Referencias:
Don Francisco de San Antón Muñon Chimalpahin
Cuauhtlehuanitzin, Relaciones originales
de Chalco Amaquemecan, Fondo de Cultura Económica, México- Buenos Aires,
1965.( RCHA))
Armando Altamira Gallardo, Los mexicanos en la ruta de los polacos (edición particular) (LMRP)
Enrique Elizaga, Los Órganos de Actopan,Revista Sierra Club,México, D. F. octubre 1934 (LOA)
Lento para revisar mi correo, he encontrado una pregunta que
se me hace con respecto a la práctica del alpinismo, es del 16 de agosto de
2015.No dispongo del nombre completo de la persona que la formula, la inquietud
es la siguiente: “…qué vida o qué se aporta al montañismo de México cuando los que se pretenden alpinistas no aportan nuevas rutas o vías al
alpinismo de México.”
Espero que la nota que
ahora incluyo en mi blog dé alguna respuesta:
Dos modos son de practicar el alpinismo y ambos por demás
meritorios.
Uno es de seguir los pasos que otros abrieron en montañas
hasta entonces ajenas a todo humano, en el aspecto deportivo (aquí no tocamos
el tema del Paleomontañismo religioso en América anterior, con mucho tiempo, al
siglo dieciséis).
Así aprendimos a subir por escabrosas vertientes de roca y otras recubiertas de nieve y hielo.
Escaladores diestros de antaño resolvieron problemas que pondrían a prueba nuestras limitaciones deportivas del
principio, físicas y psicológicas, con respecto a los panoramas naturales abiertos que hasta entonces sólo veíamos semáforos en
las calles de la ciudad.
¡Cosa de no creer! ¡Existían en realidad las montañas y los
bosques que sólo conocíamos en las
películas y los desiertos en las películas del oeste!
La aguja de El Fraile, en lo alto de la sierra hidalguense,
arriba del pueblo de Actopan, nos
impresionó. Tratamos de imaginar la fuerza de voluntad que requirió en los
hombres (y mujeres) que acometieron su conquista. Más cuando nos enteramos que
esa primera escalada tuvo lugar cuando aún no nacíamos. (LOA)
Si queríamos seguir adelante necesitábamos ser tan diestros
como ellos lo fueron al “abrir” semejantes rutas.
Ya metidos en esa dinámica con el tiempo llegamos a hacerlo mejor.
Contribuyeron los nuevos materiales como cuerdas, piolets de diferente aleación
metálica, diseño, y cada vez más resistentes a la dureza del hielo mexicano (casi
con la consistencia del vidrio, para decir de alguna manera su compactación con
pocas burbujas de aire) y más ligeros.
La ropa de abrigo con la que al principio tiritábamos de frío
en los 3 mil, después lo sleeping
fueron diseñados para dormir en solo camiseta a las bajísimas temperaturas de
los 8 mil.
Lo que a los pioneros les había llevado años, o meses, para lograr la “primera” en
otras montañas, nosotros acabamos por establecer records de tiempo. En pocas horas, o en minutos, hicimos lo que en sus
momentos hasta pareció imposible de ser escalado.
¡Así es la cara del alpinismo en todo el mundo!
Finalmente conocimos los secretos de esas las vías de ascenso
y emprendimos con éxito las escaladas solitarias.
¡Caímos en la cuenta! ¡Hasta aquí solo fue una evolución personal.
Muy valiosas pues aprendimos a estar, y a subir, en ambientes por demás diversos.
Rocas casi calientes en los 3 mil, superar pasos en los 4 mil y pasar problemas ( siempre ya superados por otros con
anterioridad) en cotas heladas de roca, nieve y hielo envueltas en vientos de
muy bajas temperaturas y donde los factores de erosión volvieron inestables las
rocas.
No sólo ya no podíamos hacer desplantes de agilidad dada la
consistencia del material de cotas bajas sino que ahora por la inestabilidad del
terreno apenas podíamos permanecer adheridos a la pendiente.
Todo lo anterior enriqueció nuestro dossier o expediente personal. Pero estábamos conscientes de algo:
hasta ahí no se habían movido las manecillas históricas del alpinismo, todo era
personal. ¿Qué aportamos de nuevo a las generaciones por venir?
¡Nada! ¿Subir a la montaña más alta del continente? ¡Ya
cientos lo habían hecho!
Subimos al
Popocatépetl siguiendo las huellas místicas de
Chalchiuhtzin qué dejó 7
siglo atrás, año 1287, al efectuar la “primera”
ascensión histórica (RCHA).Subimos la norte de la
Benito Ramírez por donde Raúl Revilla
trazó la ruta medio siglo atrás, ¿la montaña más alta del país? ¡Ya había en el
fondo de sus grietas cadáveres de alpinistas arrastrados por el alud desde
hacía casi un siglo!
También tuvimos conciencia que para ser feliz, dentro de la Naturaleza natural, se necesita menos
que todo eso.
Pared norte Las Goteras, Sierra de Pachuca, Hidalgo,México
Foto de Armando Altamira G
Con alcanzar, caminando tres o cuatro horas, el valle feliz
de los 3 mil, acampar y dialogar con el viento, el sol, el frío, la lluvia y
otra vez el amanecer rojo de sol, no se requiere más para estar en armonía con
la vida.
No sólo la condición volitiva, sino los factores filosóficos
y hasta místicos encuentran ahí el lugar incomparable para soñar (pues en la ciudad
hemos olvidado soñar, solo estresarnos viendo noticias nada halagüeñas, que acaban
por hacer perder la confianza en la
humanidad. Ahora la puerta tiene cuatro o cinco chapas, cámara de
vigilancia y perros guardianes).
Aparte del ensueño
romántico se trata de una caminata por el bosque que, realizada con cierta frecuencia,
mantiene lejos los fantasmas de las grasas asesinas que tanto disfrutamos en los
deliciosos platillos de la ciudad. El dietista advierte y advierte pero… ¿Quién
le hace caso al dietista más allá de dos o tres semanas?
También nuestros sistemas fisiológicos de adaptación al medio
vuelven a funcionar en contacto con el paso de los vientos libres y altos.
¡Eso no es poco! Lo vemos en la inmovilidad obligada en los
meses de la pandemia: caminar por ejercicio es exactamente negarse a morir.
Otros que se quedaron quietos
sufrieron trastornos psicológicos que
no serán superados hasta varias generaciones más adelante.
En ese sentido en la ciudad todo es chato. La misma
temperatura artificial, los edificios que estorban el paso libre del viento, la
sombrilla para protegernos del sol y de la lluvia, el trasporte para ir dos o tres kilómetros más allá, cuando no a la
tienda de la esquina.
Nos apresuramos a reconocer que hay en la ciudad una
interesante antinomia que es vivir dentro de la tecnología que nos facilita las
cosas pero, sobre todo, nos hace ver lo invaluable que es vivir entre la gente.
¡Ni los filósofos solitarios viven en la soledad sino en el
seno de la multitud!
No obstante lo rojo persistente de los noticieros nos
aferramos a la idea que llegamos a esta
vida para vivir, no para morir. ¿Qué caso tendría la carrera de velocidad de
los espermatozoides por llegar primero al óvulo?
La sugerencia es que los lobos solitarios de la ciudad deberían ir
al valle feliz de los 3 mil para apreciar mejor el contraste que implica eso
que llamamos soledad personal. Verían si se trata de un autentico vuelo o sólo
una patología para ser tratada en el
sillín del psiquiatra? No es un imperativo categórico sino solo una reflexión.
Pero la raza que hace el mundillo alpino quiere ir más allá
del valle feliz. Más allá de las huellas dejadas por los sacerdotes de
Nanahuatzin-Tezcatlipoca-Tláloc en las montañas, más allá de los incrédulos
escaladores del llamado siglo de las luces. Más allá del orden mecanicista y
aun del orden vital.
Insistimos: establecimos records
de tiempo y ya realizamos algunas escaladas en solitario. ¡Pero la historia del
alpinismo, sigue sin moverse.
Es aquí donde empieza la historia del alpinismo o el alpinismo
como historia: la apertura de nuevos horizontes.
¡Una primera escalada de diez metros de alto es noticia sobre una ascensión famosa de hace dos o tres siglos! La primera tiene connotaciones sociales y la segunda sólo personales.
Dueños del acervo que nos dejaron los que nos antecedieron,
en experiencia y en equipo, quedamos parados ante el verdadero problema del
alpinismo.
No es la conquista de la montaña sino la conquista de mí mismo como escalador. El verdadero asunto
ahora es de orden subjetivo, más que material. Pocos dan el brinco de ortodoxos a innovadores.
Estábamos parados frente la única llave que da acceso para
hacer que la historia se mueva: Trazar una ruta nueva.
Ahora vemos a Mario Campos Borges, en la cordada de Salvador Alonso Medina y Roland Hildel, elevarse con éxito por la cara este del Pecho de la Iztaccihuatl (5 mil), hasta entonces inabordable (LMRP). Salvador Alonso Medina y yo trazamos la Transversal Nido de Palomas- Repisa Oeste del Abanico, en la vertiente norte del Popocatépetl ( 4,900) (LMRP). Los escaladores del Club Exploraciones de México, entre ellos Manuel García, se abren paso en la pared norte del La Cabeza de la Iztaccihuatl (5 mil), hasta entonces considerada como inescalables, por eso ese flanco se llama así: Inescalables. Trazamos la primera circunvalación al Pico de Orizaba en la cota de los 4,200 (LCPO).
¿La Transversal del Abanico? ¡La escalada de alta
montaña más bella del país!
Es un lugar común. Para todo escalador, que logra una primera,
se trata de la más difícil y bella del mundo.
Poyauhtecatl-Citlaltépetl-Pico de Orizaba (5,700), visto desde el norte
Trazar la primera circunvalación (4,200) como queda señalado, nos llevó cinco días.Participantes:Laura Rosales Lagarde,Armando Altamira Areyán,Pedro Arredondo Guerrero, Armando Altamira Gallardo.
La letra A marca la ubicación del albergue Piedra Grande(4,260m).De ahí partimos en el sentido de las manecillas del reloj
Ver relato en este mismo blog.
Foto tomada de Internet
Ensoberbecidos por nuestros triunfos sobre rutas ya
conocidas, y nuestras escaladas en solitario, justo es confesarlo, llegamos a
subestimar la labor de los escaladores pioneros. Esto es un pecado de soberbia
muy común en el alpinismo.
En el valle feliz hay cerca una cabaña que eventualmente
ocupan los pastores para resguardar sus ovejas en el invierno.
Los que acampan en el valle feliz suelen dejar víveres que ya no necesitan al regresar a la
ciudad. También alguna revista de alpinismo para el que le interese leerla y
cargársela en su mochila.
En ese lugar encontramos un viejo libro mexicano de escalada
que siempre nos pareció de contenido deficiente y además obsoleto para los tiempos que corren.
Tiene una nota en el
prólogo que reza: “¡Para escaladores! ¿Pero si crees que este libro puede ser
superado? ¡Escribe uno mejor! Sólo hay un sinodal que puede calificarlo: la
historia.”
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