Un plato de bacalao, al día siguiente
de la fiesta, sabe mejor. Si lo comemos
por varios días, siempre le encontraremos un mejor sabor.
Así es el libro de Wahl, Introducción a la filosofía.
No por el bacalao, sino porque el
lector estaría cada vez más apto para apreciar
más finamente el contenido.
Su obra contempla valores absolutos y
valores relativos, los primeros para todos y los segundos para unos individuos
y para otros no.
Entre otras cuestiones dice que
ninguna revolución cultural sale de la nada, siempre sale de una tradición.
Queda el modo de hablar iconoclasta
pero la realidad es que los revolucionarios de ayer se volvieron conservadores
cuidando lo conquistado.
Si desconoce la tradición filosófica,
y se arroja al ruedo escribiendo líricamente, por decirlo de algún modo, lo más
probable es que esté subiendo una escalera cuyos peldaños ya están
desgastados de tanta gente que ha subido por ellos:
“Hay una tradición filosófica, y si uno no conoce esta
tradición, no puede entender la revolución.
Es seguro que nos recordará el
panfleto de algún partido político envuelto en huevo filosófico.
No hay progreso alguno en filosofía,
dice Wahl.
De pronto esto suena de lo más extraño: “En un sentido, al menos, no hay ningún progreso”.
De pronto esto suena de lo más extraño: “En un sentido, al menos, no hay ningún progreso”.
En teología todo está hecho y sólo
hay que vivir la letra. Es un imperativo categórico que hay que cumplir sino se quiere parar en el infierno.
Pero en filosofía hay tantos modos de pensar (afortunadamente) como individuos e individuas hay en el planeta.
Pero en filosofía hay tantos modos de pensar (afortunadamente) como individuos e individuas hay en el planeta.
Un arquitecto podría sacarnos del
atolladero diciendo, una casa será siempre una casa, pero hay por lo menos cien
maneras de hacer esa casa.
En alpinismo es más fácil encontrar
la salida: una montaña tiene en potencia cien vías para escalarla.
Luego de esto se nos facilita entender
a Wahl cuando les dice a europeos, y a norteamericanos,
que “son herederos de una cultura muy vieja que comienza en filosofía con Tales
y Anaximandro pues los problemas filosóficos no pueden separarse de su fondo
histórico.”
Una vez que ha dejado asentado la
necesidad de conocer la tradición filosófica, escribe:
Dibujo tomado de El País,14/10/2017 |
“Platón no será jamás sobrepasado.
Pero hay cambios de perspectiva, maneras
particulares de ver en el fondo de los problemas eternos en un momento dado, y
hay una especie de movimiento.”
Ese es el trasfondo de la obra de Wahl,
la libertad para que cada uno diga su parecer. Si dice opiniones o conceptos,
nadie tiene autoridad para reprochárselo. Es la medida de sí mismo.
Hace mención que los filósofos
escriben para los filósofos. ¿Y a los hombres de banqueta, ayunos de todas
luces, que nos trague la televisión vacua, o la prensa comercial?
Ese modo de decir de los filósofos se ha complicado
en ocasiones porque así lo requiere el punto
tratado y en otras veces para, como dice el impopular Schopenhauer, para
esconder la incapacidad de filósofo.
Por eso clama Wahl por volver a lo
sencillo en la exposición.
“Podemos decir, por ejemplo que los filósofos
griegos vieron los problemas con una simplicidad y una especie de ingenuidad a
la cual es siempre refrigerante volver.”
Pero Wahl no suelta la rienda y
arréglesela como puedan lo que, en el inmenso mundo de las maneras filosóficas,
equivale a quedar disuelto en un eclecticismo sin ton ni son. En otras palabras,
con el GPS satelital descompuesto.
Por eso al principio de su obra traza
un bosquejo para luego ir detallando: “en Descartes hay una audacia que se ha
igualado raramente, y que Kant ha sopesado los problemas más escrupulosamente
que nadie.”
Wal es partidario de la idea que
leyendo y, mejor, estudiando, un buen
sistema filosófico, se conoce toda la filosofía, porque en ese sistema
encontraremos los diversos modos de pensar que han tenido lugar en el mundo de
las ideas.
Pero no quiso ser tan rígido y
mencionó dos o tres autores. “Platón, Descartes y Kant-y quizá pudiéramos
agregar Hegel- se alzan como los hitos probablemente más importantes de la
historia entera de la filosofía.”
Este mundo tan polarizado ya casi no
conoce espíritus abiertos como Wahl,
capaces de arropar a los “contrarios” del pensamiento filosófico. Bien mirado, no hay "contrarios", sólo "complementarios". Si hay un arriba es que hay un debajo, etc.
Valores absolutos, entiéndase, sin negar los valores relativos. Porque hay sofismas muy ingeniosos, al parecer universales, que buscan cercenar la libertad de pensamiento y actuar de los otros.
Este pensador marsellés no conoce la disyuntiva entre tradición y Heterodoxia. Lejos del pensamiento sectario escribe:
Valores absolutos, entiéndase, sin negar los valores relativos. Porque hay sofismas muy ingeniosos, al parecer universales, que buscan cercenar la libertad de pensamiento y actuar de los otros.
Este pensador marsellés no conoce la disyuntiva entre tradición y Heterodoxia. Lejos del pensamiento sectario escribe:
“El paso de nuestro espíritu por las
grandes filosofías nos traerá siempre una ganancia inestimable. Debemos familiarizarnos
con ellas y atesorarlas en nuestra memoria. No debemos olvidarlas. Ni siquiera Platón está lejos de algunas teorías muy modernas, como se ha demostrado recientemente más de una vez”
WAHL |
“Jean Wahl nació en Marsella, en 1888. Falleció en París en 1974. Filósofo
francés. Tras ejercer como profesor en EE UU, regresó a Francia (1945) para
enseñar en la Sorbona y fundó el Colegio Filosófico de París. Es recordado,
sobre todo, por su estudio sobre La desdicha de la conciencia en la filosofía
de Hegel (1929). Otras obras a destacar son, entre otros títulos,
Filosofías pluralistas de Inglaterra y
América (1920), Hacia lo concreto (1932) e Introducción a la filosofía
(1948).”WIKIPEDIA
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