Valores eternos son los que
busca la filosofía, pero con frecuencia la actualidad, de algunos
de sus personajes, es rebasada y nos parecen ingenuos vistos en los tiempos que
corren. El caso de Santayana, ese gran filósofo estadounidense- español.
Sus raíces, a las que jamás renunció,
pertenecen a España, pero su niñez, así como su educación (de estudiante y de docente) de
toda su vida trascurrió en Estados Unidos.
Se declaraba católico, pero no
tan católico. “Católico estético”, se autocalificó. Un día, ya vejestorio
(palabra suya) abandonó todo y pasó sus últimos años (murió en 1952) en un
convento(de las Hermanas Azules) de Roma.
En su valiosa y amena, por qué
no decirlo, referencia a la obra de Dante, encuentra sucesos horribles que
siempre han perturbado la mente de la cultura occidental. El caso de Hugolino,
encerrado en la torre y condenado a morir de hambre o comerse a uno de sus
hijos:
Si tuviéramos
que elegir la más espantosa de las escenas del Infierno, tendríamos que escoger la historia de Hugolino, pero ésta
no es sino una pálida narración de lo que había realmente presenciado Pisa. George Santayana, Tres poetas filósofos
A modo del horror que nos
causa el sacerdote azteca, sacando en vivo el corazón de un prisionero con un
cuchillo de obsidiana, y casi pasar por alto los quince soldados que de un solo
cañonazo caían despedazados en el Waterloo de Napoleón.
Así, en países de América, no
en todos, usted puede toparse en la calle, entre la basura, con una gran bolsa llena de cabezas
humanas. O fosas llamadas clandestinas con cincuenta o cien cadáveres. Con la
frecuencia que eso sucede, poco a poco le han ido quitando al hallazgo la
traumática sorpresa del principio.
¿Cómo el pueblo sigue
manteniendo la fe en un mundo mejor? ¡Precisamente por esos pensadores a los
que nos referíamos al principio! Uno de ellos es Bergson.
No es que sean ingenuos, reconsideramos, pues su “talacha”, su diario vivir, su diario trabajar, su diario laborar, consiste en pensar, en sopesar la tesis y la contra tesis del bien y el mal, de la verdad, de la libertad.
Talacha. Palabra hibrida de origen náhuatl y español que se refiere a un instrumento para trabajar la tierra. Se menciona como tarea diaria y fatigosa.
En sus Tratados filosóficos, Séneca (4 a C.), hombre de letras, de poder político muy cercano a los emperadores romanos Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón, sabe que, en política, en los negocios, en el trabajo, con frecuencia también en el amor, y prácticamente en todos los quehaceres de la vida diaria, hay intereses, no amigos.
Discépolo, gran compositor argentino, metió en uno de sus tangos toda la filosofía escéptica: "La indiferencia del mundo, que es ciego y es mudo...El mundo gira, gira, aunque te quiebre la vida, aunque te muerda un dolor, no esperes nunca una ayuda, ni una mano, ni un favor..."
Enrique Santos Discépolo 1901-1951
Es cuando Séneca habla al pueblo para no caer en el vacuo.
Señala en qué solar del
caminar cotidiano encontraremos amigos que nunca nos defraudarán y es en la
filosofía:
Zenón, Pitágoras,
Demócrito, Aristóteles, Teofrastro, y
los demás varones eminentes en las buenas ciencias. Ninguno de estos estará
ocupado, ninguno dejará de enviar más dichoso y más amador de sí, al que
viniera comunicarlos; ninguno de ellos consentirá que los que comunicaren
salgan con las manos vacías. Abierta tiene la puerta día y noche a todos los
mortales.
Boecio visitado por la Filosofía.
Injustamente condenado a morir al día siguiente, no perdió tiempo y escribió y escribió y escribió…Del bien y del mal, de la libertad y de la verdad...
Boecio, Roma, Italia,524 d, C.
La tragedia es que el pueblo
no conoce, o casi, a esos pensadores.
Los gimnasios, academia y
universidades, preparan hombres sabios para la industria, para la prosperidad
material. El PIB, para el progreso cultural, en cambio, empieza a atorarse en
algún escritorio de los grandes presupuestos.
No obstante, el pueblo
ignorante, el hombre de banqueta, sigue adelante porque intuye ( sabe antes de
saber o saber antes del razonar) que en algún lugar de este planeta hay gente como Bergson (siglo veinte)
que, contra viento y marea, sostienen la esperanza y escriben, como él lo hizo:
Hay sociedades
que progresan, probablemente aquellas que por condiciones de existencia
desfavorables se han visto obligadas a cierto esfuerzo para vivir y que de
tanto en tanto han consentido en acentuar su esfuerzo para seguir a un
iniciador, a un inventor, a un hombre superior. Bergson, Las dos fuentes de la moral y de la religión
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