“Thomas
Lanier Williams III, más conocido por el nombre artístico Tennessee Williams,
fue un destacado dramaturgo estadounidense. El nombre «Tennessee» se lo dieron
sus compañeros de escuela a causa de su acento sureño y al origen de su
familia. En 1948 ganó el Premio Pulitzer de teatro por Un tranvía llamado
Deseo”.
Alcohólico
y, quizá homosexual, el personaje Brick Pollit es probablemente el alter ego de
Tennessee Williams, autor de la obra. Esta novela, más bien un libreto para la
escena de teatro, mereció dos premios: el Pulitzer y el de la Crítica. Trata un
asunto familiar que hace medio siglo (se publicó en 1955) causó mucho alboroto
en la sociedad norteamericana pero que, salvo el innegable mérito del escritor,
ahora pasaría como uno de tantos vulgares guiones de la televisión comercial
mexicana.
Una
familia entra en una inusitada actividad de intriga, envidias y patadas en las
espinillas porque el padre, dueño de una considerable fortuna y nada menos que
de una plantación cuya extensión mide 28 acres del mejor terreno en el delta
del Misisipi, está a punto de morir de cáncer, ¡Y no ha hecho el testamento!
Son
dos hermanos Gooper y Brick y sus respectivas esposas, Mae y Margaret. Es gente
que no se anda por las ramas sacándose la lengua. El jaque mate por delante:
Gooper y Mae tienen cinco hijos y otro que está por nacer. Además Gooper es
abogado. Brick, en cambio, es alcohólico. Otrora un gran deportista pero que
ahora es por completo indiferente a todo, incluida su esposa Margaret con la
que ni siquiera se acuesta. Margaret, además, no tiene hijos. El alcoholismo de
Brick hace que duerman separados y una cierta incapacidad en la biología de
ella no le permiten concebir. En un momento ella le dice a Brick: “No estoy
viviendo contigo. Ocupamos la misma jaula”. No hay duda de quiénes son los que
van a aparecer en el testamento. El padre se inclina por Brick pero no ve
claro, Alcohólico, tal vez homosexual, y sin hijos…
Es
cuando se revela el carácter y la voluntad de Margaret. La vida la ha colocado
en la posición más difícil. Exactamente como se encontraría una gata a la que
hubieran arrojado sobre un techo de láminas metálica que estuviera muy
caliente: “Me siento todo el rato como una gata sobre el tejado de zinc
caliente”, dice.
Y
cuando el otro matrimonio echa las campanas al vuelo, poniendo por delante su
fertilidad, y por otro lado la esterilidad de Margaret, ésta anuncia que está
embarazada. No le creen pero ella sigue sosteniendo su verdad. Finalmente hace
que el otro matrimonio entre en duda y vea que ha sido derrotado. La herencia
se irá para con Brick, el hijo favorito y que ahora, finalmente, va a tener
descendencia.
No
es cierto que Margaret vaya a tener un hijo pero se propone concebirlo para esa
noche. Ha ido a ver al ginecólogo y le dice que es su día fértil. Le esconde
las botellas de licor a Brick al tiempo que le dice: te las devolveré hasta que
haya pasado esta noche. Cuando esté embarazada los dos nos emborracharemos
celebrando mi embarazo. Y como Margaret es bella, está buena y tiene un
temperamento de esos que, proponiéndoselo no deja escapar ningún
espermatozoides el otro acepta. Un alcohólico es capaz hasta de acostarse con
su mujer con tal de recuperar su botella de licor. Por lo demás, una de sus
frases de Margaret es que “El fuego no se apaga si no nos enfrentamos a él”.
En
realidad la herencia para Margaret está en segundos planos. Lo que la hace
tomar esa decisión es el gran amor que siente por su marido, aunque sea un
alcohólico y tal vez homosexual. Pero hay algo más de fondo. Quizá su
esterilidad se deba a cierto sentimiento de inferioridad de Margaret frente a
Brick. Pero cuando se da cuenta que, el otrora fuerte atleta ahora es un ser no
tan fuerte, le dice: “Solía pensar que eras más fuerte que yo y no quería que
me dominaras. Pero ahora, desde que das a la bebida… soy más fuerte que tu y
puedo amarte auténticamente”. Para ella todo está en función de amarlo, no de
dominarlo. Y en toda la obra no se encuentra una sola mención que ese amor sea
una inclinación masoquista por parte de Margaret.
Si sale a relucir lo que algunos sociólogos han escrito de los norteamericanos en el sentido que en esa sociedad la mujer es la que dice y los hombres los que hacen. La obra termina con estas palabras de Margaret hacia su querido marido: “Ah, vosotros los débiles, vosotros débiles y hermosos… Los que abandonáis… Los que queréis es alguien… que se encargue de vosotros… dulcemente, dulcemente, ¡con amor! y … yo te quiero de verdad, Brick, ¡te quiero!”
No hay final feliz en esta obra. Se trata de un mundo familiar que se pudre día con día. Sólo Margaret, con su gran voluntad, su enorme amor por el marido y su anhelo de tener un hijo puede revertir todo. Pero en tanto no lo logre, esta gran mujer se encontrará como una gata sobre el tejado de zinc caliente…
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