedad e importancia.”
Y se apresura a añadir:
“No es decir esto que nunca hayamos
de chancearnos y divertirnos, pero así como se usa del sueño y de otros desahogos,
después de haber satisfechos cumplidamente
con los cuidados graves y serios.”
Cicerón |
“Marco Tulio Cicerón, en latín Marcus
Tullius Cicero1 (pronunciado ['mar.kʊs 'tul.liʊs ˈkɪkɛroː]), (Arpino, 3 de
enero de 106 a. C. - Formia, 7 de diciembre de 43 a. C.) fue un jurista,
político, filósofo, escritor y orador romano. Es considerado uno de los más
grandes retóricos y estilistas de la prosa en latín de la República
romana.WIKIPEDIA
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