Es
una ascensión de 1,626 metros que empieza en el fondo de la cañada Nexpayantla
(3,800 metros) y termina en la cumbre más alta del volcán (5,426). Comprende
dos escaladas, la pared oeste de la Torre Negra y la norte del Abanico, en su
vía directa.
Estas
dos paredes fueron escaladas por primera vez en la segunda mitad del siglo
pasado y su relato está publicado en el libro Alpinismo Mexicano, de Armando Altamira G, editado por ECLALSA, de
la Ciudad de México 1972.
Lo
que aquí se relata es la primera
ascensión que enlaza las dos paredes mencionadas en una misma ocasión. Mis
compañeros de cordada son Yuma, de la etnia hopi de Arizona. Schopenhauer, que
entonces vivía en Iztapalapa, alcaldía de la Ciudad de México y Toci, muchacha
escaladora, también del Valle de México.
El
relato de esta ascensión es materia del libro publicado por el Sindicato de
Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México (STUNAM) en 2010 y
que ahora presentamos.
Título:
Escalando
con Schopenhauer
Autor:
Armando Altamira Gallardo
Edición:
Secretaría de Prensa del Sindicato de
Trabajadores de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Serie:
Cuadernos de Comunicación Sindical número 97
Abril
2010
95
páginas
1
Instalamos
las tiendas en el límite del bosque. Diez metros por debajo de donde se levanta
la pendiente desnuda. En el fondo de un
abismo increíblemente bello y lleno de nieve, la cabecera norte de Nexpayantla
luce magnífica. Y esta noche por fin las
estrellas brillan con intensidad. Tenemos una semana escalando las aristas y mañana emprenderemos la ascensión de la pared oeste
de la Torre Negra.
En
una ocasión ha caído tal cantidad de nieve que nos vimos obligados a permanecer
treinta y seis horas metidos en nuestras bolsas de dormir. Nos reuníamos bajo
la manta que amarramos de cuatro árboles y entre la niebla cerrada preparábamos
la comida. Después, como no se veía más allá de cinco metros, y el frío era
intenso, regresábamos a las tiendas.
Tiendas
individuales que cada quien instalaba donde le pareciera o donde pudiera. Con
pequeños y ligeros colchones neumáticos, dormíamos aislados del frió del piso
nevado y a salvo de las irregularidades del terreno. Cercana una de la otra,
las cuatro tiendas hacían un pequeño campamento trashumante. En la mañana
siguiente, si se nos pegaba la gana, cambiábamos de pastos. Mientras el viento
no se llevaran las nieblas, quinientos metros más arriba, no tendríamos
esperanzas de volver a escalar entre aquella invisible e inmensa olla llena de
brumas oscuras y pegajosas. Seguimos cada quien con sus pensamientos en
nuestros magníficos refugios de tela de un metro por dos por uno.
La
vida en las montañas se ha abandonado por la gente de la ciudad y ha pagado por
ello un costo muy elevado. La ansiedad es una emoción normal y útil, pero que
con la inactividad física aumenta hasta convertirse en una patología. La
ansiedad mal manejada es la causa que alguna gente viva problemas que todavía no existen y que
probablemente nunca existen fuera de la imaginación. La complicada vida del
valle, la propaganda de la industria farmacéutica, la renuencia de visitar al psicólogo, la
facilidad de comprar en la farmacia sin receta y la cercanía del mercado negro,
nos ha convertido en el tercer país, después de Estados Unidos y de Brasil, más
consumidor de sustancias anti depresivas.
-No
se trata de incorporar el ejercicio físico a los viejos hábitos patológicos,
sino sustituir estos- observa Yuma-. Hablando de remedios naturistas advierte
el doctor Gordón Ewy, profesos y jefe de cardiología en la facultad de
Medicina, de la Universidad de Arizona, que: “sería una tontería suponer que
por tomar vitamina E se puede seguir fumando o sin hacer ejercicio…Ninguna
píldora hace milagros por sí sola. De todas formas hay que comer bien, dejar de
fumar y de beber en exceso, evitar el estrés y hacer ejercicio con regularidad”.
Pueden caer todas las tormentas de nieve y nada nos pasará en
nuestras pequeñas tiendas. La tela es de un material moderno, tan ligero como
resistente, a los fuertes vientos, y su forma
conservando el principio iglú, con dos arcos de ligeras varillas
oponiendo resistencia hacia arriba, puede soportar el peso de la nieve que cae
durante la jornada. A la hora del almuerzo limpiaremos otra vez su techo y todo volverá a quedar en óptimas
condiciones.
Schopenhauer
comenta, sólo por decir algo:
Popocatépetl (5,426m) desde el noroeste. La Torre Negra (abajo izquierda y el Abanico(arriba derecha)
-Yo
digo que caminar y trotar por los bosques de la media montaña es la solución
para muchos problemas que hay allá bajo. Vivir bajo la lluvia, el calor, la
sed, el frío, sudar la gota gorda, nos ayudaría a encontrar otra vez el
equilibrio frente a las delicias de las viandas, el confort y lo maravilloso
que es vivir en sociedad. La ciudad es el gran invento del hombre, no su
maldición.
-El
que tiene patologías en la conducta es reo de su destino, no dueño de nada-
dijo Toci -. La obesidad aumenta. La maravillosa tecnología moderna nos ayuda a
llevar una vida de calidad o nos vuelve blandengues, según el uso que le demos.
En el mundo de allá abajo todo escasea.
Presupuesto para las universidades públicas, agua, aire, dinero, trabajo,
gasolina, vivienda, transporte. Todo en la medida que el número de individuos
crece. Si a esto le agregamos el no salir de la ciudad…
Por
nuestra parte somos felices entre románticos atardeceres, tormentas de nieve,
prolongados vivaques y sabrosos pescados y salchichas a las brasas. Así es
nuestra vida. Podríamos remontar la pendiente, ganar el borde norte de la
cañada, descender caminando cuatro horas
y ya estaríamos en Cuautla. En traje de
baño y lentes oscuros contra el sol, tirados al borde de la alberca, entre
bellas turistas, con treinta y cinco grados sobre cero. Pero entonces
estaríamos soñando con esta escalada…No seríamos congruentes con nuestros
sueños. Y los sueños entonces se nos volverían una pesadilla.
Estamos
conscientes de lo inconsciente, de lo inconsciente no obstante que vale más que
un cofre lleno de diamantes: nuestros organismos funcionan bien. La diarrea en
situación de montaña es una auténtica lata. Baja las defensas del organismo y
complica los desplazamientos logísticos normales. En escalada eso se complica
más. Parte de los preparativos para la salida, con la misma acuciosidad que
preparamos la mochila, es necesario cuidar las comidas varios días antes de la
salida. Las grasas pesadas de la barbacoa, los moles rojos y las verduras sin
desinfectar, garantizan un desarreglo estomacal de pronóstico apocalíptico.
Ahora estamos conscientes de ello y agradecemos a los dioses de basalto y
cerámica.
Queremos
hacer la conexión de las dos paredes y después seguir al Pico Mayor del
Popocatépetl. Es una doble imprudencia. La escalada en sí y las condiciones
eruptivas en las que se encuentra el volcán desde hace dieciséis años. Por
fortuna en el diccionario del alpinismo no existe la palabra imprudencia. Sería
una redundancia. El alpinismo en sí es una imprudencia. Para unos es un modus
vivendi y para otros una diversión, pero la etiqueta sigue siendo la imprudencia. Esta imprudencia, cuando se
practica el alpinismo en grupo, así sea en una cordada de dos, tiene el gran
atenuante que se trata de experiencias comunicables.
Como sea, nos parece que vamos a intentar la
escalada más bella. Al decir la más bella estamos conscientes de la naturaleza
subjetiva del asunto. A otro le puede parecer la más horrible. Esas categorías
no obligan a nadie. No son boletas del pago del predial o recibos mensuales de
TELMEX. La belleza o dificultad de una
montaña nada tiene que ver con la montaña. Más bien tiene que ver con la
química del escalador. Es asunto enteramente
del estado mental y físico del escalador
- Yo le agregaría-dijo Schopenhauer- del
estado cultural. Hay pueblos ricos y bien alimentados que no dan una.
Para que el lector tenga una idea del contexto de esta expresión debe saber que Schopenhauer tiene en su casa una biblioteca, con tal cantidad de libros, que ninguno de los aristócratas del siglo diecinueve soñó jamás. Pero lo más importante de esa fabulosa biblioteca es un letrero en letras minúsculas, casi perdido en un rincón, que reza: “Si al final de mi vida el balance es que no supe convivir positivamente con mis semejantes, favor de vender todos estos libros en el depósito de fierros viejos.”
Toci y Yuma subieron, a la izquierda, por la vía Salazar – Méndez, apenas amaneció. Lleva este nombre en recuerdo de los dos escaladores que trazaron su primera: Heriberto Salazar y José Méndez (libro Alpinismo Mexicano, editorial ECLALSA, 1972). José Méndez fue el que realizó la segunda solitaria a la pared norte de Benito Ramírez, en el Circo del Crestón, macizo de Las Monjas, Chico, Hidalgo.
Desde
el punto donde se inicia la escalada de la Torre, a la cumbre, hay cerca de
doscientos metros de desnivel. La ascensión se hace en cuerda sencilla. Fueron
por el primer tercio de este tramo que se gana con suma facilidad. Después la
pared se hace vertical pero sin que sea
necesario colocar algún clavo. Se reunieron hacia el centro de la pared, en sentido vertical, en el lugar conocido como La Cáscara.
Subieron
vertical durante otros ochenta metros. Sólo colocaron dos clavos. El terreno es
poco consistente por la erosión. Después efectuaron una travesía horizontal
hacia la derecha de todo un largo de cuerda. Colocaron otros dos clavos en este
trayecto. Hacia el atardecer ganaron otros veinte metros sin obstáculo y
llegaron a la cumbre. Aquí ambos tuvieron el mismo pensamiento: la pared se
sube rápido o no se sube nunca. La dueña de la casa no está lejos. Tal es la
característica de la roca constantemente castigada por las condiciones
climáticas de la alta montaña.
Schopenhauer
y yo empezamos a escalar de más abajo, trepando una cresta hacia la derecha,
con la idea de seguir la ruta que trazáramos Salim Kalkach y yo en aquella
misma ocasión de la conquista. La ascensión tiene doscientos cuarenta metros de
desnivel. Se sube enteramente libre. Se gana el vértice de la arista mencionada
y luego avanzamos hasta llegar un poco antes del final, donde encontramos un
tramo delicado en el que tuvimos que ir con mucha precaución. Después de eso
quedamos situados al pie de la pared vertical. Luego evolucionamos unos metros hacia la derecha mientras
subíamos. Volvimos a la izquierda hasta quedar situados al pie de una chimenea
de unos quince metros de alto. Superado este lugar se llega al punto donde
convergen las dos rutas y que es, cuando la pared se cubre de nieve, una franja
que conduce directamente a la cumbre.
La
tarde esta avanzada pero nos quedan algunas horas de luz. Ahora sentimos
plenitud en nuestro estado de ánimo y las condiciones del tiempo y el
impresionante panorama montañoso que tenemos en nuestros pies, nos parecen las
cosas más bellas. Eran igualmente bellas cuando estábamos por la mañana al pie
de la pared a punto de iniciar la ascensión. Pero un complicado mecanismo
subjetivo del que no se puede librar tan fácilmente, marcaba nuestro estado de
ánimo, con molestas aprensiones. Desde aquí la cañada Nexpayantla, bellísima e
impresionante, corre durante varios kilómetros hacia el oeste llena de nieve.
Como dice Schopenhauer que todo es cuestión de química, debemos aceptar que el
vino tinto empieza a hacer su efecto. La etiqueta de la botella dice: “con
efecto agradable”. En el estante de la tienda otras botellas decían: “Con
efecto asesino”. Otras: “Con efecto sensual”.
El
año pasado descendimos por la cañada Nexpayantla., a partir de Cruz de Coyotes.
Después del último rappel las paredes elevadas se juntan mucho en la parte
superior. Un venado quiso saltar de un lado hacia el otro, no lo logró y quedó
muerto entre la nieve del piso. Cuando pasamos nos dimos a la tarea de
destazarlo, cargamos cuánta carne pudimos en nuestras mochilas, y esa noche
cenamos abundantemente carne de venado en una choza de San Pedro Nexapa, en la
cual nos dieron abrigo.
3
Al
punto nos reponemos, volvemos a echarnos nuestras mochilas al hombro y nos
despedimos. Yo descenderé a Amecameca a comprar víveres y remontar de nuevo la
pendiente para alcanzarlos en el refugio El Queretano, al pie de la pared del
Abanico.
Pero la escalada me ha agotado y sólo logro
descender algunos kilómetros. Cuando se hace de noche busco los pastos más
altos y ahí instalo mi tienda “ratonera”. La mejor manera para acampar es al abrigo de la maleza. Se está protegido
contra los vientos que llegan y contra los depredadores que, en caballos,
pueden subir desde los valles lejanos.
En
los últimos años las montañas se han vuelto muy inseguras para los alpinistas.
En algunos pueblos subyacentes, más altos pegados a la montaña, se han dado
asaltos y hasta asesinatos. Esta situación perdura a través del tiempo. Hace
algunos años dos jóvenes montañistas, que acampaban a la orilla de la Laguna
del Sol, en el carácter del Nevado de Toluca, fueron asaltados y asesinados.
Después un grupo de 25 montañistas, de la Universidad Nacional Autónoma de
México, fue asaltado en la cumbre del Telapón, arriba de Río Frío, resultando
muerto por bala, en la cabeza, uno de ellos. En la cumbre más alta del Ajusco
se encontró, ahorcado, un joven estudiante universitario, después de permanecer
colgado de una cuerda, dos días, de uno
de los brazos de la gran cruz de cemento que hay en el lugar. En los bosques de
la primera caja de agua, de San Rafael, lado suroeste de la Iztaccihuatl, muchachas y muchachos fueron asaltados y
violados mientras acampaban. En el lado sur de la carretera Amecameca-Tlamacazcalco,
un poco antes de llegar al albergue, hay un lugar despejado donde cada año
acampaban grupos de alpinistas
extranjeros, de hasta cincuenta. En una ocasión fueron asaltados y ese lugar
jamás volvió a ser visitado.
Ahora
ni los alpinistas por deporte ni los
geólogos por profesión, pueden ir libremente por las montañas como dos décadas
atrás. Son asaltados para robarlos o son ahuyentamos a balazos para impedir que
pasen por ciertos tipos de sembradíos… Las luchas contra el crimen organizado hasta ahora son de gobiernos pero
no del Estado. México es uno de los países en el planeta que menos invierte en
educación pública. El resultado lógico son hospitales y cárceles saturadas.
Sólo bastaría invertir el concepto: la educación pública no es gasto, es inversión. Acabo leer en El Faro,
suplemento publicado por la UNAM, número75 de junio de 2007, página 8, que “En
México hay un científico por cada 8,660 habitantes, aproximadamente. En Estados
Unidos hay un científico por cada 237 habitantes, en Francia uno por cada 184,
y en Brasil un científico por cada 2237 habitantes….En Brasil se gradúan, con doctorado, cerca de 10,000 estudiantes al año, mientras
que nosotros graduamos poco más o menos 1,500”.
El
viento heladísimo barre con fuerza
aquella ladera de la montaña. Pero ya he dicho que mi pequeña tienda
está construida a prueba de vendavales de alta montaña. Y la muralla de la
maleza me protege de manera excelente. Antes de entrar veo las nieves del
Abanico iluminadas con la luz roja de los últimos minutos. Hacia la derecha, en
el sector oeste de la pared, está la más bella travesía de alta montaña de
México. La trazamos Salvador Alonso Medina y yo hace tiempo. Los detalles están
en el libro Los mexicanos en la ruta de los polacos
Contra
mi costumbre, esta vez he olvidado cortarme las uñas de los pies y empiezo a
resentirlo en la prolongada bajada. Por fortuna traigo en mi mochila un
cortaúñas.
En este momento el volcán permanece libre de
toda manifestación ígnea. La inmensa columna que sale de su carácter y que
tanto alarma a la gente, ha desaparecido. Por su ubicación geográfica, tan
cercana a la ciudad de México, Popocatépetl es ancestralmente la montaña más
frecuentada. Existe desde épocas remotas en el universo mágico de los mexicanos
y sus códices. Fue ascendido al menos
desde el año 1,287, año 3 caña, según relata Chimalpain (Relaciones originales
de Chalco Amaquemecan, Fondo de Cultura Económica, 1965, página 145). Este “al
menos” quiere decir que está debidamente documentado y se puede consultar.
Seguramente antes que eso hubo más ascensiones pero nada podemos asegurar al
respecto sino tenemos algo en qué apoyarnos. Para la gente agrícola del
presente aun es “Dios Popocatépetl”, como hemos constatado personalmente en los
pueblos de su vertiente sur.
Popocatépetl ocupa la poesía, la leyenda, el mito, la geología y la
referencia oral. Pero sorprendentemente es escasa su referencia bibliográfica,
y aún la hemerográfica, en la literatura alpina. Este vacío corresponde a la exigua práctica de escribir
de la gente del alpinismo mexicano.
Relacionado
con esto subí al Valle de Las Ventanas al finalizar el verano del 2008.
Invitado, para hablar de escaladas, por Alfredo Revilla y Jaime Guerrero,
integrantes del Comité Administrativo del albergue alpino Miguel Hidalgo. Se
desarrollaba el “Ciclo de Conferencias
de Escalada 2008”.
Para
mi sorpresa se habían reunido escaladores de generaciones anteriores y
posteriores a la mía. Tan feliz circunstancia me dio la pauta para alejarme de
los relatos de montaña, con frecuencia
llenos de egomanía. ¿Habían subido los escaladores, algunos procedentes
de lejanas tierras, hasta aquel refugio
en lo alto de la Sierra de Pachuca sólo para oír hablar de escalada a otro
escalador? Me pareció que deberían existir mejores maneras de pasar el tiempo.
trazo de la ruta seguida
Ocupé no más de quince minutos hablando de algunas escaladas. De inmediato pasé a hacer reflexiones, dirigidas a mí mismo, tales como: “¿Por qué los escaladores de más de cincuenta años de edad ya no van a las montañas”,etc. Automáticamente, los ahí presentes, hicieron suya la conferencia y cinco horas después seguíamos intercambiando puntos de vista. Abandonar el monólogo y pasar a la discusión dialéctica siempre da resultados positivos para todos. Afuera la helada tormenta golpeaba los grandes ventanales del albergue pero en el interior debatíamos de manera fraternal.
Felizmente encontré ahí a escaladores que varias décadas atrás habían sido mis maestros en la montaña, como el caso de Raúl Pérez, de Pachuca. Saludé a mi gran amigo Raúl Revilla. Encontré al veterano y gran montañista Eder Monroy. Durante cuarenta años escuché hablar de él como uno de los pioneros del montañismo hidalguense sin haber tenido la oportunidad de conocerlo. Tuve la fortuna de conocer también a Efrén Bonilla y a Alfredo Velázquez, a la sazón, éste último, presidente de la FMDME. Ambos pertenecientes a generaciones de más acá, con proyectos para realizare en las lejanas montañas del extranjero como sólo los jóvenes lo pueden soñar y realizar. También conocí a Carlos Velázquez, hermano de Tomás Velázquez (fallecido unos 15 años atrás), autor, éste último, de Guía del escalador mexicano .Concluimos que es necesario escribir.
Después
los perdí de vista a todos y no sé hasta
donde han caminado con el propósito de publicar. En aquella ocasión, al filo de
la medianoche, llegamos a una conclusión: los escaladores dejan de ir a la montaña porque no hay
retroalimentación mediante la práctica de leer y escribir de alpinismo. De
alpinismo de todo el mundo. La segunda conclusión fue que nos gusta escribir lo exitoso y callamos deliberadamente lo humano. Sobre todo lo demasiado humano.
Ningún montañista tiene acidez estomacal, nadie tiene miedo de morir, a nadie
le dio diarrea por las carnitas que comió en el mercado, nadie dijo que el
grupo le era molesto… Con el tiempo todo mundo se aburre de leer relatos
maquillados. Con el nefasto resultado que los libros no se venden y las editoriales deciden ya no
publicar de alpinismo…
Al
final me pareció que el resultado de la
jornada había alcanzado el entusiasta compromiso de escribir, escribir y más
escribir.
En
el país no se ha mostrado interés por invertir en ciencia, tecnología y cultura
y ese es el resultado. El porcentaje del Producto Interno Bruto destinado a este rubro, cuando escribimos el
presente trabajo, oscila entre 0.3 y 0.4, mientras que Suecia le destina el 4.5, Finlandia el 3.5 y
Estados Unidos el 3.
Schopenhauer,
como muchos filósofos, evita las cifras y dice las cosas en metáforas. Con
relación a este tema tiene una: “Si caminas como pato, tienes plumas de pato y
graznas como pato, eres pato.”
4
Todavía
hay nieve en el corto sendero que me lleva al refugio de dos aguas, estilo
tienda india. Casi ha desaparecido el lugar conocido como “La Cueva” que era
una gran oquedad de hielo en este rincón de ladera norte del volcán. Más
arriba, hacia los 5,300, existían grandes grietas de hielo que ahora ya son historia. Las corrientes de
viento cada vez menos frías las fue desapareciendo. Pero mi intuición me dice
que un día los hielos volverán. En realidad es una trampa mi famosa intuición:
acabó de leer algo de geología.
Resiento
el cambio violento de altitud y debo hacer alto para recuperar la respiración y
el ritmo cardiaco. Las tablas de aclimatación dicen que mil quinientos metros de desnivel se deben subir, de manera gradual, en una semana. A partir de Amecameca yo acabo de ascender
dos mil doscientos en tres horas, incluidos los tramos de carretera que hice en
taxi. No es ninguna marca, así es el estilo del alpinismo mexicano.
Tradicionalmente
las consecuencias han sido desastrosas con la presencia del mal de montaña que
abate a los alpinistas además de
complicaciones pulmonares mortales en menos de doce horas. Algún día
aprenderemos a consultar las indicaciones de la ciencia médica. Creo que eso
del ritmo cardiaco es un asunto que sólo preocupa a los montañistas que han
cumplido los cincuentas.
Por
ahora todo se ha ido de esta montaña. Las
laderas que llevan al Popocatépetl están solas. La actividad volcánica
ha ahuyentado a los hielos y a los hombres. Un día todo se restablecerá y los
alpinistas volverán a trazar libremente sus caminos en la nieve. Y la
Convención de Ginebra se habrá anotado un triunfo reduciendo grados calientes
del cielo global. Hay esperanzas pues los de Ginebra son grandes amigos de los
que establecieron el Día Mundial del no Fumador. Dejan de fumar un día y fuman
364 días. Schopenhauer dice que mejor deberían instaurar el Día Internacional
del sí Fumador. Fumarían un día y dejarían de fumar 364 días…
Mientras
subo, pujando como el Pipila bajo el peso de mi mochila, empapando de sudor mi
gorra estilo La isla de Giligan, pienso que venir a las montañas es regresar a
la realidad. En el valle pueden incubarse fantasías y el desarrollo del niño
estar defectuosamente socializado. Históricamente, al menos los últimos seis
mil años, la práctica ha sido de guerras entre los habitantes del planeta.
Recientemente el cine y la televisión y los video juegos sólo proyectan
imágenes de violencia.¿Por qué sorprenderse del pensamiento asesino que hay en
nuestras ciudades si eso es lo que se ve desde niños? fantasía negativa que
desemboca en una realidad negativa. La psicología social de las universidades
hace su mejor esfuerzo por revertir ese pensamiento patológico tan
generalizado. Un golpe de viento frío entre la noche, y la soledad de las cumbres,
pueden hacernos volver a aquella realidad que edificó civilizaciones y
culturas. El pueblo mexicano es un pueblo ancestral y moderno, sano, laico,
mágico, religioso, emprendedor, estudioso, pero alguien lo ha encochinado. Las
adicciones y su contexto de violencia
son el mejor ariete del neoliberalismo para desbaratara la familia que,
según sostienen diversas disciplinas académicas, es la base de la sociedad
progresista.
En
el lugar hay completa oscuridad. Pero yo sé que
está habitado. Una voz femenina
se escucha desde la litera superior de la derecha. Es Toci, la muchacha más
audaz para escalar que conozco. Acaba de pasar tres meses viviendo entre las
altas montañas del sector central de los Andes y bajaba a Cuevas, en el lado
argentino, donde tenía rentada una habitación.
Ahí le entregaban su correspondencia de las expediciones que, por
computadora, solicitaban sus servicios de guía para todo ese sector de
los Andes y aun hasta el lejano Mercedario cuya cumbre sobresalía más allá de un mar de montañas
nevadas hacia el norte. Juntos habíamos
explorado durante dos temporadas la sur del monte Ameghino. Una pared arriaba de los cuatro mil, con roca, nieve y
hielo, que podría ser terreno de escuela para escaladores mexicanos de altos
vuelos.
Al
terminar su compromiso con alguna de las expediciones que la contrataba, Toci
bajaba a Santiago, Chile o a Mendoza,
Argentina. O en un plan intermedio,
descendía junto con el grupo nada
más a Uspallata, bebían una cerveza y regresaban para subir el
Tupungato. En la despedida de otro grupo
expedicionario cenaban y bebían vino en Mendoza. Con frecuencia esas cenas se
volvían veladas literarias y se la pasaban comentando a Faulkner, Horacio, Jünger, Jaeger, Tolstoi,
Bukowski, Rafael Pérez Gay, Enrique Jardiel Poncela…Dependía del origen del
grupo.
La
temporada pasada Schopenhauer había desarrollado un curso de escalada en
paredes y agujas de la sierra de Pachuca en su sector de los Frailes, con
jóvenes de la Ciudad de México.
-La
pared del Abanico es parte de uno de los aparatos volcánicos más altos de
México- dice Yuma-En realidad gran parte del territorio mexicano es un aparato
volcánico. Para donde volteemos hay un cráter. Eso debería de motivar a la
gente a conocer más de vulcanología. ¡Vive sobre volcanes! Pero volcanes que
pueden volverse activos otra vez. Viven sobre laderas que se desgajan en
temporadas de lluvia, cerca de ríos que se desbordan, junto a las playas que
alcanza el tsunami, de volcancitos y volcanzotes que pueden volver explotar
(sólo es cuestión de tiempo), en suelos
de cuencas a las que recientemente se les vació de agua y en las que los
edificios se van de lado con tan sólo un
sismo de tres grados. Y los edificios algo pesados se hunden cinco centímetros
cada año. Hace poco asistí a una conferencia sobre vulcanología sustentada por
varios académicos, en el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional. Se
refirieron a la importancia de los volcanes en la vida del humano. Muchos de
los recursos naturales de la vida están íntimamente ligados a la disolución de
las rocas volcánicas. Todo lo que esto significa para la alimentación, para la
industria en general y la farmacéutica en particular. Pero que también las
cenizas derivadas de una erupción volcánica afectan significativamente las vías
respiratorias de los humanos, además de impactar de manera importante la
vegetación del entorno. Se refirieron al Popocatépetl, volcán de Colima y al Chichonal. El Chichón once veces ha
desaparecido a la humanidad cercana y
once veces la humanidad ha vuelto a construir sobre el Chichonal.
Schopenhauer
respingó:
-Los
universales nacen universales- dice Yuma, el cuarto componente del grupo- Los
aciertos y los errores en montaña son parte de nuestra naturaleza. Aunque nos
gusta creer que los errores nada tienen que ver con nosotros mismos.
--¿Es
decir que somos pura determinación?
-Schopenhauer
otra vez respingó:
-El
recurso pedagógico es un buen intento de alejarse del Neandertal. Pero, lo he dicho mil veces,
el hombre malo nace con su maldad como la serpiente nace con sus colmillos
ponzoñosos y su bolsa de veneno y no puede cambiar su naturaleza.
Con
Yuma hice el año pasado, durante una semana, las nortes del Circo del Crestón.
Dormimos una noche en la repisa superior de la Rosendo de la Peña. Metidos en
nuestras bolsas de dormir, apoyados en la pared, luego de la cena, tomamos una taza de café y veíamos en la
lejanía las grandes manchas de luces de Chico, Atotonilco el Grande y San Nicolás
Xate, más allá de Amajac.
Yuma
dijo que junto a un chimpancé seríamos más lentos en subir. No tanto por
diferencias geonómicas sino debido al síndrome de la inmovilidad en el que
hemos caído en la vida civilizada.
-Y
el abuso de carnes rojas que componen nuestra dieta. El sedentarismo en México
es de entre sesenta y ochenta por ciento, publicó recientemente la Federación
Mexicana de Diabetes. Agrega que hoy día, los niños realizan setenta por ciento
menos actividad física que hace treinta años.
-Con
todo, la técnica para escalar, sus tenis ni sus polvos, son los que van a
revolucionar al país alpino de los mexicanos sino su escritura.
-Coincido
contigo. Un buen logro sería una literatura para ser leída-dije.
-Pero
lo mejor será cuando seamos capaces de una literatura para ser discutida
Queremos
hacer la conexión de las tres paredes del Abanico. Sería la segunda escalada
integral por el centro de la norte. Hace años seis escaladores de la ciudad de
México la subimos. En aquella ocasión
yo iba al frente de la cordada. Ahora el
primer día Schopenhauer irá adelante,
Yuma, yo y Toci cerrará la marcha. Al final de la escalada la muchacha irá al
frente del grupo.
Las
estufas ronronean a todo lo que dan y un olor a tocino llena el lugar.
Schopenhauer es un buen cocinero y ha pedido que lo dejemos solo en la preparación de la cena. En el
fondo, sobre su litera de madera helada,
Toci destapa una botella de Johannisberg, el viejo vino del Rhin, cosecha
1865. Un verdadero tesoro. Opina que en
ambientes tan fríos se necesitan las calorías. Es del año que Whymper conquistó
el Matterhorn. Y nos reparte un buen trozo de pan pumpernickel acompañado con
queso de Oaxaca.
-¿Un
vino alemán cosecha 1865, dónde
conseguiste semejante tesoro?
- En
Tepito.
-
Conozco al menos una razón por la que la gente no viene a las montañas de
manera masiva, como sería para conservar la salud- dijo Schopenhauer-. Durante mucho tiempo se cuidó que el laicismo
no fuera desplazado de los centros de educación media y superior. Cuando se
dieron cuenta los estupefacientes habían penetrado esos planteles que arrojó al
rincón cualquier tipo de filosofía
educacional. ¿Para qué sirve un muchacho religioso pero drogado?, ¿lo mismo que
un joven laico drogado? Ahora en casi todos los planteles de la Escuela
Nacional Preparatoria han emprendido una cruzada contra las adicciones en las
que interviene directivos, académicos y
trabajadores universitarios. Se valora el costo institucional, social e
individual, por el consumo de esas sustancias y sus crueles consecuencias. El
adicto gasta dinero en su compra, el Estado
en el tratamiento médico y en el mantenimiento de los hospitales para
esta clase de enfermos…
Empieza el invierno y estamos al pie de una bella pared de roca, nieve y hielo. Su altura es de trescientos cincuenta metros y su caída, hasta Cruz de Coyotes, en el fondo de la cañada Nexpayantla, de mil quinientos metros. El Abanico es una montaña que se desintegra, que cambia su elegante forma por un pobre hacinamiento de guijarros a la entrada de Nexpayantla. El viento, la denudación y los violentos cambios de temperatura la desintegran día tras día. Por las noches, las caravanas que pernoctan en el refugio El Queretano, suelen escuchar, espantados, las explosiones que hacen los grandes bloques de roca que el hielo desprende de la pared y van rodando a grandes saltos hasta perderse en el fondo del abismo invisible. El agua del deshielo durante el día se mete entre las grietas de la pared y, al bajar la temperatura por las noches, se congela, hace presión en las paredes internas de la grieta y, como dinamita, estallan los grandes bloques.
Hay
que intentar esa escalada con el mayor entusiasmo y la mejor logística. Lo
demás depende de un golpe de suerte. Los golpes de suerte no son raros ni en la
ciencia. Por ejemplo, en la paleontología.
Las pisadas de tres homínidos, antepasados del hombre, con una
antigüedad de cuatro millones de años fueron encontrados debido a un golpe de
suerte, cerca de la garganta de Olduvai, en Tanzania, África. Gracias a esas
pisadas, los paleontólogos pudieron saber que desde entonces nuestros
antepasados ya caminaban erguidos y libremente iban por todas partes. Con las
manos libres para subirse a los árboles. Son los antecesores de los actuales
escaladores.
-
Todo escalador está familiarizado con estos golpes de suerte-dijo Toci-. Por
ejemplo el postrer manotazo que en plena caída encontró un asidero, la pequeña
roca que procedentes de la cumbre pasó con la velocidad de una bala a diez
centímetros de nuestra cabeza, el hielo que saltó de la montaña por donde franqueamos el paso…
Con
la pared del Abanico, prácticamente sobre nuestras cabezas, y que se trasforma
día tras día, Toci se acuerda de
Heráclito de Efeso, quinientos años antes de Cristo, que aventuró la idea que
todo cambia. Todo es un continuo cambio.
Para devenir.
La
línea que siguió la escalada empieza en el fondo del lado derecho,alcanza la
cumbre de la Torre Negra, que se ve en el primer término,al pie de la
foto.Sigue hacia la arista,alcanzando el refugio El Queretano( 4,700m),se
interna en el centro de la pared del Abanico y, de la cumbre de éste, continúa
hasta la cumbre más alta del Popocatépetl,que es la del fondo superior (
5,452m.s.n.m)
-Parece
razonable- dijo Schopenhauer, pero es asunto de vulcanólogos. Nosotros somos
montañistas.
Afuera la temperatura exterior ha bajado todavía
más. Por efecto del viento, hay cinco grados menos que en el interior del
recinto. ¡El viento de las alturas superiores
pegará con fuerza en la pared!
El viento sopla tan fuerte que se ha llevado a
las nubes y ahora se ven de nuevo las estrellas. Allá abajo los valles hace
tiempo han desaparecido y en su lugar
mil luces se han encendido invadiendo hasta las cañadas de las primeras
estribaciones.
Les
he traído de Amecameca dos pollos y un conejo rostizados a las brasas. Con las
bajas temperaturas, y el apetito voraz de mis compañeros, no daremos tiempo a
que la carne se descomponga.
5
A
las cinco de la mañana nos levantamos a arreglar lo que vamos a subir. La boca
me sabe a cobre. Somos de la generación que no usa cepillo de dientes durante
toda la excursión ni jabón ni cremas antisolares. Casi neandertales. El frío es
tan intenso que los mosquetones se pegan a las manos. Narices y orejas están
tan frías que parece que al menor roce se quebrarán. No es fácil hacer que alguien se ponga de pie a
esas horas y bajo esas temperaturas y
hay que hacer un esfuerzo de voluntad nietzscheana. Después de desayunar nos damos a la tarea de
preparar el té endulzado con miel que
llevaremos.
Estas
caminatas al amanecer son formidables. Se comienza a caminar todavía un poco
dormido y a los pocos minutos se está sumergido en pleno ejercicio ascendente.
El corazón golpea fuerte, el estómago hace circo y los pulmones se extienden al
máximo, en tanto el sudor corre ya por
la espalda. Nos paramos un minuto, damos un trago al te, todavía caliente, y no tardamos en pegarnos
al granito o como se llame esta roca
podrida, espuma vomitada de las entrañas del volcán. Aunque avance por
tezontle, el escalador gusta decir “granito.”
El
alpinista es un ser finito y limitado que se rebasa continuamente. En cada
salida a la montaña se acerca a sus límites. Y en ocasiones se ve obligado, por
las circunstancias, a trascenderse o perecer. Cada ascensión
es el nacimiento de un Quetzalcoatl. Un renacer que deja atrás la vieja envoltura. ¿Para qué? ¡Sólo para
empezar a soñar con otra nueva envoltura!
Hemos
rodeado El Castillo y bajamos por la pendiente de piedras sueltas. Amanecía cuando llegamos a Nido de Palomas.
Es una pequeña pared que está a la izquierda en el principio de los
corredores. Sin calzarnos los crampones
remontamos la pendiente de nieve, sucia y llena de pequeñas piedras
del primer corredor de la base, a fuerza de tallar escalones con el
piolet o de un golpe con la punta de la bota. Desde ahí podemos distinguir
algunos cables abandonados. En la última
década se han lanzado varios ataques a
la pared que, obviamente, han resultado inútiles.
Ithualco,
el gran puerto que hacen el Popocatépetl y la Iztaccihuatl, presenta ya
a estas horas tempranas un
deterioro ambiental en los sistemas biológicos y geoquímicos. No obstante que
el “paso” histórico se encuentra casi en la altura de los cuatro mil metros
sobre el mar. Por ese elevado puerto
pasaron, durante milenios, los
pueblos nahuatlacas hacia las tierras
calientes del
Popol
Vuh. Y viceversa.
Schopenhauer,
que en ese momento se ajusta los guantes
sin dedos, dice:
-Los
vientos procedentes de la región poblana traen consigo las emanaciones
industriales y van a sumarse a las no menos nocivas
contaminaciones del Valle de México. ¡Respiramos plomo y cadmio cuatro mil porquerías más!
Cuando
empezábamos a escalar nos absorbía el pensamiento al considerar los
detalles de la ascensión en su
totalidad. Ahora sabemos que es mejor
concentrarse en lo más inmediato. El
método es resolver lo que tenemos frente a nuestras
narices, después el otro y así sucesivamente.
- Esto, dice Yuma, más que un desarrollo
lógico, de las dificultades reales de la montaña, es una herramienta de tipo
psicológico. ¡Más útil que la cuerda o que la clavija! Muchas escaladas se
abandonan en los tramos sencillos por
estar pensando en las dificultades de más arriba. Todavía los escaladores
podían seguir pero abandonaron por estar imaginando dificultades a las que aun
no llegaban. De haber llegado es
probable que pudieran haberlo superado
perfectamente. Créanme, esto es como con los angustiosos temores nocturnos que
nos hacen sudar frío. Al amanecer se desvanecen como pompas de jabón cuando
los pinchamos con un alfiler.
Toci
dice que hay una manera de medir cuando
el miedo en el alpinista, excelente síntoma de precaución, se convierte en
peligroso terror. Mientras sea capaz de contemplar la belleza, y los detalles
reales de la montaña, podrá seguir. Cuando se ha pasado la línea, cierta medida
de contemplación queda cerrada y el individuo ya sólo piensa en su salvación.
Esta
Toci es la sucesora, en el tiempo, de María García, aquella muchacha escaladora
de los años setenta que escalaba durante días integrada a alguna cordada o bien
de primera de cuerda. O siendo parte de
alguna expedición alpina al extranjero. ¡Una autentica pionera femenina del alpinismo
mexicano! Conoció la tragedia alpina de cerca pero también el triunfo en muchas
ocasiones.
La
nieve de los corredores de la base está
dura y las puntas de las botas muerden
bien. Desde abajo estas dos franjas
parecen verdaderas placas colgantes, sin embargo, su pendiente es suave
y se puede avanzar sin dificultad. Mientras tallamos una
plataforma en la nieve para estar de pie
con cierta comodidad, sin castigar a los tobillos, Schopenhauer vuelve a elevarse decidido.
Antes amarra su bota derecha cuya cinta se ha aflojado. Tiene el
equilibrio necesario para flexionarse en un pie sobre el abismo. Le oímos
decir:
-Ojala
pudiera pedir a Tezcatlipoca que este día se haga en mi su voluntad. Lo que
estoy pidiendo en realidad que se haga mi voluntad…En realidad depende mucho
del entrenamiento. Lo que un alpinista
quiere hacer es lo que debe ser. Si quiere hacer, caminando, la travesía
Pachuca- Frailes, no se preparará nadando en la alberca. Pero si trotando o
corriendo en el parque de la colonia donde vive o en la media montaña más
cercana.
Esta
primera pared tiene como tres rayas.
¡Estratos!, diría Toci molesta al
escuchar la palabra de “rayas”.
Subimos
como hacían los primates hacen millones de años! Dedos prensiles, visión
binocular proporcionada por los ojos frontales que nos permiten avanzar a
través de la pared. Nos reunimos en el primer descanso. Aquí abunda el
tezontle. Toci se tapa los oídos al
escuchar esa palabra: “¿Tezontle, acaso estás en tu pueblo? ¿No tienes la menor noticia de geología?”
En
toda la ruta encontraremos algunos clavos dejados cuando su conquista que tuvo
lugar por el “Ventisquero”, también
llamado “Helero” y “Canaleta”.En rigor el conquistador de la pared, por haber
trazado la primera, fue Javier Morales, en 1955. Son verdaderas espadas que se
meten en la piedra hasta cincuenta centímetros y sobresale otro tanto. Entonces
había la idea que sólo en esas grandes clavijas se encontraba cierta seguridad.
Lo cierto es que no carecían de razón.
En una pared tan erosionada da lo
mismo utilizar estas largas clavijas que “dados”, que estacas de madera o cualquier
otro implemento. De cualquier manera los
bloques de roca que suelen venirse abajo
en ocasiones son tan grandes que se traerán todo consigo. Esas clavijas
están en mal estado debido a que, a
medio siglo de su conquista, la roca se ha movido por la acción telúrica, la
denudación y ahora son inseguras.
Colocamos
en las mismas fisuras nuestros cortos clavos de ángulo muy abierto. Y en otras los “dados”.
Precisamente fue en esta ruta, cuando su conquista, que Ubaldo Martínez y los escaladores del Quetzales, utilizaron
nudos al extremo de las cordeletas de algodón que introducían en las grandes
fisuras con la idea de obtener algún tipo de seguro, como si fueran clavos. La
maleabilidad de la cuerda se ajustaba bien en algunas grietas y el escalador
podía seguir evolucionando. Así fue como a Ubaldo Martínez se le ocurrió la
idea del “dado”, que después otros fabricarían de metal y en serie.
Schopenhauer,
al ponerse sus guantes, sin dedos, para
mejor palpar la roca, se volvió juguetón
hacia Toci:
-Este
día tal vez averiguaremos por fin si hay vida después de la muerte.¡O seguiremos
con la incógnita! ¿Qué prefieres?
-Lo
último- se apresuró a decir la muchacha.
Schopenhauer
ya se elevaba los primeros metros por la erosionada roca quitando de un solo
manotazo la nieve que cubría los asideros. Hacia el medio día
nos encontramos en pleno movimiento. Cada uno resolviendo su tramo que
tiene enfrente y felices de poder desplazarnos. Aquí las esperas son
penosas pues de inmediato empieza uno a enfriarse. Hace más frío por el
viento que hasta las ideas también
parecen enfriarse…. ¡Y eso que las ideas están fuera de la fenomenología!,
según dice Schopenhauer. El viento nos ha tratado bien y casi no pasa, pero
sabemos que al atardecer esto será un verdadero abanico. Y llegará tan fuerte
que podrá desprender rocas sobre nuestras cabezas. Eso y el estruendo espantoso
del estallido, antes de venirse abajo, calan en el ánimo de los individuos. Por
ahora tenemos el miedo necesario para cuidarnos y salir adelante.
Más
tarde hacemos la travesía hacia la izquierda, brincamos unos bloquees que están
listos para desprenderse y desembocamos en la primera rampa. Es una pendiente
de unos veinte metros que al aproximarse a la base de la segunda pared forma
una especie de grieta terminal apropiada para pasar en ella la noche. Grieta
terminal le llaman a la rampa de nieve cuando se aproxima a la pared rocosa y
forma una especie de oquedad. La experiencia de mis compañeros de cordada, y el
ritmo que llevamos, nos haría posible
intentar salir este mismo día del Abanico. Sin embargo, para no caer en
esa tentación, de antemano hemos
decidido permanecer dos noches en la pared y nos la llevamos con calma.
Schopenhauer
desemboca sobre el vértice y no tardamos en reunirnos con él. Dos horas después
se hace de noche. Dentro de las características verticales de la pared, el
lugar ofrece un buen sitio. Estamos al abrigo de la caída de rocas. Extendemos
los sacos de dormir y encendemos las estufas. El lado oriental está un tanto
desprotegido contra el viento. Amontonamos
las mochilas a manera de muro. Yuma con su eterna bolsa de carne seca de
res (o de caballo) podría sobrevivir semanas. Para los habitantes de las
llanuras del norte es lo natural. Pero
ahora le falta el agua para beber. Se apresura a fundir nieve para todos.
6
En la helada oscuridad de la noche brotan
grupos de luces multicolores en el fondo de los valles. Son los pueblos de
origen mesoamericano. Se trata de uno de los centros, tal vez el número uno,
más cargados de historia y de prehistoria de México. Yuma saca algo de su
mochila y lo echa al fuego de nuestra pequeña estufa. Es un chile verde. En un
minuto la pared se llena del olor penetrante. Estamos a punto de arrojarle
nieve en la cara por semejante ocurrencia. Nos damos cuenta que, bastaron las
primeras aspiraciones, para conectarnos instantáneamente con tres mil años de
historia mexicana. Cada olor de cocina le dice mucho al individuo. Lo mismo al
chino que al ruso que al alemán que al italiano que al argentino. Pero además
ese olor de cocina humaniza a la pared más inhóspita. La vuelve familiar. El
efecto psicológico es impresionantemente terapéutico.
-En
Mexico ya quedan poco mexicanos- dice Yuma-.Desde hace cinco siglos México experimenta, en lo social, el efecto
tinaco.
-¿Qué
es eso?- pregunta Toci
-Por
una causa o por otra la gente
original busca la manera de
emigrar hacia el norte. En el principio ponía distancia de por medio alejándose
del proceso de la conquista y preservar su libertad. Posteriormente procurando
mejorar su situación económica. O
estudiantes que ya no regresan.
¿Y
por qué el efecto tinaco?
-Debido
a las guerras en Europa, las dictaduras en el sur de América, y el conflicto en
Medio Oriente, llegan refugiados políticos sin cesar al país. Estos por lo
general tienen recursos económicos,
alguna relación de grupo familiar, político, académico, económico o de
amigos. Con el tiempo logran quedarse de manera definitiva, echan raíces y a la
segunda generación los hijos ya son mexicanos. Es un proceso positivo pues
traen cultura y otros modos de ver la vida. Varias generaciones después ya
están jugando en las ligas mayores de la
política. Por eso en nuestro mapa geográfico hay regiones con nombres tales
como “Nueva Italia”, “Ario de Rosales”, “Sebastopol”, etc. Un ex presidente de
México se llama Vicente Fox y un jefe de gobierno de la ciudad de México Marcelo Ebrard, el jardín botánico de ciudad
universitaria lleva el nombre de Faustino Miranda, en recuerdo de un español,
prominente hombre de ciencias que llegó al país a raíz del triunfo de Francisco
Franco. Muchas figuras del espectáculo artístico, de los medios de información
masiva y de la política, los conocemos
por sus nombres comunes pero sus nombres originales corresponden a otras
latitudes. Numerosos académicos llegaron de Argentina, Uruguay y Chile. Con el
tiempo regresaron a sus países y otros se quedaron para siempre. Y por eso le
llamo el efecto tinaco. En la medida en que unos llegan, los de origen étnico y
mestizo se van.
- Si
el proceso sigue habrá que aceptar que, sin los pueblos indígenas, México no
tiene fundamento como nación. Puede ser una nación entre un cúmulo de naciones,
pero no mexicana. Será el soñado país multicultural de los refugiados, en el
que todos podemos opinar, escribir y vivir en libertad, pero ya sin mexicanos. Natalio Hernández,
poeta náhuatl, dijo hace poco: “Estaremos desmembrados como nación y seremos
una aldea global sin raíz, memoria e identidad”.
-
Para qué ir tan lejos, este se llama
Schopenhauer, yo Armando y tú eres Yuma. Dos nombres de origen europeo y uno de
indio norteamericano. Sólo Toci tiene nombre auténticamente mexicano…El proceso es
interesante. Los aztecas ya se fueron para el Sol pero nos dejaron su idioma.
Yuma
protestó:
-El
desierto de Yuma, y sus habitantes originales, eran de México. El tratado del
siglo diecinueve lo dejó de aquel lado.
- Ya
no hablamos nahuatl. Y pueblo que no habla en su idioma original está hablando como piensa el extranjero.
-Lo
hablamos más de lo que se imaginan. Al menos en la región del Altiplano y en
especial en la capital. Les voy a improvisar una situación a ver si la
entienden, pongan atención: “El chilpayate estaba chamagoso porque quiso
alcanzar un chicle y todo se encochinó y además daba lata porque tenía chincual
y también hambre. Empezó a llorar y se calmó hasta que María le dio la chiche.
Mientras tanto el tocayo, trepado en el tapanco, preparaba un curado de
jitomate. Y como tomaba su pulque comió tanta botana de cacahuates que se aguajolotó. Se puso torpe y por querer
acabarse hasta las bachichas de la jarra se vino para abajo, se pegó en la chiluca
y quedó con el cuerpo todo chipotudo. Nadie se apresuró a levantarlo porque era
un tanto tracalero. Su compañero Juan se rió y le dijo que eso le pasa porque a
más de ser naco era tracalero. Mientras esto sucedía su mamá, abajo, en el
fogón, estaba quemando un elote. Pero como
el tocayo seguía tomando y
quería ir al mitote, a escuchar el tololoche, le dijo a su mujer que la llevaba sólo si se peinaba bien pues no le
gustaba su molote. María se enojó y fue hasta que estuvo otra vez contenta que
el tocayo le hizo un papacho. Le dio una palma para que usara como abanico pues
afuera hacía mucho calor. Después le dijo: vamos a la pepena del baile pero,
antes de llegar al tianguis, nos revolcamos un rato en el zacate del parque”.
¿Lo
entendieron?
-
Perfectamente.
Esto
es entendido por cualquier mexicano del Valle de México, aún hablando en la
estructura del idioma español y, no obstante, contiene nada menos que 28
aztequismos. Pueden consultarlo en el Diccionario de Aztequismos cuyo autor es
Luis Cabrera (Editorial Colofón, S. A. mayo del 2000).Los aztequismos que les
dije son: tocayo, tololoche, jitomate,
tapanco, tracalero,
acochinarse,aguajolotarse,bachichas,cacahuate,chamagozo,chicle,chiche,chilpayate,chiluca,chincual,
chipotudo,elote,mitote, molote,naco,nana,palma,torpe,pulque, papacho,pepena,
tianguis,zacate.
El
texto resulta incomprensible, creo, para mexicanos que habitan
lejos del Valle y también para mexicanos cuyos padres son de origen
extranjero. Y como es sabido que la
lengua materna expresa todo el simbolismo original del pensamiento de ese
grupo, así sucede también con las ideas del pueblo nahuatl. La magia, las
costumbres calendáricas, la cocina, la literatura. Por cuestiones históricas,
todo eso está (felizmente) mezclado con la cultura occidental. Se trata de dos
grandes culturas que tenemos los mexicanos. Sólo que para apreciarlas hay que
conocerlas. Comemos chilaquiles (mexicanos) acompañados con pan (español,
francés o alemán), vino tinto con botana de cacahuates, espagueti con salsa dulce de jitomate,
tamales acompañados con un vaso de leche (aquí no había vacas)..¿Se puede
imaginar un panorama culinario más delicioso? Pues así es en el terreno de las
ideas. Y estas ideas se siguen expresando en el nahuatl revuelto con el
español. Vemos hacia el conjunto de siete estrellitas que se conocen como
“Pléyades” y de inmediato pensamos en el paraíso final de los mexicanos.
Schopenhauer
levantó la mano y la agitó en el aire, en dirección al Sol. Estaba saludando a
los aztecas.
En el noroeste, tres mil metros más abajo de nuestras botas, una inmensa sima negra es desbordada por la mancha luminosa más grande del país y la cuarta más grande del planeta. Rodeada de montañas, es la parte sur de una cuenca hidrológica de ciento cincuenta kilómetros norte-sur y ochenta este-oeste. Un verdadero embudo para las endémicas lluvias que azotan con frecuencia a la ciudad de México, por otra parte siempre llena de sol. Una extraña dualidad, es el Atlachinolli.
-¿A
quién se le ocurrió fundar una ciudad en ese embudo? Cada semestre se inunda al
punto de brotar el agua las coladeras metálicas, el nivel sube un metro, los
muebles andan flotando y en la calle la gente anda en canoas inflables, como en
el México prehispánico y en tiempos de la colonia y el porfiriato. Seguimos
igual.
- A
los aztecas.
-Lo
que salva a sus veinte millones de habitantes de morir ahogados es que consumen
más agua que la que cae. Ésa es la otra gran dualidad. Cada medio año viven en
la disyuntiva de morir ahogados o morir deshidratados.¿No pensaron eso los
aztecas?
-Ellos
eran trashumantes, no sedentarios. Estaban de paso pero hicieron un alto y
fundaron su bella ciudad.
-¿A
dónde se dirigían?
-¡Al
Sol!
Yuma
protestó por lo de sedentario pero enseguida tuvo que aceptar que ya no tenemos
la movilidad de cazador- recolector. Para recorrer cinco kilómetros hasta la
oficina, el laboratorio o comercio, viajamos en combi, metrobus, metro o
automóvil. Ni pensar recorrer a pie esa distancia. Nos evitaría muchas molestias
de transporte, calles atestadas como
embudos por dónde va el vehículo en el
que viajamos y, sobre todo, que esa caminata nos proporcionaría salud física y
tranquilidad de ánimo.
Schopenhauer,
que no deja escapar oportunidad para la escéptica observación, comenta:
-La
gente te etiquetaría en un peldaño social más bajo que el estándar. En la
ciudad de México se da el extraño fenómenos que hay más automóviles que
habitantes. Se debe que muchos tienen varios.
-Me
etiquetaría de precarista pero llegaría veinte años después que esa gente al
hospital.
-Estas
lejos de tus aulas filosóficas- digo para darle un giro a la conversación, de
tus alumnos, tus colegas, tus libros, tu Internet, tus panegiristas, tus
premios de emérito…
La
respuesta de Schopenhauer no se hizo esperar:
-La
filosofía, como la poesía, la albañilería, la geología, el periodismo, la
arquitectura, se hace en la calle. En las aulas sólo se enseña…Puedo vivir en el tercer mundo precarista, social y
económico, pero al mismo tiempo procurar una vida de calidad que se
identificaría con ese “mundo mejor”… Conozco a algunos del primer mundo
económico que vive en el tercer mundo cultural. Y entre estos hay
algunos que, cuando más, son antropomorfos… Siempre se está viviendo no en los
sueños de un mundo mejor sino en la tesis de un mundo mejor. Busca transformar positivamente el mundo pero
sin haber cambiado el que lo dice .¿Pero, qué significa “transformarse”?. No es
otra cosa que liberarse de sí mismo.
-Trascenderse-
dijo Toci-. Creo que le has dado muchas vueltas al asunto.
-Trascenderse,
es cierto, aceptó.
- No
es tan fácil-agregó la muchacha-.Nuestro modo de ser es tal que nos encontramos
a gusto en el lugar que vivimos.¿Qué
haría Fulano en un “mundo mejor” si no tiene cualidades suficientes para ello?
Tiene que quetzalcoatlizarse, dejar la envoltura. Espero que no sigan pensando
que Quetzalcoatl era la viborita que se elevaba por los aires sin contar con
alas. Antes que el Sócrates de los griegos, la metáfora Quetzalcoatl ya dejaba
su vieja envoltura…
Por
la mañana, al empezar a escalar, Yuma hace una broma a Schopenhauer:
- Si caes muere tu cuerpo pero no tu esencia
metafísica, la cual, recordarás, está fuera del tiempo.
- Gracias- le contesta el otro-. Ahora voy más tranquilo
Fue
porque en el vivaque, Schopenhauer le había dicho:
-Conmigo
o sin mi el planeta seguirá girando y mañana volverá a salir el Sol- luego de
un trago a su café negro, agregó-:
-Creemos temer a la muerte porque nos roba el presente. Para ser más exactos,
tememos a la muerte porque nos roba el
mañana. Los escaladores que mueren jóvenes no pudieron conocer a sus
hijos, terminar su carrera universitaria, comprarse un departamento, tomar un
café en Coyoacán. Por lo demás no hay por qué preocuparse. En este país nacerán
otros cien egos, o conciencias individuales, en el espacio de tiempo que abarca
desde el momento que me desprenda al
momento que expire en la base de la pared. O tal vez doscientos. Como no creo
en la metempsicosis, no esperen mi regreso. Si los salientes de esta podrida
roca se llegaran a romper estén seguros que antes que se haga de noche estaré
formando parte de la cauda Solar… En mi testamento metafísico dejé asentado
que, con todo respeto por las grandes religiones de la India, no pertenezco a
los Upanishads. Al nacer mi ombligo lo arrojaron a la hoguera teotihuacana.
Quiero mucho a mi yo, me niego a su
disolución y, dado el caso, me lo llevo conmigo. Como ya no es fenoménico, no
hay peligro que mi yo se incinere con las elevadas temperaturas del Sol.
En
el inicio habíamos visto, fuera del refugio, algo de basura dejada por gente muy sucia. Es un fenómeno propio de
los refugios y alberges de alta montaña en México. Abundan los envases
abandonados, bolsas de plástico llevadas por el viento y papeles por todas
partes. Casi en todos los refugios hay ratas, ratones y ratoncitos.
Consecuentemente, pulgas portadoras de fiebre bubónica. Desde el fondo de su
bolsa de dormir Toci comentó:
-Sino
hubiera gente sucia, que va por ahí arrojando basura, créanme, los paleontólogos del futuro no tendrían trabajo
ni los museos piezas raras para su exhibición. Aunque parezca absurdo, la
basura de hace tres mil años puede proporcionarnos información de la conducta y
las creencias religiosas de aquella gente.
Los aviones que en nuestros días se estrellan en las montañas serán
piezas de la arqueología del futuro... Los cacharros en sí poco importan. Lo
valioso de ellos es que nos dan información de la manera en que vivían los
individuos y como se ayudaban, pensaban, se destruían y cómo llegamos a ser lo
que somos o como no pudimos ser de otra manera, en el marco de la evolución
humana.
-Esos
objetos son lo que nos han quedado de sus acciones-dijo Schopenhauer-. Son sus
acciones objetivadas. Lo que dijeron y prometieron desapareció, como
desaparecieron sus huesos. Pero su pensamiento quedó plasmado en las cosas que
hicieron. Por si nos faltara algo ahora
tenemos la basura electrónica. Ninguno de nosotros, los aquí presentes, traemos
teléfono celular. Lo rechazamos no por excentricidad generacional sino porque nos horroriza pensar que el país
carece de una política de cómo reciclar
la basura electrónica- cita datos del Instituto Nacional de Ecología publicados
en 2007-: Más de 50 millones de celulares son arrojados cada año a la basura
común, ocasionando una contaminación tóxica de consecuencias que ni siquiera
nos imaginamos: cadmio, mercurio, plomo…Estamos atrapados en la tecnología de
la vida moderna, porque si bien no usamos celulares si trabajamos con
computadoras. Más de once millones se van a la basura cada año y varios
millones de discos duros, chips y memorias…Es una carrera perdida. Aparte que
en México se desechan anualmente, sin control,
ciento ochenta mil toneladas de basura electrónica (Gaceta UNAM, 12 de
enero 2009), la tecnología avanza sin detenerse y lo que hoy es una novedad
mañana ya es obsoleto.
-Mi
ego sufre- dijo Toci-. Aquí la psicología tiene mucho que decir. En 1990 había
sesenta y cuatro personas que tenían un teléfono celular en México. Para junio
de 2007 traían celular sesenta y cuatro millones de mexicanos. ¿Por qué de
pronto tuvimos tanta necesidad de
hablar? ¿Para comunicarnos? Si es cierto
lo que dicen los antropólogos, que el ochenta por ciento del contenido de una
conversación, cara a cara, se expresa en gestos de la cara y ademanes
del cuerpo, en realidad hay una gran incomunicación no obstante que la
gente se la pasa hablando por celular.
Tenemos
dos semanas sin bañarnos y ya olemos a chivo viejo. Las regiones genitales
apestan más que las axilas. Dos minutos después de haber hecho tan brillante
panegírico de la gente sucia, respecto de la basura en los refugios, Toci
dormía como si estuviera en su hamaca a la sombra de un manglar en la orilla
del río de Cuautla.
Cenamos
metidos en nuestras bolsas de dormir para retener todo el calor posible. Un
rato después Toci se despierta y prepara una buena taza de chocolate para cada
uno y nos da otro buen trozo de pan pumpernickel.
Mientras
comemos Schopenhauer cita algo que leyó por ahí y puede echar por tierra las
mejores teorías de la evolución humana: “Por muy sociables que sean en otros
aspectos, ni los chimpancés y los papiones, comparten su comida como lo hacen los
hombres”.
-Conozco
a algunos humanos que tampoco comparten ni el saludo- dijo la muchacha.
-Menos
comparten su vino, cosecha 1865- agrega Yuma.
Se
me ocurrió decir que compartir la comida no es poca cosa en la evolución humana. Su esencia, que es la
cooperación, está estrechamente ligada con el alpinismo en general. Aún para la
escalada en una acordada de dos, lo mismo que para un grupo expedicionario de
cinco o de cien, lo importante es la
cooperación. Les puse el ejemplo de los perros salvajes. Nadie hizo caso a mi
gran revelación y seguimos comiendo. Mi filosofía de almanaque no levantaba
conversaciones. Felizmente escuché a Schopenhauer venir en mi auxilio:
-Cada
hombre una filosofía. La vida le enseñará
a ese yo egoísta que no comparte su comida la manera y conveniencia de
integrarse al grupo… Si no tiene sentimientos de calidad puede ser de poca o
nula ayuda para la comunidad. Por más filosofía neoliberal que elabore en su
defensa no pasará de ser un chipote social. Que no me vengan con cuentos
chinos.
Luego
de la cena por turnos avanzamos siete metros, asegurados por la cuerda desde el
fondo de la grieta terminal por los otros, para evitar caer en el abismo,
y hacer nuestras inevitables necesidades. ¿Cómo pueden nuestros “sistemas”
fisiológicos funcionar dentro semejantes
condiciones de altitud, frío y
tensión frente al peligro? ¡Una maravilla de evolución biológica! Estamos
conscientes de ello. Como el niño en la cuna que empieza a mover las manos en
alto: ¡! Está descubriendo que tiene manos! Cuando se escala todo el día no hay
mucho tiempo ni lugar para beber agua. El cuerpo echa mano de la humedad que
encuentre, incluidos los intestinos, y el estreñimiento no tarda en manifestarse. Es cuando empieza
una carrera entre el filosofar de la vida y las bajas temperaturas bajo
cero. Al regreso tenemos el trasero casi
a punto de congelamiento. Nos
apresuramos a regresar al vivaque y
meternos al sleeping. Cubrimos el campamento con una amplia tela plateada “para tormentas”, que Armando Altamira Areyán trajo de Houston,
cuando en el invierno de 2003 hicimos la vuelta al Pico de Orizaba y que nos protegerá de la eventual brisa
nevada que el aire pueda arrojarnos.
Procuramos
dormir. Las estrellas iluminan tenuemente las repisas llenas de nieve.
En
el lado oeste del Ventisquero, más o menos a la altura en la que nos
encontramos, en el otro extremo de la gran pared central, está la Travesía Occidental Su primera la trazamos hace tiempo Salvador Alonso Medina
y yo, saliendo también del refugio El Queretano. Corredores de la base, un
tramo vertical de roca barnizada de hielo, de unos treinta metros, en la base
del Ventisquero, travesía hacia la derecha y llegada a la gran repisa
occidental. Para mí que es la más bella de las ascensiones de las montañas
nevadas del país. Las últimas diez veces que hemos venido al Popocatépetl
(cuando las condiciones eruptivas del volcán lo permitían), hemos hecho esta
travesía y nos olvidamos por completo de ir al cráter. Una ascensión al cráter
es una ascensión andina y un recorrido
hacia la pared oeste es una ascensión alpina. Al cráter van los “rudos”
y a la Transversal los “técnicos”, gusta de decir Yuma que, entre otras
virtudes, es aficionado al box.
Mucho,
mucho tiempo después, cuando estamos seguros que va a amanecer, consultamos el reloj y vemos
que son ¡las nueve de la noche…! Faltan
unas nueve horas para que amanezca. Es un fenómeno muy conocido por los
montañistas y no nos sorprende. No nos queda sino recordar hasta cuando
teníamos cinco años de edad. Y soñar cosas angustiantes.
-Una
de tantas patologías del humano –asegura
Toci-. Nos espantamos de lo que soñamos pero nos superencanta lo que vivimos.
Schopenhauer
aprovechó la ocasión:
-Eso
que acaba de decir es todo el meollo de la filosofía nietzscheana: no
arrepentirse de lo que se vive. Claro, si esto sucediera, los psiquiatras se
quedarían sin chamba. Ese Nietzsche era muy ingenioso. ¿Sabían que Nietzsche es
mi ahijado cultural?
Sólo
para pasar el rato les cuento que la escalada
directa a la pared oeste del
Centinela, en la cañada de Milpulco, suroeste de la Iztaccihuatl, fue el
terreno donde el alpinismo mexicano experimentó un avance significativo. Antes
las cordadas sólo escalaban lo que
alcanzaba un día. Al anochecer instalaban las cuerdas y descendían. Al día
siguiente remontaban lo conocido y al atardecer de nuevo efectuaban el rappel.
¿Cómo hacer para una empresa que requería más tiempo que un solo día?
La ruta de conquista del Centinela la abrieron Ubaldo Martínez y demás “quetzales”,
buscando la salida por “Las Terrazas”. En una ocasión se les hizo tarde, no
pudieron salir por arriba ni regresar a la base y se vieron obligados a
vivaquear en la pared. Pasado el susto, por la mañana tuvieron todo el día para
continuar hasta la cumbre. A partir de ahí la idea de pasar la noche colgado de
la pared fue penetrando en el ánimo de los escaladores mexicanos y acabó siendo familiar. Para el
año siguiente, mediante dos vivaques en esa pared, logramos José Guerrero y yo trazar la directa a la Oeste de esa
pared.
Ahora tenemos la costumbre de pasar
“vacaciones” en algún sitio vertical, tanto para familiarizarse con los vivaques, tan
necesarios cuando se traza una escalada durante días, como hemos dicho, pero
también por razones terapéuticas tan
necesarias para el habitante de la ciudad. Y por cultura. La montaña es hermosa
y no hay que volver al valle tan
apresuradamente. Son proyectos de escalada largamente considerados, a veces
durante años, y ahora no hay que darse prisa en salir de la pared o de la
montaña el mismo día. En las escaladas
de Hidalgo disponíamos de pequeñas tiendas - vivac, o bien tiendas “ratoneras”,
para vivir en ellas al borde del abismo y a la vez aislados de la visión del vacío.
Aquí
en el Abanico hemos traído, aparte de la
bolsa individual de dormir de plumas, una enorme y ligera
bolsa-vivaque, de material con el que confeccionan las tiendas de campaña, y en
la que cabemos todos para mayor protección contra el viento y el frío. Toci
dice que es una sola funda para cuatro almohadas. Por higiene cada quien va por
las montañas viviendo en su tienda
individual. Pero nadie es tan delicadito cuando la dueña de la casa está cerca de nosotros y además juega con dados cargados...
Este
es el año número diecisiete que el Popocatépetl está en actividad obvia. En el
tercer año un grupo de montañistas ascendió el volcán por el norte y, ya cerca de alcanzar lo que
en alpinismo se llama “Labio Inferior”, del cráter, fueron envueltos por una
fuerza súbita que salía del fondo y probablemente a una temperatura humanamente
desconocida. No se les volvió a ver. Tal vez fueron lanzados a varios
kilómetros entre las nubes o calcinados en ese lugar hasta la instantánea
desaparición de sus huesos.
Comento el suceso que tuvo lugar la semana pasada (el
11 de diciembre del 2009). Raúl Revilla pasó
a ser parte del Salón de la Fama de la Confederación Deportiva Mexicana
. Todos los del grupo lo conocemos.
- Ese reconocimiento institucional se estaba
tardando- dice Toci-. Revilla ya había
alcanzado el nivel de los inmortales desde que en los años cincuentas trazó las
“primeras” nortes de la Benito Ramírez y de Las Goteras, en la Sierra de
Pachuca, su tierra.
Les comento que el Abanico, considerado como montaña aparte del Popocatépetl, tiene una historia que no pertenece al alpinismo ni a la vulcanología, sino a la antropología. Por más de un siglo se le confundió con la montaña Teocuicani.
Teocuicani
es una montaña que, por alguna razón, es azotada con alguna frecuencia por el
rayo. De ahí viene su nombre nahuatl: “Cantor Divino”. En su cumbre había una
escultura antropomorfa de
aproximadamente un metro de alto. Se le describe como una obra de arte
bellamente labrada. Era en realidad la gran fórmula del Atlachinolli. Cada año
los ejércitos del valle de Puebla venían a querer llevarse la escultura para su
tierra. Los ejércitos del valle de México lo defendían. Chocaban y al retirarse
el campo quedaba sembrado de cadáveres.
Pero era pocos en relación de los prisioneros que ambos bandos se llevaban para ser
sacrificados. Nunca nadie lograba llevárselo, sólo lo intentaban. Eso sucedía
cada año. Consumada la conquista española, Fray Diego de Durán registró esta
actividad humana en su importante historia. Al dar la ubicación geográfica dijo que era una montaña, pegada al
Popocatépetl, tan elevada que con frecuencia caían tormentas de nieve. Todos
pensamos lo mismo: es el Abanico. Durán fue exacto al decir: se encuentra en el
lado sur del Popocatépetl. Nadie hizo caso de ese detalle. En parte porque en
el lado sur no hay ningún pico que corresponda a esas características de
elevación como para que sea azotada por tormentas de nieve.
El
primero que cometió el equívoco fue José Deseado Charnay, en el siglo
diecinueve. Viajero francés muy documentado en las cosas del México antiguo.
Tan documentado que en un viaje relámpago localizó una serie de adoratorios de
la Iztaccihuatl y del Popocatépetl. Pero no encontró el Teocuicani. A mediados
del siglo veinte José Luis Lorenzo, arqueólogo y geólogo, lo buscó por mucho tiempo sin resultado.
Nosotros, Salvador Alonso Medina, Felipe Sosa
y yo, agarramos la estafeta y, a lo largo de una década, también lo buscamos.
Finalmente lo localicé, con Jorge
Rivera, en él lado sur, como lo había dicho Durán. Está mil metros arriba,
sobre el pueblo de Tetela del Volcán, en el lado norte. Se localiza en los 3, 150
metros de altitud, tiene dos cumbres y el adoratorio se encuentra en la del
lado oeste. Fue doble descubrimiento. Para nuestra sorpresa, y fortuna, el día
que dimos con ella se desarrollaba en su cumbre, dentro de los restos del
adoratorio prehispánico, una ceremonia bajo el rito cristiano católico
apostólico romano, pero conservando fielmente, exactamente, muchos aspectos de
la ceremonia prehispánica, según relata Durán.
Esta
noticia está publicada en la revista Jueves de Excelsior, 10 de agosto de 1972,
Págs. 14 y15. También, en ocasión de una segunda ascensión nuestra, en la
revista Los Universitarios, de la
Universidad Nacional Autónoma de México, agosto de 1979, Págs. 30 y 31.
8
Luego
del desayuno seguimos ascendiendo. Ahora atacamos la segunda pared. Es en rigor
la de menos altura pero donde se decide
el resultado de la escalada.
Subimos en dirección al extremo
derecho de la repisa llena de nieve. La roca aquí es particularmente
erosionada. No obstante lo anterior llega un momento que solamente es posible seguir adelante si se puede colocar una
clavija en una fisura cerrada. ¡Es la llave de la ascensión! Es el tramo de la
pared donde el individuo siente que escala con teología y no tanto con clavos y mosquetones.
En
este lugar se desprendió Santos Castro
hace algún tiempo. Y murió ahí mismo. Escalador muy diestro de Hidalgo. Ahora descansa por fin en el
cementerio de su amada aldea minera de Real del Monte.
La
tragedia alpina, muy dolorosa en sí, se ubica limitada en el presente y como
tal es pasajera y soportable. Es un recuerdo indeleble porque radica en la
memoria pero en cuanto enigma inexplicable va perdiendo actualidad y dolor.
Cada vez que un montañista cercano muere en la montaña varios escaladores
abandonan para siempre. Tiene lugar un proceso de intensa reflexión que acaba
lastimando. Para librarse de él mejor se abandona.
Toci marcha adelante y logra colocar la
clavija. Sigue y tiempo después nos
llama desde un lugar seguro. Nos reunimos y evolucionamos a lo largo de unos rebordes cubiertos por la
nieve. Tallamos escalones y de todas maneras procuramos colocar una clavija
para evitar alguna sorpresa. Con la montaña hay que andarse con cuidado.
No
obstante la ropa especial de plumas la figura atractiva de la muchacha se
recorta contra el cielo azul.
Schopenhauer
solo comenta fríamente desde su misoginismo:
-La
exagerada exhibición del sensualismo en la mujer despierta el apetito en el
hombre. En parte esto convierte la relación en el tratamiento de un objeto. Con
la consecuencia que inhibe toda contemplación estética de la mujer y sobre todo
la comprensión de su potencial cognoscitivo. Por eso al hombre le cuesta mucho
trabajo tener un conocimiento cabal de la mujer. Se pierde en el laberinto
sin poder llegar a la biblioteca.
Yuma viene al último de la cuerda. Se ha cortado
con el muelle del mosquetón y sangra un poco de la mano derecha. Asegura mi
cuerda resignado, parado con el pie derecho, en un saliente de roca negra que
también se sostiene pegada a la montaña
sólo por efecto del hielo. Observa las maniobras de Toci y vuelva a su
impasibilidad hopi, esperando el turno de entrar en acción. Dice que puede
tener ese equilibrio sin riesgo de calambres en las piernas porque ha quitado
el salero de su mesa. “La sal rebaja el potasio”. No hay que olvidar que los
pueblos hopi eran tan sabios que comían la carne sin sal.
Ahora
la muchacha sube trazando una travesía hacia la derecha. Llega por fin a la
base de la Flecha del Aire.-¡No miren!- grita.
Era la señal que necesitaba orinar. Para un
hombre no hay tanto problema. Para una mujer en esas condiciones tan precarias
de terreno, y rodeado su cuerpo de mosquetones, martillo, clavijas, cuerdas y
ropa contra el frío, es más complicado.
La
alcanzo. Y en tanto ella avanza hacia el
centro en un terreno casi horizontal pero en mucho declive, yo aseguro a Yuma
que no tarda en llegar al lugar donde me encuentro. Un poco más allá del centro de la pared Toci localiza el lugar para el vivaque que le he indicado y
desde ahí nos asegura. No tardamos en alcanzarla por turnos.
Nuestra
guía está feliz y dice que volverá a la norte del Abanico para la temporada próxima.
- Cumple tu propósito porque llegando a los
cincuenta años de edad es cuando la vida nos
practica la más rigurosa auditoria biológica- le dice Schopenhauer-. Es
la etapa en la que se hacen presentes los males de la poca actividad. Los
académicos de la Universidad Nacional tienen casi medio siglo alertando
respecto de la falta de cultura física, los malos hábitos alimenticios y el
sedentarismo. De manera reiterada dicen (Gaceta UNAM, del 24 de septiembre
2007) que esta inactividad ha colocado a México en el segundo lugar del
panorama internacional de obesidad entre los adultos y el primero en obesidad
infantil. Dan cifras. Estados Unidos ocupa el primer sitio con 65.7 por ciento
de adultos con sobrepeso y 30.6 de obesos. El tercer lugar se ubica en el Reino
Unido con 62 y 23 por ciento respectivamente…
Estas patologías tienen relación cercana con lo que el país invierte en la
formación de científicos en
investigación y desarrollo. Según Desarrollo Humano, 2004, del PNDU, Finlandia
forma 7,110 por cada millón de habitantes, Suecia 5, 136, Estados Unidos 4,099,
Rusia 3,494, Alemania 3,153, Reino Unido 2,666, Japón 2, 321 y México 225 (sí
señores, como lo oyen: doscientos veinticinco científicos en investigación por
cada millón de habitantes).
-Nos
falta poco para volver a los árboles- dice Yuma.
-Con
la novedad que ya no hay árboles.
Tenemos
dos horas más de luz y por un momento sentimos otra vez la tentación de seguir
avanzando y salir esa misma tarde de la pared e ir a dormir al refugio de
Teopixcalco, apenas cincuenta metro, en el sur,
debajo del lugar donde saldríamos de la pared. Pero persistimos en la
idea de otro vivaque. Un vivaque en los 5 mil, que es la altura en la que nos
encontramos, y en una pared que se escala cada cincuenta años, nos hace
considerar que estamos viviendo un momento privilegiado que ni a nosotros
mismos nos será dado repetir con facilidad. Muchos sueñan con esta
ascensión y ahora nosotros estamos
cabalgando sobre ese sueño dorado. No nos apresuráremos a dejarlo.
Organizamos el segundo vivaque. Ahora el viento sopla fuerte. Por algo el segundo nombre de esta pared es Ventorrillo. Pero aquí poco significa para nosotros pues el muro de hielo de la rimaya nos protege y evita que nos enfriemos más de la cuenta.
Uno
o dos mixiotes de conejo, y un buen tarro de cerveza, prometió Schopenhauer a
los de la cordada para cuando estuviéramos fuera de la pared. Siempre era así
cuando pasaba por Amecameca tanto como de subida o de regreso de las montañas
nevadas. Los meseros de “Los Bigotes de Verxigentorix” lo trataban con
familiaridad. Algunos de ellos también practicaban el alpinismo y, luego de
llevar las viandas a su mesa, se sentaban con la mayor familiaridad y charlaban
de rutas de escalada o travesías por los elevados puertos. Algunos de ellos
forman parte de las patrullas de rescate de la localidad cuando se da la alarma
para ir por algún montañista accidentado.
Antes
de dormir nos asomamos hacia el valle. Durante el día el estado del tiempo fue
magnífico y parece sostenerse.
Contemplar la cordillera de inmensas y lejanas montañas o el cielo con
la impresionante Vía Láctea puede hacer
sentirnos como una gota de agua muy pequeña e influir en nuestro estado de ánimo de manera desfavorable.
¡El antropocentrismo no puede salir incólume siempre! El cosmos sobre nuestras
cabezas es de verdad impresionante. Estamos a acostumbrados a ver las luces de
los semáforos y no de las estrellas.
Por
un rato el viento pega tan fuerte contra el Abanico que nos tapamos la cara con la tela tormenta.
El viento se encarga de enfriar más el ambiente. Dormitamos. Las nubes pasan
frente de nosotros. Son blancas y luego de un rato se vuelven perezosas y no
nos inquietan. Volvemos a platicar algo y otra vez vuelve el silencio. Cada quien con sus pensamientos.
¡Son las ocho de la noche! La noche
cubre las vertientes que nos permiten ver que por un lado siguen brillando los
hacinamientos de luces amarillas de
México, Tlalmanalco y Chalco. Hacia el
este Cholula, Huexotzinco y Puebla. Mucho calor nocturno que funde las lejanas
nieves. Calles, fábricas, estufas de cocina, cigarros, autos, calorías
humanas…Todo eso golpea al glaciar.
Las
condiciones que hemos encontrado esta
vez en la pared del Abanico, llena de
nieve y hielo, son únicas para escalarla. ¡Pero no durarán! El calentamiento
global, y local, de la atmósfera, volverán a dejar una roca desnuda apenas hayan transcurrido unas
cuantas semanas. Lo que será una trampa para todo escalador que se acerque a
ella Para que los glaciares se reconstruyan es necesario que arriba haya
acumulación de nieve. Pero también que la temperatura global sea tal que el
agua de lluvia se vaya congelando hasta convertirse en hielo. Esto sucedería si
cambiara el clima hacia una inesperada Mini-Era de Hielo…
Yuma
arroja dos dientes de ajo en la flama de la estufilla y la pared vuelve a
humanizarse. A Schopenhauer le sobran cinco centímetros de cintura y le pide a
Toci le revele el secreto de su esbeltez. El se divertía llamando a la muchacha
como: “Accihuatl” que pudiera traducirse algo así como “Mujer de agua”.
-Casi
todos lograríamos una cintura de avispa con tan sólo beber agua natural. Desde
luego mantener a raya el pan y no bajar
la guardia frente a las grasas. Pero si seguimos tomando agua con calorías,
refrescos, agua de sabor, jugos, jamás lo lograremos. El agua es mucho más que
acabar con la sed. Tiene que ver con la respiración, la digestión, transporta
nutrientes y sales minerales en la sangre, previene contra la exageración de la
acidez estomacal y en fin ayuda a regular las funciones del cuerpo. Pero si
exageras bebiendo agua también tendrás crueles experiencias...Consulta a tu
médico.
Por
la mañana preparo el chocolate que nos ayudará contra el frío.
Los
otros duermen aun. Enciendo mi estufa
plegable de alcohol, tan pequeña que
cabe en la bolsa de la camisa. Una
clavija ha perforado uno de los recipientes de alcohol líquido y ahora sólo
podremos fundir poca nieve. Otra vez tendremos que lidiar con la sed. Los que
escalamos montañas y cruzamos desiertos secos llevamos muy cerca de nuestro
corazón el nombre de Tlaloc.
Schopenhauer se empeña de nuevo en mostrarnos sus aptitudes culinarias.
Calienta dos trozos de pollo y una pata de conejo que he traído de Amecameca.
Es todo lo que sobra de nuestra reserva
de carne. Dudamos mucho que el hopi se desprenda de su carne seca que guarda
celosamente. En adelante tenderemos que empezara a comer de lateria. Schopenhauer está feliz por el
segundo vivaque que hemos hecho. Con esto quería dejar establecido que en toda ascensión siempre hay dos cosas. En
su raro lenguaje de filósofo dice que una era la realidad física de la pared del Abanico, con sus rocas
ígneas. Y la otra la voluntad nuestra de
querer escalar la pared. La cosa y la
coseidad de Heidegger. Yo lo dije primero pero... En fin, como sea, en la
coseidad de Heidegger hay que agregar los ajos y los chiles de Yuma.
10
Esa
fracción de tiempo que todos tenemos al despertar, entre lo dormido y la conciencia de haber despertado, es impresionante cuando se está
en un vivaque colgando sobre el abismo. Casi traumático. El despertar nos ha
vuelto brutalmente a la realidad.
Soñábamos cosas. Algunas sensuales, como corresponde a organismos en plenas
facultades físicas. De pronto, casi asustados por el abrupto cambio de
escenarios, vemos que frente a nosotros
pasan las nubes y nuestro lecho es de rocas, hielo y las bolsas de dormir están
llenos de escarcha. ¡No es la cama de nuestra cálida y segura habitación! ¡Y cuando estamos en nuestra cálida y segura
habitación soñamos con la helada pared del Abanico!
Estamos
tan absolutamente sucios y despeinados que más parecemos hologramas
antropomorfos.
De
la bruma de la mañana emerge, hacia el norte,
el hacinamiento de cumbres de la Sierra Nevada. Iztaccihuatl, Telapón y
Tlaloc. Son las sacratísimas montañas del México precolombino. En especial la
última, solo el Olimpo y algunas himalayicas, de los grandes monasterios, se le
pueden comparar en importancia
religiosa. Por ahora su gran centro ceremonial permanece destruido, como
quedó en el siglo dieciséis. Cuando este país sea moderno la arqueología lo
reconstruirá y el pueblo volverá a visitarlo de forma masiva, como antaño. Con
un teleférico a partir de Llano Grande…
Sentimos sed pero es nuestra última jornada y
no nos preocupamos mucho. Al final tenemos que recurrir al extremo de llenarnos la boca de nieve (como
la primera vez que subimos una pendiente nevada), esperar que se funda y de esa
manera paliar un poco la sed y su consecuente deshidratación y quemadura de
labios. Con un frío intenso, en una
pared vertical, el viento helado pasando como cuchillo, con apenas tres metros
para moverse y atados con las cuerdas
para prevenir algún accidente, es sumamente complejo organizar las mochilas,
las cuerdas y el equipo de escalar. El montañista debe reunir las contradictorias
condiciones de flemático y sanguíneo. Ordenado para planear la salida y
decidido para llevarla a cabo.
Recogido
el campo y cerradas las mochilas, Toci
se desplaza hacia la izquierda un poco más de medio largo de cuerda buscando la menor
altura de la pared de la Flecha del Aire o Cajón. En ese sitio, le he indicado,
la pared presenta su menor
verticalidad. No puedo evitar fijarme
que las cintas de los crampones de la muchacha son de color rosa. Y sus medias
de lana están bordadas con figuras de florecillas de colores amarillo, verde y azul. ¡Lo que hacen las hormonas!
Yuma, que va de segundo, la alcanza para asegurarla
mediante una clavija cuando emprende la ascensión vertical. Le advierto a
mi compañero que Toci evoluciona en ese
momento sobre grandes rocas sueltas a punto de venirse abajo y que permanecen
pegadas a la montaña solamente por acción del hielo. La muchacha coloca otra
clavija no tanto para superar algún obstáculo sino para asegurar la marcha y
evitar una sorpresa, y la perdemos de vista. Luego de un breve estancamiento,
la cuerda empieza a elevarse con fluidez. Es señal que la escaladora avanza ya
por la superficie cimera, plana como flecha y con una cómoda elevación hacia el
oeste.
Más
tarde la cuerda experimenta tres tirones breves. Quiere decir que
suba el que sigue. Como gato,
Yuma sube tocando la roca y
desalojando con un vigoroso movimiento
de la mano la nieve sobre los
asideros volcánicos. Sigue Schopenhauer,
otros tres tirones de cuerda y entiendo que debo empezar a subir.
Me
digo que si alguna vez regreso a la norte del Abanico haré, no dos, sino tres
vivaques, o tal vez cuatro. No importará, será la señal que el tren
sigue...Siento nostalgia al abandonar el inhóspito lugar. Hace tiempo estuve
aquí con otros escaladores. Hago un ejercicio de memoria: Felipe Sosa, José
Guerrero, Jorge Saavedra, Salvador Alonso Medina y Bernardo Piña. La pregunta
que se hizo Peer Gynt fue: “¿A dónde se
ha ido la nieve del año pasado?” A todos los he perdido de vista. Uno de ellos,
creo que era Raúl Sánchez, el fundador de la primera escuela de montaña oficial
que hubo en el país, gustaba de recitar
un verso de Arnold Lunn, el esquiador y elegante escritor inglés de los Alpes europeos del
siglo diecinueve: “Sólo le pido vida a mi Dios para seguir recorriendo, año
tras año, los viejos caminos de la nieve”. Mis amigos siguen con vida pero no
cumplieron su promesa. No he visto sus rastros en los viejos caminos de la
nieve… Le fallaron a su Dios. Siento que me estoy poniendo sentimental y ataco
la pared. Un poco a la derecha para no
tocar los mismos salientes por
donde los otros han pasado, con la idea
de no presionarlos otra vez. Entre la montaña y la eternidad media una delgada
capa de vidrio helado a punto de licuarse…
Es necesario seguir escalando, pues escalar es lo nuestro.
11
Nos reunimos en la blanca y anhelada cima. En lugar del tradicional
abrazo, la escaladora saca su viejo vino
del Rhin. Bebemos unos sorbos generosos en silencio.
Ahora
seguiremos hasta el Pico Mayor del carácter. Por fin, después de varios días,
podemos ver el cono volcánico. Y lo que vemos es una ladera verde azulosa. Es
el hielo mexicano de montaña, más
compacto que el vidrio. No permite florituras, como el hielo de otras montañas
del planeta que, dada su posición geográfica, conserva burbujas de aire. Este
se rompe como vidrio al impacto del piolet. Requerirá un trabajo arduo.
Normalmente esa ladera cimera a partir de Teopixcalco es una ascensión
agradable. Ahora nos va a exigir un trabajo arduo. Por fortuna traemos clavos
para trabajar en hielo y, como el estado del tiempo es excelente, nada podrá
detenernos.
¿Nada? Una emanación de tres mil grados
saliendo del carácter puede desaparecernos en un segundo. A tal punto que ni
siquiera la huella de nuestros huesos calcinados quedaría. Pero también
pudieron haberse quebrado los podridos salientes de los que colgaban nuestras
vidas en la Torre Negra y no se quebraron. Pudo haberse desprendido un bloque,
de tantos que se desprenden del Abanico, y aplastarnos, y no se desprendido. O
desgajarse esa parte de la pared en la
que permanecíamos aferrados y llevarnos hacia el abismo (como dicen que la
morbosa ballena blanca se llevó al capitán Ahab), y no se desgajó. En la vida
pueden suceder muchas cosas terribles que nunca suceden. No tiene caso vivir
entre miedos. Se pierde la capacidad de ver hacia las estrellas, contemplar una puesta de Sol o tomar una taza
de café con una muchacha.
Como digo, en el diccionario de alpinismo no
existe la palabra imprudencia. No existe porque en realidad la palabra
imprudencia es una trampa subjetiva. Hay
más peligro jugando un partido de fútbol, o cruzando una calle de la ciudad,
que subiendo por una pared de roca, nieve y hielo.
-Un
trago más de Johannisberg, cosecha 1865, y seguimos- dijo Toci.
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